jueves, 13 de enero de 2011

La Gorgona y su triple poder mágico - IV

"Cuando hayas atravesado la corriente, frontera de los dos continentes, sigue adelante hacia los encendidos levantes pisados por el sol, cruzando el rugiente mar, hasta que alcances la llanura gorgónea de Cístenes; allí se hallan tres hermanas aladas con cabellera de serpientes, las Gorgonas, aborrecidas de los hombres, a las que ningún mortal puede ver sin expirar. Tal es la advertencia que te hago..."
"Prometeo Encadenado", Esquilo




3. La serpiente protectora

Un rasgo adicional asemejaba a Gorgona con los guerreros que combatían, poseídos por la furia de la carnicería, es menós: la cabellera. El salvajismo del macho guerrero se expresaba en su cabellera, larga y agitada, semejante a la crin de un caballo. En la cabellera de Gorgona, el salvajismo se hace más acusado, ya que no se trata de cabellos normales, sino de serpientes, castigo de Atenea por su sacrilegio indirecto. Habitante del país de los muertos, cuya entrada cierra a los vivos, el papel de Gorgona era, según Hesíodo, simétrico al de Cerbero, que impide a los muertos volver a la vida. Aristófanes, al igual que Homero, sitúa en el Hades, junto a Cerbero, Estigia y Equidna, a las Gorgonas. También Apolodoro narra que cuando Heracles descendió al Hades todos huyeron de él, menos Meleagro y Medusa. Es, pues, natural, que un ser infernal estuviese acompañado por la serpiente, típico animal funerario, expresión de las fuerzas ctónicas y compañera habitual de las divinidades infernales como Perséfone o Proserpina o de los numerosos demonios del infierno etrusco. Pero, al igual que otros animales como el cocodrilo o el escorpión, como ya dijimos, la serpiente es representada a menudo como fuerza protectora, benéfica, porque con su figura se expresa la fuerza de los reyes y los héroes. Y también la fuerza destructora de los enemigos, lo que la convierte en un animal apotropaico por excelencia. Esta práctica o al menos la utilización de la serpiente como apotropaica está también atestiguada en Egipto, donde conocemos amuletos en forma de serpiente que a veces junta su magia con la del falo.

A veces, aun en nuestros días, para buscar la protección de la misma serpiente, la persona que la teme, incluso a su nombre, al oír que otro la nombra hace el gesto de los cuernos con la mano y tocando madera dice rápidamente "lagarto, lagarto, lagarto", tal vez porque este animal es el más parecido a la serpiente y se busca con él su protección, sin osar nombrarla, multiplicando por «tres» el efecto de su nombre, convirtiéndola así en protectora. En tiempos de Ezequías los israelitas daban culto a una "serpiente de bronce" llamada "Nehustan" (de nahash, serpiente y nejoset, bronce). La destruyó Ezequías. Y creían que era la utilizada por Moisés para curar a los israelitas. Esta palabra "nahash" es la más usada corrientemente en los textos bíblicos para "serpiente" y se deriva de la raíz nhs, "adivinar, pronosticar". En algunos dialectos bereberes, el término utilizado para "serpiente" deriva del verbo que significa "adivinar" o "tener un saber mágico". Esta afirmación tiene una justificación en el ambiente cultural y mítico mediterráneo, en el que la serpiente aparece en diversas tradiciones como depositarla y transmisora de poderes mágicos y sobrenaturales.
Así pues, la serpiente estuvo reputada desde la Antigüedad como un animal mágico y protector. Y ésta era una de sus características, entre otras que no ha perdido en la actualidad. Por eso se la utilizaba en la Antigüedad en la figura de Gorgona, añadiendo a su figura no sólo un aspecto más terrorífico, sino también la fuerza y protección de su magia.

4. Los nudos mágicos

Los nudos, que también vemos a menudo en las figuras de Gorgona, tienen una significación muy fácil de comprender. Su valor simbólico es comparable al de las operaciones mágicas imitativas que el mago llevaba a cabo para romper los encantamientos, comparando la mala suerte a los nudos que hay que deshacer para que la suerte vuelva o, al contrario, anudar hilos de lana para encadenar a los malos espíritus por medio del conjuro, como la lana ha sido anudada.
Cuando el profeta Mahoma fue encantado por las hijas del judío Lobeid Ben El Aram, que soplaron sobre unos nudos, el ángel Gabriel le reveló al Profeta la penúltima sura del Corán:
"Di: yo me refugio cerca del Señor del alba... contra la malignidad de las que soplan sobre los nudos".
Gabriel le indicó entonces que los nudos eran 10 y que habían sido arrojados a un pozo. Mahoma envió allí a Alí a buscarlos y recitó aquella sura, así como la siguiente, que le fue revelada al mismo tiempo. A cada versículo, un nudo se deshacía.
Existe cierta analogía entre estos ritos de magia en los que intervienen los nudos y el que se practica en los países árabes para conservar la virginidad: Se presentaba la muchacha a una mujer que fabricase tapices y que tuviese que acabar lo que estaba haciendo. Ésta cogía a la muchacha de la mano y la hacía pasar siete veces por debajo del telar, dándole en cada ocasión un escobazo en las posaderas. Al séptimo golpe decía la maestra: "Te he anudado con el telar y sólo serás desanudada por el telar" y, lógicamente, habrá que invertir el rito cuando la muchacha se casaba y debía romperse el encantamiento.
Al lado de los múltiples amuletos que protegen a las personas, hay otros que tienen por motivo principal el defender las casas y las propiedades. Un ejemplo sería el de los llamados "conos de fundación" mesopotámicos, en cobre, bronce o simplemente en tierra cocida, a menudo con cabeza plana, lo que hace de ellos una especie de "clavo", que enterraban antes de construir un edificio. A veces están acompañados de una tablilla con una inscripción, o a veces se grababa esta inscripción, muy corta, en los mismos conos. Otras veces la cabeza del clavo, al que se le atribuye el poder de cazar a los malos espíritus, se sustituye por figuras de animales o tienen forma de persona.
Esta teoría del valor apotropaíco de las puntas puede ponerse en relación con las puntas de coral que se llevan al cuello y con el valor mágico de los dedos proyectados hacía delante como protección contra el mal de ojo, aunque también los clavos se utilizan en ritos de magia para "fijar" el hechizo o clavando con puntas la figura de la persona a la que se quiere hacer daño o se desea encantar de alguna manera.
También en Egipto los collares y brazaletes actúan como ligaduras y a menudo contienen signos mágicos, como el "ojo". Entre los israelitas la magia de los nudos debió ser una práctica corriente. En el Deuteronomio se menciona a quienes los utilizaban como "magos anudadores de nudos" y se han descubierto en Palestina, 16 estatuillas rudimentarias, hechas de plomo, cuyos cuerpos, brazos, manos y piernas están anudados con "hilos del mismo metal".
Ya en otro ámbito y refiriéndose al dominio mágico del viento, se recoge el hecho de que, ya en época cristiana, durante el reinado de Constantino, un tal Sopater fue condenado a muerte en Constantinopla por el delito de "atar" los vientos con su magia. Aconteció que los vientos que llevaban grano desde Egipto y Siria fueron detenidos lejos de la costa por calmas o vientos contrarios, lo que causó la rabia del pueblo bizantino hambriento. También los hechiceros fineses solían vender vientos a los marineros detenidos en los puertos por la calma. El viento estaba encerrado en "tres nudos"; sí deshacían el primer nudo se levantaba un viento moderado, si deshacían el segundo, un ventarrón y si deshacían el tercer nudo se desataba un huracán.
Entre los tabúes romanos podemos hallar un ejemplo notable en las reglas de vida impuestas al Flamen Dialis, el Alto Sacerdote de Júpiter, al que se tenía como imagen viviente del mismo dios. Entre otras prohibiciones sufría la de llevar brazalete y tener un nudo en alguna parte de sus vestidos. Si metieran en su casa a un hombre maniatado, debían desatarle y tirar las cuerdas por un agujero del techo para que cayeran en la calle. Su mujer, la Flaminica, debía cumplir otra serie de prescripciones, entre las que figuraba la de llevar el cabello sin trenzar. Esto indica el temor a que el poderoso espíritu que se creía vivía en el sacerdote, pudiera ser entorpecido en sus entradas o salidas por los anillos o los nudos. Estas supersticiones aún existen. Asi, por ejemplo, para encontrar objetos extraviados se usa la magia del nudo, hecho en un pañuelo que "ata" el pene o los testículos de un santo. Al no poder orinar, se cree que el santo hará encontrar la cosa perdida tan pronto sienta esta necesidad fisiológica. Se trata, así, de un rito de magia mimética con un contenido fálico.

