viernes, 19 de octubre de 2007

El concepto de shunyata en el budismo y la nueva ciencia

El concepto de shunyata, es uno de los más importantes y menos comprendidos de la filosofía budista. Shunyata (en sánscrito), o ku (en japonés), ha sido traducido indistintamente como latencia, insustancialidad, vacío y también como lo insondable. Sin embargo estas interpretaciones confunden más de lo que iluminan. Hoy tenemos la oportunidad de entender cabalmente el significado de esta noción gracias a los hallazgos de la física cuántica y los planteamientos de la cibernética.

Para quienes se han adentrado en la filosofía budista existe un concepto abstruso, enigmático y polémico, el concepto de shunyata, traducido típicamente como “vacío” o “vacuidad”. Tan polémico ha sido que el cibernetista y neurobiólogo budista y chileno -ya fallecido- Francisco Varela sostuvo que la mejor traducción para shunyata era en realidad “sobreabundancia”, descartando así, de la manera más radical, la interpretación tradicional del término sánscrito. Nos preguntamos entonces, por qué extraña razón shunyata se traduce tradicionalmente como vacuidad. Por otra parte la importancia que esta concepción tiene es gravitante.

Según Francisco Varela, la palabra shunya (término del cual deriva shunyata) se empleaba en la antigua India para denotar el vientre preñado de una madre. Al usar el término shunya, entonces, el Buda quería expresar la idea de que la realidad de las cosas es “sobreabundante”, es decir, que la realidad desborda cualquier descripción que pretenda encasillar a una cosa. Este concepto filosófico, al parecer, fue demasiado ininteligible y escapó en su verdadero significado a los primeros traductores occidentales, quienes sencillamente entendieron que el budismo era una filosofía nihilista, o sea, que negaba la existencia de la realidad, relegando de esta forma -automáticamente- al budismo a la categoría de creencia primitiva.

El desarrollo de las ciencias durante el siglo XX nos ha abierto por fin ojos y oídos. Actualmente podemos entender correctamente esta concepción epistemológica para descubrir que el concepto de shunyata alude a un conocimiento que poco a poco ha empezado a generalizarse en nuestra propia cultura.

El yo: Un espejismo de espejismos

Buda sostuvo que el yo, como tal, no existe, ya que aquello que denominamos compulsivamente “mi yo” está permanentemente cambiando y se trata de un simple concepto que emerge en cinco etapas analíticas que él denominó skandas.
Decía, entonces, que el yo se podía entender como una sucesión de personalidades (vijñana) individuales. Esta idea puede parecer difícil pero se trata de algo muy simple. Uno mismo se percata fácilmente que su personalidad va cambiando con el tiempo e, inclusive, muchas veces, hasta se yuxtaponen: mi personalidad como esposo, como padre, mi personalidad como hijo, como jefe, como subordinado, entre otras.
En efecto recordemos que la palabra personalidad fue introducida al lenguaje cotidiano por el psicoanálisis. Jung sostenía que la “persona” era la máscara o careta con que enfrentábamos las diversas situaciones que se nos plantean.

En definitiva, cada una de estas personalidades yuxtapuestas y cambiantes se componen de múltiples disposiciones emocionales (samskhara), todavía más efímeras, aunque no por eso inofensivas. Por ejemplo, si veo un hermoso reloj de pared que me gustaría comprar pero lo encuentro muy caro para mi presupuesto, desarrollaré una disposición emocional negativa consiente o inconsciente. Si acumulo muchas de estas emociones negativas, se manifiestan luego como un síntoma o incluso una patología: “estrés”. Así pues, cada una de nuestras múltiples personalidades se puede visualizar como emergiendo de la interrelación entre las efímeras disposiciones emocionales que tenemos durante el transcurso de nuestras vidas.

Sin embargo estas emociones que dan origen a nuestras personalidades no podrían surgir si no tenemos procesos cognitivos que nos permitan construir objetos de pensamiento. En el ejemplo del reloj estos objetos de pensamiento son el reloj por una parte y el dinero por otra, a los cuales podríamos agregar otros elementos más abstractos como el estatus o el denominado “buen gusto”, la “elegancia”. En consecuencia, cada disposición emocional involucra a su vez construcciones mentales que el Buda denominó samjñas.

Pero esta cadena continúa, ya que la construcción cognitiva de objetos y conceptos no es posible sin una percepción sensorial (vedana) previa. En el caso del reloj, para poder saber que existe es importante que yo lo haya visto. Si me gustó mucho es posible incluso que haya persuadido al dependiente para que me dejara tocarlo, ya que de esa forma le otorgo más realidad a mi construcción cognitiva, que ahora tiene un apoyo visual y otro kinestésico. Si luego escucho su tic tac tengo la imagen completa de lo que denomino un objeto real.

El Buda sostenía que esa sensación (visual, auditiva, kinestésica, olfativa o gustativa) de la cual emergía la percepción de un objeto tampoco era el fundamento último de la realidad, sino que sólo era posible debido a la interacción de realidades físicas (rupas) que originan cualquier percepción.

De esta forma el yo se presenta como un espejismo de espejismos en cinco niveles sucesivos de propiedades emergentes (skandas) y, en definitiva, el observador surge únicamente de las observaciones que él mismo hace.
Al poco tiempo la filosofía tradicional budista (Abhidharma) profundizó el tema de los cinco niveles o skandas, dando origen al concepto de dharma (con minúscula). Los dharmas son los constituyentes básicos de la realidad o, mejor dicho, patrones o procesos básicos que se experimentan como lo que forma el flujo de fenómenos mentales y físicos. Esto significa que los dharmas no solamente corresponden al plano que nosotros denominamos físico (rupa) sino que abarca a todos los cinco niveles de skandas ya descritos. De este modo, el Abidharma refina el análisis de los cinco skandas para proporcionar una enumeración y caracterización minuciosa de todos los dharmas.

La filosofía del medio

Hasta ahora se ha descrito la filosofía del no-yo (anatmán), la cual es compartida por todas las escuelas de budismo. La enseñanza de shunyata que podemos asimilar a los descubrimientos de la física moderna va más allá del anatmán y proviene de una línea particularmente avanzada dentro del budismo, la filosofía Madhyamaka, que surgió aproximadamente al comienzo de la era cristiana, hace unos dos milenios, y que sirvió de fundamento filosófico para la principal rama del budismo actual, el Mahayana.

Uno de sus principales exponentes fue el gran filósofo Nagarjuna (aprox. 150-250 D.C.), quien fue un paso más allá que el Abhidharma, al negar la existencia independiente (esto es: en sí) no sólo del yo sino que también del objeto observado e incluso de la observación o distinción misma. Para Nagarjuna, el Abhidharma descomponía al individuo en dharmas cada uno con una naturaleza propia inherente. La principal crtítica de Nagarjuna, entonces, a la filosofía tradicional budista de la época, es que ésta comprendía el no-yo o shunya de los individuos, pero no la cualidad de shunyata de los dharmas mismos.

El nombre madhyamaka significa literalmente “el camino del medio” y corresponde al mismo término empleado por el Buda para definir su sistema meditativo y moral. Buda escogió esa denominación para evidenciar que el camino que él propone es un modo de vida intermedio entre el hedonismo sensual, por un lado, y el ascetismo masoquista, por el otro. Nagarjuna astutamente emplea esa misma palabra para expresar la idea de que, así como la vida del sabio busca el equilibrio entre los extremos, así entonces la filosofía debe buscar el equilibrio entre los puntos de vista más radicales y opuestos. En efecto, en la época de Nagarjuna se habían decantado dos grandes posiciones filosóficas en disputa: el punto de vista del objetivismo y el del nihilismo. Desde el punto de vista del objetivista extremo, tanto el observador como el objeto e incluso la distinción misma existen de manera independiente. Este punto de vista es fácilmente criticable porque resulta bastante evidente (al menos, a mí me parece así) que el fenómeno de distinción no puede existir sin observador y objeto; para poder observar un reloj tiene que existir tanto el reloj como el observador.

Por otra parte, el propio Buda, como hemos visto, mostró que el observador carece de existencia sólida, permanente y absoluta, ya que el observador emerge de las distinciones u observaciones y por lo tanto no existe con independencia de éstas.
El último paso lo da Nagarjuna al sostener que incluso el objeto de observación (el reloj, en nuestro ejemplo) carece de existencia independiente. Él demostró esto con un argumento lógico: si un objeto existiera pero no pudiera ser observado jamás ¿qué sentido tiene decir que existe? Nagarjuna sostuvo que jamás podría darse un objeto existente que sea completamente imposible de observar. Dicho de otra forma, el objeto para constituirse como tal requiere la participación de al menos un sujeto que realice la observación. Ahora bien, si es un requisito para la existencia del objeto que éste pueda ser observado por alguien, entonces acabamos de demostrar que el objeto solamente existe en la medida que existe para alguien y, por lo tanto, no es independiente; no existe de manera absoluta, ya que para que surja como objeto hay un requisito lógico que es imprescindible y necesario: la existencia de -al menos- un observador que lo distinga.

De esta manera Nagarjuna derriba completamente la postura absolutista extrema. Sin embargo esta crítica se mal interpretó durante milenios en occidente, llegándose al extremo de pensar que el budismo era nihilista, que sostenía la inexistencia de las cosas. Es curioso que fuera el propio Nagarjuna quien aclaró esto desde un comienzo. En efecto, como hemos visto, el nombre de la filosofía Madhyamaka -el camino del medio- alude precisamente al espacio entre el nihilismo y el absolutismo filosófico. Nagarjuna sostenía que negar la existencia de los observadores o de los objetos era evidentemente estéril, pues nuestra experiencia fundamental cotidiana lo desmienten con total claridad e irrefutabilidad, en la medida que lo que existe para mí - como fenómeno - soy yo y mi circunstancia, si queremos emplear el lenguaje de Ortega y Gasset.

El origen dependiente

En definitiva shunyata no se refiere a que la realidad sea vacía, que la realidad no exista, que sería la postura nihilista; se refiere, en cambio, a la interdependencia de todas las cosas, en tibetano “ten del” (origen dependiente). El principio de origen dependiente se aplica en tres formas: causalidad, abstracción y distinción.
El origen dependiente se aplica al fenómeno de la causalidad mostrando que todos los fenómenos son a la vez causa y efecto y que, simultáneamente, todos los fenómenos tienen -a su vez- causas y efectos. De esta manera se comprueba que no existe fenómeno alguno que sea totalmente independiente del resto. Por ejemplo uno puede pensar que los brotes de virus hanta no están relacionados con las inundaciones y, en efecto, en primera instancia, no existe relación directa entre ambos fenómenos.
Sin embargo, ambos tienen causas comunes. Se sabe que las inundaciones se deben a alteraciones climatológicas como los fenómenos del Niño y de la Niña, los cuales se gatillan por variaciones en la temperatura promedio del planeta. A su vez, el calentamiento global tiene un efecto negativo sobre el sistema inmunológico de los roedores, particularmente del ratón colilarga, portador del hanta.

