jueves, 3 de febrero de 2011

Vivir de acuerdo con tu Contrato Sagrado - II

"En la búsqueda de la felicidad todos los caminos son válidos y diferentes pero se superponen en un punto, el de la necesidad humana de encontrar respuesta a las preguntas más importantes, aquellas que todos nos hacemos en algún momento.
El primer desafío es el de descubrir quién soy. El encuentro definitivo con uno mismo. El trabajo de aprender a no depender.
El segundo es el desafío de decidir a dónde voy. La búsqueda de plenitud y de sentido. Encontrar el propósito fundamental de nuestra vida.
Y, el tercero, el desafío de elegir con quién. El encuentro con el otro y el coraje de dejar atrás lo que no está. El proceso de abrirse al amor y de hallar nuestros verdaderos compañeros de ruta."


En mis lecturas intuitivas he tenido la oportunidad de ayudar a las personas a vivir de forma más consciente en sintonía con su energía, mediante la identificación de traumas y otros acontecimientos de su vida que han persistido en su campo energético. Cuando consigo que recuerden esas experiencias de forma consciente, suelen descubrir que habían perdido su energía o poder por la excesiva importancia que le habían dado a esas heridas o vivencias. Una vez que identifican esas "filtraciones de energía", pueden empezar a recuperar su espíritu. Aunque esta forma de recordar resulta útil, la mayoría de personas son capaces de rememorar experiencias importantes sin mi ayuda. Sin embargo, estoy convencida de que gracias a mis lecturas he ayudado a las personas a identificar e interpretar las pautas subyacentes de los pensamientos y creencias que caracterizan sus recuerdos. En esas pautas se encuentran las interpretaciones y los significados que cada uno asigna a sus experiencias, lisas interpretaciones se convierten en recuerdos "celulares" y contienen la carga emocional y energética que influye en tu biografía y, por tanto, en tu biología.
Por ejemplo, si en el colegio eras excelente en matemáticas, recordar ese éxito puede tener un efecto positivo e inspirador en tu cuerpo y mente. Sin embargo, si ese éxito generaba resentimientos o te distanciaba de compañeros o hermanos celosos, el recuerdo será una carga emocional negativa. Esa carga negativa puede manifestarse en todos los episodios de éxito de tu vida, y empezarás a asociar la culpa con los logros. No obstante, es posible que tu experiencia en estas complejidades emocionales te haya preparado para enfrentarte a desafíos futuros. En lugar de sentirte molesto con esos amigos o hermanos celosos, podrías sentirte agradecido con ellos por haberte preparado para la vida. Al interpretar tu energía, al ser consciente de las lentes a través de las cuales ves el mundo, puedes cambiar de mentalidad y transformar tu vida.
Cuando identifiques la carga emocional de tu biografía, empezarás a ver cómo los fragmentos de tu historia se han combinado de forma que han afectado a tu pasado, tu presente y a tu estado de salud. Esta perspectiva es lo que yo llamo "visión simbólica". La visión de tu vida como un dibujo de trazos gruesos y fragmentos coloridos te permite replantearte la concepción del futuro y trazar las delgadas líneas expresivas de forma más consciente. La visión simbólica te permite recuperar tu energía o tu espíritu y curarte emocional y espiritualmente, a veces, incluso, físicamente. La visión simbólica es un método esencial que te permitirá utilizar tu energía para entender con claridad tu Contrato Sagrado.
Cuando realizo una lectura simbólica, veo cómo la energía del paciente —en todos sus papeles individuales— fluye hacia el exterior y alrededor de él. Al mismo tiempo, veo al paciente como la suma unificada de todas sus partes y como una célula conectada con una matriz energética de mayores dimensiones. Durante mis lecturas, los pacientes se convierten en hologra- mas humanos. Su modelo de distribución de la energía se refleja en las células individuales, al igual que nuestras almas vibran en una especie de alma global que contiene toda la vida del planeta. Nuestras palabras, pensamientos, acciones y visiones influyen en nuestra salud y afectan a la salud de quienes nos rodean. Como partes vitales de un espíritu universal superior, hemos sido puestos en la Tierra para cumplir nuestro Contrato Sagrado, que favorece nuestra madurez espiritual al tiempo que contribuye a la evolución de la totalidad del alma global.
Sin embargo, nuestra misión o contrato vital no puede definirse ni medirse simplemente por la forma en que vivimos. Tu objetivo en la vida no es sólo tu profesión, ni tu afición preferida, ni tu relación amorosa. Un contrato es tu relación con tu poder personal y espiritual. Es la forma en que trabajas con tu energía y cómo la transmites. También es la intensidad con la que deseas ponerte en manos de la guía divina. Aunque un contrato no son los detalles físicos de tu existencia, puedes servirte de ellos para averiguar cuál es tu contrato.Tu vida está compuesta por diversas facetas que reflejan tu energía física y tu energía interior. Si intentas contemplar ese reflejo en conjunto, puedes discernir y definir tu misión. Al igual que cada uno de los fragmentos de un holograma contiene la totalidad de la imagen, tu misión se refleja, aunque tal vez lo haga desde un ángulo un tanto diferente, en cada uno de esos numerosos rayos energéticos individuales.
Aun así, aprender a ver la imagen total que componen esos fragmentos, aprender a unirlos para obtener como resultado la suma de tu misión,requiere mucha práctica. El descubrimiento de tu contrato te dará sorpresas; tus cimientos se estremecerán y averiguarás cosas que te conmocionarán. No obstante, durante el proceso aprenderás a ver de forma simbólica, a utilizar tu poder personal y a cumplir tu Contrato Sagrado.
En mis libros anteriores, "Anatomía del espíritu" y "La medicina de la energía", he explicado algunas de las formas en las que actúa la energía, cómo se distribuye en nuestros siete centros emocionales o chakras, y cómo puedes aprender a interpretar tu energía y a agudizar tu intuición para saber dónde se originan tus trastornos espirituales y físicos o enfermedades. He hablado de cómo y por qué la energía queda bloqueada o distorsionada y de qué forma se rompe ese bloqueo —que suele estar relacionado con algún asunto pendiente del pasado— para que la persona en cuestión se cure. Por lo general, la curación emocional y espiritual se basaba en el aprendizaje de las lecciones del centro emocional implicado en la enfermedad. En algunas ocasiones, la lección era la enfermedad en sí, y aprender a trabajar con esa forma de energía suponía el descubrimiento de los cambios mentales y sentimentales que debían producirse.
Tras miles de lecturas diagnósticas, llegué a la conclusión de que un principio superior incluso a la interacción de los chakras distribuye nuestra energía interior, y al hacerlo, da forma a nuestras vidas. Empecé a descubrir formas universales de inteligencia cósmica relacionadas de forma directa con la organización de nuestro día a día. En realidad, en cada una de las lecturas que realicé a partir de 1989, lo que sólo podría calificar como modelo arquetípico se revelaba a través de los detalles y fragmentos de la existencia de cada paciente y adoptaba una forma definida. Esto me ofrecía una visión clara de la psique de esa persona y de por qué su vida era como era. Estos modelos, que suelen tener un origen antiguo, pueblan nuestra mente y nuestra vida de formas que nos afectan de un modo notable. No obstante, no solemos ser conscientes de su existencia. Esos modelos de inteligencia son arquetipos, formas vivientes y dinámicas de energía presentes en los pensamientos y sentimientos de muchas personas de diversos países y culturas.
Por ejemplo, hace unos diez años, durante una lectura, estuve a punto de pasar por alto una "descarga" energética que percibí mientras analizaba la información emocional de una mujer llamada Laura. Aunque en ese momento no le di mucha importancia, vi unos ojos que reflejaban una mirada severa e hipercrítica. Le hablé de la imagen a Laura, y ella dijo que su marido siempre la miraba así, de forma crítica, como si fuera su amo y ella su sirvienta. En realidad, Laura también tenía siempre una mirada concreta, la mirada de alguien que suplica sin palabras merecer la aprobación de su marido. Así pues, para Laura, las miradas condescendientes de su esposo eran el símbolo de la energía de su doloroso matrimonio.
Después de hablar con ella, Laura decidió participar en varios grupos de ayuda y, al final, entendió que no podía estar a la espera de obtener el permiso de su marido para autorrealizarse o convertirse en quien deseaba. Se dio cuenta de que estaba permitiendo que su esposo la hiciera sentirse incompetente e indefensa, y que sus miradas condescendientes simbolizaban su actitud hacia ella; ella no era su igual. También percibió que él tenía tanto miedo de que lo abandonara que necesitaba hacerla sentir indefensa, o metafóricamente "desnuda". Pasado un tiempo, ambos se pusieron en manos de un consejero matrimonial y realizaron una serie de cambios que mantuvo vivo su matrimonio al tiempo que les permitió evolucionar juntos.
El verse atrapada en el modelo energético de Sirvienta y Amo ayudó a Laura a romper con esa pauta y convertirse en dueña de sí misma. Al trabajar con este arquetipo, también aprendió a actuar con mayor eficacia. Laura llegó a personificar el aspecto positivo de la Sirvienta; su actitud sirvió para hacer un bien aún mejor, ayudó a su marido a ver más allá de sus temores y transformó su matrimonio para lograr que mejorara.


