domingo, 28 de septiembre de 2008

"Ser critico tiene valor espiritual".

La pasión de Ken Wilber.


Desde hace muchos años, Ken Wilber (nacido el 31/1/1949) es considerado como uno de los pensadores más importantes de la psicología transpersonal, una de las pocas escuelas de psicología que toma en serio las experiencias espirituales. Dentro del mundo alternativo siempre ha sido algo así como un tipo extraño, por no decir mal visto. Muchos se desviven con Jung, Wilber no. Muchos desprecian a Freud, Wilber no. Muchos ven el holismo como el nuevo evangelio, Wilber no. Muchos creen culpable al intelecto, Wilber no. ¿Cuál es la visión de este hombre, quién durante veinte años ha escrito complicados, y a veces no tanto, pero siempre tremendamente originales libros sobre psicología espiritual y sus amplias implicaciones? Frank Visser, de Holanda, fue a Boulder a conocerlo en persona.

Como observador de Wilber desde el principio he seguido sus publicaciones desde los primeros ochenta. Durante muchos años he intentado contactar con él en vano. Leyendo "El Proyecto Atmán" durante mis años de estudiante (me gradué en 1987 como psicólogo de la religión) supe de inmediato que Wilber reunía todo lo que yo buscaba en ese momento: un auténtico acercamiento científico a la espiritualidad humana. Intenté dar a conocer a Wilber en mi universidad pero lo que encontré fue cierto un interés educado o la indiferencia. Traduje el libro, conseguí que se publicara, aunque comercialmente no fuera factible, y estuve escribiendo a Wilber con comentarios, sin resultados. Mientras tanto supe que vivía como un ermitaño, no respondía al correo y se comunicaba con sus colegas mayormente a través de sus trabajos publicados, al menos según la leyenda.

A mediados de los ochenta, y después de diez libros, no se supo nada de él durante años porque su mujer cayó gravemente enferma y dejó de escribir por completo, más tarde escribió acerca de esta época el libro "Gracia y Coraje". Las oportunidades de conocerlo en persona parecían ser nulas. Pero entonces, en 1995 apareció un un libro increíblemente extenso con el título "Sexo, Ecología, Espiritualidad", yo estaba en Estados Unidos para asistir al congreso anual de la Asociación Transpersonal Internacional. En esa ocasión supe de otro libro: "Breve Historia de Todas las Cosas". ¡No podía esperar a traducirlo! De vuelta visité la Theosophical Publishing House en Wheaton (soy teosofista), la editorial de "El Proyecto Atman" y tuve una inspirada conversación sobre Wilber con su editora senior. Cuando estaba a punto de marchar me dio su número secreto de fax en un trozo de papel.

UNA RELACIÓN POR FAX

De vuelta a casa probé suerte de inmediato y mandé a Wilber un fax con mis impresiones del congreso transpersonal, y con las preguntas que tenía desde hace años. No tuve que esperar mucho para obtener contestación. Al día siguiente tenía un fax de Wilber con una larga respuesta. Este fue el comienzo de un intenso intercambio de ideas que ha continuado hasta hoy, siempre a través del fax, se podría hablar de una amistad mediada por el fax.

Cuando a finales del año pasado encontré un anuncio en Internet sobre una conferencia de Wilber en enero en San Francisco empezó a entrarme el cosquilleo. ¿Sería posible un encuentro con Wilber tras todo este tiempo? La conferencia surgió de una conversación que tuvo lugar en tres números sucesivos de la revista ReVision, co-fundada originalmente por Wilber. En esos números, sus principales oponentes, como Stanislav Grof, Michael Washburn y algunos otros, habían escrito largos artículos y Wilber había respondido a sus críticas una por una, así que por primera vez estaba tomando forma un verdadero diálogo sobre asuntos transpersonales.

El hecho de que Wilber no estuviera presente en la conferencia no me cogió de sorpresa, esta ha sido su política durante los últimos veinte años. Pero, ¿no sentiría curiosidad por lo que allí se dijo sobre su persona y su trabajo? Me planteé el riesgo y pensé que podría visitarlo tras la conferencia, en su hogar en Boulder, para ponerlo al día y decirnos hola.

EN CASA

Pero lástima, se encontraba de retiro en ese momento, según dijo, y que tras él daría conferencias en el Naropa Institute para después volver a trabajar duro en la secuela de "Sexo, Ecología, Espiritualidad". Pero al día siguiente llegó otro fax: debido a la conferencia de Wilber, su editorial, Shambala, había decidido lanzar su nuevo libro "El Ojo del Espíritu", parte del cual consiste en una larga respuesta al material de la conferencia, unos meses antes. Él tenía que estar en San Francisco para esto, donde tuvo lugar la conferencia, y después de la conferencia se encontraría con algunos amigos en reuniones a las que yo estaba amablemente invitado. Pero quizás él estaría en casa, en Boulder...

Como el tiempo era escaso y yo tenía que reservar mis vuelos le pedí una respuesta rápida. Esta llegó por fax en forma de nota escrita a mano: "Puedes quedarte en mi casa una noche. Tengo una habitación para las visitas. Vienes el lunes y te vas el martes." Quince años de paciencia habían merecido la pena...

Con suerte fui capaz de comprar un billete a Denver desde San Francisco, aunque United Airlines casi fastidia el proyecto al cobrar por el viaje de vuelta 1250 dólares. Felizmente pude encontrar uno más barato en una extraña agencia de viajes asiática para un vuelo con una compañía con base en Denver. Lleno de expectación volé a Denver, donde un autobús me llevaría a Boulder. En Boulder me encontré con él en el salón de un hotel llamado Boulderado, como él propuso. Reconocer a Wilber en un hotel lleno de gente no es demasiado difícil por su calva y gran estatura, sobresale de todo el mundo. Camina hacia mí con una gran sonrisa y me lleva a su jeep, que espera fuera.

Desde ese momento comienza una amigable conversación que cubre todo, desde la conferencia del último fin de semana, la abrumadora belleza de la naturaleza en Colorado, los precios desorbitados de las compañías aéreas y todo lo que pasa por su cabeza en ese momento. Después de un paseo por las montañas llegamos a su casa, vive muy alto en una especie de chalet, pegado a las Montañas Rocosas y elevado de la llanura, lo que le da una vista panorámica.

Entramos dentro y nos sentamos en la cocina de su sala de estar, yo en una silla de bar, él cerca del fregadero, apoyado en un armario, y comienza una conversación que durará nueve horas y media de corrido. Son las cuatro de la tarde y hasta la una y media de la noche hablamos y hablamos ininterrumpidamente acerca de los temas más profundos (y los más profanos). Es intenso en todo lo que hace, puede hablar apasionadamente o escuchar tranquilamente. Se expresa de manera sutil o muy enérgica. Y tiene un increíble sentido del humor. Por encima de todo es muy amable y se muestra preocupado porque yo me sienta bien ("¿Te encuentras cómodo Frank?").

La apariencia de Wilber es notoria. Su calva es algo a lo que te tienes que acostumbrar. Su expresividad es una segunda característica importante. Subraya lo que dice con grandes gestos. Vivir a esa altitud con un clima soleado le ha dado una piel bronceada y lo hace parecer muy saludable para ser un ermitaño. Vestido con jeans y una camiseta muy ancha responde a la imagen que se ha formado de él: vive para su trabajo, en reclusión, y no se molesta mucho de su apariencia.

REGRESIVO

Por qué no había venido a la conferencia dedicada a él fue una de las primeras preguntas que le hice. Los artículos en ReVision no lo habían convencido de la utilidad de su presencia allí, explicó. Estaba desilusionado por la mediocre calidad de la mayoría de las aportaciones. Y aunque podría haber seguido las críticas de los sectores feminista, ecológico o la psicología profunda, sentía que todo se enmarcaba en un escenario regresivo que no valoraba lo suficiente las características de la modernidad.

Según pasaban las horas iba teniendo más claro por qué siempre ha expresado en sus escritos muchas reservas sobre el mundo alternativo y transpersonal. Como cualquiera que esté familiarizado con su trabajo sabe, Wilber considera la mayoría, si no todo, lo que se llama New Age o New Science modelos regresivos o reduccionistas del desarrollo humano, aunque ellos se presenten como síntesis prometedoras entre la ciencia y la espiritualidad.

En su extenso trabajo "Sexo, Ecología, Espiritualidad" ha expresado por primera vez de manera abierta su crítica severa a estas dudosas tendencias de la "espiritualidad" contemporánea, lo que le ha supuesto algunos enemigos más. De hecho, en la conferencia el tema central de muchos ponentes fue que él, como autoridad espiritual, debería conocer su responsabilidad y mostrar más compasión y respeto por otros puntos de vista. La crítica que había hecho se consideraba no espiritual...

DE REPENTE INCISIVO

Cuando lo enfrento a esto, de repente se vuelve tajante y muy concentrado. En su opinión, la profundidad de las tradiciones espirituales se ha perdido casi por completo en los puntos de vista populares de la espiritualidad, desde la Conspiración de Acuario (Aquarian Conspirancy) hasta la Profecía Celestine (Celestine Prophecy).

Para apuntar de qué forma su visión difiere de todo esto explica que estos puntos de vista contienen a menudo una visión del mundo altamente dualista (contraria a sus pretensiones holísticas). Hablan de sólo dos polos: ego y Self (Jung), ego y Ground (Washburn), ego y esencia (Hameed Ali), ego y cuerpo (Lowen), etcétera. (Curiosamente, Wilber hace lo mismo en sus dos primeros libros, "El Espectro de la Consciencia" y "Consciencia sin Fronteras", donde escribe sobre ego y Mente, FV).

El tipo general de razonamiento con estos autores es: al comienzo de su desarrollo un ser humano se encuentra en un estado de unión con el Self (el Sí mismo), aunque de manera inconsciente. Durante el proceso de crecimiento esta realidad trascendental es reprimida y el ego se desarrolla. Este ego no sólo pierde contacto con el cuerpo, sino también con la dimensión espiritual. Para llegar a ser espiritual de nuevo como adulto hay que deshacer esta represión, así el ego puede volver a contactar con el Self, pero ahora conscientemente. La fase intermedia del ego y la mente tiene características negativas en este proceso y el desarrollo espiritual es conceptualizado como un proceso de regresión. Tenemos que regresar a algo que hemos perdido.

A menudo, sólo se reconocen dos categorías: una "buena" y otra "mala". La "buena" es: la naturaleza, el cuerpo, el holismo, la unidad, la interacción de todo, las culturas primitivas, lo femenino, la física cuántica, etcétera. Lo "malo": la cultura, la mente, el atomismo, la división, las jerarquías, la modernidad, lo masculino, la física clásica, etcétera.

LA DIMENSIÓN PROFUNDA

Wilber critica esta visión dualista con una vehemencia sin precedentes. La llamada Nueva Ciencia (New Science), una mezcla de la teoría de sistemas, holografía, física cuántica, teoría del caos, o cualquier otra moda científica que aparezca, es para Wilber tan materialista como la tan despreciada Vieja Ciencia (Old Science) de Descartes y Newton (que de hecho presentaron visiones muy holísticas de la realidad). Ambos, el atomismo y el holismo son ideologías planas, mientras tanto debemos de ser pioneros en la dimensión profunda de la consciencia humana.

La unidad no es más espiritual que la división, añade rápidamente, ya que existen formas inmaduras de unidad igual que existen formas maduras y espirituales de hacer divisiones. Ambas son necesarias para un desarrollo saludable. Muchos consideran la naturaleza más espiritual (por que es cósmica) que la cultura (que "sólo" es una invención humana). Para Wilber, es precisamente de otra forma. La naturaleza es divina, lo que es cierto, pero en el mundo de la cultura la mente humana está reflejada, lo que es más espiritual que la naturaleza que es inconsciente. Las llamadas culturas primitivas no son automáticamente más espirituales que la llamada secularizada cultura occidental. Pueden llegar a ser muy dogmáticas, cultivar una mentalidad de grupo y evitar el desarrollo personal.

El cuerpo es visto en algunos círculos como el hogar de la espiritualidad, porque se supone que es más real y energético que el ego: no deberíamos vivir en nuestras cabezas demasiado tiempo, sino que hay que bajar a los sentidos, algo es real cuando se experimenta a través del cuerpo, etcétera. En agudo contraste, Wilber ve el potencial humano de trascender el cuerpo como un signo de desarrollo y así un paso hacia la espiritualidad.

