miércoles, 27 de agosto de 2008

La Compasión y el Dalai Lama.

"Me gustaría empezar explicando el sentido de la compasión, lo cual a menudo suele entenderse erróneamente. La genuina compasión está basada no en nuestras propias proyecciones y expectativas sino en los derechos del otro, independientemente de si la otra persona es un amigo íntimo o un enemigo, el hecho de que ésa persona desee la paz y la felicidad y quiera superar el sufrimiento, ha de servirnos de base para desarrollar un genuino interes por su problema. Normalmente cuando nos interesamos por un amigo íntimos llamamos a ésto compasión. Esto no es compasión , es apego. Tan pronto como cambian nuestras proyecciones desaparece el apego. Es posible tener compasión sin apego y de forma similar sentir enfado sin odio.Necesitamos hacer una distinción clara entre la compasión y el apego y entre el enfado y el odio. Esta claridad de conceptos es útil en nuestra vida diaria y en nuestros esfuerzos hacia la paz mundial. Considero que estos son los valores espirituales fundamentales para la felicidad de todos los seres humanos, independientemente de si uno es creyente o no."

El hombre es básicamente bueno y su naturaleza es compasiva, dice el Dalai Lama. Cientos de estudios científicos avalan esta afirmación, indicando que la agresividad y el comportamiento violento está influido por factores biológicos, sociales, situacionales y ambientales; y todo ser humano desea ser feliz y ser tratado con consideración, respeto y afecto.

Cuando creemos en esta premisa básica, nuestra visión del mundo cambia y somos más felices.

La existencia humana está llena de esperanza aunque no haya nada que pueda garantizar nuestro futuro.

Reflexionar sobre qué es lo que le da significado a nuestra vida nos permitirá establecer prioridades y utilizar bien nuestro tiempo para ser más felices.

Los seres humanos están cada día más aislados. Se jactan de ser independientes pero no se dan cuenta que solamente para poder existir en este mundo dependen de infinidad de personas que trabajan para que puedan continuar viviendo, alimentándolos, vistiéndolos y ayudándolos a mantenerse saludables.

Muchos tienen dificultades para relacionarse y no saben cómo establecer vínculos, tienen miedo al rechazo y mantienen un estilo de vida solitario.

La única forma de abrirse a los demás es acercarse a ellos con una disposición compasiva, creando un ambiente positivo y amistoso. Esa actitud abre la posibilidad de recibir afecto y de recibir una respuesta positiva de la otra persona.

Pero la gente está esperando que sean los otros quienes actúen primero en forma positiva en lugar de tomar la iniciativa.

La compasión activa la perfección que está presente en el interior del hombre. El otro es indispensable y todos los aspectos de la vida de cada uno son el resultado del esfuerzo de los demás.

Es crucial la importancia de acercarse a los demás con una actitud compasiva y la empatía es un factor importante para apreciar el sufrimiento del otro.

Hay un nivel básico humano que trasciende las diferencias secundarias, tenemos una estructura física común, una mente, emociones, hemos nacido del mismo modo y todos moriremos. Todos deseamos alcanzar la felicidad y evitar el sufrimiento. Este es el terreno básico común para acercarse al otro.

La primera impresión que nos produce una persona puede ser equivocada, porque todo cambia cuando conocemos y valoramos los antecedentes de quien estamos tratando.

Una verdadera relación se consigue conociendo la naturaleza profunda del otro.

El Dalai Lama nos dice que para construir una relación sólida se necesita afecto verdadero, compasión y respeto mutuo.

La compasión puede definirse como un estado mental libre de agresividad, y de intenciones violentas. Es una actitud mental que desea liberar a los otros de sus sufrimientos, con compromiso, responsabilidad y respeto.

También la compasión desea cosas buenas para uno mismo y este paso es fundamental para empezar a ser compasivo con los demás.

Existen dos clases de compasión, la que incluye el apego y la expectativa de recibir lo mismo del otro y la verdadera compasión que es la que está libre del apego.

La compasión es el reconocimiento de los derechos genuinos del otro, no se relaciona con nuestros intereses personales y es el único modo compasivo que genera amor.

Cuanto más comprendemos el sufrimiento del otro tanto mayor será nuestra capacidad de compasión.

La compasión no es masoquismo porque se asume voluntariamente el sufrimiento del otro con un propósito más elevado.

En el fondo, las personas crueles son infelices porque sufren una angustiosa sensación de inseguridad y temor, incluso mientras duermen.

El desarrollo de la compasión y el altruismo tiene un efecto positivo sobre la salud física y emocional.

Las pruebas científicas apoyan claramente la postura del Dalai Lama acerca del valor de la compasión. Estudios realizados en la Universidad de Harvard demostraron que la estimulación de los sentimientos compasivos de las personas eleva sus niveles de inmunoglobulina A, que es un anticuerpo que ayuda a combatir las infecciones respiratorias.

Otras investigaciones realizadas en la Universidad de Michigan revelaron que realizar trabajos de voluntariado con regularidad aumentaba espectacularmente las expectativas de vida de las personas que realizaban este trabajo y probablemente, también aumentaba su vitalidad general.

Meditación sobre la Compasión

Al generar compasión, se empieza por reconocer que no se desea el sufrimiento y que se tiene el derecho a alcanzar la felicidad. Eso es algo que puede verificarse con facilidad. Se reconoce luego que las demás personas, como uno mismo, no desean sufrir y tienen derecho a alcanzar la felicidad. Eso se convierte en la base para empezar a generar compasión.

Así pues, meditemos hoy sobre la compasión. Empecemos por visualizar a una persona que está sufriendo, a alguien que se encuentra en una situación dolorosa, muy infortunada. Durante los tres primeros minutos de la meditación, reflexionemos sobre el sufrimiento de ese individuo de forma analítica, pensemos en su intenso sufrimiento y lo infeliz de su existencia. Después tratemos de relacionarlo con nosotros mismos, pensando: "Este ser tiene la misma capacidad que yo para experimentar dolor, alegría, felicidad y sufrimiento". A continuación, tratemos de que surja en nosotros un sentimiento natural de compasión hacia esa persona. Intentemos llegar a una conclusión, pensemos en lo fuerte que es nuestro deseo de que esa persona se vea libre de su sufrimiento. Tomemos la decisión de ayudarla a sentirse aliviada. Finalmente, concentrémonos en esa resolución y, durante los últimos minutos de la meditación, tratemos de generar un estado de compasión y de amor en nuestra mente.

El ejercicio:

1. Dedica 5 minutos al inicio de cada día a recordar que todos deseamos lo mismo (ser felices y ser amados) y que todos estamos conectados.

2. Dedica 5 minutos a apreciarte a ti mismo y a los demás. Deja ir los juicios. Inhala apreciándote y dándote amor a ti mismo, y exhala apreciando y entregando amor a los demás. Si aparecen los rostros de personas con las que tienes dificultades, aprécialos también.

3. Durante el día, extiende esa actitud a todos los que te encuentres —todos somos lo mismo, y me aprecio a mí mismo y a ti-; házlo con el personal del supermercado, con tus clientes, tu familia, compañeros de trabajo, etc.

4. Sigue realizando este ejercicio, sin importar lo que ocurra.

martes, 26 de agosto de 2008

Tenzin Gyatso: "El Propósito de la Vida."

