lunes, 18 de mayo de 2009

El depredador natural de la psique

Si caemos en la trampa de "dar todo en todo momento", corremos el riesgo de entrar en situaciones depredadoras. A veces la culpa por no responder como los otros esperan e incluso como nosotros mismos creemos que debiéramos hacerlo, nos lleva a no respetarnos. Por supuesto que "el depredador externo" no es más que una proyección que viene desde nuestro interior. Es la forma en que nuestra alma nos da la oportunidad de trascender ese punto.

El desarrollo de una relación con la naturaleza salvaje forma parte esencial de la individuación de las mujeres (y hombres). Para ello, una mujer tiene que hundirse en la oscuridad, pero sin estar irremediablemente atrapada o capturada ni morir en el camino de ida o de vuelta.

El captor es el hombre oscuro que habita en la psique de todas las mujeres, el depredador innato. Es una fuerza específica e incontrovertible que hay que refrenar y aprenderse de memoria.
Para refrenar al depredador natural de la psique es necesario que las mujeres (y hombres) conserven todas sus facultades instintivas. Entre ellas cabe citar la perspicacia, la intuición, la resistencia, la capacidad de amar con tenacidad, la aguda percepción, la previsión, la agudeza auditiva, la capacidad de cantar por los muertos, de sanar intuitivamente y de cuidar de sus propias hogueras creativas.
Barba Azul representa un complejo extremadamente recóndito que acecha en el borde de la vida de todas las mujeres, vigilando y esperando la oportunidad de enfrentarse con ellas. Aunque en la psique de los hombres se puede manifestar de manera parecida o distinta, es un enemigo antiguo y contemporáneo de ambos sexos.

Pues se trata de algo innato, es decir, inherente a todos los seres humanos desde que nacen y, en este sentido, carece de origen consciente. Y, sin embargo, yo creo que podemos intuir cómo se desarrolla su naturaleza en el preconsciente de los seres humanos, pues en el cuento Barba Azul es calificado de "mago frustrado". En esta faceta está relacionado con las figuras de otros cuentos de hadas en los que se representa al perverso depredador de la psique como un mago que, a pesar de su carácter tremendamente destructor, ofrece un aspecto más bien normal.
Utilizando esta descripción como fragmento arquetípico, lo Podemos comparar con lo que sabemos acerca de la brujería frustrada o el frustrado poder espiritual de la mito-historia: el mito griego de Icaro y el mito zuñi del "Niño y el águila", son parecidos; en la teología cristiana, Lucifer quiso igualarse a Dios y fue arrojado al infierno. En la tradición folclórica hay muchos aprendices de brujo que se atrevieron a sobrepasar los límites de su capacidad, quebrantando las leyes de la naturaleza.

http://lh3.ggpht.com/_Wbrv4TZOFic/ShECMCQtMVI/AAAAAAAAB1E/EpGx_sqKlOo/s400/El%20depretador%20a.jpg
Si examinamos todos estos leitmotivs, vemos que los depredadores que hay en ellos ansían la superioridad y el poder sobre los demás. Tienen una especie de inflación psicológica por la que el ente pretende ser tan alto y tan grande como lo Inefable que tradicionalmente distribuye y controla las misteriosas fuerzas de la naturaleza, incluyendo los sistemas de la vida y la muerte, las normas de la naturaleza humana, etc.
Las consecuencias por el intento de un ser de quebrantar, doblar o alterar el modus operandi de lo Inefable, es el castigo con una merma de sus facultades en el mundo del misterio y la magia, con el solitario exilio de la tierra de los dioses o con una pérdida similar de gracia y poder a través de la incapacidad, la mutilación o la muerte.

Si logramos ver en Barba Azul al representante interno de todo este mito del proscrito, también podremos comprender la profunda e inexplicable soledad que a veces nos asalta por el hecho de experimentar un constante alejamiento de la redención.
De ahí que el exilado se dedique a perseguir implacablemente la luz de los demás. Cabe suponer que todas sus esperanzas se cifran en apoderarse de la suficiente cantidad de alma(s) como para poder crear un estallido de luz que le permita finalmente disipar sus tinieblas y sanar su soledad.
Tenemos que aceptar que tanto dentro como fuera existe una fuerza, difícil de comprender, que actuará en contraposición a los instintos naturales del Yo y que esta fuerza maligna es lo que es. Aunque nos compadezcamos de ella, lo primero que tenemos que hacer es reconocerla, protegernos de su devastadora actuación y, en último extremo, arrebatarle su energía asesina.

http://lh6.ggpht.com/_Wbrv4TZOFic/ShECMkK6JEI/AAAAAAAAB1Q/QZt6FzWxhVw/El%20depretador%20d.jpg
Todas las criaturas tienen que aprender que existen depredadores. Sin este conocimiento, una mujer no podrá atravesar su propio bosque sin ser devorada. Comprender al depredador significa convertirse en un animal maduro que no es vulnerable por ingenuidad, inexperiencia o imprudencia.
Como un hábil sabueso, Barba Azul percibe que la hermana menor siente interés por él y está dispuesta a convertirse en su presa. La pide en matrimonio y, en un momento de juvenil exuberancia, que a menudo es una mezcla de insensatez, placer, felicidad y curiosidad sexual, ella le dice que sí.





Fuentes:

Clarissa Pinkola Estés
"Mujeres que Corren con los Lobos"

domingo, 17 de mayo de 2009

El cuento de Barba Azul

Una mujer poseída por su animus corre el peligro de perder su femineidad, que es su calidad de lo femenino, su persona femenina adaptada, lo mismo que el hombre en igualdad de circunstancias corre el riesgo de perder su masculinidad. El arquetipo ya sea anima o animus es una figura femenina o masculina en la psicología del hombre o de la mujer, respectivamente. Y se expresa en los mitos, la idea de estas energías dentro del mismo cuerpo. Cabe aclarar, que estos arquetipos anima y animus, se presentan en forma negativa, y también lo hacen en forma positiva, como fuente de iluminación.

"Los cuentos de hadas, cuentan con un material que es puente entre el Inconsciente personal y el colectivo, al ser una manifestación conocida de imágenes y símbolos arquetípicos. Estos siguen un modelo de completamiento en el individuo (Individuación), y al traducir y comprender dichos símbolos, pueden tener un efecto curativo. Para ello es preciso descubrir los arquetipos subyacentes que representen en secuencia los niveles del proceso. En el cuento de Barba Azul interesa especialmente, los arquetipos que ayudan a la mujer en su proceso de individuación, cómo pueden activarse o desactivase, cómo pueden guiar, cómo toman diferentes formas, cuáles son sus metas y sus temores, cómo pueden llegar a ser luminosos u oscuros, según lo requiera cada mujer y según el nivel en el que se encuentre. Todo esto a través del recorrido de la protagonista del cuento.
Cada mujer necesitará estar atenta al llamado para emprender la travesía que la lleve al aprendizaje requerido y la oportunidad de escuchar todo lo que su sombra tiene que decirle e integrarla. En el cuento seleccionado después de atender al llamado e iniciar el camino, la protagonista se enfrenta a sus dragones tomando los recursos de sus propios arquetipos y aprende cómo preparar su psique para próximos dragones. Esa es la experiencia que le queda, sin ésta no hay conciencia. El potencial para crecer está ahí, cada mujer puede decidir quedarse ahí o hacer uso de su fuerza creativa femenina para continuar el viaje."

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

http://lh3.ggpht.com/_Wbrv4TZOFic/ShBq4y37kdI/AAAAAAAAB0o/aN7Cn7_Thqg/Bluebeard%20b.jpg
Hay un trozo de barba que se conserva en el convento de las monjas blancas de las lejanas montañas. Nadie sabe cómo llegó al convento. Algunos dicen que fueron las monjas que enterraron lo que quedaba de su cuerpo, pues nadie más quería tocarlo. La razón de que las monjas conservaran semejante reliquia se desconoce, pero se trata de un hecho cierto. La amiga de mi amiga la ha visto con sus propios ojos. Dice que la barba es de color azul, añil para ser más exactos. Es tan azul como el oscuro hielo del lago, tan azul como la sombra de un agujero de noche. La barba la llevaba hace tiempo uno que, según dicen, era un mago frustrado, un gigante muy aficionado a las mujeres, un hombre llamado Barba Azul.