Y finalmente, lo femenino no es de manera automática más espiritual que lo masculino, argumenta, aunque esta es la impresión que se obtiene de la mayoría de la literatura ecológica y feminista. A los hombres se les dibuja como criaturas estúpidas que crean la guerra y oprimen a las mujeres, mientras que se supone que las mujeres son más espirituales porque saben como establecer relaciones y son buenas para ello. Para Wilber, los hombres y las mujeres son por igual espirituales o no espirituales, ambos tienen que pasar por un difícil proceso de desarrollo desde lo prepersonal, pasando por lo personal y hasta lo transpersonal. Los hombres lo harán a su forma y las mujeres a la suya, pero ninguno de ellos es esencialmente más espiritual que el otro.

Por esta razón, Wilber propone un modelo de desarrollo en tres partes: los estados van de lo prepersonal, a lo personal y a lo transpersonal. Uno puede pensar aquí en tres divisiones análogas como: cuerpo, alma, espíritu; instinto, intelecto, intuición; mítico, mental, místico; animal, humano, divino, etcétera. Y este es el asunto: el primer estado, que se considera el "bueno" en el modelo de dos estados, es ahora la fase primitiva. Y el segundo estado, considerado el "malo" en el otro modelo, el ego, la mente, la cultura occidental, es un paso adelante en dirección a lo espiritual.

En resumen: en nuestro desarrollo, individualmente y culturalmente, no vamos de lo bueno a lo malo, sino de lo bueno a lo mejor y a lo superior. Ahora el ego ya no es el enemigo del espíritu, sino su mejor amigo porque nos saca de la naturaleza inconsciente. Los típicos valores modernos como la racionalidad y la individualidad son valorados de manera muy distinta en estos dos modelos.

Se pueden reconocer fácilmente estos dos puntos de vista según se evalúan la mente y el ego. ¿Qué camino espiritual alienta el estudio comparativo y el intenso trabajo intelectual? Trabajar el cuerpo y las emociones es visto por muchos como algo más espiritual que usar la mente, y esto es lo que Wilber llama una tendencia regresiva. Si ves esto no necesitarás leer sus quince libros.

ROMANTICISMO FRENTE A IDEALISMO

Empezamos a comer un sándwich calentado, pero se enfría de nuevo. Wilber explica que su visión se puede encontrar en la historia de la filosofía oriental. En los siglos dieciocho y diecinueve dos movimientos reaccionaron a la dominante cultura racionalista de la Iluminación. El romanticismo dio la espalda a la razón y declaró la naturaleza, el cuerpo y las emociones algo sagrado y propugnaba un retorno a la divina naturaleza.

En contraste, el idealismo considera también divina la naturaleza, pero una divinidad dormida, mientras Dios empieza a despertarse en los seres humanos. Podemos ver a Dios en la naturaleza hoy día, pero ¿lo vemos en la cultura, en los logros modernos como la democracia, la abolición de la esclavitud, los derechos humanos, los movimientos de liberación, la racionalidad, la tolerancia, etcétera?

Para los idealistas siguió un tercer nivel en el que el Espíritu llega a ser consciente de sí mismo. La espiritualidad tiene que ver con esta tercera fase sólo, según Wilber, y no con una naturaleza románticamente anti-racionalista. Este efecto del romanticismo bloquea el crecimiento espiritual y vender esto como espiritualidad es cruel, añade Wilber apasionadamente, porque prolonga el sufrimiento en vez de atajarlo. Él ve que según muchos puntos de vista "la profundidad se ha ido de vacaciones" y ha intentado hablar y criticar estas visiones de manera abierta. Concluye su sermón con la frase "ser crítico tiene valor espiritual".

A cierta hora dice que para él es momento de irse a la cama y me deja en la habitación con una cerveza holandesa mirando la noche de Denver. Me ha dejado perplejo e intento asimilar las últimas horas. ¿La New Age buscando un Dios durmiente? ¿La racionalidad como un paso hacia la espiritualidad? ¿La secularización como un acto de Dios? Al menos son puntos de vista originales...

Ya que no es fácil dormir esa noche, ¿quién podría dormir estando bajo el mismo techo que su ídolo? Deambulo por la planta baja de su casa de tres. Los miles de libros que dice que ha leído están realmente allí, ordenadamente agrupados por temas. Las muchas traducciones de sus libros, hay ahora 15 libros con 16 traducciones, están en las estanterías. Hay muchos en alemán, español y portugués, pero también en chino y japonés. ¡Tener en tus manos una traducción china de "Consciencia sin Fronteras" es una extraña experiencia! La segunda planta tiene una cocina y una sala de estar con un gran televisor en color que muestra continuamente su canal favorito, Travel Channel (El Canal de los Viajes), publicitando viajes a Europa. En la planta de arriba trabaja y duerme y aquí tiene muchos libros amontonados.

ONDAS CEREBRALES

La mañana siguiente me enseña, no sin cierto orgullo, un vídeo de él mientras medita conectado a un equipo para hacer electroencefalogramas. Esta máquina registra las ondas beta (vigilia ordinaria), ondas alfa (estado de relajación), ondas theta (sueño) y ondas delta (sueño profundo). Es capaz de entrar en cuatro segundos en un estado en el que toda actividad baja a cero, excepto una débil actividad delta. "Esto es Nirvana" dice Wilber de paso, "nirvikalpa samadhi". Se me corta la respiración. ¿Así de fácil? Wilber ha practicado zen durante veinte años.

Esto lo lleva a uno de sus temas favoritos: en el más elevado estado de consciencia es posible medir los procesos fisiológicos del cerebro, aunque esta medida no dice nada de la parte subjetiva de la experiencia. La investigación científica exacta forma parte integral de su enfoque.

Con el jeep vamos a través de la montañas para disfrutar de las maravillosas vistas de las llanuras de Denver. Un ciervo cruza la carretera. Aunque le gustaría mucho vivir en San Francisco, él es un hombre de ciudad, confiesa, la tranquila atmósfera de Boulder le resulta ideal para escribir. Descendemos a Boulder, una ciudad universitaria que da cobijo no sólo a la Universidad de Colorado, sino también al Naropa Institute, fundado por Chogyam Trungpa. Nos sentamos en una cafetería, tenemos sólo media hora hasta que el autobús me lleve al aeropuerto de Denver, no queda mucho de que hablar por el momento y hago que un ciudadano de Boulder nos haga una foto. ¡Este trofeo lo quiero llevar a casa!

Se produce un divertido diálogo entre Ken y el dueño de la cafetería, quién aparentemente no nos conoce:

"¿De qué se conocen?"

"Él es el traductor de mis libros en Holanda"

"¿Sobre qué escribe Vd.?"

"Sobre temas de Oriente y Occidente, psicología, filosofía, esa clase de temas."

"Oh, estupendo."

"Uno de mis últimos libros se llama "Breve Historia de Todas las Cosas". Está en las librerías. Lo podrá reconocer fácilmente porque tiene mi fea cara en la portada."

"Bien, entonces lo tendré que leer, ya que tengo que saber qué hacen mis clientes."

¡Incluso en su ciudad un autor famoso en el mundo entero puede ser desconocido! Para la actual generación de estudiantes él no le habla a su imaginación tanto como hacía con estudiantes anteriores, explica. Puede ir a un café o al cine sin ser reconocido todo el tiempo. Incluso en Boulder los tiempos están cambiando.

Cuando llega el momento de decir adiós Wilber dice medio en broma: "Soy americano, así que nos tenemos que abrazar." Yo soy holandés, pero aquí somos mentes iguales: dos hombres, los dos con el proyecto de explicar la espiritualidad de manera científica, de difícil contacto físico pero con una profunda simpatía mutua. Con un gran gesto me abraza y me aprieta contra su pecho. Y así se marcha, con su jeep entre las montañas.

ESPESA NIEBLA

Cuando llego a Denver el aeropuerto está rodeado de una espesa capa de niebla. Las siguientes cuatro horas el aeropuerto está cerrado para todos los vuelos. Wilber había escrito en uno de los números de ReVision que estaba dedicado a su trabajo:

"Muchos ven muy claramente el triste estado en el que se encuentra nuestro campo. Están alarmados por la reaccionaria, antiprogresista y regresiva espesa niebla que avanza por él." (vol. 19, nr. 2, pp. 30-31)

Es como si la naturaleza quisiera subrayar esto una vez más.

Frank Visser (1958) ha traducido al holandés "El Proyecto Atman" y "Breve Historia de Todas las Cosas" y está trabajando en este momento en un libro introductorio sobre Wilber. Su principal interés es confrontar paradigmas dentro de la psicología transpersonal y la interconexión de la psicología transpersonal con el pensamiento esotérico. Sobre este último tema ha escrito un libro llamado "Siete Esferas" (Seven Spheres; 1995) .




Política y Espiritualidad.

La cuestión políticamente más apremiante de hoy en día, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo, consiste en descubrir la forma de integrar la tradición liberal con la auténtica espiritualidad. Jamás en la historia estas dos vertientes del quehacer humano han mantenido una relación adecuada. De hecho, el liberalismo moderno (y toda la ilustración europea) fue en gran medida una reacción en contra de la religión tradicional. El grito de guerra de Voltaire, "¡Recordad las crueldades!" —recordad las brutalidades infligidas a hombres y mujeres en nombre de Dios y acabad con ellas... y de paso acabad también, de una vez por todas, con ese Dios—, no tardó en propagarse por todo el continente. Pero de ese modo la religión quedó en manos de los conservadores, y desde entonces, el mundo se ha polarizado en dos bandos armados hasta los dientes, cada uno de ellos profundamente receloso del otro. En uno de los bandos se agrupan los liberales, defensores a ultranza de las libertades y de los derechos individuales en contra de la tiranía de lo colectivo y sumamente suspicaces, por tanto, respecto de las religiones, tan predispuestas siempre a imponernos sus creencias y a decirnos lo que tenemos que hacer para salvar nuestra alma.

No es de extrañar, pues, que el nacimiento del liberalismo ilustrado haya estado históricamente ligado a la lucha en contra de la tiranía religiosa y desconfíe profundamente —llegando incluso, en ocasiones, a aborrecerlo— de todo lo que tenga la menor connotación religiosa o espiritual. Los liberales, consecuentemente, han tendido a reemplazar la salvación divina por la salvación económica. Según ellos, la libertad y la liberación no se halla en un supuesto cielo al que accedamos después de esta vida (ni en ningún otro tipo de opio del pueblo), sino en los logros reales alcanzados sobre la Tierra (comenzando, claro está, por los beneficios materiales y económicos). Y puesto que la esencia del liberalismo radica en el progreso de las condiciones sociales reales (libertad económica, libertad política y libertad material), los términos "progresivo" y "liberal" han terminado convirtiéndose en sinónimos.

El liberalismo ha sustituido la tiranía de lo colectivo por lo que podríamos denominar un "individualismo universal", la afirmación de que todos los individuos -con independencia de raza, género, color o credo- son iguales ante la ley y deben, en consecuencia, ser tratados de la misma manera. Por ello una de las aspiraciones fundamentales del liberalismo ha sido de liberar al individuo de la tiranía colectiva y buscar la libertad política y económica. Y que duda cabe de que ese liberalismo nos ha proporcionado muchas cosas positivas. Lo lamentable, no obstante, ha sido que, en muchos casos, la antigua tiranía de la religión se ha visto suplantada por la tiranía económica y el Dios del papa ha sido derrocado para entronizar en su lugar al omnipotente Dios del dólar.

De ese modo, el alma de los seres humanos ya no es aplastada por Dios... porque de esa función se encarga hoy en día la fábrica. La "cuestión esencial" de la vida deja entonces de girar en torno a lo divino y comienza a gravitar alrededor del salario. Y precisamente por ello aun en medio de la más palmaria abundancia económica, el alma del ser humano agoniza de inanición. En el otro bando se alinean los conservadores, más proclives a una tradición cívica y humanista que considera que la esencia de los seres humanos está ligada a los valores colectivos (entre los que destacan los valores religiosos). En la mayor parte de los casos, sin embargo, los republicanos tienden a estar tan estrechamente atados al conservadurismo religioso que, aunque afirmen defender los derechos individuales y la "libertad del gobierno", sólo lo hacen así cuando esas "libertades" coinciden con sus principios religiosos. El énfasis en los valores familiares y colectivos permite que los conservadores erijan naciones fuertes, lo que en ocasiones tiene lugar a expensas de quienes no comparten su particular orientación religiosa. La tiranía cultural nunca está lejos de la sonrisa conservadora, y los liberales suelen retroceder horrorizados ante el "amor" que afirman profesar los conservadores por los hijos de Dios, porque lo terrible es que, si usted no es uno de los hijos de su Dios preferido, suelen aguardarle cosas muy desagradables.

