jueves, 30 de octubre de 2008

¿Vida después de la muerte?

Este libro es una recopilación de ensayos de varios autores acerca de la supervivencia de la conciencia después de la muerte. La compilación de los escritos se ha llevado a cabo por Gary Doore, y entre otros autores encontramos a investigadores de renombre como Ken Wilber, Stan Grof, Stanley Krippner, Charles Tart, Sogyal Rimpoché o Stephen Levine. A excepción de un texto de R. Shaldrake, todos los artículos son inéditos -por lo tanto, fueron redactados a propósito para este libro.

Gary Doore, responsable de esta edición, es especialista en filosofía y religiones comparadas. Prestigiosos pensadores en los campos de la conciencia, la psicología, la biología, la parapsicología, el chamanismo o las tradiciones espirituales exploran todas estas cuestiones. El resultado es fascinante. “El mejor libro en su género” (De la crítica internacional).

Los ensayos quedan agrupados en 4 grandes secciones. En el primer apartado encontraremos escritos sobre diversos estudios que sugieren que la conciencia sobrevive a la muerte corporal -como por ejemplo el reciente estudio sobre las experiencias cercanas a la muerte, o fenómenos como la 'visión panorámica' de la propia vida que diversas personas experimentan en situaciones de riesgo vital; o también un artículo sobre el famoso libro '20 casos susceptibles de reencarnación', publicado hace varios años y que supuso un gran revulsivo en los entornos materialistas y espirituales...

En el segundo grupo de ensayos encontraremos 'paradigmas' modernos que desafían la hipótesis -o creencia- científica de que la muerte supone el fin de la existencia individual. Si bien 'la ciencia' ha logrado plantear puntos clave para sugerir que la conciencia está ligada a un sustrato material, investigaciones modernas han encontrado 'puntos ciegos' en este planteamiento que invitan a plantear la situación desde una nueva perspectiva cosmológica... En el tercer apartado, englobado bajo el concepto de 'filosofía perenne', se hace un interesante repaso las antiguas creencias y sistemas filosóficos religiosos (en el campo de la meditación, el yoga, el budismo tibetano e incluso el mundo chamánico). En la curta sección encontramos un conjunto de ensayos que se centran en la perspectiva individual en relación a la muerte: el miedo, la incertidumbre, la seguridad o estabilidad emocional de haber solventado esta 'problema', la dialéctica entre la actitud personal y las 'creencias' de nuestra cultura... Con todo, en esta sección volveremos a encontrar artículos sin desperdicio acerca de este punto crucial y 'desconocido' de la existencia.

Podemos decir que esta recopilación ensayos constituye uno de los libros más completos y apasionantes sobre este tema. La pregunta de la supervivencia se plantea desde todos los ángulos posibles: teniendo en cuenta el escepticismo materialista, estudiando los sistemas religiosos antiguos (orientales), estando abiertos a numerosas respuestas, desde antiguas y nuevas perspectivas filosóficas y cosmológicas (como el monismo energético, que recuerda a la concepción de las mónadas de Leibnitz), o según lo aportado por la moderna investigación sobre la conciencia (como las experiencias relacionadas con la reencarnación, o las experiencias cercanas a la muerte). Lo dicho: un libro interesante en todos los sentidos.

¿A qué se parece morir? ¿Sobrevive a la muerte alguna dimensión esencial del ser humano? ¿Qué nos dice la religión y la ciencia acerca de la supervivencia? ¿Son las experiencias-cercanas-a-la-muerte (ECM) verdaderos pasillos que conducen a la supervivencia?

Con el auge de una determinada cultura científica occidental, la creencia en la inmortalidad del alma perdió credibilidad. Recientemente, sin embargo, la atención hacia las experiencias-cercanas-a-la-muerte ha provocado nuevas investigaciones (estados alterados de conciencia, misticismo, prácticas chamánicas) que han arrojado nueva luz sobre la posibilidad de vida después de la muerte.

El presente libro aborda estas fascinantes exploraciones y enfrenta al lector con fenómenos insólitos tales como apariciones de familiares desaparecidos, sensación de viajar a través de túneles de luz, recuerdos de vidas anteriores, incluso encuentros con espíritus extraños. ¿Tienen estas 'experiencias' una auténtica relevancia o se trata de alucinaciones y traumas en el cerebro de seres agonizantes?

¿Vida después de la muerte? es un libro serio y documentado escrito por autores de máximo prestigio. Encontramos en él los diferentes enfoques disciplinarios -histórico, filosófico, biológico, psicológico, etnológico, etc.- para una comprensión amplia del problema. No todas las voces concuerdan, pero el conjunto constituye un cuadro impresionante sobre la cuestión primordial de la condición humana.


INDICE

Agradecimientos
Introducción
PRIMERA PARTE: LAS PRUEBAS SOBRE LA SUPERVIVENCIA

* Destellos de una realidad más amplia, por Colin Wilson
* La supervivencia después de la muerte: observaciones de la moderna investigación sobre la conciencia, por Stanislav Grof
* Sobre la reencarnación, por Robert Almeder
* Visión panorámica: ¿Alucinación o puente al más allá?, por F. Gordon Greene y Stanley Krippner

TERCERA PARTE: LA MUERTE Y EL MÁS ALLÁ EN LA FILOSOFÍA PERENNE

* Inmortalidad y libertad: la perspectiva hindú, por Georg Feuerstein
* La muerte, el renacimiento y la meditación, por Ken Wilber
* ¿Qué es lo que sobrevive? Las enseñanzas del budismo tibetano, por Sogyal Rinpoché
* La iniciación chamánica, los mundos imaginales y la luz después de la muerte, por Kenneth Ring
SEGUNDA PARTE: EL DESAFÍO DEL MATERIALISMO

* Ciencia, muerte y finalidad, por David Lorimer
* ¿Sobrevive nuestra memoria a la muerte del cerebro?, por Rupert Sheldrake
* Más allá del dualismo y del materialismo: un nuevo modelo de supervivencia, por Mark. B. Woodhouse
* ¿Quién sobrevive? Conclusiones de la moderna investigación de la conciencia, por Charles T. Tart


CUARTA PARTE: LA TRASCENDENCIA DE LA MUERTE

* ¿Qué es lo que sobrevive?, por Stephen Levine
* El miedo a la vida después de la muerte, por Michael Grosso
* Mitologías personales sobre la muerte y la evolución, por David Feinstein
* Viajes a la tierra de la muerte: chamanismo y samadhi, por Gary Doore
Epílogo: ¿Qué es lo que debemos creer?
Notas y referencias

miércoles, 29 de octubre de 2008

Boomeritis

Ken Wilber, considerado por muchos el filósofo americano más importante de nuestra época, ha escrito una obra de ficción, extremadamente original, que combina una erudición brillante con un talento alegre de contador de historias, a fin de transmitir el enfoque integral al desarrollo humano que ha expuesto en sus populares obras científicas.

El narcisismo incrustado en la generación que quiso salvar el mundo

En "Boomeritis", Ken Wilber ha querido darle al texto la forma de una novela. Es la primera novela de Wilber, aunque no el único libro en el que adopta formatos diferentes al ensayo. “Gracia y coraje” fue su primera incursión en géneros literarios más personales. El “Diario”, pese a su carácter ensayístico, fue una excelente ocasión para volver a acercarnos a un discurso más biográfico. Boomeritis, que estaba destinado a ser una crítica del postmodernismo y su influencia en la vida académica, acabó adoptando este curioso formato. Al parecer, el texto académico resultaba excesivamente aburrido. Según el propio Wilber era un texto crítico y negativo que no aportaba puntos de salida, por lo que decidió reconvertirlo en una novela que escenificase los problemas que la mala comprensión del postmodernismo está provocando entre los miembros de la sociedad.

DINAMICA ESPIRAL
La Primera Parte del libro está consagrada a introducir al lector en el punto de vista integral. Para ello utiliza “Dinámica Espiral”, que es una elaboración del “sistema de valores” propuesto por Clare W. Graves (1914-1986), presentado en 1996 por Don Beck y Christopher Cowan en el libro “Spiral Dynamics: Mastering, Values, Leadership & Change” (1996). En 2002, el acercamiento entre Beck y Wilber propició una rápida expansión del modelo y su reconversión teórica como SDi (Dinámica Espiral Integral), pasando a considerarse una herramienta del Instituto Integral.
Wilber ya ha presentado en otros de sus libros la “Dinámica Espiral” y no vamos a exponer aquí el sofisticado y práctico sistema de análisis socio-cultural puesto a punto por Beck y Cowan. Valga como introducción una frase de Graves: “El psiquismo del ser humano atraviesa un proceso de desarrollo emergente y espiralado que se ve jalonado por la progresiva subordinación de las conductas más rudimentarias e infraordenadas a nuevas conductas supraordenadas, al tiempo que van transformándose los problemas existenciales que le aquejan. Cada uno de los estadios, olas o niveles de la existencia sucesivos constituye así un estado que la persona atraviesa en su camino hacia otros estados del ser. Cuando el ser humano se halla centrado en un determinado estado de la existencia, es decir, cuando el centro de gravedad del yo gira en torno a un determinado nivel de conciencia, todo su mundo psicológico, es decir, sus sentimientos, motivaciones, ética, valores, sistema de creencias, visión acerca de la salud y de la enfermedad mental, así como el modo más adecuado de tratarla, sus concepciones y preferencias en torno a la gestión empresarial, la educación, la economía y la política, asume también el aspecto de ese estado.”
(C. Graves:”Sumary Statement: The Emergent, Cyclical, Double-helix Model of the Adult Human Biopsychosocial Systems”, Boston, 1981)
La Dinámica Espiral se presenta, por tanto, como una descripción topográfica en ocho niveles de la evolución de las mentalidades (beige, púrpura, rojo, azul, naranja, verde, amarillo, turquesa). No es tanto una tipología, que clasifica por cualidades, sino una topografía, que ordena profundidades. No es algo mecánico sino un diagrama de flujos de pensamiento y sistemas de valores que avanzan por oleadas que chocan y se confunden en el proceso de ser y vivir en el mundo.
Como ya hemos dicho, la Dinámica Espiral se ha convertido en una herramienta integral. La principal aportación del punto de vista integral wilberiano a la espiral es el famoso AQ/AL (todos los cuadrantes todos los niveles). De hecho, Wilber ha reconocido que en Boomeritis se presenta la espiral como un simple modelo escalera (Wilber II) porque una novela “no puede llevar más peso”. SDi es, en la actualidad, una adaptación 4Q/8L que está siendo utilizada en diferentes grupos humanos: grupos religiosos, sistemas escolares, industrias de todo tipo, etc.
La ventaja de un modelo como SDi reside en la posibilidad que se le ofrece al lector de ver el mundo desde una atalaya. Aunque sólo sea desde un punto de vista intelectual el lector puede observar y comprender las dinámicas y conflictos que le habitan y le rodean. Comprender la espiral no da acceso directo a la conciencia de segundo grado amarilla. Seguiremos actuando, según las circunstancias y las necesidades, desde cualquiera de los niveles, pero, si somos honestos y nuestro funcionamiento cognitivo no está muy dañado, tendremos una herramienta de enorme valor para comprender nuestra situación y la del mundo en que vivimos.

