viernes, 10 de diciembre de 2010

El verdadero poder masculino

La energía masculina y femenina se encuentra tanto en el hombre como en la mujer. El hombre es primordialmente un canal masculino, mientras la mujer lo es femenino y toda su energía y fisiología son un reflejo de este hecho. Cuando hablamos por lo tanto de lo masculino y lo femenino, no nos estamos refiriendo exactamente a hombre y mujer. En la manera en que somos canales preferenciales de cada tipo de energía, sí podríamos aproximarnos a tal identificación. No obstante todo lo dicho en este artículo puede aplicarse a ambos, hombre y mujer. Cuando hablamos de lo que la energía masculina ha hecho del mundo, deberemos tener en cuenta, que esa energía masculina se ha expresado y se expresa en la actualidad también, a través de multitud de mujeres, que, separadas de su esencia femenina, abrazan, interiorizan y expresan lo masculino en ellas. La historia de esta humanidad es la historia de la dominación de esa parte masculina y eso, hoy por hoy, esta en todos, hombres y mujeres, en el inconsciente colectivo de la humanidad.

La energía masculina ha venido dominando y tiranizando el mundo durante los últimos miles de años, llevándolo a la situación actual extrema, donde estamos a punto de destruir a nuestra Madre, la Tierra. Toda la dinámica actual del ser humano sobre la tierra lleva a eso, una especie que creyéndose separada de lo que la rodea, se convierte en un cáncer que destruye a su propio organismo. Vivimos nuestra humanidad obnubilados por el antropocentrismo.

El momento actual es delicado. Lo femenino está ya en todas partes, la mujer está despertando y poniendo su presencia en todos los sitios. Pero muy pocas mujeres han tomado su verdadero poder femenino. Seguimos viviendo en una civilización completamente masculina y la mujer, por lo general, está tan desorientada como el hombre, abrazando en la mayoría de los casos, los patrones masculinos como su propia liberación. El hombre, por su parte, está perdido, aferrándose como puede a los viejos patrones y paradigmas, sin querer mirar a otro lado, aún sabiendo que éstos ya no sirven y que nos llevan al dolor y a la destrucción. Mientras tanto, la propia lógica de la civilización masculina nos lleva cada vez más a un lugar: un mundo cibernético, un ser humano esclavizado, con su mente, su cuerpo y sus emociones perfectamente controlados.

Todo este panorama aparentemente desalentador, encierra una realidad paralela: el nacimiento de un hombre y una mujer nuevos, la ascensión de la Tierra, es un proceso actualmente acelerado e inevitable. Únicamente nuestro estancamiento e inercia en la ignorancia, puede hacerlo más o menos traumático, más o menos doloroso.

Detrás de la aparente e hinchada fortaleza de la mayoría de los hombres hay un corazón débil y herido, un globo inflado que se desinfla al primer pinchazo, dejando al descubierto toda la debilidad de niños que ni siquiera han cortado el cordón umbilical con la madre. Da igual la edad, 30, 40, 60, 100 años, o la posición, presidente de gobierno, presidente de multinacional, obrero de la construcción, o mendigo. Detrás de todo hombre atado a los patrones masculinizantes de siempre, hay un corazón perdido y dolido contra lo femenino, contra la Tierra, contra sí mismo.

El verdadero poder masculino no tiene nada que ver con el dominio y con la aparente fuerza física. Esa es la gran ilusión que ha perdido a la mente masculina, hasta el punto de llegar a considerar a lo femenino como un subproducto (nacido de una de sus costillas, débil, incapaz y definitivamente inferior). El ser humano es un ser dual: dos cerebros (dos hemisferios cerebrales), dos lados, el masculino y el femenino, Yin y Yang. Esta es la realidad que Oriente entendió y plasmó magistralmente en el Taoísmo, en el Tantra. Esta dualidad está presente en todo y no es si no el reflejo de la danza cósmica de este universo, la danza del Yin y el Yang, Siva y Shakti, masculino y femenino, Dios-Padre-Madre, experimentándose a sí mismo en las diferentes dimensiones de la conciencia.

El Tantra lo comprendió muy bien: encarnamos en la Tierra para "bajar" la conciencia del Alma Divina a la materia, para reproducir, aquí en la materia, la danza cósmica del Universo, la danza de Siva y Shakti, de lo masculino y de lo femenino. Y en esa danza cósmica, el papel de lo masculino, no es otro que el del Caballero del Grial, el guardián de la Tierra, venerar a lo femenino.

Venimos a la Tierra y la tremenda densidad del velo de la materia nos hace olvidarnos de nuestro verdadero Ser. Es como si la Divinidad se olvidase de sí mismo, y en ese olvido, el aspecto masculino de la Divinidad confunde su función, que no es otra que estar al servicio del aspecto femenino de la Divinidad. Y en ese doloroso olvido nace la separatividad, nace el miedo, y la parte yang, lo masculino, que representa la parte activa, la fuerza en la materia, cae en la infantil ilusión de su superioridad. Infantil, pero peligrosa ilusión, que ha llevado al “machaque” y a la explotación de lo femenino, a la guerra durante miles de años y que, como decía al principio, está a punto de destruir la Tierra.

Se dice en el Tantra que lo masculino debe ser internamente guiado por lo femenino. Lo masculino sin la guía de lo femenino, solo ve "partes separadas", enemigos o cosas a conquistar o utilizar. Lo masculino (hombre o mujer) sin la guía de lo femenino no puede sentir un paisaje. Verá un maravilloso valle, un bosque, un río, y sólo verá lo que se puede "hacer" con él. Lo masculino sin la guía de lo femenino sólo ve "hacer", "hacer" y más "hacer", llenar, cortar, perforar, construir... El famoso paradigma del "desarrollo" no es ni más ni menos que eso, la mente masculina perdida en su locura separativista y sin sentimiento. Lo masculino, sin la guía de lo femenino, está separado del sentimiento, convirtiéndose en una mente fría, calculadora y cibernética... y llena de miedo.

La mente racional es una vibración ligada a lo masculino, al Yang, al hemisferio izquierdo, mientras que el sentimiento, el corazón, es una vibración unida a lo femenino, al hemisferio derecho. Una mente que niega su hemisferio derecho, se convierte en una mente separada del todo, depredadora, una mente que no ve más que sus propias fronteras. Así ha sido la mente masculina. Lo masculino separado, sin la guía de lo femenino lleva directamente a la locura y a la guerra. Y no hay más que echar un vistazo a la historia de la humanidad y hacia donde aparentemente se dirige. Lo masculino debe servir a lo femenino. Es la fuerza activa, es la acción, es el poder de ejecución en la materia. Pero debe ponerse al servicio de lo femenino, que es lo que conecta con el todo, con la totalidad. Para la mente masculina separada, nada tiene vida, nada tiene alma, nada es explicable y nada esta unido a lo demás. El hemisferio izquierdo sólo ve únicamente piezas separadas sin ninguna relación entre sí. Algo que va totalmente contra la realidad misma, como la física cuántica ya ha demostrado sobradamente. Pero para poder percibir "algo más que piezas separas", es necesario que esa mente del hemisferio izquierdo, se ponga al servicio del hemisferio derecho. Mas, es necesario que festejen su "Unión Sagrada", sus bodas.

Es ahí donde se abre la puerta a poder percibir la totalidad. Y el hemisferio derecho es femenino, y la puerta del hemisferio derecho es la energía del corazón. Por eso siempre han hablado las religiones y las tradiciones del corazón como "la puerta del alma". Por eso siempre la mujer ha tenido más acceso a la intuición, a lo no manifestado, a lo que no se ve, al conocimiento directo que sobrepasa lo racional. Porque la energía femenina es una energía ligada al corazón.
La energía del chakra del corazón es la energía de la unión, de la fusión. Por debajo del chakra del corazón está la energía del ego, del "yo", donde todo está separado, y donde, por lo tanto, existen el miedo y los enemigos.

Es necesario y vital que el hombre tome su verdadero poder. Que el hombre abra su pecho y ponga su mente al servicio del corazón. Que se abra a lo femenino en su interior, no para hacerse afeminado u homosexual, sino para acceder al verdadero poder del Sol que hay en él. El Sol que alimenta a la Tierra con su calor incondicionalmente, el Sol que siempre está ahí, sea de día o de noche. El Sol que no tiene miedo de la Tierra, que no se plantea qué puede hacer con ella, como puede explotarla, poseerla o controlarla. El Sol que no quema a la Tierra con su compulsividad eyaculatoria y posesiva. Simplemente está ahí, la observa, se maravilla ante su energía y su belleza y la venera y la protege con su poder masculino.

Ese es el nuevo hombre que ineludiblemente está apareciendo en la Tierra. La nueva energía, que junto con una nueva mujer, desde su verdadero poder femenino, traerán paz, dicha y consciencia a este maravilloso planeta azul, a esta biblioteca danzante del Universo que es nuestra Madre Gaia.

Fuentes:

El verdadero poder femenino

El mundo lleva sufriendo durante los últimos miles de años un gran desequilibrio. Lo que debería ser una danza, la danza de Shiva y Sakti, donde el papel de lo masculino sería venerar y sustentar a lo femenino, a la Tierra, se ha convertido en la dolorosa tiranización de uno de sus aspectos. En la historia de la evolución de la conciencia humana, lo masculino, unido al hemisferio izquierdo, a los valores activos, racionales, analíticos, a la voluntad, a la fuerza y a la acción en la materia, cayó en la ilusión de su superioridad, frente a ese otro lado, el yin, caracterizado por los valores receptivos, intuitivos, de sensibilidad, de sentimiento, de unión con las cosas, de conocimiento directo que no pasa por el proceso racional. Valores ligados al hemisferio cerebral derecho y a la energía del corazón. Valores no comprendidos, denostados y percibidos con temor por el mundo masculino y que han sido considerados tradicionalmente como síntoma de debilidad, además de haber llevado a la hoguera a multitud de mujeres en la historia.

