viernes, 9 de julio de 2010

El hombre oscuro de los sueños de las mujeres - III

"Las artes... nos abren a una dimensión de la realidad que de otra forma permanecería oculta, y a la vez permiten que nuestro ser se abra para poder acoger esa realidad. Unicamente las artes pueden conseguirlo; la ciencia, la filosofía, la acción moral y la devoción religiosa no lo pueden lograr. El artista brinda a nuestros sentidos, y mediante ellos a todo nuestro ser, algo de lo más profundo del mundo y de nosotros mismos, algo del misterio de ser..."
Paul Tillich, teólogo.

Hay otro ejemplo concreto en el que es muy probable que las mujeres tengan sueños en los que aparece el hombre oscuro y eso ocurre cuando los rescoldos del propio fuego creador interno humean lentamente, cuando queda muy poco combustible en el rincón o cuando la cantidad de ceniza blanca aumenta día a día, pero el puchero está vacío. Estos síndromes se pueden producir incluso cuando somos veteranas practicantes de nuestro arte y también cuando por primera vez empezamos a aplicar exteriormente nuestras aptitudes. Se producen también cuando tiene lugar una incursión depredadora en la psique y, como consecuencia de ello, descubrimos mil razones para hacer cualquier cosa excepto quedarnos sentadas, permanecer de pie o dirigirnos a donde sea para realizar cualquier cosa que nos interese.
En estos casos, el sueño en el que aparece el hombre oscuro, aunque vaya acompañado de un temor angustioso, no es un sueño inquietante sino un sueño muy positivo acerca de la conveniente y oportuna necesidad de despertar ante la presencia de un movimiento destructivo que se está produciendo en la propia psique, ante aquello que está apagando el propio fuego, entrometiéndose en el propio vigor y robando el propio lugar, espacio y tiempo y el propio territorio para crear.
A menudo la vida creativa experimenta una reducción de su ritmo o se detiene porque hay algo en la psique que tiene una opinión muy negativa de nosotras y nosotras estamos allí abajo arrastrándonos a sus pies en lugar de propinarle un sopapo y echar a correr en busca de la libertad. En muchos casos lo que hace falta para enderezar una situación es que nos tomemos a nosotras y tomemos nuestras ideas y nuestras aptitudes mucho más en serio de lo que hemos venido haciendo hasta el momento. Debido a las grandes brechas que se han producido en la ayuda por línea materna (y por línea paterna) a lo largo de muchas generaciones, la valoración de la propia vida creativa -es decir, de las ideas absolutamente originales, bellas y artísticas y de las obras que nacen del alma salvaje- se ha convertido en una cuestión perenne para las mujeres.
En mi consulta he visto muchas veces cómo ciertas poetas arrojaban las páginas de su obra al diván como si su poesía fuera una basura y no un tesoro. He visto a artistas que acudían con sus cuadros a la sesión y los golpeaban contra el marco de la puerta al entrar. He visto encenderse un verde destello en los ojos de las mujeres que procuran disimular su furia por el hecho de que otras sean capaces de crear y ellas, por alguna extraña razón, no puedan hacer lo mismo.
He oído todas las excusas que pueden inventarse las mujeres: No tengo talento. No soy importante. No tengo estudios. No tengo ideas. No sé hacerlo. No sé qué. No sé cuándo. Y la más ofensiva de todas: No tengo tiempo. En tales casos, siempre experimento el impulso de colocarlas boca abajo y sacudirlas hasta que me prometan no volver a decir mentiras. Pero no es necesario que yo las sacuda, pues eso ya lo hará el hombre oscuro de sus sueños y, si éste no lo hace, lo hará el actor de otro sueño.

En su libro "La depresión y lo espiritual en el arte moderno" Jordi Obiols formula algunas perspectivas en torno al arte y la creatividad. Sostiene tres hipótesis de trabajo:

1. Las raíces del arte se hunden en lo primitivo y arcaico para dar lugar a conductas ancestrales. Paralelamente, en el origen de los fenómenos artísticos se encuentran combinaciones complejas de estados psicológicos de contenido emocional (trascendencia, éxtasis y otros) que relacionan al arte con lo sacro y las experiencias religiosas.