El concepto de origen dependiente también se aplica con relación a los distintos niveles de abstracción que se dan en la observación. Un sistema puede ser percibido como unidad simple o como unidad compuesta. Cualquier cosa visible siempre estará inserta en algo que lo contiene y a su vez estará formada por cosas que la componen, por lo tanto existe un origen lógico dependiente de los compuestos en términos de sus componentes.

Ahora bien, a pesar que todo está conformado por componentes, estos componentes no definen al todo, ya que los componentes de un sistema siempre cambian, aunque el sistema - como totalidad - se mantenga. Esta idea fue expresada en tiempos del Buda por el filósofo griego Heráclito, en su célebre sentencia: “Nadie se baña dos veces en el mismo río”. En efecto, si nos preguntamos dónde está la identidad de un río determinado, concluiremos que no se encuentra en el agua siempre mutante que lo conforma. El concepto de origen dependiente se aplica aquí en términos de distinción. Esto significa que si buscamos la verdadera identidad de un sistema, no la encontraremos en sus componentes. Lo mismo ocurre con un equipo de fútbol, por ejemplo. Sus jugadores van cambiando con el tiempo, hasta el diseño de la camiseta, los gritos de la barra, el estilo de juego, todo va cambiando, pero sigue siendo “el mismo” equipo, ¿por qué?. Según el madhyamaka, únicamente gracias a la capacidad organizadora que tenemos como observadores de distinguir cosas y dotarlas así de identidad. En resumen, el planteamiento de Nagarjuna es el siguiente: “Las cosas derivan su ser y su naturaleza de su interdependencia mutua y en sí mismas no son nada”. Esa es en definitiva la idea de shunyata. No significa que las cosas no existan, sino que existen pero son mutuamente interdependientes y, por lo tanto, no tienen existencia aislada o en sí mismas.

El punto de vista de la mecánica cuántica

Durante el siglo XX, el pensamiento cosmopolita de raigambre occidental ha redescubierto esta filosofía al percatarse que la ciencia contemporánea corrobora de la manera más radical y categórica los preceptos de la filosofía Madhyamaka. En primer término ha sido la física y particularmente la mecánica cuántica la que ha establecido con la rigurosidad propia del método científico que, en efecto, cuando uno descompone un objeto físico en sus componentes llega a un punto muerto que es la partícula-onda. Se trata de una entidad inimaginable pero susceptible de representar matemáticamente como la probabilidad de que pase algo. Por ello Bertrand Rusell decía: “El hombre corriente piensa que la materia es sólida; pero el físico piensa que es una onda de probabilidad, que ondula en la nada. Dicho brevemente: la materia en un lugar determinado es definida como la probabilidad de ver en ese lugar un fantasma”. En consecuencia la partícula-onda no existe en sí, no tiene existencia intrínseca, su naturaleza es shunyata, sólo existe en la medida en que interactúa con otras partículas cuánticas, ya que su origen es dependiente.

La segunda variante del origen dependiente, la que dice relación con los sistemas como unidades compuestas, se aplica aquí de manera casi profética, ya que durante el siglo XX se ha establecido que todas las partículas cuánticas existen como combinaciones de otros tipos de partículas cuánticas. Llegamos así a un punto en que no es necesario seguir descendiendo en la pirámide reduccionista. Podemos estar confiados que esta pirámide se yergue sobre cimientos recursivos, no es necesario afanarse en buscar el verdadero átomo (indivisible): todas las cosas son tomos (partes).

Cabe aclarar que incluso aquella rama de la física moderna que es la cromodinámica cuántica, fundada por el premio Nobel Murray Gell-Mann, llega a conclusiones similares por una vía distinta. Para Gell-Mann las partículas cuánticas sí se pueden dividir, en subpartículas denominadas quarks. Sin embargo estos quarks tienen un comportamiento tan bizarro -denominado “confinamiento”- que más bien pareciera tratarse de un simple mecanismo mnemotécnico para calcular o acordarse de las características de cada partícula cuántica “verdadera”, ya que -precisamente- el principio de confinamiento impide la división de la partícula, volviéndose así a la idea original de que todas las cosas son compuestas.

Dicho de otra manera, cuando buscamos los componentes básicos de la naturaleza se llega a las partículas cuánticas. Una vez allí podemos optar por dos vías. La primera consiste en reconocer sencillamente que todas las partículas existen como combinación de otras. La segunda posibilidad es forzar a la naturaleza a descender otro peldaño, para encontrarnos con los quarks. Pero la característica única de estas subpartículas es que nunca existen en forma independiente o separada. Están confinados y, por lo tanto, debemos admitir que solamente existen en la medida en que forman parte de una partícula que los contiene. En cualquiera de los dos casos el budismo tiene la razón: los quarks y las partículas cuánticas presentan origen dependiente.

Finalmente, la tercera forma del origen dependiente también se manifiesta en mecánica cuántica. Me refiero a la dependencia objeto-observador. Las partícula-ondas cuánticas tienen una peculiaridad muy interesante, su propia constitución queda indefinida si la partícula no es perturbada. Ahora bien, para observarla, es necesario perturbarla. Esto es lo que estableció matemáticamente Werner Heisenberg en el famoso principio de incertidumbre o indeterminación. En efecto, la física cuántica ha introducido el concepto de partícula virtual para referirse a las posibilidades invisibles de estructura interna que tiene una partícula en el ínterin que no es perturbada (recordemos que las partículas cuánticas existen como combinaciones de otras partículas). Esto significa que la partícula propiamente tal solamente aparece tras la participación de un observador, volviéndose así a caer en la idea de origen dependiente. Más adelante la cibernética, particularmente su vertiente más actual que se denomina “de segundo orden”, ha generalizado el principio de Heisenberg para todos los sistemas. En otras palabras, nunca es posible observar a un sistema sin perturbarlo. Esta idea implica que en un sentido filosófico y profundo el sistema depende a tal extremo del observador para originarse como tal que resulta más práctico asumir sencillamente que el observador y el sistema forman parte de un solo sistema cibernético. Es decir que para la cibernética de segundo orden la naturaleza se revela como una pintura de Escher en que la mano se dibuja a sí misma, el observador forma parte del cuadro que mira, o algo por el estilo. Esta idea ha trascendido el ámbito de las ciencias y ha llegado a la filosofía bajo la denominación de constructivismo radical.

No es extraño entonces que las escuelas más avanzadas de filosofía contemporánea, aquellas que se hacen cargo de los descubrimientos hechos por la física, la cibernética y la neurociencia, acaben coincidiendo con los postulados fundamentales de la rama más elevada de la filosofía budista.

Fuentes:



El Onto-ser y el Meta-ser.

El siguiente ensayo es una somera aproximación a la teoría fundacional, que podríamos considerar como un existencialismo integral. Entre los hechos que pretende demostrar la teoría fundacional se encuentran: la existencia del onto - ser y del meta - ser, que implica el distinguir entre el ser y el ente, lo ontológico y lo metafísico; la necesidad de fundamentar ontológicamente cualquier explicación; la primacía de lo ontológico sobre lo metafísico; la necesidad de controlar la voluntad, implicando esto el limitar el poder del ego; la posición del ego en la punta de la pirámide axiológica, engendrando otros valores de segundo orden como el sexo y el dinero, que a su vez engendran otros, es decir, fundamentar ontológicamente la escala valorativa predominante en muchas de las culturas conocidas, actuales o pretéritas, dejando a un lado las consideraciones metafísicas, cuya base es precisamente un punto posterior a lo ontológico; la necesidad de fundamentar la teoría de la percepción ontológicamente, como conditio sine qua non para la estructuración de una nueva teoría del conocimiento; la necesidad de fundamentar la teoría de la historia en el onto - ser y no más en el meta - ser, es decir, en una fundamentación a posteriori no a priori; esto por citar algunas de sus pretensiones.

La teoría fundacional busca ser la base para la posterior construcción o remodelación de cualquier teoría que busque explicar la realidad tal cual es, como ser y ente, así y en ese orden, y no sólo como ente que accidental y aberrantemente se ocupa del ser.

En adelante uniré algunos de los elementos básicos de la teoría, tales como: ego, realidad, existencia, onto - ser, meta - ser, ser, ente, ontología y metafísica; para así, conocer su interacción y la manera en que con ellos se interpretan problemas de cotidiana discusión.

El yo es la descripción que de la realidad tenemos, puede ser individual o colectivo, según se refiera a una persona o a un grupo, sin olvidar que son personas quienes forman el grupo, y éste lo que permite cierta formación de personas. El yo no es la realidad sino una mera descripción. Cuando nacemos nos enseñan a que las cosas son así y asá, que esto es bueno y aquello malo, esto dulce y aquello agrio, esto un círculo y aquello un cuadrado, ésta la verdad y aquélla la mentira, etcétera, y a todo esto lo llamamos realidad, y a lo que engloba esta realidad le llamamos, a su vez, mundo, el cual, al depender de cómo nos describan que es, se torna subjetivo, y por ser su contenido la realidad, ésta lo es también; convirtiéndose en objetivos por meras convenciones, es decir, cuando se encuentran dos concepciones distintas, éstas se ponen de acuerdo sobre sus creencias, porque les sean comunes o por conveniencia, resultando de este acuerdo una verdad, es decir, una idea que las partes aceptan como válida, hasta que llega otra concepción que se impone sobre las primeras, persistiendo u olvidándose los elementos que no son comunes o que son indiferentes.

Habría que agregar que no nacemos en la nada, sino que cuando lo hacemos existe ya un mundo pre conciencia, el cual determina una realidad que nos será descrita por la generación anterior tal como a ella le fue descrita por una anterior, y así hasta llegar al principio, antes del cual la realidad no era lo que otros decían que era, sino lo que tú sentías que era, es decir, lo que es.

El ego no se siente, se piensa, pues no se percibe, se describe. Sentir es condición de pensar, pues es con sensaciones con lo que se constituye el pensar, es decir, primero es el sentimiento y luego la razón. La razón es modalidad e instrumento de la conciencia, especie de un género, ni la única ni la más importante. Es decir, toda razón implica conciencia, pero no toda conciencia es razón. La otra modalidad e instrumento de la conciencia es el sentimiento (no confundir con el sentimentalismo o con las emociones), especie de un género, no la única pero sí la más importante, pues la razón depende de la sensación en primera instancia. Todo sentimiento implica conciencia, pero no toda conciencia es sentimiento. La realidad es un sentir, pues lo real es pura energía, la cual sólo se siente, pues lo que se piensa es pura idea, lo real es lo que tiene existencia fáctica, lo que podemos sentir, no lo que tiene existencia fantástica, lo que no podemos sentir pero imaginamos, eso no es mas que sueños. Entonces, podemos decir que el ego no existe sino como idea, es irreal, así como todo lo que crea la razón, que no es otra cosa que descripciones, que tarde o temprano se convierten en convencionalismos. No nacemos con un ego, nos creamos y nos crean uno. Lo real es la realidad no la descripción, que es pura idea.

