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sábado, 12 de febrero de 2011

El desenredo del esqueleto

"Al final he llegado a creer en algo que yo llamo la física de la busqueda, una fuerza de la naturaleza, que se rige por la gravedad, viene a decir algo así : Si tienes valor para dejar atrás todo lo que te consuela o protege, y embarcarte en un viaje en busca de la verdad ya sea exterior o interior, y si estas dispuesto a que todo lo que te pase en ese viaje te ilumine y a que todo lo que encuentres en ese camino te enseñe algo y si estas preparado para afrontar y perdonar algunas realidades más duras de ti mismo, entonces la verdad no te sera negada."
 
El cuento de la Mujer Esqueleto contiene un "test del pretendiente". En los tests de los pretendientes los amantes tienen que poner a prueba sus legítimas intenciones y aptitudes y lo suelen hacer demostrando que tienen cojones u ovarios para enfrentarse con una suerte de poderosa y temible numinosidad, a quien aquí llamamos la naturaleza de la Vida/ Muerte/Vida, si bien otros podrían llamarla un aspecto del Yo, o el espíritu del Amor y otros la podrían llamar Dios o la Gracia, el espíritu de la energía o cualquier otro calificativo.
El pescador demuestra sus legítimas intenciones, sus aptitudes y su creciente compromiso con la Mujer Esqueleto, desenredándola del sedal. La contempla acurrucada y doblada en ángulos imposibles y ve en ella un destello de algo, aunque no sabe de qué. Había huido de ella, jadeando y sollozando. Ahora tiene intención de tocarla. Su sola existencia le conmueve el corazón. Cuando comprendamos la soledad de la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida en el interior de la psique, ella que sin culpa alguna por su parte se ve constantemente rechazada... puede que a nosotros también nos conmueva su tormento.
Si queremos amar, por muy grandes que sean nuestro temor y nuestro recelo, estaremos dispuestos a desenredar los huesos de la naturaleza de la Muerte y a ver qué es lo que ocurre. Estaremos dispuestos a tocar lo que no es bonito y también de lo que aun no es bello en otra persona y en nosotros mismos. Detrás de este reto se oculta un sagaz test del Yo. Y está presente todavía con más claridad en los cuentos en los que lo bello se presenta como feo para poner a prueba el carácter de alguien.
En el cuento "Diamantes, rubíes y perlas", una hijastra buena pero denigrada saca agua del pozo para un acaudalado forastero y es recompensada con el don de arrojar por la boca diamantes, rubíes y perlas cada vez que habla. La madrastra ordena a sus perezosas hijas ir al mismo pozo para esperar el paso del rico forastero. Pero esta vez se presenta una forastera andrajosa. Cuando ésta pide un cacillo de agua, las hijas se niegan orgullosamente a dárselo. La forastera las recompensa con el castigo de arrojar por la boca culebras, sapos y lagartijas por siempre jamás.
En la justicia de los cuentos de hadas, al igual que en la psique profunda, la amabilidad con lo que parece inferior se recompensa con un bien y la negativa a mostrarse bueno con alguien que carece de belleza se denuesta y se castiga. Ocurre lo mismo en los grandes estados emocionales como el amor. Cuando nos estiramos e inclinamos para tocar lo que no es bello, recibimos una recompensa. Si despreciamos lo que no es bello, nos aislamos de la vida real y nos quedamos fuera, muertos de frío.
A algunos les resulta más fácil pensar en cosas sublimes y bellas y tocar todo aquello que nos trasciende positivamente, en vez de tocar, prestar ayuda y asistencia a lo que no es tan positivo. Es más fácil, tal como ilustra el cuento, apartarse de lo no bello y, encima, sentirse falsamente honrados. Éste es el problema amoroso que plantea el trato con la Mujer Esqueleto.
¿Qué es lo no bello? Lo no bello es nuestra ansia secreta de ser amados. Lo no bello es el desuso y el uso incorrecto del amor. Nuestro abandono de la lealtad y del aprecio es desagradable, nuestro sentido del aislamiento del alma es feo, nuestras verrugas psicológicas, nuestros defectos, nuestros malentendidos y nuestras fantasías infantiles son lo no bello (miedo al fracaso, temor al abandono, cobardía a arriesgarse, ...). Y además, nuestras culturas consideran no bello la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida, que alumbra, destruye y vuelve a alumbrar.
Desenredar a la Mujer Esqueleto es comprender este error conceptual y subsanarlo. Desenredar a la Mujer Esqueleto es comprender que el amor no significa velas perennemente encendidas e incrementos constantes. Desenredar a la Mujer Esqueleto significa sentirse reconfortado más que atemorizado en la oscuridad de la regeneración. Significa un bálsamo para las viejas heridas. Significa cambiar nuestra manera de ver y de ser para poder reflejar la salud y no ya las deficiencias del alma.
Para amar tenemos que tocar a la huesuda mujer básica y no demasiado agradable, desenredando el sentido de esta naturaleza en nuestro propio beneficio, colocándole de nuevo los huesos en su sitio Y permitiendo que vuelva a vivir. No basta con tirar del inconciente para que suba a la superficie y ni siquiera es suficiente con arrastrar accidentalmente a la Mujer Esqueleto a nuestra casa. El avance del amor se detiene cuando el sujeto la teme o la desprecia durante mucho tiempo.
El hecho de desenredar el misterio de la Mujer Esqueleto empieza a romper el hechizo... es decir, el temor a consumirse y morir para siempre. Desde el punto de vista arquetípico, para desenredar algo hay que descender y seguir un laberinto hasta poder llegar al mundo subterráneo o al lugar en el que las cuestiones se nos revelan de una manera totalmente distinta. Hay que seguir algo que al principio parece un proceso complejo, pero que, en realidad, es una profunda pauta de renovación. En los cuentos de hadas, resolver el acertijo, deshacer un nudo, desatar y desenredar significa empezar a comprender algo que hasta entonces nos era desconocido, comprender sus aplicaciones y usos, convertirse en una especie de mago, en un alma sagaz.
Cuando el pescador desenreda a la Mujer Esqueleto, empieza a adquirir un conocimiento directo de las articulaciones de la Vida y la Muerte. El esqueleto es una excelente imagen representativa de la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida. Como imagen psíquica, el esqueleto está formado por cientos de pequeños y grandes palos y nudos de extrañas formas en continua y armoniosa relación entre sí. Cuando un hueso gira, giran todos los demás aunque sea de manera imperceptible. Los ciclos de la Vida/Muerte/ Vida son exactamente igual. Cuando la Vida se mueve, los huesos de la Muerte se mueven solidariamente. Cuando la Muerte se mueve, los huesos de la Vida también empiezan a girar.
Además, cuando un huesecito se disloca o astilla, le salen espolones o sufre una subluxación, la integridad de todo el conjunto se resiente de ello. Cuando se suprime la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida en la propia persona o en una relación, ocurre lo mismo. La propia vida avanza renqueando, se recupera, cojea y protege el movimiento. Cuando se produce un daño en estas estructuras y ciclos, siempre se registra una interrupción de la libido. Y entonces no es posible el amor. Nos quedamos bajo la superficie del agua y nos convertimos en unos simples huesos llevados por la corriente hacia delante y hacia atrás.
Desenredar esta naturaleza significa aprender sus amortiguamientos, sus hábitos y sus movimientos. Significa familiarizarse con los ciclos de la vida y la muerte, aprenderlos de memoria, comprobar que actúan todos juntos y forman un solo organismo, de la misma manera que el esqueleto es un solo organismo.
El temor no es un pretexto válido para no llevar a cabo la tarea. Todos tenemos miedo. Cuando se vive, se tiene miedo. Entre los inuit, el Cuervo es un estafador. En su faceta subdesarrollada, es una criatura llena de apetitos. Le gusta sólo el placer y trata de evitar todas las incertidumbres y los temores que éstas llevan aparejados. Es muy receloso y también muy voraz. Se asusta si algo no le parece satisfactorio a primera vista. Y se precipita sobre ello cuando le parece apetecible. Le gustan las relucientes conchas de las orejas marinas, las cuentas de plata, la incesante comida, los chismorreos y dormir caliente sobre el agujero del humo de los iglús. El aspirante a amante puede ser como el Cuervo que sólo quiere "lo seguro". Como el Cuervo, el ego teme que la pasión se acabe y trata por todos los medios de evitar el final de la comida, de la hoguera, del día y del placer. El Cuervo, como el ego, es astuto pero siempre en su propio perjuicio, pues, cuando se olvida de su alma, pierde todo su poder.
El ego teme que, si reconocemos la presencia de la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida en nuestra existencia, no podamos volver a ser felices nunca más. ¿Acaso hemos sido siempre absolutamente felices? No. Pero el ego subdesarrollado es tan simple como un niño no socializado y, encima, no excesivamente despreocupado; es más bien como un niño que anda vigilando constantemente para llevarse la loncha más grande, la cama más mullida, el amante más guapo.
Tres cosas distinguen el vivir del alma del vivir exclusivamente del ego y son:

la capacidad de percibir y aprender nuevas maneras de hacer las cosas,
la tenacidad de recorrer un camino accidentado
y la paciencia necesaria para aprender a amar profundamente y durante mucho tiempo.

