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viernes, 26 de septiembre de 2008

Meditación Vipassana.

Vipassana, que significa ver las cosas tal como realmente son, es una de las técnicas más antiguas de meditación de la India. Fue redescubierta por Gotama el Buda hace mas de 2.500 años y fue enseñada por él como un remedio universal para males universales, es decir, como un arte: El arte de vivir.

Esta técnica no sectaria tiene por objetivos la total erradicación de las impurezas mentales, y la resultante felicidad suprema de la completa liberación. La curación, no meramente la curación de las enfermedades, sino la curación esencial del sufrimiento humano, es su propósito.

Vipassana es un sendero de auto-transformación mediante de la auto-observación. Se concentra en la profunda interconexión entre mente y cuerpo, la cual puede ser experimentada de manera directa, por medio la atención disciplinada dirigida a las sensaciones físicas que forman la vida del cuerpo, y que continuamente se interconectan con la vida de la mente y la condicionan. Es este viaje de autoexploración a las raíces comunes de cuerpo y mente, basado en la observación, lo que disuelve la impureza mental, produciendo una mente equilibrada, llena de amor y compasión.

Las leyes científicas que operan en nuestras sensaciones, sentimientos, pensamientos y juicios llegan a hacerse evidentes. Mediante la experiencia directa, se comprende la naturaleza de como uno crece o decrece, de como uno produce sufrimiento o se libera de él. La vida se va caracterizando por una intensificación de la conciencia, por la ausencia de engaño, por el auto-control y la paz.


El Arte de Vivir

Todos buscamos la paz y la armonía, porque carecemos de ellas. De vez en cuando todos experimentamos agitación, irritación, falta de armonía, sufrimiento; y cuando padecemos la agitación, no guardamos esta miseria limitada en nosotros, sino que continuamente la distribuimos a los demás. Una persona desdichada impregna el ambiente que le rodea de agitación, y quienes estén cerca de ella también se alteran, se irritan. Ciertamente, ésta no es la manera adecuada de vivir.

Tenemos que vivir en paz con nosotros mismos y en paz con los demás porque, en definitiva, los seres humanos somos seres sociales que vivimos dentro de una sociedad interrelacionada. ¿Pero como vivir en la paz y armonía internas, y mantenerlas para que los demás puedan también vivir en paz y armonía?

Para poder librarnos de nuestra agitación, tenemos que conocer la razón básica de la misma, la causa del sufrimiento. Al investigar este problema, nos damos cuenta que nos sentimos agitados en cuanto generamos negatividades o contaminaciones en la mente. La negatividad, la contaminación o la impureza mental, no pueden coexistir con la paz y la armonía.

¿Cómo empezamos a generar negatividades? También ahora nos damos cuenta, al investigar, de que nos sentimos desdichados cuando estamos con alguien que se comporta de una manera que no nos gusta o cuando sucede algo que nos desagrada. Cuando ocurre algo que no deseamos, surge tensión en nuestro interior y también surge cuando no ocurre o existen obstáculos para que se cumpla algo que deseamos, y con todo ello empezamos a atar nudos en nuestro interior. Y como durante toda la vida van a suceder cosas que no queremos y las queridas puede que sucedan o puede que no sucedan, no cesamos en este proceso de reacción de atar nudos - nudos gordianos - que hacen que toda la estructura física y mental esté en tensión, llena de negatividades, convirtiendo nuestra vida en continua desdicha.

Una manera de resolver este problema sería arreglárnoslas para que en nuestra vida no ocurra nada no deseado, para que todo sea tal como deseamos. Para lograrlo deberíamos desarrollar en nosotros mismos el poder o bien conseguir que venga en nuestra ayuda alguien que lo tenga, para que las cosas no deseadas no sucedan y solo sucedan las cosas deseadas. Pero eso es imposible. No existe nadie en el mundo que pueda satisfacer todos sus deseos, en cuya vida todo transcurra como quiere, sin que pase algo no deseado. Constantemente ocurren cosas que van en contra de nuestros deseos y querencias, de ahí la pregunta oportuna: ¿Cómo podemos dejar de reaccionar ciegamente cuando debamos enfrentarnos a situaciones que no nos gustan? ¿Cómo podemos dejar de generar tensión y permanecer llenos de paz y de armonía?

Tanto en la India como en otros países hubo personas santas y sabias que estudiaron este problema - el problema del sufrimiento humano -, y encontraron una solución: cuando ocurre algo no deseado y empezamos a reaccionar con ira, miedo o cualquier negatividad, hay que dirigir lo antes posible la atención a cualquier otra cosa, por ejemplo te levantas, coges un vaso de agua y empiezas a beber; de esta manera la ira no solo no se multiplicará sino que empezara a disminuir: O empiezas a contar: uno, dos, tres, cuatro... O repites una palabra, o una frase, o un mantra, o quizá el nombre de una persona santa hacia la que sientas devoción. Así desviamos la mente y hasta cierto punto nos liberamos de la negatividad, de la ira.

Esta solución era útil, funcionaba y aun funciona; practicándola, la mente se siente libre de agitación. No obstante solo funciona en el nivel de la mente consciente porque lo que de hecho hacemos al desviar la atención es empujar la negatividad a lo mas profundo del inconsciente donde sigues generándola y multiplicándola. Hay paz y armonía en la superficie, pero en las profundidades de la mente hay un volcán dormido de negatividad reprimida que antes o después entrará en erupción con una gran explosión.

Hubo otros exploradores de la verdad interna que llegaron algo más allá en su búsqueda, y que tras experimentar en su interior la realidad de la mente y de la materia se dieron cuenta de que desviar la atención es solo huir del problema. Escapar no es una solución, hay que enfrentarse al problema; cuando surja una negatividad en la mente, obsérvala, hazle frente y tan pronto como empieces a observar la contaminación mental, empezará a perder fuerza y poco a poco se irá marchitando y podrá ser arrancada de raíz.

Es una buena solución que evita los dos extremos: represión y dar rienda suelta. Enterrar la negatividad en el inconsciente no la erradicará y permitirle manifestarse con un acto físico o verbal dañino solo creará más problemas. Pero si te limitas a observarla, la contaminación desaparece y habrás erradicado esa negatividad, estarás libre de esa contaminación.

Esto suena muy bien, pero ¿es practicable en la realidad? ¿Resulta fácil para una persona corriente enfrentarse a las contaminaciones? Cuando surge la ira, nos coge tan de sorpresa que ni siquiera nos damos cuenta de ello. Arrastrados por la ira cometemos actos físicos o mentales que nos dañan a nosotros y a los demás. Poco después, al desaparecer la ira, empezamos a llorar y a arrepentirnos, pidiendo perdón a los demás o pidiendo perdón a Dios: "Oh, he hecho un error, perdóname". Pero la próxima vez que nos encontremos en una situación semejante volveremos a reaccionar igual. Este arrepentimiento no nos habrá servido para nada.

La dificultad estriba en que no somos conscientes del momento en el que comienza esta contaminación. Empieza en las profundidades de la mente inconsciente y cuando llega al consciente ha tomado tal fuerza que nos arrastra y no podemos observarla.

Supongamos por un momento que empleo un secretario privado para que me avise cuando surja la ira diciéndome: "Mire, va a aparecer la ira". Pero como no sé cuando va a surgir la ira tengo que emplear tres secretarios haciendo tres turnos que cubran las veinticuatro horas del día. Supongamos que puedo mantener ese gasto y aparece la ira. Inmediatamente mi secretario diría: "Mire, la ira ha comenzado". Lo primero que haría sería darle una mala contestación: "¿ Eres tonto, crees que te pago para que me lleves la contraria?". La ira me arrastraría de tal forma que un buen consejo no podría ayudarme.

Supongamos que prevalezca la sabiduría y que no le regaño sino que le digo: "Muchas gracias, ahora debo sentarme y observar mi ira". Pero, ¿acaso es eso posible? Nada más cerrar los ojos para observar la ira, y el objeto de mi ira, ya sea una persona o un incidente, surge de inmediato en mi mente y ya no observo la propia ira sino meramente el estímulo externo de aquella emoción, lo cual, sólo conducirá a la multiplicación de la ira y por tanto, no es una solución. Es muy difícil observar una negatividad abstracta, una emoción abstracta divorciada del objeto exterior que la originó.

Sin embargo, hubo alguien que habiendo llegado a la verdad última encontró una solución auténtica. Descubrió que al surgir una contaminación en la mente ocurren dos cosas simultáneamente al nivel físico: la respiración pierde su ritmo normal, - es fácil observar que respiramos más fuerte cuando surge una negatividad - y en niveles más sutiles se inicia en el cuerpo una reacción bioquímica que da lugar a una sensación. Todas las contaminaciones generan algún tipo de sensación en el cuerpo.

Esto nos ofrece una solución practica: una persona corriente no puede observar las contaminaciones abstractas: miedo, ira o pasión, pero con un adiestramiento adecuado y practicando es fácil observar la respiración y las sensaciones del cuerpo, y ambas están relacionas directamente con las contaminaciones mentales.

La respiración y las sensaciones ayudan de dos formas: primero se comportaran como secretarios privados y en cuanto surja una impureza la respiración dejará de ser normal y empezara a gritarnos: "¡Algo va mal!". Y como no podemos regañar a la respiración tenemos que aceptar el aviso. De igual forma también las sensaciones nos dirán que algo va mal. Tras habernos avisado podemos empezar a observar la respiración, a observar las sensaciones y nos daremos cuenta de que la impureza desaparece enseguida.

Este fenómeno físico - mental es como una moneda, en una cara están los pensamientos y las emociones que surgen en la mente y en la otra: la respiración y las sensaciones del cuerpo. Todos los pensamientos y emociones, todas las impurezas mentales que surgen se manifiestan en la respiración y en las sensaciones de ese momento. Por eso, al observar las sensaciones o la respiración estamos observando, de hecho, las contaminaciones mentales. En vez de huir del problema nos enfrentamos a la realidad tal y como es, las negatividades ya no nos arrastrarán como hicieron en el pasado y si perseveramos terminarán por desaparecer y permaneceremos felices y en paz.

De esta forma la técnica de la auto-observación nos muestra los dos aspectos de la realidad: el interno y el externo. Antes sólo mirábamos al exterior perdiendo la verdad interna; buscábamos en el exterior la causa de nuestra desgracia culpado siempre a algo o a alguien e intentábamos cambiar la realidad externa. Al ignorar la realidad interna, no comprendíamos que la causa del sufrimiento se encuentra en nuestro interior, en nuestras reacciones ciegas hacia las sensaciones agradables o desagradables.

Ahora, al adiestrarnos, podemos ver la otra cara de la moneda, podemos ser conscientes de nuestra respiración y también de lo que ocurre en nuestro interior. Sea lo que sea, respiración o sensación, aprendemos a observar sin desequilibrar la mente. Dejamos de reaccionar y de multiplicar nuestra desdicha y permitimos que las contaminaciones se manifiesten y desaparezcan.

Las negatividades se disuelven más deprisa cuanto más se practica esta técnica. Poco a poco la mente se libera de las contaminaciones y se hace pura. Una mente pura está siempre llena de amor, amor desinteresado hacia los demás, llena de compasión hacia el sufrimiento y las faltas ajenas, llena de alegría al ver los triunfos y la felicidad de otros, llena de ecuanimidad en cualquier situación.

Al llegar a este estado nuestra conducta habitual cambia, ya no es posible cometer actos físicos o verbales que puedan perturbar la paz y la felicidad ajenas. Una mente equilibrada esta llena de paz e impregna el ambiente que la rodea de paz y de armonía que también afectan a los demás ayudándoles.

Al aprender a mantenernos equilibrados haciendo frente a lo que experimentamos en nuestro interior, desarrollamos también el desapego hacia todo lo que nos deparen las situaciones externas. Pero este desapego no es escapismo o indiferencia hacia los problemas del mundo. Quienes practican Vipassana con regularidad se sensibilizan más a los sufrimientos de los demás, y hacen cuanto pueden para aliviar el sufrimiento en la forma que puedan, sin agitación, con la mente llena de amor, compasión y ecuanimidad. Aprenden la santa indiferencia, aprenden a entregarse por completo, a ocuparse totalmente de ayudar a los demás, manteniendo simultáneamente el equilibrio mental. Así permanecen llenos de paz y de felicidad mientras trabajan por la paz y la felicidad de los demás.