El problema con el ego es su tendencia a la perpetuidad. Al ego nos lo enseñan, lo aprendemos, nos lo recuerdan, lo reproducimos. Desde muy niños nos dicen después de realizar X acción: eres bueno; después por realizar otra nos dicen: eres malo; y esto se repite todos los días, así, terminamos por aprenderlo y por convencernos de su veracidad, pues no lo recuerdan a cada momento, y nos lo reproducimos siempre. Así se forma una personalidad. ¿Qué pasa cuando esta descripción no encaja con la realidad; cuando durante toda nuestra vida nos han dicho que somos los más guapos, pero sucede que de repente nos damos cuenta de que somos horribles; cuando el mundo no concuerda con nuestra idea de mundo? Pues empiezan las justificaciones, cuya tarea es evitar que el yo entre en crisis, y así, volvemos a nuestra tranquila vida diaria, hasta que nos hartamos de la monotonía por mantener al yo, o porque ya no bastan la justificaciones y la crisis existencial nos vence, y es entonces cuando tenemos que tomar otro camino.

Por la tendencia del yo a perpetuarse, de lo cual deriva la necesidad de rendirle culto, pues es nuestro gran Dios, es que no vemos más allá de lo evidente: caminamos por un sólo camino, que es redondo, por el que hemos andado siempre, que nos da seguridad, pues ya sabemos que es lo que pasará en cada supuesto de hecho. El ego ciega nuestros ojos a lo ontológico; el ser nos es ajeno, pues sólo conocemos al ente, que es uno de los varios caminos entre los cuales podemos elegir, ya que la única esencia es la existencia, es decir, la infinidad de posibilidades entre las cuales elegir. Que toda nuestra vida hallamos caminado por un solo camino no significa que sea el único, en todo caso sería sólo una de las posibilidades, sólo porque éste sea redondo no quiere decir que no haya cuadrados o cubos, que nos de seguridad no quiere decir que lo disfrutemos.

Creer que existe un sólo camino es negar al ser, darle primacía a lo metafísico sobre lo ontológico, siendo que el primero se funda en el segundo, y no al revés, como tradicional y comúnmente se piensa. Se ha querido definir al género con la especie. El ser es substancia, el ente es forma del ser. El ser es posibilidades a escoger, el ente es posibilidad escogida, uno de entre varios caminos, contingente mas no necesario.

Somos lo que nos hacemos, podamos hacer lo que queramos, no lo que el ego dice que hagamos, podemos decidir y evitar que él decida, podemos dejar de estar muertos en vida. Que siempre hayamos tenido un ego, no quiere decir que sea el único, absoluto, perpetuo, absolutamente verdadero; más bien, que tengamos un ego es resultado de una decisión: haber elegido precisamente esa forma de ser, lo que quiere decir que no es el único, pues podemos elegir entre varios, que no es absoluto sino relativo, pues pude fijar cualquier otra forma, que no es perpetuo, pues puedo regresar al ser y escoger otro camino, que no es absolutamente verdadero, pues al escoger otro aquel también será verdadero.

Esto nos lleva a considerar dos problemas: el del valor, en general, y del bien y de la verdad, en específico. Puede suceder que lo que para mí más vale en un momento dado, luego deje de tener ese mismo peso, es decir, cambie de posición en mi escala axiológica (que no es lo mismo que una crisis de los valores), pero, en su espacio y en su tiempo, cada uno fue lo máximo y, por tanto, pesó lo mismo; o puede suceder que lo que para mí más vale para otro nada importe, y que lo que para él más valor tenga, para mí sea basura, y sin embargo, lo que para cada sea uno más importe tendrá el mismo peso, entonces, no podemos decir que lo mío sea lo máximo pues lo del otro tiene el mismo peso; es decir, lo relativo no es el valor, pues es lo mismo la idea de justicia aquí y en China, sino su orden de prelación, el cual depende de lo que el sujeto elija, siendo esta prelación a la vez relativa y subjetiva. Similarmente podemos discernir sobre el bien y la verdad. La idea de bien es la misma para todos, pues hay algo a lo que todos identificamos como bien, es un convencionalismo el concepto bien, sin embargo, por ser una abstracción, su concreción difiere, pues lo que para mí es bueno puede ser para ti malo, o puede ser que en mi escala jerárquica tú no tengas al bien en la misma posición que yo. Aunque ¿qué no actuamos todos guiados por el bien?, a mi parecer sí, pues cuando hacemos lo que hacemos lo hacemos porque consideramos que esa es la manera en que se debe actuar en esa situación, porque consideramos que es lo que nos conviene, ya sea directa o indirectamente, que nos beneficie primero a nosotros (a nosotros por nosotros mismos) o primero a los demás y luego a nosotros (a nosotros mediante otros), lo que poco importa pues la acción y su resultado recaen sobre nosotros, lo queramos o no. La idea de verdad es común a todos, pues todos identificamos a algo como verdad, todos emitimos juicios sobre lo que es o no verdadero, siendo esto evidencia de que hay algo que llamamos verdad, lo relativo es justamente lo verdadero, es decir, el contenido concreto de esa abstracción que llamamos verdad, pues para quienes vivieron en la Edad Media y eran cristianos su verdad era la palabra de Dios, así como para los chicos de ahora es verdad toda esa cultura de plástico que venden quienes tienen el poder para hacerlo, denigrando la capacidad fundante de constituirse en formas específicas de ser, imponiendo estereotipos y vacuidades inteligibles, fantásticas y utópicas, que nos llevan a un infantilismo psicológico, a un acrecentamiento del espíritu de consumo, y, por último, al imperio de lo efímero, en donde el sujeto pasa a ser objeto, se patenta al ente, por el ser ya no se pregunta, sólo se supone, el interés ontológico no existe, pues persiste el metafísico, es decir, qué importa saber que podemos elegir entre infinidad de formas de ser, importa la unidimensionalidad y la homogeneidad de las conductas, si no, denle un vistazo a eso que llaman globalización (no a su aspecto económico, que de por sí es ya denigrante, sino psico - social). Cada civilización ha tenido su verdad, que no es más que un convencionalismo entre los miembros de ese grupo, la cual pesa lo mismo que la verdad del grupo que junto a ella vive, aunque sean distintos los contenidos de esa verdad. Tanto el bien como la verdad, así como los valores en general, no son sólo fines sino que incluyen procesos. Al depender la idea de bien y de verdad del ego, adquiere las mismas características de éste.

El onto - ser es caos, inseguridad, infinidad de posibilidades, energía amorfa. El meta - ser es orden, seguridad, posibilidad definida, energía que toma forma. El onto - ser se desvanece pronto, y sin embargo está siempre presente, el meta - ser tiende a perpetuarse, y sin embargo es efímero.

La razón es la guardiana máxima de ese orden, de esa seguridad, de esa posibilidad elegida y de esa forma que toma la energía. Es ella quien construye el lenguaje (que no es sinónimo de comunicación), la primera celda a la que entramos y la última de la que salimos, pues con él, la realidad ya no se siente ahora ella es un conjunto de conceptos, cuando usamos el lenguaje para comunicarnos nos referimos a ideas no a realidades, lo que existe es cierto sonido, cierto movimiento, pero no tal concepto, que es sólo una abstracción, ese concepto es conocimiento para sí, no conocimiento en sí, pues es imposible captar por meras abstracciones la riqueza de una realidad infinita, inconmensurable, cambiante y en continuo movimiento, y sin embargo, hay que reconocer que nos hemos hecho tan dependientes del lenguaje, que si no fuera por él, ahora mismo no podríamos comunicarnos, aunque podríamos decir a nuestro favor que lo que hacemos es usar las armas del sistema contra el mismo, insertar el virus, que el mismo engendra, en sus venas para que lo destruya. El sistema nos podrá absorber pero el poder nos tendrá que alcanzar. Es esa misma razón quien crea la ciencia, que no es mas que una justificación de lo que ocurre en la realidad, la explicación de lo que sucede, para saber qué es eso que sucede, cómo sucede y para qué, y todo esto con el propósito de darnos seguridad.

Queremos y buscamos asiduamente lo seguro por nuestro temor a lo nuevo, a lo desconcertante, a lo que sabemos como funciona, por el amor a la rutina, a dejar de decidir, a la existencia impropia, a la vida de plástico, aburrida, miserable, decadente, pero segura. Al hombre no le gusta elegir, tener que decidir, de ahí que cree tantas instituciones, para que ellas, como entes impersonales, se apoderen de su voluntad y vivan sus vidas, así, cuando algo salga mal tengamos otro centro de imputación que no sea la persona, pues su ego se sentiría muy mal, su importancia personal no le dejaría dormir, pero, cuando algo salga bien dichosamente diremos: yo participe, yo gane, yo vencí, yo hice, yo fui, etcétera, pues esto satisface nuestro ego. De ahí también, que cree figuras como los dioses, quienes deciden el futuro de los pueblos, o que se creen estereotipos (héroes, artistas), que se convierten en los modelos de conducta, en el ejemplo de los jóvenes, que pierden su ser ontológico por su ser metafísico, ellos no eligen originariamente sino sobre una base derivada, es decir, la decisión no es a nivel ontológico sino metafísico, se pierde la autenticidad por la seguridad de lo ya probado, de lo que satisfacerá con mayores probabilidades mi ego, se pasa de ser real a ser fantasma, nos convertimos en sombras que no vemos, y probablemente nunca veamos, la luz, prevalece en nosotros el meta - ser sobre el onto - ser, el ego se convierte en la cárcel en la que mientras más profundizamos más miserables somos pero también más nos cuesta salir, pues por haber vivido siempre una vida en gris creemos que el rosa no existe. Somos nosotros mismos los culpables de nuestra miserabilidad, nos construimos sobre mentiras que creemos verdaderas, siendo que ni unas ni otras son tales, pues dependen del yo y su circunstancia.

Ahora expondré propuestas concretas y aplicaciones, que inferí de la teoría fundacional, para solucionar problemas del individuo, pero no considerado aisladamente, sino considerado como miembro de un grupo:

1. La vida de una persona gira en torno a su ego, el cual no es necesario sino contingente, por tanto, en cuanto no esté más de acuerdo con esa forma de ser puede dejarla y elegir otra, evitándose el tener que hablar de temas como la autoestima, que no es más que satisfacción de ego, resguardando una cantidad inmensa de energía que bien podría aprovechar en otras tareas, que lo enriquezcan y no que lo entorpezcan. El problema es que aprendemos a mantenerlo y perpetuarlo, por la seguridad que nos da, aunque seamos miserables.

2. Cuando actuamos de determinada manera en cierta situación es porque hemos decidido hacerlo así, porque consideramos que así es como se debe actuar en similares circunstancias, entonces, cada vez que actuamos predicamos una norma moral. Sin embargo, si actuamos como otro lo hizo es porque consideramos que es la manera conveniente de actuar en ese momento, pero esto acarrea una inautenticidad en el acto, un incipiente estereotipo, y después de los números no existe cosa alguna más enajenante que las normas, pues los primeros son despersonalizaciones totales por ser puras abstracciones convenidas, y las segundas también, por ser patentaciones imperativas y convenidas de un ente, que ordenan o prohiben en común, unificando así las conductas, es decir, se tiende hacia la unidimencionalidad.

