lunes, 27 de septiembre de 2010

Los rituales: rituales de purificación

En "El principito" de A. Saint Exupéry, el zorro y el Principito entablan un curioso y trascendente diálogo sobre los ritos. El zorro asevera solemnemente: «Los ritos son necesarios». El principito, con el espíritu que le caracteriza, pregunta: "¿Qué es un rito?". A lo que el zorro responde:
"Es lo que hace que un día sea distinto de los otros días; una hora, de las otras horas. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. El jueves bailan con las muchachas del pueblo. El jueves es, pues, un día maravilloso. Voy a pasearme hasta la viña. Si los cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían, y yo no tendría vacaciones".
Los ritos constituyen una defensa instintiva del ser humano frente al desarrollo unilateral de la inteligencia y su influjo antisocial. Son una respuesta a la angustia que produce en el ser humano la realidad amenazadora que se le impone y no siempre puede controlar. Representan, a su vez, un buen antídoto frente a la rutina de la vida, al romper la uniformidad y monotonía en que se desarrolla la existencia humana. A esta ruptura del tedio que impone la pesada cotidianidad se refiere el zorro cuando dice que el rito es lo que hace que no todos los días y todas las horas sean iguales.

El ritual de purificación es uno de los mas extendido a lo largo de continentes y épocas. Sea mediante el agua, el ayuno o el fuego, este ritual no introduce necesariamente los conceptos de pecado, impureza o maldad, sino más bien la idea de renovación y regeneración, de dejar atrás y renunciar a un nivel, un estado o una posición. Es decir para liberar al cuerpo, a la mente y al espíritu de las ataduras de un estado anterior.
A menudo es utilizado antes de realizar algún acto ceremonial afín de arrastrar lo pasado, lo inútil, lo superfluo, y de este modo crear un vació donde tenga cabida lo nuevo, lo fresco y lo fértil. En este sentido el ritual de purificación se asemeja a las labores agrarias que concluyen con la espera de la próxima cosecha, representa la renovación de la naturaleza. Por ejemplo, la quema de los rastrojos, el barbecho, son formas de regenerar la tierra, son prácticas de renovación. De igual modo, tras el paso por un ritual de purificación como símbolo de nacimiento a una nueva vida, el novicio esta preparado para recibir la siembra de la iniciación.

Rituales de purificación:

La ceremonia del Temazcal o ceremonia del Inipi

Temazcal es el termino Náhuatl, mientras que Inipi es la palabra que se utiliza en Lakota.
El Temazcal o Inipi, es un ritual milenario que trasciende desde los Mayas, los Toltecas y los nativos Norteamericanos, y consiste en una ceremonia realizada dentro de una construcción cerrada a manera de choza, donde se tira agua sobre piedras al rojo vivo para crear un ambiente similar a un baño de vapor. Se utiliza también hierbas, especias e incienso.
El propósito de esta antigua ceremonia es la purificación tanto del cuerpo como del alma. Es más que un simple baño de vapor u otro tipo de sauna ya que es, en si mismo, toda una ceremonia o ritual de purificación, tanto física como mental. El temazcalero, curandero o Chamán guía todo el proceso y se busca una depuración física, emocional y espiritual. El Temazcal es considerado como un lugar sagrado donde se va a pedir por algún propósito o simplemente a agradecer y recibir la bendición y purificación de los cuatro elementos, Tierra, Agua, Aire y Fuego. Dentro se está caliente y recogido. Es en este espacio, donde nos sentimos protegidos, donde podemos iniciar una ceremonia que nos limpie y nos transforme. Queremos volver a salir (renacer) siendo una persona nueva.
Hay que recordar que el Temazcal está hecho a semejanza del vientre de la mujer, del útero de la madre. Es el mismo vientre de la madre Tierra o Pachamama, donde por un agujero estrecho y oscuro, entramos lo más desnudos posible y salimos, renaciendo a nuestra vida en el Planeta, con una visión más clara de lo que tenemos que hacer, sanar, reconciliar y trabajar.
En el intento de recobrar nuestra memoria ancestral y abrir nuestro corazón, necesitamos reestablecer nuestra conexión con la Madre Tierra: Pachamama. El Temazcal es la vuelta al Útero Materno de la PachaMama, de donde la vida se cobija y gesta, y también es volver a Nacer, más livianos, más alegres, más vitales.

Las abluciones

El agua tiene propiedades purificadoras innatas. Limpia y purifica la energía negativa y estancada y devuelve la sensación de paz y claridad. Cada vez que nos bañamos liberamos energía negativa e incorporamos influjos positivos.
Desde los tiempos más remotos se ha utilizado en las ceremonias espirituales y se ha asociado con los misterios de la existencia humana. Aunque un ritual no necesariamente  se ha de cumplir dentro de un contexto religioso, el ritual de lavado o abluciones (latín ablutio, "me lavo; lavado") se ha incorporado en numerosas doctrinas y se realiza mediante la inmersión, aspersión o afusión de una persona en el agua.
Dicha práctica se ejecuta en religiones como el judaísmo donde es denominada mikve y en el cristianismo donde toma el nombre del sacramento del bautismo.
En el Hinduismo el agua es considerada como un elemento purificador con poderes espirituales. Lavarse con agua por la mañana es una obligación diaria. Cerca de cada templo se encuentra una fuente de agua y los adeptos deben bañarse en ella antes de entrar en el templo.
Según el islam, las cinco oraciones al día (o salat) deben llevarse a cabo después de haber lavado ciertas partes del cuerpo usando agua limpia o abdesto; sin embargo, en caso de que no hubiese agua limpia se realizan abluciones con polvo o arena las cuales son denominadas tayammum.
En el sintoísmo el agua es empleada en casi todos los rituales para purificar una persona o un lugar, como es el caso del ritual misogi. El culto de los kamis (deidades), comienza, siempre, por un acto de purificación mediante el agua. La purificación permite restablecer el orden y el equilibrio entre la naturaleza, los humanos y las divinidades. El Sintoísmo es la religión autóctona de Japón basada en la veneración de los kamis, esas innumerables deidades que contiene la naturaleza. Las cascadas se consideran sagradas.
Algunos cultos emplean agua especialmente preparada para propósitos religiosos, como el agua bendita de algunas denominaciones cristianas o el amrita en el sijismo y el hinduismo.

El ayuno

La mayoría de las religiones tienen como bien el de ayunar , cada una lo practica y lo dispone de un modo diferente y hasta tienen propósitos un poco diferentes , pero lo importante es ayunar, en la Iglesia Cristiana se tiene como bien Ayunar antes de cualquier evento de carácter Espiritual , como: antes del miércoles Santo de ceniza y la comunión, en el Islam se realiza un mes entero de Ayuno que se conoce como Ramadán. En las culturas indígenas los Chamanes lo utilizan tanto para ellos como para sus aprendices antes de realizarse un rito de iniciación sagrado o para la toma de alguna sustancia enteogena.
El ayuno limpia el cuerpo de podredumbre y lo mantiene sano eliminando todo lo indeseable acumulado en el cuerpo durante años de alimentación inadecuada, también en el ayuno se elimina la materia astral inferior del hombre, provenientes de la alimentación carnívora y del consumo de elementos contaminantes; si bien un proceso de completa purificación puede llevar años, según el grado de envenenamiento del ser holístico.
En la Medicina Ayurveda se aconseja que se Ayune un día a al semana para tener una muy buena salud, tanto física como mental. El ayuno permite que el organismo descanse de la función de digestión y actúe en las funciones de eliminación y desintoxicación activando las capacidades de regeneración y renovación de todo el organismo, es el método de purificación mas natural y efectivo que se conoce, los animales lo realizan cuando se sienten enfermos, se abstienen de comer hasta que se mejoren y la Fuerza Vital de la naturaleza les devuelve la salud ; al ayunar se le permite a la naturaleza obrar en el cuerpo físico y los otros cuerpos (el emocional, el mental y el espiritual), y ella se encarga de restablecer la armonía y el equilibrio orgánico.
Los propósitos del ayuno son muchos : por salud, de higiene, a nivel anímico, sociales y espirituales , y cada uno de ellos no se puede separar del otro, van interrelacionados, pero los principales son dos: por salud y espiritual , de hecho el espiritual fue el mas usado antiguamente, ahora las medicinas alternativas y naturistas lo aconsejan y utilizan mucho pues han encontrado en el un método eficaz para la desintoxicación del organismo y para curar y ayudar a mejorar un sin fin de enfermedades.
El propósito del ayuno en la parte espiritual: es el de sacar todo lo venenoso, podredumbre, vibraciones astrales inferiores y energías negativas. En este proceso la fuerza vital de la naturaleza echará del cuerpo todo lo indeseable para que teniendo un cuerpo mas sano y purificado, el Ser se manifieste mas claro y profundo. El ayuno se asemeja a derribar los cimientos de una vieja casa, elimina todo lo que no sirve y estorba, para levantar nuevamente sólidos cimientos y construir con materiales nobles una morada digna donde el Espíritu pueda vivir y expresarse mas claramente.

La purificación por el fuego

Los innumerables rituales de purificación por el fuego de todas las culturas, son característicos de culturas agrarias. Simbolizan, en efecto, los incendios de los campos que se embellecen luego con un manto verde de naturaleza viva, representan la renovación. La más conocida de esas manifestaciones puede ser, tal vez, la de las hogueras, también llamadas candelas o queimadas. Las culturas antiguas, ya fuera la cretense, la helénica, la etrusco-romana o la ibérica, nos han legado esos ritos y costumbres de componente místico donde predominan la preocupación del hombre por la identificación con la naturaleza y la purificación a través del fuego el agua, la tierra y el viento.
Sin duda, la gran noche de las hogueras es la de San Juan, o Litha para los paganos, entroncada con las antiguas celebraciones del solsticio vernal y considerada como una de las noches mágicas por excelencia. La noche de San Juan, donde se queman los malos augurios en forma de objetos del pasado y se piden los deseos al mar, se convierte en un homenaje a la Madre Naturaleza que nos ofrece misterios con los que el hombre ha convivido miles de años. En el Sabbath de Litha celebramos la noche más larga del año, la llegada de una nueva estación, la estación de la cosecha, y el solsticio de verano.
Otro ritual de purificación es el Agnihotra de la tradición ayurvedica. Es un proceso de purificación de la atmósfera mediante la acción del fuego preparado en una pirámide de cobre, sintonizado al biorritmo de la salida y la puesta del sol. Este ritual ayuda a establecer un equilibrio bioenergético en toda la naturaleza: atmósfera, suelos, aguas, plantas, animales, y seres humanos.
La custodia del fuego sagrado como símbolo purificador y regenerador se extiende de la antigua Roma a Angkor, desde el Occidente al Japón. EI fuego es el símbolo divino esencial del mazdeísmo. La liturgia católica del fuego nuevo se celebra en la víspera pascual. La del Shintó coincide con la renovación del año. El papel del herrero introduce al de su pariente el alquimista, que confecciona la inmortalidad en el fuego de su hornillo. En Oriente, el fuego del crisol interior, se corresponde con al plexo solar y al Chakra Manipura que evoca también "el fuego que no quema" del hermetismo occidental. Los taoístas, por otra parte, entran en ese fuego para liberarse del condicionamiento humano. Buddha substituye el fuego sacrificial del hinduismo por el fuego interior, que es a la vez conocimiento penetrante, iluminación y destrucción de la envoltura: "Atizo en mí una llama... Mi corazón es el hogar, la llama es el yo domado". El hombre es fuego, y como tal ha de disolver su envoltura y unirse a la fuente de la que está separado. Los Upanishad aseguran paralelamente que quemar por fuera no es quemar. De ahí los símbolos de la kundalini ardiente en el yoga, y del fuego interior en el tantrismo tibetano.
El Fuego, en los ritos iniciáticos de muerte y renacimiento, se asocia a su principio antagonista, el Agua. Así, la purificación por el fuego es complementaria de la purificación por el agua. Como el sol por sus rayos, el fuego por sus llamas simboliza la acción fecundante, purificadora e iluminadora. Pero presenta también un aspecto negativo: obscurece y sofoca por su humo, quema, devora, destruye. El fuego también simboliza el intelecto, es decir la conciencia, con toda su ambivalencia: la Ilama que sube hacia el cielo representa el impulso hacia la espiritualización. El intelecto en su forma evolutiva es servidor del espíritu. Pero la llama es también vacilante, lo cual explica que el fuego se preste igualmente a representar el intelecto en cuanto olvida al espíritu. Recordemos que el espíritu se entiende aquí en el sentido de supraconsciente. EI fuego humeante y devorador, todo lo contrario de la llama iluminante, simboliza la imaginación exaltada, lo subconsciente, la cavidad subterránea, el fuego infernal, el intelecto en su forma rebelde: en pocas palabras, todas las formas de regresión psíquica. El fuego es también, en esta perspectiva, en cuanto quema y consume, un símbolo de purificación y de regeneración. Hallamos aquí el aspecto positivo de la destrucción. Purificadora y regeneradora, el agua también lo es. Pero el fuego se distingue de ella en que simboliza "la purificación por la comprensión", hasta su forma más espiritual, por la luz y la verdad; el agua simboliza la purificación del deseo hasta su forma más sublime, la bondad.

