“Un guerrero acepta la responsabilidad de sus actos, hasta el más trivial de sus actos.
El hombre corriente actúa según sus pensamientos y nunca asume la responsabilidad por lo que hace.”
“Desde el momento en que nacemos la gente nos dice que el mundo es esto y aquello y de tal y cual manera; naturalmente, no tenemos otra opción más que aceptar que el mundo es de la forma en que la gente nos está diciendo que es.”
“La razón hace que los seres humanos olviden que la descripción del mundo es tan sólo una descripción, y antes de que se den cuenta, han atrapado la totalidad de sí mismos en un círculo vicioso del cual raramente escapan en toda su vida.”
“En tanto continuemos embotellados dentro de las normas podridas y rancias del intelecto, será algo más que imposible la experiencia de ESO que no es de la mente, de Eso que no es del tiempo, de ESO que es LO REAL.”
“Los seres humanos son perceptores, pero el mundo que perciben es una ilusión: una ilusión creada por la descripción que les contaron desde el momento mismo en que nacieron.
“Así pues, el mundo que su razón quiere sostener es, en esencia, un mundo creado por una descripción que tiene reglas dogmáticas e inviolables, reglas que su razón aprende a aceptar y a defender.”
“El hombre corriente es consciente de todo, sólo cuando piensa que debería serlo; la condición de un guerrero, en cambio, es ser consciente de todo en todo momento.”
“El camino del guerrero ofrece al hombre una vida nueva, y esa vida tiene que ser completamente nueva. No puede uno llevar a esa nueva vida sus viejas y malas costumbres”
“Una de las cosas más dramáticas de la condición humana es la macabra conexión que existe entre la estupidez y la imagen de sí. Es la estupidez lo que obliga al hombre corriente a descartar cualquier cosa que no se ajuste a las expectativas de la imagen de sí mismo. El hecho de ser hombres corrientes, por ejemplo, hace que seamos ciegos a una parte de conocimiento……”
“El hombre racional, al aferrarse tercamente a la imagen de sí mismo, se garantiza una ignorancia abismal. Ignora el hecho de que el chamanismo no es cuestión de encantamientos y abracadabras, sino que es la libertad de percibir no sólo el mundo que se da por sentado, sino todo lo que es humanamente posible lograr. Tiembla ante la posibilidad de ser libre”.
“No es que un guerrero aprenda chamanismo con el paso del tiempo; lo que aprende con el paso del tiempo, es más bien, a ahorrar energía. Esa energía le permitirá manejar algunos de los campos de energía que normalmente le son inaccesibles. El chamanismo es un estado de conciencia, es la facultad de utilizar campos de energía que no se emplean para percibir el mundo cotidiano que conocemos”. “No es por codicia que los guerreros se aventuran en lo desconocido. La codicia sólo es eficaz en el mundo de los asuntos cotidianos. Para aventurarse en esa aterradora soledad de lo desconocido se necesita mucho más que codicia: se necesita Amor. Hay que tener amor en la vida, a la intriga, al misterio. Hay que tener una curiosidad insaciable y una montaña de agallas.”
Parar el mundo es el primer paso. Sucede cuando uno empieza reconocer dentro de sí todo lo que hemos estado hablando hasta ahora y se da cuenta de cual es su verdadero estado.
Para parar el mundo, se necesita sentir el anhelo de llevar a cabo un cambio interno radical. Acabar con la descripción que tenemos del mundo, y aprender a ver esa “Realidad” que nos hace actuar.
Es por lo tanto una resolución interior, un acto consciente, un compromiso que cada uno adopta consigo mismo. Y obviamente conlleva una responsabilidad. No aceptarla supone, de hecho, continuar en la descripción que ya tenemos, autoengañarse y seguir viviendo en ese “mundo conocido”, en el camino frecuentado, siendo una oveja más del gran rebaño de la vida mecánica.
Parar nuestro mundo pasa irremediablemente por conocerlo. Por más que nos cuenten, uno solo puede encontrar las respuestas dentro de sí mismo. Por eso el camino del conocimiento, es en verdad un camino de Auto-conocimiento.
Para poder cambiar, es necesario iniciar un trabajo de estudio de uno mismo, reflexión y meditación acerca de nuestros actos, reacciones, pensamientos, emociones, etc.… es decir que hay que convertirse en nuestros propios psicólogos, hasta llegar a comprendernos en lo más hondo.
Existe un mundo maravilloso infinitamente más amplio al que conocemos ahora, y está aquí, ante nuestras narices, pero no podemos verlo, porque para empezar, damos por sentado que no existe.
A medida que vayamos despertando podremos acceder a un mundo nuevo, pero para poder percibirlo es necesario, abrir la mente. Limpiarla de tantos conceptos preestablecidos, y estructuras rígidas. Hay que “poner vino nuevo en odre nuevo”, como dijo Jesús el Cristo, cuando se refería precisamente, a que es necesaria una mente nueva para poder acoger a lo nuevo.
El camino del Conocimiento es todo nuevo, y le lleva a uno a vivir experiencias nuevas, que nada tienen que ver con la descripción previa que tenemos de todo.
No pueden compararse con los registros que tenemos archivados en la memoria del intelecto, por lo tanto debemos ir resquebrajando el “programa” para tener la posibilidad de percibir limpiamente lo nuevo.
Para empezar a despertar, se requiere de un acto de voluntad consciente. Cuando uno se da cuenta de que está dormido, empieza de hecho a despertar. Implica también un acto de humildad y sinceridad con uno mismo, porque a veces, uno descubre que no es como pensaba.