En los Papiros Mágicos Griegos se llama "Gran Serpiente" a Adonais y a Zeus. Hay divinidades que atan y desatan nudos, cuerdas, lazos, cinturones. Todas estas ataduras son sinónimo de enfermedades, muerte y encantamiento. En el mundo semita y en Mesopotamia en general, "os nudos y lazos" aparecen confundidos con la brujería y la medicina popular. Yahvé, "maestro terrible de los lazos", es descrito en el Antiguo Testamento con nudos en la mano, como arma para castigar a los culpables. En el mundo griego, Hefaisto se ayudaba de estas prácticas para obtener el éxito en aquellas empresas en las que le faltaba la fuerza o el ingenio. Sus lazos, como los que llevaba la trampa que preparó para sorprender la infidelidad de Venus y Marte, eran indisolubles.
Al utilizar el término "serpiente" como "lo que liga" se unen la magia del nudo y la derivada de la figura y de los poderes mágicos de la serpiente, con lo que la magia resultante será más poderosa. La serpiente se convierte así en una "cuerda viviente", un "vínculo viviente".
En la mitología india, los textos védicos presentan a Varuna como dios supremo que reina sobre el mundo, los dioses o devas, y los hombres, por tanto, rey universal y también mago. En su nombre encontramos la raíz indoeuropea uer: ligar. Señor y soberano terrible, verdadero dueño "de las ataduras", tiene el poder mágico de atar a distancia a sus víctimas, pero también el de desligarlas. Se le representa con una cuerda en la mano y en las ceremonias, todo lo que él ata, empezando por los nudos, se llama varúnico.
En relación con los nudos y las serpientes, los vemos también unidos en las imágenes que representan la cabeza de la Gorgona, que suele llevarlo bajo la barbilla o a veces de cinturón, hecho de serpientes enlazadas. Una vez más, vemos este poderoso elemento mágico en la figura de Gorgona. Su triple poder, como dijimos al principio, está demostrado: petrificado por la mirada que fascina, espantado por las serpientes y atado o ligado por los nudos mágicos, un simple mortal no puede desafiarla sin perecer en el intento. Sólo una magia más poderosa que la de Gorgona, la de los dioses que ayudaron a Teseo, pudo vencerla. Triste final el que la Mitología asigna a una persona, marcada por el Hado, por los Fata que clavaron su suerte como Átropos clava el clavo del Destino. Víctima de los dioses, condenada por Atenea debido a la violación por parte de Poseidón, sólo la magia del escudo-espejo de Atenea, de nuevo su enemiga y la de las sandalias de Ares que llevaba Perseo, pudieron vencerla. Pero aun muerta, cuenta la leyenda que no sólo seguía petrificando con su mirada, sino que también un solo rizo suyo servía para poner en fuga a un enemigo (¿una serpiente?) y que Asclepio, en cambio, como terrible paradoja, utilizando la sangre que salía por las venas de su lado derecho, devolvió la vida a los muertos.
Esta curiosa ambivalencia nos recuerda los métodos de la medicina homeopática y la utilización que se hace en medicina de algo tan mortal como el veneno de serpiente, sobre todo para curar eczemas, psoriasis y disminuir el tiempo de coagulación de la sangre o, modernamente, para curar el cáncer.

Fuentes:

martes, 4 de enero de 2011

La Gorgona y su triple poder mágico - III

"Lo importante que debes saber es que si crees en algo ciegamente “lo fortaleces”, de esta forma si crees que alguien te ha “echado mal de ojo”, aun sin ser cierto, asumirás que todo lo malo que te pasa, aunque sean pequeñas cosas, son por ese “supuesto mal de ojo”. En la vida hay épocas donde las cosas nos salen mejor y otras donde se dan sucesos, enfermedades, desgracias, pérdidas de seres queridos. Recuerda es tu creencia en algo lo que le da poder sobre ti. Si tu crees que tienes mala suerte, es lo que fomentarás, te fijarás en las cosas negativas que te ocurren en lugar de en las positivas. Pensar que alguien te “ha echado mal de ojo” te inmoviliza para buscar soluciones al pensar que tú no eres quien forja tu suerte sino que otra tercera persona tiene poder sobre ti. Nunca le des poder a nadie sobre tu vida y tus pensamientos. Nadie puede dañarte a través de sus pensamientos, si tú no se lo permites."

2 - La protección contra el mal de ojo

a). La figura de Gorgona y sus características propias

En el extremo occidental del mundo conocido, cerca del Jardín de las Hespérides, estaba el reino de los muertos y en él el lugar donde vivía Gorgona.
Decapitada por Perseo, se creía que una parte de su sangre, que unas veces producía la muerte, había servido a Asclepio, dios de la medicina, para resucitar a los muertos, hasta que Zeus lo mató. Su figura y, sobre todo, su cabeza era terrorífica: el «Gorgoneion», utilizado como emblema protector. Según Pausanias, la cabeza de Gorgona estaba sepultada bajo el agora de Argos, protegiendo la ciudad.
Su figura extraña y deforme se compara a veces con la de los Curetes, los Dáctilos y los Coribantes, concebidos como metalúrgicos deformes, guardianes potentes y peligrosos, fundadores de cultos en tiempos míticos, descritos al margen de la sociedad y la civilización, tal vez como consecuencia de la repulsa y el temor que los actos mágicos solían provocar en la sociedad. También los dioses egipcios Bes y Ptah-Seker eran representados como figuras deformes.
En la Antigüedad clásica se empleaban contra el mal de ojo representaciones grotescas o ridículas y es frecuente encontrar la máscara de Gorgona con la lengua afuera y los dientes puntiagudos, las cejas fruncidas y los ojos desmesuradamente abiertos, mientras que a este terrible aspecto físico habría que unir una voz estertórea que se escapaba de la horrible boca, grito al que Píndaro llama erikiágtan
góon
: chillido agudo. Y Hesíodo vuelve a retomar este sonido casi onomatopéyico al referirse a las serpientes que atacan los tobillos de Perseo cuando lucha contra Medusa. El conjunto es exagerado y, al mismo tiempo, tiene un aire caricaturesco. El efecto es el mismo que el que se intenta producir con los amuletos fálleos, es decir, ahuyentar el mal mediante la fealdad y la obscenidad. Al trastocar los rasgos que componen el rostro humano se logra un efecto inquietante y monstruoso que oscila entre dos polos: lo aterrador y lo grotesco, en un evidente paralelismo con las figuras de Bes, de los sátiros y Sileno. Las dos categorías de personajes presentan claras afinidades con la representación descarnada y brutal del sexo femenino o masculino, representación que al igual que el rostro monstruoso, del cual en cierto sentido, es el equivalente, puede provocar el espanto de una angustia sagrada o bien el estallido de la carcajada liberadora''.
Para precisar este juego de interferencias entre la cara de Gorgo y la imagen del sexo femenino es por lo que hay que referirse a la extraña figura de Baubo, la "vulva mítica", la extraña mujer que consuela a Deméter de la pérdida de su hija Perséfone, levantando sus faldas y exhibiendo la vulva, hecho considerado como apotropaico no sólo en Grecia. Así, señala Herodoto que los egipcios que peregrinaban a Bubastis acercaban su nave a cada ciudad por la que pasaban y, entre los peregrinos, algunas mujeres remangaban sus ropas mostrando sus partes sexuales. También Diodoro Sículo relata que cuando muere un buey Apis las mujeres van a visitar al nuevo toro y remangan sus ropas ante él mostrándole el sexo.
Según Devereux, en Grecia, pero no en Roma, la vulva era considerada, a pesar del gesto de Baubo-lambe en Eleusis hacia Deméter, de mal augurio. Su exhibición correspondía al acto de sacar la lengua, que se tenía por apotropaico y también, al igual que en nuestros días, como un reto. Quizá este gesto es apotropaico porque la lengua que sale de la boca recuerda al falo, cuya exhibición era una defensa contra el mal de ojo y otros peligros.

