sábado, 20 de septiembre de 2008

Testigo del Ser.

Ken Wilber nos lleva a trascender la dualidad en un sencillo ejercicio...

El ejercicio capital del Testigo

He hablado de la conciencia testigo que persiste a través de la vigilia, el sueño y el sueño profundo. Pero el Testigo está completamente presente en cualquier estado de conciencia, incluyendo el estado de conciencia en el que ustedes se hallan en este mismo instante. De modo que trataré -eso es, al menos, lo que pretendo- de inducirles ese estado recurriendo a lo que se conoce con el nombre de instrucciones para señalar. Pero no aspiro a que entren en un estado diferente de conciencia, en un estado alterado de conciencia, en un estado no ordinario, sino que, por el contrario, voy a señalar algo que ya está sucediendo, de manera ordinaria y natural, en el estado en el que se encuentran ahora mismo.

Comenzaremos cobrando simplemente conciencia del mundo que nos rodea. Contemplen el cielo, relajen su mente y permitan que se funda con el cielo. Observen las nubes que flotan el cielo y dense cuenta que eso no les exige el menor esfuerzo. Su conciencia presente, la conciencia en que esas nubes están flotando, es muy simple, muy sencilla, muy fácil y muy espontánea. Adviertan simplemente que existe una conciencia sin esfuerzo de las nubes. Y lo mismo podríamos decir con respecto a esos árboles, esos pájaros y aquellas piedras. Ustedes pueden observarlo sencillamente sin realizar esfuerzo alguno.

Contemplen ahora las sensaciones que aparecen en su propio cuerpo. Ustedes pueden ser conscientes de cualquier sensación corporal que se presente, tal vez la sensación de presión en la zona en que están sentados, quizás un leve calor en la zona del estómago o una tensión en la nuca. Pero aún cuando la sensación sea de tensión, ustedes pueden ser fácilmente conscientes de ella. Estas sensaciones aparecen en su conciencia presente y esa conciencia es muy sencilla, muy fácil, muy espontánea, y no requiere esfuerzo alguno. Ustedes simplemente observan sin realizar esfuerzo.

Observen ahora los pensamientos que aparecen en su mente. Tal vez puedan darse cuenta de la aparición espontánea en su conciencia de imágenes, símbolos, conceptos, deseos, esperanzas, y miedos. Son pensamientos que emergen, permanecen durante un rato y terminan desapareciendo. Los pensamientos y sentimientos aparecen en su conciencia presente de un modo muy simple, muy fácil y muy espontáneo. Y ustedes se dedican simplemente a observarlos sin realizar esfuerzo alguno.

Dense ahora cuenta de que, si pueden ver el discurrir de las nubes, es porque ustedes no son esas nubes sino el testigo que las contempla. Dense cuenta de que, si pueden experimentar las sensaciones corporales, es porque ustedes no son esas sensaciones sino el testigo que las contempla. Dense también cuenta de que si pueden ver el discurrir de los pensamientos, es porque ustedes no son esos pensamientos sino el testigo que los contempla. De manera espontánea y natural, todas esas cosas emergen en su conciencia presente sin que tengan que hacer el menor esfuerzo.

¿Quiénes son, pues, ustedes? Ustedes no son ninguno de los objetos que se hallan fuera, ninguna de las sensaciones, ninguno del os pensamientos; ustedes no son ninguna de esas cosas, sino la consciencia sin esfuerzo que las contempla. ¿Quiénes o qué son ustedes?

Ahora pregúntense a sí mismos: Yo tengo sentimientos, pero no soy esos sentimientos. ¿Quién soy yo? Yo tengo pensamientos, pero no soy esos pensamientos. ¿Quién soy yo? Yo tengo deseos, pero no soy esos deseos. ¿Quién soy yo?

Ahora den un paso atrás hacia la fuente de su conciencia, den un paso hacia el Testigo y descansen en Él. Y repítanse: Yo no soy objetos, ni sensaciones, ni deseos, ni pensamientos.

Y aquí es donde la gente suele cometer un gran error, porque creen que, cuando descansen en el Testigo, van a ver o sentir algo muy especial. Pero el asunto es que, en tal caso, uno no ve nada raro porque, si viera algo, eso no sería más que otro objeto, otra sensación, otro sentimiento, otro pensamiento u otra imagen. Pero todos ésos son objetos, todos ellos son lo que usted no es.

No, cuando uno descansa en el Testigo y comprende que no es los objetos, los sentimientos ni los pensamientos- lo único que percibe es una sensación de Libertad, una sensación de Liberación de la identificación con los pequeños objetos finitos, con su pequeño cuerpo, con su pequeña mente y su pequeño ego, todos los cuales son objetos que pueden verse y, en consecuencia, no pueden ser el verdadero Vidente, el verdadero Yo, el verdadero Testigo, que es lo que ustedes realmente son.

De modo que, en tal caso, ustedes no verán nada en particular. Todo lo que aparezca estará bien. Las nubes flotan en el cielo, las sensaciones se mueven en el cuerpo, los pensamientos discurren por la mente y uno puede contemplar todo eso sin necesidad de hacer el menor de los esfuerzos.

Todo eso aparece espontáneamente en su consciencia presente sin realizar esfuerzo alguno. Y esa consciencia testigo no es nada concreto que pueda ver sino una inmensa sensación de Libertad la Vacuidad pura- en la que emerge el mundo manifiesto. Usted es esa Libertad, esa Apertura, esa Vacuidad y no cualquier cosa que emerja en ella.

Descansando en ese Testigo vacío y libre, adviertan ahora que las nubes están apareciendo en el inmenso espacio de su consciencia. Las nubes emergen dentro de ustedes, ustedes pueden degustar las nubes, ustedes son uno con las nubes, que se hallan tan próximas que es como si estuvieran desde este lado de su piel. El cielo y su conciencia son uno y todas las cosas que hay en el cielo están flotando en el interior de su conciencia. Y todo eso se halla tan próximo que pueden besar el sol y tragarse las montañas. Según el Zen, cuando dentro y fuera dejan de ser dos, cuando sujeto y objeto son no dos, cuando el observador y lo observado se tornan Un Solo Sabor, uno puede beberse el océano Pacífico de un solo trago; y ésa es la cosa más fácil del mundo. ¿Se dan cuenta de ello?

Recomendaciones

En el camino de conduce a Un Solo Sabor, las personas suelen incurrir en dos tipos de errores. El primero de ellos se refiere a lo que ocurre cuando uno establece contacto con el Testigo, mientras que el segundo afecta al paso que conduce desde el Testigo a Un Solo Sabor.

Veamos. Existe la creencia de que en el momento en que uno establece contacto con el Testigo (con el Yo-Yo) verá algo muy especial. Pero lo cierto es que, en ese momento, uno no ve nada sino que simplemente contempla todo lo que aparece, porque uno no es algo que pueda verse sino el Vidente puro y vacío. Las luces, la beatitud y las visiones súbitas no son más que objetos y, en consecuencia, no tienen nada que ver con el Testigo, y aunque, finalmente, en Un Solo Sabor uno se convierta en todo lo que ve, no se puede empezar tratando de hacer eso tratando de ver la Verdad- por que ese mismo intento obstaculizaría su emergencia. Es por ello que tenemos que partir de ( yo no soy esto, yo no soy eso).

De modo que el primer error impide la presencia del Testigo tratando de convertirlo en un objeto que pueda ser apresado, cuando lo cierto es que es el Vidente de todo cuanto aparece y sólo puede ser experimentado en tanto que sustrato de Libertad y Liberación de todos los objetos.

Descansando en esa Libertad y Vacuidad en la contemplación ecuánime de todo lo que emerge se dará cuenta de que el yo separado (o ego) aparece en su conciencia como cualquier otra cosa. Y eso es algo que usted puede sentir del mismo que puede sentir sus piernas, una mesa, una piedra o sus propios pies.

La contracción sobre uno mismo se experimenta como una tensión interior que, a menudo, se halla localizada detrás de los ojos y se ancla en forma de una leve tensión muscular en todo el cuerpo mente. Es una sensación de contracción frente al mundo, una ligera tensión que afecta a la totalidad del cuerpo-mente. Es una sensación de contracción frente al mundo, una ligera tensión que afecta a la totalidad del cuerpo. Advierta, simplemente, esa tensión.

Cuando uno descansa en el Testigo vació y se percata de esa contracción sobre uno mismo supone erróneamente que, para pasar finalmente desde el Testigo hasta Un Solo Sabor, tiene que desembarazarse de ella (liberarse del ego). Y ése es el segundo error, un error que no hace más que fortalecer la tensión.

Nosotros creemos que la contracción sobre uno mismo oculta o eclipsa el Espíritu cuando, de hecho como ocurre con cualquier Forma del universo- no es más que otra de sus resplandecientes manifestaciones. Todas las Formas incluida la forma del ego- no son más que Vacuidad. Es más, el único que quiere desembarazarse del ego es el propio ego. El Espíritu ama todo lo que emerge tal cual es. El testigo ama el ego, porque el Testigo es la mente espejo ecuánime que refleja y abraza con la misma aceptación todo cuanto aparece.

Pero el ego decide jugar al juego de desembarazarse de sí mismo porque, mientras tanto, seguirá existiendo (¿quién, sino, está jugando?). Como dijera Chung Tzu hace ya mucho tiempo: ¿No es acaso el deseo de librarse del ego una manifestación del ego?.

El ego no es más que una tensión sutil y usted no puede recurrir a la tensión para librarse de la tensión porque, en tal caso, terminaría con dos tensiones en lugar de una. El ego es una manifestación perfecta de lo Divino y funciona mejor descansando en Libertad que tratando de desembarazarse de él, lo cual, dicho sea de paso, no hace sino aumentar su contracción.

¿Cuál es, entonces, la práctica adecuada? Cuando usted descanse en el Testigo, cuando usted descanse en el Yo-Yo, cuando usted descanse en la Vacuidad, preste atención simplemente la contracción sobre sí mismo. Descanse en el Testigo y advierta esa contracción porque, para sentir esa contracción, para contemplarla, deberá haberse desidentificado y, en consecuencia, liberado de ella. Entonces, usted estará mirando desde la posición del Testigo que siempre se halla libre de todos los objetos.

De modo que descanse en el Testigo y percátese de la contracción sobre sí mismo, exactamente del mismo modo en que puede sentir la silla en la que se sienta, la tierra o las nubes que flotan en el cielo. Los pensamientos flotan en la mente, las sensaciones flotan en el cuerpo, la contracción sobre sí mismo sobrevuela en su consciencia y usted contempla todo eso de un modo espontáneo y ecuánime.

En ese estado simple, cómodo y sin esfuerzo, no está tratando de desembarazarse de la contracción sino sencillamente sintiéndola, y mientras esté descansando en el Testigo o Vacuidad que es, Un Solo Sabor podrá resplandecer con más facilidad. No hay nada que uno pueda hacer para provocar (o causar) Un Solo Sabor, por que, Un Solo Sabor no es el resultado de acciones temporales, siempre está completando presente y uno nunca se ha alejado de él.

Lo máximo que uno puede hacer por vía del esfuerzo temporal, es evitar estos dos grandes errores. No trate, pues, de ver al Testigo como un objeto, sino que descanse simplemente en Él en tanto que Vidente, ni trate tampoco de desembarazarse del ego sino que dedíquese, simplemente, a percibirlo. De ese modo, se colocará al borde del abismo de su Rostro Original.

Descanse en el Testigo y dése cuenta de la contracción sobre usted mismo: ése es precisamente el ámbito en que Un Solo Sabor puede resplandecer con más intensidad. Pero no lo haga para conseguir esto o aquello, sino de un modo espontáneo durante todo el día y toda la noche, permaneciendo de pie al borde de su más sorprendente reconocimiento.