Esto es lo que el Buda enseñó: un arte de vivir. No fundó una religión, un "ismo", ni enseñó ritos o rituales ni ninguna fórmula vacía a quienes se acercaban a él, sino que les enseñó a observar la naturaleza tal y como es, observando la realidad interna. Debido a nuestra ignorancia reaccionamos constantemente de manera que nos dañamos o dañamos a los demás, pero cuando surge la sabiduría, - la sabiduría de observar la realidad tal y como es -, desaparece el hábito de reaccionar y cuando dejamos de reaccionar a ciegas somos capaces de realizar actos verdaderos, actos que emanan de una mente equilibrada, de una mente que ve y comprende la verdad. Un acto así, sólo puede ser positivo, creativo, capaz de ayudarnos a nosotros y a lo demás.

Por eso es necesario "conocerse a sí mismo", consejo que dan todos los sabios. Conocerse no sólo intelectualmente en el nivel de ideas y teorías, no sólo emocional o devocionalmente aceptando a ciegas lo que hemos visto u oído, tal conocimiento no es suficiente, mas bien debemos conocer la realidad a través de la experiencia. Debemos experimentar directamente la realidad de este fenómeno físico - mental, pues es lo único que nos ayudará a liberarnos de las contaminaciones, a liberarnos del sufrimiento.

Se llama meditación Vipassana a esta experiencia directa de nuestra realidad, a esta técnica de auto -observación. En el idioma que se utilizaba en la India en la época del Buda "passana" significaba ver las cosas en la forma corriente, con los ojos abiertos; pero "vipassana" es observar las cosas tal y como son, no como parecen ser. Hay que penetrar a través de la verdad aparente hasta llegar a la verdad última de la estructura mental y física. Al experimentar esta verdad aprendemos a dejar de reaccionar ciegamente, a dejar de generar contaminaciones, y de forma natural las contaminaciones antiguas van erradicándose poco a poco. Así nos liberamos de la desdicha y experimentamos la felicidad auténtica.

En una sesión de meditación Vipassana, se dan tres pasos. El primer paso es abstenerse de cualquier acto físico o verbal que pueda perturbar la paz y la armonía. No podemos liberarnos de nuestras contaminaciones mentales si continuamos realizando actos de obra o de palabra que están multiplicando estas contaminaciones. Por eso el primer paso de esta práctica es un código moral. Nos comprometemos a no matar, no robar, no tener una conducta sexual inadecuada, no mentir y no tomar intoxicantes. Al abstenerse de estos actos permitimos a la mente que se serene lo suficiente como para poder continuar.

El segundo paso es aprender a controlar nuestra mente salvaje adiestrándola para que se concentre en un único objeto: la respiración. Intentamos mantener la atención en la respiración el mayor tiempo posible. Este no es un ejercicio de respiración porque no intentamos regularla, sino que la observamos tal y como es, de forma natural, tal y como entra, tal y como sale. De esta forma aumentamos la serenidad de la mente para que no se deje arrastrar por negatividades intensas y al mismo tiempo vamos concentrándola y haciéndola más afilada, más penetrante, más capaz de trabajar internamente.

Estos dos primeros pasos, vivir con moralidad y controlar la mente son muy necesarios y beneficiosos en sí mismos pero conducen a la represión a menos que demos un tercer paso que consiste en purificar la mente de las contaminaciones, desarrollando la visión cabal de nuestra propia naturaleza. Esto es Vipassana, la experimentación de nuestra propia realidad, observando en nosotros mismos de forma sistemática y desapasionada este fenómeno de mente y materia en constante cambio que se manifiesta en sensaciones. Esta es la culminación de la enseñanza del Buda: la auto, purificación a través de la auto, observación, algo que puede ser practicado por todos y cada uno de nosotros. Todos nos enfrentamos al problema del sufrimiento, es una enfermedad universal que requiere un remedio universal, no un remedio sectario. Cuando sentimos ira no es una ira budista, una ira hinduista, o una ira cristiana. La ira es ira. Cuando a resultas de esta ira nos sentimos agitados, la agitación no es una agitación cristiana, judía o musulmana. La enfermedad es universal y el remedio debe ser universal.

La Vipassana es este remedio. Nadie puede objetar a un código de vida que respeta la paz y la armonía de los demás. Nadie puede objetar el desarrollo del control sobre la mente. Nadie puede objetar al desarrollo de la visión cabal de nuestra propia naturaleza para posibilitar la liberación de la mente de sus negatividades. La Vipassana es un sendero universal.

Observar la realidad tal y como es, observando la verdad interior, uno se conoce a sí mismo directamente a través de la experiencia. Con la práctica nos liberamos de la desdicha que acarrean las contaminaciones. Partiendo de la verdad externa, burda y aparente, penetramos en la verdad última de la mente y la materia. Esto también terminan por trascenderse y se experimenta una verdad que esta más allá de la mente y la materia; más allá del tiempo y del espacio, más allá del campo condicional de la relatividad: la verdad de la liberación total de todas las contaminaciones, de todas las impurezas, de todo el sufrimiento. No importa el nombre que se de a esta verdad última, es la meta final de todos nosotros.

¡Ojalá que experimentes esta verdad última! ¡Ojalá que todos se liberen de las contaminaciones y de la desdicha! ¡Ojalá que todos gocen de una paz autentica, una paz real, una armonía real!

Fuentes:

El texto esta basado en una charla dada por el señor S.N. Goenka en Berna, Suiza.

http://www.spanish.dhamma.org/



La Sabiduría del Cuerpo.

En primer lugar, permitidme que os dé una definición de sabiduría. Existen dos significados o sentidos:

1- Uno es una profunda comprensión y el hecho de ver completamente las cosas tal como son, y no como creemos, suponemos o imaginamos que son.

2- Mientras que el segundo significado se refiere a la capacidad de ser lo que conocemos y la habilidad de traducir la idea y/o el conocimiento en acción.

Lo primero parece algo intelectual, pero no es una intelectualización, puesto que la sabiduría surge de una visión profunda y penetrante de lo que es, mientras que el intelecto es simplemente un ejercicio mental de conocer mediante nuestro adiestramiento intelectual y pensamiento sistemático o educación.

En la sabiduría existe el poder de trascender y liberar cualquier cosa que obstruya o impida el camino y/o el fluir natural y libre de la vida. O sea, en posesión de la auténtica sabiduría, nos iluminamos de un modo natural en el sentido de arrojar luz sobre algunas cosas y eliminar la oscuridad. En relación con ello, la persona iluminada esta llena con la inigualable luz de la sabiduría y brilla con dicha luminosidad, mientras transforma a su vez todas las fuerzas oscuras para conseguir la auténtica plenitud.

En el Todo Unificado, tanto nuestro lado luminoso como el lado de la oscuridad transformada están tan integrados que deja de haber espacio para el no-equilibrio o la falta de equilibrio. En dicha totalidad o plenitud del ser y del devenir, nuestra función ejecutiva, también llamada ego consciente, puede llevar a cabo perfectamente bien sus tareas, incluyendo el manejo de nuestras vidas internas y externas en toda su capacidad, de modo que seamos capaces de actuar, hablar y pensar de acuerdo con la guía del conocimiento interior o sabiduría. En este sentido, decimos: " Por fuera somos reyes y por dentro sabios."


Existen tres modos básicos en los que surge la sabiduría:

1. Primero mediante el escuchar, lo que significa que escuchamos atenta y silenciosamente cualquier cosa que penetra la modalidad del oído o consciencia del oído. Por ejemplo, Siddhartha escucha el sonido de un río y obtiene una información muy útil y una clara visión interior sobre lo inesperado.

Debemos escuchar a la serena voz interior y encontrar una respuesta o solución al problema que nos concierne en un momento dado, o descubrir una dirección, un camino hacia adelante, o un camino de salida en caso de que estemos perdidos interiormente. La clave está en que cuando escuchamos oímos.

Sin una escucha adecuada o no queriendo oír no oímos. El oír constituye una consciencia que nace mediante el contacto de los sentidos entre la modalidad del oído y el sonido, voz o vibración, y en ese instante está presente la consciencia. Esta es la causa de que la sabiduría, la visión profunda, la iluminación del conocimiento, o un fragmento de información útil puedan surgir y se vuelvan importantes para nosotros.

2. La segunda vía o modo en que puede obtenerse la sabiduría lo constituye el pensar con el corazón o pensamiento objetivo, que incluye el modo científico de obtener información o suposiciones para formular una teoría o encontrar una solución y clarificación de los puntos oscuros.

Con este modo de pensar permitimos que un tema o sujeto permanezca en la mente el tiempo necesario, mientras contemplamos silenciosamente y observamos todo lo que está pasando sin añadir ninguna opinión o hacer ningún comentario. Tras un tiempo, un destello de visión profunda o la luz de la sabiduría surgen del mismo modo que el amanecer de un nuevo día dispersa la oscuridad dando luz al mundo simultáneamente.

Del mismo modo que cada día es nuevo, también la vida lo es; se vuelve nueva y se renueva en cada instante, de modo que podemos ser nuevos y renovarnos mientras la vida sigue fluyendo y los instantes del vivir pasan de uno a otro sin cesar.

3. El tercer modo, y el más importante, de conseguir la sabiduría es mediante la Meditación de la Visión Profunda o la Práctica Vipassana. Dicha práctica se basa en un uso continuo de una consciencia no-verbal, no-juzgadora y no-apegada de lo que está sucediendo o pasando en el instante.

En esta clase de consciencia la desidentificación y la no-elección tienen el papel principal a la hora de conseguir la sabiduría y de proporcionar espacio para que nazca la visión profunda, así como para que la inigualable luz del conocimiento brille directamente y de un modo vivencial.

Gracias a la Meditación de la Visión Profunda surgen en el meditador destellos de visión profunda y de conocimiento interior de dos formas diferentes:

  • Una, por medio de la aplicación constante de la consciencia (que hemos definido anteriormente) y mediante la observación objetiva de todos los fenómenos, sean físicos, mentales, emocionales, psicológicos o espirituales.
  • La otra, mediante un periodo prolongado de silencio en meditación profunda, en la que palabras e imágenes dejan de existir. Este estado se conoce con el nombre de Shamadi.

Tradicionalmente hablando, cuando el samádhi (simbólicamente: agua clara y serena) o mente estabilizada se instala de un modo firme y todos los estados condicionados descansan en la serenidad, aparece de un modo natural la sabiduría de la visión profunda, del mismo modo que la salida del sol produce luz y dispersa la oscuridad.


Hablemos ahora del cuerpo y su sabiduría .

El término "cuerpo" se refiere a la naturaleza corporal de un ser humano y a todo el organismo material compuesto por los cuatro elementos básicos de:

  • Tierra: extensión y solidez
  • Agua: cohesión
  • Fuego: calor y actividad
  • Viento: movimiento y vibración, junto con el cuerpo energético o bio energía, incluyendo la respiración o aliento.

El cuerpo energético se denomina a veces cuerpo psíquico, sutil o cuerpo etéreo. Éste abarca distintos campos de energía, y almacena patrones de energía psíquica y emocional acumulados mediante la experiencia personal de sentimientos negativos dolorosos, así como de sensaciones desagradables.

Antes de entrar en los detalles del cuerpo energético y de sus creaciones, examinemos brevemente la consciencia como primera y principal condición para crear los fenómenos físicos y mentales.

Es muy evidente que la consciencia que tenemos en nuestra vida cotidiana está formada no solo por nuestro condicionamiento personal, sino también por distintas influencias y energías arquetípicas. Estas energías arquetípicas predominan en nuestro entorno, en la tierra que pisamos, en el grupo de gente con el que nos relacionamos, en nuestra comunidad, en la sociedad a la que pertenecemos y en el mundo en que vivimos.

Manifestamos dicha consciencia en todas nuestras funciones y actividades de la vida, en el trabajo, y en todas las relaciones con nosotros mismos individualmente así como con el resto del mundo. Esto significa que tenemos patrones predecibles y definidos de actuación, reacción y respuesta a las situaciones de la vida, situaciones sociales y situaciones mundiales.