Dicen que cortejó a tres hermanas al mismo tiempo. Pero a ellas les daba miedo su extraña barba de tono azulado y se escondían cuando iba a verlas. En un intento de convencerlas de su amabilidad, las invitó a dar un paseo por el bosque. Se presentó con unos caballos adornados con cascabeles y cintas carmesí. Sentó a las hermanas y a su madre en las sillas de los caballos y los cinco se alejaron a medio galope hacia el bosque. Pasaron un día maravilloso cabalgando mientras los perros que los acompañaban corrían a su lado y por delante de ellos. Más tarde se detuvieron bajo un árbol gigantesco y Barba Azul deleitó a sus invitadas con unas historias deliciosas y las obsequió con manjares exquisitos.
Las hermanas empezaron a pensar "Bueno, a lo mejor, este Barba Azul no es tan malo como parece".
Regresaron a casa comentando animadamente lo interesante que había sido la jornada y lo bien que se lo habían pasado. Sin embargo, las sospechas y los temores de las dos hermanas mayores no se disiparon, por lo que éstas decidieron no volver a ver a Barba Azul. En cambio, la herma-na menor pensó que un hombre tan encantador no podía ser malo. Cuanto más trataba de convencerse, tanto menos horrible te parecía aquel hombre y tanto menos azul le parecía su barba.
Por consiguiente, cuando Barba Azul pidió su mano, ella aceptó. Pensó mucho en la proposición y le pareció que se iba a casar con un hombre muy elegante. Así pues, se casaron y se fueron, al castillo que el marido tenía en el bosque.
Un día él le dijo:
-Tengo que ausentarme durante algún tiempo. Si quieres, invita a tu familia a venir aquí. Puedes cabalgar por el bosque, ordenar a los cocineros que preparen un festín, puedes hacer lo que te apetezca y todo lo que desee tu corazón. Es más, aquí tienes mi llavero. Puedes abrir todas las puertas que quieras, las de las despensas, las de los cuartos del dinero, cualquier puerta del castillo, pero no utilices la llavecita que tiene estos adornos encima.
La esposa contestó:
-Me parece muy bien, haré lo que tú me pides. Vete tranquilo, mi querido esposo, y no tardes en regresar.
Así pues, él se fue y ella se quedó.
Sus hermanas fueron a visitarla y, como cualquier persona en su lugar, tuvieron curiosidad por saber qué quería el amo que se hiciera en su ausencia. La joven esposa se lo dijo alegremente.
-Dice que podemos hacer lo que queramos y entrar en cualquier estancia que deseemos menos en una. Pero no sé cuál es. Tengo una llave, pero no sé a qué puerta corresponde.
Las hermanas decidieron convertir en un juego la tarea de descubrir a qué puerta correspondía la llave. El castillo tenía tres pisos de altura con cien puertas en cada ala y, como había muchas llaves en el llavero, las hermanas fueron de puerta en puerta y se divirtieron muchísimo abriendo las puertas. Detrás de una puerta estaban las despensas de la cocina; detrás de otra, los cuartos donde se guardaba el dinero. Había toda suerte de riquezas y todo les parecía cada vez más Prodigioso. Al final, tras haber visto tantas maravillas, llegaron al sótano y, al fondo de un pasillo, se encontraron con una pared desnuda.
Estudiaron desconcertadas la última llave, la de los adornos encima.
-A lo mejor, esta llave no encaja en ningún sitio.
Mientras lo decían, oyeron un extraño ruido... "errrrrrrrr". Asomaron la cabeza por la esquina y, ¡oh, prodigio!, vieron una puertecita que se estaba cerrando. Cuando trataron de volver abrirla, descubrieron que estaba firmemente cerrada con llave. Una de las hermanas gritó:
-¡Hermana, hermana, trae la llave! Ésta debe de ser la puerta de la misteriosa llavecita.
Sin pensarlo, una de las hermanas introdujo la llave en la cerradura y la hizo girar. La cerradura chirrió y la puerta se abrió, pero dentro estaba todo tan oscuro que no se veía nada.
-Hermana, hermana, trae una vela. Encendieron una vela, contemplaron el interior de la estancia y las tres lanzaron un grito al unísono, pues dentro había un lodazal de sangre, por el suelo estaban diseminados los ennegrecidos huesos de unos cadáveres y en los rincones se veían unas calaveras amontonadas cual si fueran pirámides de manzanas.
Volvieron a cerrar la puerta de golpe, sacaron la llave de la cerradura y se apoyaron la una contra la otra, jadeando y respirando afanosamente. ¡Dios mío! ¡Dios mío!
La esposa contempló la llave y vio que estaba manchada de sangre. Horrorizada, intentó limpiarla con la falda de su vestido, pero la sangre no se iba.
-¡Oh, no! -gritó.
Cada una de sus hermanas tomó la llavecita y trató de limpiarla, pe-ro no lo consiguió.
La esposa se guardó la llavecita en el bolsillo y corrió a la cocina. Al llegar allí, vio que su vestido blanco estaba manchado de rojo desde el bolsillo hasta el dobladillo, pues la llave estaba llorando lentamente gotas de sangre de color rojo oscuro.
-Rápido, dame un poco de crin de caballo -le ordenó a la cocinera.
Frotó la llave, pero ésta no dejaba de sangrar. De la llavecita brotaban gotas y más gotas de pura sangre roja.
La sacó fuera, la cubrió con ceniza de la cocina y la frotó enérgicamente. La acercó al calor para chamuscarla. La cubrió con telarañas para restañar la sangre, pero nada podía impedir aquel llanto.
-¿Qué voy a hacer? -gritó entre sollozos-. Ya lo sé. Esconderé la llavecita. La esconderé en el armarlo de la ropa. Cerraré la puerta. Esto es una pesadilla. Todo se arreglará.
Y eso fue lo que hizo.
El esposo regresó justo a la mañana siguiente, entró en el castillo y llamó a la esposa.
-¿Y bien? ¿Qué tal ha ido todo en mi ausencia?
-Ha ido todo muy bien, mi señor.
-¿Cómo están mis despensas? -preguntó el esposo con voz de trueno.
-Muy bien, mi señor.
-¿Y los cuartos del dinero? -rugió el esposo.
-Los cuartos del dinero están muy bien, mi señor.
-O sea que todo está bien, ¿no es cierto, esposa mía?
-Sí, todo está bien.
-En tal caso -dijo el esposo en voz baja-, será mejor que me devuelvas las llaves. -Le bastó un solo vistazo para darse cuenta de que faltaba una llave-. ¿Dónde está la llave más pequeña?
-La... la he perdido. Sí, la he perdido. Salí a pasear a caballo, se me cayó el llavero y debí de perder una llave.
-¿Qué hiciste con ella, mujer?
-No... no... me acuerdo.
-¡No me mientas! ¡Dime qué hiciste con la llave! -El esposo le acercó una mano al rostro como si quisiera acariciarle la mejilla, pero, en su lugar, la agarró por el cabello-. ¡Esposa infiel! -gritó, arrojándola al suelo-. Has estado en la habitación, ¿verdad?
Abrió el armarlo ropero y vio que de la llavecita colocada en el estante superior había manado sangre roja que manchaba todos los preciosos vestidos de seda que estaban colgados debajo.
-Pues ahora te toca a ti, señora mía -gritó, y llevándola a rastras por el pasillo bajó con ella al sótano hasta llegar a la terrible puerta.
Barba Azul se limitó a mirar la puerta con sus fieros ojos y ésta se abrió. Allí estaban los esqueletos de todas sus anteriores esposas.
-¡¡¡Ahora!!! -bramó.
Pero ella se agarró al marco de la puerta y le suplicó:
-¡Por favor! Te ruego que me permitas serenarme y prepararme para mi muerte. Dame un cuarto de hora antes de quitarme la vida para que pueda quedar en paz con Dios.
-Muy bien -rezongó el esposo-, te doy un cuarto de hora, pero procura estar preparada.
La esposa corrió a su cámara del piso de arriba y pidió a sus hermanas que salieran a lo alto de las murallas del castillo. Después se arrodilló para rezar, pero, en su lugar, llamó a sus hermanas.
-¡Hermanas, hermanas! ¿Veis venir a nuestros hermanos?
-No vemos nada en la vasta llanura.
A cada momento preguntaba:
-¡Hermanas, hermanas! ¿Veis venir a nuestros hermanos?
-Vemos un torbellino, puede que sea una polvareda.
Entretanto, Barba Azul ordenó a gritos a su mujer que bajara al sótano para decapitarla.
Ella volvió a preguntar:
-¡Hermanas, hermanas! ¿Veis venir a nuestros hermanos?
Barba Azul volvió a llamar a gritos a su mujer y empezó a subir ruidosamente los peldaños de piedra.
Las hermanas contestaron:
-¡Sí, los vemos! Nuestros hermanos están aquí y acaban de entrar en el castillo.
Barba Azul avanzó por el pasillo en dirección a la cámara de su esposa.
-Vengo a buscarte -rugió.
Sus pisadas eran muy fuertes, tanto que las piedras del pasillo se desprendieron y la arena de la argamasa cayó al suelo.
Mientras Barba Azul entraba pesadamente en la estancia con las manos extendidas para agarrarla, los hermanos penetraron al galope en el castillo e irrumpieron en la estancia. Desde allí obligaron a Barba Azul a salir al parapeto, se acercaron a él con las espadas desenvainadas, empezaron a dar tajos a diestro y siniestro, lo derribaron al suelo y, al final, lo mataron, dejando su sangre y sus despojos para los buitres.
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

http://lh5.ggpht.com/_Wbrv4TZOFic/ShBqIIWUISI/AAAAAAAAB0c/WlAAVz6VYZs/s400/bluebeard%202.jpg
"En el "Diccionario de los Símbolos" (Chevalier, 1999), barba, es símbolo de virilidad, de coraje y de sabiduría, lo cual ya nos habla de un guerrero u héroe capaz, con las características más generales de lo masculino. No hay que olvidar que siendo este un estudio arquetipal, estamos hablando del animus de la que será la protagonista. Da muchos más datos el color azul: el más profundo e inmaterial de los colores, vacío acumulado. Aplicado a un objeto, el azul aligera las formas, las abre, las deshace, es camino de lo indefinido donde lo real se transforma en imaginario. El pensamiento consciente deja sitio poco a poco a lo inconsciente. Y también es el color del yang, del Dragón geomántico, y por tanto, de las influencias bienhechoras. Es pues, la barba azul del asesino de sus esposas, el equivalente al llamado a buscar en el interior, a iniciar el recorrido necesario para llevar a cabo el proceso femenino de individuación. Es como si la receptividad de lo femenino, hiciera surgir a la conciencia las partes del alma reprimidas, negadas, disociadas e inconscientes y sensibilizara a las diferentes imágenes del alma para recibir y percibir en la conciencia las heridas emocionales pero con responsabilidad y entonces viene la transformación (Colegrave citada por Zweig).
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjFiN8OgsbWIpg8h7Z7xcH-YFCLjgCZRgZD1oqS3yYEn33w9d5XZQLYNutNAM3WpEGKQdz8U2QKgJfi_zNT35k82RVZsGUpcgApGwljAmn7ko9hsypr21372XmJNHPkKMThyNtp0STAzvy7/s640/Bluebeard%20d.jpg
Y una de esas partes reprimidas es la personificación masculina del inconsciente de la mujer, es decir el animus, que puede mostrar aspectos tanto buenos como malos y tiende a salir más en forma de una convicción "sagrada" oculta (Von Franz citada por Jung). Barba Azul viene a ser la representación de un animus negativo, asesino, que personifica todas las reflexiones semiconscientes, frías, destructivas que invaden a una mujer cuando tiene que enfrentarse a situaciones que tienen que ver con sus emociones, y no lo logra, sino que es poseída por esa figura del animus que le hace pensar y sentir lo que no piensa ni siente realmente. Un animus que a esta ingenua mujer le está queriendo enseñar, que no debe seguir viviendo con la cabeza, sino utilizar su parte femenina (Henderson, citado por Jung)."
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh2pKI6iP61QQ_vzfg9YfxCeTFuwwVFLslZIhUKtTBP4R1Hage4ku9IBdmxJ4Afuak25xaHLcwvXMpz46lfkhAcPwi62xqjHB0exeh8BGUZhxZMBhGEGxolM989C620TaXBH8c4Gfgw0X2y/






Fuentes:

Clarissa Pinkola Estés
"Mujeres que Corren con los Lobos"

miércoles, 13 de mayo de 2009

La persecución del intruso: El comienzo de la iniciación

En cada uno de nosotros habitan seres interiores, que merodean internamente cuales fantasmas, formando parte de la identidad, en una compleja trama de superposiciones. Ancestros que de algún modo vienen a dejar sus marcas. Y que de alguna manera nos dicen algo acerca de quiénes somos.