b). Los amuletos obscenos

Para obviar los efectos funestos del mal de ojo, la magia interviene con amuletos y talismanes. Unos, tenidos entre los más poderosos porque representan la vida, por antítesis a la influencia maligna del ojo, son los talismanes a los que calificamos de "obscenos", entre los que citaremos, por ejemplo, los amuletos fálleos o la higa, cuyo significado ha variado a través del tiempo.
De esta creencia deriva también el llevar colgados al cuello cuernos de coral y la mano fálica, "figa" o "higa", con el pulgar replegado asomando entre los dedos índice y medio o corazón.
En la antigüedad clásica a veces se une el poder de la máscara horrible de Gorgona con los amuletos obscenos, como talismanes contra la fascinación. Así en un amuleto encontramos la figura de la Gorgona y los falos. Estos amuletos fálleos, de diferentes formas y tamaños, pero a menudo pequeños, con una argolla para llevarlos colgados al cuello, eran en la Antigüedad muy abundantes y podemos ver en la actualidad algunos conservados en numerosos museos arqueológicos.
Como decía Apuleyo, que lo experimentó en carne propia, "nada escapa al ojo nocivo de la envidia". Y así lo pone de manifiesto san Basilio, en una época en la que el mal de ojo gozaba de un vigor sin
parangón. Es frecuente encontrar amuletos fálleos cuya potencia se triplica, canalizando sus poderes de la forma más eficaz, combinando diversos elementos, como el falo y la serpiente, de la misma forma que lo hace, la figura de Gorgona. Un primer elemento sería el falo en sí, fuerza generadora de la naturaleza.
Plutarco nos dice que los egipcios representaban a Osiris con el órgano de la generación en erección, para significar su poder generador y prolífico. En él, en su figura, se concentraban las esencias propiciatorias de la naturaleza más primitiva y conectado con cultos de fertilidad y fortuna, se le hizo pasar a presidir no sólo las viviendas o las dependencias familiares, o guardar los puentes, los acueductos u otros lugares de paso o de entrada, sino también los lugares públicos, como vemos en los conocidos ejemplos de la isla de Délos. Aún hoy se utilizan falos como protectores. Y siguen existiendo cultos de fertilidad o representaciones de dioses con esta forma, como el lingam o miembro viril de Shiva en India y Nepal, o las rocas mágicas en forma de sexo masculino y femenino de la isla de Koh Samui, en Thailandia.
Recordemos, también, los casos que en el siglo pasado Paynes tuvo ocasión de ver en Isernia, antigua ciudad de los Samnitas, al sur de Italia, con ocasión de las fiestas de san Cosme, se venden en el mercado «ex-votos» en cera representando las partes masculinas de la generación, de todos los tamaños. Y se bendicen con el aceite de san Cosme los miembros enfermos, incluidos los representados en los ex-votos.
La misma finalidad que el falo tiene la "higa", con la que se intentaba simbolizar los órganos sexuales femenino y masculino. Estos amuletos, sin embargo, son poco frecuentes, debido tal vez a la dificultad técnica para el artista de representar el sexo femenino, que a veces también se exhibe en figuras apotropoicas. M. Isidoro Levy ha estudiado desde Egipto a Japón estas figuras, siguiendo las leyendas que muestran a una diosa femenina descubriendo su sexo, desplegando con ello toda su fuerza mágica en la que concurren, como en la figura de Gorgona, el movimiento, el ruido, los gestos obscenos y la risa formidable de los dioses, necesaria para hacer salir de su letargo invernal a la naturaleza. En todo caso, el gesto ritual de descubrir los órganos femeninos se considera como generador de energía mágica, a la vez que apotropaico.

c). El nombre de Gorgona

Pero no solamente se utilizaba la figura de Gorgona para proteger. Al tratarse de una figura tan poderosa, se entendía que también su nombre defendía. E incluso vemos utilizar éste de forma mágica en amuletos, destruyéndolo mediante un repetido conjuro que va haciéndolo desaparecer letra a letra. Se entendía así que se hacía desaparecer al enemigo, aunque fuese tan poderoso como la Gorgona a la que se está destruyendo y se hace recaer en ese enemigo el daño que se causa al nombre de Gorgona. Así se podía ver en dos amuletos procedentes de Heracleópolis Magna en los que aparecía una figura formada por diez líneas en las que la palabra Gorgophónas (matadora de la Gorgona) va decreciendo en una letra por línea, en un acto de magia mimética que lleva a su destrucción progresiva.

d). El ojo protector

Uno de los más reputados amuletos es el ojo mismo, que tuvo gran importancia en la magia egipcia. Era el uadjet, que se empleó con mucha frecuencia como signo de ofrenda, en frases como "toma este ojo de Horus...", como dice uno de los Textos de las Pirámides. Este ojo se utilizaba a veces solo, a veces en forma doble, triple o cuádruple y también hay placas de protección de 4 veces 7, es decir, de 28 ojos divinos. Cuando es doble se trata de los ojos del sol y de la luna, los ojos del dios celeste Horus, por magia simpática, sea él sólo, sea atacado por animales que a veces son emblemas de divinidades a las que el hombre invoca para que le proteja de las malas influencias, el ojo ejerce esa protección, en una ambivalencia que encontramos también en muchos otros símbolos mágicos. Entre estos ojos mágicos protectores o apotropaicos destaca una pintura mural de la Sinagoga de Dura Europos, en el Eufrates. Se trata de un fresco de la mitad del siglo III d.C. y representa un ojo pinchado en la parte superior por tres puñales o "clavos", atacado por un gallo, una serpiente, una gallinácea y un escorpión. También lo vemos representado en un mosaico de Sousse (Túnez), en el que un ojo es atacado por un pez y dos serpientes, o los que vemos entre dos serpientes en una crátera etrusca. También en una medalla talismánica de Asia Menor, un ojo es atacado por un ibis, una serpiente y un escorpión, mientras que en una medalla llevada como amuleto, atacan a un ojo ocho animales.

e). La mano salvadora

Al mal de ojo se le ataca, se le detiene también a menudo con la mano. Se le rechaza por medio de la mano, proyectada hacia delante, con los cinco dedos abiertos o haciendo la higa. Este último gesto, es una representación del elemento generador, portador de vida por excelencia. Es el signo de la protección del fluido mágico, el gesto afirmativo de la voluntad de ser. Este gesto a veces se sustituye por el cuerno o por una "mano" talismánica (que entre los musulmanes se llama mano de Fátima). Para los musulmanes, en efecto, la mano les fue dada por Mahoma como una protección infalible contra el mal de ojo, y tiene tres significados misteriosos: designa a la Providencia, es un resumen de la ley; tiene cinco dedos, sometidos todos a la unidad de la mano que les sirve de base. Al igual que la ley, que contiene cinco dogmas o preceptos fundamentales. También la mano, por su estructura, al ser un resumen de la religión, es un poderoso instrumento de defensa contra los enemigos. Y dice un comentarista del Corán: "Cuando invoquéis a Dios, mostradle el interior de vuestras manos y no el exterior; y cuando acabéis, pasad vuestras manos sobre vuestro rostro".
En general, existe una notable diferencia entre la mano derecha, considerada como de buen augurio, que en Roma era considerada como "la mano de Fides", según Servio y la mano izquierda, considerada como mala o propia de acciones impuras.

Fuentes:

lunes, 3 de enero de 2011

La Gorgona y su triple poder mágico - II

La envidia es considerada como una de las raíces del odio. Ella es, desde el punto de vista fenomenológico, una mirada fascinante . ¿Qué es la fascinación ? Es simplemente la acción de "aojar", de emitir un mal a través de los ojos. ¿Hay en el acto comunicativo gentes que emiten maldad a través de sus ojos? ¿Hay personas que con su mirada maléfica influyen negativamente en el mismo acto comunicativo? Este es en síntesis el problema de la fascinación, en el que resalta, de un lado, el "aojador" o agente fascinador y, de otro lado, el que provoca la fascinación.

1 - Los ojos que fascinan

a). La mirada mágica. La fascinación

La fascinación es la influencia mágica y funesta ejercida por una persona sobre otra, escribía J. Tuchmann en 1884. Pero se entendía por fascinación, sobre todo, la ejercida por una divinidad.
Por ejemplo, ninguna persona podía ver el palladium del templo de Atenea en Ilion, bajo pena de ceguera, entendiendo que era tal la fuerza que de él emanaba que causaba el deslumbramiento y la ceguera de los simples mortales. También la estatua de Ártemis, en Pallena, estaba de ordinario encerrada. Y aun en la procesión en que la sacerdotisa la mostraba en público nadie osaba mirarla, "pues su vista era funesta a los hombres y volvía estériles los árboles del lugar adonde se la llevaba, haciendo morir los frutos". Y cuando la ciudad fue tomada por los enemigos, cuenta Plutarco que su sacerdotisa les mostró la cara de la imagen de la diosa, quedando los soldados paralizados y llenos de estupor. En el templo de Ártemis de Éfeso se recomendaba a los visitantes tener cuidado con sus ojos, por la irradiación mística que desprendían. Y se acude a ella como diosa de supremos poderes, derivados de su forma triple y de la fascinación de su mirada.