Con esta consciencia tan fuertemente condicionada estamos atrapados en una vorágine existencial muy estrecha y limitada, con la que nos hemos familiarizado bastante mediante la experiencia personal. Atrapados y dando vueltas, nos volvemos agresivos, punitivos y violentos, en particular con aquellos que viven al otro lado de la valla.

De este modo, los mecanismos de defensa individuales se hacen más fuertes y se enraízan más profundamente en nuestra realidad psicológica, clamando por ir aumentando los sistemas de defensa territorial para que nuestra seguridad esté garantizada. Cuanto más tiempo vivimos bajo el dictado de esta clase de consciencia, más miedos y sospechas dominan nuestras vidas, y el resultado es que nos aferramos incluso más estrechamente a nuestra existencia superficial.

Mediante esta consciencia, creamos una condición definitiva de nuestro cuerpo y de nuestra mente adecuada para contener y acomodar dicha consciencia.

Expresándolo de otro modo: cualquier clase de consciencia que tengamos en el momento nos conducirá, mediante modulaciones automáticas o transformaciones, por lo que se creará cierta forma de nuestro cuerpo físico y estado mental adecuada para la manifestación de la consciencia.

Por ejemplo: al enfrentarnos al miedo el cuerpo físico se contrae y la mente se vuelve rígida, aterrorizada o incluso paralizada. Entonces, ello proyecta la idea de que pueden suceder toda clase de cosas malas imaginarias.

Al experimentar dolor, ya sea físico, emocional o psicológico, el cuerpo se tensa y la mente grita y agoniza. En dicho contexto, observamos la variedad del lenguaje del cuerpo: posturas del cuerpo definitivas y una estructura física distorsionada, que se manifiestan en los individuos como la consecuencia de la presencia, de la invasión de cierto tipo de consciencia con sus patrones de energía.

Por lo tanto, podemos comprender como se crean bloques o bloqueos en nuestro sistema psicofísico. Estos poseen un ritmo natural que el cuerpo físico pierde debido al nacimiento de una nueva consciencia. Cuando hablamos sobre la consciencia incluimos también los patrones de energía que le pertenecen, puesto que sin la presencia de cada uno de estos patrones de energía no existiría consciencia.

Con el fin de contener dicha nueva conciencia, se crea una nueva forma interior del cuerpo junto a un patrón de energía específico que opera con ella en este momento particular. Y no solo esto: la mente, o más bien las propiedades mentales, como la sensación, percepción, intención, impresión y atención, también se forman de un modo que se tornan patrones apropiados y coordinadores de la consciencia.

En su estado normal, el cuerpo posee un ritmo apropiado de contracción y expansión tal como nuestra respiración, que tiene su movimiento rítmico de elevación (inhalación) y caída (exhalación). Cuando el ritmo normal se ve trastornado a causa de los cambios que se producen en el mundo de la consciencia que opera a través de nuestros sentidos, se produce un vacío creado a partir del hecho de que la contracción o la expansión pierden su impulso.

O sea, la contracción no puede contraerse a su propio ritmo, o la expansión es incapaz de expandirse según su ritmo normal.

Entonces, los patrones de energía negativos, ya sean sensaciones o sentimientos, que operan con la consciencia en el instante, quedan enterrados o encerrados en este particular hueco o vacío y, por consiguiente, se crea un bloqueo. La naturaleza, que no quiere dejar un vacío vacante, lo llena con cualquier cosa que sea apropiada en el instante.

En consecuencia, descubrimos que:

* La ira se entierra en las mandíbulas, en los tobillos y en la parte media e inferior de la espalda
* El miedo se oculta en las rodillas, en los hombros y en la parte superior del pecho
* La tristeza y la pena se sumergen en medio del pecho
* La ansiedad está inmersa y encerrada en el vientre y alrededor de la caja torácica
* El dolor primordial está enterrado en el estómago
* Etc.

Es interesante mencionar que en cada lugar del bloqueo existe una historia o una información junto a un incidente que se suma al patrón de energía mismo. La historia, o el incidente, se revela a sí misma ante el sujeto y su terapeuta cuando dicho patrón de energía específico se libera y se disipa mediante el proceso terapéutico. A veces esto les sucede a algunos meditadores durante una meditación silenciosa, lo que produce una gran sorpresa no solo al meditador, sino también a todos aquellos que están presentes en la sesión de meditación. Es una sorpresa puesto que nunca pensamos que haya algo como la ira, el miedo o la pena enterrados en este lugar concreto del cuerpo.

Evidentemente, en nuestro viaje a través del proceso de la consciencia nos encontraremos muchas sorpresas o cosas que nunca habíamos anticipado. Por esto lo llamamos el "viaje de descubrimiento".

Al llegar aquí, espero haber dejado claro cómo el cuerpo o el sistema de naturaleza corporal y bio-energía está condicionado por la consciencia. Por favor, recordad que este proceso se produce en el curso de nuestra vida cotidiana.

Para ver esto por nosotros mismos, solo tenemos que prestar atención y observar lo que realmente le sucede a nuestro cuerpo físico y al ámbito mental cuando experimentamos una cierta sensación o emoción en nuestras vidas.

Recordad también que cuando se experimenta una sensación, una emoción o un estado mental, está presente una cierta consciencia, puesto que es el principal cauce de flujo natural. En este sentido, la consciencia es como un río que corre sin cesar, mientras que la sensación, la emoción y los estados mentales son semejantes a las cosas que lleva el agua del río.

Aunque el cuerpo está básicamente condicionado y muy influenciado por la consciencia, tiene su modo específico de dar una pista o una implicación al Ego Consciente, en particular cuando quiere, en gran medida, que el bloqueo o la energía encerrada sea eliminada para que deje de haber dolor o no se desarrolle una enfermedad que pueda amenazar a la vida.

La implicación o insinuación más general es el dolor, mediante el cual el cuerpo intenta hacer saber al individuo que pasa algo malo en la parte del cuerpo que está sufriendo el dolor. El dolor, al ser en si mismo un patrón de energía, contiene información valiosa, como en realidad la contienen todo los patrones de energía, para apremiar al individuo a llevar a cabo un acto positivo con el fin de que esta energía enterrada y no saludable pueda liberarse.

Pero, en general, no vemos el modo en que el dolor corporal está intentando comunicarnos esta útil información. Por el contrario, intentamos eliminar el dolor mediante cualquier técnica posible que tengamos a nuestra disposición en el presente. No comprendemos que eliminar el dolor sin liberar o transformar la energía subyacente no constituye una cura permanente o curación total, sino únicamente un alivio temporal.

Por regla general, la energía que hay bajo el dolor es un condicionamiento emocional, excepto que se trate de una lesión física o simplemente una tensión física que da pie al dolor. Con el fin de saberlo con certeza la consciencia tiene un papel básico, puesto que la consciencia posee la función de alimentar con información al ego consciente.

Con el ego consciente presente, y a cargo de la situación de la vida, encontraremos la solución real a cualquier problema o desafío. Ello se debe a que cada tipo de energía o patrón de energía contiene información y está siempre dispuesto a compartirla con el ego consciente (el individuo con conciencia)

Otro modo en que el cuerpo intenta comunicarse con nosotros es lo que técnicamente se conoce como "lenguaje del cuerpo".

Hablando de un modo realista, es la energía la que mueve y conforma el cuerpo. Por ejemplo: cuando perdemos la postura correcta (una postura erecta, erguida y alineada armoniosamente), el cuerpo debe encontrar la compensación manteniéndose en una postura torcida y desequilibrada, y ésta producirá con el paso del tiempo alguna forma de dolor o tensión aguda.

El modo en que caminamos, el modo en que permanecemos de pie y nos mantenemos en público o en privado, indica la presencia y las estratagemas de cierta energía que está a cargo o que dirige nuestra vida en ese momento. Recordemos que cuando hablamos de energía también estamos hablando de una consciencia que opera con ella, aunque su movimiento no sea visible en la superficie.

En realidad, la consciencia subyace a la presencia y funcionamiento de todos los patrones de energía que se manifiestan en nuestras vidas mediante los seis sentidos.

Por regla general, el cuerpo expresa su sabiduría diciéndonos lo que es correcto o incorrecto para él, evidentemente no en términos de moralidad, sino en el sentido de salud y armonía, o daño y veneno grave. Por ejemplo, al comer, beber o ingerir algo, el cuerpo sabe exactamente si lo que comemos, bebemos o ingerimos es bueno o malo, dañino o saludable. Pero la mayoría de nosotros, en lugar de escuchar al cuerpo, nos adherimos y nos plegamos a la boca o a las preferencias de la mente (o sea, el sabor o una sensación agradable al paladar). Por lo tanto, no escuchamos a la sabiduría del cuerpo y, como consecuencia de ello, acabamos envenenándolo y/o abusando de él, en ocasiones gravemente, aunque sea sin intención, mientras que a nivel consciente nos decimos que disfrutamos de la vida o que sacamos el máximo placer de lo que consumimos.

Si prestamos atención al cuerpo, ciertamente seremos capaces de saber lo que quiere y necesita, puesto que el cuerpo intenta con mucha insistencia comunicarnos lo que realmente desea, de modo que lo que falta y es deficiente en su sistema corporal sea satisfecho y, por lo tanto, le permita conseguir placer de forma saludable, así como permanecer en armonía con todos sus sistemas de energía.

Cuidarse para tener una existencia armoniosa y saludable es sin duda una expresión de sabiduría, no importa si viene del cuerpo o de la mente (una mente que se asocia con la sabiduría o con una consciencia sabia).

La razón de que el cuerpo tenga sabiduría se debe a que todo el cuerpo constituye una de las seis modalidades de los sentidos, como ojo, oído, nariz, lengua y mente, que indica con claridad que el cuerpo es una fuente o lugar de partida del que surge una conscienci

La consciencia que se manifiesta mediante la modalidad sensorial del cuerpo es, según la terminología budista, "consciencia cuerpo". De igual modo, poseemos la consciencia ojo, la consciencia oído, la consciencia nariz, la consciencia lengua y la consciencia-mente (una consciencia que nace de la modalidad sensorial de la mente). Operar con consciencia en el contexto descrito es sabiduría puesto que el término "consciencia" en el amplio uso moderno se refiere al discernimiento, una forma de sabiduría.

Existe una historia de un monje budista de la época de Buda. Se dice que el monje meditó con los ojos ligeramente abiertos, sin dormir, durante un periodo de tres meses. Hizo el voto de utilizar únicamente tres posturas (sentado, caminando y de pie) para esta práctica austera de meditación, y no se tumbó durante tres meses. Como consecuencia, se quedó ciego y no podía ver los insectos, o las hormigas, o los seres vivos en el suelo en el que practicaba la atenta meditación caminando. A causa de ello, tropezaba con ellos y los dañaba, e incluso los mataba sin querer hacerlo. Como muchos monjes amigos le advirtieron que no hiciera meditación caminando, les dijo que consultaría a su cuerpo y así lo hizo. El mensaje que le dio el cuerpo fue que podía seguir haciendo meditación caminando si no tenía intención de dañar, matar o pisar a los seres vivos, y que constituía perfectamente una acción correcta. Poco después alcanzó la iluminación plena.

De esta historia aprendemos que la sabiduría del cuerpo traza una ligera pero clara línea entre esencia y superficialidad, o entre la acción esencial y la denominada acción moral. La mente moralmente orientada será arrastrada forzosa o incluso dolorosamente por la culpa si lleva a cabo un acto inmoral, o no será capaz de llevar a cabo una acción esencial contra el precepto establecido por una religión organizada. Esto se debe a que la culpa, aunque sea una forma leve de miedo, tiene una fuerte autoridad sobre la mente, que muy a menudo paraliza a las personas con inclinaciones morales.