El siguiente paso, es aprender a dividir nuestra atención. Hasta ahora, prácticamente siempre, la tenemos enfocada hacia fuera. Tenemos un gran vació dentro, porque estamos muy alejados de nuestro Ser interior. De manera que nuestra atención está siempre hacia el exterior, tratando de llenar ese vacío.
A todos nos ha pasado alguna vez, cuando estamos un poco deprimidos y salimos a comprarnos esto y aquello, que no necesitamos realmente, pero que nos hace ilusión.
En el fondo lo que hacemos, es tratar de tapar un vacío que está dentro de nosotros, llenándonos de cosas materiales, que nos generan sensaciones y satisfacciones.
Pero a la larga el vacío vuelve a salir; llega un día en que uno ya ha cumplido con todos sus “sueños”, ya tiene todo lo que le dijeron que le traería la felicidad, y sin embargo siente que le falta algo.
La sociedad actual, ya sabe lo que hace. Nos está bombardeando continuamente con miles de estímulos externos, para atrapar nuestra atención y mantenerla afuera. Nos crea un montón de necesidades; nos dice que seremos felices si tenemos nuestra propia casa, ese coche, esa ropa, ese tipo de vida, etc.… y muchos caemos hipotecando nuestra vida con tal de alcanzar ese nivel.
De esta manera el sistema puede controlar y manipular a todos los humanos como máquinas. Ya existen miles de leyes y normativas que nos rigen y nos dicen lo que tenemos que pensar, cómo tenemos que actuar, y que no es necesario que pensemos y decidamos por nosotros mismos.
Esto quizá parece exagerado, pero cuando uno reflexiona se da cuenta de que aun nos quedamos cortos.
Siempre estamos con la atención hacia afuera, gastando gran cantidad de energía.
Por eso, es muy importante aprender a dividir la atención, entre dentro y fuera.
Debemos empezar a acordarnos de nosotros mismos; a prestar atención a nuestro mundo interior de manera consciente, es decir hacernos conscientes de quienes somos, dónde estamos, cómo estamos, qué pensamos, qué sentimos, qué hacemos y el porqué, en cada momento. Hacer esto es un acto de poder.
Es necesario que dejemos aflorar a nuestra conciencia, que le demos algo de protagonismo y que iniciemos una verdadera relación de amistad con nosotros mismos.
Debemos convertirnos en nuestros mejores amigos y aliados, pero no de nuestro Ego y sus deseos, ambiciones, sino de nuestra conciencia que está atrapada en todo eso.
Así, de esta manera, a medida que vayamos estableciendo dentro de nosotros lo que se conoce como “Recuerdo de sí”, se irán construyendo los cimientos de un centro de gravedad en nuestro interior.
Mientras no lo hagamos, ese centro estará fuera de nosotros y en cada una de las cosas que poseemos y a las que estamos apegados e identificados, sean materiales o no. Conocí una vez a un tipo, que estaba tan identificado con su coche, que éste había pasado a ser un apéndice de él, era casi como una prolongación de sí mismo. Si se lo rayaban, le dolía casi más que si lo hacían a su propio cuerpo. El coche le llenaba; con él obtenía el reconocimiento de los demás, eso le daba seguridad y equilibrio, le hacía “ser” algo.
Con esto queremos hacer entender, que mientras tengamos nuestro centro de gravedad en el exterior, en realidad somos muy frágiles, porque nuestros puntos de apoyo están afuera, en cada una de las cosas en las cuales estamos apegados e identificados. Y si a alguno de ellos le ocurre algo o desaparece, perdemos el equilibrio interno y podemos sufrir verdaderos trastornos.
En cambio cuando uno consigue establecer su centro de gravedad en el interior, nada de lo que ocurra fuera puede derrumbarle. Ya puede caer el mundo, que el guerrero, se mantendrá impasible, sereno y perfectamente equilibrado.
Parar el mundo consiste básicamente en darse cuenta de que estamos dormidos, y lo mágico es que cuando uno se da cuenta, despierta y se pone en actividad su conciencia. Luego habrá que profundizar en ese estado, mediante el “recuerdo de sí”, la auto-observación y estableciendo ese centro de gravedad consciente dentro de nosotros.
Eso nos llevará en un primer término a ahorrar grandes cantidades de energía, que es lo que nos permitirá llevar a cabo la revolución interior: eliminar el Ego y despertar en su totalidad la Conciencia.
“La Voluntad es algo muy especial…No hay en realidad una manera de decir cómo la usa uno, excepto que los resultados de usar la voluntad son asombrosos. Acaso lo primero que se debe hacer es saber que uno puede desarrollar la voluntad. Un guerrero lo sabe y se pone a esperar….”
“La voluntad es lo que puede darte el triunfo cuando tus pensamientos te dicen que estas derrotado. La Voluntad es lo que te hace invulnerable.”
“La Voluntad, es algo que un hombre usa, por ejemplo, para ganar una batalla que según todos los cálculos, debería perder.”
“Todo el mundo dispone de suficiente poder personal para lograr algo. El truco del guerrero consiste en desviar el poder personal que dedica a sus debilidades para emplearlo en su propósito de guerrero.”
“Cuando un guerrero decide hacer algo, debe ir hasta el final, aceptando la responsabilidad de lo que hace. Haga lo que haga, primero debe saber por qué lo hace, y luego seguir adelante con sus acciones, sin dudas, ni culpabilidades.”