Fuentes:

Caroline Myss
"El Contrato Sagrado"

miércoles, 2 de febrero de 2011

Vivir de acuerdo con tu Contrato Sagrado - I

"La sabiduría más ancestral nos dice que podemos unirnos con lo divino mientras estemos en este cuerpo; el hombre ha nacido para ello. Si el hombre incumple su destino, la naturaleza no se apura; algún día lo atrapará y lo obligará a satisfacer su secreto propósito."
Sarvepalli Radhakrishnan

Todos queremos saber por qué estamos aquí. ¿Cuál es nuestra misión en la vida? Las personas que lo saben son fáciles de identificar: sus vidas están llenas de sentido. Su percepción del propósito existencial les da fuerzas para superar los malos momentos y para disfrutar de los buenos. Sin embargo, muchas personas se sienten confusas —o totalmente perdidas— en lo referente al sentido de la vida.
A lo largo de mis años como intuitiva médica —alguien que puede "leer" la condición fisiológica interna de una persona de forma intuitiva, y no mediante el examen físico o el diagnóstico médico— me han hecho con frecuencia esta pregunta: "¿Por qué estoy enfermo y cómo me puedo curar?" Y, más a menudo, y con mayor insistencia, me han preguntado: "¿Por qué estoy aquí? ¿Cuál es mi verdadero objetivo? ¿Qué debería hacer con mi vida?" En cierto sentido, esta falta de orientación y de comprensión de la propia existencia es un problema de salud en sí, porque puede generar toda clase de estrés emocional, incluyendo depresión, ansiedad y fatiga.Y cuando estos tipos de estrés o sentimientos negativos se consolidan, pueden contribuir al desarrollo de una enfermedad. Tu mente no es la única que quiere saber cuál es tu misión; este conocimiento es de una importancia vital para tu cuerpo y tu espíritu.
Una vida confusa o desorientada tiene otras consecuencias. La falta de conocimiento de tu misión puede convertirse en una fuerza destructiva para tus relaciones. Tal como decía con frecuencia el fallecido teólogo, místico y profesor de la Universidad de Harvard Howard Thurman, hay dos preguntas que debemos hacernos: "La primera es ¿Adonde voy? y la segunda es ¿Quién irá conmigo? Si te haces estas preguntas en el orden equivocado, estás perdido."
Si no entendemos nuestra existencia, si no tenemos objetivos, podemos perjudicar a quienes nos rodean y a nosotros mismos. Si no sabemos cómo identificar "lo realmente importante" cuando algo va mal, no podremos reaccionar de forma adecuada ante los acontecimientos o las personas presentes en nuestra vida. Un hombre llamado Philip me contó una vez que podría haber seguido felizmente casado de haber tenido más claro cuál era su objetivo y a qué lugar pertenecía. Se había sentido frustrado durante años, y su infelicidad crónica le suponía tanto esfuerzo a su mujer que al final ella lo dejó. Sin embargo, incluso tras el divorcio, Philip fue incapaz de hacer los cambios que necesitaba en su vida personal y profesional. "El problema del cambio —me dijo Philip— es que uno sólo no es suficiente. Una vez que empieza el proceso, no se puede parar."
Sin duda tenía razón, y aun así, tal como afirmó en una ocasión el famoso psicólogo junguiano James Hillman: "Debes abandonar la vida que tienes para conseguir la vida que te espera." Si Philip hubiera visto hacia adonde se dirigía, habría podido actuar de forma más apropiada. No se habría sentido tan confuso y, tanto su mujer como él, se habrían encontrado mejor. Pero no supo encontrar una forma de seguir adelante.
Después de intentar ayudar a las personas a encontrar y utilizar su brújula interna durante más de diecisiete años, he llegado a pensar que esa falta de orientación espiritual y emocional se ha convertido en una epidemia. Además de ser un problema personal para mucha gente, es una preocupación global. Por eso, desde un punto de vista cósmicamente práctico, me pregunto: ¿qué bien le hace al universo contar con un planeta lleno de almas que no tienen ni la menor idea de lo que están haciendo en este mundo?
Cuando mis pacientes me preguntaban qué hacer para "arreglar" o sanar su vida —cómo encontrar la dirección adecuada—, solía aconsejarles que rezaran para encontrar el camino. Sin embargo, pese a lo valiosa que pueda ser una oración, me preguntaba si no existiría otra forma o proceso mediante el cual lograrían exclarecer su vida y encontrar su propósito. Nadie puede preverlo todo, pero si tuviéramos acceso al significado simbólico de nuestras experiencias, estariamos mejor preparados para enfrentarnos yarnos y adaptarnos a los cambios inevitables. En lugar de luchar contra el cambio —y provocar una herida en el tejido emocional—.podríamos ver los acontecimientos desde una perspectiva diferente, aceptar los cambios y seguir adelante con nuestra vida.
Teniendo en cuenta la importancia personal y global de saber cuál es nuestra misión, ¿por qué resulta tan difícil encontrar la respuesta a esta cuestión? ¿Cuál es la mejor forma de averiguarlo? ¿Por qué algunas personas encuentran su misión con facilidad y otras tienen que luchar por dar con la solución? ¿Qué podemos hacer para encontrarla?
Por nuestro bien, debemos aprender cómo responder a la pregunta de cuál es nuestra misión, porque la forma en que vivimos la vida genera salud o enfermedad. Tal como he descubierto tras realizar más de ocho mil lecturas como intuitiva médica a lo largo de diecisiete años: "Nuestra biografía se convierte en nuestra biología", frase que escribí en mi libro "Anatomía del espíritu". En otras palabras, los pequeños problemas y los grandes traumas que experimentamos se instalan en nosotros, viven en nuestro cuerpo y afectan o bloquean el flujo de energía. Por ello, resulta razonable que, cuanto más nos alejemos de nuestra misión en la vida, mayor será nuestra frustración y menor la sintonía de nuestra energía.
Al conocer tu misión, podrás vivir aprovechando al máximo tu energía. Cuando sacas partido de tu energía, expresas de la forma más óptima tu poder personal; es lo que yo llamo "vivir de acuerdo con tu Contrato Sagrado".


Fuentes:

Caroline Myss
"El Contrato Sagrado"

El Contrato Sagrado

"Este libro de Caroline Myss, autora de "Anatomía del espíritu" y "La medicina de la energía", está basado en los celebres talleres que dirige, y constituye una brillante amalgama de psicología y revelación espiritual. En su prolongada experiencia en el campo de la medicina energética, Myss ha comprobado que un gran número de personas no aciertan a definir cuál es su objetivo en la vida. Esta inquietud espiritual, tan extendida como poco comprendida, genera una multitud de malestares y suele derivar en depresión, ansiedad, fatiga y, por último, dolencias físicas. En este contexto, nuestra misión -nuestro contrato sagrado individual- es difícil de entender. Por ello, Myss ha creado un entretenido e ingenioso proceso que nos permitirá descifrar nuestro contrato, único e intransferible, mediante el uso de una nueva teoría de los arquetipos basada en la obra de Platón, Jung y diversos pensadores contemporáneos. Con sus anécdotas y estilo característicos, la autora explica cómo identificar nuestras energías personales y utilizarlas para realizar nuestro potencial máximo, que, en realidad, es nuestro potencial divino. "El Contrato Sagrado" es un libro visionario y práctico, un proceso sin precedentes para el auto descubrimiento y una poderosa obra de sabiduría espiritual."
Contraportada de "El Contrato Sagrado"

martes, 1 de febrero de 2011

La verdad absoluta

"Conocemos la verdad,
no sólo por la razón,
sino también por el corazón."
Blaise Pascal


Todos nacemos con la necesidad de forjarnos una identidad propia que nos separe de nuestra espiritualidad. En consecuencia, llevamos una carga psicológica que nos hace sentir el peso del mundo.