Estos serían los pasos a dar:

Descanse en el Testigo y experimente la contracción en sí mismo, y cuando lo haga, dése cuenta de que el Testigo no es la contracción, sino que es consciente de ella. El Testigo está libre de la contracción... y usted es el Testigo.

En tanto que Testigo, usted se halla libre de la contracción en sí mismo. Descanse en esa Libertad, Apertura, Vacuidad y Liberación. Experimente esa contracción y déjela ser, del mismo modo que permite la existencia de cualquier otro tipo de sensación. No trate de librarse de las nubes, los árboles o el ego sino permítales ser mientras permanece relajado en el espacio abierto de Libertad que usted es.

En ese espacio de Libertad y de un modo espontáneo - uno puede advertir que la sensación de Libertad carece de interior y de exterior, de centro y periferia. Los pensamientos flotan en esta Libertad, el cielo flota en esta Libertad, el mundo emana de esta Libertad y usted es Eso. El cielo es su cabeza, el aire su respiración, la tierra su piel, y todo ello de un modo inmediato e íntimo. Cuando uno descansa en esta Libertad, que es Plenitud infinita, se convierte en la totalidad del Mundo.

Éste es el mundo de Un Solo Sabor, un mundo que no tiene ni dentro ni fuera, sujeto y objeto, aquí ni fuera de aquí; un mundo que carece de origen y de final, de objetivos y de medios, de camino y de meta. Ésta, como dijo Ramana Maharshi, es la verdad última.

Fuentes:

Por Ken Wilber en "Diario - El Sabor Único"
"El ejercicio capital del Testigo".
Aportacion de Alberto B. Tenaglia para ACHARIA




El ojo del espíritu

Cuando descanso en la conciencia simple, clara y omnipresente, estoy descansando en el Espíritu intrínseco. Yo no soy, de hecho, nada más que el Espíritu testigo. No es que yo me convierta en Espíritu, sino que simplemente reconozco el espíritu que siempre he sido. Cuando descanso en la conciencia simple, clara y omnipresente, yo soy el Testigo del Mundo, el ojo de Espíritu.

Entonces veo el mundo como lo ve dios, como lo ve la Divinidad, como lo ve el Espíritu, y todo objeto se convierte en la más pura expresión de la Belleza, toda cosa y todo evento en un gesto de la Gran Perfección, todo proceso en el latido mismo de mi Ser eterno. Entonces no soy un testigo ajeno a todo lo que aparece, sino que soy un Un solo Sabor con todo lo que emana de mi interior. La totalidad delKosmos brota ante el ojo del Espíritu, ante el Yo del Espíritu, ante mi propia conciencia, el estado simple omnipresente que siempre he sido.

Desde el fundamenteo de la conciencia simple y omnipresente, el cuerpomente se renueva por completo. Cuando descansas en la conciencia primordial, la conciencia satura todo tu ser y de la corriente misma de la conciencia emerge un nuevo destino. Cuando la Gran Búsqueda ha concluido, cuando la sensación de identidad separada ha desaparecido, cuando la continuidad del Testigo se ha estabilizado, cuando la conciencia omnipresente constituye su fundamento continuo, tu cuerpomente resucita, te reconstruyes en torno al Espíritu intrçinseco y te levantas de entre los muertos, por así decirlo, para asumir un nuevo destino y una nueva misión.

Cuando dejas de existir como yo separado, y poner fin al daño que eso provoca al cuerpomente, te conviertes en un vehículo del Espíritu, y tu cuerpomente, libre ya de las distorsiones y brutalidades de la contracción sobre ti mismo, puede actuar desde sus potencialidades más elevadas.

Fuentes:

Por Ken Wilber, “La Conciencia de Ser”.

Psicoterapia y Espiritualidad.

"La gente ha confundido el término psicosomático (que significa que un proceso de enfermedad físico puede verse afectado por factores psicológicos) con el de psicógeno (que significa que la mente puede provocar enfermedades en el cuerpo). Steven Locke y Douglas Colligan enumeran una serie de factores que interactúan en la evolución de una enfermedad: la herencia, el estilo de vida, las drogas, la ubicación geográfica, la profesión, la edad y la personalidad. Es la interacción entre todos ellos -a los que yo añadiría también los existenciales y espirituales- lo que parece influir en el origen y el desarrollo de una determinada enfermedad física. Aislar uno de ellos e ignorar a los demás constituye, pues, un exceso de simplificación que carece de sentido."

"A la vista de todo esto, parece que el estado psicológico desempeña un papel en toda enfermedad y estoy completamente de acuerdo en que ese componente debería aprovecharse al máximo, ya que, en una situación crítica, puede resultar decisivo para inclinar la balanza hacia el lado de la salud o de la enfermedad."


Pregunta EZ: Por favor explícanos tu visión sobre la interfase existente entre la psicoterapia y la religión.

Respuesta KW: ¿Y que entiendes por religión? ¿El fundamentalismo, el misticismo, la religión exotérica o la religión esotérica?

EZ: Muy bien. Podríamos empezar por ahí. Creo que, en tu libro “Un Dios sociable” presentas once definiciones diferentes, once formas distintas de utilizar la palabra religión.

KW: Lo que quiero decir es que no podemos hablar de ciencia y religión, de psicoterapia y religión, o de filosofía y religión mientras no nos pongamos de acuerdo en lo que entendemos por religión. Para nuestros fines actuales creo que, por lo menos, deberíamos recurrir a la distinción entre las llamadas religiones exotéricas y religiones esotéricas. La religión exotérica o “externa” en una religión mítica, una religión tremendamente literal, que cree, por ejemplo, que Moisés separó las aguas del Mar Rojo, que Cristo nació de una virgen, que el mundo se creó en siete días, que una vez llovió literalmente maná del cielo, etcétera.

Las religiones exotéricas del mundo entero se afirman en este tipo de creencias y dogmas. Los hindúes, por ejemplo, creen que la tierra descansa sobre la espalda de un elefante y que éste, a su vez, se apoya sobre una tortuga que reposa sobre una serpiente. Pero cuando les preguntamos “Y en qué se apoya la serpiente?”, te contestan: “Hablemos de otra cosa”. Si les hiciéramos caso tendríamos que creer que Lao Tzu tenía novecientos años cuando nació, que Krishna hizo el amor a diez mil pastorcillas, que Brahma brotó de una grieta en un huevo cósmico, etc. Así son las religiones exotéricas, un conjunto de sistemas de creencias que intentan explicar los misterios del mundo en términos míticos más que en términos de experiencia directa o de evidencia concreta.

EZ: De modo que la religión exotérica o externa es, fundamentalmente, una cuestión de creencias, no de evidencia.

KW: Así es, y si crees en todos esos mitos te salvarás mientras que, sino crees en ellos, irás al Infierno. Desde ese punto de vista no hay otra alternativa posible. Este tipo de religión literal y dogmática se encuentra en todos los rincones del mundo. Yo no discuto nada de eso, lo único que afirmo es que ese tipo de religión, la religión exotérica, no tiene nada que ver con la religión mística, vivencial y experimentable. Ese es el tipo de religión o espiritualidad que verdaderamente me interesa.

EZ: ¿Qué significa esotérico?

KW: Interno u oculto. Una religión no es esotérica o mística porque sea oculta, secreta o algo por el estilo, sino porque es una cuestión de experiencia directa y de conciencia personal. La religión esotérica no te pide que tengas fe en nada o que te sometas dócilmente a algún dogma. La religión esotérica, por el contrario, consiste en un conjunto de experimentos personales que llevas a cabo científicamente en el laboratorio de tu propia conciencia. Como toda ciencia que se precie, la religión esotérica no se basa en las creencias o los deseos sino en una experiencia directa válida y verificada públicamente por un grupo de iguales que también han llevado a cabo el mismo experimento. Ese experimento es la meditación.

EZ: Pero la meditación es privada.

KW: No, no lo es. No es más privada, digamos, por ejemplo, que las matemáticas. No existe la menor evidencia sensorial o empírica de que el cuadrado de – 1 sea igual a uno. La veracidad o falsedad de este tipo de afirmaciones descansa exclusivamente en su conformidad o inadecuación a ciertas reglas de lógica interna. Así pues, en el mundo externo no es posible encontrar ningún número negativo; eso sólo existe en nuestra propia mente. Pero que sólo exista en nuestra mente no significa que sea falso, no implica que sea conocimiento privado y que no pueda ser validado públicamente.

Su veracidad, por el contrario, es validada por una comunidad de matemáticos experimentados, personas que conocen la forma de realizar el experimento lógico necesario para decidir su verdad o su falsedad. Exactamente del mismo modo, el conocimiento meditativo es un conocimiento interno. Pero, al igual que ocurre con las matemáticas, se trata de un conocimiento que puede ser validado públicamente por una comunidad de meditadores experimentados que conocen la lógica interna de la experiencia contemplativa. La veracidad del teorema de Pitágoras, por ejemplo, no se determina por sufragio universal, sino que son los matemáticos experimentados quienes deciden al respecto.

De manera similar, las distintas tradiciones espirituales afirman, por ejemplo, que la experiencia íntima del Ser es una con la experiencia del mundo externo. Pero, en cualquiera de los casos, se trata de una verdad que puede ser verificada experimental y vivencialmente por cualquiera que lleve a cabo el experimento adecuado. Y, tras unos seis mil años de experimentación, es perfectamente lícito extraer ciertas conclusiones y postular determinados teoremas espirituales, por así decirlo. Esos teoremas espirituales constituyen el mismo núcleo de las tradiciones de la Sabiduría Perenne.

EZ: Pero ¿por qué se les considera “ocultas”?

KW: Porque hasta que no lleves a cabo el experimento no sabrás lo que ocurre y, por consiguiente, no estarás autorizado para opinar, del mismo modo que si no aprendes matemáticas no te permiten dictaminar sobre la veracidad o falsedad del teorema de Pitágoras, lo cual no quiere decir que no puedas tener opiniones al respecto. Pero al misticismo no le interesan las opiniones sino el conocimiento. La religión esotérica, el misticismo, permanece oculta a toda mente que no lleve a cabo el experimento adecuado. Eso es todo lo que significa el término esotérico.

EZ: Pero las religiones son muy diferentes entre si.

KW: Las religiones exotéricas difieren enormemente entre si pero las religiones esotéricas de todo el mundo son prácticamente idénticas. Como ya hemos visto, el misticismo o esoterismo es, en un sentido amplio del término, científico, y al igual que no existe una química alemana diferente de la química americana, tampoco existe una ciencia mística hindú diferente de la musulmana. Ambas, más bien al contrario, están fundamentalmente de acuerdo a la naturaleza del alma, la naturaleza del Espíritu y la naturaleza de su identidad suprema, por nombrar tan solo algunas de sus múltiples coincidencias.

Eso es lo que los eruditos denominan “ la unidad trascendente de las religiones del mundo”, es decir, el núcleo esotérico que las unifica. Obviamente, sus estructuras superficiales varían enormemente pero sus estructuras profundas, en cambio, son prácticamente idénticas y reflejan la unanimidad del espíritu humano y sus leyes reveladas fenomenológicamente.

EZ: Lo que dices es muy importante pero no pareces creer- a diferencia de Joseph Campbell- que las religiones míticas transmitan ningún conocimiento espiritual válido.