Definición

En un proceso ritual se incluye prácticas de muy distinta complejidad. Un ritual comprende un conjunto de actos y/o interacciones más o menos estructuradas, emparentadas y marcadas de algún valor simbólico y que generalmente encuentran un sentido o razón de ser en un contexto especifico. El ritual no se restringe únicamente a la ceremonia de realización, sino que incluye el proceso completo de preparación, la experiencia misma de ejecución y reintegración posterior a la vida cotidiana. Pues en todo ritual se distingue un aspecto formal y un aspecto vivencial, que forman un todo indisoluble. Un rito desde el aspecto formal prescribe un conjunto de acciones simbólicas que han de ejecutarse de un modo determinado y en cierto orden (tiempo y lugar adecuados) y pueden o no estar acompañados por fórmulas verbales. El componente vivencial implica la exigencia de un fuerte compromiso en su realización, sin el cual la experiencia carecería de significado privado, convirtiéndose en algo vacío. Cuanto más flexible sea el proceso de ejecución de un ritual, mas sencillo sera incorporar nuevos significados que se ajusten a los cambios históricos e individuales, potenciando de ese modo, un estado adecuado de conciencia que evoque emociones intensas.


Funciones de los rituales

Las principales funciones descritas que cumplen los rituales en la vida de las sociedades, pueblos, familias e individuos son las siguientes:

1. Los ritos hacen predecible la vida, proporcionando un sentimiento de pertenencia al grupo, que incide en el sentimiento de identidad de los individuos que lo forman. Los rituales ordenan y regulan el funcionamiento social, confirmando la estructura social, promoviendo a la vez una evolución en esta con mínimos conflictos.

2. Otra función primordial es la transmisión de la cultura, valores y normas más perdurables. Por un lado, crean un sentimiento de solidaridad, cohesión y continuidad en los grupos, y por otro, contribuyen notablemente a la creación de los sistemas de creencias de un grupo.

3. Los rituales tradicionales no sólo canalizan la coordinación social entre individuos, familias, y pueblos o comunidades en el aquí y ahora, sino también entre el pasado, presente y futuro representados por las diversas generaciones.

4. Los rituales de transición señalan y al mismo tiempo permiten efectuar el paso de una etapa a otra del ciclo vital. Su componente de acción hace que los roles, relaciones, normas y concepciones del mundo se modifiquen durante su ejecución. Admitiendo que toda transición supone en mayor o menor medida un desequilibrio, las ceremonias rituales aportan una estructura conductual en la cual pueden acontecer los cambios y, después, normalizan la vida que sigue a los mismos.

5. Gracias a los símbolos que engloban, los rituales cumplen una triple función:
(a) En primer lugar, proporcionan significados polivalentes a conductas, afectos y cogniciones, lo que incide directamente en las partes abiertas o creativas de los rituales;
(b) en segundo lugar, dichos símbolos caracterizados por la multiplicidad de significados evocan intensas emociones, uniendo en una misma experiencia fenómenos muy distintos que no podrían asociarse simplemente por medio de palabras;
(c) trabajan al mismo tiempo con los polos sensoriales y cognitivos del significado, razón por la cual es importante cultivar la potencialidad de cambio del más mínimo detalle, también del estético.

6. La naturaleza simbólica del ritual hace posible que operen y se mantengan al mismo tiempo los dos aspectos de una contradicción. En el ritual de correr el gallo, por ejemplo, la continuidad y el cambio.

7. Los rituales aportan apoyo y contención a las emociones generadas por crisis vitales. Esta función se ve mejor en situaciones vitales difíciles, por ejemplo la muerte de un ser querido. En tales situaciones es frecuente que las personas no manifiesten sus emociones ni sentimientos por miedo a la abrumadora amenaza de una pérdida de control. Precisamente, en dichas circunstancias, es cuando los rituales favorecen y encauzan la expresión de fuertes emociones, impidiendo que se desborden. Asimismo, propician una elaboración no consciente de la crisis, haciendo que los sujetos contemplen los cambios, operados en ellos y en sus relaciones, como algo que escapa a su comprensión.

8. Finalmente, los rituales favorecen cambios en el estado de conciencia, ya que, como mínimo, centran la atención de los participantes en aquello que están experimentando o presenciando, creando un ×estado de atención. Diversos autores han propuesto la utilización de vías no conscientes de transmisión de mensajes, por parte del ritual, como una posible forma de evitar posibles resistencias conscientes a los mensajes que este trasmite.

En algunas ocasiones se emplea el ritual como “herramientas de trabajo” con el objetivo de conseguir un cambio sistémico. Los rituales son procedimientos propios de pueblos y grupos que promueven el cambio individual, tribal y social. Las acciones y símbolos forman parte de ellos, aunque varíen en complejidad y duración. La repetición, aunque puede componer algunos rituales no es un elemento necesario.
Los antropólogos fueron los primeros en analizar los rituales. Sostienen que los ritos convalidan la estructura social actual y promueven la resolución de problemas personales y sociales, al facilitar la manifestación de ideologías, valores, normas y emociones mediante los actos simbólicos.
En las sociedades y culturas africanas, el paso de la niñez-adolescencia-adultez, es representado con el “rito de iniciación de la serpiente”. Este rito consiste en que al igual que la serpiente que muda de piel, el niño se transforma en adulto y se hacen una serie de danzas y junto con pinturas y vestidos representa el paso de una etapa a otra.
Los “ritos de iniciación” ayudan a los participantes a integrarse de forma exitosa a nuevos modelos de conducta dentro de la comunidad. Son un método formalizado para redistribuir el poder tribal y reorganizar las nuevas relaciones, le brinda a los adolescentes la oportunidad de aumentar su autoconfianza cuando experimentan la aceptación y el éxito de su crecimiento.

Todo ritual debe ser lo suficientemente flexible para así adaptarse a las nuevas necesidades individuales y colectivas.
Los rituales de las sociedades primitivas cumplen una triple e indisoluble función sociocultural:
1. Organizar la vida de los pueblos definiendo y confirmando su estructura social.
2. Si son adecuadamente flexibles, introducir armónicamente las nuevas normas y valores que la evolución histórica exige.
3. Dotar de significado a las experiencias vitales, convirtiéndose en un valioso instrumento para aprender no sólo las normas y valores patrimonio de la tribu, sino también todo un compendio de conocimientos y habilidades imprescindibles para la vida.

Tipos de rituales

1. Rituales de Transición:

Actúan en las transiciones normativas experimentadas por personas y grupos a lo largo de su vida, marcando el final de una etapa de desarrollo y comienzo de otra nueva. Estos procedimientos cambian el funcionamiento del grupo al que pertenecen los protagonistas de la transición. Transforman los roles y estatus de los participantes, alteran sus frecuencias de interacción, organizan sus estados internos afectivos y cognitivos e introducen cambios prescritos en sus relaciones, que quedan reemplazadas por otras nuevas y cualitativamente diferentes.

Se diferencia tres etapas fundamentales en una situación de transición:
a) Etapa de separación o “segregación”: Comprende una serie de ritos de separación. Su finalidad es que la interacción del sujeto con el grupo que se desliga se reduzca ostensiblemente o termine por completo.
b) Etapa marginal: Es sumamente compleja. En ella, el sujeto se encuentra entre 2 posiciones, la antigua y la nueva. El proceso de cambio del ritual declara simbólicamente muerta la antigua situación.
c) Etapa de incorporación a la vida” normal”: Se delimita a través de un rito de reunión con la comunidad, normalmente concretado en una gran fiesta, que define que las relaciones han cambiado y que las frecuencias de interacción ahora serán diferentes. En este ritual de paso se incorporan los ritos de iniciación.

2. Rituales de Continuidad:

A diferencia de los ritos de transición que generalmente se realizan solo una vez en la vida de cada individuo, los rituales de continuidad se ejecutan repetidamente, siendo su finalidad marcar el ritmo de la vida y mantener una continuidad, una normalidad dentro de cada etapa del ciclo vital.
Entre los ritos de continuidad se encuentran: Telécticos e intensificación.

a) Telécticos: Pueden ser diarios, semanales o anuales. El término griego “teléctico” significa desprenderse de lo viejo (despedida y dar la bienvenida a los nuevo, saludo).
Hechos tan comunes en la vida cotidiana como las acciones de saludar y despedirse producen un intercambio de mensajes emocionales como alegría y tristeza, fundamentalmente a través de canales no verbales. Los participantes indican que juntos forman un sistema en el que ciertos sentimientos juegan un papel importante y en el que ocupan ciertas posiciones y representan ciertos roles.

b) Intensificación: Actividades ritualizadas colectivas de un grupo, actividades que pueden coincidir con los cambios periódicos del entorno.
En nuestra cultura, la ausencia de rituales de continuidad conduciría a un elevado grado de confusión o ambigüedad y a conflictos acerca de los roles dentro de la comunidad.
Las celebraciones constituyen acontecimientos anuales festejados ampliamente en el contexto cultural: Año Nuevo, Acción de Gracias, Natividad, la festividad de Holi. La universalidad de sus símbolos designa al clan o a la tribu como grupo perteneciente a una determinada cultura, aportándole una identidad cultural.
Las tradiciones como conmemoración del principio o final de un ciclo: nacimientos, aniversarios, cumpleaños, siembras o cosechas están menos establecidas culturalmente y forman parte de la identidad e idiosincrasia de cada grupo, diferenciándolo del resto de su misma cultura.
Las rutinas de la vida cotidiana, son actividades diarias, de las que por habituales se tiene menos conciencia, con alto contenido simbólico, desarrolladas en torno a la hora de la comida, la hora de acostarse, las visitas de amigos o familiares y momentos de ocio.

