miércoles, 24 de septiembre de 2008

Etapas en el desarrollo de la consciencia.

UN ENFOQUE DESDE LA PSICOLOGÍA TRANSPERSONAL

Este artículo es fundamentalmente un resumen de los planteamientos de Ken Wilber sobre la evolución de la consciencia humana como los presenta en sus libros "Breve Historia de todas las cosas" y "Diario". En lo relacionado con la prueba científica de las etapas de desarrollo llamadas místicas, me basé en el libro, también de Wilber, "La conciencia sin fronteras", y en la introducción al libro, editado por él, "Cuestiones Cuánticas: Escritos místicos de los físicos más famosos del mundo".
También transcribo en este artículo parte de las ideas relacionadas con la evolución de la consciencia de Piaget y Kohlberg, según son presentados en los siguientes libros: Juan Delval y Ileana Enesco : "Moral, desarrollo y educación" y Ed Labinowicz, : "Introducción a Piaget - Pensamiento, Aprendizaje, enseñanza".
El enfoque de los cuatro cuadrantes aparece en el libro "Breve Historia de Todas las Cosas", de Ken Wilber, ya mencionado. Lo relacionado con el pensamiento complejo está fundamentado principalmente en la obra de Edgar Morín "Introducción al pensamiento complejo".



Una teoría del desarrollo humano debe buscar dar contestación a la difícil pregunta de cual es el potencial del hombre. La respuesta final está aún lejos de ser encontrada, pero una aproximación a las etapas del desarrollo humano basada en la evolución del propio sentido de identidad, puede ayudarnos en su obtención. Estas etapas corresponden, parcialmente, a experiencias que todos los humanos hemos vivido, cuidadosamente estudiadas entre los autores contemporáneos más conocidos, por Jean Piaget y Lawrence Kohlberg.

Modernamente Ken Wilber, un intelectual norteamericano profundamente preocupado por el conocimiento integral del ser humano, convertido en uno de los principales teórico-prácticos de la consciencia, ha contribuido en alto grado al entendimiento de los llamados estados alterados de consciencia que en su visión, coincidente con la del Budismo y otras perspectivas espirituales de oriente, corresponden a fases normales de la evolución de la consciencia humana a la que todos los hombres en algún momento de nuestro desarrollo llegaremos. Wilber une a su claridad mental, la faceta experimental de la que ha dejado testimonio en algunos de los libros de su abundante obra.

Convoco a los lectores de este trabajo de síntesis, a abrir la mente a todo que en él les parezca extraño y en particular a someterse a la práctica sistemática de la llamada meditación de vacío, en cualquiera de su modalidad, ZaZen, Meditación Trascendental, Meditación Vipassana, si desean validar con su propia experiencia lo que en algunas partes de este trabajo se plantea.

CRITERIOS PARA INTERPRETAR LAS ETAPAS DE DESARROLLO DE LA CONSCIENCIA

1- Las nueve fases del desarrollo de la consciencia que se detallan más adelante, se podrían ver como ubicadas en un continuo que comienza con la subconsciencia, pasa por la autoconsciencia y termina con la supraconsciencia.

2- La sociedad tiene un grado de consciencia determinado por el nivel promedio de consciencia de sus integrantes. El centro de gravedad cultural actúa sobre cada uno de los miembros de la sociedad tratando de subir a los que están por debajo de él y bajar los que están por encima. Es necesario vencer la atracción que impide el ascenso. En todo caso, arriba o abajo del promedio se será un marginado.

3 -Los modelos evolutivos no son lineales. Los niveles superiores trascienden e incluyen a sus predecesores. Los niveles de consciencia se pueden representar como una serie de círculos concéntricos.

4- En cada estadio se tiene una visión distinta sobre uno mismo y su relación con el entorno. En cada uno se produce una sensación diferente de identidad, de necesidades del yo y un distinto pensamiento y conducta moral. Se efectúa un cambio de paradigma desapareciendo el anterior completamente de la conciencia. A través del nuevo se reinterpretan todos los acontecimientos existenciales reescribiendo la historia desde la perspectiva del paradigma nuevo y superior. Se tiende entonces a creer que se trata de la misma visión que se ha tenido siempre, lo cual no es cierto.

5- Los procesos de avance se dan en la siguiente secuencia:

* Identificación o fusión con una determinada fase. (Uno se halla atrapado en todo aquello que no ha trascendido y en ese sentido fusión es cautiverio.)

* Diferenciación. trascendencia o desidentificación con la misma.

* Inclusión o inmersión en una nueva fase, integrando a la misma las etapas anteriores.

6- Si algo funciona mal en cualquiera de los estadios del proceso de desarrollo evolutivo, ciertos aspectos del yo pueden verse dañados o rechazados. Entre más bajo el escalón en donde se originó la patología más grave el daño, pues se tiende a continuar con la visión del mundo en el que tuvo lugar el trauma. Algunos aspectos de la personalidad pueden en consecuencia no evolucionar, quedar atrapados.

7- Ninguna persona se encuentra ubicado en un solo estadio. Es probable que se esté en un cincuenta por ciento en la fase principal, un veinticinco por cierto en la fase inferior y un veinticinco por ciento en la superior. La representación gráfica más pertinente a esta realidad sería la de una burbuja. Hay períodos de desarrollo continuo que se sobreponen. Pueden existir regresiones y saltos temporales hacia delante. La rapidez por la que se pasa por cada etapa cambia de persona a persona.

8- Se puede tener una experiencia espiritual cumbre casi en cualquiera de los estadios del propio desarrollo, mas no es posible saltarse etapas. El yo debe todavía crecer y desarrollarse lo suficiente como para poder asentarse permanentemente en esa dimensión superior más profunda. La evolución obedece leyes de desarrollo sucesivo. Una mayor velocidad de crecimiento no elimina la existencia de una secuencia de pasos o la necesidad de volver atrás para asegurarse que lo que no se haya procesado bien se integre a la nueva condición. Una cosa es vislumbrar una fase superior y otra, completamente diferente, establecerse en ella. No hay cambios que aparezcan de la noche a la mañana. Es posible, por lo tanto, acelerar el proceso evolutivo, pero no hay modo alguno de eludirlo.

9- A lo largo de todo el proceso de desarrollo se puede advertir una continua disminución del egocentrismo. La evolución del ser humano apunta hacia una permanente disminución del egoísmo. A menor evolución mayor narcisismo.

Teniendo claro lo anterior iniciemos el recorrido por las diversas etapas de la consciencia humana.


ETAPA1: INDIFERENCIACIÓN PREPERSONAL

Etapa posterior al nacimiento caracterizada por el narcisismo primario. Se le denomina también estadio oceánico, pues el yo y el mundo físico se hallan fundidos. Para el niño la cuna y sus manos son lo mismo.

Alrededor de los cuatro meses el niño comienza a diferenciar entre las sensaciones físicas de su cuerpo y las del entorno; ejemplo: muerde una sábana y no le duele, pero se muerde el pulgar y si le duele.

Las patologías que se originan en este nivel son tan severas que pueden requerir el concurso de un psiquiatra y las correspondientes prescripciones farmacológicas.


ETAPA 2: IDENTIFICACIÓN CON EL CUERPO Y SUS EMOCIONES

Es un estado egocéntrico y narcisista. Se ve el mundo como una extensión de sí mismo. Lo que el niño siente es lo que el mundo siente, lo que él ve es lo que el mundo ve; por ello cuando juega al escondite se cubre los ojos creyendo que si él no ve a los demás, los demás tampoco lo ven a él. El yo carece de fronteras emocionales. Uno es el cuerpo y sus emociones, lo que siente.

La diferenciación empieza a ocurrir entre los quince y los veinticuatro meses, se tropieza entonces con lo que Ken Wilber denomina “el terrible dos”, la identidad separada.

Las etapas 1 y 2 corresponden aproximadamente a la llamada etapa sensomotriz por Piaget. El niño no es capaz de representaciones internas (lo que usualmente consideramos como pensamiento), pero en la última parte de la etapa 2 se refleja una especie de lógica de las acciones. Como el niño no ha desarrollado el lenguaje este brote de inteligencia es preverbal.

Las patologías de este nivel constituyen el dominio de terapeutas especializados en las técnicas de reconstrucción de estructuras.

Basándose en los patrones que había observado repetidamente en diferentes situaciones. Piaget clasificó los niveles del pensamiento infantil en cuatro períodos principales:

PERIODOS

EDADES

CARACTERÍSTICAS

Periodos

Preoperatorios,

Prelógicos

Sensomotriz

Del nacimiento hasta los dos años

Coordinación de movimientos, pre-representacional y –preverbal.

Pre

operacional

De 2 a 7 años

Habilidad para representarse la acción mediante el pensamiento y el lenguaje; prelógico.

Periodos avanzados,

Pensamiento lógico

Operaciones

Concretas

De 7 a 11 años

Pensamiento lógico, pero limitado a la realidad física

Operaciones

Formales

De 11 a 15 años

Pensamiento lógico, abstracto e ilimitado.



ETAPA 3: IDENTIFICACIÓN CON LOS PROCESOS MENTALES

Las imágenes comienzan a aparecer alrededor de los siete meses. Los símbolos entre los dos y los cuatro años. Estos dos sistemas de representación de la realidad gobiernan la consciencia aproximadamente hasta los siete años. A partir de allí empiezan a emerger los conceptos en el lenguaje.

La mente compuesta por imágenes, símbolos y conceptos la denomina Piaget, estadio preoperacional. El pensamiento infantil ya no está sujeto a acciones externas y se interioriza. Las representaciones internas proporcionan el vehículo de más movilidad para la creciente inteligencia del niño. Existe un rápido desarrollo del lenguaje hablado. A pesar de tremendos adelantos en el funcionamiento simbólico, la habilidad infantil para pensar lógicamente es limitada. En esta fase uno es el pensamiento.

Las fases dos y tres corresponden a la moral preconvencional de Kohlberg. Este nivel representa la forma más primitiva de razonamiento moral. Es una moral heterónoma, pues se basa en rasgos externos a la propia conciencia orientada a satisfacer los propios deseos o constreñida a la obediencia y preocupada por el castigo. Se denomina preconvencional porque en realidad el individuo no comprende el significado y función de las normas y lo que prima en él es satisfacer sus propias necesidades o intereses, cumpliendo en lo posible todas las reglas que estén respaldadas por sanciones para evitar ser castigado.

La represión constituye la patología más típica de esta fase.


ETAPA 4: IDENTIFICACIÓN CON EL PENSAMIENTO GRUPAL

Se le puede también denominar etapa sociocétrica o etnocéntrica. Aparece a los seis o siete años de edad y llega hasta los once o catorce. En este estadio la identidad la define el rol social; por ejemplo: soy blanco, católico o judío o soy un padre, una madre, una esposa; soy administrador, psicólogo, abogado, me interesan tales cosas etc.

Hay en esta etapa capacidad para aprender y acatar reglas mentales complejas y asumir roles y lo que es crucial, ponerse en el lugar de los demás.

Hasta la fase anterior la percepción del mundo es egocéntrica, a partir de esta etapa hay una expansión de la conciencia que deriva hacia la consideración y el respeto hacia el grupo; no va sin embargo más allá de él. El niño comienza a darse cuenta que su visión no es la única que existe en el mundo, que no es solo un cuerpo sujeto a impulsos y deseos sino también un yo social que convive con otros yo sociales y que debe adaptarse a los roles socio culturales. En esa etapa el niño se vuelve más sociocéntrico, cada vez más consciente de la opinión de otros; sin embargo, el pensamiento infantil está limitado a cosas concretas en lugar de ideas. En esta fase uno es un miembro de grupo.

Esta fase coincide aproximadamente con lo que Piaget denomina estadio operacional concreto.

Corresponde en las etapas de desarrollo moral de Kohlberg a la moral convencional, frecuentemente muy conformista, que incluye la aprobación de los demás y el acatamiento a la ley y el orden. En este nivel el individuo entiende ya que una de las funciones de las normas y leyes sociales es proteger a la sociedad en su conjunto, salvaguardar el bien de todos. Por eso, lo típico de esta fase es la preocupación por respetar la ley adoptando una perspectiva de miembro de la sociedad, más allá de los individuos concretos y de los intereses particulares. Para el individuo de orientación convencional, ir contra la ley, significa poner en peligro el orden social. Hay también una intensa preocupación por obtener el respeto de las otras personas y, por tanto, por vivir de acuerdo con lo que los demás esperan de uno. Estas expectativas de los otros se identifican con las del “buen ciudadano”. La perspectiva convencional obliga a los individuos a cumplir sus “contratos” con la sociedad, esto es, todos los que derivan de su papel de ciudadano, de profesional, de esposo, de padre etcétera.

Cuando se comienza a pensar en forma diferente también se inicia un proceso de sentir diferente En esta etapa los problemas psicológicos derivan de creencias erróneas, las denominadas patologías de guión. Las terapias cognitivas de tipo interpretativo son las más eficaces para esta fase.


ETAPA 5: IDENTIFICACIÓN CON EL PROPIO PENSAMIENTO

En esta etapa empieza a emerger una perspectiva global. , que pertenece a lo colectivo del género humano, trascendiendo lo sociocéntrico. Se da entre los once y los quince años. En esta fase uno se define como un individuo con su particular manera de pensar y de sentir.

La fase anterior permite operar sobre el mundo concreto, ésta permite hacerlo sobre el pensamiento. Ya no se trata, por lo tanto, de pensar sobre las cosas del mundo, sino sobre el pensamiento mismo, posibilitando entre otras cosas la instrospección. Es la edad de la razón. El hecho de poder pensar sobre el pensamiento permite juzgar las normas. Se quiere saber qué es lo correcto, pero no solo para la familia, el propio pueblo, la propia etnia, sino para todo el mundo.