Pero el ego tiene tendencia e inclinación a evitar los aprendizajes. La paciencia no es lo suyo. Las relaciones duraderas no son el punto fuerte del Cuervo. Por consiguiente, no amamos a otra persona desde el ego perennemente cambiante sino desde el alma salvaje.
Se necesita una "paciencia salvaje", tal como dice en su poema "Integrity" Adrienne Rich, para desenredar los huesos, aprender el significado de la Dama de la Muerte y poseer la suficiente tenacidad como para permanecer con ella. Sería un error pensar que es necesario un héroe musculoso para conseguir tal cosa. No es así. Es necesario un corazón dispuesto a morir y nacer y a volver a morir y nacer una y otra vez.
El hecho de desenredar la Mujer Esqueleto revela que ésta es vieja y más antigua que el tiempo definido. Es ella, la Dama de la Muerte, la que mide la energía en comparación con la distancia, la que pesa el tiempo en comparación con la libido, la que sopesa el espíritu en comparación con la supervivencia. Medita acerca de ello, lo estudia, lo considera y después procede a infundirle una o dos chispas o una repentina llamarada de fuego salvaje o a reducir un poco su fuerza, a cubrirlo con ceniza o a apagarlo del todo. Ella sabe lo que hay que hacer. Sabe cuándo ha llegado el momento.
En este sentido, por tanto, un amante que antes era un poco inexperto en el amor adquiere mucha más habilidad mediante la observación de la Mujer Esqueleto y la clasificación de sus huesos. En cuanto una persona empieza a comprender las pautas de la Vida/Muerte/Vida, puede prever los ciclos de la relación, sabiendo que a una merma le corresponderá un incremento y a una abundancia, un desgaste.
Una persona que ha desenredado a la Mujer Esqueleto sabe lo que es la paciencia y sabe esperar. No se espanta ni se asusta ante la escasez, no se siente abrumada por el cumplimiento de sus deseos. Sus necesidades de alcanzar, de tener las cosas "enseguida", se transforman en el arte más refinado de buscar todas las facetas de la relación y observar cómo actúan los ciclos de la relación. No teme entrar en contacto con la belleza de la ferocidad, con la belleza de lo desconocido y con la belleza de lo no bello. Y, gracias al aprendizaje y el conocimiento de todas estas cosas, se convierte en la quinta esencia del amante salvaje.
¿Cómo aprende un hombre estas cosas? ¿Cómo las aprende cualquier persona? Entremos en diálogo directo con la naturaleza de la Vida/ Muerte/Vida prestando atención a esta voz interior que no es el ego. Aprendamos, haciéndole a la naturaleza Vida/Muerte/Vida preguntas directas acerca del amor y la manera de amar y prestemos atención a sus respuestas. Gracias a todas estas cosas, aprenderemos a no dejarnos engañar por la gruñona voz de la parte de atrás de nuestra mente que nos dice "Esto es un cuento chino... me lo estoy inventando todo". Aprenderemos a prestar atención a lo que oímos... a todas las cosas que nos acercan cada vez más a la aguda conciencia, al amor a la lealtad y a la clara visión del alma.
Es bueno adquirir la reflexiva y cotidiana costumbre de desenredar una y otra vez la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida. El pescador entona una cancioncilla de una sola estrofa para facilitar la tarea del desenredo. Es una canción destinada a ayudar a la conciencia, a ayudar a desenredar la naturaleza de la Mujer Esqueleto. No sabemos lo que canta. Sólo podemos adivinarlo. Mientras desenredamos esta naturaleza, sería bueno que cantáramos algo de este tipo: ¿A qué tengo hoy que dar más muerte para generar más vida? ¿Qué me consta que debe morir, pero yo me resisto a permitir que muera? ¿Qué tiene que morir en mí para que pueda amar? ¿Qué no belleza me da miedo? ¿De qué me sirve hoy el poder de lo no bello? ¿Qué es lo que hoy tiene que morir? ¿Qué tiene que vivir? ¿A qué vida temo alumbrar? Y, si no ahora, ¿cuándo?

...Muchas veces perder el equilibrio por amor forma parte del equilibrio de la vida...
El chaman Ketut

Si entonamos la canción de la conciencia hasta sentir la quemadura de la verdad, arrojaremos una llamarada de fuego a la oscuridad de la psique y veremos lo que estamos haciendo, lo que estamos haciendo de verdad, no lo que queremos creer que estamos haciendo. Así desenredamos nuestros sentimientos y empezamos a comprender la razón por la cual el amor y la vida se tienen que vivir a través de los huesos.
Para enfrentarnos con la Mujer Esqueleto no tenemos que asumir el papel del héroe solar, no tenemos que librar una batalla ni poner en peligro nuestra vida en el desierto. Basta con que procuremos desenredarla. La capacidad de conocer la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida aguarda a los amantes que superan el impulso de echar a correr y el deseo de sentirse seguros.
Los antiguos que buscaban el conocimiento de la vida y de la muerte lo llamaban la Perla de Gran Valor, el Tesoro Inimitable. El hecho de sostener los hilos de estos misterios y de desenredarlos confiere un profundo conocimiento del Destino y el Tiempo, un tiempo para todas las cosas y cada cosa a su debido tiempo, rodando con lo áspero y resbalando con lo suave. No hay ningún conocimiento que sea más protector, nutritivo y fortalecedor del amor que éste.
Eso es lo que aguarda al amante que se sienta al amor de la lumbre con la Mujer Esqueleto, que la contempla y se deja conmover por ella. Es lo que aguarda a todos los que tocan su no belleza y desenredan con ternura su naturaleza de la Vida/Muerte/Vida.




Fuentes:

Clarissa Pinkola Estés
"Mujeres que Corren con los Lobos"

viernes, 4 de febrero de 2011

La persecución y el escondrijo

"Son muchas y diferentes las vicisitudes que vamos atravesando en nuestra relación con los demás. Debido al gran desconocimiento que tenemos de nosotros mismos y, por consiguiente, de los otros, andamos casi siempre a tientas, sin comprender y sin hallar una solución profunda a los innumerables problemas de relación que nos aquejan."

La naturaleza de la Muerte tiene la extraña costumbre de aparecer en las relaciones amorosas justo en el momento en que creemos haber encontrado a un amante adecuado, en que creemos haber pescado "un pez muy gordo". Es entonces cuando aflora a la superficie la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida y pega un susto a todo el mundo. Surge cuando los amantes hacen toda suerte de equilibrios y se preguntan por qué razón el amor no va a "dar resultado" para cualquiera de los componentes de la pareja. Es entonces cuando uno se esconde en la madriguera en un esfuerzo por hacerse invisible. ¿Invisible para el amante? No. Invisible para la Mujer Esqueleto. Es entonces cuando empiezan las carreras y la búsqueda de escondrijos. Pero, tal como veremos, no hay ningún lugar donde ocultarse.
La psique racional sale de pesca en la esperanza de lograr una buena pieza y no sólo la consigue sino que, además, se lleva un susto tan grande que apenas puede resistirlo. Los amantes tienen la sensación de que algo los persigue. A veces piensan que es el otro quien los persigue. Pero, en realidad, es la Mujer Esqueleto. Al principio, cuando aprendemos a amar de verdad, interpretamos erróneamente muchas cosas. Creemos que es el otro quien nos persigue cuando, en realidad, lo que atrapa a la Mujer Esqueleto de tal forma que no puede escapar de nosotros es nuestra intención de relacionarnos de una manera especial con otro ser humano. Siempre que nace el amor, emerge a la superficie la fuerza de la Vida/ Muerte/Vida. Siempre.
Así pues, el pescador y la Mujer Esqueleto se enredan el uno con el otro. Mientras la Mujer Esqueleto avanza a trompicones detrás del aterrorizado pescador, se inicia su primitiva participación en la vida; le entra apetito y come pescado seco. Más tarde, cuando cobra más vida, apaga su sed con la lágrima del pescador.
Este extraño fenómeno se produce en todas las relaciones amorosas: cuanto más corre el amante, más acelera ella. Cuando uno de los componentes de la pareja intenta huir de la relación, ésta se llena paradójicamente de vida. Y, cuanta más vida se crea, tanto más se asusta el pescador. Y, cuanto más corre, más vida se crea. El fenómeno es una de las tragicomedias más esenciales de la vida.
Una persona que se encontraba en esta situación soñó que encontraba a una amante cuyo suave cuerpo se abría como un armario. En el interior de la cavidad de su cuerpo había unos embriones relucientes y palpitantes, unas dagas en unos anaqueles que chorreaban sangre y unas bolsas llenas del primer verdor de la primavera. El sujeto se quedó perplejo, pues se trataba de un sueño acerca de la naturaleza de la Vida/Muerte /Vida.
Estas fugaces visiones del interior de la Mujer Esqueleto inducen a los amantes en ciernes a tomar su equipo de pesca y echar a correr a toda velocidad en un intento de interponer la mayor distancia posible entre su persona y la Mujer Esqueleto. Ésta es inmensa, enigmática y deslumbradoramente numinosa. Desde un punto de vista psíquico, se extiende de horizonte a horizonte y del cielo al infierno. Es tan enorme que cuesta mucho abrazarla. Y, sin embargo, no es de extrañar que la gente corra a echarse en sus brazos. Aquello que uno teme es capaz de fortalecer y sanar.