Seguimos viviendo en una civilización esencialmente masculina y la jugada de la oscuridad es perfecta. Durante miles de años lo masculino ha machacado a lo femenino y, aunque eso lo pagues con un gran estrés interno, un dolor producido por la desconexión con ellas mismas, ahora le vende su propia liberación: "hazte como yo"; libérate abrazando los patrones masculinos de competitividad, hazte agresiva, hazte soldado, practica una sexualidad activa y separada del corazón, métete en la rueda de la competitividad y el "éxito", sepárate de tu feminidad, considera tu regla como algo molesto, un impedimento, toma la píldora, aún a costa de destruir tu ciclo y separarte de la energía de tu vientre y un largo etcétera... Lo que se ha llamado la "igualdad de la mujer" no es más que sólo eso: en un mundo dominado por la energía masculina, "no te preocupes, por fin puedes ser como nosotros". Con eso se cierra el círculo y se asegura que el mundo no cambie, que el ser humano siga esclavizado, sin poder acceder a la totalidad de su conciencia.

Aún así, las cosas ya han comenzando lentamente a cambiar. El final de esa era yang está llegando a su fin y lo femenino, la Diosa, tiene que tomar su poder, equilibrando el mundo. La sanación de la Tierra depende de eso. En eso la humanidad se juega ni más ni menos que su supervivencia. Y cuando decimos que lo femenino debe tomar su poder, no nos referimos exactamente a que la mujer deba tomar el poder. No estamos hablando de "feminismo". Nos referimos a algo más amplio, más profundo, más interno. A un cambio de conciencia en el ser humano, tanto en el hombre como en la mujer. A un cambio de conciencia que refleje precisamente esa "danza" que el Tantra entendió tan bien. Una danza de equilibrio y de amor, donde lo femenino, bajo la protección y el apoyo de lo masculino sanado, sea la energía que conduzca al mundo a una nueva dimensión, a una nueva percepción, en conexión con lo divino que está en todo lo que nos rodea.

Para que esta transformación pueda plasmarse en la realidad, el hombre tiene que sanar, abrir su corazón y no solo a su propia feminidad. Y en ese proceso, la mujer, canal principal en la Tierra de esa energía femenina, tiene un papel principal. La mujer ha de comprender cuál es su verdadera esencia, donde está su auténtica liberación y sanar todo aquello que la impide encarnar el poder de la Diosa. La misma sanación de la mujer y esa toma de su verdadero poder, ayudarán al hombre también a curarse, al deshacer todo el rencor y toda la energía atrapada a través de historias de cientos y cientos de reencarnaciones.

Para que la mujer pueda acceder a la energía de su corazón, su verdadera esencia, debe primero sanar su vientre, curar la herida ancestral de lo femenino. En prácticamente toda mujer encarnada hoy en la Tierra existe esa herida. Es la herida formada por todo el dolor acumulado en el inconsciente colectivo de la humanidad por los miles de años de represión y utilización de lo femenino. Es también la energía inconsciente del rencor contra lo masculino que se manifiesta especialmente en las relaciones de pareja, pero que está ya ahí desde el momento del nacimiento, reflejada desde el principio en la relación con el padre progenitor, arquetipo de lo masculino.

Aunque la mujer de forma generalizada está despertando, mas todavía no son mayoría las mujeres que han realizado el trabajo de abrazar, hacer consciente y liberar esa herida del dolor y del rencor. En tanto esa herida no se sane, la mujer no podrá liberarse, siguiendo atada a lo masculino, y por ende, siguiendo también nuestro mundo atado a lo masculino.

Sanar la herida es otorgar el perdón, que es realmente liberar a los demás y liberarnos a nosotros mismos. Es desatar lo ilusorio. El pasado que solo está en la mente. Mientras no seamos capaces de perdonar, quedaremos atados a aquello contra lo que reaccionamos, llamándolo y creándolo una y otra vez en nuestra propia vida. Todo esto se mueve normalmente a niveles inconscientes y es ahí precisamente donde debemos actuar, observándonos, haciéndonos conscientes de todo eso que estaba antes oculto y que no podíamos ver. Es un trabajo de elevación de la conciencia. Cuantos más hagamos el trabajo, más fácil será para el resto.

Para perdonar es muy importante ver las cosas con más amplitud. Comprender que todo esto no es un tema personal, que es la historia de la humanidad, la historia de cientos y cientos de reencarnaciones, donde todos hemos pasado por todo. Unas veces como hombres, otras como mujeres. Lo que realmente estamos haciendo es liberar el karma de la humanidad, desde la mujer o el hombre que hemos elegido ser en la encarnación actual.

El verdadero poder de la mujer no está en "igualarse" al hombre en su "fuerza", en su "racionalidad", no está en afrontar la vida desde su mente conceptual, analítica y discursiva. Ahí la mujer se pierde a sí misma y realiza una vana labor de liberación de lo femenino. La mujer también tiene que desarrollar su lado masculino, su mente racional y analítica, su hemisferio izquierdo, para equilibrarse. Sin un desarrollo de su lado masculino, la mujer no puede estar completa en la Tierra y todas esas características yin la arrastrarán a un mar de confusión, de emocionalidad, de inestabilidad, de falta de sobriedad. Podrá percibir muchas cosas, pero no podrá procesarlas, no podrá colocarlas, quedándose en un mundo vago y difuso, difícil de expresar. Es a través de las características yang (masculinas) como se puede dar forma a ese mundo, si no, demasiado etéreo. Pero este desarrollo de su parte yang, siempre debe estar dirigido desde su parte femenina, es como el sustentador que da equilibrio en el mundo. Pero no está ahí su verdadero poder.

Esa necesidad de muchas mujeres de "demostrar" su valía en el mundo masculino, es una necesidad ligada a la relación con el padre no aclarada. La figura arquetípica del padre debe ser recapitulada profundamente en cada mujer. Es un trabajo de liberación. Mientras una mujer no ha bajado a los entresijos de su relación con el arquetipo masculino, para ver todo el dolor emocional, toda la ira y toda la culpabilidad allí existentes, no podrá ser ella misma, se encontrará atada a esa energía que la desestabilizará, que reproducirá una y otra vez en los patrones de su vida, en sus relaciones, en su sexualidad. No podrá expresar su feminidad, su verdadero poder.

En el otro lado, la mujer debe volverse hacia el arquetipo femenino, hacia la figura arquetípipa de la madre. También ahí es necesario un trabajo de perdón y liberación. Un trabajo de comprensión que lleve a retomar el contacto con la esencia femenina, más allá de los desequilibrios normalmente existentes en toda relación madre-hija. Es normal que para la mayoría de las mujeres de hoy en día, la madre no haya aportado suficiente "presencia" femenina en su desarrollo. Más allá de esta realidad de la relación con la propia madre, debemos comprender que lo femenino arquetípico transciende la madre física. Que es posible conectar con "la energía de la madre" a través de la Tierra y también a través de la comunión con otras mujeres.

El vientre de la mujer debe ser sanado, para que la Diosa se pueda manifestar. Y hoy en día el vientre de la práctica totalidad de las mujeres se encuentra impregnado a nivel celular de la herida de siglos de dominio y deshonra a la Diosa. Las relaciones sexuales no han hecho, ni hacen, más que agravar dicha herida. Todo relación afectiva o sexual no purificada de la mente y emocionalidad masculina, que hace de una mujer sino un objeto de deseo, no hace si no potenciar el dolor allí existente, el dolor del desamor, de la no veneración a la Diosa. La relación que nace y conecta verdaderamente desde el corazón, facilita, es más, activa, el proceso de curación del vientre de la mujer. Por eso es sumamente importante relacionarse con parejas que estén en el camino de poner respeto y consciencia en la sexualidad. No se trata de renunciar a la libertad sexual, mas ya no podemos permitir que nos afecte, que penetre cualquier energía dentro de nosotros. Debemos empezar por honrarnos a nosotros mismos.

La energía femenina es una energía ligada al corazón y a la unión con el Espíritu y con todo lo que nos rodea y es desde el corazón desde donde nuestro mundo será sanado.

Fuentes:

Ciclicidad Femenina

Hay un mundo desconocido para la mayoría, incluso para nosotras mismas, las mujeres. Algunos haciendo mala prensa de nuestras "oscilaciones" nos descalifican diciendo que somos impredecibles, que lloramos por cualquier cosa, que nunca estamos del todo conformes con nosotras ni con los otros. Lo peor que escuché fue "Las mujeres son todas unas histéricas", como si esto fuera un insulto cuando en realidad no lo es. Histeria viene de Hystero (útero) o sea... SI somos histéricas y gracias a eso capaces de engendrar vida!!!

La verdad es que somos cíclicas. Nuestra energía cambia de acuerdo al período del mes que estemos transitando. No podríamos, aunque quisiéramos, escapar a ello. Por lo tanto es hora de dejar de pelearnos con nuestra naturaleza y empezar a entendernos.

Diosas multifacéticas o simplemente... mujeres

Como la Luna, nosotras también somos cíclicas. A partir del momento en que tenemos nuestra menarquía, (nuestro primer sangrado menstrual) las mujeres nos adentramos en un tiempo sagrado, diferente del tiempo lineal, que nos conecta íntimamente con los ritmos de la Luna y sus diferentes fases. En las culturas ancestrales ese momento era el primer portal iniciático femenino y las mujercitas eran asistidas e instruidas por mujeres mayores en lo sagrado de su sangrado. Hoy en cambio, todo alude a evitar en forma artificial y muy rentable (en todos los sentidos) tocar el tema de "esos días". Honrando nuestra ciclicidad retornarmos a nuestro verdadero tiempo interno, aprendiendo a respetar nuestro calendario natural. Comprender y explorar nuestro ciclo femenino nos trae salud y bienestar, nos devuelve una cosmovisión integradora y femenina, capaz de resguardar, nutrir y proteger los procesos de la Vida misma.
Recuperar esta conexión de manera consciente, nos ayuda a alinearnos con nuestra verdadera naturaleza; trascendiendo la fragmentación, integrando nuestras diferentes fases. Durante cada mes vivenciamos diferentes aspectos de nuestra energía, relacionados con lo que llamamos “la cuaternidad femenina”: emergemos de la oscuridad, crecemos hasta colmarnos de plenitud, menguamos hasta hacernos invisibles y en esa oscuridad nos volvemos a transformar para volver a emerger renovadas, más íntegras, sabias y fortalecidas. Al re-conectarnos concientemente con nuestra Sagrada Rueda Menstrual, recuperamos la conexión con saludables arquetipos femeninos, que nutren, sostienen, recrean e inspiran nuestra identidad como mujeres.