En Piaget esta fase corresponde aproximadamente al llamado período de operaciones formales, en la que se da un pensamiento lógico e ilimitado. Este nivel puede ser alcanzado sin una escolaridad muy avanzada. Se caracteriza por la habilidad para pensar más allá de la realidad concreta. En la etapa de pensamiento formal se tiene la capacidad de entender y apreciar, a nivel lógico, enunciados verbales y abstracciones simbólicas, en vez de objetos concretos únicamente.

En el desarrollo moral podría corresponder al primer estadio de lo que Kohlberg denomina etapa posconvencional. En este nivel el individuo puede o no aceptar el orden social establecido. Ello depende de que la normatividad social no viole principios morales que están por encima de ella. Por lo tanto, reconoce la necesidad de asumir responsablemente las reglas o normas que se derivan del contrato social siempre que éstas salvaguarden principios de justicia y otros derechos básicos de las personas como la vida, la libertad, la dignidad etcétera. En otras palabras, para el individuo posconvencional justicia y legalidad son aspectos de la realidad social que se pueden y se deben diferenciar y, en todo caso, ha de ser la justicia la que enmarque la legalidad, nunca a la inversa.

La patología más frecuente de este período es la crisis de identidad y su solución el uso de terapias introspectivas.


ETAPA 6: IDENTIFICACIÓN CON EL “YO”
Ken Wilber denomina al yo de esta etapa “Yo centaurico”.

Es el estadio más elevado reconocido por los investigadores más conocidos. El “yo observador”, el testigo, ha estado presente en cualesquiera de los estados anteriores de desarrollo, pero va haciéndose cada vez más evidente a medida que avanza la propia evolución. En la medida que prosigue el proceso, la consciencia va desplegando una mayor capacidad en extensión y profundidad, de observar sus procesos. Se llega así a una consciencia globalizadora e integradora en la que la persona no se identifica con sus pensamientos y sus emociones sino con el “yo” que los hace posible. La mente y el cuerpo, en consecuencia, se convierten en experiencias de un yo integrado en el que éste se experimenta como centro de consciencia capaz de pensar y sentir.

En este estadio la consciencia al comenzar a desidentificarse de la mente puede contemplarla y experimentarla hasta cierto punto como algo externo a ella. El yo se ve a sí mismo como el “programador” y a los contenidos de la mente como el “programa”. En esta etapa, por tanto, el yo se ha despojado de su identificación con el cuerpo y con la mente, los ha trascendido y los ha incorporado a su propia sensación de identidad en una experiencia de consciencia unificada emergiendo como un yo observador; es por ello que puede atestiguarlos. En esta fase se puede decir “yo soy yo”. Ken Wilber la denomina “etapa centaurica”

En las Etapas de Desarrollo Moral de Kohlberg en esta fase aparece la necesidad de desarrollar principios universales que guíen la consciencia moral equivaliendo aproximadamente al segundo estadio de la etapa posconvencional.

Según los resultados de Kohlberg, debemos concluir que la verdadera autonomía del pensamiento moral propia de esta fase, sólo la alcanzan unos pocos adultos. Kohlberg estudiando a niños, jóvenes y adultos de hasta casi cuarenta años, no encontró a ningún individuo que pudiera clasificarse como posconvencional –es decir, propiamente autónomo– antes de los veintiséis años. Por otra parte, Kohlberg admite que es más difícil alcanzar los niveles superiores de razonamiento moral que los del razonamiento lógico, entre otras cosas porque el desarrollo intelectual es una condición necesaria pero no suficiente del desarrollo moral.

Este nivel es el que, en mi opinión, más se encuentra relacionado con el nivel deseado de consciencia de la humanidad.

La preocupación por la búsqueda de sentido es el rasgo central característico de las patologías correspondientes a esta etapa, y la terapia más recomendable la existencial, ¿Quién soy yo y que hago aquí? es decir, la búsqueda del sentido de la propia vida.


ETAPA 7: IDENTIFICACIÓN CON LA NATURALEZA

A partir de esta fase se entra en las llamadas etapas místicas. En ellas se aumenta la probabilidad de ocurrencia de fenómenos considerados paranormales. Son muchas las personas que pueden entrar con cierta facilidad en estas etapas, pero vivir permanente en ella es algo completamente diferente. Abraham Maslow, uno de los psicólogos humanistas más conocidos en el campo de la administración, consideró un nivel superior a la motivación de autorrealización que denomino necesidad de fusión, correspondientes a estas fases. Es debido a este aporte temprano de Maslow por el que probablemente se le considera como uno de los precursores de la actual Psicología Transpersonal.

En la fase siete, conocida también como etapa de misticismo natural, se da una identificación con el mundo ordinario. No hay separación entre sujeto y objeto; entre uno y el mundo natural que se halla fuera, sin que ello implique la pérdida de la propia identidad separada. Dentro y fueran pierden todo significado. Se logra permanecer sereno en esta consciencia observadora contemplando en su unidad la mente y el cuerpo con todo lo que contiene el universo.

Es posible que esta etapa admita estadios; por ejemplo:
identidad con la naturaleza y posteriormente identidad con todos los seres humanos,
incorporando a ésta la identidad anterior.
Las visiones planetarias y cósmicas, podrían ser también
algunas variantes de los estados de conciencia de esta etapa.


No es solo que uno forme parte de la naturaleza sino que la naturaleza forma parte de uno, que literalmente se halla en nuestro interior, no una fibra de la red sino la totalidad de la red, se es uno con la naturaleza.

Emerge en ella el sentimiento de fraternidad universal en el que consideramos todo territorio como nuestra patria y todo hombre como nuestro hermano, nacido de la consciencia de unidad con todo lo que es. Igualmente la sensación de que todo anda bien, ya que todos los seres del universo están en el proceso evolutivo que les corresponde; se relativizan así las concepciones relacionadas con el bien y el mal. No se trata de un estado psicótico de adualismo porque se percibe con nitidez donde termina el cuerpo y comienza el entorno.


ETAPA 8: IDENTIFICACIÓN CON “DIOS”
Incorpora lo que K. Wilber denomina misticismo informe en el que todos los objetos,
incluido Dios como forma percibida, se desvanece.
El misticismo teísta, según él previo al misticismo informe,
desaparece para dejar paso a este último.
Lo anterior en mi opinión, implica una reconceptualización del significado de Dios,
asociándolo más con el vacío del que todo emana,
que con una visión antropomorfa de Él.


Corresponde a una especie de misticismo teísta. Implica la unión profunda con el sustrato de la naturaleza. Es una visión trascendente en la que la identidad se experimenta con el Dios que creamos está tras de toda la manifestación, cualquiera sea la forma en la que se le conciba; o con el vacío cuántico de donde según la Física contemporánea, todo emana.

Esta unión no se experimenta como una mera ausencia de todo, sino que por el contrario se experimenta como la plenitud más completa, un estado trascendente del ser, una plenitud. La sensación es de liberación, de no estar atado a ninguno de los objetos que desfilan frente al yo, de no estar identificado con ellos. Es en ese momento que adquiere sentido vivencial la suprema verdad de la identidad del yo con Todo lo que Es, expresada en la forma sagrada tan profunda y poco entendida en occidente, que dice “Aquiétate... y sabe: Yo soy Dios.”

El Testigo, propio de las dos primeras etapas místicas, es un estado de consciencia en la que todos los sujetos y los objetos individuales aparecen, permanecen un tiempo y terminan desvaneciéndose. Todo lo que es desfila ante el Testigo sin perturbar su serenidad. No se pierde, por lo tanto, la sensación de separatividad, aunque se tiene consciencia de la unidad que subyace tras de todas las formas.


ETAPA 9: INDIFERENCIACIÓN TRANSPERSONAL
Hay aquí una pérdida de la identidad separada
pero lejos de equivaler a una ausencia de cosciencia, como en la fase prepersonal,
se obtiene lo más cercano que podemos experimentar a la plena consciencia.
En ese sentido está más allá de la “persona”, la identidad separada,
de allí la denominación de traspersonal.
Equivale a una especie de “nirvana” en término de consciencia de unidad,
aunque no de acceso a características asociadas con Dios,
como el conocimiento y el poder universal. Se pierde al retomar la consciencia de separación.


Corresponde a lo que podría llamarse misticismo no dual. Se desvanece la sensación de ser el Testigo, la separación entre el observador y lo observado, representando un avance en relación con las etapas místicas anteriores. No se contempla la montaña como parte de uno, se es la montaña. Uno sigue siendo uno y la montaña sigue siendo la montaña, pero uno y la montaña son dos facetas de la misma experiencia, la única realidad presente en ese momento. Uno no pisa la tierra sino que es la tierra; uno no escucha la lluvia sino que es la lluvia. No se tiene una experiencia sino que uno se convierte en la experiencia nuestro yo más profundo se funde con todo lo que ocurre instante tras instante y se convierte en la resplandeciente totalidad del Universo.

Esta etapa es la liberación última de todo, una libertad que no se halla en las confusiones de la mente ni en los deseos del corazón, los miedos o las expectativas; simplemente YO SOY.


ACERCA DE LA VALIDEZ CIENTÍFICA DE LOS NIVELES DE CONSCIENCIA MÍSTICA.

Los estado de consciencia mística corresponden a experiencias ampliamente reportadas en todas las religiones y en relatos de personas que han podido penetrar temporalmente en ellos, habiendo sufrido a raíz de su experiencia una transformación radical en sus vidas.

En el Budismo la búsqueda de estos estados de conciencia corresponde a la esencia misma de su práctica espiritual. Hoy en día uno de los objetivos más preciados en la llamada Psicología Transpersonal es determinar lo que ellos son y como pueden ser alcanzados.

Las prácticas relacionadas con la obtención de la consciencia mística, como se intentará demostrar más adelante, pueden ser denominadas científicas en el sentido ortodoxo del término, pues se relacionan con un recorrido experimental a través de la propia consciencia siendo los resultados alcanzados validados por personas, que habiéndose sometido a la misma experiencia de los practicantes, examinan en función de sus propios hallazgos, los resultados obtenidos.

El Budismo en sus diversas corrientes ha sostenido desde sus inicios (563 a 480 a. c. aproximadamente) la posibilidad de acceder a estos estados de consciencia a través de la disciplina rigurosa de la llamada meditación de vacío, en la que mediante diversas técnicas de control del pensamiento es posible adquirir consciencia del yo y de la identidad de éste con lo que aparentemente está por fuera de él, porque presumiblemente forma parte de él.

William James, el padre de los sicólogos norteamericanos, insistió una y otra vez en que, nuestra conciencia normal de vigilia no es más que un tipo especial de conciencia y que por fuera de ella hay un mundo de conciencia, vasto e inexplorado, pero intensamente real.

Se cometería un grave error si se llegara a la conclusión de que las experiencias de consciencia mística son alucinaciones, ya que en su manifestación nada hay de la angustia de las visiones sicóticas.

El aspecto más fascinante de las vivencias de iluminación, propias de los estadios de consciencia mística, es que el individuo llega a sentir, mas allá de cualquier duda, que fundamentalmente es uno con todo el universo. Su sentimiento de identidad se expande mucho más allá de los estrechos confines de su mente y su cuerpo, hasta abarcar la totalidad del cosmos. El musulmán llama a esta forma de percepción “Identidad Suprema”, porque es una unión con el Todo. En general, nos referimos a ella valiéndonos de la expresión “conciencia de la unidad” o “consciencia cósmica”, una integración del yo con la totalidad del universo.

Abundan las pruebas de que este tipo de experiencia o conocimiento es el núcleo central de toda religión importante.

Esta modalidad de la percepción, esta unidad de la conciencia o identidad suprema, sostiene Ken Wilber, constituye la naturaleza y condición de todos los seres sensibles. De ser esto cierto, una asombrosa aventura nos espera a todos los seres humanos en el camino del desarrollo de nuestro propio potencial.

¿Hasta que punto estas experiencias, basadas no en creencias o deseos sino en una vivencia directa validada por otros que la han vivido y cuya evidencia es muy difícil de negar, pueden considerarse científicas?

Examinemos el significado de la palabra "ciencia". Si definimos a la ciencia simplemente como "conocimiento", las llamadas técnicas de meditación son entonces una forma de ciencia. Por el contrario, si la definimos como "conocimiento empírico-sensorial validado instrumentalmente", deja de ser científica cualquier forma de experiencia de alteración de la consciencia que podamos vivir. Quedan entonces dos salidas; a saber: Considerar los niveles místicos que hemos presentado como una forma de fe, de valores o creencias personales perfectamente válidos, ajenos a toda crítica científica, o considerarlos como no científicos en el sentido peyorativo del término.

Ahora bien, toda esta confusión, como puede observarse, descansa en gran medida en la forma como definamos a la ciencia. Para hacerlo debemos distinguir, sugiere Wilber, entre el método y el campo de la ciencia. El método científico se refiere a las formas o medios de que se vale la ciencia, sea cual sea el modo cómo entendamos ésta, para reunir hechos, datos o información, y para poder afirmar o refutar una serie de afirmaciones, confrontándolas con esos datos. En otras palabras, el método se refiere al modo como se las arregla la ciencia para reunir conocimiento. Por el contrario, el campo científico se refiere a los tipos de hechos o fenómenos que son o pueden ser objeto de investigación por parte de la ciencia, sea lo que sea lo que entendamos por ella. El método pertenece a la epistemología de la ciencia, mientras que el campo pertenece a su ontología. Por tanto, en vez de preguntarnos "¿qué entendemos por ciencia?", podemos buscar definir qué es el método científico y qué es el campo científico.

En cuanto al método científico, los textos científicos en general parecen estar de acuerdo en definirlo como un sistema de obtener conocimientos nuevos a través de la verificación de hipótesis, instrumental o experimentalmente que es susceptible de repetición, confirmación o refutación. En esencia, esto significa que el método científico abarca toda pretensión de conocimiento abierta a una validación o refutación experimental.

Wilber anota que esta definición no hace ninguna referencia al campo u objetos del método científico. Si un pretendido conocimiento, sea del campo que sea, puede ser públicamente verificado experimentalmente, ese conocimiento puede entonces ser considerado científico con toda propiedad.

