sábado, 18 de diciembre de 2010

Las amenazas contra el clima

En 1995, se prohibió en Europa la fabricación de los famosos CFCs (cloro-fluoro-carbonos), los compuestos sintéticos utilizados en numerosas industrias, que demostraron ser extremadamente nocivos para la protectora capa de ozono de la estratosfera. Otras muchas sustancias siguen amenazando hoy el clima del planeta, y la prohibición de los CFCs fue solo un granito de arena en la escalada humana por disminuir los niveles de gases y actividades causantes del calentamiento global.
De la mano de Mario Molina, premio Nobel de Química en 1995 por su investigación sobre la acción de los CFCs en la capa de ozono, Redes repasa hoy las principales amenazas para el futuro del planeta y el papel de la sociedad en la evolución del clima.


"Más calentamiento es inevitable,
pero el nivel de calentamiento futuro está en nuestras manos."
Mario Molina


Redes 76: “Las amenazas contra el clima”. Fecha de emisión: 12/12/10.

Eduard Punset:
Mario, vamos a ver, yo cuando era pequeñito me decían que el planeta era como una caja de zapatos y que encima tenía una tapadera, una tapa tan delgada como las tapas de las cajas de zapatos y que eso era la capa de ozono, que nos protegía de las radiaciones. Siempre me quedé con la idea de que era muy frágil. ¿Qué hay de verdad? O sea, tú en el año 74 das la voz de alarma diciendo: "Cuidado, preocuparos de esto porque vuestra vida futura depende de lo que le pase a esta cosita tan delgada como la tapa de una caja de zapatos".

Mario Molina:
Muy cierto, pues la atmósfera es muy delgada, como la cáscara de una manzana pero una parte de la atmósfera, en la estratosfera, entre diez y quince kilómetros por arriba de la superficie, se concentra lo que llamamos la capa de ozono, que es donde existe este compuesto, compuesto natural, que tiene la propiedad de absorber radiación ultravioleta del sol, o sea, el sol emite sobre todo radiación visible pero también ultravioleta de onda corta que es capaz de romper moléculas y lo que hace es afectar a muchas moléculas importantes para la vida, entonces, a la gente le puede ocasionar cáncer de piel o cataratas… Esa radiación, la que protege parcialmente la capa de ozono pero protege totalmente de otra…, el mismo tipo de radiación pero de onda más corta, que ésa sí destruye prácticamente todas las moléculas, por eso es una capa esencial para la evolución de la vida como la conocemos.

Eduard Punset:
Oye, y los científicos nos habéis hablado continuamente de una cosa que llamáis CFC, los clorofluorocarbonos, que son los que de verdad, decís, aunque luego me lo decís de otra manera, destruyen esta capa de ozono o la dañan. ¿Por qué?

Mario Molina:
Sí, sí, bueno, esto fue lo que descubrimos con mi colega Sherry Rowland en los años 70 y es que nos preguntamos qué les iba a pasar a ciertos compuestos industriales que no existen de manera natural, son estos CFC o clorofluorocarbonos. se llamaban compuestos milagrosos en su época, se inventaron para reemplazar compuestos tóxicos como el dióxido de azufre, el amoníaco, que se usaban en refrigeradores y causaron muchos problemas y…

Eduard Punset:
Porque estos nuevos los podías diseñar…

Mario Molina:
Y estos nuevos… ¡Exacto! La propiedad importante de estos compuestos es que se convierten de líquidos en vapores muy fácilmente y es lo que necesitan, un refrigerante, bueno, pues éstos se estaban acumulando en la atmósfera y nos preguntamos qué podría pasar porque los podemos respirar, no pasa nada, y lo que inferimos es que son tan estables que pueden llegar a la estratosfera, donde se encuentra esa capa de ozono. Los compuestos no le afectan directamente pero se descomponen precisamente por esta radiación ultravioleta y los productos de descomposición, sobre todo los átomos de cloro, y los átomos de bromo, sí que destruyen la capa de ozono. Es un proceso catalítico, o sea, que cantidades pequeñas destruyen grandes cantidades de ozono. Y cuando nos dimos cuenta de esto, era una hipótesis, una predicción de lo que podía pasar.

Eduard Punset:
E iniciasteis esta especie de torrente de ideas a nivel planetario para que dejáramos de utilizar algunas de estas sustancias.

Mario Molina:
Exactamente pero el primer paso fue comprobar la hipótesis; ya con la comunidad científica se hicieron experimentos y, además, la predicción que habíamos hecho no era muy precisa en cuanto a dónde iba a producirse el mayor efecto. Pero efectivamente la predicción se materializó y es que en una parte de la atmósfera desapareció casi en su totalidad el ozono, en las alturas donde es más abundante, y es lo que llamamos el "agujero" en la capa de ozono, que ocurre sólo sobre la Antártida.

Eduard Punset:
Afortunadamente.

Mario Molina:
Afortunadamente. Es donde la atmósfera es más fría. Aunque después se pudieron hacer experimentos muy definitivos que comprobaron con certidumbre que, efectivamente, eran esos CFC o sus productos de descomposición los que ocasionaron ese agujero que antes no existía. El agujero se generó en los años 80 y nosotros hicimos la predicción en los años 70.

Eduard Punset:
Ahora…, vamos a ver, ¿sigue habiendo o no sigue habiendo un agujero?, ¿sigue dañada?

Mario Molina:
Sigue dañada y este agujero se genera en la primavera, en el hemisferio sur, pero lo que esperamos es que desparezca en las próximas décadas. ¿Por qué sigue habiendo…? Porque estos CFC, que se emitieron sobre todo en el siglo pasado, permanecen en la atmósfera durante un siglo o más. Así es que estamos viendo el daño ocasionado por lo que ya se emitió pero ya podemos medir, con mucha certeza, que ya han empezado a desparecer porque el acuerdo internacional, el Protocolo de Montreal…

Eduard Punset:
Ha servido de algo.

Mario Molina:
Sí, porque ya no se producen industrialmente o sea que sí ha tenido mucho éxito ese protocolo.

Eduard Punset:
¿Qué pasaría si la capa de ozono desapareciera no sólo en la Antártida?

Mario Molina:
Tendría un efecto gigantesco en la vida, en los sistemas ecológicos y también en el clima porque es parte de la manera como funciona la atmósfera, de la manera como se calienta la estratosfera, existe por la capa de ozono porque allí es donde aumenta la temperatura, con la altura, o sea que es una parte muy importante del sistema natural de la atmósfera.

Eduard Punset:
Mario, es curioso, es curioso porque es realmente una de las pocas ocasiones en las que la voz de alarma de la comunidad científica alerta sobre un problema como éste y se consigue un resultado, decís vosotros, ¿no? No ha sido aleatorio. Ha sido realmente el resultado de una serie de acciones tomadas por los distintos gobiernos…

Mario Molina:
Sí, sí, por eso es un precedente importante porque no solamente es decir que va a haber una crisis y que nos van a pasar cosas a todos, no, es diseñar la solución. Es algo que podemos resolver y que pudimos convencer, ya no es parte de la ciencia sino de la diplomacia internacional, pudimos convencer prácticamente a todos los países del planeta, que se pusieron de acuerdo y se resolvió el problema.

Eduard Punset:
O sea que, de momento, por lo menos podemos estar algo más tranquilos con la capa de ozono, ¿no? Las cosas han mejorado, y los científicos están, bueno, menos preocupados pero, en cambio, hay otro tema que es el del calentamiento global del que tanto hemos oído hablar, este famoso CO2 natural, que lo fascinante es que lo necesitamos para sobrevivir y, Mario, me encantaría que nos explicaras, ¿por qué primero nos es absolutamente indispensable para sobrevivir este CO2? Y, luego, ¿ por qué creemos que ahora hay demasiado?

Mario Molina:
Exactamente. A ver, el planeta tiene lo que llamamos el "efecto invernadero natural" que es que este CO2, dióxido de carbono, junto con el vapor de agua, absorben parte de la emisión infrarroja que emite la superficie pero en esta delgada capa que tenemos, la atmósfera, tiene como consecuencia que funcione como una manta, por lo que cambia la temperatura de la superficie del planeta, por este CO2 y vapor de agua, en aproximadamente 30 grados Celsius, que es muchísimo.

Eduard Punset:
O sea, que tendríamos una temperatura de…

Mario Molina:
De menos 15…
Eduard Punset:
Si no hubiera…

Mario Molina:
Si el promedio… Exacto…

Eduard Punset:
Si no hubiera efecto invernadero.

Mario Molina:
Si no hubiera efecto invernadero, así es que el efecto invernadero natural es importantísimo. El dióxido de carbono está presente en trescientas partes por millón. El vapor de agua, varía mucho, puede llegar hasta el 1% más o menos, aunque son componentes menores, pero sabemos que son indispensables para tener el clima con el que pudo evolucionar la vida. Y, claro, por eso nos preocupa ahora que esté aumentando este dióxido de carbono del 30%, que es… Claramente ya tenemos más de lo que ha habido en el último medio millón de años. Porque sabemos cuánto había hace medio millón de años por el análisis de burbujas de aire atrapadas en los conos de hielo, podemos ver en qué época se formaron en la Antártida o en Groenlandia.

Eduard Punset:
Y va y le decís a la gente, después de pensarlo mucho: "Tened cuidado, esto va a subir la temperatura en la Tierra de dos grados".

Mario Molina:
Bueno, lo que decimos es lo siguiente: lo que sabemos que ya sucedió, lo que podemos medir es que ha subido alrededor de..., es menos de un grado, 0,8, pero en promedio…, en los polos sube más y en los trópicos menos, pero el promedio es casi un grado. Y cuánto más va a subir depende de si responde o no la sociedad. La preocupación es que si continuaran las emisiones históricas, si no nos preocupáramos de este problema y continuara el progreso sobre todo en los países en desarrollo, tres cuartas partes de la población del planeta, si funcionaran de la misma manera que lo han hecho históricamente los países desarrollados, podría duplicarse la cantidad de dióxido de carbono o más.