“El Hombre corriente es o un ganador o un perdedor, y dependiendo de ello se convierte en perseguidor o en víctima. Estas dos condiciones prevalecen mientras uno no “ve”. Ver disipa la ilusión de la victoria, la derrota o el sufrimiento”.
“Ser guerrero no es sólo cuestión de desearlo. Es más bien una lucha interminable que seguirá hasta el último instante de nuestras vidas. Nadie nace guerrero, como nadie nace hombre corriente. Somos nosotros quienes nos hacemos lo uno o lo otro.” (Juan Matus)
Este es probablemente el punto más importante en la actitud del guerrero, ya que sin él difícilmente se pueden lograr los demás.
En nosotros existe una abertura energética, situada un par de dedos por encima del ombligo, conocida como Plexo Solar, de donde emana el Hara de las artes marciales.
Este vórtice de energía se va abriendo a medida que se desarrolla la voluntad.
La Voluntad no es un pensamiento, es un poder enorme que todos tenemos y que le da al guerrero la fuerza suficiente para trascenderlo todo, sin embargo, lo que ocurre, es que no nos lo creemos. Y como siempre la causa está dentro de la mente, en el intelecto. En esa “envoltura”, formada de preconceptos y creencias, que nos condiciona absolutamente y nos limita el enorme potencial que todos tenemos.
Es necesario salir de la barrera racional, escapar de las dudas, los temores y los razonamientos. Eso es significa “abandonarse”, “dejarse ir”, “soltarse” del mundo conocido, en el cual nos sentimos tan seguros, pero que es ilusorio. Y que por lo tanto todas esas dudas y temores, también son ilusorias.
Esto no es fácil al primer intento, porque “soltarse”, es como saltar al vacío. Significa desprenderse de muchas cosas, de muchos esquemas mentales que estructuran nuestro mundo conocido y que nos dan seguridad.
Por eso, una vez más, para ser uno capaz de “soltarse” de las amarras de la razón, se necesita mucho anhelo y un montón de agallas; es decir ser un guerrero.
El guerrero, cuando anhela algo, lo primero que debe hacer es tener muy claro cuál es su objetivo y porqué quiere alcanzarlo.
Lo segundo es tener la Concentración necesaria para escapar a los razonamientos e imaginar el objetivo cumplido con la Imaginación Consciente. Con eso debe lograr el CONVENCIMIENTO. Eliminar el menor resquicio de duda dentro de sí mismo. Lo tercero es centrarse en la emoción, en el Hara, para dar a la imaginación y a la Acción, la fuerza y el poder que harán cristalizar aquello que se persigue.
Si se logra esto, las cosas podrán costar más o menos esfuerzo, podrán llevar más o menos tiempo, pero siempre se alcanzarán. Como dice Don Juan, se puede ganar una batalla, que según todos los cálculos de la mente, está perdida.
Cuando uno tropieza, o se cae, solo la voluntad le va a permitir levantarse y seguir adelante. A veces nos quedamos lamentándonos, culpabilizándonos, autocompadeciéndonos, pero con eso no se logra nada, solo alimentar la importancia personal. El Hombre de Conocimiento, no puede perder el tiempo con lamentaciones.
Si tropieza y cae, se levanta y trata de comprender por qué se equivocó, extrayendo de eso la sabiduría correspondiente. Por lo tanto para el guerrero el triunfo y el fracaso son relativos, porque en el fondo no puede haber el uno sin el otro y las experiencias que viven no son ni buenas ni malas, simplemente son, y todas forman parte de su Camino. Las limitaciones, nos las ponemos nosotros, están dentro, no fuera. Radican en la rigidez de las estructuras de la mente, del programa psicológico establecido.
Y aunque a veces nos encontremos con obstáculos e impedimentos externos, que parecen ajenos a nosotros y pensemos que no podemos cambiar, nos equivocamos.
Porque cuando uno inicia el camino del auto -conocimiento, todo lo externo se relaciona con lo interno, es decir, que somos los responsables de todo lo que nos sucede, y aunque esta afirmación pueda causar un cierto malestar en un primer momento, es en realidad una liberación, pues significa que también está en nosotros la posibilidad de cambiar las circunstancias externas. Si existiera el azar o la casualidad, sería muy injusto, porque no tendríamos la posibilidad de cambiar nada.
Por lo tanto, cuando el guerrero quiere algo: se deja ir, imagina su objetivo y se convence hasta en lo más hondo que lo va a lograr.
Pero el convencimiento debe ser total, porque ese es el secreto. Si existiera la más pequeña duda, su poder se debilitaría. El guerrero no cree que lo logrará, el guerrero SABE que lo logrará.
Por eso podemos afirmar que cuando el guerrero pone en marcha su voluntad, nada lo puede parar; es invulnerable, nada se vuelve imposible, y puede llegar literalmente, más allá del infinito.
“Un Guerrero no necesita historia personal. Un día descubre que ya no es necesaria y la abandona.”
“La historia personal debe ser renovada constantemente contando a los padres, parientes y amigos todo cuanto uno hace. Por el otro lado, el guerrero no tiene historia personal, no necesita dar explicaciones; nadie se enoja ni se desilusiona con sus actos.
Y sobre todo, nadie le amarra con sus pensamientos y expectativas.”