3. La razón ordena el caos, nos da seguridad, y por lo mismo, enajena. Explica una parte de la realidad y defectuosamente, pues pretende encerar lo infinito en la finitud de un concepto. Lo que tenemos que hacer es controlarla, limitarla, pues es ella quien decide como vivimos, mediante una fundamentación metafísica, y por tanto, falsa, o por lo menos, no integral.

4. Para disfrutar la vida es necesario deshacerse del ego, pues es él mediante sus distintos artilugios, quien nos impide volver al ser.

5. Trasladando estas ideas de un nivel micro a uno macro, podríamos decir que la forma de organización del poder político es la expresión del ego de los factores reales de poder que, por detentar la soberanía, son quienes toman las decisiones políticas fundamentales que determinan el ser o modo de ser del Estado, su Constitución. Entonces que un Estado sea de cierto tipo y con cierta forma es sólo una de las posibilidades, específicamente la que fue elegida, habiendo muchas otras entre las cuales elegir, dependiendo de quiénes sean quienes tomen las decisiones políticas fundamentales, pues si por ejemplo la soberanía la detentan clases minoritarias (burguesía), está claro que las decisiones políticas fundamentales serán tomadas de acuerdo a sus intereses, y, en cambio, si la soberanía la detentan las mayorías, entonces, las decisiones políticas fundamentales serán tomadas considerando lo intereses de estas clases. En México, en 1917, se configuró el primer Estado Democrático Social de Derecho, pues su Constitución fue tomada por las clases mayoritarias, que detentaban la soberanía, sin embargo, lo que ha pasado es que, a parte de que cada quien responde a sus intereses y al nulo conocimiento sobre la teoría constitucional científica que los constituyentes tenían, los factores reales de poder que perdieron la revolución (iglesia, empresarios) han llegado al poder, y por tanto, es muy probable que se revisen aspectos de la Constitución que se refieran a los derechos sociales, para imponer una Constitución típica de un Estado Liberal Burgués de Derecho, es decir, de hace ya más o menos tres siglos. Esto nos hace darnos cuenta de la importancia de nuestra participación en los procesos políticos.

6. Continuando con el apartado anterior, la teoría fundacional, nos permite distinguir entre lo fundante y lo fundado en el ámbito político - jurídico: lo fundante es lo político, factores reales de poder que toman las decisiones políticas fundamentales, es decir, que deciden el ser o modo de ser del Estado, su Constitución, que es precisamente ese conjunto de decisiones políticas fundamentales, un fenómeno político, y no un documento solemne integrado por parte dogmática y parte orgánica, que requiere de un procedimiento especial para su revisión distinto al establecido para modificar cualquier otra ley, ni la ley fundamental como cumbre de la pirámide jurídica, pues no es algo normativo; lo fundado es el orden jurídico, en cuya cúspide se encuentran las normas constitucionales, que no son lo mismo que la Constitución, sino tan sólo su expresión normativa. La validez de lo jurídico depende de lo político, la validez de las normas constitucionales depende de la Constitución, la legalidad depende de la legitimidad. Lo ontológico es la Constitución, lo político, la legitimidad; lo metafísico son las normas constitucionales, el orden jurídico, la legalidad. Lo metafísico depende de lo ontológico. Esto nos permite estudiar la realidad tal cual, interpretar los fenómenos como son, entender el mundo jurídico sin los velos del dogmatismo. Específicamente sobre los últimos dos puntos ya he expuesto mi opinión en un ensayo anterior, llamado “El Existencialismo Constitucional”.


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jueves, 18 de octubre de 2007

Espiral cuántica de energía.

El quantum es una energía que se define como la partícula más pequeña de la energía eléctrica o luminosa que pueda existir.
Albert Einstein.

Hoy en día la realidad cuántica ha llegado a sostener que la infinita variedad de objetos y formas visibles y no visibles que están a nuestro alrededor están conectados por infinitos y eternos campos quánticos, afirmando que todo en este universo es energía.

Estos campos de energía son un factor omnipresente en la vida humana, siendo estos la fuente original de toda la creación, como son la base de toda la existencia y la vida, del calor del sol, de la electricidad que utilizamos en aparatos electrónicos, de los combustibles y de toda esa energía que mantiene a los sistemas vivientes en movilidad.

Existe la creencia de un solo campo, llamado campo unificado, siendo esta la ultima realidad que yace en la naturaleza y, de toda la multiplicidad de la naturaleza que se une a este único campo, que todo lo abarca. Puesto que nosotros también integramos la naturaleza, debemos ser parte de ese campo unificado. Sin duda se trata de un profundo cambio de conciencia, merced a lo cual la mente capta una verdad nueva y profunda: que el ser humano no es sólo un paquete de carne y sangre localizado en el tiempo y el espacio, si no que también es un ser que influye y es influenciado por todos los procesos energéticos del planeta y de todo el universo.

La realidad cuántica ha desafiado los conceptos del sentido común y se ha sincronizado con el antiquísimo concepto de la energía sutil de las antiguas tradiciones como lo es el CHI de los chinos, el KI de los japoneses, el PRANA de los yoghis de la India, el KUNDALINI de los Lamas, el AKINAN de los mayas, el MANA de los hawaianos o el ASHE de los Yoruba, que hoy son reivindicados a través del estudio de la física cuántica.

La moderna física cuántica como las antiguas tradiciones, nos explica que las diferentes formas de estructuras materiales son formas de energía. Esto quedo comprobado por Einstein cuando postulo su famosa ecuación E=mc2, donde establece que la masa (materia) y la energía son formas duales de la misma sustancia universal.


Descubrir este plano cuántico de la naturaleza ha tenido sus aplicaciones prácticas: nos ha brindado los rayos X, los transistores y el láser, elementos que eran inconcebibles antes que la ciencia profundizara más en la trama de la creación. Hoy en día gracias a la realidad quántica tenemos acceso a tecnologías que indudablemente beneficiaran a la especie y al medio ambiente. Se ha demostrado la utilidad y funcionamiento de los cristales como excelentes transmisores cuánticos, pues demuestran ser muy precisos y exactos receptores de energía, los cuales actúan como transformadores y amplificadores muy potentes, de hecho, son utiliza dos en aparatos sofisticados de electrónica como satélites y naves espaciales.


La utilidad que se ha logrado en ciencia y tecnología es sorprendente, la realidad cuántica hoy nos abre la posibilidad de encontrar más y mejores opciones para la solución de las contrariedades que aquejan a la humanidad. Quizás, ahora el reto sea empalmar estos conocimientos con un enfoque espiritual, que lleve a la instauración de una conciencia colectiva, que pondere que todo es energía, la cual podemos manipular e intervenir, así como ser influenciados por ella o utilizarla para bien o para mal. Ya que emanamos de una misma sustancia universal, la cual debe ser entendida y respetada por todos y cada uno, ampliando así, una visión global que sea conciente de los males que hoy aquejan a toda la biosfera, para el sentido de aportar todos una sincera espiritualidad y una conciencia ecológica para poder seguir el camino de la evolución y la sustentabilidad, como seguir llenando de maravillas el planeta.

Fuentes:
Jair Omar R. Gómez.

Física cuántica y conciencia de la realidad.

Cuando miramos un árbol, decimos, "sus hojas son verdes": "mi verde". Es nuestra realidad cotidiana. Sin embargo, no somos conscientes de que el color que manifiesta el árbol es el que refleja, es el que "no quiere", el que "rechaza", pues sólo permite que penetre en su estructura celular el resto de colores del espectro visible, que es la banda de frecuencias que exige de la radiación solar para llevar a cabo la fotosíntesis. El color que muestra es sólo su autoafirmación de especie frente al ambiente que le rodea. Por tanto, ¿cuál es la realidad?, el verde que vemos o la fracción de frecuencias representadas por el resto de radiaciones del espectro que permiten al árbol seguir viviendo?.

Actualmente, los físicos se preguntan si el mundo que llamamos real es algo concreto, tal como se nos presenta, o por el contrario es la percepción holográfica de una gran cohorte de partículas elementales que se ordenan ante la inferencia humana. Si no se obtiene una percepción directa de la realidad, ¿existe tal realidad?, y especialmente, ¿si cuando dejamos de percibirla (olerla, saborearla, tocarla, mirarla, ponderarla, evaluarla, etc.), queda sólo como una sensación inconcreta que se desdibuja en el tiempo?. Por ello, las preguntas que se deben hacer, por simple asociación, son:

1. No conozco, no tengo conciencia del fenómeno, ¿luego no existe?;

2. ¿Sólo existe cuando lo percibo?;

3. Lo que percibo, ¿es el mundo real?, o ¿sólo es "mi mundo real"?;

4. Mi mundo real, ¿es solamente "mi presente"?;

5. En cada instante de mi presente, ¿se encuentra la profundidad de la eternidad?;

6.¿Puedo inmovilizar e intemporalizar ese "mi instante"?, y si es así,

7. ¿Puedo tomar conciencia de la eternidad?.

Aparentemente, son preguntas cuyas respuestas parecen ser altamente complejas. En los años 30 del siglo pasado, Einstein, Rosen y Podolsky, afrontan este problema escribiendo:" No cabe esperar ninguna definición mínimamente razonable de la realidad que nos rodea". El rol de la conciencia del observador en la creación de la realidad cuántica, se presenta como uno de los grandes retos de la física actual, ya que este observador al encontrarse aparentemente fuera del sistema cuántico que es abierto e impredecible, es incapaz de definir tal realidad y mucho menos, formularla, por lo que su interpretación no sólo no puede ser objetiva, sino que ni siquiera la alcanza el campo de la subjetividad.

Ante estos hechos, Capra, de la Univ. de California, propone una interpretación intuitiva, metafísica y mística de la esencia de la Naturaleza. Anteriormente y en la misma línea, Bohr, al exponer el constructor atómico y por ello ser nombrado caballero, elige como escudo de su blasón el esquema del yin y del yang, oriental. Schrödinger, tras sus investigaciones, acaba dando amplio crédito a la religión budista. La física de Newton ya nos permitía entrever la existencia de este problema, sin embargo, es la física cuántica la que nos puede dar algunas respuestas.

La ciencia, tal como se la define actualmente, propone un conocimiento crítico e intenta describir la realidad y explicarla mediante leyes que son proposiciones universales que establecen bajo qué condiciones se producirán ciertos hechos, permitiendo así la predicción de los fenómenos, a condición de estar despojados de sentimientos, sensaciones y emociones. La física, por un lado, nos acerca al conocimiento de los elementos materiales que constituyen la Naturaleza próxima, y por otro, intenta investigar el origen del Universo y su evolución mediante modelos analíticos teóricos, y todo ello, recurriendo a la abstracta razón de la útil herramienta de las matemáticas. Los físicos se valen de la investigación en su vertiente fundamental o aplicada, dependiendo de si son teóricos o experimentadores. En cualquier caso, el objetivo último, tal vez utópico, es el de construir un modelo capaz de resolver todas y cada una de las cuestiones que se pueden plantear desde la relatividad general y la física cuántica, unificándolas en una sola teoría. En este momento, sin embargo, no parece posible un modelo físico-teórico que contenga a la vez, las fuerzas que interrelacionan la materia con la energía (electromagnetismo, gravedad, fuerza débil o de Fermi y fuerza nuclear) y las ondas y partículas elementales cuánticas.