En cuanto al campo científico, esta definición no afirma que sólo puedan ser susceptibles de investigación científica los objetos sensibles o físicos. No hay nada en esa definición que nos impida aplicar legítimamente el término científico a ciertas y determinables pretensiones de conocimiento en áreas o campos como la biología, la psicología, la historia, la antropología, la sociología y la espiritualidad. De hecho, eso es justamente lo que entienden los alemanes por ciencia del espíritu, ciencias que tratan de los fenómenos mentales y espirituales y eso es lo que los americanos entienden por ciencias humanas o sociales.

Lo importante en esta definición es que como acertadamente se refiere tan sólo al método y no hace ninguna referencia a su campo objetal, la línea divisoria entre lo científico y lo no-científico no es la que divide lo físico de lo metafísico, sino la que distingue entre afirmaciones experiencialmente verificables y no-verificables o puramente dogmáticas. Si la ciencia estuviera limitada al campo de los objetos físico-sensoriales, entonces ni las matemáticas, ni la lógica, ni la sicología, ni la sociología podrían ser consideradas como disciplinas científicas, en cuanto que los aspectos centrales de todas ellas no tienen carácter sensorial, ni empírico, ni físico.

Existe, por ejemplo, un modo de verificar la verdad de un teorema matemático, pero la prueba se basa, no en una evidencia sensorial, sino en una evidencia mental, es decir, en la experiencia interior de la coherencia mental existente en las proposiciones lógicas que lo integran; coherencia experiencial interna que puede ser comprobada por el pensamiento de otros matemáticos igualmente preparados, que no tiene nada que ver con una evidencia físico-sensorial. La correspondencia, o la falta de ella, puede también ser comprobada por referencia a la evidencia, ya sea mental o sensorial, según las exigencias del caso. Lo que es importante señalar es que comprobar por evidencia experiencial no significa meramente comprobar por evidencia físico-sensorial y es por eso justamente por lo que las matemáticas, la lógica, la psicología, y otras ramas parecidas pueden ser consideradas ciencias con toda propiedad.

La experiencia mística existe con no menos certeza que la experiencia psicológica o la experiencia sensorial. En ese sentido puede hablarse de la ciencia de la espiritualidad tan legítimamente como se habla de la ciencia de la biología o de la física. Por ello prácticamente todos los textos orientales relativos a la meditación contemplativa y todos los textos occidentales relativos al misticismo y a la oración interior pueden ser legítimamente considerados como tratados científicos. Contiene reglas y experimentos que, de ser seguidos correctamente, conducen a la obtención de fenómenos, o datos, de consciencia, que pueden ser fácilmente comprobados por otras personas de igual formación, lo mismo que cualquier matemático debidamente entrenado puede comprobar confirmar o rechazar, cualquier teorema de geometría.

Wilber concluye que la única batalla que merece la pena es la que se da entre lo auténtico y lo falso, no la que pueda darse entre la ciencia y la espiritualidad, en el sentido de que el criterio metodológico central, esto es, que todo pretendido conocimiento esté en último término basado en una apelación directa a la experiencia- es idéntico en todas las auténticas ciencias, sean físicas, biológicas, psicológicas o espirituales.

Basado en lo anterior sostenemos la tesis, que lo niveles de consciencia 7, 8 y 9 , pueden ser probados científicamente por todo el que quiera hacerlo, siempre y cuando decida aprender la técnica para lograrlo y someterse al entrenamiento debido. De no hacerlo perdería autoridad para criticar lo que otras han encontrado llevando a cabo el experimento que conduce a adentrarse en lo que en la etapa actual de evolución de la humanidad se consideran como estados alterados de consciencia.


EL ENFOQUE DE LOS CUATRO CUADRANTES

El enfoque que Ken Wilber llama de los cuatro cuadrantes es sumamente útil para entender y planear cambios de cualquier índole. A continuación se presenta un resumen del mismo.


Cuadrante No. 1

YO INTERNO

intencionalidad

Cuadrante No. 2

YO

YO EXTERNO

FISIOLOGÍA

CONDUCTA



Cuadrante No. 3

NOSOTROS INTERNO

PARADIGMAS

CULTURA

Cuadrante No. 4



NOSOTROS EXTERNO

INSTITUCIONES

PRÁCTICAS


INTERNOEXTERNO


Los cuadrantes 1 y 2 tienen que ver con el yo, los cuadrantes 3 y 4 con el nosotros. El 1 y el 3 con la dimensión interna, los senti-pensamientos y el 2 y el 4 con lo externo, lo conductual.

Cualquier cambio en un cuadrante implica modificaciones en los demás; así los cambios, por ejemplo en el cuadrante 1 implican cambios en el cuadrante 2, en el sistema nervioso en particular el cerebro, por ejemplo, y viceversa. Los cambios individuales del cuadrante 1 están relacionados con la cultura de la sociedad y afectan a la misma. Las instituciones y practicas sociales están determinadas por la cultura, y esta se encuentra influenciada por las instituciones y así sucesivamente. Todo esta relacionado con todo.

Tres principios del llamado pensamiento complejo de Edgar Morin, guardan relación con el enfoque de los 4 cuadrantes. Ellos son:


Principio de unión de contrarios

Los contrarios no son contrarios, son complementarios. Se puede decir que una gran verdad es aquella cuya contraria también es una gran verdad. La contradicción no parece existir en el “asunto” en si, sino en la mente de quienes lo perciben.

Esta perspectiva promueve la integración de los opuestos, sin desconocer sus diferencias.

Se puede suponer que cuando se llega a una contradicción que no ha sido posible resolver por medios lógicos o acudiendo a nuevas fuentes de información, se está ante la necesidad de esperar un avance en los conocimientos o en los métodos para analizar información, y no ante una contradicción insoluble.

En el caso del enfoque de los cuatro cuadrantes los fenómenos observados en cada uno de ellos lejos de ser excluyentes son complementarios. Se trata no de escoger entre una opción o la otra sino de integrarlas como facetas de una única realidad.


PRINCIPIO DE CAUSALIDAD CIRCULAR

Implica aceptar que en el mundo de lo biológico y lo psicosocial, los efectos retrotraen sobre sus causas volviéndose causa de las causas que los generan. Se crea así un círculo que podemos considerar vicioso o virtuoso según sus efectos frente a nuestras intenciones.

En el enfoque de los cuatro cuadrantes cada uno de ellos es simultáneamente efecto y causa de los demás.


PRINCIPIO HOLOGRÁMICO

El todo está en la parte y la parte está en el todo.

El todo no es igual a la sumatoria de las partes.

El todo es simultáneamente mayor y menor que cada una de sus partes. El todo es más que la suma de sus partes y al mismo tiempo cada parte debe subordinar algunas de sus manifestaciones al efecto unificado de la totalidad.

Cualquier cambio en una parte repercute en las demás y en el todo y cualquier cambio en el todo repercute en cada una de los partes.

Las partes no se pueden entender sin una adecuada percepción del todo y viceversa.

Es UNIDAD en la DIVERSIDAD y DIVERSIDAD en la UNIDAD.

En el enfoque de los cuatro cuadrantes toda modificación global que se quiera lograr en la sociedad o en sus instituciones sin tener en cuenta su impacto en los demás cuadrantes está condenada al fracaso.


ANEXO

NIVELES MORALES SEGÚN KOHLBERG

El psicólogo norteamericano Lawrence Kohlberg trató de establecer una secuencia de niveles en la evolución del juicio moral desde la preadolescencia hasta la edad adulta. A Kohlberg le interesaba estudiar cómo razonan las personas cuando se enfrentan con problemas o asuntos de índole moral y qué cambios se observan con la edad en el modo de concebir estos problemas.

A partir de las entrevistas que realizó durante varios años a un abundante número de niños, adolescentes y adultos, Kohlberg identificó tres formas cualitativamente diferentes de razonamiento moral; además, observó que cada una de estas formas de razonar era más probable en unas edades que en otras. Esto le llevó a proponer que el desarrollo moral sigue una secuencia ordenada en tres niveles; a saber:

1) El nivel premoral o preconvencional en el que la conducta está motivada por impulsos sociales y biológicos.
2) el nivel convencional de conducta en el que el individuo acepta, sin apenas reflexión crítica, los modelos establecidos por su grupo.
3) El nivel autónomo o posconvencional en el que la conducta es guiada por el pensamiento del individuo que juzga por sí mismo si un propósito es bueno y no acepta los modelos establecidos en su grupo sin reflexionar.

El término “convencional”, alrededor del cual gira la definición de cada nivel, significa un sometimiento a las normas, convenciones y expectativas de la sociedad y una defensa a ultranza de ellas precisamente por el hecho de que son normas y expectativas de la sociedad.

Dentro de cada nivel Kohlberg definió dos estadios sucesivos, siendo el segundo una forma más avanzada de pensamiento aunque dentro de la misma orientación moral global del nivel. (Ver para mayor claridad al final de este trabajo, el anexo Niveles morales de Kohlberg)

Niveles

Estadios

Descripción

La moralidad está gobernada por reglas externas: lo que puede suponer un castigo es malo.

Moral heterónoma pues depende de la autoridad del adulto, de la presión que éste ejerza sobre la conciencia del niño.


PRECONVENCIONAL

1. Orientación hacia el castigo y la obediencia.

El niño tiene dificultad para considerar dos puntos de vista en un asunto moral, al tener problemas para concebir las diferencias de intereses. Acepta la perspectiva de la autoridad y considera las consecuencias físicas de la acción, sin tener en cuenta la intención.

2.Orientación hedonística ingenua.

Aparece la conciencia de que pueden existir distintos puntos de vista. La acción correcta es la que satisface las propias necesidades y ocasionalmente las de los otros, pero desde un punto de vista físico y pragmático. Aparece también una idea de reciprocidad de que si hago algo por otro, el otro lo hará por mí.


La base de la moralidad es la conformidad con las normas sociales. Mantener el orden social es algo importante. Realismo moral según el cual las obligaciones y los valores están determinados por la norma independientemente del contexto y de las intenciones.


CONVENCIONAL

3. Orientación hacia el “buen chico”, “buena chica”, o la moralidad de la concordancia interpersonal.

La buena conducta es la que agrada o ayuda a los otros y es aprobada por ellos. Orientación hacia la conducta “normal”, la conducta estereotipada. Las buenas intenciones son muy importantes y se busca la aprobación de los demás, tratando de ser una “buena persona”, leal, respetable, colaborador y agradable.

4. Orientación hacia el mantenimiento del orden social.

El sujeto es capaz de tener en cuenta no solo la perspectiva de dos personas, sino la de las leyes sociales. La conducta correcta consiste en realizar el propio deber, mostrando respeto por la autoridad y el orden social establecido para nuestro bien. La moralidad sobrepasa los lazos personales y se relaciona con las leyes, que no deben desobedecerse, para poder mantener el orden social.


La moralidad se determina mediante principios y valores universales, que permiten examinar críticamente la moral de la sociedad propia. Moral autónoma. Supone una interpretación de las normas junto a una creciente capacidad para reflexionar sobre ellas y discutirlas, pudiendo no estar de acuerdo en nombre de principios generales como el de justicia.

POSCONVENCIONAL

5.Orientación hacia el “contrato social”. La orientación legislativa.

Búsqueda del espíritu de la Ley.

La acción correcta tiende a definirse en términos de derechos generales, sobre los que está de acuerdo la sociedad en su conjunto. Hay un énfasis en el punto de vista legal, pero las leyes no son eternas, sino instrumentos flexibles para profundizar en los valores morales, que pueden y deben cambiarse para mejorarlas. El contrato social supone la participación voluntaria en un sistema social aceptado, porque es mejor para uno mismo y los demás, que su carencia.


6. Orientación hacia principios éticos universales.

La acción correcta se basa en principios éticos elegidos por uno mismo que son comprensivos, racionales y universalmente aplicables. Son principios morales abstractos que trascienden las leyes, como la igualdad de los seres humanos y el respeto por la dignidad de cada persona, no son normas concretas como los Diez mandamientos. Aparece una forma abstracta de considerar las perspectivas de todas las partes y de tratar de organizarlas usando principios generales.



Kohlberg había postulado que todos los individuos, cualquiera que fuera su entorno social y cultural, se desarrollan moralmente siguiendo esta secuencia evolutiva; es decir, desde el nivel preconvencional, pasando por el convencional, hasta el posconvencional y que, por tanto, los estadios 1 y 2 del nivel posconvencional deberían ser la culminación del desarrollo moral. Para poner a prueba esta hipótesis era necesario estudiar a individuos que vivían en entornos socioculturales diferentes y, además, seguirlos durante varios años para ver si sus juicios morales cambiaban en el sentido propuesto.

Esto es lo que, en parte, hizo Kohlberg junto a varios colaboradores. En los años 50 emprendió un estudio con chicos de diez, trece y dieciséis años a los que, a partir de entonces, entrevistó regularmente cada tres o cuatro años hasta mediados de los años 70. Estos chicos diferían en cuanto a su nivel socioeconómico (bajo y medio-alto) y también en cuanto a la religión que profesaban (católica, protestante y judía). Al finalizar su estudio longitudinal, los de menor edad tenían ya treinta años y los mayores treinta y seis. La idea era observar si, conforme pasaban los años, los chicos iban avanzando hacia estadios superiores de razonamiento moral o si, por el contrario, se mantenían siempre en el mismo o incluso regresaban a estadios inferiores. En este último caso la hipótesis de una secuencia ordenada e irreversible se vería, lógicamente, rechazada y entonces no tendría sentido hablar de desarrollo moral en el sentido de una evolución universal hacia formas de razonamiento más elaboradas.