“También el hombre corriente examina el pasado. Pero lo que examina es su pasado personal y por razones personales. Se mide a sí mismo en relación con el pasado, tanto su pasado personal, como lo que se conoce del pasado de su época, con el fin de encontrar justificaciones a su comportamiento presente o futuro, o para establecer un modelo para sí mismo.”
“El guerrero, como maestro, enseña tres técnicas a su aprendiz para ayudarle a borrar su historia personal: Perder la importancia personal, asumir la responsabilidad de los propios actos y utilizar la muerte como consejera.”
Para mantener la imagen de uno mismo y del mundo conocido, el hombre común, a la mínima que puede, trata de contar a quien le escuche, “qué le ha ocurrido”, “quién es él” o mejor dicho, quien supone que es él.
Cada vez que atrapamos a alguien para soltarle toda nuestra historia, lo único que hacemos es reafirmarnos y convencernos en lo que creemos que somos, buscamos que los demás nos corroboren esa imagen, buscamos su aprobación y alimentamos la importancia personal. Eso genera como decíamos, un desgaste energético enorme que compensamos atrapando la atención y energía de los que nos escuchan.
Además, cuando vamos explicando lo que somos, lo que nos ha pasado, lo que pensamos hacer etc.… en cierta manera, los demás se crean una imagen preconcebida de nosotros y nos “atrapan” con su pensamiento. Esto nos influye en nuestra manera de actuar, porque los demás esperan que actuemos o nos comportemos de acuerdo con esa imagen. Se crean expectativas acerca de nosotros y por lo tanto tenemos que justificarnos o dar explicaciones si no las cumplimos.
El guerrero no va contando su vida a todo el mundo; y si cuenta algo, lo hace de manera impersonal, sin tratar de captar la atención de los demás ni darse importancia.
Al no hacerlo, crea una niebla entorno suyo, que le da la libertad de ser “desconocido”, ya nadie puede dar nada por sentado acerca de él; entonces ya no tiene que dar explicaciones, puede ser libre e imprevisible.
Pero esto hay que saberlo entender, no se trata de ser poco sociable, todo lo contrario, hay que saber moverse en todos los ambientes, pero eliminando esa necesidad de ir contando todo sobre nosotros.
Las razones por las cuales necesitamos contar nuestra vida a los demás, son como decíamos para sostener la imagen que queremos dar de nosotros mismos y luego porque vivimos multitud de experiencias que no somos capaces de comprender y por lo tanto, no podemos asimilar.
Eso genera una tensión que liberamos casi siempre, contando el suceso a los demás.
Nos ha pasado a todos, que alguna vez hemos sufrido alguna desgracia, o por el contrario, alguna gran alegría, y lo primero que sentimos, es la necesidad de ir corriendo a contárselo a la familia o a los amigos o al vecino. Y eso está bien, nos ayuda a liberar esas tensiones y a comprender la causa; es lo que en psicología se conoce como “Catarsis”, pero el guerrero lo hace de manera consciente, no mecánica.
La historia personal, no es más que el archivo de todas las experiencias vividas a lo largo de nuestra existencia. Algunas ni tan siquiera las recordamos, porque sucedieron en nuestra infancia o incluso antes y forman parte de nuestro subconsciente.
Otras experiencias en cambio las recordamos, sobretodo, aquellas que impactaron en nuestra conciencia, sin embargo muchas no fueron comprendidas, y no pudieron ser asimiladas por la conciencia, pero siguen estando ahí. Es una carga que llevamos y que nos condicionan en nuestra conducta, limitan nuestra libertad de ser espontáneos.
Ahí está el origen de todos esos traumas, temores miedos, bloqueos, fobias,…que tenemos. En definitiva es el mismo Ego. Este se forma a partir de todas esas experiencias vividas, pero que no fueron digeridas.
Después, ocurre que el ego desea repetir las sensaciones placenteras, y ese hecho ya nos genera una tensión que aliviamos proyectándolas a modo de fantasías mentales o “soñando despiertos”, como comúnmente se conoce y que encima se nos ha enseñado que es tan bueno.
Es decir, que de manera mecánica estamos siempre buscando información del pasado, y en el deseo de repetir sensaciones, generamos expectativas del futuro. Y así, el ego nos mantiene entre el pasado y el futuro, sin poder vivir el “aquí y ahora", ni poder despertar.
Además, todo lo que hablábamos al principio de las ideas preconcebidas tiene que ver con todo esto, ya que se fundamentan en nuestra experiencia. Cuando percibimos una sensación y no la podemos comprender, es tomada por el ego, el cual saca conclusiones y establece conceptos predeterminados para definir esa sensación.
Las expectativas que proyectamos al futuro, tienen que ver con las ideas preconcebidas, de cómo queremos que sean las cosas. Luego sucede que el futuro, no se ajusta a la realidad que desea el ego y entonces aparecen las frustraciones, resentimientos, ira, búsqueda de culpables, etc.… Por lo tanto, es esencial ir borrando nuestra historia personal. Pero eso no significa borrar nuestro pasado, sino dejar de aferrarnos a él y utilizarlo como base de datos para vivir el presente y hacer proyecciones de futuro.
Solo mediante la meditación, la reflexión, el psicoanálisis y la comprensión, uno puede lograr eliminar toda esa carga.