Desde el momento en que finaliza tu luna (menstruación) hasta que termina tu ovulación, es decir aproximadamente catorce días iniciamos un periodo de energías expansivas que nos llevan naturalmente "hacia fuera". Durante la primer semana estaremos transitando el arquetipo de la Mujer Creadora. Nos vamos a sentir más livianas, frescas, elocuentes, decididas y con un plus de energía para hacer mil cosas. Tu propia naturaleza te va a acercar a concretar tus objetivos. Seguramente pases a ser vos misma tu prioridad, lo cual es muy saludable ya que a medida que te acerques a tu ovulación las energías te llevarán inevitablemente hacia los vínculos.Aquí comienza a vivenciarse a la Mujer Realizada. Te sentirás generosa, con ganas de compartir, de asistir a quienes te rodean. Todos tus proyectos iniciados en la fase anterior serán fácilmente sustentados, hasta tu sexualidad se vuelve más amorosa y romántica. No en vano, te estás preparando para ovular. Es tal la apertura hacia el mundo que te rodea que serías capaz de concebir una nueva vida si así lo quisieras. ¿Ves? Es lo que tu propia naturaleza te regala. La expresión máxima del amor y la necesidad de trascender. Si no tenés hijos, no te sientas mal, todos tus proyectos son tus hijos. No hace falta ser mamás biológicas para sentirnos "realizadas".
Lo que sí es prudente es no identificarse con esta fase sustentadora por siempre. Si caemos en la trampa de "dar todo en todo momento", corremos el riesgo de entrar en situaciones depredadoras. A veces la culpa por no responder como los otros esperan e incluso como nosotras mismas creemos que debiéramos hacerlo, nos lleva a no respetarnos. Por supuesto que "el depredador externo" no es más que una proyección que viene desde nuestro interior. Es la forma en que nuestra alma nos da la oportunidad de trascender ese punto.
Dejamos atrás la ovulación e inmediatamente empezamos a sentirnos más introspectivas. Es nuestra Mujer Sabia. Seremos más selectivas al momento de relacionarnos, es probable que estemos más irritables o con menos paciencia, menos sociables y condescendientes. La ansiedad y la hiperactividad mental serán nuestra compañía y, como nadie nos dijo cómo canalizar estas energías, serán quienes nos rodean nuestras "ocasionales víctimas" y escucharemos la frase: "Y... le está por venir". Siiiii, es justamente eso! Una alternativa saludable: darle rienda a tu creatividad. ¿Te gusta cocinar? ¿Te gusta pintar o escribir, o quizás bailar? Hacelo!!! Las energías encuentran una salida y tu ansiedad decrece notablemente. No dejes de prestar atención a tu percepción en estos días, es tu chamana interior diciéndote al oído cuáles son los próximos pasos!
Cuando nuestra luna finalmente dice "aquí estoy" se instala en nosotras la Mujer Transformadora. Vas a sentirte más cansada, más lenta. Es el arquetipo más poderoso, puerta a otras dimensiones y a fuerzas quizás desconocidas que emergen desde tu linaje más antiguo. Momento ideal para dejar atrás lo que ya no merece ser sostenido, y hacer espacio para nuevas experiencias.

Cuando menstruamos estamos abiertas a un conocimiento profundamente espiritual y contamos con la natural capacidad de reciclarnos, física, emocional y energéticamente.
Las mujeres parimos hijos, y también parimos ideas, libros, arte. Las mujeres amamantamos a nuestros bebes, y también lactamos y nutrimos nuestros proyectos, nuestros sueños, nuestras luchas. Durante los días de sangrado menstrual, las mujeres entramos en un estado de conciencia no ordinaria, un estado más expandido, ampliado, "fuera del mundo cotidiano"; que nos conecta con un profundo conocimiento ancestral femenino. Son días sagrados y poderosos espiritualmente, en los que un saber dormido en la hondura de nuestra psiquis, se hace presente, emergiendo hacia la superficie, revelando información acerca de la Diosa Creadora, Eterna Transformadora, La que da y reabsorbe la Vida, cíclica y armónicamente; La que vive dentro de nosotras, gestando, sosteniendo y reciclando a toda la Creación permanentemente.
Miles de años de una cultura patriarcal nos han desconectado de nuestros días de poder sanador. Aún hoy, en pleno siglo XXI, respondemos a patrones que siguen negando, censurando, ensuciando y tapando el ciclo menstrual, es el tabú de la menstruación. Piensa, por ejemplo, en las publicidades de apósitos femeninos, donde jamás aparece el color rojo, sino un celestial color azul, donde el eje del mensaje es que "esos días" pasen lo más inadvertidos posibles, que puedas "olvidarte".

La Mujer Transformadora, La Mujer Creadora, La Mujer Realizada y La Mujer Sabia son una sola. Todas ellas están en nosotras a cada momento. Somos todas ellas.
la Mujer Transformadora nos permite llegar a lo más profundo. Soltar y dar fin a lo que ya cumplió su ciclo.
La Creadora es donde se sustenta nuestra autoestima, nuestra autoafirmación e individuación.
La Realizada es la reina diosa de los vínculos.
Y la Sabia es la que abre sus canales a planos más sutiles conectándonos con el poder infinito del Universo en todas sus formas.

Desde tiempos antiguos las mujeres honraban esta ciclicidad como fuente de saber y poder sanador.
Este conocimiento era transmitido de madres a hijas, de abuelas a nietas. En lo posible, tratá de adaptar tus actividades a este ritmo que se impone. Pregúntate qué necesitás en ese momento y respetate. Evitá la tentación de tomarte un analgésico y luchar hasta entrar en ese pantalón ajustado pretendiendo "que no se note". Al menos reservá un momento del día a "estar sola contigo misma". Una meditación, el silencio, un momento de entrega a tu ser interior. Ancestralmente las mujeres sabias, adivinas y sacerdotisas de todas las eras oraculaban durante este tránsito. Pedían y recibían información trascendental para ellas y su comunidad.
Desempolvar estos viejos conocimientos, reconocer en nosotras estas energías, es rescatar lo más valioso que tenemos, nuestra poderosa y sagrada feminidad. La auto-observación, la intención de ser la mejor versión de nosotras mismas es la llave.

La Mujer Cósmica está despertando en cada una de nosotras, en consonancia con los ciclos de la Naturaleza y el Latido de la Madre Tierra. El despertar de Lo Sagrado Femenino ya es un hecho, y entre todas y todos tenemos la radiante posibilidad de tejer una nueva trama, de amor, solidaridad, paz y arte, para gestar una humanidad más sana.

Fuentes:

jueves, 9 de diciembre de 2010

La tenaz naturaleza canina

El perrito del cuento muestra exactamente de qué manera actúa la tenacidad psíquica. Los perros son los magos del universo. Con su sola presencia transforman a las personas malhumoradas en sonrientes, a las personas tristes en menos tristes; engendran relaciones. Como en la antigua epopeya babilónica de Gilgamés, en la que Inkadu, el peludo hombre/animal es el contrapunto de Gilgamés, el rey excesivamente racional, el perro constituye una de las dos naturalezas del hombre. Es la naturaleza del bosque, la que puede seguir el rastro, la que percibe lo que son las cosas.
Al perro le gustan las hermanas porque éstas le dan de comer y le sonríen. Lo místico femenino comprende y acepta de buen grado la naturaleza instintiva del perro. El perro representa, entre otras cosas, al (o a la) que ama fácilmente y durante mucho tiempo con todo su corazón, que perdona sin esfuerzo, que es capaz de correr durante largo rato y de luchar hasta morir en caso necesario. La naturaleza canina nos da las claves concretas sobre la forma en que un compañero se ganará el corazón de las hermanas gemelas y de la mujer salvaje, y la clave principal es "vuelve una y otra vez".
Manawee no consigue adivinar los nombres y regresa tristemente a casa. Pero el perrito vuelve a la cabaña de las hermanas y presta atención hasta que oye los nombres. En el mundo de los arquetipos la naturaleza canina es psicopompa* -mensajera entre el mundo superior y el oscuro mundo inferior- y ctónica**, es decir, originaria de las más oscuras y remotas regiones de la psique, las que desde tiempo inmemorial se han venido llamando el infierno o mundo subterráneo de ultratumba. Un compañero tiene que llegar a esta sensibilidad para poder comprender la doble naturaleza.
El perro es parecido al lobo, sólo que un poco más civilizado, si bien, tal como se ve en el resto del cuento, no demasiado. Este perrito en su calidad de psicopompo representa la psique instintiva. Oye y ve las cosas de manera distinta a como lo hace un ser humano. Llega a unos niveles que el ego jamás conseguiría imaginar por su cuenta. Oye unas palabras y unas instrucciones que el ego no puede oír. Y se guía por lo que oye.

"En diferentes culturas chamánicas los animales han sido vistos como arquetipos o modelos de referencia cuyo comportamiento, características, poder y sabiduría sirven de inspiración para el desarrollo de las capacidades humanas."