Una gran pregunta subyace en nuestra vidas, ya sea que nos la formulemos o no de manera consciente: ¿Cuál es el propósito de la existencia? Yo me he hecho esa pregunta y me gustaría compartir con ustedes mis pensamientos al respecto con la esperanza de que les resulten de utilidad práctica y directa.
Considero que el propósito de la vida es ser felices. Desde el momento en que nacemos, todos los seres deseamos ser felices y no queremos sufrir. Ni los condicionamientos sociales, ni la ideología, ni la educación modifican esto. Desde lo más hondo de nuestro ser queremos encontrar la satisfacción. Ignoro si el universo con sus incontables galaxias, estrellas y planetas, tiene o no un significado más profundo pero, por lo menos, es claro que los seres humanos que habitamos esta tierra nos enfrentamos a la tarea de construir una vida feliz. En consecuencia, es importante descubrir qué es lo que trae los mayores niveles de felicidad.
Cómo lograr la felicidad
En principio, es posible dividir toda clase de felicidad y de sufrimiento en dos categorías principales: mental y física. En ambos casos, la mente ejerce una gran influencia en nosotros. A no ser que estemos gravemente enfermos o carezcamos de las necesidades básicas, nuestra condición física juega un rol secundario en nuestra vida. Si el cuerpo está satisfecho, virtualmente lo ignoramos. Sin embargo, la mente registra todos los eventos sin importar cuán pequeños sean. Es por eso que debemos dedicar nuestros mayores esfuerzos para conseguir la paz mental.
Con base en mi propia experiencia, he encontrado que el más alto grado de tranquilidad interior proviene del desarrollo del amor y la compasión. Cuanto más nos ocupemos de la felicidad de los otros, mayor será nuestro sentimiento de bienestar. Cultivar un corazón cálido por los demás, automáticamente hace que la mente se sienta tranquila, ayuda a remover cualquier miedo o inseguridad que podamos tener y nos da la fuerza para enfrentarnos con cualquier obstáculo que encontremos. La compasión es la mayor fuente de éxito en la vida.
Mientras vivamos en este mundo encontraremos problemas. Si en esos momentos perdemos las esperanzas y nos desanimamos, nuestra capacidad de enfrentar las dificultades se verá altamente disminuida. De otro lado, si recordamos que no somos los únicos que tenemos que soportar el sufrimiento sino que todos los seres humanos sufren de una u otra manera, esta perspectiva más realista hará mayor nuestra determinación y capacidad para superar los problemas. Con esta actitud, podremos ver cualquier obstáculo como una oportunidad valiosa para mejorar nuestra mente.
De esta forma, podremos luchar para ser gradualmente más compasivos, esto es, podremos desarrollar una empatía genuina por el sufrimiento de los otros y la voluntad para ayudarlos a remover su dolor. Como resultado, nuestra propia serenidad y fuerza interior crecerán.
Nuestra necesidad de amor
En última instancia, la razón por la cual el amor y la compasión traen la mayor felicidad a nuestra vida es porque los apreciamos por encima de todas las cosas. La necesidad de amor subyace en el fundamento mismo de la existencia humana. Es el resultado de la interdependencia que compartimos todos. Sin importar cuán capaz o inteligente sea una persona, si se la deja sola, no sobrevivirá. Sin importar cuán vigorosos o independientes lleguemos a sentirnos durante los años más prósperos de nuestra vida, cuando estamos enfermos o somos muy jóvenes o muy viejos, tenemos que depender del apoyo de los otros.
La interdependencia es una ley fundamental de la naturaleza. No sólo las formas superiores de vida sino también los insectos más pequeños son seres sociales que, sin religión, leyes o educación, sobreviven debido a la cooperación basada en un reconocimiento innato de su interconexión. Incluso los niveles más sutiles de los fenómenos materiales son gobernados por la interdependencia. Todos los fenómenos, desde el planeta que habitamos hasta los océanos, las nubes, los bosques y las flores que nos rodean, surgen dependiendo de patrones sutiles de energía. Si no hay una interacción adecuada, se disuelven y decaen.
Es debido a que nuestra vida es tan dependiente de la ayuda de otros que la necesidad de amor subyace en el fundamento mismo de nuestra existencia. Por lo tanto, necesitamos tener un sentido genuino de responsabilidad y una preocupación sincera por el bienestar de los demás.
Tenemos que considerar lo que nosotros, seres humanos, realmente somos. No somos objetos hechos por máquinas. Si fuéramos entes meramente mecánicos, entonces las máquinas mismas podrían aliviar nuestro sufrimiento y suplir nuestras necesidades. Sin embargo, puesto que no somos solamente creaturas materiales, es un error poner nuestras esperanzas de ser felices en los desarrollos externos. En lugar de esto, debemos considerar nuestro origen y nuestra naturaleza para descubrir lo que necesitamos.
Dejando de lado la compleja cuestión de la creación y la evolución de nuestro universo, podemos ponernos de acuerdo en que cada uno de nosotros es el producto de sus padres. En términos generales, nuestra concepción tuvo lugar en el contexto del deseo sexual pero también de la decisión de nuestros padres de tener un hijo. Dicha decisión se fundamenta en la responsabilidad y en el altruismo, el compromiso compasivo de los padres de cuidar al niño hasta que éste pueda cuidarse por sí mismo. Por eso, desde el momento mismo de nuestra concepción, el amor de nuestros padres está directamente relacionado con nuestra creación. Por lo demás, en los primeros estadios de nuestro crecimiento, dependemos absolutamente de nuestra madre. De acuerdo con ciertos científicos, el estado mental de una mujer embarazada, de calma o de agitación, tiene un efecto físico directo en la creatura que va a nacer.
Las expresiones de amor también son muy importantes en el momento del nacimiento. Dado que la primera cosa que hacemos es succionar leche del pecho de nuestra madre, naturalmente nos sentimos cercanos a ella y ella debe sentir amor por nosotros para poder alimentarnos adecuadamente. Si la madre siente rabia o resentimiento, es posible que su leche no fluya libremente.
Luego viene el periodo crítico de desarrollo cerebral desde el momento del nacimiento hasta la edad de tres o cuatro años. Durante este periodo, el contacto físico amoroso es el factor más importante para el crecimiento normal del niño. Si el niño no se carga, se abraza o se ama, su desarrollo se verá limitado y su cerebro no madurará apropiadamente.
Puesto que un niño no puede sobrevivir sin el cuidado de otros, el amor es el alimento más importante. La felicidad de la niñez, la victoria sobre muchos de los miedos infantiles y el desrrollo saludable de la confianza en sí mismo dependen directamente del amor.
Actualmente, muchos niños crecen en hogares infelices. Si no reciben un afecto adecuado, en su vida posterior no van a amar a sus padres y, con bastante frecuencia, les resultará difícil amar a otros. Eso es muy triste.
En la medida en que los niños crecen e ingresan al colegio, sus maestros deben suplir su necesidad de apoyo. Si un maestro no sólo imparte educación académica sino que asume la responsabilidad de preparar a los estudiantes para la vida, sus pupilos sentirán confianza y respeto y lo que se les enseñe les dejará una huella indeleble en sus mentes. De otro lado, las materias que enseña un maestro que no muestra una preocupación por el bienestar real de sus estudiantes serán sólo asuntos temporales que no se retendrán por largo tiempo.
En forma similar, si estamos enfermos y nos está tratando un médico cuyo calor humano es evidente, nos sentimos a gusto y el deseo del doctor de dar el mayor cuidado es en sí mismo curativo, sin que importen demasiado sus capacidades técnicas. Por el contrario, si el doctor que nos está atendiendo carece de sentimiento humano y exhibe una expresión de pocos amigos, impaciencia o descuido, nos sentimos ansiosos, incluso si es el doctor más cualificado, si la enfermedad ha sido correctamente diagnosticada y se ha prescrito la medicina adecuada. Indudablemente, los sentimientos del paciente afectan su recuperación.
Incluso cuando tenemos conversaciones comunes en nuestra vida diaria, si alguien habla con sentimiento humano disfrutamos escucharlo y respondemos en consecuencia. Toda la conversación se vuelve interesante, sin importar cuán insignificante sea el tópico que se esté tratando. Por el contrario, si una persona habla fría o bruscamente, nos sentimos incómodos y queremos cortar rápidamente la interacción. Tanto en los eventos más importantes como en los menos significativos, el afecto y el respeto de los otros son vitales para nuestra felicidad.
Recientemente me reuní con un grupo de científicos estadounidenses que afirmaban que en su país la tasa de enfermedades mentales era muy alta (cerca del 12% de la población). Durante nuestra discusión se hizo evidente que la causa principal de la depresión no es la carencia de bienes materiales sino la deprivación afectiva.
Ahora bien, algo claro se desprende de lo que he discutido hasta aquí: ya sea que estemos o no concientes de ello, desde el día en que nacemos, la necesidad de afecto humano está en nuestra propia sangre. Incluso si el afecto proviene de un animal o de alguien a quien normalmente consideraríamos un enemigo, los niños y los adultos naturalmente gravitamos hacia dicho afecto.
Considero que nadie nace libre de la necesidad de amor. Esto demuestra que aunque algunas escuelas de pensamiento moderno tratan de demostrarlo, los seres humanos no pueden definirse como únicamente materiales. Ningún objeto material, sin importar cuán bello o valioso sea, puede hacernos sentir amados, puesto que nuestra identidad más profunda y nuestro real carácter yacen en la naturaleza subjetiva de la mente.
Desarrollar compasión
Algunos de mis amigos me han dicho que aunque al amor y la compasión son maravillosos y buenos, realmente no son muy relevantes. Nuestro mundo, afirman ellos, no es un lugar en el que dichas creencias tengan mucha influencia o poder. Sostienen que la ira y el odio son una parte tan predominante de la naturaleza humana que la humanidad siempre estará sometida a ellos. No comparto este punto de vista.
Los seres humanos hemos existido en nuestra forma presente por más de cien mil años. Creo que si durante este tiempo la mente humana hubiera estado dominada principalmente por la ira y el odio, nuestra población total habría disminuido. No obstante, a pesar de todas nuestras guerras, encontramos que actualmente nuestra población es mayor que antes. Esto indica claramente que el amor y la compasión prevalecen en el mundo. Esta es la razón por la cual los hechos desagradable son «noticia». Las acciones compasivas son una parte tan importante de nuestra vida diaria que se dan por sentadas y, por lo tanto, en su mayoría se ignoran.
Hasta ahora he discutido los beneficios mentales de la compasión. Sin embargo, ésta también contribuye al bienestar físico. De acuerdo con mi propia experiencia, la estabilidad mental y el bienestar físico se relacionan directamente. Sin lugar a dudas, la ira y la agitación nos hacen más susceptibles a las enfermedades. Si la mente está tranquila y ocupada en pensamientos positivos, el cuerpo no se convertirá en presa fácil de las enfermedades.
Sin embargo, es cierto que todos poseemos una capacidad innata de centrarnos en nosotros mismos que, por supuesto, nos impide amar a otros. En este punto podemos preguntarnos lo siguiente: si deseamos obtener la felicidad que sólo proporciona una mente calmada y si dicha paz mental sólo la da una actitud compasiva, ¿cómo desarrollar este tipo de actitud? Obviamente, no es suficiente con pensar en lo linda que es la compasión. Necesitamos hacer un esfuerzo concertado para desarrollarla. Debemos utilizar todos los sucesos de nuestra cotidianidad para transformar nuestros pensamientos y nuestro comportamiento.
Primero que todo, debemos aclarar qué quiere decir compasión. Muchas formas de sentimiento compasivo se mezclan con el deseo y el apego. Por ejemplo, el amor que los padres sienten por sus hijos con frecuencia se asocia con sus propias necesidades emocionales y, en esa medida, no es del todo compasivo. De nuevo, en el matrimonio, el amor entre esposo y esposa, particularmente al comienzo cuando ninguno conoce al otro completamente, depende más del apego que del amor genuino. Nuestro deseo puede ser tan fuerte que la persona a quien amamos nos parece buena cuando, en efecto, él o ella es muy negativo(a). Además, tendemos a sobredimensionar las cualidades positivas y, por eso, cuando la actitud de nuestra pareja cambia, nos sentimos desilusionados y nuestra actitud también se transforma. Esto nos indica que el amor, en muchos casos, proviene de motivaciones estrictamente personales y no de una preocupación genuina por el otro.
La compasión verdadera no es una respuesta emocional sino un compromiso firme fundado en la razón. Por lo tanto, una actitud verdaderamente compasiva hacia los otros no se modifica incluso si éstos se comportan negativamente. Por supuesto, desarrollar este tipo de compasión no es nada fácil. Para comenzar, consideremos los siguientes hechos:
Sin importar que una persona sea bella y cariñosa o fea y disociadora, en última instancia es un ser humano como nosotros mismos. Al igual que cualquiera de nosotros, desea obtener la felicidad y no desea sufrir. Por lo demás, su derecho a ser feliz y a vencer el sufrimiento es tan legítimo como el nuestro. Ahora bien, cuando reconocemos que todos los seres son iguales en su deseo de ser felices y en su derecho a serlo, automáticamente sentimos empatía y cercanía hacia ellos. Al acostumbrar a nuestra mente a este sentido de altruismo universal, desarrollamos un sentido de responsabilidad por los otros: el deseo de ayudarlos a que superen sus problemas activamente. Este deseo no es selectivo, se aplica a todos por igual. En tanto seres humanos que, como nosotros, experimentan placer y dolor, no hay razón lógica para discriminar entre unos y otros o para alterar nuestra preocupación por ellos si se comportan en forma negativa.
Quiero enfatizar que si tenemos el tiempo y la paciencia suficientes, podremos desarrollar este tipo de compasión. Por supuesto, nuestra capacidad de centrarnos en nosotros mismos, nuestro apego característico al sentimiento de un «yo» autoexistente e independiente, es lo que, fundamentalmente, inhibe nuestra compasión. Ciertamente, la verdadera compasión sólo puede experimentarse cuando se elimina este tipo de aferramiento al yo. Sin embargo, esto no significa que no podamos comenzar a intentarlo ahora.
Cómo empezar
Debemos comenzar deshaciéndonos de los obstáculos más grandes: la ira y el odio. Como todos sabemos, la ira y el odio son dos emociones muy poderosas que si no se controlan pueden tomarse nuestra mente, invadirnos por completo. No obstante, es posible controlarlas.
Teniendo en cuenta lo anterior, para comenzar sería bueno indagar si la ira tiene o no valor. Algunas veces, cuando nos sentimos desanimados a causa de una situación difícil, aparentemente la ira resulta útil en tanto nos proporciona energía, confianza y determinación.
Empero, en este punto debemos examinar cuidadosamente nuestro estado mental. Aunque es cierto que la ira da más energía, si exploramos la naturaleza de esa energía, nos damos cuenta de que es ciega: nunca estamos seguros de si sus efectos van a ser negativos o positivos. Esto sucede porque la ira eclipsa la mejor parte de nuestro cerebro: su racionalidad. Por eso, la energía de la ira casi nunca es confiable. Puede causar una gran cantidad de comportamientos destructivos o desafortunados. Por lo demás, si la ira llega al extremo, nos convertimos en especies de locos que actúan de formas que no sólo son dañinas para nosotros mismos sino para los demás.
No obstante, es posible desarrollar una energía igualmente poderosa con la cual manejar las situaciones difíciles. Esta energía controlada proviene no sólo de una actitud más compasiva sino de la razón y la paciencia, los dos antídotos más poderosos contra la rabia. Desafortunadamente, algunas personas confunden estas cualidades con debilidad. Por mi parte, creo lo contrario, es decir, que estas dos cualidades son signos reales de fortaleza interior. Por naturaleza, la compasión es suave y pacífica, pero también muy poderosa. Inseguros e inestables son quienes pierden fácilmente la paciencia. Desde mi punto de vista, el surgimiento de la ira es un signo directo de debilidad.
Entonces, cuando nos encontremos con un problema, lo primero que tenemos que hacer es ser humildes, mantener una actitud sincera y esperar que el resultado sea justo. Por supuesto, otros pueden querer aprovecharse de nosotros y si nuestra actitud de permanecer desapegados sólo provoca que nos sigan agrediendo injustamente, debemos adoptar una postura fuerte. Sin embargo, debemos hacerlo con compasión y si nos resulta necesario expresar nuestros puntos de vista y tomar medidas fuertes, debemos hacerlo sin rabia y sin mala intención.
Es importante que nos demos cuenta de que aunque nuestros opositores aparentemente nos están haciendo daño, a la postre, su actitud destructiva sólo los perjudicará a ellos mismos. Con el fin de controlar nuestros impulsos egoístas de venganza, debemos recordar nuestro deseo de practicar la compasión y asumir la responsabilidad para ayudar a los otros con el fin de que no sufran las consecuencias de sus propios actos.
De esta forma, en la medida en que escojamos cuidadosamente las acciones que llevemos a cabo, éstas serán más efectivas, más adecuadas y más poderosas. La retaliación con base en la energía ciega de la ira, rara vez da en el blanco.
Amigos y enemigos
Debo enfatizar nuevamente que con sólo pensar en que la compasión, la razón y la paciencia son buenas no es suficiente para desarrollarlas. Debemos esperar los momentos difíciles y, entonces, intentar ponerlas en práctica.
¿Y quién crea las oportunidades? Por supuesto no son nuestros amigos sino nuestros enemigos. Ellos son quienes más problemas nos dan. Por eso, si realmente queremos aprender, debemos considerar a nuestros enemigos como nuestros mejores maestros.
Para quienes apreciamos la compasión y el amor, es esencial la práctica de la tolerancia y, para poder practicar la tolerancia, tenemos que contar con nuestros enemigos. En este sentido, debemos sentir gratitud hacia ellos, ya que son los que más contribuyen a que obtengamos la paz mental. Con frecuencia, tanto en la vida pública como en la privada, cuando las circunstancias cambian, los enemigos se convierten en amigos.
La ira y el odio siempre son dañinos y a no ser que entrenemos nuestra mente y trabajemos duro para reducir su influencia negativa, seguirán molestándonos y haciendo difícil que obtengamos la paz mental. La ira y el odio son nuestros reales enemigos. Esas son las fuerzas que necesitamos confrontar y derrotar, no los «enemigos» temporales que intermitentemente aparecen en nuestra vida.
Por supuesto, es natural y correcto que deseemos tener amigos. A menudo afirmo, en broma, que si queremos ser egoístas, tenemos que ser muy altruistas. Para lograr tener muchos amigos, es necesario preocuparnos por los otros, por su bienestar, ayudarlos, servirles, conseguir más sonrisas. ¿El resultado? ¡Cuando necesitamos ayuda, encontramos miles de personas que quieren ayudarnos! Si, de otro lado, somos negligentes en relación con la felicidad de los demás, en el largo plazo resultaremos derrotados. ¿Es la amistad el resultado de las batallas y las peleas, de la ira, de la envidia y de la competitividad? No creo. Sólo el afecto nos trae amigos genuinos.
En la sociedad materialista de hoy, si tenemos poder y dinero, aparentemente tenemos muchos amigos. Sin embargo, no son amigos de nosotros. Son amigos del dinero y el poder. Cuando perdemos la fortuna y la influencia, nos resulta muy difícil seguirle la pista a estas personas.
El problema reside en que cuando las cosas del mundo marchan bien para nosotros, creemos que podemos manejarlo todo y que no necesitamos amigos. Sin embargo, en la medida en que nuestro estatus y nuestra salud declinan, nos damos cuenta de lo equivocados que estábamos. Ese es el momento en nos enteramos de quién es realmente útil y quién es completamente inútil. En ese sentido, con el fin de prepararnos para ese momento, con el fin de hacer amigos genuinos que nos ayuden cuando lo necesitemos, debemos cultivar el altruismo.
Aunque algunas veces la gente se ríe cuando se lo digo, yo siempre quiero tener más amigos. Me encantan las sonrisas. Debido a esto, tengo el problema de saber cómo hacer más amigos y cómo conseguir, en particular, sonrisas genuinas. Hay muchos tipos de sonrisas: sarcásticas, artificiales y diplomáticas. Muchas sonrisas no producen un sentimiento de satisfacción y algunas veces pueden ocasionar sospechas y miedo. Sin embargo, una sonrisa genuina nos da un sentimiento de frescura ya que es una característica especial de los seres humanos. Si este es el tipo de sonrisas que queremos, nosotros mismos debemos crear las condiciones para que se dé.
La Compasión y el Mundo
Como conclusión, me gustaría extender mis pensamientos más allá del tópico de este escrito breve y señalar algo mucho más amplio: la felicidad individual puede contribuir en forma profunda y efectiva al mejoramiento general de nuestra comunidad humana.
Puesto que todos compartimos la misma necesidad de amor, es posible sentir que cualquier persona que conozcamos, sin importar cuáles sean las circunstancias, es un hermano o una hermana. Hay que ignorar la novedad de su rostro o las diferencias en la forma de vestirse o de comportarse. No existen divisiones significativas entre nosotros y los demás. Centrarnos en las diferencias externas es estúpido, ya que nuestra naturaleza básica es idéntica.
En última instancia, la humanidad es una y este pequeño planeta es nuestro único hogar. Si queremos proteger nuestro hogar, necesitamos experimentar un vívido sentimiento de altruismo universal. Sólo este sentimiento puede hacer que desaparezcan las motivaciones egoístas que hacen que las personas se engañen unas a otras. Si poseemos un corazón sincero y abierto, naturalmente nos autovaloraremos y sentiremos confianza en nosotros mismos. Como consecuencia de lo anterior, ya no sentiremos miedo.
Considero que en todos los niveles de la sociedad, familiares, tribales, nacionales e internacionales, la clave para un mundo más feliz y exitoso es el desarrollo de la compasión. No tenemos que volvernos religiosos ni creer en una ideología. Lo único que necesitamos es desarrollar nuestras cualidades humanas innatas.
Yo intento tratar a todas las personas que conozco como si fueran viejos amigos. Esto me proporciona un sentimiento de felicidad genuina. Es la práctica de la compasión.

