jueves, 4 de octubre de 2007

El Guerrero.

Lo que más le importa a un guerrero es ser impecable ante sí mismo. Ser impecable significa vivir con precisión y con toda la atención. Lo que hacemos para llegar a comprendernos a nosotros mismos es la cosa más noble que podamos hacer. Es erradicar de la mente la codicia, el odio y la delusión. Establecer en nosotros mismos la sabiduría y la compasión amorosa. Es algo difícil y poco común y requiere ser muy impecable. Eso no supone irse a una cueva en el Himalaya, sino antes bien, cultivar las cualidades de la mente que conducen a la plenitud y a un estado despierto en todo momento.

Un guerrero es valiente. No se queda cerrado con ideas preconcebidas sobre cómo son las cosas. No cree ciegamente. Quiere experimentar la verdad por sí mismo. Es lo suficientemente valeroso como para experimentar y aceptar las consecuencias, y no quedarse apocado por distinciones estrechas del pensamiento. Tiene el valor para experimentar, investigar, explorar lo que ocurra.

En la práctica de la meditación se requiere y se desarrolla el valor del guerrero. Se necesita valor para estar sentado cuando hay dolor, sin evitarlo o enmascararlo; para sentarse y afrontarlo plenamente, superando nuestro temor.

Hace falta valor para morir, para experimentar la muerte del concepto de un yo. Experimentar esa muerte mientras vivimos requiere el coraje y el valor de un guerrero impecable.

Debemos se capaces de recibir la fuerza y el entendimiento que viene del silencio, de parar el diálogo interno. Mientras siga el diálogo interno permaneceremos en la prisión de las palabras.

No se necesita un esfuerzo sobrehumano para practicar la renuncia; sólo se requiere energía para superar nuestra inercia y nuestros viejos hábitos. Cuando hacemos ese esfuerzo, experimentamos un alivio en la mente que viene de soltarse de los apegos. De vivir con simplicidad, de una vida sencilla, de no necesitar o poseer demasiado, vienen la satisfacción y la paz.

El desarrollo del conocimiento intuitivo no viene de pensar sobre las cosas, viene del desarrollo de un silencio en la mente en el que es posible una visión clara, ver claro. Hay un repentino ¡Ajá! ¡Así es como son las cosas! Es una comprensión repentina y sin palabras. Tiene certidumbre porque no es el producto de un pensamiento o una imagen sino más bien una percepción clara y repentina de cómo son las cosas.

Tres pilares del Dharma: Parami:

En el lenguaje pali existe la palabra parami. Parami significa la fuerza acumulada de la pureza en la mente. Todo momento en que la mente está libre de codicia, odio y desilusión tiene cierta fuerza purificadora en el flujo de la consciencia; y en nuestra evolución hemos acumulado muchas de esas fuerzas de pureza.

Esa palabra parami a veces se traduce al castellano como mérito. Pero así puede ser fácilmente mal interpretado como hacerse merecedor de una medalla por tus buenas acciones. Pero es más bien la fuerza de la pureza en la mente y conllevan la felicidad en sí misma.

Hay tres pilares, tres campos de acción, que cultivan y fortalecen los paramis. El primero de ellos es la generosidad. Dar es la expresión mental de la no codicia en la acción. No codicia quiere decir soltar, no retener, no agarrarse, no aferrarse. El Buda dijo que si supiéramos como él cual es el fruto de dar, no dejaríamos pasar una sola comida sin compartirla.

Los resultados kármicos de la generosidad son la abundancia y unas relaciones profundamente armoniosas con otras personas. Lo que nos tiene cautivos es el deseo y el aferramiento de nuestra propias mentes. Al practicar la generosidad aprendemos a soltar.

Hay tres tipos de donantes. Los donantes mezquinos. Dan después de pensarlo mucho, y aún así dan las sobras, lo peor de lo que tienen. Finalmente puede que compartan algo que en realidad no quieren.

Donantes cordiales son las personas que dan lo que ellas mismas usarían. Comparten lo que tienen y sin tener que deliberarlo tanto, con las manos más abiertas.

Los donantes supremos son los llamados donantes regios, que ofrecen lo mejor que tienen. Comparten espontáneamente y al momento, sin necesidad de deliberarlo. Dar es algo natural en su conducta. Comparten fácil y cariñosamente lo que más estiman.

Para algunos dar es difícil. No importa. Sencillamente empezamos a practicar dondequiera que nos encontremos. Todo acto de generosidad va debilitando poco a poco el factor de la codicia. Y por medio de la práctica todos podremos convertirnos en donantes regios.

Debemos cultivar la generosidad con compasión y amor por todos los demás seres. La generosidad es un gran parami; es el primero en la lista de perfecciones de un Buda. Y cultivarlo es la causa de una mucha felicidad en nuestras vidas.

El segundo pilar es la moderación moral. Esto significa seguir los cinco preceptos básicos.

La resolución de seguir los preceptos nos servirá de recordatorio cuando estemos a punto de cometer algún acto incorrecto. Toda acción correcta, toda abstención de actividad nociva, produce lucidez y claridad. Seguir esos preceptos morales como norma de vida nos mantiene lúcidos y claros.

A este nivel de comprensión, los preceptos no se toman como mandamientos, sino que se siguen por el efecto que tienen en nuestra calidad de vida. No hay imposición en sentido aluno porque son la expresión natural de una mente clara. Ellos liberan a la mente del remordimiento y la ansiedad.

El tercer pilar de actividad purificadora es la meditación. la meditación se puede dividir en dos corrientes principales. La primera es el desarrollo de la concentración, de la capacidad de la mente para permanecer quieta en un objeto, sin agitarse o vagar. Pero la concentración por sí sola no basta. La segunda es el cultivo del conocimiento intuitivo. Eso quiere decir ver claramente el proceso de las cosas. Todo es transitorio y fluye, surgiendo y desapareciendo momento a momento. Nacemos y morimos instante a instante. No hay nada a que agarrarse, nada a lo que aferrarse.

Desarrollar el conocimiento intuitivo quiere decir experimentar el fluir de la transitoriedad en nosotros mismos, de forma que empezamos a soltar, a dejar de aferrarnos tan desesperadamente a los fenómenos de la mente y del cuerpo.

La sabiduría es la culminación del sendero espiritual que empieza con la práctica de la generosidad de la moderación moral y el desarrollo de la concentración. Todo empieza a salir al nivel consciente. Y por medio de la práctica de la atención, de no aferrarse, de no condenar, de no identificarse con nada, la mente se hace más lúcida y libre.

Por último, no te desanimes por el divagar de los pensamientos o por las ensoñaciones. Cada vez que tengas conciencia de que la mente divaga, tráela de nuevo a la respiración o a las sensaciones. No importa las veces que ocurra esto. Se suave contigo mismo. Se perseverante. Aunque no sea visible, está teniendo lugar una gran transformación.

miércoles, 3 de octubre de 2007

¿Cuaderno de viaje o cuaderno de vida?

1- “Camina o revienta” rezaban los tatuajes de un miembro de la Legión Extranjera que solía deambular por los muelles de Marsella. La frase grabada en forma indeleble en sus pies era un recordatorio: ningún legionario ignoraba que, de extraviarse en el desierto o en las selváticas profundidades africanas, su única posibilidad de vivir era andar...

Tal era la forma como ese hombre se repetía a si mismo que la vida es errancia; que los caminos comienzan allí donde están posados nuestros pies.

Los humanos somos en esencia seres que viajan.( Y los pájaros también). El sólo hecho de nacer sobre este planeta implica participar en sus desplazamientos alrededor del sol y ser arrastrados a una inmóvil caminata destinada a sumergirnos en las sucesivas estaciones. Aún estando en tierra firme, ésta tiembla y camina bajo nosotros. Vivir es caminar sobre el fuego interno de la tierra.

Hay tantas maneras de vivir como de viajar. La mayor parte de nuestras expediciones consisten en salir al encuentro del mundo, de sus paisajes y de los otros.

Dejar atrás lo conocido permite experimentar con especial intensidad, las alegrías e incertidumbres de esta aventura llamada vida... Viajar es signo de curiosidad. Se sale hacia el mundo a interrogarlo, a exigirle respuestas ... Pero viajar es, también, perderse para reencontrarse más tarde cambiado, distinto.

Innumerables “descubrimientos geográficos” del siglo dieciocho y diecinueve, fueron realizados por exploradores que, ansiosos de ver lo que ningún blanco conocía, se adentraron por África. Levantaron mapas y describieron tierras y ríos en apuntes que dieron origen a una nueva forma literaria: las crónicas de viaje. Gracias al diario de una inglesa errante es que sabemos sobre Chile después de la Independencia.

2- A la caza de los colores de América del Sur, la recorrieron, pintando flora, fauna y escenas cotidianas, artistas errabundos en pasados siglos y aún hoy, muchos fotógrafos y cineastas. Trofeos de tierras distantes podrían llamarse esos croquis donde los trotamundos van recogiendo las imágenes de sus andanzas.

“Mañana partimos...... a recorrer América. ......... ”.Tal es la propuesta de una de las escuelas de Arquitectura de Valparaíso cuyos estudiantes han emprendido incontables travesías por nuestro continente. “Lugar misterio de la tierra” donde se dieron cita las razas del mundo después de la Torre de Babel. Travesías sin metas, por las cuales estos viajantes tratan de “llegar a América, de volver a ella.”

Muchas veces, no se viaja para ir a alguna parte sino, por viajar. Eso hacen, tal vez, “los perseguidores de eclipses”, tribu contemporánea que se traslada de un cielo a otro para protagonizar un fugaz encuentro con dichos fenómenos; o los observadores de aves, capaces de enfrentarse a inhóspitos bosques para sorprender, por breves segundos, la misteriosa conducta de las mismas .

No es raro, entonces, que quienes se sienten prisioneros de lo conocido y sufren de la compulsión de vagabundear, definan la felicidad como “estado gozoso del alma que fluye cuando se amanece en una ciudad inexplorada, cuyo zumbido se escucha más allá de la ventana y que, tras desayunar con frutos cuyos nombres ignoramos, no tardaremos en descubrir.” Para un vagabundo lo mejor de la vida es partir.

3- Ciertas palabras pueden transportarnos hasta otro espacio, lejos, muy lejos y despertar nuevas preguntas en nosotros. La vista de ruinas, columnas y mansiones suele permitirnos un breve peregrinaje o un atisbo al ayer.

No es necesario cambiar de país para experimentar la emoción de lo desconocido. . .Bastaría con acercarse a un campamento gitano, asistir a la noche de trabajo de algún observatorio astronómico, recorrer el Acuario local, participar en una degustación de guisos exóticos.(O visitar la Ciudad Abierta de Ritoque del litoral central) ). Hay quienes emprenden una travesía inmóvil instalándose en un barco anclado o en un vagón de tren en desuso. Una simple llamada telefónica, portadora de otro acento, es capaz de exponernos al verdor de una capital lejana donde nunca tuvimos la ocasión de caminar.

Para satisfacer nuestro deseo de andanzas (¿y salvarnos de nosotros mismos?), es suficiente abrir un libro penetrando en los espacios que su autor ha creado, palabra a palabra.