En un solo ser humano hay muchos otros seres, todos con sus propios valores, motivos y estratagemas. Ciertas tecnologías psicológicas aconsejan detener a estos seres, contarlos, darles un nombre y ponerles unos arneses hasta obligarlos a avanzar con paso cansino como esclavos vencidos. Pero hacer eso equivale a detener el baile de los destellos salvajes en los ojos de una mujer (o de un hombre) y es como detener su relámpago e impedirle despedir chispas. Nuestra tarea no es corromper su belleza natural sino construir para todos estos seres una campiña salvaje en la que los artistas que haya entre ellos puedan crear sus obras, los amantes puedan amar y los sanadores puedan sanar.

"El estudio acerca de los centros de energía del cuerpo, de la escritora e intuitiva mé­dica, Caroline Myss, relacionado con la medicina de la energía y con la gran influencia de los arquetipos junguianos en la vida cotidiana, nos proporciona un valioso trabajo.
Los Arquetipos son modelos de conducta de la psique. Ellos son los modelos energéticos que guían tu "Contrato Sagrado", aquello para lo que has venido al mundo aunque no lo recuerdes, y tienen una influencia directa en cómo te relacionas contigo mismo y con los demás. Los más conocidos son: El Niño/a, La Víctima, El Saboteador, El Guerrero, El Juez, La Reina, aunque existen muchos más.

http://lh3.ggpht.com/_Wbrv4TZOFic/SgyAHdmVIoI/AAAAAAAAByU/p7lrAGP11KM/s400/El%20comienzo%20de%20la%20iniciaci%C3%B3n%20b.JPG
La idea de los arquetipos es antigua y se remonta a Platón pero debemos al psiquiatra suizo Carl Jung el concepto de arquetipos psicológicos. Los arquetipos son patrones que preexisten en la psique colectiva de la raza humana y que se repiten en las psiques individuales de cada uno de nosotros, determinando las formas en que percibimos y vivimos nuestra realidad.
Estos arquetipos son nombres dados a recursos y habilidades internas, que podemos activar y desarrollar para enfrentar los desafíos de las distintas etapas de la vida. Cuando en cambio ignoramos a los arquetipos, éstos se apoderan de nosotros y somos dirigidos por fuerzas inconscientes experimentando conductas y respuestas inadecuadas e inmaduras (La Sombra).

Los mitos y cuentos de hadas constituyen un tesoro de sabiduría acerca de estos procesos. La tarea de un héroe es siempre reclamar su propia vida en lugar de tener su vida y su lugar en el mundo determinado por otros. Llamamos a los arquetipos cuando aprendemos a cuidarnos a nosotros mismos, cuando luchamos contra los dragones (expectativas que los otros tienen sobre nosotros) y encontramos nuestros tesoros, cuando descubrimos nuestra identidad profunda y regresamos a compartirlos con nuestra comunidad.
Según el trabajo de Caroline Myss, tenemos muchas influencias arquetípicas en nuestra vida. Cada uno de nosotros está relacionado con doce arquetipos: cuatro básicos y comunes a todos, que viven con nosotros y caminan con nosotros y ocho que debes descubrir. La forma en que vives y expresas tu vida emocional tiene que ver con tu relación con estos arquetipos, pero al no reconocerlos como maestros tiendes a tomarte la vida de forma personal.
Los cuatro arquetipos básicos son el Niño Interior, el Saboteador Interno o Depredador Natural, la Prostituta Interna y la Víctima Interior.
La parte de nosotros que es El Saboteador o El Depredador es ese aspecto que es autodestructivo."

La cuaternidad es un arquetipo que, por así decirlo, se presenta universalmente. Es la premisa lógica de todo juicio de totalidad. Si se quiere llegar a un juicio de este tipo, éste debe tener un aspecto cuádruple. Cuando, por ejemplo, se quiere caracterizar la totalidad del horizonte, se nombran los cuatro puntos cardinales. Hay siempre cuatro elementos, cuatro cualidades primitivas, cuatro colores, cuatro caminos en el sentido de evolución espiritual en el budismo. Por ello también hay cuatro aspectos psicológicos de la orientación psíquica más allá de lo cual no puede ya decirse nada más fundamentalmente. Debemos tener, como orientación, una función que compruebe que hay algo (sensibilidad), una segunda que verifique qué es esto (pensamiento), una tercera función que diga si esto se adecúa o no, si se quiere admitir o no (sentimiento) y una cuarta que indique de dónde viene y adónde va (intuición). Más allá de ahí no se puede decir nada... La perfección ideal es lo redondo, el círculo (mandala), pero su escala mínima es la cuadratura.
C. G. Jung

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhs4135x_URjQ8Vt6IOfgXKTPRNvhOdOklpBasSrH1TWXYmjCLUxG525KgC687gpcfg4w_6ELcX7vPfa4tu-5Ai_JWb5GdR1yJGceOhw_kLnRzCF19skmxhyAoPyBvwbrFaqMNl2Q33xpjk/
"Jung decía que no existía un número fijo de arquetipos que pudiésemos listar o memorizar. Se superponen y se combinan entre ellos según la necesidad y su lógica no responde a los estándares lógicos que entendemos. Jung, sin embargo, definió algunos otros:

Arquetipos familiares:

La Madre, El Padre, que con frecuencia está simbolizado por El Guía o una figura de autoridad. Existe también el arquetipo de familia que representa la idea de la hermandad de sangre, así como unos lazos más profundos que aquellos basados en razones conscientes.
También tenemos El Niño, la celebración de las Navidades es una manifestación del arquetipo Niño y representa el futuro, la evolución, el renacimiento y la salvación. Curiosamente, la Navidad acontece durante el solsticio de invierno, el cual representa el futuro y el renacimiento en las culturas primitivas nórdicas. Estas personas encienden hogueras y realizan ceremonias alrededor del fuego implorando la vuelta del sol. El arquetipo Niño también con frecuencia se mezcla con otros, formando El Niño-Dios o El Niño-Héroe.

Arquetipos con caracteres de leyendas:

El Héroe es uno de los principales. Está representado por la personalidad maná y es el luchador casi siempre envuelto en batallas contra La Sombra, en forma de Dragones y otros Monstruos. Básicamente, representa al Yo (tendemos a identificarnos con los héroes de las historias), no obstante, es un ignorante de las formas del inconsciente colectivo.
Al Héroe usualmente se le encarga la tarea de rescatar a La Doncella, la cual representa la pureza, inocencia y en todas por igual, la candidez.
El Héroe es guiado por El Hombre Sabio, una forma de animus que le revela la naturaleza del inconsciente colectivo.

Arquetipos con simbología animal:

Representan las relaciones humanas con el mundo animal. Un buen ejemplo sería el del caballo fiel del Héroe. Las serpientes también son frecuentes arquetipos animales y creemos que son particularmente listas. Después de todo, los animales están más cercanos a sus naturalezas que nosotros.
Otro ejemplo es la simbología animal que adoptan los cuatro evangelistas, siendo tres animales: El León, El Toro, El Aguila y El Angel.
El Toro está en el subconsciente colectivo como arquetipo de lo divino, de lo inmortal, de la vida.
No conviene olvidar que los "Animales de Poder" son arquetipos, que se nutren en las raíces del Chamanismo: representaciones de una serie de características deseadas o deseables.

Otros arquetipos:

El Ilusionista, El Payaso o El Mago, cuyo papel es el de hacer las cosas más difíciles al Héroe y crearle problemas.
El Hombre Original, representado en las culturas occidentales por Adán. Otro es el arquetipo Dios, el cual representa nuestra necesidad de comprender el Universo; que nos provee de significado a todo lo que ocurre y que todo tiene un propósito y dirección.
El hermafrodita, tanto hombre como mujer, es una de las ideas más importantes de la teoría junguiana y representa la unión de los opuestos.
El arquetipo más importante es El Self (“Sí Mismo”). El self es la unidad última de la personalidad y está simbolizado por el círculo, la cruz y las figuras mandalas que se usan en meditación y se utiliza para desplazar el foco de atención hacia el centro. La personificación que mejor representa El Self es Cristo y Buda; dos personas, por cierto, que representan según muchos, el logro de la perfección. Pero Jung creía que la perfección de la personalidad solamente se alcanza con la muerte."