Eduard Punset:
Sí, pero el hecho, el hecho, si entiendo bien, el hecho es que la temperatura ha subido sólo menos de un grado.

Mario Molina:
Exactamente.

Eduard Punset:
No parecería que está cerca de llegar a los dos grados que realmente plantearían problemas en la agricultura y todo eso…

Mario Molina:
Está muy claro que la sociedad no va a dejar de emitir dióxido de carbono inmediatamente porque los combustibles fósiles constituyen una parte esencial del funcionamiento de la sociedad. ¡Si es que vamos a tardar en reducir emisiones!, así es que la temperatura lo más probable, tomando en cuenta el entendimiento detallado cuantitativo de cómo funciona esto, lo más probable es que suba más de dos grados. Y si no hacemos nada podría subir tres o cuatro, lo que sí sería muy arriesgado.

Eduard Punset:
¿Y qué puede hacer la gente para que... para que no suba tres grados?

Mario Molina:
Lo más importante que puede hacer la sociedad a nivel individual es presionar a sus gobiernos. Sí podemos cambiar, podemos dejar de usar combustibles fósiles o usarlos siempre y cuando se capturen esas emisiones. Claro, eso cuesta. Y ése es el problema, que va a costar más de lo que hacemos hoy en día, ¿no?

Eduard Punset:
Esto…, esto nos podría ayudar a introducir en las instituciones y en el pensamiento el hecho de que es absolutamente imprescindible invertir más en políticas de prevención.

Mario Molina:
Sí.

Eduard Punset:
O sea que en lugar de intentar sanar una cosa que ya es irremediable, fuéramos más conscientes de las posibilidades que tenemos de evitar todas esas cosas.

Mario Molina:
Exactamente, exactamente, porque en este caso, de nuevo, no cabe duda, con los estudios económicos que se han hecho, de que es mucho más caro tratar de sanar…, o sea las consecuencias que son los eventos climáticos extremos, protegerse contra esos cambios…, o el costo de las inundaciones, por ejemplo, que ya lo estamos pagando. Todo eso es mucho más caro. La dificultad es convencer a la sociedad de hacer las inversiones necesarias para prevenir esos cambios, por un lado, y por otro lado, es un poco una cuestión de escala de tiempo. Esto ya está pasando y nos va a pasar en nuestra propia generación. Pero va a ser mucho peor para nuestros hijos y nuestros nietos, por lo que depende de la importancia que le dé la sociedad al bienestar de las futuras generaciones.

Eduard Punset:
Mario, si dejamos de lado, y con esto intento terminar, si dejamos de lado la capa de ozono, los problemas que crea la radiación solar en la vida del planeta, si dejamos de lado el otro gran tema, el cambio climático, el calentamiento, ¿cuál es la mayor amenaza que tú ves de cara a los años futuros para el medio ambiente? ¿De qué debiéramos ser de verdad temerosos?

Mario Molina:
El problema, visto de una manera más integral, la población del planeta continúa creciendo, tenemos ya más de 6 mil millones pero con toda probabilidad vamos a llegar a 9 mil, o sea que va aumentar otro 50%, y que necesitamos recursos naturales: necesitamos agricultura, necesitamos poder eliminar todos los desperdicios de nuestras actividades y si no lo hacemos de una manera inteligente o creativa estamos dañando el medio ambiente, que es la fuente de todos estos beneficios que tenemos. Para tener un nivel de vida favorable, necesitamos gozar de un medio ambiente sano y éste es el problema: que tanto desde el punto de vista puramente económico, que nos va a salir mucho más caro lidiar con estas consecuencias, como desde el punto de vista ético, estamos afectando de manera desproporcionada a la parte de la población que no tiene recursos, con inundaciones, etc. ¿Qué les va a pasar? En siglos anteriores, podían emigrar pero ya llenamos el planeta, ya no se puede.

Fuentes:

La adquisición de la fiereza

El perrito aprende una vez más los nombres de las mujeres y regresa corriendo junto a su amo. Pasa de largo por delante del festín del camino y de los deliciosos efluvios procedentes de los arbustos. Vemos aquí que la intensidad de la conciencia de la psique está aumentando. La psique instintiva ha aprendido a reprimirse, a respetar las prioridades y a concentrarse. Se niega a distraerse. Ahora está atenta.
Pero, como llovida del cielo, una cosa oscura se abalanza de repente sobre el perrito. El desconocido sacude al perro y le grita: "¡Dime los nombres! ¿Cómo se llaman las jóvenes para que yo pueda conseguirlas?" Al desconocido no le interesa la doble naturaleza ni las mejores cualidades de la psique. Para él, lo femenino es una posesión que desea adquirir y nada más.

"Para Jung la psique, al igual que el cuerpo, es un sistema que se auto gobierna. Jung percibió esta actividad auto reguladora sobre todo en las reacciones del inconsciente a las unilateralidades de la conciencia. Estas reacciones mantienen la integridad de la estructura de la psique, y al mismo tiempo posibilitan trascender un punto de vista dado (cambio o transformación).
La función auto reguladora de la psique opera por medio de símbolos. Los símbolos son cortes de la experiencia humana: condensan sentido en gotas microscópicas y son los puntos focales del desarrollo humano. Los símbolos despliegan los temas vitales que originan nuestras dificultades, que son los mismos temas que guardan nuevas perspectivas. En consecuencia, los símbolos hacen visibles las maneras en que podemos crecer. Más aún, nos muestran nuestros problemas personales como típicamente humanos, algo que nos impresiona cuando descubrimos estos mismos símbolos en cuentos de hadas, mitos, literatura y obras de arte.
El hecho de que los símbolos tienen dimensiones tanto de inhibición como de desarrollo se hace claro cuando entendemos cómo los símbolos nos pueden ayudar a ver los complejos. Los complejos son constelaciones de recuerdos, experiencias y fantasías condensadas que se atraen entre sí en base a un tema dado y comparten una característica común de resonancia emocional. Los complejos influyen sobre
nuestra percepción del mundo, nuestros sentimientos, nuestras relaciones, en la formación de ideas y en los procesos somáticos.
Cuando nos tocan un complejo en nuestra vida cotidiana “sobre reaccionamos”. La emoción atada al complejo nos golpea como una ola gigante, y las fantasías que surgieron en la situación que está en la raíz del complejo distorsionan nuestra percepción de la situación actual.
La emoción que le da el poder al complejo contiene la energía que el complejo del ego necesita para lograr manejar ese problema. Pero hay una manera para hacer esta energía accesible: permitirle al complejo que se “imagine a sí mismo” en formas y figuras simbólicas.
En consecuencia, los símbolos son los talleres adonde se invitan los complejos en el aquí y el ahora. Los símbolos le conceden al ego el terreno donde pararse para confrontar los complejos. Esta confrontación tiene dos aspectos: uno mira hacia atrás y el otro mira hacia adelante. El símbolo permite el acceso tanto a
la memoria como a la expectativa. Nos conduce a los recuerdos personales de aquellas situaciones que nos han dejado marcas y cicatrices, y nos muestra la luz al final del estrecho túnel del complejo.
En el corazón de todo complejo hay un arquetipo. Los arquetipos son constantes antropológicas. Son los motivos siempre presentes detrás de toda experiencia, expresión, trabajo y comportamiento humanos. Le dan forma y figura al corazón de toda experiencia humana. Las ideas arquetipales canalizadas en un complejo personal adquieren una coloración personal. Los arquetipos están estructurados de tal modo que traspasan los límites de lo considerado físico y psicológico. Los complejos sirven de ropajes a los arquetipos.
De acuerdo a Jung, la predisposición inconsciente más importante es la fantasía creadora. Las imágenes primordiales o arquetipos se hacen visibles en los productos de la fantasía. Los complejos giran muy a menudo entorno a la manifestación de anima, principio contrasexual en la psique del hombre, y animus, principio contrasexual en la psique de la mujer y que están definidos por la cultura y la sociedad en un momento determinado. Son arquetipos enraizados en el inconsciente colectivo y actúan como conectores entre los ámbitos personales y transpersonales. Como arquetipos, sus dimensiones se manifiestan por medio de símbolos culturales. Los cuentos relatan patrones arquetipales enunciados en el lenguaje de la cultura. Nos hablan de las relaciones que existen entre los individuos de un pueblo y los arquetipos predominantes en un momento dado. Son, al igual que los sueños, fenómenos naturales del inconsciente colectivo: iluminan por un momento y de repente se desvanecen. Son el teatro de la naturaleza."

El desconocido puede ser una persona real del mundo exterior o un complejo negativo del interior. No importa lo que sea, pues el efecto devastador es el mismo. Esta vez el perro libra una batalla desenfrenada. Tanto si el sujeto es varón como si es mujer, eso es lo que ocurre en la vida exterior cuando un incidente, un error verbal o alguna cosa extraña se abalanza sobre nosotros y trata de hacernos olvidar quiénes somos. Siempre hay algo en la psique que trata de robarnos los nombres. En el mundo exterior también hay muchos ladrones de nombres.
En el cuento, el perrito lucha con denuedo. A veces, sólo aprendemos a aferrarnos a nuestro más profundo conocimiento porque un desconocido se nos echa encima. Entonces tenemos que luchar por lo que más queremos, por aquello que tenemos entre manos, por nuestro desarrollo más allá de nuestros motivos espirituales superficiales, lo que Robert Bly llama "el deseo de sentirnos maravillosamente", por mantenernos aferrados al conocimiento profundo, por terminar lo que hemos empezado.
El perrito lucha por conservar los nombres y, de esta manera, vence las repetidas caídas en el inconciente. Una vez terminada la batalla, comprobamos con asombro que el perro no ha perdido los nombres, pues la pelea era por eso, por el conocimiento de lo femenino salvaje. Quienquiera que lo posea tiene el mismo poder que la mujer. El perro ha luchado para entregarle este poder al hombre digno de él, Manawee. Ha luchado para impedir que el poder fuera a parar a un aspecto de la antigua naturaleza humana que lo utilizaría mal. La entrega del poder a unas manos adecuadas es tan importante como el descubrimiento de los nombres.
El heroico perro entrega los nombres a Manawee, el cual los ofrece al padre de las jóvenes. Las muchachas ya están preparadas para irse con Manawee. Han estado esperando desde el principio que Manawee descubriera y conservara el conocimiento conciente de sus naturalezas intrínsecas.
Vemos por tanto que las dos cosas que impiden el progreso en estas cuestiones son las distracciones del propio apetito y el oscuro desconocido, el cual puede ser un innato opresor del interior de la psique o una persona o situación del mundo exterior. En cualquier caso, el viajero sabe instintivamente cómo derrotar a estos saqueadores y merodeadores. Hay que conservar los nombres, los nombres lo son todo.