Antiviajes pueden llamarse las expediciones emprendidas al rededor del propio cuarto, jardín o prisión. O del propio yo. Muchos artistas son sólo infatigables descubridores de su propia mente o de su propia casa cuyos rincones, muebles, plantas, árboles, parecen brindarles una interminable travesía . ..

Peregrinajes móviles e inmóviles son los de ciertos monjes budistas que, tomando el camino de las nubes, se dejan arrastrar en busca de la iluminación. O que, sin abandonar el templo, excursionan hacia el mundo al conversar con los visitantes del mismo. Dos gigantescas huellas marcan en las piedras del “Santuario de Su paso”,(India), el sitio donde Buda alcanzó el estado visionario y dio término a su romería.

Así como la fe musulmana impone a sus creyentes el recorrer, por lo menos una vez en la existencia, el trayecto hasta la ciudad de la Meca, los rastafari jamaiquinos, calificándose de exilados en Occidente se imponen el éxodo hacia la sagrada Etiopía.

4- Navegar entre los infinitos orbes es lo que hacen los brujos yaqui de México. Para ellos, este mundo, al que llaman franja humana o primera atención, es sólo uno de cuantos existen .

Oficios como el de aviador, astronauta ,buzo, marino, maquinista o minero implican de por sí el adentrarse en las profundidades del cielo, del mar y del paisaje. Hacia el alma humana transitan sicólogos, sacerdotes y chamanes.

Hay también estados de éxtasis, trance, fiebre o intoxicación bajo los cuales se visitan otros mundos. Las enfermedades mentales suelen dislocar a la gente, es decir, ponerla en un lugar otro, distinto al “normal.” Quienes las padecen son, en el fondo, eternos viajantes.

Hasta otro corazón transitan los enamorados. Por el mundo salvaje, desconocido e¿ inhóspito? que llevamos dentro, nos aventuramos todos al dormir.

La relación entre travesía y existencia resulta palpable en el mito chilote del Lucerna. Barco fantasma grande como el mundo cuyo recorrido toma el tiempo de una vida: se entra niño, se sale viejo.

Para los nómadas –como pastores trashumantes, gitanos, goajiras, hamar, masais y gente de circos ambulantes, - la existencia es un camino en el más estricto sentido de la palabra.

La vida es un viaje. La muerte también lo es. Los antiguos egipcios premunían a sus difuntos de mapas, dinero y de toda vitualla que pudieran necesitar en el más allá, comarca de la

cual no tenían conocimiento. Algo similar hacían los mexicanos prehispánicos, cuyos finados emprendían un trayecto de cuatro días hacia el mundo inferior .

Parecido piensan los descendientes de los antiguos pobladores de nuestra tierra, para quienes el morir permite desandar los propios pasos y retornar a los lugares donde se ha morado.

Cada uno de nosotros es un viajante. Mejor dicho, cada uno de nosotros es un camino, una huella a transitar.

5- Anotar nuestro tránsito existencial equivale a emprender por escrito el sendero hacia uno mismo, a remar hacia las pulsaciones de la propia mente, a explorar los abismos del corazón de nuestro corazón.

Escribiendo un diario, cada uno de nosotros recoge sus propios pedazos, rehace la trayectoria de su biografía, redacta su propia novela y levanta un mapa de su mundo interior.

Iniciar un cuaderno de viajes es enviarse mensajes a si mismo. Cartas de nuestro puño y letra donde decimos lo que no nos atrevemos a confiar a los demás.

Línea a línea podemos construir una suerte de refugio contra la intemperie; dibujar un plano para evitar extravíos o fabricar un amuleto destinado a acompañarnos en desastres y naufragios. ..

Tal como los astrónomos anotan, noche a noche, los secretos arrancados al cosmos en el Libro de Novedades de sus telescopios, un diario permite llevar un recuento de nuestras andaduras y observarlas a través del lente del tiempo y la distancia .

Así el consultar nuestra libreta de bitácora nos permitirá acercarnos a un espejo de palabras que nos describen y escuchar nuestro propio eco ...


De la antropología a la búsqueda iniciática.

A los treinta y cinco años, Carlos Castaneda no se imaginaba que aquel encuentro del verano de 1960 con el viejo brujo de tez tostada y cabellos blancos, en una ciudad mediana y fronteriza del estado de Arizona, cambiaría su destino. No había asumido la vocación artística de sus inicios en Lima, estaba insatisfecho con sus estudios de psicología y se había reciclado en la antropología. En su primer libro relata su encuentro con don Juan. Imbuido de racionalidad académica, pretende enseñarle los conocimientos adquiridos en sus estudios. Después de haber leído y tal vez mal digerido "El culto del Peyote" del eminente profesor norteamericano Weston La Barre, tenía en mente realizar una investigación etno-botánica sobre las plantas medicinales utilizadas por los indígenas del sudoeste americano y del norte de México.

Y entonces ¿qué pasó? "Te percibí antes de nuestro primer encuentro” le dirá más tarde don Juan en "Relatos de poder", “tenías un buen tonal (su ego no era grande). Habías llegado a mí, traído por un hombre que desapareció tras haber farfullado necedades (…) Sabía que debía reaccionar rápido y atraparte (…) El acto consistió en atraparte con mi voluntad…" Así, empieza su larga iniciación a la sabiduría arcaica de los brujos toltecas, yaquis y mazatecos, con la ayuda de los "aditivos" (la datura, los hongos alucinógenos y el peyote).

El aprendiz, el guerrero, el brujo

Castaneda obtiene el título de antropólogo con "Las enseñanzas de don Juan", una tesis narrada sui generis. El relato, publicado por la Universidad de California, despide una sulfurosa otredad y se lee con el mismo placer que una novela de ciencia-ficción. La tesis se convierte en un best-seller en los Estados Unidos, y su autor en el hombre más buscado por los medios de comunicación: es el nuevo héroe, el buscador de la verdad, el maestro espiritual de las nuevas generaciones.

El libro se articula en torno al aprendizaje del arte de la brujería por el antropólogo. El lector queda literalmente fascinado por las conversaciones entre el maestro y el discípulo, y por la relación conflictiva entre ambos. Según don Juan, el objetivo de la brujería consiste en “cambiar la representación del mundo” del aprendiz. Más tarde, le explicará su método de enseñanza: "Una vez que el aprendiz ha sido enganchado, empieza la instrucción. La primera tarea de un maestro consiste en inculcar la idea de que el mundo que creemos ver es solamente una imagen, una descripción del mundo…" Afirma que el mundo de las apariencias cotidianas no es más real que el otro mundo —el de los poderes y las energías— puesto que el primero es únicamente la "mentira" elaborada por nuestra conciencia en un estado especial: la conciencia de vigilia.

Con sus tres primeros libros, Castaneda no sólo aporta a la investigación científica, al ir más allá de la relación tradicional entre el investigador y su objeto de estudio, sino revela al gran público los vestigios de un conocimiento arcaico. Otro mérito es haber osado experimentar con plantas sicotrópicas y describir los efectos de éstas en la conciencia y en el cuerpo. "La verdadera antropología” —declaró en una de sus primeras presentaciones públicas en Ciudad de México en 1982— “se hace no sólo con el intelecto sino el cuerpo. Hay que prestar el cuerpo y el tiempo de uno para poder penetrar al verdadero conocimiento…" Tras largas pruebas, el aprendiz aspira a convertirse en un "guerrero" impecable. El objetivo del guerrero es ver —de acuerdo a la estructura mental del brujo yaqui— que significa la experiencia directa del mundo, captar su esencia sin interpretarlo. El "guerrero" acepta su suerte con profunda humildad. No se trata de la humildad del mendigo, sino que no dominará a los demás con su saber. Un guerrero tampoco debe quejarse. Su vida es un desafío constante, y los desafíos no son buenos ni malos. Don Juan le pide que esté preparado a aceptar la muerte para cuando venga a verlo la próxima vez, ya que al aceptar la muerte, no habrán trampas, ni malas sorpresas, ni actos inútiles.

¿Cuál es el camino a seguir para convertirse en un Hombre de Conocimiento? El mismo Castaneda responde: "El mejor candidato es aquel que no posee nada. Vale más ser el perro de un indio que un millonario. Es difícil ser indio; pero ser su perro es peor aún…" De acuerdo con Castaneda hay que arrastrarse por el suelo, allí donde ya ninguna caída es posible. En su segundo libro, Una realidad aparte, le cuenta a don Juan que ha observado en la calle a chicos limpiabotas, alimentándose con las sobras de un restaurante de Ciudad de México. El brujo le dice que los únicos hombres que han recorrido victoriosamente el camino del conocimiento, empezaron como esos patéticos chicos de la calle.

En Viaje a Ixtlán, Castaneda relata su aprendizaje de las otras tres técnicas que le servirán para "borrar su historia personal": eliminar la autosuficiencia, asumir las responsabilidades y tomar a la muerte por consejera. Y, cuando le pregunta a don Juan: ¿cuál ha sido el resultado del viaje iniciático obligatorio hacia la mítica región de Ixtlán? El anciano le responde que ese viaje era una suerte de metáfora que nunca tendría resultado final: un Hombre de Conocimiento estará siempre en camino hacia Ixtlán.

Otra vez, en "Relatos de poder", Castaneda le pregunta a su maestro por qué le ha hecho tomar plantas alucinógenas, a lo que el viejo brujo responde: "Porque estabas tapado". Conforme a don Juan, la inteligencia de Castaneda estaba tan "trabada", y su orgullo científico tan arraigado en él, que necesitaba tomar productos psicotrópicos para desbloquear su razón y finalmente llegar a ser él mismo.

El tonal, el nagual y el doble del brujo

A la pregunta de saber si las plantas psicotrópicas le ayudaron, don Juan responde: "Sin lugar a dudas, han desbordado con informaciones tu tonal (su ego, su cultura), y obligaron al "diálogo interno" a interrumpirse. Las plantas son excelentes para eso; pero se paga muy caro porque producen un gran daño al cuerpo. Es su compensación, especialmente en lo que se refiere a la hierba del diablo"… Don Juan explica por qué tuvo que interrumpir el aprendizaje de Castaneda con plantas alucinógenas: "…Has tomado estas plantas siguiendo mis pasos. La única diferencia, es que en vez de abandonarte a ellas, te hice interrumpir cuando consideré que habías almacenado suficiente representación del Nagual…"

Recapitulando sus enseñanzas, don Juan afirma también que, debido a las trampas que le tendía a Castaneda, éste se decidió al fin a "borrar su historia personal" y a "soñar". La primera técnica le permite alejarse de su “yo” y llegar a un estado de fluidez donde el yo personal no cuenta más. Eso explicaría por qué ha rechazado que se le tomen fotos y que se grabe su voz, actitudes que acrecientan la importancia personal del aprendiz. “Don Juan decía que es mejor no saber nada de un chaman” —explica Castaneda—, “de ese modo en vez de una persona uno se encuentra con una idea sostenible, lo opuesto a lo que pasa en el mundo cotidiano, donde sólo encontramos personas con problemas psicológicos y sin ideas, y todos ellos repletos hasta el tope del ‘yo, yo, yo’.”. Al ser utilizadas a fondo, los efectos de las dos técnicas hubiesen sido destructivos en última instancia; como todos los maestros, el brujo yaqui impidió que el aprendiz cayera en lo aberrante y en lo mórbido. La técnica de “interrumpir el diálogo interior” es la clave del mundo para los brujos. Las otras prácticas sólo son soportes que apresuran la interrupción del diálogo interno.