La fase de la persecución y el escondite es el período durante el cual los amantes intentan racionalizar su temor a los ciclos de la Vida/Muerte/Vida del amor. Se dicen "Con otra persona me irán mejor las cosas", o "No quiero renunciar a (llénese el espacio en blanco)...", o "No quiero cambiar de vida", o "No quiero enfrentarme con mis heridas o con las de otra persona", o "Aún no estoy preparado", o "No quiero que me transformen sin antes averiguar con todo detalle qué pareceré/sentiré después".
Es un período en el que los pensamientos están todos revueltos, en el que uno busca desesperadamente un refugio y el corazón le late con fuerza no porque ama y es amado sino de puro miedo. ¡Mira que haber sido atrapado por la Dama de la Muerte! ¡Ay! ¡Qué horror encontrarse cara a cara con la fuerza de la Vida/Muerte/Vida! ¡Doble ay!
Algunos cometen el error de pensar que escapan corriendo de la relación con su amante. Pero no es así. No se escapan del amor ni de las presiones de la relación. Intentan dejar atrás la misteriosa fuerza de la Vida/Muerte/Vida. La psicología diagnostica esta situación como "temor a la intimidad, temor al compromiso". Pero eso no son más que síntomas. La cuestión más profunda es la incredulidad y la desconfianza. Los que andan siempre huyendo temen en realidad vivir de acuerdo con los ciclos de la naturaleza salvaje e integral.
Así pues, la Dama de la Muerte persigue al hombre a través del agua y cruza la frontera que separa el inconciente de la conciencia de la mente. La psique conciente se da cuenta de lo que ha atrapado e intenta desesperadamente dejarlo atrás. Lo hacemos constantemente en nuestra vida cuando aparece algo temible. No prestamos atención y seguimos tirando de ello hacía arriba, en la creencia de que es un gran trofeo. Y es efectivamente un tesoro, pero no de la clase que nosotros habíamos imaginado. Es un tesoro que, por desgracia, nos han enseñado a temer. Y entonces intentamos huir o desprendernos de él o embellecerlo para que parezca lo que no es. Pero no da resultado. Al final, todos tenemos que besar a la vieja bruja.
En el amor tiene lugar el mismo proceso. Nosotros sólo queremos la belleza, pero acabamos enfrentándonos con lo malo. Tratamos de apartar de un empujón a la Mujer Esqueleto, pero ella sigue adelante. Echamos a correr y nos sigue. Es la gran maestra que siempre habíamos afirmado querer. "¡Pero no ésta!", gritamos cuando la vernos aparecer. Queremos otra. Lástima. Ésta es la maestra que a todos nos toca.
Hay un dicho según el cual, cuando el alumno está preparado, aparece la profesora. Quiere decir que la maestra interior aflora a la superficie cuando el alma, no el ego, está preparada. La maestra se presenta siempre que el alma la llama... menos mal, pues el ego nunca está del todo preparado. Si la aparición de la maestra dependiera exclusivamente del ego, nos quedaríamos toda la vida sin maestra. En eso tenemos suerte, pues el alma sigue transmitiendo sus deseos sin tener en cuenta las opiniones perennemente cambiantes de nuestros egos.
Cuando las cosas en las relaciones amorosas se enredan y adquieren un cariz alarmante, la gente teme que el final esté cerca, pero no así. Dado que se trata de una cuestión arquetípica y dado que la Mujer Esqueleto cumple la función del destino, el héroe se tiene que perder por el horizonte, la Dama de la Muerte tiene que presentarse inmediatamente después y el amante en período de adiestramiento tiene que entrar a gatas en su pequeña choza, ladeando y confiando en salvarse. y la Mujer Esqueleto tiene que seguirlo al interior de su seguro refugio. A continuación, él tiene que desenredarla, etc., etc.
Para los amantes modernos, la idea de "ocupar un espacio" es como el iglú del pescador, donde éste cree que se encuentra a salvo. A veces este temor a enfrentarse con la naturaleza de la muerte se distorsiona en una "excusa", mediante la cual se intentan conservar tan sólo la, facetas agradables de la relación sin tener que enfrentarse con la Mujer Esqueleto. Pero eso jamás da resultado.
Y hace que los amantes que no "ocupan un espacio" experimenten una enorme ansiedad, pues desearían conocer a la Mujer Esqueleto. Se han preparado a Conciencia, se han fortalecido, están intentando mantener a raya sus temores. Y ahora, justo en el momento en que están a punto de desentrañar el misterio, cuando uno de ellos se dispone a tocar el tambor del corazón y a entonar un canto a la vida en común, el otro componente de la pareja le grita "Todavía no, todavía no" o "No, jamás".
Hay una gran diferencia entre la necesidad de soledad y renovación y el deseo de "ocupar un espacio" para evitar la necesaria relación con la Mujer Esqueleto. Pero esta relación, entendida como la aceptación de la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida y el intercambio con ella, es el siguiente paso para fortalecer la propia capacidad de amar. Los que entablan una relación con ella adquirirán una capacidad duradera de amar. Y los que no, no la adquirirán. No hay vuelta de hoja.
Todos los "No estoy preparado", todos los "Necesito tiempo" son comprensibles, pero sólo durante un breve período. La verdad es que la gente nunca está "completamente preparada" y nunca hay un "momento adecuado". Tal como ocurre con todos los descensos al inconciente, llega un momento en que uno se limita a confiar en la suerte, se tapa la nariz y se lanza al abismo. Si no fuera así, no habría sido necesario crear las palabras heroína, héroe o valentía.
La tarea de conocer la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida se tiene que llevar a cabo. Si se retrasa, la Mujer Esqueleto se sumerge en el agua pero volverá a salir una y otra vez y seguirá persiguiendo una y otra vez. Ésta es su misión. Y nuestra misión es aprender. Si uno quiere amar, no hay más remedio. El hecho de abrazar a la Mujer Esqueleto es una tarea. Sin una tarea que suponga un reto, no puede haber transformación. Sin una tarea, no se puede experimentar una auténtica satisfacción. Amar el placer exige muy poco esfuerzo. Para amar de verdad hay que ser un héroe capaz de superar el propio temor.
Es cierto que muchas personas alcanzan la fase de la "fuga y el escondrijo". Por desgracia, algunas la alcanzan una y otra vez. La entrada de la madriguera está llena de huellas de los que han entrado apresuradamente a gatas. Pero los que quieren amar de verdad emulan al pescador. Se esfuerzan en encender el fuego y en enfrentarse con la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida. Contemplan cara a cara lo que temen y, paradójicamente, responden con convicción y asombro.




Fuentes:

Clarissa Pinkola Estés
"Mujeres que Corren con los Lobos"

viernes, 28 de enero de 2011

El hallazgo accidental del tesoro

"La confrontación con la muerte -y haberse librado de ella- hace que todo parezca tan precioso, tan sagrado, tan hermoso, que siento con mas intensidad que nunca el impulso de amarlo todo, de abrazarlo todo y de dejarme avasallar por todo. Mi rió nunca me pareció más bello... la muerte y.su posibilidad siempre presente hace más posible el amor, el amor apasionado. Me pregunto si podríamos amar apasionadamente, si sería posible el éxtasis, si supiéramos que nunca habríamos de morir."
Abraham Maslow