Fuentes:

Clarissa Pinkola Estés
"Mujeres que Corren con los Lobos"


Apadrina el Blog "Hombres que corren con los lobos"

jueves, 16 de diciembre de 2010

El hábito de postergar

Algunos se preguntarán por qué dejar para mañana lo que se puede hacer hoy, mientras otros encontrarán mil respuestas posibles y seguirán adelante con paso seguro. Se trata de procastinadores, personas que pueden demorar la acción hasta el cansancio.
Procastinar es una adaptación del termino ingles procastinate que lo definen como : postpone doing what one should be doing o lo que es lo mismo : posponer algo que se debería estar haciendo.
Es la actitud de postergar, diferir, aplazar. El agobio en que suele vivir el individuo contemporáneo lo lleva necesariamente a procastinar. Y, aunque no siempre es un mal hábito –desde el momento que ayuda a priorizar actividades y quizá planificar mejor–, lo cierto es puede convertirse en una duda eterna.

La procastinación es un complejo transtorno del comportamiento que a todo el mundo nos afecta en mayor o menor medida. Consiste en postergar de forma sistemática aquellas tareas que debemos hacer, que son cruciales para nuestro desarrollo y que son reemplazadas por otras más irrelevantes pero más placenteras de llevar a cabo. Es asumida popularmente como simple "pereza". Afecta a multitud de perfiles (el ejecutivo que aplaza una y otra vez una reunión porque la prevee conflictiva, el estudiante que aplaza indefinidamente el estudiar para sus exámenes,etc.) y cada vez más se está convirtiendo en un serio de problema que afecta a al salud psicológica de los individuos y, por ende, a la salud social de una comunidad. La procastinación es un fenómeno que se ha descubierto de tal complejidad que resulta difícil analizarlo, por las complicaciones que presenta en identificar sus orígenes así como las muchas relaciones causa-efecto que se realimentan entre sí. Todo esto dibuja un cuadro polifacético que resulta muy complejo de analizar. En este artículo sin embargo voy a intentar al menos "darle una puntilla" al asunto, con la ayuda de algunas referencias que existen dentro de la literatura científica sobre el tema. La procastinación se manifiesta ante todo como una pésima gestión del tiempo. El "procastinador" suele o bien sobrestimar el tiempo que le queda para realizar una tarea, o bien subestimar el tiempo necesario -según sus recursos propios- para realizarla. Éstos son solamente un par de los muchos autoengaños en los que el procastinador incurre. Como veremos más adelante, una de las actitudes típicas de un perfil determinado de procastinador es la excesiva autoconfianza., una falsa sensación de autocontrol y seguridad. Por ejemplo, imaginen que se nos da 15 días para presentar un informe. En nuestro fuero interno estamos convencidos que solo necesitaremos 5 días para hacerlo, incluso menos. En ese momento pensamos "hay tiempo de sobra, no es necesario ni siquiera empezar a hacerlo!". Y se posterga día tras otro una tarea que no solamente no nos ilusiona hacer, si no que, en cierta manera "ya hemos terminado" en nuestra mente confiada cuando ni siquiera hemos movido un dedo por ella. Al acercarse el plazo de entrega de forma peligrosa, de repente, nos damos cuenta de que no seremos capaces de cumplir con la tarea que se nos ha asignado. Entonces pensamos "No tengo esto bajo control, no tendré tiempo!!" y comenzamos a trabajar en ello de forma atropellada, con una gran carga de estrés. En ese momento aparece en escena otro autoengaño, y es el aquél de "Solo bajo presión trabajo bien". Lógicamente, porque realmente no hay otra opción en ese punto!. Frecuentemente esta actitud y manera de proceder es típica de personas que confían mucho en sus posibilidades. Si, además, es realmente así -la persona tiene realmente esas capacidades- es posible que el final de la historia sea que aquella tarea se entregue en el plazo y con unos resultados óptimos. Esto envía un mensaje aparentemente erróneo al procastinador ("mira qué nota he sacado a fin de cuentas!") que observa como ha obtenido una recompensa a su forma estresada de trabajar; por lo que reiterará en su conducta, aunque ésta siempre le traiga ansiedad y problemas en general. Los causas o motivos que pueden llevar a una persona a padecer de procastinación son tan diversos y complejos que resultaría muy correoso plasmarlos en un solo artículo. Hay personas que "procrastinean" de resultas de un estado depresivo (la depresión conduce a estados de letargo). Otras en cambio son amantes del perfeccionismo, y ésto las priva de empezar a realizar proyectos porque temen que no podrán hacerlo tan perfecto como ellas desean, y por lo tanto pierden la motivación. También una baja tolerancia a la frustración ayuda a "dejar las cosas de lado", por miedo a que nos desborden y por tanto por miedo a cómo nos sentiremos entonces. Otro perfil muy distinto sería el de aquellas personas muy activas que disfrutan gestando ideas, pero que no pueden finalizarlas porque enseguida se distraen generando ya la siguiente; y postergan así decenas de tareas que obviamente no tienen tiempo para completar. Y eso solo mencionando una minúscula porción de los muchos perfiles de procastinador que se pueden encontrar. Seguramente usted que está leyendo estas líneas se haya visto identificado en alguna de las frases de este artículo. Se habrá recordado a sí mismo leyendo el diario en la oficina con una lista de tareas por hacer, yendo a la cafeteria justo en el instante en que se propuso empezar un proyecto, navegando por internet mientras su teléfono sonaba con un cliente/jefe incómodo al otro lado llamando... etc. El hecho de que sea un mal muy extendido y que se trate de un fenómeno de por sí fascinante por su complejidad y riqueza de matices, hace que merezca la pena su estudio, tanto a nivel académico -que ya se viene realizando- como a nivel individual y colectivo.

Cómo afrontarla
Seguramente, más de un lector se habrá sentido identificado con los síntomas o con el perfil del procastinador, y eso haya hecho saltar alguna que otra alarma en su conciencia. O cuanto menos, una necesidad de, una vez reconocido el problema, intentar encontrar soluciones. En este artículo pretendo abordar los posibles orígenes que puede tener la procastinación, así como qué se puede hacer para intentar o bien superarla, o bien mitigar sus efectos. Como ya se dijo se puede llegar a la actitud de procrastinar a partir de caminos variados, a saber:

La depresión: la depresión es una enfermedad de la mente que tiene consecuencias terribles en la persona que la padece. Anula casi por completo las capacidades de la misma para poder pensar con claridad, relacionarse, y en definitiva, vivir la vida. Uno de los síntomas clave de la depresión es el estado letárgico que induce. La persona depresiva no quiere saber nada del mundo, siempre busca la cama para dormir, para huir de una realidad que le duele y quizás hallar la paz en la inconsciencia que supone el sueño. La actividad, el llevar a cabo proyectos, implica de algún modo engancharse a esa vida, a esa realidad, y por eso una persona depresiva aplaza de forma consciente e inconsciente las tareas que debe hacer y se dedica a sustituirlas por otras irrelevantes pero que le proporcionan un placer más instantáneo y superficial. En estos casos, como la procastinación está tan ligada a la depresión, obviamente la cura de ésta debería implicar la de aquella.

El exceso de autoconfianza: las personas que sobre valoran la seguridad en sí mismas -tengan motivos para ello o no- distorsionan de forma aguda y permanente su percepción del tiempo, y por lo tanto hacen una pésima gestión del mismo. Una persona que durante su vida ha visto recompensada su inteligencia (cognitiva) de forma reiterada, puede dejar inactiva la sección de ésta que se encarga de realizar previsiones temporales con eficacia. Por ejemplo, si una sola vez, alguien realiza una tarea compleja en menos tiempo del previsto, se le felicitará por ello. Ese estímulo de reacción puede provocar que el individuo inconscientemente extrapole ese suceso a otros órdenes de su vida, y caiga en una autoconfianza desmesurada. Así, cada nueva tarea que le sea encargada será subestimada en su contenido, y en consecuencia se sobrestimará el tiempo necesario para llevarla a cabo. Como la mayoría de tareas suelen encomendarse con plazos de entrega estándar, promediados, el procastinador por autoconfianza encuentra que tiene tiempo de sobra para hacerla, así que decide él mismo que está aburrido, y pasa a ocuparse de otras tareas que no son prioritarias y quizás ni siquiera útiles para su vida, pero que le proporcionan placer. Éste es claramente un caramelo envenedado, ya que las tareas "accesorias" de este perfil de procastinador, aunque superfluas, suelen ser grandes consumidoras de tiempo y de recursos, con lo que al final, la persona que se entrega a esta actitud acaba "metiéndose en un jardín" del que no sabe salir. Este posible final es importante tenerlo en cuenta ya que las situaciones desesperadas, cuando son sostenidas en el tiempo, pueden conducir al stress y la depresión, que como se ha mencionado antes, es otra fuente adicional de procastinación. La solución a este perfil no es fácil. Una técnica que puede llegar a ser útil es "falsear" de forma consciente y aún a contracorriente nuestras propias previsiones. Por ejemplo, si creemos que tardaremos una semana en hacer algo, pues sistemáticamente duplicar o incluso triplicar ese tiempo en nuestra agenda. Así al menos, podemos evitar defraudar a nuestros amigos, clientes, etc. Otra técnica que puede ser útil es desglosar una tarea en casi todas sus partes componentes, para hacer previsiones de tiempo lo más honestas posibles.