Fuentes:


Apadrina el Blog "Hombres que corren con los lobos"




jueves, 23 de septiembre de 2010

Las madres de la Vida/ Muerte/Vida: Mujer Araña

En el conjunto de creencias humanas primitivas, a lo largo de cinco continentes y de un periodo que abarca 5000 años, la araña ha sido vinculada a importantes divinidades en las que residen a un tiempo tanto poderes creadores como destructores. La araña ha sido símbolo de Vida (Creación, fertilidad y sexo) por su capacidad para la construcción de telas orbiculares a partir de sí misma, pero también de Muerte (Guerra y destrucción) por su capacidad predadora y la toxicidad de su veneno. Esta ambivalencia, basada en la interpretación de la actividad, biología y capacidades generales de las arañas, puede rastrearse en antiguos mitos mediterráneos (Mesopotamia, Egipto, Grecia), pero también en el continente africano, en las culturas mesoamericanas (especialmente en la civilización Maya) y entre las tribus de nativos norteamericanos o en las islas del Pacífico.
La araña además ha atribuido a sus divinidades portadoras otros poderes o facultades como la astucia y habilidad para la caza o las actividades de hilado y confección textil. Resulta sorprendente la extensión del mito pero, especialmente, en un símbolo de esta complejidad, asombra la coincidencia de interpretaciones entre civilizaciones tan alejadas en el tiempo y en el espacio.

En la cultura de los navajos, el tejido del Mundo depende de Na´asheje´ii Asdzáa, Mujer Araña, pues es la que teje el destino de los seres humanos, animales, plantas y rocas. Ella es la Tejedora, Creadora de la red del orden cósmico, una representación mítica de la Mujer Sagrada, la Diosa del destino de la vida y de la muerte, así como uno de los personajes que aparece en los mitos sobre los orígenes de este pueblo. Las telas de araña eran las manifestaciones de su excepcional talento en el arte de la tejeduría y su espíritu guiaba la mano de las hábiles tejedoras navajo. Su genio dependía de las leyes de la naturaleza directamente ligadas a la fuerza del sol y del trueno. Así, cuentan los navajos, que Mujer Araña, que vivía en una caverna secreta en el Cañón de Chelly, tejió su primera tela sobre un impresionante bastidor forjado por relámpagos y rayos del sol, en lo alto de Spider Rock, y después enseño a tejer a las mujeres. Mujer Araña explico a las tejedoras cómo utilizar cuerdas para crear figuras alegóricas basadas en los relatos sobre la formación de las estrellas. Los conocimientos pasan de madres a hijas, con arreglo a una tradición que se remonta muchas generaciones. Con frecuencia, se heredaban los utensilios, como la tablilla de separar la urdimbre (hilos verticales), y el peine para apretar la trama (hilos horizontales). En las tribus navaja, toda la propiedad pasaba de madres a hijas.


Para los Navajos, la vida de los seres humanos debes de estar en relación con las estrellas, el Sol, los animales y cualquier elemento natural. Esto sirve para mantener los pensamientos y las acciones en orden, ya que de lo contrario se pierden.

La mujer salvaje. La araña como arquetipo. Lo lúdico, como motor vital.

"La ciudad se va transformando en un organismo, donde los individuos comienzan a sentirse oprimidos e invadidos, ya sea por el ruído, la contaminación visual, la agresión, etc.
Las mujeres, como individuos sociales, ciudadanas, y habitantes de la ciudad, nos encontramos atravesadas por esta realidad, sumándole a ello, las opresiones todavía vigentes, propias de las cuestiones de género. Pero las mujeres, poseemos en nuestra psique, una fuente inagotable de energía y vitalidad que se relaciona con el contacto íntimo que podemos sostener con nuestro lado salvaje, la cual es manantial para la creatividad, que nos permite reciclar y resignificar los infortunios y las luchas cotidianas con las que nos tenemos que encontrar y superar en nuestras diarias tareas, desde las cargas del hogar, hasta el encuentro con la calle y el diario salir a “ganarse el mango”. En la ciudad, la gran parte de las mujeres, nos encontramos solas sosteniendo la estructura del hogar, ya sea porque de echo, lo estamos, o solas a medias, porque el hombre no logra contrapesar y ocupar el lugar que le cabe, para que las cosas sean parejas, en el caso de formar un hogar en conjunto, o tener hijos en común, viviendo tal vez bajo distintos techos. Y las mujeres, como decíamos, tenemos un importante pilar, que nos posibilita dar batalla a los inconvenientes que se nos presentan, ya que como dijéramos antes, la mujer salvaje es el contrapeso que aliviana y ayuda a sopesar el cumplimiento de obligaciones a veces ineludibles, por ser únicos sostenes de hogares.
La mujer salvaje, nos libera, y nos conecta, con lo que Pikola Estés nombra como “el hogar”, ese lugar, donde nos encontramos con nuestra intimidad, lográndose a través de actividades creativas como pintar, dibujar, cantar, etc., u otras tan simples como salir a caminar, sentarnos a comer mandarinas al sol del invierno, disfrutar del silencio de la madrugada, tomar un baño, cepillar nuestro cabello, etc. La mujer salvaje, nos permite, liberarnos, nos da la posibilidad de echar a volar con nuestros sueños, y también la fuerza de realizarlos, nos permite, vislumbrar cada día un día distinto, cada momento único. Sin la conexión con nuestro lado salvaje, las mujeres perdemos el norte de nuestra vida, el sentido, el “qué, cómo y dónde”, porque este nexo es un complejo entramado de sentires, visiones, emociones, que se expresan en acción.
Una mujer que sólo sueña, no está en contacto con su parte salvaje, ya que la mujer salvaje acciona, pelea, lucha, aún con una sonrisa plácida.
Y una mujer que se conecta con su arquetipo salvaje, también, se siente parte de otros, con otros y para otros. Ya no es la mujer, dentro de su hogar o en su trabajo preocupada por los suyos y lo suyo, sino, que es una mujer inserta en un contexto que la sensibiliza hasta la acción, sintiéndose parte pero también comprometiéndose como necesaria para ocupar lugares donde se requiere en forma urgente la visión femenina.
La mujer salvaje que nos habita, nos alienta a recuperar hábitos dormidos y tapados por la creencia que una mujer de hierro, podría ser la solución. Al contrario, la mujer salvaje, conoce sus partes vulnerables, y cuando hace falta para su salud, se retira “a lamer sus heridas”, para reconfortarse y sí regresar a la manada. Porque la mujer que se vincula con su parte salvaje, se sabe parte de un entramado invisible de vínculos y redes, que vienen siendo tejidas desde antepasados. La mujer salvaje, puede sentarse con sus amigas y colegas, y sentirse alrededor del caldero, o vincularse con el sentimiento de las mujeres tejedoras de antaño, que en sus silencios, y en sus puntos y contrapuntos tejían sus propias historias y secretos compartidos. Porque las mujeres nos sentimos “compartidas” por el solo echo de sabernos mujeres. ¡Cuántas nuestras casas se han convertido en guarderías, consultorios seudo sicológicos, bares de ocasión!?, a veces con vecinas, vendedoras de paso, o amigas entrañables.
En la cultura de los navajos existe Na´asheje´ii Asdzáa, la Mujer Araña, que teje el destino de seres humanos, animales, plantas y rocas. Nosotras tomamos la figura de la araña, desde éste lugar, como gestora y tejedora del destino de todos los seres, pero también, tomándonos como parte de un entramado, que nos atraviesa y nos alienta en la fibra más íntima de nuestros corazones a ser arañas que alienten a otros y otras a considerarse parte de éste planeta que habitamos, disfrutarlo y concientizarnos de cuidarlo.
Para tener en cuenta, que el juego, como el arte, son disparadores para conectarnos con nuestra intimidad para encontrar allí, lo necesario para responder como mujeres, a la urgencia que se nos plantea, que nos atañe y nos urge, realizar acciones que tiendan a concientizar y hacernos cargo de que si queremos un mundo mejor para todos, podemos comenzar por realizar mínimas acciones. Que las mujeres, desde nuestro lugar de nutricias -entiéndase la energía femenina- nos debemos el derecho y el protagonismo de ayudar y ser potavoces como lo hemos sido a lo largo de la historia- pero ahora, con más fuerza, de voces que están acalladas o que aún nadie las oye o no fueron oídas, sobre el derecho de vivir en un planeta con tanta riqueza y belleza como el que recibimos al nacer, para las generaciones que nos siguen y también para nuestra propia vejez.
En muchas culturas antiquísimas (como los indios Hopi) aparece la araña, como un ser femenino dador de vida, nutriente también de las piedras, los vegetales, los animales y los seres humanos. Nos interesamos, entonces, por ésta figura, significado y significante de una deidad, que nos identifica, en las grandes y pequeñas cosas, que cotidiana o extraordinariamente realicemos."

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Las madres de la Vida/ Muerte/Vida: Las Moiras

Llama la atención el gran número de culturas y de panteones que poseen una o varias divinidades, femeninas o masculinas, relacionadas con el tema de tejer el hilo de la vida de los hombres. En la antigüedad, se creía que el destino del hombre estaba determinado desde el nacimiento por una o por varias diosas. Estas diosas, las Parcas de los romanos, las Moiras de los griegos, las Atroz de los egipcios, estaban siempre haciendo algo así como hilar o tejer un hilo.
Diversos pueblos han tenido la creencia de que la vida humana está determinada, a veces desde el nacimiento, por diosas maternales o por seres sobrenaturales, y que la vida termina cuando ellas cortan una cuerda o un hilo.

De los conceptos asociados con el tiempo surge, en la mitología griega deidades preolímpicas que personificaban el destino, son las Moiras (Μοῖραι, repartidoras).
Como Diosas Lunares, aparecían siempre en número de tres, representación de las fases de la Luna y consecuentemente simbolizaban el presente, pasado y futuro, o sea: el nacimiento, la vida y la muerte. No solo eran las dueñas de la vida y del destino del hombre, cuya trama hilaban, sino que también se encargaban de velar porque se cumpliera el designio de cada ser, incluyendo el de los propios dioses. Estas tres hilanderas, hijas de Ananqué (Necesidad) se relacionaban con los nacimientos, ya que en esos momentos ellas decidían el sino de los recién nacidos, deparándoles la parte de suertes, alegrías y desgracias que les correspondían, predestinandoles y asignandoles una "función", rumbo u objetivo durante su existencia que inexorablemente concluía con la muerte.
Tanto en la Ilíada como en la Odisea se hace alusión a las Moiras que han tejido los hilos de la vida de cada persona en el momento de su nacimiento. La primera hilaba el hilo de la vida, que era medido por la segunda y cortado por la tercera, acto con el cual la existencia del sujeto llegaba a su fin. Se las representaba habitualmente bajo la forma de tres pálidas y solemnes ancianas vestidas de blanco que hilan en silencio a la tenue luz de una lámpara de aceite, dotadas de sus instrumentos: el huso, la vara de medir y las tijeras. Todavía en la tradición griega moderna está presente la figura de las Moiras que aparecen tres días después del nacimiento del niño para hilar su hilo.