La primera tarea, el hallazgo del tesoro, figura en docenas de cuentos de todo el mundo en los que se narra la pesca de una criatura del fondo del mar. Cuando eso ocurre en una narración, siempre sabemos que muy pronto se producirá una lucha entre lo que vive en el mundo de arriba y lo que vive o se ha reprimido en el mundo subterráneo. En este cuento, el pescador pesca mucho más de lo que esperaba. "Es uno de los gordos", piensa mientras se da la vuelta para recoger la red.
No se da cuenta de que está izando a la superficie el tesoro más terrorífico que pueda imaginar, que está izando a la superficie algo muy superior a sus fuerzas. No sabe que tendrá que llegar a un entendimiento con él y que está a punto de poner a prueba todos sus poderes. Y lo peor es que no sabe que no sabe. Éste es el estado de todos los enamorados al principio: están tan ciegos como los murciélagos.
Los seres humanos que no tienen demasiados conocimientos al respecto muestran una cierta tendencia a acercarse al amor tal como el pescador del cuento se acerca a la caza: "Espero pescar uno muy gordo que me alimente durante mucho tiempo, me llene de emoción y me facilite la vida y del que pueda presumir delante de todos los demás cazadores cuando vuelva a casa."
Es el comportamiento natural del cazador ingenuo o muerto de hambre. Los muy jóvenes, los no iniciados, los hambrientos y los heridos tienen unos valores que giran en torno al hallazgo y la ganancia de trofeos. Los muy jóvenes aún no saben realmente lo que buscan, los hambrientos buscan sustento y los heridos buscan consuelo de sus anteriores pérdidas. Pero a todos les "caerá encima" el tesoro.
Cuando alguien está en compañía de los grandes poderes de la psique, en este caso de la mujer de la Vida/Muerte/Vida, y es muy ingenuo, lo más seguro es que pesque más de lo que esperaba. A menudo acariciamos la fantasía de recibir el alimento de la profunda naturaleza a través de una relación amorosa, un trabajo o el dinero, y esperamos que el alimento nos dure mucho tiempo. Nos gustaría no tener que trabajar más. Hay veces en que incluso nos gustaría que nos dieran de comer sin apenas tener que trabajar. En realidad, sabemos muy bien que, de esta manera, no conseguiremos nada que merezca la pena. Pero, aun así, lo deseamos.
Es fácil permanecer tendidos soñando simplemente con el amor perfecto. Es una anestesia de la cual tal vez jamás nos recuperemos como no sea para apropiarnos despiadadamente de algo valioso que se encuentra, sin embargo, fuera de nuestra conciencia. Para los ingenuos y heridos el milagro de la actuación de la psique consiste en que, aunque uno esté desanimado, aunque se muestre irreverente, no quiera hacerlo, no lo espere en realidad, no le apetezca, aunque se sienta indigno o no esté preparado, tropezará accidentalmente y de todos modos con el tesoro. Entonces al alma le corresponde la tarea de no pasar por alto lo que se ha encontrado, reconocer que el tesoro lo es efectivamente y reflexionar cuidadosamente acerca de lo que debe hacer a continuación.
La figura del pescador comparte un poco el simbolismo arquetípico de la del cazador y ambas representan entre otras muchas cosas los elementos psicológicos de los seres humanos que intentan saber y se esfuerzan por alimentar el yo por medio de la fusión con la naturaleza instintiva. En los cuentos como en la vida el cazador y el pescador inician su búsqueda mediante una de estas tres maneras: de una manera sagrada, con mezquindad o a trompicones. En el cuento de la Mujer Esqueleto vemos que el pescador anda un poco a trompicones. No es mezquino, pero tampoco pone de manifiesto una actitud o intención sagrada.
A veces los amantes empiezan también de esta manera. Al principio de una relación sólo intentan pescar un poco de emoción o una especie de antidepresivo del tipo "ayúdame a pasar la noche". Sin darse cuenta entran en una parte de su propia psique y en la de la otra persona en la que habita la Mujer Esqueleto. Aunque sus egos sólo busquen un poco de diversión, el espacio psíquico es un territorio sagrado para la Mujer Esqueleto. Si navegamos por estas aguas, la pescaremos con toda seguridad.
El pescador cree que sólo anda en busca de un poco de alimento, pero de hecho está sacando a la superficie toda la naturaleza femenina elemental, la olvidada naturaleza de la Vida/Muerte/Vida y ésta no se puede pasar por alto, pues, siempre que empieza una nueva vida, se presenta la Reina de la Muerte. Y cuando eso ocurre, por lo menos en un primer tiempo, la gente le presta una extasiada y temerosa atención.
Sedna, diosa oceánica de la mitología Inuit
En el tema inicial -el de la mujer que yace bajo la superficie del mar-, la Mujer Esqueleto se parece a Sedna, una figura de la Vida/Muerte/ Vida de la mitología Inuit. Sedna es la gran diosa deforme de la creación que habita en el mundo subterráneo Inuit. Su padre la arrojó por la borda de su kayak, pues, a diferencia de otras obedientes hijas de la tribu, ella se había escapado con un hombre-perro. Como el padre del cuento de hadas "La doncella manca", el padre de Sedna le amputó las manos. Sus dedos y sus miembros se hundieron hasta el fondo del mar, donde se convirtieron en peces y focas y otras formas de vida que a partir de entonces alimentaron a los Inuit.
Lo que quedó del cuerpo de Sedna también se hundió hasta el fondo del mar. Allí se convirtió en huesos y en cabello muy largo. En el rito Inuit, los chamanes de la tierra descienden nadando hasta ella y llevan comida para apaciguar a su furioso consorte-perro y guardián. Los chamanes le peinan el larguísimo cabello, le cantan y le suplican que sane el alma o el cuerpo de alguna persona de arriba, pues ella es la gran angakok, la maga; es la gran puerta norteña de la Vida y la Muerte.
La Mujer Esqueleto que se pasó siglos bajo el agua también se puede interpretar como la fuerza de la Vida/Muerte/Vida no utilizada y mal utilizada de una mujer. En su forma vital y resucitada, gobierna las facultades intuitivas y emotivas que completan los ciclos vitales de los nacimientos y los finales, de las penas y las celebraciones. Es la que examina las cosas, la que puede decir cuándo es el momento de que muera un lugar, una cosa, un grupo o una relación. Este regalo de la percepción psicológica espera a todos aquellos que la hacen aflorar a la conciencia a través del acto de amar a otra persona.

"Amar significa abrirnos a lo negativo como a lo positivo, a la aflicción, al dolor y al desengaño, así como al júbilo, al goce y a una intensidad de conciencia que antes no nos parecía posible. Describiré primero esta experiencia, desde el punto de vista fenomenológico, en su forma ideal, como paradigma.
Cuando nos enamoramos el mundo se sacude y todo cambia alrededor, no sólo en su aspecto, sino en la experiencia de lo que estamos haciendo en el mundo. Generalmente se siente esa sacudida conscientemente, en sus aspectos positivos, como un maravilloso y nuevo cielo que el amor produjo súbitamente con su milagro y su misterio. El amor es la respuesta a todo, cantamos. Independientemente de la trivialidad de semejante descripción, nuestra cultura occidental parece empeñada en una romántica -aunque desesperada- conspiración para imponer la ilusión de que todo lo que hay en ese estado es Eros. La vehemencia misma del esfuerzo para sostener tal ilusión revela la presencia del polo opuesto reprimido.
Ese elemento opuesto es la conciencia de la muerte. Pues la muerte está siempre a la sombra de los deleites del amor. Como un débil presagio siempre está presente la tremenda pregunta: "¿No nos destruirá esta nueva relación?" Cuando amamos abandonamos el centro de nosotros mismos. Somos arrancados de nuestro anterior estado de existencia y arrojados a un vacío; y aunque esperamos alcanzar un nuevo mundo, una nueva existencia, nunca podemos estar seguros de lograrlo. Nada parece lo mismo y bien pudiera ocurrir que ya nunca volviera a tener el mismo aspecto. El mundo está como aniquilado; ¿cómo podemos saber si volverá a construirse de nuevo? Nos entregamos y renunciamos a nuestro propio centro; ¿cómo sabemos que lo recuperaremos? Nos despertamos para encontrar al mundo sacudiéndose: ¿cuándo volverá a recobrar la calma?
El júbilo amoroso más exaltado está acompañado por la conciencia de la inminencia de la muerte... y esa conciencia tiene la misma intensidad que el júbilo. No parece posible que una cosa exista sin la otra."
Rollo May; "Amor y Voluntad"


Una parte de todas las mujeres y de todos los hombres se niega a saber que en todas las relaciones amorosas la Muerte también tiene que intervenir. Fingimos poder amar sin que mueran nuestras ilusiones acerca del amor, fingimos poder avanzar sin que jamás tengan que morir nuestros vehementes arrebatos de emoción. Pero en el amor, desde un punto de vista psíquico, todo, absolutamente todo se desmenuza. El ego no lo quisiera, pero así tiene que ser y toda persona dotada de una profunda naturaleza salvaje se muestra inclinada a aceptarlo.
¿Qué es lo que muere? La ilusión, las expectativas, el ansia de tenerlo todo, de querer tan sólo lo bello, todo muere. Puesto que el amor siempre da lugar a un descenso a la naturaleza de la Muerte, se comprende por qué razón es necesario tanto dominio sobre uno mismo y tanta fuerza espiritual para entregarse a este compromiso. Cuando uno se compromete con el amor, se compromete también con la resurrección de la esencia de la Mujer Esqueleto y de todas sus enseñanzas.
El pescador del cuento tarda en comprender la naturaleza de lo que ha pescado. Es lo que le ocurre a todo el mundo al principio. Si uno es inexperto, no sabe que allí abajo habita la naturaleza de la Muerte. En cuanto el sujeto averigua qué es lo que tiene delante, su impulso es intentar rechazarlo. Nos convertimos en unos seres semejantes a los padres mitológicos que arrojan al mar a sus hijas salvajes por la borda del kayak.
Sabemos que a veces las relaciones fallan cuando pasan de la fase de anticipación a la fase de enfrentamiento con lo que hay realmente en el extremo del anzuelo. Ocurre en la relación de una madre con su hijo de dieciocho meses lo mismo que entre los padres y su hijo adolescente, entre los amigos y entre los amantes de toda la vida y los que llevan muy poco tiempo juntos. Una relación iniciada con la mejor voluntad vacila, se agita y a veces se tambalea cuando termina la fase del enamoramiento. Entonces, en lugar de llevar a la práctica una fantasía, empieza en serio el desafío de la relación y uno tiene que echar mano de toda su habilidad y prudencia.
La Mujer Esqueleto que habita bajo el agua representa una forma inerte de una profunda vida instintiva que se conoce de memoria la creación de la Vida y la creación de la Muerte. Si los amantes insisten en llevar una vida de forzada alegría, perpetuos placeres y otras formas de nefasta intensidad, si se empeñan en que haya constantes alegres polkas, Donner und Blitz, truenos y relámpagos sexuales, o un torrente de cosas agradables y ningún conflicto, arrojarán por el acantilado la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida y ésta se volverá a ahogar en el mar.
El hecho de excluir de la relación amorosa todos los ciclos de la vida y la muerte da lugar a que la naturaleza de la Mujer Esqueleto sea arrancada de su alojamiento psíquico y se ahogue. Entonces la relación amorosa adopta una forzada expresión de "no nos pongamos tristes, procuremos divertirnos todo lo que podamos" que se esfuerza en mantener a toda costa. El alma de la relación desaparece y se hunde en el agua, inútil y sin sentido.
Siempre se arroja por el acantilado a la Mujer Esqueleto cuando uno o los dos componentes de la pareja no la soportan o no la entienden. La arrojamos por el acantilado cuando no aprendemos bien el uso de los ciclos transformativos: cuando las cosas tienen que morir y ser sustituidas por otras. Si los amantes no pueden soportar estos procesos de la Vida/Muerte/Vida, tampoco se pueden amar el uno al otro más allá de las aspiraciones hormonales.
El hecho de arrojar por el acantilado esta misteriosa naturaleza siempre da lugar a que la amante y la fuerza espiritual del amante se conviertan en unos esqueletos privados de auténtico amor y alimento, puesto que la mujer suele vigilar muy de cerca los ciclos biológicos y emocionales, los ciclos de la vida y la muerte constituyen el centro de su interés. Y, puesto que no puede haber mucha vida si no se produce un declive de lo que antes había, los amantes que se empeñan en mantenerlo todo al máximo nivel de esplendor psíquico vivirán una relación cada vez más osificada. El deseo de obligar al amor a vivir sólo en su forma más positiva es la causa de que, al final, el amor muera definitivamente.
El desafío del pescador es el de enfrentarse con la Dama de la Muerte, su abrazo y sus ciclos de vida y muerte. A diferencia de otros cuentos en los que se captura una criatura subacuática a la que después se deja en libertad y el pescador recibe en prenda de gratitud el cumplimiento de un deseo, a la Dama de la Muerte no se la puede soltar y ésta no accede amablemente a ningún deseo. Emerge a la superficie tanto si uno quiere como si no, pues sin ella no puede haber ningún auténtico conocimiento de la vida y, sin este conocimiento, no puede haber lealtad ni verdadero amor o afecto. El amor cuesta caro. Cuesta el precio de la valentía. Cuesta tomarse una molestia, tal como veremos más adelante.
Una y otra vez observo en los amantes, cualquiera que sea su sexo, un fenómeno de este tipo: dos personas inician una danza para ver si les interesa amarse. De repente, pescan accidentalmente a la Mujer Esqueleto. Algo en la relación empieza a disminuir y resbala hacia la entropía. A menudo se reduce el doloroso placer de la excitación sexual o uno de los componentes de la pareja ve la frágil y herida parte oculta del otro o ve al otro como algo que "no es precisamente un trofeo" y es entonces cuando emerge a la superficie la vieja con su calva y sus amarillentos dientes.
Parece espantoso y, sin embargo, es el momento privilegiado en que existe una auténtica oportunidad de dar muestras de valentía y conocer el amor. Amar significa permanecer al lado de alguien. Significa salir de un mundo de fantasía y entrar en un mundo en el que es posible el amor duradero, cara a cara, hueso a hueso, un amor hecho de afecto. Amar significa quedarse cuando todas las células gritan: "¡Echa a correr!"
Cuando los amantes son capaces de soportar la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida y de entenderla como un continuo -como una noche entre dos días- y como la fuerza capaz de crear un amor para toda la vida, pueden enfrentarse con la presencia de la Mujer Esqueleto en su relación. Entonces se fortalecen juntos y ambos se sienten llamados a una comprensión más profunda de los dos mundos en los que viven, el mundo material y el mundo del espíritu.