En un sentido muy simplista, ambas orientaciones, la liberal y la conservadora, tienen un "aspecto positivo" y un "aspecto negativo" y lo ideal sería rescatar lo positivo de ambas perspectivas, dejando de lado al mismo tiempo sus facetas negativas. Lo bueno del liberalismo es su énfasis en las libertades individuales y su rechazo de la mentalidad gregaria. Pero el hecho es que, en su celo por proteger las libertades individuales, el liberalismo ha terminado negando todo valor colectivo (incluidos los valores religiosos y espirituales, que, insistimos, ha reemplazado por los valores económicos y materiales). Porque el hecho es que el interés por lo económico -que en sí mismo no es malo- suele fomentar un clima de despreocupación por el alma. De hecho, en los círculos liberales el término "religioso" ha llegado a tener connotaciones un tanto embarazosas. Kant hablaba, precisamente, en nombre de la Ilustración liberal cuando dijo que, a partir de ella, todo aquel que fuera descubierto arrodillado y rezando debería sentirse profundamente avergonzado.

En el clima de las libertades políticas y económicas, todo lo que suene a religioso o espiritual tiende a resultar embarazoso. En breve veremos que eso ocurre porque tenemos una visión mítica y empobrecida del Espíritu, pero es evidente que la función histórica del liberalismo ha sido matar a Dios, y ciertamente lo ha hecho, hasta el punto de quedar asociado a la "tiranía anti-espiritual". ¿Sería posible despojarnos de esta "tiranía anti-espiritual" sin perder las admirables ventajas individuales logradas por el liberalismo? Lo positivo del conservadurismo, por su parte, es su comprensión de que, a pesar de la importancia de los individuos y de las libertades individuales, estamos muy equivocados si creemos que el individuo es una isla. De hecho, nuestra misma existencia depende del entramado familiar, colectivo y espiritual en que estamos inexorablemente inmersos.

De algún modo, pues, mis valores más profundos no dependen exclusivamente de la relación que sostengo conmigo mismo, sino también con mi familia, con mis amigos, con mi comunidad y con mi Dios. Y en la medida en que reniego de esas relaciones profundas no sólo destruyo el soporte mismo de la comunidad y me extravío en un desenfreno hiperindividualista, sino que también me alieno del más profundo de todos los vínculos, el que une el alma del ser humano con el Espíritu divino. Muy bien, pero ¿de qué Dios está usted hablando? -responderán a esto los liberales-. Porque lo cierto es que cada vez que estas consideraciones abstractas se han concretado prácticamente en un código moral o en una religión determinada han terminado desembocando en un tipo u otro de caza de brujas. La importancia del contexto comunitario y espiritual no tarda en degenerar en mi comunidad, mi Dios y mi país, acertada o equivocadamente! Y si usted no acepta a mi Dios, irá directamente al infierno y yo mismo me encargaré gustosamente de acompañarle. La tiranía cultural, pues, más o menos solapada, nunca ha sido ajena a la agenda conservadora.

¿Existe alguna forma de rescatar las ventajas del enfoque conservador -en particular su aceptación de la espiritualidad- sin caer en la tiranía cultural que suele acompañarle? Y ¿existe alguna forma de conservar las ventajas del enfoque liberal -las libertades individuales- despojándonos de la tiranía de los anti-alma? ¿Es posible, en suma, articular un liberalismo espiritual, un humanismo espiritual, un abordaje que considere los derechos del individuo en un contexto espiritual más profundo que no los niegue sino que, por el contrario, contribuya a sostenerlos? ¿Es posible concebir a Dios y al Espíritu de un modo que ayude a consolidar los objetivos más nobles del liberalismo? ¿Es posible encontrar algún sustrato común a los dos enemigos acérrimos que se debaten en el mundo moderno, Dios y el liberalismo? Ésta es, como ya he dicho, en mi opinión, la más urgente de las preguntas a que debe hallar respuesta el mundo moderno y postmoderno. Porque mientras no lo haga, el conservadurismo espiritual seguirá fragmentando al mundo, ya que su agenda sólo le permite respetar a los fieles a su Dios particular, llámese Jehová, Alá, Shinto o Shiva (nombres todos ellos con los que lamentablemente se convoca, con demasiada frecuencia, a la batalla).

Es absolutamente necesario preservar los logros obtenidos por el liberalismo ilustrado, pero también lo es ubicarlos en el contexto de una espiritualidad que trascienda las objeciones de la Ilustración. Debe tratarse, en suma, de una espiritualidad que no niegue la Ilustración sino que se asiente sobre ella o, dicho de otro modo, en un Espíritu liberal. El enfoque espiritual que presento en las páginas siguientes apunta precisamente en esa dirección. De hecho, casi todos mis libros (especialmente "El proyecto Atman", "Después del Edén", "Los tres ojos del conocimiento", "Un Dios sociable", "Sexo, ecología y espiritualidad" y "Breve historia de todas las cosas") son precisamente prolegómenos a esta cuestión, la búsqueda de un Dios liberal, de un Espíritu liberal, de un humanismo espiritual, de un espiritualismo humanista o de cualquier otro término con que decidamos calificar la esencia de esta orientación. Un Dios liberal depende, antes que nada, de la forma en que respondamos a la pregunta "¿Dónde ubicamos al Espíritu?", pregunta a la que volveremos y discutiremos detenidamente en el último capítulo.

Y mis próximos libros seguirán versando en torno a esta cuestión, de forma, si cabe, todavía más explícita. Pero el tema general de "Dios y la política" descansa, en mi opinión, en el tipo de cuestiones teóricas que revisaremos en las siguientes páginas, una revisión necesariamente previa al bosquejo de cualquier esquema político concreto, Así pues, aunque el trasfondo de este libro sean las relaciones existentes entre la política y la espiritualidad, en realidad su objetivo será servir de introducción a este tema. Lo más importante, por el momento, es que el "humanismo espiritual" se ocupe de temas tales como la psicología, la filosofía, la antropología y el arte. Y he elegido el término "integral" para representar este enfoque global porque integral significa integrador, inclusivo, global y equilibrado. La idea es aplicar la orientación integral a los diversos campos del quehacer y del conocimiento humano (incluyendo la integración entre la ciencia y la espiritualidad). Este enfoque integral no sólo resulta imprescindible para el campo de la política, sino que también modifica profundamente nuestra concepción de la psicología y de la mente humana, de la antropología y de la historia humana, de la literatura y del significado del ser humano, de la filosofía y de la búsqueda de la verdad, aspectos todos ellos que en mi opinión se ven profundamente afectados por un enfoque integral que trata de rescatar lo mejor de todos ellos y de entablar un diálogo mutuamente enriquecedor.

Fuentes:

Por Ken Wilber



El Desarrollo Espiritual.

Existen cuatro estadios o fases del desarrollo espiritual, la creencia, la fe, la experiencia directa y la adaptación permanente; dicho de otro modo; uno puede creer en el Espíritu, uno puede tener fe en el Espíritu, uno puede experimentar directamente el Espíritu y uno puede devenir Espíritu.

1.La creencia es el primer (y, por consiguiente, el más común) de los estadios del desarrollo espiritual.

La creencia requiere imágenes, símbolos y conceptos y, en consecuencia, suele originarse en el nivel mental. Pero el desarrollo de la mente atraviesa distintas fases -mágica, mítica, racional y visión-lógica-, cada una de las cuales sirve de fundamento a un tipo (y a un estadio) de creencia religiosa o espiritual.
El estadio de las creencias mágicas (ejemplificado por el vudú y los conjuros mágicos) es egocéntrico y se da tal fusión entre el sujeto y el objeto que aquél cree que la fuerza de su deseo puede llegar a operar sobre el mundo físico y sobre los demás. La creencia mítica, por su parte, suele ser sociocéntrica y etnocéntrica, lo cual significa que diferentes grupos sostienen mitos diferentes habitualmente exclusivos (es decir, si uno cree, por ejemplo, que Jesús es el salvador de la humanidad, no queda lugar alguno para Krishna), y proyecta sus intuiciones espirituales sobre uno o más dioses o diosas físicamente desencarnados que tienen el poder de influir sobre las acciones humanas.

La creencia racional, que constituye una decisión racional, no representa a Dios o la Diosa de un modo antropomórfico, sino en tanto que el Fundamento Ultimo del Ser y, en ese sentido, desmitologiza la religión. Se trata de una modalidad que alcanza su cúspide en la creencia visión-lógica y que explica el Fundamento del Ser en tanto que Gran Sistema Holístico, Gaia, la Divinidad, una especie de Eco-Espíritu, la «red-de-lavida», etcétera, recurriendo a ciencias como la teoría sistémica.

Todas estas creencias mentales suelen ir acompañadas de sentimientos o sensaciones emocionales muy intensas que no necesariamente son experiencias directas de las realidades espirituales supramentales. En ese sentido, se trata de diferentes modalidades de traslación que pueden ser abrazadas sin transformar en lo más mínimo el propio nivel de conciencia. Pero, cuando la traslación comienza a madurar y la emergencia directa de los dominios superiores comienza a presionar al yo, la creencia acaba desembocando en la fe.

2. La fe comienza allí donde la creencia pierde su poder.

Porque el hecho es que llega un momento en que todas las creencias mentales -precisamente por el hecho de ser mentales y no supramentales o espirituales- pierden su fuerza, pierden su poder sobre la conciencia y comienzan a palidecer porque, a fin de cuentas (por más que uno crea en el Espíritu como «red-de-la-vida», por ejemplo), uno no deja de sentirse como un ego separado, aislado y lleno de miedos. De poco servirá, en tal caso, esforzarse en seguir creyendo, porque la creencia habrá dejado ya de funcionar. Es entonces cuando va tornándose dolorosamente evidente que, si bien la mera creencia puede proporcionar algún sentido traslativo, no comporta, no obstante, la menor transformación verdadera. (Y las cosas pueden ser todavía peores en el caso de que uno sustente creencias mágicas o míticas, puesto que tales creencias no sólo no son transformadoras, sino que operan como una fuerza regresiva que aleja a la conciencia de los dominios transracionales.)

Pero también hay que decir que, detrás de la creencia mental en Gaia o en la «red-de-la-vida», suele ocultarse una auténtica intuición de los dominios espirituales y transmentales, es decir, una intuición de la Unidad de la Vida. Pero esa intuición no podría ser plenamente comprendida mientras nuestra conciencia permanezca atrapada en la creencia porque, en última instancia, todas las creencias, tanto las analíticas como las holísticas, son dualistas y sólo cobran sentido en presencia de sus opuestos. De lo que se trata no es tanto de pensar en la Totalidad como de devenir la Totalidad, algo que sólo podrá ocurrir cuando uno deje de aferrarse a creencias sobre la Totalidad. Las creencias no son más que un sustituto del alimento para el alma, calorías espiritualmente vacías que más pronto o más tarde dejarán de fascinarnos y develarán su verdadero rostro.

La fe suele ser el paso intermedio que nos permite dar el salto que conduce desde la pérdida de la creencia hasta la experiencia directa. Quizás, por ejemplo, la creencia en la Unidad ya no ofrezca un gran consuelo, pero la persona todavía tiene fe en ella. Cuando las creencias se tornan insostenibles aparece la fe, la llamada débil pero clara de una realidad superior -el Espíritu, Dios, la Diosa, la Unidad, etcétera- que trasciende la creencia y se encuentra más allá de la mente. La fe constituye la puerta de acceso a la experiencia inmediata de lo supramental y de lo transracional. En ausencia de creencias dogmáticas desaparece la convicción, y a falta todavía de experiencia directa, uno carece de toda certidumbre. La fe es, pues, una tierra de nadie -atestada de preguntas y de ninguna respuesta- que se caracteriza por la determinación (estimulada por una intuición oculta) a encontrar nuestra auténtica morada espiritual en la experiencia directa.