Cloto, (Κλωθώ, ‘hilandera’) la más joven, la que hila, lleva un ovillo de lana, se encarga de crear las hebras o hilos de la vida con su rueca. Ella decide el momento del nacimiento de una persona.
Láquesis, (Λάχεσις, ‘la que echa a suertes’) la que asigna el destino, enrolla el hilo en un carrete dirigiendo el curso de la vida y determinando el futuro de los seres. Es la que decide que tan largo va a ser el hilo del destino de todos los hombres y por tanto la duración de la vida;
Átropos, (Ἄτροπος, ‘inexorable’ o ‘inevitable’) la inflexible, es una anciana que toma del carrete el hilo de la vida y lo corta con ayuda de sus tijeras. Determina el momento de la muerte de los seres, sin discriminar edad, posición, riqueza ni ninguna otra prerrogativa, pues la muerte nos llega a todos por igual.
Las Moiras eran a la vez diosas de la vida y de la muerte. Al conocer el destino de los hombres conocían su futuro, por lo que se les atribuía también la capacidad de hacer profecías.



"Las Moiras"

Tristes doncellas, casi sin vida,
inmortales damas tejedoras,
tres melancólicas personificaciones,
nacidas de la negra Nix…la obscura noche
tejen día a día un incansable destino ,
hilan escondidas en un infinito silencio,
bajo la débil luz de una lámpara de aceite.

Cloto “La Hilandera”

Testigo de cada nacimiento,
la mas joven de las tres divinidades,
la rueca en su mano
lleva hilos de todas las calidades
teje la vida incansablemente,
para cada quien con un hilo diferente,
oro y seda a los bienaventurados
lana e hilos ásperos para los infortunados
ella teje la vida sin algún consentimiento.

Láquesis “Mide el Destino”

Segunda en edad entre las diosas,
surca todos los hilos,
sin importar si son ásperos o finos
de ella de pende curso de las cosas,
en un carrete se van las vidas,
se enrollan los tejidos,
dirigiendo el curso de las existencias,
hasta estas quedar sin salidas.

Átropos “La Inevitable”

Mayor que todas las anteriores
ni los dioses pueden con sus decisiones
sus miradas…las mas melancólicas
su vida…la mas apagada
a pesar de ser inmortal
ella ve a sus hermanas hilar
hasta llegar el momento de vidas cortar
le da fin a los hilos
sin importar posición social
corta con tijeras de oro
el tejido de la vida
sus inexorables decisiones
son ordenes para la muerte.

"Los Tres Destinos..."
...Tejen, enrollan y cortan los hilos de la vida
y al cortar los hilos se cumple lo inevitable.


El huso y la rueca, como la acción de hilar, son símbolos de la vida y de la duración, por lo cual están relacionados con la esfera de la luna, es decir, de lo transitorio, de lo que tiene fases. Por ello, las deidades que han integrado las cualidades de la luna, la tierra y la vegetación, acostumbran tener como atributo el huso o la rueca. Es el caso de Ishtar, la diosa madre de los asirios, que teje el hilo de la vida y lo corta. Este significado se ratifica, definiendo el huso como símbolo de la Magna Mater, que hila con él en la montaña de piedra o en la copa del árbol del mundo. Por su forma, el huso es una mandorla y tiene el significado de la interpretación de los dos círculos (cielo y cierra), es decir, del sacrificio que renueva la fuerza generadora del universo. Todos los símbolos fusiformes significan la idea general del sacrificio mutuo y la fuerza de la inversión.
Diccionario de símbolos
Por Juan-Eduardo Cirlot

Hilar, como también cantar, resulta una acción equivalente a crear y mantener la vida.El hilo es un símbolo universal: éste es el que liga a todos los estados de la existencia entre sí y con el Principio, además de representar el hilo de la Tradición, o de la Sabiduría Perenne que se transmite siempre renovada, pero idéntica en esencia, de edad en edad, de tiempo en tiempo, aquí o allí, pues su mensaje es imperecedero.
En la simbología general, el acto de hilar o de tejer se considera, por lo general, que representa procesos de creación y de crecimiento. Símbolos relacionados con éste, como el de la red, la tela, la cuerda y el tejido, así como otros parecidos, se utilizan frecuentemente para sugerir el desarrollo de las vidas humanas individuales y del universo en su conjunto. Estos símbolos tienen también connotaciones negativas como instrumentos de sujeción o como herramientas de prisión, tal como el de un destino ineludible y fatal.
La simbología del hilo es muy amplia, y la encontramos como elemento fundamental en creencias y tradiciones tanto populares como cultas desde la antigüedad.  Según el Zohar, el hilo simboliza la conexión esencial, en cualquiera de los planos, espiritual, biológico, social, etc.


Aunque en la simbología se asemeja el hilar y el tejer, no conviene para simplificar los mitos confundir a propósito estas dos actividades. Pues al hilar, las Moiras proveen simbólicamente al ser humano la sustancia nacimiento/vida/muerte, lo que es la vida orgánica o biológica, programada, hay que reconocerlo, por unos finos hilos "genéticos", no solo del ADN, sino también cosmicos y espirituales. En el plano cósmico hay que distinguir el hilo de la urdimbre y el hilo de la trama: la urdimbre liga entre ellos los mundos y los estados; la trama representa el desarrollo condicionado y temporal de cada uno de ellos.

Con todo ello, otras Diosas nos procuran la tela de fondo de nuestra vida en tanto actos y hechos, en la cual podemos tener la aspiración en participar...

Para seguir "deshilachando" sobre el simbolismo del hilo, os recomiendo a tod@s leer el libro de Aliske Webb: "Los Doce Hilos de Oro".
Recopilado de la Red para "Hombres que corren con los lobos"

 

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lunes, 20 de septiembre de 2010

Quinta tarea: El servicio a lo irracional

En esta parte del cuento Vasalisa le ha pedido fuego a Baba Yagá y la Yagá accede a dárselo... pero sólo en el caso de que, a cambio, ella se preste a hacerle algunas tareas domésticas. Las tareas psíquicas de esta fase de aprendizaje son las siguientes:
Quedarse con la bruja, aclimatarse a los grandes poderes salvajes de la psique femenina.
Comprender su poder (el propio poder) y el de las purificaciones interiores; limpiar, clasificar, dar de comer, construir energías e ideas (lavar la ropa de la Baba Yagá, guisar para ella, limpiarle la casa y clasificar los elementos).
No hace mucho tiempo, las mujeres mantenían una estrecha relación con los ritmos de la vida y de la muerte. Aspiraban el intenso olor a hierro de la sangre fresca del parto. Y lavaban también los cuerpos medio fríos de los muertos. La psique de las mujeres modernas, sobre todo de las que pertenecen a las culturas industriales y tecnológicas, se ven privadas a menudo de estas benditas y fundamentales experiencias de transmisión directa.

"La vida en las grandes ciudades dificulta aún más que el ser humano pueda llevar una vida armoniosa con su propia naturaleza. Estamos separados unos de otros y esto nos obliga a delegar la educación de nuestros hijos a instituciones oficiales que no siempre aciertan en la forma en la que nuestros hijos han de ser educados. El sistema educativo está obsoleto y retrasado para poder brindar una educación de calidad a muchos niños y niñas que nacen con una impronta especial o extraordinaria, estos niñ@s no encuentran referentes que les guíen hacia la manifestación de sus cualidades y talentos.
La transmisión de generación en generación se vió quebrada al sacar a las mujeres de sus hogares para insertarse en el mundo laboral. Muchas de las cuales están pagando un alto precio para mantener el Status-Quo que se les ha sido impuesto. Es prácticamente imposible ejercer el rol de madre en una sociedad y un sistema que mantienen atrapadas a las mujeres en la necesidad de ser productivas e independientes económicamente. Esta es una falsa libertad e independencia que las aleja de su naturaleza intima. Por eso muchas mujeres enfrentan la maternidad como un hándicap, sobrellevando el peso de ser madres y profesionales bajo niveles de estrés muy elevados, afectando a su vida en pareja desembocando en separaciones muy traumáticas. Aquí la mujer se siente muy sola y perdida, viviendo la maternidad bajo una violencia y decepción soterradas.
Hoy en día incluso para muchas mujeres la conexión con sus propios ciclos naturales es desgraciadamente un misterio. La medicina convencional está ejerciendo el control sobre las mujeres, controlando sus ciclos menstruales, controlando su fertilidad y embarazo de formas totalmente antinaturales. Estos medios de control son incluso peligrosos para el buen funcionamiento del organismo y de la psique de la mujer. Esto impide a la mujer la oportunidad de controlar sus propios ciclos conscientemente creando mucho sufrimiento por la falta de comprensión de su propia naturaleza. Es vital que ellas se conozcan a si mismas y que establezcan una conexión más despierta con su cuerpo y su entorno.
El parto es una iniciación para la mujer, traspasar el umbral de ser mujer a ser madre es uno de los mayores regalos a los que la mujer por su naturaleza tiene acceso, negarle el derecho de vivir un parto consciente es una amenaza que atenta contra su naturaleza. Si bien existen numerosos remedio para aliviar los dolores del parto, es lamentable la forma en que las mujeres dan a luz hoy en día, bajo los efectos de drogas que la mantienen dormida en un momento tan sagrado como es el nacimiento de un nuevo ser. Además la postura que la mujer adopta al dar a luz solo beneficia al médico, así la mujer ha de hacer un mayor esfuerzo que si diera a luz en cuclillas. Es muy normal programar partos con cesaría que solo benefician la agenda de los profesionales.
La forma en la que venimos al mundo determina como vamos a vivir nuestra vida. Cuando un ser nace le queda grabada en su impronta el trauma de la circunstancia del parto de la madre. La madre ha de estar en un ambiente armonioso, vibrar en la tranquilidad en la fuerza, para que esto pueda ser transmitido al nuevo ser que va a nacer. En el momento del nacimiento queda impreso en el sistema nervioso del nuevo bebé el estado emocional de la madre. El parto es una ceremonia a la propia vida, toda mujer tiene derecho a tener un parto natural, un parto donde se sienta tranquila y segura, donde esté consciente de lo que su poder le otorga.
El embarazo ha de ser un tiempo de sanación para la mujer, pues ella es uno con el bebé. Si somos conscientes de esto podemos ayudar mucho a nuestros futuros hijos. El embarazo y parto son momentos sagrados, donde se debe de crear y cuidar un espacio de bienestar. El dolor del parto ha de ser transmutado en el placer del nacimiento. Cuando la mujer enfrenta ese dolor puede reconocer su fuerza infinita. El parto es un renacimiento para ella, una transformación profunda tiene lugar. Es vital volver a conectar de nuevo con las leyes naturales del cambio y la transformación.
La mujer por su naturaleza femenina es de por sí receptiva, ella tiene despierta una intuición instintiva profunda, eso la capacita para el entendimiento de la agricultura, la sanación, la creatividad, la educación...
A esa clase de Mujer Despierta, se las llamó “Brujas” y solo porque resultaban una amenaza en una sociedad dominaba por el varón, fueron perseguidas y aniquiladas. Estas mujeres reconocían la importancia de la Madre Naturaleza y de los Cuerpos Celestes, para ello se reunían y celebraban rituales de agradecimiento a la Luna o al SOl por su sabiduría, reconocían que sus fuerzas e influencias les daba información de cuando sembrar, que plantar... De esa forma también armonizaban sus cuerpos con la Madre Tierra como un reflejo de su energía de vida y fertilidad. La Luna era una aliada en su supervivencia. Ellas sabían los códigos de cómo vivir de acuerdo a las fases lunares. La Luna está dentro de cada mujer en sus ciclos menstruales, así ellas entregaban su sangre a la tierra las noches de luna llena, constatando así su sincronía con la Gran Madre Luna y con la Tierra.
Todo ciclo responde a la manifestación del equilibrio natural, así las estaciones nos muestran la consecución de los ciclos de nacimiento, crecimiento, vida y muerte, entendiendo cada fase como transformación, como fuerza impulsora para la manifestación infinita de un ciclo tras otro.
Toda mujer está preparada crear nuevas formas de vida, su cuerpo está diseñado para crear vida, con la ayuda del hombre en el acto de la concepción. Por ello es esencial que el hombre descubra las cualidades específicas de la propia naturaleza de la feminidad y adaptarse a ellas. El hombre ha de participar activamente en el entendimiento de la naturaleza profunda femenina que es la mujer y también interesarse por descubrir sus propios misterios, conectarse con su parte femenina, honrarla y respetarla. Esto facilitaría un mayor entendimiento entre el hombre y la mujer desterrando toda posibilidad de violencia entre ambos sexos. El hombre y la mujer son espejos que reflejan su naturaleza mutua: femenina y masculina. Solo cuando ambos entienden esto, la armonía entre ellos puede hacerse realidad. No olvidemos que la existencia es una consecución de los ciclos, los cuales nos llevan a tener que adaptarnos a los cambios permitiéndonos crecer y evolucionar como especie.
Si vivimos en este maravilloso planeta es vital que entendamos los procesos que mantienen el equilibrio y vida naturales, cuando la naturaleza del ser humano es una amenaza a la naturaleza intima de la Tierra entonces esto crea un desequilibrio tal que nos desconecta de las verdaderas razones por las cuales estamos aquí. Hoy en día podemos constatar las consecuencias devastadoras a las cuales nos han llevado actitudes destructivas e inconscientes de los humanos en su afán de poder y control. Pero no debemos olvidar que las leyes de la naturaleza son inmutables y el equilibrio ha de restablecerse pese a todo. Aunque esto suponga la destrucción de todo lo creado de forma artificial.
Por todo ello es importante que conozcamos y nos acerquemos a la naturaleza, que conozcamos la magia del reino vegetal, de las plantas, de la medicina y el rezo. Todas las plantas son medicina, solo debemos conectarnos con el reino vegetal, observar la naturaleza como una parte de nosotros mismos y armonizarnos con ella. Volver a celebrar las estaciones, entendiendo sus mensajes profundos. La luna y sus misterios pueden ayudarnos a entender que dentro de nosotros conviven múltiples arquetipos que nos conforman y que en la manifestación de cada uno de ellos, podemos detectar una sincronía con la Tierra. Entender esto nos lleva a interesarnos en la naturaleza y comprender que ella es nuestra medicina."