KW: Eres muy libre de interpretar los mitos de las religiones exotéricas como más te plazca. De hecho puedes, como hace Campbell, interpretar los mitos como alegorías o metáforas de verdades trascendentales. Puedes, por ejemplo, interpretar que el nacimiento virginal de Cristo significa que obraba espontáneamente desde su verdadero Yo (con mayúscula), lo cual es precisamente lo que yo opino. Pero el problema es que quienes creen en los mitos no suelen admitirlo así.

Ellos creen, por ejemplo, que María era realmente virgen cuando concibió a Jesús. Los creyentes míticos no interpretan alegóricamente los mitos sino que lo hacen de una manera literal y concreta. En su tentativa de salvar los mitos, Joseph Campbell violó el mismo tejido de las creencias míticas, lo cual constituye un error inaceptable. Campbell parece decir al creyente mítico: “Yo se lo que realmente quieres decir”. Pero el problema es que eso no es lo que ellos quieren decir. En mi opinión, su enfoque es básicamente erróneo ya desde su comienzo.

Este tipo de mitos es muy corriente entre los niños de seis a once años y corresponde al nivel de desarrollo cognitivo que Piaget denomina “período de las operaciones concretas”. Como reconoce incluso el mismo Campbell, las actuaciones espontáneas de los niños de siete años de hoy en día constituyen una muestra muy representativa de casi todos los grandes mitos exotéricos del mundo entero. Sin embargo, con la aparición de las siguiente estructura de conciencia- el estadio de las operaciones formales o racionales- ese mismo niño abandona las representaciones míticas; momento a partir del cual, el niño- a menos que viva en una sociedad que aliene de un modo u otro las creencias míticas- deja de creer en ellas. Pero, en general, la mente racional y reflexiva considera que los mitos no son más que eso, mitos, mitos útiles y necesarios hasta llegar a alcanzar un determinado momento evolutivo pero insostenibles a partir de entonces. No es cierto que los mitos transmitan el conocimiento evidente que pretenden comunicar y, por consiguiente, no soporten la menor tentativa de verificación científica.

EZ: Pero también hay quienes interpretan los mitos de las religiones esotéricas de una manera alegórica o metafísica.

KW: Efectivamente. Y esos son precisamente los místicos. En otras palabras, los místicos son quienes dan un significado esotérico u “ oculto” a los mitos. Y ese significado no depende de un sistema de creencias, de símbolos o de mitos externos, sino que brota de la experiencia directa interna y contemplativa del alma. En otras palabras, los místicos no son, en modo alguno, creyentes míticos, sino fenomenólogos contemplativos, místicos contemplativos y científicos contemplativos. Es por ello que, como ha señalado Alfred North Whitehead, el misticismo siempre se ha aliado con la ciencia en contra de la Iglesia, porque uno y otro se basan en la evidencia consensual directa.

Newton fue un gran científico y un profundo místico, y no experimentaba conflicto alguno por ello. Pero no parece existir el mismo tipo de compatibilidad entre la ciencia y la creencia religiosa.
Son precisamente los místicos quienes afirman que la esencia de su religión es básicamente idéntica en todas las religiones míticas y que “recibe muchos nombres cuando, en realidad, es Uno”. Pero no encontrarás un solo creyente mítico- un fundamentalista protestante, pongamos por caso- que admita fácilmente que el budismo también es un camino perfecto de salvación. Quienes creen en los mitos suelen considerar que están en posesión del único camino porque su religión se basa en mitos externos, que varían de lugar en lugar, y esto es lo que imposibilita que perciban – a diferencia de los místicos- la unidad interna que se oculta detrás de los símbolos externos.

EZ: Si, ya veo ¿De modo que no estás de acuerdo con Carl G. Jung en que los mitos son arquetipos y, en ese sentido, tienen una importancia mística o trascendente?

KW: Esperaba que ese tema saliera a relucir. Por aquel entonces, al igual que ahora, la encumbrada figura de Carl Jung- del que Campbell no es sino un seguidor más- domina totalmente el campo de la psicología de la religión. Cuando abordé este campo por primera vez, creía firmemente, como todo el mundo, en los conceptos fundamentales y en los esfuerzo pioneros que Jung realizó en este área. Pero con el transcurrir de los años acabé llegando a la conclusión de que Jung cometió varios errores profundos, y que esos errores- intensificados por lo profuso e incuestionado de su difusión- constituían el principal escollo en el terreno de la psicología transpersonal; no era posible entablar una conversación sobre psicología y religión sin antes aclarar este difícil y espinoso tema.

KW: Carl Gustav Jung descubrió que los hombres y mujeres modernos pueden producir de manera espontánea –en los sueños, la imaginación activa, las asociaciones libres, etc- casi todos los temas fundamentales de las religiones míticas del mundo. Este hallazgo le condujo a deducir que las formas míticas básicas- a las que denominó arquetipos- son comunes a todas las personas, las hereda todo el mundo y se transmiten gracias a lo que él denomina “inconsciente colectivo”. Y luego afirmó aquello de que- y aquí le cito literalmente- “el misticismo es la experiencia de los arquetipos”.
Pero, en mi opinión, este punto de vista incurre en varios errores cruciales.

En primer lugar, es evidente que la mente, incluso la mente moderna, puede llegar a producir, de manera espontánea, formas míticas esencialmente similares a las que podemos encontrar en las religiones míticas. Como ya he dicho, los estadios preformales del desarrollo mental- en especial el pensamiento preoperacional y el pensamiento operacional concreto- son naturalmente mitógenos. Todos los hombre y mujeres de nuestro tiempo atraviesan esos estadios preformales del desarrollo mental- en especial el pensamiento preoperacional y el pensamiento operacional concreto- son naturalmente mitógenos. Todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo atraviesan esos estadios del desarrollo durante la infancia, lo que les permite acceder de manera espontánea a la estructura del pensamiento mítico, especialmente en los sueños, en donde los niveles primitivos del psiquismo pueden aflorar con más facilidad.

Pero eso no tiene absolutamente nada de místico. Según Jung, los arquetipos son formas míticas básicas vacías de contenido, mientras que el misticismo, por su parte, es conciencia carente de forma. No parece existir, por tanto, ningún punto de contacto entre ambas estructuras.
En segundo lugar, Jung tomó prestado el término “arquetipo” de grandes místicos como Platón y San Agustín. Pero la forma en que lo utiliza no es la misma en la que lo utilizaron ellos ni tampoco en la que lo han utilizado los grandes místicos del mundo entero. Para los místicos –Shankara, Platón, San Agustín, Eckhart y Garab Dorje, por ejemplo-, los arquetipos son las primeras formas sutiles que aparecen cuando el mundo brota del espíritu carente de forma, del Espíritu no manifestado. Para ellos, los arquetipos son los modelos en los que se basan todos los demás modelos manifestados. El término “arquetipo” procede el griego arche typon, que significa modelo original.

En este sentido, los arquetipos son formas sutiles, formas trascendentales, las primeras formas manifestadas, ya se trate de manifestaciones físicas, biológicas, mentales, etc, etc. Y en la mayor parte de las formas de misticismo, esos arquetipos son pautas de radiación, puntos de luz, iluminaciones audibles, formas y luminosidades de colores radiantes, luces irisadas, sonidos y vibraciones, a partir de los cuales se manifiesta y condensa, por así decirlo, el mundo material.

Pero Jung utiliza el término refiriéndose a ciertas estructuras míticas básicas que son comunes a todos los seres humanos, como la Sombra, el Sabio, el Ego, el Tramposo, la Máscara, la Gran Madre, el Anima, el Animus, y demás. Para Jung, pues, los arquetipos no son tanto trascendentales como existenciales, simples facetas de la experiencia comunes a la condición humana cotidiana. Coincido con él en que esas formas míticas constituyen un legado colectivo y también estoy plenamente de acuerdo en que es muy importante “llevarse bien” con esos “arquetipos” míticos.

Si, por ejemplo, tengo un problema psicológico con mi madre, si tengo lo que se llama un complejo materno, es importante que me dé cuenta de que gran parte de la carga emocional no sólo proviene de mi propia madre biológica sino también de la Gran Madre, una poderosa imagen del inconsciente colectivo que es, por así decirlo, la quinta esencia de todas las madres del mundo. Es decir, el psiquismo parece llevar integrada en sí mismo la imagen de la Gran Madre del mismo modo que también parece estar equipado con las formas rudimentarias del lenguaje, la percepción y diversas pautas instintivas. De este modo, si se reactiva la imagen de la gran Madre, no sólo tendré que habérmelas con mi propia madre biológica sino también deberé afrontar miles de años de experiencia materna.

Así pues, la imagen del la Gran Madre conlleva una carga que hace que tenga un impacto muy superior al de mi propia madre biológica. Llegar a entrar en contacto con la gran Madre, a través del estudio de los mitos de todo el mundo constituye una buena forma de hacer frente a esa forma mítica, de volverla consciente y así poder diferenciarse de ella. Estoy totalmente de acuerdo con Jung sobre este punto.
Pero, en cualquier caso, esas formas míticas no tienen nada que ver con el misticismo, ni con la auténtica conciencia trascendental. Lo explicaré de una manera más sencilla.

El gran error de Jung, en mi opinión, consistió en confundir lo colectivo con lo transpersonal ( con lo místico). El hecho de que mi mente herede ciertas formas colectivas no significa que esas formas sean místicas o transpersonales. Todos heredamos colectivamente diez dedos en los pies, por ejemplo, ¡pero el hecho de experimentar los diez dedos en mis pies no supone en modo alguno estar viviendo una experiencia mística!.

Los “arquetipos” de Jung no tienen prácticamente nada que ver con la conciencia auténticamente espiritual, trascendental, mística y transpersonal, son formas heredadas colectivamente que compendian algunos de los encuentros más fundamentales, cotidianos y existenciales de la condición humana: la vida, la muerte, el nacimiento, la madre, el padre, la sombra, el ego, etc. Pero en esto precisamente no hay nada místico. Colectivo sí pero transpersonal no.

Hay elementos colectivos prepersonales y elementos colectivos transpersonales, y Jung no los diferencia con la claridad necesaria. Es ese descuido, en mi opinión, lo que desvirtúa toda su comprensión del proceso espiritual.
Así que estoy de acuerdo con él en que es muy importante entenderse con las formas tanto del inconsciente mítico personal como del inconsciente colectivo. Pero ninguno de ellos está relacionado con el verdadero misticismo que consiste en encontrar, en primer lugar, la luz más allá de la forma, y en segundo, la ausencia de forma más allá de toda luz.

EZ: Pero tropezar con el material arquetípico del psiquismo puede constituir una experiencia muy poderosa y, en ocasiones, hasta muy sobrecogedora.

KW: Sí, porque los arquetipos son colectivos y su poder trasciende, con mucho, al individuo: cuentan con el poder de millones de años de evolución a sus espaldas. Pero colectivo no significa transpersonal. El poder de los “verdaderos arquetipos”, los arquetipos transpersonales, se deriva directamente del hecho de que son las primeras formas del Espíritu atemporal. El poder de los arquetipos junguianos, por su parte, se deriva del hecho de ser las formas más antiguas de la historia temporal.

Como constató el mismo Jung, es necesario alejarse de los arquetipos y diferenciarse de ellos para liberarse de su poder, un proceso al que denominó proceso de individuación. Y una vez más, estoy completamente de acuerdo con él a este respecto.

Hay que diferenciarse de los arquetipos junguianos.
Pero, en última instancia, para que la identidad de la persona se transforme en esa forma transpersonal, uno debe acercarse a los verdaderos arquetipos, los arquetipos transpersonales. Y esa es una diferencia enorme. El único arquetipo junguiano auténticamente transpersonal es el “Self”, pero hasta la misma exposición de Jung a este respecto me parece sumamente frágil porque, a mi juicio, no enfatiza lo suficiente su carácter no dual.