Fuentes:

budismouniversal
Blog de rinchengyunden

Tenzin Gyatso: "Buscando un Refugio Interior."

Desde el punto de vista budista, la mente de una persona común está debilitada y distorsionada por la fuerza de los errores y los conflictos emocionales que acarrea en sí misma. Por esta debilidad y distorsión es incapaz de ver las cosas tal y como ellas son. Lo que percibe es una visión deforme y determinada por sus propias neurosis emocionales y sus prejuicios.
El propósito del budismo, como religión, es eliminar de la mente esos elementos distractivos y facilitar así, una percepción válida.
Mientras que tales elementos distorsionantes no hayan sido arrancados de raíz , la percepción de la persona siempre estará empañada. Pero una vez que los errores sean eliminados, el individuo entrará en un estado en el que la realidad es percibida siempre tal y como es.
Entonces, al existir la mente en perfecta sabiduría y liberación, el cuerpo y la palabra fluyen de un modo perfectamente positivo y natural.

Los tibetanos somos afortunados por haber nacido en una sociedad donde el conocimiento espiritual, estaba al alcance y era altamente apreciado. Sin embargo, por el hecho de haber nacido en un medio así, quizá algunas veces lo dimos como garantizado. El mismo Buda dijo: "comprueba mis enseñanzas como un mercader de oro analiza antes de aceptarlo y comprarlo". El Buda enseñó durante un largo tiempo a gentes de todo tipo y nivel de inteligencia. Consecuentemente, cada una de sus enseñanzas debe ser cuidadosamente calibrada en su significación para determinar si es cierta literalmente, o sólo en circunstancias particulares o a seres de limitado entendimiento.
Aceptar cualquier doctrina o aspecto de ella sin analizarla será como construir un castillo sobre hielo. Haciéndolo así, la práctica de la persona permanecerá siempre inestable y carecerá de la fuerza y profundidad necesaria.

También es un error practicar sin un entendimiento y conocimiento de la doctrina. El practicante debe saber muy bien lo que hace y por qué lo hace. Aquellos que somos monjes o monjas, y que dedicamos nuestra vida entera la práctica del Dharma (enseñanzas del Buda), debemos ser muy cuidadosos en practicar inmaculadamente. La Sangha (comunidad de practicantes) es muy importante para la estabilidad de la doctrina, por lo tanto, debemos hacer todo lo posible para emular al mismo Buda. Cualquiera que considere la posibilidad de ordenarse, debe, en primer lugar, pensarlo muy bien; no hay necesidad alguna de hacerse monje, para convertirse en un monje inferior. La Sangha tiene responsabilidad de ser la encarnación de los preceptos. Si lo que en el fondo se desea es continuar viviendo la vida ordinaria, es mejor no hacerse monje, dejar la ordenación para aquellos de mayor inclinación espiritual y practicar simplemente como un laico lo mejor que se pueda.

Todas las religiones del mundo son parecidas, en cuanto que proveen los métodos para cultivar los aspectos positivos de la mente y eliminar los negativos. El budismo es una religión de un carácter particular, de un especial sabor, debido a que, habiéndose desarrollado en la India, cuando ésta era un país de un elevado nivel espiritual y filosófico, presenta tanto un abanico completo de ideas espirituales, como métodos de aproximación racional al desarrollo del espíritu.

Esto es particularmente importante en nuestra era, en la que se concede a la mente racional tal relevancia. Debido a esta faceta de racionalidad, el budismo encuentra muy poca confrontación con el mundo moderno. En verdad, muchos de los hallazgos de la ciencia moderna, tales como los de la física nuclear, que son considerados como nuevos descubrimientos, han sido debatidos hace mucho tiempo en las antiguas escrituras budistas. Debido a que el último consejo de Buda fue que no aceptaran nada por la simple fe, sino mediante la investigación racional. Así el mundo budista ha mantenido muy vivo, dentro de su ámbito, el espíritu de investigación.

Que una persona sea budista o no, viene determinado por si ha tomado refugio o no en las Tres Joyas Budistas (El Buda, El Dharma y La Sangha -la comunidad de practicantes-) de una forma pura, desde lo más profundo de su corazón. Por el mero hecho de recitar oraciones budistas, jugar con rosarios mántricos o caminar alrededor de los templos, no se es budista. Incluso un mono puede ser adiestrado en estas cosas. El Dharma es una cuestión de mente, de espíritu, no de actividades externas. Es por esto que para ser budista, uno debe entender exactamente lo que son las tres Joyas: El Buda, el Dharma y la Sangha, y cómo se relacionan con la propia vida espiritual. Se dice, que el Buda es el maestro, el Dharma es camino y la Sangha los compañeros espirituales que ayudan a recorrerlo.