BOOMERITIS
Con la mayoría de la población en azul (40%), la mayor parte del poder en naranja (50%) y la tendencia creciente a la visibilidad social del verde, los problemas evolutivos se centran en las dificultades en el avance del meme verde y las crisis de transformación de miembros y colectivos de azul y naranja. Dado que todas las perspectivas de primer grado (desde beige a verde) son incapaces de reconocerse entre sí, los problemas fundamentales vienen dados por la incomprensión de los aspectos negativos que necesariamente acompañan cada una de las posiciones. En concreto, la defensa enconada que cada uno de los memes de primer grado establece frente a los otros, como si fueran posiciones alternativas en vez de responder a una lógica jerárquica puede ser una de las causas de la mayoría de las guerras y marginaciones del mundo contemporáneo. Pues bien, Wilber dedica la segunda parte del libro a exponer los argumentos de lo que considera el principal problema actual de la espiral, Boomeritis.
Dejemos que sea el propio Wilber el que defina Boomeritis: “Boomeritis es una versión patológica del meme verde, en concreto, el verde infectado con el rojo. Es decir, la ola principal de desarrollo después de la egoico-racional (o naranja) es la postformal y pluralista (verde). Los muchos aspectos positivos de verde incluyen multiculturalismo, movimientos a favor de la diversidad, conocimiento ecológico, y derechos civiles, contribuciones extraordinariamente positivas. Pero, cada ola de desarrollo tiene su lado negativo o sombra. El lado positivo de verde es su esfuerzo por tratar todos los puntos de vista justamente, y no marginar o excluir ninguno de ellos. El lado negativo es un pluralismo de tierra chata que empieza diciendo que todas las perspectivas deben tratarse con justicia y acaba diciendo que todas las perspectivas deben tratarse igual. Este pluralismo de tierra chata borra toda profundidad, nada es más profundo, superior, más ancho, más íntegro, más compasivo, más afectuoso, o más amoroso. Todo es meramente lo mismo, en las superficies monocromáticas de la tierra chata postmodernista. El ambiente del postmodernismo es, por consiguiente, la ironía interminable. Al decir una cosa, se quiere decir otra, pero bajo ninguna circunstancia se puede albergar una convicción” (Entrevista de Shambhala a Ken Wilber en el momento de la publicación de Boomeritis).
Los Boomers introdujeron este pluralismo chato o plano, pero las generaciones más jovenes-los Holgazanes-X y los Milenarios-Y-crecieron bajo su influencia. Los X (nacidos entre 1960-80) lo manejaron adoptando una actitud más desganada que los Boomer. Al fin y al cabo, si no vale la pena creer en nada, entonces ¿por qué trabajar para algo? Y los Y (nacidos entre 1980 y 2000) tienden a no asumir ningún punto de vista. El comentario que más a menudo se oye actualmente a profesores de universidad es que es imposible conseguir que estos chavales se involucren en ninguna discusión sobre los méritos de un punto de vista particular, porque se supone que todo los puntos de vista son lo mismo. Lo irónico del caso es que esos mismos profesores (Boomers) son los que enseñaron el pluralismo chato para impulsar la agenda izquierdista y acabar con la opresión social--que es enorme. Pero, ese pluralismo no es la manera de acabar con la opresión, sino de consolidarla, porque la noción de que todas las perspectivas son iguales hace que sea imposible criticar cuestiones sociales (por muy injustas que sean), porque se supone que ninguna perspectiva es superior a otra. En lugar de producir una generación de activistas políticos, los Boomers produjeron una generación de inactivos sociales, que carecen de cualquier clase de sentido crítico respecto a cómo llevar adelante una agenda verdaderamente progresista --porque eso implicaría elaborar una serie de juicios y de jerarquías de valores y de perspectivas--que es lo que el pluralismo chato impide.
Si tuviésemos que definir Boomeritis en términos psicológicos podríamos decir que se trata de un punto de vista cultural postmoderno que implica un elevado desarrollo cognitivo insertado en una estructura emocional pobremente desarrollada. En otras palabras, el meme verde hace una regresión al rojo como única manera de defenderse frente al meme azul y al meme naranja. El rojo, recordémoslo, es un punto de vista fuertemente individualista y etnocéntrico. El verde, a falta de mejores razones, defiende su “libertad individual” de lo que considera autoritario o jerárquico (azul y naranja) mediante una actitud típicamente roja, impulsiva y narcisista, que se resume en ¡A mí nadie me dice lo que tengo que hacer!.
De alguna manera, los verdes pretenden hacer valer su punto de vista, igualitarista, pluralista tolerante y mundicéntrico recurriendo al poder (rojo), lo que les hace muy poco creíbles. Es una estrategia que ya hemos visto en otros movimientos “liberadores” o “vanguardistas” a lo largo de la historia. Conquistemos el poder e impongamos nuestras ideas que son las únicas que pueden salvar el mundo. Esta actitud representa muy bien la contradicción inconsciente del postmodernismo mal metabolizado que dice: “Todas las verdades son relativas menos esta”. Algo así como, todos los puntos de vista son igualmente respetables, no hay un punto de vista mejor que otro, por lo que no queda más remedio que ser fuerte y poderoso para que mi punto de vista destaque sobre los demás. En definitiva, sólo queda la guerra como única manera de dirimir las diferencias y establecer un orden.

NARCISISMO
La cuestión que me parece más relevante del texto es que la inmadurez emocional, en forma de narcisismo, es la causa de ese enorme bloqueo que impide que la generación que a dado el paso hacia la comunidad mundicéntrica y el respeto universal encuentre la salida hacia la conciencia de segundo grado y, en consecuencia, hacia la paz mundial.
La asignatura pendiente parece ser por tanto la salud emocional. Mientras la humanidad se sigue gastando ingentes cantidades de dinero en ofrecer una educación tecnológica que se supone va a hacernos mucho más felices, la felicidad, que es un “telos” emocional, sigue sin ocupar ningún espacio entre los programas educativos y las reivindicaciones político-sociales. En todo caso, la felicidad se relaciona con lo único que alcanza a ver el “mundo chato”: la riqueza en vez de la sabiduría, la fama en vez de la dignidad, el éxito en vez del respeto a uno mismo, la imagen en vez de la autenticidad, la juventud en vez de la madurez, la limosna en vez de la compasión, la descarga sexual en vez de la relación afectiva, etc, etc, etc. Todo ello apunta a un tipo de sociedad narcisista con muchas dificultades para reconocer al prójimo, más interesada en el nivel de vida que en la calidad de vida y poco dispuesta a limitar su nivel de confort material aunque ello ponga en peligro el equilibrio de la Biosfera. Estas características reflejan la mentalidad de las sociedades económicamente desarrolladas que, en principio, son la vanguardia de la humanidad. Los habitantes de este tipo de sociedades deberíamos de saber que la satisfacción de las necesidades primarias: techo, vestido, alimentos, salud fisiológica, cultura, es condición “sine qua non” para el desarrollo del respeto humano y la armonía emocional. O sea, que el narcisismo es función tanto de factores de la personalidad humana como de fuerzas culturales.
El narcisismo, más allá de su definición de diccionario, es psicoanalíticamente hablando, una etapa del desarrollo libidinal, de la constitución del yo y de la dinámica de relaciones de este con los objetos. Aunque el término ha hecho un importante recorrido por la literatura psicoanalítica que ha influenciado notablemente su recepción por la psicología, no es un concepto unívoco sino que abarca un campo semántico que se extiende desde la normalidad hasta la patología. Hablamos de narcisismo para referirnos a (1) un yo de límites borrosos, para (2) señalar las vicisitudes del sentimiento de autoestima, para (3) nombrar la defensa que impide el contacto con el Otro, la percepción de la alteridad, y para (4) indicar lo que ocurre cuando un exceso de sufrimiento acaba aboliendo una función psíquica, como cuando castigamos o despreciamos a un niño siempre que pregunta hasta aniquilar su apetito de saber, su curiosidad. El conflicto básico de la personalidad narcisista, al igual que el de la cultura narcisista, es la acción sin sentimiento.
El modelo cultural y sus “encarnaciones” individuales dan como resultado personalidades con bastante éxito en el trabajo que se quejan de carencia de respuesta afectiva. Esta descripción permite visualizar una brecha entre el desempeño de esas personalidades en el ámbito exterior y sus sentimientos internos. Esa escisión entre lo de dentro y lo de fuera es algo más que inhibición neurótica. Si llamamos locura a la falta de contacto con la realidad, la personalidad narcisista tiene bastante de locura puesto que está desconectada del cuerpo y las emociones que son su realidad vital y vive, al mismo tiempo, en un alto grado de ensimismamiento o solipsismo.
El sufrimiento de los narcisistas no está determinado, como en las antiguas neurosis, por la culpa, la ansiedad, la fobia o la obsesión. Las personas se quejan de depresión, de vacío interno, de frustración y falta de realización.
Las personalidades narcisistas viven una ambición intensa y fantasías grandiosas al mismo tiempo que profundos sentimientos de inadecuación y dependencia de la admiración y el aplauso externos. Otto Kernberg destaca, además, la incertidumbre e insatisfacción crónicas respecto de sí mismos y la explotación y crueldad, consciente o inconsciente, con los demás. Este autor afirma que los narcisistas no pueden distinguir entre la imagen de lo que creen ser y la imagen de lo que realmente son. En vez de la imagen real de sí mismos que les resulta intolerablemente mediocre, se identifican con una imagen resultado de la fusión del yo ideal, el objeto ideal y las imágenes reales, lo que limita su percepción de sí mismos a una imagen idealizada.
Tan importante en este caso es que sea imagen como que sea idealizada. Es decir, el ente corpóreo se proyecta en la mente como una imagen que se adorna con todo lo que le gustaría ser y tener. El cuerpo y las emociones sólo son escuchadas si refuerzan esa imagen mientras que son rechazadas si la ponen en cuestión. Se vive el cuerpo y las emociones como instrumentos al servicio de la imagen grandiosa de sí mismos. Dado que el yo es algo más que una imagen, es un cuerpo físico animado por sentimientos y capacidades cognitivas, el conflicto básico de la personalidad narcisista es la discrepancia entre la imagen idealizada (ego) y el yo (unidad organísmica animada). Esa discrepancia es mínima en el caso del fálico-narcisista, más próximo de la normalidad neurótica, y va aumentando en el carácter narcisista, la personalidad limítrofe, la psicopática y la paranoide. En definitiva, el narcisismo adopta la forma de una gama con diferentes grados de pérdida o reducción del yo.
Como es sabido, a partir de mediados del siglo XX un grupo cada vez más amplio de psicoanalistas, especialmente anglosajones, comenzó a elaborar reformulaciones de la teoría freudiana que ponían en cuestión la teoría de los instintos, base del psicoanálisis ortodoxo. Entre ellos, Heinz Kohut, propuso una teoría del narcisismo en la que afirmaba que las cuestiones fundamentales del desarrollo y la patología no dependen tanto de los conflictos entre deseos instintivos (ello versus superyó) sino del desarrollo de un sí-mismo integrado y coherente que proporciona un claro sentido de identidad, con capacidad de expresar sus talentos y aspiraciones mediante intereses, valores y metas, y con capacidad de relación. Para Kohut, el desarrollo no es una cuestión de dejar atrás el narcisismo sino de llevarlo a formas más maduras.
El narcisismo se ha ido convirtiendo así en un factor del desarrollo de la conciencia individual cuasi independiente. Podríamos decir que la capacidad de amar del individuo va evolucionando del amor de sí mismo al amor de los objetos. El desarrollo de un ser humano en relación requeriría de un sentimiento de autocomprensión, más o menos necesitado del refuerzo externo, y de una tendencia hacia los objetos que exigiría para su realización de capacidad de confianza e intimidad. En este sentido puede ser de gran utilidad la aportación de la teórica feminista Carol Gilligan para quien el proceso de desarrollo individual y colectivo supone una expansión de la conciencia que implica la correlativa disminución del narcisismo. Gilligan propone que el desarrollo moral femenino pasa por tres etapas: egoísta, respeto a los míos y respeto universal, que en términos de Wilber serían: egocéntrico, etnocéntrico y mundicéntrico. Pues bien, el problema de Boomeritis es que pretende convencer al resto de su punto de vista verde-mundicéntrico, usando una estrategia roja-etnocéntrica.
Resulta irónico que un punto de vista tan sofisticado como el verde acabe recurriendo a impulsos tan poco profundos como el rojo. Fueron las mismas cualidades que lo elevaron por encima del “mal meme naranja” (la gran patología del planeta desde hace tres siglos), las que han acabado por convertir al mal meme verde en el principal problema evolutivo actual. Aunque verde tiene entre sus cruciales aportaciones su énfasis en los derechos individuales, la protección del medio ambiente y la conciencia política de la marginación en todas sus formas, su exageración ha tenido consecuencias nefastas que Wilber analiza en la segunda parte del libro y que centra en torno a cuatro grandes cuestiones: la ecología, el feminismo, la espiritualidad y el postmodernismo.