El Depredador Natural se presenta en los cuentos de hadas simbolizado por El Ladrón, El Mozo de granja, El Violador, El Matón y, a veces, una perversa mujer de muy variadas características. Las imágenes oníricas de las mujeres siguen de cerca la pauta de distribución del Depredador natural que aparece en los cuentos de hadas con protagonistas femeninas. Las relaciones perjudiciales, las groseras figuras autoritarias y los preceptos culturales negativos influyen en las imágenes oníricas y folclóricas tanto o más que las propias pautas arquetípicas innatas que Jung denomina nodos arquetípicos inherentes a la psique de cada persona. La imagen pertenece más al tema del "encuentro con la fuerza de la Vida y la Muerte" que a la categoría del "encuentro con La Bruja".

http://lh6.ggpht.com/_Wbrv4TZOFic/SgyAHaAEUoI/AAAAAAAAByM/70inQykOelg/El%20comienzo%20de%20la%20iniciaci%C3%B3n%20f.JPG
Pero ¿qué vamos a hacer con todos estos seres interiores que están locos y con los que siembran la destrucción sin darse cuenta? Hay que dejarles sitio incluso a ellos, pero un sitio en el que se les pueda vigilar. Uno de ellos en particular, el más falso y el más poderoso fugitivo de la psique, requiere nuestra inmediata atención y actuación, pues se trata del Depredador Natural.
Si bien la causa de una considerable parte de los sufrimientos humanos se puede atribuir a la negligencia, hay también en el interior de la Psique un innato aspecto contra natura, una fuerza contraria a la naturaleza. El aspecto contra natura es contrario a lo positivo: es contrario al desarrollo, a la armonía y a lo salvaje. Es un sarcástico y asesino antagonista que llevamos dentro desde que nacemos y cuya misión, por muchos cuidados que nos presten nuestros padres, es la de tratar de convertir todas las encrucijadas en caminos cerrados.
Este poderoso Depredador aparece una y otra vez en los sueños de las mujeres y estalla en el mismo centro de sus planes más espirituales y significativos. Aísla a la mujer de su naturaleza instintiva. Y, una vez cumplido su propósito, la deja insensibilizada y sin fuerzas para mejorar su vida, con las ideas y los sueños tirados a sus pies y privados de aliento.
El cuento de Barba Azul se refiere a eso.





Fuentes:

Clarissa Pinkola Estés
"Mujeres que Corren con los Lobos"

martes, 12 de mayo de 2009

Espiritualidad evolutiva

La filosofía evolutiva y la espiritualidad evolutiva se basa en el reconocimiento de que somos parte de un proceso milagroso que ha existido y se ha desarrollado durante billones de años. Se nos revela que nuestra propia experiencia personal del proceso en todas sus dimensiones –interior y exterior, ordinaria y causal – es solo una pequeña parte de un desarrollo infinito. Pensamientos y sentimientos emergen en una conciencia individual refleja estructuras psicológicas y emocionales, o hábitos, que se han ido desarrollado poco a poco en unos diez mil años.

El primer precepto, Claridad de Intención


Es la base de una vida espiritual autentica. Sostiene que para lograr liberarnos del miedo, la ignorancia y el auto engaño no debemos tener ninguna duda de que queremos ser libres ahora mas que cualquier otra cosa.

No tener dudas significa estar comprometidos no solo filosoficamente, sino mas que nada emocionalmente. Esta transformación depende en ultima instancia de nuestra convicción emocional. Esto significa que aun bajo la presión en estados emocionales desafiantes como miedo, confusión, frustración o deseo no dudamos de cual es la meta. El gran vuelco es llegar a un punto de nuestra evolución en el cual queremos ser libres aun mas de lo que queremos encontrar alivios pasajeros.

El primer precepto es muy sencillo pero sus implicaciones son inmensurablemente radicales y profundas. Convertirnos en seres liberados, confiables, fuertes, íntegros y completos requiere un enorme salto. Este cambio es posible para cualquiera que este realmente interesado pero la convicción por detrás del esfuerzo debe ser irrompible y absoluta. Este es el núcleo del primer principio.


El Segundo precepto, la Ley de Volición

Nos dice que si realmente queremos ser libres debemos estar dispuestos a aceptar la responsabilidad por todo aquello que hacemos y por las consecuencias de todas nuestras experiencias pasadas.

La Ley de Volición se basa en el descubrimiento de que todos sabemos exactamente lo que hacemos. Entonces, como queremos ser libres mas que cualquier otra cosa tomamos la decisión consciente de dejar de ser victimas. Si no podemos tomar responsabilidad por el hecho de que hemos sido heridos o traumatizados en el pasado, es inevitable que de alguna manera terminemos hiriendo o traumatizando a otros. ?Por que? Por que nos sentimos “víctimizados”, sentimos que “no pudimos evitarlo”. El grado con el que nos medimos a nosotros mismos como víctimas es el grado con el que sin lugar a duda, nos vamos a permitir hacer daño a otros. Pero cuando renunciamos al lugar de víctima internamente la tendencia a actuar con ignorancia y egoísmo de maneras que causen daño a otras personas disminuirá radicalmente. Si realmente queremos ser libres el segundo principio es un giro fundamental.

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrdwkcA3bQxtuWz3fkGKUnWyCKDt6w6SU8a-su2myNCs4sVqb0k6feaKeKCthr_uTAscQ0ulaG2e3fckQnrY_5xdDZKpOFkH38-3cERcCMHExPbxCstXMBQQbPfQ6X4_tcdybCSnnyOi2m/

El tercer precepto, la Esencia misma de la Practica Espiritual

Afrontar Todo, No Evitar Nada.
La relación “no iluminada” con la experiencia es básicamente lo opuesto: no afrontar nada y evitar todo. La mayoría de nosotros no parece aprender mucho de nuestras propias experiencias. No cambiamos mucho y la razón es muy simple: no prestamos real atención a las experiencias que estamos viviendo, por lo menos no en un nivel profundo. ?Que estamos haciendo realmente en la vida, aquí, ahora, en este mundo? ?En las relaciones, en la forma como usamos nuestro tiempo? ?Que tan conscientes somos de lo que realmente estamos haciendo? En general no somos conscientes para nada y debido a que somos como “extraños para nosotros mismos” actuamos con impulsos inconscientes produciendo estragos en todo nuestro entorno. Solamente prestando mucha atención podemos llevar la conciencia hasta los rincones mas obscuros de nuestra psique. Si empezamos a prestar atención a todo lo que hacemos, por que queremos ser verdaderamente libres, empezaremos a tomar las decisiones correctas y dejaremos atrás las incorrectas. Y si realmente logramos afrontar todo y no evitar nada empezaremos a actuar de una manera menos ignorante y egoísta y así dejaremos de causar daño a otros.
Este precepto es un gran desafió para muchos. Somos tan narcisistas que no nos atrevemos a ver la verdad sobre nosotros mismos. Pero si queremos ser libres es ahí donde debemos encontrar la fuerza y la convicción para lograrlo. Afrontar todo y no evitar nada es la esencia misma de la practica espiritual si queremos ser verdaderamente libres.

El cuarto precepto: cada aspecto de la Experiencia Humana es algo completamente Impersonal

Nos dice que la esfera personal y esa noción narcisista personal que es el ego, se crean momento a momento a través de la personalización compulsiva y mecánica de cada pensamiento, sentimiento y experiencia que tenemos.

Personalizar significa decir “esto es mio, únicamente mio”. Entonces por ejemplo, si sentimos miedo lo personalizamos diciendo “este miedo es mio, únicamente mio”. Pero todos sentimos miedo en algún momento y lo que se siente es exactamente igual. Puede haber diferencias con respecto al grado de lo que sentimos pero el sentimiento de miedo en si es el mismo. El punto es que existe una única experiencia de miedo. De la misma manera cuando experimentamos sentimientos sexuales la sensación es exactamente la misma para todos nosotros. Nuevamente puede haber grados de intensidad, pero el sentimiento básico de esa experiencia es el mismo para todos. La impactante verdad es que toda la experiencia humana es un evento impersonal. Si miramos nuestra propia experiencia eso es lo que encontraremos. Empezaremos a ver nuestra experiencia personal como una expresión impersonal de algo universal.

Por eso si queremos ser capaces de manejar el movimiento de nuestras mentes condicionadas, si queremos ser capaces de manejar la impredecible aparición y el pasaje de nuestras propias emociones debemos empezar a tomar conciencia de la naturaleza impersonal de todo esto. Este es el momento en el cual empezamos a ver mas allá de la ilusión de nuestro “reino personal”. Empezamos a descubrir que somos todos partes de esta vasta erupción de vida, energía y conciencia que es el proceso evolutivo.

http://lh5.ggpht.com/_Wbrv4TZOFic/SgkcAOjPRWI/AAAAAAAABxs/0hJ3Uub_8eQ/Espiritualidad%20evolutiva%20b.jpg

El quinto precepto; apunta al mas Elevado y mas Completo contexto de la Aspiración por Liberarse

Este contexto es por el bien de la Totalidad. ?Por que queremos ser libres con tanta pasión e intensidad? No es meramente por nuestra liberación individual. Es para lograr la transformación de todo el mundo, para llegar a iluminar a todo el universo, por la evolución de la conciencia misma. De repente nos empieza a importar la vida, lo que pasa a nuestro alrededor, empezamos a tomar conciencia del efecto que tiene cada uno de nosotros sobre el mundo. Y entonces la relación que elegimos tener con nuestra experiencia es la relación que tendremos con el mundo que nos rodea. ?Por que queremos ser libres entonces? Para el bien de todos los demás.

Es a través de este inmenso compromiso que encontraremos un sentido natural de dignidad como seres humanos. Y todo el egoísmo y el odio por nosotros mismos se dispersan y desaparecen radicalmente cuando esta dignidad natural emerge. En tanto y cuanto la motivación básica sea personal y egoísta la vida nunca va a tener un gran sentido. La experiencia humana solo tiene un sentido absoluto y perfecto cuando nuestra motivación ya no esta centrada en nosotros mismos sino en una causa mayor.