De estos tres, el más importante para nosotros como individuos, es el Dharma, porque en última instancia sólo nosotros podemos ayudarnos a nosotros mismos. Nadie puede alcanzar la Iluminación por nosotros o cedérnosla. La Iluminación llega para aquellos que practican bien el Dharma, para los que toman el Dharma y lo aplican en el desarrollo de su propio continum mental. De las tres Joyas, es el Dharma el refugio último. Escuchándolo, reflexionando y meditando, nuestras vidas pueden devenir una con él y la Iluminación puede ser una posibilidad inmediata.

La mente de una persona ordinaria es indisciplinada y descontrolada. Para ser capaces de enfrentarnos a prácticas budistas más elevadas, tales como el desarrollo del samadhi o la visión
profunda de la vacuidad, o comprometernos en los métodos yóguicos de los diferentes sistemas tántricos, debemos, primeramente, desarrollar una mente disciplinada. Con refugio y autodisciplina como bases, podremos fácilmente desarrollar una experiencia progresiva en prácticas dhármicas más elevadas. Sin un fundamento de disciplina, las prácticas elevadas no fructificarán. Todos desean practicar las técnicas más elevadas, pero debemos preguntarnos si antes hemos dominado los prerrequisitos elementales, como la disciplina. El objetivo del Refugio es transformar a la persona ordinaria en un Buda. Una vez que esto se ha conseguido, el propósito del refugio ha sido cumplido. En el momento en que nuestra mente deviene Buda, nuestra palabra se convierte en el Dharma y nuestro cuerpo en la Sangha.

La esencia del Dharma es el desarrollo de la mente, ya que todo el Karma negativo y positivo acumulado mediante las acciones de la palabra, el cuerpo, es originado y dirigido por la mente. Si no desarrollamos una alerta consciente de nuestros procesos mentales y la habilidad de cortar las tendencias negativas del pensamiento en el momento mismo en que nacen, veinte años de meditación en una cueva remota serán de muy poco valor. Antes de la cueva, debemos buscar las buenas actitudes mentales y desarrollar la capacidad de vivir de acuerdo con el Dharma. Solamente entonces nuestro retiro en la cueva remota será mejor que al hibernación de un oso. Aquellos que hablan de retiros tántricos mientras que las diez acciones positivas, fundamento del Dharma, están aún remotas, no hacen sino reírse de ellos mismos.

Como humanos somos capaces de obtener la Iluminación en una sola vida. Sin embargo, la vida es corta y la mayor parte de elle ha pasado ya. Debemos preguntarnos cuánto hemos progresado espiritualmente. La muerte puede llegarnos en cualquier momento, y cuando llegue habremos de dejar atrás todo excepto las huellas mentales que nuestras acciones han dejado. Si hemos practicado el Dharma en nuestra existencia, hemos tratado de vivir con las directrices Dhármicas o hemos obtenido realizaciones espirituales, esa energía estará ahí con nosotros. Si por el contrario, nuestra existencia ha sido empleada en la negatividad, la consciencia viajará a mundos futuros y estará inmersa en pensamientos negativos y memorias obsesivas de nuestras andanzas samsáricas.

Ahora que tenemos todavía el poder de practicar el Dharma, debemos hacerlo pura e intensamente. La práctica del Dharma trae la paz para nosotros y para los que nos rodean, e incluso aunque no alcancemos la Iluminación en esta vida, nos proporcionará la joya que satisface todos los deseos, que puede ser llevada a las vidas futuras y ayudarnos en el camino espiritual.

En última instancia, el futuro está en nuestras manos.

La mayoría de las personas hacen los planes más fantásticos para mañana, la semana que viene o el próximo año, pero lo que verdaderamente cuenta es practicar el Dharma aquí y ahora. Si se hace esto, todos los planes serán llevados a cabo. Cuando cultivamos hoy la actividad virtuosa, la ley de la originación dependiente asegura que una corriente de cambio positivo se pone en marcha. Esa es la preciosa característica de la vida humana. La humanidad es capaz de influir dinámicamente en su propio estado futuro mediante la aplicación de la sabiduría discriminativa a todas las actividades del cuerpo, la palabra y la mente. Usar y desarrollar esa sabiduría que distingue correctamente es extraer la esencia misma de la vida humana.

Fuentes:

©Revista de Budismo Sidharta


Dalai Lama: "La educación no debe ser religiosa, ha de ser secular."

"La práctica de la compasión beneficia la salud porque reduce el estrés."

Tenzin Gyatso, el decimocuarto Dalai Lama, líder espiritual del budismo tibetano, a "La Vanguardia" antes de dar una conferencia en el Palau Sant Jordi sobre la felicidad, la necesidad del amor y la compasión. Es premio Nobel de la Paz.

He aquí relajado y cordial, en una suite del hotel Plaza de Barcelona, al dios viviente que con 19 años ya se entrevistaba con Mao. Son muchos decenios viajando contra la dirección de la historia y hoy la causa tibetana, perdidos los apoyos, CIA incluida, depende de lo que hace y dice este hombre de 72 años.

Los seguidores que le esperan en el vestíbulo sugieren un ídolo de masas. Arriba, un séquito reducido y muy profesional, con un secretario que le apunta palabras en inglés. Durante 45 minutos ininterrumpidos -¡un líder sin móvil!- el Dalai Lama habla de lo espiritual como si fuese un jefe de Estado y del poder como si fuese monaguillo. Está vigoroso, remata frases con una carcajada grave y se abrocha las sandalias en plena entrevista. Al final, bendice a los periodistas.

China ocupó violentamente Tíbet en 1959 y desde entonces vive en el exilio de Dharmsala, en las faldas del Himalaya indio. Las negociaciones para una solución pactada con Pekín están rotas desde hace dos años. Él no exige la independencia pero sí una autonomía que mantenga la cultura tibetana y la religión budista sin injerencias de China.

- ¿Hacen los países occidentales lo suficiente para incluir las enseñanzas cívicas del budismo en sus programas educativos?

- Hay enseñanzas como la felicidad, el amor, la tolerancia y la compasión que son comunes a todas las religiones. La educación, en todo caso, ha de ser secular. No debe ser religiosa para que, así, pueda unir a personas de diferentes religiones. Los códigos morales se dan al margen de las religiones. Se basan en el sentido común y también en la ciencia.

- ¿Cómo explica que cada día haya más científicos que se inclinan por el budismo?

- Está demostrado científicamente que la práctica de la compasión beneficia a la salud porque reduce el estrés. No se trata de hablar sobre Dios y la reencarnación, sino de buscar en nuestro interior y ser compasivos. Ayuda a bajar la presión arterial y nuestra salud mejora. Necesitamos un programa educativo, desde la guardería hasta la universidad, que alerte sobre la importancia de la bondad.

- ¿Como vía hacia la paz?

- Para promover la paz mundial debemos insistir en la bondad porque la paz sólo llegará a través de la paz interior. Hay que enseñar a los jóvenes que los conflictos sólo podrán solucionarlos mediante el diálogo. Esto quiere decir la no violencia. Por eso creo que los gobiernos deben esforzarse más por divulgar la educación de la bondad.

- ¿Existe en Occidente una actitud acomodada respecto a las religiones, de manera que cogemos lo que menos cuesta de cada una?

- Es importante mantener las tradiciones. El budismo pertenece a Asia. Pero ciertas personas occidentales encuentran más interesante el budismo. En general, es preferible que cada individuo mantenga su tradición religiosa. Es posible escoger aspectos de varias religiones a nivel superficial, pero es imposible a un nivel más profundo.

- ¿Es posible retomar las negociaciones con China para solucionar el problema tibetano?

- A pesar de que cada día la situación en el interior de Tíbet es más grave por culpa de la opresión china, nosotros estamos comprometidos con una solución que no comporte la independencia sino una amplia autonomía similar a la que ustedes disfrutan aquí en Catalunya, dentro del marco de la democracia y el Estado de derecho. Depende de ellos. Esperamos que muevan ficha.

- El catolicismo crece en China gracias a un entendimiento de facto entre el Gobierno y el Vaticano. ¿Sería ésta una vía para Tíbet?

- Nuestra situación es diferente. El problema del catolicismo en China es su sometimiento al Vaticano. El problema tibetano no tiene que ver con una institución religiosa. Es un problema histórico. Durante mil años Tíbet y China han tenido nombres diferentes. No existe un nombre para englobar a China y Tíbet. Nosotros, los tibetanos, somos diferentes. Los chinos dicen que Tíbet es parte de China, pero no es cierto. Los tibetanos no nos sentimos chinos. Ahora bien, el pasado está pasado, y lo que ahora importa es el futuro. Estamos de acuerdo en que Tíbet permanezca dentro de la República Popular, pero queremos que nuestros recursos naturales y el desarrollo nos beneficien más. Asimismo, exigimos el respeto a nuestra cultura, nuestra lengua y literatura. El budismo tibetano, además, representa la más rica tradición budista. Por todo ello, debemos tener una autonomía con contenido, no como la que hoy tienen otras provincias chinas. Ésta es la clave, los derechos de seis millones de personas, no el retorno del Dalai Lama. No busco recuperar los títulos que tenía antes de 1959. Sólo soy un simple monje budista.

- ¿Cree que los JJ.OO. de Pekín pueden favorecer la causa tibetana?

- Algunos amigos nos dicen que los Juegos son una buena oportunidad para abrir China y conseguir más libertad. Pero no estoy seguro. Veo, por ejemplo, que, hace unos meses, se prometió libre acceso a la prensa internacional, cuando ahora lo que hay son más restricciones.

- ¿Considera que la comunidad internacional debería presionar más a Pekín sobre la situación en Tíbet?

- Hay países como EE. UU. e instituciones como el Parlamento Europeo que, cuando tienen la oportunidad, manifiestan al Gobierno chino sus preocupaciones sobre Tíbet, especialmente sobre los derechos humanos y la libertad religiosa.

- Usted opina que las Naciones Unidas no hacen lo suficiente para defender a Tíbet.

- A principios de los cincuenta apelamos a la ONU. Volvimos a hacerlo en 1959. Conseguimos apoyos suficientes para pasar tres resoluciones (1959, 1961 y 1965). En los setenta entendimos, sin embargo, que era más práctico tratar directamente con China. Tengo una visión crítica de la ONU.

- ¿Piensa que es inútil para la causa tibetana?

- Inútil es una palabra demasiado fuerte, pero responde a los intereses de los gobiernos. Además, ha pasado tres resoluciones y desde un punto de vista moral tiene cierta responsabilidad.

- ¿Se ha convertido la religión en Iraq en una fuerza violenta?

- Ciertas personas del mundo árabe ven con sospecha y desconfianza la influencia de la modernidad occidental. La principal causa de la guerra de Iraq y de los atentados del 11-S es la desconfianza. El mundo árabe ha estado un poco aislado durante siglos. Al contrario que en India o Indonesia, donde ha habido una larga tradición de convivencia religiosa. Con respecto a Iraq y Afganistán, EE.UU. trató de llevar allí la democracia, pero vio que era demasiado complicado. Frente a este fracaso, los ciudadanos se llenaron de emoción, de demasiada emoción y, es por esto que, en nombre de la religión, chiíes y suníes se matan. Es terrible, pero cuando hay tanta emoción, es muy fácil manipular apelando a la religión.

- ¿Aceptaría el pueblo tibetano una solución impuesta desde fuera?

- Si los chinos imponen la democracia en Tíbet, serán recibidos con los brazos abiertos. La democracia es el futuro de Tíbet. Desde hace seis años tenemos un parlamento y un gobierno en el exilio, con un primer ministro. Desde entonces yo estoy semirretirado.