Fuentes:

Clarissa Pinkola Estés
"Mujeres que Corren con los Lobos"

jueves, 27 de enero de 2011

Las primeras fases del amor

En todos los cuentos hay algún material que se puede considerar un reflejo de las enfermedades o el bienestar de la propia cultura o de la propia vida interior. En los cuentos hay también unos temas míticos que se pueden interpretar como representación de las distintas fases de la conservación del equilibrio de los mundos interior y exterior, y como instrucciones para lograrlo.

Aunque la Mujer Esqueleto se puede considerar la representación de los movimientos del interior de una sola psique, este cuento me parece más interesante si se interpreta como una serie de siete tareas que enseñan a cada alma a amar profunda y satisfactoriamente a otra. Éstas son las tareas: descubrir a otra persona como una especie de tesoro espiritual, aunque al principio uno no se dé cuenta de lo que ha encontrado. En casi todas las relaciones amorosas viene a continuación la persecución y el ocultamiento, un período de esperanzas y temores para ambos componentes de la pareja. Después viene el desenredo y la comprensión de los aspectos de la Vida/Muerte/Vida que contiene la relación y la aparición de un sentimiento de compasión con respecto a la tarea. La siguiente fase es la de la relajación, la confianza y la capacidad de descansar en presencia del otro y con su beneplácito, tras lo cual se inicia un período de participación de ambos en los sueños futuros y las tristezas pasadas, los cuales marcan el comienzo de la curación de las antiguas heridas de amor. Después viene el uso del corazón para entonar un cántico a la nueva vida y, finalmente, la fusión del cuerpo y el alma...

"Según el planteamiento del psicólogo social Carlos Yela, el amor está compuesto básicamente por tres aspectos importantes: un estrecho vínculo de unión afectiva especial, también denominada 'intimidad'; la vivencia y expresión de deseos y necesidades con respecto a la otra persona −las pasiones erótica y romántica−; así como el compromiso, que es la intención de 'apostar' por la relación y conseguir mantenerla en el tiempo −por encima de distintos tipos de obstáculos y dificultades−.
De acuerdo con este esquema, quien experimenta amor por alguien sentiría un determinado nivel −variable en el tiempo− de intimidad, pasión y compromiso por la persona a la que ama −quien, a su vez, puede ser que le corresponda o no−.
Carlos Yela subraya que el amor no es lo mismo que la relación de pareja. En la mayoría de los casos, la relación de pareja comienza entre dos personas que se aman y la relación no termina a pesar de que el amor se acabe. Según los psicólogos sociales, las relaciones de pareja sin amor pueden mantenerse merced a lo que denominan 'barreras': miedo a la soledad, preocupación por los hijos, ansiedad de empezar de cero, dependencia tanto económica como afectiva ...etc. Nosotros decimos que pueden permanecer juntos sencillamente por qué se quieren, se aprecian y, aunque la llama de la pasión no queme como el primer día, las brasas de la hoguera ofrecen una calidez embriagadora.

El amor no siempre tiene la misma temperatura, el mismo calor y la misma pasión. No existe una línea recta en el estado de una relación, siempre pasa por diferentes fases.
En la primera fase se da un amor ideal en todos los sentidos, no existen fallos y defectos en el otro, y en el caso de existir se minimizan y compensan con las virtudes. Todo es maravilloso y cada momento común está lleno de felicidad. En los momentos de ausencia, hay añoranzas y pensamientos hacia el otro.
Esta idealización se basa sobre todo en que los contactos no suelen desarrollarse durante todo el día, y se limitan a ciertas horas cada periodo. En los momentos de lejanía los pensamientos se dedican a idealizar aún más, con poco lugar a la realidad. De ahí el dicho de que el amo es ciego, y aunque los amigos y familiares adviertan de inconvenientes, es complicado escucharles. Asimismo, no hay que tomar grandes decisiones por lo que los conflictos se minimizan.
Con el tiempo la relación se complica, se entra en una segunda fase de más cercamiento. Ahora sí que es necesario decidir sobre asuntos de presente y futuro.
Paralelamente se ha alcanzado un grado de conocimiento del otro mayor: se conocen las virtudes, los defectos, las reacciones, las formas de comportarse, los detalles, los comportamientos en casos extremos. La idealización pues ha acabado y la relación es más realista.
Se impone una balanza entre lo bueno y lo malo de la relación, surgen las lógicas dudas y se reflexiona sobre el futuro de la relación. Si la rutina se ha apoderado prematuramente de la pareja se entra en aburrimientos y cansancios.
Es el momento de evaluar el estado de la relación: si ha sido algo pasajero e inestable, el final estará cerca. Si hay problemas, es el momento de solucionarlos o acabar.
En la tercera fase, la de la madurez, se supone que en vida en común y un compromiso de pareja estable y sin caducidad. Existen problemas que hay que solventar, y estos, si no se solucionan a tiempo pueden convertirse en grandes losas.
Se aprende a vivir con aquellos defectos que más molestan, aunque desagraden. La pasión hace tiempo que no es lo mismo, y la comunicación sexual ha pasado a un cariño costumbrista y tolerante.
El conocimiento mutuo y la anticipación de reacciones es casi completo, sin lugar a demasiadas sorpresas. Existirán enfados sí, pero más bien causados por elementos externos, por el cansancio de la rutina que por novedades de personalidad o comportamiento.
La pareja, ya con años de bagaje llega a la última fase, en el que los dos se han convertido en compañeros de vida, y el cariño prevalece sobre cualquier sentimiento. Es amor en efecto, pero de forma diferente, la pasión se ha reducido al mínimo, y la compañía se hace la reina de la relación.
Es la fase a la que a todas las parejas les gustaría llegar, como las de nuestros abuelos. Tras decenas de años de confianza no hay sorpresas, pero sí resquemores por oportunidades idílicas perdidas de otros amores. Los años han pasado y ese sentimiento de ocasiones no aprovechadas se suele descargar en el otro. La edad es lo que tiene, que hace volver atrás y replantearse las cosas-
En todas las fases es primordial la comunicación, segundo a segundo, dejar espacio de libertad, más importante cuanto más se aleja la relación de los primeros instantes, y sobre todo es necesaria la voluntad de solventar cada problema sin venirse abajo y sin tirar la toalla de la relación ante el mínimo obstáculo."