3. La experiencia directa responde a todas las dudas inherentes a la fe.

Se trata de un estadio caracterizado par la presencia de dos fases diferentes: Las «experiencias cumbre» y las «experiencias meseta». Las experiencias cumbre suelen ser intensas, breves, espontáneas y sumamente transformadoras. Las verdaderas «experiencias cumbre» nos permiten vislumbrar nuestros potenciales transpersonales y supramentales más elevados. Existen varios tipos de «experiencias cumbre», entre las cuales cabe destacar las «experiencias cumbre» del nivel psíquico, propias del misticismo natural (el tipo de unidad característico del nivel ordinario), las «experiencias cumbre» del nivel sutil, propias del misticismo teísta (el tipo de unidad característico del nivel sutil), las «experiencias cumbre» del nivel causal, que nos permiten atisbar la Vacuidad (la unidad propia del nivel causal) y las «experiencias cumbre» no duales, que nos abren las puertas a Un Solo Sabor. Resulta evidente, como Roger Walsh ha señalado, que cuanto más elevado es el nivel de la experiencia, más infrecuente es. (Éste es el motivo por el cual la mayor parte de experiencias de 'consciencia cósmica' son las propias del misticismo natural (o unidad del nivel ordinario), el más bajo de los dominios místicos. Desafortunadamente, sin embargo, son muchas las personas que consideran equivocadamente que este nivel es Un Solo Sabor, una confusión que adquiere visos de epidemia entre los teóricos eco).

La mayor parte de las personas se hallan, comprensiblemente, en el estadio de la creencia o de la fe (y, ocasionalmente en el de la magia o del mito). De tanto en tanto, sin embargo, algunos individuos pueden tener una «experiencia cumbre» de un dominio realmente transpersonal que les sacuda muy profundamente (a menudo para mejor, aunque también hay decir que, en ocasiones, para peor). En cualquiera de los casos, sin embargo, ya no se trata de creencias que hayan leído en un libro o de meras habladurías traslativas, sino de una experiencia real de un dominio superior después de la cual el individuo ya no vuelve nunca a ser el mismo.

(Digamos, a modo de corta disgresión, que las consecuencias de este tipo de experiencia no siempre son positivas. Porque puede darse perfectamente el caso de que una persona que se halle en el nivel mítico literal-concreto, por ejemplo, tenga una 'experiencia cumbre' del nivel sutil que reactive sus mitos concretos y provoque la aparición de un fundamentalismo según el cual su dios mítico particular es el único que puede salvar al mundo, no dudando entonces en sacrificar los cuerpos de quienes se le opongan en aras de la supuesta salvación de su alma.

También puede ocurrir, por ejemplo, que alguien que se halle en el nivel visión-lógico, tenga una experiencia cumbre» del nivel psíquico, en cuyo caso su nuevo eco-paradigma» se convierte en el único que puede salvar al planeta y tampoco dudará en imponer una suerte de ecofascismo para salvarle. Este tipo de fanatismo religioso (que constituye una confusa mezcolanza de verdades superiores con ilusiones inferiores) resulta casi imposible de desarticular. Es cierto que las «experiencias cumbre» nos permiten acceder provisionalmente a verdades superiores, pero también lo es que esa brevedad puede ir seguida de un retroceso a un nivel inferior y acabar sirviendo de justificación para las más espantosas creencias)

Pero si bien las «experiencias cumbre» son de poca duración -desde unos pocos minutos hasta unas pocas horas-, las experiencias meseta, por su parte, son más estables y duraderas y tienden a la adaptación permanente. Las «experiencias cumbre» suelen presentarse de manera espontánea pero, para convertir una experiencia cumbre en una experiencia meseta -para transformar un breve estado alterado en un rasgo duradero-, se requiere una práctica prolongada. Casi todo el mundo, en algún momento de su vida, puede tener una breve experiencia cumbre y sé incluso de algunos casos en los que, sin necesidad de práctica sostenida, ha terminado convirtiéndose en una experiencia meseta. Así pues, la creencia y la fe constituyen las modalidades de orientación espiritual prevalente, mientras que las «experiencias cumbre», por su parte (raras pero auténticas experiencias espirituales), sólo suelen darse en quienes están comprometidos con una práctica espiritual sostenida, intensa, prolongada y profunda.

Al igual que decíamos con respecto a las «experiencias cumbre», las «experiencias meseta» pueden darse en los dominios psíquico, sutil , causal y no dual. Veamos un ejemplo, tomado del zen, que abarca estos cuatro dominios. Es frecuente que quienes emprendan la práctica de la meditación zen comiencen contando respiraciones, de uno a diez y vuelta a empezar. Cuando el sujeto puede hacer eso durante media hora sin perder la cuenta, suele recibir un koan como el de mu, por ejemplo (que, por cierto, fue mi primer koan). Así, en los próximos tres o cuatro años, el sujeto se enfrasca durante varias horas al día en esta práctica, concentrándose de continuo en el sonido mu, al tiempo que se pregunta: ¿cuál es el significado de mu? o ¿quién está concentrándose en mu?. Durante ese estadio, el sujeto suele asistir a sesshnis de siete días de práctica muy intensa, en donde practica durante el día y la noche.

La primera experiencia meseta importante tiene lugar cuando el sujeto puede mantenerse de manera literalmente ininterrumpida en mu durante la mayor parte de las horas de vigilia, en cuyo caso mu pasa a convertirse en parte de su conciencia, hasta el punto de que bien podría decirse que uno se torna en mu, o dicho en otras palabras, que el Testigo se mantiene de manera constante durante el estado de vigilia ordinaria. Entonces es cuando se le dice que, para penetrar realmente en mu, debe trabajar también en ese koan durante el estado de sueño.

(Cuando escuché esto por vez primera creí que se trataba de un chiste, de ese tipo de bromas tan característicos de los ritos cuarteleros de iniciación machista, del tipo: '¡quien quiera formar parte del primer batallón de infantería deberá comerse tres serpientes vivas!'. Yo creía que estaban tratando de asustarme, cuando lo cierto es que simplemente estaban tratando de ayudarme.) Tras otros dos o tres años más de práctica, el sujeto logra mantener una concentración sutil en mu durante el estado de sueño, de modo que la conciencia testigo permanece también de manera constante durante el estado del sueño sutil.

El estado de sueño es sólo uno de los muchos tipos de fenómenos propios del reino sutil; el típico estado sutil es el savilkalpa samadhi, 'la absorción no dual en la forma' que nos permite permanecer abiertos al dominio sutil mientras despertamos. Según se dice, el estado de sueño es una subclase del nivel sutil en el que no hay fenómenos materiales ordinarios (sólo imágenes y formas). Es por ello que el hecho de entrar conscientemente en el sueño se ha comparado siempre al savikalpa samadhi, ya que ambos evidencia la presencia simultánea de ondas alfa (despertar) y de ondas beta (sueño). Además, el efecto de la evolución de la conciencia es semejante en ambos casos ya que, en cierto modo, uno objetiva el nivel sutil (viéndolo conscientemente como un objeto mientras despierta) y luego pierde su poder, lo trasciende y comienza a adentrarse en el dominio causal. El nirvikalpa samadhi es el estado típico de la consciencia causal, la cesación pura, sin forma y sin manifestación (un tipo de vacuidad) que nos permite adentrarnos en el dominio causal mientras estamos despiertos (nirvikalpa madura en jnana samadhi, la ausencia de forma radicalmente pura y, en algunas tradiciones, en nirodh, la extinción de todo tipo de objetos). Del mismo modo que el savikalpa y sueño diáfano son análogos, el hecho de mantener la consciencia durante el estado de sueño profundo sin sueños y el nirvikalpa son también análogos, porque tanto en uno como en otro, alfa (vigilia) y delta (lo sin forma) se hallan simultáneamente presentes, de modo que uno puede llevar la conciencia hasta el reino de lo sin forma y abrirse a los no dual. De este modo se trasciende lo causal y el nirvikalpa/jnana (gnosis) da lugar al sahaja, la omnipresencia espontánea de Un Solo Sabor.

Pero este proceso no debe pasar necesariamente por el sueño diáfano ni por el sueño diáfano con sueños, ya que el savikalpa samadhi y el nirvikalpa samadhi pueden ser alcanzados durante el estado de vigilia. Cuando el practicante logra una cierta competencia en el savikalpa, suele presentarse el sueño diáfano, precisamente porque ambos son análogos. Del mismo modo, el dominio del nirvikalpa suele verse acompañado del sueño diáfano y lo mismo suele ocurrir en sentido contrario, es decir, que el hecho de seguir meditando durante el estado de sueño y de sueño profundo constituye una forma muy eficaz de entrar en savikalpa y en nirvikalpa y también favorece la apertura a sahaja. No olvidemos que siempre se ha dicho que el yoga del sueño es uno de los métodos más eficaces para alcanzar una experiencia meseta en los dominios sutil y causal que abre la puerta a la adaptación estable (y por tanto a la trascendencia) de esos dominios.

A estas alturas, y en la medida en que el discípulo se aproxima al dominio causal no manifiesto (el nivel de la absorción pura), va acercándose también a esa explosión conocida con el nombre de satori, el descubrimiento del hielo congelado de la absorción causal pura en la Gran Liberación de Un Solo Sabor, una experiencia que también comienza como una experiencia cumbre que, con la práctica, acaba convirtiéndose en una experiencia meseta y finalmente en una adaptación permanente.

Los tres o cuatro estadios diferentes de adaptación que conducen desde el nivel causal/nirvikalpa/nirvana hasta Un Solo Sabor son conocidos con el nombre de estadios postnirvánicos. Existen muchas versiones de estos estadios, pero todas ellas giran en torno a la conciencia constante o el acceso ininterrumpido a la conciencia testigo en los tres estados (primero en forma de experiencia meseta y luego como adaptación estable) que culminan en la desaparición del testigo en Un Solo Sabor no dual (primero en forma de experiencia cumbre, después como experiencia meseta y finalmente como adaptación estable.)

Una vez que se ha consolidado de manera estable la adaptación a Un Solo Sabor, se despliegan los estadios postiluminados. Según se dice, estos estadios concluyen en bhava samadhi, la traslación corporal completa de lo humano a lo divino o, en otras palabras, 'la extinción completa de todas las cosas en el dharmadtu' o, dicho de otro modo, el logro de un cuerpo de luz permanente. (Ver El Ojo del Espíritu para una discusión más detallada sobre los estadios evolutivos postnirvánicos y postiluminados.) Los estadios postnirvánicos (la esencia del Mahayana y del Vajrayana, que no solo abrazan lo sin forma (el nirvana) sino que lo integran con el mundo de la forma (el samsara) siempre ha tenido mucho sentido para mí y, basándome en mi propia experiencia, puedo certificar la realidad de la experiencia ininterrumpida de la conciencia constante y de Un Solo Sabor durante veinticuatro o incluso treinta y seis horas (y hasta, en una sola ocasión, durante once días y once noches). En ninguno de estos casos se trató de una adaptación permanente, pero conozco a varios maestros que, en mi opinión, están ahí y la literatura al respecto está llena de ejemplos a este respecto. Y si digo que los estadios postnirvánicos tienen sentido para mi es porque son, después de todo, simples estadios de adaptación de la no dualidad (los estadios de integración entre el nirvana y el samsara, entre el Espíritu y sus manifestaciones, entre la Vacuidad y la Forma.) Además, los resultados de las investigaciones electroencefalográficas realizadas en este sentido por Alexander y otros parecen corroborar su existencia.

Pero no puedo decir lo mismo de los estados postiluminados, que ni tienen mucho sentido, ni tampoco he conocido a nadie que plausiblemente se hallara en ellos. Se trata de estadios cuya descripción suele evocar vestigios de la visión mágica del mundo, porque se refieren a cuestiones tales como la transformación del cuerpo en luz, la capacidad de realizar milagros, etc., ninguno de los cuales dispone de evidencia creíble y reproducible. La 'extinción de todas las cosas en dharmadatu', por su parte, me parece indistinguible de jnana o nirodh o, dicho de otro modo, una regresión de Un Solo Sabor, no un desarrollo hacia él. Y entiéndase que con ello no estoy afirmando su inexistencia, sino tan solo que, comparados con los estadios de los que habla tradición (hasta llegar a los postnirvánicos que anteriormente he bosquejado), existen muchos menos datos sobre los estadios postiluminados, quizás porque son muy raros o tal vez porque realmente no existan.

4. El término adaptación se refiere simplemente al acceso constante y permanente a un determinado nivel de conciencia.

La mayor parte de nosotros ya nos hemos adaptado (o, dicho de otro modo, ya hemos evolucionado) a la materia, el cuerpo y la mente (y por ello podemos acceder a esos niveles siempre que queramos).