POSTMODERNISMO
El Postmodernismo aportó verdades importantes para el desarrollo de la espiral: 1.- El Construccionismo, para el que nuestra percepción del mundo es, en parte, construida. 2.- El Contextualismo, según el cual, el significado depende del contexto. 3.- El Pluralismo que pretende no privilegiar ni marginar ningún contexto ni interpretación . Estas nobles verdades han sido desvirtuadas por el extremismo postmoderno que las ha convertido en: 1.- Todas las verdades son construidas y yo me construyo la mía. 2.- No hay verdades más universales que otras, por tanto la mía tiene el mismo valor que cualquier otra. 3.- No privilegiar ni marginar se convierte en una defensa a ultranza de la diferencia. Esta mala comprensión provoca un relativismo extremo que conduce al nihilismo, la falta de jerarquía conceptual y la desorientación intelectual.
El fenómeno es parcialmente inconsciente y consecuencia de un tipo de razonamiento unidimensionalmente crítico cuya intención es sentirse especial, diferente (narcisismo). Esta cita de la revista “The Sciences” citada por Wilber en el Diario expone acertadamente este desatino del pensamiento: “Uno parte de la convicción de que pertenecer a un grupo le proporciona una experiencia que le une a los demás miembros del mismo (aun cuando no los conozca) a la vez que le aleja de las personas que no pertenecen a él (por más amigos íntimos o parientes que sean)
Luego asume que sus esfuerzos, humillaciones y triunfos personales constituyen una versión de las luchas sociales en las que ese grupo se halla inmerso (de modo que lo personal se convierte en lo político)
En tercer lugar, comienza a afirmar que los intereses de su grupo están siendo soslayados o masacrados, de modo que hay que pasar a la acción transformando, por ejemplo, la forma en que el grupo es percibido por quienes están fuera de él”.
(David Berreby, The Sciences)
Este proceso constituye lo que podríamos denominar pluralismo alienado que es la creencia de que la aceptación de mi grupo depende de la acusación y culpabilización sumaria del grupo cuya aceptación busco.
El verdadero pluralismo es universal. Hay que empezar a construir por los factores y estructuras profundas que unen a los seres humanos –todos sufrimos y gozamos, todos reímos y lloramos, todos experimentamos placer y dolor, asombro y remordimiento; todos tenemos la capacidad de articular imágenes, símbolos, conceptos y reglas; todos tenemos doscientos ocho huesos, dos riñones y un corazón (con sus salvedades correspondientes). Sobre este sustrato se agregan todas las preciosas variantes culturalmente construidas y otras estructuras superficiales que configuran los grupos y los individuos, todos diferentes, todos especiales y todos únicos. Pero si se empieza con las diferencias y el pluralismo, y no se tiene en cuenta lo más universal, se acaba inmerso en un pluralismo alienado que puede devenir “revival” etnocéntrico, feminismo antimasculinista o ecologismo retroromántico.
Cualquiera de estas formas de la alienación supone situarse en una postura “mesiánica” y acusar a algún Otro de opresor. La novela de Wilber recoge numerosos ejemplos, a cual más jugoso, de lo que denomina “la excusa del abuso”, “la cultura de la queja” o “el chip de víctima”. Como hemos visto anteriormente, uno de los rasgos característicos del narcisismo consiste en atribuir a los demás la culpa de los problemas y preocupaciones propios, por lo que ese narcisismo incrustado se hace visible en los nacionalismos, el feminismo y algunos movimientos ecologistas. Es curioso cómo las mejores intenciones se convierten, cuando se mezclan con los dramas personales, en actitudes sectarias que dividen la sociedad de forma maniquea en buenos y malos, opresores y oprimidos, justos y pecadores.
Como ya hemos dicho, el meme verde trajo consigo grandes avances hacia el respeto universal como el énfasis en los derechos individuales, la protección del medio ambiente y la conciencia política de la marginación en todas sus formas. Muchos de esos vanguardistas verdes dedicaron su vida a trabajar sobre dichas injusticias pero su “causa” se tornó tan unidireccional que muchos de aquellos movimientos nacionalistas (indigenistas), feministas, o ecologistas adoptaron expresiones marcadamente fundamentalistas que arrastraron tras de sí a muchos púrpuras y rojos adultos además de a muchos jóvenes rojos que debido a su estadio evolutivo sintonizan con ese tipo de reivindicaciones aparentemente heroicas. En estos casos, el narcisismo se asienta en el sentido de pertenencia a un grupo “especial” que ha sido injustamente tratado. Identificarse con el grupo “especial” apoyándose en el hecho diferencial y consagrar la vida a “resistir” como diferentes, tal es la “causa” de los jóvenes rojos arengados por justificaciones y racionalizaciones verdes desorientadas. En tales casos, la diferencia ha pasado a tener más sentido que la identidad. El objeto adopta una función narcisista y se convierte así en algo que separa, enfrenta, se es diferente “contra otro”. Las personalidades narcisistas desprecian profundamente a los que no son como ellas. Ya sea que no tienen sus características físicas, sus orígenes, sus apellidos, su lengua o su cultura, los otros son seres inferiores o equivocados y sólo son dignos de respeto si se adhieren al grupo. En esos casos, la diferencia lleva a la máxima etnocentrista: “yo con los míos tengan o no razón”. Esa actitud etnocéntrica no permite el abrazo mundicéntrico. La identidad basada en la diferencia no deja ver lo idéntico. Uno de los más lúcidos psicólogos contemporáneos, Jerome Bruner, ha señalado que para no perdernos en lo relativo, construido, diverso o diferente, debemos aplicar la unitas multiplex, es decir, tener en cuenta tanto los rasgos locales o superficiales de la existencia humana como sus características universales profundas. El pluralismo alienado sólo puede ver multiplex.

CONSTRUCCIONISMO
El construccionismo vino a desvelar que la noción de “verdad” es, en muchos sentidos, construida de forma más o menos arbitraria, cambiante, culturalmente relativa e históricamente determinada. Esta interesante “verdad”, cuando pretende su aplicabilidad general y sin límites cae en flagrante contradicción consigo misma. Jürgen Habermas o Karl Otto-Apel ya habían advertido de la contradicción performativa en que incurre el relativismo extremo, y lo mismo hicieron, entre otros, Searle (al demostrar que, para que una realidad socialmente construida funcione, debe descansar en verdades objetivas), Peter Berger (que relativizó la visión relativista, derrotándoles así con sus propias armas) y Charles Taylor (demostrando que la pretensión antijerárquica de los relativistas no deja de basarse en una jerarquía). Pongamos como ejemplo el feminismo boomeritis el cual considera que toda realidad es una construcción social y, por tanto, que la diferenciación sexual no es real sino el resultado de una serie de convenciones arbitarias impuestas por el poder masculino (patriarcado) con el propósito de oprimir a las mujeres. Un análisis asentado en la dinámica evolutiva debería empezar por asumir que el sexo es una función fisiológica que, en cierta medida, va más allá de la supervivencia individual puesto que su objetivo es la supervivencia colectiva (familia, clan, tribu, especie). Dicha función la compartimos con muchos seres y nos une especialmente con los mamíferos. La autoconciencia, como característica exclusivamente humana, no evita o anula la determinación biológica sino que esta va adoptando formas diferentes a lo largo del despliegue de la espiral. La vida es la que nos construye y la ideología (feminismo) es un mero intento de modificar algunas de las condiciones de la vida. Cuando la ideología, que es un proyecto mental, se introyecta, la vida se reduce al ideal, es decir, las necesidades corporales y emocionales se supeditan al ideal de relación.
Cuando la práctica sexual se carga de Eros (esa energía sentida pero poco medible), el macho y la hembra se convierten en amantes. La sexualidad, como práctica de la función biológica ligada al erotismo conserva el gesto animal. Está el que empuja y el que se abre, el impulso y la receptividad, el principio activador y la pasividad o espera confiada, la autonomía y el respeto. El principio activador se mueve hacia el cambio, hacia otro estado, el principio receptor permite que las cosas sucedan y que el proceso fructifique. Así es como macho y hembra se convierten en masculino y femenino. Con ese salto de la biosfera a la noosfera el imperativo biológico se convierte en juego amoroso. Y, el juego, permite intercambiar los papeles. Tanto los hombres como las mujeres representan ambos principios en diferentes grados, proporción, organización, etc. Los movimientos son complementarios. El salto de la biosfera a la noosfera implica también renunciar al esencialismo según el cual para hablar de lo femenino hay que ser mujer sometida, para hablar de los pueblos oprimidos hay que ser indígena oprimido o para hablar de la homosexualidad hay que ser homosexual marginado. La identificación esencialista con el rol de víctima es especialmente insidiosa porque recuperar la autoestima supondría perder el estatus, los derechos y la pretensión de recibir un trato de favor.
Ya hemos visto cómo la resistencia puede ocupar la plaza del impulso activador provocando un bloqueo del flujo relacional que responde a un ideal narcisista, seguir sintiéndose especial negando la alteridad. La resistencia produce el estancamiento de la onda y el placer del que resiste queda muy mermado. A ello hay que añadir la perplejidad del que se abre, ante una actitud que no impulsa sino que simplemente resiste.
Frente al abrirse está el cerrarse que puede ser parte del juego, como en el cortejo, pero que puede convertirse también en una forma de resistencia activa. En este sentido, la ambivalencia sería la forma de resistir de lo femenino. La actitud de cierre constituye otra forma de negación de la alteridad. El narcisista no alcanza a diferenciar entre el objeto anhelado y el objeto encontrado porque no hay un reconocimiento del otro como otro. Aceptar la alteridad, ese otro del cual puedo depender o puedo necesitar, es un proceso de duelo de la omnipotencia y autosuficiencia narcisista. Puedo sentir que entregarme a otro me provoca una enorme cantidad de angustia y sufrimiento o, a la inversa, la distancia respecto al otro puede resultarme intolerable. Hay personas con poco compromiso afectivo que cuando traspasan cierto umbral se desorganizan. Si consideramos al yo como un proceso de autoorganización permanente, un sistema abierto, podemos decir que cuanta más patología, más cerrado el sistema. El solipsismo es otra de las marcas del narcisismo.
No cabe duda de que uno de los principales problema que afecta a las sociedades desarrolladas es la violencia sexual, es decir, la pedofilia, lo que se ha dado en llamar “violencia de género” y otras variedades de la imposición de un ser humano sobre otro por razones sexuales. El libro que estamos comentando recoge una variada gama de casos y datos que vienen a confirmar que hay tanto mujeres como hombres oprimidos por razones sexuales. Por citar un solo caso mencionaré la investigación realizada por el FBI basándose en la prueba de ADN que vino a demostrar que una de cada tres acusaciones de violación es falsa lo que significa que hay muchos miles de hombres pudriéndose en las cárceles por delitos que no cometieron. La solución no consiste en sumar abusos de uno y otro lado o hacer una especie de campeonato de la vejación sino en reconocer que los valores etnocéntricos femeninos son tan destructivos como los valores etnocéntricos masculinos y que, desgraciadamente, hay muy pocas personas (tanto hombres como mujeres) que hayan alcanzado los niveles mundicéntricos de la conciencia. La verdadera dialéctica no es la que tiene lugar entre hombres y mujeres sino entre conciencia de primer grado y conciencia de segundo grado para lo que necesitamos valores mundicéntricos tanto masculinos (autonomía integral) como femeninos (respeto integral).