Fuentes:

"Los cinco preceptos de la Iluminación Evolutiva"
por Andrew Cohen

Traducción: Mariana Rubino para Conciencia Integral

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiej2isY5Pv2acYIqV2RgONc08IhevQ_sIpZ_7patSC_yXxvU1e7RlSptsQCfVBKm-5XEyIaJ2UjPpTP5yvfvMoyCM5KlSi-GcKv760qx6vk96COcPxISINkaXAL0keZ4IucsEn3C4KpCAT/s720/consciencia%20integral%20-%203.jpg


domingo, 10 de mayo de 2009

Insight, darse cuenta y awareness

El estudio de la mente humana ha fascinado a naturalistas, médicos y filósofos,desde tiempos inmemoriales. Este hecho no resulta sorprendente, ya que la adecuada comprensión del funcionamiento y de la naturaleza de la mente humana constituye -con mucho- el paso más importante para la comprensión de la naturaleza del ser humano y de todo aquello que a través de la mente nos es conocido.

Respecto del término insight, éste habría sido utilizado por primera vez en un trabajo de French del año 1939 llamado "La comprensión intuitiva y la desfiguración en los sueños". French habría tomado este término del trabajo de W. Koehler en el cual un mono encuentra súbitamente la solución al problema de obtener plátanos que están fuera de su alcance montando tres cajas una sobre la otra o bien utilizando largos palos.

La vivencia emocional es importante para la adquisición de un verdadero insight. Asimismo, las diversas funciones yoicas que participan en el proceso de lograr mayor insight, son entre ellas la activación de la función de auto-observación, la capacidad de regresión controlada del yo y la suspensión de la atención activa, permitiendo el surgimiento de la fantasía. Junto al mayor conocimiento de los estratos más inconscientes, el insight incluye una elaboración reflexiva que permite integrar y sintetizar nuevos contenidos en el yo.

El "Insight" (del inglés, “visión de dentro“) es un término relativamente nuevo en la psicología y hace referencia tanto a la capacidad de darse cuenta, de tomar conciencia en forma súbita de una verdad o una realidad interior, que normalmente había permanecido inconsciente, como al conocimiento nuevo y distinto de nosotros mismos.

Es una especie de percepción sensible que involucra a todo el cuerpo y que nos llega a través de la experiencia directa. En efecto, no se trata de algo intelectual, algo razonado, sino de algo que ocurre sin explicación, como un chispazo de entendimiento que, como una llave que abre nuevas claridades, nos pone en contacto con una iluminación de carácter repentino (darse cuenta de algo concreto). Porque como dijo Carl Jung: "La iluminación no consiste en ver formas luminosas y visiones, sino en hacer visible la oscuridad”. Es una nueva aprehensión, que conlleva normalmente cierta emocionalidad, una espontánea revelación lúcida que se produce cuando se logra atisbar dentro de sí mismo la comprensión a un problema o a un misterio.

Ese darse cuenta o toma de conciencia a través del "insight" y de la "concienciación" permite una comprensión de los conflictos, de las necesidades, de las motivaciones propias, de las vivencias, de la conducta, de los rasgos de la personalidad o de la forma de ser. De esta manera se re-interpreta y se conecta con significados y/u origenes, lo que permite ampliar la conciencia y acceder a un mayor conocimiento de sí mismo. Gracias a la exploración y a la integración de las experiencias conscientes y no conscientes, se consigue corregir los patrones cognitivos, emocionales e interpersonales.

La toma de conciencia a través del insight puede dirigirse a dos aspectos: uno interno, que permite esclarecer información que en algunos casos puede haber quedado oculto en el inconsciente si se trata de una realidad interior, el cual es primordial y tiene que ver con el Ser y otro externo, el cual es secundario y tiene que ver con el hacer. Este es el proceso creativo para la integración de la información que dara lugar a una nueva simbolización de la experiencia junto con un cambio significativo que implica compromiso.

Es un pensamiento productivo que implica el descubrimiento de una nueva organización perceptiva o conceptual con respecto a un problema, reflejando una comprensión real del mismo, una movilización de afecto, en el que al darse la desocultación e integración, puede tener como efecto la modificación de actitudes, de modalidades de interpretar la experiencia, de matrices de aprendizaje, de vínculo e interpretación de la realidad profundamente arraigadas en el mundo interno como novela, por lo que podemos decir, que en el insight se desmorona siempre una ficción.

Insight es, entonces, visión de relaciones, de sistemas de relaciones, de estructuras, descubrimiento de nexos, resignificación y reinterpretación de la experiencia, que permite una nueva lectura de la realidad. Así como la interpretación es el desciframiento realizado por el técnico, el insight es el desciframiento protagonizado por un sujeto.
Sin embargo, la vivencia del insight es la desocultación súbita de un hecho, de una relación o de un proceso en el que estamos inmersos, tenemos una relación de inmediatez, de cercanía, pero a la vez de desconocimiento. Ahora bien, esta comprensión que da el insight, no es un conocer puramente intelectual, que despojado de la intensidad emocional del descubrimiento, carece de eficacia transformadora, e incluso puede ser resistencial o una racionalización encubridora.

El hecho de que el insight ocurra en forma súbita, ha hecho que se le asocie o incluso confunda con la intuición. En Latín intuare significa mirar hacia adentro; en inglés le llaman insight, en castellano se asocia a tener una epifanía
La intuición, por ejemplo, es una conciencia más o menos repentina y verdadera acerca de una conclusión o juicio, sin conciencia de los pasos cognitivos previos. Representa una cognición inconsciente de comparación con patrones (sólo escasamente relacionados con el proceso primario) que puede hacerse consciente bajo ciertas condiciones. El término intuición suele aplicarse más a menudo al descubrimiento de conexiones en el mundo externo, mientras que insight se refiere a descubrimientos sobre el mundo interno propio o de otra persona.

El insight o darse cuenta es entrar en contacto, natural, espontáneo, en el "aquí y ahora", ocurre en el presente.

Existen tres Zonas del Darse Cuenta:

1. El darse cuenta del mundo exterior: Esto es, contacto sensorial con objetos y eventos que se encuentran fuera de uno en el presente; lo que en este momento veo, toco, palpo, degusto o huelo. Es lo obvio, lo que se presenta de por sí ante nosotros. En este momento veo mi lapicero deslizándose sobre el papel formando una palabra, escucho el ruido de los carros pasando por la avenida, huelo el perfume de una joven que pasa por mi lado, siento el sabor de una fruta en mi boca.

2. El darse cuenta del mundo interior: Es el contacto sensorial actual con eventos internos, con lo que ocurre sobre y debajo de nuestra piel. Tensiones musculares, movimientos, sensaciones molestas, escozores, temblores, sudoración, respiración, etc. En este momento siento la presión de mi dedo índice, mayor y pulgar sobre mi lapicero al escribir; siento que deposito el peso de mi cuerpo sobre mi codo izquierdo; siento mi corazón late, que mi respiración se agita, etc.

3. El darse cuenta de la fantasía, la Zona Intermedia (ZIM): Esto incluye toda la actividad mental que transcurre más allá del presente: todo el explicar, imaginar, adivinar, pensar, planificar, recordar el pasado, anticiparse al futuro, etc. En este momento me pregunto qué haré mañana por la mañana, ¿será algo útil, bueno?. Todo esto es irrealidad, fantasía. Aún no es el día de mañana, y no puedo saber y decir nada acerca de ello. Todo está en mi imaginación; es pura y simple especulación, y lo más saludable es asumirlo como tal.

El insight implica un proceso de aprendizaje que se produce de manera súbita junto con la sensación de que en ese momento acabamos de comprender un problema. No tiene que ver con repetir sino con organizar los elementos en forma diferente. La persona que aprende por medio del insight ve la situación con una nueva óptica que implica las relaciónes lógicas entre los elementos, la conexión entre medio y fines.
En sus clásicos estudios realizados con monos durante su estancia obligada en Tenerife en la Primera Guerra Mundial, Kholer observó cómo revolvían sus sujetos un problema significativo para ellos: estando encerrados en una caja en la que hay unos cestos quieren tomar unos plátanos colgaos del techo que están lejos de su alcance. Los monos, tras varios intentos baldíos y un período de reflexión, acaban por amontonar los cestos y subidos a ellos alcanzar los plátanos y comérselos triunfalemente. A diferencia de los estudios de los conductistas, en los que los animales aprenden por ensayo y error, los monos de Kholer aprenden reerganizando los elementos del problema tras una profunda reflexión.

La capacidad de insight en una persona corresponde a la capacidad de contactar y darse cuenta de la propia vida emocional o ´realidad interior y, así, acceder a una constante nueva comprensión de sí mismo, de hacer conexiones entre su vida interior, su cuerpo y las circunstancias de su vida.
La consecuencia de tener más insight es ganar en madurez, en flexibilidad, en asumir las responsabilidades propias, y finalmente en una forma más libre y congruente de funcionar.
Bernard Lonergan, sacerdote jesuita, filósofo y teólogo, ha explorado los campos del conocimiento que se generan mediante el desarrollo de una visión interior en movimiento, del acto de comprender y entender a las personas y de apropiarse de la propia conciencia. Asegura que el insight es un vehiculo de aprendizaje individual y social y, por lo mismo, sugiere hacerse dos preguntas: ¿qué hago cuando conozco? y ¿qué es lo que conozco cuando hago esto? Por cuanto de estas deriva el conocimiento del propio conocimiento, o aquella intencionalidad reflexiva y autocomprensiva que se logra tras haber conocido lo que es conocer.
A nivel cerebral, es como si en el cerebro se reorganizara la información, ganándose en comprensión.

Admitida la enorme flexibilidad de la consciencia, el segundo paso consiste en establecer el lugar que ésta ocupa en la mente y la relación que tiene con el resto de funciones mentales. Provenga la mente del cerebro físico o del espíritu inmaterial, la mente es simplemente una sucesión de procesos mentales. Nuestro cerebro funciona como un ordenador en el que todas sus funciones se pueden agrupar en dos: las funciones efectoras o emisoras y procesadoras de información, como el lenguaje, la lógica, la memoria, cualquier tipo de pensamiento, razonamiento o actividad intelectual, la voluntad, las emociones, la imaginación, etc. y las funciones receptoras o adquisitorias de información, como la atención, la observación, la percepción, la comprensión, la inspiración, la intuición, etc.