También hay personas que han tenido «experiencias cumbre» de los niveles transpersonales (psíquico, sutil, causal y no dual). Pero la práctica puede permitirnos evolucionar hasta las «experiencias meseta» de esos reinos superiores que, con la práctica, acaban convirtiéndose en adaptaciones permanentes que nos permiten acceder de manera constante a los niveles psíquico (misticismo natural), sutil (misticismo teista), causal (misticismo sin forma) y no dual (misticismo integral) de un modo tan habitual como hoy en día lo es, para la mayor parte de nosotros, el acceso a la materia, el cuerpo y la mente. Y esto se manifiesta de un modo palpable en la presencia de una conciencia constante (sahaja) que perdura a través de los tres estados de vigilia, sueño (savikalpa samadhi) y sueño sin sueños (nirvikalpa samadhi). Entonces resulta evidente porqué "lo que no está presente en estado de sueño profundo sin sueños no es real". Lo Real debe hallarse presente en los tres estadios, incluyendo el sueño profundo sin sueños, y la Conciencia pura es lo único que se halla presente en los tres. Este hecho resulta perfectamente evidente cuando uno descansa en tanto que conciencia pura, vacía y sin forma y "contempla" la aparición, permanencia y desaparición de los tres estados, mientras permanece como lo inamovible, lo Inmutable, lo No Nacido, liberado en la Vacuidad pura de la que emana toda Forma y en la Totalidad resplandeciente de Un Solo Sabor.
Estas son algunas de las fases por las que atraviesa el camino de adaptación a los niveles superiores de nuestra naturaleza espiritual: creencia (mágica, mítica, racional y holística); fe (que no es tanto una experiencia directa como una intuición de los dominios superiores); experiencia cumbre (de los niveles psíquico, sutil, causal y no dual, aunque no en un orden concreto, porque suelen tratarse de situaciones muy puntuales); experiencias meseta (de los niveles psíquico, sutil, causal y no dual, casi siempre en este orden, porque para alcanzar un determinado estadio suele ser necesario el estadio anterior) y adaptación permanente (a lo sutil, lo causal y lo no dual, también en ese orden y por la misma razón).

Concluiremos ahora subrayando varios puntos importantes:

Uno puede hallarse en un nivel relativamente elevado del desarrollo espiritual y permanecer todavía en un nivel relativamente bajo en otras líneas (el nivel psíquico profundo, por ejemplo, puede estar muy avanzado, mientras que el frontal permanece relativamente estancado). Todos conocemos a personas espiritualmente desarrolladas que, no obstante, son bastante inmaduras en el ámbito sexual, en el de la salud física, en la capacidad de establecer relaciones emocionalmente profundas, etcétera. De modo que el acceso constante a Un Solo Sabor no va necesariamente acompañado del desarrollo muscular, ni tampoco le proporcionará un nuevo trabajo, ni una pareja ni tampoco le curará de sus neurosis. Los contenidos profundos de la sombra no desaparecen con la meditación y el acceso a los estadios superiores de la práctica espiritual porque, contrariamente a lo que sostiene la creencia popular, la meditación no es una técnica de descubrimiento. Si lo fuera, la mayor parte de los maestros de meditación no necesitarían psicoterapia, cuando lo cierto es que la necesitan tanto como los demás. La meditación no apunta tanto a desvelar el material inconsciente reprimido como a posibilitar la emergencia de dominios más elevados, con lo cual los dominios inferiores siguen siéndolo y tal vez se hallen ahora aún más reprimidos.

No estaría, pues, de más combinar la práctica espiritual con una buena psicoterapia y lo mismo podríamos decir con respecto al ejercicio del cuerpo físico (incluyendo, por ejemplo, el levantamiento de pesas), el cuerpo pránico (t'ai chi chuan), el trabajo con el grupo o la comunidad, etcétera, etcétera. El único modo sano y equilibrado de proceder con el desarrollo superior consiste, obviamente, en emprender una práctica realmente integral.

Esto resulta especialmente importante porque la religión civil centrada en la persona (y el "paradigma 415") está fundamentalmente anclado en el estadio de la creencia holística. Para que la mayor parte de las personas vayan más allá de estas traducciones mentales es necesario emprender una auténtica práctica transformadora y la práctica integral es, muy probablemente, la más eficaz porque no solo subraya la transformación del yo, sino también del resto de los cuadrantes -en el Gran Tres del 'yo', el 'nosotros' y el 'ello'- prácticas transformadoras del yo, de las relaciones, de la comunidad y de la naturaleza, no sólo como un cambio en el tipo de creencia sino en el nivel de la conciencia.

Aunque haya señalado que el acceso a ciertos niveles requiere de cinco o seis años de dura práctica (y a otros todavía superiores un tiempo cinco veces superior) no se preocupe por ser solo un principiante. Emprenda la práctica, tenga en cuenta que cinco o seis años pasan en un abrir y cerrar de ojos ya que la recompensa bien merece la pena. Si durante ese tiempo, por otra parte, no hace más que escuchar a maestros que le hablan de creencias (ya sean mágicas, míticas, racionales u holísticas) sólo será cinco o seis años mayor. (Las creencias holísticas están muy bien -y son muy adecuadas- en el dominio mental, pero no olvide que la espiritualidad tiene que ver con el dominio transmental y que la traslación mental nunca le ayudará a trascender la mente, y la religión civil centrada en la persona tampoco le liberará de sí mismo.) Le recomiendo, pues, que asuma una práctica contemplativa, transpersonal y supramental. Poco importa lo dura que le parezca la práctica, simplemente empiece. Recuerde el viejo chiste: ¿Cómo puede uno comerse un elefante? de bocado a bocado.

El hecho es que, unos pocos bocados después, usted ya habrá logrado considerables beneficios. Tal vez pudiera empezar, por ejemplo, con veinte minutos al día con el tipo de oración de centramiento que enseña el padre Thomas Keating, una práctica cuyos efectos son casi inmediatos (serenidad, apertura, respeto, escucha, etcétera). Practique zikr durante una media hora, vipassana durante cuarenta minutos, ejercicios de yoga dos veces al día, visualización tántrica, oración del corazón o cuenteo de las respiraciones durante quince minutos cada mañana antes de levantarse de la cama. Cualquiera de estos abordajes es adecuado, el asunto es que organice su práctica del modo que más le guste, pero que no tarde en dar los primeros bocados...

Es cierto que tenemos que ser amables con nosotros mismos, pero no lo es menos que también debemos ser firmes. Deje de lado la "compasión idiota", trátese a sí mismo con auténtica compasión y comprométase seriamente con la práctica.La permanencia en estas prácticas acabará evidenciándole la necesidad de asistir a un retiro intensivo de varios días al año, lo que le permitirá comenzar a convertir las pequeñas «experiencias cumbre» en las experiencias meseta iniciales de la práctica. los años pasarán, pero usted estará madurando e irá trascendiendo de un modo lento pero seguro los aspectos inferiores de sí mismo y abriéndose a los superiores. Entonces llegará un día en que mirará hacia atrás y se dará cuenta del sueño (porque realmente es un sueño) del que está a punto de despertar.

El asunto es muy sencillo: Si usted está interesado en una espiritualidad aunténticamente transformadora busque un maestro espiritual y comprométase con una práctica. Sin práctica jamás pasará de la fase de la creencia, de la fe o de las «experiencias cumbre» esporádicas, nunca evolucionará a las «experiencias meseta» y mucho menos a la adaptación permanente. En el mejor de los casos, será un visitante ocasional en el territorio de sus estados superiores, un turista en su verdadero Yo.



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Fuentes:

Estracto del libro "Diario" de Ken Wilber.




sábado, 27 de septiembre de 2008

Presentando a Ken Wilber.

Ken Wilber nació en 1949. Fue un joven brillante en los estudios y carismático entre sus compañeros. Según su propio testimonio era un hombre destinado a la ciencia: "Construí un self educado en la lógica, estructurado por la física y motivado por la química." (1982). A los 20 años, mientras cursaba estudios de biología, cayó en sus manos un texto de Lao Tzu (Tao te Qing) que revolvió completamente su forma de comprender el mundo. Su lectura le produjo un profundo interés por las filosofías orientales, lo que no fue bien entendido por sus amigos y familiares que las consideraban como comunistas, paganas o ateas. Aquellos textos le absorbieron de tal manera que no pudo continuar con sus estudios. Dejó la Universidad de Duke y volvió a Nebraska, junto a sus padres. Durante los dos años siguientes, mientras trabajaba de friegaplatos para subsistir, se dedicó a leer y escribir sobre su nueva "obsesión", su "búsqueda del Grial" dirá, la síntesis del pensamiento psicológico occidental y psicoespiritual oriental.

El retorno al hogar familiar resultó doloroso. Las lecturas de los orientales había minado seriamente sus ideas sobre la realidad y su trabajo se centró en descubrir, en los grandes psicólogos occidentales y pensadores orientales, la salida a la acritud de la vida, de su propia vida (manifestaba ser infeliz). Su búsqueda intelectual constituyó una especie de terapia existencial ante su situación personal.

Durante este tiempo leyó a todos los autores que le podían enseñar algo sobre la felicidad en este mundo: Perls, Jung, Boss y los existencialistas; N.O. Brown, Krishnamurti, Zen, Vedanta, Eckhart; los tradicionalistas Comaraswamy, Guénon, Schuon, además de Freud, Ferenczi, Rank y Klein. Para su sorpresa, descubrió que estos grandes autores no estaban de acuerdo en cuestiones básicas y se descalificaban y criticaban entre ellos, lo que además de infeliz le dejó confuso.

Como complemento al trabajo intelectual practicaba Zen de manera intensa. Más tarde encontró el contexto para su práctica contemplativa en el Budismo Mahayana y se interesó por la terapia existencial (por la Gestalt más concretamente). Fruto de este periodo encontramos su primer libro: "El espectro de la conciencia".


Estadios de la Meditación.

Una entrevista con Ken Wilber.


Pregunta: Nos gustaría que describieras las experiencias de varios estadios de la meditación. Pero primero, háblanos de la meditación en sí misma- los diferentes tipos que hay y como funcionan.

Ken Wilber: Es común entre los eruditos dividir la meditación en dos categorías amplias, llamadas meditación de "concentración" y de "percepción" (o "visión clara"). O "cerrada" y "abierta". Por ejemplo, digamos que estás mirando a una pared que tiene cientos de puntos pintados en ella. En la meditación de concentración, miras a sólo un punto, y lo miras con tanta intensidad que ni siquiera ves los otros puntos. Esto desarrolla tu poder de concentración. En el entrenamiento perceptivo, o meditación de la visión clara, tratas de ser consciente de tantos puntos como seas capaz. Esto incrementa tu sensibilidad, consciencia , y sabiduría, en ese sentido.

En la meditación concentrativa, pones tu atención en un objeto- una roca, la llama de una vela, tu respiración, un mantra, la oración del corazón, etc. Concentrándote intensamente en un solo objeto, tú como sujeto te vas volviendo gradualmente "identificado" con el objeto. Empiezas a menoscabar el dualismo sujeto/ objeto, que es la base de todo sufrimiento e ilusión. Gradualmente, reinos de existencia más y más elevados, conduciendo a la dimensión última o no dual, se van haciendo obvios para ti. Trasciendes tu yo ordinario o ego., y encuentras las dimensiones de existencia más elevados y sutiles- las espirituales y trascendentales.

Sin embargo, esto es alcanzar las dimensiones más elevadas por "la fuerza bruta", por así decirlo. Y aunque se dice que la meditación de concentración es muy importante, por sí misma no erradica nuestras tendencias a crear dualismo en el primer lugar. De hecho, simplemente las ignora, trata de saltárselas. Se centra en un punto e ignora todo el resto. La meditación concentrativa puede definitivamente mostrarnos algunos de los reinos más elevados, pero no puede asentarnos permanentemente en esos reinos. Para ello, tienes que mirar a todos los puntos. Tienes que investigar toda la experiencia, con desapego, sin hacer juicios, con ecuanimidad, y consciencia prístina.

P: Eso es meditación de visión clara o perceptiva.

KW: Sí, es cierto. Los Budistas llaman a la meditación concentrativa shamatha y a la concentración perceptiva vipassana, o dhyana and prajna. La primera conduce al samadhi, o la concentración unidireccional, la última al satori, o consciencia y sabiduría trascendental.