Otras divinidades podían fascinar con la mirada, como Gorgona. A fin de aclarar la personalidad de este ser mitológico, a veces confusa, diremos que no sólo debe hablarse de Gorgona, sino de las Gorgonas. Las Gorgonas son tres en Hesíodo: Esteno, Euríale y Medusa. Las dos primeras eran inmortales y la tercera mortal. Las tres eran hijas de dos divinidades marinas, Forcis y Ceto. Vivían las Gorgonas, según la Mitología, junto al Océano, en la costa atlántica meridional de la Península Ibérica, cerca de la ciudad de Tartessos. Generalmente se le da el nombre de Gorgona a Medusa, considerada como la Gorgona por excelencia. Ésta es también la única que tiene descendencia: Poseidón se une a ella y la hace madre de Crisaor y del caballo alado Pegaso. De Medusa, a la que Píndaro llama "la de bellas mejillas", cuenta Ovidio en las Metamorfosis que hubo un tiempo en que fue una joven bellísima y de espléndida cabellera, a la que deshonró Poseidón en el templo de Atenea y que esta diosa virginal, horrorizada, convirtió en serpientes sus cabellos.
Las Gorgonas son en la Mitología griega seres monstruosos, sobre todo por la cabellera de serpientes, por tener descomunales colmillos de jabalí, manos de bronce y alas de oro. Pero, sobre todo, eran especialmente temibles por el efecto sobrenatural que emanaba de su rostro, efecto que en el caso de Medusa subsistía después de muerta: sus ojos echaban chispas y su mirada era tan penetrante que todo aquel que la miraba de frente quedaba convertido en piedra. Por eso las Gorgonas, y en particular Medusa, eran unos de los monstruos más temidos de la mitología griega.
Perseo tuvo que aproximarse a ella mientras dormía y utilizando el espejo que le había proporcionado Atenea (en otras ocasiones se habla de un escudo pulido como un espejo o de un velo), procurar no mirarla de frente para no quedar convertido en piedra. La cabeza cortada, el Gorgoneion, figuraba en el escudo de Atenea, de forma que sus enemigos quedaban convertidos en piedra con sólo mirarla. Ese efecto mágico derivado del poder de la cabeza de Gorgona sólo se anulaba con la misma cabeza. Así, si en vez de una se contaban tres Gorgonas, se deshacía el hechizo provocado por la cabeza, ya que se suponía que el tres, con su magia, neutralizaba la acción de la Gorgona individual.

La reproducción artística de la Gorgona, por su doble forma de gorgoneion por un lado, es decir, la máscara, y de personaje femenino con cara de Gorgona por otro, aparece en Grecia no sólo en las series de ánforas, sino también, a partir de la época arcaica, en los frontones de los templos griegos o en los escudos de los hoplitas y en las monedas. Al igual que Diónysos, único olímpico al que se representa de frente, Gorgo es una potencia a la que el hombre no puede abordar sin sucumbir bajo su mirada. Cualesquiera que sean las modalidades de distorsión empleadas para representar su imagen, siempre se la muestra como un ser híbrido, mezcla de ser humano con caracteres animales: la cara redonda, los ojos desorbitados, la melena erizada llena de serpientes, mientras la lengua parece salir de su boca, abierta en un rictus, que a veces deja entrever varias hileras de dientes con caninos de león o colmillos de jabalí.
El predominio de la mirada de Gorgona o Medusa es subrayado sobre todo en cierto número de piezas de cerámica que encuadran la máscara de Gorgona con dos ojos profilácticos enormes. Recordemos sobre este tema la expresión de Plotino de que "el ojo no podría ver el sol si no fuese, en cierto modo, un sol", exponente del fondo y la cuestión de la importancia del ojo y de la mirada, ya que siendo el sol foco de luz, y ésta símbolo de la inteligencia y del espíritu, el acto de ver expresa una correspondencia a la acción espiritual y simboliza, en consecuencia, el comprender, el conocimiento. Por ello, el "ojo divino", llamado entre los egipcios como signo determinativo Ouadza, simboliza a diversos dioses y su poder: "al que alimenta el fuego sagrado o la inteligencia del hombre", es decir, a Osiris, siendo muy curiosa la concepción analítica egipcia del ojo, o mejor, del círculo del iris centrado por la pupila, como "sol en la boca" o "verbo creador". Según el Libro de los Muertos, es el dios solar. Re, el que se encuentra en el ojo divino: "Yo soy Re... Yo soy el Señor de la Eternidad. Yo soy el Señor de la Gran Corona, yo soy el que se encuentra en el ojo divino..., yo soy el que se encuentra en el ojo divino, al que no puede sobrevenirle ningún mal". En el papiro mágico Harris es Amón el que se esconde en el ojo divino. Y por su gran fuerza protectora, mágica, se utilizan a menudo en Egipto amuletos con esta forma.
Por algunos de sus rasgos, la Gorgona aparece como la cara oscura, el reverso siniestro de la Gran Diosa, cuya herencia ha sido asumida por Artemisa. Se trata, sobre todo, de una potencia sobrenatural, a la vez que se consolida con ella el modelo simbólico que la representa con la forma particular de la máscara gorgónica y muy a menudo sus cabellos se anudan bajo la barbilla, formando un nudo mágico, como vemos a menudo en las figuras que la representan.

b). La mirada envidiosa. El mal de ojo

Pero hay otro tema relacionado con la mirada: la envidia y el daño producido por la mirada envidiosa que produce el "mal de ojo". Para conjurar sus efectos se recurrirá a menudo a procedimientos mágicos.
La envidia se puede definir como la tristeza o el pesar por el bien ajeno. Y esta tristeza o pesar que el bien ajeno produce en algunas personas les ha llevado a buscar el mal o la perdición de aquella otra a la que envidian. Para ello se ha recurrido a buscar la protección de los buenos espíritus, de las fuerzas benéficas de la naturaleza, o a diversos procedimientos mágico-apotropaicos.

El mal de ojo, daño producido por la mirada, "fascinación" o "aojo", tiene a su vez el significado de "engañar", "ofuscar", "alucinar", mientras que "aojar" significa desgraciar o malograr una cosa. Este daño, podía producirse en cualquier momento y por cualquier motivo. La belleza, la riqueza, la prosperidad, la suerte de los enemigos son motivos de envidia por parte de los espíritus ruines y perversos, de las personas débiles, feas y desgraciadas. Por eso han "echado el mal de ojo" a los favorecidos del Destino, por eso han perseguido con conjuros y sortilegios a las personas felices. Y es bien cierto que nada produce mayor enojo a una persona ruin que la fortuna, suerte y felicidad de aquellos a quienes envidia.

Por ello, diversos males, enfermedades, dolores y desgracias de todo género se atribuyen al mal de ojo, a la mala mirada, a la mirada envidiosa de una persona que le desea daño por el simple hecho de no tener lo que ella tiene. La creencia en el mal de ojo y su eficacia funesta es una superstición de todos los tiempos, como señala J. Tuchmann, a quien debemos uno de los más exhaustivos trabajos sobre el tema. Su origen para este autor está en el fetichismo y en una creencia ignorante en lo sobrenatural.
Pero su existencia se constata de una forma universal. En su capítulo sobre la magia preventiva, G. Contenau describe ya algunos testimonios babilónicos. Para este autor el mal de ojo consiste en el poder que se atribuye a ciertas personas de "producir daño" por medio de su mirada. Son los "echadores de suertes", las personas que pueden producir, con el solo poder de su mirada, la mala suerte, la enfermedad y la muerte. Esta creencia se combina, además, a veces, con ciertas malformaciones físicas que suelen tener las personas con poder de echar el mal de ojo. Aun en nuestros días es corriente escuchar frases como «parece que me ha mirado un tuerto» o "parece que me ha mirado un cojo", atribuyendo a las personas con estos desafortunados defectos físicos la fuerza envidiosa de producir daño por medio de la vista, por el hecho mismo de estar contrahechos.

Entre los pueblos míticos hay que destacar el de los Telquines, genios de Rodas, hijos del Mar y de la Tierra, tuertos inventores de la metalurgia y de la idea de esculpir las estatuas de los dioses. Era éste un pueblo de encantadores, dotados de la facultad de hacer llover, granizar y nevar, representados de forma anfibia: mitad marinos, mitad terrestres, unas veces en forma de pez y otras en forma de serpiente. Su mirada era terrible y llena de maleficios. Se les llamaba así porque haciendo el mal de ojo secaban a las plantas. También entre las divinidades, Atenea fascinaba con la mirada. Y el mismo efecto de fascinación o aojamiento se lograba con el ojo por la multiplicación de la pupila, que a veces se utilizaba como múltiple protección contra el mismo, como vemos en amuletos egipcios.

El resentimiento a causa de la deformidad física se atribuye, en otro sentido, a los espíritus de las personas muertas antes de tiempo, por ajusticiamiento, accidente, asesinato o cualquier tipo de muerte violenta (áoros), quienes, según la creencia, tienen la facultad de permanecer en la tumba y un gran deseo de hacer daño a las personas vivas, por resentimiento y envidia de esa vida de la que han sido privados injustamente. Y esperan en el sepulcro, acechantes y vengativos, siendo a estos espíritus a los que acuden los nigromantes en sus ritos de magia negra, pero los demones (divinidades menores) encargados de ejecutar la acción del mal de ojo eran los baskosúnai.