... A lo largo de mis veintitantos años de práctica, los hombres y las mujeres se han tendido en mi sofá diciendo con emocionado terror: "He conocido a alguien... yo no quería, estaba ocupado en mis propios asuntos y ni siquiera miraba y, ¡de pronto!, conozco a alguien con A mayúscula. ¿Qué hago ahora?" Mientras alimentan la nueva relación, empiezan a acobardarse. Se echan para atrás y se preocupan. ¿Temen perder el amor de esta persona? No. Tienen miedo porque están empezando a vislumbrar una calva calavera por debajo de las olas de su pasión. ¡Ay! ¿Y ahora qué hacen?
Yo les digo que es un momento mágico, pero no logro tranquilizarlos. Les digo que ahora veremos algo maravilloso. Pero les falta la fe. Les digo que resistan y eso sí lo hacen, aunque con gran esfuerzo. Sin que yo me dé cuenta desde la óptica de mi análisis, la barquita de su relación amorosa se va alejando cada vez más rápido. Alcanza la orilla y, en un santiamén, sus ocupantes echan a correr como alma que lleva el diablo y yo en mi papel de analista corro a su lado e intento decirles algo mientras a nuestra espalda nos sigue a trompicones quien ya sabemos.

La mayoría de la gente cuando se enfrenta por primera vez con la Mujer Esqueleto experimenta el impulso de echar a correr y alejarse al máximo. Correr forma parte del proceso. Hacerlo es humano, pero no durante todo el tiempo y no para siempre.



Fuentes:

Clarissa Pinkola Estés
"Mujeres que Corren con los Lobos"

lunes, 24 de enero de 2011

La Muerte en la casa del amor

"Si nos identificamos a nuestra existencia corporal, el tiempo se convertirá en nuestro enemigo, porque comenzaremos a preocuparnos por el miedo a morir, rechazando y sintiéndonos molestos por nuestra condición humana efímera, perdemos el respeto por nuestro cuerpo, por nuestro equilibrio y dejamos de darle al cuerpo lo que realmente necesita por estar en ese afán de “robarle tiempo al tiempo.
Mientras más haya un concepto vivido de lo que es la eternidad y podamos establecer una verdadera amistad con el tiempo, nuestra relación con él se convertirá en una especie de juego, en el que uno aceptará al tiempo tal y como es.
El tiempo se vive segundo a segundo y debemos aprovecharlo, debemos dejar de preocuparnos tanto por el futuro o por el pasado y comenzar a vivir el presente con conciencia, a vivir el ahora.
El tiempo es algo invisible y sin embargo, es el escenario en el que vivimos. Si no hubiera tiempo, no habría vida."

La incapacidad de enfrentarse con la Mujer Esqueleto y de desenredarla es el origen del fracaso de muchas relaciones amorosas. Para amar, hay que ser no sólo fuerte sino también sabio. La fuerza Procede del espíritu. La sabiduría procede de la experiencia con la Mujer Esqueleto.
Tal como hemos visto en el cuento, si uno desea ser alimentado de por vida, tiene que enfrentarse con la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida y entablar una relación con ella. En cuanto conseguimos este propósito, ya no andamos dando tumbos por ahí en un intento de pescar fantasías, pues comprendemos que la verdadera relación la crean las muertes necesarias y los sorprendentes nacimientos. Cuando nos enfrentamos con la Mujer Esqueleto, comprendemos que la pasión no es algo que se "va a buscar" sino algo que se genera a través de unos ciclos y se distribuye por este medio. La Mujer Esqueleto es la que nos muestra que una vida compartida en todos los incrementos y todas las disminuciones, en todos los finales y los principios crea un fiel amor sin parangón.
El cuento es una metáfora muy apropiada para el problema del amor moderno, el temor a la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida y al aspecto de la Muerte en particular. En buena parte de la cultura occidental el carácter original de la naturaleza de la Muerte se ha envuelto en distintos dogmas y doctrinas hasta separarlo de su otra mitad que es la Vida. Nos han enseñado equivocadamente a aceptar una forma rota de uno de los más básicos y profundos aspectos de la naturaleza salvaje. Nos han enseñado que la muerte siempre va seguida de más muerte. Pero no es así, la muerte siempre está incubando nueva vida aunque nuestra existencia haya quedado reducida a los huesos.

En lugar de ser considerados contrarios, los arquetipos de la Muerte y la Vida tienen que ser vistos como un conjunto, como la izquierda y la derecha de una sola idea. Es cierto que dentro de una sola relación amorosa hay muchos finales. Pero, en algún lugar de los delicados estratos del ser que se crea cuando dos personas se aman, hay un corazón y un aliento. Cuando se vacía un lado del corazón, se llena el otro. Cuando se agota un aliento, empieza otro.

"Quienes creen que disponen de mucho tiempo, sólo se preparan en el momento de la muerte. Entonces los desgarra el arrepentimiento. Pero, ¿no es ya demasiado tarde?".
Padmasambhava

Si creemos que la fuerza de la Vida/Muerte/Vida no tiene ningún espacio más allá de la muerte, no es de extrañar que algunas personas teman concertar compromisos. Les aterra la simple posibilidad de soportar un final. No pueden soportar la idea de pasar de la galería a las habitaciones interiores. Tienen miedo, pues intuyen que en el cuarto del desayuno de la casa del amor está sentada la Dama de la Muerte, golpeando el suelo con el pie, doblando y volviendo a doblar los guantes. Tiene delante una lista de trabajo, a un lado lo que está vivo y al otro lo que se está muriendo. Y está firmemente decidida a realizar su tarea. Está firmemente decidida a mantener el equilibrio.

"...Soy responsable de lo que he hecho o no he querido hacer en mi vida. De todas las vivencias que he tenido, todas ellas dejaron grabaciones en mi memoria y en mi cuerpo, condicionando el presente el modo en que me relaciono conmigo mismo y con el mundo...

...Nuestra vida es un interespacio entre el primero y el último hálito; una vida que se va formando de continuos presentes, haciéndose en cada instante. Se dice que el sufi es el hijo del instante. La vida es el instante, pues aunque recordemos el pasado o planeemos el futuro, esa acción de recordar y de planificar no se está haciendo en el momento actual. Es en el presente donde tenemos la posibilidad de cambiar nuestra existencia, nuestro carácter, nuestra personalidad, nuestros hábitos; en definitiva, de vivir. Si soy consciente de mi respiración, sintiendo el aire cuando entra y cuando sale, y de lo que acontece en cada instante, entonces seré más consciente del Aquí y el Ahora, permitiéndome retornar a mí mismo, a mi mismidad; tan sólo necesito fuerza de voluntad para hacerlo.
La espada es símbolo de libertad, de justicia y de valentía, entre otros significados. Empuñar la espada precisa coraje (“corazón” viene del latín cor ‘corazón, núcleo, centro’; “coraje” es atreverse a actuar con valentía desde el corazón). Necesitamos coraje para vivir el presente y limpiar el pasado, necesitamos coraje para enfrentarnos –desde lo que realmente somos– al futuro; a un futuro recolector de una cosecha fructífera. También debemos preparar el terreno para el último destino después de la muerte, ya que hay que vivir como si fuésemos a morir hoy mismo y aprender a morir como si fuésemos a vivir eternamente. Somos seres de paso, sí, pero de paso para vivir el Aquí y el Ahora, disfrutando de la vida, mirando a un futuro prometedor. ¿Cómo quiero vivir?
Se puede conocer el pasado y liberarse del sufrimiento conociendo las intenciones o actitudes más profundas que pulsan dentro de cada uno; para ello tendremos que bucear en el Inconsciente. Somos el resultado de la calidad de nuestras intenciones, cosechando según la calidad de la siembra. La intención sincera es semilla que fructifica..."

El arquetipo de la fuerza de la Vida/Muerte/Vida ha sido muy mal interpretado en muchas culturas modernas. En algunas ya no se comprende que la Dama de la Muerte representa una pauta esencial de la creación. Gracias a sus amorosos cuidados la vida se renueva. En muchas tradiciones populares las figuras femeninas de la muerte son objeto de representaciones espectaculares: lleva una guadaña y "cosecha" a los que menos lo esperan, besa a sus víctimas y deja los cadáveres a su espalda o asfixia a la gente y después se pasa la noche lanzando gemidos de dolor.
Pero en otras culturas como la de las Indias Orientales y la maya, que han conservado las enseñanzas acerca de la rueda de la vida y la muerte, la Dama de la Muerte envuelve a los moribundos, alivia su dolor y los consuela. En el curanderismo, dicen que da la vuelta al niño en el vientre y lo coloca boca abajo para que pueda nacer. Dicen que guía las manos de la comadrona, abre los caminos de la leche de la madre en los pechos y consuela a todos los que lloran solos. Lejos de despreciarla, los que la conocen en su ciclo completo respetan su generosidad y sus lecciones.

