miércoles, 17 de octubre de 2007

La realidad y nuestra percepción acerca de ella.

"La mayoría de las disciplinas intelectuales occidentales no tratan del "mundo propiamente dicho" y de lo que se ocupan es de las representaciones simbólicas de dicho mundo. Por muy detalladas e ilustradas que sean dichas representaciones, no pasan de ser simplemente eso: meras representaciones. Korzybski, padre de la semántica moderna, ha explicado esta introspección con suma lucidez, al describir lo que denomina relación "mapa-territorio". Por "territorio" se entiende el auténtico proceso del mundo, mientras que "mapa" significa cualquier observación simbólica que represente o signifique algún aspecto del territorio. Esto se ve con toda claridad en un mapa común de carreteras, ya que aunque represente fidedignamente una zona determinada, no es la zona propiamente dicha y a nadie se le ocurriría pasar sus vacaciones en un mapa. Existen, sin embargo, formas mucho más sutiles de mapas, como, por ejemplo, nuestro lenguaje cotidiano. Las propias palabras no son aquello a lo que hacen referencia (en el supuesto caso de que la palabra haga referencia a algo, ya que muchas de ellas sólo la hacen a otras palabras)."

"Esto no significa que haya algo particularmente dañino o engañoso en los mapas simbólicos, que están dotados de un valor práctico inmenso y son bastante indispensables para nuestra sociedad civilizada." ..."El problema emerge cuando olvidamos que el mapa no es el territorio, cuando confundimos los símbolos de la realidad con la realidad propiamente dicha."

Ken Wilber en "El espectro de la Conciencia".

Hablamos a cada rato de lo real, y rápidamente llegamos a la conclusión de que lo que percibimos de nuestro entorno es lo que llamamos “real”. Hablamos de los sólidos, y con toda naturalidad afirmamos cosas como “Esa tabla es sólida”, sin darnos cuenta de que nuestro concepto de lo sólido es solo una ilusión, pues la tabla está formada por átomos que están huecos. Claro que no podemos ver al átomo, pues este mide 10_10 m, en tanto que su núcleo es de 10_15 m, es decir, 100 mil veces más pequeño que el átomo.
Estos numeritos son tan pequeños que no los comprendemos fácilmente, pero podemos hacer una analogía para darnos una mejor idea. Si el núcleo del átomo fuera del tamaño de una toronja de cinco centímetros de radio, el radio del átomo mediría cinco kilómetros, de modo que ese átomo sería como una esfera hueca de cinco kilómetros de radio con una bolita en el centro de cinco centímetros de radio, y los electrones estarían girando a cinco kilómetros de distancia de esa bolita. La esfera tendría entonces diez kilómetros de diámetro. Si estuviera depositada en un lugar tropical, a una temperatura de 40 °C, el tope de la esfera sería más alto que el monte Everest, tendría una temperatura de –25 °C y casi no habría oxígeno para respirar. La masa de esa gigantesca esfera hueca es otro asunto interesante, pues 99.98% de su masa se encontraría en la bolita de cinco centímetros de radio que está en su centro.

Pensemos ahora en el átomo de hidrógeno, que es el más simple. Siguiendo con el modelo de la esfera de diez kilómetros de diámetro, el átomo de hidrógeno consistiría de la bolita de cinco centímetros en el centro, y una pelotita más chica que una munición estaría a cinco kilómetros de distancia... y no habría nada, absolutamente nada, entre la bolita y la munición. En otras palabras, la “esfera” está hueca. Ni siquiera sería como un globo porque el globo tiene una superficie de látex que le da la forma esférica y contiene aire en su interior, mientras que ese átomo no tiene nada. Está vacío. Ni siquiera tiene el aire del globo.
Un átomo de los grandotes, como el uranio por ejemplo, tendría 238 municiones (en lugar de sólo una que tiene el hidrógeno) girando a cinco kilómetros de distancia, y el núcleo sería como una pelota de basquetbol, tan vacía como la del hidrógeno. Podemos concebir que en esa enorme esfera de diez kilómetros de diámetro, las 238 municiones diminutas repartidas alrededor de la esfera ni siquiera podrían verse, pues no podemos ver una munición a cinco kilómetros de distancia.
Así es toda la materia: llena de espacios vacíos. La ilusión de lo “sólido” es sólo eso, una ilusión perceptual nuestra que no coincide con la realidad del átomo, cuya existencia fue concebida por Demócrito cientos de años antes del nacimiento de Cristo. Claro que Demócrito nada sabía de la existencia de los electrones ni de un núcleo con protones y neutrones, pero él conjeturó que la materia no podía ser infinitamente divisible, cosa que el mundo ignoró durante 25 siglos.
Si la solidez es una ilusión perceptual, entonces ¿por qué la luz no puede atravesar una tabla de un centímetro de espesor?, ¿o de medio centímetro?, ¿o de un milímetro? Esto se debe a que los millones de átomos que hay en la tabla están distribuidos en forma desordenada. Y son tantos millones que la luz chocará seguramente con muchos de esos átomos y será reflejada, lo que, por cierto, hace posible que podamos ver aquélla. En cambio, en un cristal los átomos están distribuidos en una estructura ordenada y simétrica, de manera que una gran parte del haz luminoso puede atravesarlo sin chocar contra ningún átomo, aunque parte del haz sí lo hace, reflejándose después. Sin embargo, un vidrio de un metro de espesor ya no permite el paso de la luz porque ya son demasiados los átomos, y, aunque estos estén ordenados, los choques (y la reflexión de la luz) muy probablemente ocurrirán.
El caso inverso también es cierto. Una tabla de madera suficientemente delgada dejaría pasar la luz pese a que sus átomos estén desordenados, porque el número de ellos no sería suficiente para detener todo el haz de luz. Claro que la imagen percibida por nosotros no sería igual a la imagen clara que percibimos cuando vemos a través de un vidrio limpio. Sólo detectaríamos una luz difusa y algo de color.
Regresando a la tabla de un centímetro de espesor, la luz visible es la que no puede atravesar la tabla; pero si la frecuencia de la luz se incrementa lo suficiente y la empleamos en la forma de rayos gama, por ejemplo, esa luz puede fácilmente atravesar no sólo la tabla de madera sino una de acero. Por supuesto que no es posible percibir esa frecuencia de luz con nuestro sentido de la vista, pero ello se debe a que nuestra visión está diseñada para procesar la luz que nos envía el sol, que tiene una frecuencia mucho menor. La luz de alta frecuencia tiene una energía bastante mayor que la luz visible ya que es proporcional a la frecuencia, pero es “tan luz” como la luz visible. Es, pues, el mismo fenómeno.

La luz es una onda electromagnética que puede ser infrarroja, visible o ultravioleta, consistir de rayos x o rayos gama, según la frecuencia o energía del haz de luz. Tiene diferentes nombres según su frecuencia, pero es exactamente el mismo fenómeno: una onda electromagnética. Haciendo una analogía con el sonido, sería como si a los sonidos muy agudos se les llamara “sonidos gama”, y a los muy graves “sonido infrarrojo”. El sonido sigue siendo el mismo fenómeno: una onda mecánica, una ola de aire.
La luz con una frecuencia intermedia, como la que tienen los rayos x, atraviesa a un cuerpo humano, con excepción de los huesos, que son más densos; hay más átomos que la absorben, y por eso funcionan las radiografías, que muestran zonas oscuras debidas a los huesos, y zonas blancas, que son el tejido blando que esa luz no tiene problema en atravesar. En cambio, si se usa una luz de mayor frecuencia, atravesará a todo el cuerpo y no se obtendrá por lo tanto ninguna imagen. Estas ondas son de una frecuencia tan alta que difícilmente se alteran con algo porque tienen una enorme energía, una frecuencia formidable y una longitud de onda en extremo pequeña, que es lo que se requiere para ver a un átomo, o, mejor dicho, para detectar a un átomo con algún instrumento, porque nuestra vista es ciega ante tales frecuencias.
El color… Cuando un haz de luz choca con un átomo, la energía de la luz es absorbida por el átomo, que se altera aumentando su energía a un nivel mayor. Esa energía adicional lo desestabiliza por un instante, por lo que el átomo tiende a regresar a su estado normal emitiendo en forma de luz la energía adicional que recibió. La luz emitida tiene una cierta frecuencia, que depende del átomo en cuestión y de la luz que chocó contra él. Cuando un haz de luz incide sobre una tabla de madera, ese proceso ocurrirá con millones de átomos, y las frecuencias emitidas por ellos serán diferentes para cada átomo, pero estarán agrupadas a ambos lados de una frecuencia promedio, por lo que, cuando incide sobre nuestros ojos, nos produce la sensación de “color café”. El término “color café” es muy vago e impreciso porque no estamos diciendo absolutamente nada acerca de la frecuencia de esa luz reflejada, como ocurre con el sonido, para el cual sí podemos afirmar “es un la”, y por tanto tiene una frecuencia de 440 hertzios. El color café no es
monocromático, es decir, no está definido por una sola frecuencia sino por una distribución de frecuencias, como ocurre cuando escuchamos un sonido de 220 ciclos por segundo (la nota “la”) tocado por un piano, donde los armónicos de ese instrumento musical producen una distribución de muchas frecuencias, que son múltiplos enteros de 220. En otras palabras, habrá una onda de 220 ciclos, la siguiente tendrá 440 (“la”), la siguiente 660 ciclos (“mi”), etcétera.
Ahora bien, la distribución de las intensidades de esas ondas, que se llaman “armónicos”, es diferente para cada instrumento musical, y es precisamente esa distribución de intensidades la que nos hace posible distinguir entre el sonido de un piano y de un violín, aunque toquen la misma nota. El tono telefónico de marcar es el mismo “la” de 440 ciclos, pero como no es generado por un instrumento musical acústico sino electrónicamente, no tiene armónicos (es monocromático), y por ende es un sonido pobre, monótono y hasta enervante.
Algo parecido ocurre con la luz solar, que contiene todas las frecuencias visibles para nosotros, y algunas más que no detectamos; de manera que al incidir sobre los objetos se obtienen respuestas en todo el rango de frecuencias que podemos ver, que por cierto ni siquiera llega a una octava. El color es entonces una propiedad de los átomos de la materia, pero también depende del haz de luz que se emplee para iluminar al objeto que se quiere ver. Porque si el haz de luz es de muy alta frecuencia, simplemente no vemos nada porque los átomos excitados emitirán una frecuencia que no detectamos con nuestro sistema visual, por lo que no existirá ni el color ni la imagen. Nada.
Comparando nuestro sistema visual con el auditivo, podemos afirmar que este último se especializa en la detección y manejo de frecuencias, pero que es muy pobre en lo espacial; esto es, cuando escuchamos un sonido, sabemos que viene más o menos “de por allá”, término tan ambiguo como el de “color café”, mientras que el visual es excelente en lo espacial pero muy pobre en el manejo de frecuencias.
Nuestro sistema visual puede manejar menos de una octava (de 400 a 700 nanómetros de longitud de onda), a diferencia de nuestro sistema auditivo, que puede manejar más de diez octavas (de 20 a 20,000 hz) y tiene la sensibilidad suficiente para detectar un instrumento desafinado y para identificar claramente la diferencia entre un “la” bemol y un “la” natural, cosa que no sucede con la vista, con la que no podemos definir con precisión un color determinado; tan sólo podemos decir algo tan vago como “es azul pálido” y cosas por el estilo. En cambio, en lo espacial, el sistema visual es excelente, pues podemos ver con toda precisión una pequeña munición y saber exactamente su ubicación. Y no solamente la ubicación sino la distancia a la que se halla gracias a la percepción de profundidad que manejamos sin que nos demos cuenta siquiera de lo maravilloso que es este proceso, que nos permite inferir la tercera dimensión a pesar de que la córnea –que es la que recibe la señal de entrada– es una superficie que tiene sólo dos dimensiones.
Nuestro sistema perceptual visual es tan inteligente que nos parece obvio ver en tercera dimensión, pero el proceso que se requiere para inferir esa tercera dimensión no tiene nada de obvio. Es un proceso en extremo complicado que nos pasa inadvertido; simplemente decimos “yo veo en tres dimensiones” y punto. Se nos dio de gratis, y ya nos acostumbramos a tenerlo sin asombrarnos un ápice.
Regresando a lo del átomo, éste únicamente se puede detectar “a balazos”; esto es, la frecuencia que se requiere es tan alta que la energía del haz de luz es enorme, y cuando choca con un átomo es como si ese átomo recibiera un balazo. Por consiguiente, no se puede detectar un átomo en su estado normal (“en reposo”, por así decirlo); sólo se detectará el resultado del balazo que chocó contra él.
¿Qué vemos? ¿Qué oímos? Tenemos un sistema visual y un auditivo. Ambos sistemas procesan la señal de entrada (que en ambos casos es una onda) y la envían al cerebro en forma de señales eléctricas, que son las que realmente nos informan sobre lo que vemos u oímos. En el cerebro no existen imágenes, sonidos, olores ni sabores; únicamente existen señales eléctricas, que son el lenguaje con el que el cerebro (hardware) comunica a nuestra mente (software) todo lo que sucede en nuestro entorno. Ese lenguaje es extremadamente complejo, pero su característica más sobresaliente es la inteligencia que tiene. En efecto, es tan inteligente que podemos reconocer una gran cantidad de caras, por ejemplo, lo que implica distinguir un enorme número de imágenes que son diferentes entre sí. Cuando vemos la foto de un amigo, sin importar si está de frente o de perfil, lo reconocemos de inmediato y sin el menor esfuerzo. Simplemente decimos “Ah, es fulano”, y punto. Pero tal reconocimiento implica un proceso extraordinariamente complejo e involucra muchísimos billones y billones de conexiones eléctricas que se activan en el cerebro... y en un solo segundo tenemos la respuesta: “Ah, es fulano”.
Este proceso es tan complejo que no existe ninguna máquina que reconozca caras. Las policías del mundo, el FBI y demás organizaciones de ese tipo solamente tienen bancos de datos con imágenes digitalizadas, pero quienes reconocen las caras son las personas a las que se les muestran durante una investigación. Es el cerebro humano el que reconoce caras, no las máquinas.