La física cuántica establece que las partículas elementales, constituyentes del átomo, no son elementos esencialmente reales dada su imprecisión existencial. Se pueden comportar como partículas en un momento dado y como ondas en el siguiente o en el anterior. Existen en un espacio y un tiempo que no reconoce el presente, saltan del pasado al futuro, y a la inversa. El presente material sólo es reconocido como una necesidad y una arbitrariedad de la observación humana. No obstante, contradictoriamente, las partículas elementales y las ondas exigen su derecho de ser el fundamento de la materia. Paradigma complejo y de difícil solución. La curiosidad estriba en que tanto la física relativista como la cuántica resuelven problemas siempre que no sea simultáneamente. Esta disyuntiva generó el Principio de Incertidumbre propuesto por Heisenberg, que expresa el que no hay ningún elemento que exista en un lugar y en un tiempo determinados. Por tanto, la velocidad y situación de una partícula elemental solamente se puede fijar en un instante dado (por el diagrama de Friedmann), pero nunca se sabrá que sucederá en el instante siguiente, y tampoco si actuará como tal partícula o como función de onda.

La física clásica la erigió Newton como respuesta al sentido común. La materia se puede evaluar, se precisa su posición y su comportamiento, se prevén los movimientos y velocidades, sus energías y sus resultados. Las ondas eran elementos de segundo orden en comparación con las partículas que por sí solas eran suficientes para conformar la materia. La física clásica no intuyó con la perspicacia necesaria, las posibilidades de las ondas actuando como partículas, al no conocer estos elementos subatómicos, a la vez extremadamente cercanos y lejanos, pero vinculados estrechamente a la vida de los átomos. No fue más allá del horizonte molecular.

La física cuántica teoriza sobre la constitución íntima de la "materia real" fundamentándola en dos partículas elementales: fermiones y bosones.

Los fermiones son las partículas que construyen la estructura de la materia, y se encuentran representados por los electrones, protones y neutrones. Son partículas que actúan con cierta independencia y autonomía. Los bosones son los vectores que transportan la esencia y la fuerza de la Naturaleza, facilitando la conjunción del Universo. Son partículas independientes que siempre interactúan entre sí, a veces sincrónicamente, pero que en ciertas condiciones pierden su individualidad. Esta paradoja de la interdependencia e individualidad de estas partículas fue enunciada por Einstein, Podolski y Rosen. Los bosones están constituidos por los gluones, gravitones y fotones, siempre con tendencia unívoca a la reunión dispersa.

La interrelación dinámica entre fermiones y bosones, la fundamenta, especialmente, el fotón, que al no tener carga, es su propia antipartícula. Pares de electrones y positrones pueden ser creados espontáneamente por fotones, y este proceso se puede invertir como consecuencia de su propia aniquilación. La antipartícula del electrón es el positrón. La colisión de un fotón con un electrón genera un brusco cambio en la dirección de este. El electrón absorbe al fotón. Luego, lo emite cambiando de nuevo su direcciσn.

Fermiones y bosones, son partículas elementales que sostienen y actúan en instantes indeterminados como funciones de onda.

Por causa de los bosones, los fermiones se mueven y se mantienen coherentes entre sí, aunque independientes, en el proceso de creación. Cuando los bosones se solapan por la afinidad generada por una información compartida resonante (concepto introducido por el autor) conllevan una determinada identidad, pero las probabilidades de existencia como tales partículas individuales, disminuyen, concretándose la materialización. A este proceso se le denomina caída de la función de onda. Esta primigenia afinidad puede hacer suponer la presencia de un inicial estado elemental de conciencia. La pérdida de la cualidad individual de los bosones, es la responsable directa de la aparición de un primer estadio de una estructura material consciente de su propia existencia.

La teoría cuántica sólo es posible expresarla en términos matemáticos y describe a la materia como una abstracción. En este sentido, la materia no ocupa ni un espacio puntual ni un tiempo determinado, se encuentra difundida y en un constante movimiento discontinuo, aleatorio e impredecible, en todo el Universo. Las partículas elementales no obedecen a leyes predeterminadas, por lo que para quien las observa en este estado inicial, resultan parecer la consecuencia de una situación caótica.

Primero Minkowski y luego su alumno Einstein, proponen los campos o planos de referencia inercial. Supongamos que un turista, que se encuentra en Sacrè Coeur, París, pregunta dónde se encuentra el edificio número 10, en la Place de Tête. Para un parisino domiciliado en esa zona le será muy fácil explicar, ya sea topológica o matemáticamente, lo que debe hacer el turista para llegar a esa exacta dirección. Sin embargo, a nadie se le ocurrirá preguntar por esa misma dirección si se encuentra a 1.000 kilómetros de altura. En todo caso preguntará dónde se encuentra Europa. Es decir, los hechos responden a determinados planos de referencia inercial. De aquí surge la relatividad, que en todo caso responde a la referencia asociada al propio observador. Es el mundo de las certezas, donde el movimiento es natural pues lo controlamos por el espacio recorrido, por el tipo de velocidad, el tiempo y la energía empleada. Sin embargo, para la teoría cuántica, no pueden existir planos de referencia, excepto los que devienen de un preciso instante dado. Es el mundo de lo impredecible, donde todo fluye, donde las partículas aparecen y desaparecen, sus movimientos son discontinuos y giran sin cesar en todas direcciones, a veces como tales partículas y a veces como funciones de onda. El espacio y el tiempo se difunden en el mundo de las partículas que circulan sin orden cronológico, se diluyen en campos de magnitudes de onda en su propio y aleatorio espacio y se complejifican en ocasiones, permitiendo la materialización, y en otros instantes invirtiendo el curso del tiempo. Las realidades cuánticas son estados potenciales.

Naturalmente, para un observador es más simple desenvolverse en el mundo de la física clásica; no podría hacerlo en el mundo cuántico, pues este observador necesita de hechos entendibles no desde la acronología. Sin embargo, los fermiones, y especialmente los electrones, sí. Es el denominado acontecimiento de reversibilidad temporal, en el que los sucesos ocurren de una manera tal, que permiten adoptar cualquier dirección en el espacio y en el tiempo. Es por esto por lo que el observador influye definitivamente en la creación de la materia, es el que le aporta conciencia a la realidad. Ello permite las dualidades onda-partícula, cuerpo-conciencia y mente-realidad, aspectos todos ellos, indisociables de la existencia. Es el observador el que crea la realidad del instante presente. Si este instante no es observado se puede generalizar diciendo que se difundirá, extinguiéndose en el tiempo. Por tanto, sólo es la conciencia del observador del suceso lo que le aporta realidad. Pero, ¿y si no se tiene conciencia de ese mismo suceso, existe en realidad?.

Las partículas elementales parecen estar aparentemente alejadas en el espacio-tiempo, pero en realidad, en un dominio subyacente, el dominio implícito cuántico, permite que se encuentren vinculadas entre sí. Según Bohm, este dominio se comporta como el patrón de interferencias de un holograma. En el dominio implícito de las frecuencias no existe el espacio, ni las distancias, y por ello, tal como dice Pribiam: "la separatividad es una ilusión construida en nuestro cerebro".

Es conocido el problema de "quién mató al gato" propuesto por Schrödinger. Pensó en quién mataría a un gato dentro de una jaula. Colocó comida en un lado y un tóxico mortal en el otro. Por delante puso un líquido radioactivo que desprendería una partícula que podría subir o bajar. Si esta partícula sube, se destapará la comida, pero si baja, destapará el veneno. Se trata de saber que le sucederá al gato. Según la ecuación del autor de este acertijo, nada físico puede decidir la suerte del gato. Al tratarse de una realidad cuántica se encuentra en un estado potencial. Vivo y muerto al mismo tiempo, en dos estados probables, solapados e interpuestos. Sólo la mirada del observador puede determinar el desenlace final.

La realidad cuántica es diferente según se perciba o no, según se observe o no.

Electrones que antes de la percepción del observador eran partículas u ondas indefinidas e impredecibles, se transforman, como consecuencia de esa misma observación, en partículas y ondas de carácter formal, mediante unos fotones invisibles que responden a la llamada del observador como consecuencia de su experimento. El gato vivirá o morirá, concretando uno de los dos estados latentes superpuestos en el momento de la observación. Dependiendo del instante de la observación, Schrödinger lo acariciará o lo enterrará.

A partir de aquí se plantea un gran problema. ¿Qué poder virtual tiene el observador sobre la creación de la realidad?. El conocimiento de los elementos que nos rodean, parece ser el eslabón entre el mundo cuántico y la realidad común. Es decir, la conciencia del observador es la que hace realidad lo observado. Por eso, Prigogine dice: "La realidad se nos revela sólo a través de una construcción activa en la que participamos" . La ciencia, tal como se definió anteriormente, no responde a estas características quedando corta en sus objetivos, ya que su campo de actuación no contempla a la conciencia.

De acuerdo con Louis de Broglie:

"En la dimensión espacio-temporal, todo lo que para cada uno de nosotros constituye el pasado, el presente y el futuro, se da en bloque... Cada observador, a medida que su tiempo va pasando, descubre nuevas porciones de espacio-tiempo que aparecen ante él como aspectos sucesivos del mundo material, aunque en realidad, el conjunto de sucesos que constituyen el espacio-tiempo, existe con prioridad a su conocimiento de ellos"

La reducción de la probabilidad y su conversión en realidad se encuentra asociada a la actividad y "actitud" de los bosones, por lo que pueden ser considerados como los antecedentes primarios de la conciencia (Martínez de la Fe, 1991).

La conciencia está en estado latente en la materia, por lo que no es algo extraño al mundo cuántico: las partículas elementales asocian los cambios en su medio a la interferencia del observador. Existe un diálogo inexplicable entre el hombre y la partícula. Tal vez sea este "... el secreto del Viejo", tal como dijo Einstein. La conciencia brota a partir de una relación de fotones virtuales coherentemente ordenados en el sistema cuántico del cerebro.

El observador se convierte de esta manera en el espejo de la realidad, que su conciencia debe conocer y asume la dualidad: onda-partícula, cuerpo-conciencia, mente-realidad, aspectos diferentes pero todos ellos integrados en la existencia. Desde la física cuántica se puede afirmar que la realidad no es más que un holograma constituido por partículas elementales ordenadas en nuestro cerebro.

De esta forma, el hombre cuántico se convierte en la gran paradoja de la física de las partículas cuánticas.


miércoles, 17 de octubre de 2007

¿Necesitamos una "realidad?

Creo que la mayoría de los educadores estaría de acuerdo en que una elevada prioridad en la educación es ayudar al individuo a adquirir el aprendizaje, la información y el crecimiento personal que lo capacitarán para enfrentarse más constructivamente con el "mundo real". A menudo, lo anterior constituye un tema propio de los discursos de graduación, en el que expresan las esperanzas o temores acerca de la forma en que los recién graduados se enfrentarán y manejarán al "mundo real". Es frecuentemente un tópico durante las horas finales de los grupos de encuentro intensivos, cuando los individuos que han aprendido mucho acerca de sí mismos y acerca de sus relaciones interpersonales, sienten una preocupación en lo que se refiere a la manera en que se comportarán cuando regresen a sus vidas "reales" en el exterior.