La medicina de los animales

"Para los nativos americanos el concepto de Medicina es cualquier cosa que mejore la conexión entre uno mismo, el Gran Misterio y la Vida en todas sus formas y manifestaciones. Esto incluye la sanación del cuerpo, de la mente y del espíritu. Medicina es también cualquier cosa que que infunda fuerzas personales, vitalidad o energía, vigor o potencia, y conocimiento o sabiduría.
Trata sobre cómo vivir el continuo de la vida de un modo que conlleva sanar a la Madre Tierra y a todos nuestros compañeros, familia, amigos y demás criaturas. La Medicina nativa americana es un "modo de vivir" que lo abarca todo, porque guarda relación con el caminar por la Madre Tierra en perfecta armonía con el Universo.
Nuestros hermanos en la Creación, los animales, tienen unas pautas de comportamiento que transmiten mensajes de sanación a cualquiera lo suficientemente atento para observar sus lecciones sobre cómo vivir. Cada lección se basa en una idea o un concepto importante, y para un mayor entendimiento, cada animal representa la equivalencia de una de las lecciones asignadas. Aunque en la realidad de la Creación cada animal tiene cientos de lecciones que enseñar. Todas ellas son manifestaciones del Poder y se pueden convocar. Es un tipo de poder que nace de la Unidad y de que cada ser guarda en su interior una parte de todos los demás seres vivientes. Es la ley de la Unidad. Como todas las cosas en este Universo están construidas con los mismos elementos y partículas, es relat6ivamente seguro asumir que todos nos comunicamos a través del común denominador de cada átomo, que es la fuerza creadora o el Gran Espíritu que vive dentro del Gran misterio."

"Aparentamos vivir en la Tierra como seres diferentes con diversos destinos;
pero tal y como cada gota de la lluvia es parte del océano, todos y cada uno de nosotros
somos parte del Océano de la Conciencia, del Cuerpo de la Divinidad.
Encontramos Amor y paz interior en las profundidades de la más alta
Verdad que todos somos Uno, una Familia.
Deja atrás el equipaje del miedo, la envidia, y el resentimiento;
vuela, vuela con las alas de la comprensión,
para entrar en el Territorio sin fronteras de la Compasión.
Ah, no ser aislado, no a través de la insignificante partición fuera de la Ley de las Estrellas.
El interior – ¿qué es? si no un cielo encendido, repleto de pájaros y profundidad
con los vientos del retorno a casa."
Rainer Maria Rilke

"Cuando se convoca el poder de un animal (de una planta, de un mineral, de una fuerza natural), se esta pidiendo ser absorbido en total armonía con la energía esencial de ese ser. Obtener este conocimiento es un proceso de sanación al que uno se debe aproximar con humildad e intuición. Ciertos aspectos de estas lecciones han sido elegidos porque reflejan lo que cada espíritu necesita aprender en su caminar. El poder se halla en la sabiduría y en la comprensión del papel que cada uno interpreta en el Gran Misterio, y en honrar a cada ser viviente como a un gran maestro.
Este sistema medicinal representa parte del proceso de cómo enseñar a la persona a ser intuitiva, de cómo buscar la verdad de la naturaleza, de cómo relacionarse con las demás criaturas del Gran Misterio y de cómo observar lo obvio en el silencio. El silencio de una mente sosegada es la fertilidad sagrada del espíritu receptor. Utilizar esta Medicina en silencio, permite entender el lenguaje de un maravilloso nuevo mundo que se expresa a través de la esencia de los seres vivos.
Al hacer un llamamiento a la Medicina de cualquier ser, animal o fuerza natural, es preciso mantener una actitud reverente y estar dispuesto a aceptar ayuda."

La Medicina del Perro Perro
Lealtad / Protección
Eres tan noble,
Hasta el fin amargo,
Tu Medicina es la enseñanza
de leal y fiel amigo.


"El Perro era el sirviente/soldado que custodiaba las viviendas de la tribu y las protegía de los ataques por sorpresa. Ayudaba en la cacería y proporcionaba calor en invierno. Es símbolo de lealtad, amor incondicional, protección y servicio. Su Medicina incorpora la gentileza amorosa del mejor amigo y la energía protectora del guardián.
Si tu Animal de Poder es el Perro, tu devoción hacia tu familia y amigos es infinita. Obtienes una gran satisfacción de prestar servicio a otros, ofreciendo tu mano al amigo necesitado. Una palabra amable, una caricia, un acto de gentileza significan mucho más para ti que las cosas materiales. Sin embargo, existe el peligro de acercarte demasiado al otro extremo: permitir que las personas se aprovechen de ti por tu naturaleza gentil.
El Perro te recuerda que tu lealtad siempre debe ser hacia ti mismo, hacia tus metas, hacia tu propia verdad. Te recuerda que en la medida que te respetes y te valores a ti mismo, podrás verdaderamente prestar servicio a quienes honren lo que puedas darles."
Julia C. White

"Todas las tribus indias del Suroeste y de las llanuras poseían Perros. Es­tos nobles animales a menudo alertaban sobre los peligros que acechaban. Ayudaban en la caza y eran una gran fuente de calor en las largas noches de invierno. Como la especie o tribu canina comprende muchas razas, los Pe­rros indios de los tiempos antiguos eran generalmente medio salvajes. Esta naturaleza sin embargo, nunca privó a sus dueños de su innata lealtad.
El Perro ha sido considerado a lo largo de la historia el criado de la hu­manidad. Si una persona tiene la Medicina del Perro, normalmente él o ella están sintiendo a la humanidad de una u otra forma. Aquí encontrarán al trabajador voluntario, al caritativo, al filántropo, a la enfermera, el conseje­ro, el sacerdote y al soldado.
El Perro era mitad soldado mitad criado y vigilaba el campamento ante un ataque sorpresa. El Perro es la Medicina que encarna la cariñosa dul­zura del mejor amigo y la semisalvaje energía protectora del imperativo territorial. Como Anubis, el perro chacal protector de Egipto, el Perro es el animal guardián. A lo largo de la historia, el Perro ha sido el guar­dián de los infiernos y de los secretos antiguos, de los tesoros ocultos y, mientras sus madres se encontraban cocinando o en el campo, de los ni­ños. El Perro hace honor a su talento y es leal a la confianza depositada en él.
Al examinar la Medicina del Perro, puede ocurrir que guardes gratos re­cuerdos por haber tenido y querido a un Perro como animal doméstico. El mensaje que los Perros intentan comunicarte es que debes indagar profun­damente en tu sentido de servicio a los demás. Los canes son unos anima­les genuinamente orientados hacia el servicio a los demás y sienten una fuerte devoción hacia sus amos con una lealtad que a menudo sobrepasa la forma en que son tratados.
Aunque le griten o le peguen, el Perro seguirá amando a la persona que le maltrata. No es estupidez, sino una profunda y compasiva comprensión de los defectos de los humanos. Escomo si un espíritu tolerante anidara en el corazón de cada can que sólo pide ser útil.
También se ven Perros a los que les han arrancado la lealtad a palos. Se encogen de miedo y lloran a la más mínima insinuación de desaprobación, pero ésta no es su verdadera naturaleza. Algunas especies de Perros han sido entrenadas contra su naturaleza para ser brutales y feroces. Por un senti­miento de servicio, esas razas se han adaptado a los deseos de agresividad de sus dueños. Alteran su memoria genética sobre lo que significa ser ser­vicial a cambio de la aprobación de sus amos.
La Medicina del Perro te pide que consideres lo fácil que resulta cam­biar el sentido de la lealtad por la necesidad de aprobación. Si la Medicina del Perro y sus lecciones aparecen en tu caminar, hay varias cuestiones a considerar según sea tu situación actual:
1. ¿Recientemente he olvidado que debo lealtad a mi verdad personal?
2. ¿Es posible que los chismorrees o las opiniones ¡de los demás hayan alejado mi lealtad de cierto amigo o grupo de amigos?
3. ¿He rechazado o ignorado a alguien que intenta ser un amigo leal?
4. ¿He sido leal y fiel a mis objetivos?

En su aspecto sombrío, el Perro puede estar intentando decirte que te has vuelto crítico o mezquino hacia tus compañeros. También podría indicar que ha llegado el momento de dejar de enco­gerse a causa del miedo y de comenzar a hacer frente a los adversarios de tu autoestima. La clave es darse cuenta de que no se trata de enemigos exter­nos, sino de tus propios pensamientos que te están diciendo que no mereces lealtad, ni de ti mismo ni de los demás. Posiblemente necesitarás examinar las pautas de deslealtad que haya en tu vida. Por ejemplo, ¿difundes los chismorreos o guardas silencio cuando otra persona está propagando ru­mores? ¿Haces chistes a costa de los demás? ¿Te niegas a devolver la amabi­lidad? Estas son las características del miedo, y sobre todo de un miedo que es común a la familia de los bípedos humanos, el miedo a no pertenecer o a no contar con la aprobación de los demás.
Recobra el poder de la lealtad hacia ti mismo y a las verdades persona­les. Sé como el Perro: tu propio mejor amigo."
   

Una vez, en un museo de la ciencia de San Francisco, entré en una sala llena de micrófonos y altavoces que simulaban el oído de un perro. Cuando una palmera se agitaba al viento, sonaba como un terremoto; cuando unas pisadas se acercaban desde lejos, era como si alguien estrujara contra mi oído un millón de bolsas de palomitas de maíz. El mundo del perro está lleno de constantes cataclismos acústicos, Unos cataclismos acústicos que nosotros los seres humanos no percibimos en absoluto. Pero el perrito sí.
El cánido oye más allá del alcance del oído humano. Este aspecto medial de la psique instintiva, de características semejantes a las de los médiums, percibe la profunda función, la profunda música y los profundos misterios de la psique femenina. Ésta es la naturaleza que puede conocer la naturaleza salvaje de las mujeres.

Fuentes:

Clarissa Pinkola Estés
"Mujeres que Corren con los Lobos"


Apadrina el Blog "Hombres que corren con los lobos"

miércoles, 8 de diciembre de 2010

El poder del silencio

El silencio es todo lo que tenemos.
La Voz es el rescate—
Pero el Silencio es Infinito.
Carece de rostro.
Emily Dickinson

Es verdad que la idea de silencio ha sido comúnmente asociada a un sentimiento de trascendencia, a una dimensión metafísica, espiritual y sagrada. Esto explica que su especulación responda al modo en que se han planteado y expresado la filosofía y la teología, al menos en sus inicios, cuando tales disciplinas o ciencias carecían de un carácter definido. En todas ellas subyace la necesidad de remontarse al silencio original y de aceptar en él una herramienta para el conocimiento propio, y también hallar en su cultivo el sentido de la existencia y su relación con lo desconocido e inexplicable.