EL EMPUJE HACIA AMARILLO
Volviendo a la espiral, encontramos que los niveles impares son de impulso individualista y los pares de relación colectivista. Mientras que en los aspectos colectivos, verde ha hecho una gran aportación a la humanidad, parece que el mal meme verde ha condenado la impulsividad y la asertividad como si fueran restos a superar de azul y naranja. Como para el “yo sensible” verde cualquier manifestación de autoridad y jerarquía son formas de opresión, el mal meme verde sólo puede ver rojo cuando contempla el punto de salida amarillo. Cuando para salir del ensimismamiento igualitarista verde, amarillo presenta un tono polémico, el “yo sensible” verde, para el que las formas lo son todo (la forma es lo que determina si se es sensible o insensible) reacciona agresivamente.
Como hemos visto cuando hablábamos de “la cultura de la queja”, durante las tres últimas décadas boomeritis ha proclamado un aluvión de derechos egocéntricos y etnocéntricos disociándolos de sus correlativas responsabilidades, ha escindido autonomía y respeto. El principio femenino se pervierte cuando en la pareja uno de sus miembros otorga el principio activador al otro por miedo o pereza de asumir responsabilidades. Eso no es entrega sino rendición, abandono, sometimiento. Cuando el principio femenino funciona como parásito que no asume sus errores ni está dispuesto a aprender de ellos, el resultado es mayor miedo a la vida y al principio masculino. Miedo a la esclavitud que el propio principio femenino ha creado. Así es como lo femenino se asocia erróneamente al desamparo y la inferioridad. (El principio masculino se pervierte cuando en la pareja uno de sus miembros se desentiende del respeto y se rinde a un inconsciente masculino sumido en la hostilidad, la brutalidad y la cólera. Eso no es amor sino sadismo y crueldad. Por eso lo masculino se confunde con la fuerza bruta y la superioridad. Solo cuando se reconocen y se comprenden las emociones destructivas se toma conciencia de que son mecanismos defensivos innecesarios y reacciones automáticas inconscientes se puede conectar con el poder creativo activador masculino.) Lo que mantiene lejos de la conciencia integral a verde es el rechazo de cualquier jerarquía y autoridad de manera que le resulta imposible tolerar la excelencia, las jerarquías de valor, las visiones de conjunto y todo lo que huela a separación y autonomía, es decir, interpreta el amarillo como maligno y arrogante y, en consecuencia, reacciona con violencia.
El “diálogo”, por otra parte, es la respuesta de verde para solucionar todos los problemas, como si bastara con reunirnos y compartir de un modo respetuoso y sincero lo que nos ocurre para alcanzar la paz y la armonía. Sin embargo, sabemos que el diálogo no tiene nada que ver con los intereses púrpura, rojo, azul o naranja, por lo que se convierte en una forma “amable” de imponer valores verdes al resto de la espiral. Por todo ello, por mucho que la cultura verde insista en que todo el mundo asuma el pluralismo y el multiculturalismo, mientras siga negando azul y naranja, seguirá amputando una dimensión fundamental de la espiral e impedirá que el empuje verde transforme la conciencia de manera que la acción sea más eficaz y rápida, que requiera menos esfuerzo, que el miedo tienda a desaparecer y el organismo emane vitalidad, coherencia y armonía, practicando en el mundo una serena y compasiva sabiduría amarilla.

P.D. Por supuesto, el hecho de que una minoría verde (occidental y rica principalmente) arribe a las playas de la conciencia de segundo grado no es el problema fundamental de este mundo. Nuestra atención debe centrarse en el modo más adecuado de alimentar a los millones de seres humano que pasan hambre, alojar a millones de personas sin hogar y mejorar la salud de otros tantos enfermos. También debemos ser conscientes de que si no potenciamos el desarrollo interior por medio de prácticas integrales que atiendan a las necesidades físicas, emocionales, mentales y espirituales de los seres humanos, y les proporcionen herramientas y conocimiento para transformar su entorno, sólo estaremos salvando gente para que puedan acabar destruyéndose entre ellos.



Sexo, Ecología y Espiritualidad

Esta obra extensa, profunda y con el más puro rigor científico que caracteriza a Wilber, responde a los cuestionamientos filosóficos comunes a los seres humanos de todo tiempo y espacio: ¿por qué existimos?, ¿por qué estoy aquí?, ¿hacia adónde vamos?, ¿habrá algo que está sucediendo ahora en otro tiempo y espacio?, etcétera. Es un libro que habla de la evolución, de la historia del cosmos, de los holones -totalidades que conforman otras totalidades hasta el infinito-, de las ciencias naturales, las ciencias ecológicas, las ciencias de lo sistemas y de la vida. Habla de la emergencia y la evolución de la mente, de la psique o de la noósfera. Trata el tema de los Dominios Divinos, del Orden Profundo y de su relación con el cosmos, con la biósfera y la noósfera.

Es todo un compendio del saber realizado con rigor, meticulosidad y lucidez, capaz de descubrirnos un universo coherente, una trama de conexiones con un sentido concreto y sustentada en un orden.
En esta edición revisada, que incluye nuevos diagramas y un nuevo prefacio del autor, Ken Wilber responde a las opiniones contrarias a su pensamiento, y expande y clarifica el texto que algunos críticos han denominado "uno de los libros más significativos jamás publicados".
El universo no es sólo lo que parece, no es algo que sucede simplemente y ya está: algo más está ocurriendo... Detrás del escenario en que se desarrolla la obra kósmica hay un orden o inteligencia más amplio y elevado. Ken Wilber indaga, investiga, se sumerge en esta premisa y, para ello, traza el curso de la evolución desde la materia a la vida y a la mente, y describe los patrones comunes que la evolución sigue en estos tres dominios.
Después de llegar a la aparición de la mente. Wilber traza la evolución de la conciencia humana a través de sus principales etapas de crecimiento y desarrollo, especialmente en el de la modernidad y la posmodernidad: su significado; su relación con lo masculino y lo femenino, la psicoterapia, la ecología y distintos movimientos de liberación; y, lo más importante, cómo el mundo actual puede formarse un concepto del Espíritu.


Wilber afirma que Eros es es el deseo por regresar a la Totalidad anterior a la existencia, es el impulso subyacente que estimula a la búsqueda, la comprensión, el amor, la vida, etc., que nunca podrá ser saciado con los sustitutos del ego. Tambien afirma que hay dos caminos en el miedo al Thanatos:
a)el miedo que esta ligado a los mecanismos de defensa patológicos o a la culpabilidad neurótica.
b)el que se funda más bien en una auténtica percepción de la realidad. Es decir, un miedo existencial, un miedo dado, un miedo intrínseco (un miedo que perdurará mientras persista una barrera que separe al sujeto del objeto). Y concluye diciendo que "el miedo a la muerte es un reflejo natural del yo contra Thanatos y que ese sentido de Thanatos lleva a la trascendencia. (Ken Wilber. "Sexo, Ecología y Espiritualidad"

Dos modos de Conocer

"En el proceso de desarrollo al llegar al nivel transpersonal uno no solo asciende la escalera sino que se libera de ella. Al liberarse de ella caerá en la vacuidad. Dentro y fuera, sujeto y objeto, pierden entonces todo su significado. Usted ya no estará aquí observando, y el mundo que se halle ahí, usted ya no estará contemplando el cosmos, sino que se habrá convertido en el cosmos. En tal caso, el universo se muestra a si mismo brillante y evidente, radiante, claro, sin exterior y sin interior, en un gesto interminable de gran perfección, y espontaneidad. El sol ya no brillara en su cabeza sino dentro de ella. El tiempo y espacio danzaran como imágenes deslumbrantes ante la presencia de la radiante vacuidad y el universo entero perderá todo su peso".
Ken Wilber

Cuando el universo intenta conocerse como totalidad por mediación de la mente humana, algunos aspectos de ese mismo universo deben seguir siendo desconocidos. Con el despertar del conocimiento simbólico parece plantearse una escisión en el universo entre el conocedor y lo conocido, el pensador y el pensamiento, el sujeto y el objeto; y nuestra consciencia más íntima, en tanto que conocedora e investigadora del mundo externo, escapa en última instancia de su propia comprensión y queda como lo Incógnito, lo Inmanifestado y lo Inasible, como la mano que puede asir numerosos objetos pero jamás puede asirse a sí misma o el ojo que puede ver el mundo pero no puede verse.

Así como un cuchillo no puede cortarse a sí mismo, el universo no puede verse totalmente como objeto sin mutilarse totalmente. El intento de conocer el universo como objeto de conocimiento es, pues, profunda e inextricablemente contradictorio; y cuanto más éxito parece tener, tanto más fracasa en realidad, tanto más «falso para sí mismo» se vuelve el universo. Y sin embargo, por extraño que parezca, este tipo de conocimiento dualista en que el universo queda seccionado en sujeto frente a objeto (así como en verdad frente a falsedad, bien frente a mal, etcétera) constituye la piedra angular de la filosofía, la teología y la ciencia de Occidente, ya que la filosofía occidental es, en términos generales, filosofía griega, y la filosofía griega es la filosofía de los dualismos.

Una de las principales razones de que este enfoque del «divide y vencerás» que es el dualismo haya sido tan pernicioso, es que el error del dualismo constituye la raíz de la intelección y, por consiguiente, es imposible desarraigarlo mediante la intelección (trampa 22: Si tengo una mosca en el ojo, ¿cómo puedo ver que tengo una mosca en el ojo?). Detectar esto exige una metodología rigurosa, coherente y persistente, capaz de perseguir al dualismo hasta sus últimos límites para descubrir allí la contradicción.

En la actualidad, la ciencia ofrece potencialmente un tipo de técnica rigurosa capaz de desarraigar los dualismos, gracias principalmente a su carácter minuciosamente experimental y al instrumental refinado y complejo que le permite perseguir al dualismo hasta sus límites.

Este es, exactamente, el tipo de metodología poderosa y congruente potencialmente capaz de destruir dualismos; y aunque los hombres de ciencia no se dieron cuenta, habían empezado a levantar, sobre el dualismo cartesiano de sujeto frente a objeto, una metodología de una persistencia tal que terminaría por hacer añicos el propio dualismo sobre el cual descansaba. La ciencia clásica estaba destinada a un proceso de auto liquidación.

Exactamente ahí residía el problema. Para medir algo se necesita algún tipo de herramienta o instrumento, y sin embargo el electrón pesa tan poco que cualquier artilugio concebible, aunque fuera tan ligero como el fotón, ¡sería causa de que el electrón cambiara de posición en el acto mismo de intentar medirlo! Y no se trataba de un problema técnico sino, por así decirlo, de un problema entretejido en la trama misma del universo. Los físicos habían llegado al borde aniquilador, y el supuesto que hasta allí los había llevado, el supuesto de que el observador era diferente del suceso, el supuesto de que se podía, con ánimo dualista, tontear con el universo sin afectarlo, resultó insostenible. De alguna manera misteriosa, el sujeto y el objeto estaban íntimamente unidos y las múltiples teorías que habían partido de otro supuesto se venían abajo.

La revolución cuántica fue tan catastrófica porque no atacaba una o dos conclusiones de la física clásica, sino su piedra angular, el cimiento sobre el cual se había construido todo el edificio, que era precisamente el dualismo sujeto-objeto. Los físicos vieron con absoluta claridad que la medición y la verificación objetiva ya no podían ser el sello de la realidad absoluta, porque el objeto medido jamás podía ser completamente separado del sujeto que lo medía; en este nivel, lo medido y lo que mide, lo verificado y lo que lo verifica, son una y la misma cosa. El sujeto no puede tontear con el objeto, porque en última instancia, sujeto y objeto son una y la misma cosa.

Pues bien, aproximadamente al mismo tiempo que el «marco rígido» del dualismo científico se desmoronaba en la física, un joven matemático llamado Kurt Godel (que por entonces sólo tenía 25 años) estaba trabajando en lo que es sin duda alguna el tratado más increíble de su especie. Esencialmente, se trata de un análogo lógico del principio de incertidumbre de Heisenberg en física. Conocido en la actualidad como el «teorema de la incompletitud», incluye una rigurosa demostración matemática de que todo sistema de lógica debe tener por lo menos una premisa que no puede ser demostrada o verificada sin contradecirse. Así pues, «es imposible establecer la congruencia lógica de ningún sistema deductivo complejo, a no ser suponiendo principios de razonamiento cuya propia coherencia interna está tan abierta al cuestionamiento como la del sistema mismo». Así, tanto en el nivel lógico como en el físico la verificación «objetiva» no es un sello de realidad (a no ser en la ficción consensual). Si todo ha de ser verificado, ¿cómo se verifica al verificador, puesto que este es indudablemente parte del todo?