En Oriente, escribe Contenau, los ojos azules, que son bastante raros, pasan por ser "fascinadores" o "encantadores" en primer grado. Tales eran los ojos glaucos o garzos de Atenea. Y en los sarcófagos fenicios antropomorfos, los ojos están a menudo pintados de color rojo, evitando en ellos el color azul. También los Telquines tenían los ojos azules, a lo que debían su potencia mágica. Y, a menudo, los amuletos egipcios en forma de ojos son de este color. En Roma, Virgilio y  Catulo evocaron esta creencia en el poder de la mirada, aunque hacen alusión a una creencia, común en la Antigüedad, en que el mal de ojo, no provenía del ojo en sí, sino de un corazón malvado que transmitía malos sentimientos, como dice repetidamente el Nuevo Testamento:

"Pero si tu ojo es malo, todo tu cuerpo será tenebroso. Del corazón del hombre sale el ojo envidioso".

Asimismo, en Israel, el Antiguo Testamento se hace eco de estas creencias, que evidencian el poder del ojo y la maldad de la envidia, que hace daño a quien la siente y se vuelve contra el envidioso. En el Libro de la Sabiduría leemos: "La fascinación de lo vil oscurece el bien y la agitación de la pasión socava la mente sin malicia." Y en Eclesiástico al referirse al uso de las riquezas, dice el autor bíblico:
"6. Nadie peor que el cicatero consigo mismo; y eso mismo es la recompensa de su maldad. 7. Y si hace el bien, lo hace por descuido, y al fin manifiesta su maldad. 8. El malvado es hombre de ojo envidioso, que aparta el rostro y menosprecia las almas. 9. El ojo del ambicioso no se contenta con una parte y la injusticia malvada seca el alma. 10. El ojo malvado es envidioso del pan de otro. Y en su propia mesa habrá siempre escasez."

El ojamiento o fascinum era muy temido, y las personas afortunadas debían precaverse mediante conjuros. El conocimiento exacto de los bienes de fortuna podía provocar la envidia en el fascinator y en el poseedor el peligro de perder la propia felicidad. También la alabanza exagerada ha de ser evitada, ya que alabar la belleza, la suerte de las personas, su habilidad, su riqueza, puede atraer sobre ella la mala suerte. Precisamente los griegos suponían que una felicidad excesiva provocaba la envidia de los dioses (phónos). Y precisamente en el caso de Gorgona fue su belleza la que atrajo a Poseidón, quien, al violarla en el templo de Atenea, provocaría la conversión de la joven en un monstruo.

En su poema "El viaje de los Argonautas", Apolonio de Rodas describe el efecto de la mirada mágica de Medea sobre el gigante de bronce Talos. En otro de sus encantamientos la maga recurre a Hipnos, el sueño, para encantar a la serpiente de ojos insomnes que guarda el vellocino de oro.
Los ojos, sobre todo de animales negros, como los de los cuervos o los nocturnos considerados malignos, como los murciélagos, se utilizaban para hacer conjuros.

El efecto se conjura por medio de la utilización de algunos medios convencionales y diversos amuletos. Pues contra los daños producidos por el mal de ojo, como contra todos los males, existía una protección mágica. Nos referiremos a algunos de los medios utilizados desde la Antigüedad, que, como veremos en algunos casos, no han perdido efectividad en nuestros días.

Fuentes:




domingo, 2 de enero de 2011

La Gorgona y su triple poder mágico - I

En el sentido estricto de la palabra el animismo es la teoría de las representaciones del alma; en el sentido amplio, la teoría de los seres espirituales en general. Distínguese, además, el animatismo, o sea la doctrina de la vivificación de la Naturaleza, que se nos muestra inanimada. A esta doctrina se enlazan, por último, el animalismo y el manismo. El término "animismo", que servía antiguamente para designar un sistema filosófico determinado, parece haber recibido su significación actual de E. B. Tylor. Lo que ha provocado la creación de todos estos términos es el conocimiento que hemos adquirido de la forma singularísima en que los pueblos primitivos desaparecidos o aún existentes concebían o conciben el mundo y la Naturaleza. Tales pueblos primitivos pueblan el mundo de un infinito número de seres espirituales, benéficos o maléficos, a los cuales atribuyen la causación de todos los fenómenos naturales y por los que creen animados no sólo el reino vegetal y el animal sino también el mineral, en apariencia inerte.

Las concepciones mágicas animistas aceptaban que todos los objetos contenían materia y espíritu. No hacían distinción entre la parte y el conjunto, lo visible y lo invisible, la imagen y el modelo. Por consiguiente, el mundo podía ser manipulado por los conceptos de contacto, similitud y contraste.

El "contacto" incluía el roce físico directo y la relación indirecta mediante la ingestión de hierbas en las que hubiese caído la sombra de la persona que hiciera al caso, el uso de talismanes, el mal de ojo y el consumo de partes y desperdicios del cuerpo.

La "similitud" era un concepto endémico en el pensamiento de la Antigüedad que aún encontramos en las prácticas mágicas actuales. Se utilizaba el principio de la semejanza, es decir, lo que se hacía a un determinado objeto se hacía recaer en la persona a la que hubiese pertenecido o cuya figura se hubiese hecho, a ser posible con algo de su propiedad. Así, era posible volver impotente a un hombre atando nudos en alguna prenda que le hubiese pertenecido, como los cordones de las sandalias.

Los "contrastes" se basaban en el concepto de antipatía. El mal podía neutralizarse por medio del mal. La mecánica de esta magia dependía de la utilización de los procedimientos correctos, ya que se creía que las palabras tenían sus poderes propios y de nada servían los ritos sin los conjuros correctos. Un ejemplo de la magia de contraste podemos verlo en los amuletos mágicos, que utilizan como protección figuras de seres mitológicos de formas irreales y monstruosas, demonios, figuras obscenas e incluso animales malignos, como la serpiente o el escorpión, de los que se cree que asustan a los malos espíritus, protegiendo con ellos a las personas y las propiedades. Uno de los numerosos seres míticos que han servido a menudo en la Antigüedad para proteger a los hombres con su figura, cuyos efectos benéficos contrastan evidentemente con la sensación que causa la visión directa de su figura monstruosa, es la Gorgona Medusa.

La gorgona. La protección mágica de su figura y el valor del número tres

La figura de Medusa, y sobre todo su cabeza, tenía una gran potencia preservadora, igual al poder de su fascinación. En Grecia se la situaba, por ejemplo, en el templo de Atenea Pollada de Atenas, y un cierto número de figuras parecidas estaban dispuestas alrededor del templo de Apolo en Delfos. La vemos también en los frontones de los templos, como en el Artemision de Corcira y otros. La fe en este talismán estaba tan enraizada y propagada por todo el mundo antiguo que se encuentra la efigie de Gorgona con el mismo significado al menos desde la Grecia arcaica, y tal vez antes, hasta el Bajo Imperio romano. Los antiguos, particularmente los militares, y sobre todo los emperadores romanos y sus soldados, estaban convencidos de que alejaba los peligros, por lo que sus representaciones son muy numerosas y variadas, formando parte de los adornos habituales en las prendas militares, pero sobre todo, como ya dijimos, en carros de guerra, corazas y escudos, como vemos en el de uno de los guerreros del carro de bronce de Monteleone, en el que figuran una máscara de felino y una Gorgona.
Al parecer se creía que cuanto más terrible fuese la expresión de la máscara representada, más grande era la energía protectora que de ella derivaba. Así, la hemos visto pintada, dibujada, esculpida o cincelada en toda clase de objetos: rostros exentos para colocar en los edificios, tumbas, sarcófagos, vestidos, armas, vasos, copas, monedas, paramentos, placas. También se llevaba colgada al cuello como amuleto y de la misma forma se entiende su presencia en las joyas, aunque un breve estudio tipológico diferencia enormemente las piezas griegas y etruscas, más antiguas, que buscan más la fealdad y el horror de la mueca que las piezas romanas, más modernas generalmente, cuyas representaciones de Gorgona parecen acentuar más el patetismo de su destino que el valor apotropaico de la máscara horrorosa y fiera del monstruo mitológico.
Pero más o menos bella, horrorosa o sólo simbólica, la cabeza de la Gorgona era, en la Antigüedad, un signo escatológico y apotropaico, un símbolo de inmortalidad y protección que se situaba en numerosos lugares, pero sobre todo en los sarcófagos y en las tumbas, como protección contra los peligros desconocidos del Más Allá. Además, según la leyenda ampliamente difundida en la Antigüedad, la cabeza de Gorgona daba la victoria a todo aquel que la poseía, como a Perseo, y, por extensión, a quien llevaba su representación. Tal vez por eso a veces la encontramos en el centro de la coraza de las estatuas. Y así, era la figura principal de la Égida de Minerva, base mágica de su poder y su fuerza, la que le permitió dar a Zeus la victoria sobre los Gigantes, devolviendo el orden al Olimpo amenazado. De la cabeza de Gorgona, pues, podemos decir que es un signo mágico por excelencia, pero no sólo en sí misma, por el terror que infunde en los enemigos de quien la lleva como protección, sino por la suma de los tres elementos mágicos fundamentales que la componen.
Estos elementos mágicos, aunados en la figura de Gorgona para hacer de ella un potente instrumento apotropaico, son:
1. Los ojos que fascinan.
2. Las serpientes que la acompañan y las que forman sus cabellos.
3. El nudo mágico, que se encuentra en sus representaciones bajo la barbilla o bajo el pecho.