Pero hay un medio para que la novata participe plenamente de los delicados aspectos de los ciclos de la vida y la muerte.
Baba Yagá, la Madre Salvaje, es la maestra a la que podemos recurrir en estas cuestiones. Ella enseña cómo ordenar la casa del alma. Infunde en el ego un orden alternativo, en el que la magia puede ocurrir, la alegría es posible, el apetito permanece intacto y las tareas se llevan a cabo con placer. Baba Yagá es el modelo de la fidelidad al Yo. Enseña la muerte y la renovación.
En el cuento, le enseña a Vasalisa a cuidar de la casa psíquica de lo femenino salvaje. La colada de Baba Yagá es un símbolo extraordinario. En los países arcaicos, todavía en la actualidad, para lavar la ropa hay que bajar al río y allí se hacen las abluciones rituales que la gente lleva haciendo desde tiempos inmemoriales para renovar la ropa. Es un símbolo espléndido de la purificación de toda la orientación de la psique.

En la mitología, el lienzo tejido es obra de las madres de la Vida/ Muerte/Vida. Por ejemplo, en el Viejo Continente tenemos a las Tres Parcas: Cloto, Láquesis y Átropo. En el Nuevo Continente tenemos a la Na’ashjé’ii Asdzáá, la Mujer Araña que regaló el don del tejido a los Diné (los Navajos). Estas madres de la Vida/Muerte/Vida enseñan a las mujeres la sensibilidad necesaria para identificar lo que tiene que morir y lo que tiene que vivir, lo que se tiene que cardar y lo que se tiene que tejer. En el cuento, Baba Yagá encarga a Vasalisa hacer la colada para que este tejido, estos dibujos que conoce la diosa de la Vida/Muerte/Vida, salgan al exterior y afloren a la conciencia; para transmitirlos, lavarlos, renovarlos.
Lavar algo es un ritual de purificación eterno. Significa no sólo purificar sino también -como el bautismo, del latín baptisma, ablución, inmersión- empapar, impregnar de numen espiritual y misterio. En el cuento, la colada es la primera tarea. Significa tensar de nuevo lo que se había aflojado con el uso. Las prendas de vestir son como nosotras, se siguen llevando hasta que, como nuestras ideas y nuestros valores, se aflojan con el tiempo. La renovación, la vivificación, tiene lugar en el agua, en el redescubrimiento de lo que realmente consideramos verdadero, de lo que realmente consideramos sagrado.
En el simbolismo arquetípico, las prendas de vestir representan la persona, lo primero de nosotros que ven los demás. La persona es una especie de camuflaje que sólo permite a los demás ver de nosotros lo que nosotros queremos que vean y nada más. Pero la persona tiene también otro significado más antiguo, el que se encuentra presente en todos los ritos mesoamericanos y que tan bien conocen las cantadoras, cuentistas y curanderas. La persona no es una simple máscara detrás de la que uno se oculta sino una presencia que eclipsa la personalidad exterior- En este sentido, la persona o máscara es un signo de categoría, virtud, carácter y autoridad. Es el significador exterior, la exhibición externa de dominio.
Me encanta esta tarea de iniciación que exige a la mujer purificar las personas, las prendas de la autoridad de la gran Yagá del bosque, Lavando la ropa de la Yagá, la mujer verá cómo se cosen las costuras de la persona y qué patrones siguen los vestidos. Y no tardará en tener algunas de estas personas en su armario entre otras que ha confeccionado a lo largo de toda su vida.
Se comprende fácilmente que los signos de poder y autoridad de la Yagá -sus prendas de vestir- estén hechas tal como es ella desde un punto de vista psicológico: fuerte y resistente. Lavar su ropa es una metáfora a través de la cual aprendemos a presenciar, examinar y asumir esta combinación de cualidades. Aprendemos a clasificar, remendar y renovar la psique instintiva por medio de una purificatio, un lavado o purificación de las fibras del ser.
La siguiente tarea de Vasalisa es barrer la cabaña y el patio. En los cuentos de hadas de la Europa oriental, las escobas suelen estar hechas con ramas de árboles y arbustos y, a veces, de raíces de plantas fibrosas. La misión de Vasalisa es pasar este objeto hecho con materia vegetal por los sucios de la casa y el patio con el fin de eliminar los desechos. La mujer sabia mantiene ordenado su ambiente psíquico, Y lo hace conservando la cabeza clara, conservando un espacio libre para su trabajo Y esforzándose por llevar a feliz término sus ideas y proyectos. Para trabajar de manera orgánica, conviene simplificar y centrarse más en la sensación y el sentimiento que en una excesiva intelectualización. A veces es útil, tal como uno de mis difuntos colegas, J. Vanderburgh, solía decir, pensar en términos comprensibles para un inteligente niño de diez años.
A muchas mujeres dicha tarea les exige que cada día dejen libre un espacio para la meditación, un espacio para vivir que sea indiscutiblemente suyo y con papel, plumas, pinturas, herramientas, conversaciones, tiempo y libertades destinadas exclusivamente a este fin muchas de ellas adquieren ese tiempo y ese lugar especiales para el trabajo a través del Psicoanálisis, la contemplación, la meditación, la aceptación de la soledad y otras experiencias de descenso y transformación. Cada mujer tiene sus preferencias, su manera de hacer.
Si la tarea se puede llevar a cabo en la cabaña de Baba Yagá, tanto mejor. Pero incluso el hecho de llevarla a cabo en las inmediaciones de la cabaña es mejor que lejos de ella. En cualquier caso, hay que ordenar la vida salvaje con regularidad. No es bueno acudir a ella un día o unos cuantos días al año.
Pero, puesto que lo que barre Vasalisa es la cabaña de Baba Yagá y puesto que se trata del patio de Baba Yagá, estamos hablando también de mantener claras y ordenadas las ideas insólitas. Entre estas ideas se incluyen las que son poco habituales, las místicas, espirituales y extrañas. Éstas son curiosamente las mismas cualidades de una próspera vida del alma, pero también de un próspero negocio y una próspera vida económica.
Barrer la casa significa no sólo valorar la vida no superficial sino también preocuparse por su limpieza. A veces las mujeres se hacen un lío con el trabajo espiritual y descuidan su arquitectura hasta el punto de que la maleza la invade. Poco a poco las estructuras de la psique se van llenando de malas hierbas hasta convertirse prácticamente en una ruina arqueológica oculta en el inconciente de la psique. Un cíclico y decisivo barrido impedirá que eso ocurra. Cuando las mujeres limpian el espacio, la naturaleza salvaje se desarrolla mejor.
Cuando queremos guisar para Baba Yagá, nos preguntamos literalmente, ¿cómo se da de comer a la Baba Yagá de la psique, qué se le da de comer a una diosa tan salvaje? En primer lugar, si alguien quiere guisar para la Yagá, tiene que encender el fuego; una mujer tiene que estar dispuesta a arder al rojo vivo, a arder con pasión, a arder con palabras, con ideas, con deseo de cualquier cosa que ella aprecie sinceramente. Esta pasión es la que, de hecho, permite guisar y lo que se guisa son las sólidas ideas originales de una mujer. Si alguien quiere guisar para la Yagá tiene que procurar que debajo de la propia vida creativa haya un buen fuego.
A casi todas nosotras nos irían mejor las cosas si nos acostumbráramos a vigilar el fuego que arde debajo de nuestro trabajo, si vigiláramos con más detenimiento el proceso de cocción destinado a alimentar el Yo salvaje. Demasiado a menudo nos apartamos de la olla, de la cocina. Nos olvidamos de vigilar, de añadir combustible y de remover. Pensamos erróneamente que el fuego y la cocción son como una de esas resistentes plantas de interior que pueden pasarse ocho meses sin agua antes de perecer. Pero no es así. El fuego necesita, exige vigilancia, pues la llama se apaga fácilmente. Hay que dar de comer a la Yagá. El hecho de que pase hambre se paga muy caro.