En otras palabras, cuando el universo queda seccionado en un sujeto frente a un objeto, en un estado que ve frente a otro estado que es visto, siempre hay algo que se deja fuera. En esta situación, el universo «siempre se eludirá parcialmente a sí mismo». Ningún sistema de observación puede observarse observando. El veedor no puede verse viendo. El ojo tiene siempre un punto ciego, y precisamente por esta razón, en la base de todos esos intentos dualistas encontramos solamente la Incertidumbre, la Incompletitud.

Además de renunciar a la división ilusoria entre sujeto y objeto, entre ondas y partículas, entre mente y cuerpo, entre lo mental y lo material, la nueva física - con la brillante ayuda de Albert Einstein - abandonó el dualismo del espacio y el tiempo, de la energía y la materia e, incluso, del espacio y los objetos. Ahora bien, esto tiene una importancia inmensa porque los hombres de ciencia sólo pudieron darse cuenta de que el conocimiento dualista era inadecuado reconociendo (por más oscuramente que fuese) la posibilidad de otro modo de conocer la Realidad, de un modo de conocer que no opera separando al que conoce de lo conocido, al sujeto y al objeto.

Eddington llama «íntimo» a este segundo modo de conocer porque en su funcionamiento el sujeto y el objeto están íntimamente unidos. Tan pronto como surge el dualismo sujeto-objeto, sin embargo, esta intimidad se pierde y queda reemplazada por el simbolismo, e instantáneamente volvemos a caer en el mundo, demasiado común, del conocimiento analítico y dualista. Así pues - y este es un punto que pronto elaboraremos con más detalle - el conocimiento simbólico es conocimiento dualista. Y puesto que la separación entre sujeto y objeto es ilusoria, el conocimiento simbólico que de ella se sigue es, en cierto sentido, igualmente ilusorio.

La física - y para el caso, la mayor parte de las disciplinas intelectuales de Occidente - no trataba con «el mundo mismo» porque operaba a través del modo dualista del conocer y, por consiguiente, trabajaba con representaciones simbólicas de ese mundo. Tal conocimiento dualista y simbólico es, al mismo tiempo, el rasgo más brillante y el punto ciego de la ciencia y de la filosofía, en tanto que permite alcanzar una imagen sumamente refinada y analítica del mundo mismo; pero por más esclarecedoras y detalladas que puedan ser esas imágenes, no dejan de ser únicamente eso: “imágenes”. Por ende, tienen con la realidad la misma relación que una imagen de la luna tiene con la luna. Korzybski, padre de la semántica moderna, explicó con toda lucidez esta intuición al describir lo que él llamó la relación «mapa-territorio». El «territorio» es el proceso del mundo en su realidad concreta, mientras que un «mapa» es cualquier notación simbólica que represente o signifique algún aspecto del territorio. Lo evidente es que el mapa no es el territorio.

Disponemos, pues, de dos modos de conocer básicos, como descubrieron los físicos: uno que ha recibido los nombres diversos de conocimiento simbólico, por mapas, inferencial o dualista; en tanto que el otro se ha considerado conocimiento íntimo, directo o no dual. Como hemos visto, la ciencia en general arrancó exclusivamente del conocimiento simbólico y dualista, guiándose por mapas y prestando atención a las «sombras»; pero como resultado de los últimos avances de las ciencias físicas, este modo del conocer - en algunos aspectos por lo menos - demostró ser inadecuado para ese «conocimiento de lo Real» que tan engañosamente había prometido. Esta inadecuación impulsó a muchos físicos a recurrir al segundo modo de conocimiento, el conocimiento íntimo, o por lo menos a afrontar la necesidad de este tipo de conocimiento.

La realidad como consciencia
Tiene, pues, una enorme importancia que la conclusión unánime y sin lugar a dudas de gran cantidad de científicos, filósofos, psicólogos y teólogos que han comprendido plena y profundamente estos dos modos de conocer, o sea que únicamente el modo no dual, es capaz de dar ese «conocimiento de la Realidad». En otras palabras, que han llegado a la misma conclusión que la moderna física cuántica.

A lo largo de la historia, pues, los hombres han entendido esta única realidad abandonando temporalmente el conocimiento simbólico por mapas y vivenciando directamente esa realidad fundamental, el único territorio en que se basan todos nuestros mapas.

Dicho de otra manera, dejaron de hablar de ella para vivenciarla, y es el contenido de esta experiencia o vivencia no dual lo que universalmente se considera como la Realidad absoluta.

Como ya señalamos, la prueba final de esto no consiste en ninguna demostración lógica, sino en un hecho vivencial; y solamente si nos embarcamos en la experiencia de despertar en nosotros el segundo modo del conocer podremos saber por nosotros mismos si tal cosa es o no es verdad.

Podemos trasladar esta discusión epistemológica a una base más psicológica señalando que los diferentes modos del conocer corresponden a diferentes niveles de la consciencia, a bandas distintas y fácilmente reconocibles del espectro de la consciencia. Además, nuestra identidad personal se relaciona íntimamente con el nivel de consciencia desde el cual y sobre el cual operamos. Por lo tanto, un cambio en nuestro modo de conocer da por resultado un cambio en nuestro sentimiento de identidad básico. Así pues, mientras estemos utilizando solamente el modo de conocer simbólico y dualista, que separa al sujeto cognoscente del objeto conocido y después alude al objeto conocido con un símbolo o nombre apropiado, nos sentiremos así mismo fundamentalmente distintos del universo y ajenos a él. Somos una identidad que se expresa en nuestro papel y nuestra imagen de nosotros mismos, es decir, en la imagen simbólica que hemos formado de nosotros mismos al convertirnos, dentro de un marco dualista, en objeto para nosotros mismos. El conocimiento no dual, sin embargo, no opera de esa manera, pues - como ya señalamos - parte de su naturaleza es ser uno con aquello que conoce, lo que evidentemente trae consigo un cambio en la propia sensación de identidad.

Pero antes de seguir adelante con el tema debemos hacer una pausa para esclarecer un punto sumamente importante. En sentido figurado hemos enunciado que el «contenido» del modo no dual del conocer es la Realidad absoluta, porque revela el universo tal como es absolutamente y no como convencionalmente se divide y simboliza. Sin embargo, expresado en términos más estrictos, no hay una cosa que se llame Realidad y otra cosa que se llame conocimiento de la Realidad; esta es una expresión sumamente dualista. Más bien, el conocer no dual es la Realidad, se toma a sí mismo como «contenido». Y si seguimos hablando de conocimiento no dual de la Realidad, como si ambas cosas estuvieran de algún modo separadas, es sólo porque nuestro lenguaje es tan dualista que tropieza con tremendas dificultades para expresarlo de ninguna otra manera. Pero siempre debemos tener presente que el conocer y lo Real se funden en la Experiencia Primaria.

Llegamos, por tanto, a una conclusión sorprendente. Puesto que los modos del conocer se corresponden con niveles de la consciencia, y puesto que la Realidad es un modo particular del conocer, de ello se sigue que la Realidad es un nivel de consciencia. Esto, sin embargo, no significa que la «sustancia» de la realidad sea la «sustancia de la consciencia» ni que los «objetos materiales» estén realmente hechos de consciencia, ni que la consciencia sea alguna vaga nebulosa de algo indiferenciado. Significa solamente - y para expresarlo debemos regresar temporalmente al lenguaje dualista - que la realidad es lo que se revela a partir del nivel de consciencia no dual al cual hemos llamado Mente. Es un hecho vivencial, una experiencia; pero aquello que se revela es algo que no se puede describir con precisión sin volver al modo de conocer simbólico. Por eso sostenemos que la realidad no es ideal, no es material, no es espiritual, no es concreta, no es mecanicista ni vitalista; la Realidad es un nivel de consciencia, y sólo ese nivel es Real.

Al expresar que sólo el nivel de la Mente, o la Mente simplemente, es la Realidad absoluta, debemos aclarar que no se trata de la doctrina filosófica del idealismo subjetivo, aunque superficialmente fuera posible interpretarla así. Pues el idealismo subjetivo es la posición para la cual el universo puede ser explicado exclusivamente como el contenido de la consciencia, para la cual el sujeto (o lo ideal) es lo único real, mientras que todos los objetos son fundamentalmente epifenómenos. Sin embargo, esto no es más que una forma rebuscada y sutil de esquivar el problema del dualismo, proclamando que una mitad del dualismo - en este caso, todos los objetos - es irreal. Además, cuando decimos que la Mente es la Realidad, no se trata tanto de una conclusión lógica como de cierta vivencia, como ya lo hemos señalado. La Realidad es “aquello que” se entiende y se siente desde el nivel no dual y no simbólico de la Mente. Aunque hay un tipo de filosofía que habitualmente “se cuelga” de esta vivencia fundamental, la vivencia misma no es, en modo alguno, una filosofía: más bien es la suspensión temporal de toda filosofía; no es un punto de vista entre muchos, sino la ausencia de todo punto de vista, sea el que fuere.

En suma: nuestra concepción ordinaria del mundo como un complejo de cosas que se extienden en el espacio y se suceden en el tiempo no es más que un mapa convencional del universo; no es real. No lo es, porque este cuadro pintado por el conocimiento simbólico que se vale de mapas depende de la escisión del universo en cosas separadas que se ven en el espacio-tiempo, por una parte y, por la otra, en el veedor de estas cosas. Para que esto suceda, el universo tiene que escindirse necesariamente en el observador frente a lo observado, el universo tiene que volverse distinto de sí mismo y, por lo tanto, falso para sí mismo. De ese modo, nuestras imágenes simbólicas, dualistas y convencionales son sutiles falsificaciones de la realidad misma que intentan explicar.

Pero la escisión no es tanto falsa como ilusoria, y las filosofías, psicologías y ciencias que de ella dependen no son, por consiguiente, erróneas, sino absurdas. El hombre no tiene más posibilidad de separarse del universo para después extraer «conocimiento» de él que la posibilidad que puede tener una mano de cogerse a sí misma o un ojo de verse. Pero el hombre, confiado como está en el conocimiento dualista, intenta el absurdo y se imagina que lo ha conseguido. El resultado es una imagen o cuadro del universo que lo presenta como compuesto de fragmentos llamados «cosas» desparramadas por el espacio y el tiempo, todas ajenas y separadas de la solitaria isla de percepción que el hombre, actualmente, se imagina ser.

Perdido así en su propia sombra, confinado en ese cuadro o mapa puramente dualista del cosmos, el hombre se olvida por completo de lo que el mundo real es en su realidad. Y sin embargo es ineludible que, si el universo se distingue de sí mismo y se falsea para sí mismo mediante la escisión entre el veedor y lo visto, el conocedor y lo conocido, el sujeto y el objeto, entonces una verdadera comprensión del mundo real sólo pueda darse al entender que, como expresó Schroedinger, «el sujeto y el objeto no son más que uno». Si esto es verdad, sólo comprenderlo así puede reclamar el título de «verdad absoluta».

Ahora bien, esto es lo que intentan decirnos todas las tradiciones: mirar a través de las ilusiones que nos ha legado el conocimiento simbólico-dualista, y al hacerlo así despertarnos al mundo real. Como este mundo real en tanto que totalidad no tiene opuesto, es obvio que no se trata de algo que pueda ser definido o captado, ya que los símbolos sólo tienen significado en función de sus opuestos, en tanto que el mundo real no tiene opuesto alguno. Por eso se le llama Vacío, “Sunyata”, lo Hueco, “Agnoia”, expresiones todas que sólo significan que todo pensamiento y toda proposición referentes a la realidad son vacíos e inválidos. Al mismo tiempo, equivale a decir que el mundo real está también vacío de cosas «separadas», ya que las cosas son producto del pensamiento, no de la realidad.

Si la realidad es inexpresable, no por eso deja de ser vivenciable. Pero, puesto que esta experiencia o vivencia del mundo real se da oscurecida por nuestros conceptos sobre ella, y dado que estos conceptos se basan en la escisión entre el sujeto que conoce y los conceptos que son conocidos, todas estas tradiciones afirman enfáticamente que de la Realidad sólo se puede tener una experiencia o vivencia no dual, en la que no existe la brecha entre el conocedor y lo conocido, porque tal es la única manera de que el universo no sea devorado por la ilusión. Esto significa que la Realidad y la percepción que tú tienes de ella es una y la misma cosa, lo que R. H. Blyth llamaba «la vivencia del universo por el universo». Ahora bien, a esta percepción hemos llamado el modo no dual del conocer: el universo que se conoce como universo. Y además, puesto que hemos sugerido que este modo de conocer se corresponde con una función, estado o nivel de la consciencia que designamos como «Mente», y puesto que conocer la Realidad es ser la Realidad, entonces podemos destilar toda la esencia de estas tradiciones en una frase como «la Realidad como nivel de consciencia» o, simplemente, «la Realidad como sólo-Mente».