Otro proceso igual o más inteligente que el reconocer imágenes es el de reconocer música, en la cual, a diferencia de las imágenes estáticas, tenemos una sucesión de sonidos que varían con el tiempo. Podemos reconocer una sinfonía escuchando unos cuantos compases de ella. Verbigracia, el escuchar los primeros dos compases de la Novena Sinfonía de Schubert o el primer compás de la Quinta Sinfonía de Beethoven es suficiente para reconocerlas de inmediato, a pesar de que se trata de sólo unas pocas notas que duran no más de unos cuantos segundos, mientras que esas obras, completas, duran un tiempo considerable.
Pero lo más fascinante e inteligente de nuestra percepción auditiva no está en reconocer obras musicales, sino en deleitarnos con el enorme valor estético que muchas de ellas poseen. Percibimos la armonía, el ritmo, las melodías y la intensidad sonora, todo ello unido en una sola entidad que nos emociona y que puede llegar a hacernos llorar por el puro placer de escucharla.
Las sinfonías de los grandes maestros son trabajos de una complejidad extrema, escritos para ser tocados por catorce o más tipos de instrumentos musicales; a pesar de que en una orquesta sinfónica tocan cerca de cien músicos, nuestra percepción auditiva nos permite distinguir sin ningún problema un oboe, un chelo, un trombón o un corno; más aún, es nuestra percepción auditiva tan fina, que podemos detectar a un corno que desafina, y así como en las imágenes decimos “Ah, es fulano”, en la música decimos “Ese corno desafinó”, no obstante que hay otros cien instrumentos que tocan al mismo tiempo. Esa desafinación consiste en que el cornista ha tocado alguna nota unos cuantos ciclos por debajo o por arriba de la frecuencia escrita en su partitura. Ahora bien, si el que escucha la música es un buen director de orquesta, entonces las percepciones de él son aún más finas, por lo que detecta detalles que pasa por alto la mayor parte de la gente; una frase mal acentuada, un ritardando mal ejecutado, un volumen mal dado y demás yerros, se hallan entre los miles de detalles que son captados por ese director.
En cambio, en la “otra música”, en esa que tocan en casi todas las fiestas, no hay nada que apreciar. El sonido no es acústico sino electrónico; todas las frecuencias de esos “instrumentos” son tocadas a 120 decibeles, incluida la de un monótono pseudotambor que toca un enervante bum-bum-bum. Solamente a través de alaridos puedo comunicarme con mi vecino de mesa, que, si es sensible a la buena música, seguramente estará tan alterado como yo. Si el valor estético de una obra musical se puntuara en una escala del 0 al 100, la “música” que se emplea en las fiestas no llegaría a –30. En efecto, estaría fuera de la escala, reprobada por nociva y molesta.
Los ejemplos de la inteligencia de nuestro sistema perceptual son muy abundantes. Uno de tantos ejemplos es la forma como leemos un texto escrito. Cuando el niño está aprendiendo a leer, se concentra en cada letra y lee muy despacio porque todavía no conoce ni las letras ni las palabras; en cambio, cuando un adulto lee, ya no se concentra en las letras sino en las palabras y en el significado de las frases. Lo que sigue a continuación demuestra lo anterior. Lea rápidamente el siguiente texto:

EL ODREN NO IPMOTRA SEGÚN UN ETSDUIO DE UNA UNIVENRSDIAD
INGLSEANO IPMOTRA EL ODREN EN EL QUE LAS LTEARS ESTÁN ESCRIATS LA UICNA CSOA IPORMTNATE ES QUE LA PMRIREA Y LA UTLIMA LTERA ESTÉN ECSRITAS EN LA PSIOCION COCRRTEA EL RSTEO PEUDEN ESTAR TOATLMNTE MAL, Y AUN ASI PORDAS LERELO SIN POBRLEMAS

No hay problema en entender el texto a pesar de que todas las palabras largas están mal escritas. La primera que nos encontramos fue la palabra “orden”, que está escrita como “odren”. Pero el cerebro no es burocrático, así que no se preocupa mucho por esas sutilezas sino por entender el significado de la primera frase: “el orden no importa”, de modo que, en lugar de enviarnos un escandaloso mensaje de error, como lo haría una computadora o cualquier proceso burocrático, nos ayuda a encontrar el significado de la frase, que es a fin de cuentas lo que importa.
Es realmente fascinante el diseño de nuestra mente-cerebro-cuerpo, tan lleno de inteligencia que al asomarnos a cualquier parte denuestro ser nos quedamos estupefactos del maravilloso diseño del que hacemos gala. Un pequeño detalle de nuestro corazón ejemplifica lo anterior: En una de las aurículas se encuentra un pequeño músculo de no más de dos centímetros, al que por cierto los fisiólogos llaman nodo S.A. (sinoauricular). Este pequeño músculo es autoexcitable, es decir, no necesita que el cerebro le envíe una señal para que se contraiga. Pues bien, gracias a él el corazón funciona; si no existiera aquél, éste no tendría sincronía, ya que los cuatro músculos que lo componen –que también son autoexcitables– tienen un ritmo diferente entre sí.
El musculito sirve de director de orquesta y hace que el corazón tenga un solo ritmo. Y si una persona ha vivido noventa años, significa que este pequeño músculo nunca ha dejado de funcionar esos noventa años y que se los ha pasado latiendo cada segundo, por cierto sin que haya necesitado ningún tipo de mantenimiento.
¿Existen acaso piezas de alguna maquinaria que puedan competir con eso? Un diseño tan confiable es de por sí asombroso, pero todavía hay más maravillas que es posible apreciar. Cuando hacemos ejercicio aeróbico, el cerebro detecta que hace falta más oxígeno, pues los músculos, que en reposo consumen aproximadamente el 10% del oxígeno, durante el ejercicio pueden llegar a demandar hasta el 90%. Pero el corazón es un simple músculo que nada sabe de estas cosas; así que el cerebro, la parte automática de él, le envía una señal al pequeño músculo del que hablamos arriba, el cual responde inmediatamente haciendo que el corazón lata más rápido para satisfacer la demanda adicional de oxígeno; al terminar el ejercicio, el cerebro le enviará paulatinamente señales de frenado, tras de lo cual, pasados unos cuantos minutos, el corazón regresa a la normalidad.
Nuestro cerebro nos protege y cuida todo el tiempo. Si nos excedemos en el ejercicio después de una comida pesada, llegará elmomento en que ya no se pueda satisfacer la demanda extra de oxígeno que exigen los músculos y el sistema gastrointestinal, y entonces el cerebro (hardware) toma medidas drásticas: desconecta a la mente (software), de modo que el sujeto pierde la conciencia y se desploma. Ya tirado en el suelo e inmóvil, sus músculos descansan, y cuando todo está bajo control unos minutos después, el cerebro le dice a la mente: “Ya puedes despertar; te devuelvo el control, taruga”. Entonces el sujeto vomita, pues esa comida tan pesada no pudo ser procesada de forma adecuada, y luego todo vuelve a la normalidad. Claro está que si el ejercicio se hace dentro del agua, al desmayarse el sujeto se ahoga.
Tales mecanismos de defensa son automáticos y los activa el cerebro. Pero lo más sobresaliente radica en nuestra mente, que puede ser entrenada para realizar una infinidad de proezas. Por ejemplo, un pianista tiene un control independiente de cada uno de sus diez dedos, y puede, al tocar un acorde, enfatizar la nota sensible tocada por el dedo meñique, y tocar la dominante más suave con el pulgar. Un gimnasta olímpico tiene una coordinación muscular tan compleja que puede realizar impresionantes movimientos que solamente pueden ser hechos por un joven con muchísimo entrenamiento. Hay muchísimos ejemplos más que muestran la fascinante coordinación mente-cerebro, pero lo más maravilloso de nuestra mente no está en estas proezas realizadas con los músculos, sino en la creatividad de la mente misma. ¿Como se le ocurrió a Issac Newton su ley de gravitación F = GmM / r2?, ¿o a Albert Einstein su E = mc2 ?, ¿o a Max Planck su E = hn?1. La ciencia y el arte están repletos de ejemplos de creatividad humana.
La tecnología también tiene lo suyo. Aunque ahí no se rompen paradigmas generalmente hablando, también está presente en ella la creatividad.
Todavía queda un área fascinante y llena de misterios que no se ha mencionado: la espiritualidad, que también muestra aspectos fascinantes de la mente humana. En fin, sería imposible hacer una lista de todos los detalles, procesos y sistemas que tenemos porque llenarían a una biblioteca entera. Lo único que intenté hacer aquí es fascinar al lector acerca de todo lo maravilloso
que hay en nosotros y en el mundo que nos rodea.
Nuestro ser nos quedamos estupefactos del maravilloso diseño del que hacemos gala. Un pequeño detalle de nuestro corazón ejemplifica lo anterior: En una de las aurículas se encuentra un pequeño músculo de no más de dos centímetros, al que por cierto los fisiólogos llaman nodo S.A. (sinoauricular). Este pequeño músculo es autoexcitable, es decir, no necesita que el cerebro le envíe una señal para que se contraiga. Pues bien, gracias a él el corazón funciona; si no existiera aquél, éste no tendría sincronía, ya que los cuatro músculos que lo componen –que también son autoexcitables– tienen un ritmo diferente entre sí.
El musculito sirve de director de orquesta y hace que el corazón tenga un solo ritmo. Y si una persona ha vivido noventa años, significa que este pequeño músculo nunca ha dejado de funcionar esos noventa años y que se los ha pasado latiendo cada segundo, por cierto sin que haya necesitado ningún tipo de mantenimiento. ¿Existen acaso piezas de alguna maquinaria que puedan competir con eso?
Un diseño tan confiable es de por sí asombroso, pero todavía hay más maravillas que es posible apreciar. Cuando hacemos ejercicio aeróbico, el cerebro detecta que hace falta más oxígeno, pues los músculos, que en reposo consumen aproximadamente el 10% del oxígeno, durante el ejercicio pueden llegar a demandar hasta el 90%. Pero el corazón es un simple músculo que nada sabe de estas cosas; así que el cerebro, la parte automática de él, le envía una señal al pequeño músculo del que hablamos arriba, el cual responde inmediatamente haciendo que el corazón lata más rápido para satisfacer la demanda adicional de oxígeno; al terminar el ejercicio, el cerebro le enviará paulatinamente señales de frenado, tras de lo cual, pasados unos cuantos minutos, el corazón regresa a la normalidad. Nuestro cerebro nos protege y cuida todo el tiempo. Si nos excedemos en el ejercicio después de una comida pesada, llegará el momento en que ya no se pueda satisfacer la demanda extra de oxígeno que exigen los músculos y el sistema gastrointestinal, y entonces el cerebro (hardware) toma medidas drásticas: desconecta a la mente (software), de modo que el sujeto pierde la conciencia y se desploma. Ya tirado en el suelo e inmóvil, sus músculos descansan, y cuando todo está bajo control unos minutos después, el cerebro le dice a la mente: “Ya puedes despertar; te devuelvo el control, taruga”. Entonces el sujeto vomita, pues esa comida tan pesada no pudo ser procesada de forma adecuada, y luego todo vuelve a la normalidad. Claro está que si el ejercicio se hace dentro del agua, al desmayarse el sujeto se ahoga.
Tales mecanismos de defensa son automáticos y los activa el cerebro. Pero lo más sobresaliente radica en nuestra mente, que puede ser entrenada para realizar una infinidad de proezas. Por ejemplo, un pianista tiene un control independiente de cada uno de sus diez dedos, y puede, al tocar un acorde, enfatizar la nota sensible tocada por el dedo meñique, y tocar la dominante más suave con el pulgar. Un gimnasta olímpico tiene una coordinación muscular tan compleja que puede realizar impresionantes movimientos que solamente pueden ser hechos por un joven con muchísimo entrenamiento. Hay muchísimos ejemplos más que muestran la fascinante coordinación mente-cerebro, pero lo más maravilloso de nuestra mente no está en estas proezas realizadas con los músculos, sino en la creatividad de la mente misma. ¿Como se le ocurrió a Issac Newton su ley de gravitación F = GmM / r2?, ¿o a Albert Einstein su E = mc2 ?, ¿o a Max Planck su E = hn?1. La ciencia y el arte están repletos de ejemplos de creatividad humana. La tecnología también tiene lo suyo. Aunque ahí no se rompen paradigmas generalmente hablando, también está presente en ella la creatividad.
Todavía queda un área fascinante y llena de misterios que no se ha mencionado: la espiritualidad, que también muestra aspectos fascinantes de la mente humana. En fin, sería imposible hacer una lista de todos los detalles, procesos y sistemas que tenemos porque llenarían a una biblioteca entera. Lo único que intenté hacer aquí es fascinar al lector acerca de todo lo maravilloso
que hay en nosotros y en el mundo que nos rodea.