2. En el plano cognoscitivo, se aprecia una dualidad entre lo receptivo y lo creativo, entre la aprehensión de la totalidad y la percepción de las distintas partes que permite el análisis. Esta dualidad lleva a diversas antinomias (intuición/razón, síntesis/análisis, sensibilidad/intelecto.

3. La creatividad artística depende de la interacción entre los procesos psicológicos de control y espontaneidad, de inhibición y relajación y de adherencia a las normas y su violación. Ninguna obra de arte puede crearse en ausencia de esta dicotomía fundamental.

Obiols retoma la noción del cerebro “triuno” de Mac Lean para poner énfasis en la idea que las formaciones más “antiguas” del cerebro (la porción “reptileana” y el paleoencéfalo) corresponden a funciones primitivas filo y ontogenéticamente hablando. Alude a nociones como los “arquetipos” de Jung y las “imágenes primordiales” que son comunes a todas las culturas, según Arnheim, para luego sustentar su postulado en los conocimientos que aporta la etología respecto a conductas primitivas esenciales para la conservación de las especies y que tiene evidentes connotaciones estéticas, como son las complejas melodías del canto de los pájaros, la atracción visual o la danza. Obiols sostiene que estos fenómenos son protoartísticos y que el fundamento de los mitos más primitivos asienta en la territorialidad, la sexualidad y el asombro ante la muerte. Todos ellos, según este autor, constituyen el manantial del que fluye toda expresión artística.

C. G. Jung fue capaz de comprender las particulares leyes que regían la creatividad artística y formuló tres consideraciones básicas a tener en cuenta:

La primera, es la inútil pretensión de una explicación racionalista del fenómeno de la creación artística: “Lo creativo irracional, que precisamente surge en el arte con claridad máxima entre todas, burlará, finalmente todos los esfuerzos racionalizantes. Todos los escapes psíquicos dentro de la conciencia pueden ser causalmente explicables, pero lo creativo, que se arraiga en la imprevisibilidad de los inconsciente, se cerrará eternamente al discernimiento humano”. “El secreto de lo creativo es, como el de la libertad de la voluntad, un problema trascendente que la psicología no puede contestar sino solamente describir. De igual manera es también el hombre creativo un enigma, cuya solución intentará uno por cierto de varias maneras, pero siempre en vano”. “Todo lo que la Psicología nos puede decir acerca del arte, se limitará al proceso psicológico de la actividad artística, y nunca podrá afectar a la esencia misma del arte”.

La segunda, es la condición fundamentalmente transpersonal de la creatividad artística: “Una psicología específicamente artística es asunto colectivo y no personal. Pues el arte le es innato, como una pulsión que lo capta y lo hace instrumento. Lo que en él quiere, en última instancia, no es él, el hombre personal, sino la obra de arte. Como persona puede tener caprichos, voliciones y objetivos propios: como artista, en cambio, es “hombre” en superior sentido, es hombre colectivo, un portador y conformador del alma inconscientemente activa de la humanidad”. “La esencia de la obra de arte no consiste en efecto en estar afectada por particularidades personales- cuanto más lo está tanto menos se trata de arte- sino en elevarse sobre lo personal, lejos del espíritu y del corazón personal, y hablar para el espíritu y el corazón de la humanidad. Lo personal es una limitación, en verdad hasta un vicio del arte. El “arte” que es solo o predominantemente personal merece ser tratado como neurosis”. “La casualidad personal tiene tanto y tan poco que ver con la obra de arte, como el suelo, con la planta que crece en él”. “La obra de arte auténtica se caracteriza, precisamente, porque logra liberarse de las angosturas y callejones sin salida de lo personal, dejando muy atrás todo lo fugaz y alicorto de lo meramente persona”. “Cada hombre creativo es una dualidad o una síntesis de cualidades paradojales. Por un lado es personal- humano; por otro, empero, proceso humano, impersonal. Como hombre puede ser sano o enfermo; su psicología personal puede y debe por lo tanto ser personalmente explicada. Como artista, en cambio, sólo ha de comprendérselo a partir de su hecho creativo”.