Con relación a procesar, el cuerpo sabe muy bien qué hacer exactamente, hasta dónde llegar y cuánto tiempo dedicar a cada sesión de procesamiento. Por ejemplo, cuando un individuo ha hecho contacto con un patrón de energía encerrado dentro del sistema psicofísico, tiene lugar un tipo de expresión, ya sea mediante una repentina y espontánea irrupción de sonido, ruido o movimiento físico, o sollozando o llorando durante un periodo de tiempo. Este incidente se denomina "procesar," y proseguirá mientras el patrón de energía encerrado sea liberado y limpiado adecuadamente. En dicha situación el cuerpo es capaz de facilitar el trabajo de un modo muy eficaz, siempre que no interfiera la mente, o el ego en este apartado y no complique el proceso.

A veces el cuerpo despierta al individuo en mitad de la noche si considera que el trabajo de procesamiento tiene que hacerse en un tiempo concreto, por lo que tiene su propia agenda, aunque la mente consciente o ego no lo sabe, y por lo tanto, se resistirá al trabajo programado por el cuerpo.

Además, el cuerpo comprende muy bien cómo crear un equilibrio dinámico entre la liberación de la energía bloqueada y la producción de una energía nueva y saludable para llenar el vacío, de modo que la liberación no exceda en demasía la proporción apropiada de la producción y, por consiguiente, pueda prevalecer la armonía entre los distintos sistemas de energía.

En relación con ello, recordemos que, al igual que sucede con el funcionamiento de la naturaleza en general, el cuerpo está muy preocupado por mantener un cierto tipo de equilibrio, y lo hace poniendo su ojo de sabiduría en el fluir armonioso de los diferentes sistemas de energía en el seno de su organismo.

Debemos abrirnos al cuerpo de un modo más energético para ser capaces de enfocar una enfermedad o la falta de equilibrio con una actitud creativa y aprender más sobre la sanación, la salud y la totalidad integrada.

Fuente:

http://www.dhiravamsa.com/images/main_11.gif



jueves, 25 de septiembre de 2008

La Meditación Trascendental

“La Conciencia Trascendental ya no es más una fantasía o una realidad metafísica. La vemos ahora en la base objetiva de la ciencia moderna. La técnica de Meditación Trascendental produce su estilo propio de actividad fisiológica, debido a que la mente experimenta el estado de mínima excitación, el cuarto estado de conciencia. Por ello somos afortunados de vivir en una era científica”.
Maharishi
Mahesh Yogi
Fundador del programa de Meditación Trascendental


Cuando Maharishi Mahesh Yogi empezó por primera vez su enseñanza a finales de los años 50, incluso el concepto de Conciencia Trascendental estaba ausente de los círculos científicos. Pero la aparición del programa de Meditación Trascendental de Maharishi hizo posible que los científicos investigaran este estado profundo de paz interior, en el que la mente humana experimenta el campo unificado de la ley natural.


Un gran número de sujetos:
Primero, los científicos necesitaban de una fuente de expertos en meditación disponibles para ser estudiados. Aunque los meditadores eran prácticamente inexistentes en Occidente cuando Maharishi empezó a enseñar, el número de personas practicando la técnica de la Meditación Trascendental creció muy rápidamente. Ahora millones de personas alrededor del mundo la han aprendido (dos millones sólo en EE.UU.) y más de 100.000 han aprendido el programa avanzado de MT-Sidhis.


Instrucciones uniformes:
Ambos programas, el de Meditación Trascendental y el de MT-Sidhis, son enseñados a través de procedimientos sistemáticos que son seguidos con exactitud en todo el mundo, permitiendo a los investigadores tener la disponibilidad de una población de sujetos meditando de acuerdo con instrucciones uniformes.


Gama amplia de tipos de sujetos:
Además, los investigadores desconfían de los estudios sesgados con una gama estrecha de tipos de sujetos. Con la técnica de la Meditación Trascendental, hay disponibilidad de sujetos de todas las edades, religiones y modos de vida. Hay varios motivos para esto. Primero, la técnica de la MT es fácil de aprender y de practicar, y no requiere esfuerzo o concentración; incluso los niños a partir de diez años pueden aprenderla fácilmente. Además, no hay necesidad de niveles previos de educación o de inteligencia, y ninguna necesidad de creencias religiosas o filosóficas, permitiendo a los investigadores encontrar fácilmente un amplio número de tipos de sujetos, desde estudiantes a ciudadanos ancianos.


Naturalidad en su base:
La técnica de Meditación Trascendental contrasta con otras técnicas de meditación o relajación. En vez de dejar la mente activa (atendiendo a los pensamientos, por ejemplo), la técnica de la MT permite que la mente se asiente completamente y trascienda los pensamientos, alcanzando un estado de silencio y paz internos. En vez de forzar la mente a aquietarse por medio de la concentración, que necesita esfuerzo constante, y que de hecho mantiene la mente activa; la MT permite que la mente se asiente espontáneamente, por si misma. Una vez que el proceso de trascender ha comenzado, la mente se mueve naturalmente hacia dentro, hacia su nivel más fundamental de inteligencia, el campo unificado de la ley natural. Lo hace motivada por su propia tendencia natural de buscar experiencias más atrayentes y plenas, ya que ninguna otra experiencia es tan completamente satisfactoria. Medio siglo atrás, la meditación era considerada difícil e impráctica. Hoy cientos de estudios científicos han demostrado que el enfoque natural y sin esfuerzo de la técnica de Meditación Trascendental ciertamente produce la experiencia de la Conciencia Trascendental, con todos sus beneficios resultantes.


La Conciencia Trascendental definida:

“La gloria de la Conciencia Trascendental puede ser experimentada directamente y
reconocida como la realidad última.
La mente puede ser conducida sistemáticamente al nivel más sutil
de la experiencia relativa y luego,
trascendiendo esa experiencia más sutil de los estados excitados de la creación,
puede alcanzar el campo de lo último, lo absoluto,
el estado inmanifiesto de mínima excitación, el campo unificado de todas las leyes de la naturaleza”.

Maharishi
Mahesh Yogi
Fundador del programa de Meditación Trascendental

La experiencia de Conciencia Trascendental permite que la mente se asienta en un estado de paz interior, al experimentar el campo unificado, el campo físico de la paz.

Para obtener Conciencia Trascendental se adquiere con la experiencia en trascender, permitiendo que la mente se asiente profundamente dentro. La conciencia se aquieta progresivamente experimentando el pensamiento a niveles progresivamente más sutiles, hasta que finalmente, la mente trasciende el pensamiento completamente. Permanece totalmente despierta, y sin siquiera ser perturbada por la más tenue actividad del pensamiento. Éste es un estado de alerta en profundo descanso, de paz interior, la experiencia de la Conciencia Trascendental.

En la ciencia Védica de la conciencia, se dice que la experiencia de la Conciencia Trascendental es profunda. Permite que la mente experimente el nivel más profundo de su propia inteligencia, descrita como el nivel más profundo de la inteligencia desplegada por todas partes en la naturaleza, el campo unificado de todas las leyes de la naturaleza. De esta manera, la tecnología de trascender permite que la mente individual sintonice con todas las leyes de la naturaleza en su fuente.

Al sintonizar al individuo con el campo unificado, la Conciencia Trascendental conduce a un crecimiento profundo del individuo. Al avivar el campo unificado (la fuente común de todos los diversos aspectos en el medio ambiente), la experiencia de la Conciencia Trascendental, produce una influencia de coherencia y armonía en la sociedad fácilmente medible.


La Conciencia Trascendental verificada objetivamente:

“Un cuarto estado de conciencia, la Conciencia Trascendental,
ha sido bien documentado en la literatura científica.
Un cuerpo impresionante de investigación define este estado en términos
de relajación fisiológica, patrones de coherencia electroencefalográfica y otros indicadores”.
Gary Kaplan,
MD, Ph.D.
Profesor Asociado de Neurología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York

La existencia de la Conciencia Trascendental puede ser verificada objetivamente, gracias a la profunda conexión entre mente y cuerpo. Cambios en los estados mentales se corresponden con cambios en el funcionamiento fisiológico. Aunque los científicos no pueden decir lo que uno está pensando en el estado de vigilia, o viendo en el estado de dormir, pueden claramente distinguir entre los tres estados principales de conciencia, vigilia, dormir y soñar. Estos tres estados de conciencia principales pueden, por tanto, ser identificados por estilos únicos de funcionamiento fisiológico, especialmente por combinaciones particulares de ritmo metabólico y de patrones de ondas cerebrales.

Esto es muy significativo porque, en la literatura Védica, se dice que la experiencia directa del campo unificado de la ley natural en la Conciencia Trascendental tiene lugar en un cuarto estado principal de conciencia. Este profundo estado de paz interior se conoce en sánscrito como samadhi (“mente estable”), o simplemente turiya (“el cuarto”).

En las últimas décadas, los investigadores han verificado la existencia de este cuarto estado de conciencia al demostrar que durante la Conciencia Trascendental, el cuerpo y el cerebro funcionan de una forma única, claramente distinta de la vigilia, el dormir o el soñar.


Descanso Profundo con la Técnica de Meditación Trascendental:
Una comparación (meta-análisis) de 31 estudios previamente realizados mostró que la experiencia de la Conciencia Trascendental (como se experimenta durante la técnica de la Meditación Trascendental) produce un nivel de descanso y relajación físico mucho más profundo que el descanso con los ojos cerrados. La conductividad basal cutánea mide la habilidad de la piel para conducir electricidad; el flujo eléctrico aumenta cuando la piel transpira debido a la tensión nerviosa. Así, la reducción aguda de la conductividad basal de la piel durante la Conciencia Trascendental indica relajación profunda. El ritmo respiratorio también disminuye durante un estado de relajación, al igual que el lactato en el plasma, un subproducto químico del estrés y la tensión. Estos cambios fisiológicos ocurren espontáneamente cuando la mente se asienta sin esfuerzo en la Conciencia Trascendental, un estado de paz interior. Aunque el cuerpo también experimenta un tipo de relajación en el dormir profundo, hay una gran diferencia. Mientras que en el dormir profundo la mente pierde la conciencia completamente, durante la Conciencia Trascendental el cuerpo descansa profundamente, pero la mente está más alerta (y los patrones de ondas cerebrales difieren marcadamente). Así, la Conciencia Trascendental es definida algunas veces por los investigadores como un estado de alerta en profundo descanso.


Beneficios de la Conciencia Trascendental:

“La investigación publicada indica que durante la práctica de la técnica
de Meditación Trascendental se experimenta un cuarto estado de conciencia
caracterizado por una huella fisiológica única que difiere del dormir, el soñar y la vigilia.
La importancia de este cuarto estado de conciencia viene indicada por el amplio abanico
de beneficios en la salud mental, fisiológica y de comportamiento que han sido documentados”.

Steele Belok, MD,
Instructor de Medicina de la Escuela Médica de Harvard

En la ciencia Védica, la Conciencia Trascendental es considerada altamente benéfica. La experiencia regular de este cuarto estado de conciencia conduce a beneficios rápidos y acumulativos para el individuo, crecimiento hacia estados más elevados de conciencia (iluminación). Maharishi explica que cuando la gente experimenta la Conciencia Trascendental, contacta directamente el campo unificado de todas las leyes de la naturaleza. Cuando el individuo sintoniza con la fuente de todas las leyes de la naturaleza, la inteligencia organizadora que mantiene la vida a través del vasto cosmos, y promueve la evolución de millones de especies en la tierra, ambos, la mente y el cuerpo funcionan con la eficiencia y perfección de la inteligencia de la naturaleza.

Como han demostrado muchos cientos de estudios sobre la Meditación Trascendental, la experiencia regular de la Conciencia Trascendental mejora de hecho, y drásticamente, el funcionamiento físico y mental. Una breve revisión de los beneficios para el individuo puede servir para demostrar la naturaleza profunda de la Conciencia Trascendental.


Reducción de la ansiedad mediante la Conciencia Trascendental:
La ansiedad es una medida psicológica del nivel individual de paz interior, o de su falta. Si la Conciencia Trascendental es de hecho un estado de paz interior, la experiencia regular de este estado debería reducir la ansiedad marcadamente. Un comparación estadística (meta-análisis) de todos los estudios disponibles (146 estudios independientes) realizada en la Universidad de Stanford indicó que, comparada con todas las otras técnicas de meditación y de relajación estudiadas hasta la fecha, incluida la tan usada técnica de relajación muscular progresiva, la Conciencia Trascendental (como se experimenta durante el programa de la Meditación Trascendental), reduce la ansiedad al menos dos veces más eficazmente. Cuando el análisis se limitó a los estudios con un diseño experimental más riguroso, la eficacia de la Conciencia Trascendental en la reducción de la ansiedad, comparada con otros enfoques, fue otra vez el doble. El análisis mostró que los resultados positivos no podían ser atribuidos a la expectación de los sujetos, ni al sesgo del investigador o al diseño de la investigación .