Cuando se consigue, uno es capaz de vivir el presente, sin expectativas de futuro. Las emociones se viven y se digieren al instante. Entonces ya no se genera un archivo del pasado, ya no nos comportamos como si lo supiéramos todo. La vida se vuelve una constante sensación, un misterio permanente y emocionante. Ya no vamos del pasado al futuro; vivimos fuera del tiempo, porque el tiempo de hecho no existe, lo crea el ego, en ese proceso mecánico. (Por eso se dice que el ego es “tiempo acumulado no asimilado”).
Al no haber tiempo, no hay pasado ni futuro; y dejamos de proyectar la falsa realidad, que nos impide ver la verdad. Dejamos de vivir deseando repetir las sensaciones de placer o sufriendo porque no se repitan las de dolor. Entonces escapamos de la dualidad, uno vive entonces más allá del bien y del mal, del placer y del dolor.
El hombre dual, en cambio, para sentirse vivo, necesita tanto lo uno como lo otro.
Cuanto más dolor experimenta, luego por contraste más placer será capaz de vivir.
Para el hombre corriente las cosas son, o buenas o malas; para el guerrero las cosas simplemente son y las toma como un desafío.
No sólo eso, sino que también escogemos nuestros caminos al hablarnos a nosotros mismos. De ahí que repitamos nuestras acciones una y otra vez hasta el día en que morimos. Porque continuamos repitiendo el mismo diálogo interno una y otra vez hasta el mismo momento de la muerte. Un guerrero es consciente de ello y lucha por detener su diálogo interno.”
“El diálogo interno es lo que ata a la gente al mundo cotidiano. El mundo es de tal y cual manera sólo porque nos contamos que es de tal y cual manera. El camino del guerrero se abre cuando se aprende a parar el diálogo interno”
Otra cosa que nos consume gran cantidad de energía, es la constante charla que mantenemos con nosotros mismos. La idea preconcebida que tenemos del mundo y de nosotros, la sostenemos con la razón. Nos hablamos incesantemente con la finalidad de repetirnos y convencernos que el mundo es así o asá.
No podemos parar la mente; ¿porqué?, pues porque como decíamos en la introducción, dentro de nuestra psicología habitan multitud de entidades que están constantemente proyectando un mundo imaginario, para mantener la conciencia dormida y asegurarse la supervivencia.
Además mientras no se interrumpa ese constante fluir de pensamientos, uno no puede parar el mundo y percibir la realidad.
El mundo es un absoluto misterio que hay que ir descubriendo en cada instante. Para eso hay que vivir el presente y en recuerdo de sí. “La verdad es lo desconocido de momento en momento”.
Eso, solo es posible a través de la conciencia y no del intelecto como pretende la sociedad. Así que mientras no paremos el diálogo interno de la razón, no alcanzaremos jamás la verdad.
Para acceder a experimentar la realidad debemos aprender a escuchar. Si estamos siempre centrados en la razón proyectando pensamientos, ¿cómo podemos escuchar?
Aprender a escuchar, no significa solamente abrir bien las orejas; aprender a escuchar significa, entrar en el corazón, soltarse de las amarras de la mente, romper el “filtro”, para volverse receptivo y abrirse a lo nuevo. Si todo lo que percibimos, automáticamente lo filtramos por la razón, lo juzgamos y lo comparamos con la descripción que ya tenemos, en el fondo lo único que hacemos es escucharnos a nosotros mismos, y no la realidad del mundo.
Saber escuchar es tener la capacidad de asombrarse ante lo nuevo, ser capaces de percibir la belleza de una pequeña flor que está al borde del camino. Si vamos hablándonos a nosotros mismos de manera mecánica, a duras penas vemos lo que tenemos delante. Es necesario mantener la mente quieta, pasiva, receptora. Pero cuesta mucho, porque entregarse con el corazón, significa renunciar al mundo conocido de la razón y eso nos genera mucho miedo.
En realidad todos disponemos de muchas facultades y poderes, pero la razón, con sus ideas preconcebidas de cómo creemos que deben ser las cosas, nos bloquean.
Acallar la mente y entrar en el corazón no es cosa fácil, pero poco a poco se va logrando. Los pensamientos y proyecciones mentales se van reduciendo y va aflorando el silencio interior.
“Un guerrero cazador no captura animales porque ponga trampas, ni porque conozca las rutinas de su presa, sino porque él mismo no tiene rutinas. Esa es su ventaja. Él no VOLVERSE CAZADOR Y HACERSE INACCESIBLE es de ningún modo como los animales que persigue, fijos en rutinas pesadas y caprichos previsibles. Él es libre, fluido, imprevisible.”
“El guerrero utiliza su mundo con frugalidad y ternura. Un cazador está en íntima relación con su mundo, y sin embargo, permanece inaccesible a este mismo mundo…”
“Es inaccesible porque no exprime ni deforma su mundo. Lo toca levemente y se queda cuanto necesita quedarse, y luego se aleja raudo, casi sin dejar señal alguna…” (Juan Matus)
“Cuando nada se da por cierto permanecemos alertas, permanentemente de puntillas.
Es más emocionante no saber detrás de qué matorral saltará la liebre, que comportarnos como si lo supiéramos todo.”
“Preocuparse, es ponerse al alcance sin saberlo. Y una vez que te preocupas, te agarras a cualquier cosa por desesperación; y una vez que te aferras, forzosamente te agotas o agotas a la cosa o la persona de la que estas agarrado….” “Ponerse fuera del alcance significa que evitas a propósito agotarte a ti mismo y a los otros…”…significa que no estas hambriento y desesperado, como el pobre desgraciado que siente que no volverá a comer y devora toda la comida que puede…” “Un guerrero cazador, en cambio, sabe que atraerá la caza a sus trampas una y otra vez, así que no se preocupa”
“Un guerrero es un cazador. Todo lo calcula. Eso es control. Una vez terminados sus cálculos, se deja ir. Eso es abandono. Un guerrero no es una hoja a merced del viento.