1 Por cierto, estas tres constantes –la G de Newton, la c de Einstein, y la h de Planck– son las que realmente podemos llamar “universales”, pues son válidas para todo el universo, a diferencia del metro, el segundo, el kilo y otras, que están basadas en características de este planeta que habitamos y son, por ende, locales.




martes, 16 de octubre de 2007

La Cabalá y la Percepción de la Realidad.

En la ciencia de la Cabalá, estudiamos lo que debemos hacer para penetrar una estructura oculta: la espiritualidad. Estudiamos cómo podemos ascender más allá de nuestro mundo, al campo que lo gobierna.

Percibimos un mundo que existe dentro de nosotros mismos. Nuestros cinco sentidos reciben algunos estímulos externos y los transmiten al cerebro, donde se procesan, formando una imagen del mundo y no percibimos nada fuera de este contexto.

El mundo que “conocemos” lo forman nuestras reacciones a los impactos externos. El mundo en sí nos es desconocido. Por ejemplo, si el tímpano en mi oído está dañado, no oigo nada y el sonido no existe para mí. Percibo sólo lo que se encuentra dentro del rango en el que estoy sintonizado.

Nuestra percepción del mundo es completamente subjetiva; no nos proporciona información acerca de lo que ocurre fuera de nosotros. Captamos nuestras propias reacciones a algo que supuestamente esta ocurriendo fuera de nosotros, pero ¿en realidad está ocurriendo algo allá afuera?

Muchas teorías discuten el tema. La teoría de Newton establece que existe una realidad objetiva, que el mundo es como lo vemos y que existe a pesar de nuestra propia existencia. Más tarde, Einstein dijo que la percepción de la realidad depende de la relación que existe entre la velocidad del observador y lo que se observa. En otras palabras, al cambiar nuestra velocidad relativa a la de un objeto, lo observamos de una manera totalmente diferente: el espacio se deforma, se comprime o se expande y el tiempo cambia.

Otras teorías, tales como el principio de incertidumbre de Heisenberg, proponen reciprocidad entre el individuo y el mundo. En pocas palabras, la percepción de la realidad es el resultado de mi influencia en el mundo y su influencia en mí.

La ciencia de la Cabalá nos explica que no hay una realidad perceptible fuera de nosotros. No tenemos influencia sobre nada externo porque no percibimos nada fuera de nosotros. Afuera de nosotros sólo hay una constante Luz Superior. El mundo entero se encuentra dentro de nosotros, y sentimos que somos influenciados por lo exterior porque fuimos creados de esta manera.

Si salimos de nuestro mundo, comenzamos a ver cómo la Luz Superior da nacimiento a nuevas imágenes del mundo dentro de nosotros. El mundo entero luego se convierte en pequeño y restringido. Nos damos cuenta cómo la Luz Superior determina la forma en que nos percibimos a nosotros mismos y al medio ambiente, y al final empezamos a controlar este proceso.

La ciencia de la Cabalá nos proporciona esta habilidad. Empezamos a comprender que nuestras limitaciones están dentro de nosotros. Si igualamos nuestros atributos internos con los de la Luz Superior, alcanzamos un nivel de perfección y eternidad que se llama “el mundo del Infinito”, es decir, vida eterna y plenitud absoluta.

Todo esto depende exclusivamente del cambio de nuestras cualidades internas. Por esta razón, el propósito de la ciencia de la Cabalá es mostrarnos que al transformarnos (y hacerlo rápidamente en el transcurso de una vida) empezamos a trascender nuestra terrenal existencia. El cuerpo permanece aquí y seguimos viviendo nuestra vida usual con nuestra familia, hijos, el mundo y la sociedad; pero además de todo esto, recibimos la Realidad Superior.

Realidad y Realidades

Carl Roger y Las Nuevas Visiones

Partamos pues con algunos párrafos seleccionados de dicho escrito:

...“Hace algunas semanas estaba sentado, tarde de noche, en el balcón de una cabaña playera al norte de California. Mientras estuve allí sentado durante varias horas en el horizonte una brillante estrella sé elevó hasta resultar bien visible. Un planeta brillante se desplazó con la misma lenta y majestuosa velocidad desde directamente encima de mi cabeza hasta un punto a mi derecha. La estrella y el planeta fueron acompañados en sus movimientos por la Vía Láctea y todas las demás constelaciones. Obviamente, yo era el centro del universo y los cielos se desplazaban lentamente a mí alrededor Fue una experiencia de humildad (¡que pequeño soy!) y a la vez de exaltación; que maravilloso es ser semejante punto focal. Estaba observando el mundo real.

No obstante en otro rincón de mí mente, sabía que yo, la tierra debajo de mí, y la atmósfera circundante estaban moviéndose a una velocidad sobrecogedora -más rápido que un jet moderno- en la dirección llamada Este, y que las estrellas y los planetas se hallaban en referencia a la tierra comparativamente inmóviles. Aunque no podía ver lo que acabo de describir, sabía que esto -no la percepción más obvia- era realmente el mundo real.

Pero no, sabía lo suficiente de ciencias como para desafiar todo eso. La silla está hecha con células otrora vivientes, intrincadas en su composición, compuestas más por espacio que por materia. La tierra es una masa fluida en lento movimiento que tiembla muy frecuentemente a medida que se encoge se quiebra y se arruga. El camino por el que manejé ayer ha sido parte de uno de esos temblores. Un día de 1906 la tierra se contrajo un poquito y el camino se partió, y el lado occidental de la grieta fue llevado seis metros al norte de su continuación al otro lado. ¡Tierra sólida sin duda!

¿Y que hay de la tranquilizante dureza de mi lapicera metálica? Me dicen que está compuesta por átomos invisibles, moviéndose a gran velocidad. Cada átomo tiene un núcleo, y años recientes han traído descubrimientos de más y más partículas en esos núcleos. Cada partícula esta dotada con características fantásticamente increíbles: se mueve en trayectorias posiblemente al azar, posiblemente en orden dentro de un gran espacio interior de cada átomo. Mi lapicera es difícilmente el firme objeto sólido que yo claramente sentía y sostenía. El “mundo real” parece estar disolviéndose.”...

Y continúa Rogers más adelante: ...”Yo y muchos otros hemos llegado a darnos cuenta de algo nuevo. Se trata de esto: la única realidad que puedo visiblemente conocer es al mundo tal como yo percibo y experimento en este momento. La única realidad que posiblemente puedes conocer es el mundo como tú lo percibes y experimentas en este momento. Y la única certidumbre es que esas realidades percibidas son diferentes. ¡Hay tantos "mundos reales" como la gente existente! Esto crea un dilema de los más molestos como nunca se experimento antes en la historia.”...

Finalmente se atreve a proponernos algo:

“...Pero he sugerido una alternativa. Si aceptamos como un hecho básico de toda la vida humana que vivimos en realidades separadas; si podemos ver estas realidades diferenciadas como el más promisorio recurso para el aprendizaje en toda la historia del mundo; si podemos vivir juntos a fin de aprender el uno del otro sin miedo, entonces una Edad Nueva puede estar amaneciendo. Y quizás -solamente quizás- la honda sensorialidad orgánica de la humanidad esté pavimentando la ruta hacia semejante cambio.”

Realidad en la tradición oriental

¿Qué tan real es la realidad? Esta pregunta que todos nos hemos hecho en algún momento tiende a ser desplazada por la fuerza demoledora de la rutina diaria que nos obliga a renunciar a esas primeras experiencias de infancia, donde la intuición y el acceso a mundos mágicos y encantados, eran algo cotidiano. El fuerte entrenamiento en la lógica y por consiguiente el predominio casi absoluto del hemisferio izquierdo del cerebro dictan sentencia: nada de ingenuidad, hay que volver a hacer lo suyo. Y así las cada vez más escasas experiencias de otros mundos y otras realidades van quedando definitivamente en el baúl de los recuerdos. Muchas veces las preguntas fundamentales de la vida se intentan explicar a través de la razón, en circunstancias que el camino más apropiado es la experiencia directa, a través del acceso a otras percepciones o a otro dominio de experiencia que más dicen relación con el hemisferio derecho.