"El temor a la muerte, señores, no es otra cosa que considerarse sabio sin serlo, ya que es creer saber sobre aquello que no se sabe. Quizá la muerte sea la mayor bendición del ser humano, nadie lo sabe, y sin embargo todo el mundo le teme como si supiera con absoluta certeza que es el peor de los males".
Sócrates

Desde un punto de vista arquetípico, la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida es un componente básico de la naturaleza instintiva. En el mito y el folclore se la llama la Dama de la Muerte; Coatlicue; Hel; Berchta; Ku’an Yin; Baba Yagá; la Dama de Blanco; la Belladona Misericordiosa; y, formando un grupo de mujeres, las griegas Graeae, las Damas Grises. Desde la Banshee, en su carruaje hecho de nubes nocturnas, hasta La Llorona de la orilla del río, desde el ángel oscuro que roza a los seres humanos con la punta de su ala hundiéndolos en un éxtasis hasta el fuego de los pantanos que aparece cuando la muerte es inminente, los cuentos están llenos de estos vestigios de las antiguas personificaciones de la diosa de la creación.
Buena parte de nuestro conocimiento de la naturaleza de la Vida/ Muerte/Vida está contaminada por nuestro temor a la muerte. De ahí que nuestra capacidad de movernos al ritmo de los ciclos de esta naturaleza sea un tanto escasa. Estas fuerzas no "nos hacen nada". No son ladrones que nos roban las cosas que más queremos. Esta naturaleza no es un conductor que atropella lo que más apreciamos y se da a la fuga.
No, las fuerzas de la Vida/Muerte/Vida forman parte de nuestra propia naturaleza, forman parte de una autoridad interior que conoce los Pasos de la Danza de la Vida y la Muerte. Está integrada por los aspectos de nuestra personalidad que saben cuándo algo puede, debe y tiene que nacer y cuándo tiene que morir. Es una maestra muy sabia siempre y cuando nosotros sepamos aprender su ritmo. Rosario Castellanos, la mística y poeta mexicana, escribe a propósito de la entrega a las fuerzas que gobiernan la vida y la muerte:

... dadme la muerte que me falta...

Los poetas comprenden que todo carece de valor sin la muerte. Sin la muerte no hay lecciones, sin la muerte no hay oscuridad sobre la cual pueda destacar el fulgor del diamante. Mientras que los iniciados no temen a la Dama de la Muerte, nuestra cultura nos anima a menudo a arrojar a la Mujer Esqueleto desde el acantilado, pues no sólo es un personaje temible sino que, además, se necesita mucho tiempo para aprender a conocerla. Un mundo sin alma fomenta la rápida y desesperada búsqueda del filamento capaz de arder perennemente y a partir de ahora. Sin embargo, el milagro que estamos buscando exige tiempo: tiempo para buscarlo y tiempo para traerlo a la vida.
La búsqueda moderna de la máquina del movimiento continuo compite con la búsqueda de la máquina del amor continuo. No es de extrañar que las personas que pretenden amar se sientan perplejas y acosadas como en el cuento de "Las zapatillas rojas". y se entreguen a una enloquecida danza, incapaces de detener sus frenéticas evoluciones, pasando como un torbellino por delante de las cosas que más aprecian en su fuero interno.
Sin embargo, hay otra manera, una manera mucho mejor que tiene en cuenta las flaquezas, los temores y las singularidades humanas. Pero, tal como suele ocurrir en los ciclos de la individuación, casi todos nosotros nos limitarnos a pasar tropezando por encima de ella.




Fuentes:

Clarissa Pinkola Estés
"Mujeres que Corren con los Lobos"

lunes, 17 de enero de 2011

La Mujer Esqueleto

Había hecho algo que su padre no aprobaba, aunque ya nadie recordaba lo que era. Pero su padre la había arrastrado al acantilado y la había arrojado al mar. Allí los peces se comieron su carne y le arrancaron los ojos. Mientras yacía bajo la superficie del mar, su esqueleto daba vueltas y más vueltas en medio de las corrientes.
Un día vino un pescador a pescar, bueno, en realidad, antes venían muchos pescadores a esta bahía. Pero aquel pescador se había alejado mucho del lugar donde vivía y no sabía que los pescadores de la zona procuraban no acercarse por allí, pues decían que en la cala había fantasmas.
El anzuelo del pescador se hundió en el agua y quedó prendido nada menos que en los huesos de la caja torácica de la Mujer Esqueleto. El pescador Pensó: "¡He pescado uno muy gordo! ¡Uno de los más gordos!" Ya estaba calculando mentalmente cuántas personas podrían alimentarse con aquel pez tan grande, cuánto tiempo les duraría y cuánto tiempo él se podría ver libre de la ardua tarea de cazar. Mientras luchaba denodadamente con el enorme peso que colgaba del anzuelo, el mar se convirtió en una agitada espuma que hacía balancear y estremecer el kayak, pues la que se encontraba debajo estaba tratando de desengancharse. Pero, cuanto más se esforzaba, más se enredaba con el sedal. A pesar de su resistencia, fue inexorablemente arrastrada hacia arriba, remolcada por los huesos de sus propias costillas.
El cazador, que se había vuelto de espaldas para recoger la red, no vio cómo su calva cabeza surgía de entre las olas, no vio las minúsculas criaturas de coral brillando en las órbitas de su cráneo ni los crustáceos adheridos a sus viejos dientes de marfil. Cuando el pescador se volvió de nuevo con la red, todo el cuerpo de la mujer había aflorado a la superficie y estaba colgando del extremo del kayak, prendido por uno de sus largos dientes frontales.
"¡Ay!", gritó el hombre mientras el corazón le caía hasta las rodillas, sus ojos se hundían aterrorizados en la parte posterior de la cabeza y las orejas se le encendían de rojo. "¡Ay!", volvió a gritar, golpeándola con el remo para desengancharla de la proa y remando como un desesperado rumbo a la orilla. Como no se daba cuenta de que la mujer estaba enredada en el sedal, se pegó un susto tremendo al verla de nuevo, pues parecía que ésta se hubiera puesto de puntillas sobre el agua y lo estuviera persiguiendo. Por mucho que zigzagueara con el kayak, ella no se apartaba de su espalda, su aliento se propagaba sobre la superficie del agua en nubes de vapor y sus brazos se agitaban como si quisieran agarrarlo y hundirlo en las profundidades.
"¡Aaaaayy!", gritó el hombre con voz quejumbrosa mientras se acercaba a la orilla. Saltó del kayak con la caña de pescar y echó a correr, pero el cadáver de la Mujer Esqueleto, tan blanco como el coral, lo siguió brincando a su espalda, todavía prendido en el sedal. El hombre corrió sobre las rocas y ella lo siguió. Corrió sobre la tundra helada y ella lo siguió. Corrió sobre la carne puesta a secar y la hizo pedazos con sus botas de piel de foca.
La mujer lo seguía por todas partes e incluso había agarrado un poco de pescado helado mientras él la arrastraba en pos de sí. Y ahora estaba empezando a comérselo, pues llevaba muchísimo tiempo sin llevarse nada a la boca. Al final, el hombre llegó a su casa de hielo, se introdujo en el túnel y avanzó a gatas hacia el interior. Sollozando y jadeando permaneció tendido en la oscuridad mientras el corazón le latía en el pecho como un gigantesco tambor. Por fin estaba a salvo, sí, a salvo gracias a los dioses, gracias al Cuervo, sí, y a la misericordiosa Sedna, estaba... a salvo... por fin.
Pero, cuando encendió su lámpara de aceite de ballena, la vio allí acurrucada en un rincón sobre el suelo de nieve de su casa, con un talón sobre el hombro, una rodilla en el interior de la caja torácica y un pie sobre el codo. Más tarde el hombre no pudo explicar lo que ocurrió, quizá la luz de la lámpara suavizó las facciones de la mujer o, a lo mejor, fue porque él era un hombre solitario. El caso es que se sintió invadido por una cierta compasión y lentamente alargó sus mugrientas manos y, hablando con dulzura como hubiera podido hablarle una madre a su hijo, empezó a desengancharla del sedal en el que estaba enredada.
"Bueno, bueno." Primero le desenredó los dedos de los pies y después los tobillos. Siguió trabajando hasta bien entrada la noche hasta que, al final, cubrió a la Mujer Esqueleto con unas pieles para que entrara en calor y le colocó los huesos en orden tal como hubieran tenido que estar los de un ser humano.
Buscó su pedernal en el dobladillo de sus pantalones de cuero y utilizó unos cuantos cabellos suyos para encender un poco más de fuego. De vez en cuando la miraba mientras untaba con aceite la valiosa madera de su caña de pescar y enrollaba el sedal de tripa. Y ella, envuelta en las pieles, no se atrevía a decir ni una sola palabra, pues temía que aquel cazador la sacara de allí, la arrojara a las rocas de abajo y le rompiera todos los huesos en pedazos.
El hombre sintió que le entraba sueño, se deslizó bajo las pieles de dormir y enseguida empezó a soñar. A veces, cuando los seres humanos duermen, se les escapa una lágrima de los ojos. No sabemos qué clase de sueño lo provoca, pero sabemos que tiene que ser un sueño triste o nostálgico. Y eso fue lo que le ocurrió al hombre.
La Mujer Esqueleto vio el brillo de la lágrima bajo el resplandor del fuego y, de repente, le entró mucha sed. Se acercó a rastras al hombre dormido entre un crujir de huesos y acercó la boca a la lágrima. La solitaria lágrima fue como un río y ella bebió, bebió y bebió hasta que consiguió saciar su sed de muchos años.
Después, mientras permanecía tendida al lado del hombre, introdujo la mano en el interior del hombre dormido y le sacó el corazón, el que palpitaba tan fuerte como un tambor. Se incorporó y empezó a golpearlo por ambos lados: ¡Pom, Pom!.... ¡Pom, Pom!
Mientras lo golpeaba, se puso a cantar "¡Carne, carne, carne! ¡Carne, carne, carne! ". Y, cuanto más cantaba, tanto más se le llenaba el cuerpo de carne. Pidió cantando que le saliera el cabello y unos buenos ojos y unas rollizas manos. Pidió cantando la hendidura de la entrepierna, y unos pechos lo bastante largos como para envolver y dar calor y todas las cosas que necesita una mujer.
Y, cuando terminó, pidió cantando que desapareciera la ropa del hombre dormido y se deslizó a su lado en la cama, piel contra piel. Devolvió el gran tambor, el corazón, a su cuerpo y así fue como ambos se despertaron, abrazados el uno al otro, enredados el uno en el otro después de, pasar la noche juntos, pero ahora de otra manera, de una manera buena y perdurable.
La gente que no recuerda la razón de su mala suerte dice que la mujer y el pescador se fueron y, a partir de entonces, las criaturas que ella había conocido durante su vida bajo el agua, se encargaron de proporcionarles siempre el alimento. La gente dice que es verdad y que eso es todo lo que se sabe.