"El dogma es la expresión del pensamiento que desea imponer y elevar una interpretación intelectual al nivel de verdad absoluta e indiscutible. Dogmáticos son aquellos que se encuentra poseídos por una mente temerosa, la cual adopta al dogma para tener un sostén que realice las veces de una muleta donde apoyarse intelectual y psicológicamente con el fin de evadir el miedo. Los dogmas se encuentran en casi todos los sistemas de pensamientos: religiosos, políticos, filosóficos, sociales, científicos.
Toda especulación e interpretación intelectual de un hecho, que se postule cómo verdad, es mentira. En ello se sustenta el dogma. Hacer de un hecho o de una experiencia personal, una interpretación intelectual y pretender convertir dicho análisis especulativo en verdad, es el dogma en sí mismo, es lo dogmáticamente correcto.
El dogma es insalvable, solo el dogmático se puede salvar. Al ser el dogma establecido por la tradición, la propaganda y la cultura de la sociedad a través de versiones visuales, auditivas y escritas, las cuales conforman la comunicación y la educación, el dogma se transforma en la publicidad obsesiva inevitable de ver, oír o leer, lo que significa la influencia y el sometimiento constante de la mente a las verdades reveladas o interpretadas.
Todo dogmático es básicamente un fundamentalista en términos, minimamente, psicológicos e intelectuales, lo que expone a la mente del dogmático a ser potencialmente un ser que esta predispuesto a matar o morir por su causa. De modo que sí la política, la religión y toda expresión de pensamientos, no se hubiese dedicado a expandir sus dogmas particulares, no existirían fundamentalistas, que propagandizan sus especulaciones y deducciones intelectuales con el propósito de que quien los acepte, pase a integrar su "secta", sabiéndose dueño de la verdad.
El dogma petrifica y cristaliza la mente en un punto de vista fijo, esquemático, estático, muerto, inamovible, lo que solo permite la evolución de la mente a través de la ampliación de los mismos argumentos que justifiquen con más certeza la verdad del dogma. O sea, la mente evoluciona en un circulo vicioso basada en el propósito de convertir en verdad sus propias mentiras.
Cuando la mente no percibe la mentira cómo mentira, es evidente que existe la posibilidad de que acepte dicha mentira como una verdad, de modo que la aceptación de lo falso se convertirá en el esfuerzo y la tarea de la mente en demostrar con nuevos argumentos, análisis e interpretaciones que ello es verdadero. Esta es la tarea de la mente esclava al circulo vicioso; tratar que, en lo que se cree, se convierta en verdad.
El deseo de que sea verdad, aquello en lo que se cree, es lo que refuerza el criterio que se le da al dogma de veracidad absoluta, lo que significa que ello es la piedra que tiene el hombre para apoyar su cabeza, por ser ese deseo de veracidad lo que debe ser protegido, resguardado, y para ello nada mejor que la mayor cantidad de argumentos, análisis y justificativos, con el fin de que la estructura y esquema mental que permite tener el dogma, no sea destruido de forma alguna, por el peligro que ello significa para la mente teme-rosa que no puede vivir en libertad.
El dogma que contiene toda doctrina, creencia, ideología, es la piedra donde se apoya la mente del hombre temeroso con el fin de escapar de la locura que presiente tener cuando su mente es cómo la del hijo del hombre, el cual no tiene una piedra donde apoyar su mente -cabeza- o sea, no tiene doctrina, creencia, ideología, teoría, argumento alguno para sostener su libertad intelectual, psicológica, emocional, sentimental, en definitiva, la libertad de su mente. Es obvio que ello lo convierte en un pobre de espíritu.
El dogma adoptado convierte a todo aquel que lo acepta en millonario ilustrado, en poseedor de fortuna intelectual, en hombre perteneciente al status-quo cultural, o sea, lo convierte en un hombre superior por pertenecer a la clase de los cerebralmente eruditos.
El dogmático defiende aquello que no sabe que es así cómo él cree, o sea, defiende su duda y la eleva al nivel de verdad, lo que significa que la única verdad que tiene para defender el fanático, el fundamentalista, el dogmático, el que tiene la mente adoctrinada, es su duda. Esto hace que deba poner toda su confianza en que dicha duda se concrete algún día en verdad, de modo que lo único que posee cómo real, es la esperanza y su autoconvencimiento; autoconvencimiento que tiene la tarea de tratar de vencer y doblegar a la duda para confirmarla psicológicamente en estado de verdad. La duda es necesaria elevarla al nivel de verdad, y ello solo es posible mediante el dogma.
El dogma es la expresión intelectual que le da forma de amoldamiento psicológico de verdad a la duda. Cuando el trasfondo psicológico es satisfecho por medio de la interpretación intelectual, es cuando surge el autoconvencimiento de que la duda es verdad, y en ese momento es donde se cristaliza el dogma en la mente; con el consecuente fanatismo posterior y el circulo vicioso del pensar.
Cuando el dogmático eleva de categoría su duda, es también cuando inconscientemente sella su mente, siendo la inteligencia y la comprensión las primeras expulsadas del hogar, de modo que el pensamiento crea sus intereses psicológicos, intelectuales, emocionales, materiales, en torno de su verdad dogmática, abriendo la mente solo para el entendimiento intelectual que tenga relación con el dogma aceptado cómo verdad.
El temor es el motor que impulsa a la mente a identificarse con el dogma, con el fin de escapar de la inseguridad, y encontrar en ese sistema de pensamiento particular la seguridad que le permita sostener la sensación de orden psicológico que da el sentir cuando se pertenece a algo. El dogmático sintiendo que pertenece a algo se aferra a su nueva verdad y evidentemente que se convence que debe protegerla, resguardarla. Ello da nacimiento a la violencia que se ejercita a través de la defensa de la causa.

"Tenía motivos para desear que el mundo no tuviera significado; consecuentemente, daba por sentado que no lo tenía y que era capaz, sin ninguna dificultad, de hallar razones satisfactorias para esta suposición. La mayoría de la ignorancia es ignorancia vencible. No sabemos porque no queremos saber. Es nuestra voluntad la que decide cómo y sobre qué materias usaremos nuestra inteligencia. Quienes detectan carencia de significado en el mundo generalmente lo hacen porque, por una u otra razón, cuadra bien con sus libros que el mundo debe ser sin sentido."
Aldous Huxley

El ser humano acepta el dogma por temor, o sea, con la finalidad de escapar de la inseguridad termina por esconder y sumergir el miedo en el fondo de su conciencia. En las capas más superficiales de la mente se encuentra presente la apariencia de seguridad, lo cual es la imagen de seguridad que vende el hombre con mente dogmatizada. Esta apariencia es la que motiva a la mente a amar el dogma, por ser la modeladora de una sensación de orden en el pensar."

...Nietzsche en su escrito "Sobre verdad y mentira en sentido extramoral" redacta: “El intelecto, como medio para la conservación del individuo, desarrolla fuerzas primordiales en la ficción”, argumentando que el hombre con debilidad pero con la capacidad de aprovechar la razón que tiene para sobrevivir, se ha colocado por arriba de toda especie animal o vegetal viva para darse el título como centro del todo, nombrándose la medida de las cosas (ser él quien nombre: de sustantivos y adjetivos, quien diga qué sí y qué no…), de tal manera que en su ego desarrolla un arte de ficción sobre la superficie de las cosas engañándose de su debilidad y a través de su razonamiento para creerse que es el único y capaz de conocer la realidad, ignorando, como explica Nietzsche que un mosquito haría lo mismo si se le preguntara qué pasa en su cabeza.
No sólo se vuelve egocéntrico, sino además se niega a reconocer que su capacidad de percepción está limitada, tan limitada que le es imposible conocerse a sí mismo (conocer su naturaleza salvaje y animal)...
... Esta complejidad que el mismo hombre ha creado en su lenguaje es por su necesidad de querer abarcar todo lo que pasa en la realidad y que su nombramiento sea el correcto, el más adecuado. Se ha colocado en un antropocentrismo en el que hace a fin de él que todo gire, se mida y sea nombrado en tanto él, en convención con los de su especie, una decisión...

"El dogmático encuentra esta sensación de orden en el pensar cuando adopta alguno de los tantos dogmas particulares y colectivos que están en oferta en el mercado de las ideas que ofrece la sociedad: políticos, religiosos, cientificistas, económicos, psicológicos, sociales. La necesidad de darle un cierto orden y orientación a la obsesión mental -que trabaja calladamente a través del parloteo incesante de la mente, lo cual se asemeja a la locura- es la motivación principal para predisponerse a la adopción de cualquier dogma que satisfaga la ansiedad psicológica y la necesidad imperiosa de frenar la irracionalidad del conflicto interno que crea el parloteo.
Lo peligroso del dogma es que cuando a logrado lavar el cerebro de cualquier vestigio de duda y producir la seguridad psicológica en el dogmático de que se encuentra en lo cierto, de que posee la verdad. A partir de ahí, la mente se sumerge en la enajenación y, dicha enajenación es la que produce placer por la posibilidad que brinda el poder depositar el pensamiento en una sola idea obsesiva. Al cerrarse la mente a un punto de vista exclusivo, sectario, el dogmático va aceptando la evolución de su violencia cómo algo normal y necesario. Normal por lo que debe ser defendido y necesario porque lo que merece ser resguardado no puede desaparecer, de manera que la aplicación de la violencia se encuentra justificada por el fin que siempre justifica los medios. La violencia siempre es la reacción a la defensa de un dogma particular o colectivo, ya sea para la defensa del ego herido -dogma particular- o la defensa de la doctrina, la creencia, la patria -dogma colectivo- y ese fin justifica todo y cualquier medio sectario y violento. Ello es el dogma en la acción, ello es el peligro placentero del dogma, ello es el producto final del dogma.
La mente al interrelacionar al intelecto con el pensamiento dogmático, pasa a ser intrínsecamente violenta, bajo la expresión exterior o interior, por estar esclava a la trinchera ideológica, comandada a la defensa de su verdad. Este constante estado de defensa de su verdad es lo que arrastra a la mente a la marginalidad de la alineación enajenante, con el consecuente estado de paranoia que ve como enemigo a todo aquel que no acepte sus postulados cómo única y exclusiva verdad, de manera que la violencia pasa a ser una herramienta tan útil como el argumento, ya que la violencia es la respuesta inevitable que provoca la defensa necesaria que debe tener una mentira convertida en verdad.
El dogmático tiene la posibilidad de liberarse del dogma, pero el dogma no tiene la cualidad de poder enseñarle al hombre a ser libre. Cuando el dogma habla de libertad, en realidad esta sometiendo a la mente a la esclavitud de la mentira que es todo concepto verbalístico, puesto que la palabra libertad no es la libertad, ya que la palabra no es la cosa en sí.
El ideal de libertad encierra tanto dogmatismo cómo los oscurantistas ideales dictatoriales y déspotas, por ser todo ideal, doctrina, teoría, un sistema de pensamiento basado en la creencia; y lo que uno cree no es sino que meras creaciones del pensamiento, del intelecto, o sea, dogmas.
Las ideologías que sostienen cómo principios la igualdad, la justicia, la fraternidad, la libertad, el amor, la bondad como virtudes a cultivar y metas a conquistar, expresan la ignorancia de sus ideólogos ante la incomprensión que tienen para comprender que todo aquello que sea virtud no puede ser cultivado, ejercitado, idealizado, puesto que todo concepto idealizado es dogma, es creencia, no realidad, y precisamente la virtud es una realidad ajena a toda verbalización intelectual.
La ideología de la fraternidad, del amor, de la libertad, de la igualdad, no es la fraternidad, el amor, la libertad, la igualdad, es simplemente la inconsciencia de los ideólogos de lo que es. Y es la incomprensión de lo que es lo que lleva a los ideólogos a convertir en dogma todo aquello que se encuentra fuera de la órbita del pensamiento, aquello que la mente no puede atrapar.
El intelecto, el pensamiento, la conciencia, la memoria, o sea, la mente, tiene la capacidad de convertir en dogma todo lo que ella desee, se proponga o considere que debe ser traducido a la verbalización intelectual, de modo que cuando el intelecto estructura determinadas virtudes en doctrinas, es obvio que corrompe dichas virtudes al convertirlas en idealizaciones dogmáticas, lo cual es corrupción por ser toda virtud intocable por el pensamiento.