"Detrás de todas las manifestaciones de la vida existe un poder único, una Realidad única. Esta forma está más allá de todas las formas, de todos los modos, sin embargo ésta se expresa a través y mediante los modos y las formas que existen, visibles e invisibles. Nosotros podemos abrirnos a este poder creador yendo también más allá de nosotros mismos, yendo más allá de nuestras personas. Esto se realiza abriéndonos al silencio. El silencio nos conecta con esta fuerza creadora y entonces nos convertimos en canales directos, en expresiones directas de esta acción creativa constante. El silencio es el poder más grande que existe. Porque todo lo que existe son aspectos parciales del silencio. Todo lo que existe se genera en lo que no existe, en lo que no aparece. Todo lo que existe son aspectos parciales de algo que está más allá de lo que llamamos existencia manifiesta. Abrirse al silencio es abrirse al potencial total, incondicional."

Es precisamente el Uno, por decirlo con Platón, el que no posee ningún nombre: "Ni hay de él razón, ciencia, sensación u opinión". No se le puede conjeturar ni conocer. Es silencio. Un silencio que, por lo sagrado, es el eco de su origen, lo que se manifiesta desde la invisibilidad.
En Delfos, en Dodona, los oráculos tenían en la no respuesta, en la ausencia de voz, una forma de designio. Con frecuencia conminaban a no hablar en señal de sujeción y purificación; otras veces, su no pronunciamiento significaba la aceptación del mundo secreto del que allí acudía. "Guarda silencio, iniciado", se lee en uno de los oráculos caldeos; y como signo de temperancia los pitagóricos conminaban a "cubrir las opiniones dentro de una mente muda". No por azar Homero llamaba "callados" a los virtuosos y mesurados. Entre los filósofos griegos era común acogerse al silencio en tanto que manifestaba, tanto más elocuentemente que el lenguaje, su extrañamiento moral, esa extranjería que llevó al sabio y errante Misón a vagar por los parajes apartados y que indujo a Heráclito a tomar el camino de las montañas para huir de toda presencia humana.
Estar solo, callado, favorece la pérdida de la dualidad, facilita caer en la cuenta de que uno es ante todo, y muy íntimamente, la relación con lo que ignora. Plotino refiere que si la Naturaleza, a la vez contemplación y objeto de contemplación, fuera preguntada por qué produce, respondería a su interlocutor:

"No debieras preguntar, sino comprender en silencio tú también, como yo guardo silencio y no acostumbro a hablar".

Ocurre de un modo similar en el Tao: "Hablar poco y seguir la Naturaleza". Mirar, callar, contemplar el escenario donde fue retenida la palabra de los dioses, el paisaje en el que nada puede ser dicho porque, de resonar una voz, alejaría a la divinidad.
Esta mirada desde el silencio puede convertirse en un modo efectivo de acercamiento a las cosas, al mismo tiempo que sirve para distanciarse de ellas y advertir que nada está necesariamente en lo que aparece como inmediato, y que el entendimiento procede, siguiendo a Plotino, de una contemplación que lo transforma todo en conocimiento. Con ello se hace posible reordenar la existencia, volver a vivir, sentir en la propia la vida un exterior no ajeno.


"Usad las palabras para explicar pensamientos,
pero el silencio cuando los pensamientos se hayan absorbido...
los que están calificados para buscar la verdad se quedarán con el pez y dejarán la red."
Tao-sheng

"Parece contradictorio hablar, o escribir, sobre el silencio, porque lo cierto es que el silencio es algo que hay que experimentar. En la experiencia del silencio descubrimos verdades espirituales profundas y avanzamos para conocer nuestro ser espiritual. El silencio crece en nosotros, nos ayuda a progresar y a desarrollarnos de una forma muy sutil."

"En el silencio se reconoce el mundo interior y es el terreno donde crecen los valores.
¿Qué es lo que expresamos? ¿Qué es lo que comunicamos a los demás? Expresamos lo que somos, y cómo estamos y nos sentimos. Expresamos nuestros valores más profundos, no lo que decimos con palabras sino lo que sentimos en nuestro interior. Esto es lo que en definitiva llega a los demás. Todo lo que expresamos externamente se germina en el interior de nuestro ser. El silencio facilita una experiencia que nos lleva a la reflexión y al trabajo personal del mundo interior. Cuando aprendemos a dirigirnos hacia nuestro interior en silencio, son muchos los beneficios que descubrimos."

El profundo silencio significa un estado de total y perfecta quietud, en la que controlamos no sólo la facultad del habla sino también todo diálogo mental y aun el movimiento del cuerpo, virtualmente lo que se conoce como el inefable estado de samadhi (silencio absoluto supremo).

Si los antiguos latinos distinguían silere de tacere se debe a que el primer término significaba la expresión de serenidad, de no movimiento, un silenciarse sin aparente objeto, impersonal. Tacere indicaba, en cambio, un callar "activo", una voluntad que pretendía antes bien la disciplina del no hablar con el propósito de ajustar, o por así decir, de anular las disonancias producidas por todo aquello que rodea al ser humano. Apelaban a dos distintas dimensiones. Silere señala algo más que la concentración para obtener un fin, el reposo necesario para la lectura o atender más despiertamente la voz ajena. Silere es el verbo que reconoce la inmovilidad, la parte detenida de lo que no cesa, un abandono del deseo, el cauce del desapego. Por eso, en el lenguaje de la espiritualidad se ha asociado a una actitud mística, mientras que tacere se ha vinculado principalmente a una voluntad ascética.

"Así, nuestra vida, al abrirse al silencio y al vivir desde el silencio es, en sí misma, una creación constante. Todos nuestros actos se convierten en una expresión de este proceso creativo. Ya no vivimos pendientes de juicios, de objetivos, vivimos descubriendo en cada momento esta profundidad inmensa del instante que, también en cada momento, se derrama, se vierte al exterior de un modo totalmente nuevo, imprevisto, creativo. Todos los actos de la vida se convierten en actos de una importancia total, porque dejamos de tener preferencia respecto a las cosas, respecto a los objetivos. Dejamos de comparar y de juzgar porque descubrimos que lo esencial es esta Realidad que se está expresando. Lo que da sentido a las cosas no son las cosas, ni las consecuencias de las cosas, sino esta presencia inmutable y eterna que está detrás de cada momento de manifestación."

El poeta Rainer Maria Rilke hablaba del espacio donde asoma la aurora sin que nada se oiga y que, pese a ello, está poniendo en pie lo que será el mundo. Es precisamente éste un silencio más próximo a la intuición que a la certidumbre, un no abrir los labios porque deja de ser necesario indicar dónde se está y qué camino habrá de emprenderse. Silencio nuevo y antiguo a la vez, un preludio que, contradictoriamente, no da paso a nada, no es apertura de nada, sino cese, familiaridad con el Absoluto, abrazar la "silenciosidad de sí mismo" para convenir que la consciencia se expresa en la manera en que se calla. Cierto que el lenguaje es el modo de callar y la forma en que llega a producirse—a elaborarse—el silencio, cuya naturaleza le permite estar en perpetuo cambio. En ocasiones, refleja el temor sentido frente a lo desconocido, frente a aquello que no es dominable, como ocurre ante la contemplación del universo y que nos induce a percibir el destino, el destino personal, único, como una zozobra en lo inabarcable (Pascal); otras veces, prorrumpe ante la idea de un mundo vivido como insuficiencia (Nietzsche); y puede antojarse asimismo una venganza (Tolstói), una defensa ante el adverso destino (Cicerón), una culminación disolutiva, la ilusión inherente a todo lenguaje (Santayana), la libre construcción del sueño (Jung), la forma de ser prudente en libertad (Montaigne), la lengua que ya no desea nada (Marcel), el modo más útil de no disipar los bienes del espíritu (Buenaventura), la manera de discurrir uniforme con Dios (Eckhart). Es el silencio, o puede ser, un mandato del alma (Spinoza), lo que queda del mundo y de la muerte, su despojo (Shakespeare), aquello en que la forma se desconoce (Agustín), el más fiel de los confidentes (Kierkegaard), la puerta de entrada de la sabiduría (Juan de la Cruz), el resultado de toda obra (Bergson), el espacio entre la aspiración y la espiración, que siempre es reinicio (Gadamer), el engarce entre los signos que buscan un sentido (Humboldt), lo previo frente a la trascendencia (Jaspers), lo no dicho e imposible de decir (Wittgenstein), el obligado camino entre el exterior y el interior (Heidegger), el modo de cubrir la distancia infinita (Weil).

"Exterioridad e interioridad son dos dimensiones de la condición humana, lo que significa que el ser humano es capaz de un doble movimiento: un movimiento hacia fuera, hacia el exterior, hacia el mundo y las cosas que hay en él y un movimiento hacia dentro, hacia el interior, hacia el fondo de la persona.
La interioridad nos permite valorar y practicar la introspección así como a discernir cuando manifestar nuestro mundo interior (exterioridad, extraversión), o cuando guardarlo para sí (interioridad, introversión). La interioridad nos ayuda a descubrir, amar y practicar el silencio.
Practicar la introspección implica contemplar en silencio lo que ocurre dentro de sí mismo, es decir, la observación, sin emitir juicios, de la propia conciencia o de los propios pensamientos. Esto permite tomar conciencia de que uno es "uno mismo" frente al mundo, frente a los otros y frente a la Divinidad, y cultivar con provecho un rico mundo interior. Así, entendemos por interioridad la capacidad de reflexionar y guardar en el corazón lo que vamos viviendo y experimentando y de ponerla de manifiesto en una forma de ser y estar que nos hace sensibles y receptivos a los valores de la vida. Gracias a ella los hechos y acontecimientos no sólo pasan (exterioridad) sino que nos pasan, nos afectan y nos traspasan, dejando huella e impidiendo que pasemos por la vida sin vivirla.

Cuando encontramos a Porfirio argumentando que "el hombre sensato incluso honra a la divinidad con su silencio", podemos entender con los antiguos que lo que está callado opera como una emanación del espíritu, y que en su pasar no persigue atribuir ningún nombre a nada, ningún significado; va desliéndose, no hay pregunta ni tentación por el lenguaje. Las palabras de este ilustre neoplatónico tienen una antigua resonancia pitagórica, una raíz entre aquellos que consideraron que vivir calladamente depura.