Optimización del funcionamiento cerebral con la Conciencia Trascendental:
Los niveles más altos de coherencia EEG medidos durante la experiencia de la Conciencia Trascendental están significativamente correlacionados con un gran número de mejoras psicológicas y mentales. El avivamiento del funcionamiento total del cerebro durante el cuarto estado de conciencia resulta en un aumento de fluidez en la creatividad verbal, en un aumento de la eficiencia para aprender nuevos conceptos, en un mayor razonamiento moral, en un coeficiente de inteligencia verbal más alto, en una disminución del neuroticismo, en mayores logros académicos, en experiencias más claras de conciencia pura, y en un aumento de la eficiencia neurológica, medida por la recuperación más rápida en el reflejo de Hoffman.


Mayor autorrealización mediante la Conciencia Trascendental:
El concepto de autorrealización es el concepto de la psicología moderna que más se acerca al concepto Védico de iluminación. Se dice que las personas autorrealizadas han realizado (o actualizado) más su potencial interno, tal y como se expresa en todas las áreas de la vida, incluyendo: integración y estabilidad de la personalidad, autoestima, madurez emocional, capacidad para relaciones personales cálidas, y adaptación a los desafíos. Un meta-análisis estadístico de todos los estudios disponibles (42 resultados independientes) comparó técnicas de relajación y meditación, basadas en la concentración y la contemplación, con la experiencia de la Conciencia Trascendental (durante el programa de Meditación Trascendental). Este gran cuerpo de evidencia comparativa mostró que la Conciencia Trascendental aumentó la autorrealización mucho más eficazmente. De hecho, sujetos que practican la técnica de la MT regularmente consiguen niveles elevados de autorrealización raramente vistos en la literatura científica. Estos estudios proporcionan una fuerte evidencia objetiva de que la experiencia diaria de este cuarto estado de conciencia, produce una evolución rápida hacia estados más elevados de funcionamiento humano .


Mayor salud física mediante la Conciencia Trascendental:
Además de la rápida mejora en la salud psicológica, la experiencia regular de la Conciencia Trascendental también produce beneficios marcados en la salud física. Un estudio de cinco años sobre estadísticas de salud de 2.000 personas en todo Estados Unidos, que practicaban regularmente el programa de Meditación Trascendental, encontró que sus índices de hospitalización eran un 56% inferiores a la norma. La disminución era altamente significativa en las condiciones más serias, incluyendo 76% menos hospitalizaciones por cirugía mayor, 55% menos por cáncer y 87% menos por enfermedades y ataques del corazón.

Revisando estos cuatro estudios sobre la Conciencia Trascendental (respaldados por cientos de otros), se concluye que la experiencia regular de este cuarto estado de conciencia produce una evolución rápida hacia niveles más altos de funcionamiento humano, en términos de paz interior, habilidades mentales, madurez sicológica y salud fisiológica. Las descripciones Védicas de la Conciencia Trascendental, y el crecimiento profundo que proporciona la experiencia regular de este estado, han sido ambos, profundamente verificados por la ciencia moderna .

Fuentes:

http://www.pazpermanente.org/images/inside_top.gif

SABER MAS:
La investigación científica.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Etapas en el desarrollo de la consciencia.

UN ENFOQUE DESDE LA PSICOLOGÍA TRANSPERSONAL

Este artículo es fundamentalmente un resumen de los planteamientos de Ken Wilber sobre la evolución de la consciencia humana como los presenta en sus libros "Breve Historia de todas las cosas" y "Diario". En lo relacionado con la prueba científica de las etapas de desarrollo llamadas místicas, me basé en el libro, también de Wilber, "La conciencia sin fronteras", y en la introducción al libro, editado por él, "Cuestiones Cuánticas: Escritos místicos de los físicos más famosos del mundo".
También transcribo en este artículo parte de las ideas relacionadas con la evolución de la consciencia de Piaget y Kohlberg, según son presentados en los siguientes libros: Juan Delval y Ileana Enesco : "Moral, desarrollo y educación" y Ed Labinowicz, : "Introducción a Piaget - Pensamiento, Aprendizaje, enseñanza".
El enfoque de los cuatro cuadrantes aparece en el libro "Breve Historia de Todas las Cosas", de Ken Wilber, ya mencionado. Lo relacionado con el pensamiento complejo está fundamentado principalmente en la obra de Edgar Morín "Introducción al pensamiento complejo".



Una teoría del desarrollo humano debe buscar dar contestación a la difícil pregunta de cual es el potencial del hombre. La respuesta final está aún lejos de ser encontrada, pero una aproximación a las etapas del desarrollo humano basada en la evolución del propio sentido de identidad, puede ayudarnos en su obtención. Estas etapas corresponden, parcialmente, a experiencias que todos los humanos hemos vivido, cuidadosamente estudiadas entre los autores contemporáneos más conocidos, por Jean Piaget y Lawrence Kohlberg.

Modernamente Ken Wilber, un intelectual norteamericano profundamente preocupado por el conocimiento integral del ser humano, convertido en uno de los principales teórico-prácticos de la consciencia, ha contribuido en alto grado al entendimiento de los llamados estados alterados de consciencia que en su visión, coincidente con la del Budismo y otras perspectivas espirituales de oriente, corresponden a fases normales de la evolución de la consciencia humana a la que todos los hombres en algún momento de nuestro desarrollo llegaremos. Wilber une a su claridad mental, la faceta experimental de la que ha dejado testimonio en algunos de los libros de su abundante obra.

Convoco a los lectores de este trabajo de síntesis, a abrir la mente a todo que en él les parezca extraño y en particular a someterse a la práctica sistemática de la llamada meditación de vacío, en cualquiera de su modalidad, ZaZen, Meditación Trascendental, Meditación Vipassana, si desean validar con su propia experiencia lo que en algunas partes de este trabajo se plantea.

CRITERIOS PARA INTERPRETAR LAS ETAPAS DE DESARROLLO DE LA CONSCIENCIA

1- Las nueve fases del desarrollo de la consciencia que se detallan más adelante, se podrían ver como ubicadas en un continuo que comienza con la subconsciencia, pasa por la autoconsciencia y termina con la supraconsciencia.

2- La sociedad tiene un grado de consciencia determinado por el nivel promedio de consciencia de sus integrantes. El centro de gravedad cultural actúa sobre cada uno de los miembros de la sociedad tratando de subir a los que están por debajo de él y bajar los que están por encima. Es necesario vencer la atracción que impide el ascenso. En todo caso, arriba o abajo del promedio se será un marginado.

3 -Los modelos evolutivos no son lineales. Los niveles superiores trascienden e incluyen a sus predecesores. Los niveles de consciencia se pueden representar como una serie de círculos concéntricos.

4- En cada estadio se tiene una visión distinta sobre uno mismo y su relación con el entorno. En cada uno se produce una sensación diferente de identidad, de necesidades del yo y un distinto pensamiento y conducta moral. Se efectúa un cambio de paradigma desapareciendo el anterior completamente de la conciencia. A través del nuevo se reinterpretan todos los acontecimientos existenciales reescribiendo la historia desde la perspectiva del paradigma nuevo y superior. Se tiende entonces a creer que se trata de la misma visión que se ha tenido siempre, lo cual no es cierto.

5- Los procesos de avance se dan en la siguiente secuencia:

* Identificación o fusión con una determinada fase. (Uno se halla atrapado en todo aquello que no ha trascendido y en ese sentido fusión es cautiverio.)

* Diferenciación. trascendencia o desidentificación con la misma.

* Inclusión o inmersión en una nueva fase, integrando a la misma las etapas anteriores.

6- Si algo funciona mal en cualquiera de los estadios del proceso de desarrollo evolutivo, ciertos aspectos del yo pueden verse dañados o rechazados. Entre más bajo el escalón en donde se originó la patología más grave el daño, pues se tiende a continuar con la visión del mundo en el que tuvo lugar el trauma. Algunos aspectos de la personalidad pueden en consecuencia no evolucionar, quedar atrapados.

7- Ninguna persona se encuentra ubicado en un solo estadio. Es probable que se esté en un cincuenta por ciento en la fase principal, un veinticinco por cierto en la fase inferior y un veinticinco por ciento en la superior. La representación gráfica más pertinente a esta realidad sería la de una burbuja. Hay períodos de desarrollo continuo que se sobreponen. Pueden existir regresiones y saltos temporales hacia delante. La rapidez por la que se pasa por cada etapa cambia de persona a persona.

8- Se puede tener una experiencia espiritual cumbre casi en cualquiera de los estadios del propio desarrollo, mas no es posible saltarse etapas. El yo debe todavía crecer y desarrollarse lo suficiente como para poder asentarse permanentemente en esa dimensión superior más profunda. La evolución obedece leyes de desarrollo sucesivo. Una mayor velocidad de crecimiento no elimina la existencia de una secuencia de pasos o la necesidad de volver atrás para asegurarse que lo que no se haya procesado bien se integre a la nueva condición. Una cosa es vislumbrar una fase superior y otra, completamente diferente, establecerse en ella. No hay cambios que aparezcan de la noche a la mañana. Es posible, por lo tanto, acelerar el proceso evolutivo, pero no hay modo alguno de eludirlo.

9- A lo largo de todo el proceso de desarrollo se puede advertir una continua disminución del egocentrismo. La evolución del ser humano apunta hacia una permanente disminución del egoísmo. A menor evolución mayor narcisismo.

Teniendo claro lo anterior iniciemos el recorrido por las diversas etapas de la consciencia humana.


ETAPA1: INDIFERENCIACIÓN PREPERSONAL

Etapa posterior al nacimiento caracterizada por el narcisismo primario. Se le denomina también estadio oceánico, pues el yo y el mundo físico se hallan fundidos. Para el niño la cuna y sus manos son lo mismo.

Alrededor de los cuatro meses el niño comienza a diferenciar entre las sensaciones físicas de su cuerpo y las del entorno; ejemplo: muerde una sábana y no le duele, pero se muerde el pulgar y si le duele.

Las patologías que se originan en este nivel son tan severas que pueden requerir el concurso de un psiquiatra y las correspondientes prescripciones farmacológicas.


ETAPA 2: IDENTIFICACIÓN CON EL CUERPO Y SUS EMOCIONES

Es un estado egocéntrico y narcisista. Se ve el mundo como una extensión de sí mismo. Lo que el niño siente es lo que el mundo siente, lo que él ve es lo que el mundo ve; por ello cuando juega al escondite se cubre los ojos creyendo que si él no ve a los demás, los demás tampoco lo ven a él. El yo carece de fronteras emocionales. Uno es el cuerpo y sus emociones, lo que siente.

La diferenciación empieza a ocurrir entre los quince y los veinticuatro meses, se tropieza entonces con lo que Ken Wilber denomina “el terrible dos”, la identidad separada.

Las etapas 1 y 2 corresponden aproximadamente a la llamada etapa sensomotriz por Piaget. El niño no es capaz de representaciones internas (lo que usualmente consideramos como pensamiento), pero en la última parte de la etapa 2 se refleja una especie de lógica de las acciones. Como el niño no ha desarrollado el lenguaje este brote de inteligencia es preverbal.

Las patologías de este nivel constituyen el dominio de terapeutas especializados en las técnicas de reconstrucción de estructuras.

Basándose en los patrones que había observado repetidamente en diferentes situaciones. Piaget clasificó los niveles del pensamiento infantil en cuatro períodos principales:

PERIODOS

EDADES

CARACTERÍSTICAS

Periodos

Preoperatorios,

Prelógicos

Sensomotriz

Del nacimiento hasta los dos años

Coordinación de movimientos, pre-representacional y –preverbal.

Pre

operacional

De 2 a 7 años

Habilidad para representarse la acción mediante el pensamiento y el lenguaje; prelógico.