"El sentimiento de lo místico es la emoción más hermosa y profunda que puede experimentarse."
Albert Einstein

La mente corrompe a las virtudes y a los valores más puros de la vida al convertirlos en dogmas ideológicos que pueden ser pensados, analizados, interpretados de acuerdo al punto de vista particular de cada uno, y es evidente que ninguna virtud puede ser interpretada por el pensamiento porque ella es lo que es, por lo tanto, se encuentra fuera de la órbita del pensamiento y de aquello que la mente puede atrapar, capturar, guardar y registrar, ya que nada de ello es un recuerdo. La virtud es algo vivo, sustancial, que tiene la cualidad de la acción por sobre las palabras, lo que significa que es un hecho antes que una idea, de forma que su idealización es la destrucción de la virtud cómo hecho, y ello es la perversión del dogma doctrinario.
Es obvio que toda mente adoctrinada es dogmática, supersticiosa, enajenada, sectaria, alienada, o sea, aislada en su propia sistema ideológico de pensamiento, o sea, en su verdad absoluta, o sea, en su creencia milagrera, o sea, en sus certezas absolutas, o sea, es una mente que garantiza la miseria de la violencia y su consecuente alimentación." 

Para cerrar: ¿Y la verdad? Es el conjunto de aspectos similares que el Hombre ha aceptado y les ha dado un concepto, de tal manera que entre varios hombres explicaron diferentes aspectos que cada uno percibió y que aún siendo diferentes hay algo que los mantiene en común… eso es la verdad:

“No conocida en sí, sino solamente en sus efectos […] como suma de sus relaciones”
Nietzsche




Fuentes:

viernes, 28 de enero de 2011

El hallazgo accidental del tesoro

"La confrontación con la muerte -y haberse librado de ella- hace que todo parezca tan precioso, tan sagrado, tan hermoso, que siento con mas intensidad que nunca el impulso de amarlo todo, de abrazarlo todo y de dejarme avasallar por todo. Mi rió nunca me pareció más bello... la muerte y.su posibilidad siempre presente hace más posible el amor, el amor apasionado. Me pregunto si podríamos amar apasionadamente, si sería posible el éxtasis, si supiéramos que nunca habríamos de morir."
Abraham Maslow

La primera tarea, el hallazgo del tesoro, figura en docenas de cuentos de todo el mundo en los que se narra la pesca de una criatura del fondo del mar. Cuando eso ocurre en una narración, siempre sabemos que muy pronto se producirá una lucha entre lo que vive en el mundo de arriba y lo que vive o se ha reprimido en el mundo subterráneo. En este cuento, el pescador pesca mucho más de lo que esperaba. "Es uno de los gordos", piensa mientras se da la vuelta para recoger la red.
No se da cuenta de que está izando a la superficie el tesoro más terrorífico que pueda imaginar, que está izando a la superficie algo muy superior a sus fuerzas. No sabe que tendrá que llegar a un entendimiento con él y que está a punto de poner a prueba todos sus poderes. Y lo peor es que no sabe que no sabe. Éste es el estado de todos los enamorados al principio: están tan ciegos como los murciélagos.
Los seres humanos que no tienen demasiados conocimientos al respecto muestran una cierta tendencia a acercarse al amor tal como el pescador del cuento se acerca a la caza: "Espero pescar uno muy gordo que me alimente durante mucho tiempo, me llene de emoción y me facilite la vida y del que pueda presumir delante de todos los demás cazadores cuando vuelva a casa."
Es el comportamiento natural del cazador ingenuo o muerto de hambre. Los muy jóvenes, los no iniciados, los hambrientos y los heridos tienen unos valores que giran en torno al hallazgo y la ganancia de trofeos. Los muy jóvenes aún no saben realmente lo que buscan, los hambrientos buscan sustento y los heridos buscan consuelo de sus anteriores pérdidas. Pero a todos les "caerá encima" el tesoro.
Cuando alguien está en compañía de los grandes poderes de la psique, en este caso de la mujer de la Vida/Muerte/Vida, y es muy ingenuo, lo más seguro es que pesque más de lo que esperaba. A menudo acariciamos la fantasía de recibir el alimento de la profunda naturaleza a través de una relación amorosa, un trabajo o el dinero, y esperamos que el alimento nos dure mucho tiempo. Nos gustaría no tener que trabajar más. Hay veces en que incluso nos gustaría que nos dieran de comer sin apenas tener que trabajar. En realidad, sabemos muy bien que, de esta manera, no conseguiremos nada que merezca la pena. Pero, aun así, lo deseamos.
Es fácil permanecer tendidos soñando simplemente con el amor perfecto. Es una anestesia de la cual tal vez jamás nos recuperemos como no sea para apropiarnos despiadadamente de algo valioso que se encuentra, sin embargo, fuera de nuestra conciencia. Para los ingenuos y heridos el milagro de la actuación de la psique consiste en que, aunque uno esté desanimado, aunque se muestre irreverente, no quiera hacerlo, no lo espere en realidad, no le apetezca, aunque se sienta indigno o no esté preparado, tropezará accidentalmente y de todos modos con el tesoro. Entonces al alma le corresponde la tarea de no pasar por alto lo que se ha encontrado, reconocer que el tesoro lo es efectivamente y reflexionar cuidadosamente acerca de lo que debe hacer a continuación.
La figura del pescador comparte un poco el simbolismo arquetípico de la del cazador y ambas representan entre otras muchas cosas los elementos psicológicos de los seres humanos que intentan saber y se esfuerzan por alimentar el yo por medio de la fusión con la naturaleza instintiva. En los cuentos como en la vida el cazador y el pescador inician su búsqueda mediante una de estas tres maneras: de una manera sagrada, con mezquindad o a trompicones. En el cuento de la Mujer Esqueleto vemos que el pescador anda un poco a trompicones. No es mezquino, pero tampoco pone de manifiesto una actitud o intención sagrada.
A veces los amantes empiezan también de esta manera. Al principio de una relación sólo intentan pescar un poco de emoción o una especie de antidepresivo del tipo "ayúdame a pasar la noche". Sin darse cuenta entran en una parte de su propia psique y en la de la otra persona en la que habita la Mujer Esqueleto. Aunque sus egos sólo busquen un poco de diversión, el espacio psíquico es un territorio sagrado para la Mujer Esqueleto. Si navegamos por estas aguas, la pescaremos con toda seguridad.
El pescador cree que sólo anda en busca de un poco de alimento, pero de hecho está sacando a la superficie toda la naturaleza femenina elemental, la olvidada naturaleza de la Vida/Muerte/Vida y ésta no se puede pasar por alto, pues, siempre que empieza una nueva vida, se presenta la Reina de la Muerte. Y cuando eso ocurre, por lo menos en un primer tiempo, la gente le presta una extasiada y temerosa atención.
Sedna, diosa oceánica de la mitología Inuit
En el tema inicial -el de la mujer que yace bajo la superficie del mar-, la Mujer Esqueleto se parece a Sedna, una figura de la Vida/Muerte/ Vida de la mitología Inuit. Sedna es la gran diosa deforme de la creación que habita en el mundo subterráneo Inuit. Su padre la arrojó por la borda de su kayak, pues, a diferencia de otras obedientes hijas de la tribu, ella se había escapado con un hombre-perro. Como el padre del cuento de hadas "La doncella manca", el padre de Sedna le amputó las manos. Sus dedos y sus miembros se hundieron hasta el fondo del mar, donde se convirtieron en peces y focas y otras formas de vida que a partir de entonces alimentaron a los Inuit.
Lo que quedó del cuerpo de Sedna también se hundió hasta el fondo del mar. Allí se convirtió en huesos y en cabello muy largo. En el rito Inuit, los chamanes de la tierra descienden nadando hasta ella y llevan comida para apaciguar a su furioso consorte-perro y guardián. Los chamanes le peinan el larguísimo cabello, le cantan y le suplican que sane el alma o el cuerpo de alguna persona de arriba, pues ella es la gran angakok, la maga; es la gran puerta norteña de la Vida y la Muerte.
La Mujer Esqueleto que se pasó siglos bajo el agua también se puede interpretar como la fuerza de la Vida/Muerte/Vida no utilizada y mal utilizada de una mujer. En su forma vital y resucitada, gobierna las facultades intuitivas y emotivas que completan los ciclos vitales de los nacimientos y los finales, de las penas y las celebraciones. Es la que examina las cosas, la que puede decir cuándo es el momento de que muera un lugar, una cosa, un grupo o una relación. Este regalo de la percepción psicológica espera a todos aquellos que la hacen aflorar a la conciencia a través del acto de amar a otra persona.