La totalidad del ser está compuesta de dos principios: el tonal y el nagual. El tonal es todo lo que podemos nombrar, mientras que el nagual es la otra parte: lo innombrable. El tonal crea el mundo, puesto que es testigo de éste, y porque lo juzga según sus mismas reglas. Don Juan considera que el tonal es como una mesa, una isla, donde todo está. Esta isla es el mundo objetivo, lo que está más cerca de nuestros sentidos, lo que podemos percibir. Mientras que el nagual es el mundo subjetivo, lo que está oculto a nuestros sentidos adormecidos. Se trata de esa parte indescriptible de las mujeres y de los hombres, donde no hay palabras, ni sentimientos, ni conocimiento. A la pregunta si el nagual es el Ser Supremo, Dios todopoderoso, el viejo brujo responde: "No. Dios también está en la mesa". Ante la insistencia del aprendiz, agrega que el nagual no es Dios, porque el mismo Dios forma parte del tonal personal de cada ser humano, así como del tonal de cada época. Añade que el hábil control ejercido por el tonal es inútil, lo más importante es que el nagual aflore. No obstante, su manifestación pasa desapercibida. El gran arte del tonal consiste en suprimir cualquier aparición del nagual, de tal manera que tratándose incluso de la cosa más natural del mundo nadie se dé cuenta.

El Hombre de Conocimiento puede tener un doble. Si logra realmente ver, percibirá que no existe gran diferencia entre el sujeto (el brujo), y su doble, puesto que el segundo es menos luminoso. El poder de desdoblamiento no puede ser utilizado para crear o resolver situaciones ordinarias: el brujo no lo utiliza para aumentar su poder. A través de una técnica de hipnosis practicada por el maestro, el aprendiz es llevado a la experiencia del “sueño profundo", el desdoblamiento. Su cuerpo se separa como si fuera un juguete mecánico que se desintegrara. Privado de las sensaciones físicas, ya no siente miedo ni inquietud. Asiste a esta escena en calidad de espectador. Luego de un lento despertar, se da cuenta de que un hombre está dormido en el suelo y que es él mismo. Tiene dos imágenes en su mente, dos sueños: siente que algo en su interior está dormido y que comienza a despertar. Todo esto puede parecer el fruto de la imaginación del escritor. Pero la interpretación del fenómeno por don Juan es sorprendente: "En cuanto el guerrero ha aprendido a soñar su doble, cuando el Yo se eleva hasta esa encrucijada misteriosa, se da cuenta en un momento dado de que es el doble quien sueña al Yo…"

La voluntad, la razón, las palabras y las alas de la percepción

Cuando se trata de ir al encuentro del conocimiento —bajo el aspecto del aliado—, éste se muestra a los sentidos despiertos del aprendiz como una mariposa. Desde tiempos inmemoriales, las mariposas han sido las protectoras de los brujos y de quienes otorgan el Conocimiento.

Uno de los pilares de la enseñanza del viejo brujo se apoya en la voluntad que es una fuerza emanando de la región umbilical, a través de una abertura situada debajo del ombligo, que él llama la brecha. Don Juan traza el diagrama de la totalidad del ser humano con sus dos epicentros: la razón y la voluntad. La razón está ligada a la palabra (la cual está relacionada con el sueño, el sentimiento y el acto de ver), mientras que la voluntad corresponde al sentimiento, al sueño y al acto de ver; y de manera indirecta con la razón y la palabra. El hombre común basa su astucia en la razón y el brujo en su voluntad, siendo ésta una fuerza más totalizadora. Cada uno de nosotros viene al mundo con los ocho puntos, de los cuales dos son conocidos por todos, la razón y la palabra (el sentimiento es algo impreciso, pero de una u otra manera familiar).

Sobre los poderes de los brujos con relación a los cambios espacio-temporales, explica: "Estábamos en el tiempo del Nagual, lo que no tiene nada de aterrador. Somos capaces de cumplir proezas más difíciles. La característica de nuestra naturaleza es ser luminosa. Nuestro defecto consiste en querer apegarnos a nuestra isla monótona y agobiante, pero cómoda. Nuestro tonal es un traidor, cuando no debería serlo…"

Haciendo el balance de sus enseñanzas, don Juan le comenta que sólo se ha aventurado en el registro de la percepción humana. Un brujo puede utilizar las "alas de percepción" para alcanzar a otras sensibilidades, a la de un animal o incluso a la que pertenece a otros mundos. La iniciación se termina de una manera simbólica por el ascenso a una meseta desierta que domina un valle hacia el sur. Antes de saltar al abismo, hacia la puerta del más allá donde se encuentra el vacío de lo desconocido, el viejo brujo dice: "Un guerrero será siempre feliz. Su amor a la tan amada tierra es inalterable, a la tierra que le rodea y le colma de regalos preciosos. La tristeza sólo es para aquellos que detestan a quien los cobija."

El aprendiz se convierte en el nuevo Nagual, el heredero del maestro

Según Castaneda, el viejo brujo yaqui nació en 1891 y soportó las consecuencias de las migraciones de los yaquis por todo México, desde los años 90 hasta la revolución mexicana de 1910. Se volvió nómada después del asesinato de sus padres. Esto podría explicar aparentemente por qué la brujería de don Juan se basa en un sincretismo de creencias de varias culturas.

En el "Segundo anillo de poder", Castaneda se encuentra solo tras la desaparición de don Juan y de don Genaro y sale victorioso de un duelo mágico propuesto por doña Soledad, una vieja bruja indígena. Al final, ésta le confiesa que don Juan le ha dejado un mensaje: "Ha entrado en su cuerpo antiguo y ha reemplazado su luminosidad. Ahora usted brilla como el propio Nagual. Ya no es el hijo de su padre. Usted es el mismo Nagual…" La "Gorda" le revela también el origen tolteca del saber de don Juan. Un brujo es tolteca cuando ha recibido los misterios del acecho y del sueño. Con su atención desarrollada, puede trabajar con las imágenes de un sueño de la misma manera que un hombre común percibe, almacena y recuerda las imágenes del mundo. En definitiva, el arte del soñador es el arte de la atención que —para el brujo— es la razón. "Don Juan decía que el corazón de nuestro ser es el acto de percibir” cuenta Castaneda, “y que la magia de nuestro ser reside en la toma de conciencia de eso. Para él, la percepción y la toma de conciencia forman una sola célula compacta, una unidad que tiene dos campos…" El primero es el primer anillo de poder o la atención del tonal, que es la capacidad que tiene la gente para percibir y situar su conciencia en la vida cotidiana. El segundo campo es el segundo anillo de poder o la atención del nagual, y es el don que todos los hombres poseen pero sólo los brujos utilizan: para situar su conciencia en el mundo no ordinario.

La primera, la segunda y la tercera atención

En "El don del Águila", Castaneda revela a los lectores que don Juan tenía nueve aprendices de brujería, cinco mujeres y cuatro hombres, con los cuales él exploraba otros aspectos del conocimiento. El clan de don Juan aparenta ser una serpiente cascabel, compuesta de cuatro segmentos divididos en dos mitades longitudinales: macho y hembra. De acuerdo con el brujo yaqui, el ser humano está compuesto de dos segmentos perceptibles: el cuerpo físico y el luminoso. Divide la conciencia en tres partes desiguales: la primera atención (que se desarrolla en la gente ordinaria), la segunda atención luminosa (la conciencia del cuerpo luminoso), y la tercera atención (la "conciencia inconmensurable que incluye los aspectos indefinibles de la conciencia de los cuerpos físico y luminoso").

Durante una extraña enfermedad, la hiperventilación que se manifiesta por aturdimientos y ahogos, Castaneda, de acuerdo a don Juan, empieza "a perder su forma humana". Se despoja finalmente de sus caparazones y eso significa un "nuevo estado de renuncia a los asuntos humanos". En sus experiencias de "soñar" con la "Gorda", explora paisajes (las dunas de arena), los acontecimientos olvidados de su pasado y los encuentros maravillosos con el tigre de dientes de sable. Para Castaneda, el sueño se descompone en varias fases: la vigilia apacible (cuando los sentidos entran en el sueño y perciben un "raudal de luz rojiza"), la vigilia dinámica (la luz rojiza se disipa y es reemplazada por una escena estática: un paisaje, una calle, una casa, un rostro, etc...), el testimonio pasivo (el soñador observa un acontecimiento) y la iniciativa dinámica (cuando debe emprender algo, actuar en el contexto del mismo sueño).

Las técnicas enseñadas por don Juan: "encontrar sus manos en el sueño", concentrar la atención en un decorado y "soñar despierto", están destinadas a desencadenar la segunda atención, la toma de conciencia de su cuerpo luminoso. El problema más serio al que debe enfrentarse el soñador es "la fijación rígida de la segunda atención en un detalle que pasaría desapercibido por la atención de la vida cotidiana". La última tarea propuesta consiste en salir del cuerpo. De la maestría de la segunda atención depende la idea de querer y es "percibida como una fuerza que irradia desde el centro del cuerpo, después del más absoluto silencio…", y que es de hecho la definición misma de la voluntad.

La larga búsqueda del aprendiz desemboca en el descubrimiento del simbolismo del Águila que representa "el poder que gobierna el destino de los seres vivientes". El Águila devora "la conciencia de las criaturas de la Tierra que hasta hace un instante estaban vivas pero a partir de allí estarán muertas, han flotado hasta el pico del Águila". Identificada con la llama de la conciencia —conforme a don Juan y a Castaneda—, el Águila ha creado la pareja primordial, el hombre y la mujer nagual que se muestran a los hombres con el aspecto de huevos luminosos provistos de cuatro compartimentos. Al acceder a la condición de Hombre de Conocimiento, el aprendiz recibe la "regla", el medio de acceder a la libertad (así como el propio don Juan lo ha recibido de su benefactor), la revelación de tres preceptos: todo lo que rodea al hombre es un misterio insondable; hay que explorar ese misterio sin esperar comprenderlo y, por último, el misterio del ser es infinito.

Sabiendo que su tiempo en esta tierra llegaba a su fin, don Juan provoca el encuentro de Castaneda con Florinda, poseedora de un conocimiento parecido al suyo. Ella le revelará los principios del "arte del acecho": primero, que un guerrero nunca debe lanzarse al combate sin conocer el terreno; segundo, apartarse de todo lo que no es necesario para "el arte del acechador"; tercero, no complicar las cosas, esforzarse en ser sencillo y aplicar toda su concentración antes de empezar una batalla; cuarto, relajarse, abandonarse y no temerle a nada; quinto, frente a los riesgos, el guerrero debe retroceder un instante, dejar que su espíritu se distraiga y ocuparse de otra cosa durante cierto tiempo y sexto, el guerrero comprime su tiempo, pues cada instante cuenta y puede ser decisivo para el desenlace.

Después de haber recibido el sentido del deber de don Juan, un conjunto de conocimientos de la parte de Vicente, la magia de Silvio Manuel y el humor de Genaro, Castaneda llega al grado supremo de su iniciación a los misterios de la gnosis mexicana. El libro acaba con el relato de la desaparición de don Juan y de los guerreros de su clan en la luz total que emana del Águila. Se transforman en "una línea de luces maravillosas en el cielo". Castaneda termina haciendo una analogía entre don Juan y la leyenda del Quetzalcoatl, la Serpiente Emplumada.