No tiene gran importancia que se la llame Brahman, Dios, Tao, Dharmakaya, Vacío o de cualquier otra manera, ya que todas ellas apuntan igualmente a ese estado de la Mente no dual en que el universo no se halla escindido entre el veedor y lo visto. Pero ese nivel de consciencia no es difícil de descubrir ni está profundamente sepultado en la psique. Más bien está muy próximo, muy cerca, continuamente presente. Pues la Mente no es en modo alguno diferente de ti, que en este momento tienes en las manos este libro. En un sentido muy especial, en realidad la Mente es lo que en este momento está leyendo esta página.



lunes, 27 de octubre de 2008

Unas reflexiones acerca de la relación entre Tecnología y espiritualidad.

INTRODUCCION

Algo extremadamente importante esta ocurriendo en nuestro mundo justamente ahora: el crecimiento exponencial de Internet y la Web, como una nueva herramienta que une los cerebros humanos en tiempo real. El efecto de la red es que cambia nuestra relación con el espacio y el tiempo de una manera fundamental, y por lo tanto no es exagerado decir que estamos atravesando un cambio importante en la civilización.

Vamos a considerar simplemente el efecto de estas conexiones en red en la transferencia de conocimientos, y por lo tanto en la velocidad de la evolución tecnológica y cultural. Antes de la invención de la palabra escrita, no era posible codificar el conocimiento, ni preservarlo a través del tiempo. "Cuando un anciano muere", dice un proverbio africano, "una librería desaparece en llamas".

En los tiempos anteriores a la literatura, el progreso dependía de la capacidad de nuestros cerebros para recordar, y por lo tanto la evolución era muy lenta. Con la escritura, y especialmente con la edición masiva de libros, el conocimiento se hizo independiente de su portador, y también independiente del tiempo. Pero no del espacio, ya que la transmisión del conocimiento todavía dependía de la disponibilidad del objeto físico: el libro. Ahora, con la red de computadoras, y especialmente al caminar hacia una comunicación inalámbrica, la sabiduría se ha liberado también de las restricciones del espacio. Lo que realmente sucede cuando se instala una red, y eso es lo que esta ocurriendo a escala universal con Internet, es que cada innovación, cada nuevo pensamiento, cada solución a un problema está inmediatamente accesible a través de toda la organización. De modo que la evolución científica y cultural va a acelerarse hasta límites sin precedentes. El espacio de tiempo
necesario para duplicar nuestros conocimientos, que antes llevaba cientos o miles de años, lleva ahora tres años, y esta "duplicación" se está acortando aún más, lo que nos lleva a especular que puede llegar un punto en el historia, en un futuro no muy distante, llamado Singularidad, en el que el conocimiento se duplicará instantáneamente, dejando a la humanidad totalmente incapaz de saber lo que está sucediendo. Hemos creado un Juggernaut Tecnológico que está claramente "Fuera de control" (cfr. el libro del mismo título de Kevin Kelly). De modo que, si combinamos la Revolución Digital mencionada con la capacidad de manipular los genes, y con el desarrollo en el campo de la nanotecnología, nos damos cuenta de que ha llegado el momento de pensar en nuestra relación con la tecnología, que aunque una vez estuvo a nuestro servicio, tal vez ahora se ha convertido en nuestro amo. A través de este ensayo, examinaremos en primer lugar algunos de los cambios
sociales y culturales asociados a la noción de Revolución Digital, y después a algunas actitudes espirituales básicas, y cómo nos ayudan los debates de algunas escuelas de pensamiento a entender la tecnología en diversos e interesantes modos. En este contexto, miraremos la tecnología a través de cristales "negativos", viéndola como una práctica degenerada, y luego a través de cristales "positivos". viendo la tecnología como algo que lleva a humanidad a un "plano de conciencia" superior, hacia un nivel más elevado de civilización. Veremos también algunas de las prácticas espirituales emergentes en la misma red. Pero primero, algunos comentarios acerca de la noción de Revolución Digital.

LA REVOLUCION DIGITAL, VIRTUALIZACION Y EL NACIMIENTO DEL CIBERESPACIO

En la sección precedente discutíamos acerca de cómo las redes cambian nuestra relación con el tiempo y el espacio, y el hecho de que los los efectos sociales, políticos y económicos de las redes con de naturaleza fundamental. Liberar nuestra vida social de los límites espaciales significa por ejemplo cambios en la política, que siempre ha tenido connotaciones territoriales; significa grandes cambios en la organización de los asentamientos humanos, que, una vez más, se han basado en las necesidades de estar cerca del flujo de los productos materiales y de las estructuras centralizadas de poder. Ahora proliferan toda clase de "tele" actividades: tele educación, tele compra, tele trabajo. Lo que estas cosas vayan a llegar a ser es motivo de conjeturas, pero es una certeza que están cambiando nuestros modos tradicionales de comportamiento.. Posiblemente, algunos de los cambios acaecidos con la Revolución Industrial van a deshacerse. Ya hoy en día, de acuerdo con recientes estudios en E.E U.U., estamos viendo fenómenos como el crecimiento del tele trabajo (casi la mitad de los nuevos trabajos creados en los últimos 5 años eran tele trabajos), el hecho de que se crean más trabajos en el medio rural que en las áreas urbanas, y el extraordinario crecimiento de los niños escolarizados en casa (casi un millón). Nuestro nivel de tecnología actual nos permite producir más y más productos materiales, con cada vez menos trabajo humano. Finalmente, solo un pequeño porcentaje de la población trabajadora estará empleada en la producción material. Una vez más, este es un cambio mayor en nuestra civilización. En los años treinta, bajo la influencia de los avances organizativos como el Taylorismo, el trabajo manual se automatizó en gran medida y se separó gradualmente de los procesos productivos. Desde los ochenta, un proceso similar está acaeciendo en el campo del trabajo rutinario intelectual. Muchas empresas están pasando por procesos como la reorganización de los procesos laborales atendiendo a las ventajas de la nueva tecnología, y se están eliminando procesos rutinarios. De ahí la eliminación de cargos intermedios y trabajadores de cuello blanco. El efecto de la revolución digital en el modo en que organizaremos y experimentaremos el trabajo será muy importante, e incluso se ha sugerido por algunos analistas, como Jeremy Rifkin, que debemos contemplar seriamente la hipótesis del "final del trabajo".

Parte de esta revolución digital es el proceso de virtualización. Para comprender la naturaleza de este proceso, tenemos que pensar en como los seres humanos transforman el mundo material según sus necesidades. En la era agraria y antes de ella, la naturaleza (materia) era transformada por el trabajo físico y elementos mecánicos (otra vez materia). De modo que la naturaleza era transformada por la materia. Durante la revolución industrial, insertamos un nuevo factor en el proceso de producción: la energía (en forma de combustibles procesados). De modo que la materia era transformada por la materia y por la energía, y esto llevó a un salto cuantitativo en la productividad.

Estamos ahora en el proceso de añadir otro factor a esta ecuación: la información. Hoy en día, el mundo natural está siendo transformado no sólo por el uso de materia y energía, sino por la introducción de la información, lo que lleva a una nueva explosión de la productividad. Podemos decir que la virtualización es la creciente sustitución de la materia por la información. Este proceso tiene profundas consecuencias en nuestra forma de relacionarnos con el mundo. Entre la humanidad y la naturaleza, entre el ser humano y otros seres humanos, hay ahora una nueva capa de información. Y esta capa de información crece en importancia a medida que el proceso de virtualización se intensifica. En el pasado, podíamos decir: "no puedo tocar eso, luego no es real". Este ha sido el credo de la ciencia, del mundo industrial y del materialismo. Hoy, esta situación está cambiando
hasta el punto de que podemos decir, junto con el asesor de empresa Tom Peters: "Si puedes tocarlo, no es real". En otras palabras: lo informativo, lo no material, se ha hecho más importante, en términos políticos, económicos y sociales, que lo material. Un par de zapatos Reebok contiene más valor no material (imagen, marketing, investigación) que su valor real en términos de átomos disponibles. ¡Nuestra vida social está virtualizada al extremos de que la mayor parte de nosotros pasa más tiempo mirando documentales de naturaleza que paseando por el bosque! Este proceso, que comenzó con el nacimiento de la televisión, se intensificará con los nuevos medios del ciberespacio.

Medios de comunicación entrelazados y multidireccionales como Internet no son simplemente la continuación de los medios de comunicación de masas, sino que significan un cambio importante, ya que crean un nuevo espacio mental colectivo. Esta es la idea del ciberespacio, que significa que, paralelamente al mundo físico, la humanidad está creando un mundo paralelo "virtual", que coexistirá con el mundo llamado real. Si nuestros antepasados vivieron principalmente en un entorno natural, y la humanidad civilizada en un entorno arquitectónico, nuestros descendientes vivirán sobre todo en un "entorno digital". El ciberespacio es el lugar en el que vivirán una parte importante de su tiempo, y lo que ocurra en el ciberespacio condicionará mucho el resto de sus vidas.

Si consideramos diferentes aspectos de la revolución digital, vemos claramente que estamos atravesando un cambio mayor en la civilización, y que estos cambios tienen importancia metafísica, ya que afectan a la construcción básica de nuestra experiencia. No es sorprendente, por lo tanto, que no podamos confinar nuestro pensamiento a la ciencia, que trata sobre el "como", sino que debamos preocuparnos también del "por qué", el terreno de la espiritualidad y sus escuelas de pensamiento.

LOS DOS PUNTOS DE VISTA DE LA TRADICION SOBRE LA SABIDURIA

¿Cual sería el punto de vista de las escuelas espirituales de pensamiento acerca del desarrollo mencionado arriba? Antes de seguir, permítanme hacer una disgresión acerca de la Tradición de la Sabiduría en si misma. Al principio de este ensayo definimos la espiritualidad como el medio a través del cual la humanidad encuentra sentido a su relación con la totalidad del mundo exterior. Esta definición fue elegida a propósito, para que fuera aceptable también para los agnósticos y ateos, ya que los espiritual tiene el sentido general de la actividad humana dirigida a entender nuestra relación con el universo. En el mundo moderno, ha ocurrido claramente un divorcio entre los que afirman una creencia en un Absoluto o Ser Supremo, y aceptan en términos generales la existencia de objetos y seres no materiales, y los "racionalistas" o campo científico, que no acepta la "no materialidad".

Dentro del campo de los espiritualistas, no hay grandes diferencias en términos de metodología y enfoques. En términos muy generales, podemos distinguir caminos basados en la "fe", y los basados en la experiencia concreta. Unos pocos autores proponen la distinción entre la religión "exotérica", basada en la fe y sin experiencias concretas, y la tradición "esotérica", generalmente oculta dentro de las estructuras exotéricas, en la que están incluidos quienes afirman haber tenido experiencia directa de lo "divino". Algunos autores llaman a este cuerpo de conocimiento "Tradición", "Filosofía Perennis" o "Tradición del conocimiento", y afirman que, tras la enorme diversidad de pensamiento religioso, está este cuerpo de conocimiento espiritual real. Para quienes quieran profundizar en estas materias, aconsejo la extraordinaria lista de lecturas recopilada y comentada por Franklin Jones (Da Free John), titulada "El cesto de la tolerancia", que presenta las obras mayores de la espiritualidad humana desde su punto de vista. Otros autores recomendados son Hegel, Teihard de Chardin, Rene Guenon, Fritjof Schuon, Julius Evola, y, por supuesto, las obras maestras de Ken Wilber. Sus tres últimos libros, "El tercer ojo: la búsqueda de un nuevo paradigma", "Desde el Edén", y especialmente "Sexo, ecología y
espiritualidad: el espíritu de la evolución", son buenas introducciones modernas a este punto de vista. La última, primera parte de una trilogía, probablemente llegará a considerarse el libro filosófico y espiritual más importante de este siglo.