"Amar significa abrirnos a lo negativo como a lo positivo, a la aflicción, al dolor y al desengaño, así como al júbilo, al goce y a una intensidad de conciencia que antes no nos parecía posible. Describiré primero esta experiencia, desde el punto de vista fenomenológico, en su forma ideal, como paradigma.
Cuando nos enamoramos el mundo se sacude y todo cambia alrededor, no sólo en su aspecto, sino en la experiencia de lo que estamos haciendo en el mundo. Generalmente se siente esa sacudida conscientemente, en sus aspectos positivos, como un maravilloso y nuevo cielo que el amor produjo súbitamente con su milagro y su misterio. El amor es la respuesta a todo, cantamos. Independientemente de la trivialidad de semejante descripción, nuestra cultura occidental parece empeñada en una romántica -aunque desesperada- conspiración para imponer la ilusión de que todo lo que hay en ese estado es Eros. La vehemencia misma del esfuerzo para sostener tal ilusión revela la presencia del polo opuesto reprimido.
Ese elemento opuesto es la conciencia de la muerte. Pues la muerte está siempre a la sombra de los deleites del amor. Como un débil presagio siempre está presente la tremenda pregunta: "¿No nos destruirá esta nueva relación?" Cuando amamos abandonamos el centro de nosotros mismos. Somos arrancados de nuestro anterior estado de existencia y arrojados a un vacío; y aunque esperamos alcanzar un nuevo mundo, una nueva existencia, nunca podemos estar seguros de lograrlo. Nada parece lo mismo y bien pudiera ocurrir que ya nunca volviera a tener el mismo aspecto. El mundo está como aniquilado; ¿cómo podemos saber si volverá a construirse de nuevo? Nos entregamos y renunciamos a nuestro propio centro; ¿cómo sabemos que lo recuperaremos? Nos despertamos para encontrar al mundo sacudiéndose: ¿cuándo volverá a recobrar la calma?
El júbilo amoroso más exaltado está acompañado por la conciencia de la inminencia de la muerte... y esa conciencia tiene la misma intensidad que el júbilo. No parece posible que una cosa exista sin la otra."
Rollo May; "Amor y Voluntad"


Una parte de todas las mujeres y de todos los hombres se niega a saber que en todas las relaciones amorosas la Muerte también tiene que intervenir. Fingimos poder amar sin que mueran nuestras ilusiones acerca del amor, fingimos poder avanzar sin que jamás tengan que morir nuestros vehementes arrebatos de emoción. Pero en el amor, desde un punto de vista psíquico, todo, absolutamente todo se desmenuza. El ego no lo quisiera, pero así tiene que ser y toda persona dotada de una profunda naturaleza salvaje se muestra inclinada a aceptarlo.
¿Qué es lo que muere? La ilusión, las expectativas, el ansia de tenerlo todo, de querer tan sólo lo bello, todo muere. Puesto que el amor siempre da lugar a un descenso a la naturaleza de la Muerte, se comprende por qué razón es necesario tanto dominio sobre uno mismo y tanta fuerza espiritual para entregarse a este compromiso. Cuando uno se compromete con el amor, se compromete también con la resurrección de la esencia de la Mujer Esqueleto y de todas sus enseñanzas.
El pescador del cuento tarda en comprender la naturaleza de lo que ha pescado. Es lo que le ocurre a todo el mundo al principio. Si uno es inexperto, no sabe que allí abajo habita la naturaleza de la Muerte. En cuanto el sujeto averigua qué es lo que tiene delante, su impulso es intentar rechazarlo. Nos convertimos en unos seres semejantes a los padres mitológicos que arrojan al mar a sus hijas salvajes por la borda del kayak.
Sabemos que a veces las relaciones fallan cuando pasan de la fase de anticipación a la fase de enfrentamiento con lo que hay realmente en el extremo del anzuelo. Ocurre en la relación de una madre con su hijo de dieciocho meses lo mismo que entre los padres y su hijo adolescente, entre los amigos y entre los amantes de toda la vida y los que llevan muy poco tiempo juntos. Una relación iniciada con la mejor voluntad vacila, se agita y a veces se tambalea cuando termina la fase del enamoramiento. Entonces, en lugar de llevar a la práctica una fantasía, empieza en serio el desafío de la relación y uno tiene que echar mano de toda su habilidad y prudencia.
La Mujer Esqueleto que habita bajo el agua representa una forma inerte de una profunda vida instintiva que se conoce de memoria la creación de la Vida y la creación de la Muerte. Si los amantes insisten en llevar una vida de forzada alegría, perpetuos placeres y otras formas de nefasta intensidad, si se empeñan en que haya constantes alegres polkas, Donner und Blitz, truenos y relámpagos sexuales, o un torrente de cosas agradables y ningún conflicto, arrojarán por el acantilado la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida y ésta se volverá a ahogar en el mar.
El hecho de excluir de la relación amorosa todos los ciclos de la vida y la muerte da lugar a que la naturaleza de la Mujer Esqueleto sea arrancada de su alojamiento psíquico y se ahogue. Entonces la relación amorosa adopta una forzada expresión de "no nos pongamos tristes, procuremos divertirnos todo lo que podamos" que se esfuerza en mantener a toda costa. El alma de la relación desaparece y se hunde en el agua, inútil y sin sentido.
Siempre se arroja por el acantilado a la Mujer Esqueleto cuando uno o los dos componentes de la pareja no la soportan o no la entienden. La arrojamos por el acantilado cuando no aprendemos bien el uso de los ciclos transformativos: cuando las cosas tienen que morir y ser sustituidas por otras. Si los amantes no pueden soportar estos procesos de la Vida/Muerte/Vida, tampoco se pueden amar el uno al otro más allá de las aspiraciones hormonales.
El hecho de arrojar por el acantilado esta misteriosa naturaleza siempre da lugar a que la amante y la fuerza espiritual del amante se conviertan en unos esqueletos privados de auténtico amor y alimento, puesto que la mujer suele vigilar muy de cerca los ciclos biológicos y emocionales, los ciclos de la vida y la muerte constituyen el centro de su interés. Y, puesto que no puede haber mucha vida si no se produce un declive de lo que antes había, los amantes que se empeñan en mantenerlo todo al máximo nivel de esplendor psíquico vivirán una relación cada vez más osificada. El deseo de obligar al amor a vivir sólo en su forma más positiva es la causa de que, al final, el amor muera definitivamente.
El desafío del pescador es el de enfrentarse con la Dama de la Muerte, su abrazo y sus ciclos de vida y muerte. A diferencia de otros cuentos en los que se captura una criatura subacuática a la que después se deja en libertad y el pescador recibe en prenda de gratitud el cumplimiento de un deseo, a la Dama de la Muerte no se la puede soltar y ésta no accede amablemente a ningún deseo. Emerge a la superficie tanto si uno quiere como si no, pues sin ella no puede haber ningún auténtico conocimiento de la vida y, sin este conocimiento, no puede haber lealtad ni verdadero amor o afecto. El amor cuesta caro. Cuesta el precio de la valentía. Cuesta tomarse una molestia, tal como veremos más adelante.
Una y otra vez observo en los amantes, cualquiera que sea su sexo, un fenómeno de este tipo: dos personas inician una danza para ver si les interesa amarse. De repente, pescan accidentalmente a la Mujer Esqueleto. Algo en la relación empieza a disminuir y resbala hacia la entropía. A menudo se reduce el doloroso placer de la excitación sexual o uno de los componentes de la pareja ve la frágil y herida parte oculta del otro o ve al otro como algo que "no es precisamente un trofeo" y es entonces cuando emerge a la superficie la vieja con su calva y sus amarillentos dientes.
Parece espantoso y, sin embargo, es el momento privilegiado en que existe una auténtica oportunidad de dar muestras de valentía y conocer el amor. Amar significa permanecer al lado de alguien. Significa salir de un mundo de fantasía y entrar en un mundo en el que es posible el amor duradero, cara a cara, hueso a hueso, un amor hecho de afecto. Amar significa quedarse cuando todas las células gritan: "¡Echa a correr!"
Cuando los amantes son capaces de soportar la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida y de entenderla como un continuo -como una noche entre dos días- y como la fuerza capaz de crear un amor para toda la vida, pueden enfrentarse con la presencia de la Mujer Esqueleto en su relación. Entonces se fortalecen juntos y ambos se sienten llamados a una comprensión más profunda de los dos mundos en los que viven, el mundo material y el mundo del espíritu.







Fuentes:

Clarissa Pinkola Estés
"Mujeres que Corren con los Lobos"

jueves, 27 de enero de 2011

Las primeras fases del amor

En todos los cuentos hay algún material que se puede considerar un reflejo de las enfermedades o el bienestar de la propia cultura o de la propia vida interior. En los cuentos hay también unos temas míticos que se pueden interpretar como representación de las distintas fases de la conservación del equilibrio de los mundos interior y exterior, y como instrucciones para lograrlo.

Aunque la Mujer Esqueleto se puede considerar la representación de los movimientos del interior de una sola psique, este cuento me parece más interesante si se interpreta como una serie de siete tareas que enseñan a cada alma a amar profunda y satisfactoriamente a otra. Éstas son las tareas: descubrir a otra persona como una especie de tesoro espiritual, aunque al principio uno no se dé cuenta de lo que ha encontrado. En casi todas las relaciones amorosas viene a continuación la persecución y el ocultamiento, un período de esperanzas y temores para ambos componentes de la pareja. Después viene el desenredo y la comprensión de los aspectos de la Vida/Muerte/Vida que contiene la relación y la aparición de un sentimiento de compasión con respecto a la tarea. La siguiente fase es la de la relajación, la confianza y la capacidad de descansar en presencia del otro y con su beneplácito, tras lo cual se inicia un período de participación de ambos en los sueños futuros y las tristezas pasadas, los cuales marcan el comienzo de la curación de las antiguas heridas de amor. Después viene el uso del corazón para entonar un cántico a la nueva vida y, finalmente, la fusión del cuerpo y el alma...