El arte de explorar lo desconocido

Tras haber escrito sobre el acto de ver durante veinticinco años, establece en "El Fuego interno", una nueva clasificación de los hombres de conocimiento o brujos: antiguos y nuevos videntes. El origen del conocimiento de don Juan —según Castaneda— está en la vieja civilización tolteca, lo que ubica el ciclo de los antiguos videntes a más de dos milenios, mientras que el linaje de los nuevos videntes comienza en 1723. El clan de don Juan pertenece al ciclo de los nuevos videntes. La clave de los brujos yaqui está relacionada con lo conocido, lo desconocido y lo incognoscible. Los antiguos videntes —los sacerdotes, los magos y astrólogos de las civilizaciones tolteca, azteca y maya—descubrieron ciertas verdades relativas a los niveles de conciencia, pero cometieron el error de no establecer un orden en sus búsquedas, de confundir lo desconocido con lo incognoscible, de buscar la inmortalidad, lo que los indujo al error y provocó su pérdida. Conforme a Castaneda, lo desconocido es un dominio disimulado al hombre y "tal vez sepultado en un contexto aterrador, al que sin embargo se puede acceder…" Con las inmensas posibilidades humanas, lo desconocido se transforma en conocido, mientras que lo incognoscible permanece indescriptible, impensable e incomprensible.

Los antiguos videntes dominaban el arte de ver y, debido a su contacto con otra forma de vida, poseían un "sentimiento falaz de invulnerabilidad", por lo cual fueron fácilmente aniquilados por los conquistadores. Para que un conocimiento sea creíble y esté arraigado en un contexto histórico, los poseedores de esta gnosis deben inventariar lo desconocido mediante el acto de ver. Gracias al respeto de los valores éticos —que Castaneda llama impecabilidad—, los nuevos videntes poseen el poder de abandonar lo conocido y de penetrar sin riesgo alguno en lo desconocido. Han creado un sistema de comportamiento conocido con el nombre de la vía o camino del guerrero. Gracias a lo cual, adquirieron la fuerza interior que es el sentido de la ecuanimidad, el sentimiento de bienestar y la inclinación natural y profunda hacia la comprensión.

¿Cómo consiguió don Juan convertirse en nagual, en brujo, en hombre de conocimiento, en un nuevo vidente? A la edad de veinte años, don Juan trabaja como peón en un molino de azúcar; sufre la crueldad y la injusticia de un "tirano", un capataz, quien después de haberlo maltratado le dispara un balazo en el pecho y lo abandona en el campo. Pero su destino no era morir. El nagual Julián, su benefactor logra salvarle la vida y a partir de ese día don Juan comienza su aprendizaje. El nagual Julián utiliza toda clase de trucos y triquiñuelas para retener a don Juan en su casa y convertirlo en el heredero de su conocimiento.

Castaneda prosigue su investigación sobre los niveles de la conciencia, definiendo el estado de conciencia acrecentada, intermedia entre el estado de conciencia de vigilia y los niveles que permiten la exploración de lo desconocido. Los seres vivientes emiten una burbuja luminosa, percibida por los videntes, el fulgor de la conciencia forma parte de las emanaciones del Águila y viene del exterior. Don Juan le revela que el Águila da fulgor a la conciencia de los individuos por medio de la fuerza sexual y, por esta razón, el guerrero debe ser avaro de su energía.

En "El don del Águila", el autor sigue relatando sus experiencias sobre los tres tipos de atención: La primera es la conciencia animal que toma en cuenta el universo cotidiano y representa el mayor triunfo del hombre común; más compleja y más especializada, la segunda está ligada a lo desconocido, pero se puede acceder fácilmente a ella y por eso resulta atractiva; la tercera atención se manifiesta cuando el fulgor de la conciencia deviene el fuego interior; los seres humanos acceden a ella en el momento de la muerte, alcanzando así a lo incognoscible. En la brujería yaqui así como en otras tradiciones amerindias, existen ciertas prohibiciones relacionadas con la exploración de lo desconocido. Los nuevos videntes —conforme a don Juan— quedaron aterrados ante el conocimiento de los antiguos videntes sobre las fórmulas, los encantamientos y los procedimientos tan laboriosos, que permitían la maestría y el control de una fuerza misteriosa que está en todas partes, llamada el querer de las emanaciones del Águila o la intención.

El conocimiento de los antiguos toltecas estaba repartido en cinco conjuntos, subdivididos a su vez en dos categorías: la tierra y las regiones oscuras, el fuego y el agua, lo alto y lo bajo, lo sonoro y lo silencioso, lo movedizo y lo inmóvil. Los antiguos videntes poseían un conocimiento secreto de la tierra para curar o destruir, para explorar las "regiones oscuras" y para entrar en contacto con los seres no orgánicos. En el sistema conceptual de don Juan, éstos son los "aliados", el vidente obtiene poder de ellos gracias a una vieja técnica de la brujería o utiliza la conciencia de los árboles y de las plantas para descender hacia niveles más profundos de las regiones oscuras. Las entidades no orgánicas "van más allá del pensamiento, de los estados de ánimo o de los temores más sutiles del vidente…" Hay dos tipos de seres no orgánicos: los emparentados a las plantas y los más cercanos al hombre y a otras criaturas orgánicas.

Los antiguos videntes utilizaban el fuego para transportar el cuerpo humano a otras dimensiones. Habían penetrado en los secretos de lo alto (el viento, la lluvia, los relámpagos, las nubes, el trueno, la luz del día y del sol) y en los del bajo (la neblina, el agua de fuentes subterráneas, los pantanos, los terremotos, la noche, la luna y el claro de luna). Fascinados por sus descubrimientos, los toltecas consideraban que los ojos eran la clave para alcanzar lo desconocido. En el curso del "encaminamiento al poder" de don Genaro, Castaneda es hipnotizado por los movimientos del viejo brujo: Ve "una imagen significativa de las peores descripciones del infierno" y contempla un mundo rojizo, caliente y opresivo, sombrío, cavernoso y sin cielo.

El guerrero debe aprender —de acuerdo con don Juan— a soñar en el estado de conciencia de vigilia, ya que dispone en este estado de innumerables defensas. Los soñadores (los practicantes del arte de la maestría del sueño) se ven obligados a encontrar un sutil equilibrio, puesto que no pueden inmiscuirse en los sueños, ni tampoco controlarlos por un esfuerzo consciente. Los antiguos videntes eran capaces de desplazarse y de mantener su “estado de sueño”, conocido con el nombre de cuerpo del sueño que creaba un cuerpo provisorio.

Uno de los capítulos más relevantes, debido a su visión ecológica, es el que trata del “impulso de la tierra". "Los antiguos videntes vieron” revela don Juan “que la tierra estaba envuelta por una bola, un capullo luminoso que atrapa las emanaciones del Águila. La tierra es un ser gigantesco y sensible, sometido a las mismas fuerzas que nosotros". Poco a poco, la arquitectura conceptual termina con la percepción de las emanaciones del Águila (último arquetipo de su búsqueda que simboliza una de las manifestaciones de la totalidad) en forma de "fibras de luz irresistibles", que se multiplican y estallan abriéndose, dando a luz miríadas de nuevas fibras.

El viejo yaqui narra que los antiguos videntes, dotados de la concentración y la disciplina necesarias, habían eliminado la muerte utilizando la intención y para sacar la energía de la tierra, ellos mismos solían enterrarse por largos períodos. El hombre de conocimiento en que se ha convertido Castaneda por haber coronado su iniciación y haberse vuelto vidente, enfrenta durante una noche a los antiguos videntes enterrados dos mil años atrás en un "lugar de poder". Siente que el mundo se invierte al ver en la oscuridad siluetas que se desplazan, se arrastran hacia él, haciendo muecas de pesadilla y con los brazos extendidos para atraparlo.

Como la búsqueda llega a su fin, Castaneda debe conocer el molde del hombre, el inmenso haz de emanaciones en el capullo que lo envuelve. El molde es "un modelo de energía que sirve para imprimir las cualidades de lo humano sobre bolas amorfas de materia biológica". Los antiguos videntes y los místicos contemporáneos se parecen por haber ambos llegado a ver el molde humano, pero sin comprender su verdadera naturaleza. El molde del hombre es Dios —según don Juan— porque lo ha creado a partir de la nada. Hace la diferencia entre la experiencia mística (acto fortuito de ver) que permite ver el prototipo estático de la humanidad, la imagen patriarcal de un Dios sin ningún poder y de la verdadera percepción de los chamanes que está cerca de la noción de matriz, del principio femenino. Un vidente debe ir más allá del molde, que no es sino una simple etapa, una escala en el largo periplo a través de lo desconocido. El molde humano es sólo una imagen del hombre reflejada en un espejo y al mismo tiempo es el espejo.

Luego de haber hecho un último viaje con “el cuerpo del sueño”, guiado y acompañado por el viejo yaqui y tras haber franqueado las barreras de la percepción, Castaneda se reúne con los miembros del clan de don Juan en la cima de una montaña. Es ahí donde el viejo yaqui, don Genaro y otros, hacen arder su fuego interior y acceden a la conciencia total, aceptando el pasmoso don de la libertad.

A guisa de conclusión señalemos que sus tres primeros libros son testimonios del descubrimiento de un antropólogo occidental del Conocimiento arcaico de los brujos indios. A partir de "El don del Águila" y en sus obras siguientes, vemos al autor transformarse en un aprendiz experimentado y terminar asumiendo la condición de Nagual. En el "Segundo anillo de poder" intenta hacer una síntesis entre las técnicas psíquicas conocidas en Oriente y en Occidente, y los vestigios de las prácticas amerindias, para consolidar una ética basada en el pragmatismo. Castaneda explica: “Cuando conocí a don Juan yo me creía un hombre práctico, un científico social lleno de objetividad y pragmatismo. Él acabó con mis ínfulas y me hizo ver que como verdadero hombre occidental, yo no tenía nada de pragmático y nada de espiritual…” Termina revelándonos en "El Arte de ensoñar" que don Juan no sólo le inició a él sino también a sus tres compañeras, Florinda Donner, Taisha Abelar y Carol Tiggs a los misterios del Águila, del “intento”, que mueve a los seres y al universo. Las nociones del “desapego” y “detener el diálogo interior” son ecos de la “vacuidad universal” budista. La relación conflictiva y también llena de humor entre don Juan y Castaneda nos hacen pensar a las relaciones de Gurdjieff con sus discípulos, que a su vez se había inspirado también del relato del bardo místico, Milarepa, del siglo XII sobre las relaciones con sus maestros budistas tibetanos.

Fuentes:

martes, 2 de octubre de 2007

El miedo.

"La única arma del Guerrero ante el miedo, no es la supresión del mismo, sino el temple"

Si existe un asunto eternamente presente en la vía del guerrero, ese es el miedo. El miedo puede ser el aliado más poderoso de un guerrero. Cuando encuentra su justo lugar, el miedo previene los desastres, avisa a incautos, elude peligros, preserva la vida. Sin embargo, dejado a su libre devenir, como ocurre con toda fuerza, el miedo tiende a saturarse de si mismo hasta el límite. El miedo se torna entonces en un peligro en si mismo, capaz de inhabilitar al que lo padece, bloqueando toda reacción positiva.