Así pues, la máscara de Gorgona era un signo mágico «triple», unión de tres elementos poderosos que se juntaban para formar una figura horrible que fascinaba con la mirada y dejaba petrificados a quienes la miraban de frente, pero que a la vez protegía por el poder de la magia de las serpientes que componían su cabellera y por el poder mágico del nudo que formaban los cabellos recogidos bajo su barbilla o que cerraba su cinturón, a veces también hecho con serpientes, formando el nudo mágico, también llamado «nudo de Hércules» que a veces encontramos en diversas joyas, como collares o brazaletes.
Estas triples representaciones apotropaicas son frecuentes en la Antigüedad, puesto que el número 3 era cifra mágica por excelencia, como expresión al mismo tiempo de unidad y dualidad. Recordemos que la vida humana, según los matemáticos y sus doctrinas, posiblemente importadas por Pitágoras a Grecia desde Egipto, estaba dirigida por las cifras. Y que los números dos y tres no son, en realidad, números, sino los principios del Par y el Impar. Y veremos cómo, a lo largo de nuestro trabajo, el número tres, en los conjuros y en los actos de magia, aparece repetidamente, como si las acciones no estuviesen completas hasta ser realizadas por tres veces. Recordemos también que la gran diosa de la magia, Hécate, es representada en forma triple, por lo que su poder se multiplicaba por tres.

Fuentes:





sábado, 1 de enero de 2011

Clases de Magia

"Es increíble la cantidad de prohibiciones a que puede llegar un individuo que forme parte de una tribu primitiva donde rige el principio de la magia negativa (tabús) y la cantidad de cosas que en todas las situaciones de su vida realiza, aplicando el principio positivo de la magia que tiene siempre, constantemente, presente. Nada de lo que hace o de lo que no hace, ningún acontecimiento de su vida diaria, hasta los más elementales, están exentos de esas reglas positivas o negativas de la magia.
La magia, entendida así por el primitivo, tiene un contenido esencial y determinante: el control de las fuerzas de la Naturaleza por medios coercitivos. El hombre en general y el hechicero, el chamán en particular, tiene con la magia la sensación de que puede poner a su disposición todas las fuerzas de la Naturaleza. Es una técnica de control de esas fuerzas, sean dioses, sean diablos, sean las fuerzas del bien o los poderes del mal."

Además de las arriba expuestas, se distinguen, entre los entendidos, varias clases de Magia:

1. La Teurgia, "θεουργία, ας", o magia iniciática, reservada a una élite de adeptos, elegidos entre los miembros de las asociaciones dedicadas al estudio de una ciencia superior. La palabra Teurgia es griega y está compuesta por las palabras theos, "θεός" (dios) y "ἔργον" (obra, trabajo).
La expresión "teurgia" tenía dos sentidos: El de "acto del poder divino" y la de "puesta en acción de ese mismo poder". La práctica teúrgica tiene, por sus características, un carácter secreto y es casi desconocida, exige al que la practica aptitudes casi excepcionales y un alto
nivel de conocimiento, que se adquiere con una profunda y prolongada preparación. Los que la practican son los teurgistas, a los que los antiguos griegos llamaron "ππτης, ου" y a los que los hebreos conocían como «Reyes Magos». En la época clásica, la palabra teurgia se encuentra empleada en S. Agustín en el sentido de evocación de los espíritus. Esta clase de magia era considerada en Roma al mismo nivel que la religión y la filosofía, demostrando Apuleyo la necesidad que todo filósofo tenía de conocer tales prácticas. Y la filosofía era una de las ciencias que formaba parte de la educación y formación de todo buen ciudadano. Para Apuleyo, el mago es aquél que tiene un profundo conocimiento de la ciencia, practica las reglas y las disposiciones de la ley religiosa y los ritos del culto. Para constatar esta definición cita un texto de Platón sobre esta materia.

2. La Alta Magia o Magia usual, a menudo confundida con la precedente, pero muy distinta, sobre todo en que los principios en los que está fundada, constituyen un conjunto doctrinal en el que el saber adquirido ordinariamente no está alejado más que en apariencia. La práctica de la Alta Magia requiere también unos conocimientos, a nivel físico y psíquico, para ser practicada con eficacia. Los que la practicaban recibían el nombre de "magistes", a los que los antiguos griegos llamaban "μοτης, ου" y los hermetistas de la Edad Media, "Sabios" y se les conoce aún con el nombre de Magos.

3. La Brujería o Magia deformada, a la que la mayoría de los investigadores han tomado a menudo por la magia original, que, a menudo, se encuentra en contradicción con el saber ordinariamente adquirido y que no tiene en común con la Alta Magia más que el empleo de imágenes y prácticas, más o menos alteradas. Su práctica tiene también sus secretos, que se pueden entender fácilmente a veces. Sólo emplea los medios tradicionalmente transmitidos, a menudo poco o mal comprendidos. Para ella hacen falta pocos conocimientos intelectuales o psíquicos. Su practicantes son los brujos, a los que los antiguos romanos confundían con los adivinos vulgares (ya vimos arriba la confusión entre los diversos términos, a los que se ha llamado magos o "fakires" hasta nuestros días). La palabra MAG, en hebreo, tal vez relacionada con el asirlo Mahu puede proceder de una tribu meda de origen no ario, de la que los Magos eran una casta sacerdotal.


4. Otra distinción de la Magia sería dividir la magia en "blanca" y "negra" o "γοητεία, ας".
La magia negra o goética, perseguida y castigada a nivel oficial, aparece en las distintas obras de Apuleyo de forma determinada y diferente en una primera lectura, y el autor se manifiesta contra ella de manera abierta. Esta situación se constata en el texto de "La Apología", cuando Apuleyo, al referirse explícitamente a la magia negra o goética, de cuya práctica es acusado por Emiliano, la ataca públicamente. La considera como una rama de la magia que cae bajo el peso de la ley y que ya Las Doce Tablas la habían proscrito por la misteriosa influencia que tiene sobre los frutos de la tierra. Es, pues, una cosa oculta, tétrica y horrible, que vigilando durante las noches, se oculta en las tinieblas, evita la presencia de la gente y murmura en voz baja las encantaciones.

"A través de la magia, por otra parte, el hombre es dueño del bien y del mal, pudiendo hacer uno u otro según convenga, y puede hacerlo eliminando factores como el tiempo y la distancia. Con el pensamiento mágico, con las acciones mágicas, puede acabar con un enemigo que esté lejos de aquel lugar donde se encuentra. Bastará que actúe por procuración sobre una imagen o una substancia que le represente, sea un muñeco de barro o madera, sean restos o excreciones del enemigo como uñas, cabellos, vestidos o algo que le haya pertenecido o estado en contacto con él.
Los intentos de hacer daño por el camino de las leyes de la magia se conocen como magia negra, mientras los intentos de conseguir el bien, la curación de una enfermedad o algo grato para la persona o el grupo, en suma su felicidad, se conoce como magia blanca."

Los ritos mágicos actuarían sobre los seres, visibles o invisibles, principalmente, según Buisson de tres formas o modos esenciales, dejando a un lado las variantes geográficas y étnicas de los diversos pueblos que la han practicado:

a) Por medido de la magia de encantamiento
b) Por medio de la magia mimética o de imitación
c) Por medio de la magia de amuletos, talismanes y pantacles.

La magia de encantamiento es la basada en el poder casi sobrenatural del canto, de la salmodia, de la repetición. En esta clase de magia, una fórmula de conjuro o imprecación posee la virtud de encadenar la voluntad de quien la pronuncia, hecha en las condiciones rituales precisas (palabra, ritmo, entonación), a los seres y las cosas del mundo de arriba y el mundo de abajo.

La magia mimética es la misma magia de encantamiento, en cuanto que recurre a la similitud.

La magia de amuletos, talismanes y pantacles es la que se sirve de estos objetos para sus fines.