Periodos avanzados,

Pensamiento lógico

Operaciones

Concretas

De 7 a 11 años

Pensamiento lógico, pero limitado a la realidad física

Operaciones

Formales

De 11 a 15 años

Pensamiento lógico, abstracto e ilimitado.



ETAPA 3: IDENTIFICACIÓN CON LOS PROCESOS MENTALES

Las imágenes comienzan a aparecer alrededor de los siete meses. Los símbolos entre los dos y los cuatro años. Estos dos sistemas de representación de la realidad gobiernan la consciencia aproximadamente hasta los siete años. A partir de allí empiezan a emerger los conceptos en el lenguaje.

La mente compuesta por imágenes, símbolos y conceptos la denomina Piaget, estadio preoperacional. El pensamiento infantil ya no está sujeto a acciones externas y se interioriza. Las representaciones internas proporcionan el vehículo de más movilidad para la creciente inteligencia del niño. Existe un rápido desarrollo del lenguaje hablado. A pesar de tremendos adelantos en el funcionamiento simbólico, la habilidad infantil para pensar lógicamente es limitada. En esta fase uno es el pensamiento.

Las fases dos y tres corresponden a la moral preconvencional de Kohlberg. Este nivel representa la forma más primitiva de razonamiento moral. Es una moral heterónoma, pues se basa en rasgos externos a la propia conciencia orientada a satisfacer los propios deseos o constreñida a la obediencia y preocupada por el castigo. Se denomina preconvencional porque en realidad el individuo no comprende el significado y función de las normas y lo que prima en él es satisfacer sus propias necesidades o intereses, cumpliendo en lo posible todas las reglas que estén respaldadas por sanciones para evitar ser castigado.

La represión constituye la patología más típica de esta fase.


ETAPA 4: IDENTIFICACIÓN CON EL PENSAMIENTO GRUPAL

Se le puede también denominar etapa sociocétrica o etnocéntrica. Aparece a los seis o siete años de edad y llega hasta los once o catorce. En este estadio la identidad la define el rol social; por ejemplo: soy blanco, católico o judío o soy un padre, una madre, una esposa; soy administrador, psicólogo, abogado, me interesan tales cosas etc.

Hay en esta etapa capacidad para aprender y acatar reglas mentales complejas y asumir roles y lo que es crucial, ponerse en el lugar de los demás.

Hasta la fase anterior la percepción del mundo es egocéntrica, a partir de esta etapa hay una expansión de la conciencia que deriva hacia la consideración y el respeto hacia el grupo; no va sin embargo más allá de él. El niño comienza a darse cuenta que su visión no es la única que existe en el mundo, que no es solo un cuerpo sujeto a impulsos y deseos sino también un yo social que convive con otros yo sociales y que debe adaptarse a los roles socio culturales. En esa etapa el niño se vuelve más sociocéntrico, cada vez más consciente de la opinión de otros; sin embargo, el pensamiento infantil está limitado a cosas concretas en lugar de ideas. En esta fase uno es un miembro de grupo.

Esta fase coincide aproximadamente con lo que Piaget denomina estadio operacional concreto.

Corresponde en las etapas de desarrollo moral de Kohlberg a la moral convencional, frecuentemente muy conformista, que incluye la aprobación de los demás y el acatamiento a la ley y el orden. En este nivel el individuo entiende ya que una de las funciones de las normas y leyes sociales es proteger a la sociedad en su conjunto, salvaguardar el bien de todos. Por eso, lo típico de esta fase es la preocupación por respetar la ley adoptando una perspectiva de miembro de la sociedad, más allá de los individuos concretos y de los intereses particulares. Para el individuo de orientación convencional, ir contra la ley, significa poner en peligro el orden social. Hay también una intensa preocupación por obtener el respeto de las otras personas y, por tanto, por vivir de acuerdo con lo que los demás esperan de uno. Estas expectativas de los otros se identifican con las del “buen ciudadano”. La perspectiva convencional obliga a los individuos a cumplir sus “contratos” con la sociedad, esto es, todos los que derivan de su papel de ciudadano, de profesional, de esposo, de padre etcétera.

Cuando se comienza a pensar en forma diferente también se inicia un proceso de sentir diferente En esta etapa los problemas psicológicos derivan de creencias erróneas, las denominadas patologías de guión. Las terapias cognitivas de tipo interpretativo son las más eficaces para esta fase.


ETAPA 5: IDENTIFICACIÓN CON EL PROPIO PENSAMIENTO

En esta etapa empieza a emerger una perspectiva global. , que pertenece a lo colectivo del género humano, trascendiendo lo sociocéntrico. Se da entre los once y los quince años. En esta fase uno se define como un individuo con su particular manera de pensar y de sentir.

La fase anterior permite operar sobre el mundo concreto, ésta permite hacerlo sobre el pensamiento. Ya no se trata, por lo tanto, de pensar sobre las cosas del mundo, sino sobre el pensamiento mismo, posibilitando entre otras cosas la instrospección. Es la edad de la razón. El hecho de poder pensar sobre el pensamiento permite juzgar las normas. Se quiere saber qué es lo correcto, pero no solo para la familia, el propio pueblo, la propia etnia, sino para todo el mundo.

En Piaget esta fase corresponde aproximadamente al llamado período de operaciones formales, en la que se da un pensamiento lógico e ilimitado. Este nivel puede ser alcanzado sin una escolaridad muy avanzada. Se caracteriza por la habilidad para pensar más allá de la realidad concreta. En la etapa de pensamiento formal se tiene la capacidad de entender y apreciar, a nivel lógico, enunciados verbales y abstracciones simbólicas, en vez de objetos concretos únicamente.

En el desarrollo moral podría corresponder al primer estadio de lo que Kohlberg denomina etapa posconvencional. En este nivel el individuo puede o no aceptar el orden social establecido. Ello depende de que la normatividad social no viole principios morales que están por encima de ella. Por lo tanto, reconoce la necesidad de asumir responsablemente las reglas o normas que se derivan del contrato social siempre que éstas salvaguarden principios de justicia y otros derechos básicos de las personas como la vida, la libertad, la dignidad etcétera. En otras palabras, para el individuo posconvencional justicia y legalidad son aspectos de la realidad social que se pueden y se deben diferenciar y, en todo caso, ha de ser la justicia la que enmarque la legalidad, nunca a la inversa.

La patología más frecuente de este período es la crisis de identidad y su solución el uso de terapias introspectivas.


ETAPA 6: IDENTIFICACIÓN CON EL “YO”
Ken Wilber denomina al yo de esta etapa “Yo centaurico”.

Es el estadio más elevado reconocido por los investigadores más conocidos. El “yo observador”, el testigo, ha estado presente en cualesquiera de los estados anteriores de desarrollo, pero va haciéndose cada vez más evidente a medida que avanza la propia evolución. En la medida que prosigue el proceso, la consciencia va desplegando una mayor capacidad en extensión y profundidad, de observar sus procesos. Se llega así a una consciencia globalizadora e integradora en la que la persona no se identifica con sus pensamientos y sus emociones sino con el “yo” que los hace posible. La mente y el cuerpo, en consecuencia, se convierten en experiencias de un yo integrado en el que éste se experimenta como centro de consciencia capaz de pensar y sentir.

En este estadio la consciencia al comenzar a desidentificarse de la mente puede contemplarla y experimentarla hasta cierto punto como algo externo a ella. El yo se ve a sí mismo como el “programador” y a los contenidos de la mente como el “programa”. En esta etapa, por tanto, el yo se ha despojado de su identificación con el cuerpo y con la mente, los ha trascendido y los ha incorporado a su propia sensación de identidad en una experiencia de consciencia unificada emergiendo como un yo observador; es por ello que puede atestiguarlos. En esta fase se puede decir “yo soy yo”. Ken Wilber la denomina “etapa centaurica”

En las Etapas de Desarrollo Moral de Kohlberg en esta fase aparece la necesidad de desarrollar principios universales que guíen la consciencia moral equivaliendo aproximadamente al segundo estadio de la etapa posconvencional.

Según los resultados de Kohlberg, debemos concluir que la verdadera autonomía del pensamiento moral propia de esta fase, sólo la alcanzan unos pocos adultos. Kohlberg estudiando a niños, jóvenes y adultos de hasta casi cuarenta años, no encontró a ningún individuo que pudiera clasificarse como posconvencional –es decir, propiamente autónomo– antes de los veintiséis años. Por otra parte, Kohlberg admite que es más difícil alcanzar los niveles superiores de razonamiento moral que los del razonamiento lógico, entre otras cosas porque el desarrollo intelectual es una condición necesaria pero no suficiente del desarrollo moral.

Este nivel es el que, en mi opinión, más se encuentra relacionado con el nivel deseado de consciencia de la humanidad.

La preocupación por la búsqueda de sentido es el rasgo central característico de las patologías correspondientes a esta etapa, y la terapia más recomendable la existencial, ¿Quién soy yo y que hago aquí? es decir, la búsqueda del sentido de la propia vida.


ETAPA 7: IDENTIFICACIÓN CON LA NATURALEZA

A partir de esta fase se entra en las llamadas etapas místicas. En ellas se aumenta la probabilidad de ocurrencia de fenómenos considerados paranormales. Son muchas las personas que pueden entrar con cierta facilidad en estas etapas, pero vivir permanente en ella es algo completamente diferente. Abraham Maslow, uno de los psicólogos humanistas más conocidos en el campo de la administración, consideró un nivel superior a la motivación de autorrealización que denomino necesidad de fusión, correspondientes a estas fases. Es debido a este aporte temprano de Maslow por el que probablemente se le considera como uno de los precursores de la actual Psicología Transpersonal.

En la fase siete, conocida también como etapa de misticismo natural, se da una identificación con el mundo ordinario. No hay separación entre sujeto y objeto; entre uno y el mundo natural que se halla fuera, sin que ello implique la pérdida de la propia identidad separada. Dentro y fueran pierden todo significado. Se logra permanecer sereno en esta consciencia observadora contemplando en su unidad la mente y el cuerpo con todo lo que contiene el universo.

Es posible que esta etapa admita estadios; por ejemplo:
identidad con la naturaleza y posteriormente identidad con todos los seres humanos,
incorporando a ésta la identidad anterior.
Las visiones planetarias y cósmicas, podrían ser también
algunas variantes de los estados de conciencia de esta etapa.


No es solo que uno forme parte de la naturaleza sino que la naturaleza forma parte de uno, que literalmente se halla en nuestro interior, no una fibra de la red sino la totalidad de la red, se es uno con la naturaleza.

Emerge en ella el sentimiento de fraternidad universal en el que consideramos todo territorio como nuestra patria y todo hombre como nuestro hermano, nacido de la consciencia de unidad con todo lo que es. Igualmente la sensación de que todo anda bien, ya que todos los seres del universo están en el proceso evolutivo que les corresponde; se relativizan así las concepciones relacionadas con el bien y el mal. No se trata de un estado psicótico de adualismo porque se percibe con nitidez donde termina el cuerpo y comienza el entorno.


ETAPA 8: IDENTIFICACIÓN CON “DIOS”
Incorpora lo que K. Wilber denomina misticismo informe en el que todos los objetos,
incluido Dios como forma percibida, se desvanece.
El misticismo teísta, según él previo al misticismo informe,
desaparece para dejar paso a este último.
Lo anterior en mi opinión, implica una reconceptualización del significado de Dios,
asociándolo más con el vacío del que todo emana,
que con una visión antropomorfa de Él.


Corresponde a una especie de misticismo teísta. Implica la unión profunda con el sustrato de la naturaleza. Es una visión trascendente en la que la identidad se experimenta con el Dios que creamos está tras de toda la manifestación, cualquiera sea la forma en la que se le conciba; o con el vacío cuántico de donde según la Física contemporánea, todo emana.

Esta unión no se experimenta como una mera ausencia de todo, sino que por el contrario se experimenta como la plenitud más completa, un estado trascendente del ser, una plenitud. La sensación es de liberación, de no estar atado a ninguno de los objetos que desfilan frente al yo, de no estar identificado con ellos. Es en ese momento que adquiere sentido vivencial la suprema verdad de la identidad del yo con Todo lo que Es, expresada en la forma sagrada tan profunda y poco entendida en occidente, que dice “Aquiétate... y sabe: Yo soy Dios.”