Vivir de esta manera implica vivir en una unidad constante con todo, porque todo es expresión en el instante de la misma fuerza que nos está animando a nosotros mismos. Lo que nosotros vivimos como "yo" y lo que vivimos como mundo son dos aspectos de la consciencia total. En lo sucesivo, cuando miramos, por ejemplo, a la naturaleza, no necesitamos catalogarla, ponerle nombres, diferenciarla o compararla, ni con otra naturaleza ni con nosotros mismos. La percepción, el sujeto y la cosa percibida forman una sola unidad, un campo único. Deja, pues, de existir esta distinción de sujeto-objeto presente en el mundo ordinario y todo se convierte en un inmenso campo de consciencia expresión constante de esta Realidad eterna.

Fuentes:




martes, 7 de diciembre de 2010

El poder de la palabra

Las palabras son las herramientas que construyen nuestra vida. Está en nuestras manos hablar palabras positivas que nos edifiquen a nosotros mismos o que intencionalmente nos destruyan. Las palabras de ánimo que nos digamos son las que nos ayudan a crecer y a madurar emocionalmente.

Lo innombrado es lo ignorado. La palabra es punto de partida de todo lo que es humano. La correspondencia entre los seres humanos y el mundo pasa siempre por la mediación de la palabra. Ella es voz que nombra la realidad, es referencia y signo que determina todas las representaciones. Las edades de la humanidad suelen dibujarse sobre algunas particulares palabras: Dios, eternidad, cielo, infierno, progreso, civilización...

"El mal es lo que sale de la boca del hombre: es una clara advertencia sobre el cuidado con el que hemos de usar las palabras, no por una cuestión de formalidad o educación, sino como una finalidad terapéutica. Las palabras insultantes o despectivas nunca han creado un futuro mejor. El uso de expresiones agresivas, al igual que los malos pensamientos es sumamente peligroso y arriesgado, anula nuestra vida encerrándonos en un círculo de fracaso y frustración.
Más allá del significado de las palabras encontramos otro nivel mucho más abstracto, pero no por ello menos poderoso. Las palabras son el medio de manifestación de nuestro espíritu. Cada palabra es una oportunidad de expresión de nuestro espíritu y por ello tenemos que  ser capaces de transmitir en nuestro lenguaje la fuerza de nuestro espíritu. Cuando hablamos demasiado, o cuando exageramos o falseamos los hechos, nuestras palabras se vuelven inefectivas. Nuestras palabras precisan expresar no solamente la verdad, sino también la propia comprensión y realización.
Las palabras son la manifestación de nuestro mundo interior, al cuidad de nuestro lenguaje purificamos nuestro mundo interior. Al cultivar el hábito de la verdad construimos una plataforma de determinación, seguridad y confianza que nos abre las puertas del bienestar y la consecución de nuestros objetivos. Recuerda que la vida siempre ayuda a quienes se ayudan a sí mismos. Crea un poderoso mundo interior, permite que tus palabras sean su vehículo y transformaras tu vida."

Heráclito definía el logos como el principio rector del cosmos, origen del orden, del conocimiento, de la norma y de todas las medidas. Desde el comienzo de los tiempos se ha repetido entre los humanos la mitología de un caos primigenio análogo a la ausencia de las palabras. El Enuma elish de los acadios habla de un caos acuático anterior al orden cósmico permitido por la presencia de los nombres:
"Cuando al cielo arriba no se le había puesto nombre, ni el nombre de la tierra firme abajo se había pensado... cuando ningún dios había aparecido ni nada había sido nombrado con nombre". Para los griegos, onoma (nombre, palabra) se relacionaba con nomos que significaba organización, verdad, principio, fundamento, disposición. Todas las cosas y todas las acciones en el universo obedecían a una lógica propia de la naturaleza, esto es, a un nomos.

"Es increíble el efecto que producen las cosas que decimos. La mayoría de las veces no nos damos cuenta de lo que decimos y mucho menos de las consecuencias. Las palabras son un reflejo de nuestros pensamientos y sentimientos. Lo primero que nos ocurre es tener un pensamiento que puede ser bueno o malo, luego, si no cortamos ese pensamiento, se puede transformar en palabras y posteriormente en acciones. Por eso es importante inclusive revisar nuestros pensamientos porque allí comienza todo.
Muchas veces lastimamos, ofendemos ó enredamos las cosas sólo con lo que decimos o dejamos de decir, por eso tenemos que pensar antes de hablar."

"El mundo del hombre es la vida de cada quien", decía Wittgenstein. Mundo y vida son una sola y misma cosa: ambos se encuentran en cada conciencia humana, en cada palabra individual. De lo convencional colectivo a lo subjetivo individual, de la historia de los pueblos a la existencia de cada uno de los seres humanos: las palabras comunican a las conciencias. Las palabras son trascendencia: de nuestro cuerpo, de nuestro espacio. Según el imaginario griego, la palabra era vida imperecedera que se alejaba del cuerpo perecedero, sobreviviéndolo. Frente al cuerpo, las palabras representaban la libertad, la fuerza etérea del pensamiento y las ideas.

"La palabra, junto con el poder de la vibración es capaz de crear, sanar y también destruir. La teoría indica que cuando focalizamos nuestra mente en algo, y a esto le sumamos el sentimiento y la emoción para finalmente expresarlo, estamos exteriorizando y materializando un poder que estará afectando los reinados de la materia. Si cada uno de nosotros estuviésemos conscientes de que la energía liberada en cada palabra afecta no sólo a quien se la dirigimos sino también a nosotros mismos y al mundo que nos rodea, comenzaríamos a cuidar más lo que decimos.
Los antiguos esenios sabían de la existencia de un enorme poder contenido en la oración, el verbo y la palabra. Los antiguos alfabetos, como el sánscrito, el arameo y el lenguaje hebreo son fuentes de poder en sí mismos. Los esenios utilizaron la energía que canaliza el lenguaje - la cual era la manifestación final del pensamiento, la emoción y el sentimiento - para manifestar en la realidad la calidad de vida que deseaban experimentar en este mundo. En las culturas del antiguo Oriente eran utilizados los mantras, los rezos, los cánticos y las plegarias con una intención predeterminada como técnicas para materializar estados internos y programar, de una forma ignorada por nosotros en la actualidad, realidades pensadas, deseadas y afirmadas previamente.
Los estudios realizados por físicos cuánticos comienzan a redescubrir y validar el enorme conocimiento olvidado de antiguas culturas ancestrales. Un conocimiento que se encuentra aún escondido y olvidado y que nos aportaría el poder de cambiar nuestro mundo."
Palabra y forma del mundo; palabra y dibujo de la realidad; palabras constructoras o definidoras, palabras hacedoras: mundo como palabra. En su trabajo "Ideologías de la relatividad lingüística", Ferruccio Rossi-Landi señala la existencia de muy hondos particularismos identificados con cada lenguaje. "Toda lengua, dice Benjamin Whorf, es un vasto sistema de modelos, en el cual se hallan ordenados culturalmente las formas y las categorías con las que toda persona no sólo comunica, sino también analiza la naturaleza, acepta o descuida determinados tipos de relaciones y de fenómenos, encamina su razonar y, en suma, construye la morada de su propia conciencia". Más poéticamente, Briceño Guerrero, ilustra estas ideas con sus propios ejemplos: "Un idioma tiene ochenta palabras para designar diversos tipos de arena y ninguna para designar la arena en general. Si ésa hubiera sido mi lengua materna, el amor mío por las playas habría tenido dedos más numerosos y sutiles para acariciarlas minuciosamente desde ojos expertísimos”.
¿Hay lenguas superiores o inferiores a otras? ¿Existen idiomas más ricos o más complejos que otros? La respuesta es tan irrelevante como la pregunta misma. Lo realmente significativo es asumir que cada idioma prioriza una peculiaridad determinada en la correspondencia ser humano-mundo. Todos son traducciones del universo, fascinantes reflejos de las perspectivas que los seres humanos poseen de él.

"El nacimiento del lenguaje fue al mismo tiempo el nacimiento de la humanidad. Cada palabra era el equivalente fonético de una experiencia, de un acontecimiento, de un estímulo interior o exterior. Cada palabra en su origen era un núcleo de energías (¿Arquetipo?) en las que se originaba la transmutación de la realidad en modulaciones de la voz humana, expresión viva del alma. Por medio de la creación verbal, el ser humano tomó posesión del universo. Más aún, descubrió una nueva dimensión, todo un mundo que estaba en el interior de sí mismo y a través del cual se le abría la perspectiva de una forma más elevada de vivir, sobrepasando el estado actual de la consciencia del mismo modo que la consciencia del ser humano supera a la de su hermano animal."

Nadie puede sustraerse a la sospecha de un mágico poder surgiendo de las palabras; intuir que existan secretas y hondas afinidades entre las cosas y los nombres de las cosas. Para los griegos, las palabras eran representaciones. Pronunciarlas equivalía a evocar lo nombrado con todas sus cualidades esenciales. Los nombres cobraban, así, el mismo valor de las cosas.