"Según el planteamiento del psicólogo social Carlos Yela, el amor está compuesto básicamente por tres aspectos importantes: un estrecho vínculo de unión afectiva especial, también denominada 'intimidad'; la vivencia y expresión de deseos y necesidades con respecto a la otra persona −las pasiones erótica y romántica−; así como el compromiso, que es la intención de 'apostar' por la relación y conseguir mantenerla en el tiempo −por encima de distintos tipos de obstáculos y dificultades−.
De acuerdo con este esquema, quien experimenta amor por alguien sentiría un determinado nivel −variable en el tiempo− de intimidad, pasión y compromiso por la persona a la que ama −quien, a su vez, puede ser que le corresponda o no−.
Carlos Yela subraya que el amor no es lo mismo que la relación de pareja. En la mayoría de los casos, la relación de pareja comienza entre dos personas que se aman y la relación no termina a pesar de que el amor se acabe. Según los psicólogos sociales, las relaciones de pareja sin amor pueden mantenerse merced a lo que denominan 'barreras': miedo a la soledad, preocupación por los hijos, ansiedad de empezar de cero, dependencia tanto económica como afectiva ...etc. Nosotros decimos que pueden permanecer juntos sencillamente por qué se quieren, se aprecian y, aunque la llama de la pasión no queme como el primer día, las brasas de la hoguera ofrecen una calidez embriagadora.

El amor no siempre tiene la misma temperatura, el mismo calor y la misma pasión. No existe una línea recta en el estado de una relación, siempre pasa por diferentes fases.
En la primera fase se da un amor ideal en todos los sentidos, no existen fallos y defectos en el otro, y en el caso de existir se minimizan y compensan con las virtudes. Todo es maravilloso y cada momento común está lleno de felicidad. En los momentos de ausencia, hay añoranzas y pensamientos hacia el otro.
Esta idealización se basa sobre todo en que los contactos no suelen desarrollarse durante todo el día, y se limitan a ciertas horas cada periodo. En los momentos de lejanía los pensamientos se dedican a idealizar aún más, con poco lugar a la realidad. De ahí el dicho de que el amo es ciego, y aunque los amigos y familiares adviertan de inconvenientes, es complicado escucharles. Asimismo, no hay que tomar grandes decisiones por lo que los conflictos se minimizan.
Con el tiempo la relación se complica, se entra en una segunda fase de más cercamiento. Ahora sí que es necesario decidir sobre asuntos de presente y futuro.
Paralelamente se ha alcanzado un grado de conocimiento del otro mayor: se conocen las virtudes, los defectos, las reacciones, las formas de comportarse, los detalles, los comportamientos en casos extremos. La idealización pues ha acabado y la relación es más realista.
Se impone una balanza entre lo bueno y lo malo de la relación, surgen las lógicas dudas y se reflexiona sobre el futuro de la relación. Si la rutina se ha apoderado prematuramente de la pareja se entra en aburrimientos y cansancios.
Es el momento de evaluar el estado de la relación: si ha sido algo pasajero e inestable, el final estará cerca. Si hay problemas, es el momento de solucionarlos o acabar.
En la tercera fase, la de la madurez, se supone que en vida en común y un compromiso de pareja estable y sin caducidad. Existen problemas que hay que solventar, y estos, si no se solucionan a tiempo pueden convertirse en grandes losas.
Se aprende a vivir con aquellos defectos que más molestan, aunque desagraden. La pasión hace tiempo que no es lo mismo, y la comunicación sexual ha pasado a un cariño costumbrista y tolerante.
El conocimiento mutuo y la anticipación de reacciones es casi completo, sin lugar a demasiadas sorpresas. Existirán enfados sí, pero más bien causados por elementos externos, por el cansancio de la rutina que por novedades de personalidad o comportamiento.
La pareja, ya con años de bagaje llega a la última fase, en el que los dos se han convertido en compañeros de vida, y el cariño prevalece sobre cualquier sentimiento. Es amor en efecto, pero de forma diferente, la pasión se ha reducido al mínimo, y la compañía se hace la reina de la relación.
Es la fase a la que a todas las parejas les gustaría llegar, como las de nuestros abuelos. Tras decenas de años de confianza no hay sorpresas, pero sí resquemores por oportunidades idílicas perdidas de otros amores. Los años han pasado y ese sentimiento de ocasiones no aprovechadas se suele descargar en el otro. La edad es lo que tiene, que hace volver atrás y replantearse las cosas-
En todas las fases es primordial la comunicación, segundo a segundo, dejar espacio de libertad, más importante cuanto más se aleja la relación de los primeros instantes, y sobre todo es necesaria la voluntad de solventar cada problema sin venirse abajo y sin tirar la toalla de la relación ante el mínimo obstáculo."

... A lo largo de mis veintitantos años de práctica, los hombres y las mujeres se han tendido en mi sofá diciendo con emocionado terror: "He conocido a alguien... yo no quería, estaba ocupado en mis propios asuntos y ni siquiera miraba y, ¡de pronto!, conozco a alguien con A mayúscula. ¿Qué hago ahora?" Mientras alimentan la nueva relación, empiezan a acobardarse. Se echan para atrás y se preocupan. ¿Temen perder el amor de esta persona? No. Tienen miedo porque están empezando a vislumbrar una calva calavera por debajo de las olas de su pasión. ¡Ay! ¿Y ahora qué hacen?
Yo les digo que es un momento mágico, pero no logro tranquilizarlos. Les digo que ahora veremos algo maravilloso. Pero les falta la fe. Les digo que resistan y eso sí lo hacen, aunque con gran esfuerzo. Sin que yo me dé cuenta desde la óptica de mi análisis, la barquita de su relación amorosa se va alejando cada vez más rápido. Alcanza la orilla y, en un santiamén, sus ocupantes echan a correr como alma que lleva el diablo y yo en mi papel de analista corro a su lado e intento decirles algo mientras a nuestra espalda nos sigue a trompicones quien ya sabemos.

La mayoría de la gente cuando se enfrenta por primera vez con la Mujer Esqueleto experimenta el impulso de echar a correr y alejarse al máximo. Correr forma parte del proceso. Hacerlo es humano, pero no durante todo el tiempo y no para siempre.



Fuentes:

Clarissa Pinkola Estés
"Mujeres que Corren con los Lobos"

miércoles, 26 de enero de 2011

Una dieta espiritual para alimentar el alma

"Para una época necesitada de alimento espiritual, este libro propone los ingredientes esenciales que permiten vivir plenamente y en armonía. "Una dieta espiritual para alimentar el alma" aúna los principios universales comunes a las grandes religiones con el saber y las técnicas de la psicología moderna para mostrar cómo hacer frente a las exigencias de la vida cotidiana y llevar una vida espiritual satisfactoria. A través de una sugerente combinación de inspiradas citas extraídas de obras inmortales, doctrinas de los grandes líderes espirituales, ejemplos reales y ejercicios sencillos, este libro enseña a aligerar la presión de los problemas personales, vivir en el presente, conciliar los deseos con las metas y, en definitiva, aprender a disfrutar de lo bueno que ofrece la vida."

Aprender de la soledad

"Nuestra relación con la soledad es un buen indicativo de nuestra salud emocional. Cuando sabemos estar solos, estamos bien con nosotros mismos y con el mundo. Y, una vez más, la clave está en el equilibrio porque la cuestión de la soledad va asociada a la de su opuesto, 1a compañía. Saber estar solo es saber estar acompañado y viceversa, ni huir de la soledad ni convertirla en refugio para no afrontar la vida. La solución está en establecer un círculo de vínculos gratificantes, los cimientos para una vida más plena."

Pocas perspectivas nos atemorizan más que la de la soledad. La imagen de encontrarnos completamente solos, incomunicados y separados de otro nos da terror: ser los únicos habitantes de una gran ciudad o estar extraviados en un páramo desolado...
Y es que, de forma natural, carecer de vínculos afectivos o la ausencia de otros con quienes compartir nuestra intimidad nos llena de desasosiego.
Pero, ¿qué es lo que hace que la soledad sea tan difícil de soportar? ¿Por qué nos produce esa profunda angustia, difícil de explicar, para la que muchas veces no encontramos consuelo? La respuesta es que la soledad, en un nivel básico, es percibida como una amenaza para nuestra supervivencia.