¿Qué es este "mundo real" del que estamos hablando? Esta es la cuestión que deseo explorar, y creo que la dirección en la que un pensamiento me ha conducido inexorablemente será mejor retratada presentando una serie de ejemplos personales y ordinarios.

Hace algunas semanas estaba sentado yo solo, ya avanzada la noche, en el balcón de una cabaña junto a la playa, al norte de California. Al estar ahí durante algunas horas, una brillante estrella en el horizonte ascendió a donde se podía ver con claridad. Un brillante planeta se movió con la misma majestuosa lentitud desde arriba de mí hacia un punto extremo a mi derecha. En su movimiento, eran acompañados por la Vía Láctea y todas las otras constelaciones. Obviamente yo era el centro del universo y los cielos giraban lentamente sobre mí. Fue una experiencia de humildad (cuan pequeño soy) y una experiencia edificante (qué maravilloso ser un punto tan central). Yo estaba viendo el mundo real.

Pero en otro rincón de mi mente sabía que yo y la Tierra debajo de mí, y la atmósfera que me rodeaba, se movían a una velocidad que quita el aliento —más rápido que un moderno jet— en la dirección a la que yo llamé el este, y sabía que las estrellas y los planetas estaban, en relación con la Tierra, comparativamente quietos. Aunque no podía ver lo anterior, sabía que éste era verdaderamente el mundo real, en vez de que lo fuera la percepción más obvia.
En algún otro nivel me daba cuenta de que yo era una infinitésima partícula sobre un insignificante planeta en una de las galaxias menores del universo —de las que hay millones, yo sabía que cada una de estas galaxias se movía a increíble velocidad, con frecuencia alejándose entre sí. ¿Era también esto la realidad? Me causaba confusión.

Pero por lo menos había una realidad de la que podría estar seguro —la pesada silla de madera en la que estaba sentado, la tierra sólida en que se apoyaba, el balcón, la pluma de acero inoxidable que tenía en mi mano. Esta era una realidad que no sólo podía ser vista, sino sentida y tocada. Estos objetos podían soportar el peso y la presión. Eran sólidos.

Pero no, yo sabía suficiente ciencia para desafiar todo esto. La silla está hecha de células que antes estuvieron vivas, complejas en su composición, que constan más de espacio que de materia. La Tierra es una masa fluida en lento movimiento, que se estremece muy frecuentemente al hundirse, quebrarse y reajustarse. La carretera sobre la que había estado manejando el día anterior había sido parte de uno de esos estremecimientos. Un día, en 1906, la tierra se estremeció un poquito y la carretera se agrietó, habiéndose movido el lado occidental de la grieta, a seis metros al norte de su continuación en el otro lado. ¡Tierra sólida de veras!

¿Y qué hay acerca de la alentadora dureza de mi pluma de metal? Me dicen que está compuesta de átomos invisibles que se mueven a gran velocidad. Cada átomo tiene un núcleo y en años recientes se han descubierto más y más partículas en esos núcleos, con características fantásticamente increíbles, moviéndose en trayectorias posiblemente casuales, probablemente ordenadas dentro de los grandes espacios internos de cada átomo. Está lejos de ser el firme y sólido objeto que tan claramente siento y sostengo. El "mundo real" parece estarse disolviendo.

Me alienta pero también me deja perplejo la afirmación del gran científico físico, sir James Jeans, que dice: "La corriente del pensamiento humano se dirige imparcialmente hacia una realidad no mecánica: el Universo empieza a parecer más un gran pensamiento que una gran máquina." Haz la prueba con tu amigo del vecindario, o con tu plomero, o tu corredor de acciones. Diles, "El mundo real es en verdad sólo un gran pensamiento." (¡Pensándolo un poco, el corredor de acciones podría creerlo!) De cualquier modo la concepción de un mundo real, obvia para cualquiera, se escurre con rapidez completamente fuera del alcance de mi puño.

Pero al menos en el mundo interpersonal conozco a mi familia y a mis amigos —lo cual es seguramente un conocimiento sólido en el que puedo actuar. Sólo se necesita la simple ocasión de un grupo de encuentro suavemente facilitado en el que se dé permiso para expresarse uno mismo, para descubrir cuan tambaleante es nuestro conocimiento interpersonal. Los individuos han descubierto en sus amigos más cercanos y en miembros de la familia, grandes esferas de sentimientos escondidos. Existen temores previamente desconocidos, sentimientos de inadecuación, iras y resentimientos suprimidos, extraños deseos y fantasías sexuales, ocultos estanques de esperanzas y sueños, de alegrías y temores, de impulsos creativos y de amores espontáneos. Esta realidad interpersonal parece también, tan insegura y tan llena de incógnitas, como cualquier otra de las que hemos considerado.

Así, el individuo se vuelve otra vez sobre sí mismo. "Por lo menos sé quién soy yo. Decido lo que quiero hacer y lo que hago. Eso es real." Pero, ¿lo es? El habla con el conductista que le dice "tú no eres más que la suma de estímulos que recibes y las respuestas condicionadas que emites. Todo lo demás es ilusión". Bueno, por fin tenemos una realidad. No soy nada más que un robot mecánico. Y, ¿es eso todo? ¿De dónde vienen mis sueños? Tal vez eso también pueda explicarse. Pienso entonces en Jean, la mujer que me dijo que su hermana gemela manejaba por la noche de regreso a su casa, por un camino conocido, cuando Jean se despertó con el pánico de la certeza. Telefoneó a la policía de caminos y les dijo: "ha habido un accidente en tal y tal carretera. Es un automóvil blanco con tal número de placas, y lo conduce una mujer sola". Hubo una pausa, y entonces el oficial dijo con voz confundida y ligeramente sospechosa, "pero, ¿cómo lo supo, señora?; hace sólo dos minutos que recibimos la noticia del accidente". ¿Qué hacemos con esa clase de realidad?

Ese pequeño episodio descubre toda una serie de pensamientos acerca de los mundos internos y las "realidades aparte". ¿Qué hacemos con la visión o sueño que Carl Jung tuvo a la edad de tres años —una gran caverna misteriosa subterránea, con toda la luz enfocada sobre un gran pilar de carne con algo como una cabeza en la punta, el cual se hallaba sentado sobre un trono real. Transcurrieron 50 años para que entendiera completamente esta experiencia; redescubrió esta misma visión en los rituales fálicos de las tribus primitivas. ¿Cómo le había llegado esa visión a la edad de tres años? ¿A qué mundo real pertenece este fenómeno?
Lean la historia de Robert Monroe, un obstinado hombre de negocios e ingeniero, quien después de algunas enigmáticas experiencias se encontró una noche flotando en el techo de su cuarto mirando su propio cuerpo y el de su esposa. Los relatos de su terror y de su creciente disponibilidad para emprender viajes fuera de su cuerpo son ciertamente asombrosos, y con frecuencia muy convincentes. No se puede evitar plantear la pregunta: "¿Qué «realidad» puede abarcar tales experiencias, así como las experiencias «reales» que conozco?"

¿Qué hay de Don Juan, el perenne indio yaqui, quien abrió mundos completamente nuevos al empecinadamente escéptico antropólogo Carlos Castañeda? Mundos de eventos mágicos, de vuelos a través del aire, de un diálogo con un coyote, de una realidad no ordinaria, en donde la muerte no es diferente de la vida, donde el hombre de ciencia tiene un espíritu aliado, donde se tiene la experiencia de lo imposible. ¿Dices que son desatinos? Sus propias experiencias fueron suficientes para forzar a Castañeda a reconocer que existían otras realidades completamente ajenas al pensamiento de la mente científica moderna.

Pienso en John Lilly, un científico entrenado en el Tecnológico de California, quien estudió neuroanatomía, medicina y psiquiatría, y tal vez sea mejor conocido por sus 12 años de trabajo con delfines, tratando de comunicarse con estos animales a los que cree, por lo menos, tan inteligentes como el humano. Trazar su camino desde el científico que sólo creía en modelos mecánicos de la realidad, hasta su punto de vista actual de los diversos niveles de alteración de conciencia que ha alcanzado, es sorprendente. A lo largo de la vida, él se ha llegado a convencer de que los delfines leen sus pensamientos. Son fenomenales sus experiencias en el tanque de privación sensorial, flotando en agua tibia en un tanque cerrado, con una estimulación absolutamente mínima de visión, sonido, tacto o gusto. Se descubre que el mundo interno sin ningún estímulo externo es increíblemente rico, algunas veces atemorizante y con frecuencia grotesco. Al tratar de entender este mundo interior, experimenta con LSD, obteniendo resultados tanto iluminadores como aterradores. Pasa entonces a la meditación, la transmisión espontánea del pensamiento y a estados de conciencia cada vez más elevados en los que él, al igual que muchos otros antes de él, que eran llamados místicos, tiene la experiencia del Universo como una unidad basada en el amor. ¡Qué distante de su entrenamiento en el Tecnológico de California! Estos y otros relatos no pueden simplemente descartarse con desprecio o ridiculización. Los testigos son demasiado honestos, todas sus experiencias demasiado reales. Ellos indican que parece existir un universo vasto y misterioso —tal vez una realidad interior, tal vez un mundo del espíritu del que formamos parte sin saberlo. Dicho universo propina un aplastante golpe final a nuestra cómoda creencia de que "todos nosotros sabemos lo que es el mundo real".

Permítaseme ver si puedo especificar en dónde estamos situados en relación con un objetivo mundo de la realidad. Evidentemente, no existe en los objetos que podemos ver, sentir y sujetar; no existe en la tecnología que tanto admiramos; no se encuentra en la sólida Tierra o en las centelleantes estrellas; no descansa en el firme conocimiento de los que nos rodean; no se encuentra en las organizaciones o costumbres rituales de una sola cultura, ni siquiera está en nuestros propios mundos personales.

Debe de tomar en cuenta misteriosas "realidades aparte" actualmente insondables, increíblemente diferentes de un mundo objetivo.

De modo que concluyo que hemos llegado a una nueva —y para muchos aterradora— realización. Es esta: La única realidad que es posible que yo conozca, es el mundo y el universo como yo los percibo y los experimento en cierto momento. De la misma manera, la única realidad que puede conocer el lector, es el mundo y el universo como los experimente en determinado momento. Y la única certeza es que esas realidades percibidas son diferentes. ¡Hay tantos "mundos reales" como personas!

Carl Jung ha formulado una idea un tanto similar, en lenguaje sumamente poético. "Ahora supe... que el hombre es indispensable para la terminación de la Creación; que, de hecho, él mismo es el segundo creador del mundo, quien por sí solo ha dado al mundo su existencia objetiva —sin la cual, sin ser oído, sin ser visto, comiendo silenciosamente, dando a luz, muriendo, cabezas asintiendo a lo largo de cientos de millones de años, hubiera continuado en la más profunda noche del no ser hasta su desconocido fin. La conciencia humana creó la existencia objetiva y el significado, y el hombre en contró su indispensable lugar en el gran proceso del ser."