La tradición oriental ha tratado in-extenso, este tema y hoy día, sin la intención de tratarlo en profundidad, por cierto dejando un amplio conjunto de aspectos sin cubrir en estas líneas, nos importa mencionarr algunos puntos que podrían contribuir a ampliar la comprensión de nuestra percepción de la realidad.

Para algunas filosofías orientales como el Sâmkhya y el Yoga el mundo es real y no ilusorio como lo es para el Vedanta, sin embargo, si el mundo existe se debe a la ignorancia del espíritu, en cuanto este se ignora en su propio ser y por esta razón de orden metafísico, sufre y queda atrapado en esta percepción. En esta visión cuando el último Si-mismo recobre su libertad, la creación en su conjunto se reabsorberá en la sustancia primordial.

Para estos sistemas de pensamiento, las causas de la miseria humana residen en la ignorancia y nada tienen que ver con un castigo divino o pecado original.

Por esta razón, el fin ultimo de las filosofías, místicas y técnicas yóguicas de la india es la liberación y por esa misma causa conceden una importancia primordial al conocimiento.

Para el Sâmkhya quien quiere obtener la liberación debe conocer a fondo la esencia de la naturaleza y las leyes que ordenan su evolución.

El Yoga acepta también este camino pero introduce una dimensión práctica de desarrollo físico –espiritual, que permite trascender estos niveles de consciencia y por ende está comprensión de la realidad.

Keeney y realidad

Bradford Keeney uno de los más agudos pensadores de la nueva generación de terapeutas de EEUU y un investigador y seguidor de las prácticas chamánicas ilustra cuan variable puede ser nuestra percepción de la realidad, a través de una experiencia como profesor universitario.

“...Castaneda contó de qué manera su maestro, don, Juan, lo ayudó a desmantelar por completo su experiencia sensorial y a reorganizarla luego. Como brujo, Castaneda afirmaba que en el mundo que tenía ante sí nada importaban las unidades fundamentales de la "realidad" convencional; en ese mundo él podía volar como un cuervo, aparecer en varios lugares a la vez, hablar con los coyotes y atraer a los espíritus. En esa época me tocó dar un curso sobre Castaneda en una pequeña universidad del Medio Oeste norteamericano. En la primera clase, presenté material que "demostraba” la autenticidad de los trabajos antropológicos de Castaneda... Salí al paso de todas las manifestaciones de escepticismo de mis alumnos con "pruebas convincentes" tomadas de diversas libros que se ocuparon del fenómeno Castaneda... Comencé la segunda clase pidiendo disculpas a los estudiantes por haberles jugado una treta: les confesé que los libros de Castaneda eran un fraude, y que mi propósito en la clase anterior había sido mostrarles con qué facilidad podía persuadirlos a aceptar una argumentación irracional mediante ciertas proposiciones que gozaban de "autoridad". Traje a colación otras pruebas que "demostraban" bien a las claras la falsedad de las descripciones de Castaneda...

La semana siguiente volví a disculparme. Esta vez declaré a mis alumnos que los había embaucado exponiéndoles argumentos unilaterales contra Castaneda y su obra, del mismo modo en que antes había defendido su autenticidad. Les expliqué que era menester prepararlos así para llegar a un punto en que fuera posible formular interrogantes más profundas. Ahora resultaban evidentes ciertas cuestiones problemáticas: ¿Qué criterios se presentan en cada contexto particular para distinguir los hechos reales de la ficción?

La propia dicotomía entre lo que es ficción y lo que no lo es, ¿no surgirá acaso de una determinada concepción del mundo? ¿Hasta qué punto es real lo real?”

Y para más antecedente refuerza su planteamiento con una experiencia que es clásica en esta materia.

“La idea de que la realidad vivencial es construida por nosotros fue ilustrada por Puharich (1962), quien reunió a un grupo de estudiosos y los llevó a la India para observar a un faquir. Todos vieron que éste lanzaba al aire una cuerda y trepaba por ella -la célebre treta hindú de la soga-. Todos y cada uno de los estudiosos, repito, testimoniaron haber visto que esto sucedía. No obstante, cuando se proyectó la película filmada en esa ocasión resultó evidente que, después de que el faquir arrojara la cuerda al aire, aquélla había caído al piso, mientras todos permanecían en el mayor silencio. Los allí presentes habían construido un mundo de experiencia que la película cinematográfica no pudo registrar.”

Francisco Varela y realidad

El biólogo y filosofo chileno, Francisco Varela reflexionó profundamente sobre el tema de la realidad desde la perspectiva de la ciencia forma y cuando sintió que no podía encontrar respuesta a todas sus inquietudes en esta, buscó respuestas en el budismo donde desarrolló una larga y fructífera práctica de muchos años, lo que finalmente le permitió establecer puentes de encuentro entre ciencia y budismo. Algunos de las reflexiones surgidas de su pensamiento ofrecen una perspectiva que además contempla un alto nivel moral.

“De acuerdo con esta lógica, nuestro comportamiento en relación al mundo es igual al que tenemos ante un espejo, el que ni nos podrá decir cómo es el mundo ni cómo es. El nos muestra que es posible que seamos como somos y que actuemos como hemos actuado. Nos muestra que nuestra experiencia ha sido viable.

Es fascinante que el mundo sea así de plástico, ni subjetivo ni objetivo, ni unitario ni separable, ni dual ni inseparable. Esto apunta a la naturaleza del proceso, que podemos percibir en la totalidad de su calidad formal y material, así como también a los límites fundamentales de aquello que podemos comprender de nosotros mismos y del mundo. Demuestra que la realidad no está constituida sencillamente a nuestro antojo, porque esto significaría suponer que podemos elegir un punto de salida desde adentro. Prueba además que la realidad no puede entenderse como algo objetivamente dado, como algo que recogemos, porque esto significaría suponer un punto de partida externo. Demuestra de hecho una ausencia de fundamento sólido de nuestras experiencias, en las cuales nos son suministradas determinadas regularidades e interpretaciones, fruto de nuestra historia conjunta como seres biológicos y sociales. Dentro de estas áreas de historia común que reposan sobre acuerdos tácitos, vivimos en una aparentemente interminable metamorfosis de interpretaciones que se suceden entre sí"....

Se nos revela un mundo en el cual lo in-fundado puede convertirse en base de comprensión de que el antiquísimo ideal de la objetividad y de la comunicación, entendidos como la progresiva eliminación de los errores, en beneficio del aumento de la coincidencia, medido en sus propias escalas científicas, es una quimera. Haríamos mejor en aceptar de lleno la situación rotundamente distinta y difícil que nos plantea, a saber de que vivimos en un mundo en el que nadie puede pretender comprender las cosas, en sentido amplio, de mejor manera que los demás. Lo notable es que el mundo empírico de los vivientes y la lógica de la autorreferencia, así como las enseñanzas de toda la historia natural de la reflexividad, nos enseñan que la ética, la tolerancia y el pluralismo nos liberan de nuestros propios valores y percepciones, para respetar las percepciones y los valores de los demás. Esto constituye, en definitiva, el conocimiento y, al mismo tiempo, su punto final. En este punto, los hechos son más claros que las palabras.”

Maturana y realidad

Compañero de F. Varela, en un largo camino de pensamiento, Humberto Maturana, es quizás quien ha reflexionado con mayor propiedad sobre este aspecto, desarrollando su pensamiento sobre las bases biológicas de la experiencia humana del conocer. Tuvimos la oportunidad de conversar con él recientemente y nos detuvimos precisamente en estos aspectos en varias momentos del diálogo. La combinación de esta parte de su pensamiento con lo que él denomina la biología del amor es una elaboraciones más enriquecedoras que nos ha tocado conocer. Cabe señalar que Frithof Kapra ha estado escribiendo sobre la biología del conocer y es uno de los seguidores de la epistemología de nuestros compatriotas. Él dedica sus dos últimos trabajos a profundizar desde su experiencia el enfoque de los biólogos chilenos.

Ecovisiones tuvo la oportunidad de co-derivar o ecoderivar con H. Maturana y explorar algunas de las inquietudes que a muchos les surgen al oír su enfoque : La Biología del Conocimiento :

H. Maturana: También es fundamental comprender que hay un entendimiento básico de lo humano que permite entender como es que hay tantas realidades.

Esta explicación es una, no una de las tantas posibles. No es cierto que existan muchas explicaciones, a menos que sea un modo de estar juntos unos con otros que nos tranquilice.

Si tenemos una situación, tú tienes un modo de verla y él tiene otro modo de verla y eso no tranquiliza, decimos que cada uno tiene una visión distinta de esta situación, respetémosla. Pero no existen muchas explicaciones distintas del mismo fenómeno. Por ejemplo, si tu sueltas este lápiz y cae, no hay una infinitud de explicaciones que de hecho hagan lo que una explicación pretende hacer: mostrar como ocurre. Newton habla de una fuerza, Einstein habla de una curvatura del espacio. Ambas formas te pueden decir algo acerca de como se mueve este cuerpo en caída libre. Pero hacen cosas distintas que son iguales con respecto a la caída libre, pero que son mundos diferentes. Entonces la biología del conocimiento no es una de tantas, es “la” explicación del observador y del observar en el ámbito de la constitución del observador y lo observado

Si digo: Esto se mueve –refiriéndose al lápiz que cae hacia el suelo- porque hay algo que lo empuja. O, esto se mueve porque hay algo que lo tira...

Ecovisiones: Hay hilos elásticos invisibles que lo tiran hacia el suelo.

H. M: Todas esas son descripciones de algo que está sucediendo. De hecho hay algo que se está moviendo, probablemente en un espacio curvo, más cercano a la explicación de Einstein.

Entonces uno puede decir que hay ciertas cosas que no son “mi verdad”, que no son relativas, ya que están hablando acerca de la constitución del fenómeno. “Estar encima de”, es una relación que no es relativa. Cada vez que se den tales y tales condiciones, voy a poder decir que algo está encima de otra cosa.

Ecovisiones: La objetividad entre paréntesis no niega el hecho de que ahí ,hay un lápiz.

H. M: Lo que pasa es que la experiencia no está negada . Lo que se está explicando en la biología del conocer no es la realidad, sino que la experiencia.

El conocer tiene que ver con el hacer. El tema dela biología del conocer no es la realidad, sino que las relaciones interpersonales. Y la objetividad en paréntesis tiene que ver con el conocer, en el sentido que tiene que ver con los mundos explicativos que cada uno trae a la mano.

Un acercamiento a las conexiones filosóficas entre Heráclito y el Taoísmo.

En este investigación se reflexiona sobre las similitudes que parecen existir entre el pensamiento filosófico griego y el oriental, En muchas ocasiones se percibe que el hombre está inmerso en una continua búsqueda por conocer sus esencia como prolongación de Universo o Cosmos. Aunque dentro de esta búsqueda los caminos a veces difieren, pareciera que las respuestas convergen hacia una única verdad tal vez con más frecuencia de lo esperado, como es el caso del pensamiento de Heráclito y los principios filosóficos del Taoísmo.