El Testigo, propio de las dos primeras etapas místicas, es un estado de consciencia en la que todos los sujetos y los objetos individuales aparecen, permanecen un tiempo y terminan desvaneciéndose. Todo lo que es desfila ante el Testigo sin perturbar su serenidad. No se pierde, por lo tanto, la sensación de separatividad, aunque se tiene consciencia de la unidad que subyace tras de todas las formas.


ETAPA 9: INDIFERENCIACIÓN TRANSPERSONAL
Hay aquí una pérdida de la identidad separada
pero lejos de equivaler a una ausencia de cosciencia, como en la fase prepersonal,
se obtiene lo más cercano que podemos experimentar a la plena consciencia.
En ese sentido está más allá de la “persona”, la identidad separada,
de allí la denominación de traspersonal.
Equivale a una especie de “nirvana” en término de consciencia de unidad,
aunque no de acceso a características asociadas con Dios,
como el conocimiento y el poder universal. Se pierde al retomar la consciencia de separación.


Corresponde a lo que podría llamarse misticismo no dual. Se desvanece la sensación de ser el Testigo, la separación entre el observador y lo observado, representando un avance en relación con las etapas místicas anteriores. No se contempla la montaña como parte de uno, se es la montaña. Uno sigue siendo uno y la montaña sigue siendo la montaña, pero uno y la montaña son dos facetas de la misma experiencia, la única realidad presente en ese momento. Uno no pisa la tierra sino que es la tierra; uno no escucha la lluvia sino que es la lluvia. No se tiene una experiencia sino que uno se convierte en la experiencia nuestro yo más profundo se funde con todo lo que ocurre instante tras instante y se convierte en la resplandeciente totalidad del Universo.

Esta etapa es la liberación última de todo, una libertad que no se halla en las confusiones de la mente ni en los deseos del corazón, los miedos o las expectativas; simplemente YO SOY.


ACERCA DE LA VALIDEZ CIENTÍFICA DE LOS NIVELES DE CONSCIENCIA MÍSTICA.

Los estado de consciencia mística corresponden a experiencias ampliamente reportadas en todas las religiones y en relatos de personas que han podido penetrar temporalmente en ellos, habiendo sufrido a raíz de su experiencia una transformación radical en sus vidas.

En el Budismo la búsqueda de estos estados de conciencia corresponde a la esencia misma de su práctica espiritual. Hoy en día uno de los objetivos más preciados en la llamada Psicología Transpersonal es determinar lo que ellos son y como pueden ser alcanzados.

Las prácticas relacionadas con la obtención de la consciencia mística, como se intentará demostrar más adelante, pueden ser denominadas científicas en el sentido ortodoxo del término, pues se relacionan con un recorrido experimental a través de la propia consciencia siendo los resultados alcanzados validados por personas, que habiéndose sometido a la misma experiencia de los practicantes, examinan en función de sus propios hallazgos, los resultados obtenidos.

El Budismo en sus diversas corrientes ha sostenido desde sus inicios (563 a 480 a. c. aproximadamente) la posibilidad de acceder a estos estados de consciencia a través de la disciplina rigurosa de la llamada meditación de vacío, en la que mediante diversas técnicas de control del pensamiento es posible adquirir consciencia del yo y de la identidad de éste con lo que aparentemente está por fuera de él, porque presumiblemente forma parte de él.

William James, el padre de los sicólogos norteamericanos, insistió una y otra vez en que, nuestra conciencia normal de vigilia no es más que un tipo especial de conciencia y que por fuera de ella hay un mundo de conciencia, vasto e inexplorado, pero intensamente real.

Se cometería un grave error si se llegara a la conclusión de que las experiencias de consciencia mística son alucinaciones, ya que en su manifestación nada hay de la angustia de las visiones sicóticas.

El aspecto más fascinante de las vivencias de iluminación, propias de los estadios de consciencia mística, es que el individuo llega a sentir, mas allá de cualquier duda, que fundamentalmente es uno con todo el universo. Su sentimiento de identidad se expande mucho más allá de los estrechos confines de su mente y su cuerpo, hasta abarcar la totalidad del cosmos. El musulmán llama a esta forma de percepción “Identidad Suprema”, porque es una unión con el Todo. En general, nos referimos a ella valiéndonos de la expresión “conciencia de la unidad” o “consciencia cósmica”, una integración del yo con la totalidad del universo.

Abundan las pruebas de que este tipo de experiencia o conocimiento es el núcleo central de toda religión importante.

Esta modalidad de la percepción, esta unidad de la conciencia o identidad suprema, sostiene Ken Wilber, constituye la naturaleza y condición de todos los seres sensibles. De ser esto cierto, una asombrosa aventura nos espera a todos los seres humanos en el camino del desarrollo de nuestro propio potencial.

¿Hasta que punto estas experiencias, basadas no en creencias o deseos sino en una vivencia directa validada por otros que la han vivido y cuya evidencia es muy difícil de negar, pueden considerarse científicas?

Examinemos el significado de la palabra "ciencia". Si definimos a la ciencia simplemente como "conocimiento", las llamadas técnicas de meditación son entonces una forma de ciencia. Por el contrario, si la definimos como "conocimiento empírico-sensorial validado instrumentalmente", deja de ser científica cualquier forma de experiencia de alteración de la consciencia que podamos vivir. Quedan entonces dos salidas; a saber: Considerar los niveles místicos que hemos presentado como una forma de fe, de valores o creencias personales perfectamente válidos, ajenos a toda crítica científica, o considerarlos como no científicos en el sentido peyorativo del término.

Ahora bien, toda esta confusión, como puede observarse, descansa en gran medida en la forma como definamos a la ciencia. Para hacerlo debemos distinguir, sugiere Wilber, entre el método y el campo de la ciencia. El método científico se refiere a las formas o medios de que se vale la ciencia, sea cual sea el modo cómo entendamos ésta, para reunir hechos, datos o información, y para poder afirmar o refutar una serie de afirmaciones, confrontándolas con esos datos. En otras palabras, el método se refiere al modo como se las arregla la ciencia para reunir conocimiento. Por el contrario, el campo científico se refiere a los tipos de hechos o fenómenos que son o pueden ser objeto de investigación por parte de la ciencia, sea lo que sea lo que entendamos por ella. El método pertenece a la epistemología de la ciencia, mientras que el campo pertenece a su ontología. Por tanto, en vez de preguntarnos "¿qué entendemos por ciencia?", podemos buscar definir qué es el método científico y qué es el campo científico.

En cuanto al método científico, los textos científicos en general parecen estar de acuerdo en definirlo como un sistema de obtener conocimientos nuevos a través de la verificación de hipótesis, instrumental o experimentalmente que es susceptible de repetición, confirmación o refutación. En esencia, esto significa que el método científico abarca toda pretensión de conocimiento abierta a una validación o refutación experimental.

Wilber anota que esta definición no hace ninguna referencia al campo u objetos del método científico. Si un pretendido conocimiento, sea del campo que sea, puede ser públicamente verificado experimentalmente, ese conocimiento puede entonces ser considerado científico con toda propiedad.

En cuanto al campo científico, esta definición no afirma que sólo puedan ser susceptibles de investigación científica los objetos sensibles o físicos. No hay nada en esa definición que nos impida aplicar legítimamente el término científico a ciertas y determinables pretensiones de conocimiento en áreas o campos como la biología, la psicología, la historia, la antropología, la sociología y la espiritualidad. De hecho, eso es justamente lo que entienden los alemanes por ciencia del espíritu, ciencias que tratan de los fenómenos mentales y espirituales y eso es lo que los americanos entienden por ciencias humanas o sociales.

Lo importante en esta definición es que como acertadamente se refiere tan sólo al método y no hace ninguna referencia a su campo objetal, la línea divisoria entre lo científico y lo no-científico no es la que divide lo físico de lo metafísico, sino la que distingue entre afirmaciones experiencialmente verificables y no-verificables o puramente dogmáticas. Si la ciencia estuviera limitada al campo de los objetos físico-sensoriales, entonces ni las matemáticas, ni la lógica, ni la sicología, ni la sociología podrían ser consideradas como disciplinas científicas, en cuanto que los aspectos centrales de todas ellas no tienen carácter sensorial, ni empírico, ni físico.

Existe, por ejemplo, un modo de verificar la verdad de un teorema matemático, pero la prueba se basa, no en una evidencia sensorial, sino en una evidencia mental, es decir, en la experiencia interior de la coherencia mental existente en las proposiciones lógicas que lo integran; coherencia experiencial interna que puede ser comprobada por el pensamiento de otros matemáticos igualmente preparados, que no tiene nada que ver con una evidencia físico-sensorial. La correspondencia, o la falta de ella, puede también ser comprobada por referencia a la evidencia, ya sea mental o sensorial, según las exigencias del caso. Lo que es importante señalar es que comprobar por evidencia experiencial no significa meramente comprobar por evidencia físico-sensorial y es por eso justamente por lo que las matemáticas, la lógica, la psicología, y otras ramas parecidas pueden ser consideradas ciencias con toda propiedad.

La experiencia mística existe con no menos certeza que la experiencia psicológica o la experiencia sensorial. En ese sentido puede hablarse de la ciencia de la espiritualidad tan legítimamente como se habla de la ciencia de la biología o de la física. Por ello prácticamente todos los textos orientales relativos a la meditación contemplativa y todos los textos occidentales relativos al misticismo y a la oración interior pueden ser legítimamente considerados como tratados científicos. Contiene reglas y experimentos que, de ser seguidos correctamente, conducen a la obtención de fenómenos, o datos, de consciencia, que pueden ser fácilmente comprobados por otras personas de igual formación, lo mismo que cualquier matemático debidamente entrenado puede comprobar confirmar o rechazar, cualquier teorema de geometría.

Wilber concluye que la única batalla que merece la pena es la que se da entre lo auténtico y lo falso, no la que pueda darse entre la ciencia y la espiritualidad, en el sentido de que el criterio metodológico central, esto es, que todo pretendido conocimiento esté en último término basado en una apelación directa a la experiencia- es idéntico en todas las auténticas ciencias, sean físicas, biológicas, psicológicas o espirituales.

Basado en lo anterior sostenemos la tesis, que lo niveles de consciencia 7, 8 y 9 , pueden ser probados científicamente por todo el que quiera hacerlo, siempre y cuando decida aprender la técnica para lograrlo y someterse al entrenamiento debido. De no hacerlo perdería autoridad para criticar lo que otras han encontrado llevando a cabo el experimento que conduce a adentrarse en lo que en la etapa actual de evolución de la humanidad se consideran como estados alterados de consciencia.


EL ENFOQUE DE LOS CUATRO CUADRANTES

El enfoque que Ken Wilber llama de los cuatro cuadrantes es sumamente útil para entender y planear cambios de cualquier índole. A continuación se presenta un resumen del mismo.


Cuadrante No. 1

YO INTERNO

intencionalidad

Cuadrante No. 2

YO

YO EXTERNO

FISIOLOGÍA

CONDUCTA



Cuadrante No. 3

NOSOTROS INTERNO

PARADIGMAS

CULTURA

Cuadrante No. 4



NOSOTROS EXTERNO

INSTITUCIONES

PRÁCTICAS


INTERNOEXTERNO


Los cuadrantes 1 y 2 tienen que ver con el yo, los cuadrantes 3 y 4 con el nosotros. El 1 y el 3 con la dimensión interna, los senti-pensamientos y el 2 y el 4 con lo externo, lo conductual.

Cualquier cambio en un cuadrante implica modificaciones en los demás; así los cambios, por ejemplo en el cuadrante 1 implican cambios en el cuadrante 2, en el sistema nervioso en particular el cerebro, por ejemplo, y viceversa. Los cambios individuales del cuadrante 1 están relacionados con la cultura de la sociedad y afectan a la misma. Las instituciones y practicas sociales están determinadas por la cultura, y esta se encuentra influenciada por las instituciones y así sucesivamente. Todo esta relacionado con todo.