"Nuestro lenguaje forma nuestras vidas y hechiza nuestro pensamiento"
Albert Einstein

"-¿Qué poder tienen para nosotros los nombres?", se pregunta Platón en su diálogo "Cratilo". La respuesta que él mismo se da es clara y contundente: "-Quien sabe los nombres sabe las cosas". Esa concepción cedería paso a otra que concebía las palabras como signos convencionales sin relación alguna con la cosa nombrada. Ambas tesis aparecen, de hecho, confrontadas en el propio "Cratilo". La mirada de Platón -a través de la voz de Sócrates- luce más próxima de la visión mágica de la palabra. Sin embargo, en su conclusión, el "Cratilo" apunta hacia la sospecha de que los nombres puedan ser ineptos para identificar el conocimiento auténtico de las cosas.
Los poetas, por su parte, tratan de dar con la palabra que describa las imágenes de todos los sentimientos, todas las emociones; la palabra que, indudablemente, alcance a nombrar esencias, verdades y destinos.
Por la poesía los seres humanos nos acercamos a la verdad poética: sabiduría a partir de la expresividad posible de casi cualquier cosa: paisajes, rostros, comportamientos, actitudes, gestos, recuerdos... La
pregunta por la verdad poética postula una de las más auténticas y definitivas formas de conocimiento: el que nace de los sentimientos, la imaginación y la sensibilidad; el que existe en la necesaria comunicación entre los humanos; el que intuye todas las verdades contenidas en cualquier afirmación; el que nos permite reencontrar el universo dentro de nosotros mismos: trasladando lo cósmico a nuestra experiencia y acercando lo ignoto a lo que hemos experimentado y hemos vivido. La palabra de los poetas, ambigua como la vida, indescifrable a veces, también como la vida, es hija de las circunstancias de los seres humanos. La palabra poética es voz que termina con el silencio, es símbolo que dibuja experiencias, es grito y testimonio de recuerdos e ilusiones, es trazo oscuro de vicisitudes escritas sobre las páginas de las edades.

"Dios nos dio dos oídos y una sola boca, usémosla en esa misma proporción."

A comienzos del siglo XX, Walter Benjamín imaginó otra forma de sabiduría necesaria para la humanidad del tiempo por venir. Una sabiduría destinada a un ser humano necesariamente más espiritual, individualizado y libre: ser independiente, contradictorio y siempre comunicativo. Una sabiduría que debía comenzar por asignar una importancia fundamental al lenguaje, el más representativo de los signos de la espiritualidad humana. En su "Programa sobre una filosofía futura", dice Walter Benjamín:

Así como la doctrina kantiana, para poder alcanzar sus principios, tuvo que verse en relación con una ciencia en cuyo respecto pudiera definirse, análogamente sucederá con la filosofía moderna. El gran cambio y corrección que ha de introducirse en un concepto de conocimiento unilateralmente orientado hacia lo matemático-mecánico, sólo podrá lograrse mediante la relación entre el conocimiento y el lenguaje... Kant no advirtió en modo alguno el hecho de que todo conocimiento filosófico tiene su única expresión en el lenguaje, y no en fórmulas y números.

Todo en el universo, concluye Benjamin, es diálogo. Todo en él termina convirtiéndose en traducción. Constantemente los humanos tratan de traducir en sus propios términos, los infinitos lenguajes del cosmos. Al interpretar la lengua muda de las cosas, el ser humano cumple una función divina, prolonga el acto creador de Dios y, solitario, se coloca frente al universo, esforzándose en nombrar la alucinante vastedad de lo inabarcable.
Wittgenstein, en su "Traciatus lógico filosófico", sostiene que la única tarea posible para la filosofía contemporánea debería ser la del estudio de las palabras. Mucho más que una filosofía del lenguaje, el "Tractatus" es un tratado de cosmología. Existe, dice Wittgenstein, una lógica del mundo en la medida en que nada en el mundo podría atentar contra la lógica. La lógica del universo se refleja en la lógica de los lenguajes humanos.
Desde perspectivas opuestas, las miradas de Benjamin y Wittgenstein coinciden. La de Benjamin es una mirada totalizadora para la cual todas las cosas en el universo se expresan en alguna forma de lenguaje. La de Wittgenstein es la mirada a partir del lenguaje: descubrimiento del mundo desde las palabras que lo dibujan; reducción del universo al tamaño de los seres humanos que lo nombran.

"Descubrir el significado de las imágenes arquetipales en las manifestaciones personales y culturales no es una labor sencilla, debido a que no se trata de una exposición de tipo racional como las tradicionales en el quehacer académico. La teoría junguiana parte de considerar que al comienzo de la humanidad, la psique estaba dominada por el inconsciente colectivo y que muy paulatinamente fue surgiendo el inconsciente personal y finalmente apareció la conciencia. Presupone igualmente que de la misma forma que el inconsciente fue primero que la conciencia, también el lenguaje simbólico del inconsciente fue anterior al lenguaje racional de la conciencia. Por ello, todas las elaboraciones inconscientes que aparecen en sueños, visiones, fantasías, ritos, mitos y cuentos populares, aparecen como imágenes simbólicas. La labor de interpretación de esos contenidos consiste en traducir el lenguaje simbólico en lenguaje racional."

El ser humano es un ser ceremonial que, constantemente, necesita revestir sus actos de un sinnúmero de ritualizaciones con las que recubre de sentido todas sus intenciones y comportamientos. Ritualista por esencia, el ser humano cubre de símbolos el universo. El lenguaje ha sido y es el mayor ejemplo de esa voluntad ritualizadora. El lenguaje es suplantación del universo, sustitución de todas las cosas por medio de palabras. Más que nunca antes, el lenguaje reaparece hoy ante los ojos de nosotros, seres
habitantes de un mundo que inicia a un nuevo milenio, como la primera y esencial expresión del espíritu humano. Regresar a la sabiduría del lenguaje sería una forma de regresar a nuestra propia humanidad.
Quizá una de las maneras de entender nuestro presente sea familiarizándonos con las implicaciones de las palabras que él pronuncia, palabras relacionadas con cierta convicción de precariedad, de riesgo. El
signo azarozo de nuestro tiempo se distingue en numerosos imaginarios descritos por palabras que nombran la fragilidad, la desarmonía, el absurdo; pero, también, la solidaridad, la comunicación, la imaginación, la ilusión... En suma, recién estrenado nuestro incierto y ya terrible siglo XXI, sería posible afirmar, parafraseando a Nietzsche, que la creencia final de la humanidad continúa siendo una metáfora de sus sueños, una forma de ficción.

Fuentes:

El poder del nombre

"El nombre es el espíritu y se funde con la sombra. Todos ellos son seres vivos y, como las personas a los que se dan, tienen identidades personales separadas."

Dar nombre a una fuerza, una criatura, una persona o una cosa tiene varias connotaciones. En las culturas en las que los nombres se eligen cuidadosamente por sus significados mágicos o propicios, conocer el verdadero nombre de una persona significa conocer el camino vital y las cualidades espirituales de dicha persona. Y la razón de que el verdadero nombre se mantenga a menudo en secreto es la necesidad de proteger a su propietario para que pueda adquirir poder sobre dicho nombre y nadie lo pueda vilipendiar o pueda apartar la atención de él y para que su poder espiritual pueda desarrollarse en toda su plenitud.

El poder secreto del nombre

"Saber el nombre de una persona sirve para algo más que llamarla. Además confiere un cierto poder sobre ella. Bajo esta premisa, algunas culturas han tenido especial cuidado de no revelar el verdadero nombre a extraños pues, de lo contrario, podrían estar a merced de aquél que lo poseyera. Saber el nombre verdadero de alguien, sea animal, cosa, persona o dios, otorga poderes mágicos sobre el alma y, en algunos casos, casi se considera como sinónimo del alma o espíritu. En las culturas de tradición, sus miembros tenían un nombre público, conocido por todos, y también otro oculto, íntimo, esotérico, el que revelaba su auténtica personalidad. Creían que ese nombre representaba alguna peculiaridad espiritual.

Dentro de las creencias mágicas sobre el nombre, pensaban los egipcios que éste venía a individualizar a cada persona de una manera plenamente determinante. El destino de cada persona estaba unido entrañablemente a su nombre; ese es el motivo de que en los ritos funerarios el nombre estuviera considerado como un elemento especialmente valioso de la personalidad, al que se le debía tanto respeto como a la propia momia o al alma del difunto. El nombre era único para cada persona y permitía que ésta perdurara; se creía que el difunto no moría del todo mientras su nombre fuese pronunciado, es decir no fuera olvidado por completo. Por esta razón, también en otras civilizaciones antiguas, como la romana, los gobernantes y otros personajes influyentes hacían enormes esfuerzos en preservar su nombre, inscribiéndolo una y otra vez en los monumentos que construían, en tumbas, en documentos, etc., y explica por qué la damnatio memoriae era un castigo tan severo para ellos.
En Babilonia y en otras civilizaciones, lo que no tenía nombre no existía. En la antigua Roma, no se le daba a un muchacho el nombre individual hasta la iniciación, o a una muchacha hasta que se casaba. La persona no tenía entidad hasta que recibía un nombre. Entre los aborígenes australianos, el padre dice al muchacho el nombre totémico en la iniciación. En todas las edades y en todos los tipos de cultura se da al individuo un nombre nuevo cuando tiene lugar la iniciación.
La importancia atribuida al nombre se comprueba a lo largo del tiempo en la perpetuación de un apellido, que no debe dejarse desaparecer y que ha llevado a muchos hombres a casarse por esa única razón. Del mismo modo, se pone a los niños el nombre de algún antepasado, para perpetuar el nombre; estos niños se consideran, a menudo y en algunos países, como la reencarnación de sus antepasados. Normalmente, los niños vikingos recibían el nombre de un familiar fallecido recientemente porque así recibiría algunas de las características suyas. Y en los sellamientos o casamientos de los mormones, se le otorga un nombre tanto a la mujer como al marido que resultan secretos y que sólo ellos conocen. La misma creencia en el poder del nombre ha hecho que en las supersticiones de raíz cristiana fuera costumbre, hasta hace poco, no revelar el nombre de un niño antes de que fuera bautizado, pues en ese lapso de tiempo está desprotegido contra las asechanzas de los malos espíritus. Edward Clodd sostiene que “esto, en pocas palabras, es la noción de que el nombre de cualquier ser, ya sea humano o sobrehumano, es una parte integrante de sí mismo y saberlo pone a su dueño, sea éste deidad, fantasma u hombre, en poder de otro, implicando esto, a menudo, la destrucción del nombrado”.
También es significativo que se considere mala suerte cambiar el nombre de un barco o de una casa.

El poder del nombre está relacionado con la fuerza creativa del sonido.

"En un principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y Dios era el Verbo".