Introducción

Uno de los casos más significativos de paralelismo del pensamiento filosófico entre culturas aparentemente diferentes lo representan Heráclito de Efeso, el filósofo presocrático mal llamado el Oscuro, cuyo pensamiento y doctrina coincide con el pensamiento chino Taoísta de Lao Tse. Dos mundos distintos. Grecia y China, dos culturas lejanas e inconexas hasta lo que se conoce, un mismo tiempo, diferentes espacios.
Heráclito desarrolló toda una serie de selecciones referentes al Logos como principio fundamental, innombrable, que se oculta a los sentidos pero está siempre presente, razón del Ser y del Universo, cemento que da cohesión a las partes opuestas para dar lugar a la unidad. Mientras, Lao Tse desarrolló la idea del Tao como el principio de la unidad, como aquello que está más allá del ente y la esencia, fundamento sin fundamento y razón creadora, substancia única del Todo.
Como se podrá apreciar, dos hombres culturalmente distintos que en un mismo tiempo coincidieron en sus planteamientos sobre qué es aquello que estando allí semi-escondido, se deja ver al interior del Ser para dilucidar la esencia del mismo Ser y el Universo. Cómo mediante la idea de cambio permanente, lucha entre los opuestos (ying-yang, ser y no-ser) como polaridades de una misma realidad, fuego como alegoría al cambio y fuente de vida conciben la Unidad del Ser y del Cosmo en cuyo substrato y esencia está el Logos o el Tao.
Lo que ha continuación se presenta, es una pequeña reflexión apoyada por algunas investigaciones en la materia sobre estos paralelismos entre los pensamientos de Heráclito y los Taoístas. Es una aproximación o ejercicio tendiente a involucrarnos e invitarnos a profundizar en las conciencias del pensamiento Oriental y el Griego y, a plantear contrastes de aquellas con el pensamiento Occidental Moderno a la luz de las teorías físicas modernas como lo deja ver claramente Capra.

Algunos comentarios sobre el Tao

De acuerdo con Cappelletti, el Taoísmo constituye junto al Budismo y al Confucionismo una de las tres principales corrientes del pensamiento y de la religiosidad en China. El Taoísmo es de origen autóctono y sus raíces se hunde en la protrohistoria del país. El mismo debe comprenderse como un naturalismo en el sentido que el hombre y la divinidad son concebidos a imagen de la Naturaleza. A su vez, el Taoísmo es mítico porque pretende reconducir al hombre y a todos lo seres hacia la identificación con su Principio (Tao), es decir que indica una Senda hacia la Unidad.
Capra refiere que el Taoísmo se interesa en la sabiduría intuitiva más que en le conocimiento racional, siendo básicamente una vía deliberación de este mundo; lo cual dentro del contexto de la cultura China significaba un liberación de las estrictas reglas convencionales. El razonamiento lógico era considerado por los taoístas como parte del mundo artificial del hombre, por tanto su atención estaba dirigida a la observación de la naturaleza conjuntamente con una fuerte intuición mítica llevó a los sabios taoístas a profundas penetraciones confirmadas ahora por las modernas teorías científicas. Una de estas penetraciones es la percepción de que la transformación y el cambio son los rasgos esenciales de la naturaleza. Según Chuang-tzu:

En la transformación y crecimiento de todas las cosas,
cada brote y característica tiene su propia forma.
En esto tenemos su gradual maduración y
Decadencia, el constante flujo de la transformación
y el cambio.

Los taoístas ven los cambios en la naturaleza como manifestaciones de la interrelación dinámica entre los opuestos polares ying-yang y , de esa manera llegan a creen que cualquier par de opuestos constituyen una relación polar en la cual cada uno de los dos polos está dinámicamente unido al otro. Partiendo del concepto que los movimientos del Tao son un continua interacción entre opuestos, los taoístas dedujeron dos reglas básicas de conducta humana:
1) Siempre que deseéis lograr algo debéis comenzar con su opuesto.
2) Siempre que deseéis retener algo deberéis admitir en ellos algo de su opuesto.

Dentro del concepto taoísta de cambio, el mismo no se considera ocurrido como consecuencia de alguna fuerza sino como una tendencia que es innata en todas las cosas y situaciones. Los movimientos de Tao no están forzados por él sino que ocurren natural y espontáneamente, tal espontaneidad es el principio de la acción del Tao.
El documento más antiguo del taoísmo o por lo menos la principal fuente de información sobre su contenido doctrinario es el Tao-teh king. La noción de Tao sobre la cual gira este documento y toda la metafísica taoísta es, en principio, indefinible:

El Tao de quien puede hablarse
No es el Tao absoluto.

Ello equivaldría a decir que el Tao no representa en realidad un ente o un esencia determinada sino algo que está más allá del ente y de la esencia.
De acuerdo al Lao Zi, el término Tao en su origen significa “camino”.
En la Antigua China, todas las escuelas de pensamiento utilizaron el concepto Tao aunque con contenido ideológico distinto. Para la Escuela Legista, el Tao es el proceso mismo de transformación de la Naturaleza, la razón inherente a todos los seres, la síntesis suprema de todos los contrarios que se resume en la contradicción raíz del Ying-Yang; siendo esta la interpretación del Tao que se aproxima al pensar taoísta.
El concepto de Tao es difícil de descifrar:

El Tao está oculto, ningún nombre le puede designar.

Lo que se expresa con palabras no es el Tao...El que responde cuando le preguntan
acerca del Tao, no conoce el Tao.

Se lo mira y no se le ve, su nombre es lo invisible
Se lo escucha y no se le oye, su nombre es lo inaudible.
Se lo palpa y no se lo siente, su nombre es lo impalpable..
Lo que pueden expresar las palabras, lo que puede alcanzar
el entendimiento, son cosas y nada más.
El dao es inalcanzable.

Según el Lao zi, cuando se penetra en el mundo taoísta se descubre que lo que impide alcanzar el Tao son los sentidos y la inteligencia, es decir las facultades discriminadas que separan y rompen la unidad fundamental de todos los seres.
El esto y el aquello, verdad y error, el ser y no ser, son todas las categorías ilusorias que hacen imposible la intuición del Tao. Totalidad en que se hace uno cuanto es y no es. Existen una serie de discusiones respecto a sí la naturaleza del Tao es material o espiritual, pero desde la óptica taoística el Tao no es material ni espiritual porque la materialidad y espiritualidad son dos aspectos de una misma realidad que las engloba y en la que se identifica. Igualmente, no se puede interpretar al Tao como Ser Absoluto contrapuesto a no-ser ya que uno y otro quedan superados y anulados o subsumidos en un Todo que no es nada o una Nada que lo es todo, el Tao.
Partiendo de lo anterior se puede entender la inalcanzabilidad del tao, cómo este escapa a los sentidos y entendimiento porque ellos se mueven en los límites de la dualidad sujeto-objeto, su razón de ser se encuentra en la dicotomía radical que separa y enfrenta al Yo con el No Yo cuando en realidad Yo y No Yo, sujeto y objeto, son una y la misma cosa.
Según Preciado, la idea de Tao queda incompleta sino se aclara la relación entre Tao y "Te". El Tao es universal mientras que el "Te" (Virtud) es la particularización del Tao en cada uno de los seres concretos. El Tao es el Todo y la virtud (Te) es la parte, en el sentido que todos los seres participan del Tao. Así la virtud es la naturaleza particular que constituye al ser y no puede existir como algo independiente de las cosas concretas. El Tao universal es el conjunto indiferenciado de todas las virtudes.
De acuerdo con Cappelletti, el Te está integrada por tres signos: “ir”, “derecho o recto”y, un tercero que quiere decir “corazón”. Según esta etimología Te querría decir “el camino que surge desde dentro”, es decir el modo de obrar de cada naturaleza. Es la cosmovisión prefilosófica y en el lenguaje de los adivinos equivalía a un poder o “virtud” inherente a ciertas cosas o personas.
Por otra parte, e wu wei (no actuar) al que se refiere el Lao Tse no es un concepto puramente negativo ni de pasividad absoluta al igual que la nada, no –ser (wu) que no es la nada radical. El wu wei se dice del Tao en cuanto que éste engendra a los seres sin intención preconcebida, sin fin último. Así el wu wei sería una negación de toda interpretación teleológica del devenir universal, como el Tao carece de intencionalidad y voluntad, nada busca, nada pretende, por nada lucha.
Cappelleti, en este sentido señala que esta idea de “obrar sin obrar” (wei wu wei) constituye el corazón del taoísmo y en torno a ella se estructura toda su filosofía de la vida. El porque origina las cosas e ideas, pero no hace porque tales cosas e ideas no son en realidad algo diferente de él. Se trata de esta forma de un motor inmóvil pero en un sentido diferente al Aristotélico, que lo identifica con el acto puro, pues no es sólo causa final sino también eficiente, material y formal del Todo.
Obrar sin obrar significa que el Tao no se propone en su acción ninguna finalidad externa o ajena a sí mismo. Su obrar no responde a otro motivo más que a la expresión o exteriorización de su propia virtud (Te). El Tao sin plan ni meta, sin propósito ni artificio, sin autoconciencia ni esfuerzo hace todas las cosas y, aunque no quiere hacer nada, “nada deja de hacerse” (wei wu wei). Se puede decir que el Tao no se mueve por un fin externo sino por un impulso interior y, en tal sentido, se asemeja más a los fuertes pero callados movimientos de la vida vegetal que al obrar autoconsciente de la vida humana.

Cada ente que surge del Tao tiene su propio Te, su virtus o potencia, de esta forma existe un Tao del hombre consistente en obrar de acuerdo a las exigencias inmanentes a su esencia, es decir que según su propio virtus o Te.
Preciado señala que el autor o autores del "Tao Te Ching" observan la naturaleza fijando su atención en los cambios y transformaciones que se suceden en todos los niveles y campos del universo material. También aprecian la sociedad mediante la observación de los cambios históricos y políticos en las relaciones humanas en general, en la sucesión y entrelazamiento de victorias y derrotas, prosperidad y decadencia, desgracias y felicidad que se condicionan mutuamente y se transforman unas en otras.
Por su parte, Capelletti indica que al usar la terminología aristotélica (sin comprometerse con su metafísica) se puede decir que el Tao es causa formal y eficiente interna de Todo. Así mismo, como el Tao es anterior a todos los elementos y éstos provienen de él aparece como aquello de lo cual o con lo cual todas las cosas se hacen como la única substancia del Todo, es decir que sería causa material del Cosmo. Pero también es causa final del Universo porque el Camino del Todo es un camino de reversión y todo lo que del Tao sale al Tao retorna.
El Tao es inmanente al mundo porque no existe aparte y es trascendente a él porque es anterior a cada uno de los entes e inclusive al ser y no ser, por eso que carezca de esencia y definición. El carecer de esencia está despojado de toda determinación y, por consiguiente, aparece como algo informe, elusivo, incomprensible (aunque está incomprensibilidad, queda aclarada en el Tao Te Ching):
Mirado, pero no visto
esto se llama lo Invisible
escuchado, pro no oído
esto se llama lo Inaudible
cogido, pero no tocado
esto se llama lo Intangible
estos tres eluden nuestras investigaciones
y así se mezclan y se transforman en el Universo.

No obstante, según Cappelletti el Tao carece de nombre, esencia y definición y, cuando se le intenta definir se parece más a la Nada que al Ser si se le considera en su relación con el Universo, es decir como Principio del mismo puede asignársele un nombre y definición. El efecto resulta punto de partida para el conocimiento de la causa. Del Tao salen las cosas o todas las cosas son hechas de él, es sustancia universal principio de movimiento y de vida. Presta la materia y confiere la forma, el mismo es forma de las cosas aunque es informe en sí engendrando un orden cósmico que puede llegar a conocerse:

De tao nace uno;
de uno, dos,
de dos, tres,
de tres, se crea el Universo.

Para Cappelletti este orden es un orden lógico y cosmológico simultáneamente, se trata de la génesis de las ideas y de los números, por una parte; de la génesis de los elementos y de las cosas por otra.
Según el Lao Tse:

El Tao engendra al uno, el uno engendra al dos,
el dos engendra al tres, el tres engendra a los diez mil seres.