EZ: Quisiera preguntarte por la relación que existe entre la religión esotérica y la psicoterapia. En otras palabras, tanto la meditación como la psicoterapia pretenden transformar a la conciencia y curar el alma, pero ¿cuál es la relación que existe entre la meditación y la psicoterapia? En “Transformations of consciousnes” abordas el tema con mucho detalle. Tal vez podrías resumir esa exposición.

KW: Muy bien. Creo que lo más fácil será remitirnos al esquema que aparece en esta obra. En términos generales, la idea global es muy sencilla: el crecimiento y el desarrollo se dan a través de una serie de estadios o niveles, desde el menos desarrollado e integrado hasta el más desarrollado y más integrado. Y aunque probablemente existen multitud de niveles y subniveles de crecimiento diferentes, en ese libro he seleccionado nueve de los más importantes que aparecen en la primera columna de la figura
“estructuras básicas de la conciencia”.

Pues bien, a medida que el self se va desarrollando a través de cada una de esos estadios, las cosas pueden ir relativamente bien o relativamente mal. En el primer caso, el self se desarrolla normalmente y alcanza el siguiente estadio de un modo relativamente sano. Pero si las cosas, en cambio, se desarrollan de manera inadecuada pueden aparecer diversas patologías, y el tipo de patología, el tipo de neurosis, dependerá precisamente de la etapa o nivel en que tenga lugar el problema.

En otras palabras, en cada uno de los estadios o niveles de desarrollo, el self debe enfrentarse a diferentes tareas y su manera de gestionarlas determina si las supera de manera adecuada o inadecuada. En cada una de las etapas de desarrollo, el self comienza identificándose con esa etapa y debe realizar las tareas propias de ese estadio, ya se trate de aprender el control de los esfínteres o de aprender a hablar. Pero para que el desarrollo prosiga, el Self debe terminar renunciando a esa etapa u desidentificarse de ella para dar paso a una nueva etapa nueva y superior; en otras palabras, tiene que diferenciarse del estadio inferior, identificarse con el superior y, por último, integrar lo superior con lo inferior.

Esta tarea de diferenciación y posterior integración se denomina “fulcro”, un punto de inflexión, un momento clave del proceso de desarrollo. En la segunda columna, titulada “fulcros correspondientes”, tenemos los nueve grandes fulcros, los momentos decisivos correspondientes a los nueve grandes niveles o etapas de desarrollo de la conciencia. De este modo, cuando funciona mal en un determinado fulcro, el sujeto termina desarrollando una patología concreta característica. Esas nueve grandes patologías se presentan en la tercera columna de nuestra figura, “patologías características”. En ellas encuentra cosas tales como psicosis, neurosis, crisis existenciales, etcétera.

Finalmente, a lo largo de los años, se han desarrollado diversas modalidades terapéuticas para tratar las diversas patologías: en la cuarta columna –“modalidades de tratamiento”- he detallado los más apropiados para cada problema concreto. Esa es, precisamente, la relación que existe entre la psicoterapia y la meditación.

EZ: Esta sencilla figura condensa una enorme cantidad de información. Me gustaría ahora considerar cada punto con más detenimiento. Empecemos con una breve explicación de las estructuras básicas de la conciencia.

KW: Las estructuras básicas constituyen los ladrillos fundamentales de la conciencia: las sensaciones, las imágenes, los impulsos, los conceptos, etcétera. He señalado nueve grandes estructuras básicas que constituyen una versión ampliada de lo que la filosofía perenne denomina la Gran Cadena del Ser: material, cuerpo, mente, alma y espíritu. En orden ascendente, los nueve niveles son los siguientes:

Primer nivel: las estructuras físico-sensoriales. Incluyen los componentes materiales del cuerpo más la sensación y la percepción. Es lo que Piaget llamó inteligencia sensoriomotora; lo que Aurobindo denominó la sensoriofísico; lo que vedanta denomina annamaya-kosha, etcétera.

Segundo nivel: lo emocional-fantásmico. Se trata del nivel emocional y sexual, del nivel de los instintos, de la libido, del impulso vital, de la bioenergía y del prana más el nivel de las imágenes, las primeras formas mentales. Las imágenes- lo que Arieti denomina “nivel fantásmico”- empieza a aflorar en el niño en torno a los siete meses aproximadamente.

Tercer nivel: la mente representacional. Es lo que Piaget denomina pensamiento preoperacional. Está basada en los símbolos, que aparecen entre los dos y los cuatro años de edad y en los conceptos, que aparecen entre los cuatro y los siete años.

EZ: ¿Cuál es la diferencia existente entre las imágenes, los símbolos y los conceptos?

KW: Una imagen representa una cosa en la medida en que tiene su mismo aspecto. es muy sencillo. La imagen de un árbol, por ejemplo, tiene más o menos el aspecto de un árbol de verdad. Un símbolo, por su parte, representa una cosa pero no tiene el mismo aspecto que ella, lo cual constituye una tarea mucho más difícil y elevada. La palabra “Fido”, por ejemplo, puede representa a tu perro pero lo cierto es que no se parece en nada al perro y, por lo tanto, es bastante más difícil de recordar. Por eso las palabras sólo aparecen después de la imágenes.

Un concepto, finalmente, representa a una clase de cosas. el concepto de “perro”, por ejemplo, no sólo representa a “Fido” sino a todos los perros posibles y constituye, por consiguiente, una tarea todavía más difícil. Los símbolos denotan mientras que los conceptos connotan. Pero en mi esquema denomino mente preoperacional o figurativa a la mente que trabaja con los símbolos y los conceptos.

EZ: ¿Y luego la mente regla/ rol?

KW: El cuarto nivel, la mente regla/rol, lo que Piaget denomina pensamiento preoperacional concreto, aparece alrededor de los siete y los once años de edad. Los budistas le llaman manovijñana, una mente que opera concretamente sobre la experiencia sensorial. Yo lo llamo regla/ rol, porque es la primera estructura auténticamente capacitada para llevar a cabo un pensamiento reglado, como la multiplicación o la división, y es también la primera estructura que puede asumir el rol de los demás, asumir realmente una perspectiva diferente de la suya propia. Se trata de una estructura muy importante denominada por Piaget estadio de las operaciones concretas porque, aunque puede llevar a cabo operaciones complejas, lo hace de forma muy concreta y literal.

Quisiera subrayar, en este punto, que ésta es la estructura que piensa que los mitos son concretamente y literalmente ciertos.

El quinto nivel, al que llamo nivel reflexivo- formal, es la primera estructura que no sólo puede pensar, sino que también puede pensar sobre el pensamiento. Es, por consiguiente, la primera estructura capaz de llevar a cabo un razonamiento hipotético, o de cotejar propuestas con la evidencia empírica, lo que Piaget denomina de las operaciones formales. Suele aparecer en la adolescencia y es la responsable del desarrollo de la timidez y del desmedido idealismo propio de ese período. Aurobindo lo llama “mente razonadora” y el vedanta manomaya-kosha.

El sexto nivel es el nivel existencia, el nivel visión- lógica, una visión que no es divisoria sino exclusiva, integradora, unificadora y creadora de redes de relaciones. Es lo que Aurobindo llama “ la mente superior” y el budismo, manas. Es una estructura muy integradora, tan integradora, en realidad, como para unificar la mente y el cuerpo en una unidad de orden superior que yo denomino “centauro” simbolizando, con ello, la fusión- no la identidad- entre la mente y el cuerpo.

El nivel siete es el nivel psíquico, pero con ello no estoy afirmando que, en él, aparezcan ciertas facultades paranormales aunque éstas, obviamente, pueden empezar a desarrollarse a partir de ese nivel. Este nivel constituye el inicio del desarrollo transpersonal, espiritual o contemplativo, lo que Aurobindo denomina “mente iluminada”.

El nivel ocho es el nivel sutil o intermedio del desarrollo espiritual, la morada de diversas formas luminosas y divinas llamadas yidam en el budismo e ishtadeva en el hinduísmo ( a las que no hay que confundir con las formas míticas colectivas propias de los niveles tres y cuatro). Se trata del hogar del Dios personal, de los arquetipos transpersonales “reales” y de las formas supraindividuales. Es la “mente intuitiva” de Aurobindo, el vijñamaya- kosha del vedanta y el alaya-vijñana del budismo.

El nivel nueve es el nivel causal, la fuente pura y no manifestada del resto de los niveles inferiores. Se trata de la morada no de un Dios personal sino de una Divinidad o Abismo sin forma. Es la “supermente”, el supramental, de Aurobindo, y el anandamaya- kosha, el cuarpo de gloria del vedanta. Por último, el papel en que está representado todo el diagrama representa la realidad última, el Espíritu Absoluti, que no es un nivel más sino el Fundamente y realidad de todos los niveles. Es la “supramente” de Aurobindo, el alaya puro del budismo y turiya del vedanta.

EZ: De modo que el nivel uno es la materia, el nivel dos es el cuerpo y los niveles tres, cuatro y cinco son la mente.

KW: Así es. Y el nivel seis constituye una integración de la mente y el cuerpo, lo que denomino el centauro; los niveles siete y ocho son el alma; y el nivel nueve más todo el papel son el espíritu. Como ya he dicho, este desarrollo no es más que una elaboración más sofisticada de la gradación materia, cuerpo, mente, alma y espíritu, pero realizada de tal forma que permita establecer relaciones con la investigación psicológica occidental.

EZ: De modo que, en cada uno de los nueve niveles de crecimiento de la conciencia, el self debe afrontar tareas muy diversas.

KW: Efectivamente. El bebé parte de la primera etapa, que es básicamente el nivel material o físico; sus emociones –nivel dos- son muy toscas y poco desarrolladas y carece de la capacidad para manejar símbolos, conceptos, reglas y todo lo demás. Es básicamente un ser fisiológico, cuya conciencia, por otra parte, es una no dual, oceánica o protoplásmica, de forma que en modo alguno se halla diferenciado de la persona que le cuida y del mundo material que le rodea.

EZ: Muchos teóricos sostienen que ese estado oceánico o indiferenciado es un estado protomístico en el que el sujeto y el objeto están fundidos y que ese estado es el estado de unidad que se recupera en la experiencia mística ¿Estás de acuerdo con eso?
¡Las ardillas habían vuelto! Entraban y salían de las gigantescas sequoyas, gozando de la beatitud de su ignorancia. Me pregunté si sería posible vender el alma, no al diablo sino a una ardilla.

Cuando Edith preguntó si el estado de fusión infantil es un prototipo del misticismo, metió el dedo en la llaga de la cuestión más ardientemente debatida en los círculos transpersonales. Muchos teóricos, siguiendo a Jung, mantienen que, dado que el misticismo es una fusión entre el sujeto y el objeto, este estado primordial de fusión indiferenciada debe ser lo que, en cierto modo, se reconquista en la experiencia de unidad mística. Yo había sido seguidor de Jung, había compartido esa perspectiva e incluso había escrito varios ensayos al respecto pero, como ocurre tantas veces con Jung, ahora era una postura que me parecía completamente insostenible y, lo que es más, me parecía molesta, porque significaba inequívocamente equiparar al misticismo con una especie de estado regresivo. Para mí era pues, como digo, una cuestión muy espinosa.

KW: Ciertos teóricos consideran que el hecho de que un niño no pueda explicar la diferencia existente entre el sujeto y el objeto constituye una demostración palpable de que ese estado es una especie de unión mística. Pero lo cierto es que las cosas no son así: el niño no solo no ha llegado todavía a trascender al sujeto y el objeto; simplemente es incapaz de diferenciarlos. Los místicos, por el contrario, son perfectamente conscientes de la diferencia convencional existente entre el sujeto y el objeto, lo único que ocurres es que también son conscientes de la identidad profunda y superior que los engloba.