Por consiguiente, la elaboración de nuevos platos completamente originales, de nuevos rumbos, de compromisos con el propio arte y el propio trabajo es la que constantemente alimenta el alma salvaje. Estas mismas cosas alimentan a la Vieja Madre Salvaje y le dan sustento en nuestra psique.
Sin el fuego, nuestras grandes ideas, nuestros pensamientos originales y nuestros anhelos y aspiraciones no se podrán guisar y todo el mundo quedará insatisfecho. Por otra parte, cualquier cosa que hagamos complacerá a la Madre Salvaje y nos alimentará a todas, siempre y cuando tenga fuego.
En el desarrollo de las mujeres todas estas acciones "domésticas", el guisar, el lavar, el barrer, cuantifican algo que rebasa los límites de lo ordinario. Todas estas metáforas ofrecen maneras de pensar, medir, alimentar, fortalecer, limpiar y ordenar la vida espiritual.
Vasalisa es iniciada en todas estas cosas y su intuición la ayuda a realizar las tareas. La naturaleza instintiva tiene la habilidad de medir las cosas a primera vista, pesar en un instante, limpiar los desperdicios que rodean una idea, identificar la esencia de las cosas, infundirle vitalidad, guisar las ideas crudas y preparar comida para la psique. Vasalisa, por medio de la muñeca de la intuición, aprende a clasificar, comprender, organizar y mantener limpia y en orden la casa psíquica.
Aprende, además, que la Madre Salvaje necesita mucho alimento para poder cumplir su función. A Baba Yagá no se la puede poner a régimen con una hoja de lechuga y una taza de café cargado. Si la mujer quiere estar cerca de ella, tiene que comprender que a la Madre Salvaje le apetecen ciertas cosas. Para poder mantener una relación con lo antiguo femenino hay que guisar mucho.
Por medio de todas estas tareas Baba Yagá enseña y Vasalisa aprende a no retroceder ante lo grande y poderoso, lo cíclico, lo imprevisto, lo inesperado, la, vasta e inmensa escala del tamaño de la naturaleza, lo raro, lo extraño y lo insólito.
Los ciclos femeninos según las tareas de Vasalisa son los siguientes: Purificar los propios pensamientos y renovar regularmente los propios valores. Eliminar las trivialidades que ocupan la psique, barrer el propio yo, limpiar con regularidad los propios pensamientos y estados emocionales. Encender un fuego duradero debajo de la vida creativa y guisar sistemáticamente ideas significa sobre todo guisar con originalidad mucha vida sin precedentes para poder alimentar la relación entre la mujer y su naturaleza salvaje.
Vasalisa, gracias al tiempo pasado al lado de la Yagá, asumirá finalmente una parte de los modos y el estilo de la Yagá. Y nosotras también. Nuestra misión, a nuestra limitada manera humana, será ajustarnos a ella. Y eso es lo que aprendemos a hacer, aunque nos sintamos al mismo tiempo intimidadas, pues en la tierra de Baba Yagá hay cosas que vuelan por el aire de noche y que se despiertan de nuevo al rayar el alba, todas ellas llamadas y evocadas por la naturaleza instintiva salvaje. Están los huesos de los muertos que nos siguen hablando, están los vientos, los destinos y los soles, la luna y el cielo, y todo eso vive en el interior de su gran baúl. Pero ella mantiene el orden. El día sigue a la noche y una estación sigue a otra. Baba Yagá no actúa al azar.

Es Rima y Razón.En el cuento, la Yagá descubre que Vasalisa ha terminado todas las tareas que se le han encomendado y se alegra, aunque también se decepciona un poco por el hecho de no poder regañar a la chica. Por consiguiente, para asegurarse de que Vasalisa no dé nada por descontado, Baba Yagá le dice: "Que hayas llevado a cabo el trabajo que te encomendé no significa que lo puedas volver a hacer. O sea que aquí tienes otro día de tarea. A ver cómo te las arreglas, querida, de lo contrario ... "

Una vez más, gracias a la ayuda de la guía intuitiva, Vasalisa termina el trabajo y la Yagá le da a regañadientes y refunfuñando su aprobación, el tipo de aprobación que suelen dar las viejas que han vivido mucho tiempo y han visto muchas cosas que preferirían no haber visto, aunque se enorgullezcan en cierto modo de haberlo hecho.
Fuentes:

Clarissa Pinkola Estés
"Mujeres que Corren con los Lobos"


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lunes, 2 de agosto de 2010

La teoría de la Sincronicidad

“Sin salir por la puerta
se puede conocer el mundo.
Sin mirar por la ventana
se puede conocer el camino del cielo.
Cuanto más lejos se va,
tanto menos se aprende.
Por eso el sabio
sabe sin desplazarse.
Entiende sin ver.
Realiza sin hacer.”

La casualidad es, sin duda alguna, una faceta de la ciencia que ha servido de fuente de preocupación a diversos pensadores a lo largo de los siglos. Entre los teóricos se ha discutido ampliamente si los procesos psicológicos se establecen a partir de modelos mecanicistas o teleológicos.
El mecanicismo está asociado al determinismo y las ciencias naturales, es la idea de que las cosas funcionan a través de un proceso de causa-efecto. Una cosa lleva a otra, y esa otra a una siguiente y así sucesivamente, por lo que el pasado determina al presente.
La teleología está relacionada con el libre albedrío, es la idea que defiende que somos guiados por nuestros propósitos, significados, valores y demás.
Entre los freudianos y los conductuales que tienden a ser mecanicistas, y los neofreudianos, humanistas y existencialistas que tienden a la postura teleológica, C.G.Jung  añade una última alternativa ideológica llamada sincronicidad.
Aunque Jung  apuntaba que las leyes naturales según las cuales vivimos están basadas en el principio de la causalidad;  se interno sin miedo en una zona inexplorada, oscura, dudosa y rodeada de prejuicios para señalar que existen hechos que el antiguo principio de causalidad no puede explicar. Para Jung el hecho de llamar coincidencia a un hecho no cerraba automáticamente la puerta a un examen ulterior del mismo. Las coincidencias existen; es un hecho. Y, lo más importante, las coincidencias parecen a menudo tener un significado para quienes las experimentan; es otro hecho. Jung mencionaba que debe haber poca gente que no haya tenido en su vida la experiencia que se denomina "coincidencia significativa" y haya sentido que son algo más que mera casualidad. No todo lo que ocurre puede ser explicado con una serie de causas y efectos. Hay conexiones de sucesos que no son fáciles de explicar. Para explicar estos fenómenos, Jung propone el término Sincronicidad: una aparición simultánea de dos o más factores unidos por la significación y sin relación causal alguna entre sí; sería, por lo tanto, una coincidencia significativa. El secreto que liga un acontecimiento a otro estaría relacionado con el significado del evento para el sujeto y su condición psíquica en el momento en que experimenta ambos acontecimientos simultáneos. Jung se refiere a la unión de los acontecimientos interiores y exteriores de un modo que no se puede explicar pero que tiene sentido para el observador, es decir, ese tipo de eventos en nuestra vida que solemos achacar a la casualidad, a la suerte, o a la magia.

Jung se inspiró, para crear el término sincronicidad, en Schopenhäuer, y más concretamente en su tratado "La intencionalidad aparente en el destino del individuo". En este tratado, Schopenhäuer habla de una especie de "simultaneidad de aquello que no tiene conexión causal". Y usando una analogía geográfica cruzada de meridianos y paralelos, donde éstos representarían las conexiones acausales, y aquéllos las cadenas causales, plantea cómo una persona puede ser un héroe de su propia vida y un simple figurante de la vida ajena, a través de un esquema donde conexiones causales y acausales no se anulan, antes bien se completan. En opinión de Schopenhäuer, "El sujeto del gran sueño de la vida...es uno sólo"; es decir, la voluntad, la primera causa de donde irradian todas las cadenas causales como meridianos del polo, gracias a los paralelos circulares, se encuentra en una relación de "silmultaneidad significativa". De esta simultaneidad significativa, Jung extrajo el término sincronicidad.
Jung elaboró su "Teoría de la Sincronicidad" a partir de sus propias experiencias de clarividencia y esperó hasta 1952 para revelar sus ideas de la sincronicidad o "Principio vinculante no causal". La sincronicidad supone la ocurrencia de dos eventos que no están asociados ni causalmente ni teleológicamente, más sin embargo tienen una relación significativa. La mayoría de los psicólogos llamarían a estas situaciones coincidencias e intentarían demostrarnos lo frecuentes que son. Sin embargo para Jung estas situaciones eran indicativas de cómo nos interconectamos los seres humanos con la naturaleza en general a través del inconsciente colectivo.
La teoría de la sincronicidad se basa en el relativismo de los conceptos de espacio y tiempo en la mente inconsciente, especialmente en el inconsciente colectivo. En el inconsciente colectivo las nociones de espacio y tiempo desaparecen y los hechos pueden aparecer simultáneamente fuera de toda lógica racional. Pero Jung postuló además que la actividad de la mente inconsciente podía proyectarse en el mundo externo de los hechos, en aparentes coincidencias, y los hechos del mundo externo, del universo coincidir con los arquetipos del inconsciente colectivo. El era consciente de que esta afirmación se apartaba, y se sigue apartando de las concepciones dominantes de la ciencia actual, siendo tildadas de irracionales, místicas o disparatadas.  
Sabía muy bien que buscaba en zonas donde el establishment científico afirmaba que no había material, pero, como dijo irónicamente, lo mismo le sucedía a Galileo. De hecho, decidió examinar un conjunto de procesos tradicionales en los que la idea de la sincronicidad se da por sentada, o sea las formas de la adivinación esencialmente técnicas previstas para interpretar el significado de las coincidencias.