La percepción comprende, según la Psicología, tres procesos íntimamente relacionados:
a) el proceso receptor: el que capta el hecho real por medio de los sentidos y lo hace llegar a los órganos receptores;
b) el proceso simbólico, el que asocia la sensación a un concepto que ya poseemos;
c) y el proceso afectivo, el que traduce el concepto en aspectos afectivos como agradable, desagradable, indiferente, etc.
Obviamente, los dos últimos son emisores y subjetivos, mientras que solo el primero constituye la verdadera recepción de información, objetiva o próxima a la objetividad. Este tipo de percepción al mismo nivel de la recepción solo puede procesarse con la consciencia en estado de dianoia de modo que impida los procesos subjetivos inmediatos. Equivale en cierto modo al percatarse de algo o al awareness de la Gestalt.
El filósofo australiano David Chalmers al intentar buscar un puente psicofísico que una los procesos físicos del cerebro con la experiencia subjetiva, separa el percatarse -lo que considera objetivo-, de la consciencia -a la que considera subjetiva-. Chalmers aproxima su concepto sobre el percatarse al tipo de consciencia dianoia, como una función receptora totalmente alejada de la consciencia emisora y subjetiva propia del conocimiento captado de manera “fiable” por los sentidos.

Lo importante, por lo tanto, es distinguir cuando una función está adquiriendo o recibiendo información, pudiendo llegar a decir que, en los extremos de la escala, el mecanismo básico de funcionamiento podría ser el mismo para la mayor parte de las funciones de un conjunto: por ejemplo, el término insight al que hemos hecho referencia bien podría aplicarse a la imaginación creadora, a la percepción instantánea, a la inspiración, a la intuición, a la comprensión repentina, al atento raciocinio holístico o a los sueños creativos.

El entendimiento surge desde cuando se relata la pregunta y se puede observar un horizonte de probabilidades. Cuando la persona experimenta una sucesión de insight va creciendo, se va desarrollando en un proceso intimo. Si no se logran insights es que todavía se vive en el reino de las respuestas.

Una experiencia de insight de la unidad a veces ocurre espontáneamente en las personas que nunca han practicado la meditación y que ni siquiera tienen inclinaciones “espirituales”. Sin embargo, sin una base de claridad, es difícil sostener e integrar dicha experiencia, la cual suele desvanecerse para luego convertirse en un recuerdo agradable después de algunos momentos, horas o días. Ocasionalmente, puede suceder que este tipo de experiencia espontánea produce una transformación permanente, pero, aún así, sin una práctica sistemática de meditación, es difícil realizar las implicaciones con plenitud en la vida diaria.

La meditación conduce a un incremento de la autoconciencia de los estados mentales y emocionales, a un control sobre los instintos y las reacciones compulsivas, al insight de la verdadera naturaleza de uno mismo, a la exploración de temas religiosos, de imágenes y sentimientos, y a una expansión de la conciencia del ego hacia una conciencia más universal.
La meditación proporciona insight de cómo se crean los esquemas mentales, da lugar a un mayor sentido de la responsabilidad y lo lleva a uno a salir de las limitaciones conceptuales y las reacciones y conductas estereotipadas.
La meditación de percepción de la naturaleza interna puede proporcionar insight transformador de patrones maladaptativos de la actividad mental y emocional.
La meditación permite alcanzar una gran profundidad en el insight y la escucha, y nos ubica en una perspectiva trascendente. Trabajando sin la palabra, sólo con la respiración y el cuerpo, expresamos movimientos que parten desde lo más profundo de nuestro ser. Así, combinando la técnica de meditar con el movimiento vamos construyendo un diálogo con la Totalidad -lo que Jung llama el Imago Deo.

Lo mas extraordinario de la capacidad humana de insight es la modificación real de la propia conciencia y biología que implica. Cuando cambia nuestra conciencia, todo lo demás cambia: el entorno, las interacciones sociales, la conducta, las percepciones y los humores; crece la capacidad para la profundidad –de ver lo que está más allá de la ilusión y de la realidad material inmediata.

La mayoría hemos tenido Insight en algún momento de nuestra existencia. “Muchos de nosotros podemos percibir en nosotros mismos por lo menos algún momento de espontaneidad, momentos que, al propio tiempo, lo son de genuina felicidad. Que se trata de la percepción fresca y espontánea de un paisaje o del nacimiento de alguna verdad como consecuencia de nuestro pensar, o bien de algún placer sensual no estereotipado, o del nacimiento del amor hacia alguien..., en todos estos momentos, sabemos lo que es un acto espontáneo y logramos así una visión de lo que podría ser la vida si tales experiencias no fueran acontecimientos tan raros y tan poco cultivados.

Sólo cuando nos responsabilizamos de nuestro actuar podemos pasar del Insight al darse cuenta, y así esos momentos de conciencia no serían sólo momentos, sería parte de nuestra existencia. No podemos llegar a la meta si antes no hemos podido iniciar el camino, y el inicio de este camino, de nuestra realización, es el Insight; ya que el Insight es aprehender de manera inmediata lo que se nos presenta como figura.

Los discípulos estaban enzarzados en una discusión sobre la sentencia de Lao Tse:
“Los que saben no hablan;
Los que hablan no saben”.

Cuando el maestro entró donde ellos estaban, le preguntaron cuál era el significado exacto de aquellas palabras.
El maestro les dijo: “¿Quién de vosotros conoce la fragancia de la rosa?”

Todos la conocían.
Entonces les dijo: “Expresadlo con palabras”
Y todos guardaron silencio.


Darse cuenta es el inicio en el proceso del aprendizaje. Hay un aprendizaje y una modificación de la conducta. Se empieza a elaborar la información. Hay auto observación como un continuum de conciencia. Se esta alerta de todo lo que uno es, sin escindir alguna características. Es un proceso continuo que mantiene a la persona en contacto consigo misma y un aspecto final del funcionamiento sano de la persona. Es saberse guiar con destreza en el mundo, porque así se tiene más posibilidades y más elecciones para hacer su existencia.
Para Dr.Claudio Naranjo el auto-conocimiento ha sido reconocido desde siempre como una vía de transformación y define el darse cuenta como "que es uno mismo por medio de la expresión"
Es importante estar siempre en el aquí y ahora y darse cuenta de los sentimientos, sensaciones, de las acciones y de los valores

Hay que tener capacidad de discriminación que se da en el proceso de darse cuenta.
Si percibimos y reaccionamos ante los objetos catatizados en la forma y momento que se nos van presentando. El contacto y retirada permitirá regular nuestro ir por la vida; “Nuestras emociones, más que nuestro intelecto, son las fuerzas que caracterizan nuestra acción, en consecuencia, el contenido se sitúa en `educar´ las emociones y no la mente”.
(catexis: actitud atrayente –polaridad- del individuo sobre las cosas de su medio
y que él mismo le da el valor positivo o negativo de acuerdo a su percepción
)

El darse cuenta es el proceso que lleva a comprender la diferencia de con el otro y/o los otros; es aprender a tener contacto, es aprender a estar en un continuo de conciencia. Es ser el único responsable de su Ser y de su existencia. Dejar que el río fluya.
Es ir a un ritmo y no tratar de acelerar el proceso, sino pasaría como a la mariposa que quería salir de su capullo y un hombre la vio y le ayudó; lo único que consiguió fue que del capullo saliera una mariposa débil y con las alas rotas.

Si para recobrar lo recobrado
Debí perder primero lo perdido
Si para conseguir lo conseguido
Tuve que soportar lo soportado

Si para estar ahora enamorado
Fue menester haber estado herido
Tengo por bien sufrido lo sufrido
Tengo por bien llorado lo llorado

Porque después de todo he comprobado
Que no se goza bien de lo gozado
Sino después de haberlo padecido

Porque después de todo he comprobado
Que lo que el árbol tiene de florido
Vive de lo que tiene sepultado


Francisco Luis Bernández

“Porque después de todo he comprobado” es porque ha habido un proceso, no es momentáneo, no es Insight, es la reflexión del pensamiento, del actuar, es la comprensión del cuerpo y el trabajo necesario para llegar a la integridad de cuerpo, mente y espíritu.

Awareness es la poesía de la vida, la integración de las polaridades; el conocimiento de la persona que uno es. La congruencia del pensar, del decir y del actuar.
Es la conciencia de que no se puede dar lo que no se tiene, y de que lo que se da al otro y a uno mismo, de lo que se tiene en esencia: raíces, historia, pasado.
"El árbol florece, no sólo es raíz, yo florezco día a día y soy aquí y ahora, soy en el presente; y este presente es atemporal."

Es estar presente en el aquí y ahora, ser responsables y haber madurado: “La madurez es lo mismo que estar centrado y esto significa enfrentarse a las circunstancias de la vida tal como se presentan y de acuerdo con un proceso de cambio de libre funcionamiento. Siendo responsables de nuestra existencia, sin ser sumisos a las exigencias de la sociedad, ni desafiarla sin sentirnos más o menos de lo que somos, simplemente siendo capaces de ser. Estando en contacto con la situación.”

El Awareness es estar plenamente presente donde uno se encuentra, es una forma de vida. El continuum del darse cuenta. También nos manifiesta que este proceso va acompañado de pertenencia y la pertenencia lleva consigo el control sobre lo que elegimos y la responsabilidad por los propios sentimientos y conductas.



sábado, 9 de mayo de 2009

Tras las huellas de la religion perenne 3

Hay una cuestión que siempre se ha planteado, con razón o sin ella: las realidades metafísicas, ¿son necesariamente explicables? o, al menos, ¿no hay situaciones misteriosas que no pueden ser explicadas más que por la paradoja, e incluso por el absurdo?