Los sonidos no son los que constituyen una conversación, son Mantra, fuerzan a la creación de una imagen mental, y la fuerzan ejerciendo su acción sobre lo que es, precisamente para que surja tal como es relmente en su Ser esencial. ...Aquel que consigue utilizar las palabras-mantra poseerá la fuerza del conjuro, el medio mágico de actuar sobre la realidad inmediata, que es revelación divina y juego sempiterno de las fuerzas del universo.
En la palabra mantra se encuentra la raíz Man (pensar), unida a la partícula Tra, que forma parte de las palabras que designan los útiles. Así sucede con mantra, es un útil para pensar, una herramienta que permite aprehender una imagen mental. Por su resonancia, llama a la inmediata realización de su contenido. Lo que designa el mantra es así, está aquí, se realiza. La magia de la palabra y de la voz ha sido auténticamente vivida en las antiguas civilizaciones, las cuales asumían una actitud tremendamente respetuosa ante la palabra portadora de la tradición sagrada y encarnación del espíritu. En el Tíbet, donde se conservan vivas las tradiciones mántricas, la palabra únicamente no es un signo sagrado, sino que lo es cada letra del alfabeto, cada sonido.
Aquello que se invoca en voz alta, utilizando las palabras y los vocablos correctos, acaba por materializarse y cumplirse. Es la base de los grimorios y de los libros de encantamientos, de magia y maldiciones. Las palabras de poder pueden ser útiles para invocar a las fuerzas de la naturaleza y a los seres elementales. Esto mismo lo manifiesta Kirk de Aberfoyle en su obra "La Comunidad Secreta" cuando escribe que los subterráneos desaparecen apenas han oído el nombre sagrado que invoca a la Divinidad.
En muchas religiones, Dios tiene un nombre que no se debe pronunciar. Una leyenda hebrea cuenta que la tierra y los cielos temblaron cuando Salomón empezó a pronunciar el nombre sagrado. En los tiempos romanos, el nombre de la deidad tutelar de una ciudad se mantenía en secreto. Los judíos tenían la misma prohibición, con el fin de mantener a la deidad en exclusiva para su propia gente. En los misterios griegos, sólo los iniciados podían apelar o rezar a las deidades cuyos nombres se les había dado. El no conocer el nombre excluía a los no iniciados de obtener favores de las divinidades. El conocimiento del nombre obligaba a la deidad a responder favorablemente a las plegarias del que les rezaba. Se adoptaba un tono más respetuoso para dirigirse a una gran diosa lunar, tal como Artemisa, Tanit o Hécate. Los griegos también usaban el nombre como un medio para hacer magia y hacían tablillas de plomo. Después, se usaron mucho estas tablillas para todo tipo de magia y se inscribían en ellas símbolos mágicos, números o maldiciones, junto con los nombres de los espíritus invocados.
En un grado superior, saber el verdadero nombre de Dios es conocer la totalidad de su Creación y eso es algo que otorga fuerza para modificar la naturaleza. Ni más ni menos. Los cabalistas creen que Dios posee 72 nombres que son las 72 combinaciones de las letras hebreas. Y todo ello se puede resumir en una palabra: el Shem Shemaforash, el Nombre Secreto e impronunciable.
El rey Salomón era uno de los depositarios del mismo y para evitar que algún día pudiera perderse, creó un criptograma geométrico a partir del cual puede deducirse el Nombre Secreto. Salomón lo hizo inscribir en una plancha metálica, una especie de talismán de oro engastado con piedras preciosas que los autores latinos denominan la "Mesa de Salomón" y los autores árabes el "Espejo de Suliman".
En el Islam hablan de los 99 nombres de Alá, que son las formas de referirse al Creador. Algunos piensan que el número 100 sería su auténtico e impronunciable nombre, ya que todos los demás son adjetivos que lo describen. Los seguidores de la Fe Baha’i, piensan que el centésimo nombre sería Bahá, una palabra que significa "esplendor".

La creencia en el poder del nombre se ha mantenido en la religión, el mito, la saga, el ritual y la leyenda, y hasta en el cuendo de hadas, donde aparece con frecuencia y juega un papel importante. Los nombres tabú y los nombres secretos son la base de muchos de los relatos que proliferan por todo el mundo. Los protagonistas suelen ser diablos o duendes, celosos de su nombre que retan a que sea adivinado y que al final es desvelado. ¿Qué nombres secretos son esos? En Inglaterra el nombre oculto del duende es "Tom Tit Tot" y en Cornualles el nombre del diablo, con quien la niña hace el pacto, es "Terry-Top".
En la versión escocesa es "Whuppity Stoorie". En Suecia se llama "Tiheliture". En un cuento húngaro es un enano cuyo nombre revelado es "Winterkoble". En Austria se llama "Kruzimugeli", en Islandia "Gilitruh" y en Alemania está el que posiblemente sea el más famoso de todos los nombres ocultos, y lo sabemos gracias a los Hermanos Grimm, cual es el del enano "Rumplestilskin". En España también tenemos nuestra variante de este tabú que es el de María Quiriquitón.
El poder de la palabra también se utiliza para abrir puertas de entrada y salida a mundos dimensionales. Invocando la frase certera, una puerta se abre, es el caso del "Ábrete Sésamo" de Alibabá, o se desencanta a un hada o a un tesoro. "Hocus Pocus", “Abracadabra” y "Sim sala bim" son algunos conjuros antiguos que fueron considerados mágicos. Los ensalmadores utilizaban este poder para curar a las personas a través de sus ensalmos, igual que ocurría en Galicia con los pastiqueiros.

Es increíble el efecto que producen las cosas que nombramos. La mayoría de las veces no somos conscientes de sus consecuencias. Las palabras son un reflejo de nuestros pensamientos y sentimientos porque la palabra es sonido. El sonido es vibración y la vibración es energía. Por eso, en cada palabra y en cada nombre reside un poder implícito y un sonido energético que puede crear, puede curar o incluso puede matar. Algunas palabras solo deberían usarse una vez en la vida y otras no habría que cansarse de repetirlas. Una de ellas es "amor", término elegido como el vocablo más bello de la lengua castellana.

En los cuentos de hadas y las narraciones populares el nombre tiene varios aspectos adicionales, lo cual queda claramente de manifiesto en el cuento de Manawee. Aunque en algunos cuentos el protagonista busca el nombre de una fuerza perversa para poder dominarla, por regla general la búsqueda del nombre obedece al deseo de evocar esta fuerza o a esta persona, a la necesidad de estar cerca de esta persona y establecer una relación con ella.
Es lo que ocurre en el cuento de Manawee. Éste va y viene una y otra vez en un sincero intento de acercarse al poder de "las Dos". Le interesa nombrarlas no para adueñarse de su poder sino para adquirir un poder propio igual al suyo. Conocer los nombres equivale a adquirir y conservar la conciencia de la doble naturaleza. Por mucho que uno lo desee e incluso recurriendo al uso del propio poder, no se puede establecer una relación profunda sin conocer los nombres.
La adivinación de los nombres de la doble naturaleza, es decir, de las dos hermanas, es inicialmente una tarea tan difícil para las mujeres como para los hombres. Pero no tenemos que preocuparnos demasiado. El solo hecho de que nos interese descubrir los nombres significa que ya vamos por buen camino.
¿Y cuáles son exactamente los nombres de estas dos hermanas simbólicas de la psique femenina? Como es natural, los nombres de las dualidades varían según las personas, pero tienden a ser en cierto modo contrarios. Tal como ocurre con buena parte del mundo natural, es posible que al principio los nombres nos parezcan inmensos y pensemos que carecen de una pauta o repetición determinada. Pero un minucioso examen de la doble naturaleza, haciendo preguntas y prestando atención a las respuestas, no tardará en revelarnos una pauta que efectivamente es muy amplia, pero que posee una estabilidad semejante al flujo y reflujo de las mareas; la pleamar y la bajamar son predecibles y pueden trazarse mapas de sus corrientes profundas.
En la cuestión de la adivinación de los nombres, pronunciar el nombre de una persona es formular un deseo o una bendición acerca de él cada vez que se pronuncia. Nombramos estos dos temperamentos que llevamos dentro para casar el ego con el espíritu. Esta pronunciación del nombre y este casamiento se llaman, con palabras humanas, amor propio. Cuando se produce entre dos personas individuales se llama amor recíproco.
Manawee trata una y otra vez de adivinar los nombres, pero sólo con su naturaleza exterior no consigue adivinar los nombres de las gemelas. El perro, como representante de la intuición, actúa al servicio de Manawee. Las mujeres ansían a menudo encontrar a un compañero que tenga esta clase de paciencia y el ingenio necesario para seguir intentando comprender su naturaleza profunda. Cuando encuentra a un compañero de este tipo, lo hace objeto de su lealtad y amor durante toda su vida.
En el cuento, el padre de las gemelas actúa de guardián de la pareja mística. Es el símbolo de un rasgo intrapsíquico real que protege la integridad de unas cosas que tienen que "permanecer unidas" y no separadas. Él es quien somete a prueba el valor, la "idoneidad" del pretendiente. Es bueno que las mujeres tengan este vigilante.
En este sentido se podría decir que una psique sana somete a prueba todos los nuevos elementos que piden permiso para incorporarse a ella; que la psique posee una integridad cuya protección exige un proceso de selección. Una psique sana poseedora de un paternal vigilante no acepta sin más cualquier viejo pensamiento o cualquier actitud o persona, sólo acepta los que poseen capacidad de percepción consciente o se esfuerzan por alcanzarla.
El padre de las dos hermanas dice: "Espera. Hasta que no me convenzas de que te interesa realmente conocer la verdadera esencia -los verdaderos nombres-, no podrás tener a mis hijas." El padre quiere decir: "No podrás comprender los misterios de las mujeres con sólo pedirlo. Primero tienes que esforzarte. Tienes que estar dispuesto a entregarte por entero. Tienes que imaginarte cada vez más cerca de la auténtica verdad de este rompecabezas espiritual femenino, de este esfuerzo que es no sólo un descenso sino también un enigma."

Fuentes:

Clarissa Pinkola Estés
"Mujeres que Corren con los Lobos"


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