Reaccionar contra el miedo puede convertirse en si mismo en un peligro. Algunas personas sobreactúan bajo presión, haciéndolo de forma desmedida bajo una situación de apremio. Esto es especialmente peligroso cuando quien sufre esta circunstancia es un agente de la seguridad, pues según las leyes, están obligados a responder de forma "proporcionada" al peligro.

Reacciones desmedidas de pánico pueden provocar daños físicos. La rigidez que acompaña a estos procesos deviene de un estado de alta tensión, que puede llegar a bloquear completamente al afectado y que es capaz incluso de producir roturas fibrilares, luxaciones y hasta alteraciones en el equilibrio de la estructura ósea, fruto de la tensión.

La respuesta, el arma única del guerrero ante el miedo, no es la supresión del mismo, sino el temple. El miedo es una emoción natural, es parte indispensable del sistema defensivo con el que la naturaleza nos ha dotado, no puede ni debe ser suprimido. El miedo no es pues el enemigo, sino el descontrol que provoca si no se le pone coto.

En todos los procesos iniciáticos y desde luego en las Artes Marciales, el miedo es continuo objeto de trabajo personal para el adepto. El miedo al dolor, a la derrota; el miedo a la propia agresividad, a la propia impotencia; el miedo escénico en un examen; el miedo a lesionarnos, etcétera, forman todos ellos parte de las muchas formas de expresión del miedo con las que podemos encontrarnos en la práctica de las Artes disciplinarias. Unos son miedos "físicos", otros psíquicos, como el miedo al ridículo en sus muchas manifestaciones. Una de ellas es la del complejo de "pato mareado" que tiene lugar en las primeras fases de la iniciación y que tan bien describió el profesor Paniagua en su libro "Artes Marciales: El equilibrio Cuerpo Mente". El estudiante intenta repetir los movimientos copiando lo que observa, pero se reconoce incapaz de coordinarse. Su imagen proyectada en el espejo, le devuelve una impotente realidad que no le place en absoluto. Las tradiciones Marciales mas dispares afrontan esta cuestión a través de la experiencia, poniendo al adepto ante sus límites para ayudarle a superarse. El miedo no desaparece, pero se atenúa, adquiriendo incluso una dimensión cotidiana que le resta su mayor poder, ya que no hay mayor miedo que el miedo a lo desconocido.

Para lograr un sistema de aprendizaje eficiente, la naturaleza combinó en nosotros dos fuerzas opuestas: la curiosidad y el miedo, el pavor a lo desconocido. El valor atribuido a los humanos en conjunto, se confunde las más de las veces, con su innata curiosidad por experimentarlo todo. Una inquietud que sin duda, pagaron con su vida muchos antepasados y que vemos repetirse frecuentemente en nuestros niños, para espanto de padres y educadores. La osadía no es, sin embargo, el remedio ante el miedo, pero si su contraparte. Con ello quiero decir que no es siempre la mejor alternativa contraponer valor a miedo. Nada, absolutamente nada podrá sustituir la templanza para lograr manejarlo.

Dado que el mayor de los continentes del miedo es la ignorancia, podemos decir que éste es asimismo análogo a la oscuridad. La mayor parte de los miedos desaparecen cuando una luz se enciende e ilumina ese espacio donde habitan nuestros monstruos personales, todos ellos siempre superiores a cualquier posible realidad. Conocimiento unido a experiencia, ¡he aquí una receta infalible para desarrollar la vacuna contra el miedo! Pero no siempre podemos prevenir las situaciones donde nuestro oscuro aliado puede aparecer. Son infinitas las situaciones en las que el pánico puede intentar adueñarse de nuestro ser y nadie puede vacunarse contra todas. Por ello, los guerreros de iodos los tiempos afrontaron la cuestión bajo el mismo paradigma: El que se ponga a sí mismo en la peor de las situaciones, nunca perderá la iniciativa. El entrenamiento adquiere, de esta manera, una nueva dimensión, la de interiorizar el ejercicio mismo del hecho de afrontar el pánico, en lugar de hacer de alguna manifestación concreta del miedo, el objeto del aprendizaje. Familiarizándose con e miedo y sus consecuencias, los adeptos ingresan en un camino de comprensión de los mecanismos que conforman e síndrome conocido como "miedo". Un síndrome no es sino un conjunto de síntomas y un guerrero los afronta bajo e principio táctico de "divide y vencerás". Cuando no podemos enfrentarnos a un enemigo superior nos retiramos, pero s nuestras fuerzas lo igualan podemos presentar batalla. Dado que el campo de batalla en el asunto del temor es uno mismo, el equilibrio de poderes va a depender de cómo usemos nuestras fuerzas. Existen acciones específicas que alientan a nuestro enemigo; cada acción que lo fortalece a él, en la misma medida nos debilita a nosotros; pero este principio es igualmente cierto a la inversa, por lo que la actuación de la mente es particularmente decisiva en esta batalla.

El temple es en si mismo un acto de poder que ralentiza las funciones, mientras el miedo provoca siempre una aceleración de las mismas (jadeo, corazón desbocado, tensión en el diafragma que lo bloquea, subida del centro de gravedad, calentamiento de la cabeza, etc....) Por ello, el guerrero templado, sistemáticamente detiene la primera acometida aminorando su frecuencia respiratoria y lo hace poniendo el acento en la expulsión del aire antes que en la toma, sin olvidarse de atender al control de ese irrefrenable impulso a contraerse que indefectiblemente, acompaña al disparo de la adrenalina.

"Todo camino del Guerrero pasa por la integración de la muerte y la vida, por el adecuado uso del miedo, como la mas poderoso arma en el camino del conocimiento"
El miedo y la energía Agua

El miedo es para la filosofía Oriental la emoción perversa de la energía "agua". Por ello, siempre se ha dicho que el miedo reside en los órganos y vísceras agua del cuerpo, es decir, en el riñón y la vejiga. Obviamente, cuando decimos riñón o vejiga en el contexto de la medicina Oriental, no nos referimos solo al órgano que con tal nombre describe la anatomofisiología en Occidente, sino que incluye otras partes orgánicas tales como las glándulas suprarrenales, cuyas funciones poseen una intrínseca relación, perfectamente descrita por la medicina Occidental, con los síntomas y reacciones fisiológicas del miedo. El color análogo propio de la energía Agua es el negro y evidentemente, su estado elemental hace relación al frío y la humedad. Es curioso como incluso en Occidente, todo ello está perfectamente familiarizado con nuestra particular mitología. Una típica escena de miedo en una película se produce de noche, en una ambiente húmedo, incluso con niebla, preferentemente frío y desde luego oscuro. ¡He ahí el perfecto hábitat de fantasmas, monstruos y muertos vivientes! Asimismo, la energía agua rige los huesos y toda película de terror que se precie, no puede dejar de contar con un esqueleto.

Los meridianos de vejiga y riñón discurren en gran parte de su recorrido hacia abajo por la espalda (vejiga) y hacia arriba (riñón) por la parte trasera de las piernas, comenzando en el dedo gordo del pié (interior). Las piernas, la locomoción y toda la parte inferior del cuerpo está bajo la regencia de la energía Agua, algo que no nos debe asombrar, pues la dirección natural de la misma es la de ir hacia abajo y hacia adentro. Cuando el agua asciende lo hace de forma pérfida y la presencia de tal movimiento indica una disfunción corporal. Por ejemplo, cuando hay retención de líquidos, estos tienden a ascender dilatando los tejidos de las piernas primero e inundando todo el resto después. Asimismo para que la función correcta del agua se produzca y por lo tanto, para que la función positiva del miedo tenga lugar, hay que evitar que ascienda. La expresión "me quedé parado" describe frecuentemente una situación de pánico. El tren inferior debe activarse en positivo, evitando bloquearse. Un perfecto ejemplo de ello lo encontramos en el Arte de torear. En la lidia, la quietud es sin duda un logro, pero esta debe exudar una profunda relajación, desprender una sensación de natural desmayo en los movimientos de los pies. De hecho, el torero en el embroque con el toro debe adelantar su pierna trasera, un acto esencial para que la hondura del temple tenga lugar y que es conocido como "cargar la suerte". Curiosamente, el miedo, si está presente, no solo bloquea la acción de las piernas y las vuelve rígidas, temblorosas, debilitadas, sino que si favorece algún movimiento es desde luego el opuesto, el del paso hacia atrás.

El movimiento positivo de la energía agua es la fluidez. Para afrontar el miedo hay pues que actuar al contrario de lo que él desea, reconociendo y neutralizando sus síntomas, añadiendo las deficiencias que provoca. Como el opuesto complementario de la energía Agua es el Fuego, no está nunca de mas poner un poco de "fuego positivo" como remate de nuestra estrategia. Entusiasmo, conocimiento, luz, alegría y risas ¡muchas risas!, todas ellas energía fuego positivo, son magníficos antídotos al miedo. Existe en la tradición Shinto un conocido ejercicio para "alejar los fantasmas". El ejercicio en cuestión consiste en golpear las palmas firmemente al frente, a la par que repetimos ¡HA!
La muerte, el paradigma del miedo

Pero sin duda, el paradigma del miedo es el del miedo a la muerte. La muerte es la puerta de lo desconocido y como hemos visto, aquello que se esconde tras el velo de la oscuridad y el desconocimiento es el territorio propicio del temor. Por ello, la muerte es sin duda, el principal ingrediente del camino del guerrero en cualquiera de sus versiones. La muerte negra representada por el astado en las corridas de la "Tauro-magia", el frío corte de la katana del Samurai. Al propio reino de Hades rodeado de aguas, se llegaba en la barca de Caronte.

La muerte fue y ha sido el asunto central de la Vía del Guerrero. La muerte simbólica. La muerte real. La muerte alegórica representada en el fin de una etapa, el cinturón negro como conquista de las tinieblas, como afirmación de que nunca éstas tomarán tu Hara, como símbolo de que has conquistado un trocito de tinieblas en tu camino hacia la luz en la que el tiempo convertirá de nuevo tu cinturón en blanco.

Para los Samurai, la forma de afrontar la muerte era integrarla. "Nadie puede matar a quien ya está muerto". Los Samurai entregaban su vida devotamente al servicio de su señor, su vida ya no les pertenecía, de forma que éste podía en cualquier momento reclamarla, ordenándoles que ejecutaran seppuku, el suicidio ritual, mas conocido en Occidente como Hara Kiri (cortar el Hara). Su táctica era drástica y no era otra que la de ponerse mas allá del alcance del miedo retirándole completamente su mayor poder, el del miedo a la muerte. Aquel acto de poder que no garantizaba totalmente el verse libre de todo miedo, pues otros temores incomodaban a los Samurai, como el del miedo al fracaso, a no cumplir adecuadamente sus órdenes, el miedo a la deshonra, etc....

Como dice Sun Tsu, solo aquel que no tienen nada que defender puede no ser derrotado y dado que la vida, tal como enuncia la Biblia, es en sí misma "vanidad", el soporte último del miedo es el ego mismo, la importancia personal. En la vía del guerrero de Carlos Castaneda, el miedo es la constante de su entrenamiento. La muerte se convierte en la consejera y la fluidez, el desapego, (agua positiva) son logros indispensables.