La tercera, es el hecho de que la personalidad creadora está poseída por un daimon o genius interno: “Tenemos razón al considerar el proceso formador de la creación artística como un ser vivo que se halla anidado en el alma del hombre”. “Pero como hombre creador, uno se entrega, y no es libre sino sujeto del daimon e impulsado por él”. Desde esta última perspectiva la personalidad creativa es un instrumento de fuerzas superiores que lo trascienden. Esto no quiere decir que la creatividad sea un don inaccesible al común de los mortales. Precisamente en base a este punto de vista es posible plantear el desarrollo de la creatividad como una posibilidad de “despertar” el Spiritus Creator, de invocar al propio Mago Interior. En otras palabras, creatividad es permitir que lo desconocido interior se exprese. La visión de un espíritu creador que habita en lo más íntimo del ser de cada cual es lo que justifica la pretensión de la psicología que enfoca la creatividad desde su desarrollo y su aplicación pedagógica.

El método de la imaginación activa, concebido por C. G. Jung, contribuye al logro de la conexión de la esfera consciente con la fuente creativa del inconsciente. Esta puede ser personificada imaginariamente. Un Gnomo juguetón puede aparecer. O la femme inspiratrice o escuchando a Ennoia, como lo propone Marie-Louise von Franz. Otra posibilidad es una invocación ritual a los dioses para que desde su morada, más allá del umbral prodiguen sus destellos de creación. Otra es pedir la gracia a las Musas de que nos concedan su inspiración como era costumbre en la antigüedad Greco-Romana. También, desde el mundo de los sueños y las visiones se nos puede deparar iluminaciones creativas. En fin, cada uno encuentra la manera adecuada de establecer una relación con su fuente creativa interior y dejarse guiar por ella.


El sueño en el que aparece el hombre oscuro es un sueño que produce temor y los sueños de este tipo a menudo son muy buenos para la creatividad, pues le revelan a las artistas lo que les ocurrirá si se dejan freír hasta quedar convertidas en unas desgraciadas con talento. El sueño del hombre oscuro suele ser suficiente para asustar a una mujer hasta el extremo de inducirla a volver a crear. En el peor de los casos, la mujer podrá crear por lo menos una tarea que la ayude a aclarar el significado del hombre oscuro de sus sueños.

La amenaza del hombre oscuro es una advertencia para todas nosotras: si no prestas atención a los tesoros que posees, éstos te serán arrebatados. De esta manera, cuando una mujer ha tenido uno o varios sueños de este tipo, cabe deducir que se está abriendo la enorme puerta del territorio de iniciación en el que se puede producir la revalorización de sus cualidades. Allí se podrá identificar, apresar y liquidar cualquier cosa que la haya estado destruyendo y robando sistemáticamente.
Cuando una mujer se afana en espiar al depredador de su propia psique, reconoce su presencia y libra la necesaria batalla contra él, el depredador se retira a un lugar de la psique mucho más aislado y discreto. En cambio, si la presencia del depredador es ignorada, éste se vuelve cada vez más malévolo y celoso y mayor es su deseo de acallar a la mujer para siempre.

El hombre oscuro de los sueños de las mujeres - I
El hombre oscuro de los sueños de las mujeres - II
El hombre oscuro de los sueños de las mujeres - IV

Fuentes:
Clarissa Pinkola Estés
"Mujeres que Corren con los Lobos"


Apadrina el Blog "Hombres que corren con los lobos"



No hay comentarios:

Related Posts with Thumbnails

Entradas recientes

ASHES AND SNOW
http://lh4.ggpht.com/_Wbrv4TZOFic/SZcqRLSIoCI/AAAAAAAABCA/7wGZN6NL01g/Ashes%20and%20Snow%20022.gif

Según Platón, el conocimiento es un subconjunto de lo que forma parte a la vez de la verdad y de la creencia.
Integral Philosopher Michel Bauwens "Vision"