Los resultados empíricos de éste y otros estudios complementarios realizados en Estados Unidos, Israel y Turquía fueron bastante claros. El pensamiento preconvencional era la forma de razonar propia de la mayoría de los niños hasta los diez-doce años (aproximadamente el 80%). El pensamiento convencional resultó ser el nivel en el que se hallaba la inmensa mayoría de los adultos. Gracias a su estudio pudo observar que entre los veinte y veintiséis años casi el 90% de los individuos había alcanzado los estadios 3 ó 4 del nivel convencional y sólo un 10% de los de veintiséis años se encontraba en el estadio 5, propio ya de un pensamiento posconvencional. Sin embargo, ninguno de los sujetos a los que entrevistaron a lo largo de todos estos años llegó a alcanzar el último estadio del desarrollo moral, es decir el estadio 6. Además, la inmensa mayoría de ellos ni siquiera había alcanzado el estadio 1 del nivel posconvencional al llegar a la treintena.

Pocos años antes de su muerte, Kohlberg escribió varios trabajos reflexionando sobre el estadio 2 del nivel posconvencional al que no parecía acceder ninguna persona común. En uno de esos trabajos, Kohlberg reconoce que para describir este estadio se inspiró en las acciones y reflexiones morales de un pequeño grupo de personas de élite, en el sentido tanto de su formación filosófica como de su compromiso moral con la humanidad. Kohlberg cita, entre otros, a personas como Martín Luther King o Gandhi como líderes morales que representarían ese nivel superior de moralidad basada en los principios irrenunciables de justicia y derechos de las personas, y en la que se busca actuar en coherencia con ellos. Tales principios, advierte Kohlberg, no son reglas concretas como puedan ser las de los Diez Mandamientos u otros semejantes, sino guías morales abstractas que deben aplicarse en todas las situaciones en las que surge un conflicto moral.

En las teorías de Kohlberg, también se considera la posibilidad de un último nivel evolutivo en donde se generaría una especie de metaética fundamentada en un sentimiento de unidad entre sujeto y objeto equivalente en términos místicos a una identidad con el universo.

Kohlberg postula la existencia de un último nivel evolutivo que se desarrollaría en plena edad adulta sobre las bases del pensamiento posconvencional, en donde se generaría una especie de metaética fundamentada en un sentimiento de unidad entre sujeto y objeto equivalente en términos místicos a una identidad con el universo.
Sin embargo, esta último etapa iría más allá de una moral basada en el sentido de justicia que, para este autor, es el eje alrededor del cual se va construyendo la moralidad.

En la Teoría de Desarrollo Moral de Kohlberg, las fases místicas corresponderían a lo que él sugiere como una posible metaética originada en nuestra consciencia de unidad con todo lo existente. En efecto, Kohlberg sostiene que para contestar a preguntas como “¿Por qué ser moral o justo en un mundo lleno de injusticias, sufrimiento y muerte?” es necesario trascender el dominio de la justicia y adoptar una perspectiva metaética universal que puede ser religiosa o agnóstica. Desde esta perspectiva ya no habría una oposición ni dualidad entre el yo y el otro, entre el sujeto y objeto, sino un sentido de identidad con el orden cósmico y de participación en él.

Carol Gilligan, discípula de Kohlberg sostiene que el desarrollo de la conciencia moral es preciso tener en cuenta otros componentes además de la justicia, como lo son la compasión y la responsabilidad; así alcanzar la madurez no consistiría solamente en llegar a ser justos, sino también en lograr ser compasivo y capaz de responsabilizarse por los demás. (Citada por Adela Cortina en su libro "El mundo de los Valores", página 61).

Fuentes:

Por Alberto Merlano; Octubre 2000.

http://www.geocities.com/ludico_pei/ludica.gif


domingo, 21 de septiembre de 2008

Práctica para desarrollar la auto-consciencia.

El autor, partiendo de la premisa de la psicología evolutiva que establece el desarrollo de la consciencia humana, sugiere una serie de prácticas para promover el crecimiento de la auto-consciencia, según él, necesario para poder comprender y poner en práctica algunas de las recomendaciones de la moderna teoría administrativa, tales como las planteadas en el Método Harvard de Negociación, basadas en la diferenciación entre persona y problema y el respeto incondicional al ser del otro. Igualmente para poder desarrollar la llamada inteligencia emocional. Para el autor, la compasión necesaria para proyectar la labor gerencial al mejoramiento de la condición humana, solo es posible si los gerentes han alcanzado un nivel evolutivo que les permita sentir a los demás como parte de sí mismos. La tesis central de este trabajo es la imposibilidad de lograr el desarrollo humano de las empresas sin una evolución del nivel de consciencia de los gerentes. Las prácticas sugeridas pretenden propiciar el desarrollo de los líderes organizacionales.

INTRODUCCIÓN

Se entiende por auto-conSciencia, así con S intercalada, la capacidad de percatarse de uno mismo. Según el diccionario de la lengua española "La capacidad de los seres humanos de verse y reconocerse a sí mismos y de juzgar". Aparentemente en este planeta, los seres humano somos los únicos que la hemos desarrollado.

La Psicología Transpersonal enseña que la auto-consciencia humana admite grados. El nivel en el que se está, se determina según la forma en que se experimente la propia identidad; es decir, la respuesta a la pregunta ¿Quién soy? y la que se deriva de ella ¿Quiénes son mis iguales?

En términos generales se pueden identificar cinco niveles de consciencia, aunque cada uno de ellos admite subdivisiones.

Los cinco niveles presentados, que se describen en ese trabajo, se fundamentan en los planteamientos de Ken Wilber, posiblemente el teórico más conocido de la Psicología Transpersonal, principalmente en sus libros "Breve Historia de todas las cosas".

Ellos son:

1. Identidad corporal. Yo soy mi cuerpo. Dificultad de mirar como pares a otros. Cada ser humano es una isla. Se le podría denominar identidad CORPOCÉNTRICA.

2. Identidad grupal. Repitiendo una frase atribuida a Jorge Eliécer Gaitán, político colombiano asesinado en 1948, “Yo no soy un hombre, soy un pueblo.” Soy lo
que mi grupo es. Mis pares son aquellos con los que comparto una identidad
grupal, normalmente vinculada a un territorio y/o una cultura. Se le podría
denominar identidad ETNOCÉNTRICA.

3. Identidad personal. Asociada con los propios pensamientos y las emociones derivadas de los mismos. Yo soy mis senti-pensamientos. Mis iguales son los que senti-piensan como yo. Se le podría denominar identidad EGOCÉNTRICA

4. Identidad yoica: Yo soy un centro de consciencia, aquel que siente y piensa. Mis pares son todos los similares a mí, es decir las formas de vida auto-conscientes. En este caso, todos los seres humanos son mis hermanos y por ende, todo territorio es mi patria. Se le podría denominar identidad MUNDICÉNTRICA

5. Identidad Cósmica. Yo soy todo lo que es. El sentido de la propia identidad se expande abarcando al planeta con todo lo que él contiene, lo inanimado, las plantas, los animales, lo humano, después el universo y finalmente el substrato del mismo, el vacío cuántico, Dios... No se pierde en forma permanente la consciencia de separación, pero se reconoce intelectual y emocionalmente, la vinculación con un todo que trasciende e incluye al individuo. La persona
experimenta como parte de sí, lo que en etapas anteriores de consciencia, veía como fuera de sí. Se le podría denominar identidad COSMOCÉNTRICA

El paso de etapa a etapa es gradual. En cada una se experimenta el mundo de forma diferente. Los niveles superiores incorporan los inferiores, aunque percibidos de un modo distinto.

A medida que se va evolucionando en consciencia se va migrando del egoísmo al altruismo, porque la definición de lo que se es, cada vez es más amplia. El narcisismo, por lo tanto, disminuye en cada etapa, hasta desaparecer en la identidad cósmica.

Probablemente la humanidad en su conjunto se ubica en el nivel tres, la consciencia egoica, con sectores importantes en los niveles dos, de consciencia grupal, y cuatro, de consciencia yoica. Se puede estar por encima o por debajo del promedio de la sociedad en la que se vive pero, como afirma Ken Wilber, en ambos casos se es un marginado.

Muy pocas personas alcanzan actualmente el nivel cinco. Sin embargo, aunque este no corresponda a un nivel de consciencia colectivamente logrado, es posible acceder a él en forma individual. La mayor parte de las religiones lo asocian con la "iluminación" y ven deseable lograrlo a través de prácticas espirituales.

La espiritualidad está casi siempre relacionada con el quinto nivel de consciencia, en donde la percepción de la vinculación con una totalidad que nos trasciende e incluye, puede ser identificada con Dios.

Las preguntas sobre la identidad normalmente van asociadas a las de destino, ¿Qué hago aquí? Las respuestas a las mismas dan origen a religiones, mas no todas las respuestas son religiosas, ya que éstas pueden conducir a filosofías que no involucran la creencia en Dios, ni la supervivencia de la auto-consciencia después de la muerte. Tampoco el estar ubicado en el nivel de conciencia cósmica, conduce de por sí a la creencia en Dios, pues la forma de interpretar esta experiencia depende mucho del meta paradigmas, metafísica básica o cosmovisión que tengamos independientemente de que se sea o no consciente de ellos. Se entiende aquí las creencias de fondo que afloran cuando los normales acontecimientos del existir nos obligan a buscarle un sentido a la dualidad inseparable vida-muerte, con el fin de proporcionarnos un entendimiento tranquilizador sobre quiénes somos y qué hacemos aquí.

Las premisas del modelo de economía de mercado basadas en el egoísmo individual, el instinto competitivo humano y la presunta motivación económica, revaluadas por la psicología y la biología contemporánea pero aun en uso, tienen el problema de inducir una conducta colectiva centrada en el nivel tres de consciencia. El desarrollo humano, no obstante es inevitable, pues contrapone en un proceso dialéctico unas necesidades humanas que aunque interrelacionadas y cambiantes en la forma en que son concebidas, permanecen iguales en su esencia, con unos satisfactores que dependen de la sociedad en la que se vive. Por ello se puede afirmar que el progreso humano, entendido por la ONU desde 1991 como la disponibilidad de medios suficientes para satisfacer todas las necesidades humanas, está garantizado por la naturaleza, pero el camino hacia allá aunque seguro, puede ser demorado y doloroso, como la historia humana parece demostrar.

En mi trabajo como docente en Administración en los campos de la Gestión Social Corporativa con énfasis en Manejo de Conflictos, me percato que muchas de las cosas que recomiendo como prácticas administrativas sanas no son comprensibles ni practicables sino a partir de un nivel mínimo de consciencia YOICA. Por ejemplo, la responsabilidad social denominada filantrópica, nace del sentir a los demás como parte de un conjunto al que se pertenece y cuyo sufrimiento se experimenta como propio, siendo necesario hacer algo para remediarlo. De igual manera, el llamado Método Harvard de Negociación, en el que se recomienda separar a las personas del problema, es factible sólo en la medida en que no se confundan los senti-pensamientos del otro con su persona; es decir, desde el nivel de consciencia cuatro, pues desde el nivel tres, de identidad con los propios senti-pensamientos, ni siquiera se es capaz de entender la recomendación, ya que en ese estadio la persona y sus senti-pensamientos no son separables. Lo mismo sucede con las características asociadas con la llamada inteligencia emocional, pues el reconocimiento y manejo de las propias emociones exige poder tomar distancia de ellas, algo que solo es posible a partir del nivel de consciencia cuatro.

Este artículo trata de responder a la pregunta ¿Cómo se puede acceder y/o fortalecer el nivel de consciencia cuatro que frecuentemente hacen mis estudiantes, una vez explicado lo anterior.

En mis seminarios insisto en la necesidad, de desarrollar una filosofía existencial, un meta paradigma básico, cualquiera que sea, que le dé sentido de propósito a la propia vida. Dado el público al que está dirigido este artículo, muy variado en cuanto a creencias, no se adopta en el mismo una respuesta espiritual a las preguntas sobre IDENTIDAD y DESTINO, aunque tampoco se niega. Por la misma razón aunque las prácticas recomendadas son también útiles para desarrollar el nivel de consciencia cinco, se concentran sólo en el nivel cuatro, percatándonos de que el nivel cinco, supone trascender la identidad separada propia del nivel cuatro y que paradójicamente, el fortalecimiento de la instancia YOICA, podría retardar la aparición de la consciencia cósmica. Estamos, no obstante, "condenados" a evolucionar desde el nivel de consciencia que tengamos, no hay atajo que valga. En ese sentido lo que se propone en esta monografía se puede considerar como un paso en la dirección correcta en el logro de la consciencia cósmica.

Ello implica una disciplina que, en mi opinión, debe tener las siguientes características:

1. El fortalecimiento del YO, entendido como suma instancia psíquica de la personalidad humana en el actual estado de desarrollo de la humanidad, también denominado YO TESTIGO.

2. El mejoramiento del pensamiento, tanto el racional como el creativo, y de los sentimientos que son la respuesta corporal a ellos. La unión entre ambos es la que en este trabajo, se denomina senti-pensamientos.

3. La acción coherente, que viene a ser consecuencia del alineamiento de la voluntad con los senti-pensamientos.

Para lograr lo anterior se plantean cinco prácticas; ellas son:

1: Centrarse.
2: Observar sin juzgar.
3: Escucharse a sí mismo.
4: Desapegarse de resultados.
5: Aceptar y dejar ir.

Estas prácticas están interrelacionadas, lo cual implica que el fortalecimiento o debilitamiento de cualquiera de ellas incide en las demás. La uno se relaciona con el desarrollo del YO-testigo, la dos y la tres con los senti-pensamientos y la cuatro y la cinco con la acción.

Lo planteado en este trabajo pretende ser un programa de auto-desarrollo. Para ello se recomienda leerlo primero en su totalidad, buscando entender lo que en él se dice. Posteriormente dedicar un mínimo de un mes a cada práctica, hasta que se convierta en un hábito; es decir, algo que hagamos sin requerir gran esfuerzo de la voluntad. se dice que la mejor forma de hacer es ser, pero si no es posible ser, para llegar a ser lo mejor es hacer.