La "mente voladora": cada mente es un universo, y cada inteligencia tiene sus propios matices. Hay personas cuya inteligencia les dicta sobre todo actuar, actuar con tesón y perseverancia. Este tipo de mentes suelen llegar lejos en la vida, con el handicap de que solamente lo harán en un campo de especialización. Otras mentes, que me tomo la libertad de bautizar como "mentes voladoras" suelen dejar en un segundo plano la consecución de ideas, el llevarlas hasta el plano de la realidad. En este caso, la simple generación de ideas es una tarea permanente que consume todo el tiempo y energías de este tipo de inteligencias. El ser un manantial de ideas que jamás pueden pasar de la fase de proyecto es su destino. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que durante la implementación de una de estas ideas, surje otra enseguida que instantáneamente -al ser más novedosa- toma el primer lugar en la preferencias y por lo tanto se abandona la ejecución de la anterior. Esto obviamente conduce a otra forma de procastinación, muy común entre las personas especialmente creativas. ¿Qué hacer en este caso?. Es difícil saberlo, quizás el trabajar coordinadamente con otras personas en las que domine la inteligencia ejecutiva podría ser una solución.

Posibles soluciones

Conviene buscar una solución a la procastinación en caso de que ésta constituya realmente un problema para nosotros. A menudo, al revelar este transtorno de conducta al público, una mayoría de personas enseguida se ven identificadas con él. "¡Yo soy ése!", "¡Yo tengo eso seguro! son frases que surgen de forma espontánea entre la audiencia a medida que se van describiendo los síntomas de la procastinación. Afortunadamente, esto no es así. Muchos de nosotros por no decir casi todos estamos habituados a postergar tareas porque sencillamente, nos resultan pesadas o nos sentimos agobiados. Si una tarea se evita para descansar o no hacer nada, eso no es procastinación. Los procastinadores suelen ser personas bastante activas. Su mal consiste en sustituir sistemáticamente (y crónicamente) lo que deben realizar por otras tareas que, tomadas de forma aislada, pueden ser incluso brillantes, pero que no aportan un beneficio real a la persona. En el anterior artículo de esta serie sobre la procastinación, se abordan algunos de los posibles caminos que pueden llevar a la aparición de la procastinación. En este artículo, se intenta conectar los "caminos de entrada" hacia la procastinación con las posibles vías de salida al problema o cuanto menos, a mitigar los efectos nefastos que tiene sobre la vida de la persona que lo padece; pues en la mayoría de casos, si realmente se trata de procastinación, ésta suele ser crónica, pues se convierten en comportamientos aprendidos que llevan años en desaprender. Debido a la complejidad del tema, he aquí el resto del artículo en forma de mapa conceptual:



Por qué dejamos para mañana lo que deberíamos hacer hoy

Muchas personas se sienten incapaces de tomar decisiones o de ponerse en marcha cuando tienen que realizar alguna actividad. Vamos a ver cuáles son los motivos por los que la gente posterga sus decisiones.


1- Aún no me siento suficientemente motivado.
Esperar a sentirse en disposición de hacer algo es solo una excusa. Uno nunca se va a sentir dispuesto a realizar tareas como ordenar el trastero, ir a hacer aquellas gestiones que no son urgentes pero si importantes o visitar a su suegra. Es algo que saben bien las personas de éxito: las cosas se sacan adelante comenzando alguna vez, se sienta uno dispuesto a ello o no. En definitiva, la acción lleva a la motivación que a su vez facilita las conductas posteriores. No esperes a sentirte motivado; actúa.

2- Modelo de éxito.
Los postergadores a menudo creen que las personas que alcanzan el éxito tienen la suerte de cara, se sienten seguras de si mismas y que alcanzan sus objetivos con facilidad y sin sufrimiento. Este modelo de cómo se alcanza el éxito es poco realista ya que alcanzar objetivos es duro para todos y esas personas también han tenido que sortear obstáculos en el camino. Las personas eficaces tienen una idea de cómo alcanzar el éxito y saben que deberán superar situaciones estresantes y frustrantes. Simplemente persisten en su lucha.

3- Miedo al fracaso.
Las personas que tienen pánico al fracaso basan su autoestima en sus logros. Si algo no sale bien, por su gestión, por las circunstancias o por la gran dificultad del proyecto, es posible que se sientan como seres humanos fracasados. Eso hace que el solo hecho de intentar algo sea demasiado arriesgado. Postergar es más fácil.

4- Perfeccionismo.
Muchos de nosotros hemos sido educados bajo la creencia de que deberíamos realizar nuestras actividades de forma perfecta y que si lo hiciéramos así habría una recompensa. No digo que no intentemos hacer las cosas bien al máximo, me refiero a que el perfeccionismo compulsivo hace que sintamos una presión tan grande que estemos estresados de tal forma que acabemos postergando algo que podríamos realizar con corrección.


5- No tener suficientes recompensas.
Si uno se siente recompensado por lo que hace, eso le dará fuerzas motivadoras suficientes como para seguir adelante. Es por ello que las personas con talento se sienten motivadas: reconocen sus propios méritos en lo que hacen. En cambio los postergadores suelen desvalorizar todo lo que hacen. Siempre creen que no ha sido suficiente o que no ha sido algo especial. Y cuando hablo de recompensas no me refiero a que sea algo que viene de afuera. Una felicitación del jefe puede ser algo muy motivador, pero en última instancia todas las recompensas proceden de tu interior. Es uno mismo quien atribuye el mérito a lo que hace o a lo que le dicen. Piensa en ello.

6- La trampa de los “debería”.
Los postergadores se suelen decir a sí mismo que deberían hacer tal o tal cosa. Pero en realidad, cuando nos decimos a nosotros mismos que deberíamos hacer algo, queremos significar que “debería hacerlo pero no tengo que hacerlo ahora mismo; es algo que puede esperar”. Si analizamos cualquier tarea en la que aplicamos el típico “debería” para referirnos a ella, veremos que en realidad podemos sustituir esa palabra por “quiero, necesito o me conviene”. Empieza a utilizar estas expresiones en lugar de “debería”. Incitan a la acción y son más adecuadas.

7- Agresividad pasiva.
Si eres de las personas que postergan las cosas puede ser que temas expresar tus sentimientos negativos de forma directa. Es posible que evites los conflictos porque creas que no está bien sentir rabia. Puede ser que no hayas respondido a una llamada para no dar una negativa a lo que no te apetecía hacer, o que evites encontrarte con un compañero de trabajo porque en realidad estás enojado con él. Puede ser que te digas a tí mismo que te has olvidado de algo cuando en realidad no quieres afrontar tus sentimientos de rabia, rechazo o envidia hacia esas personas. En definitiva, si te sientes molesto o irritado con alguien ése puede ser el motivo de la postergación.

8- Falta de asertividad.
A veces cedemos ante los deseos de los demás poniéndolos por delante de los nuestros propios solo por el hecho de pensar que deberíamos ser amables con la gente. Son ocasiones en las que creemos que debemos estar a la altura de las expectativas ajenas olvidando nuestros deseos o necesidades. Puede ser que nos aterre la crítica o que no queremos que nadie se enfade con nosotros. El resultado es de nuevo la postergación. No siempre se puede decir “si” ni complacer a todo el mundo.

9- Sensibilidad a la autoridad.
Es posible aplazar las obligaciones cuando sentimos que alguien está ejerciendo presión y autoridad sobre nosotros. Puede ser que el no llevar a cabo esa tarea sea el resultado de una rebelión. No queremos reconocer que no daremos nuestro brazo a torcer y castigamos a la autoridad con la demora de esa obligación. Otro motivo más para postergar.

10- No tener deseo.
A veces la postergación puede ser tan sencilla como que no deseamos hacer algo y por eso lo aplazamos. Una tarea que nos resulta muy incómoda de afrontar y cuando llega la hora acabamos haciendo cualquier otra cosa creyendo que esta última es más urgente. Entonces, en lugar de sincerarse con uno mismo y reconocer que no nos apetece hacer algo acabamos pensando que somos unos vagos. Preguntarse el por qué no realizamos una tarea es algo muy útil. Reconocer que en realidad no es importante o que no nos gusta porque hemos seguido los dictados de alguien que nos ha hecho creer que aquello es lo que debemos hacer.

Fuentes:


miércoles, 15 de diciembre de 2010

El tiempo es una cultura

La reflexión humana sobre el tiempo se remonta a Platón y aún no ha concluido. Primero nos vimos atrapados en la rueda del destino, luego protagonistas de la historia, más tarde como los arqueros del universo y finalmente como parte de los procesos irreversibles de la naturaleza. De esta especulación hemos aprendido que el tiempo es una cultura que evoluciona con nuestros conocimientos.

Toda la historia de los conceptos de la materia, el espacio y el tiempo es la de una especulación metafísica que dura varios cientos de años, señala Wartofsky. Antes del uso del lenguaje, suponemos que nuestra especie, si bien percibe con exactitud el entorno, al mismo tiempo ostenta una forma de conciencia sin forma ni definición. Son los preludios de nuestra más elemental cultura.
El uso del lenguaje -añade Wartofsky- nos saca de nosotros mismos y enmarca nuestra experiencia dentro del mundo común de los objetos, de los actos y de las demás personas. El lenguaje es el que altera las circunstancias de la percepción, ordena los datos de la experiencia, los codifica y cimienta una específica concepción del mundo.
Es así como el homo sapiens construye su primer marco de referencia y supera el autismo inicial, ese estado de conciencia difusa que caracteriza, supuestamente, sus primeros momentos como especie.
Entendemos que es así como se introduce en nuestra cultura la noción del tiempo, si bien desde nuestros más remotos antepasados hasta nuestros días, la idea del tiempo ha evolucionado de manera significativa en esa historia especulativa a la que se refiere Wartofsky.