El asunto acerca de cualquiera de estas practicas de meditación- y hay otras, tales como la visualización, el koan, la oración contemplativa, etc.- el asunto es que todas ellas realmente hacen dos cosas importantes. Primero, ayudan a aquietar la mente discursiva, racional-existencial, la mente que tiene que pensar todo el tiempo, la mente que tiene que charlar consigo misma todo el tiempo y verbalizarlo todo. Nos ayuda a aquietar esa "mente mono". Y una vez que la mente mono se aquieta un poco, permite a las dimensiones más sutiles y elevadas de la consciencia emerger- como lo psíquico, lo sutil, lo causal, y lo último o lo no dual. Esa es la esencia de la meditación genuina. Es simplemente una manera de continuar la evolución, de continuar nuestro crecimiento y desarrollo.

El Nivel Psíquico

P: ¿Podrías describir los niveles de la meditación, y como son experimentados? ¿Qué ocurre realmente en cada estadio?

KW: Cuando practicas la meditación, una de las primeras cosas de las que te das cuenta es que tu mente- y tu vida, por la misma razón- esta dominada por charloteo verbal en gran medida inconsciente. Siempre te estás hablando a ti mismo. Y así, cuando empiezan a meditar, mucha gente es abrumada por la gran cantidad de basura que empieza a atravesar su consciencias. Se dan cuenta de que pensamientos, imágenes, fantasías, opiniones, nociones, ideas, conceptos prácticamente dominan su consciencia. Se dan cuenta de que estas ideas han tenido una influencia mucho más profunda en sus vidas que la que habían pensado nunca.

En cualquier caso, las experiencias iniciales de la meditación es como estar en el cine. Te sientas y observas todas estas fantasías y conceptos desfilar, en frente de tu consciencia. Pero la cosa importante es que te estás volviendo finalmente conscientes de ellas. Las estás mirando imparcialmente y sin juicios. Simplemente las observas pasar, de la misma forma que observas las nubes pasar flotando en el cielo. Vienen, y se van. Sin alabanza, sin condena, sin juicio- solo "puro atestiguar". Si juzgas tus pensamientos, si te ves atrapado en ellos, entonces no puedes trascenderlos. No puedes encontrar dimensiones más sutiles y elevadas de tu propio ser. Así que te sientas en meditación, y simplemente "atestiguas" lo que está ocurriendo en tu mente. Dejas que la mente mono haga lo que quiera, y simplemente observas.

Y lo que ocurre es que, a causa de que atestiguas imparcialmente todos estos pensamientos, fantasías, opiniones, e imágenes, empiezas a volverte libre de su influencia inconsciente. Los estás mirando, así que ya no los estás usando para mirar al mundo. Por lo tanto te vuelves, hasta un cierto nivel, libre de ellos. Y te vuelves libre del sentido de identidad separada que dependía de ellos. En otras palabras, empiezas a volverte libre del ego. Esta es la dimensión espiritual inicial, donde el ego convencional "muere" y estructuras más elevadas de la consciencia son "resucitadas". Tu sentido de identidad empieza naturalmente a expandirse y a abrazar el cosmos, o toda la naturaleza. Te elevas sobre el cuerpo y la mente aislados, lo cual podría incluir el descubrimiento de una identidad más amplia, tal como la naturaleza o el cosmos- "consciencia cósmica" as R. M. Bucke la llamó. Es una experiencia muy concreta e inconfundible.

Y, no tengo que decírtelo, ¡esto supone un alivio extraordinario! Este es el comienzo de la trascendencia, el hallazgo del camino de vuelta a casa. Te das cuenta de que eres uno con el tejido del universo, eternamente. Tu miedo a la muerte comienza a desaparecer, y realmente comienzas a sentir, de una forma concreta y palpable, la naturaleza abierta y transparente de tu propio ser.

Surgen en ti sentimientos de gratitud y devoción- devoción al Espíritu, en la forma de Cristo, o Buda, o Krishna; o devoción a tu maestro espiritual real; incluso devoción en general, y ciertamente devoción a todos los demás seres sintientes. El voto del boddhisatva, en cualesquiera de sus formas,, surge desde las profundidades de tu ser, de una forma muy poderosa. Te das cuenta de que simplemente tienes que hacer lo que sea que puedas para ayudar a todos los seres sintientes, y por la razón de que, como Schopenhauer dijo, te das cuenta de que todos compartimos el mismo Yo o Espíritu o Absoluto no dual. Todo esto comienza a volverse obvio- tan obvio como la lluvia sobre el tejado. Es real y es concreto.

El Nivel Sutil

P: ¿Así que qué hay acerca del siguiente estadio general, el nivel sutil?

KW: Cuando tu identidad comienza a trascender el cuerpomente aislado e individual, empiezas a intuir que existe un Substrato del Ser, o Divinidad genuina, más allá del ego y más allá del encanto de figuras divinas míticas o del cientícismo racionalista o de la gallardía existencial. Esta forma de la deidad puede ser realmente intuida. Cuanto más te desarrollas más allá del cuerpomente aislado y existencial, más te desarrollas hasta el Espíritu, el cual, en el nivel sutil, es a menudo experimentdo como la Forma de la Divinidad o Yo arquetípico. Quiero decir, por ejemplo, experiencias muy concretas de Luz profunda, un Ser de Luz, o simplemente de extrema claridad y brillo de la consciencia.

La cosa es que estás viendo algo más allá de la naturaleza, más allá de lo existencial, más allá de lo psíquico, más allá incluso de la identidad cósmica. Estás empezando a ver la dimensión oculta o esotérica, la dimensión fuera del cosmos ordinario, la dimensión que trasciende la naturaleza. Ves la Luz, y a veces esta Luz literalmente brilla como la luz de un millar de soles. Te sobrecoge, te llena de poder, te energetiza, te reconstruye, te inunda. Esto es lo que los eruditos han llamado la naturaleza "numinosa" del espíritu sutil. Numinosa y luminosa. Esta es la razón, creo, por la que los santos son universalmente representados con halos de luz alrededor de sus cabezas. Eso es lo que realmente ven. Luz Divina. Mi lectura favorita de Dante:

Fijando mi mirada en la Luz Eterna
Vi en sus profundidades,
Unidas con amor en un solo volumen,
Las hojas dispersas de todo el universo.
Dentro de la profunda subsistencia luminosa
De esa Luz exaltada vi tres círculos
De tres colores pero de una sola dimensión
Y por el segundo parecía el primero reflejado
Como el arcoiris lo es por el arcoiris, y el tercero
Parecía fuego que es igualmente exhalado por ambos.

Eso no es mera poesía. Esa es casi una descripción matemática de un tipo de experiencia del nivel sutil. De cualquier forma, también puedes experimentar este nivel como el descubrimiento de tu ser superior, tu alma, el Espíritu Santo. "El que se conoce a sí mismo conoce a Dios", como dijo San Clemente.

P: ¿Y la experiencia concreta en sí misma?

KW: La experiencia concreta varía. Aquí va un ejemplo: digamos que estás paseando en el centro de la ciudad, mirando escaparates. Estás mirando a lo que hay en ellos, y de repente ves una vaga imagen danzar en frente de tus ojos, la imagen de una persona. Entonces de golpe te das cuenta que es tu propio reflejo en el escaparate. De repente te reconoces. Reconoces tu Yo, tu Yo superior. De repente reconoces quien eres. Y lo que eres es- una chispa luminosa de lo Divino. Pero tiene esa conmoción del reconocimiento- "¡Oh, eso!"

Es una realización muy concreta, y usualmente trae consigo mucha risa y muchas lagrimas. La forma sutil de la Deidad o Luz o Yo superior- todos ellos son simplemente arquetipos de tu propios Ser. Estás encontrando, por medio del desarrollo meditativo, y empezando un encuentro directo con el Espíritu, con tu propia esencia. Y se muestra como luz, como un ser de luz, como nada, como shabd, como claridad, numinosidad, etc. Y a veces se muestra simplemente como una simple y clara consciencia de lo que es- muy simple, muy clara. La cosa es que es consciente de todos los puntos en la pared. Es claramente consciente de lo que va surgiendo momento tras momento, y por lo tanto trasciende el momento. Y trasciende este mundo y empieza a tomar parte de lo Divino. Tiene una perspectiva divina, se exprese como se exprese. Eso es lo sutil- una introducción cara a cara a lo Divino. Realmente participas de la Divinidad y de la consciencia y la sabiduría de lo Divino. Es una práctica. Puede ser realizada. Ha sido hecho, muchas veces.

El Nivel Causal

P: Está muy claro. ¿Qué hay del siguiente nivel, el causal?

KW: Te sientas ahí, simplemente atestiguando cualquier cosa que surge en la mente, o en tu experiencia presente. Estás intentando atestiguar, igualmente, todos los puntos en la pared de tu consciencia. Si te vuelves capaz de esto, finalmente los puntos racionales y existenciales se apagan, y puntos psíquicos empiezan a aparecer en la consciencia. Entonces después de un rato, te vuelves mejor atestiguando, y objetos o puntos más sutiles empiezan a mostrarse. Esto incluye luces e iluminaciones audibles y formas sutiles de la Divinidad y cosas por el estilo. Si continuas simplemente atestiguando- lo que te ayuda a desidentificarte de las formas inferiores y más groseras, y a hacerte consciente de las formas más superiores y más sutiles- incluso los objetos sutiles o los puntos sutiles dejan de surgir. Entras en un profundo estado de no manifestación, que se experimenta como, digamos, una noche de otoño con luna llena. Hay una extraña y bella numinosidad en todo ello, pero es una numinosidad "silente" o "negra". No puedes realmente ver nada excepto algo como una plenitud plateada, llenando todo el espacio. Pero al no estar viendo realmente ningún objeto particular, es también un tipo de Vacuidad Radical. Como dice el Zen, "para el ruido de ese riachuelo"". Esto se conoce de formas diversa como shunyata, como la Nube del No Saber, Ignorancia Divina, el Misterio Radical, nirguna (incalificable) Brahman, etc. Lo sin forma brillante, sin objetos que lo limiten.

Se vuelve obvio que tú eres absolutamente Uno con esta Plenitud, que trasciende todos los mundos y todos los planos y todo el tiempo y toda la historia. Eres perfectamente pleno, y por lo tanto estás plenamente vacío. "Es todas las cosas y ninguna", dijo el místico cristiano Boethius. La reverencia da lugar a la certeza. Eso es lo que tú eres, anterior a toda la manifestación, anterior a todos los mundos, es ver lo que tú eres eternamente, sin forma.

Ese es un ejemplo del nivel causal; eso es ñana samadhi, nirvikalpa samadhi, etc. El alma, o sentido de identidad separada, desaparece, y Dios o la forma de la Deidad separada desaparecen, porque ambos- alma y Dios- se colapsan en la Divinidad sin forma. Tanto el alma como Dios desaparecen en la Identidad Suprema.

El Nivel No Dual

P: Así que eso nos lleva al nivel no dual .

KW: En el nivel causal previo, estás tan absorto en la dimensión inmanifiesta que podrías ni siquiera notar el mundo manifiesto. Estas descubriendo la Vacuidad, así que ignoras la Forma. Pero en el nivel último o no dual, integras las dos. Ves que la Vacuidad aparece o se manifiesta a sí misma como Forma, y que la Forma tiene como su esencia a la Vacuidad. En términos más concretos, lo que eres es todas las cosas que surgen. Toda la manifestación surge, momento tras momento, como un juego de la Vacuidad. Si lo causal era como una noche radiante de luna llena, esto es como un día radiante de otoño.

Lo que aparece como objetos duros y solidos "ahí fuera" son realmente manifestaciones transparentes y traslúcidas de tu propio Ser o Mismidad. No son obstáculos hacia Dios, solo expresiones de Dios. Son por lo tanto vacíos en el sentido de no ser una obstrucción o impedimento. Son una expresión libre de lo divino. Como la tradición Mahamudra lo expresa concisamente, "Todo es Mente. La mente está Vacía. Lo vacío se manifiesta libremente. Lo que se manifiesta libremente se autolibera."

La libertad que encontraste en el nivel causal- la libertad de la Plenitud y de la Vacuidad- esa libertad se descubre que se extiende a todas las cosas, incluso en este mundo "caído" o samsara. Por lo tanto, todas las cosas se vuelven autoliberadas. Y esta extraordinaria libertad, o ausencia de restricción, o liberación total- este día de otoño claro y brillante- esto es lo que experimentas realmente en este punto. Pero entonces "experiencia" es una palabra totalmente errónea. Esta es la realización de la naturaleza no experiencial del Espíritu. Las experiencias vienen y se van. Todas tienen un comienzo en el tiempo, y un fin en el tiempo. Incluso las experiencias sutiles vienen y se van. Son todas maravillosas, gloriosas, extraordinarias. Y vienen, y se van.