Nadie puede empujarle; nadie puede obligarle a hacer cosas en contra de sí mismo o de lo que juzga correcto. Un guerrero está preparado para sobrevivir, y sobrevive del mejor modo posible.”
Para convertirse en hombre de conocimiento es necesario volverse cazador.
Un guerrero debe saber cazar. Pero como decía Don Juan, no se logra solo porque se conocen las rutinas de la presa, sino porque uno mismo no tiene rutinas.
Con los hábitos, el ego trata de repetir aquellas sensaciones que le son propicias, y que le aseguran la supervivencia. Es decir se crea un mundo seguro y se refugia en él, sin tener así que tomar decisiones ni asumir responsabilidades.
Además, cuando somos mecánicos y hacemos siempre lo mismo, para no arriesgar, pasamos a formar parte de la rutina de los demás y de su entorno seguro. Porque cada día, ya dan por sentado que haremos esto y lo otro. Y el día que no lo hacemos, nos preguntan “porqué”. Claro, entonces si uno quiere ser sociable, no puede responder “porque sí” o “porque me da la gana”, se ve obligado a dar explicaciones, incluso los demás se pueden molestar, porque se ha alterado su rutina, se ha alterado su entrono seguro, y no se han cumplido sus expectativas respecto a nosotros.
Las rutinas lo vuelven a uno mecánico, vulnerable, accesible, localizable y en consecuencia manipulable.
El Hombre común no es más que una presa del sistema y de su propio ego, de sus miedos y limitaciones. Jamás alcanzará a descubrir la verdad de lo que le rodea, porque vive siempre dormido. Hace cada día lo mismo, porque prefiere vivir en lo “conocido”. Cumple a raja tabla todas las normas, sin pensar por sí mismo.
Hay mucha gente que para ser feliz no hace aquello que desde el fondo le dicta su corazón, sino aquello se dice que a uno le hace sentirse feliz. Mucha de la gente joven que sale cada fin de semana y se mete en los antros más oscuros, con la música más terrible, lo hace simplemente porque eso es lo que se hace los viernes o sábados por la noche. Porque está establecido que eso significa diversión. No pueden plantearse por ejemplo irse a Montserrat a contemplar las estrellas, o quedarse en casa leyendo o ir a hacer deporte, porque hacer cualquier otra cosa que esté fuera del camino marcado los desubica. No pueden entenderlo.
Y como esto, funciona todo. No hay más que ir al Macba o a la feria ARCO a ver el arte contemporáneo. Hay gente que se detiene delante de algo terrible a lo que llaman “obra de arte” y con una mirada un poco incierta dice que le gusta, que es muy interesante , que significa esto y lo otro. Y luego resulta que es un garabato hecho por un perro con un pincel atado en la cola o algo parecido. Incluso se habla ya solo de arte conceptual, lo cual es absolutamente contradictorio.
Ya se ha perdido el criterio de la conciencia para percibir el mundo tal cual es, sin verse condicionado por todo lo que está establecido.
Por eso, para volverse hombre de conocimiento, debe dejar de ser una presa y volverse uno mismo cazador.
Debe ser cazador de sí mismo y de sus propias limitaciones. Y al romper su mecanicidad, y todo el programa establecido, consigue que “nadie le de por hecho”. Se vuelve imprevisible, y nadie puede atraparlo. Es libre, nadie se crea expectativas acerca de él y en consecuencia no puede defraudar a nadie. Puede actuar libremente sin tener que dar explicaciones.
El no ser mecánico, implica que cada instante es nuevo. La vida se vuelve algo maravilloso y emocionante. Cuando ya nada es cierto, el guerrero no tiene más remedio que estar alerta y en recuerdo de sí. No se da nada por sentado, no hay ideas preconcebidas, no hay pasado y no hay proyecciones de futuro. Se vive en el presente, fuera del tiempo, y en consecuencia no se alimenta la historia personal.
Para dejar de ser mecánico, uno debe desidentificarse de la masa. Aprender a estar solo consigo mismo y saber guiarse por el sentido común. A partir de ahí puede lograr escapar de las rutinas. Y Don Juan explica que para lograrlo se debe aprender a ser Inaccesible.
Para ser inaccesible, el guerrero debe saber ponerse al alcance y fuera del alcance a voluntad.
Ser inaccesible significa, no estar a merced de las circunstancias, sean estas del hogar, del trabajo o de la vida en general; es decir no ser una hoja a merced del viento.
El mundo está ahí y las circunstancias también; entonces se trata de ser capaces de no vivir condicionados por ellas. No preocuparse por las cosas, cayendo en lamentaciones ni sentimentalismos, sino actuar si se puede o sino mantenerse a la espera con serenidad.
Las rutinas nos ponen al alcance sin saberlo y esto nos agota, nos atrapa la inseguridad y perdemos la naturalidad, la fluidez, la libertad de ser espontáneos e imprevisibles. Perdemos el recuerdo de sí y nos convertimos en presas fáciles.