Por otra parte, la unión mística es una fusión de todos los niveles de la existencia, físico, biológico, mental y espiritual, mientras que el estado de fusión infantil, por su parte, constituye una identidad exclusiva con el nivel físico o sensoriomotor. Como dijo Piaget: “Aquí, el self es material, por así decirlo”. Así pues, ésta no es una fusión con el Todo y, por consiguiente, no hay nada de místico en ello.

EZ: Pero en el estado de fusión infantil hay una unión entre el sujeto y el objeto.

KW: No se trata de una unión sino de una indiferenciación. Unir es juntar dos cosas separadas en una totalidad superior. En la fusión infantil no hay dos cosas sino una indiferenciación global, y resulta que no es posible integrar lo que no se ha diferenciado todavía. Además, aunque dijéramos que ese estado infantil constituye una unión entre el sujeto y el objeto, permíteme que insista en que este sujeto es un sujeto meramente sensoriomotor indiferenciado de un mundo sensoriomotor, y no un sujeto totalmente integrado a todos los niveles fundido con todos los mundos superiores.

En otras palabras, este estado no constituye, en modo alguno, un prototipo de la unión mística sino más bien justamente lo contrario del estado místico. Así pues, el estado de fusión infantil es el mayor punto de alienación o de alejamiento de los niveles y mundo superiores cuya integración o unión total constituye la misma esencia de la experiencia mística.

Este, dicho sea de paso, es el motivo por el cual los místicos cristianos sostienen que naces en el pecado, la separación o la alienación. El pecado no es algo que hagas después del nacimiento, sino algo que eres desde el mismo momento del nacimiento o de la concepción, algo que sólo se puede superar mediante el desarrollo y la evolución desde la materia hasta la mente y de ésta hasta el espíritu. El estado infantil de fusión material constituye así el comienzo, el momento más bajo del proceso de crecimiento, y no una especie de prefiguración del estado místico final.

EZ: Eso tiene que ver con lo que tu llamas la “falacia pre / trans”

KW: Así es. Los primeros estadios del desarrollo son prepersonales porque en ellos todavía no ha aparecido el ego personal, individual y separado; los estadios intermedios del crecimiento son personales o egoicos y los estadios superiores, por último, son transpersonales o transegoicos.
A mi juicio, la gente tiende a confundir los estadios “pre” con los estadios “trans”, porque superficialmente son parecidos. Si has equiparado el estadio de fusión infantil- que es prepersonal- con la unión mística- que es transpersonal- te verás forzado a seguir una de estas dos alternativas: o bien elevas el estadio infantil a la categoría de unión mística ( de la que, por cierto, carece) o bien niegas todo misticismo genuino afirmando que no es más que una regresión al narcisismo infantil y al no dualismo oceánico. Jung y el movimiento romántico en general cometieron el primero de los errores-elevar los niveles preegoicos y prerracionales a la gloria transegoica y transracional; es este sentido, son “elevacionistas”.

Freud y sus seguidores, por su parte, han hecho justamente lo contrario- reducir todos los estados transracionales, transegoicos y místicos a estadios prerracionales, preegoicos e infantiles; en este sentido son “reduccionistas”. Sin embargo, ambas visiones poseen un cincuenta por ciento de acierto y otro tanto de equivocación, ya que ninguna de ellas advierte ni explica la diferencia existente entre lo “pre” y lo “trans”. Hay que decir que el misticismo genuino existe y que no tiene absolutamente nada de infantil.

Afirmar lo contrario sería como confundir a un preescolar con un doctor, un verdadero disparate que no hace más que confundir totalmente las cosas.
Las ardillas jugaban frenéticamente. Edith, por su parte, seguí sonriendo y aciendo preguntas amablemente. Me pregunté si se habría notado, de algún modo, el enfado que me causa la noción de que “misticismo es regresión”.

EZ: Muy bien, volvamos, pues a la cuestión original. El niño se encuentra básicamente en el primero de los estadios, el nivel sensorioperceptual al que no podemos calificar de místico ¿Qué ocurre si algo va mal en ese estadio del desarrollo?.

KW: Se trata de un nivel tan primitivo que sus trastornos son verdaderamente muy graves. Si el niño no logra diferenciarse de su entorno, las fronteras de su ego siguen siendo permeables y difusas. En tal caso, el individuo no puede describir dónde termina su cuerpo y dónde comienza la silla. Se produce una difuminación alucinatoria de las fronteras entre lo interno y lo externo, entre el sueño y la realidad. Este, por supuesto, es el no dualismo característico de la psicosis, una patología grave que afecta al nivel de existencia más primitivo y fundamental, el self material.

En la infancia, este trastorno se traduce en autismo y psicosis simbióticas y, en el caso de persistir en grado importante en la edad adulta, contribuye al desarrollo de las psicosis depresivas y a la mayor parte de las esquizofrenias adultas.

Las modalidades de tratamiento propias de este nivel son la fisiológica y la pacificación, ya que por desgracia los únicos tratamientos que parecen funcionar realmente son farmacológicos o de custodia.

EZ: ¿Qué ocurre cuando aparece el segundo nivel?

KW: Cuando, alrededor del primer año de vida, aparece el nivel fantásmico- emociona, el self tiene que diferenciarse del mundo materia, e identificarse en cambio con el mundo biológico de su cuerpo separado y sensible, para luego integrar el mundo físico en su percepción. En otras palabras, el self debe romper su identidad exclusiva con el self material y el mundo material y establecer una identidad de orden superior con el cuerpo, el cuerpo como entidad separada y diferenciada en el mundo. Este es el segundo fulcro, lo que investigadores como Margaret Mahler, por ejemplo, llaman la fase de “separación-individuación”. El cuerpo- self debe separarse e individualizarse de la madre y del mundo físico en general.

EZ: ¿Qué ocurre si aparecen dificultades a lo largo de este estadio?

KW: En tal caso, las fronteras del self permanecen vagas, fluidas y confusas. El mundo parece entonces “inundar emocionalmente” al self, que es muy volátil e inestable. Son los llamados síndromes “borderline” o fronterizos, síndromes limítrofes porque se encuentran en la frontera entre la psicosis del nivel anterior y la neurosis del nivel subsiguiente. Los trastornos narcisistas, aunque son ligeramente más primitivos están relacionados con este fenómeno. En estos trastornos, el self, precisamente por no haber logrado diferenciarse plenamente del mundo, trata al mundo como su concha y a la gente como meras extensiones de sí mismo. En otras palabras, es completamente egocéntrico, ya que el mundo y el self son lo mismo.

EZ: ¿Y qué hay con respecto a los tratamientos más adecuados para estos trastornos?

KW: Tiempo atrás se creía que estos trastornos eran incurables por lo remotos. Pero desde hace poco, y espoleados por la obra de Mahler, Kohut, Kernberg y otros, se han desarrollado una serie de tratamientos, bastante eficaces por cierto, denominados “técnicas de consolación de estructura”. Dado que el problema fundamental de los trastornos limítrofes es que las fronteras del self todavía no son lo suficientemente fijas, las técnicas de consolidación de estructura apuntan precisamente a construir éstas y a delimitar y fijas las fronteras del ego.

Son técnicas que ayudan a la persona a diferenciar el self de todo lo demás, explicándose y mostrándole que lo que le ocurre al otro no le ocurre necesariamente al self, cosa que no resulta evidente para quien no hay completado el proceso de separación- individuo. Por ejemplo, estar en desacuerdo con tu madre no te matará.

Ahora bien, es importante darse cuenta de que, en estos síndromes limítrofes, la psicoterapia no trata de sacar a luz algo del inconsciente. Ello no es posible hasta el siguiente nivel, el nivel tres. En los estadios limítrofes, el problema no es que una fuerte barrera, un fuerte ego, esté reprimiendo alguna emoción o algún impulso; el problema es que ni siquiera hay una barrera o frontera egoica. Por así decirlo, no hay barrera que reprima y, por consiguiente, no existe inconsciente dinámico ni nada que sacar a la luz ¡De hecho, el objetivo de las técnicas de consolidación de estructura es hacer que la persona “ascienda” hasta un nivel en el que llegue a ser capaz de poder reprimir. A este nivel, el self simplemente no es lo bastante fuerte como para reprimir nada.

EZ: Entiendo que eso ocurre en el siguiente nivel, el tercero.

KW: Si, así es. El nivel tres, o mente figurativa o representativa, empieza a surgir en torno a los dos años de edad y domina la conciencia hasta la edad de siete años. En este nivel aparecen los símbolos, los conceptos y el lenguaje, lo cual permite que el niño transforme su identidad de un self fundamentalmente corporal a un self mental o egoico. El niño ya no es sólo un cuerpo dominado por los sentimientos e impulsos del momento; también es un ser mental, con un nombre, con una identidad y con expectativas y deseos que se extienden en el tiempo. El lenguaje es el vehículo del timepo; es gracias al lenguaje que el niño puede recordar el ayer y soñar con el mañana y por consiguiente, lamentar el pasado y sentirse culpable o preocuparse por el futuro y experimentar ansiedad.

Por consiguiente, es en este estadio donde aparecen el sentimiento de culpa y la ansiedad. Y si la ansiedad es excesiva, el self puede reprimir y reprimirá todos los pensamientos o emociones ansiógenos. Esos pensamientos y estas emociones reprimidos, especialmente relacionados con el sexo, la agresividad y el poder constituyen el inconsciente reprimido dinámicamente, lo que yo llamo (al igual que Jung) “la sombra”. Si la sombra se vuelve excesiva, si está demasiado cargada, demasiado llena por así decirlo, entonces irrumpe en toda una serie de síntomas llamados psiconeurosis o abreviadamente neurosis.

De modo que, en el tercer nivel, la aparición del lenguaje favorece la emergencia del self egoico-mental que debe aprender a diferenciarse del cuerpo. Pero si esa diferenciación va demasiado lejos, el resultado es una disociación, una represión. En tal caso, el ego no trasciende al cuerpo sino que lo aliena, lo excluye. Pero eso sólo significa que ciertos aspectos del cuerpo y sus deseos permanecen en la sombra, saboteando dolorosamente al ego en forma de conflicto neurótico.

EZ: De manera que la forma de tratar las neurosis consiste en establecer contacto con la sombra y reintegrarla.

KW: Efectivamente. Y las técnicas que propician este movimiento se denomina “técnicas de descubrimiento” porque intentan descubrir a la sombre, sacarla a la superficie y luego, como dices, reintegrarla. Pero, para ello, primero hay que liberar o relajar la barrera de la represión creada por el lenguaje y sostenida por la ansiedad y por el sentimiento de culpa. Una de las formas de hacer esto, por ejemplo, consiste en animar a la persona a decir todo lo que acuda a su mente sin censurarlo. No obstante, sea cual fuere la técnica, el objetivo es esencialmente el mismo: establecer contacto con nuestra sombra, aceptarla y volver a tomar posesión de ella.

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viernes, 19 de septiembre de 2008

Comunicando el Diálogo Interno.