Todos crecemos en consciencia, hagamos o no algo al respecto, pero el desarrollo de la misma puede ser más rápido, menos vegetativo, si ayudamos a que esto sea así. Espero que la lectura de esta monografía ayude a quienes lo hagan, a tomar la decisión de trabajar en forma más consciente en su evolución como ser humano. Si tal cosa hacen, serán también mejores Gerentes.

CENTRARSE

Centrarse consiste en tomar distancia de los propios senti-pensamientos, pudiendo mirar, en forma serena, neutral, lo que acontece dentro y fuera de uno mismo. Implica la ubicación temporal en el nivel cuatro de consciencia: identidad YOICA.
Centrarse tiene dos componentes:
1 Concentrarse en el momento presente y
2 Aprender a meditar.

Concentrarse en el momento presente

Son muchos los pensadores de Oriente y Occidente que sostienen que concentrarse en el momento presente es el secreto de la paz.

El pasado es memoria y el futuro imaginación. Concentrarse en el presente quiere decir estar aquí y ahora; tener la consciencia exactamente, donde se está, no en otro lugar, en tiempo presente, no en el ayer o en el mañana. Es hacerse consciente en presente de los propios senti-pensamientos, sin compararlos con lo que anteriormente se senti-pensaba y sin desear que fuesen distintos. Concentrarse en el presente puede también entenderse como estar consciente de lo que se está haciendo. Lo opuesto a esto es la dispersión de la mente.

Volver al presente, cuando nos alejamos de él, equivale a una especie de moción de orden en la que nos conminamos a ubicarnos en el aquí y ahora concentrándonos en la actividad que estemos desarrollando. Estar consciente del momento presente significa, por ejemplo, estar de cuerpo y mente en el acto de tomarse un café, en lugar de estar pensando o haciendo simultáneamente otras cosas.

Cuanto más se viva en presente, más serenos estaremos, pues miedo, culpa, resentimiento y otras emociones perturbadoras, generalmente se dan cuando la mente se ubica en el pasado o en el futuro.

Vivir en presente no significa no pensar en algo distinto a la experiencia presente, sino concentrarse en lo que esté haciendo. Tampoco significa dejar de aprender las lecciones del pasado o no planear el futuro sino, más bien, percatarse de que ambos, pasado o futuro, sólo existen en presente, porque es en presente que los convocamos. Planear sin preocuparse por el futuro, diferenciando entre pensamiento y angustia por los resultados, es la clave. En la cuarta práctica, desapegarse de resultados, se examinará cómo hacerlo sin abandonar el presente.

En cualquier momento en que se descubra que los senti-pensamientos están apartándonos del momento presente, devolvamos el centro de atención al aquí y al ahora. Ello exige disciplinar la mente, logrando fijarla en lo que en cada momento, se esté haciendo. La existencia se percibe en forma diferente, cuando la vivimos en presente. Ensayémoslo.

Aprender a Meditar

En esencia, meditar consiste en dejar la mente vacía de senti-pensamientos.
permaneciendo conscientes de nosotros mismos.
Alcanzar el nivel cuatro de consciencia, la yoica, lo que algunos llaman ubicarse en la
posición del YO-TESTIGO, es percatarnos de que somos el programador no el
programa. La práctica más importante para lograrlo es la meditación contemplativa.

Con la experiencia de la meditación se busca comprender que se es un centro de consciencia que puede existir vacío de senti-pensamientos, sin que ello implique caer en la inconsciencia.

En etapas más avanzadas, desaparece la consciencia de un YO que observa y se llega a una fase contemplativa en la que se experimenta la unidad con todo lo que es, propia de la consciencia cósmica.

Las formas de meditar que propongo, son las que me han dado resultado. Consisten en una combinación de pensamiento y no-pensamiento, usando el pensamiento como medio para trascenderlo y llegar al no-pensamiento, sin embargo existen muchas más. El mejor sistema es el que más se adecua a nuestra personalidad. Realicemos la clase de meditación que elijamos durante al menos treinta días antes de ensayar otra, pues los efectos no se manifiestan en forma inmediata.

Una de las meditaciones de carácter auto-reflexivo más conocida, es la que busca contestar la pregunta ¿Quién soy yo?. Sugiero comenzar con ella pues la respuesta a este interrogante sólo puede provenir de una mente en silencio que, vacía de senti-pensamientos,
facilite al YO reconocerse a sí mismo.

Es imposible describir la experiencia del YO-testigo en términos verbales, tanto como lo es explicar qué es el amor. Por otra parte, cualquier contestación que se dé implica un sujeto tras la respuesta, alguien que vive la experiencia. Por tal motivo, la vía sugerida para acceder a la consciencia no condicionada por senti-pensamientos, propia del nivel cuatro, es descartar lo que no se es, facilitando así una percepción directa, experiencial, de lo que sí se es.

El primer paso para meditar es concentrarse. Busquemos un lugar propicio al silencio, adoptemos una posición cómoda y relajemos nuestro cuerpo. Acto seguido enfoquemos la atención en la respiración, haciéndonos consciente de ella, sin forzarla, cerrando los ojos y dirigiéndolos al entrecejo, hasta lograr sentirnos relajados y en paz.

A continuación, dediquémonos a buscar diversas contestaciones a la pregunta ¿Quién soy yo? Al ir obteniendo respuestas, exploremos quién es el que las está dando, quién está tras las contestaciones. Tarde o temprano con este método, adquiriremos consciencia que no somos el cuerpo, ni los roles sociales o profesionales que desempeñamos: padre, madre, hij@, espos@, médic@, etc... Tampoco las características de personalidad: alegre, triste, estudios@, deportista etc... En forma similar se descubrirá que no somos nuestros senti-pensamientos, ni actos. Detrás de todas esas formas de expresar el ser, siempre está el que tiene un cuerpo, desempeña un rol social y profesional, piensa y siente de tal o cual modo y se comporta de determinada manera, ese que esto lee.

Llegar a percibir que en esencia se es un centro de consciencia proporciona una gran fuerza pues dejamos de identificarnos con el cuerpo, grupos y senti-pensamientos.
Nos percatamos de que tenemos un cuerpo, somos uno con él, pero no somos sólo cuerpo. Pertenecemos a muchos grupos y desempeñamos múltiples roles sociales, pero podemos existir libres de cualquier papel. Tenemos senti-pensamientos, los experimentamos pero los trascendemos; se puede existir, ser, sin ellos. Hoy tenemos unos senti-pensamientos, mañana otros... estos van y vienen sin comprometer nuestra identidad básica. Teniendo en cuenta lo anterior, decir YO, cuando se trasciende la identificación con los senti-pensamientos, es convocar un poder desconocido en las etapas de conciencia anteriores a la yoica.

Otra meditación dentro de la misma línea de usar el pensamiento para trascenderlo, una vez se hayan agotado las posibilidades de la anterior, es observar los propios senti-pensamientos, fijando la atención en aquellos que vayan surgiendo en la mente, sin efectuar evaluación alguna. Una vez los hayamos identificados, volvemos al YO, a nuestro centro de observación. Con el simple hecho de darse cuenta de sus propias actividades, es decir, sin necesidad de ninguna imposición, la mente se vuelve sorprendentemente tranquila. La meta es lograr espacios cada vez más largos entre pensamiento y pensamiento. Allí en esos vacíos somos consciencia pura, vacía de senti-pensamientos.

Se recomienda meditar en forma regular. Una sesión diaria de mínimo treinta minutos o dos de veinte minutos cada una, en la mañana y en la noche.

Sentir la propia identidad, es la esencia y el inicio de cualquier apuntalamiento del nivel yoico. La interpretación que se dé a esta experiencia dependerá del meta paradigma, metafísica básica o cosmovisión de cada quién. Para unos será el descubrimiento de la unidad con Dios, como sucede en los caminos integracionistas del hinduismo advaita y del budismo. Para otros el contacto con el alma, como pasa en las vías dualistas del judaísmo, el cristianismo y el islamismo. Para los que se adhieren a un paradigma materialista, será el encuentro con el patrimonio común de la humanidad: la auto-consciencia. En todo caso, se descubrirá en cada persona a un hermano, independientemente de consideraciones de raza, grupos sociales, filosofías o religiones.

Además de la meditación, es conveniente establecer una rutina que nos recuerde frecuentemente durante el día quién se es, pudiendo entonces, desde la perspectiva privilegiada que este conocimiento otorga, permanecer más tiempo en lo que Deepak Chopra, médico de la corriente ayurvédica y reconocido maestro espiritual, llama estado de auto-referencia. Para hacerlo concentrémonos en la forma indicada anteriormente y ubiquémonos en nuestro centro, ese punto en el que encontramos paz interna. Cuando lo logremos, repitamos según su meta paradigma: yo, yo soy yo... lo que sea, que nos recuerde lo que creemos ser. Convirtámoslo en una especie de mantra, usándolo con frecuencia, repitiéndolo cuantas veces sea necesario hasta que inconscientemente, experimentemos la identificación con aquello que sentimos que somos.

Obliguémonos a mirar la existencia desde nuestro YO. Para la mayoría de nosotros dada nuestra actual etapa de desarrollo, no es posible hacerlo permanentemente, de pronto tampoco sea conveniente, pero en nuestra meditación o cuando estemos descentrados, tomemos distancia de nosotros mismos y observemos nuestra vida desde allí volviéndonos un testigo de lo que pasa en nuestra personalidad, convulsionada por múltiples y contradictorios pensamientos y emociones, pero serena en el fondo, en las profundidades en donde el YO, que somos, tiene la posibilidad de observar lo que acontece en su periferia.

No confundir el YO, como se plantea en esta práctica, con el EGO. Este, es el yo identificado con el programa, correspondiendo en consecuencia al nivel tres.

OBSERVAR SIN JUZGAR

La segunda práctica, observar sin juzgar, consiste en hacernos consciente de la experiencia, momento a momento, en el "aquí y ahora" sin la interferencia de juicios y/o reacciones mentales o emocionales; simplemente tomar nota. Por ejemplo, mirar en una obra de arte su belleza sin quedar atrapado en el deseo de poseerla, ser capaz de solamente observarla, sin describirla, evaluarla ni codiciarla.

Observar sin juzgar sólo puede efectuarse en tiempo presente; es difícil, pero no imposible. Nombrar, en particular cuando usamos adjetivos calificativos, dificulta la observación sin juicio, pues la palabra fragmenta, disocia. Además la palabra no es la cosa sino lo que esta representa y, según el contexto en que la ubiquemos, puede asumir múltiples significados. Por ello es frecuente que no vivamos la experiencia, sino lo que senti -pensemos acerca de la misma. Vivirla implica, tomar consciencia de ella, sin pensarla, sin nominarla, sin calificarla; ser uno con ella.

No se comprende lo que se juzga. Para evaluar se requiere, un deber ser contra el cual comparar lo que observamos. Para comprender es necesario suspender, por lo menos provisionalmente, el patrón normativo de referencia, pues ello implica observar, solamente observar, sin ningún proceso consciente o inconsciente de evaluación.

Consecuente con lo anterior, en asuntos humanos el juzgar impide comprender el punto de vista del otro. Si queremos entenderlo hemos de hacerlo sin juicios y, si este es imprescindible, debe hacerse sólo después de haber comprendido, no antes, y siempre acerca de la conducta, no del ser; es decir, sobre lo que el otro hace y no sobre lo que es, usando la visión propia del nivel cuatro de consciencia que mira como distintos, aunque complementarios, el individuos y sus senti-pensamientos y/o acciones.

Una de las recomendaciones más poderosas para facilitar esta práctica, es aceptar a los demás tal como son. Esto puede implicar algo más que la pasividad que proviene de la simple tolerancia. Se podría convertir en complicidad, una forma de tolerancia activa, con la vida del otro. Tal vez sea esta el modo más profundo y más bello de relación entre seres humanos que se aman.

Observar en forma no evaluativa, no sólo es necesario para comprender a los demás, sino también para aplicar la célebre y útil sentencia del oráculo de Delfos "conócete a ti mismo".

Nuestra evolución hacia formas más avanzadas de consciencia y de vida no es consecuencia de violentar nuestro ser, sino de comprender porqué hacemos lo que hacemos. Si no somos capaces de mirarnos sin evaluarnos, no podremos comprender qué es lo que en nosotros acontece.

Dejemos que el juez descanse y tratemos de ser lo que somos Esta comprensión surgida de la ausencia de evaluación, del no-juicio, puede ser profundamente transformadora de nuestros senti-pensamientos y/o actos. No necesitamos estar en permanente vigilancia sobre nosotros mismos para que nuestra conducta se ajuste a lo que creemos es lo ideal, basta comprendernos, entonces cambiaremos sin mayor esfuerzo de nuestra parte.

ESCUCHARSE A SÍ MISMO

La tercera práctica, la de escucharse a sí mismo, nos convierte en nuestros propios maestros. Ella implica encontrar dentro de uno, las respuestas a las preguntas que la vida nos plantee.

Escucharnos a nosotros mismos tiene dos componentes:
. Aprender a contactarnos con nuestro inconsciente, lo que Sigmund Freud llamo ELLO, a través de la intuición, abriéndonos a lo que nos quiera decir.
. Dialogar con nuestro súper yo.

El primero está más asociado con nuestro mundo emocional; el segundo, con el racional-normativo. Ambos implican operar desde una consciencia yoica, pues sólo desde ella podemos tomar distancia de nuestros senti-pensamientos.

El psicoanálisis nos familiarizó con la idea del inconsciente. El hecho es que no nos percatamos, no somos conscientes, de la mayor parte de nuestros senti-pensamientos. Paradójicamente son ellos, los inconscientes, los que más influyen en nuestra conducta.