En los actuales tiempos de exceso de energía Fuego, una de las consecuencias es el defecto de Agua. Los riñones del personal deben estar hechos fosfatina, pues el miedo campa a sus anchas esclavizando a millones de personas hacia todo aquello que prometa algo de seguridad. Las aseguradoras no son las que menos jugo sacan al asunto, pero no debemos olvidar tantas otras estancias del poder que viven de ello. Enfundados en sus batas blancas e investidos con los mismos atributos con los que la Reina de Inglaterra consagró a James Bond, los sacerdotes de la ciencia médica se aseguran de ofertar grandes remedios para alejar la muerte. Entretanto, la muerte apartada de nuestra cotidianidad, como si con ello la pudiéramos conjurar, se convierte en una presencia incómoda, un molesto invitado a la mesa de los nuevos dioses, los hombres. Ellos se consagran a las frívolas promesas de eterna juventud, de la infinita adolescencia por el bisturí o de la liposucción de sus excesos; la negación de la vejez, siempre considerada por los humanos fuente de sabiduría y respeto, es hoy algo molesto a ocultar en residencias, donde sin los necesarios estímulos aislados del mundo, los ancianos degeneran hacia lo vegetal.

Cuando a la muerte se le quita su valor como continuo acicate del aquí y ahora, como impulso para vivir con decisión e intensidad cada momento, se le resta toda su virtud, reduciéndola al simple pavor del vacío, del no ser, convirtiéndola en la indeseable y terrible convidada al banquete de los vivos. Todo camino del guerrero pasa por la integración de la muerte y la vida, por el adecuado uso del miedo, como la mas poderosa arma en el camino del conocimiento.


Articulo relacionado con este tema:
El miedo y la Danza Cósmica de Shiva.

Fundamentos del Taoísmo.

El "Tao" es una filosofía práctica de vida, que nos ayuda a relacionarnos con nuestro entorno y con nosotros mismos desde un conocimiento más profundo y real.

La palabra Tao designa al caminante, al camino y al acto de caminar. Este camino tiene como finalidad la transformación integral del Ser Humano hasta llegar a un estado de consciencia y vida plena. Para recorrerlo, es necesario el aprendizaje de una serie de prácticas que abrirán nuestra capacidad de sentir. A través de este "sentir", experimentamos una manera de vivir y de ver la vida más rica y profunda.

Hay que entender que el resultado de las prácticas no debe de quedarse en la meditación propiamente dicha, si no que ha de llevarse a cada momento de la vida. De todo ello se puede extraer que cada momento, por cotidiano que nos parezca, puede ser una oportunidad para meditar si lo vivimos con plena consciencia.

Para llegar a estos resultados, los distintos sistemas taoístas cuentan con un gran numero de prácticas, las cuales, desde antiguo, tienen dos grandes objetivos: la salud y la longevidad, y el establecimiento en nuestro verdadero Ser.

Tenemos el Tai Chi, el Chi Kung, el Tao In, etc., que permiten armonizar el cuerpo y relajarlo profundamente, de forma que adquiera más salud y energía. existen prácticas como los cantos sagrados y las fusiones de los cinco elementos que permiten que la mente se vuelva más concentrada.

De esta forma, con el cuerpo, las emociones y la mente armonizadas y calmadas, nos resultará más fácil entrar con facilidad en un estado profundo de meditación.

Alguna vez en nuestras vidas, hemos tenido la necesidad de trascender la cotidianidad y lo aparente y sentir de otra manera. Seguro que todos hemos tenido alguna experiencia que nos acercó a algo profundo y vital, totalmente fuera de los parámetros en los que nos movemos. El camino del tao nos ofrece la oportunidad de aprender a traer esa forma de percepción y de sentir a nuestro día a día. Nos entrena para tener una visión más amplia de cada uno de nuestros actos y consigue que tomemos las riendas de nuestras vidas.

Otra característica fundamental del Tao es el principio de naturalidad. Nos enseña que el hombre ha de fluir con el universo y a no luchar contra él. En definitiva nos enseña a sentir lo que somos y como es en realidad nuestro entorno, nos hace la vida más vívida y nos prepara para ser libres.

"No es necesario mirar el cielo
a través de la ventana,
porque todo el firmamento
se halla en uno mismo ..."
Lao-Tsé.

El "Taoísmo" establece la existencia de tres fuerzas: una positiva, otra negativa y una tercera, conciliadora. Las dos primeras se oponen y complementan simultáneamente entre sí, es decir que son interdependientes de manera absoluta y funcionan sino como una unidad. Son el "Yin" (fuerza negativa/sutil, femenina, húmeda...) y el "Yang" (fuerza positiva/concreta, masculina, seca...). La tercera fuerza es el "Tao", o fuerza superior que las contiene.(véase Yin-Yang) El significado más antiguo que existe sobre el Tao dice:
"Yi Yin, Yi Yang, Zhè Wei Tao", es decir, "un aspecto Yin, un aspecto Yang, eso es Tao". Puede ejemplificarse esta concepción a partir del significado de las palabras: "Yang" literalmente significa la ladera luminosa (soleada) de la montaña, y "Yin" la ladera oscura (sombría) de la montaña; entiéndase la idea de montaña como símbolo de "unidad". Así, aunque representan dos fuerzas aparentemente opuestas, forman parte de una única naturaleza.

La igualdad entre las dos primeras fuerzas entraña la igualdad de sus manifestaciones consideradas en abstracto. Por ello el taoísta no considera superior la vida sobre la muerte, no otorga supremacía a la construcción sobre la destrucción, ni al placer sobre el sufrimiento, ni a lo positivo sobre lo negativo, ni a la afirmación sobre la negación.

Las cosas cotidianas e insignificantes tienen un significado mucho más profundo del que nosotros le damos.

El gran taoísta Lin An define así "el camino de la felicidad":

La gran mayoria de las personas
que vacía y se siente mal porque usa
las cosas para deleitar su corazón,
en lugar de usar su corazon para
disfrutar de las cosas.

El Tao es "simplemente" algo que no puede ser alcanzado por ninguna forma de pensamiento humano.
Es así que casi en su inicio el "Tao Te Ching" reza:

El tao que puede ser denominado tao
no es el verdadero Tao...

Para este algo no existe nombre, dado que los nombres derivan de experiencias; finalmente, y por necesidad de ser descrito o expresado, se lo denominó Tao, que significa "camino" o "sendero" (recto o virtuoso) que conduce a la meta.

Cuando Lao Tse habla del Tao procura alejarlo de todo aquello que pueda dar una idea de algo concreto. Prefiere encuadrarlo en un plano distinto a todo lo que pertenece al mundo.
Porque el Tao "es" como el espacio vacío para que se manifieste el todo.

"Existía antes del Cielo y de la Tierra", dice, y, efectivamente, nó es posible decir de dónde proviene. Es madre de la creación y fuente de todos los seres.

El tao engendró la unidad
La unidad dio origen a las dos facetas
las cuales dieron el ser a la triada
y la triada produjo los diez mil seres.

("Diez mil seres" = infinitud).

El Tao tampoco es temporal o limitado; al intentar observarlo, no se lo ve, no se lo oye ni se lo siente. Es la fuente primaria cósmica de la que proviene la Creación. Es el principio de todos, la raíz del Cielo y de la Tierra, la "madre" de todas las cosas. Mas, si intentamos definirlo, mirarlo u oírlo, no sería posible: el Tao regresa al No-Ser, ahí donde es insondable, inalcanzable y eterno.

Todas las cosas bajo el Cielo gozan de lo que es, lo que es surge de lo que no es y retorna al No-Ser, con el que nunca deja de estar ligado.

El Tao del No-Ser es la fuerza que mueve todo lo que hay en el mundo de los fenómenos, la función, el efecto de todo lo que es: se basa en "el No-Ser".

El mundo de los seres puede ser nombrado con el nombre de No-Ser y el mundo de los fenómenos con el nombre de Ser. Las diferencias recaen en los nombres, pues el nombre de uno es Ser y el del otro, No-Ser, pero aunque los nombres son distintos, se trata de un solo hecho: el misterio desde cuyas profundidades surgen todos los prodigios.

Al encontrar el camino que conduce de la confusión del mundo hacia lo eterno, estamos en el camino del Tao.

EL taoísmo excluye el concepto de ley y lo sustituye por el de orden. Es decir, las cosas son de determinada manera debido a que su posicíon en un universo en permanente movimiento les confiere una naturaleza que las obliga a ese comportamiento. Así lo explica Dong Zhongshu, filósofo chino del siglo II a.C:

Cuando se vierte agua en el suelo ésta evita las partes secas y va hacia las que están humedas. Si dos troncos se colocan en el fuego, éste evita el mojado y enciende el seco. Todas las cosas rechazan lo que es distinto y siguen lo que es igual.

Del mismo modo, las cosas hermosas llaman a otras cosas en la clase de las hermosas, las repulsivas llaman a otras en la clase de las repulsivas. Esto proviene del modo complementario en que se corresponden las cosas de la misma clase. Las cosas se llaman unas a otras, lo igual con lo igual; un dragon trayendo lluvia; un abanico apartando el calor; el sitio donde ha estado un ejercito, llenándose de zarzas... Las cosas, hermosas o repulsivas, tienen todas un origen. Si se cree que construyen el destino es porque nadie conoce donde está su origen. No hay ningún suceso que no dependa para su inicio de algo anterior, a lo que responde porque pertenece a la misma categoría, y por eso se mueve.

Tao es el nombre global que se da al orden natural. El objetivo del Tao es enseñar al hombre a integrarse en la naturaleza, enseñarle a fluir, a integrarse en si mismo en concordancia y armonía. El Tao no es un creador porque nada en el mundo se crea ni el mundo es creado. Enseñar a compenetrarse con esta naturaleza y armonía de tal modo que llegue a experimentar en su propio cuerpo sus ritmos vitales. Sintonizándose el cuerpo humano mediante una serie de ejercicios con estos ritmos, ganando así serenidad mental y energía física.

A principios del siglo IV a.C. los filósofos chinos escribían sobre el Ying y el Yang en términos relacionados con la naturaleza.

Observando desde la perspectiva del Tao, se ve cómo todas las cosas se elevan, se vuelven grandes y luego retornan a su raíz. Vivir y morir es simplemente entrar y salir. Las fuerzas de la mente no tienen poder sobre quien sigue el Tao. El camino del No-Ser lleva a la quietud y la observación, y conduce de lo múltiple al Uno. Para poder recorrer ese camino hace falta preparación interna. Mediante la práctica espiritual, la perseverancia, el recogimiento y el silencio se llega a un estado de relajación que debe ser tan sereno que posibilita la contemplación del Ser interior, el alma, y así se logra ver lo invisible, escuchar lo inaudible, sentir lo inalcanzable.