Aquellos familiarizados con los libros de Carlos Castaneda quizás recuerden esta cita:

Don Juan: Usted habla demasiado consigo mismo, y no es el único en hacerlo. Todos lo hacemos. Seguimos una conversación interior: rumiamos. Cuando está solo, ¿qué hace?
Castaneda: Hablo conmigo mismo.
Don Juan: ¿De qué habla?
Castaneda: No sé. De cualquier cosa, supongo.
Don Juan: Le voy a decir de qué hablamos: acerca de nuestro mundo. De hecho, mantenemos nuestro mundo con nuestra charla interior...
Castaneda: ¿Cómo puedo dejar de hablar conmigo mismo?
Don Juan: Antes que nada, tiene que usar sus oídos... Un guerrero está consciente de que el mundo cambiará en cuanto deje de hablarse a sí mismo, y que debe estar preparado para este salto monumental.
(Carlos Castaneda, "Una Realidad Aparte".)


¿Reconoce usted ese fenómeno en sí mismo? No sólo ocurre cuando estamos solos -en ese caso es más obvio-, pero en todo momento estamos "conversando" con nosotros mismos. ¿De qué hablamos? Comentamos situaciones, ensayamos conversaciones con otras personas: lo que deberíamos decirles, lo que debiéramos haberles dicho en tal o cual ocasión, lo injustos que han sido los otros o las circunstancias con nosotros, comentarios respecto a la situación del país, del mundo, de la familia o de otras personas, planificación de lo que haremos en un futuro próximo o lejano; realizamos balances económicos, rumiamos situaciones del pasado, fantaseamos con nuestras atracciones por otras personas, analizamos nuestros problemas y barajamos posibles soluciones, decidimos firmemente iniciar un proceso de cambio (hacer más ejercicio, dejar de fumar, tratar mejor a tal o cual persona, manejar con más prudencia...) etcétera, etcétera.

Si estamos conversando con otras personas, también hay "comentarios" presentes: estamos a gusto o no lo estamos, nos simpatiza o no esta persona, nos atrae o nos desagrada, especulamos si le atraemos o no le atraemos, barajamos comentarios acerca de lo que dice, el modo como lo dijo, las posibles implicancias de lo que dijo, su vestimenta, sus modales, etcétera. Obviamente, si atendemos a estos comentarios y no los comunicamos, no estamos de verdad con la otra persona, sino sólo en apariencia.

Estamos tan habituados a esto -todo el mundo lo hace y nosotros también- que puede que lo hallemos de lo más "normal" y que no veamos ningún perjuicio en el asunto. De hecho, la sola idea de comunicarles a los demás lo que pensamos suena aberrante, porque nos sentiríamos demasiado expuestos o bien temerosos del supuesto "daño" que les produciría escuchar lo que en verdad pensamos. Creo que el factor que más pesa para ni siquiera considerar un cambio de perspectiva es el juego social: ¡nadie dice la verdad! ¿Ve usted la televisión? ¿Escucha a los conductores de programas, a los candidatos políticos, a nuestros supuestos líderes? ¿Quiénes de ellos dicen la verdad? Generalmente, sólo aquellos que no tienen nada que perder.

Cuando el bla-bla interno sustituye a nuestra experiencia directa -cuando "colamos" lo que decimos y expresamos- nuestros recursos innatos, nuestra inteligencia y nuestra intuición son sustituídas por el mero intelecto. Perdemos la facultad de captar quiénes de verdad somos y quiénes de verdad son quienes nos rodean -objetos y personas, amigos, amantes, enemigos- en este momento, y la experiencia directa es reemplazada por meras ideas y conceptos. En cambio, organizamos nuestras relaciones de acuerdo con principios abstractos como belleza, nuestros "derechos" o la libertad y los principios terminan siendo lo más importante, en vez de lo que en verdad demanda una situación concreta. Los conceptos de derecho, bien, justicia (la gama de consideraciones éticas y morales) brotan para llenar la ausencia de sensibilidad de nuestra experiencia y la cualidad autista de nuestro contacto.

Podemos decir que, muy en general, hay dos tipos de personas: aquellos que dicen y expresan todo apenas lo piensan y aquellos que "cuelan" lo que dicen y que pierden, por tanto, su espontaneidad. Ninguno de estos dos estilos contribuye a las relaciones más conscientes entre las personas. El primer tipo de individuo se expresa irreflexivamente, convirtiéndose en una máquina -aparentemente espontánea- que emite una respuesta tan pronto recibe el estímulo. Presa de su condicionamiento, sus respuestas/reacciones son sólo las que se detonan automáticamente según sus experiencias previas. Insultará a quien no sea de su agrado, no por algún motivo claro basado en su sensibilidad presente, sino por alguna experiencia pasada cuya atingencia con esta situación y este momento puede ser nula. Obviamente, lo que esta persona necesita es sensibilizarse, caer al presente y dejarse sentir toda la gama de lo que le está ocurriendo ahora, en esta situación... y expresarse desde esa consciencia y sensibilidad.

Me extenderé más, sin embargo, en el segundo tipo de persona, aquélla a quien le resulta más difícil expresar lo que piensa y siente.

Revirtiendo la Situación

Paul Lowe describe así a estas personas: "Recuerden: no tengo un juicio respecto a esto, porque entiendo cómo llegaron donde están. Pero la verdad es que la mayoría de nosotros no es honesto nunca, nunca. No somos honestos, excepto en una emergencia, cuando nos invade el pánico. La mayoría de nosotros no le comunica a los demás lo que está pensando en el momento; tenemos un diálogo interno, y ésa es nuestra enfermedad. El diálogo interno es tu barrera hacia tu libertad, es aquello que obstaculiza tu contacto; primero, en tu relación contigo mismo, y luego entre tú y los demás".

Entre el extremo de la hipocresía total (disimular y disfrazar enteramente lo que sentimos) y la honestidad y transparencia deseables, hay muchos matices posibles. La peor forma de hipocresía es ocultar y disfrazar nuestras opiniones negativas tras la fachada opuesta, y más encima expresar esas opiniones a quien las quiera escuchar, a espaldas del afectado. Naturalmente, allí hay mucho que hacer y muchos caminos alternativos para mejorar. Puede partirse por ser más honesto con las personas, y dejar traslucir -en actos, palabras y gestos- lo que en realidad sentimos. Igualmente positivo resulta dejar de expresar opiniones respecto a otros a sus espaldas, a menos que estemos sinceramente dispuestos a expresárselas al afectado directamente. Todas las justificaciones que se ventilan socialmente para no hacerlo ("no herir" a los demás, los "buenos modales", que "esas cosas no se dicen", etc) son sólo eso: justificaciones para la cobardía, la hipocresía y el doble estándar caracteristicos de nuestra cultura.

Siguiendo adelante con los matices de esto, lo usual es que, sin necesariamente caer en lo anterior, al menos nos guardemos importantes sentimientos con las personas que nos rodean. Suelen ser estas cosas -dicho sea de paso- las que arruinan muchas relaciones de pareja: no expresarse mutuamente y a fondo lo que ambos sienten en los temas importantes para cada uno. Entonces, el asunto parte por expresar aquello que está "atascado" con otra persona (ver "Asuntos Inconclusos: disipadores de energia" Uno Mismo Nº 52, Abril 1994), yendo de mayor a menor respecto a lo que nos inquieta en nuestro interior. Estas cosas "atascadas" incluyen sentimientos tanto "negativos" como "positivos", desde lo que no hemos expresado por no atrevernos a hacerlo hasta lo que suponemos que es tan obvio que no vale la pena decirlo (pero puede que la otra persona no piense lo mismo).

Para lograr ventilar lo que no hemos dicho, no debemos vacilar en pedir una reunión con la persona involucrada, exclusivamente para este fin. Generalmente el resultado es sorprendentemente positivo si lo comparamos a la simpleza de la medida. Una vez expresados los asuntos inconclusos, podemos comenzar a preocuparnos de lo que no estamos diciendo en este momento, ahora. Al respecto, Paul Lowe -caluroso promotor de estas prácticas- sugiere: "Si estás preparado para comenzar con suavidad, como decir por ejemplo, "En este momento no estoy escuchando lo que estás diciendo", "No hallo interesante lo que dices", o bien "Tienes esa mirada en tu rostro… cuando la tienes, siento que no dices la verdad", o "Me estás contando una historia que me has relatado una y otra vez y no te siento a ti en esa historia", o "No creo que te des cuenta de lo hermoso(a) que eres en este momento. Veo ese brillo en tu cara y tú estás hablando acerca del pasado".

"Si desean mantener su seguridad y su comodidad, no lo harán. Puede ser tremendamente entretenido decir la verdad, pero no es cómodo hacerlo. Cada uno de nosotros sabe cuando alguien no está diciendo la verdad: lo saben, saben cuando retienen algo. Sabes cuando les atraes, saben cuando no les agradas, lo sabes". Te desconectas de eso, no estás aquí viviendo este momento como si fuese el último, viviendo este momento, estando aquí contigo mismo y con esta persona. Ahora bien: para que este proceso funcione a su máxima eficiencia, debes ir al encuentro de las dificultades, no evitarlas. Debes acercarte a las personas y decirles, "¿Qué opinas acerca de esa conversación, qué sientes respecto a mí en este momento? ¿Qué es lo que te gusta de mí y qué es lo que te desagrada?". No se nos ha entrenado a comunicarnos: se nos ha entrenado a mentir, y por tanto debemos de verdad hacer un esfuerzo, no evitar la incomodidad. Lo que habitualmente llamas "cómodo" está muerto, no está "vivo".

Hay algunos puntos importantes a tener en cuenta antes de emprender esta aventura. Pienso principalmente en tres:

(1) Los contenidos de nuestra mente -como lo sabe cualquiera que haya hecho un poco de introspección- no son para ser tomados demasiado en serio. Hay todo tipo de chatarra allí: mandatos grabados, frases de otras personas, opiniones de profesores, hasta un jingle que escuchamos en la radio, todo lo cual se repite al azar y mecánicamente. El problema se presenta cuando comenzamos a confundir nuestros pensamientos con la realidad y a tratarlos como tal.

Puede resultar más fácil comunicar nuestro diálogo interno si no creemos que lo que pensamos es tan importante y trascendental. Si una persona no nos cae bien, quizás es porque se parece a nuestra tía Ágata; o bien, quizás nuestra desconfianza con tal o cual persona no sea más que una paranoica re-creación de un episodio del pasado de características similares al presente. De igual modo, tomaremos menos a la tremenda lo que alguien piense de nosotros si consideramos la posibilidad de que lo más probable es que esta persona no nos esté realmente viendo a nosotros, sino simplemente usándonos de pantalla de sus experiencias previas.


(2) Responsabilidad. Un principio tremendamente útil y valioso para ser cada vez más libres es partir de la base de que nuestro estado interno depende de nosotros, y no de los demás. En términos prácticos: si lo que alguien nos dice "nos hiere", es muy probable que sea nuestra interpretación de ello lo que nos produce dolor, y no la otra persona. Con "nuestra interpretación", me refiero a cómo me resuena lo que el otro me dijo. Si cuestionó mi inteligencia y yo tengo dudas acerca de ella, eso es lo que me hace sentir el supuesto dolor -el revivir mi propia duda- y no lo que me dijo la otra persona.

Por lo tanto, sea lo que sea lo que otra persona me diga, ella no me está haciendo daño y la solución no es lograr que se calle o convencerla de que cambie de opinión. Lo que puedo hacer si deseo de veras atender al dolor es sentirlo y quedarme con él, aceptarlo y seguirme quedando con él por el tiempo que sea necesario hasta que la herida sane. Eso es lo único que aquietará nuestra reacción: mientras no hagamos esto, seguiremos estando a merced de lo que los demás opinen de nosotros.


(3) Privilegiar la consciencia. Al comunicar lo que siento, debo dejar de lado los deseos de simplemente vengarme, descargar mi agresividad sobre la otra persona, herirla o humillarla. Ésta sólo será una experiencia auténticamente positiva y constructiva si se basa en un deseo genuino de limpieza, transparencia y sinceridad, y si permanezco atento a mi propia sensibilidad y a la de la otra persona.