Damos demasiada importancia a nuestra información consciente, descuidando la inconsciente, que representa, usando el símil del iceberg, las tres cuartas partes de nuestra mente. Pensamos demasiado y nos percibimos a nosotros mismos poco, casi nada. La utilidad del no pensar tanto, está vinculada al acceso a la consciencia no verbal de totalidad, propia de la etapa cósmica, tan valorada en el misticismo.

Lo que sabemos hoy del funcionamiento de los hemisferios cerebrales también parece indicar que lo consciente tiene más que ver con el hemisferio izquierdo, analítico y verbal, que con el derecho, globalizador y mudo. En el derecho se produce entre otras, la síntesis de la información que procesamos conscientemente con el izquierdo, pero a ésta sólo tenemos acceso mediante la percepción directa, no verbal, de la misma; en otras palabras, con lo que algunos llaman intuición entendida en este contexto como procesamiento inconsciente de información.

El significado de intuición dado por el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española es la “facultad de comprender las cosas instantáneamente, sin necesidad de razonamiento” También la define como “percepción íntima e instantánea de una idea o una verdad que aparece como evidente a quien la tiene”.

La intuición es muda, nos habla desde el silencio. El conocimiento intuitivo es algo que no necesita de palabras pues las trasciende. La meditación contemplativa de la que hemos hablado antes, es un buen entrenamiento para poder escucharla. Si no sabemos estar en silencio, se nos dificultará percibir su voz.

Análisis y síntesis se complementan funcionado en círculo, el uno alimenta al otro. Entre mejores análisis mejores síntesis y viceversa.

La otra parte de nosotros mismos a la que podemos acceder es nuestro súper yo. Él representa ese lado de nuestra personalidad que indica, según la etapa evolutiva en la que estemos, qué es lo mejor para uno. Puede ser mirado como una especie de maestro o guía interno.

La voz interior no es infalible pues se alimenta de la información que le proporcionamos, nuestra capacidad de organizarla y extraer conclusiones de ella y de los paradigmas propios de nuestra educación; pero representa, equivocada o no, lo mejor de nosotros mismos, nuestra guía más confiable hacia nuestro próximo estadio evolutivo. Tal vez por ello, la mayor parte de las religiones la consideran en asuntos de conciencia, el tribunal de última instancia.

El súper yo puede ser educado a través del diálogo, desactivando las grabaciones obsoletas que aún funcionen en él y programándolo con la información actualizada proporcionada por la propia experiencia existencial; de esta manera lo convertiremos en un aliado.

Una vez que hayamos consultado la intuición y dialogado con nuestro súper yo y llegado a una conclusión, seamos fieles a esa voz interior, y sigámosla tan impecablemente como nos sea posible, sin permitir que nada externo nos aparte de ella, pues nuestra primera obligación es ser fieles a nosotros mismos.

En la práctica, todo lo anterior implica menos pensamiento, más vacío; menos racionalidad, más instinto; más abandono, mayor confianza en las fuerzas impersonales que habitan nuestro ser. Dejar que la verdad que se halla dentro de nosotros guíe nuestro camino. Esa verdad que, vale la pena aclarar, no es la VERDAD, con mayúsculas, sino nuestra verdad, hecha a nuestra medida, ajustada a lo que somos.

Seguir este sendero es comenzar a confiar más en la voz interior cuando busquemos respuestas; es decir, depender menos de los demás (padres, amantes, amigos, colegas etc...) Ni siquiera a nuestros maestros espirituales, si los tenemos, debemos seguirlo si contradice las conclusiones a las que llegamos en la consulta interna. Cada ser humano es para sí mismo, el único maestro. Los demás son una ayuda y sus orientaciones válidas sólo en la medida en que sean refrendadas por el propio ser. La responsabilidad por nuestro crecimiento es indelegable. Este es para mí el sentido de la frase Si encuentras a Buda en tu camino, mátalo. Ella sugiere liberarnos de dogmatismos, filosofías y religiones que sean ajenas a nosotros mismos, confiando en la verdad que descubramos dentro de nuestro ser. Exigir obediencia irrestricta, sin aceptar cuestionamiento alguno, prohibiendo dudar, es uno de los signos del falso profeta.

Al tomar una decisión esperemos sentirnos totalmente identificados con ella, sin conflicto interno con la misma; solo en ese momento ejecutémosla. El estado de calma al que finalmente llegamos es sintomático de que se ha logrado la armonía interior necesaria para poder asegurar que la decisión tomada representa en ese momento existencial, lo mejor para nosotros. En la duda, abstengámonos, hasta que la paz interior producto de la decisión a la que tentativamente hagamos llegado, se haga presente.

Para Carl Rogers, destacado psicólogo contemporáneo ya fallecido, la práctica de escucharse a sí mismo, correlaciona fuertemente con la creatividad. Para él, basado en el postulado que establece que no hay dos personas iguales, el escucharnos nos torna irremediablemente creativos pues cada ser humano ve el mundo en forma diferente a cualquier otro; por consiguiente, el secreto de la creatividad radica en ser capaces de ser nosotros mismos. Para lograrlo, según sus planteamientos, debemos analizar la pertinencia de nuestros deberías, dejar de satisfacer expectativas ajenas, comenzar a auto orientarnos, y abrirnos a la experiencia. Esto, concluye, conducirá gradualmente a confiar cada vez más en lo que somos y, al proyectar nuestra propia vivencia en los otros, a aceptar también lo que los demás son.

DESAPEGARSE DE RESULTADOS

Desapegarse de resultados consiste en no hacer depender de ellos el sentirnos bien o mal. Implica darle tanto valor al proceso como a los resultados. No significa no tenerlos en cuenta o no trabajar por objetivos, sino no esclavizarnos neuróticamente a los resultados de nuestras acciones valorándonos excesivamente por nuestros logros, menospreciando nuestros esfuerzos exitosos o fallidos por alcanzarlos.

Dado que la cultura empresarial es tan dada a la evaluación por resultados, esta es una de las prácticas más difíciles de entender para gente familiarizada con la vida organizacional.

Tal vez lo primero que hay que comprender es que en el mundo en que vivimos, los resultados son consecuencia de múltiples variables interdependientes. En muchos casos no tenemos el poder necesario para lograr lo que se nos pide que logremos. Dependemos para ello no solo de la colaboración de otros, sino en ocasiones de la ocurrencia de eventos sobre los que no tenemos control alguno. En situaciones multideterminadas e interdependientes, como son buena parte de las que se dan en la vida y en las empresas, somos generalmente dueños de nuestros esfuerzos, no de nuestros resultados. Esto se evidencia más en la medida en que los propósitos son más ambiciosos e involucran mayor número de personas. El poder normalmente se encuentra fragmentado, y para lograr un determinado objetivo, debemos ser capaces no solo de unir la voluntad de quienes lo tienen, sino esperar que aquello que escapa a nuestro control, gravite a nuestro favor. La incertidumbre es característica del universo en el que vivimos y los sistemas caóticos son abundantes en él, de hecho la complejidad basada en la interdependencia de todo con todo, constituye la esencia de lo biológico y lo psico-social. La actual Teoría de la Complejidad ayuda a comprender esto.

Todo lo anterior fortalece la toma de decisiones grupales y representa un serio desafío a los tradicionales sistemas de administración por objetivos y evaluación por resultados enfocados más sobre los individuos que sobre los grupos, que normalmente sobrevaloran la capacidad de los ejecutivos de las organizaciones para lograr que las cosas sucedan de acuerdo con los deseos de la empresa.

Manfred Max Neef humanista y economista chileno ganador del premio Nóbel Alternativo de Economía en 1983, nos recomienda derivar en estado de alerta,
recordándonos que quienes sólo tienen claro el punto de partida y de llegada se pierde de lo más interesante que es el viaje en sí mismo. Hay mucha afinidad entre este planteamiento y el expresado por Constantino Kavafis en su muy conocida poesía "Itaca".

Si vas a emprender el viaje hacia Itaca, pide que tu camino sea largo, rico en experiencias y en conocimiento. A Lestrigones y a Cíclopes y al airado Poseidón nunca temas. No hallarás tales seres en tu ruta si alto es tu pensamiento y limpia la emoción de tu espíritu y tu cuerpo. A Lestrigones y a Cíclopes, ni al fiero Poseidón hallarás nunca, si no los llevas dentro de tu alma, si no es tu alma quien ante ti los pone.

Pide que tu camino sea largo, que numerosas sean las mañanas de verano en que con placer, felizmente arribes a puertos nunca vistos. Detente en los mercados de Fenicia y adquiere hermosas mercancías, madreperla y coral, y ámbar y ébano, perfumes deliciosos y diversos, cuanto puedas invierte en voluptuosos y delicados perfumes. Visita muchas ciudades de Egipto y con avidez aprende de sus sabios.

Ten siempre a Itaca en la memoria, llegar allí es tu meta, más no apresures el viaje, mejor que se extienda largos años y en tu vejez arribes a la isla con cuanto hayas ganado en el camino, sin esperar que Itaca te enriquezca. Itaca te regaló un hermoso viaje, sin ella el camino no hubieras emprendido, mas ninguna otra cosa puede darte. Aunque pobre la encuentres, no te engañará Itaca. Rico en saber y en vida, como has vuelto, comprendes ya que significan las Itacas.

Todo lo anterior correlaciona también con lo que los psicólogos denominan "tolerancia a la ambigüedad", una competencia necesaria para los que, como los administradores, trabajamos para lograr resultados en un mundo en donde la incertidumbre llegó hasta la Física, la reina de las ciencias naturales. Saber aceptarla y navegar en ella, concentrándose en los procesos, es vital para la tranquilidad y la efectividad personal.

La paradoja es que cuando soltamos el apego por los resultados y nos concentramos en el proceso, nuestro desempeño mejora. No obstante hacer lo que aquí se recomienda para mejorar la productividad, laboral o de otro tipo, viciaría la finalidad del desapego pues en la práctica, continuaríamos aferrados a los fines de nuestras acciones, pues continuaríamos valorándonos en términos de éxito / fracaso en lo que emprendamos.

Además de la comprensión de la relación entre esfuerzos y acción, en si misma liberadora, podemos reforzar esta posición mediante dos sub-prácticas adicionales; a saber:

. Definir un meta objetivo que englobe las acciones cotidianas.
. Recorrer caminos con corazón.

Veámosla brevemente.

El meta objetivo

Consiste en generar una especie de meta-propósito coincidente con la cosmovisión que hemos descrito antes, que convierta los resultados buscados en simples medios al servicio del mismo. La auto-realización, entendida como el proceso de llegar a ser lo que potencialmente se es, puede servir. En este sentido el éxito o el fracaso se convierten en maestros, porque a través de las acciones para obtener resultados aprendemos... somos más. Podemos de esta manera convivir con todo tipo de objetivos o de intencionalidades, sin sentirnos apegados a ellos y convertir en aprendizaje todo lo que vivamos.

Para los creyentes en Dios y en su intervención personal o impersonal en asuntos humanos, el aceptar su voluntad puede representar una idea equivalente.

La posición de Deepak Chopra, respecto a la posibilidad de desapegarse de los resultados, es muy interesante. Afirma que si cuando formulamos nuestros objetivos nos abrimos a la posibilidad de que no se cumplan si así lo dictan las circunstancias, o la voluntad de Dios, podemos luchar por ellos concentrándonos en los esfuerzos y sin dejar de mirar los resultados, no hacer depender de ellos nuestro valoración del éxito o el fracaso. San Ignacio de Loyola hacía desde la perspectiva cristiana, un a afirmación similar a la anterior cuando decía: "Obremos como si todo dependiera de nosotros, pero dejemos el resultado en manos de Dios".

El enfoque plasmado en el Baghavad Gita, que constituye la esencia de la filosofía del Karma Yoga de los hindúes y budistas, me parece obtiene un notable equilibrio entre proceso y fines: Mirar el futuro y luchar por construirlo según los sueños, pero sin apetecer los frutos de la acción. Si se dan bien si no, examinar porqué y modificar los fines y/o los medios, enfatizando en todos los casos el aprendizaje. El camino y lo que en él se aprende es el fin, el destino el medio. Gandhi, seguidor del sendero del Karma Yoga, afirmaba: Esfuerzo completo, victoria completa.

Coincidentes con esta orientación está el aprender a reconocer las oportunidades de crecimientos que nos ofrece la vida. Cuando nos sintamos emocionalmente inseguros, nos enfermemos, perdamos un trabajo o una relación comience a volverse inestable, detengámonos, y busquemos las lecciones que puedan estar presentes en esos hechos, en lugar de lamentarnos por no haber logrado lo que queríamos. En esta dirección puede estar un cántico de guerra de la etnia Suahili: . "Solo la lucha le da sentido a la vida, la victoria o la derrota están en manos de los dioses ¡Celebremos la lucha!"

Recorrer caminos con corazón

Esta opción está relacionada con el SER, buscando en cada experiencia existencial expresar todas las posibilidades que existan dentro de nosotros mismos. En esta orientación el hacer y el tener estarían supeditadas al ser. La vida se miraría como una especie de arte mayor, como bailar, cantar, pintar... fines en sí mismos.

Un camino con corazón, según Carlos Castaneda, es aquel cuyo recorrido es placentero en sí mismo, aunque no conduzca a ninguna parte.

Cualquier sendero que escojamos es un camino entre cantidades de caminos. En todos aprendemos, pero si sentimos que no debemos seguirlo porque sus beneficios son inferiores a sus costos, debemos abandonarlo.

Miremos cada camino con cuidado, probémoslos tantas veces como consideremos necesario. Luego hagámonos una pregunta. ¿Tiene corazón este camino? Si la respuesta es no, escojamos otro. Si tiene corazón, el camino es bueno y nos hará gozoso el viaje; si no lo tiene, generará infelicidad.

Todo lo anterior contraría la idea tan difundida, que lo que hace meritorio un camino es el esfuerzo. Lo cierto es que hasta en el campo administrativo, como lo señala Peter Drucker en su clásico libro, El ejecutivo Eficaz, lo más conveniente es construir sobre fortalezas, las propias y las de los demás; no sobre debilidades. Para ello debemos usar nuestra ventaja comparativa, es decir, aquello que hacemos bien en forma natural... lo que se nos da.