Demasiado a menudo se ha esgrimido este argumento para ocultar fisuras en doctrinas teológicas cuyas imperfecciones subjetivas se han objetivado: al no poder resolver determinados enigmas, se ha decretado que la «mente humana» no es capaz de hacerlo, y se ataca ante todo la lógica, «aristotélica» o no, como si ésta fuera sinónimo de racionalismo, de duda y de ignorancia.
En el plano de las cosas naturales, basta con disponer de las informaciones necesarias y luego razonar correctamente; las mismas condiciones valen para el plano de las cosas sobrenaturales, con la diferencia de que el objeto del pensamiento exige entonces la intervención de la intelección, que es una iluminación interior; pues si las cosas naturales pueden exigir una cierta intuición independiente del razonamiento como tal, a fortiori las cosas sobrenaturales exigen dicha intuición, de un orden superior esta vez, puesto que no caen de su peso. La razón, lo hemos dicho más de una vez, no puede nada sin los datos sobre los cuales se ejercita, y en cuya ausencia raciocina en el vacío: estos datos los proporciona en primer lugar el mundo, que en sí es objetivo; en segundo lugar, y en combinación con el factor precedente, la experiencia, que como tal es subjetiva; en tercer lugar, la Revelación, que como el mundo es objetiva, puesto que nos viene de fuera; en cuarto lugar, la Intelección, que es subjetiva, puesto que se produce en nosotros mismos.

De una cosa en otra, nos creemos autorizados a insertar aquí la observación siguiente; el existencialismo, como todo relativismo, se contradice a sí mismo; gran adversario del racionalismo —al menos se lo imagina —pretende poner la experiencia en lugar del razonamiento, sin preguntarse en lo más. mínimo por qué existe el razonamiento, ni cómo se puede ensalzar la experiencia sin recurrir a la razón. Es precisamente la misma experiencia la que demuestra que el razonamiento es algo eficaz, sin lo cual nadie razonaría; y es la existencia misma de la razón la que indica que esta facultad debe tener un objeto. Los animales tienen muchas experiencias, pero no razonan; mientras que, por el contrario, el hombre puede prescindir de muchas experiencias razonando. Querer sustituir el razonamiento por la experiencia en el plano práctico y de una manera relativa puede tener todavía un sentido; pero hacer otro tanto en el plano intelectual y especulativo, como lo quieren los empiristas y los existencialistas, es propiamente demencial. Para el hombre inferior, sólo es real lo contingente, y por su método, pretende rebajar los principios, cuando no los niega pura y simplemente, al nivel de las contingencias. Esta mentalidad de shûdra se ha infiltrado en la teología cristiana y ha causado en ella los estragos que todo el mundo conoce.

Ciertos teólogos modernistas consienten en admitir que hay un Dios —se encuentran algunos motivos para ello—, pero esto se quiere justificar de una manera «provisional» y no «estereotipada», a la vez que se rechazan, por supuesto, las formulaciones definitivas de los escolásticos; mientras que en este plano la verdad, o bien es definitiva, o bien no es. Un modo de conocimiento que es incapaz de darnos la verdad ahora no nos la dará nunca.

Pero volvamos, después de este paréntesis, al problema de la epistemología espiritual. Sin duda, la lógica tiene límites, pero ella es la primera en reconocerlo, sin lo cual no sería lógica, precisamente; no obstante, los límites de la lógica dependen de la naturaleza de las cosas y no de un ucase confesional. La ilimitación del espacio y el tiempo parece absurda en el sentido de que la lógica no puede dar cuenta de ella de una manera concreta y exhaustiva; sin embargo, es perfectamente lógico observar que esta doble ilimitación existe, y ninguna lógica nos prohíbe saber con certeza que este fenómeno resulta del Infinito principial; misterio que nuestro pensamiento no puede explorar, y que se manifiesta precisamente en los aspectos del despliegue espacial y de la transformación temporal, o también, en el de la ilimitación del número. De modo análogo, la unicidad empírica del ego —el hecho de ser determinado ego y no tal otro y de ser el único en ser este «sí mismo»— esta unicidad no puede explicarse concretamente por la lógica, y sin embargo ésta es perfectamente capaz de dar cuenta de ella de una manera abstracta con la ayuda de los principios de lo necesario y lo posible, y de escapar así al escollo del absurdo.

La subjetividad en sí participa del Ser necesario porque el Absoluto es pura Consciencia; la relatividad —y por consiguiente la manifestación y la diversidad— de la subjetividad es igualmente necesaria, y esto en razón de la Irradiación divina, que es función del Infinito. Es decir que la subjetividad particular es una posibilidad: su principio deriva del Absoluto, y su particularidad de lo relativo o de la contingencia. Pero sería absurdo preguntar por qué soy yo el que es yo, y la lógica no padece en absoluto por ello.

Indiscutiblemente, las Escrituras sagradas contienen contradicciones; los comentarios tradicionales dan cuenta de ellas, no discutiendo a la lógica del derecho de observarlas y de satisfacer nuestras necesidades de causalidad, sino buscando el vínculo subyacente que anula el aparente absurdo, el cual es en realidad una elipse.
Si la sabiduría de Cristo es «locura a los ojos del mundo» es porque el «mundo» está en oposición con el «reino de Dios, que está dentro de vosotros», y por ninguna otra razón; no es, ciertamente, porque reivindique un misterioso derecho al contrasentido, quod absit . La sabiduría de Cristo es «locura» porque no favorece la perversión exteriorizante, y a la vez dispersante y endurecedora, que caracteriza al hombre de la concupiscencia, del pecado, del error; y es esta perversión la que precisamente constituye el «mundo», esta perversión, con su insaciable curiosidad científica y filosófica, la cual perpetúa el pecado de Eva y Adán y lo reedita en formas indefinidamente diversas.
En el plano de las controversias religiosas, la reivindicación —en sentido único— de un derecho sagrado al ilogismo, y la atribución de una tara luciferina a la lógica elemen-tal del contradictor —y ello en nombre de tal o cual «peumatología» supuestamente translógica y de hecho objetivamente incontrolable—, esta reivindicación, decimos, es con toda evidencia inadmisible, pues no es más que un monólogo oscurantista al mismo tiempo que una espada de doble filo, y eso por su mismo subjetivismo; todo diálogo se hace imposible, lo que por lo demás dispensa al interlocutor de convertirse, pues el hombre no debe nada a un mensaje que pretende hurtarse a las leyes del pensamiento humano. Por otra parte, el hecho de la experiencia subjetiva nunca ofrece un argumento doctrinal válido; si la experiencia es justa siempre puede expresarse de una forma satisfactoria o al menos suficiente.

Hablamos aquí de doctrina, luego de conceptualización, no de misterio. Huelga decir que no toda experiencia mística se deja traducir en palabras, pero ningún verdadero místico pensará en hacer de una simple experiencia un argumento específicamente doctrinal; sin lo cual las doctrinas serían inútiles, como, por lo demás, el lenguaje.

La Verdad metafísica es expresable e inexpresable a la vez: inexpresable, no es sin embargo incognoscible, pues el Intelecto desemboca en el Orden divino y por consiguiente engloba todo lo que es; y, expresable, se cristaliza en formulaciones que son todo lo que deben ser, puesto que nos comunican todo lo que es necesario o útil para nuestro espíritu. Las formas son las puertas hacia las esencias, en el pensamiento y el lenguaje, así como en todo otro simbolismo.

Fuentes:

Frithjof Schuon
"Tras las huellas de la religion perenne"
Premisas epistemológicas



Tras las huellas de la religion perenne 2

Hay, en el Universo, lo conocido y el que conoce; en Atmâ, los dos polos están unidos, uno se encuentra inseparablemente en el otro, mientras que en Mâyâ esta unidad se escinde en sujeto y objeto. Según el punto de vista, o según el aspecto, Atmâ es, bien la «Consciencia» absoluta —el «Testigo» universal o el puro «Sujeto»—, bien el «Ser» absoluto, la «Substancia», el «Objeto» puro y trascendente; es conocible como «Realidad», pero es también el «Conocedor» inmanente de todas sus propias posibilidades, primero hipostáticas y después existenciales y existenciadas.

Y esto es, para el hombre, de una importancia decisiva: el conocimiento de lo Total exige por parte del hombre la totalidad del conocer. Exige, más allá de nuestro pensamiento, todo nuestro ser, pues el pensamiento es parte, no todo; y esto es lo que indica la finalidad de toda vida espiritual. El que concibe el Absoluto —o el que cree en Dios— no puede detenerse de jure en este conocimiento, o en esta creencia, realizadas tan sólo por el pensamiento; debe, por el contrario, integrar todo lo que él es en su adhesión a lo Real, como lo exigen precisamente la absolutidad y la infinitud de éste. El hombre debe «convertirse en lo que él es» porque debe «convenirse en lo que es»; «el alma es todo lo que ella conoce», dice Aristóteles.
Por lo demás, el hombre no es sólo un ser pensante, es también un ser queriente, es decir, que la totalidad de la inteligencia implica la libertad de la voluntad. Esta libertad no tendría razón de ser sin un fin prefigurado en el Absoluto; sin el conocimiento de Dios, y de nuestros fines últimos, no sería ni posible ni útil.
El hombre está hecho de pensamiento, de voluntad y de amor: puede pensar lo verdadero o lo falso, puede querer el bien o el mal, y puede amar lo bello o lo feo.

Quizás aquí se impone un matiz, a pesar de su evidencia: se quiere al hombre de bien aun si es feo, pero esto es con toda evidencia a causa de su belleza interior, y ésta es inmortal mientras que la fealdad exterior es pasajera; pero, por otra parte, no hay que perder de vista que la belleza exterior, incluso combinada con una fealdad interior, manifiesta la belleza en sí, y ésta es de naturaleza celestial y no debe ser menospreciada en ninguna de sus manifestaciones. La calumnia de la belleza física por parte de muchos ascetas puede ser útil desde el punto de vista de la debilidad humana, pero no por ello es menos inadecuada e impía desde un punto de vista más profundo.