En lo que yo he dicho he ido aún más lejos que Jung. No es sólo que la conciencia humana ha creado el mundo objetivo. Es que cada conciencia humana, cada persona, crea su propio mundo de "existencia objetiva y significado". De aquí que el hecho sea más aterrador de lo que Jung vislumbró. El que haya tantos mundos reales como personas, produce un dilema de lo más agobiante, un dilema nunca antes experimentado en la historia.

Desde tiempo inmemorial la tribu o la comunidad o la nación o la cultura han estado de acuerdo en cuanto a lo que constituye el mundo real. Para estar seguros, diferentes culturas o diferentes tribus pueden mantener visiones del mundo notablemente diferentes, pero había por lo menos un grupo grande relativamente unificado que tenía seguridad en su conocimiento del mundo y del Universo, y que sabían que esta percepción era verdadera. De modo que la comunidad veía con reprobación, condenaba, perseguía y hasta mataba a los que no estaban de acuerdo, a los que percibían la realidad en forma diferente. Copérnico, aun cuando guardó sus hallazgos en secreto durante muchos años, fue finalmente declarado hereje. Galileo estableció pruebas de los puntos de vista de Copérnico, pero a los 70 años fue forzado a retractarse de sus enseñanzas. Giordano Bruno fue quemado en la hoguera en 1600 por explicar en sus clases que había muchos planetas y mundos en nuestro universo.

Los individuos que se desviaban en su percepción de la realidad religiosa eran torturados y muertos. A un apasionado joven científico lo volvieron loco sus perseguidores porque formuló, la entonces absurda afirmación, que la fiebre puerperal, esa terrible plaga de las salas de maternidad, era trasmitida de una mujer a otra por gérmenes invisibles a través de las manos y los instrumentos de los doctores. Aberraciones obvias, hablando en términos de la realidad de su tiempo. En las colonias americanas, aquellos que se sospechaba que tuvieran poderes psíquicos eran colgados o aplastados bajo grandes piedras por considerárseles brujos. La historia es una serie continua de ejemplos acerca de los espantosos precios pagados por los que percibían una realidad diferente del mundo real convencional. Aunque la sociedad ha llegado con frecuencia a estar de acuerdo con sus disidentes, como en los casos que he mencionado, no hay duda de que esta insistencia sobre un universo cierto y conocido forma parte de la argamasa que mantiene unida una cultura.

Hoy nos enfrentamos a una situación diferente. La facilidad y rapidez de la comunicación mundial significan que cada uno de nos otros descubre una docena de "realidades"; y aunque pensemos que algunas de ellas son absurdas, como la reencarnación; o peligrosas, como el comunismo, no podemos más que darnos cuenta de ellas. Ya no podemos existir en un capullo seguro, sabiendo que todos vemos el mundo en la misma forma.

Por esto quiero formular una cuestión muy seria. ¿Podemos hoy en día permitirnos el lujo de tener "una" realidad? ¿Podemos todavía conservar la creencia de que existe un "mundo real" con cuya definición estemos todos de acuerdo? Estoy convencido de que éste es un lujo que no podemos permitirnos, un mito que no nos atrevemos a mantener. Sólo una vez en la época actual se ha alcanzado esta quimera en forma completa y fructuosa. Millones de personas estuvimos de completo acuerdo en lo relativo a la naturaleza de la realidad sociocultural, propiciado por la magnética influencia de Hitler. Esta visión de la realidad casi marcó la destrucción de la cultura occidental. Yo no lo veo como algo que deba ser imitado.

Ha habido otro punto de unión en la cultura occidental durante este siglo. Ha sido ante realidad de valores en donde ha habido acuerdo; el evangelio estadounidense. Puede formularse muy brevemente: "Más es mejor, más grande es mejor, más rápido es mejor, y la tecnología moderna alcanzará estas tres metas eminentemente deseables." Pero ahora ese credo es un decadente fracaso en el que pocos creen. Se está disolviendo en el humo de la polución, el incremento de la sobrepoblación y la espada de Damocles de la bomba nuclear. Hemos logrado con tanto éxito dar "un golpe tan grande por un dólar", que estamos en peligro de destruir toda la vida que existe sobre este planeta.

Nuestros intentos, entonces, por vivir en el "mundo real" que todos perciben en la misma forma, en mi opinión, nos han conducido al borde de la propia aniquilación como especie. Quiero ser tan audaz como para sugerir una alternativa.

A mí me parece que el camino del futuro debe basar nuestras vidas y nuestra educación en la suposición de que hay tantas realidades como personas, y que nuestra mayor prioridad es aceptar esa hipótesis y desde ahí seguir hacia adelante. ¿Proseguir a dónde? Proseguir cada uno de nosotros, explorando con mente abierta, las muy diversas percepciones que existen de la realidad. Creo que enriqueceríamos nuestras propias vidas en el proceso. También nos volveríamos más capaces para manejar la realidad en la que nos desenvolvemos cada uno de nosotros, porque descubriríamos muchas opciones más. Bien podría ser una vida llena de perplejidad y elecciones difíciles, que exigiría una mayor madurez, pero sería una vida emocionante y arriesgada.

Sin embargo, sería factible formular la pregunta de si podríamos tener una comunidad o una sociedad basadas en esta hipótesis de las realidades múltiples. ¿Podría no ser más que una anarquía completamente individualista? Esa no es mi opinión. Supongamos que mi reluctante tolerancia acerca de la visión particular que el lector tenga del mundo se convirtiera en una plena aceptación de sí mismo y de su derecho para tener dicha visión. Supongamos que en lugar de descartar las "realidades" de los demás, como absurdas o peligrosas o heréticas o estúpidas, yo estuviera dispuesto a explorar y aprender acerca de estas realidades. Supongamos que usted estuviera dispuesto a hacer lo mismo. ¿Cuál sería el resultado social? Yo pienso que la comunidad se basaría no en un compromiso ciego con una causa, credo o visión de la realidad, sino en un compromiso común de unos con otros como personas legítimamente independientes, con realidades independientes. La natural tendencia humana a interesarse por otro ya no sería. "Me importas porque eres igual que yo", sino "Te aprecio y te valoro porque eres diferente a mí."

¿Les parece idealista? Claro que lo es. ¿Cómo puedo ser tan absolutamente ingenuo e "irreal" como para tener cualquier esperanza de que pudiera ser concebible el surgimiento del cambio así? Baso parcialmente mi esperanza de la historia mundial en el punto de vista tan hábilmente formulado por Charles Beard: "Cuando los cielos se oscurecen, las estrellas empiezan a brillar." De modo que así podríamos ver el surgimiento de líderes que se moverían, en esta nueva dirección.

Mi esperanza se basa más sólidamente en el punto de vista enunciado por Lancelot Whyte, el historiador de ideas, en el último libro que publicó antes de morir. Su teoría, sostenida por otros historiadores es que los grandes avances en la historia humana son previstos y, probablemente producidos, por medio de los cambios en el pensamiento inconsciente de miles y millones de individuos durante el periodo que precede al cambio. Luego, en un espacio de tiempo relativamente breve, una idea, una nueva perspectiva parece irrumpir en la escena mundial, y el cambio ocurre. El da el ejemplo de que antes de 1914 el patriotismo y el nacionalismo eran virtudes incuestionables; entonces empezó el tenue cuestionamiento inconsciente que edificó una tradición también inconsciente que cambió todo un patrón de pensamiento. Esto irrumpe a la luz entre 1955 y 1970. "Mi país correcto o equivocado" ya no es una creencia para normar la vida. Las guerras nacionalistas están fuera de época y carecen de apoyo; y aunque continúan, la opinión mundial se opone profundamente a ellas. Whyte señala que "¡en cualquier momento los niveles inconscientes aventajan a los conscientes en la tarea de unificar la emoción, el pensamiento y la acción!"

Para mí, esta línea de pensamiento es enteramente análoga. Yo he afirmado que el hombre es más sabio que su intelecto, que todo su organismo tiene una sabiduría e intencionalidad que va más allá de su pensamiento consciente —creo que esto se aplica al concepto que he estado presentando. Yo pienso que hombres y mujeres, individual y colectivamente, están rechazando interna y orgánicamente la visión de una sola realidad aprobada a nivel cultural. Creo que también se mueven inevitablemente hacia la aceptación de millones de percepciones de la realidad: independientes, desafiantes, emocionantes, informativas e individuales. Me parece que es posible que esta visión —como el descubrimiento simultáneo e independiente de los principios de la mecánica cuántica hecho por científicos en diferentes países— pueda empezar a existir efectivamente en muchas partes del mundo al mismo tiempo. Si fuera así, estaríamos viviendo en un universo totalmente nuevo, diferente de cualquier otro en la historia. ¿Es concebible que se produzca un cambio así?

Aquí está el reto para los educadores —probablemente la más insegura y atemorizada de las profesiones— abatidos por presiones públicas, limitados por las restricciones legislativas, esencialmente conservadores en sus reacciones. ¿Es posible que puedan abogar por una visión de realidades múltiples como la que he estado describiendo? ¿Pueden empezar a dar vida a los cambios en actitudes, conductas y valores que dicha visión del mundo exigiría? Ciertamente por sí solos no pueden, pero con el cambio subyacente en lo que Whyte llama "la tradición inconsciente", y con la ayuda de la nueva persona que vemos surgiendo en nuestra cultura, es concebible que pudieran tener éxito. No hago predicciones.

Yo concluiría entonces que si la sociedad sigue los mismos pasos de siempre con respecto a las visiones independientes debido a la velocidad de la comunicación mundial, tendrá que ejercer más y más coerción para producir un acuerdo forzado, en cuanto a lo que constituye el mundo real y sus valores. Esos acuerdos logrados por coerción variarán de nación a nación, de cultura a cultura. La limitación dentro de cada grupo destruirá la libertad individual; los choques entre las diversas visiones del mundo traerán nuestra propia destrucción total.

Pero he sugerido una posibilidad, si aceptamos como básico para toda la vida humana el hecho de que vivimos en realidades independientes; si podemos ver esas distintas realidades como el más promisorio recurso de aprendizaje que se ha tenido en toda la historia del mundo; si podemos vivir juntos para aprender unos de otros sin miedo, entonces vendría la alborada de una nueva era. Y tal vez —nada más tal vez— las profundas direcciones orgánicas de la humanidad están preparando el camino tan sólo para dicho cambio.

El Ser Superior.

Los seres humanos somos seres multidimensionales, es decir, vivimos al mismo tiempo en distintas dimensiones de realidad, una de ellas, con la que estamos más familiarizados, es la tercera dimensión que todos conocemos tan bien.

Las dimensiones no son otra cosa que distintos niveles de realidad, pero la realidad está formada por energía y por conciencia, por lo tanto estas realidades están conformadas por distintos niveles de energía y de conciencia, conforme nos movemos hacia arriba en la escala de las dimensiones, la energía que forma esa realidad vibra a una frecuencia diferente, entre más rápido vibre la frecuencia de una realidad, más sutil o etérea se vuelve, así, la tercera dimensión es la más densa, en esta realidad, las partículas del átomo giran a 9/10 de la velocidad de la luz, creando la ilusión de la materia.