Una historia representativa del pensamiento Taoísta sería la siguiente:
(Adaptado a partir de "Las religiones del mundo", de Huston Smith)

El caballo de un campesino se escapó. Ante la conmiseración de su vecino, el campesino le dijo: "¿Quién sabe si es bueno o malo?". Y tuvo razón, porque al día siguiente el caballo regresó acompañado de caballos salvajes con los cuales había trabado amistad. El vecino reapareció, esta vez para felicitarlo por el regalo caído del cielo, pero el campesino repitió: "¿Quién sabe si es bueno o malo?". Y otra vez tuvo razón porque al día siguiente su hijo trató de montar uno de los caballos salvajes y se cayó, rompiéndose una pierna. El vecino volvió a mostrar su pesar, y recibió nuevamente la anterior pregunta: "¿Quién sabe si es bueno o malo?". Y el campesino tuvo razón una cuarta vez, porque al día siguiente aparecieron unos soldados para reclutar al hijo, pero lo eximieron por encontrarse herido.
Lejos de una amoralidad o de una moralina latitudinaria, el taoísmo preconiza la armonía, allí está el bien, un absoluto sobre las relatividades.

Fuentes:




IR AL SIGUINETE TEMA:

Introducción al Taoismo.

lunes, 1 de octubre de 2007

Wu wei: El no-hacer

Wu wei es un concepto central de la actitud taoísta ante la vida y el mundo. Si persistimos en hablar de un estilo de vida taoísta, este estaría caracterizado por wu wei. En esencia, el Camino, la Vía taoísta, es la práctica de wu wei.

¿Qué debe entenderse por wu wei? Las muy variadas interpretaciones que ha suscitado la conjunción de estos dos caracteres ha llevado a significaciones equivocas. Expongamos primero cuales han sido sus diferentes traducciones: no acción, no obrar, no interferencia, no esfuerzo, no aserción.... Parodógicamente la más difundida de ellas, "no acción", es la que más se aparta de su significado pleno. Todas las versiones autorizadas del Tao Te Ching, contienen advertencias sobre las interpretaciones equívocas. A modo ilustrativo veamos lo expresado por Francois Jullien en el prólogo a la traducción del Tao Te Ching efectuada por Anne Helene Suárez, publicada bajo el título "Libro del curso y de la virtud":
          "Si hay un tema que parece caracterizar este libro es la no acción (wu wei). Pero hay que cuidarse de entenderla equivocadamente, como a menudo se ha hecho, de leerla como un desentendimiento respecto al mundo, una renuncia quietista, en definitiva, como un llamamiento a la pasividad. La fórmula debe leerse en su versión completa:

"No hacer nada, pero que nada quede sin hacerse".

También se podría traducir "de modo que nada quede sin hacerse". Si uno se guarda de actuar, efectivamente, no es porque se desinterese del mundo...
Pero actuar siempre es forzado, más vale dejar que las cosas vengan naturalmente, por sí mismas, sin cargarlas con el peso de nuestros proyectos, con lo arbitrario de nuestras voluntades. Si el sabio se guarda de actuar, es para dejar acontecer y, por tanto, lograr con más facilidad: para dejar que la viabilidad de las cosas obre por sí misma o, dicho de otro modo, para dejar a la inmanencia de la "vía" (el "curso") la capacidad de obrar. Sabe que cualquier solución forzada está condenada desde el principio, puesto que suscitará reacciones adversas y, queriendo imponer nuestro plan al mundo, no dejamos de desgastarnos: toda acción es agotadora y de poco efecto. Más vale adaptarse al curso del mundo como el agua, que, al seguir la pendiente, no deja de avanzar. Al ahorrar nuestra vitalidad, la sabiduría también se revela como la mejor estrategia: basta con ayudar a la evolución natural de todos los seres. Dicho de otro modo, cualquier situación implica un desarrollo –un proceso está en curso-, y basta favorecerlo para dejarse llevar por él..."

Y en igual forma se manifiesta John Blofeld en "Taoismo, la búsqueda de la inmortalidad":
          "Wu wei, principio cardinal de los taoístas, significa literalmente "no accion" pero no en el sentido de quedarse sentado todo el día como un tronco muerto o un bloque de piedra; sino en el de evitar la acción que no sea espontánea, en el actuar de lleno y con destreza, pero sólo y de acuerdo con la necesidad presente, siendo vivaz cuando se requiere, pero nunca forzado y tenso, huyendo de la acción artificiosamente calculada y de toda actividad que arranque de un motivo de provecho interesado."

Queda claro entonces, en palabras de J.C. Cooper, que "Wu wei no es el cese de toda acción, sino el cese de la acción motivada... es el cese de la acción inducida por los deseos y por el apego al reino de la ilusión de los sentidos". Todo esto puede parecer imposible de realización concreta en un mundo en que se han desquiciado las relaciones del hombre con la naturaleza y de los hombres entre sí. Pero la vía del wu wei no es un Camino social o políticamente ineficaz. Su eficacia puede que sea eclipsada por el sentimiento de soberbia que alimenta la modernidad. La sociedad moderna, víctima del espejismo que le produjo el desarrollo de la ciencia y la tecnología, impuso la creencia de que todo objetivo, por pretencioso que fuera, podría ser alcanzado, a través de un desarrollo social de progreso ininterrumpido. La gran capacidad de operar sobre la realidad en numerosos campos de actividad, transformando las condiciones naturales, indujo a pensar que ninguna manipulación del entorno le está vedada a la voluntad humana, y esto ha traído aparejado un sentimiento de soberbia que ha hecho olvidar por completo nuestra relación de interdependencia con la totalidad de la que somos parte.
La emergencia ecológica a la que no escapa ningún lugar del planeta, es el resultado más contundente de la perniciosa "afirmación" del hombre "enfrentado" a la naturaleza.
Las calamidades sociales que se viven en vastas regiones del mundo, contrastando con la opulencia de otras, es indicativo de que el desarrollo de la humanidad es forzado por carriles impuestos, y como tal, inarmónico y profundamente asimétrico. Pero dejaremos para más adelante la proyección social y política del Camino taoísta.

En lo que hace al ámbito personal, digamos, citando nuevamente a Cooper, que wu wei "se trata de la tranquila aceptación de la vida en el mundo tal como es y como viene; de aguardar el momento y la oportunidad, sin forzar nunca el resultado, sino que este se despliegue a su tiempo según su naturaleza". Es que la única acción que se necesita es estar acorde con el tao. Para nada se trata de una conducta fatalista que nos imponga una resignación piadosa, sino la humilde actitud de no oponer la acción deliberada por sobre-encima del conocimiento de la naturaleza real de las cosas, teniendo en cuenta, además, que para comprender la verdadera naturaleza hay que apaciguar las tensiones que suscitan los deseos y que alimentan la falsa conciencia de la realidad. Lin Yu-tang lo ha sintetizado en estos términos: "Es el secreto de dominar las circunstancias sin afirmación de uno mismo contra ellas".

Seguramente, el lector podrá pensar que con semejante actitud, nada de lo que hoy nos ofrece el mundo se podría haber logrado, y que de habernos atenido al dictado del wu wei hubiésemos superado escasamente el mundo de extrema necesidad en que vivieron generaciones anteriores. Esta presunción surge de creer que la base de todo progreso es el esfuerzo, el desafío, la confrontación de la civilización oponiéndose y venciendo a la naturaleza.

De más está decir que en la visión taoísta el hombre jamás podrá ir más allá de donde la naturaleza se lo permita, y si registra progresos en términos de bienestar es porque ha sabido armonizar su actividad con las oportunidades que la totalidad pone a su disposición, de la misma forma que también aporta con su acción al acontecimiento de futuras catástrofes cuando se deja conducir por intereses mezquinos o delirios de grandeza.

Las discrepancias entre taoístas y voluntaristas encierran siempre una distinta valoración de lo que es la felicidad, y en este punto, quiero ceder la palabra a una de los mas brillantes ascetas cristianos contemporáneos que nos ha ayudado a los occidentales a comprender la esencia del Camino. Thomas Merton reflexiona para nosotros:

"Yo no puedo decir si lo que el mundo considera "felicidad" es o no es felicidad. Todo lo que sé es que cuando considero el camino que muchos recorren tratando de conseguirla, los veo correr precipitadamente, amargados y obsesionados, con las prisas generales del rebaño humano, incapaz de detenerse a sí mismo o cambiar de dirección. Y todo ello mientras proclaman que están a punto de conseguir la felicidad.

Por mi parte, no puedo aceptar su forma de ver las cosas, tanto si se trata de la felicidad como de la desgracia. Me pregunto si, al fin y al cabo, su concepto de la felicidad tiene algún sentido.

Mi opinión es que nunca nadie alcanzará la felicidad hasta que deje de buscarla. Mi mayor felicidad consiste precisamente en no hacer absolutamente nada que esté calculado para obtener la felicidad. Y esto para mucha gente es la peor conducta.

Yo quiero mantenerme fiel a la frase que dice: "La alegría perfecta es estar sin alegría. La alabanza perfecta es no ser alabado".

Si alguien pregunta "qué debería hacerse" y "qué no debería hacerse" en el mundo para conseguir la felicidad, mi respuesta es que esas preguntas no tienen respuesta. No hay forma de determinar esas cosas.

Pero, al mismo tiempo, si ceso de esforzarme en buscar la felicidad, lo "correcto" y lo "erróneo" se hacen aparentes de inmediato por si mismos.

Alegría y bienestar se hacen posible de inmediato en el momento en que uno cesa de actuar con la vista puesta en ellos, y si uno practica el no-hacer (wu wei) tendrá ambas cosas, felicidad y bienestar."

Las armas del guerrero.

Los antiguos mexicanos tenían la costumbre de arropar sus conocimientos y sabiduría a través de la poesía y la parábola. La metáfora poética fue el lenguaje fundamental para expresar complejos conceptos filosóficos sobre lo impronunciable, lo inconmensurable, lo sagrado y lo divino.
Las armas del Guerrero fueron simbólicamente "flor y canto", entendiendo por "flor" el amplio concepto de la belleza. Y el "canto", entendido como la sabiduría humana. De este modo los filósofos, además de ser pensadores tenían que ser poetas. Para entender el pensamiento filosófico de los toltecas, debemos compenetrarnos con las formas poéticas y metafóricas de la expresión de su conocimiento.

"Brotan cual esmeraldas,
tus flores,
oh dador de la vida.
Tus cantos reúno
Como esmeraldas los ensarto:
Hago con ellos un collar:
El oro de las cuentas está duro:
Adórnate con ellos.
¡Es en la tierra tu riqueza única!"
(Colecc. de Huexotzingo.)