- ¿Es difícil conciliar ser un hombre de Estado y un hombre de fe?

- En absoluto. Creo en la separación entre la religión y el Estado. Antes estaban unidos en Tíbet, pero no es bueno. La libertad tibetana, sin embargo, está muy vinculada con la religión pues sin libertad no puedes practicar el budismo. La lucha por la libertad de Tíbet forma parte de mi práctica religiosa.

- A medida que envejece, ¿aumenta la nostalgia de Lhasa? ¿No le sabría mal no poder regresar?

- No mucho. De veras. No es tan importante. Lo importante es la libertad.




lunes, 25 de agosto de 2008

Presentamos a Tenzin Gyatso

"Sólo soy un monje budista. Tibetano accidentalmente, por el lugar donde nací. Un monje budista que cree firmemente en la libertad y en la no violencia. Trato de ser realista y práctico, para ayudar a la construcción de un mundo más humano y mejor. Un lama es una persona sabia, estudiosa, buena y respetada. Mi primera motivación está dirigida hacia todos los seres vivientes, y en segundo lugar estoy dirigido a ayudar a los tibetanos. Uno de mis principales trabajos es educar a las nuevas generaciones, enseñándoles que el mundo es cada vez más pequeño y los problemas cada vez más globales; recordar a la gente que el amor y la comprensión son las fuerzas capaces de hacer mejores a los hombres."

Tenzin Gyatso es un tibetano que camina ligeramente encorvado y saluda agachando la cabeza y reuniendo las palmas de las manos. Parece que recorre el mundo pidiendo perdón. Su mirada, sin embargo, es firme y directa. Las pupilas le brillan como si fuese un leopardo: parece que puede abrirlas y cerrarlas a voluntad.

En cuanto tiene ocasión aprovecha para sonreír como un chiquillo, y lucir una irregular fila de blanquísimos dientes. Tiene una sonrisa maliciosa, que destaca como un cometa en mitad de una cabeza pelada al uno. La piel, tostada por el sol y el aire de las montañas y llanuras de la vertiente norte del Himalaya, se le arruga en la frente cuando pronuncia la palabra "exilio". Sus modales son suaves, sus palabras precisas y su voz, sorprendentemente sanguínea y recia.No resulta sencillo hacerse a la idea de que este individuo de 62 años, de aspecto frágil y bonachón, sea un puñado de sal en la herida de la todopoderosa China. Su Santidad Tenzin Gyatso, decimocuarto Dalai Lama, es el máximo líder espiritual y político de seis millones de tibetanos. Premio Nobel de la Paz en 1989 por su protesta pacífica contra la invasión de su país, se ha convertido en abanderado de la tolerancia y la no violencia. El Gobierno chino dice que sólo es "un entrometido", y que "interfiere en los asuntos internos del pueblo chino". "Tíbet ha sido desde tiempos inmemoriales territorio de China", afirman los invasores, "y, por tanto, sus asuntos competen total y exclusivamente a este país".

Los seguidores del líder budista, por otro lado, aseguran que es la última reencarnación del espíritu de la compasión, un espejo de perfección, un maestro incomparable, el señor de la merced y de la penetrante visión, la joya que otorga todos los deseos...

Antes de cumplir tres años Tensin Gyatso fue sometido a numerosas pruebas, para ser finalmente reconocido como la reencarnación de Avalokiteshvara, el "señor que mira hacia abajo", el bodhisatva de la compasión infinita. Un bodhisatva es un ser que ha logrado total o parcialmente el estado de iluminación. "Recuerdo que, de pequeño, yo tenía muy mal carácter. Pero con los años, y gracias a un largo entrenamiento mental, he cambiado mucho. Creo...", dice ensayando una carcajada. "Siempre he buscado la paz interior, el encontrarme bien conmigo mismo. Y esa calma interior es útil para la salud física. A través de la meditación uno puede modelar su propia mente".

"¿Tengo aspecto de dios? ¿Podría usted comparar mi aspecto con el del dios occidental? Seguro que sí, que los que dicen eso exageran. Por lo menos si hablamos en términos de un dios occidental. Si hablamos en términos budistas, la cosa cambia: la mayoría de los tibetanos me considera la reencarnación del dios de la compasión. Pero no es comparable el dios todopoderoso de las religiones de Occidente a nuestro Buda."

Cuando cumplió cuatro años fue entronizado en Lhasa, capital de Tíbet, y dos años después se hizo monje y recibió una educación de gran nivel para dirigir el país y cumplir sus funciones religiosas. "Mi vida era muy rutinaria entonces", recuerda. "Estudiaba dos veces al día. Las clases eran de una hora, y el resto del tiempo lo pasaba jugando. A los trece años empecé a estudiar Filosofía, Definición y Debate. Y Caligrafía. Me acostumbré a la rutina. Pero de vez en cuando tenía vacaciones, muy agradables y felices. Recuerdo que mi madre, algunas veces, me traía un pan especial muy grueso y muy rico que hacía ella misma".

En 1949 la rutina se quiebra: China invade Tíbet. Entre el cielo budista y la tierra comunista el joven Dalai Lama recuerda a sus seguidores que la religión que profesan es partidaria de la no violencia, y rechaza cualquier tipo de lucha armada. Plegarias contra fusiles en mitad del siglo XX. Pero no puede evitar que se forme una resistencia, y que las manifestaciones por la libertad sean reprimidas con dureza por el Ejército chino. Hoy se puede hablar de genocidio, con más de un millón de tibetanos muertos y decenas de miles de torturados, encarcelados, desaparecidos y exiliados. "Me reuní varias veces al comienzo de los años cincuenta con Mao Zedong, y me impresionó muchísimo. Parecía un hombre honesto", afirma. "En las largas negociaciones que tuvimos me prometió muchas cosas, pero no cumplió ninguna. Me dijo que habían entrado en Tíbet para ayudarnos a convertir el país en una nación moderna, y que dos décadas después, cuando hubieran finalizado el trabajo, se marcharían. Pero en todos estos años no han hecho nada por los tibetanos: han tratado de destrozar nuestra cultura, nuestra religión, y nos han convertido en uno de los lugares más pobres de Asia. Y no sólo no se han marchado, sino que han intentado establecerse mediante programas especiales, animando a la gente de su país a vivir aquí". En Tíbet, un país con seis millones de habitantes, se han asentado ocho millones de colonos chinos.

Un frío día de marzo de 1959 el último Dalai Lama tuvo que huir, acompañado por 100.00 tibetanos más, al otro lado del Himalaya. Desde entonces vive en el exilio, en la aldea india de Dharamsala.

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El líder espiritual del budismo tibetano Tenzin Gyatso es el XIV y actual Dalai Lama, desde que a la edad de cinco años fue reconocido como la reencarnación de su predecesor, el XIII Dalai Lama; y por consiguiente es la encarnación de Avalokitesvara, el Buda de la Compasión, para más de 14.000.000 de tibetanos y mongoles.

Los budistas tibetanos consideran que los Dalai Lamas son la manifestación del Buda de la Compasión, un ser espiritual que escogió renacer para servir a la humanidad; aunque no es un maestro Buddha sino un Bodhisattva, es el patrono del Tíbet y se cree que, tras su muerte, su conciencia sutil tarda un intervalo de cuarenta y nueve días, por lo menos, para nacer de nuevo en un niño que ya desde su nacimiento puede dar señales de su carácter especial. Avalokiteśvara es una deidad importante para el budismo tibetano y es considerado en las enseñanzas vajrayāna como un buda. En cambio, para las enseñanzas mahāyāna es visto más bien como un bodhisattva de elevado nivel.
Dalai Lama significa "Océano de Sabiduría" y los tibetanos, por lo general, se refieren a Su Santidad como Yeshe Norbu (la Gema que Concede Todos los Deseos), Gyalwa Rinpoché (Precioso Vencedor) o simplemente lo llaman Kundun, la presencia.

Tenzin Gyatso nació el 6 de julio de 1935 en Takster (Amdo), en el este de Tíbet, con el nombre de Lhamo Dondhup. A la edad de cinco años, fue llevado al palacio de Potala, en la capital del Tíbet, para ser proclamado oficialmente líder espiritual.

Un personaje semidivino y mítico, que aúna la supremacía política y el liderazgo espiritual continuado desde el siglo XV por tradición, en el país más inaccesible del mundo.
Su Santidad, el Dalai Lama, vive en el exilio desde hace treinta años. En cierta ocasión comentaba en su tono desapasionado e irónico que le caracteriza, que agradecía enormemente a los chinos el que hubiesen invadido su país, ya que gracias a ello Tibet había salido de su tradicional aislamiento y el Dharma de Enseñanza Budista se había extendido por Occidente.
Él es un científico de la Religión. Un ejemplo vivo de cómo, a veces, el poder material no corrompe: tiene una gran fortuna personal, pero nunca hace ostentaciones y vive como un simple monje tibetano más; siendo un importantísimo iniciado en las más complejas y esotéricas tradiciones del Vajrayana (Budismo Tántrico Tibetano) dedica la mayor parte de su tiempo a defender la causa política de su pueblo, siendo venerado por sus súbditos como la Encarnación Viviente de la Divinidad. Aunque los chinos han cometido un genocidio cultural (tres mil monasterios destruidos) y humano (más de medio millón de tibetanos asesinados) en nombre de la Democracia y la Libertad, el Dalai Lama persiste en una resistencia no violenta frente al invasor. Su visión, realmente democrática, le ha llevado a aprobar una Constitución en el exilio, donde él mismo renunciaría al trono, si dos tercios de la cámara así lo estimaran oportuno. Una Profecía Tibetana afirma, que el XIV Dalai Lama será el último de su estirpe y que entonces el pueblo tibetano perderá a su país y a su Dalai Lama, aunque volverá a recuperarlos a ambos. "Es posible que yo sea el último, pero si permanezco por treinta o cuarenta años más, las cosas tendrán que cambiar. Como budistas creemos que todo fenómeno es pasajero." Que el pueblo tibetano elija o no a un Dalai Lama es, básicamente, cuestión de la utilidad que preste el Dalai Lama como institución.
Por el momento, el Dalai Lama es muy importante para el Tibet y mi responsabilidad consiste en cumplir mi función lo mejor posible. El Dalai Lama es simplemente un individuo.
Ni el Tibet es el Dalai Lama ni el Dalai Lama es el Tibet... Pero, en cuanto a la cuestión de mi propio renacimiento como Bodhisatva, mientras haya sufrimiento en el mundo he de volver.
Que vuelva como Dalai Lama o no, es una cuestión que carece de importancia."

Buda dijo en una ocasión: "El que pregunta se confunde, el que responde se confunde".

"En el budismo todo suele depender del punto de vista y del enfoque, por lo tanto es peligroso hacer declaraciones definitivas. La gente me pregunta: ¿Puede el budismo ofrecer refugio, en este tiempo convulso que vivimos, a todo el mundo? Yo sólo puedo decir que depende de su actitud, de sus necesidades y de su capacidad de disciplina y estudio. Y que la cultura de Tíbet tiene un potencial aplicable no sólo a las relaciones entre personas, sino también en las relaciones con los animales, con el medio ambiente, y con nosotros mismos."


viernes, 22 de agosto de 2008

Raimon Samsó: "El éxito es una ciencia predecible."

Publica "Cita en la cima" (Obelisco), un libro que subraya que el éxito es una ciencia predecible.
Asegura que cuando somos capaces de hacer realidad un sueño,
el sueño se cumple.