Primeras reflexiones

Tenemos que remontarnos a la Edad Antigua para encontrar las primeras reflexiones humanas sobre el tiempo. Platón dice que el tiempo es la imagen móvil de la eternidad. Refleja el debate de la época entre el tiempo subjetivo (el de cada persona), el tiempo objetivo (cronos o duración de los acontecimientos), y el concepto de eternidad (tiempo inmortal y divino, sin principio ni fin) introducido por Aristóteles.
Las unidades de tiempo más corrientes, como las diferentes épocas del año, o el día y la noche, contribuyen a introducir en la cultura de nuestros antepasados la mentalidad cíclica asociada a tales fenómenos. Un ciclo sigue al otro en un proceso infinito, cada época no es sino una parte del todo. Pericles expresa así esta mentalidad: todas las cosas de este mundo están abocadas al declive.
Para esta mentalidad cíclica, repetitiva, sin ilusión ni creatividad, el tiempo humano es tan exacto como el del entorno, sin opción a variaciones deliberadas. Todo se considera condicionado por el destino.
Desde estos primeros momentos, la cultura del tiempo combina los elementos objetivo y subjetivo, así como la dimensión de eternidad, en un conjunto de ideas integradoras en las que se entremezclan los ciclos del entorno, las percepciones temporales de cada persona y la noción de que el tiempo se opone a eternidad: según Platón, el tiempo que pasa es la manifestación de una Presencia que no pasa.

Tiempo y movimiento

La relación entre tiempo y movimiento la señala por vez primera Aristóteles, cuando establece: el tiempo es el número (la medida) del movimiento según el antes y el después. El ser que mide es, para Aristóteles, la conciencia interna del tiempo. Sin embargo, no llega a explicar qué es lo que señala el antes y el después, como advierte Prigogine.
Aunque algunos pensadores de la Antigüedad, como Estratón, consideran que el tiempo es una realidad completa en sí misma, otros, como Aristóteles, prefieren concebirlo más bien como una relación, aunque sin llegar a definirlo como exclusivamente subjetivo.
En cualquier caso, la primera noche de esta reflexión humana, que se prolonga hasta San Agustín, considera que el tiempo es desde siempre una gran paradoja: parte del tiempo es pasado y ya no existe, y la otra parte es futuro y no existe todavía, reflexiona Aristóteles. San Agustín enfatiza la percepción subjetiva: el alma y no los cuerpos es la verdadera medida del tiempo.

El tiempo lineal

Un salto esencial en la interpretación del tiempo se produce gracias a los profetas del judaísmo, que rompen con la idea del eterno retorno y rechazan la noción de destino implantada por los griegos. Esta visión del mundo, sobre la que se construye más adelante la concepción cristiana, realza el valor del futuro e introduce la esperanza como referencia de la evolución humana.
La persona ya no es considerada prisionera de los ciclos y de la fatalidad, sino que se encuentra en peregrinación hacia el futuro y espera con intensidad el próximo cambio del mundo. Es la idea del tiempo lineal, que se contrapone a la idea del tiempo cíclico.
El cambio de mentalidad que introduce el tiempo lineal es considerable: no sólo integra la esperanza en la cultura de la especie, sino que al mismo tiempo la hace subversiva. El mundo está inacabado y debemos perfeccionarlo.
Esta noción del tiempo como fuente de progreso añade la dimensión social al debate de la Antigüedad sobre los elementos objetivo, subjetivo y eterno (o cíclico) del tiempo. La polémica se prolonga hasta la época moderna, cuando el tiempo es percibido, bien como realidad absoluta (una realidad completa en sí misma), bien como propiedad (de las cosas) o también como relación, como decía Aristóteles (más que una realidad, el tiempo es una relación).

Tiempo continuo

El denominador común es la descripción del tiempo como algo continuo, ilimitado, de una sola dirección y dimensión, homogéneo y fluyendo siempre del mismo modo, explica Ferrater Mora.
Newton profundiza en esta descripción y establece el tiempo como algo absoluto, verdadero y matemático, que transcurre uniformemente. Descarta el factor subjetivo e introduce la medición matemática del tiempo con ayuda de relojes. Para Newton el tiempo es sólo una magnitud, una unidad de medida, puesto que en un mundo en movimiento no hay lugar para el presente.
La visión newtoniana recupera el determinismo de los primeros momentos porque considera que la historia cósmica está ya escrita: podemos saber en qué momento ocurrirá el próximo eclipse o el paso del siguiente cometa. Como explica Ivar Ekeland, es la época de la transparencia perfecta, el tiempo se inscribe en el espacio, el pasado y el futuro están escritos en el instante presente para el que sepa leerlos.

El tiempo cuántico

Una nueva y significativa ruptura en la concepción del tiempo se produce en la primera mitad del siglo XX, cuando la teoría de la Relatividad Especial de Einstein establece la unión del tiempo y el espacio en un nuevo concepto que evoca a Aristóteles. Hace 2.200 años, Aristóteles afirmó que el tiempo tiene que ser movimiento, uniendo así dos conceptos relacionados entre sí pero que se nos presentaban separados, diferentes.
Einstein establece una revolución conceptual parecida cuando señala que el tiempo es la cuarta dimensión de la realidad. Los objetos no sólo tienen longitud, altura y profundidad, sino que además están inmersos en un proceso temporal inevitable que tiene tanta importancia como las otras tres dimensiones físicas.
Bertrand Russell lo explica así: espacio y tiempo no son independientes, como tampoco lo son las tres dimensiones del espacio. Seguimos necesitando las cuatro dimensiones para determinar la posición de un hecho... (pues) no existe el mismo tiempo para diferentes observadores.

Espacio-tiempo

La gran trascendencia de la aportación de Einstein radica en la unificación que realiza de conceptos básicos aplicados a la realidad: no sólo establece que la materia es simultáneamente onda y partícula, sino que el tiempo y el espacio son también facetas diferentes de un todo cuatridimensional que es el llamado espacio-tiempo.
Algunos físicos consideran incluso al espacio-tiempo como la matriz de toda la realidad. De hecho, el espacio y el tiempo aparecieron simultáneamente en la evolución del Universo.
La física actual se plantea además que el tiempo puede estar formado por partículas elementales que, al igual que los objetos materiales, percibimos como algo continuo y fluyente a nivel macrofísico (es decir, en la vida cotidiana), pero que, a nivel microfísico (que sólo podemos percibir en el laboratorio), es granulado (está formado por partículas) e irregular (porque tiene periodos de diferentes proporciones). Si esto es así, la misma dualidad onda-partícula aplicable a la luz, valdría también para el tiempo.

El tiempo como ilusión

Wartofsky advierte que nuestra imagen actual del espacio y del tiempo ha sido creada por la ciencia, y que las concepciones del espacio y el tiempo no están siempre de acuerdo con las simples verdades espacio temporales que tomamos como inevitables y necesarias.
Conviene tenerlo en cuenta porque para Einstein la distinción entre pasado, presente y futuro es sólo una ilusión, por persistente que ésta sea. Esta afirmación choca con el sentido común, que nos indica que el tiempo es tan real como la materia y el espacio.
Sin embargo, añade Wartofsky, el sentido común es un término relativo, que indica solamente el sentido común que prevalece en un período determinado del desarrollo conceptual. Desde esta perspectiva, el sentido común es sólo el conocimiento adquirido por la especie que ha resultado útil en determinados períodos históricos, pero no necesariamente sinónimo de verdad. ¿Es el tiempo una cultura, una ilusión de la especie?

Dos presentes

Aceptar que el espacio y el tiempo forman una única realidad supone no sólo convertir a ambos en fenómenos físicos, sino también revisar la noción de simultaneidad. Hasta Newton se pensaba que existía un presente universal: dos acontecimientos pueden ocurrir al mismo tiempo en dos lugares diferentes.
Sin embargo, la Teoría de la Relatividad establece que no existe ningún momento que tenga validez universal: dos acontecimientos pueden ocurrir simultáneamente para un observador, pero otro observador que se mueva respecto al primero de ellos percibirá esos dos acontecimientos sucesivamente, no al mismo tiempo.
Es decir, aunque en la vida cotidiana, donde las distancias y las velocidades son demasiado pequeñas para apreciar la Relatividad, no ocurren estas cosas, sin embargo acontecimientos que tienen lugar en lugares muy alejados entre sí pueden estar en el pasado para un observador y en el futuro para otro. Bertrand Russel afirma al respecto que el orden-tiempo de los acontecimientos depende en parte del observador.
En consecuencia, el concepto de presente es una cuestión meramente personal y sólo tiene significado para el marco de referencia en el que se encuentra el observador, explica Davies. Y añade: siendo esto así resulta insensato dividir ordenadamente el tiempo en pasado, presente y futuro.

Arqueros del Universo

La estructuración de los acontecimientos en pasado, presente y futuro no deja de ser una construcción mental sin ningún significado para las ciencias naturales, lo que explica la ilusión a la que se refería Einstein.
El mundo no sucede, simplemente existe, dice el matemático Herman Weyl. La flecha del tiempo la ponemos nosotros. Somos los arqueros que permiten que el Universo tenga una historia con pasado, presente y futuro.
Un nuevo elemento desconcertante porque, a pesar de su carácter ilusorio, la direccionalidad del tiempo impregna todo el Universo y es la que establece el principio básico de causalidad, origen de cada uno de nosotros.
Casi todos los físicos están convencidos de que la causalidad es una ley inviolable de la naturaleza, pero a decir verdad carecen de una demostración que así lo pruebe, advierte Gribbin. Y añade: no existe en realidad nada en las leyes de la física que exija que la causalidad sea verdadera... La ley de causalidad no es más que la concepción vulgar del tiempo expresada en jerga científica.
Nuestra magnitud respecto al Universo guarda así una estrecha relación con nuestra capacidad de interactuación con él: según la Relatividad nosotros somos el tiempo del Universo.