Aquí se interpreta que el uno puede entenderse como el soplo de la vida o pneuma original (yuan qui), es decir la materia primordial, de modo que en la mente del autor del Lao zi la materia nace del Tao y, a su vez, es el origen del universo. Por lo tanto, el Tao es anterior y distinto de la materia, sería una realidad de naturaleza espiritual.
De Tao nace el Uno, el Tao, con nombre, el Ser. Este Uno se escinde en dos contrarios: Ying-Yang por lo cual de Uno nace Dos. Estos dos contrarios están unidos por la virtud (Te) del Principio absoluto (Tao) y dan lugar al ente concreto que es siempre un síntesis de contrarios. Ahora, la realidad que del Tao surge no es estática sino dinámica y transeúnte, los opuestos se acercan, se unen y transforman los unos en los otros, de allí que se diga:

La reversión es la acción del Tao.

Entonces, se puede afirmar que el Camino es uno circular porque el Ser se transforma en No Ser y viceversa. Lo difícil en fácil y lo fácil en difícil, lo largo en corto y lo corto en largo y, así sucesivamente. La Unidad se produce por la transmutación mutua de los opuestos, as así la armonía del Tao y la verdadera Unidad que es abrazada por el Sabio.

Acerca de Heráclito de Efeso y su Doctrina Filosófica.

Resulta interesante al tiempo que se adentra en las reflexiones que quiso aportar Heráclito al hombre, comparar su similitud con los aspectos antes señalados del Taoísmo, a lo cual se retornará al final.
De acuerdo con Morey, Heráclito se separa de la tradición física. El tema central de su filosofía no es ya Phycis sino el pensamiento del hombre. Es el primero en plantear el tema del lenguaje, junto con el cual vendrá el concepto de logos.
Los fragmentos de Heráclito son complejos de ordenar debido a su estilo expresivo, además que aparentemente los diversos fragmentos se contradicen y sus temas de pensamiento remiten uno a otros sin hallar un elemento central del cual dependan los demás, sirviendo de principio sistematizador. No obstante, esta circularidad en sus escritos concuerda con su estilo escrito y sus enunciados.

Uno de los temas fundamentales tratados por Heráclito es el del "Logos", el cual engloba al hombre en la medida que pertenece al alma, a la vez que gobierna el Universo.
Es quizá algo distinto a una verdad compresible porque es la verdad que nos comprende a todos. Logos no es lo que se nombra, sino aquello por lo cual se nombra, es a la vez lo que está en el corazón mismo del hombre y lo que permanece profundamente oculto a él, pues nuestras raíces parten de lo que somos para hundirse en lo que no.
De acuerdo con Marchovich(1968), aunque el Logos es accesible al conocimiento humano no se halla en la superficie misma de las cosas sino que, suele esconderse dentro
de cada cosa particular:
La verdadera constitución de cada cosa suele esconderse o
si uno espera lo inesperado, no lo entrará: de tan difícil escudriño y acceso es.
El Señor cuyo es el oráculo de Delfos ni revela ni encubre sino que da señas.
El Logos no es el lenguaje que hablamos ni la razón universal elaborando un sistema de fenómenos naturales, ni ley social o ética. Es el verbo del cual el nuestro es eco, pero un eco en el cual se funde la voz del que pretende averiguar lo que delimita el lenguaje y que renace de todas las palabras: lo inexplicable, para lo cual nace toda expresión. El Logos es el significado en busca del cual permanecemos pero del que somos portadores sin haber sido sus creadores (Brun, 1976).
El Logos es una transcendencia y a la vez inmanente a nosotros. Al igual que Eros, el Logos es un intermediario entre el hombre y los dioses, entre lo mortal e inmortal, entre tiempo y eternidad. Está a mitad del camino entre el saber y la ignorancia en la medida en que los hombres les manejan pero, es sabiduría y eternidad en la medida en que es él quien se dirige a los hombres. El Logos es aquello que invoca al hombre y lo que en él provoca la sorpresa que le abre a aquello de donde procede, porque todas las leyes humanas se alimentan de una sola ley divina (Brun, 1976).
Heráclito planteó la unidad de todas las cosas, es decir el reconocer la unidad secreta de todas las cosas bajo la diversidad aparente se propone frecuentemente como un signo de sabiduría superior a la que el filósofo aspira (Morey; 1981):
Sólo quienes están despiertos pueden acceder a ella.
Si habéis oído no a mí sino al Logos, es prudente (menester) convenir en que todas las
cosas son uno (Marcovich, Frag.26).
La unidad de todas las cosas, según Morey (1981), aparece como la enseñanza más profunda de Heráclito, el último grado de sabiduría en el sentido iniciático del término conexo al tema de la guerra y del cambio, este último como una característica del ente.
El camino rectilíneo (de traslación) y el curvo (de rotación) del rodillo del batanero es
uno el mismo. (Marcovich, Frag.25).
El camino hacia arriba y el hacia abajo es uno y el mismo (Marchovich, Frag.33).
Conexiones:
Cosas enteras y las no-enteras (partes?),

Lo convergente y lo divergente,
Lo unísono y lo desentonado, (etc).
(Asimismo) de cada cosa (es posible formar una) unidad,
y de (esta) unidad todas las cosas (consisten) (Marcovich, Frag.25).
Según Brun (1987), para Heráclito aunque se debe intentar alcanzar la armonía de los contrarios no por ello el conflicto y la discordia dejan de presidir en la vida del Universo. La lucha es madre de todas las cosas, es universal. Si el combate está en el centro de todo es porque todo nace de la lucha debido a que no hay oposición fundamental entre el uno y lo múltiple, entre presencia y ausencia, entre unidad y diversidad. La lucha es el estatuto de lo cual lo múltiple abandona el uno para encaminarse hacia una creciente diversidad y, hay una lucha por la cual lo múltiple intenta redescubrir cuál es su contrario del que procede.
Decir que la armonía visible esconde una lucha escondida es tan verdadero como sostener que la guerra aparente implica una invisible armonía.
Así, la guerra entendida como un enfrentamiento continuo de fuerzas contrarias (simultáneas y sucesivas) de donde surge la armonía. Esta como equilibrio que constituye lo real ante nuestros ojos es efecto de las tendencias opuestas que luchan se neutralizan entre sí (Morey, 1981).
Conviene saber que la guerra es común y que la justicia es discordia y que todas las cosas
sobrevienen por la discordia y la necesidad (Frag. 80).
Por otra parte, el pensamiento de Heráclito no tiene conexión alguna con una ontología estática porque la suya es una filosofía del devenir que no cesa de afirmar que todo pasa.
Heráclito insiste en que el devenir se lo lleva todo, hasta el punto que es imposible tocar dos veces una sustancia perecedera porque el cambio hace que se descomponga y se reponga sin cesar (Brun, Frag. 91). Así pues, en el mismo instante todas las cosas cambian, tragadas por el pasado y viviendo el efímero instante todas las cosas cambian, tragadas por el pasado y viviendo el efímero instante de un presente que muere al tocar el mañana.
Esta visión de un devenir que todo se lo lleva y que hace que todo pase y nada permanezca se inscribe naturalmente en lo dice Heráclito de la lucha de los contrarios. De esta lucha en el transcurso de la cual lo que es desaparece en el no-ser, mientras que lo que era llega por su parte al ser. A diferencia del eleatismo, la filosofía de Heráclito no busca disociar al Ser del No-Ser puesto que en la lucha de éstos se enfrentan para engendrar la armonía en el seno de la cual se reconcilian. El devenir heracliteano está encerrado en un círculo, es cíclico y en absoluto histórico, por ello lucha de los contrarios no impide hablar del uno y de la sabiduría única. En Heráclito se plantea el devenir en el ser (Brun, 1976).
A los que están entrando en los mismos ríos otras y otras aguassobrefluyen. (marcovich, Frag.40).

Como (una) y misma cosa existen en nosotros:
Lo viviente y lo muerto,
Lo despierto y lo durmiente,
Lo joven y lo viejo:
Porque estas últimas cosas, al tornarse, resultan aquellas primeras,
Y aquellas, al tornarse, éstas (Marcovich, Frag. 41).
Otro aspecto resaltante en los fragmentos de Heráclito es el tema del fuego, que no tiene que ver con los principios físicos. Según Brun (1976), existen una estrecha relación entre el logos, la armonía, la lucha, el fuego y la sabiduría. Ello son nociones que llevan implícitas una misma intuición central. El fuego heracliteano es la sustancialización del logos que ilumina, del combate que devora, de la armonía que purifica, del Dios que gobierna y de la sabiduría que da luz.
En Heráclito, el fuego es la imagen móvil del logos y del uno. El devenir del mundo es en última instancia aquello por lo que se consume, pero al hacerlo así arroja los resplandores de la luz y si “en el fuego se replantea el cambio” es porque el devenir es aquello por lo que las transformaciones del Todo intentan alcanzar una plenitud que se les escapa. La vieja idea que se encuentra en el centro de esta visión es la del eterno retorno.

Filosofías semejantes, espacios distantes: Heráclito y el Tao
Siguiendo los comentarios de Capar (1991), es asombroso que mientras Lao Tzu y sus seguidores desarrollaban su visión del mundo, los rasgos esenciales de a visión taoísta se impartieran en Grecia por Heráclito de Efeso. Éste compartió con Lao Tzu el énfasis en el cambio continuo expresado en su famoso aserto todo fluye, así como el concepto de que todos los cambios cíclicos. Heráclito comparó el orden del mundo con un fuego siempre vivo, encendiéndose en medidas y extinguiéndose en medidas, una imagen muy similar a la idea china del Tao manifestándose en la interacción cíclica del ying-yang.
Este concepto de cambio como interacción dinámica de opuesto condujo a Heráclito como a La Tzu a descubrir que todos los opuestos son polares y por lo tanto unidos.
El camino hacia arriba y abajo es uno y el mismo y Dios es día y noche, invierno-
verano, guerra-paz, saciedad-hambre, dijo Heráclito. Las palabras de Heráclito las
cosas frías se calientan por sí solas, las calientes se enfrían, lo húmedo se seca, lo seco
se hace húmedo, recuerda las palabras de Lao Tzu, lo fácil origina lo difícil..., la
resonancia armoniza el sonido, el después sigue al antes.
Como Capra (1992) que a Heráclito se le menciona a veces en relación con la física moderan pero casi nunca con el taoísmo. No obstante, es allí donde demuestra que su concepto del mundo era el de un mítico.
Por otra parte, Cappelletti (1976) señala que el Tao al ser fundamento, el sentido del Ser y del No-ser, se lo compara con el Logos de Heráclito. Al igual que el Logos, el Tao existe desde siempre y constituye el principio del cambio y lo que detrás del cambio permanece. El Logos y el Tao poseen una doble dimensión objetiva y subjetiva: en la primera aparecen como absolutamente universales extendiéndose a todas las cosas y seres sin excepción, en la segunda como accesible a todos.
El Tao produce los opuestos originando a su vez todas las cosas, aparece como algo anterior a ellos y se sitúa más allá de la misma oposición porque la origina. Lo mimo puede decirse del Logos Heraclítico:
Los opuestos se unen por obra del Tao
La reversión es la acción del Tao (Tao –teh king)
El frío se calienta, lo caliente se engría, lo húmedo se seca, lo seco se humedece.
El término To significa a la vez el principio y doctrina al igual que el Logos para Heráclito. Dada la naturaleza cíclica de la acción de Tao: el llegar lejos significa volver al punto original, expresado por Heráclito como el camino hacia arriba y hacia abajo es uno y el mismo.
Así mimo el Tao-teh king parecera esbozar una cosmogonía al decir
De Tao nace uno;
de uno, dos;
de dos, tres;
de tres, se crea el Universo.
Mientras que para Heráclito el Logos se identifica con el fuero, su fragmento pareciera indicar lo mismo que en el anterior.
Transmutaciones del Fuego: primero, mar; del mar, la mitad tierra; la mitad, aire
huracanado.
(De todos éstos, como de sus elementos surge el Universo).
En relación con la transmutación de los opuestos, el Tao-teh king niega la diferencia absoluta entre el bien y el mal, al decir: Entre el “bien” y el “mal”, ¿Cuánta es la diferencia?; por su parte Heráclito afirma: El bien y el mal son una sola cosa.
Igualmente, en relación con el wei wu wei, dice el Tao-teh king: Tao nunca hace, pero todo es hecho por él y, Heráclito refiriéndose al Fuego-Logos se asemeja: Transformándose, descansa.