La belleza es consustancial a la sabiduría. La sabiduría humana busca fundamentalmente la trascendencia espiritual y la belleza, es el modo de expresión del espíritu. Es por ello que el arte, es el lenguaje por excelencia del espíritu. El punto que une lo divino con lo terreno, el cielo con la tierra, lo abstracto con lo concreto, el espíritu con la materia.
La belleza es el jardín donde brotan las hermosas flores del espíritu, y estas flores nacen entre bellos cantos que salen de los más profundo de un corazón sensible, sosegado y luminoso. Este es el misterio de "flor y canto" y éstas son las armas del Guerrero.
El potencial del Guerrero radica en tres grandes pilares. La sensibilidad, la responsabilidad y la disciplina.
La sensibilidad es el potencial común a todos los seres vivos, desde el mismo planeta Tierra, pasando por el ser humano, hasta una insignificante bacteria. Todos los seres vivos poseemos sensibilidad y aunque es intrínseca a todo ser vivo, lo que hace la diferencia es la "conciencia de ser" que posea el ser vivo, de ahí que unos y otros tendrán mayor o menor "sensibilidad". De esta manera diremos que todos los seres humanos tenemos el mismo potencial de sensibilidad, la diferencia es que unos lo desarrollan más que otros a partir de su conciencia.
La responsabilidad existencial viene de lo más profundo del ser humano. En efecto, todos poseemos una "doble conciencia". Una que es "nueva" y que opera en el mundo de "afuera", en lo cotidiano. La otra que es "muy vieja" y opera desde lo más profundo de nuestro ser. La primera es "nerviosa, insegura, ignorante y violenta". La segunda es "tranquila, segura, muy sabia y serena".
La primera es la que actúa en el mundo de todos los días es, "esa persona que vemos en el espejo". La segunda es, "ese ser interior infinito y trascendente" que generalmente es ajeno a nosotros mismos y está alejado de los asuntos cotidianos de nuestra vida, pero que a final de cuentas, es lo más importante.

El aliado del Guerrero es aquella ancestral conciencia que vive temporalmente en lo más profundo de nosotros y que es el ser trascendente en camino a la Luz del infinito. Uno de los desafíos más difíciles del Guerrero es entablar un "dialogo" con "ese otro yo antiguo" que habita en lo más profundo de nosotros mismos, cultivar una amistad para que él, sea el consejero para la toma de decisiones más importantes de la vida. Cada individuo esta compuesto de estas dos partes, ninguna es más importante que la otra, las dos se complementan.
La diferencia de un Guerrero y un "ser común" es que el Guerrero llega a la totalidad de si mismo a través de unir en equilibrio "sus dos partes". Las dos partes de uno se necesitan para crecer, pues ese ser interior "lo sabe todo", el problema es que no lo consultamos y muchas veces lo evadimos. Con la sabiduría de nuestro "aliado" sabremos siempre lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer. No puede vivir el ser cotidiano, sin la sabiduría del ser trascendente y éste, no puede existir sin el ser cotidiano. Un par de opuestos complementarios.
La disciplina es el tercer elemento que permite construir el arsenal del Guerrero. Pero no nos referimos a disciplina militar, no es obedecer a un tercero ciegamente, sin pensar ni decidir personalmente. Por el contrario, la disciplina para un Guerrero, es un acto intimo y privado, fruto de una comprometida decisión ante la vida. La responsabilidad es un logro personal, porque una persona que sabe lo que tiene que hacer, necesita la "fuerza de voluntad" para hacer lo que debe hacer y no hacer, lo que no debe hacer. Ser una persona disciplinada y no serlo, es tan sólo una actitud ante la vida. Existen personas que les gusta tener encima a otra, que con un látigo se haga responsable de su vida. Existen otro tipo de personas que no toleran que alguien siempre les este diciendo, que hacer y que no hacer, de ese tipo de personas están hechos los Guerreros.
La disciplina interior, nace producto de una actitud ante la vida, de la toma de una decisión; pero requiere que se cultive, se fortalezca y acrecenté. La disciplina es una intención premeditada, conciente y continua, que poco a poco va generando una poderosa fuerza interna a la que llamamos "voluntad". El Guerrero va desarrollando, poco a poco, un "intento inflexible" por transformarse así mismo y poco a poco, empieza a notar cambios sensibles en su interior y en el mundo que le rodea. Sin esa fuerza los seres humanos somos partículas de polvo en el vendaval de la vida enajenada.
Uno de los grandes logros de nuestra ancestral cultura es la humildad. En efecto, la humildad deviene de la sabiduría. Cuando una persona es sabia, en consecuencia es humilde, e inversamente, en cuanto más ignorante es un apersona, más prepotente y arrogante es. Para que una persona sea humilde, se requiere mucho trabajo y poder interior. Implica el conocimiento y el control interno.

El Guerrero es invulnerable porque no tiene nada que defender. La arrogancia, la presunción, la prepotencia, la importancia personal, requieren de una "defensa" de lo que creemos, suponemos o deseamos imponer a los otros sobre nuestra persona. La humildad purifica no sólo el alma, sino el entorno en el que se mueve el individuo. El Guerrero no tiene que aparentar, defender, o fortalecer nada sobre su persona. El Guerrero trata de pasar inadvertido en medio de una multitud, pues su humildad no es fingida. Él sabe qué es lo que en verdad busca en la vida y por lo que tiene perfectamente claro, que es lo que no quiere y además sabe que la muerte lo puede encontrar en cualquier esquina, en cualquier momento, sin anuncio previo llega el golpe seco y demoledor de la guadaña.

Otra de las armas del Guerrero es encontrar su "centro dinámico". En el universo todo es movimiento, no existe nada estático. La diferencia es el nivel de vibración. Una montaña, una ballena, un ratón o una bacteria, cada uno de ellos vibran armoniosamente con "el inconmensurable", la diferencia es la frecuencia.
En ese sentido, la vida de los seres humanos, se puede ejemplificar muy bien a través del movimiento de una rueda.
Cuando la persona se encuentra alejada "de su centro", cuando vive "descentrada", el movimiento en torno al centro será muy grande y más lento que en el centro. Cuando un Guerrero encuentra su centro dinámico a partir del trabajo interior en la vida cotidiana, su movimiento será mucho más rápido y al mismo tiempo parecerá que no se mueve. Esa velocidad en el "reposo" le permite al Guerrero proyectar una imagen de tranquilidad, serenidad y aplomo, a pesar de que su ser este muy revolucionado interiormente.

De esta manera, el Guerrero, no vive en estallidos de euforia, depresión o enojo. El estilo del Guerrero es la fluidez, la humildad y la amabilidad. El Guerrero no trata "de ser alguien", por el contrario, el Guerrero se diluye a través de entender el verdadero significado de la vida, porque sabe que el mundo material es sólo la apariencia inmediata, lo trascendente esta en el mundo del espíritu y lucha fieramente por ese conocimiento, "como un tigre, como una águila".
El conocimiento del espíritu no se expresa con palabras. El conocimiento del espíritu es una actitud ante la vida, un estado de ánimo, una intención sostenida e inflexible. Una forma de vivir, de enfrentar el mundo y la vida, una forma de morir.
El Guerrero se ha comprometido a "florecer su corazón" en su "Batalla Florida" y se entrega de lleno a la vida espiritual interior en medido de la vorágine cotidiana. No huye de la vida exterior ni sucumbe a ella, sólo la usa.
Pasa inadvertido, escoge sus batallas, acecha y actúa. No busca que lo reconozcan, lo admiren o lo comprendan. El Guerrero ha creado su mundo interior en busca de la Luz del espíritu y no desea nada del mundo aparente, toma lo mínimo que necesita y se desvanece hasta perderse en la nada.
Es por ello que otra de las características del Guerrero es su silencio. Los seres humanos comunes se la pasan hablando todo el tiempo y no dicen nada. Hablar es un acto compulsivo para no sentir su vacío. Es por ello que actúan sus pensamientos convertidos en palabras. Hablan palabras ajenas, envenenadas, huecas. El Guerrero en cambio mantiene un silencio interno, que le permite entrar en contacto con el universo que le rodea y con el "Ser Interior", que ha convertido en su aliado. El Guerrero no es un parlanchín y mucho menos una persona presumida.

Aquel que se diga Guerrero o presuma de serlo, con ello demostrara dos cosas. Que no lo es y que además, es mentiroso.

Una de las armas más eficaces del Guerrero, es el saber que le es muy difícil cambiar y salir victorioso en su Batalla Florida. Lo que hace verdaderamente a una persona ser un Guerrero, no es su perfección. Por el contrario, lo que lo hace ser un Guerrero, son precisamente sus imperfecciones, la conciencia de ellas y la lucha permanente para borrar de su personalidad estas aristas cortantes, que generan el dolor y el desgaste energético. A los seres humanos nos es muy difícil cambiar y cuando lo hacemos, generalmente es producto de un gran dolor, que al conmocionar permite el cambio. El Guerrero sabe que le es muy difícil cambiar y sí fracasa en el intento, no se desmorona y abandona la intención, por el contrario, la paciencia es uno de los requisitos para ser Guerrero, pues sólo con una infinita paciencia y humildad, se puede mantener una lucha de toda la vida, sin miedo a fracasar y reintentarlo cuantas veces sea necesario.
Finalmente, el arma más poderosa del Guerrero es el desapego. En efecto, lo que hace vulnerable y débil a los seres humanos es el apego a las personas, los sentimientos, los deseos, las ideas y los objetos. El instinto de posesión, que en alguna medida es necesario, los mercaderes lo han desarrollado en forma desproporcionada en las masas embrutecidas. Las personas pretenden llenar su vacío existencial comprando o poseyendo. Pero cuando el Guerrero a través de su conciencia, se puede desprender de todo cuanto le rodea, se convierte en un ser invulnerable, en una persona poderosa. Su poder radica precisamente en que no quiere ni desea nada. Puede prescindir de todo, si es necesario, y no abusa, ni se excede. El Guerrero no se atasca en las voluptuosas redes del "tener" o el placer. El Guerrero no tiene nada y sin embargo, nada le hace falta. Toma y usa lo que requiere y nunca maltrata, perjudica o deforma el mundo que le rodea.
Sin embargo, la pérdida al terror de la muerte es su mejor logro en esta vida. No se puede tener consciencia de la vida sin tener consciencia de la muerte. Para apreciar la vida, debemos tener consciencia de la muerte. La muerte material significa el inicio de la vida eterna espiritual. Todos los seres vivos tendremos que morir. Tener que vivir sin haber vivido una vida verdadera, propia y fuerte, es verdaderamente aterrador y doloroso.
El Guerrero sabe que esta luchando permanente y cotidianamente por vencer a la inercia de la materia y a las "entidades de la noche", que pretenden acabar en el ser humano la luz del espíritu. Él sabe que en cualquier momento se pude ir y que la guadaña de la muerte no avisa, de modo que siempre esta dispuesto para enfrentar ese grandioso momento. Pero él sabe que una vida que se ha dedicado a la "Batalla Florida", es una vida que cuenta, que aporta y que trasciende. Él sabe que jamás llegará a tocar la Luz del espíritu, pero no puede vivir sin luchar afanosamente todos los días por lograrlo, pues entiende que no existe mejor tarea en el mundo, que esa precisamente. Esta lucha le da significado a su vida.

Quetzalcóatl es el símbolo de la serpiente que representa a la materia y al espíritu. La serpiente emplumada. La primera que se arrastra en el polvo del mundo terrenal y la segunda que logra desplegar sus alas, producto de su bello plumaje de quetzal, para buscar el origen celestial y divino de su existencia. El Guerrero vive el drama cósmico de la "serpiente emplumada" en carne propia y encuentra la trascendencia existencial en la "Batalla Florida". El resultado lo tiene sin cuidado. Ser Guerrero de la Muerte Florecida, es ir en la vida sin miedo y sin ambición, con un rumbo en el horizonte y con los ojos puestos en el alto cielo. Es difícil encontrar una mejor forma de vivir.


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Según Platón, el conocimiento es un subconjunto de lo que forma parte a la vez de la verdad y de la creencia.
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