--O sea, que si queremos, nos podemos doblar el sueldo.
--Usted puede doblar el sueldo. Yo lo hago. Estamos programados para ciertas cifras. Cobrar más allá de determinada cifra nos parece ciencia ficción. Pero una vez que asumimos esa nueva cifra, nos extraña no haberla asumido antes. Uno se puede programar mentalmente para ganar una cantidad semanal o anual.

--Pues me programo rápidamente. ¿Qué quiere decir?
--Cuando uno piensa en la cifra, cuando la interioriza, el subconsciente empieza a buscar fuentes de dinero para sumar esa cifra.

--O bien trabaja el doble.
--No hablo de trabajar más, sino mejor. Trabajar inteligentemente. Trabajar según la ley de la atracción. Es decir, enfocado hacia lo que quieres.

--Afirma usted que en nuestro país, contrariamente a lo que se dice, hay pocos emprendedores.
--En la cultura anglosajona hay una actitud más emprendedora. Tenemos que ser emprendedores de nuestras propias vidas, líderes de nosotros mismos. Mi libro se titula Cita en la cima porque las personas no conquistamos ninguna montaña, nos conquistamos a nosotros mismos cuando la subimos.

--Si el lector quiere doblar su sueldo, ¿qué le aconseja?
--Le aconsejo coger un boli y anotar en un bloc la cifra que desea ingresar mensual o anualmente. En el centro de la página. A partir de ahí, tiene que consignar las fuentes de ingresos que tiene en la actualidad y las que aún no tiene, pero que son necesarias para llegar a esa cifra deseada. Al lado de cada fuente pone una cifra. Es decir, redistribuye la cifra total y la presupuesta en las diferentes fuentes de ingresos. Y al lado de esa cifra pone una fecha.

--¿Y por arte de magia cobrará el doble?
--Ahora ya tiene un plan. La mayoría de sueños fracasan por no tener un plan. Cuando lo tienes, trabajar en él se convierte en una cuestión de Estado. Hay que empezar a hacer cosas. Y si nos centramos en el plan, el dinero llegará. Usted detectará y atraerá oportunidades para generar esa fuente de ingresos.

--Se trata de pensar diferente.
--Mucha gente no hace nada para ganar más dinero, y en cambio, lo pide. Les aconsejo que se pregunten qué valor están ofreciendo ellos al mundo para que el mundo les retribuya en correspondencia. De entrada, tenemos que pensar en lo que ofrecemos a nuestra empresa, no en lo que recibimos. Mucha gente no tiene un sueldo mejor porque no incrementa el valor de lo que ofrece. Si aumentas el valor de lo que haces, es inevitable tener un mejor sueldo.

--¿Y el riesgo?
--Es una regla del juego. No hay peor pérdida que no atreverse a hacer algo distinto para lograr algo diferente. No hay nada que temer, y nada que perder. Muchos dicen que más vale malo conocido que bueno por conocer. Y yo digo: "Peor para ellos".

--Cuando nos gusta lo que hacemos, el trabajo es amor en acción.
--Si haces algo que no amas, te condenas a una vida muy decepcionante. Que cada persona encuentre su pasión, cree alrededor de eso un servicio a los demás, y seguro que será bien remunerado.

--¿Y si por el camino hay miedo?
--El miedo es una fantasía, una ilusión. Un límite supuesto. Cuando uno empieza a actuar, se da cuenta de que el miedo solo existe en su mente. No hay nada en el mundo a lo que podamos llamar miedo. El miedo solo está en nuestras cabezas.

--¡Qué fácil lo pinta! Borges diría que ha hecho usted una gran frase.
--Hay que actuar. Uno puede ser compañero del miedo. Los valientes tienen tanto miedo como cualquiera, pero su miedo no les impide pasar a la acción. El primer paso es visualizar lo que queremos hacer. El cerebro no distingue entre realidad e imaginación. Nuestro subconsciente, cuando tiene una imagen, sea real o soñada, la toma por verdadera. Y empieza a construir realidad en torno a esa verdad.

--El ejemplo más utilizado en psicología es el de los deportistas.
--Sí, se le llama juego interior. Un deportista no puede ganar el partido si antes, interiormente, no se concede el poder de ganar ese partido. Si no lo hace, sale a la cancha derrotado interiormente, y pierde. Es bueno visualizar la victoria.

--Luego está su amigo, el gerente cósmico.
--Otros le llaman Dios, destino o propósito. Te das cuenta de que trabajando a solas consigues poco, ves que al delegar la parte más difícil, aquella que no sabes hacer, a quien yo llamo el gerente cósmico, las cosas ocurren fácilmente. Son la inteligencia del universo, las sincronías, las casualidades inteligentes que hacen todo lo que yo, aun proponiéndomelo, sería incapaz de hacer. Yo hago mi parte y el gerente cósmico, el resto. Nunca falla.

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Alejandro Jodorowsky: "La felicidad está en tus huesos."

Vive en París y dio una conferencia en Barcelona invitado por el salón Magic International.


--Está usted a punto de subir al escenario.
--No. Bajaré al escenario. Mi alma bajará y mi cuerpo subirá. Me haré nada. Cuando yo subo al escenario, mi cuerpo sube, pero mi alma se hace nada.

--O sea, no tiene usted ego.
--Todo el mundo tiene ego. Lo que pasa es que lo tengo domado, que es diferente. No me guía el ego: me empuja por detrás.

--En el escenario, es usted (con perdón) un poco payaso.
--Ser payaso significa emplear lo cómico. Wittgenstein dijo: "El saber y la risa se confunden". Cuando los monjes zen se iluminan, lanzan enormes carcajadas. La risa búdica es una maravilla. Ahora, la risa búdica se diferencia de la risa común en que, cuando tú te ríes de algo, la risa es como una crítica, pero cuando te ríes de forma búdica no te ríes de nada, te ríes de felicidad. Al principio fue el verbo. El verbo no es una palabra. Es un sonido: el de una carcajada divina. El universo es una gran carcajada divina.

--¿Dónde está la felicidad?
--La felicidad está en tus huesos. Cuando te metes en tu esqueleto y empiezas a sentir la médula de tus huesos, la médula de tus huesos es completamente feliz. Somos felices, completamente felices. Lo que pasa es que no nos damos cuenta.

--¿Qué es el dios interior?
--Si tú estás vivo es porque tu hígado funciona, aparte de tus otras vísceras. ¿Qué hace funcionar tu hígado? ¿Dónde está la programación de tu muerte? ¿Dónde está el proceso de envejecimiento? Somos una máquina programada. El centro que nos programa se llama dios interior. Te puede dar vida y te puede matar. También puede ser demonio interior, si lo usas mal. Es una energía. Según cómo la uses, así es. Si la usas para tu construcción, es tu dios interior. Somos energía en acción. Dime qué energía usas y te diré cómo eres.

--Usted la usa bien. Tiene casi 80 años y se le ve bien.
--No voy a hablar de mí. Si te digo que la uso bien, soy un pretencioso, y si te digo que no, soy una pobre ave. Esa pregunta no la contesto. Un terapeuta no habla nunca en nombre de sí mismo. Ni cura en su propio nombre. La diferencia entre la terapia y algunos brujitos de este salón es que los brujitos curan en su nombre, y se sienten genios, iluminados. Pero un verdadero terapeuta cura en nombre de otro. Hasta Cristo curó en nombre de su padre.

--¿Por qué afirma usted que a una pareja que hace el amor no la puede casar un cura que se masturba?
--No puede. ¿Quién casa a una pareja? Se casan ellos mismos. El otro es un símbolo, nada más. Los puede casar un perro. Yo casé a Marilyn Manson. Imagínate. ¿Qué pasó? Nada. Se divorciaron al mes. A una pareja solo la casa el amor, un verdadero y profundo amor. Ese es el sacerdote. Cualquiera puede adoptar ese símbolo. Ahora, sería maravilloso que un cura casara a la pareja masturbándose en público. Eso sí me gustaría. El esperma es sagrado.

--A amar, ¿se aprende?
--Todos los sentimientos sublimes están en uno: el amor profundo, incluso la iluminación. Uno aprende a despejar las nubes, los sentimientos adquiridos por la sociedad, la familia y la cultura. Esos sentimientos no son los sentimientos reales de uno. Para amar, uno tiene que aprender a amar en el sentido de dejar circular lo que está estancado. Dar fluidez al sentimiento y dejarlo expresarse. A abrir los límites se aprende: a no tener vergüenza de amar, a no tener vergüenza de lo sublime.

--¿Cómo se aprende?
--Aprender es aceptar el cambio. No hay una verdad que se te dé: el saber son elementos que te ayudan a desarrollar la conciencia.

--¿Qué es la magia?
--Un arte que no trabaja con conceptos, sino con sonidos esenciales del universo que no capta el oído, sino el alma. Sonidos mudos de otras dimensiones. La ruptura absoluta con lo racional.

--Estamos llegando al final de una era marcada por la razón.
--Sí. A partir de la bomba atómica cambió el mundo y se rompió el pensamiento racional. Todo es para bien. Pasamos a otra era. Pero tampoco estamos en una era irracional, sino en una era suprarracional. Estamos abriendo nuevos caminos a lo racional, porque existen el inconsciente y el supraconsciente. El oscuro inconsciente tiene que ver con el pasado y el supraconsciente tiene que ver con los planes de futuro. Porque hay planes para nosotros. Si no, no estaríamos aquí.

--¿Cuáles son mis planes de futuro?
--Estás aquí para que un día uses todo tu cerebro. Para que un día unas todas tus células cerebrales. Para que un día conozcas todo el universo. Para que un día seas inmortal. Y para que un día te transformes en la conciencia de este universo. Para esto estás aquí.

--Menudo trabajo. Si lo sé no vengo.

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Sam Wang: "Todavía no sabemos por qué soñamos."

Este joven profesor de la universidad de Princeton publica junto
a Sandra Aamodt "Entra en tu cerebro" (
Ediciones B), donde certifica que dentro de nuestra cabeza habita el caos.


--¿Por qué soy despistado?
--No se preocupe. Yo también lo soy, y mucho.

--¿Tiene algo que ver con la edad?
--Sí, pero sobre todo se debe a que tenemos cosas más importantes en las que pensar.

--¿Por qué perdemos las llaves del coche pero nunca olvidamos cómo conducir?
--Nuestro cerebro no es como un ordenador, que solo tiene un tipo de memoria. Nuestro cerebro tiene seis o siete tipos de memorias en las que almacenamos cosas distintas.

--¿Las llaves?
--Las llaves las almacenaríamos en el hipocampo, porque dónde hemos dejado las llaves es un acontecimiento reciente. Esta zona, por cierto, empieza a reducir su capacidad de retención a partir de los 30 años.

--¿Y dónde se almacena la capacidad de conducir?
--Estos aprendizajes se almacenan en otro tipo de memorias más resistentes al paso del tiempo.

--¿Está preparado el cerebro para recibir los muchos estímulos de la sociedad actual?
--El cerebro es producto de la evolución de miles de años y se fue formando y adaptando a la vida de grupos reducidos, de pequeñas comunidades en África. Por el contrario, la evolución cultural ha sido muy rápida y el cerebro se ha adaptado a ella como ha podido. Las operaciones matemáticas, por ejemplo, no estaban al comienzo de la evolución.

--Insisto: ¿No son demasiados estímulos a lo largo del día?
--Pues sí.