Horóscopos chinos
La Astrología es un ejemplo de Sincronicidad. Esta ciencia es sincrónica al humor y a la disposición psíquica del niño recién nacido, pues se sabe que determinas configuraciones planetarias coinciden con el nacimiento de personas con estados definidos de humor y disposición psíquica de sus semejantes.
Jung examinó el I Ching, el antiguo sistema chino para convocar nuestras facultades intuitivas y ayudar o suplantar así nuestra razón con objeto de elaborar juicios. Después se volvió hacia la astrología tradicional, dejando de lado los "análisis" dudosos y subjetivos de los rasgos del carácter, y centrándose en una conexión más "sólida": los aspectos planetarios, y especialmente la conjunción del Sol y la Luna, que siempre ha sido asociada por los astrólogos con el matrimonio. Su búsqueda empírica produjo un porcentaje curiosamente elevado de parejas cuyos horóscopos contenían esos aspectos.
A Jung le hubieran interesado mucho las investigaciones del estadístico francés Michel Gauquelin, quien buscó -y encontró- correlaciones entre las profesiones de las personas y la presencia en sus horóscopos de ciertos elementos astrológicos.
Sin embargo, ha sido inevitable que este aspecto de las investigaciones de Jung haya provocado las mayores censuras de quienes desearon desacreditarlo, convencidos de que era un chiflado crédulo o un charlatán, porque "creía" en la astrología, la alquimia y otros temas esotéricos. Sin embargo sus conclusiones llevaron a Jung a aceptar que los resultados de sus experimentos no eran estadísticamente válidos -y que, aunque lo fueran, eso no demostraba la validez de la astrología-, pero que le proporcionaban datos acerca del fenómeno de la sincronicidad.
A partir de los datos observados, Jung sacó algunas conclusiones acerca de la sincronicidad y del papel crucial que la psique humana desempeña en ella. Las coincidencias pueden constituir hechos fortuitos, pero, como señala Jung, en cuanto parecen tener algún significado simbólico, dejan de ser fortuitos en lo que se refiere a la persona interesada. Y hasta considera la idea de que, de algún modo, la psique puede estar actuando sobre la realidad externa para "causar" las coincidencias o que, como sucede en los sueños precognitivos, los fenómenos externos están siendo transmitidos de algún modo a la psique. Pero se apresuraba a concluir que como esas ideas implican una suspensión de las "leyes" del espacio y el tiempo que conocemos, no somos capaces de descubrir si estas hipótesis son relevantes. Y así vuelve a su propia teoría de un principio vinculante "acausal" que gobierna ciertas series de acontecimientos.
Ante una coincidencia significativa, dice Jung, podemos reaccionar de tres maneras. Podemos llamarla "una mera casualidad" y darle la espalda con la mente bien cerrada; podemos llamarla magia y calificarla de sobrenatural o paranormal, lo que no es mucho más útil o informativo. O podemos postular la existencia de un principio de acausalidad y usar esa idea para investigar el fenómeno más a fondo.
En su investigación, Jung propone la inquietante idea de que el espacio y el tiempo pueden no tener una existencia real objetiva. Tal vez no pasen de meros conceptos creados por la psique en el curso de los intentos de la ciencia empírica por hacer del universo algo racional y mensurable. Por cierto que esos conceptos tienen poco sentido en los sistemas de pensamiento de muchas tribus primitivas. Y como han señalado muchos junguianos destacados, las ideas convencionales sobre el espacio y el tiempo sufrieron mucho daño a causa de los adelantos posteinsteinianos en la física de las partículas, terreno en el que con tanta frecuencia la causalidad desaparece y la probabilidad decide. Si el espacio y el tiempo son sólo conceptos, es razonable suponer que pueden estar "condicionados" por la psique.
Apoyándose en esta hipótesis, Jung llega a plantear un problema fascinante: supone que cuando ocurre una coincidencia significativa, una imagen -quizá originada en el subconsciente- llega a la conciencia y un fenómeno objetivo "exterior" coincide con ella. La psi que percibe un significado en esta yuxtaposición de hechos. Pero ¿y si el significado existiera también fuera de la psique? ¿Y si pudiéramos hallarlo dentro del mismo fenómeno, tal como existe la causalidad, de forma demostrable, dentro de fenómenos objetivos de causa-efecto?


Racionalizar el absurdo
Por decirlo de otra manera: percibimos la causalidad con la mente, de modo que, hasta cierto punto, puede considerarse un hecho psíquico. Los experimentos prueban que la causalidad siempre se obtiene en acontecimientos objetivos "externos", de modo que sabemos que también tiene una existencia objetiva. Pero, del mismo modo, percibimos las conexiones acausales, o coincidencias significativas, con la mente, así que sabemos que la acausalidad es un fenómeno mental o psíquico. ¿Podrá ser que en realidad suceda en el mundo exterior y así tenga una existencia objetiva propia?
Resumiendo, ¿no será que la acausalidad es un principio cardinal estructural de conexión que está en la base misma de la realidad externa, un cuarto principio que hay que añadir a la triada del espacio, el tiempo y la causalidad?
Las implicaciones de esa idea son demasiado difíciles de imaginar, en parte, como descubrió Jung, porque para explorar sus posibilidades habría que realizar la compleja tarea de poner a la psique a investigar las zonas más profundas de si misma. Pero ésa es, por supuesto, la finalidad básica de la psicología profunda. Y las recompensas para quien intentara semejante investigación serian inmensas: la idea de la sincronicidad de Jung señala, por lo menos, vastas fronteras, filosóficas además de psicológicas, que aguardan la investigación.
Jung dio estos primeros pasos sin preocuparse por tener que atravesar zonas "oscuras y dudosas" que la ciencia ortodoxa había considerado tradicionalmente como terreno propio de la superstición: las antiguas, pero tremendamente vivas actividades humanas de la adivinación y la magia.

La Sincronicidad puede ser facilitada por determinados estados afectivos. Jung dice que la ausencia de interés y el tedio son estados afectivos que interfieren negativamente en la formación de sincronicidades, mientras que la expectativa pasiva o la participación directa en situaciones en común, interferían positivamente, así como la fe o la esperanza. Hay unas condiciones óptimas de manifestación, un estado mental propicio para que puedan producirse y son los momentos personales intensos que nos obligan a estar muy pendientes de las señales del exterior, los momentos en que buscamos ayuda por intensas vivencias o crisis emocionales, los cambios bruscos, los viajes, los momentos de peligro, las muertes de seres queridos. Los momentos en que nos olvidamos de la seguridad, de lo conocido y trillado, del plan establecido, de lo que se supone que debemos hacer, son los que nos sumergen en un estado de alerta y apertura perfectos para ser consciente de esa dimensión simbólica de la vida que es la que al final nos da la clave no sólo para la solución de nuestros problemas, sino para hallar nuevas maneras de vivir intensa y conscientemente. La fe juega en esto un importante papel, la fe en uno mismo, en la fuerza creativa del universo que nos guía exactamente a dónde queremos llegar, la certeza de que si existe un miedo que nos bloquea, también hay un amor que nos motiva a experimentar más allá de lo conocido; pero hemos de elegir la aventura y no el hastío. Somos lo que pensamos, y experimentaremos esa magia sólo si antes le damos la oportunidad creyendo en ella y invitándola a jugar en nuestras vidas. Esos momentos difíciles o especiales nos han puesto en ese estado de apertura y recepción, de nosotros depende que sigamos en esa actitud de aceptación de esa fuerza universal que parece saber exactamente lo que precisamos y nos lo brinda generosamente. No es ver para creer sino creer para ver, pues lo que hay en nuestra mente es lo que hace que nos atraigan y que nos veamos atraídos hacia lo que es análogo. Esa es la manera en que todo se agrupa.La simbología y el sentido de estos acontecimientos nos da el mensaje exacto que el universo representa para nosotros igual que si fuera una sesión de cine particular. Las ideas poseen una vibración, a otros niveles tienen forma y color que hace que atraigan lo análogo. Al atraer lo que se le asemeja podemos leer en la materia lo que realmente pensamos sobre nosotros mismos y del universo, y tomar decisiones sobre lo que deseamos ver convertido en realidad y lo que no.


La dificultad en la comprensión de la Ley de la Sincronicidad reside sobre todo en la tendencia unilateral del hombre moderno occidental en suponer todo concepto contenido en una relación causa-efecto de su propio modelo científico. El antiguo, o incluso el hombre oriental de nuestros días, no tienen dicha preocupación. Estos hombres ven la vida como un todo, como una interpenetración de un mundo físico y un mundo espiritual.
Esta idea inusual de sincronicidad la hallamos fácilmente explicada en la perspectiva hindú de la realidad. Desde este punto de vista, nuestros Yo individuales son como islas en el mar. Estamos acostumbrados a ver el mundo y a los demás como entes individuales y separados. Lo que no vemos es que estamos conectados entre nosotros por medio del suelo marino que subyace a las aguas.

Fuentes:


domingo, 1 de agosto de 2010

Equivocarse es algo natural.

Se equivocan los ignorantes, pero también se equivocan los sabios. La diferencia entre unos y otros es que cuando el ignorante se equivoca inmediatamente echa la culpa de su error a factores o personas externas (las presiones de su jefe, la incompetencia de sus compañeros, la frialdad de su pareja, la injusticia del capitalismo, el mundo que no es como debería ser, etc...), cualquier cosa menos aceptar su error. De ese modo no aprende y vuelve a repetir continuamente sus errores, hasta que, abrumado por tantas decepciones y frustraciones, empieza a sentir que la vida es injusta con él y acaba amargándose.
El sabio, por el contrario, cuando comete un error sabe que todo se produce por múltiples factores, y que si bien seguramente hay cosas externas que tienen una parte de responsabilidad en la situación total, esto no le interesa. El sabio se interesa sólo por la parte de responsabilidad que tiene él mismo, pero no por una cuestión de “culpas” ya que para él no existe tal cosa, sino para comprender cómo
llegó él a esa situación determinada y poder así preverla en el futuro. De esta forma los errores le permiten aprender y hacen que el sabio se vuelva cada día más sabio y, por lo tanto, cometa menos errores.
Todos tenemos que aprender y para eso estamos en el plano material. Todos aprendemos equivocándonos. No hay nada malo en equivocarse ya que los errores y los sufrimientos que éstos nos generan son nuestro mejor maestro y, como sólo podemos evolucionar viviendo, aprendiendo y transformándonos, el plano material es ese necesario “equivocódromo” donde las almas vienen a aprender, crecer y a sacar lo mejor de sí a través del servicio, la compasión, la sabiduría y todo lo
que “sutiliza” nuestra naturaleza inferior, promoviendo así el florecimiento espiritual del universo entero a través de la evolución supraconsciente de sus seres.
Los seres humanos lo tenemos todo, el egoísmo instintivo y la luz espiritual, y depende de qué parte trabajemos y entrenemos, y sobre todo con qué parte nos identifiquemos, nuestra experiencia será de un tipo o de otro. La ignorancia y el egoísmo son sólo fuerzas impersonales de la naturaleza que expresan el instinto de conservación de unos seres que pasan de la conciencia animal a la conciencia espiritual a través de la experiencia humana, y que tratando de conservar su existencia ante una realidad difícil y competitiva su primer reflejo instintivo es el egoísmo, pero a través de los errores y los sufrimientos vamos aprendiendo a transformarlo en generosidad y eso nos va haciendo evolucionar. Por lo tanto, debemos entender que en nosotros y en los demás la ignorancia y la “maldad” son sólo un estadio transitorio en el camino a la perfección espiritual, y esta comprensión nos permitirá ver que ni nosotros ni los demás “somos” nuestros errores, por lo cual debemos ser compasivos con todos los seres, empezando por nosotros mismos.

La clave absoluta para que los errores se transformen en evolución es no permitirse el autoengaño. En muchas ocasiones (si no nos engañamos a nosotros mismos) sabemos intuitivamente ante una situación cuál es la mejor opción, pero conocer la mejor opción no significa que siempre estemos en condiciones de realizarla, y a menudo nos sentimos mucho más inclinados a elegir opciones más cómodas aunque sean peores. Pues bien, aunque conociendo la mejor opción realicemos una peor, esto es muy preferible al autoengaño, ya que las consecuencias que siempre tienen todos los actos, mejores y peores, permitirán que cada elección se transforme en una lección, y así nuestra claridad mental y nuestra sabiduría saldrán fortalecidas de la experiencia. Es muy importante comprender esto ya que los seres humanos preferimos autoengañarnos y no reconocer la verdad para no sentirnos culpables si después no la seguimos, sin darnos cuenta que de esa manera tendremos que volver a enfrentarnos a la situación una y otra vez, mientras que si aceptamos las cosas como son, sin autoengaños, aunque procedamos con imperfección, si lo hacemos plenamente conscientes, toda la experiencia se transformará en aprendizaje.
Resumiendo entonces un tema que parece complicado, pero que en esencia es extremadamente simple: Equivocarse es algo natural y hasta necesario, pero todos los actos tienen sus consecuencias y cada elección se transformará en una lección. Estas lecciones tienen un solo fin, que es hacernos evolucionar y expandir nuestra conciencia hasta la realización espiritual, proceso que puede bien ser lento y doloroso, o rápido y luminoso, dependiendo de lo valientes que seamos para aceptar las cosas tal como son, sin autoengaños, y aprender humildemente de todas las experiencias.