Reflexiones finales
Existe un paralelismo entre la filosofía de Heráclito y del Taoísmo en los planteamientos del Logos y Tao como principios generadores del Universo y del Ser.
Ambos términos se refieren al substrato común que sirve a todas las cosas, a aquello que origina y está antes del origen y que permanece siempre dentro del cambio cíclico de los opuestos.

El dinamismo, la armonía y el devenir como características del ente en el pensamiento de Heráclito están presentes también en el pensamiento Taoísta a través de la unidad de los opuestos, pudiéndose decir que los extremos se tocan porque son parte del uno mismo.
La idea de la unidad a través del continuo fluir de las cosas, del combate que lleva a la armonía como expresión de aspectos antagónicos que, sin embargo, conllevan al camino de la serenidad, del fuego como expresión del continuo cambio universal y del ser, del transcurso cíclico de la vida expresado mediante el ying-yang. Son ideas que parten tanto en Heráclito como en Lao Tzu (Lao zi) y sus seguidores de la reflexión sobre el Ser como tal, es decir que todos estos aspectos son las vivencias que experimenta el hombre internamente como una expresión del Cosmos.
El hombre que cuando se mira interiormente se descubre lleno de contradicciones, de cambios continuos en su Ser y de luchas internas que lo constituyen en una unidad armónica. Esas deben haber sido las primeras reflexiones que llevaron a Heráclito y Lao Tzu a dilucidar sobre el ente y también los llevaron a buscar aquello que está más allá, que todo lo constituye, que es permanente e innombrable: el Tao y el Logos.
Cuando se habla de la Oscuridad de Heráclito, en realidad se estaría hablando de la oscuridad del hombre por descifrar lo aparentemente incomprensible por cuanto:
No saben ni oír ni decir (Brun, Frag. 8). La mayoría de los hombres no reflexionan sobre
lo que se les presenta e, incluso una vez instruidos, no comprenden. Viven de la
apariencia (Brun, Frag. 10). No comprenden después de haber oído y se parecen a los
sordos. A ellos se aplica el proverbio: “Presentes, están ausentes” (Brun, Frag.9).
La igualdad entre las propuestas de Logos y Tao así como de la Unidad del Ente, sus principios y características propuestas tanto por Heráclito, a través de sus fragmentos, como en la filosofía china del Taoísmo se aprecian en las investigaciones y comentarios, de Cappelletti (1968) y Capra (1992). Así mimo, la comparación entre los fragmentos que se presentan del Lao zi y Heráclito referentes a la esencia del Logos y Tao, permiten apreciar el paralelismo entre estas filosofías:
(i)
De esta Verdad (Logoso), por muy real que sea,
siempre faltos de comprensión muestránse los hombres,
tanto antes de haberla oído como una vez que la han oído.
(ii)
Porque aun cuando todas las cosas acaecen de conformidad con esta Verdad,
comparándose ellos cual si fueran ignorantes cada vez que se ensayen
ya sea en el hablar, ya en el obrar;
(iii)
Mientras que yo, por mi parte, explico tales palabras y cosas descomponiendo
cada cual según su verdadera constitución, y luego mostrando cómo es.
(iv)
En cuanto a los demás hombres,
Tan poco se dan cuenta de cuanto están haciendo despiertos
Como olvidan cuanto hacen de dormidos. (Marcovich, Frag.1).
Aquí se puede percibir, a nuestro parecer, que Heráclito quiere dejar sentado que el Logos es complejo, no material, enexpresable con palabras aunque el que lo posee capte que está presente en todo, en este mundo y en otro. Para quienes no le experimentan o viven es incomprensible aunque hallan oído hablar de él.
El Logos está allí, claro, en todo, pero pasa inadvertido porque el hombre suele ver lo superficial y sus sentidos están dormidos oyendo sólo un eco distante, viendo una tenue luz; por ello tal vez que el logos se ocualta.
En el Lao Zi lo expresa al plantear:
...El cuerpo del dao, es nebuloso y confuso.
¡Confuso y nebuloso, en él están contenidas las formas!
¡Nebuloso y confuso, en él las cosas están contenidas!
¡Profundo y oscuro, en él se halla la esencia sutil!
Esta esencia sutil es asaz de verdadera, en ella está la confianza.
Desde hoy hasta los remotos tiempos, nunca se perdió su nombree,
Señal de que es padre de todas las cosas
¿Cómo puedo saber que así es el padre de todas las cosas?
Merced a esto (Lao zi, LXV).
Los que no han comprendido (esta Verdad) aún después de haberla oído
A sordos se asemejan;
De ellos habla el refrán:
“Aunque presentes, están ausentes” (Marcovich, Frag.2).
La verdadera constitución de cada cosa suele esconderse (Marcovich, Frag.8).
Aunque los sentidos del hombre están como adormecidos, Heráclito dice:
De cuantas cosas se da visión, audición, percepción, a estas yo doy preferencia
(Marcovich, Frag. 5).
Ello viene a ser como un estar alerta, ver y oír más allá de una realidad parcial que se capta, disgregando sin darse cuenta de la unidad.
Marcovich señala al interpretar los fragmentos 13 y 14 de Heráclito que los hombres poseen una inteligencia capaz de entender los mensajes de los sentidos. A nuestro parecer más que simple inteligencia es una intuición que permite abrir los sentidos al Logos eterno.
Malos testigos son para los hombres los ojos y los oídos,
Si poseen almas que no entienden su lenguaje (Marcovich, Frag.13).
Se considera que Heráclito al igual que Lao zi tratan de explicar la esencia del Ser porque conocen al Logos o Tao, más no con palabras pueden explicarse o indicársele aunque si el acontecer de las cosas, como refiere Heráclito en el fragmento 1, parte iii.
Conocer a los demás,
Inteligencia.
Conocer a sí mismo,
Clarividencia...(Lao zi LXXVII)

Sin salir de tu propia casa,
puedes conocer el mundo.
Sin mirar por la ventana,
puedes conocer el dao del cielo.
Cuanto más lejos vayas,
más menguado será tu saber.
Por eso el sabio conoce sin viajar,
Distingue sin mirar,
realiza su obra sin actuar (Lao zi, X).
Siempre hay paradojas en el Universo difíciles de comprender por la mente humana aunque están en su cotidiano vivir, porque aunque con vista estamos como ciegos. Como el Logos/Tao no se conoce ni comprende, el hombre actúa de forma autómata dejándose llevar pasivamente por la vida mediante acciones no internalizadas en verdad.
Estas paradojas parecen reflejarse bien en varios de los fragmentos tanto de Heráclito como del Tao en los cuales se hace alusión a la idea de los opuestos como polaridades que son prolongación de una misma unidad.
Se considera que el Logos al igual que el Tao implica una acción (wei wu wei), es decir que obra porque crea pero no obra porque no produce nada que no esté ya en él mismo. Por otra parte, la idea del Teh(de o virtud) como una parcialidad del Tao (absoluto) pareciera, tal vez, similar a lo que podría ser la ousía en relación con el Logos.
Se había mencionado que el dao es el Todo y la virtud (de) es la parte, en el sentido que todos los seres participan del dao. Así la virtud es la naturaleza particular que constituye al Ser y no puede existir como algo independiente de las cosas concretas.
También se hizo alusión a que cada ente que surge del Tao tiene su propio Teh (de), su virtus o potencia, de esta forma, existe un Tao del hombre consistente en obrar de acuerdo con las exigencias inmanentes a su esencia, es decir según su propio virtus o Teh.
Por otra parte, cuando en la Metafísica de Aristóteles se habla de ousía como el ente en cuanto ente que vendría a ser el Ser en todos sus matices, es decir el Ser en su multiplicidad y variedad concreta también podría dejar abierta la posibilidad de entender que la ousía sería una parcialidad del Logos, aunque, no necesariamente en el sentido estricto del Teh. Tal vez puede ser entendida como el mismo Logos en el sentido de ser causa o fundamento de todas las demás, expresión de los diferentes sentidos del Ser. Pero este planteamiento en realidad es una interrogante que en este momento no se ha analizado, sin embaro, valdría la pena fuese objeto de reflexión.

Por Rebeca Pérez Arriaga.

lunes, 15 de octubre de 2007

La práctica real del Camino del Tao.

La práctica rigurosa y la aplicación del Taoísmo a nuestra vida cotidiana requiere de la clara comprensión de una serie de principios y actitudes clave.
En primer lugar tenemos que saber lo que es el mismo Tao, como Principio Absoluto que todo lo abarca y todo lo impregna.
El Tao es eterno e infinito, y por tanto, no podemos limitarlo a definiciones o a meras explicaciones humanas.
Al igual que para los cristianos su meta es la unión con Dios, y para los budistas el logro de la Perfecta Iluminación, para el Taoísta el logro supremo del espíritu es la fusión con el Tao, la unificación mística con el Misterio Ultimo, que a veces es llamada “el retorno a la Fuente”.
Definiremos lo mejor posible el Tao, sabiendo de antemano que ninguna palabra puede reflejar la experiencia interna de nuestra unión armoniosa con él.
Los taoístas amamos el Tao en sus dos vertientes o manifestaciones: la invisible y la visible. Cada fenómeno y cada ser tienen su Tao, su poder inherente y una cualidad sagrada que por lo general, pasa desapercibida a los ojos del profano. Y detrás de lo visible está el Tao silencioso, el Misterio indescifrable, lo que es verdaderamente eterno detrás de los cambios aparentes.
Este Tao invisible no puede vivirse ni realizarse con los estudios o los discursos; sólo puede revelarse al corazóm en el silencio de la meditación y en la serena contemplación de la naturaleza pura.
Esta es la práctica real del camino del Tao.
El del Tao es un camino muy sutil, no es algo que se pueda entender con la lógica de los conceptos. La senda del Tao es un camino oculto, es la práctica real de una vida profunda.
Comprender vivencialmente lo que es el Tao, es la primera puerta para entrar en el Camino.
Estar armonizado con el Tao no es más que comprender tu propia vida.
El Tao tiene todas las formas y no tiene ninguna, contiene a todos los objetos por igual, y en su regazo está la esencia latente de todo lo que tiene que venir a la existencia.
Sólo cuando uno está en contacto con el misterioso Tao, que está más allá de toda cosa existente, puede uno comprender cómo vivir su propia vida. Si uno está en armonía con el fluir del Tao, todas nuestras preguntas tendrán sus precisas respuestas cuando llegue el momento.
Y aunque el Tao no puede ser comunicado, aún así se comunica El mismo a su manera. Cuando llega el momento adecuado, incluso alguien aparentemente ignorante despierta milagrosamente a la verdadera sabiduría.
El placer y la ira, la tristeza y la alegría, las esperanzas y los arrepentimientos, el cambio y la estabilidad, la debilidad y la decisión, la impaciencia y la pereza de nuestras vidas humanas, son todos sonidos de la misma flauta, todos son como setas de la misma Madre Húmeda. Pero... ¿cómo podemos comprender qué es lo que produce todo esto?
Que actúe un poder como el del Tao, es algo en lo que yo creo con una fe absoluta, pero no puedo ver su forma, pues él actúa, pero no tiene forma ¡Contiene todas las formas!
El ser humano nace en el Tao, y si la humanidad nacida en el Tao se hunde en la profunda sombra de la quietud, para olvidar la agresión y las preocupaciones, no le falta de nada, su vida es segura.
Por ello, todo lo que necesita el sabio es perderse en el Tao. Curiosamente, el Tao está en todas las cosas, y su conocimiento está envuelto en espíritu. El Tao se hace Grande e Infinito, abriendo un Gran Corazón para todas las cosas y para todos los seres. El Tao es un refugio para el mundo.
El que capta la verdad, irá como el Tao: sin ser visto, se moverá como la propia vida, sin nombre ni hogar. El que vive el Tao es una persona simple, sin distinciones. Por su apariencia, el sabio es un tonto; sus pasos no dejan huellas, no tiene poder alguno, no logra nada, carece de reputación, y dado que no juzga a nadie, nadie le juzga a él. Así es el hombre perfecto que practica el Tao: está como vacío.
Toda la práctica gira en torno a la vivencia del Tao. Es algo muy parecido a la devoción de un cristiano a Dios, y al respeto reverencial de un budista al Buda.
Debemos saber y recordar que el Tao es anterior al Cielo y a la Tierra. El Tao inexplicable, lo que no tiene nombre (WU-MING), es el principio de todos los seres.
El Tao permanente y eterno nunca puede ser expresado por palabras, pero el hombre sabio, aún conociendo la cualidad misteriosa y oculta del Tao, se conecta con El, lo ama y lo adivina al contemplar las cosas y los seres.
Más allá de nuestra mente crítica que juzga a unos y a otros, podemos ver al Tao actuando en cada persona que miremos en nuestra vida cotidiana. Realizar el Tao es amar y sentir el Misterio, pero sin apartarse de la vida y de las pequeñas cosas, que son emanaciones de ese mismo Tao.
Practicamos el Camino del Tao cuando aceptamos todos sus ciclos, cuando confiamos en todos sus cambios y al reconocer que a la larga, todo acaba desembocado en el equilibrio universal.