Beneficios

Nuevamente, Paul Lowe: "Si comenzaran a comunicarse su diálogo interno unos a otros en este momento, en este momento, sin editarlo, sin analizarlo para decidir si "¿Le agradaré o no a esta persona?", "¿Será verdad o no lo que digo?", "¿Estoy siendo arrogante acaso…?". Si sólo comenzaran a percatarse de su diálogo interno, se transformarían a sí mismos y se transformarán unos a otros. "Es algo tan simple.... Si sólo comenzaran a hacer eso, su vida se transformaría: atravesarían de un golpe toda esa cortina de basura, todo ese bla-bla mental, y comenzarían a estar presentes con ustedes mismos y los demás".

¿Qué significa "estar presente"? Algo que lamentablemente ocurre en forma muy escasa -a pesar de lo simple que es-: es estar atento, con mi cuerpo, mis sentidos y mi sensibilidad, a lo que está ocurriendo en este momento y este lugar, y no dejarme extraviar en, precisamente, el "diálogo interno". Estemos o no conscientes del hecho, éste tiende una cortina de anestesia que no nos deja estar en contacto con nuestra propia sensibilidad y mucho menos aún con la otra persona y la situación presente. Nuestra energía se halla volcada fundamentalmente a nuestra conversación privada con nosotros mismos. En palabras de Paul, "En cada instante existe la posibilidad de una vibración de verdad, de flujo; y, si no vivimos de acuerdo a eso, hay una aberración, la que se siente subjetivamente como incomodidad, y que es acumulativa".

Es difícil transmitir la liberación que significa no tener asuntos inconclusos ni nada retenido en un momento dado -y digo "en un momento dado" porque esto es algo que debe atenderse continuamente-. Don Juan dice, "el mundo cambiará en cuanto deje de hablarse a sí mismo, y debe estar preparado para este salto monumental": es verdad, y es algo que debe experimentarse directamente, superando nuestra tendencia a mantener nuestra comodidad e ilusoria seguridad. Si de veras deseamos vitalizarnos y superar la semi-inconsciencia que nos caracteriza, debemos correr el riesgo de incomodar a otros, de sufrir bochornos, de que nos critiquen. No existe otra forma de sacudirnos el verdadero traje de buzo que nos ha dejado nuestro condicionamiento y que esconde nuestra verdadera inocencia y espontaneidad.


El siguiente artículo no está escrito por Paul Lowe, pero me parece conveniente incluirlo debido a que se basa en un método que él enseña.


Concepto Estructural Atómico del Universo. (1)

Vamos a continuar insistiendo sobre la Magia Organizada del Universo, con fines de creación. En realidad todo tipo de creación, en el nivel que sea, es siempre una obra mágica que surge de centros creadores ya sean cósmicos, universales, planetarios o simplemente humanos. Sin embar­go, hay un imperativo en los momentos presentes de llevar la magia organizada a sus niveles científicos más asequibles a la humanidad. Cuando decimos por ejemplo, que el Universo está inmerso dentro de un espacio multidimensional, multimolecular, multigeométrico, es así mismo multidimensional, multimolecular y multigeométrico.

La base del Universo, la base de toda obra creadora, se halla en aquellos pequeñísimos elementos reconocidos como átomos o elementos químicos. No puede existir creación alguna, del tipo que sea y en cualquier nivel en la vida del Universo, que no sea el resultado de un trabajo de edifi­cación o de estructuración que se apoya en el diminuto átomo. Así que hoy podríamos tratar la magia a partir de los elementos atómicos, pues el á­tomo como entidad existe en todos los planos y en todos los niveles den­tro de no importa qué obra creadora.

Decir que un átomo es una entidad, en su nivel, tan completa como el hombre, puede parecer una afirmación casi descabellada desde el punto de vista científico; pero aquí estamos deduciendo verdades esotéricas que, sin embargo, se apoyan en todo cuanto ha descubierto la ciencia de nues­tros días pero que, sin embargo, profundiza en zonas de alta profundidad cósmica. La estructuración de cualquier obra en la vida de la naturaleza se apoya siempre sobre una acumulación de átomos o elementos químicos, constituyendo compuestos moleculares sea cual sea el nivel donde esta obra se manifieste.

Hay átomos físicos, físico‑etéricos, astrales, mentales y en todos los demás niveles superiores. Existe, sin embargo, una limitación científica en orden al descubrimiento de la actividad atómica en la construcción de cualquier elemento molecular y después, en la composición de cualquier obra creadora, fomentada o surgida de algún centro creador, que podemos decir que es un mago en potencia. El mago utiliza todos los elementos moleculares del espacio para formar aquellas formas que él preci­sa, alguna obra realmente creadora. Que existen niveles de estructuración, que existen niveles de magia, esto ya lo hemos dicho en repetidas ocasiones. Sabemos que dentro del infinito conglomerado atómico, dentro del cual estamos inmersos, los hay del tipo vibratorio sutil o del tipo vibratorio denso, la vacuidad, la diafanidad, la transparencia de un átomo, en relación con la densidad sombría de ciertos átomos que nos envuelven, puede establecer el límite o la barrera que separa la magia teúrgica de la magia goética, o sea de la magia blanca y de la magia negra. Pero el procedimiento que utiliza el mago para crear una obra cualquiera, ya sea goética o sea teúrgica, se basa siempre en esta atención depositada en los éteres, llevada a cabo por la intención de base, de un propósito, al cual seguirá una idea y, finalmente, se creará alrededor de esta intención‑idea una forma característica que obedece a las razones del creador o del mago; y esto puede llevarse adelante, de acuerdo con la analogía, a todos los niveles de no importa qué sistema solar, de no importa que tipo de constelación o galaxia. Todo es siempre una repetición en pequeña o a gran escala del principio de creación.

Pero, ¿qué sabemos exactamente del átomo sobre el cual se va estructurando el solemne edificio del universo? El átomo es una entidad que posee, al igual que el ser humano, un triple cuerpo de expresión. El hombre posee, hablamos del hombre actual, del hombre corriente que somos, seguramente todos y cada uno de nosotros, un cuerpo físico, un cuerpo astral y un cuerpo mental. La ciencia reconoce en el átomo y vamos a hablar del átomo de hidrógeno que es la unidad química: un protón, un neutrón y un electrón, que constituyen, por decirlo de alguna manera, y viendo la cosa desde el ángulo esotérico, un cuerpo físico, un cuerpo emocional y un cuerpo mental; el protón es la mente, el neutrón es el cuerpo emocional y el electrón es el aspecto físico, mayormente físico del átomo; entonces, si aceptamos esta verdad esotérica, siguiendo como siempre el principio de analogía tendremos que el átomo no sólo tendrá un triple cuerpo de expresión sino que también poseerá este elemento dinámico que es un propósito definido y después una conciencia, porque no pue­de haber relación en ningún nivel de la vida de la naturaleza, sin que exista conciencia.

La conciencia ya sea del átomo, ya sea del propio Dios se basa siempre en el principio de relación, relación magnética, finalmente se llega a cumplimentar el propósito definido y, a través de este propósito, se va realizando la obra, la obra de masificación del é­ter, para construir formas, que es lo que hace realmente el mago cuando esta creando. El mago realmente no hace otra cosa que seguir, por analogía, las leyes del creador, las leyes de la intención o del propósito, las leyes de la idea y, después, las leyes de la forma. Pero, si aceptamos el átomo como una entidad completa, ¿de dónde procede la vida de esta entidad?, ¿y la conciencia? ¿Procederá al igual que la conciencia del hombre de los niveles causales? Podríamos aceptar por analogía, que real­mente existe un compuesto monádico en el centro místico del átomo, que es el que trae la intención del Creador, que existe una conciencia que procede de la relación de este propósito con la materia dentro de la cual se va creando su forma y debe existir –forzosamente— un campo de actividad en sí mismo y además, a través de una serie de compuestos moleculares en el seno de cualquier forma dentro de la cual esté elaborando simplemente como un agregado de tipo físico. Ahí está entonces el dilema que se le presenta al científico moderno de indagar dentro del átomo no sólo esta ineficaz, todavía, interpretación del significado atómico y de la propia liberación de la energía. Y decir, por ejemplo, como decía no hace mucho tiempo el Maestro K.H. de que la ciencia está solamente al principio de una era de grandes revelaciones, una de las cuales es descubrir la conciencia del átomo y descubrir que esta conciencia es inteligente y que actúa inducida por móviles que la ciencia desconoce. Se habla de las afi­nidades químicas, de que existe realmente una elección atómica llevada por impulsos –dichos primarios pero que para el esoterista son universales— de acercarse a otros átomos de tipo de vibración parecida, para constituir moléculas. Y estas moléculas, siguiendo idéntico principio, se van aliando a otras moléculas de distintas procedencias para formar organismos, para formar los cuerpos, que son otras formas geométricas de que se revis­ten todas las conciencias y todas las vidas dentro y fuera del sistema solar.

El átomo que el científico reconoce como una triple entidad actuan­te o interactuante de protón, de electrón y de neutrón, no es todavía lo que debería haber descubierto la ciencia, pues si se posee clarividencia y se examina el átomo en profundidad, se verá que dentro de ca­da protón, de cada neutrón y de cada electrón existen infinidad e infinidades de corpúsculos eléctricos para verlos; que la ciencia a pesar de sus grandes descubrimientos técnicos, todavía no puede llegar a descu­brir. Si se entrase solamente en el primer nivel etérico en la vida del planeta, o sea en el cuarto éter, se verían formas y compuestos moleculares y elementos químicos, por decirlo de alguna manera, que están tan maravillosamente organizados y tan completos en su esencia y en su distribución que se precisaría ser un gran soñador o un gran romántico para aceptarlos. Pero el esoterista no es ningún romántico, ni tampoco ningún soñador, sino que es una persona que ha descubierto, en virtud de su propio desarrollo espiritual, unas capacidades de percepción que no están al alcance de todo el mundo. En virtud de esas facultades, de la clarividencia por ejemplo, se pueden detectar, primero, que el átomo primario, o el átomo que es la unidad en química o el átomo de hidrógeno, está compuesto además de dieciocho cuerpos menores que constituyen sistemas de relación tan maravillosamente organizados que nos hablan de un propio universo en miniatura y que por lo tanto cuando existe ‑como se ha producido y se viene produciendo— una liberación de la energía, solamente está poniendo en evidencia una pequeña parte de su potencial eléctrico o ígneo y, como ustedes saben, desdichadamente, la ciencia to­davía no ha logrado captar estas grandes verdades, para dominar no sólo la relación protón, electrón y neutrón, sino que no puede todavía calcu­lar la tremenda fuerza liberada de aquellos diminutos corpúsculos eléctricos, dieciocho en total, que constituyen la estructura interna o la sede de la intención de Dios en el átomo. Entonces, no es posible todavía que, la ciencia controle la energía nuclear porque se basa en principios todavía incipientes, porque no puede controlar esta fuerza tremenda, este fuego que está ardiendo en la vida del átomo, en la profundidad misteriosa de los grandes arcanos de la naturaleza.