El tiempo creativo

Ya no podemos pensar, con Einstein, que el tiempo irreversible es una ilusión, sentencia sin embargo Ilya Prigogine. Para mí -añade- el ser humano forma parte de esta corriente de irreversibilidad que es uno de los elementos esenciales, constitutivos, del universo.
Premio Nobel de Química en 1977 por su contribución al estudio de los procesos irreversibles y de la termodinámica de los sistemas complejos, Prigogine añade a la teoría clásica, relativista y cuántica la así llamada física de los procesos alejados del equilibrio. Ha podido establecer que en condiciones alejadas del equilibrio, la materia es capaz de apreciar diferencias en su entorno y de reaccionar con grandes efectos a pequeñas fluctuaciones.
Toda la teoría de Prigogine se basa en la termodinámica, una ciencia matemáticamente rigurosa iniciada en 1811 por Jean Joseph Fourier y basada en el tratamiento teórico de la propagación del calor en los sólidos. Esta ciencia añade otro componente universal a la física, además de la gravitación: el calor. Para Prigogine, las grandes líneas de la historia del universo están hechas de una dialéctica entre la gravitación y la termodinámica.
La termodinámica se basa en tres principios básicos: el de conservación (que no es sino una generalización del principio de conservación de la energía conocida en mecánica), el principio de evolución (también conocido como segundo principio de la termodinámica) y el principio de Nernst-Planck.

Tres principios

En sus comienzos, la termodinámica se centra en los procesos de equilibrio y descuida los procesos irreversibles típicos de las situaciones alejadas del equilibrio. Sin embargo, es sobre estos procesos, a partir de los cuales se formula el segundo principio de la termodinámica, que Prigogine fija su atención: revolucionan de tal forma el conocimiento del mundo que trascienden con mucho la teoría relativista y cuántica sobre la que se cimienta el pensamiento científico del siglo XX.
El segundo principio de la termodinámica es la ley del crecimiento irreversible de la entropía (desorden), formulada por Rudolf Clausius en 1865. La entropía de un sistema aislado aumenta con el tiempo, explica Penrose: un sistema aislado (por ejemplo un gas) que ha sufrido una evolución, no retorna espontáneamente a su estado inicial, sino que amplifica sus fluctuaciones. Esta amplificación de las fluctuaciones provoca a su vez una situación nueva y una serie de nuevas posibilidades de evolución.
Para la nueva ciencia del calor, los sistemas disipan energía, son irreversibles y evolucionan hacia el desorden. La evidencia que se desprende de la termodinámica es que, lejos del equilibrio, la materia desarrolla nuevas propiedades: sensibilidad a influencias del entorno, posibilidad de estados múltiples, historicidad de las elecciones adoptadas por los sistemas (se crean nuevos estados irreversibles).

Fenómenos irreversibles

Una de las consecuencias de la termodinámica es que el tiempo no puede ser subjetivo, como sugiere la física de partículas. Según la física del calor, la irreversibilidad es la base de la mecánica cuántica, de la mecánica clásica y de la relatividad, por lo que ya no podemos considerar el tiempo como una aproximación: la relatividad general no da sentido a la irreversibilidad y no puede explicar la gigantesca producción de entropía que caracterizó el nacimiento de nuestro universo.
Los fenómenos irreversibles que se aprecian en los sistemas alejados del equilibrio conducen a nuevas estructuras materiales que perduran y evolucionan hacia nuevos estados, lo que lleva a Prigogine a afirmar que ya no nos está permitido creer que somos los responsables de la aparición de la perspectiva del antes y del después.
De la termodinámica se desprende que, a niveles macroscópicos, la materia sometida a calor es inestable, fluctúa y engendra nuevos estados. A diferencia de lo que ocurre con la física cuántica, estos procesos metamórficos ocurren al margen de que sean observados o no, son inevitables e imprevisibles y pueden desarrollarse de una forma totalmente incontrolada.
Aunque la estructura subatómica de la materia sea paradójica porque no sigue las leyes físicas conocidas, a niveles macroscópicos la materia se transforma por efecto del calor y sintoniza con el orden espacio-temporal humano. Para Prigogine, este orden macroscópico otorga objetividad al mundo físico y disuelve las paradojas que se observan en el mundo cuántico, considerado como una especie de mundo alejado de los procesos de observación.

Tiempo irreversible

En consecuencia, según la termodinámica todo discurre realmente del pasado al presente y del presente al futuro de manera inevitable e irreversible. Roger Penrose aclara sin embargo que la irreversibilidad es simplemente una cuestión práctica: no podemos en la práctica des-revolver un huevo, aunque es un procedimiento perfectamente admitido por las leyes de la mecánica.
La inestabilidad, las fluctuaciones y la irreversibilidad, cualidades que descubre la termodinámica, desempeñan un papel en todos los niveles de la naturaleza: la química, la ecología, la climatología, la biología y la cosmología. Desde esta perspectiva, el universo surge de una inestabilidad (no de una singularidad, como expone la teoría del Big Bang), que crea simultáneamente materia y entropía.
Nuestro universo es el resultado de una transformación irreversible y proviene de otro estado físico, no del vacío cuántico. La transformación del espacio-tiempo en materia, en el momento de la inestabilidad del vacío, corresponde a una explosión de entropía, a un fenómeno irreversible.
En consecuencia, el universo no está condenado a la extinción, como expone la teoría clásica, sino que puede renacer si la inestabilidad original se llega a reproducir. Para Prigogine, el nacimiento de nuestro tiempo (del tiempo de nuestra vida, de nuestro planeta, de nuestro universo) no equivale al nacimiento del tiempo en sí mismo, ya que en el vacío cuántico el tiempo existía en estado potencial.

Azar y tiempo

La física de los sistemas alejados del equilibrio aporta otra novedad: el azar introducido por la física en la mecánica cuántica no se limita al nivel de las partículas elementales, sino que es también una propiedad de la materia a nivel macroscópico, de los sistemas observados por la termodinámica. A nuevos estados físicos de la materia le corresponden nuevos comportamientos.
La idea que se desprende de esta teoría es que reafirmamos el carácter abierto y creativo del universo que nos sugieren las partículas elementales. Sin embargo, si la física nos ha hablado hasta ahora del tiempo ilusión de Einstein y del tiempo degradación de la entropía (extinción del universo por disipación del calor), estos dos modelos de tiempo no rigen ya: el universo no sólo no se degrada, sino que aumenta en complejidad con nuevas estructuras que emergen en las estrellas, las galaxias y los sistemas biológicos.
El desorden no es sinónimo de caos, sino de reorganización e incremento de la complejidad de los sistemas. Como señala Prigogine, los desarrollos recientes de la termodinámica nos proponen un universo en el que el tiempo no es ilusión ni disipación, sino creación.

Una cultura del tiempo abierta

Estas reflexiones nos señalan que el debate iniciado por Platón se prolonga todavía, que continuamos viviendo, compartiendo e inventando la historia del tiempo en una persistente especulación metafísica. Sin embargo, al igual que ocurre con nuestras facultades superiores, seguimos sin saber exactamente lo que es el tiempo.
Uno de los mayores condicionantes de nuestra existencia, de nuestro conocimiento, de nuestra percepción y de nuestra cultura, es también uno de nuestros mayores misterios.
Bergson lo expresa así, elocuentemente: nosotros no pensamos el tiempo real, pero lo vivimos porque la vida desborda a la inteligencia.
Parece decirnos que, ya seamos los arqueros del universo que ponemos la flecha del tiempo, como decía Einstein, o ya seamos parte de la corriente de irreversibilidad que cruza el universo, como dice Prigogine, la vida nos desborda y conduce por senderos en los que el tiempo emerge más como una cultura que evoluciona con nuestros conocimientos, que como uno de los fundamentos metafísicos del mundo real.
Esto es lo que podemos aprender de la historia del tiempo, que sigue abierta a nuevas interpretaciones porque es una historia que construimos nosotros con nuestras inquietudes, investigaciones y reflexiones.
Así escapamos también del determinismo cultural que rechazan la física cuántica y la termodinámica porque, como ha expresado la antropóloga María Jesús Buxó, las culturas no son inmutables, sino el vehículo para la creación consciente y constante de estructuras de realidad y, por ello, de futuros probables.

Fuentes:

sábado, 11 de diciembre de 2010

"Carpe Diem"

Carpe diem es una locución latina que literalmente significa "aprovecha el día", lo que quiere decir es "aprovecha el momento, no lo malgastes". Etimológicamente significa cosecha el día, figuradamente: disfruta el día, captura el momento en el que te encuentras. Se puede entender como "no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy". O igual "vive cada momento de tu vida como si fuese el último de tu existencia"
Pero ¿qué es esto del Carpe Diem? En realidad es bien conocido por todos, ya que es un tópico literario, un tema recurrente en la literatura universal como una exhortación a no dejar pasar el tiempo que se nos ha brindado; o bien, para disfrutar los placeres de la vida dejando a un lado el futuro, que es incierto.
Los tópicos son aquellos lugares, fácilmente reconocibles, a los cuales acudimos una y otra vez: lugares comunes, topoi según los griegos, loci para los latinos. Para las Matemáticas, los topos son categorías, algo que se adecua muy bien al concepto. Es el sentido común de las cosas que nos rodean, prejuicios de los que partimos con frecuencia para emitir juicios, para valorar comportamientos. La Literatura, la pintura, la escultura, la retórica… con frecuencia acuden a ese terreno tan conocido por todos para sustraer las pisteis o pruebas en donde todos se puedan reconocer: la fugacidad de la belleza, la cualidad contra la cantidad.  