Ahora bien, el pensamiento de lo verdadero —o el conocimiento de lo real— exige por una parte la voluntad del bien y por otra parte el amor a lo bello, luego a la virtud, pues ésta no es otra cosa que la belleza del alma; por eso los griegos, tan estetas como pensadores, englobaban la virtud en la filosofía. Sin belleza del alma, todo querer es estéril, es mezquino y se cierra a la gracia; y de modo análogo: sin esfuerzo de la voluntad, todo pensamiento espiritual permanece a fin de cuentas superficial e ineficaz y lleva a la pretensión. La virtud coincide con una sensibilidad proporcionada —o conforme— a la Verdad, y por esto el alma del sabio se cierne por encima de las cosas, y, precisamente por ello, por encima de sí misma, si podemos decirlo así; de donde el desinterés, la nobleza y la generosidad de las grandes almas. Con toda evidencia, la conciencia de los principios metafísicos no puede conciliarse con la pequeñez moral, como la ambición y la hipocresía; «sed perfectos como vuestro Padre en el Cielo es perfecto».
Hay algo que el hombre debe saber y pensar; y algo que debe querer y hacer; y algo que debe amar y ser. Debe saber que el Principio supremo es el Ser necesario, el cual, por consiguiente, se basta a sí mismo; que Él es lo que no puede no ser, mientras que el mundo no es sino lo posible, que puede ser o no ser; todas las demás distinciones y apreciaciones derivan de este distingo fundamental. Además, el hombre debe querer lo que lo acerca directa o indirectamente a la suprema Realidad desde los mismos puntos de vista, absteniéndose a la vez de lo que lo aleja de ella; y el principal contenido de este querer es la oración, la respuesta dada a la Divinidad; lo cual incluye la meditación metafísica, así como la concentración mística. Por último, el hombre debe amar «en Dios» lo que manifiesta la Belleza divina y, de modo más general, todo lo que es conforme a la Naturaleza de Dios; debe amar el Bien, es decir, la Norma, en todas sus formas posibles; y como la Norma sobrepasa forzosamente las limitaciones del ego, el hombre debe tender a superar sus propios límites. Hay que amar más la Norma o el Arquetipo que sus reflejos; por consiguiente, más que el ego contingente; y este conocimiento de sí y este amor desinteresado constituyen toda la nobleza del alma.

Fuentes:

Frithjof Schuon
"Tras las huellas de la religion perenne"
Premisas epistemológicas



viernes, 8 de mayo de 2009

Tras las huellas de la religion perenne

La Sophia perennis es con toda evidencia inagotable y no tiene unos limites naturales, ni siquiera en una exposición sistemática como el Vêdânta; este carácter de sistema no es, por lo demás, ni una ventaja ni una desventaja, puede ser una cosa o la otra según el contenido; la verdad es bella en todas sus formas. De hecho, no hay ninguna gran doctrina que no sea un sistema, ni ninguna que se exprese de una manera exclusivamente sistemática.
Como es imposible agotar todo lo que se presta a la expresión, y como la repetición en materia metafísica no puede ser un mal —es mejor ser demasiado claro que no serlo bastante—, hemos creído poder volver a nuestras tesis de siempre, ya sea para proponer cosas que todavía no habíamos dicho, o bien para exponer de una manera útilmente nueva las que habíamos dicho. Si el número de los elementos fundamentales de una doctrina, por definición abstracta, está forzosamente más o menos limitado —ésta es la definición misma de un sistema, pues los elementos formales de un cristal regular no pueden ser innumerables—, no ocurre lo mismo con las ilustraciones o las aplicaciones, que son ilimitadas y cuya función es la de hacer captar mejor lo que a primera vista parece no ser bastante concreto.


El término de philosophia perennis, que apareció a partir del Renacimiento, y del que la neoescolástica ha hecho uso ampliamente, designa la ciencia de los principios ontológicos fundamentales y universales; ciencia inmutable como estos mismos principios, y primordial por el hecho mismo de su universalidad y su infalibilidad. Utilizaríamos de buen grado el término de sophia perennis para indicar que no se trata de «filosofía» en el sentido corriente y aproximado de la palabra —la cual sugiere simples construcciones mentales, surgidas de la ignorancia, la duda y las conjeturas, e incluso del gusto por la novedad y la originalidad—, o, también, podríamos emplear el término de religio perennis, refiriéndonos entonces al lado operativo de esta sabiduría, o sea a su aspecto místico o iniciático .

"Especifiquemos en esta ocasión que no tenemos nada contra el término de «filosofía», pues los antiguos lo aplicaban a todo género de sabiduría auténtica; pero, de hecho, el racionalismo, bajo todas sus formas —incluido lo que podríamos denominar el «infrarracionalismo»—, ha dado a este término un sentido restrictivo, de modo que nunca se sabe qué alcance darle; si Plotino es un filósofo, Descartes no puede serlo —salvo desde el punto de vista completamente extrínseco del género literario—, e inversamente."

Y a fin de recordar este aspecto, e indicar que la sabiduría universal y primordial compromete al hombre entero, hemos elegido para nuestro libro el título de «Religión perenne», para indicar también que la quintaesencia de toda religión se halla en esta religio metafísica, y que hay que conocer ésta si se quiere dar cuenta de ese misterio a la vez humano y divino que es el fenómeno religioso. Ahora bien, dar cuenta de este fenómeno «sobrenaturalmente natural» es sin duda una de las tareas más urgentes de nuestra época.
Cuando se habla de doctrina, se piensa en primer lugar, y con razón, en un abanico de conceptos concordantes; pero hay que tener en cuenta así mismo el aspecto epistemológico del sistema considerado, y es esta dimensión, que forma parte también de la doctrina, la que queremos examinar aquí a título introductorio. Es importante saber ante todo que hay verdades que son inherentes al espíritu humano, pero que de hecho están como sepultadas en el «fondo del corazón», es decir, contenidas a título de potencialidades o virtualidades en el Intelecto puro; son éstas las verdades principales y arquetípicas, las que prefiguran y determinan a todas las demás. Tienen acceso a ellas, intuitiva e infaliblemente, el «gnóstico», el «pneumático», el «teósofo» —en el sentido propio y original de estos términos—, y tenía acceso a ellas por consiguiente el «filósofo» según el significado todavía literal e inocente de la palabra: un Pitágoras y un Platón, y en parte incluso un Aristóteles, a pesar de su perspectiva exteriorizante y virtualmente cientificista.

Y esto es de primera importancia: si no existiera el puro Intelecto —la facultad intuitiva e infalible del Espíritu inmanente—, tampoco existiría la razón, pues el milagro del razonamiento no se explica y no se justifica más que por el de la intelección. Los animales carecen de razón porque son incapaces de concebir el Absoluto; dicho de otro modo, si el hombre posee la razón, y con ella el lenguaje, es únicamente porque tiene acceso en principio a la visión suprarracional de lo Real y por consiguiente a la certidumbre metafísica. La inteligencia del animal es parcial, la del hombre es total; y esta totalidad no se explica sino por una realidad trascendente a la que la inteligencia está proporcionada.
Por eso el error decisivo del materialismo y del agnosticismo consiste en no ver que las cosas materiales y las experiencias corrientes de nuestra vida están inmensamente por debajo de la envergadura de nuestra inteligencia. Si los materialistas tuvieran razón, esta inteligencia sería un lujo inexplicable; sin el Absoluto, la capacidad de concebirlo no tendría un motivo. La verdad del Absoluto coincide con la substancia misma de nuestro espíritu; las diversas religiones actualizan objetivamente lo que contiene nuestra subjetividad más profunda. La revelación es en el macrocosmo lo que la intelección es en el microcosmo; lo Trascendente es inmanente al mundo, sin lo cual éste no podría existir, y lo Inmanente es trascendente con respecto al individuo, sin lo cual no lo sobrepasaría.

Lo que acabamos de decir sobre la envergadura de la inteligencia humana se aplica igualmente a la voluntad, en el sentido de que el libre albedrío prueba la trascendencia de su fin esencial, para el cual el hombre ha sido creado y por el cual el hombre es hombre; la voluntad humana es proporcionada a Dios, y no es sino en Dios y por Él como ella es totalmente libre. Se podría decir algo análogo en lo que concierne al alma humana: nuestra alma prueba a Dios porque es proporcionada a la naturaleza divina, y lo es por la compasión, el amor desinteresado, la generosidad; o sea, a fin de cuentas, por la objetividad, la capacidad de salir de nuestra subjetividad y, por consiguiente, de superarnos; esto es lo que caracteriza precisamente a la inteligencia y la voluntad del hombre. Y en estos fundamentos de la naturaleza humana —imagen de la naturaleza divina— es donde tiene sus raíces la religio perennis, y con ella toda religión y toda sabiduría.

«Discernir» es «separar»: separar entre lo Real y lo ilusorio, lo Absoluto y lo contingente, lo Necesario y lo posible, Atmâ y Mâyâ. Al discernimiento se junta, complementaria y operativamente, la «concentración», que «une»: es la toma de consciencia plenaria —a partir de la Mâyâ terrenal y humana— del Atmâ a la vez absoluto, infinito y perfecto; sin igual, sin limites y sin defecto. Según algunos Padres de la Iglesia, «Dios se ha hecho hombre a fin de que el hombre se haga Dios»; fórmula audaz y elíptica que parafrasearemos de forma vedántica diciendo que lo Real se ha hecho ilusorio a fin de que lo ilusorio se haga real; Atmâ se ha hecho Mâyâ a fin de que Mâyâ realice Atmâ. El Absoluto, en su sobreabundancia, proyecta la contingencia y se refleja en ella, en un juego de reciprocidad del que saldrá vencedor, Él que es el único que es.

Fuentes:

Frithjof Schuon
"Tras las huellas de la religion perenne"
Premisas epistemológicas



Related Posts with Thumbnails

Entradas recientes

ASHES AND SNOW
http://lh4.ggpht.com/_Wbrv4TZOFic/SZcqRLSIoCI/AAAAAAAABCA/7wGZN6NL01g/Ashes%20and%20Snow%20022.gif

Según Platón, el conocimiento es un subconjunto de lo que forma parte a la vez de la verdad y de la creencia.
Integral Philosopher Michel Bauwens "Vision"