Pero este "estado" no dual no es en sí mismo otra experiencia. Es simplemente la apertura o claro en el que todas las experiencias surgen y desaparecen. Es el cielo brillante de otoño a través del cual las nubes vienen y se van- no es en sí mismo otra nube, otra experiencia, otro objeto, otra manifestación. Esta es realmente la realización de la completa inutilidad de la experiencia, la completa futilidad de intentar experimentar la liberación. Todas las experiencias pierden completamente su sabor- estas nubes pasajeras.

Tú no eres el que experimenta la liberación; eres el claro, la apertura, la vacuidad, en los que cualquier experiencia viene y se va, como reflejos en un espejo. Y tú eres el espejo, la mente espejo, y no cualquier reflejo experimentado. Pero no estás separado de los reflejos, permaneciendo aparte y observando. Eres todo lo que está surgiendo momento tras momento. Puedes engullir el cosmos entero de un solo mordisco, es tan pequeño, y puedes saborear todo el cielo sin moverte una pulgada.

Esta es la razón por la que, en el Zen, se dice que no puedes entrar en el Gran Samadhi: es realmente la apertura o el claro que está siempre presente, y en el que toda la experiencia- y toda la manifestación- surge momento tras momento. Parece que "entras" en este estado, sin embargo una vez allí, te das cuenta de que nunca hubo un momento en que este estado no estuviera plenamente presente y plenamente reconocido- "la puerta sin puerta". Y así comprendes profundamente que nunca entraste en este estado; tampoco los Budas, pasado o futuros, entraron jamás en este estado.

En el Dzogchen, este es el reconocimiento de la verdadera naturaleza de la mente. Todas las cosas, en todos los mundos, están autoliberadas según van apareciendo. Todas las cosas son como la luz del sol en el agua de una charca. Todo brilla tenuemente. Todo es vacío. Todo es luz. Todo es pleno y todo está realizado. Y el mundo continua de forma ordinaria, y no hay nadie que lo perciba en absoluto.




Un encuentro con el chamanismo incaico.

Entrevista con el antropólogo chileno Peter Wild:

Peter Wild es un joven antropólogo chileno que durante los años 2001–2002 realizó una investigación sobre el chamanismo incaico. Este estudio –que comenzó de manera académica– lo llevó a involucrarse en el intrincado mundo mágico de los antiguos Amautas, transformando sus visiones cotidianas y desarmando en forma paulatina su antiguo sistema de creencias. El encuentro de Wild con esta forma de conocimiento, es descrita por él en el libro “Sabiduría Chamánica del Sentimiento. El estar siendo-ocurriendo”.


- ¿Cuáles fueron los objetivos iniciales de tu investigación sobre el chamanismo inca?

- El objetivo de mi investigación estuvo orientado a descubrir, para poder describir, la visión de mundo de José Illescas, visto como depositario y especialista de una forma de conocimiento prehispánica correspondiente a la cultura Inca. De acuerdo a mis supuestos teóricos sólo me sería posible descubrir su concepción de mundo en la medida en que, a partir de su voluntad y la mía, pudiésemos construir un “mundo en común”.

Si bien pertenecemos a “mundos” diferentes era posible establecer, a partir de
nuestra relación, canales de comunicación que me permitieran interpretar su concepción de realidad a partir de mis propios supuestos y representaciones. Mi intención estaba puesta en poder aproximarme a él a partir de sus propias interpretaciones y como miembro de un determinado contexto cultural.

- ¿De que manera lo realizaste? ¿Cuánto duró esta investigación?

En una primera etapa, el trabajo con José lo realicé sobre la base de lo que en antropología se denomina “observación participante”. Esta técnica exige al investigador vivir una especie de esquizofrenia disciplinada ya que debes ser observador –en este caso de José– y participante a la vez de su propuesta, vale decir, exige mantener un criterio de “objetividad”.
Sin embargo para José, que yo accediera a su visión de mundo sólo era posible en la medida en que fuese capaz de comprometer no sólo mi intelecto y mi buena disposición, sino que por sobre todo, mi propio cuerpo y mi tiempo. De lo contrario, mi posibilidad de comprender lo que yo llamaba su visión de mundo quedaba sólo en el nivel teórico, vale decir, en el mundo incierto de las ideas.
La Realidad no es una abstracción –me dijo en una ocasión–: mientras tú estás pensando en ella, ella simplemente Está ahí, por lo que sólo podrás entrar en “mi mundo” en la medida que estés en él y eso se logra con el Sentimiento, no con el intelecto.
El chamanismo se sustenta en su pragmatismo, ya que es la experiencia la que pone a prueba nuestras ideas y creencias. Así fue como poco a poco el supuesto observador neutral se fue fundiendo en lo observado para hacerse participación y auto-observación. Este proceso duró cerca de dos años.

- En tu libro hablas de las técnicas del arte del vuelo chamánico. ¿Cuáles son ellas?

- En lo que se refiere a las técnicas utilizadas en el aprendizaje, el trabajo se sustenta en los ejercicios de visualizaciones mentales con colores que José me fue entregando sobre la base de la Whipala, que corresponde al código ancestral de la cultura de Tiahuanaco, cultura madre del mundo Inca. Esto acompañado de constantes dietas, ayunos, frecuencias respiratorias, uso del tambor. En una etapa muy puntual y luego de un largo e intenso trabajo con la Whipala, utilicé la Datura stramonium solanácea que en las hojas y especialmente en las semillas contiene un alcaloide activo, la daturina.

- ¿Fue una experiencia solamente de “investigación antropológica”? Yo supongo que partió siendo eso y luego te involucraste de otra manera ...

- Si bien se podría decir que ya había cumplido con mi propósito de aproximarme y conocer su particular forma de ver la realidad, existía en mí un sentimiento indescriptible que me decía que no tenía otra opción que la de continuar el proceso en el que me hallaba imbuido. No era por él, por el contrario, tenía completa claridad en el hecho de que para José no modificaba nada el que yo lo llamara o desapareciera de su vida.
Sin embargo, por otra parte, existía también en mí el sentimiento de querer desaparecer, incluso me hallaba viendo la posibilidad de viajar al corto plazo fuera del país. Me aterrorizaba la idea de volver al ritmo de trabajo sostenido durante meses, que en la práctica me había transformado en un neófito dedicado al estudio y a la práctica de su propuesta. El trabajar junto a él me significaba estar sometido a un cambio constante en donde la claridad mental como llegaba se marchaba, dejándome envuelto en densos procesos emocionales que empapaban todas las dimensiones de mi vida.
Visto con perspectiva, el trabajo realizado con José ha sido para mí una exigencia, en el sentido de no poder negar la necesidad interior existente en todo ser humano que grita por ser escuchada, por florecer.

- Los chamanes son llamados también “curanderos”, ¿era José Illescas un médico andino?

- Sí, pero a diferencia de como podemos entender el chamanismo en general, el Médico Andino no cura enfermedades, tan solo las interpreta actuando como un servidor de la Naturaleza, pues la Naturaleza es el gran y auténtico médico y el hombre por ser parte de la Naturaleza lleva a este médico dentro de su naturaleza humana.
La respuesta que se plantea se funda en la concepción de que el ser humano es un elemento que forma parte de un Todo, y dentro de tal Todo, también es un elemento que forma parte de la Naturaleza. Sin excluir el contexto social, la identidad psíquica y todos los factores que se interrelacionan e interactúan con el ser humano, se propone que el ser enfermo "se reintegre" con su ser al Ser de la Naturaleza.
La propuesta concibe al enfermo, a la enfermedad y a la medicina como una unidad donde cada factor se explica por los otros y por sí mismo. Se propone que sea el propio enfermo quien "se cure a sí mismo", siguiendo un programa de retorno a la correspondencia biunívoca de su pequeño SER con el gran SER de la Naturaleza.
El programa de recuperación concibe a las medicinas como los alimentos del enfermo, los cuales van depurando al organismo permitiendo transmutar el estado de enfermedad en estado de salud. En el desarrollo del programa se incluye el uso de las medicinas a intervalos como: infusiones, cocimientos, diluciones homeopáticas, el uso del agua, del aire y del oxígeno a través de una respiración que a su vez alimenta y depura. Todo el programa se orienta a crear "un nuevo ser", un terreno biológico y fisiológico donde el agente patógeno no pueda vivir. No trata de eliminar directamente el virus y/o cualquier bacteria, sino de construir un "protoplasma sano" "destruyendo" un "protoplasma enfermo" donde si puede "nacer", desarrollarse y reproducir el virus y/o cualquier bacteria.
En este sentido se entiende, que cuando se refiere a la necesidad del uso disciplinado de algunas hierbas, no lo hace predicando las virtudes de panacea de éstas. Las hierbas en el programa vienen a ser sólo un factor, no lo son todo. El proceso de recuperación biológica que plantea es una concepción integral, teórica y práctica, donde cada elemento que la constituye es sólo un factor. El más importante factor es el enfermo y éste es y será el único sujeto protagónico. La propuesta ofrece un camino y andar en él, es duro, más tiene su compensación: La Salud.

- ¿Tu investigación pasó necesariamente por una “curación” individual?

- Así es. Cuando se inicia un trabajo sistemático consigo mismo es cuando realmente se ve la magnitud de la enfermedad; entrar en uno exige primero que nada mirarse tal cual uno es, sin justificaciones, sin acomodos, es en definitiva aceptarse. Este simple y a la vez difícil acto es el que va permitiendo la regeneración, la revitalización de nuestras energías. Este proceso es parte de la vida en sí, lo que nos indica que no acaba jamás, no se detiene, no tiene fin. En el momento en que crees que ya lo has logrado, es el instante en que te descuidas y pierdes el equilibrio que conocemos como salud.

- Tuviste contacto directo con un caudal de sabiduría ancestral, con toda una visión de mundo. ¿Cuáles son las características fundamentales de esta cosmovisión andina?

- La visión del mundo andino se sustenta en el Sentimiento de Estar, en una Realidad indivisible que no exige ni contiene en sí valor de verdad. Responde a las preguntas filosóficas: ¿de dónde venimos?, de ninguna parte porque siempre hemos estado aquí; ¿quiénes somos?, la Realidad misma expresada en su individualidad y ¿para dónde vamos?, hacia ninguna parte porque la Realidad fue, es y será.
Los Amautas no concibieron la realidad por sentirse parte de ella sino que, por ser la Realidad misma, llegaron a “aprehender” que la realidad es Una e integral como Totalidad, donde todo está unido a todo, donde todo es inseparable, donde todo, absolutamente todo, se interpenetra, se intercepta, se recombina de un modo idéntico, equilibrado, complementario y consensual de manera subyacente y de fondo, pese a las diferencias de cada ser de la realidad, que en su individualidad es Todo, así como el Todo es Uno.
Llegaron a tal “aprehensión” o saber por “vivencia” en su estar siendo-ocurriendo siempre de un hacer-sabiendo o viceversa “sintiéndose” la realidad misma. De esta manera por vivir en Unidad con la Naturaleza y el Cosmos se llegó a una expresión de lo Humano que logró en su finitud–infinitud, en su inmanencia–trascendencia vivir plenamente la existencia.
El hombre se concebía y al mismo tiempo vivía en unidad con la naturaleza y el cosmos. Todo lo que existe se concebía y se respetaba como Es, unido al Todo existente. El ser humano no se sentía, no se pensaba, no se intuía, no se imaginaba, no se percibía, no se soñaba, no se sensoriaba fuera de la realidad sino que, por el contrario, se apreciaba parte de la Realidad misma. Ser humano y Realidad era una sola entidad, y en esta entidad el hombre percibía su identidad de estar incluido, de estar dentro de la Realidad misma. Todo está atado o vinculado a Todo. El hombre no se consideraba extraño o al margen de la Realidad misma. La Realidad era la “Pacha” y todo era Realidad, no había lugar a existencias no reales, ni a “concretidades” abstractas.
Para el Sabio Andino, en el Cosmos o Pacha todo tiene su lugar: así era, así es y así será, no hay jerarquía en la Pacha, cada elemento existe por y para sí, por y para todo.
El hombre originario de Abya–yala (América) no consideraba la existencia de seres superiores e inferiores; cualquier expresión era viva y no muerta. Cada elemento en su diferencia era semejante a otro; este otro, a su vez, en su semejanza era diferente. Cada elemento como concentralidad de Todo en su Uno se asemejaba en su concentralidad de Todo a Todo y se diferenciaba en el volumen, cantidad o “velocidad” de condensación vibracional del Todo en su individualidad.
Por lo mismo, como todo era una realidad de semejantes-diferentes, por la semejanza ninguno de los seres de la Pacha podía presumir u optar por un hegemonismo de sí sobre los demás. El ser humano originario del mundo andino no llegó a considerarse antropocéntricamente como el factor principal de la Realidad, ni mucho menos se extrañó a la Realidad misma, sino que se consideró parte de una realidad viva en todas y cada una de sus dimensiones.
Es importante que entiendas –me dijo José en una ocasión– que la “Realidad” no es algo que está fuera del ser humano. La “Realidad” llega a lo humano y a su vez el humano se da en la “Realidad”. Nada se encuentra fuera de la Realidad.
La medida para el hombre del mundo andino siempre fue la Unidad.