La locución fue acuñada por el poeta romano Horacio:
Carpe diem quam minimum credula postero 
Vive el día de hoy.
Aprovecha el día, no confíes en mañana.

Porque del mañana nada sabemos, ni siquiera nos es dado el poder conocerlo. Si existe el Destino o la Providencia, no baja ningún dios a concedernos su conocimiento. Aquí Horacio nos expresa de forma poética que el tiempo se nos pasa rápidamente, sin darnos cuenta:


"No pretendas saber, pues no está permitido,
el fin que a mí y a ti, Leucónoe,
nos tienen asignados los dioses,
ni consultes los números Babilónicos.
Mejor será aceptar lo que venga,
ya sean muchos los inviernos que Júpiter
te conceda, o sea éste el último,
el que ahora hace que el mar Tirreno
rompa contra los opuestos cantiles.
No seas loca, filtra tus vinos
y adapta al breve espacio de tu vida
una esperanza larga.
Mientras hablamos, huye el tiempo envidioso.
Vive el día de hoy. Captúralo.
No fíes del incierto mañana."

 Nada hay de cierto en el porvenir, ninguna seguridad. El momento, sin embargo, hemos de aprovecharlo. Y hemos de aprovecharlo porque el tiempo huye, tempus fugit, otro tópico. Y las huidizas edades son envidiosas del presente, porque en realidad no le poseen; las edades son solo pasado. Mientras pensamos en el mañana, indefectiblemente, el hoy se nos escapa. Y el mañana no existe, si acaso existirá, y tampoco eso es seguro.

Vivamos entonces el día, capturemos pues el momento. Nadie nos dice que lo hagamos con optimismo o siendo pésimos; a lo sumo, Horacio nos indica que hay que adaptarse a ello. ¿Y cómo te adaptas? Aceptando el hecho, eso lo primero. Mas ¿cómo se acepta?

Fuentes:

El poema dedicado al "carpe diem" por Walt Whitman

Carpe Diem
Carpe Diem! Aprovecha el día,
No dejes que termine sin haber crecido un poco,
sin haber sido un poco mas feliz,
sin haber alimentado tus sueños.

No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie
te quite el derecho de
expresarte que es casi un deber.

No abandones tus ansias de hacer de tu vida
algo extraordinario...

No dejes de creer que las palabras, la risa y la poesía
sí pueden cambiar el mundo...

Somos seres, humanos, llenos de pasión.
La vida es desierto y tambien es oasis.
Nos derriba, nos lastima, nos convierte en
protagonistas de nuestra propia historia...
Pero no dejes nunca de soñar,
porque sólo a través de sus sueños
puede ser libre el hombre.

No caigas en el peor error, el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.

No te resignes...
No traiciones tus creencias. Todos necesitamos
aceptación, pero no podemos remar en
contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.

Disfruta el pánico que provoca tener
la vida por delante...
Vívela intensamente,
sin mediocridades.
Piensa que en tí está el futuro y en
enfrentar tu tarea con orgullo, impulso
y sin miedo.

Aprende de quienes pueden enseñarte...
No permitas que la vida
te pase por encima
sin que la vivas...


viernes, 10 de diciembre de 2010

El sigiloso apetito seductor

Confucio dijo: "Tres clases de placeres son provechosos; tres clases de placeres son dañinos. Es provechoso el placer de ejecutar los ritos y la música apropiadamente, el placer de elogiar las cualidades de los demás y el placer de tener muchos amigos de talento. Es dañino el placer de exhibir el lujo, el placer de holgazanear y el placer de celebrar juergas libidinosas."

No es casual que los hombres y las mujeres se esfuercen en buscar las facetas más profundas de sus naturalezas y, sin embargo, se distraigan de este propósito por toda una serie de razones, generalmente por placeres de distintas clases. Algunos se aficionan a dichos placeres, se quedan perennemente enredados en ellos y jamás reanudan su tarea.
Al principio, el perrito también se distrae a causa de sus apetitos. Muchas veces los apetitos son unos encantadores forajidos que se dedican a robar el tiempo y la libido. Nuestro tiempo y nuestra libido. Jung señaló que se tenía que controlar en cierto modo el apetito humano. De lo contrarío y tal como ya hemos visto, la persona se detiene ante cada hueso que ve por el camino y ante cada empanada que ve sobre un tronco.
Es posible que, como el perro, los compañeros que buscan el nombre de la doble naturaleza pierdan su determinación en presencia de cualquier tentación que encuentren por el camino. Tal cosa puede ocurrir si se trata de criaturas salvajes o famélicas. En tal caso, es posible que también se olviden de lo que tienen entre manos. Puede que sean tentados/atacados por algo de su propio inconciente que desea ejercer su dominio sobre las mujeres con el fin de explotarlas o de atraerlas para la satisfacción de su propio placer o para llenar su vacío de cazador.
Durante el camino de regreso a la casa de su amo, el perro se distrae a causa de un sabroso hueso, lo cual lo lleva a olvidar los nombres de las muchachas. Este episodio representa algo que suele ocurrir en la función psíquica profunda: las distracciones del apetito obstaculizan el proceso primario. No pasa un mes sin que alguna paciente me diga "Bueno, me distraje porque tenía mucho trabajo o porque experimenté una fuerte excitación sexual y tardé siete días en calmar esa fiebre" o "… porque pensé que esta semana era el momento adecuado para podar las quinientas plantas de mi casa" o "... porque emprendí siete nuevas aventuras creativas, me lo pasé muy bien y después llegué a la conclusión de que ninguna de ellas era demasiado prometedora y decidí dejarlo todo".
Por consiguiente, el hueso en el camino es algo a lo que nadie es inmune. Su delicioso hedor es una tentación irresistible para un perro. En el peor de los casos, probablemente se trata de una afición que ya nos ha salido muy cara en varias ocasiones. Sin embargo, aunque hayamos fracasado una y otra vez, tenemos que volver a intentarlo hasta que podamos pasar de largo y seguir adelante con nuestra tarea principal.
El momento culminante de nuestra actuación profunda es similar a la excitación sexual en el sentido de que empieza de cero, acelera alcanzando distintos niveles y llega a una fase intensa y sostenida. Si la aceleración se interrumpe bruscamente (por culpa de un ruido intenso e inesperado, por ejemplo), hay que empezar de nuevo por el principio. Cuando se trabaja con el estrato arquetípico de la psique se produce una tensión de excitación parecida. Si se interrumpe la tensión, hay que empezar prácticamente de cero. Por consiguiente, en el camino hay muchos huesos jugosos, agradables, interesantes y tremendamente excitantes. Pero todos ellos nos arrastran en cierto modo hacia una especie de amnesia que nos hace olvidar no sólo en qué fase de nuestra tarea nos encontramos sino también cuál es nuestra tarea.
El Corán nos advierte sabiamente de que se nos pedirá cuentas de todos los placeres permitidos de la vida de los que no quisimos gozar cuando estábamos en la tierra, Sin embargo, un exceso e incluso una pequeña cantidad de una cosa buena en el momento inadecuado puede provocarnos una considerable pérdida del nivel de conciencia. En cuyo caso, en lugar de experimentar una repentina oleada de sabiduría, andamos por ahí como un profesor distraído que murmura por lo bajo: "¿Dónde estaba yo ahora?" Tardamos semanas y a veces meses en recuperarnos de estas distracciones.

Gülen, Confucio y Platón sobre el Ideal Humano
Por B. Jill Carroll

"La realidad es una, desde luego, pero comprende diferentes divisiones, reinos o modos de ser. Aquellos que conocen esto y viven conscientes de lo mismo encuentran la felicidad, la bondad y la verdad, cualquiera que sean sus circunstancias, porque su orientación es siempre hacia arriba, hacia una realidad más elevada. Aquellos que viven ignorantes de esto se revuelcan en un pantano de confusión y de apetitos corpóreos, cegados por la realidad finita, inferior y "sombría". En conclusión, hay dos tipos básicos de personas, el vidente y el ciego. En Las Analectas, Confucio y otros pensadores distinguen entre aquellos de mentes "elevadas" o "nobles" y aquellos de vías "inferiores", "menores" o de miras estrechas:

"Una persona noble es diferente de las demás, pero está en paz con ellas.
Una persona de miras estrechas es igual que las demás, pero nunca está en paz con ellas.
La persona noble alienta lo bello en la gente y desalienta lo feo en ellos.
La gente de miras estrechas simplemente hace lo opuesto.
La gente noble busca dentro de sí misma.
La gente de miras estrechas busca en otro lugar.
La gente noble tiene temor reverencial de tres cosas: el Mandato del Cielo, los grandes hombres y las palabras de un sabio.
La gente de miras estrechas no comprende el Mandato del Cielo, por lo que no tiene temor reverencial del mismo; desprecia a los grandes hombres; y ridiculiza las palabras de un sabio.
La gente noble posee nueve estados mentales: respecto a los ojos, brillantes; respecto a los oídos, penetrantes; respecto al semblante, cordial; respecto al comportamiento, humildes; respecto a las palabras, dignos de confianza; respecto al servicio, reverentes; respecto a la duda, inquisitivos; respecto a la ira, circunspectos; y respecto a la oportunidad para beneficiarse, morales.
La gente noble sigue un camino diferente en la vida del de la gente de miras estrechas. Sus oídos están orientados hacia la sabiduría, la disciplina, la dignidad y el servicio, mientras que la gente común o inferior no posee oídos en absoluto para dichos menesteres."