El autor de este ensayo acepta el punto de vista de que existe la Tradición de la Sabiduría, pero según mi propio análisis, hay dos grandes escuelas interpretativas en su interior. Es importante señalar los desacuerdos entre escuelas, ya que tendrá trascendencia en el análisis de sus sentido y en el papel de la tecnología en el desarrollo psicoespiritual de la humanidad. Llamaremos a estas dos lineas de pensamiento interpretaciones "optimista" y "pesimista" de la Tradición de Conocimiento.

La escuela pesimista ve básicamente la historia de la humanidad como un proceso de progresiva degeneración, es decir como una regresión. Autores como Rene Guenon, Julius Evola y otros, creen que hubo una "edad de oro espiritual" en un mítico pasado. La humanidad hubiera estado más desarrollada espiritualmente en aquellos tiempos tempranos que en la civilización actual. Dicen, por ejemplo, que las clases dirigentes eran en un principio espirituales (chamanes, sacerdotes y castas en Egipto, la Iglesia), luego militares y finalmente comerciales. Esta escuela se ve reforzada en sus interpretaciones por muchos textos sagrados que afirman esta pérdida gradual de la conciencia. La tradición hindú, por ejemplo, afirma claramente que estamos ahora en la edad del "Kali Yuga", el último estadío antes de la destrucción del mundo. La noción de "Caída" y otros conceptos aclararían el actual estado de la humanidad.

La escuela Optimista de pensamiento, ejemplificada por los trabajos de Hegel, Teilhard de Chardin y Ken Wilber, hace un acercamiento evolucionista. Están de acuerdo, en general, en que hubo realmente una caída, en el momento de la creación del cosmos y de nuestro universo, cuando la divina conciencia se perdió en materia inconsciente. Pero desde este punto en adelante, ha habido progresos hacia un nivel superior de complejidad y de conciencia.

Esta actitud básica hacia la espiritualidad y la vida, colorea el punto de vista de varias escuelas. Las escuelas pesimistas tienden hacia el Dualismo (una separación fundamental entre lo humano y lo divino), hacia el Gnosticismo (siempre habrá una separación entre el Conocedor y lo Conocido, es decir, el ser individual), y hacia acercamientos negativos hacia el cuerpo. De hecho, la práctica espiritual Pesimista tiende hacia técnicas que enseñan a sus adeptos que "tu no eres tu cuerpo, no eres tu mente, no eres esto o lo de más allá". La práctica espiritual Optimista tiende a acercamientos no duales, misticismo (fusión con lo divino), y técnicas positivas hacia el cuerpo y el propio ser. Sus técnicas suelen enseñar a sus adeptos: "Eres más que tu ego, eres más que tu cuerpo".

Por supuesto, en la vida real, muchas escuelas espirituales tienen elementos de ambas, pero es una herramienta muy instructiva mirar la Tradición desde este punto de vista. La interpretación de la historia humana, y el papel de la tecnología en ella, se verá facilitada.

De modo que el Proyecto Tecnológico Humano (y especialmente la actual "Fase Ciberespacial" puede ser considerada ya sea como un Proyecto Dios Luciferino, es decir, un intento por parte de la humanidad de usurpar a "Dios" y de liberarse a sí mismo de todos los límites impuestos por la naturaleza (interpretación pesimista), y sea al contrario, como una nueva fase en la evolución de la humanidad hacia niveles más altos de conciencia colectiva. Continuaremos nuestra exploración del significado de la tecnología inspirandonos en estos dos puntos de vista, como proyecto Dios o como Gaia Electrónica.

EL PROYECTO DIOS

Metafóricamente hablando, podemos argumentar que la tecnología comenzó realmente cuando Adán mordió la manzana del Arbol de la Ciencia, el momento en que le hombre dijo: "Podemos hacerlo por nosotros mismos y queremos entender el significado de todo". La tecnología empezó con las primeras herramientas, que aumentaron el control sobre la naturaleza más que aumentar nuestra armonía con ella. Esto se ha comprendido muy bien por parte de los aborígenes australianos, que únicamente aceptan tres tecnologías, ya que son conscientes de que más herramientas destruirían su armoniosa relación con su entorno. Pero el resto de nosotros siguió adelante por el camino de la técnica.

Para los espiritualistas hay básicamente dos formas de acercarse al conocimiento, una forma que lleva a la santidad (totalidad), y la otra que lleva a un dominio falso y arrogante sobre la naturaleza que finalmente nos destruirá. La primera, el acercamiento interior, está basado en la idea de que hemos sido creados a imagen de Dios, y de que descubriendo nuestro ser interior nos acercaremos al descubrimiento de nuestros aspectos divinos. Al mismo tiempo, esas escuelas advierten a su seguidores de que esos aspectos son únicamente señales a lo largo del camino, y de que nadie debiera asirse a ellos. Como dice el proverbio sufí: "el cielo es el infierno del hombre sabio", es decir que incluso los placeres del cielo deben ser abandonados para llegar a la iluminación. La práctica espiritual puede darnos aspectos de los poderes de lo divino, y la literatura de la sabiduría está llena de testimonios a ese efecto. Por ejemplo, Richard Thompson, un estudioso hindú, describió los 64 "siddhis" (poderes) que pueden conseguirse a través de la meditación, y describe cómo el programa tecnológico de la humanidad es un intento de emular estos poderes de uno en uno.

Y no se puede negar que la tecnología es un programa mágico. Como dijo Arthur Clarke: "cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia". Podemos comunicarnos rutinariamente con gente que está a gran distancia, ver y oír lo que sucede a miles de millas de distancia, pasar a través de las paredes con la realidad virtual, etc...

Pero mientras el efecto de la "vía interior" fortalecerá el carácter humano, la tecnología externa debilitará progresivamente a la humanidad. McLuhan advirtió sobre esta interpretación, y dijo además que la tecnología es una extensión de nuestros sentidos. Las máquinas con extensiones de nuestros músculos, las computadoras de nuestros cerebros, y los robots de ambos. Observen como el automóvil, en efecto, "amputa" nuestras piernas, como la calculadora destruye nuestra capacidad de calcular por nosotros mismos, y como los procesadores de texto debilitan nuestra gramática. Cuanto más ampliamos muestra tecnología, y con ella nuestros sentidos hacia el exterior, menos necesitamos nuestros sentidos interiores. Al mismo tiempo, estamos creando una "tecnosfera" (pariente de la biosfera y la sociosfera), que es cada vez más enemiga de nuestros cuerpos y de nuestras mentes. Las investigaciones oceánicas y los viajes espaciales crean condiciones en las que nuestros cuerpos no podrían sobrevivir, y la sobreabundancia de información causa un permanente stress a nuestra mente.

Cientificos de vanguardia, como Marvin Minsky (Inteligencia Artificial), Eric Drexler (nanotecnología) y Hans Moravec (Ciencia Robótica), predicen un mundo en el que ambos, cuerpo y mente, llegarán a ser obsoletos. Un mundo en el que una combinación de tecnologías (que invaden el cuerpo) e ingeniería genética (que puede cambiar incluso la definición de lo que es un ser humano) puede llevarnos a un mundo posthumano. Algunos están considerando este concepto de forma muy seria. Por ejemplo los Extropianos, un grupo de jovenes científicos que creen firmemente en la promesa de la tecnología, están ya ahora trabajando en la posibilidad de duplicar nuestra esperanza de vida (a través de dietas especiales), de resucitar a los muertos (a través de la criogenética), de hacer ordenadores conscientes, o llevar la memoria de los ordenadores a nuestros cerebros, mezclándonos así con las máquinas (ciborgismo). Con su radicalismo, grupos como los Extropianos representan el Inconsciente Tecnológico de la civilización occidental, y nos fuerzan a decidir que es lo que realmente queremos. Si continuamos en el camino actual, crearemos un hombre inmortal que controlará la naturaleza y finalmente dejará la tierra para controlar el universo. Mientras tanto, estamos creando una red mundial de ordenadores (Internet) que pronto estará habitada por inteligencias artificiales, y que alcanzará tal nivel de complejidad, que ya no será controlable por la inteligencia humana. Esta claro que esto lleva a la creación de la Maquina-Dios, un Deus ex Machina (cfr Paul Virillio) que es el competidor directo del Ser Supremo de los Espiritualistas. ¿Quiere esto decir que su análisis de la tecnología como un proyecto Luciferino es correcto? También en este contexto podemos ver la predicción de una Singularidad Tecnológica, es decir, un momento en la historia en que habrá tantas novedades como en todo el tiempo que le ha precedido. Un momento que puede llamarse el "Fin de la Historia" o el "Fin de la Humanidad". Este acontecimiento sería una abominación para los espirituales Pesimistas, que identificarían la llegada de una Maquina Inteligente Todopoderosa con la llegada del Anticristo.

Los Espirituales Pesimistas no están solos en este análisis negativo. Su punto de vista es ampliamente compartido por quienes son actualmente llamados "Neo-Ludditas". Al igual que los seguidores originales del general Ludd, es decir, tejedores ingleses que destruyeron la maquinaria textil a finales del siglo XIX, muchos de los Ecologistas Profundos de hoy en día quisieran detener la evolución tecnológica para ir hacia atrás a una edad dorada en que la humanidad vivía todavía en armonía con la naturaleza. Es interesante notar los paralelismos: ambos, pesimistas y neo-ludditas, colocan su Utopía en el pasado; los espirituales optimistas y los utópicos Tecnológicos la colocan en el futuro.

Por supuesto, hay muchos hechos que pueden llevar a los lectores a aceptar la lectura pesimista del futuro, e interpretar la tecnología como el camino a la destrucción. Sin embargo, hay también algunos hechos que apuntan en otra dirección. La interpretación optimista de la Tradición de Sabiduría señala que la tecnología es un paso más en el desarrollo de la Conciencia de la Humanidad.

GAIA ELECTRICA

En la creación del Cosmos, la conciencia divina "cayó" en la naturaleza, que no podía ser consciente de sí misma. Luego llegó la vida en sus diversas formas, desde la unicelular, pasando por las plantas, animales en sus varios tipos y finalmente el hombre y la mujer, los únicos seres conscientes de sí mismos. A través de la humanidad, la naturaleza y el cosmos pueden ser conscientes de sí mismos. Pero este proceso de incremento de la conciencia es un proceso lento. La humanidad en sí misma ha pasado de la conciencia mágica a la racional; desde el pensamiento tribal al nacional y al planetario. Para que aflore esa conciencia planetaria, se precisan las herramientas adecuadas. Y podemos hacer una lectura de la historia, en la cual la tecnología es la ayuda necesaria para hacer esa conciencia posible. Ciertamente, puede argüirse que existen Seres Realizados que consiguen ese estado de conciencia universal, pero la masa del pueblo necesita ayuda. Puede afirmarse que la conciencia nacional no hubiera sido posible sin la prensa escrita, y que la conciencia planetaria real no es factible sin la creación de una red de comunicación mundial. Utilizando el lenguaje protomarxista, podemos decir que solo ese tipo de infraestructura tecnológica pude crear las condiciones materiales necesarias para que nazca esa conciencia colectiva.