--¿Los tendríamos que limitar?
--En el caso de los niños, seguro. Sobre todo los niños de menos de 2 años. No es bueno que estén delante del televisor. Reciben un número de impactos excesivo para su cerebro.

--¿Los videojuegos son buenos?
--Pueden ayudar a la hora de aprender a cambiar de tarea o de hacer muchas tareas a la vez, pero yo recomiendo dosis moderadas de internet y televisión. Quizá es que, a mis 40 años, me estoy haciendo viejo.

--¿Por qué soñamos?
--Los científicos todavía no sabemos por qué soñamos. Sabemos que los sueños alteran nuestra percepción y que el cerebro envía señales al cuerpo para que no movilice los músculos mientras soñamos. ¡Ah! y también sabemos que los sueños ayudan a consolidar los recuerdos: en realidad, lo que soñamos son cosas que nos han pasado.

--Pues nos pasan cosas muy raras.
--Bueno, hay una distorsión. Piense que hemos estudiado a fondo lo que sueñan los animales y siempre son cosas que les suceden. Los gatos sueñan que cazan; los pájaros, en sus sueños, cantan, y las ratas pasan por laberintos, que en realidad son las pruebas que les ponemos para investigarlas en el laboratorio.

--¿Por qué nuestro cerebro no nos ayuda a adelgazar?
--Durante muchos periodos de la historia su objetivo era almacenar. Hay partes del cerebro que le dicen al cuerpo que adelgace y otras que engorde. Suelen ganar las que quieren que engordemos.

--¿Lo podemos engañar para perder peso?
--Sí. Enviándole señales de que ya estamos satisfechos y comiendo regularmente, pero con pocas grasas.

--¿El cerebro es nuestro amigo?
--Sí, definitivamente. Está para ayudarnos a sobrevivir.

--¿Dónde está situada la conciencia de los seres humanos?
--Si se refiere al razonamiento moral, se trata de una combinación de zonas del cerebro. En la zona frontal del córtex es donde se sitúa la capacidad de juicio crítico, de discernir entre lo que está bien y lo que está mal. Se ha comprobado que ciertas personas que tienen dañadas estas partes frontales son capaces de distinguir lo que está bien y lo que está mal, pero incapaces de tomar la decisión adecuada. O sea, que hay varias partes implicadas.

--Tenemos la sensación de que nuestro yo está en algún punto del cerebro. ¿Qué es para usted el yo?
--Es una pregunta excelente. El sentido del yo se sitúa en distintas capas del cerebro. Hay una, digamos, capa superior que es la que busca una razón para todo aquello que hacemos. Es una especie de narrador. Supongo que es eso a lo que se refiere.

--Sí. Lo oigo todo el día.
--Eso es porque necesitamos contarnos una historia con todo lo que nos va sucediendo.

--Una retransmisión en directo.
--Sí, aunque a veces esa retransmisión es un poco lenta. Cuando alguien nos da un golpe, pongamos, en el brazo, nuestro cerebro tarda medio segundo en enterarse. Hay un intervalo entre la experiencia y la conciencia de aquella experiencia. El cerebro nos engaña y nuestra percepción del tiempo es distinta a lo que ha sucedido en realidad.

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Elsa Punset: "La felicidad hay que ganársela."

Publica el libro "Brújula para navegantes emocionales" (Aguilar).
Sostiene que las emociones no son buenas ni malas, sino útiles o perjudiciales.



--La OMS prevé que un 20% de la población sufrirá transtornos psicológicos en el 2020. ¿Qué está fallando?
--Nos hemos fijado en el bienestar físico de las personas, en el desarrollo intelectual y no hemos dado ninguna importancia al desarrollo emocional. Y además creíamos equivocadamente que el cerebro no era plástico: ahora sabemos que nunca es tarde para cambiar nuestros patrones emocionales, para comprender nuestras vidas y transformarlas.

--¿Cómo?
--Es el viejo "Conócete a ti mismo" de los griegos; solo que ellos no nos decían cómo. Se trata de conocer y gestionar nuestros mecanismos emocionales. O sea, lo contrario del control y la represión emocionales que ejercíamos hasta ahora.

--La escuela podría hacer mucho al respecto.
--Exacto. En el terreno del amor, por ejemplo, a los adolescentes solo se les habla de sexo. En eso consiste su pobre educación afectiva.

--No se les explica cómo amar mejor.
--Una de las grandes debilidades de la educación es que, a pesar de que sabemos que en nuestra tasa de felicidad las relaciones afectivas son el elemento más determinante, en la escuela no se explica qué significa amar y cómo se puede amar mejor. Hemos puesto el amor dentro del saco negro de las emociones, y es algo que nos ocurre. Sin embargo hay unas reglas del amor, unas pautas. Y no hablamos de nada de eso. Tapamos las emociones por pudor y desconocimiento.

--¿Estamos programados para ser felices?
--No, no estamos programados para ser felices, sino para sobrevivir. Es algo que debería cambiar nuestra forma de enfocar la vida diaria, el saber que nuestro cerebro lo que hace es prepararse para defenderse de cualquier amenaza exterior. Y nuestro cerebro es prodigioso, y dado a la imaginación.

--Por eso no solo nos asustan las amenazas reales, ¿no?
--Nos asustan también las amenazas imaginarias, con lo cual tendemos a estar a la defensiva. Ni nos damos cuenta de que estamos bien, porque para el cerebro es normal. Es como si dijera: "Está bien, pues no se lo recuerdo". Por eso hay que saborear conscientemente las emociones positivas. Una de las paradojas más curiosas de las emociones positivas es que, para sentirlas, hay que recrearse en ellas de manera deliberada. La felicidad hay que ganársela.

--Los animales no se inventan el miedo.
--El miedo nos condiciona excesivamente. La cebra está pastando tranquilamente, hasta que se le aparece el león. Antes, ni se preocupa. Aparece el león y lo único que le importa es huir, porque es una lucha a vida o muerte. Pero, si sobrevive, una vez que el león desaparece, sigue tan contenta.
--A los humanos eso no les ocurre.
--Los humanos nos preocupamos por todo. "¿Llegaré a fin de mes? ¿Me dejará mi marido? ¿Les pasará algo a mis hijos?". Nos atrincheramos en nuestros miedos.

--Y en la ira.
--Tenemos que aprender a gestionar la ira, porque así se funda la justicia social. Eso nos enseña a no ser pasivos, a defender lo que queremos. No podemos agredir a los demás con nuestra ira. Tenemos que lograr expresarla de forma razonable y constructiva, y esto es parte de la gestión emocional que deberíamos aprender desde pequeños. Y los adultos que no lo hemos aprendido tendríamos que hacerlo.

--Hasta hace pocos años, todo eso lo hacían por nosotros.
--Es que había unas estructuras sociales y religiosas muy rígidas. Todos las acatábamos. Cuando nacíamos, nos decían qué lugar debíamos ocupar en el mundo y cómo controlar --que no gestionar-- nuestras emociones. Y es bonito que la gente hoy en día, ante el derrumbe de estas estructuras sociales, se esté viendo obligada a tomar sus vidas en mano. Y además se ha duplicado la esperanza de vida.

--Hay más tiempo.
--Ya no se trata de sobrevivir, sino de vivir bien. Y nuestras emociones colorean nuestro comportamiento minuto a minuto.

--¿Cómo educa a sus hijas, de 3 y 6 años?
--A veces me emociona ver el grado de madurez emocional que tiene mi hija mayor, Àlex. La madurez emocional que ella tiene yo tardé muchos años en adquirirla. Y en parte es porque desde que es muy pequeña le doy herramientas. Por ejemplo, cómo enfrentarse a la tristeza. No le digo que debe huir de ella, distraerse. Intento explicarle que es una emoción normal, que le surgirá a lo largo de su vida. El niño, por falta experiencia vital, suele tener miedo de las emociones. Si sus padres intentan distraerles, piensan que hay algo malo en sentirlas. Todo lo contrario.

Fuentes:

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Oriol y Mary Pujol: "Lo que aceptas se transforma."

Antes, Oriol Pujol era jesuita.
Trabajan con la mente subconsciente y la Programación Neurolingüística (PNL).


--Usted, Oriol, trabaja con el subconsciente. ¿Le pide cosas?
O. P.--Cada día, sin falta. Antes de ir a dormir.

--¿Y qué le pide?
O. P.--En primer lugar, salud. Después, dinero. Que el subconsciente se ocupe de la economía, porque Mary y yo vivimos como si viajásemos en un barco de vela. Si sopla el viento, perfecto. Y, si no, remamos. Por último le pido éxito, en el sentido de que todo vaya bien ese día.

--¿Y cómo se lo pide?
O. P.--Yo le hablo a mi subconsciente tal cual, antes de ir a dormir. Hace poco le dije: "Oye, a ver si me quitas el dolor en el cuello". Y al día siguiente el dolor había desaparecido. También me curó el estreñimiento. Y un dolor en la pierna.

--Y sus alumnos, ¿qué le encargan al subconsciente?
O. P.--Al principio le suelen encargar cosas personales. Por ejemplo, objetos perdidos. Uno de los alumnos, por ejemplo, trabaja en la Generalitat y extravió unos apuntes. Encargó al subconsciente recuperarlos, y al día siguiente se acordó de que se los había dejado en el bar donde va a desayunar. Y los recuperó.
M. P.--Hay alumnos que tienen insomnio, por ejemplo, hablan con el subconsciente, y al día siguiente duermen siete u ocho horas. Fue sorprendente el caso de un chico al que le dejó la novia. Estaba muy triste. Habló con el subconsciente, la tristeza se fue y ya tiene otra novia.

--Menudo trabajo, el pobre subconsciente. ¿No falla nunca?
O. P.--El que falla soy yo, porque dudo. Y cuando hay dudas hay miedos.

--En el fondo estamos hablando de un monólogo interior. El subconsciente es usted.
O. P.--Digamos que es una parte muy importante de mí.

--Usted era jesuita.
O. P.--Sí, hace muchos años.

--Y se fue a la India.
O. P.--Hace 60 años que vivo en Goa.

--Dejó de ser jesuita.
O. P.--Me enamoré de Mary.

--¿Se ha planteado si el subconsciente al que habla es Dios?
O. P.--No es necesario creer en Dios. Hablar con el subconsciente funciona.

--¿Y usted, Mary, cómo definiría lo que llaman el subconsciente?
M. P.--Es imposible explicar el subconsciente con conceptos porque sobrepasa la razón. Tiene que ver con la intuición, con una parte sagrada.

--Afirma que contribuyó a curar a su madre a distancia.
M. P.--Hace justo un año estaba en Barcelona y mi hermana me mandó un e-mail desde la India diciéndome que mi madre estaba muy enferma. No hablaba, no comía y dormía siempre. Dediqué un día a estar conmigo misma, para conseguir paz y tranquilidad y conectar con el amor que sentía por mi madre. Y, cuando percibí ese amor, que es como una luz, una energía muy grande, digamos que se lo envié a mi madre.

--¿Funcionó?
M. P.--Al día siguiente llamé a la India y mi hermana me informó de que mi madre había mejorado. Al cabo de dos días pude hablar con ella. Se había recuperado.

--Queda claro que usted cree en la curación a distancia...
M. P.--Así es. Pero antes tienes que estar muy centrada, enfocada en ti.

--¿Qué les dicen a los ejecutivos que quieren librarse del estrés?
O. P.--Que ellos mismos se fabrican el estrés a través del miedo, la angustia y la competitividad. Lo importante es descubrir cuál es el sentimiento que nos agarra, para eliminarlo.