El término "amuleto" procede del latín amuletum, que Plinio utiliza para designar un objeto que protege a las gentes contra las enfermedades y que es una sustancia médica, que actúa tanto directa como indirectamente. Existe en él siempre un sentido profiláctico, ya que durante muchos años, maleficio, maleficium, fue siempre sinónimo de enfermedad.
Los amuletos, al menos en su origen, son vehículos de fuerzas místicas que proceden del mundo sobrenatural. El amuleto, en su estadio más elevado, es el «Talismán», término de origen incierto, que puede estar en la palabra hebrea tseiem, imagen. Se encuentra entre los árabes
bajo la forma de tilasm y tillams (plural talásim, tilasmát y tilassamát).
Su diferencia estriba en que, mientras que el talismán es artificial, aunque la materia con que se ha hecho sea natural, la influencia se le atribuye en función de un raciocinio, a veces lógico, pero siempre simbólico y analógico, mientras que el amuleto toma su substancia del mundo natural, animal o vegetal: cabello humano, espina de pescado, pluma, piel, concha, etc.. cuya sola presencia detiene el mal.
La forma más evolucionada del talismán es el "pantáculo". Deriva de la palabra griega pan, todo, y procede de la idea de que es un objeto que lo contiene todo, que resume el "todo", siendo una síntesis del macrocosmos. Pero no es sólo un elemento protector como el amuleto, sino que es una especie de "emisor de fluidos", una potencia activa.

Magia y arte.

"La magia es el oficio de la Brujería, y hay pocas cosas que sean, al mismo tiempo, tan atractivas, tan aterradoras y tan mal comprendidas. Realizar magia es tejer las fuerzas invisibles dándoles forma; elevarse más allá de lo visible; explorar el inexplorado reino de los sueños y de la realidad oculta; infundir a la vida color, movimiento y extraños aromas embriagadores; saltar más allá de la imaginación, hacia un espacio que está entre los mundos, donde la fantasía se hace realidad; ser, al mismo tiempo, animal y dios. La magia es el arte de dar forma, el oficio de lo sabio, vigorizador, peligroso: la aventura de lo fundamental."

Aleister Crowley dijo que la Magia es la ciencia y el arte de provocar el cambio ajustado a la voluntad. Sin embargo es Dion Fortune quien con su definición nos aclara como podemos modificar nuestra realidad: "La Magia es el arte de cambiar a voluntad la consciencia". En cuando uno ha aprendido a cambiar la consciencia, aprende a cambiar la realidad. Y eso es Magia.

"El poder de la magia no debería ser subestimado. Funciona muchas veces de maneras inesperadas y difíciles de controlar. Pero tampoco se debería sobreestimar el poder de la magia. No funciona de forma sencilla o sin esfuerzos; no confiere omnipotencia. "El arte de cambiar la consciencia a voluntad" es un arte exigente que requiere un aprendizaje largo y disciplinado.  El mero hecho de agitar una varita, encender una vela y cantar en voz baja un conjuro no hace nada en y por sí mismo. Pero cuando la fuerza de una conciencia entrenada está detrás de él, es mucho más que unos gestos vacíos.
Aprender a hacer magia es un proceso de reestructuración neurológica, de cambiar el modo en que usamos el cerebro. Es un poco como aprender a tocar el piano: ambos procesos implican el desarrollo de nuevos caminos a seguir para las neuronas, ambos requieren de práctica y tiempo, y los dos, cuando se dominan, pueden ser canales emocionales y espirituales para conseguir una gran belleza. La magia exige primero el desarrollo y luego la integración de la percepción del hemisferio derecho: espacial, intuitiva, holística y modeladora. Abre las puertas que hay entre las mentes consciente e inconsciente, entre la luz de estrellas y la luz de linterna y, al hacerlo, influye profundamente en el desarrollo, la creaividad y la personalidad del individuo."

Solo Salomón Reinach, en pleno auge de la interpretación materialista sobre sus orígenes, se atrevió a refutar la reiterada opinión de que el arte era meramente un pasatiempo o entretenimiento, situando sus orígenes en el rito y la magia. En su ensayo, titulado "L'art et la magie", influenciado por J. G. Frazer, B. Spencer y F. J. Guillen, liga el impulso principal de su nacimiento en la "edad del reno", al desarrollo de la magia, aludiendo a ciertas tallas de pequeños fragmentos de hueso que muestran cabezas de caballo desolladas, que para él servían de amuleto para atraer a otros caballos a las proximidades de la caverna, dado que en la Prehistoria, con el pensamiento del hombre centrado en su relación con fuerzas invisibles, el impulso más hondo a la creación artística residía para él en los poderes de la magia, donde el arte se convertía en el auxiliar más precioso del hombre. Primero como abstracción que puede adoptar la forma de un signo repleto de significado simbólico especial, de carácter mágico o sagrado, que han utilizado todas las religiones, cuando trataban de exorcizar los poderes hostiles, luego utilizando figuras de animales; el caballo, el elefante, la serpiente, los ciervos, etc..

"¿Crees en una realidad invisible detrás de las apariencias? "
Dion Fortune

Ya el hombre auriñaciense entraba en posesión mágica de los animales que trataba de cazar o de vencer, dibujando sus contornos en la obscuridad de las cavernas, a la escasa luz de las antorchas. A lo largo de un dilatadísimo período de tiempo, el hombre sólo supo expresar objetos por medio de contornos simples. Por ello resulta aún más asombroso que pudiera plasmar imágenes forjadas por su imaginación. Estas primeras fantasías rituales nacieron, sin duda, con el deseo de establecer alguna relación con lo invisible, deseo que debió ser ardiente para producir tal abundancia de símbolos, compuestos híbridos o imágenes mezcla de animal y hombre.

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Magia y religión.

Aproximación a la magia, la brujería y la superstición

Son clásicos los estudios de James Frazer sobre la magia (1890), a la que considera basada en dos principios fundamentales: 1º Lo semejante produce lo semejante y 2º las cosas que estuvieron en contacto actúan recíprocamente a distancia una sobre otra, aun después de haber sido cortado todo contacto físico. Podemos sintetizarlas así:
1. Ley de semejanza (magia imitativa u homeopática).
2. Ley de contacto o contagio (magia contaminante o contagiosa).
La magia, dice J.G Frazer, es para el primitivo un arte, no una ciencia. Le sirve para razonar a su manera lógicamente, pero igual que digiere sus alimentos, es decir ignorando por completo los procesos fisiológicos y mentales esenciales para una u otra operación. La lógica se basa en una simple o a veces complicada asociación de ideas, sea por semejanza, sea por contigüidad. Frazer comprende ambas formas de magia bajo la denominación general de magia simpática (Ley de simpatía). La Ley de simpatía que rige la magia, se compone de preceptos positivos y negativos. Los primeros son los encantamientos, los segundos son los tabús, las prohibiciones. "Haz esto para que acontezca esto otro", o bien, "No hagas esto para que no suceda esto otro". Son dos ideas contrapuestas: producir el acontecimiento que se desea o evitar el suceso que se teme.

Recientes obras en campos tan dispares como la antropología, el folklore y las religiones comparadas han demostrado la necesidad de mirar con ojos nuevos las antiguas costumbres y creencias relacionadas con la magia. Pero dar una definición acertada de lo que es la magia es algo que no resulta fácil. Hoy en día el hombre medio parece haber perdido la clave de su propio ser; el denominador común de credo y ritual, que en otro tiempo vinculaba a los hombres entre sí, ha perdido su fuerza. Mientras que en los tiempos antiguos la magia, el rito y la religión suministraban al hombre una coraza espiritual contra el entorno hostil, el hombre moderno se deja llevar por otra clase de creencias, abocado al materialismo.
El estudio de aquellas ceremonias, ritos y prácticas de nuestros antepasados, ejecutadas por medio de ritos mágicos, será el objeto de este trabajo, que procuraremos llevar a cabo con el mayor rigor posible, dado el recelo que estos estudios pueden (y suelen) suscitar, debido a la pretendida vulgarización y proliferación actual de los usos mágicos y astrológicos, aprovechándose los «magos» actuales de la eterna credulidad de la raza humana, siempre dispuesta a llenar con prodigios su imaginación y con una respuesta inmediata sus íntimos deseos. El ser humano permanece a través de los tiempos. Y con él, la imperiosa necesidad de protegerse contra las fuerzas maléficas y de atraerse las benéficas. Esta necesidad podría ser, en opinión de diversos autores, el origen de la magia. Pero, esta proliferación de «detestables charlatanes», como los define Cumont, no es nueva. Ya en el siglo II de nuestra Era, Vettius Valens se quejaba de los que se erigían en profetas, sin la larga preparación necesaria, convirtiendo en ridícula u odiosa la ciencia que osaban invocar.
Comenzaremos nuestro estudio por algunas cuestiones previas: Qué significa la palabra "Magia", qué se entiende por tal y algunas ciencias o disciplinas que tienen relación con ella, continuando por el análisis de las prácticas más comunes de magia y brujería que conocemos dentro del ámbito cronológico de la Historia Antigua, tales como la magia del nombre, el sonido, las ataduras, clavos y nudos mágicos, los espejos y la inversión de la imagen, las tabellae defixionum, etc..