Hay que buscar nuevos sistemas de aproximación para poder descubrir dentro del átomo, no sólo el aspecto triple, que constituye por decirlo de alguna manera, la personalidad característica del átomo, sino para penetrar en el trasfondo del átomo, esta conciencia inteligente que crea este principio de elección del átomo o de selectividad natural, o de aproximación por semejanza con los demás elementos con los cuales puede esta­blecer relaciones de afinidad. Podríamos hablar, siendo quizás un poco soñadores, que puede existir amor en el átomo, constituye el elemento de a­proximación con otros átomos de distinta calidad y de distinta proceden­cia y que esto, que todavía ignora la ciencia química, lo sabe perfectamente el clarividente iluminado una vez que ha recibido la tercera iniciación jerárquica, mediante la cual le son abiertos en Shamballa, los regis­tros akáshicos mediante los cuales se puede descubrir la esencia atómica desde el remoto momento en que se produjo la primera creación universal, lo cual no es llegar al final del libro, es solamente el final de una página del libro inmenso que contiene la sabiduría de todas las edades. Pues, si hemos dicho que el átomo constituye el elemento de base para la estructuración de toda posible forma universal o planetaria, debemos conocer también lo que hemos dicho tantas veces con respecto al espacio, parque el espacio contiene en potencia la esencia de todos los átomos que pue­den llegar a constituir aspectos moleculares en la confección de cual­quier tipo de universo.

Si el espacio es multidimensional, nos da idea de que la creación, debe partir de un centro creador que pulsando con maestría los éteres que constituyen el espacio como entidad, atrae por simpatía vibratoria –al igual que lo hace el átomo— aquellas condiciones físicas, astrales y mentales, o de todos los planos, o todas las dimensiones que precise, a­quel Logos que quiera manifestarse.

Pero, ¿qué sucede cuando hablamos de dimensiones como extensiones den­tro del espacio? Si es que podemos utilizar esta locución, nos daremos cuenta de que si el espacio es multidimensional no puede contener únicamente a las siete dimensiones que corresponden a nuestra universo físico, que tendrá todas las dimensiones posibles y que de acuerdo con la potencia creadora de cualquier lagos superior, aquellas dimensiones séptuples que corresponden a nuestro universo, pueden ser sumadas a otras tantas dimensiones constituyendo universos, galaxias y sistemas de galaxias para cuya medición, nosotros, como seres humanos, carecemos de medidas. Y esto, si se analiza desde un ángulo de vista científico, pero utilizando la clave de la analogía, veremos que es así y que lo que caracteriza a los Logos, es primero, la calidad espiritual de es­tos Logos y por ende Ia cantidad de dimensiones del espacio que es capaz de atraer a sí, para constituir –mediante su propia voluntad, su propio amor o tendencia incluyente y su inteligencia creadora— aquellos compuestos moleculares que constituirán la base de su universo o de su sistema de universos. Pues, ¿qué hace realmente un Logos cuando enfrenta la tarea de estructurar su universo? Ante todo elige un lugar en el espacio, entonces en este lugar del espacio deposita su intención profunda, automáticamente emite una vibración, una palabra, una orden, un sonido, y al conjuro de este mántram inmenso, surge del seno profundo del espacio, miríadas de pequeñas vidas adaptando formas incomprensibles quizás para noso­tros, que a la voz del Mago supremo se arremolinan a su alrededor y van creando progresivamente, aquello que será su estructura universal.

Cada Logos emite varios tipos de vibraciones, surgiendo de una palabra o mántram de tipo esencial que constituye la llave maestra de todo el significado que tendrá su universo, pero de acuerdo con cada una de las cualidades que tenga desarrolladas el Logos, así serán los planos y las dimensiones. Lo cual quiere significar que si a nuestro Logos le corres­ponden, por ejemplo, siete cualidades puede que a otros Logos en su revelación ante el Cosmos, ante el espacio abierto, corresponden otros tantos o múltiples cualidades que posee desarrolladas y que, por lo tanto, el universo está estrecha y coherentemente unido en virtud de las cualidades que desarrollan los Logos creadores, no importa cuál sea su propia evolución, no importa cuál sea su estado evolutivo, para crear a su alrededor aquello que constituirá su morada para habitar durante todo un mahamanvántara que constituye el proceso de su propia evolución cósmica.

Entonces, cuando surge el átomo, en virtud del llamamiento del Mago, se produce en el espacio un desequilibrio, mediante el cual, se establecen las leyes de la polaridad magnética, se crean dos tipos de vibración de la palabra o sonido y el de la respuesta del espacio, que dependerá de la calidad de este sonido, y en virtud de esta dualidad que podríamos de acuerdo con la analogía, definir como de espíritu‑materia, se abre el campo de la evolución y en el contacto de los compuestos moleculares entre sí constituye un tipo de conciencia definido para cada plano, para cada esfera, para cada cualidad logoica. Entonces, ¿podríamos ya esclarecer algo más el trabajo del mago, cuando hablamos de su imperio sobre los devas que constituyen el espacio y son la fuerza cohe­rente del espacio? En este espacio vital donde aparentemente no hay nada pero donde están vibrando todas las dimensiones, no sólo las que corresponden al sistema planetario sino a todas las dimensiones del espacio, por ley de simpatía cósmica, la voluntad del Logos es una cualidad, el amor del Logos es una cualidad, igual que la inteligencia, el equilibrio, la armonía, la inteligencia concreta, que el arte, que la belleza y que la propia magia, constituyen cualidades de la propia diversidad, que para manifestarse precisan del concurso de los átomos que constituyen la estructura esencial de cada plano.

El plano físico, como sabemos, es el resultado de una acumulación de átomos de hidrógeno para constituir la tabla periódica de los elementos químicos. Y no conocemos todavía, como decíamos al principio, lo que es el átomo de hidrógeno, pero después del átomo de hidrógeno existe una evolución atómica, una evolución monádica podríamos decir, dentro del átomo, constituyendo una corriente de vida completamente desconocida todavía, tan completa y tan necesaria, como son las corrientes de vida de la humanidad, o del cuarto reino, o aquella que creó el reino de los ángeles. No se ha llegado todavía al fin de la investigación, pues si nuestro universo es septenario habrá que colegir, habrá que imaginar, que existen otras corrientes de vida dentro del propio planeta para no ir más lejos, totalmente desconocidas para nosotros y que constituyen precisamente el principio de investigación de los discípulos de la Jerarquía.

Pues, ¿qué creen que es estar en un ashram de la Jerarquía, es solamente para adquirir poderes psíquicos o para ostentar un distintivo "Yo soy un discípulo del Maestro”? ¡Es algo más! Es la necesidad que me­diante el estudio y la investigación constante se llegue a comprender, determinar y clasificar todas aquellas otras energías, constituyendo agregados atómicos, que se mueven en todos las niveles del universo.

Cuando se llega a cierto punto, aquellos poderes psíquicos que le han sido ocultos, no negados, reaparecen en el mago y es cuando com­prende la esencia, lo que es la vida del átomo, lo que es el átomo en sí, cuando puede gobernar el átomo. No lo que hace la ciencia que ha logrado liberar la energía del triple cuerpo, a través del núcleo vital del protón. Pero, ¿qué sabe en conciencia? Se dice que ha habido una liberación atómica en el momento en que se produce una explosión nuclear, pero, ¿es así realmente? ¿Se ha liberado el átomo? ¿O se le ha encadenado –hablando en términos de energía— a otras regiones del espacio donde continuará su acercamiento a las causas productoras? Ahí está el karma de la humanidad, el karma de los científicos, el karma de los políticos y el karma de los economistas; porque lo que se intenta con el átomo es querer dominarlo para satisfacción egoísta de las propias naciones. Y tendrá que esforzarse mucho el ser humano trabajando en este campo, para poder salir triunfante de esta prueba inmensa que tiene que vencer su propio egoísmo y penetrar, espiritual­mente hablando, en el corazón mismo, en la esencia misma del átomo pa­ra ver qué es lo que hay que liberar, si la personalidad –que se ha logrado— o aquello que constituye la esencia del átomo. Liberemos la intención del átomo, pero antes tenemos que libe­rar la intención humana, porque el átomo es un servidor del ser humano, es un amigo, si se convierte en enemigo es porque existe egoísmo en el corazón del hombre, no por su propia característica, pues constituye al igual que los ángeles, una corriente de vida a nuestro favor si logramos realmente no obligarle ni gobernarle, sino comprenderle y facilitar su liberación natural, no para crear armas, no para evitar que una parte considerable de la humanidad pueda llegar a tener oportunidades sociales.

Esotéricamente y hablando siempre en términos del discipulado moderno, habrá que insistir, a través de la analogía, en este hecho aparentemente sin importancia, que es la liberación atómica en virtud del amor de los seres humanos y no en virtud del antagonismo entre los seres humanos. Si se trabaja el átomo con amor se descubrirá el secreto que permitirá al científico un control natural sobre la energía expansiva del átomo, porque el átomo se liberará, no colisionará con otros átomos que es lo que sucede actualmente con la explosión en cadena y ustedes lo saben.

Como estamos ya entrando en una era donde el espacio tendrá más importancia que el tiempo, es hora de que vivamos apercibidos porque dentro del espacio existen maravillosas combinaciones atómicas mediante las cuales, el Manú de la raza construirá los nuevos cuerpos. No hay que esperar llegar a la séptima subraza de la séptima raza para tener un vislumbre de lo que será aquel cuerpo humano al final de un manvántara planetario.

Hay que vivir en el presente, en estos momentos tenemos la posibili­dad. Las eras no vienen marcadas por las estrellas sino por la conducta de los hombres, por su inteligencia, por su amor y por su dedicación y servicio a la humanidad. La estructura molecular de cualquier tipo de universo sólo indica actualmente que se trata de un efecto kármico, por lo tanto si el karma todavía está latiendo en toda la estructuración de no importa qué tipo de creación, surgiendo de un mago, sea cualquiera que sea este mago, es que realmente estamos viviendo una era de aproximaciones. Siendo así hay que tratar de sacarle el fruto, un fruto positivo, de igual manera que a través del tiempo hemos dominado una fuerza ígnea en la vida de la naturaleza que llamamos electricidad, una electricidad que solamente es un primer peldaño dentro del gran edificio de o­portunidades que tendrá el hombre de los siglos venideros, pero que podría estar al alcance del hombre actual con sólo vivir atentamente la influencia positiva de las estrellas y no sus nefastas influencias, pues todas las estrellas, todas las constelaciones y todos las galaxias han sido edificadas siempre sobre estructuras atómicas y estas estructuras atómicas tienen como finalidad revelar el grado de evolución de cualquier tipo de Logos o centro creador. Y esto no es solamente una respuesta a la gran pregunta da toda la vida de: ¿quiénes somos nosotros, de dónde venimos y adónde nos dirigimos?, sino que constituye por primera vez en la historia planetaria un contacto establecido, en su conjunto, de la humanidad con las fuerzas cósmicas, habitantes del propio espacio que están intentando que las humanidades de todos los planetas y de todos los sis­temas sean tan puros y tan responsables que hagan posible que llegue a las humanidades un principio de energía mediante la cual se acabe el problema kármico de la humanidad. Se han hecho muchos trabajos en este aspecto, el principio ha sido, como sabemos, el descubrimiento de las leyes de la relatividad que, desde el punto de vista esotérico, es solamente un principio y no totalmente completo, porque el universo no es solamente masa y energía, sino que es amor e inteligencia y aquí no ha llegado todavía ninguna fórmula científica que pueda descubrir las profundidades donde se agita esta potencia innata que existe dentro de todos y cada uno de los compuestos moleculares en ciernes, o en suspensión, que constituyen el espacio dentro del cual y en forma de universo, vivimos, nos movemos y tenemos el ser.



Preguntas y respuestas.

Para saber más sobre Vicente Beltrán Anglada ver también:

Para saber más sobre Magia Organizada Planetaria ver también:

Magia Organizada Planetaria:
El Fracaso de Nuestra Era Técnica.






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