Además, la capacidad de ponerse fuera del alcance permite al guerrero moverse por cualquier lugar, en cualquier ambiente, pasando desapercibido, sin que pueda ser tocado por el entorno. Puede moverse entre las llamas sin quemarse. Las circunstancias externas no le afectan. Vive en el presente sin tener expectativas de futuro ni estar aferrado a su pasado. Su centro de gravedad está dentro de sí mismo.
Se ha vuelto cazador; cazador de sabiduría,.....cazador de conciencia.
“La confianza del guerrero no es la confianza del hombre común. El hombre común busca la certeza en los ojos del espectador y llama a eso confianza en sí mismo. El guerrero busca la impecabilidad en sus propios actos y llama a eso humildad. El hombre común está enganchado a sus prójimos mientras que el guerrero depende solo de sí mismo”
“El espíritu de un guerrero no está hecho a la entrega y a la queja, ni está hecho a ganar o perder. El espíritu de un guerreo está hecho solo a la lucha, y cada lucha es la última batalla del guerrero sobre la tierra. Por eso el resultado le importa muy poco. En su última batalla sobre la tierra, el guerrero deja fluir su espíritu libre y claro. Y mientras libra su batalla, sabiendo que su intento es impecable, un guerrero ríe y ríe.”
“Mientras un hombre siente que lo más importante del mundo es él mismo, no puede apreciar verdaderamente el mundo que le rodea. Es como un caballo con anteojeras: solo se ve a sí mismo, ajeno a todo lo demás.”
“Lo más difícil de este mundo es adoptar el ánimo del guerrero. De nada sirve estar triste, quejarse y sentirse justificado de hacerlo creyendo que alguien nos está siempre haciendo algo. Nadie le hace nada a nadie y mucho menos a un guerrero.”
“Un guerrero no tiene culpabilidades por nada de lo que ha hecho, porque aislar los propios actos llamándolos mezquinos, feos o malos es darse a uno mismo una importancia injustificada. La clave está en lo que se enfatiza, o nos hacemos desdichados o nos hacemos fuertes. Cuesta el mismo trabajo lo uno que lo otro.” (Juan Matus)
“Un guerrero acepta su suerte. Sea cual sea, y la acepta con total humildad. Se acepta a sí mismo con humildad, tal como es; no como base para lamentarse, sino como un desafío vital”.
“La humildad del guerrero no es la humildad del mendigo. El guerrero no humilla la cabeza ante nadie, y al mismo tiempo no permite que nadie humille la cabeza ante él.
El mendigo, en cambio, en seguida se arrodilla y se arrastra por los suelos ante cualquiera que considere más encumbrado, pero también exige que alguien que considere inferior, haga lo mismo con él.”
“Sólo un guerrero puede soportar el camino del Conocimiento. Un guerrero no puede quejarse ni lamentar nada. Su vida es un desafío interminable, y no hay modo de que los desafíos puedan ser buenos o malos. Los desafíos son simplemente desafíos.” (Juan Matus) “El mayor enemigo del hombre es la importancia personal. Lo que lo debilita es sentirse ofendido por lo que hacen o dejan de hacer sus semejantes.”
“Los chamanes han desenmascarado la importancia personal y han descubierto que se trata de autocompasión disfrazada”.
“Un guerrero reconoce su dolor, pero no se entrega a él. El guerrero que se adentra en lo desconocido no tiene el ánimo triste; por el contrario, está alegre porque se siente humilde ante su gran fortuna, confiado en la impecabilidad de su espíritu, y sobretodo, completamente al tanto de su eficiencia.”
“No hay manera de librarse de la autocompasión. Tiene un papel y un lugar definidos en nuestras vidas, una fachada definida y reconocible. Así cada vez que se presenta la ocasión la fachada de la autocompasión se activa. Tiene una historia. Pero si uno cambia la fachada, cambia su lugar de prominencia. Las fachadas se cambian modificando los elementos que las componen. La autocompasión resulta útil a quien se siente importante y merecedor de mejores condiciones y mejor trato, o bien a quien no quiere hacerse responsable de los actos que le condujeron al estado que suscitó la autocompasión.”
“Negarse a sí mismo es una entrega. Entregarse a la negación es, con mucho, la peor de las entregas; nos fuerza a creer que estamos haciendo algo valioso, cuando en realidad estamos fijos dentro de nosotros mismos.”
La auto-importancia personal forma parte de nuestro Ego. Es una de esas tantas “individualidades” que cargamos en nuestra psicología, conocidas como “yoes” o “agregados psicológicos”, dependiendo de la cultura.
Este agregado, es de los que más energía nos consume. Es de los que más dormida tiene a nuestra Conciencia. Por lo tanto, es de los primeros que hay que observar, comprender y eliminar, para poder cambiar.
A medida que la conciencia se iba durmiendo y nos alejábamos de nuestro Ser, de nuestra divinidad interior, fue apareciendo un vacío dentro de nosotros. Ahí tiene su origen la auto-importancia personal, que viene a ser una falsa estructura con la finalidad de llenar ese vacío y tapar las carencias que tenemos.
La auto-importancia no se sostiene por sí misma, por eso requiere constantemente de la aprobación del exterior. Esa es una de las razones principales por las cuales tenemos nuestra atención y nuestro centro de gravedad fuera de nosotros, siempre preocupados por el ¿qué dirán de nosotros?
Empezamos por creamos una imagen falsa de nosotros mismos, y de lo que nos gustaría ser en función de los cánones de aceptación de la sociedad. Nos identificamos con ella y nos la creemos. Entonces la proyectamos a los demás, y estamos expectantes a ver cuál es su opinión, cuál es la imagen que tienen de nosotros, y cuanto más nos aprueben, más seguros nos sentimos y más nos creemos esa fantasía.