--Hablan como si todo se pudiera cambiar...
O. P.--¡Es que todo se puede cambiar! Aquello a lo que te resistes, persiste. Lo que aceptas, se transforma. Esta aceptación es muy sutil. Yo, por ejemplo, le digo a Mary: "Tienes conductas que despiertan mi ilusión, continúa con ellas". Pero también le digo: "Tienes otras conductas que me hacen cosquillas, que me despiertan desánimo y miedo". Si yo le pido que las cambie, no las acepto. Pero si yo acepto a Mary como es, y le digo que cambie solo si ella quiere, entonces ella cambia.
M. P.--Es importante que la persona quiera cambiar. Sin condiciones.

--¿Podrían dar algún ejemplo de este tipo de cambio?
O. P.--Una alumna se veía muy gorda. Tenía adicción al chocolate. Con un ejercicio de Programación Neurolingüística lo aborreció al instante y, al poco tiempo, adelgazó.

--¿Y cómo combatir el miedo, a lo que sea?
O. P.--Hay que buscar el miedo central, de origen, que probablemente se gestó entre tus 0 y 5 años. Si combatimos el miedo central, los otros desaparecen. Con ese método, el amigo Ferran Ramon-Cortés perdió el miedo a ir en avión.

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jueves, 21 de agosto de 2008

Maria Mercè Conangla: "Las personas que destacan ofenden"

Publica, junto a Jaume Soler, "Sin ánimo de ofender" (Integral), un libro que propone practicar la humildad para dejar de sentirnos tan ofendidos por todo.


--¿Qué es una ofensa?
--Un contaminante emocional de elevada toxicidad. Tiene como punto de partida algo que uno percibe como una agresión, aunque no todas las agresiones acaban en ofensa.

--Hay personas que se ofenden con facilidad...
--Normalmente, es gente con un ego inflado. No está satisfecha con su proyecto de vida e intenta buscar culpables fuera. Así no asume la responsabilidad de hacer cambios.

--¿Qué tengo que hacer para no ofender?
--Es imposible pasar por la vida sin dejar ofendidos e intentado cumplir las expectativas de todo el mundo. Tenemos que intentar vivir en coherencia con lo que somos y nuestro proyecto. Eso sí, podemos mejorar nuestras competencias emocionales. Pero quien busca motivos para ofenderse, siempre los va a encontrar.

--Ofensa y envidia van de la mano.
--Sí. Cuando alguien tiene una expectativa de lo que quisiera en su vida y no se cumple y, en cambio, a alguien cercano aquello le está funcionando bien, se siente ofendido y aparece la envidia.

--También aparece en los amigos.
--Según Nietzsche, el buen amigo se reconoce porque es capaz de compartir tu alegría. Cuando uno está mal, encuentra fácilmente amigos con los que compartir su pena, porque se establece una relación de poder. El que ayuda se siente más fuerte: "Me das pena", piensa. Una buena señal de madurez es no sentir envidia cuando esa persona pasa por un buen momento.

--Y, si en vez de ser amigo, es enemigo, empieza el rumor y la destrucción.
--Piensan: "Eso tenía que ser para mí". O bien le quitan mérito: "Eso se lo han regalado". Lo viven como injusto, o como una agresión a su ego. Si la persona no es madura, reacciona agrediendo o minimizando los logros del otro.

--Oliver Stone dijo: "Mi obra dejará muchos ofendidos porque es poderosa".
--Las personas que destacan, ofenden. Cuando aparece una gran figura, todos los necios se conjuran en su contra. Son un espejo en el que ven reflejada su propia incapacidad.

--La masa suele ser conservadora.
--La masa y el individuo. Cuanto más inseguros nos sentimos, más nos agarramos a las certezas. Tenemos que trabajar el pensamiento flexible e intentar ver las cosas desde distintos ángulos para comprender mejor que no todo lo que hacen los demás tiene que ver con nosotros, o se hace contra nosotros. No somos tan importantes.

--Nos falta humildad.
--Es uno de los valores importantes para gestionar la ofensa. Cuando uno es muy narcisista, muy egocéntrico, cualquier gesto, comentario, cree que tiene que ver con él. Pero no somos el centro del mundo.

--Pues nuestra clase política tiene algo de narcisista, porque se ofende con mucha facilidad.
--Sí. Lo que somos nosotros, eso es el mundo. Cuando me siento herido o menospreciado y no sé qué hacer con este caos, lo más fácil es volcar la basura emocional hacia afuera y empezar a contaminar a los demás. Las luchas de poder, territoriales, entre comunidades, e incluso la violencia de género tienen que ver con la ofensa. A veces se transmite de generación en generación. Y, sin saber la causa, la última generación hereda el caos y la aversión a un colectivo.

--¿Qué podemos hacer para no tener tanta basura emocional?
--Gandhi se preguntaba: "Si cada día nos arreglamos el cabello, ¿por qué no hacemos lo mismo con el corazón?". Nadie tiene el poder de ofendernos si no se lo concedemos. Einstein decía que hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Es importante la educación emocional, educar y proteger creando una buena autoestima, que no tiene nada que ver con el orgullo y la soberbia. Es una gran vacuna no dañarnos a nosotros ni a los demás.

--Si me ofendo, ¿cómo puedo manifestarlo?
--Todos nos ofendemos, y no tenemos que cargar con el peso de la ofensa. Lo recomendable sería canalizar esas emociones negativas en seguida: la inseguridad, la sensación de desprecio, el resentimiento. Y aprender de la situación algo que nos sirva para mejorar. Y, si es preciso, hacer una devolución a esa persona, pero siempre desde el yo.

--¿Qué quiere decir?
--Es diferente decir al otro "me estás ofendiendo" o "calla, eres muy agresivo", que decirle "cuando me has hablado así, me he sentido herido".

--Y, quizá, con un poco de suerte, el otro nos pida perdón.
--Sí, lo que pasa es que ahora se utiliza el perdón como pretexto. Woody Allen dice: "Lo que más odio es que pidan perdón antes de pisarme". O sea, que el perdón se utiliza como muletilla antes de herir. Perdona pero... y luego va el dardo.

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Fidel Amat: "Me moría de dolor, y me puse a reír."

Imparte por toda España talleres sobre la fuerza de la risa,
y él mismo se ha aplicado su propio remedio cuando ha estado a punto de morir.


--Háblenos de la fuerza de la risa.
--A lo largo de mi vida he visto la muerte de cerca en dos ocasiones. La primera fue en Montgat, bajando las escaleras de una pequeña montaña. Todavía no sé como, pero perdí pie y acabé bajando parte de aquellos 120 escalones de golpe, cada vez más rápido, sin poder apoyarme en ningún sitio. Al tocar el suelo, salí disparado y pegué con la cabeza contra la pared. Ahí me quedé.

--¿Y resucitó?
--Casi. Había tres obreros que trabajaban por allí y que vinieron a auxiliarme, y mientras me ponían papel en la cabeza, porque sangraba por todos lados, oí que uno de ellos decía: "¡Hostia, qué palo se ha metido! Se ha dejado hasta un mechón de pelo pegado en la pared". Yo tenía fractura de cráneo, pero se me ocurrió decirle: "No lo toques, que cuando salga del hospital lo agarraré y me lo volveré a poner". Y todos empezamos a reír. Me estaba muriendo de dolor, y me puse a reír.

--Tiene mérito.
--Automáticamente, sentí una disminución del dolor. No solo del dolor de la cabeza, sino del de la mano, porque también me había roto la muñeca izquierda. Cuando llegué al hospital, el médico me dijo: "¡Tranquilo, que en la cabeza no tiene nada!". Y le respondí. "¿Qué quiere decir, que estoy hueco?". Y otra vez reí, y volvió a disminuir el dolor.

--Tuvo usted que dejar de practicar su gran pasión, el kendo.
--Sí, desde pequeño practicaba las artes marciales. Las cambié por la esgrima, porque te permite tener la mano izquierda en la espalda. Y después tuve mi segundo encuentro con la muerte. Sufrí un infarto, y quedé con medio corazón muerto. El lado izquierdo de mi corazón dejó de funcionar. Al principio me sentí muy mal, con la espada de Damocles encima, pero no podía deprimirme y experimentar emociones negativas, porque eso sería peor. La cardióloga me dijo que no podría practicar esgrima. Sin embargo, encontré la solución: ahora soy árbitro de esgrima, de la Federació Catalana. Y me siento muy feliz. Tengo 70 años, pero trato de ocupar mi tiempo para sentirme útil y positivo. Uno tiene que intentar que los demás se sientan felices.

--Usted imparte clases sobre la fuerza de la risa a cuidadores de enfermos de alzhéimer.
--Efectivamente. Les ofrecemos herramientas para que puedan afrontar el estrés que produce estar con estos enfermos, porque desgasta mucho. Mucha gente se confunde y se piensa que vamos a contarles chistes, y no es así. Simplemente explicamos cuál es el poder que ejerce la risa sobre el cuerpo humano, tanto desde el punto de vista psicológico como del físico.

--¿De dónde nace la idea?
--De Norman Cousins. Su caso es muy conocido. Le habían diagnosticado una enfermedad incurable y, cansado de la vida hospitalaria, empezó a leer tebeos y películas y a reír como un loco, hasta que se curó.

--¿Por qué la risa es un anestésico?
--Porque al reírnos nuestro encéfalo libera, entre otras neurohormonas, las endorfinas. Las endorfinas tienen el poder de calmar el dolor, y eliminan una neurohormona llamada cortisol, que es perjudicial, ya que se trata de la que nos produce los estados de ánimo depresivos.

--Sin embargo, para alguien que está con un enfermo de alzhéimer debe de ser difícil reírse.
--Exacto. Cuando empiezas el taller, te miran como si fueras un marciano y te preguntan: "Pero ¿cómo quiere que me ría, si mi padre, cuando le doy la comida, me escupe, me insulta y me quiere pegar?". Es cierto. Es muy difícil. Pero siempre es posible tener una sonrisa en los labios. Los bebés sonríen más de 300 veces al día. Los adultos cada vez reímos menos, porque la sociedad nos hace asumir el papel de serios. Y el hecho de ser responsable no es incompatible ni con el sentido del humor ni con la risa.

--Siempre nos quedará la posibilidad de elegir cómo queremos vivir lo que nos sucede, sea lo que sea...
--Cuando llego a casa después de una dura jornada laboral y de padecer el desastre de Renfe, y mi mujer me dice: "Mira lo que ha hecho la perra esta vez", lo primero que tengo ganas de hacer es de pegarle una patada a la perra o de armar un follón. Hay situaciones ante las que reaccionamos de una forma automática. Y no debería ser así. Ante la situación, más vale detenerse, pensar, y luego actuar. Si ante una realidad que te enerva, piensas, en vez de reaccionar automáticamente, encontrarás varias soluciones.

--¿También en una discusión?
--Sobre todo en una discusión. Uno discute, y esa discusión sigue una escalada que, por desgracia, puede acabar llevando a la violencia. Tú me disparas con una 22, y yo te respondo con una 45. Tú, con una ametralladora, y yo saco un obús. En estas situaciones recomiendo salir, pasear, pensar y, cuando vuelvas a casa, podrás reanudar la discusión en los niveles que realmente corresponden a un ser humano.

Fuentes:

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Según Platón, el conocimiento es un subconjunto de lo que forma parte a la vez de la verdad y de la creencia.
Integral Philosopher Michel Bauwens "Vision"