- El método de aprendizaje fue experiencial, directo y de maestro a discípulo, ¿Cómo describirías este tipo de aprendizaje que tuviste?

- Si bien el trabajo lo realizas tu mismo, el “maestro” actúa como un representante vivo de la propuesta de aprendizaje. El sentirlo, el verlo actuar, da la fuerza necesaria para creer posible lo que dentro de los parámetros ordinarios es visto como una ilusión, así como a su vez, permite que la normalidad de nuestro “mundo real” se desvanezca como una simple ilusión.

- Pienso que ha llegado la hora de masificar estos conocimientos, si es que se puede, claro. ¿Es reproducible este método de aprendizaje a grupos más masivos?

- Claro que estos conocimientos se pueden entregar y de seguro harán sentido en algunos y en otros no. Sin embargo, no se puede dejar de observar que la realidad social demuestra que los sistemas de creencias organizados tienden a terminar como grupos de rebaños, en donde los miembros que los componen se someten a una autoridad sin nunca experienciar la propuesta, quedando presos del marco conceptual que la sustenta. Este es un riesgo inevitable desde el momento en que se masifica un cuerpo de conocimiento. Es más fácil que nos digan por donde ir que descubrir el camino.
Estos conocimientos tienen sentido solo dentro de quien tiene como propósito terminar con la dicotomía para dar paso al sentimiento de Unidad.

- En tu libro hablas de la “autovalencia”, ¿puedes explicar este concepto?

- La Autovalencia es la capacidad de todo hombre de acceder a su potencialidad humana y ser un Individuo, no es un sistema de creencias al cual las personas puedan adherirse como si fuera una ideología. El propósito es que cada ser humano logre en sí mismo el equilibrio de la Unidad. Es un trabajo hacía adentro, con uno mismo en donde el método es sencillamente lo que su nombre indica y no un objetivo en sí mismo. El objetivo no es alcanzar la perfección, ya que, ella solo existe en nuestra mente al igual que la iluminación y todas aquellas idealizaciones que construimos a partir de las proyecciones que hacemos de nosotros mismos.
En el camino que yo he iniciado, es el propio individuo el que define sus posibilidades a partir de su intención y su disposición. La metodología entrega una serie de técnicas que permiten al aspirante ir abriéndose paso en lo desconocido que habita en todo ser humano.
El guía es uno mismo, los demás son personas que nos ayudan a recordar quienes somos. Si por un instante dejáramos de escondernos de nuestros miedos y angustias nos daríamos cuenta que sabemos perfectamente qué es lo que queremos y cómo lograrlo. La confusión solo existe en nuestra mente.

- Este chamán provenía de la tradición inca, de los antiguos amautas andinos, que trabajaban con el código descrito como Whipala, representación –¡sorprendente para mí!– de la realidad. ¿Puedes explicar en que consiste?

- En Tiahuanaco, se encuentra en dos bajorrelieves grabados en piedra el código de K´anta-Tayita, del cual se desprende y desenvuelve la Whipala.

http://www.visionchamanica.com/Chamanes/imagen/foto_1.jpg
Código ancestral –Whipala– del mundo andino
grabado en piedra en el Centro Arqueológico de Tiahuanaco – Bolivia.


Representa a cualquier “ser” y/o a toda la Realidad, por lo que en el nivel del planeta representa a la Tierra, en el nivel de lo humano representa lo Humano, como específico, natural y cósmico, en el nivel planetario o cósmico representa el accionar del conjunto del Sistema Planetario Solar. Es decir, es una representación de la Pacha o Realidad en su conjunto y/o cualquiera de sus “elementos”, sin que éstos sean autónomos y diferentes en sí sino “parte” que se diluye y confunde en la realidad misma del Todo, de manera que el Todo es una Unidad y que cada “elemento” es a su vez un todo que concentra y desconcentra el Todo. Expresa la complementación y el equilibrio de los opuestos que constituyen la Unidad o Totalidad.

Los colores corresponden a diferentes frecuencias vibracionales y representan la realidad perceptible por el ser humano, vale decir, lo que se conoce y lo que se puede llegar a conocer. El negro representa la Totalidad, es decir, aquella dimensión desconocida e incognoscible desde la cual emerge la luz-color-vida.


- ¿Esta cosmogonía de la tradición inca, se contrapone, supera o complementa nuestro paradigma racional/cartesiano/cristiano?

Todo acto humano emerge de una intención. El conocer la naturaleza de lo que somos y de lo que nos rodea considera implícitamente un porqué. El paradigma cartesiano nos habla de un hombre que se siente fuera de la realidad. Fundamenta su identidad en la dicotomía de la separatividad, en el pensamiento y su linealidad lógica-causal. De esta manera categoriza, determina, manipula y controla la vida de las personas, se nutre del poder.
La cosmogonía andina, se fundamenta en la Unidad de la existencia y su propósito es la armonía, la integridad, la libertad y el reconocimiento de la identidad cósmica del ser humano y de cualquier ser.

- ¿En lo más íntimo y en tu vida cotidiana, has podido integrar estas enseñanzas de José Illescas? Esto me parece fundamental, porque existe mucha literatura del tipo “Castaneda” que, en mi opinión, es imposible de llevar a la práctica para personas comunes y corrientes.

- En ningún momento de mi aprendizaje intenté ser lo que no soy, vale decir, nunca fue mi propósito ser chamán o el nombre que quieras ponerle. Todos los seres humanos somos comunes y corrientes y a la vez mágicos e infinitos, lo que indica que cualquier individuo que se proponga tomar las riendas de su vida puede tener la certeza de que la vida hará lo que hace falta para complementar su propósito. La metodología de la autovalencia es practicable por cualquier persona y se constata en la concordancia entre lo que se dice y se hace. Los grandes ideales de un hombre se constatan en las acciones simples de la vida diaria.

- Una frase repetida en tu relato es la “sabiduría del sentimiento”, ¿es esto una manera diferente de conocer y aprender?

- Partimos de la base que el ser humano es en su individualidad expresión de la Totalidad. Esto nos indica que en la medida en que nos abrimos paso dentro de nosotros mismos, nos aproximamos a nuestra dimensión cósmica.
El conocer, entendido dentro del contexto de la cultura occidental, nos indica una epistemología sustentada en la dicotomía sujeto/objeto en donde el hombre se concibe a sí mismo como un receptor de información proveniente de lo externo. Efectivamente, cuando nos aproximamos a la realidad a partir del condicionamiento que damos a nuestros cinco sentidos, estamos siendo receptores de información fragmentada que necesariamente debe ser restringida; como su nombre lo indica, es un cono. Para el Amauta andino, el Sentimiento define la condición Ser, ya que, en el sentir se constata la existencia presente, que es la única que “tenemos” y en la cual confluye todo lo que hemos sido. Como sujeto puedo dudar de la concordancia de mis pensamientos con la realidad o dudar de determinada concepción de realidad pero no puedo dudar de lo que siento.
Para decirlo de algún modo, cuando el Amauta en periodos de sequías hace llover, no lo logra porque converse con las nubes o porque se traslade a algún lugar lejano en busca de ellas; esto sería reproducir el paradigma occidental que nos dice que la realidad es algo que se encuentra allá afuera. Si lo logra es porque el sabio andino se sabe la nube, así como cualquier individualidad de la realidad, porque él se siente la nube, se siente el viento. Estamos hablando del sentimiento no del pensamiento. No es un creerse, es un saberse, no hay división, no hay tiempo.
Te darás cuenta que para vivir esto como una realidad en sí mismo, se hace la exigencia de realizar un trabajo que en definitiva no es llegar a ser, por el contrario, es un dejar de ser todo aquello que uno cree que es, para de esta manera reencontrarse con lo que uno siempre ha sido, la Totalidad. El Inca significa “el que no Es”, pues el que se define excluye, separa. El que se dice evolucionado, iluminado, hermoso, inteligente está creando dicotomía, opuestos, polaridades cuando en “realidad” solo se accede a la Totalidad en la unidad. El objetivo aquí no es definir la Totalidad, el propósito es limpiarse, desapegarse amorosamente de todo aquello que sentimos tan propio y que en definitiva nos limita e impide la manifestación de lo desconocido.

- Este chamán trabajaba con estados alterados de conciencia, con plantas alucinógenas y todo eso?

- Para José la “ingesta” corresponde al consumo de plantas medicinales que pertenecen a las especies que contienen como principio activo, sustancias alucinógenas. Desde su perspectiva, el consumo de tales plantas alucinógenas por parte de personas no instruidas en el conocimiento del arte de la “ingesta” no tiene ninguna utilidad, más bien corresponde a lo que él define como una simple “volada”, en donde el sujeto asume una actitud pasiva desde la cual no puede actuar ni significar la experiencia.
El hombre común cuando consume plantas no puede más que entregarse a sus vicios y no hace más que salir corriendo o tirarse al suelo entregándose al sueño y al cansancio. El hombre de sabiduría encara lo que se presenta y es dueño de los controles que lo conducen en su vuelo. Su actitud es templada y amable.
La metodología de José se sustenta en la autoingesta, que corresponde a la capacidad del ser humano de alcanzar estados no ordinarios de conciencia sin la utilización de plantas medicinales, o mal llamadas alucinógenas, sino que a través de técnicas de respiración, visualizaciones mentales, dietas en la alimentación, sonidos de percusión y un conjunto de disposiciones que el sujeto debe adoptar en la forma de relacionarse con el mundo y la totalidad. El mundo, se refiere al espacio en el cual nos desenvolvemos como seres humanos que habitamos esta Tierra; en este contexto José plantea que el aspirante debe tomar conciencia de lo que respira, lo que toma, lo que come y en cómo se relaciona con los otros seres, ya sean humanos, animales o vegetales.
La Totalidad se refiere a cómo se ubica el hombre con respecto a su dimensión natural y cósmica.

- Tu podrías decir que lograste una cierta libertad respecto de tu “paradigma de origen”? ¿Qué valor le asignas a este hecho?

- Efectivamente, y no porque sienta que haya llegado a algún lugar o porque haya alcanzado algún grado de esos que se suelen repartir. Sencillamente, vivo bajo la convicción de que no hay a donde ir; no existe mejor momento ni mejor lugar que en el que uno se encuentra y, es sencillamente la capacidad de leer ese instante lo que da la libertad de transformar la vida en un desafío constante de apertura e integración al contexto, cada vez más amplio, del cual uno es parte. Atisbar la propia muerte permite dimensionar la existencia y constatar que el ser humano se desenvuelve en múltiples modalidades de existencia en donde vida y muerte son dimensiones de un mismo hecho que es existir.
El valor es asumir que la libertad se construye en lo cotidiano, en cómo y desde a dónde te relacionas con la vida en el día a día.


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Cada color de la Whipala tiene su propio significado y corresponde a diferentes niveles vibracionales. Los colores representan la realidad perceptible por el ser humano, vale decir, lo que conoce y lo que puede llegar a conocer. El negro representa la Totalidad, es decir, aquella dimensión desconocida e incognoscible desde la cual emerge la luz-color-vida.

Fuentes:

Por Alejandro Abufom.
Revista Uno Mismo Nº 158, Febrero 2003.


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Según Platón, el conocimiento es un subconjunto de lo que forma parte a la vez de la verdad y de la creencia.
Integral Philosopher Michel Bauwens "Vision"