Todo lo que no admitimos o rechazamos en la realidad de nuestra vida, proviene del hombre ordinario, de la personalidad del ego que se deja llevar por los gustos y los disgustos.
Si confiamos en los flujos del Tao, sabremos que incluso en los peores momentos, el Gran Tao nos está guiando, protegiendo y enseñando lecciones necesarias.
Cuando menos lo esperamos, nuestra situación Yin se convierte en Yang, y vuelve a relucir nuestro equilibrio y nuestro buen ánimo. Esto se comprende amando al Tao y a sus ciclos, confiando en sus movimientos.
Para conectarnos con el Tao, podemos meditar con los ojos abiertos contemplando un bello paisaje natural, o podemos practicar técnicas concretas de visualización, como por ejemplo, sentarse con las piernas cruzadas, e imaginar que la energía del Tao entra por nuestra coronilla al inspirar suavemente el aire, y procurando quedarnos vacíos de pensamientos en la exhalación. Estas sencillas técnicas son modos excelentes de vivenciar el Tao en nuestro espíritu, siempre y cuando las práctiquemos con constancia y durante el tiempo suficiente.
Así los antiguos taoístas se recogían en la unión íntima con el Tao realizando profundas meditaciones.
Desde tiempos antiguos, los seguidores del Tao realizaban ayunos, purificaciones y ofrendas para llevar a cabo sus rituales y ceremonias de unión con el Tao, lo que implicaba siempre una armonización entre el macrocosmos y el microcosmos del ser humano.
El Principio Absoluto del Tao se vive, por consiguiente, en la unión del pensamiento, de la emoción y de las actitudes del cuerpo con la totalidad del acontecer universal.
Por Karma Yeshe Yiatso.

domingo, 14 de octubre de 2007

Los 8 gestos de la Pureza.

Paso a Paso
Esta serie corresponde a los Kriya Mudras. Los gestos con las manos (Hasta Mudras) son muy importantes para el Kriya Yoga tradicional de India. Las manos son consideradas órganos de acción y sensoriales. Las palmas de las manos están ricamente inervadas por terminaciones nerviosas. Cuando las yemas de los dedos, cuyas células son altamente especializadas, se unen en posiciones que han sido determinadas por los grandes sabios de la antigüedad y corroborada por los siglos de práctica, crean nuevos circuitos energéticos internos y predisponen a nuevos estados de conciencia.


1- El gesto de la oración.(Namaste Mudra o Pranam mudra)

Este es un gesto que nos ayuda a concentrar la mente y a interiorizarla creando paz y calma interior. La tradición dice que meditando en este mudra podemos conectarlos con todos los grandes maestros del pasado, los presentes y también los futuros. La actitud interna debe ser de reverencia y bienvenida a esta energía con la que queremos relacionarnos.

* Cómo hacerlo
Unimos las palmas lentamente sintiendo como cada una de nuestras manos va representando nuestras energía, masculina la derecha y femenina la izquierda. Mientras vamos acercándolas sentimos también como nuestra mente que estaba dispersa va concentrándose cada vez más hasta sentirla fija en el momento del contacto. Entonces las acercamos hacia el corazón sintiendo que nuestra atención se dirige a nuestro interior.


2- El gesto del vacio. (Kunya mudra).

Este mudra nos ayuda a recolectar nuestra energía individual, aumenta la sensibilidad y nos hace conciente de los aspectos más sutiles de nuestro ser.

* Cómo hacerlo
Con las manos juntas, sentimos el tacto y percibimos nuestra manifestación física.Al comenzar a separar suavemente las manos vamos percibiendo nuestra manifestación energética, continuamos separándolas enfocándonos en nuestra manifestación mental-emocional y finalmente percibimos el espacio que contiene todo nuestro ser.


3- Gesto de la Flor de Loto (Padma Mudra)

Este mudra acentúa la polaridad femenina y nos conecta con nuestros sentimientos. Es una gran transmutador de energía emocional. Así como la flor de loto surge del lodo nos ayuda a elevar nuestra frecuencia emocional.

* Cómo hacerlo
Juntamos la base de la palma de las manos y unimos los dedos meñiques entre sí y los dedos pulgares por su lado. Los demás dedos los separamos bien y los dirigimos hacia el cielo. Nuestra atención se concentra primero en los dedos anular y nos hacemos conscientes de la tierra (Prithivi) que nos sostiene y nos proporciona su fortaleza. Luego en los dedos meñiques, percibimos la fluidez del agua (Apas). En los dedos pulgares sentimos la dinámica del fuego (Agni), en los índices la capacidad de expansión del aire (Vayu) y en los dedos mayores lo abstracto, lo sin forma del éter (Akasha)


4- El Gran gesto del espacio (Maha Akasha Mudra)

Este gesto facilita una comunicación amorosa indiscriminada con todo lo que nos rodea. Estimula y afina la percepción a través de los 5 sentidos.

* Cómo hacerlo
Las manos se van separando lentamente mientras vamos permitiendo la expansión de la conciencia para que contenga todo lo que nos rodea. Los brazos quedan extendidos hacia los costados a la altura de los hombros y los dedos deben estar bien separados. En este gesto debemos imaginar que somos capaces de percibir imágenes (Rupa), sonidos (Shabda), olores (Gandha), sabores (Rasa) y sensaciones (Sparsha) a través de la yema de nuestros dedos.


5- Gesto de la Perfección (Padma Siddha Mudra)
Este mudra no sólo produce gran concentración sino que dirige esa concentración con una tremenda fuerza en la dirección que le demos. Algunos yoguis dicen que asemeja a una nave espacial que puede conducirnos hasta el centro mismo, el origen, del universo.

* Cómo hacerlo
Giramos las palmas hacia arriba y vamos elevando los brazos muy lentamente, cuando hicimos el Pranam mudra (foto 1) estábamos realizando una integración a nivel individual;con este gesto la integración es a nivel cósmico. El brazo y mano derecha representa a Shiva (la energía de polaridad positiva, masculina) y el izquierdo a Shakti (la energía de polaridad negativa, femenina). Mientras los brazos van subiendo debemos imaginar esta unión cósmica, sentir la atracción entre los polos y las resistencias que surgen. Una vez que las manos se juntan debemos ir presionándolas, cada vez con mayor intensidad. La columna vertebral se va enderezando y estirando a su máximo mientras generamos una suave contracción sobre los músculos de los esfínteres (Mula Bandha). Debemos tener la sensación de crecer, de trascender nuestras limitaciones y de ir incorporando, haciendo nuestra la virtud de la pureza (Saucha). Debe sostenerse este mudra todo el tiempo posible pero los verdaderos beneficios los obtendremos de aquel tiempo que podamos mantener el gesto más allá de nuestras limitaciones.


6- Gesto de la Bendición (Kusala Mudra)

Al compartir nuestra energía esta en lugar de disminuir, crece cada vez más. Siempre debemos dar algo bueno. Son las acciones más allá del deber las que forjan un futuro glorioso. Kusala es una buena acción que genera buen karma (ley de acción y reacción).

* Cómo hacerlo
Cuando hayamos logrado despertar suficiente de esta energía de Pureza (Saucha) Giramos las palmas de las manos hacia los laterales y comenzamos a bajar los brazos hasta la altura de los hombros. Una vez en este gesto de Kusala proyectamos esta virtud de la Pureza de una manera sutil como si fuera una luz que emana de nosotros e ilumina todo a nuestro alrededor.


7- Gesto de la Enseñanza (Shastra Mudra)

Este mudra nos coloca en la actitud del maestro iluminado cuando va a dar su enseñanza, con el vamos abriendo los canales de conexión para despertar el maestro interior.


* Cómo hacerlo
La mano izquierda con el dedo índice y pulgar en contacto y los demás estirados señalando la tierra que será nuestro testigo y sostén energético.
La mano derecha queda con la punta de los dedos hacia arriba y la palma hacia el frente a la altura del hombro. Todos los dedos están juntos pero el pulgar se ubica casi debajo y alineado al índice. Esta mano representa la transmisión de la enseñanza. Y también nos recuerda que nosotros (el dedo pulgar) y el resto del universo (los demás dedos y la palma) somos uno.
En este gesto debemos imaginar que nuestro maestro interior nos da un gran sermón sobre la aplicación práctica de la pureza en nuestra vida. Uno debe tomar esta actitud y quedar abierto a que la enseñanza aparezca. Aún cuando nada ocurra debemos entender esta nada, como la mayor enseñanza sobre Saucha (pureza).


8- Gesto de la Oración(Namaste Mudra o Pranam Mudra)

* Cómo hacerlo

Repetimos el primer mudra de esta serie, pero esta vez con la actitud de reverencia y agradecimiento para el Universo que nos permitió esta experiencia, los maestros que nos legaron esta técnica, nuestro maestro interior que la hizo posible. Este es el momento de percibir los efectos de la práctica.



Jorge Antonio Bidondo
Maestro de Yoga
Presidente de la Federación de Yoga de la República Argentina,
Miembro de honor de la Asociación Internacional de Yoga Terapéutic
o U.S.A.
Fuentes:
No se puede mostrar la imagen “http://www.geocities.com/yoga_terapeutico/imagenes/logo1.jpg” porque contiene errores.


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Según Platón, el conocimiento es un subconjunto de lo que forma parte a la vez de la verdad y de la creencia.
Integral Philosopher Michel Bauwens "Vision"