Carencia de contacto

Para los humanos de culturas arcaicas, la soledad era un estado peligroso y temible para todos. El grupo era indispensable para satisfacer las necesidades vitales de alimento, refugio y protección. Por lo tanto, el que un individuo se separase del grupo era tanto un peligro para sí mismo como una actitud que debía ser sancionada por el resto. De ahí que muchos tabúes y ritos "primitivos" apuntaran a fortalecer los vínculos con los otros y a disuadir a cualquiera que pudiese debilitarlos.
Y en el mundo de hoy -donde podría plantearse que la relación con el otro no es indispensable para la supervivencia- la soledad sigue inquietándonos por un aspecto tan indispensable como el alimento: el contacto con otros, el ser tocado, llamado y estimulado. Todo eso es necesario para un adecuado crecimiento y desarrollo, como lo prueban los casos de hospitalismo, niños que por ausencia de sus madres son criados por el personal hospitalario y a pesar de ser alimentados y cuidados adecuadamente, no aumentan de peso como debieran, no tienen un adecuado nivel de defensas y se desarrollan con mayor dificultad. En algún momento, los profesionales de la salud se dieron cuenta que de lo que carecían estos niños era de contacto.
La necesidad de vínculos no termina, sin embargo, con la adultez. Nuestra identidad se construye en relación a los demás, nuestra vida está organizada en tomo a las relaciones interpersonales. Ya Aristóteles escribió que aquél que puede vivir fuera de la sociedad es un dios o una bestia. Nietzsche, en su filosofía del superhombre, retomaba esta frase para decir: "Pues entonces seamos dioses, cortemos los lazos de dependencia que nos debilitan". Pero lo cierto es que no somos dioses. Somos humanos que necesitamos de los vínculos con los otros porque está en nuestra naturaleza.

Dos caras de una misma cosa

Sin embargo, todos nos hemos sentido solos en algún momento de nuestra vida. Es más, todos estamos, en algún punto, irremediablemente solos. Esta soledad es consecuencia inevitable de la conciencia de uno mismo, pues esa conciencia nos enfrenta también con un mundo externo del que estamos dolorosamente separados.
Recuerdo que un día, siendo yo niño, me encontraba en mi habitación sin saber qué hacer. Nos habíamos mudado poco tiempo atrás y aún no había hecho amigos. Me acerqué entonces a mi padre y le dije: -Papá, estoy aburrido. -Hijo, tienes que aprender a estar solo -me respondió con gran aplomo.
Tiempo después, una tarde, mi padre entró en mi habitación y me encontró jugando solo. Debía ser algo frecuente en ese tiempo y esto le preocupó. Me preguntó: -Hijo, ¿no crees que sería bueno que hicieras más amigos?
-Tú me dijiste que tenía que aprender a estar solo... Pues ya aprendí -le repliqué con cierto tono de reproche.
Y él, tras detenerse a pensar unos segundos, concluyó:
-Bueno, ahora tienes que aprender a estar acompañado y ya lo tendrás todo.

Experiencias inevitables

En aquel momento no pude sino enfadarme, pero con los años el episodio fue tomando otro significado. Lo que mi padre me transmitía entonces era que para vivir bien es tan necesario poder transitar momentos de soledad como poder relacionarse con otros.
Ambas son experiencias ineludibles en nuestra vida y si, en función de evitar esa angustia, apartamos cualquiera de ellas, nuestra vida se limitará demasiado.
La soledad es un problema tanto para aquéllos que se sienten aislados de los demás como para los que deben correr de una compañía a otra para no encontrarse ni por un segundo con el malestar que les produce estar solos. El objetivo no es, entonces, eliminar la soledad ni prescindir de los otros, sino poder pasar con fluidez de una situación a otra. El pensador suizo Benjamín Cons-tant escribió una vez que la vida consiste en salir de las cosas; yo añadiría que consiste tanto en entrar como en salir.

Un equilibrio necesario

Así, la soledad presenta una doble naturaleza. Por un lado, nos permite contactar con nosotros mismos, nos brinda tranquilidad, paz y un espacio para la reflexión y la creación y, por otro, despierta sentimientos de tristeza y dolor que nos empujan a contactar con otros, a salir de nosotros mismos.
Cada uno de estos aspectos expresa un deseo que se contrapone con el otro y que intentamos equilibrar. Por un lado, deseo de individuación, de establecer límites, de diferenciamos; por otro, deseo de relajar esos límites, de disolvernos en el otro y de ser uno con el mundo. Por lo tanto, estamos condenados a nuestra soledad y, en la misma medida, empujados a trascenderla.
En todos los grandes mitos o historias de héroes y profetas, se advierte un período de soledad, una retirada del mundo de los hombres, para volver luego a actuar entre ellos bajo una nueva forma. La desaparición de Jesús en el desierto, la iluminación de Buda bajo el árbol Bodhi, el largo viaje de Ulises. Como si esa soledad hubiese sido necesaria para producirla transformación de un hombre en alguien capaz de modificar su entorno. En nuestras vidas, más modestas, también existen momentos en los que nos replegamos sobre nosotros mismos para poder continuar luego nuestra vida hecha de encuentros con otros. Aceptar estos períodos como parte de un proceso puede ser una primera manera de perder el temor al fantasma de la soledad.

Estar solo o sentirse solo

Ocurre, en ocasiones, que este "estar solo" se eterniza, deja de ser un momento y uno pasa a sentirse encerrado, atrapado en un círculo del que se tiene la sensación de que es imposible salir. Aparece entonces la sensación de la soledad. Y digo sensación porque la soledad es una apreciación subjetiva: me siento solo. Por ello no importa si estoy efectivamente solo o si hay personas alrededor: lo que produce ese desasosiego es la carencia de relaciones significativas, la falta de posibilidades de intimar.
Efectivamente, para que alguien se sienta en soledad no es necesario que esté aislado. El prestigioso psicólogo estadounidense Allan Fromme decía que no hay lugar más solitario que la ciudad de Nueva York en hora punta, rodeado de miles de personas que también se sienten solas.
Muchas veces, soledad y aislamiento se entrelazan, pero en ocasiones una persona que todavía mantiene vínculos con los otros puede encontrarse a sí misma sintiéndose sola. Es más, los mismos vínculos que una vez fueron significativos y enriquece-dores pueden, de no ser alimentados, estancarse, "petrificarse" y dejar de ser un rico lugar de encuentro.

El antídoto para la soledad

Así, no cualquier "otro" es un antídoto contra la soledad. En general, para que eso sea posible, ese alguien debe ser percibido como proveedor de cierta seguridad, accesible y con buena capacidad de escuchar. En mi opinión, el principal rasgo que diferencia a alguien significativo -cuya presencia puede aliviarme el sentimiento de soledad- de otras presencias, es la sensación de que a esa persona yo le intereso.
Cuando siento que a otro le intereso -aunque eso no signifique necesariamente que le gusto ni que me quiere- comienzo de alguna manera a sentirme acompañado. Por ello, si bien no cualquiera puede aliviar por sí solo la soledad de alguien, muchos pueden "convertirse" en compañeros que contribuirán a empequeñecerla. No se trata, por lo tanto, de encontrar a alguien que nos rescate de nuestra soledad, sino de construir vínculos que comiencen a abrir ese círculo en apariencia intraspasable.
Creo que la idea de construcción puede sacarnos del lugar de la impotencia en el que, muchas veces, nos encontramos al sentirnos solos. Entender la naturaleza esencial de nuestra soledad, entender que es un lugar por donde todos debemos pasar y que existen muchos modos de relacionarnos con los demás para satisfacer nuestra necesidad de contacto, hará posible fundar esos cimientos que nos permitirán crear o restaurar los lazos con los otros.

Fuentes:

Por Demián Bucay
Revista "Mente Sana" Nº8

martes, 25 de enero de 2011

¿Que es el silencio y para que sirve?

"El silencio es el vientre de donde nacen los sabios. Si deseas adquirir sabiduría, vuelve a nacer en medio del silencio. Solo así encontrarás tu razón de ser, la razón por la cual haz nacido.
Siéntate cómodamente, observa a tu alrededor, no juzgues, detente en tu afán, observa de nuevo, comprende que tu vida es un tesoro, deja tus preocupaciones a un lado. no hay necesidad de llevar un equipaje pasado,ya tu corazón tiene lo que necesitas en este viaje maravilloso que es tu vida.
Todas las preguntas están listas para ser respondidas, sin importar que profundas sean. Simplemente entra en la paz del silencio, calma ese mar de deseos, ese mar de ilusiones, deja que la calma te invada, deja que el silencio te posea, en ese momento lo viejo desaparece y lo nuevo nace en ti."

Es posible que mucho de lo que se denomina técnicas o trabajos espirituales estarían mejor servidos y comprendidos si se quitaran completamente del marco religioso. Por hábito cultural durante siglos la humanidad ha mirado las palabras espiritual y religioso casi como sinónimos y claramente no lo son. La esencia del espíritu humano no tiene por que ser dominio de una organización, club o religión.