Cuando recorremos caminos con corazón fluimos. Una persona que fluye, según Mihaly Csikszentmihalyi, está completamente centrada en la acción no en los resultados de la misma, desapareciendo en esos momentos la consciencia de sí. La sensación de tiempo se distorsiona, convirtiéndose las horas en minutos. Cuando en una actividad fluimos, funcionamos a plenitud en cuerpo y mente.

La decisión de seguir un camino laboral debe responder a nuestra vocación; es decir a que en él expresemos nuestro ser, empleando nuestras fortalezas, haciendo lo que nos es natural hacer. La vocación y el desafío que nos haga emplearnos a fondo, parecen ser indispensables para convertir la tarea en un fin en sí mismo y fluir con ella. Cuando esto pasa, las sensaciones que experimentamos en el trabajo no son diferentes a las que sentimos cuando nos estamos divirtiendo. La separación entre trabajo y tiempo libre se difumina. Hacemos las cosas porque nos proporcionan una satisfacción intrínseca, inmanente a la actividad misma, no para conseguir un propósito externo pues realizarla conlleva su propia recompensa. La investigación de F.Herzberg, una de las más amplias que se han hecho en el campo de la motivación hacia el trabajo, valida lo anterior.

Es propio de nuestra naturaleza humana hacer que los sueños se conviertan en realidad. Esto podemos lograrlo poniendo el mínimo de obstáculos, ojalá ninguno, a las fuerzas naturales que fluyen dentro de nosotros. Esto equivale al Wu Wei del Taoísmo, consistente en lograr el mejor resultado a través de la comprensión de la naturaleza de aquello que deseemos intervenir, haciéndolo con el mínimo de perturbación de su esencia. "Que el Tao fluya a través de uno hasta que la vida se convierta en una danza".

El fluir se da cuando nuestros actos brotan del amor, de allí la recomendación de recorrer caminos con corazón.

Para Carlos Castaneda no es difícil saber si un camino tiene corazón o no. El problema es que no nos hacemos la pregunta y cuando por fin nos percatamos que no tiene corazón, el camino está ya a punto de matarnos. En esas circunstancias, dice Castaneda, muy pocos seres humanos examinaran críticamente lo que los motivó a recorrerlo y sólo excepcionalmente decidirán, algunos, dejar de transitarlo.

Un subproducto adicional de esta práctica es que cuando comenzamos a fluir con la propia corriente existencial, la vida parece dejar de oponérsenos porque vivimos en armonía con la forma en que nos expresamos a través de ella.

Respondamos estas dos preguntas:
- ¿Qué haríamos si no necesitáramos trabajar para vivir?
- ¿Cuál es desde ese camino, la mejor manera de servir a los demás?

Ellas nos indicarán qué caminos laborales tienen corazón para nosotros. Al contestarla, eliminemos cualquier restricción, como la económica, a fin de no limitar la calidad de las respuestas. El tema de dinero debemos tratarlo después de definir el camino, viendo cómo podemos lograr los medios que necesitamos para vivir según queramos, sin abandonar el sendero que hayamos elegido.

Cuando expresamos en el trabajo nuestra vocación y aptitudes, poniendo lo que hacemos al servicio de los demás, experimentamos la sensación de estar recorriendo un camino con corazón, fluyendo con él.

ACEPTAR... Y DEJAR IR

Aceptar... y dejar ir, significa dejar de pelear con la vida, aceptando a las personas, las situaciones, las circunstancias y los hechos tal como se den, incluidas decisiones y acciones del pasado, lo “malo”, así como lo “bueno”. También significa no culpar a nadie ni a nada, ni siquiera a nosotros mismos, de la situación negativa que en un momento dado podamos estar viviendo. Esto estimula la capacidad de dar una respuesta creativa a la vida, tal como es, en el aquí y en el ahora. Implica saber renunciar no aferrándonos a aquello que la razón nos dice es, en nuestras circunstancias, imposible o muy costoso de lograr.

Aceptar... y dejar ir, es liberarse del pasado, dejarlo atrás, con el objeto de poder comenzar a experimentar la vida tal como es en presente, empezando entre otras, a aceptarnos como somos con todo lo que consideramos nuestras imperfecciones.

No es sencillo. ¿Cómo saber cuando es bueno luchar y cuándo aceptar y dejar ir? Una conocida oración, la de los Agentes de Cambio, nos puede ayudar a decidir. En ella se pide a Dios fortaleza para aceptar lo que al cambio se resista, aceptación de lo inmodificable y sabiduría para reconocer la diferencia.

Cooperemos con lo inevitable, ayudando a que sea lo que ha de ser.

Una de las nobles verdades de Buda, tal vez la más conocida, es que el deseo, es decir las expectativas, son la causa del sufrimiento. La segunda dice que la forma de extinguir el sufrimiento es eliminando el deseo. Cuando dejamos de esperar que las cosas sean distintas a lo que son comenzamos a transitar el sendero de la paz interior. Si dejamos de luchar y de resistirnos a lo inevitable, viviremos plenamente el presente, permaneciendo abiertos a todas las opciones sin aferrarnos rígidamente a ninguna de ellas.

Siempre que enfrentemos cualquier evento recordemos:
Este momento es como debe ser. Esto es así porque en la vida no parece haber premios ni castigos decretados por una entidad externa a nosotros mismos, sólo consecuencias de nuestros propios actos. Busquemos explicaciones más que culpas, tratando de aprender de todo lo que nos pase, renunciando incluso a entender, si no nos es posible explicarnos por qué algo sucedió como sucedió. Para todo lo que nos pase hay razones que, bien aprovechadas, trabajan en favor de nuestra auto-realización. En cada problema hay un principio de oportunidad, que nos permite transformar cualquier circunstancia adversa, en algo positivo.

No hay nada que no se pueda aceptar, incluso la propia falta de aceptación.

EPILOGO

A medida que avanzamos con estas prácticas, evolucionamos hacia una mayor madurez y nos sentimos más tranquilos frente a nosotros mismos y a los demás, más sanos mental y hasta físicamente. Podemos desprendernos de nuestros senti-pensamientos
y verlos desde afuera, cesando nuestra identificación con ellos. Adquirimos también un gran poder de auto-transformación, porque al desidentificarnos de nuestros senti-pensamientos, los podemos manejar en forma más consciente.

En el nivel YOICO nos damos cuenta de la unidad del género humano pues, más allá de grupos de pertenencia y de distintas formas de senti-pensar, somos capaces de percibir toda forma de vida auto consciente como nuestro hermano. Comenzamos en ese momento a abrirnos al siguiente nivel: la consciencia cósmica, percatándonos de nuestra unidad con todo lo que aparentemente está por fuera de nosotros porque forma parte de nosotros. De esta consciencia cósmica surge el amor y la compasión por todo lo que existe. Nos damos cuenta entonces, a nivel no sólo intelectual sino emocional, de que todo está interrelacionado con todo. Nuestro pensamiento se vuelve sistémico de forma natural y nuestro amor se extiende sin fronteras a todos los seres.

Tener empatía es sentir como propio el dolor de los demás. De ahí la necesidad de hacer algo para calmar su sufrimiento: Si ellos sufren también yo sufro, si su sufrimiento se calma, también el mío lo hará. No tenemos que hacer grandes cosas para ayudar, sino más bien encontrar quiénes somos, y servir a los demás en el escenario y en las circunstancias que la vida nos haya colocado. Estar allí puede ser suficiente.

Desarrollar la capacidad de ocupar la posición del Testigo, o Yo que observa, es la forma más rápida de aprender a ser consciente. Esta es una meta muy alta para el actual estado evolutivo de la humanidad, de modo que es útil recordar las palabras de Einstein, citado por Joan Borysenko: "Nadie puede lograr el objetivo del propio desarrollo a cabalidad pero el esfuerzo por alcanzarlo es, en sí mismo, una parte de la liberación y un fundamento de la seguridad interior".

Insistamos en realizar las cinco prácticas incluidas en esta monografía. Ensayémoslas aún cuando resulten difíciles y pensemos que no nos están funcionando.

Fui durante doce años continuos Vicepresidente Administrativo de la Empresa Colombiana de Petróleo, teniendo a mi cargo la gestión humana de la organización. Al fin de ellos arraigaba en mi la convicción que la empresa lo que necesitaba fundamentalmente eran buenos seres humanos. Hoy en términos de la Psicología Transpersonal podemos definir lo que ello significa y también como medirlo. Nuestra esperanza de tener unas organizaciones más conscientemente centradas en el bienestar de los seres humanos, exige que trabajemos por seleccionar y propiciar el desarrollo de personas capaces de lograr fines empresariales dentro de las restricciones que impone nuestra propia humanidad. En un mundo de organizaciones como el de hoy, el desarrollo se produce fundamentalmente en las empresas, a ellas dedicamos la mayor parte de nuestra vida. Todo lo que hagamos por aprovechar las experiencias que se viven a través de ellas, para crecer como individuos y miembros de la sociedad humana, es un esfuerzo que bien vale la pena hacer.

Nadie da lo que no tiene, si nosotros no nos tomamos en serio la tarea de propiciar nuestro propio proceso evolutivo, no podremos promover en forma inteligente la evolución de las organizaciones de las que formemos parte. Trabajar en la dirección de nuestro propio crecimiento es una obligación esencial si deseamos tener un sistema social y económico que haga cada más del hombre, el centro consciente de sus actividades.

Espero que este trabajo contribuya en algo a lograr este propósito.


Fuentes:

Por Alberto Merlano.

Administrador de Negocios de EAFIT. MBA Universidad del Valle.
Consultor en Gestión Social Corporativa con énfasis en Manejo de Conflictos.
Profesor de planta de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes, Bogotá D.C. y Profesor Visitante de la Universidad del Norte de Barranquilla


Técnica de la Mente Dinámica.

Ayúdate a tí mismo con Mente Dinámica

1. Selecciona el problema físico, emocional o mental que quieres resolver.
2. Pon las manos juntas, con las puntas de los dedos tocándose.
3. Haz la siguiente afirmación, en voz alta o en silencio: "Tengo un problema y eso puede cambiar; quiero que el problema se vaya."
4. Con dos o tres dedos golpea ligeramente siete (7) veces cada uno de los siguientes puntos: el centro de tu pecho, el área exterior entre el pulgar y el dedo índice de ambas manos; el hueso en la base del cuello.
5. Inhala con tu atención enfocada en la parte superior de tu cabeza; exhala con tu atención en los dedos de tus pies.
6. Los síntomas pueden cambiar en intensidad, ubicación o tipo. Repite los pasos anteriores para contínuo beneficio.

¿QUÉ ES ESTA TÉCNICA?

La Técnica de la Mente Dinámica, o TMD, es un método seguro, fácil y efectivo de curar basado en una mezcla de palabras, tacto, respiración y algunas veces, imágenes. Ha sido diseñado para que la mayoría de las personas puedan usarlo para ayudar a aliviar la mayoría de sus problemas la mayor parte de las veces en menos de una hora. Se puede utilizar en combinación con otros tratamientos para ayudar a las personas con todo tipo de enfermedades y hacerlo en varias ocasiones.

Toda curación proviene del interior. TMD por sí sola no alivia nada, pero ayuda a preparar la mente y el cuerpo para que la curación pueda ocurrir más fácilmente. Se ha probado que ha sido muy efectiva como un apoyo en la curación de una variedad muy amplia de problemas físicos, emocionales y mentales, y hay un grupo internacional de practicantes que la están probando frente una variedad más de enfermedades.

TMD se puede utilizar por sí sola o en combinación con otros métodos de curación convencionales, complementarios o de alternativa. Se puede usar con niños y con adultos y también ha sido utilizada con mucho éxito en la curación de animales.

La Técnica de la Mente Dinámica es sencilla de aprender y de usar. No es necesario aceptar algún sistema de creencias o de filosofía para que funcione; de hecho funcionará aunque no se crea en ella. Sin embargo, una actitud activamente negativa disminuirá su efectividad. La puedes utilizar para tí mismo o compartirla con tu familia, amigos o con aquellos que tengan necesidad.

¿CÓMO FUNCIONA?

La efectividad de la Técnica de la Mente Dinámica se basa en una teoría de que todo problema físico, emocional o mental está relacionado con la tensión excesiva del cuerpo. La teoría sugiere que la tensión se acumula en capas, con puntos focales que producen síntomas específicos. La curación comienza a ocurrir cuando se relajan las capas de tensión.

De acuerdo con esta misma teoría, cuando el cuerpo está en un estado de tensión dinámica - una especie de ola de ciclos de tensión y relajamiento - el cuerpo inmediata y automáticamente entra en un módulo de curación cuando encuentra alguna tensión extraña. Siempre y cuando se mantenga el estado dinámico, la curación es muy rápida. Durante este mismo estado la mente se recupera con rapidez de cualquier tensión y los trastornos emocionales son temporales y moderados.

Si el cuerpo entra a un estado de tensión estática - un ciclo de edificación de murallas de resistencia incrementadas - entonces se inhibe la respuesta de curación, permitiendo que florezcan las enfermedades y el malfuncionamiento, la confusión y el pensamiento negativo, o la ira y el temor. Cualquier método que ayude a que el cuerpo cambie de un estado de tensión estática a uno de tensión dinámica liberará o estimulará la respuesta natural curativa del cuerpo.

No se tiene que aceptar la teoría para utilizar efectivamente la Técnica Dinámica.

¿POR QUÉ FUNCIONA?

Cada segmento de la Técnica de la Mente Dinámica es en sí una técnica distinta de curación. Aunque la fuente específica de estas técnicas provenga de una antigua tradición hawaiana, se encuentran técnicas similares en muchas otras partes del mundo. Se trata del efecto combinado y acumulativo de estas técnicas lo que produce los resultados sorprendentemente rápidos de TMD.