Significado de la palabra Magia
Magia es una palabra griega: "μαγεία". Este substantivo viene del adjetivo "μἀγος, ου", que, en griego, reproducía un vocablo persa cuya consonancia era casi idéntica. El latín lo tradujo por magus y Cicerón la emplea para designar a los sabios persas.
La raíz de esta palabra es "MAG", en hebreo. De una manera general, significa «formar» o «modelar», evocando también el sentido de «maceración». Esto hace pensar que tal vez los antiguos magos se dedicaban a amasar polvos o productos análogos a la harina de trigo, y también, sin duda, a la fabricación de drogas con productos macerados en los líquidos. En su empleo más restringido, en el mundo clásico, magia es la ciencia, la industria y la religión de los Magos, los sacerdotes de la secta de Zoroastro importados a Grecia.

Qué se entiende por Magia

Partimos de la base de que la magia es una ciencia. Ésta, al igual que la astrología, parte de la concepción fundamental de que existe en la naturaleza un orden y unas leyes y que la misma causa produce siempre el mismo efecto. El ser humano es religioso y mágico a la vez, en lo más profundo de sí mismo. Las ideas mágicas tienen su punto de partida en una serie ilimitada de observaciones exactas. En el estadio de vida primitiva, en la pesca y en la caza, el hombre estaba en un contacto más íntimo con la naturaleza que un hombre civilizado. Su atención, fija en un mismo punto, a veces durante largas horas de acecho, pudo conducirle a certidumbres, mil veces comprobadas, referentes a las fuerzas a las que obedecen los demás seres: el poder de la mirada que fascina, el del canto que apacigua a un toro, que duerme a un niño o que vuelve inofensiva a la serpiente. Llegando a la convicción de que existían en la naturaleza fuerzas escondidas, a las que se conocen por el nombre de «fluidos». Estos fluidos, según Piobb son de tres naturalezas:

— Magnética y puramente terrestre.
— Vital y principalmente humana.
— Esencial y generalmente cósmica.

A medida que iba evolucionando, la magia se ayudaba de técnicas cada vez más prácticas, de las que en realidad podía depender la eficacia de los ritos. Lo que son los fluidos magnéticos no necesita explicación aquí. La Física moderna se sirve de ellos de una forma mucho más completa de la que se podían servir los Magos de la India o de Persia. Y este es solo uno de los múltiples fenómenos de la naturaleza que los practicantes de la magia supieron aprovechar.
Los fluidos vitales son aquellos a los que hay que atribuir los fenómenos del psiquismo, es decir, las manifestaciones misteriosas e hiperfísicas del Ser, una fuerza vital del ser humano, más allá de las formas conocidas de energía, a la que Paracelso llamaba spiritus vitae. En cuanto a los fluidos esenciales o cósmicos, son de un orden más elevado y varían de nombre dependiendo de la forma en que los diferentes pueblos los han presentado, a menudo guardados por y para un pequeño número de iniciados y conservados casi secretos. La ceremonia oculta, que se realizaba con el mayor cuidado, debería tener siempre el resultado apetecido. Solo era necesario conocer la afinidades misteriosas que unían a todos los seres para poner en movimiento los mecanismos del universo.
Así pues, podemos decir que la magia utiliza fuerzas naturales, del propio hombre, de la naturaleza y los fluidos terrestres y estelares, dando lugar a la "Magia macrocósmica" y a la "Magia microcósmica", ejerciéndola de dos formas esenciales, la "personal", cuando el fenómeno se opera sin la ayuda de un rito exterior y la "ceremonial" cuando sí lo hace. Y será de este segundo modo como la Magia entre en el dominio de las religiones, hasta el punto de que la religión, en sus manifestaciones exteriores, no es muy diferente de la magia ceremonial.

Quien se pregunte qué es la magia, o mejor aún, qué se entiende por magia en las diferentes culturas, debe tener en cuenta varias ciencias, tanto la antropología cultural como la etnología, que tienen sobre el historiador la ventaja de la «presencia» actual del objeto de su estudio, el poder comparar entre sí series de mitos, ritos y usos, extraídos de las culturas actuales, estudiar sus variantes y buscar sus estructuras básicas. El historiador, en cambio, estudia una sociedad definida, encerrada en un ámbito espacio-temporal bien delimitado. Y debe tener en cuenta que dicha sociedad nunca es una sociedad cerrada, que las influencias exteriores deben ser identificadas y evaluadas constantemente, absorbidas y estratificadas. Y debe aprender el dinamismo concreto del mundo que estudia, preguntándose las causas y el por qué de ellas, así como los mecanismos internos. Todo esto sin olvidar que la magia es, en sí, un elemento profundamente conservador" y a lo largo de la Historia lo que ha cambiado es más el concepto que la sociedad tiene de la magia que las mismas prácticas mágicas. Así, mientras que en la Edad Media se era acusado de magia cuando se establecía una actuación por medios diabólicos, en el siglo xx, como dice Piobb uno se puede encontrar acusado de magia cuando se esfuerza, a través de medios llamados «sobrenaturales», en llegar a unos resultados imposibles de conseguir de otra forma.

Pero, a lo largo de los tiempos, la opinión sobre la Magia ha variado, y como hemos visto, también su definición. Para unos autores, Magia es la posibilidad de obrar por medio de ritos, cuya revelación, en la Antigüedad, era atribuida a los dioses, sobre los seres visibles o invisibles de la tierra y de las aguas, de los abismos y del cielo. Según algunos, la magia comprende todas las artes y ciencias ocultas, las supersticiones y el folklore. Otros, en fin, la definen como una técnica fundamentada en la creencia en unos poderes localizados en el alma humana y en el universo externo o interno, una técnica que tiende a imponer el deseo humano de dominar sobre la naturaleza o sobre los principios mismos del ser humano, utilizando poderes sobrenaturales. Pero también puede ser considerada como una creencia fundamentada en los ilimitados poderes del alma. La multitud de todos esos poderes, posiblemente, pueden reducirse a una única noción de "poder" o "mana". El equivalente, o los equivalentes griegos de esta palabra, hallado en textos helenísticos, puede ser dynamis, "poder", charis, "gracia", y arete, "eficacia". Este "mana" mágico se puede utilizar libremente. Necesita solo un "canal" y el verdadero mago es solo su médium, un transmisor, cuyas ropas o todo lo que toca pueden recibir y almacenar el "mana".
Para Bouché-Leclercq, la magia es distinta de la adivinación o mántica y es preciso separarlas, aunque a veces una esté ligada a la otra, ya que están estrechamente unidas en su principio. La adivinación es, para este autor, la penetración del pensamiento divino por la inteligencia humana, siendo su dominio todo lo que el espíritu humano no puede conocer por sus solas fuerzas, en primer lugar el porvenir, luego el pasado y también el presente. La magia es el arte de producir efectos contrarios a las leyes de la naturaleza.
Pero es bien sabido que un gran número de métodos adivinatorios consisten en la interpretación de efectos maravillosos producidos antes por recetas mágicas. Y es la magia la que proporciona el tema sobre el que se ejerce la penetración mántica. Pongamos como ejemplo el caso de la adivinación por medio de las piedras preciosas o "litomancia", que el mismo autor trata algo más adelante, o la "lecanomancia" o adivinación por medio de un espejo mágico.

Se puede decir, generalizando, que hay un elemento mágico en toda ceremonia o práctica destinada a preparar o producir un efecto adivinatorio. Y no queda a la adivinación propiamente dicha más que la observación de los signos fortuitos, sobre los que la voluntad humana no puede ejercer ninguna influencia. Como la magia sirve de auxiliar y de vehículo a la adivinación, ella, a su vez, aclara la magia y la ayuda a perfeccionar sus métodos. Y existe toda una rama de la adivinación, la «iatromántica» o mántica aplicada a la medicina, que no es otra cosa que una mezcla, en proporciones variables, de adivinación y magia. Los remedios descubiertos por esta adivinación eran verdaderas recetas mágicas, y los maestros en tal arte sabían que les estaba prohibido resucitar a los muertos, pero que no era para ellos una cosa imposible. Reinach, a su vez, definió la magia como la «estrategia del animismo».

Magia, en fin, es el medio por el que el ingenio humano se sirve para disponer, en la medida que lo permiten sus posibilidades, de las energías existentes, sea cual sea la forma en que estén en el Universo.







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