Buscamos agradar a los demás y que nos den su aprobación, para sostener así esa imagen. Pero obviamente no buscamos el reconocimiento de cualquiera, sino de aquellas personas a las cuales admiramos, aquellas a las cuales tenemos en consideración, y por lo tanto sobrevaloramos su opinión. Y a veces, nos identificamos hasta tal punto que si dicha persona opina que somos de determinada manera, eso nos afecta, y hasta nos lo creemos actuando como tal.
Luego se da un fenómeno muy interesante; cuando no se nos da esa aprobación que buscamos, la imagen de nosotros mismos no se sostiene y por unos momentos vemos la realidad que hay detrás, y este proceso es absolutamente mecánico e inconsciente; 24 es entonces cuando uno se deprime y luego saca la ira, y nos rebotamos contra aquél al que hace tan solo unos minutos admirábamos.
Mientras necesitemos de la aprobación de los demás, será como tener un montón de “amos”, de los cuales dependeremos. No seremos libres, sino más bien esclavos de su opinión ya que la necesitaremos como el aire para sostener nuestra autoestima y por lo tanto nuestros actos siempre estarán condicionados por esa necesidad, impidiéndonos actuar y fluir de manera natural y sincera. Esa actitud es constante en nosotros, en mayor o menos grado dependiendo de cada uno, y no somos conscientes porque funciona de manera absolutamente mecanizada y nos genera un desgaste de energía terrible.
También relacionado con la auto-importancia personal, está el afán constante que tenemos por compararnos con los demás. Y a la mínima que podemos los criticamos, ¿porqué?, pues porque en el fondo, lo que buscamos es a ver si podemos rebajarlos para ponernos un peldaño por encima. Y es absurdo compararse con los demás. Cada uno vive en unas circunstancias concretas, pertenece a un signo zodiacal y a un rayo diferente. Todos somos distintos y en eso consiste la riqueza, cada uno puede aportar algo que seguro que otros no pueden. Pero nos creemos que si fuéramos como el otro, si tuviéramos lo que él tiene, seríamos más felices.
Recuerden aquel dicho que dice “dime de qué presumes y te diré de qué careces”.
En el fondo estamos totalmente vacíos, tenemos un montón de carencias que nos generan muchas tensiones. Entonces el Ego, proyecta fantasías para aliviar esas tensiones. Lo que se conoce como soñar despierto y que siempre nos dicen que es tan bueno, que nunca hay que dejar de soñar. Eso es una barbaridad, lo que hay que hacer es precisamente lo contrario, parar la mente y despertar de una vez por todas del mundo ilusorio en el que vivimos.
Otros aspectos que nos tiene martirizados, son las culpabilidades y las preocupaciones. Estas las tenemos arraigadas en lo más hondo y nos impiden vivir el presente porque o bien estamos culpabilizados por un hecho ocurrido en el pasado o preocupados por lo que acontecerá en el futuro.
Había una persona mayor, que ya murió, que iba cada año a dar una aportación económica a una ONG en concreto. Resulta, que por la educación que había recibido, sentía una gran culpabilidad por vivir en la abundancia, mientras había personas que pasaban hambre. Eso le generaba una tensión que solo conseguía calmar haciendo esa aportación. Ayudar a los necesitados está muy bien, pero el fondo él no lo hacía como un acto de generosidad, sino de manera egoísta para poder él sentirse bien.
Tampoco sirve de nada sentirse culpable cuando uno comete un error. Con eso, lo que hacemos es darnos una importancia injustificada. Forma parte de la auto-importancia personal. El verdadero guerrero, cuando se tropieza y cae, reconoce el error con humildad, y en lugar de perder el tiempo lamentándose porque no ha cumplido con la imagen que quiere dar de sí mismo, se levanta y sigue adelante, reflexionando para comprender porqué se equivocó y extrayendo de ese hecho sabiduría.
De nada sirven las culpabilidades. Son un arma que utiliza el ego para debilitarnos e impedir que sigamos adelante.
En fin, es básico erradicar de nosotros la auto-importancia personal, nuestro orgullo y nuestra soberbia, liberarnos de todos esos “amos”. Dejar de engañarnos a nosotros mismos y a los demás, tratando de proyectar lo que nos somos. Hay que sincerarse y hacer un acto de humildad con uno mismo. Aceptarnos como somos, con nuestros valores y nuestros defectos, sin tener que dar explicaciones ni justificarnos porque no cumplimos las expectativas de los demás.
Cuando uno comprende esto en lo más hondo y las consecuencias que le acarrea este aspecto de nuestra psicología, está en condiciones de trascenderlo. Al eliminar la autoimportancia personal, aflora la humildad. Entonces uno es más libre, ya nadie puede ofenderlo, ya no se siente importante, y por lo tanto no necesita demostrarlo para que se lo reconozcan, y al desaparecer esa tensión constante, uno puede experimentar una profunda tranquilidad y paz interior.
“Cada pizca de Conocimiento que se convierte en poder, tiene a la muerte como fuerza central. La muerte le da el toque definitivo; todo lo que la muerte toca en verdad se vuelve poder.”
“En un mundo en el que la muerte es el cazador, no hay tiempo para lamentos ni dudas amigo mío. Solo hay tiempo para Decisiones”
Enrique Quintana en su Blogs: El Alquimista.