La Posición de las Manos

Se comienza la Técnica de la Mente Dinámica poniendo ambas manos juntas con solo la punta de los dedos tocándose, como si tuvieran una pelota en medio. Es una posición usada en algunos tipos de meditación para ayudar a inducir el relajamiento. Tiene también el beneficio de servir como una señal subconsciente de que un proceso de curación está por comenzar. En la práctica, la Posición de las Manos debe mantenerse durante todo el proceso con excepción del segmento de tacto.

La Afirmación

La Afirmación Básica de la Mente Dinámica, compuesta por tres partes, no es una petición ni aserción. En realidad es el reconocimiento de un problema, una declaración de expectativas y un mandato específico. Analicemos la Declaración Básica de la siguiente manera:

"Tengo un problema…" Es el reconocimiento de que existe algún problema. Funciona mejor si el problema se define claramente en términos de síntomas, intensidad, sensación y ubicación. El simple reconocimiento inclusive inicia a menudo el proceso de relajación.

"…y eso puede cambiar." Es una declaración de expectativas, de que el problema no es permanente y de que el alivio es posible; es una idea que también es relajante.

"Quiero que el problema se vaya." Este es un mandato. Si quieres pensar que lo diriges al cuerpo, al subconsciente o cualquier otra cosa, no importa. Cuando expresas un mandato que te das a tí mismo, comienza en cierta forma a surtir efecto. Esta directiva básica fue elegida porque funciona para la mayoría de las personas casi siempre.

Se puede modificar cualquier parte de la Afirmación para que produzca mayor efecto. A continuación sigue lo que ayuda a una mayor efectividad.

El Tacto

Cuando se toca el cuerpo en cualquier lugar, se estimula una respuesta de energía que afecta todo sistema físico, mental y emocional. Al tocar el cuerpo en ciertas partes y en cierta manera se puede evocar una respuesta específica que es tanto relajante como vigorizante al mismo tiempo.

La Mente Dinámica utiliza cuatro áreas específicas del cuerpo para el segmento del Tacto de la Técnica en la siguiente secuencia:

1. El área del timo en el centro del pecho. Es sabido que el tocar en cierta forma esta área ayuda a aliviar la ansiedad, relaja los músculos del pecho y de los pulmones y estimula al sistema inmune.
2. Los puntos HOKU de ambas manos. Estos puntos, muy conocidos en la acupuntura china, se estimulan a menudo para alivio de dolores de cabeza y se consideran que tienen un efecto revitalizante en todo el cuerpo. Están ubicados en el área dónde se forman líneas entre el pulgar y el dedo índice.
3. La 7a. vértebra cervical (la joroba ósea en la parte superior de la espina/base del cuello.) En el trabajo hawaiano del cuerpo, el estímulo a esta área es considerado como que tiene efecto revitalizante y relajante en la parte superior del cuerpo, espina dorsal y en el área pélvica.
4. Se podrían haber utilizado otros puntos o áreas, sin embargo éstas tienen la ventaja de que abarcan el frente, los costados y la parte posterior del cuerpo y son fáciles de alcanzar. Cada uno de estos puntos es altamente efectivo, ya sea que se utilice sólo y aún más cuando se utilizan juntos. Es necesario sólamente tocar el área general de los puntos antes mencionados para obtener el efecto adecuado. No se requiere ni masaje ni presión fuerte.

En general la Técnica de la Mente Dinámica utiliza cuatro métodos de tacto:

1. Ligeros golpecitos.
2. Vibración suave.
3. Contacto prolongado (con un poco de presión)
4. Contacto prolongado con canturreo.

Cada forma de tacto debe mantenerse contando hasta siete, no por alguna razón esotérica, sino porque es un ritmo fácil de recordar y no es ni demasiado corto ni demasiado largo.

La Respiración

La Técnica de la Mente Dinámica termina con un tipo especial de respiración llamado "piko-piko" en hawaiano. Este tipo de respiración consiste en inhalar con la atención enfocada en un punto, en este caso la parte superior de la cabeza, y en exhalar con la atención enfocada en un segundo punto, en este caso los dedos de los pies. El concepto es que esto produce una ola de energía entre los dos puntos, pero en todo caso el efecto es tanto relajante como vitalizante.

La Ronda

Cada secuencia de la Afirmación, Tacto y Respiración se llama una "ronda". Después de cada ronda se tiene que verificar el estado o condición del síntoma y ya sea terminar el proceso, repetir el proceso, o cambiar el proceso (generalmente mediante el cambio de la Afirmación) si la naturaleza o ubicación del síntoma ha cambiado.

Imágenes

Se pueden añadir imágenes simbólicas a la Técnica de la Mente Dinámica con muy buenos resultados. El proceso simplemente consiste en traducir el síntoma a un símbolo en la mente. Cuando se hace, se le llama una "llave simbólica" o "llasim" y generalmente tiene por objeto abrir una "cerradura emocional", o "cerremo" que ocurre cuando la resistencia emocional inhibe el proceso de curación y las palabras no son efectivas. Cuando se utiliza una llave simbólica es para insertarla después de la Afirmación y antes del Tacto.

Para muchas personas, el simple imaginarse cómo se siente el síntoma producirá un símbolo con el que se puede trabajar. Por ejemplo: "Se siente como un cuchillo", "Como si me estuviera ahogando", "Como si alguien me estuviera asfixiando", etc.

La forma de trabajar con el símbolo es mediante el cambio de un símbolo negativo a un símbolo positivo con la imaginación. Si usamos los ejemplos anteriores se podría muy bien imaginar que se saca el cuchillo y se arroja lejos; que un salvavidas llega al rescate; que las manos dejan de apretar el cuello y desaparecen.

La idea es cambiar el símbolo en alguna forma para que la experimentación del síntoma cambie también y la situación se sienta mejor que antes. La experiencia nos ha mostrado que la repetición del cambio por tres veces seguidas es, a menudo, de mas beneficio.

Para aquellas personas que tienen dificultad en encontrar algún símbolo, es posible ayudarlas a crear uno mediante una serie de preguntas:
"Si el síntoma tuviera forma, ¿cómo sería?" "Si el síntoma tuviera color, ¿de qué color sería?" "Si el síntoma tuviera peso, ¿cuánto pesaría?"

La medida que sigue sería el contar con un amigo imaginario, un ángel o cualquier otro ayudante que extiende la mano hasta el cuerpo y retira el símbolo con la forma, color y peso específicos. Nuevamente, se ha encontrado que la repetición por tres veces consecutivas mejora el efecto.

VARIACIONES

Las posibles variaciones a la Afirmación que utiliza la Técnica de la Mente Dinámica son interminables, sin embargo, las siguientes ideas han sido ya probadas con muy buenos resultados. En todos los casos las Afirmaciones van seguidas por el Tacto y la Respiración.

Afirmaciones de sensación

Entre más específicas sean, es mejor. Ejemplos:
"Siento dolor en la tercera articulación de mi dedo meñique…"
"Siento ansiedad/temor en mi pecho…"
"Siento ira en mi estómago…"
"Siento impulso de comer cuando veo la televisión… "
En estos casos el mandato sería: "Quiero que esta sensación se vaya".

Afirmaciones de pensamiento

Estas son muy útiles cuando se trata de asuntos relacionados con el pasado o el futuro. Ejemplos:
"Cuando recuerdo lo que pasó…"
"Cuando pienso que tengo que dar un discurso…"

Afirmaciones habilitadoras

Se refiere a las Afirmaciones que parecen aserción y que tienen por meta reenforzar o crear el comportamiento positivo más que resolver un problema. Son sumamente efectivas después de usar la TMD para resolver cualquier asunto relacionado con problemas físicos, mentales o emocionales. Ejemplos:
"Tengo el poder para hablar ante mucha gente sin ponerme nervioso, así es. ¡Haz que se cumpla, haz que así sea!"
"Mi cuerpo sabe cómo deshacerse de mi exceso de grasa, lo sabe bien, y mi cuerpo está comenzando a hacerlo ahora."

El Tonificador de la Mente Dinámica

Es útil para alivio de tensiones generales. Se puede utilizar en la mañana, noche o cuando necesario.
Utiliza la Posición de las Manos para comenzar, seguida por la Afirmación con el Tacto y la Respiración.
"Quizá existan el temor, la ansiedad, la preocupación o la duda en mi cuerpo y en mi mente, y eso puede cambiar. Quiero que todos esos problemas se vayan."
"Quizá existan la ansiedad, el resentimiento, la infelicidad o la culpabilidad en mi cuerpo y en mi mente, y eso puede cambiar. Quiero que todos esos problemas se vayan."
"Existen el amor y la paz, la armonía y la felicidad en algún lugar de mi cuerpo y de mi mente, y eso es bueno. Quiero que esos sentimientos crezcan y se extiendan."
"Existen el poder y la fuerza, la salud y la vitalidad en algún lugar de mi mente y de mi cuerpo, y eso es bueno. Quiero que estas cualidades crezcan y se extiendan."
Siéntete en libertad de cambiar las palabras de acuerdo a tus necesidades y deseos.

ANIMALES Y NIÑOS

La Mente Dinámica funciona con los animales y los niños o con aquellas personas que no pueden seguir la técnica por sí mismos.

Paso 1
Establece una armonía emocional con los animales o la persona a quien se va a ayudar. Se puede hacer mediante el uso de palabras amables y caricias, tocando con mimos o abrazos.

Paso 2
Durante el tiempo que se mantiene el contacto físico con el animal o la persona en una manera reconfortante, haz una Afirmación a nombre del que se va a ayudar. Ejemplo:
"(El nombre del animal o la persona) tiene un problema y eso puede cambiar. (El nombre) quiere que el problema se vaya."

Paso 3
Toca al animal (suponiendo que es un mamífero) o a la persona en una forma preferente en el pecho, en cada articulación de los hombros y en la parte posterior del cuello. Si es muy difícil tocar la parte posterior del cuello, toca el pecho nuevamente.

Paso 4
Haz la Respiración con una mano en contacto con la parte superior de la cabeza del animal o la persona cuando inhalas y la base de la espina dorsa (o articulación de la cadera) cuando exhalas.

INDICACIONES Y SUGERENCIAS

1. Utiliza una "Escala de Intensidad". Escoge un número para que represente la intensidad del problema antes de utilizar TMD, tomando el 0 como que no hay problema y el 10 como un problema grave, y después elige otro número después de cada ronda para verificar el progreso.
2. De ser posible, utiliza sensaciones o sentimientos específicos al describir el problema y no designaciones abstractas. "Tengo un resfriado" es abstracto; "tengo la nariz tapada" es específico. "Estoy enojada" está bien; pero "Siento enojo en my plexo solar" es mejor.
3. Si el dolor u otro síntoma cambiara de lugar después de una o más rondas de TMD, supón que la nueva ubicación representa un síntoma distinto sobre una capa de tensión diferente, ya sea que el síntoma sea del mismo tipo que el primero o no. Por ejemplo, una sesión de TMD puede comenzar con un dolor en el pecho cuando se hace la primera ronda y cambiar a un dolor en el hombro o temblores en las piernas a la siguiente ronda.
4. Si el síntoma físico no cambiara para nada después de las tres rondas de TMD, supón que hay involucramiento de alguna emoción suprimida, ya sea que exista consciencia de tal emoción o no. En general se debe suponer temor o ira mediante pruebas y experimentos. Utiliza Afirmaciones como "Quizá la ira existe en mi hombro" o "Mis ojos quizá sientan temor de algo."
5. Cuando la TMD no funcione para nada, utiliza alguna otra cosa o combina la TMD con otro enfoque.

Usos para la Técnica de la Mente Dinámica

He aquí una lista parcial de casos en que se ha utilizado la Mente Dinámica con éxito:

Alivio de Padecimientos y Dolores Físicos

* Espalda (superior, media y baja)
* Hombros
* Articulaciones
* Músculos (incluyendo mialgia)
* Jaquecas y migrañas
* Dolor y rigidez de cuello
* Malestar de los ojos
* Dientes, encías y quijada
* Huesos
* Piel
* Corazón
* Tendones
* Uterinos, vaginales y cervicales
* Dolor generalizado

Alivio de otros Padecimientos Físicos

* Entumecimiento y hormigueo
* Artritis (dolor, hinchazón, rigidez)
* Cáncer (alivio de dolor, náusea por el tratamiento, asuntos emotivos relacionados)
* Rigidez (articulación y músculo)
* Padecimientos de la piel (Dermatitis, eczema, roncha, hinchazón, comezón)
* Síntomas alérgicos
* Nausea (incluyendo mareos)
* Manejo del peso (control de impulsos)
* Zumbido de oídos
* Presión de oídos
* Estremecimientos diabéticos
* Síntomas de resfríos, sinus y gripe
* Falta de respiración
* Fatiga y agotamiento
* Debilidad
* Vahídos y vértigo
* Nerviosidad y energía excesiva
* Sensaciones excesivas de rubor o calor
* Síntomas de menopausia (incluyendo rubores (fogaje)
* Insómnia
* Mejora de la visión (miopía, hipermetropía, distorsión)
* Estrés y tensión física general

Sentimientos y Dolores Emocionales

* Ansiedad (específica y generalizada)
* Ira y resentimiento
* Culpabilidad y aflicción
* Infelicidad
* Depresión
* Pérdida
* Abandono
* Traición
* Tristeza
* Abuso
* Estrés y tensión general

Dolores y Asuntos Mentales

* Duda
* Confusión
* Indecisión
* Conflicto
* Preocupación
* Auto-valoración y auto-estima
* Crítica y pensamientos negativos
* Pesadillas
* Autismo

Estrés y tensión mental generalizada

* Hábitos
* Morderse las uñas
* Fumar
* Eneuresia (orinarse en la cama)
* Ingestión de alcohol (control del impulso)



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Según Platón, el conocimiento es un subconjunto de lo que forma parte a la vez de la verdad y de la creencia.
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