Platón menciona una división similar de la gente en La República. Platón divide la realidad en dos reinos, el reino eterno del espíritu o pensamiento puro y el reino finito de la corporeidad. Gran parte de la conversación entre Sócrates y sus estudiantes en el diálogo tiene que ver con el filósofo o "amante de la sabiduría" que comprende con profundidad esta división en la existencia y vive tanto desde el reino puro e ideal como hacia el mismo. Al final del diálogo, Sócrates describe a aquellos que no son amantes de la sabiduría, no entienden la Verdadera Realidad y, por lo tanto, no viven, ni disfrutan de los beneficios de una vida vivida que está acorde con la sabiduría:

"Por eso los faltos de inteligencia y virtud, que siempre andan en festines y otras cosas de este estilo, son arrastrados, según parece, a lo bajo y de aquí llevados nuevamente a la mitad de la subida y así están errando toda su vida; y, sin rebasar este punto, jamás ven ni alcanzan la verdadera altura ni se llenan realmente de lo real ni gustan de firme ni puro placer, sino, a manera de bestias, miran siempre hacia abajo y, agachados hacia la tierra y hacia sus mesas, se ceban de pasto, se aparean y, por conseguir más de todo ello, se dan de coces y se acornean mutuamente con cascos y cuernos de hierro y se matan por su insatisfacción, porque no llenan de cosas reales su ser real y su parte apta para contener aquéllas.
¿No es, pues, fuerza que no tengan sino placeres mezclados con dolores, meras apariencias del verdadero placer y sombras sin otro color que aquel, aparentemente muy intenso, que les da la yuxtaposición de placer y dolor y que nazcan en los insensatos unos mutuos y furiosos amores, por los cuales luchan como cuenta Estesícoro que, por ignorancia de la verdad, se luchó ante Troya en torno a la apariencia de Helena?"

Platón ilustra la distinción entre los filósofos y la gente común con su famoso mito de la caverna. Aquí nos pide que nos imaginemos una gente que ha vivido en una caverna desde la niñez fijos en una posición de tal manera que su mirada está fija en la pared que se halla ante ellos. Lo que no pueden ver es que detrás de ellos se extiende un largo pasadizo que lleva a la salida de la caverna. También tras ellos hay una luz brillante que proyecta en la pared que se halla delante de ellos la sombra de los objetos que están detrás de ellos. La gente vive sus vidas de cara a la pared, ocupados con las sombras que hay en la pared como si fuesen objetos verdaderos y reales, sin ver que, de hecho, son sólo sombras, copias o simulacros de objetos reales. Oyen los ecos de los sonidos en la caverna y creen que el sonido proviene de las sombras. Crean historias respecto a las sombras y les dan significados. Las sombras son la "realidad" para la gente.

Pero luego, una de las personas, de algún modo, se libera de esa posición fija y se vuelve para ver la luz brillante, las sombras que crea y el camino que se dirige fuera de la caverna hacia una luz incluso más brillante. Sigue el camino, sus ojos le duelen por la luz, hasta que sale de la caverna y emerge a la plena luz del día del mundo "Real". No puede ver el brillo total de la realidad al principio, sus ojos han de acostumbrarse con la práctica. Finalmente, sin embargo, ve con claridad y plenitud y retorna a la caverna para informar a los otros de su oscuridad y de la luz que pueden alcanzar si se liberan, si se apartan de las sombras y siguen el camino hacia la luz. Se mofan de él, se enfadan con él y, finalmente, intentan matarle por sus ideas, que a ellos les parecen absolutamente ridículas y alejadas de la realidad.

El mito es claro: poca gente puede formar todo su carácter según la luz de la sabiduría y de la verdad, y se dedicará a la búsqueda de éstas a pesar de las dificultades. La mayor parte, sin embargo, preferirán la caverna de oscuridad y pasarán sus vidas dedicadas a las búsquedas "sombrías" mucho más fáciles a costa de los placeres más elevados, más apropiados para los que poseen un alma:

"Ahora bien, la discusión de ahora muestra que esta facultad, existente en el alma de cada uno, y el órgano con que cada cual aprende deben volverse, apartándose de lo que nace, con el alma entera —del mismo modo que el ojo no es capaz de volverse hacia la luz, dejando la tiniebla, sino en compañía del cuerpo entero— hasta que se hallen en condiciones de afrontar la contemplación del ser e incluso de la parte más brillante del ser, que es aquello a lo que llamamos bien. ¿No es eso?"

Por lo tanto, mientras que la facultad de vivir una vida como amante de la sabiduría radica en todo el mundo, sólo algunos activamente vivirán de esta facultad interna. Hacerlo implica volver la entera orientación de uno hacia la Verdadera Realidad y resistir el encanto de los placeres transitorios que, como mucho, no son más que meras copias de la Verdadera Realidad.
Por otra parte y según la visión de Gülen, la renovación y el renacimiento vendrán al mundo en general cuando "la gente ideal" se eleve espiritual, moral e intelectualmente para dirigir a la humanidad, a través del servicio y del ejemplo de sus propias vidas, hacia una nueva era. Sin dicha gente, la sociedad interactúa de una manera incontrolada con todo tipo de ideologías oportunistas y sensualidades y la gente dentro de dicha sociedad apenas asciende a un nivel en el que pueden ser llamados "humanos":

"Algunos viven sin pensar; algunos sólo piensan, pero no pueden poner sus ideas en práctica… Aquellos que viven sin pensar son instrumentos de la filosofía de otros. Dichas personas siempre se desplazan de patrón en patrón, cambiando incesablemente los moldes y las formas, y luchando frenéticamente a lo largo de toda su vida con pensamientos y sentimientos desviados, con desórdenes personales y metamorfosis del carácter y de la apariencia, sin llegar nunca a ser ellos mismos… Esta gente siempre se parece a un estanque de agua infecundo, estéril, estancada, y propensa a pudrirse. Más allá de ser incapaces de expresar nada en nombre de la vitalidad, es inevitable que dicha gente se convierta en un montón de virus que amenazan la vida o en un nido de microbios".

Aquí Gülen, como Platón o Confucio, describe los dos tipos de personas en el mundo: la gente ideal, o aquellos que son conscientes del ideal y que se esfuerzan en pos del mismo, y la gente mundana. Lo que la gente mundana tiene en común es que, a cierto nivel, olvidan que son gente de valor. Gülen continúa:

"Esta gente es tan superficial en sus pensamientos y en sus puntos de vista que imitan cualquier cosa que oigan y vean, igual que los niños, yendo a la deriva tras las masas de acá para allá, y nunca encontrando una oportunidad para escucharse a sí mismos o ser conscientes de examinar su propio valor. De hecho, nunca perciben que poseen valores propios de sí mismos. Viven sus vidas como si fueran esclavos que nunca pueden aceptar liberarse de sus sentimientos materiales y corporales… Consciente o inconscientemente, se encuentran presos en una o más de dichas redes fatales cada día y matan sus almas una y otra vez en la más miserable de las muertes."

Tal y como los habitantes de la cueva de Platón, la gente mundana descrita por Gülen vive fijada a placeres finitos y materiales a costa de los placeres más elevados del desarrollo intelectual, del perfeccionamiento espiritual y de la contribución a la sociedad. Haciéndolo, niegan sus valores humanos. Gülen indica con respecto a la realización de una humanidad completa:

"Los seres humanos, sin embargo, están lejos de llevar a cabo un logro en base a su corporeidad o sensualidad. Es más, podemos decir que cuando los seres humanos son inconscientes de ellos mismos o de su existencia entonces son más inferiores que otras criaturas. Sin embargo, independientemente de lo insignificantes que puedan parecer los seres humanos, gracias a sus intelectos, creencias, consciencias y espíritus son observadores y comentadores de los secretos sagrados de la vida que se hallan ocultos entre líneas... Pues los seres humanos son contemplado como criaturas elevadas dirigidas hacia una misión especial, equipadas con capacidades y talentos superiores."

En el cuento el perro regresa corriendo a la cabaña de las gemelas, oye de nuevo sus nombres y una vez más se aleja a toda prisa. El cánido sigue el instintivo impulso de intentarlo una y otra vez. Pero, ay, una empanada de kumquat lo distrae y vuelve a olvidar los nombres. Otro aspecto del apetito ha asaltado a la criatura y la ha apartado una vez más de su tarea. Su vientre ha quedado satisfecho, pero no así la tarea de su alma.
Estamos empezando a comprender que el proceso de conservar la conciencia y más concretamente de no ceder a los apetitos que nos distraen mientras tratamos de encontrar una conexión psíquica es un proceso muy largo, al que resulta muy difícil mantenerse agarrado. Vemos que el sagaz perrito lo intenta con todas sus fuerzas. Sin embargo, cuesta mucho salir del profundo inconciente arquetípico para regresar a la mente conciente. Cuesta mucho bajar a los nombres y cuesta mucho subir de nuevo a la superficie. Cuesta mucho conservar el conocimiento consciente cuando se tropieza con trampas por el camino.
La empanada de kumquat y el hueso representan seducciones que nos distraen y que a su manera son deliciosas... en otras palabras, hay en la psique de todo el mundo unos elementos tortuosos, falsos y exquisitos. Estos elementos son contrarios a la conciencia; se conservan lozanos manteniendo las cosas oscuras y atrayentes. A veces nos cuesta recordar que estamos luchando por alcanzar la belleza de la luz.
En este cuento, el perro es el portador de la luz y trata de establecer una conexión conciente con la mística naturaleza gemela. Hay "algo" que periódicamente intenta evitarlo, algo que es invisible, pero que con toda certeza es el responsable de la colocación de los huesos y de las empanadas. No cabe duda de que se trata del oscuro forastero, otra versión del depredador natural de la psique que se opone a la conciencia. Debido a la presencia de este adversario natural en la psique de todas las personas, hasta la psique más sana puede perder su lugar. El hecho de recordar la verdadera tarea que tenemos entre manos y de recordarla una y otra vez prácticamente al modo de los mantras, nos conducirá de nuevo a la conciencia.

Fuentes:

Clarissa Pinkola Estés
"Mujeres que Corren con los Lobos"


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