Fuentes:

Clarissa Pinkola Estés
"Mujeres que Corren con los Lobos

La Mujer Esqueleto: El enfrentamiento con la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida del amor

A los lobos se les dan muy bien las relaciones. Cualquiera que haya observado el comportamiento de los lobos se habrá dado cuenta de la profundidad de sus vínculos. Las parejas suelen ser de por vida. Aunque se registren conflictos y desacuerdos entre los miembros de la pareja, sus fuertes vínculos les permiten superarlos y conocer juntos duros inviernos, numerosas primaveras, largos paseos, nuevas camadas, viejos depredadores, danzas tribales y cantos corales. Las necesidades de relación de los seres humanos no difieren demasiado de las suyas.
Mientras que la vida instintiva de los lobos se caracteriza por la lealtad y unos vínculos duraderos de confianza y afecto, los seres humanos tropiezan a veces con dificultades en estas cuestiones. Si descubriéramos los fuertes vínculos que se registran entre los lobos en términos arquetípicos, diríamos que la integridad de sus relaciones deriva de su sincronización con la antigua pauta de toda naturaleza... lo que yo llamo el ciclo de la Vida/Muerte/Vida.
La naturaleza de la Vida/Muerte/Vida es un ciclo de nacimiento, desarrollo, declive y muerte, seguido siempre de un renacimiento. Este ciclo influye en toda la vida física y en todas las facetas de la vida psicológica. Todo, desde el sol, las novas y la luna y también los asuntos de los seres humanos y de todas las más minúsculas criaturas, de las células, moléculas y los átomos por igual, presenta esta palpitación, seguida de un titubeo y otra palpitación.

La Danza de Shiva

"La danza es ritmo y el ritmo impregna el universo. A fin de cuentas, la esencia del cosmos es energía animada de ritmo y de conciencia: el día y la noche, los movimientos de los astros, lo atestiguan, pero el ritmo se oculta también en la intimidad del átomo.

En el hinduismo, el Señor Shiva (literalmente: el auspicioso) es la tercera persona de la Trimurti, formada por Brahma, el dios creado; Vishnú, el conservador del universo, y Shiva, el destructor o transformador de toda la creación.
La Danza de Shiva simboliza no sólo los ciclos cósmicos de creación y destrucción, sino también el ritmo diario de nacimiento y muerte, considerado en el misticismo hindú como la base de toda existencia. Al mismo tiempo, Shiva nos recuerda que las múltiples formas del mundo son maya – no fundamentales, sino ilusorias y siempre cambiantes – mientras continúa creándolas y disolviéndolas en el incesante flujo de su danza.
La danza de Shiva está compuesta por la combinación siempre fluyente de sus cinco actividades.
El poder de la creación está representado por la mano derecha en alto y el tambor, sobre el cual toca y produce las vibraciones de las que emanan los ritmos y ciclos de la creación.
El poder de mantener está representado por la mano derecha de abajo en un gesto de bendecir o indicación de no temer.
El poder de destrucción se muestra a través del fuego que sostiene en su mano izquierda elevada en una pose de media luna. Esa luna creciente se puede observar también en su cabello.
El poder de ocultar es aquel que esconde la verdad, permitiendo así el crecimiento y eventual cumplimiento del destino, representado por el pie derecho parado sobre el demonio postrado.
El poder de revelar brinda conocimiento y libera el espíritu. Este está representado por el pie izquierdo levantado y la mano izquierda hacia abajo como una trompa de elefante.

El arco de fuego dentro del cual baila Shiva es el vestíbulo de la conciencia. Conocido también como el corazón lleno de luz del hombre, esta es la cámara central del universo físico. Nataraja danza el universo dentro y de entre la existencia, revelando la extrema realidad.
Puede llevar en su cabello una sirena, una calavera, una cobra y/o una luna creciente. La guirnalda de cráneos que lleva lo identifica como el tiempo y asegura la muerte de todos los seres. Un solo cráneo en su pecho es el creador. La cobra o serpiente es el poder cósmico esperando que vive en todo. La enorme forma devoradora que se impone desde lo alto es el Gran Tiempo. Los tres ojos simbolizan el sol, la luna y el fuego o los tres poderes; crear, preservar y destruir. Dos ojos representan el mundo de dualidad mientras que el ojo del medio muestra la visión de no-dualidad. Su sonrisa indica una transcendencia imperturbable.
Shiva también simboliza la quietud y el movimiento forjados juntos. La quietud habla de la paz y el equilibrio en el interior de todo, en el centro. El movimiento intenso, en ocasiones representado por su cabello ondeando en todas las direcciones, muestra la furia y vigor que llenan el universo. La implicación es que "La Gran Alma Cósmica" (Dios/a) permite ambas cosas. El baile y el bailarín son uno solo.
"La Gran Alma Cósmica" es el bailarín cósmico. Shiva es el alma primordial, poder energía y vida de todo lo que existe. En su aspecto como Nataraya (Nata: teatro, danza; Raja: realeza) "El Rey de la Danza Teatral" o más comúnmente llamado "El Señor de la Danza Cósmica", representa lo divino, porque en la danza el ser creado es inseparable de su creador. De manera similar, universo y alma no pueden ser separados de "La Gran Alma Cósmica".

Para el hombre arcaico o, en nuestros días, para los "salvajes", la danza es la actividad tribal espontánea más significativa. Todo invita al hombre tribal a danzar: las bodas, los nacimientos, los duelos. Baila para hacer llover, baila antes de la caza o antes del combate… Infatigable, danza durante noches enteras. La danza es así el medio privilegiado para despertar el psiquismo colectivo de la tribu. Por la danza, accede eventualmente al éxtasis: por ella el psiquismo de la tribu sigue el ritmo de lo cósmico y concuerda con las potencias misteriosas del cosmos."


A diferencia de los seres humanos, los lobos no piensan que los altibajos de la vida, la energía, la fuerza, el alimento o las oportunidades sean sorprendentes o constituyan un castigo. Las cumbres y los valles están simplemente ahí y los lobos los recorren con la mayor eficacia y naturalidad posible. La naturaleza instintiva posee la prodigiosa capacidad de vivir todas las circunstancias positivas y todas las consecuencias negativas sin interrumpir la relación con el yo y con los demás.
El lobo afronta los ciclos de la naturaleza y el destino con buena voluntad e ingenio y con la paciencia necesaria para permanecer unido a la propia pareja y vivir lo mejor que pueda durante el mayor tiempo posible. Sin embargo, para que los seres humanos puedan vivir y entregar su lealtad de esta manera tan acertada y tan sabia, tan protectora y tan sensible, es necesario que éstos se enfrenten con aquello que más temen. Y no hay manera de evitarlo, tal como veremos más adelante. Hay que acostarse con Doña Muerte.
En los cuentos más sabios el amor raras veces es un encuentro entre dos enamorados. Por ejemplo, algunos cuentos de las regiones circumpolares describen el amor como la unión entre dos seres cuya fuerza conjunta permite a uno de ellos o a los dos establecer comunicación con el mundo espiritual y participar en el destino como si éste fuera una danza con la vida y la muerte.
El cuento que voy a relatar es una historia de caza acerca del amor. La acción transcurre en el gélido norte. Para comprender el relato, hay que tener en cuenta que allí, en uno de los ambientes más inhóspitos y una de las más duras culturas cazadoras del mundo, el amor no significa un coqueteo o una búsqueda con el simple propósito de complacer el ego, sino un vínculo visible formado por el tendón psíquico de la resistencia, una unión que perdura en la prosperidad y en la austeridad, a lo largo de los días y noches más complicados y más sencillos. La unión de dos seres se ve en sí misma como una magia angakok, como una relación a través de la cual ambos individuos pueden conocer "quién es el que manda".

Pero esta clase de unión plantea ciertas exigencias. Para poder crear este amor duradero, se invita a un tercer participante. Es el que yo llamo la Mujer Esqueleto. También se le podría llamar Doña Muerte y, como tal, sería otra figura de la Vida/Muerte/Vida en uno de sus múltiples disfraces. Bajo esta forma, Doña Muerte no es una enfermedad sino una divinidad.
En una relación, desempeña el papel del oráculo que sabe cuándo es el momento de que los ciclos empiecen y terminen. (Eso no significa que la relación termina sino que ciertos aspectos de la relación se desprenden de la piel, pierden el caparazón, desaparecen sin dejar rastro, no indican su paradero y, de repente, reaparecen con otra forma, otro color y otra textura.) Como tal, es el aspecto más salvaje de la relación, el que más temen los hombres y a veces incluso las mujeres, pues, cuando se ha perdido la confianza en la transformación, también se pierden los ciclos naturales del desarrollo y el desgaste.
Para crear un amor duradero, ambos amantes tienen que abrazar a la Mujer Esqueleto y aceptar su presencia en la relación.


Fuentes:

Clarissa Pinkola Estés
"Mujeres que Corren con los Lobos"
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