Este proceso de universalización comenzó con la imprenta, se extendió a través de las tecnologías de comunicación como el telégrafo y el teléfono, y con medios como la radio y la televisión. Pero únicamente ahora tenemos un medio que combina las características de los dos tipos: los medios de comunicación de masas y los personales, que extienden los sentidos humanos y llegan a la conciencia, en todos los rincones del mundo. Los medios de comunicación tradicionales eran en un solo sentido, y tan caros que solo podían ser utilizados por los poderes, mientras que hoy en día el Internet omnidireccional puede ser usado como medio de comunicación por cualquier individuo conectado. Internet, por lo tanto, puede ser visto como una herramienta que amplía nuestra información aún más, y, por primera vez, permite a la humanidad materializar la "noosfera", es decir, el espacio mental colectivo donde todos nuestros intercambios culturales tienen lugar. Internet evolucionará finalmente a ser el Cerebro Mundial, que contenga a todos los cerebros conectados. Esta es al menos la interpretación de la Escuela Positiva. A esta escuela pertenecen filósofos como Hegel, y espiritualista como Teilhard de Chardin, y hoy en día Ken Wilber. Su optimismo es compartido por muchos otros habitantes del ciberespacio y ayuda a explicar la extraordinaria cantidad de creatividad y energía cultural optimista que se genera en Internet. Visto en otro contexto, el ciberespacio es un importantísimo proyecto de civilización. Puede ser comparado a la construcción de las catedrales góticas, que fueron construídas para gloria de Dios y que movilizaron a todas las comunidades en la Edad Media. Del mismo modo, el ciberespacio es la creación de un nuevo mundo paralelo. Al lado del mundo físico, la humanidad ha creado un mundo virtual, un "país de la mente", como lo llama John Parry, o ¿tal vez un país del espíritu?. Ya sea una interpretación correcta o no, al menos debiera entenderse que el ciberespacio es visto por muchos como un proyecto utópico social y político, y por lo tanto como generador de energía utópica. (Michel Grosso ve una fusión de los sueños utópicos y de los miedos apocalípticos del fin del milenio, y llama a esta fusión la Tecnocalipsis). En una época en que todos los "ismos" políticos han muerto, y en el que las religiones autoritarias están moribundas o secuestradas por las fuerzas sociales más reaccionarias, el ciberespacio es visto como una casa de libertad, un lugar donde la igualdad puede conseguirse, como una herramienta de organización para la creación de comunidades virtuales utópicas (en este sentido, las comunidades virtuales de Internet pueden verse como un renacimiento del "socialismo utópico" premarxista que insistía en que el cambio podía suceder aquí y ahora creando comunidades de hombres de bien que se comportaran de acuerdo con las nuevas normas sociales). El ciberespacio funciona como pantalla de proyección ideal para las esperanzas utópicas de un mundo mejor. En este contexto, no es sorprendente que el ciberespacio sea también el lugar de actividad de los movimientos espirituales, especialmente los que comparten la interpretación positiva de la evolución de la historia.

SACRALIZANDO EL CIBERESPACIO
Stewart Brand, fundador de la legendaria Whole Earth Review y autor de "The Media Lab", tenía una historia personal de relación con los ordenadores que mostraba una fuerte relación entre las fuerzas pioneras de la tecnología y la contracultura de los sesenta. Ambos movimientos compartían el objetivo de dar "el poder al pueblo" y de "aumentar las posibilidades del individuo". Aunque es cierto que Internet era en un principio un proyecto del Departamento de Defensa de los E.E.U.U., tenemos que admitir que Internet tiene un fuerte parentesco con el movimiento contracultural. Uno de los elementos de este movimiento social era el renacimiento espiritual, debido en parte a la importación de religiones orientales y, probablemente también, al descubrimiento y amplio uso de las drogas que alteran la mente. Las especiales características de Internet, en donde cualquiera puede publicar por un precio módico, asegura que muchas fuerzas espirituales alternativas encuentren su hogar en Internet y lo utilicen para sus fines espirituales. El lazo de unión entre la contracultura, los intereses espirituales y el ciberespacio, pueden verse en la importancia de individuos como John Parry Barlow y Mitch Kapor. Barlow es un licenciado en religión comparativa y es el primer letrista de Grateful Dead;
Kapor, anteriormente gerente de Lotus, es un profesor de Meditación Trascendental y Budista practicante. Ambos son líderes del movimiento para la libertad civil de ciberespacio (a través de su liderazgo en el Fundación Fronteras Electrónicas) y combinan su activismo humanitario y sus preocupaciones espirituales en una esperanzada visión de las posibilidades del ciberespacio. Howard Rheingold, el influyente autor de "Comunidades Virtuales" y durante mucho tiempo editor de Whole Earth Review, es otro ejemplo de la contracultura californiana, que ha madurado ahora en el ciberespacio.

Ciertamente, Internet también es usada por las fuerzas espirituales tradicionales. Los fundamentelistas cristianos, el Judaísmo Hasidim y el Islam están presentes. La Iglesia Católica inicia su entrada y varias escuelas de Budismo son particularmente activas. Éstas últimas tienen una "Cuber Sangha" (comunidad) muy activa, pero muchas escuelas tradicionales usan Internet como una herramienta auxiliar, un simple complemento de sus actividades físicas.

Algunos movimientos espirituales, que comparten la interpretación positiva señalada arriba, están tomando un papel mucho más activo en el ciberespacio. Señaladamente activos son los ciberpaganos. Puede sorprender a algunos observadores que la naturaleza precristiana de la religión pueda encontrar interesante a internet, pero así es en realidad. Los paganos son, por supuesto, un fenómeno urbano, precisamente entre las clases sociales que son los usuarios naturales de Internet. Usan Internet no solo como herramienta de organización, sino como un nuevo espacio que ha de ser sacralizado. Por ejemplo, Mark Pesce, creador del lenguaje VRML, ha creado el Circulo Cero en Internet, que incluye rituales chamanísticos. Todos los objetos en tres dimensiones han de posicionarse dentro de el "Axis Mundi" o "Centro de Mundo" espiritual. Del mismo modo, los monjes tibetanos del instituto Namgyal de Ithaca, en Nueva York, han consagrado al ciberespacio el día 8 de febrero. Desde el punto de vista espiritual, estos rituales son muy importantes porque crean espacios sagrados donde las fuerzas divinas pueden estar presentes. Mark Pesce explica que el ciberespacio llegará a contener muchos espacios "patógenos" perjudiciales para muestro bienestar mental, y que han de crearse espacios "vivogénicos" para contrarrestarlos. Entre los ciberpaganos activos hay algunos experimentos con ciber- rituales y meditación colectiva utilizando internet como punto focal.

Esto ha llevado a un vivo debate en listas de correo como Tchspirit-L acerca del tema "Viaja el Prana por los cables". El debate se centra en el hecho de la transmisión de energía espiritual. Necesita el contacto físico para transmitirse o, al ser una energía inmaterial, puede transmitirse por los "cables". Algunos están convencidos de que el ciberespacio puede ser usado para prácticas espirituales de buena fe, como por ejemplo Alexander Besher, autor del libro de ciencia ficción "RIM", quien aboga a favor de la creación de Espacios Espirituales a través del ciberespacio, apoyándose en la práctica del Feng Shui, el arte Taoísta de crear edificios y espacios "correctos". Hay que hacer notar que podemos presenciar la creación de ciber-religiones específicas. Aunque muchas son iniciativas sin importancia, algunas son serios intentos de crear un nuevo tipo de comunidad espiritual. El libro de Douglas Rushkoff, Ciberia, ha subrayado al fusión de Internet y las comunidades de música psicodélica y House en una especie de cultura juvenil espiritualizada que tiene como objetivo el despertar espiritual a través del uso combinado de tecno-música exática, sustancias alucinógenas y comunicación en un espacio mental colectivo, es decir en el ciberespacio. Terence McKenna y el omnipresente Timothy Leary son muy populares en estos círculos. McKenna en particular, ha escrito algunos libros bien estructurados acerca de la necesidad de una nueva alianza entre tecnología y naturaleza, lo que llama "Revolución Arcaica".

De todo lo dicho podemos concluir que hay una activa vida espiritual en el ciberespacio, y que hay una ciber- espiritualidad específica que se está desarrollando. Mientras todos los medios de comunicación han influenciado las prácticas culturales humanas, incluyendo la religión y la espiritualidad (véase los predicadores televisivos), es sorprendente que Internet cree nuevos tipos de movimientos sociales que toman su identidad en el mismo ciberespacio. Así, mientras que no existe el radio-fascismo ni el tele- feminismo, podemos encontrar sin embargo movimientos como el ciberfeminismo, ciber-marxismo y movimientos específicos ciber-espirituales. Es una confirmación más del hecho de que Internet no es simplemente un medio de comunicación, sino un espacio real, un entorno digital para la vida y la mente.

PARALELISMOS ADICIONALES

¿Puede el cuerpo de la Tradición de Sabiduría ofrecer alguna perspectiva útil incluso a aquellos de nosotros que somos por naturaleza escépticos a cualquier conocimiento "no científico? Creo que hay paralelismos interesantes entre el ciberespacio y los espacios espirituales que pueden hacer interesante una mirada a algunos testimonios en el terreno de lo inmaterial.

Puede decirse que la ciencia siempre ha trabajado en el mundo material, mientras que la espiritualidad ha tratado con los espacios no materiales. Hasta hoy, no había ningún espacio inmaterial que pudiera ser reconocido por la mente científica. Sin embargo, el ciberespacio es precisamente un espacio inmaterial, y por lo tanto, hay muy poca tradición científica que pueda ayudarnos a dar sentido a la dinámica de un espacio de estas características. No ocurre lo mismo con los Textos Sagrados, que describen por ejemplo la Red de Indra (una metáfora para los nodos de Internet) o las Grabaciones Akashicas (el lugar en el que se almacena la sabiduría del mundo y al que se puede viajar usando técnicas de "salir del cuerpo"). Creo efectivamente que la lectura de esos textos puede ser de utilidad en la comprensión de las dinámicas del ciberespacio como la quintaesencia de espacio inmaterial.

Otro aspecto es el mágico. No se puede negar que el ciberespacio tiene aspectos mágicos. Especialmente en entornos de realidad virtual, nuestras mentes son capaces de viajar en mundos que pueden cambiar con nuestros deseos y donde nuestros deseos pueden materializarse. Ya hemos visto como los MUDS, MOOS y MUSHS toman su inspiración en gran medida de las técnicas de magia. No puede ser una casualidad. Puede también decirse que para navegar a un espacio mágico, necesitamos interfaces mágicas. Esta era la premisa del legendario hacker de la novela de Vernon Vinge. Una vez más, mucha literatura espiritual que subraya las técnicas mágicas y teúrgicas puede ser de aplicación en nuestros nuevos mundos virtuales.

Desde el punto de vista de los espiritualistas, el ciberespacio puede también ofrecer oportunidades interesantes. Por ejemplo, el psicólogo transpersonal Charles Tart ha invocado la idea de "fingir" experiencias espirituales a través de la tecnología. Experiencias de abandonar el cuerpo pueden ser fácilmente recreadas en el ciberespacio, usando gafas unidas a un robot, el cual mirará después hacia uno mismo. esta también reuniendo fondos para crear mundos intermedios descritos en los Textos Sagrados, como el Bardo de los Tibetanos, en entornos de realidad virtual. Este proyecto puede ser una importante iniciativa cultural que aumentará nuestra comprensión de las tradiciones espirituales del mundo.

El ciberespacio también representa un importante reto espiritual. La tecnología es una extensión del hombre, y por lo tanto de la naturaleza. Uno de los fines fundamentales de las prácticas espirituales ha sido el de ampliar nuestras identidades, y sobreponernos a nuestros sentimientos de separación de otros seres humanos, de la naturaleza y del cosmos. Las mismas técnicas pueden ser usadas para llegar a una visión más completa de la tecnología. En ese sentido, la unión del hombre con la máquina y la tecnología puede ser visto como una tarea mística de unión con el universo.


Para el resto de nosotros, siempre será difícil decidir entre las visiones positiva y negativa de la tecnología. Hay suficientes hechos para inclinar nuestra opinión en cualquiera de los dos sentidos. En este mundo material de contradicciones, de Ying y Yang, esos puntos de vista opuestos siguen siendo una interesante herramienta heurística, y nos muestra la lógica contradictoria del progreso. Con cada nuevo poder y posibilidad que nos brinda, el progreso hace desaparecer alguna otra parte de la humanidad. Tal vez para sobrevivir en el estresante mundo de la alta tecnología, necesitemos cada vez más las técnicas sofisticadas de la psicología y del trabajo corporal que han perdurado como un legado de las prácticas espirituales y del movimiento potencial humano. El nuevo alcance de la tecnología puede necesitar una "Nueva Edad" de resurgimiento de las practicas espirituales. Sin ellas, tal vez no seríamos capaces de sobrevivir.

FUENTES:

Por Michel Bauwens


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