El plano material es un “equivocódromo donde venimos a aprender equivocándonos, pero finalmente estos errores nos harán sabios capaces de ser luz para todos los seres, o personas resentidas y tóxicas que emanan resentimiento, dependiendo de cómo nos relacionemos con nuestros errores y los de los demás. Si entendemos esto seremos compasivos con todos los seres, empezando por nosotros mismos, y veremos claramente que si no hay autoengaño, los errores se vuelven señales y luces que nos muestran el camino a través de la confusión y el dolor del mundo material.

Fuentes:

sábado, 31 de julio de 2010

Cuarta tarea: El enfrentamiento con la Bruja Salvaje.

En esta parte del cuento, Vasalisa se enfrenta cara a cara con la Bruja Salvaje. Las tareas de este encuentro son las siguientes:
Poder resistir la contemplación del rostro de la temible diosa salvaje sin temblar, es decir, poder enfrentarse con la imago de la madre feroz (la reunión con la Baba Yagá). 
Imago: representación inconsciente que preside la relación del sujeto con las cosas que lo rodean.
Familiarizarse con el arcano, lo extraño, la "otredad" de lo salvaje (vivir durante algún tiempo en la casa de Baba Yagá).
Incorporar a nuestras vidas algunos de sus valores, convirtiéndonos con ello en unos seres un poco raros en el buen sentido (comiendo su comida).
Aprender a enfrentarnos con un gran poder, con el de los demás y posteriormente con el nuestro.
Dejar que muera un poco más la frágil niña demasiado dulce.
            Baba Yagá vive en una casa que se levanta sobre unas patas de gallina y que gira y da vueltas siempre que le apetece. En los sueños, el símbolo de la casa representa la organización del espacio psíquico en el que habita una persona tanto a nivel consciente como inconsciente. Por una curiosa ironía, si este cuento fuera un sueño equilibrador, la extraña casa significaría que la persona, en este caso Vasalisa, es demasiado anodina y vulgar y necesita girar y dar vueltas para averiguar qué tal sería bailar como una gallina loca de vez en cuando.
            Vemos por tanto que la casa de la Yagá pertenece al mundo instintivo y que Vasalisa necesita aumentar la presencia de este elemento en su personalidad. Esta casa camina con sus patas de gallina y evoluciona en una especie de danza saltarina. La casa está viva y rebosa de entusiasmo y de alegría vital.

            Estos atributos son los principales fundamentos de la psique arquetípica de la Mujer Salvaje; una gozosa y salvaje fuerza vital, en la que las casas bailan, los objetos inanimados, como los almireces, vuelan como los pájaros, la vieja puede practicar la magia y nada es lo que parece, aunque sea en buena parte mucho mejor de lo que parecía al principio.
            Vasalisa empezó con lo que podríamos llamar una personalidad exterior insípida y aplanada. Esta "hipernormalidad" se va apoderando poco a poco de nosotras hasta hacer que nuestra vida se convierta en algo rutinario, en una existencia exánime sin que nosotras lo queramos realmente. Esto fomenta que no se preste atención a los dictados de la intuición, lo que a su vez conlleva una falta de iluminación psíquica. Por consiguiente, tenemos que hacer algo, tenemos que adentrarnos en el bosque, ir en busca de la temible mujer para evitar que algún día, bajando por la calle, se abra una tapa de alcantarilla y algo inconsciente nos agarre y nos sacuda como un trapo, alegremente o no, más bien no, aunque siempre con buena intención.
            La entrega de la muñeca intuitiva por parte de la dulce madre inicial queda incompleta sin las pruebas a que nos somete la Vieja Salvaje y sin las tareas que ésta nos encomienda. Baba Yagá es el tuétano de la psique instintiva e integrada. Lo deducimos de lo que ella sabe acerca de todo lo que ha ocurrido anteriormente. "Sí -dice cuando llega Vasalisa-, te conozco y conozco a los tuyos." Además, en sus encarnaciones como Madre de los Días y Madre Nyx (Madre Noche, una diosa de la Vida/Muerte/Vida), la vieja Baba Yagá es la guardiana de los seres celestes y terrestres: el Día, el Sol Naciente y la Noche. Los llama "mi Día, mi Noche".
            Baba Yagá es temible, pues representa al mismo tiempo el poder de la aniquilación y el poder de la fuerza vital. Contemplar su rostro es contemplar la vagina dentata, unos ojos de sangre, el recién nacido perfecto y las alas de los ángeles todo de golpe.
            Y Vasalisa permanece allí y acepta a esta salvaje divinidad materna, con su sabiduría, sus verrugas y todo lo demás. Una de las facetas más extraordinarias de la Yagá descrita en este cuento es el hecho de que, a pesar de sus amenazas, es justa. No le hace daño a Vasalisa siempre y cuando ésta la respete. El respeto en presencia del poder es una lección esencial. Una mujer tiene que ser capaz de permanecer en presencia del poder, pues, al final, una parte de este poder será suya. Vasalisa se enfrenta a Baba Yagá sin servilismo, jactancia o bravuconería y tampoco huye o se esconde. Se presenta honradamente tal como es.

            Muchas mujeres se están recuperando de sus complejos de "amabilidad desmesurada", en los que, cualesquiera que fueran sus sentimientos y quienquiera que las atacara, ellas reaccionaban con una dulzura rayana en la adulación. Pero, aunque de día sonrieran amablemente, de noche enseñaban los dientes como fieras, pues la Yagá de sus psiques estaba pugnando por manifestarse.
            Esta exagerada amabilidad y este afán de acomodarse a los deseos de los demás suelen producirse cuando las mujeres temen desesperadamente ser privadas de sus derechos o ser consideradas "innecesarias".

            Dos de los más conmovedores sueños que he oído en mi vida los tuvo una joven que necesitaba ser menos sumisa. En el primero de ellos heredaba un álbum de fotos especial en el que figuraban unas fotografías de la "Madre Salvaje". Se puso muy contenta hasta que, a la semana siguiente, soñó que abría un álbum parecido y veía a una vieja horrible, mirándola fijamente. La bruja tenía unos dientes cubiertos de musgo y le bajaba por la barbilla un hilillo de negro jugo de betel.
            Este sueño es típico de las mujeres que se están recuperando de su excesiva dulzura. El primer sueño revela un lado de la naturaleza salvaje... el benévolo y generoso, todo lo que está bien en su mundo personal. Sin embargo, cuando aparece la Mujer Salvaje con los dientes cubiertos de musgo, entonces...

            El inconsciente, con su habitual brillantez, muestra a la soñadora una nueva forma de vivir que no es simplemente la sonrisa de dos dientes frontales de la mujer demasiado amable. Enfrentarnos con este salvaje poder creador que llevamos dentro significa tener acceso a la miríada de rostros de lo femenino subterráneo. Éstos son innatos en nosotras y podemos habitar en los que nos sean más útiles en los distintos momentos.
            En este drama de la iniciación, Baba Yagá es la naturaleza instintiva disfrazada de bruja.
            Al igual que la palabra "salvaje", la palabra "bruja" posee un matiz peyorativo, pero hace tiempo era un calificativo que se aplicaba a sanadoras tanto jóvenes como viejas en la época en que la imagen religiosa monoteísta aún no se había impuesto a las antiguas culturas panteístas que entendían la Divinidad a través de múltiples imágenes religiosas del universo y todos sus fenómenos.
            Pero, aun así, la bruja, la naturaleza salvaje y cualquier otra criatura u otro aspecto integral que la cultura considera desagradables son en la psique de las mujeres unos elementos muy positivos que a menudo éstas necesitan recuperar y sacar a la superficie.
            Buena parte de la literatura acerca del tema del poder femenino afirma que los hombres temen este poder. " ¡Madre de Dios! -siento deseos de exclamar-. Hay muchas mujeres que también temen el poder femenino", pues los viejos atributos y las fuerzas femeninas son muy amplios y son en efecto impresionantes. Se comprende que la primera vez que se enfrentan cara a cara con los Viejos Poderes Salvajes tanto los hombres como las mujeres los miren con inquietud y den media vuelta; y que lo único que veamos de ellos sean el envés de las pezuñas y las atemorizadas colas de lobo volando al viento.
            Para que los hombres puedan aprender a resistirlo, está clarísimo que las mujeres tienen que aprender a resistirlo. Para que los hombres puedan comprender a las mujeres, éstas les tendrán que enseñar las configuraciones del femenino salvaje. Para ello, la función soñadora de la psique conduce por la noche a la Yagá y a todas sus huestes directamente a los dormitorios de las mujeres durante el sueño. Con un poco de suerte, la Yagá dejará sus grandes y anchas huellas en la alfombra al lado de nuestra cama. Vendrá a contemplar a aquellas que no la conocen. Cuando llegamos tarde a nuestra iniciación, se pregunta por qué no vamos a visitarla y es ella la que viene a visitarnos por la noche durante el sueño.


             Una mujer a quien yo traté veía en sus sueños a unas mujeres vestidas con unos camisones hechos jirones, comiendo cosas que jamás se hubieran podido encontrar en el menú de un restaurante. Otra mujer soñaba con una anciana que, bajo la apariencia de una vieja bañera con patas en forma de garras, hacía vibrar sus cañerías y amenazaba con reventarlas a no ser que la soñadora derribara una pared para que ella pudiera "ver". Una tercera mujer soñaba que era una de las tres componentes de un grupo de tres ancianas ciegas, sólo que ella perdía constantemente el carnet de conducir y tenía que abandonar constantemente el grupo para buscarlo. En cierto sentido se podría decir que tenía dificultades para identificarse con las tres Parcas, las fuerzas que presiden la vida y la muerte en la psique. Pero con el tiempo ella también aprendió a resistir y a no apartarse de lo que tanto miedo le daba al principio, es decir, su propia naturaleza salvaje.

            Todas estas criaturas de los sueños le recuerdan a la soñadora su yo elemental: el Yo de la Yagá, el enigmático y profundo poder de la Madre de la Vida/Muerte/Vida. Sí, estamos diciendo que ser yagaísta es bueno y tenemos que resistirlo. Ser fuerte no significa tener músculos y hacer flexiones. Significa afrontar la propia numinosidad sin huir, viviendo activamente con la naturaleza salvaje cada una a su manera. Significa poder aprender, poder resistir lo que sabemos. Significa resistir y vivir.

            Fuentes:

            Clarissa Pinkola Estés
            "Mujeres que Corren con los Lobos"

            Apadrina el Blog "Hombres que corren con los lobos"

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