Tres principios del llamado pensamiento complejo de Edgar Morin, guardan relación con el enfoque de los 4 cuadrantes. Ellos son:


Principio de unión de contrarios

Los contrarios no son contrarios, son complementarios. Se puede decir que una gran verdad es aquella cuya contraria también es una gran verdad. La contradicción no parece existir en el “asunto” en si, sino en la mente de quienes lo perciben.

Esta perspectiva promueve la integración de los opuestos, sin desconocer sus diferencias.

Se puede suponer que cuando se llega a una contradicción que no ha sido posible resolver por medios lógicos o acudiendo a nuevas fuentes de información, se está ante la necesidad de esperar un avance en los conocimientos o en los métodos para analizar información, y no ante una contradicción insoluble.

En el caso del enfoque de los cuatro cuadrantes los fenómenos observados en cada uno de ellos lejos de ser excluyentes son complementarios. Se trata no de escoger entre una opción o la otra sino de integrarlas como facetas de una única realidad.


PRINCIPIO DE CAUSALIDAD CIRCULAR

Implica aceptar que en el mundo de lo biológico y lo psicosocial, los efectos retrotraen sobre sus causas volviéndose causa de las causas que los generan. Se crea así un círculo que podemos considerar vicioso o virtuoso según sus efectos frente a nuestras intenciones.

En el enfoque de los cuatro cuadrantes cada uno de ellos es simultáneamente efecto y causa de los demás.


PRINCIPIO HOLOGRÁMICO

El todo está en la parte y la parte está en el todo.

El todo no es igual a la sumatoria de las partes.

El todo es simultáneamente mayor y menor que cada una de sus partes. El todo es más que la suma de sus partes y al mismo tiempo cada parte debe subordinar algunas de sus manifestaciones al efecto unificado de la totalidad.

Cualquier cambio en una parte repercute en las demás y en el todo y cualquier cambio en el todo repercute en cada una de los partes.

Las partes no se pueden entender sin una adecuada percepción del todo y viceversa.

Es UNIDAD en la DIVERSIDAD y DIVERSIDAD en la UNIDAD.

En el enfoque de los cuatro cuadrantes toda modificación global que se quiera lograr en la sociedad o en sus instituciones sin tener en cuenta su impacto en los demás cuadrantes está condenada al fracaso.


ANEXO

NIVELES MORALES SEGÚN KOHLBERG

El psicólogo norteamericano Lawrence Kohlberg trató de establecer una secuencia de niveles en la evolución del juicio moral desde la preadolescencia hasta la edad adulta. A Kohlberg le interesaba estudiar cómo razonan las personas cuando se enfrentan con problemas o asuntos de índole moral y qué cambios se observan con la edad en el modo de concebir estos problemas.

A partir de las entrevistas que realizó durante varios años a un abundante número de niños, adolescentes y adultos, Kohlberg identificó tres formas cualitativamente diferentes de razonamiento moral; además, observó que cada una de estas formas de razonar era más probable en unas edades que en otras. Esto le llevó a proponer que el desarrollo moral sigue una secuencia ordenada en tres niveles; a saber:

1) El nivel premoral o preconvencional en el que la conducta está motivada por impulsos sociales y biológicos.
2) el nivel convencional de conducta en el que el individuo acepta, sin apenas reflexión crítica, los modelos establecidos por su grupo.
3) El nivel autónomo o posconvencional en el que la conducta es guiada por el pensamiento del individuo que juzga por sí mismo si un propósito es bueno y no acepta los modelos establecidos en su grupo sin reflexionar.

El término “convencional”, alrededor del cual gira la definición de cada nivel, significa un sometimiento a las normas, convenciones y expectativas de la sociedad y una defensa a ultranza de ellas precisamente por el hecho de que son normas y expectativas de la sociedad.

Dentro de cada nivel Kohlberg definió dos estadios sucesivos, siendo el segundo una forma más avanzada de pensamiento aunque dentro de la misma orientación moral global del nivel. (Ver para mayor claridad al final de este trabajo, el anexo Niveles morales de Kohlberg)

Niveles

Estadios

Descripción

La moralidad está gobernada por reglas externas: lo que puede suponer un castigo es malo.

Moral heterónoma pues depende de la autoridad del adulto, de la presión que éste ejerza sobre la conciencia del niño.


PRECONVENCIONAL

1. Orientación hacia el castigo y la obediencia.

El niño tiene dificultad para considerar dos puntos de vista en un asunto moral, al tener problemas para concebir las diferencias de intereses. Acepta la perspectiva de la autoridad y considera las consecuencias físicas de la acción, sin tener en cuenta la intención.

2.Orientación hedonística ingenua.

Aparece la conciencia de que pueden existir distintos puntos de vista. La acción correcta es la que satisface las propias necesidades y ocasionalmente las de los otros, pero desde un punto de vista físico y pragmático. Aparece también una idea de reciprocidad de que si hago algo por otro, el otro lo hará por mí.


La base de la moralidad es la conformidad con las normas sociales. Mantener el orden social es algo importante. Realismo moral según el cual las obligaciones y los valores están determinados por la norma independientemente del contexto y de las intenciones.


CONVENCIONAL

3. Orientación hacia el “buen chico”, “buena chica”, o la moralidad de la concordancia interpersonal.

La buena conducta es la que agrada o ayuda a los otros y es aprobada por ellos. Orientación hacia la conducta “normal”, la conducta estereotipada. Las buenas intenciones son muy importantes y se busca la aprobación de los demás, tratando de ser una “buena persona”, leal, respetable, colaborador y agradable.

4. Orientación hacia el mantenimiento del orden social.

El sujeto es capaz de tener en cuenta no solo la perspectiva de dos personas, sino la de las leyes sociales. La conducta correcta consiste en realizar el propio deber, mostrando respeto por la autoridad y el orden social establecido para nuestro bien. La moralidad sobrepasa los lazos personales y se relaciona con las leyes, que no deben desobedecerse, para poder mantener el orden social.


La moralidad se determina mediante principios y valores universales, que permiten examinar críticamente la moral de la sociedad propia. Moral autónoma. Supone una interpretación de las normas junto a una creciente capacidad para reflexionar sobre ellas y discutirlas, pudiendo no estar de acuerdo en nombre de principios generales como el de justicia.

POSCONVENCIONAL

5.Orientación hacia el “contrato social”. La orientación legislativa.

Búsqueda del espíritu de la Ley.

La acción correcta tiende a definirse en términos de derechos generales, sobre los que está de acuerdo la sociedad en su conjunto. Hay un énfasis en el punto de vista legal, pero las leyes no son eternas, sino instrumentos flexibles para profundizar en los valores morales, que pueden y deben cambiarse para mejorarlas. El contrato social supone la participación voluntaria en un sistema social aceptado, porque es mejor para uno mismo y los demás, que su carencia.


6. Orientación hacia principios éticos universales.

La acción correcta se basa en principios éticos elegidos por uno mismo que son comprensivos, racionales y universalmente aplicables. Son principios morales abstractos que trascienden las leyes, como la igualdad de los seres humanos y el respeto por la dignidad de cada persona, no son normas concretas como los Diez mandamientos. Aparece una forma abstracta de considerar las perspectivas de todas las partes y de tratar de organizarlas usando principios generales.



Kohlberg había postulado que todos los individuos, cualquiera que fuera su entorno social y cultural, se desarrollan moralmente siguiendo esta secuencia evolutiva; es decir, desde el nivel preconvencional, pasando por el convencional, hasta el posconvencional y que, por tanto, los estadios 1 y 2 del nivel posconvencional deberían ser la culminación del desarrollo moral. Para poner a prueba esta hipótesis era necesario estudiar a individuos que vivían en entornos socioculturales diferentes y, además, seguirlos durante varios años para ver si sus juicios morales cambiaban en el sentido propuesto.

Esto es lo que, en parte, hizo Kohlberg junto a varios colaboradores. En los años 50 emprendió un estudio con chicos de diez, trece y dieciséis años a los que, a partir de entonces, entrevistó regularmente cada tres o cuatro años hasta mediados de los años 70. Estos chicos diferían en cuanto a su nivel socioeconómico (bajo y medio-alto) y también en cuanto a la religión que profesaban (católica, protestante y judía). Al finalizar su estudio longitudinal, los de menor edad tenían ya treinta años y los mayores treinta y seis. La idea era observar si, conforme pasaban los años, los chicos iban avanzando hacia estadios superiores de razonamiento moral o si, por el contrario, se mantenían siempre en el mismo o incluso regresaban a estadios inferiores. En este último caso la hipótesis de una secuencia ordenada e irreversible se vería, lógicamente, rechazada y entonces no tendría sentido hablar de desarrollo moral en el sentido de una evolución universal hacia formas de razonamiento más elaboradas.

Los resultados empíricos de éste y otros estudios complementarios realizados en Estados Unidos, Israel y Turquía fueron bastante claros. El pensamiento preconvencional era la forma de razonar propia de la mayoría de los niños hasta los diez-doce años (aproximadamente el 80%). El pensamiento convencional resultó ser el nivel en el que se hallaba la inmensa mayoría de los adultos. Gracias a su estudio pudo observar que entre los veinte y veintiséis años casi el 90% de los individuos había alcanzado los estadios 3 ó 4 del nivel convencional y sólo un 10% de los de veintiséis años se encontraba en el estadio 5, propio ya de un pensamiento posconvencional. Sin embargo, ninguno de los sujetos a los que entrevistaron a lo largo de todos estos años llegó a alcanzar el último estadio del desarrollo moral, es decir el estadio 6. Además, la inmensa mayoría de ellos ni siquiera había alcanzado el estadio 1 del nivel posconvencional al llegar a la treintena.

Pocos años antes de su muerte, Kohlberg escribió varios trabajos reflexionando sobre el estadio 2 del nivel posconvencional al que no parecía acceder ninguna persona común. En uno de esos trabajos, Kohlberg reconoce que para describir este estadio se inspiró en las acciones y reflexiones morales de un pequeño grupo de personas de élite, en el sentido tanto de su formación filosófica como de su compromiso moral con la humanidad. Kohlberg cita, entre otros, a personas como Martín Luther King o Gandhi como líderes morales que representarían ese nivel superior de moralidad basada en los principios irrenunciables de justicia y derechos de las personas, y en la que se busca actuar en coherencia con ellos. Tales principios, advierte Kohlberg, no son reglas concretas como puedan ser las de los Diez Mandamientos u otros semejantes, sino guías morales abstractas que deben aplicarse en todas las situaciones en las que surge un conflicto moral.

En las teorías de Kohlberg, también se considera la posibilidad de un último nivel evolutivo en donde se generaría una especie de metaética fundamentada en un sentimiento de unidad entre sujeto y objeto equivalente en términos místicos a una identidad con el universo.

Kohlberg postula la existencia de un último nivel evolutivo que se desarrollaría en plena edad adulta sobre las bases del pensamiento posconvencional, en donde se generaría una especie de metaética fundamentada en un sentimiento de unidad entre sujeto y objeto equivalente en términos místicos a una identidad con el universo.
Sin embargo, esta último etapa iría más allá de una moral basada en el sentido de justicia que, para este autor, es el eje alrededor del cual se va construyendo la moralidad.

En la Teoría de Desarrollo Moral de Kohlberg, las fases místicas corresponderían a lo que él sugiere como una posible metaética originada en nuestra consciencia de unidad con todo lo existente. En efecto, Kohlberg sostiene que para contestar a preguntas como “¿Por qué ser moral o justo en un mundo lleno de injusticias, sufrimiento y muerte?” es necesario trascender el dominio de la justicia y adoptar una perspectiva metaética universal que puede ser religiosa o agnóstica. Desde esta perspectiva ya no habría una oposición ni dualidad entre el yo y el otro, entre el sujeto y objeto, sino un sentido de identidad con el orden cósmico y de participación en él.

Carol Gilligan, discípula de Kohlberg sostiene que el desarrollo de la conciencia moral es preciso tener en cuenta otros componentes además de la justicia, como lo son la compasión y la responsabilidad; así alcanzar la madurez no consistiría solamente en llegar a ser justos, sino también en lograr ser compasivo y capaz de responsabilizarse por los demás. (Citada por Adela Cortina en su libro "El mundo de los Valores", página 61).

Fuentes:

Por Alberto Merlano; Octubre 2000.

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