"Detrás de la expresión "cuerpo (mente) y alma" está la experiencia radical de la unidad fundamental del ser humano. Esto no pretende, sin embargo, crear una identificación pura y simple de las diversas dimensiones humanas. Lo que se afirma por el contrario es que, por ejemplo, el cuerpo no es un objeto o algo que hay en el hombre. Es el hombre todo entero, porque la corporeidad forma parte de la misma subjetividad humana: "en la realidad, yo nunca encuentro en mí un espíritu puro y concreto, sino siempre, en todo lugar y en cada momento, un espíritu encarnado... A la esencia del espíritu humano, en cuanto espíritu, le pertenece su corporeidad y con ella su relación hacia el mundo". El estar en el mundo del ser humano no es un accidente, sino que expresa su realidad esencial. De ahí que podamos decir con Gabriel Marcel: cuerpo y alma no expresan lo que el hombre "tiene" sino lo que el hombre "es". El hombre es, en su totalidad, corporal. Y es, también en su totalidad, espiritual. Por eso los más sublimes actos espirituales y místicos vienen marcados por la corporeidad. De la misma manera, las acciones corporales más primitivas están penetradas por el espíritu. Porque en el hombre sólo existe un espíritu corporeizado y un cuerpo espiritualizado, podemos decir con razón que cuanto más el espíritu es espíritu, tanto más se manifiesta y penetra la materia y que cuanto más sea cuerpo el cuerpo, tanto más se expresará espiritualmente.
La unidad "cuerpo alma" en el hombre es una de las evidencias de todas las ciencias antropológicas actuales, incluida la biología, pero sobre todo de la psicología profunda. Cuando el hombre dice "yo", expresa la unidad total de su realidad "cuerpo alma" y de todas las dimensiones de su existencia. Cuerpo y alma no son, por lo tanto, dos cosas que hay en el hombre sino, tal como lo percibió la tradición tomista con enorme nitidez, dos principios, sólo metafísicamente separables y diferenciables, del único ser humano. Alma es la subjetividad del ser humano concreto, lo cual implica también la dimensión de cuerpo. Cuerpo es el mismo espíritu realizándose dentro de la materia, y no sólo un instrumento del espíritu. Es el espíritu mismo en su ex carnación y expresión en el espacio y en el tiempo materiales. En este sentido podemos decir que el alma es visible. Cuando contemplamos un rostro humano, no vemos únicamente ojos, boca, nariz y el juego de sus músculos. Sorprendemos simultáneamente rasgos finos o duros, brutalidad o humor, felicidad o angustia, sabiduría o necedad, resignación o confianza. Lo que se ve no es, por tanto, pura y simplemente cuerpo, sino cuerpo vivificado y penetrado por el alma. El espíritu humano es siempre un espíritu encarnado; no es algo que se esconda tras el cuerpo; en el gesto, en la mirada, en una palabra e incluso en un silencio, puede estar toda la profundidad y el misterio del alma.
De hecho, la psicología necesita un concepto de persona humana que pueda describir adecuadamente qué es lo que son nuestro cuerpo y alma y cómo se relacionan. También ayuda el reconocer que los seres humanos tienen deseos tanto naturales como trascendentes.
Confundir cuerpo con corporeidad (ser corporal) es limitar el ser humano. La persona se manifiesta con su cuerpo y a través de su cuerpo. Esas manifestaciones (pensamientos, emociones y sentimientos) son parte de ese cuerpo que vive. Referido al ser humano se puede definir corporeidad como "la vivenciación del hacer, sentir, pensar y querer". La corporeidad se refiere al ser humano, y por tanto, el ser humano es y vive sólo a través de su corporeidad. Nacemos con un cuerpo que desde el momento del nacimiento, a través de la acción, del movimiento se adapta, transforma y conforma como corporeidad. Esta conformación viene dada por el movimiento, por la acción y por la percepción sensorial (vista, oído, tacto, gusto, olfato y percepción cinestésica). Todo este proceso se va desarrollando a lo largo de toda nuestra vida, de manera que vamos cambiando y conociéndonos dependiendo de la imagen corporal que tenemos de nosotros mismo y de la imagen que interpretamos del mundo exterior a lo largo del día y de nuestra vida.
Con esto, repetimos, no se afirma una nivelación de las dimensiones plurales de la realidad humana, sino su unidad plural que no implica uniformidad ni unicidad. Estas dimensiones del hombre no sólo se extienden a las relaciones con su propia subjetividad o a las relaciones yo tú, sino que abarcan el mundo y las cosas, de suerte que únicamente en la totalidad de sus interrelaciones experimenta el hombre su verdadera espiritualidad y corporeidad."

Las religiones, todas, vista por un lente general, son la organización y la política que se manifiesta alrededor de las enseñanzas de un maestro espiritual, mas a menudo después de que ya ha muerto el maestro.
Esto no quita que somos un animal social y que nos guste participar con otros y compartir todas nuestras experiencias; y que nos sentimos cómodo con los que piensan y miran el mundo de una forma similar a la nuestra. Los aspectos socio-políticos de las religiones suelen tener mayor influencia que su aportación espiritual que es finalmente algo más individual que colectivo, que después se manifiesta en compasión y generosidad a los demás. La encomienda, por ejemplo, de Jesús de Nazareth de “amaros unos a los otros” y de no juzgar, primero requiere de una transformación individual, interna antes que se pueda expresar o compartir con el prójimo. Ocurre de la misma manera para las enseñanzas de Buda, Lao Tsé, Mahoma, ...etc.   
Facilitarnos el camino para llegar a esa transformación personal y servirnos de ejemplo con su vida es una aportación que solo puede ofrecer un maestro o guía vivo y el contacto directo de distintas formas. Mirando con un lente general, nos damos cuenta que todos los guías espirituales, en lo esencial hablan básicamente de lo mismo, adornando y ajustando sus enseñanzas para el público, la cultura y el tiempo en que vive o vivió. A lo largo de la historia, este conocimiento se conoce como la "filosofía perenne". Aunque sus técnicas y palabras varían, el propósito de la idea es de auto aceptarse y de realizarse y de por fin llegar a una unión gloriosa que algunos llaman iluminación, samahdi , yoga, la vuelta a casa, la felicidad, el amor eterno, el amor divino, ...etc. Lo que distingue a cada maestro es el ejemplo vivo de sus enseñanzas. En todo caso es la vida misma el maestro verdadero y el maestro particular, que enseña con su ejemplo, es solo su mensajero.
Hay dos características personales que se pueden decir que son comunes a todos los maestros: son dinámicos y silenciosos, como la vida misma.


"...La divinidad no es algo que la podamos identificar a nivel sensorial o mental. La comunión con lo divino no puede suceder hasta que la energía condicionada, individualizada, espontáneamente y con gracia, sin ninguna inhibición provocada por el miedo, no entre en la no--acción. Para que esto le suceda a nuestra mente condicionada deberá comprender sus propias limitaciones, volver al centro y relajarse en su propio ser, sin ningún deseo de alcanzar o de llegar a ser. Cuando la mente condicionada se relaja, hay silencio...
...Permanecer en la dimensión del silencio, lugar, aislamiento, sin interferencias. Entrar poco a poco en el silencio, sin hacer nada, es la dimensión del “no hacer”, no reaccionar, no conocer. Estamos con nosotros, volviendo a casa. Observar el movimiento de la respiración, dónde y cómo la sentís, sin interpretaciones condicionadas, no hagáis un problema de nada.
La mente condicionada es muy curiosa por saber lo que sucede en ese lugar de lo desconocido. Y el ego quiere volver al pasado y a sentirse gratificado, “si, esto me está sucediendo”. La mente se mueve siempre hacia la interpretación, cuando queda en suspensión y ya ni los sonidos, ni las luces nos preocupen , entonces profundizamos a otro nivel de nuestro ser..."


No canta el pájaro porque esta alegre; esta alegre porque canta. Igual el maestro no es silencioso y dinámico por ser maestro; es maestro por haber explorado el silencio y haber convertido el conocimiento encontrado en acción y en generosidad a los demás: un ejemplo vivo de una posibilidad humana para expresar su espíritu, su alma dentro del contexto del mundo de cada día. No es que somos humanos intentando ser espiritual; somos seres espirituales, un 99%, intentando ser mas humano.
Es por medio del silencio interno, que la vida se nos revela bajo la forma del maestro interior que todos llevamos y que todos buscamos de una forma u otra. Esto es el valor real, absoluto que tiene la existencia, la esencia, la fuente creativa donde nace la acción. Hay maneras de entrar en esa mina de oro, en ese silencio, y es a eso lo que denominan técnicas espirituales como la respiración consciente y la meditación entre otras. El silencio es la fuente de la acción, del dinamismo de la vida. Como dijo Einstein: "En el universo nada pasa hasta que algo se mueve." Ese dinamismo, esas expresiones del alma están motivado por la generosidad, lo que también se conoce como amor. Yo prefiero el termino “generosidad” ya que implica mas una acción de "dar" que de "recibir". Estamos aquí para dar y es en ese proceso que todo se hace posible.
Lo más precioso que tenemos para dar, es nuestra atención, eso es lo que crea realidades y mundos de vivencias. Ahora también es cierto que nos hemos olvidado de quien somos y por consecuencia nuestra atención esta ruidosa, fragmentada entre pasados y posibles futuros. Esa atención preciosa y divina es lo que se recupera en el proceso de entrar y explorar el silencio. La metáfora del huracán nos sirve aquí. Todos hemos visto los mapas meteorológicos en la televisión que muestran el huracán como un círculo en movimiento, dando vueltas, caóticos, poderosos y hasta peligrosos. También sabemos que en el centro de huracán, el ojo, hay un silencio profundo, hasta inquietante ya que sabemos que cuando pase el ojo llega la otra cara del huracán. Dicho de otra manera, cuando salimos del silencio nos identificamos con el caos y el ruido y se nos escapa nuestra propia atención y parece que nuestra vida da vueltas pero sin llegar a ningún resultado.
Es importante saber que, como el maestro, uno también puede ser tanto silencioso como dinámico. Por ejemplo, el hablar es algo que se puede hacer o desde el silencio o desde el alboroto de la mente; e igual con la acción, que puede ser pura y clara, desde el silencio, o confusa, bruta y poca definida.
La elección de practicar el propio silencio dinámico es fundamental en cada ser humano; es el compromiso de aceptarse a uno mismo como un ser espiritual, un alma, y la aceptación de la vida como una aventura, con sus desafíos. Darse cuenta que esta vida es una aventura espiritual, una aventura del alma, es el primer paso al despertar, a excavar en nuestra mina de oro interior. Y como dicen los sabios, "el silencio es oro" el valor real, es esa fuente creativa en cual somos echo en la imagen y semejanza divina.

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