En otras dimensiones superiores, las partículas giran a mayores velocidades y por lo tanto no existe una materia tan densa como en la tercera dimensión.

Lo mismo sucede con la conciencia, a mayor nivel de dimensión, más alto es el nivel de conciencia que encontramos. La conciencia podría explicarse como el nivel de percepción de la realidad en donde nos encontramos, entre más densa es la realidad, por su frecuencia vibratoria, menor es nuestra percepción de nuestra realidad y de las demás realidades que existen.

Si el ser humano es un ser multidimensional, significa que partes de nosotros están viviendo en esta dimensión que conocemos y partes de nosotros están existiendo en otras dimensiones y realidades, pero todo está sucediendo al mismo tiempo, en este instante.

Si existen partes de nosotros que están viviendo en dimensiones superiores, podemos deducir que estas partes están vibrando en frecuencias superiores y también tienen niveles de conciencia más elevados.

Nuestro Ser Superior no es otra cosa más que el conjunto de esas partes de nosotros que están habitando frecuencias de energía y de conciencia superiores. Nuestro Ser Superior somos nosotros mismos experimentando otras realidades.

Cuando encarnamos en esta tercera dimensión pasamos por algo que se conoce como “el velo del olvido” una de las cosas que olvidamos es precisamente que existimos en distintos planos de realidad y que por lo tanto podemos conectarnos con todas nuestras partes.

En este momento de la historia de nuestro planeta, este “velo del olvido” se está haciendo cada vez más delgado y nos está dando la oportunidad de recordar la totalidad de todo lo que somos y de interactuar con más partes de nuestro propio ser.

Nuestro Ser Superior ya se encuentra en contacto con nosotros en este momento, no es algo que tenemos que aprender a hacer, porque es algo que está sucediendo para todos y cada uno de los seres humanos. El Ser Superior podría ser comparado con nuestro concepto de “la intuición”, que todos experimentamos en mayor o menor grado en nuestras vidas, algunos suelen hacerle caso y otros no, pero está allí, siempre esperando comunicarse con nosotros a través de cualquier mensaje sutil que podamos captar.

Si el Ser Superior ya se encuentra comunicándose con nosotros ¿por qué no nos damos cuenta? Porque hemos aprendido que lo único que existe o que es real es lo que pueden captar nuestros cinco sentidos físicos y muchas veces sentimos que lo único que somos es este cuerpo físico dentro de esta realidad de la tercera dimensión.

Por lo tanto, el obstáculo más grande que tiene nuestro Ser Superior son nuestras propias creencias sobre la realidad que habitamos. Para establecer una comunicación más estrecha con este otro aspecto de nuestro ser, tenemos que comenzar a cambiar nuestra percepción y nuestras creencias sobre lo que somos y como todo, comenzar a practicar. No es necesario estar días y horas meditando para alcanzar esta comunicación, solo se requiere de nuestra intención, de nuestra constancia y de nuestra confianza.

Aunque nuestro Ser Superior somos nosotros mismos, nuestra mente racional y nuestro sistema de creencias encuentran muy difícil entender este concepto, por lo que en un principio tendemos a considerarlo como un aspecto separado de nuestro ser, lo vemos tal vez como un ángel luminoso, o podemos incluso identificarlo con algún maestro ascendido o guía, eso no es importante, la forma no es importante mientras se tenga claro el fondo o la meta.

Cuando alcanzamos este nivel de comunicación con nuestro Ser Superior, tenemos la ventaja de tener acceso a otros niveles de conciencia en donde se encuentra, puede darnos una visión mucho más amplia de las cosas y puede guiarnos por caminos más fáciles. Es como si estuviéramos en un tupido bosque y no conociéramos la ruta para llegar al próximo poblado y nuestro Ser Superior fuera un águila que desde arriba puede ver todo el panorama, sabe guiarnos para evitar un pantano, un animal salvaje, un barranco, un rió y puede conducirnos por el sendero más fácil y más corto para llegar a nuestro destino.

Podemos comenzar a practicar esta comunicación con nuestro Ser Superior de forma muy sencilla:

Lo primero que tenemos que hacer es establecer la intención de estrechar esta comunicación.

Después tenemos que comenzar a poner atención a nuestro alrededor en formas en las que no estamos acostumbrados. Al principio esta comunicación es muy sutil, los mensajes no son tan claros y tan tangibles como todos quisiéramos, pero van haciéndose más y más obvios conforme vamos practicando.

Pide a tu Ser Superior que te ayude a mejorar la comunicación y que te envíe mensajes que puedas captar y pon mucha atención... el mensaje puede ser algo tan sutil como un anuncio espectacular en la calle, como una frase que escuchas de pronto, el título de un libro, un artículo que llega a tus manos, un sueño, una canción que escuchas en la radio, una pluma que cae del cielo, en fin... pueden ser miles de cosas.

Puedes hacer un diario y comenzar por anotar lo que tú consideras que fue un mensaje de tu Ser Superior, pronto comenzarás a darte cuenta como todo encaja como un rompecabezas.

Puedes también hacerle una pregunta antes de ir a dormir y pedirle que te de la respuesta durante tu sueño, ten tu diario a la mano y anota tu sueño justo al despertar, antes de hacer ninguna otra cosa.

Otra forma muy útil de establecer esta comunicación es a través de un oráculo, existen cientos de tipos de oráculos, pueden ser cartitas de los ángeles, un tarot, runas, i-ching, cartas medicinales, puedes incluso inventar tu propio oráculo para comunicarte con tu Ser Superior.

Conforme empiezas a practicar esta comunicación de esta forma sencilla, muy pronto te darás cuenta de cómo se va facilitando, volviendo más clara, más constante y más tangible.

La meta es poder llegar a fundirte con tu Ser Superior, es encarnar en tu cuerpo físico ese nivel de vibración y de conciencia para manifestarlo dentro de este plano tridimensional. Pero tengo que resaltar aquí la importancia de hacer una profunda limpieza y curación emocional. No podemos integrar en nuestro cuerpo niveles superiores de frecuencia y de conciencia, si no hemos limpiado antes nuestro ser inferior, tu comunicación con tu Ser Superior puede llegar a ser maravillosa, pero sin la limpieza de tus tres primeros chakras, no serás capaz de integrar a tu Ser Superior para fundirte con esta parte de ti como un solo ser.

Solo a través de una profunda e intensa limpieza y curación emocional, podremos alcanzar niveles superiores de vibración y conciencia, no existe otro camino ni ninguna otra fórmula, es algo totalmente indispensable.

Nuestro ser inferior no es otra cosa más que nuestro niño interno herido, al igual que nuestro Ser Superior, constituye una más de nuestras partes que necesita ser integrada, hasta que no rescatemos, sanemos e integremos esta parte de nosotros, no seremos capaces de fundirnos con la totalidad de nuestro ser.

La realidad cuantica.

¿Que nos dice la física cuántica acerca de la naturaleza de la realidad?

¿Qué nos dice acerca de la naturaleza de la consciencia?

¿Es esto significativo para nuestra vida y como?


La película ¿Qué Rayos sabemos nosotros? Nos invita a esforzar nuestras mentes entorno a los sorprendentes descubrimientos de la física cuántica y considerar la posibilidad de que las cosas no son como aparentan ser. De hecho, según la física cuántica, las cosas ni siquiera son “cosas,” sino más bien posibilidades. Según el físico Amit Goswami, “Aun el mundo material alrededor nuestro – las sillas, las mesas, los cuartos, la alfombra, etc. – todos estos no son sino posibles movimientos de la conciencia.”¿Qué entendemos con esto?
“El que no se sienta golpeado al cruzarse por primera vez con la teoría cuántica, no puede haberla comprendido” dice el pionero en física quántica, Niels Bohr.
Antes de que podamos considerar las implicaciones de la mecánica cuántica, asegurémonos de que entendemos la teoría.

¿Qué es la Mecánica Cuántica?
La mecánica cuántica, el último desarrollo en la búsqueda científica para entender la naturaleza de realidad física, es una descripción matemática precisa del comportamiento de partículas fundamentales. Por 70 años ha prevalecido como descripción científica de la realidad física. Hasta ahora todas sus predicciones experimentales han sido confirmadas con asombrosos grados de exactitud.
Para apreciar por qué la mecánica cuántica continúa asombrando y confundiendo a los científicos, hay que entender un poco acerca del desarrollo histórico de las teorías físicas.
Teniendo en cuenta que esta breve reseña simplifica muchísimo su muy rica y vieja historia, podemos considerar que la física, como una ciencia nació cuando Isaac Newton y otros descubrieron que las matemáticas podían describir el mundo observado de manera exacta. La visión Newtoniana de la física se conoce hoy como física clásica; en esencia, la física clásica es un formalismo matemático del sentido común. Hace cuatro suposiciones básicas acerca de la trama de la realidad que corresponde en cierta medida a la forma en que el mundo aparece ante nuestros sentidos. Estas suposiciones son: la realidad, la localidad, la causalidad, y la continuidad.
La realidad se refiere a la suposición de que el mundo físico es objetivamente real. Es decir, el mundo existe independientemente de que alguien lo esté observando, y se vuelve evidente que el espacio y el tiempo existen en una forma fija, absoluta. La localidad se refiere a la idea de que la única forma que los objetos pueden ser influenciados es a través del contacto directo. En otras palabras, la acción no mediada en una distancia es prohibida. La causalidad da por supuesto que la línea de tiempo apunta sólo en una dirección, estableciendo así que la secuencia de causa y efecto sólo puede darse en ese orden. La continuidad da por supuesto que no hay saltos discontinuos en la naturaleza, y que el espacio y tiempo son parejos, es decir, no presentan alteraciones.
La física clásica se desarrolló rápidamente con estas suposiciones, y las formas clásicas referentes al mundo son todavía suficientes para explicar segmentos grandes del mundo observable, incluyendo la química, la biología, y las neurociencias. La física clásica funciona para la mayor parte de las cosas a escala humana. Es el sentido común.

LA CIENCIA EXTRAÑA
Pero no describe el comportamiento de todos los resultados observables, en particular la forma en que funciona la luz – y, en general, el electromagnetismo. Dependiendo de cómo se la mida, la luz puede exhibir propiedades de partículas o de ondas. Las partículas son como bolas de billar. Son objetos separados con posiciones específicas en el espacio, y son duros en el sentido que si son arrojados contra otro con gran fuerza, tienden a aniquilarse uno al otro acompañados por un deslumbrante despliegue de energía.
En contraste, las ondas son como ondulaciones en agua. No están localizadas pero se expanden, y son suaves y pueden interactuar sin destruirse la una a la otra. Las características del tipo onda dieron lugar a la idea de superposición cuántica, que significa que el objeto es una combinación de todos los estados posibles. Esta condición combinada e indeterminada difiere radicalmente de la de los objetos con los que estamos familiarizados. Los objetos cotidianos existen sólo en estados definidos. Los estados combinados pueden incluir a muchos objetos, que coexisten, todos juntos entremezclados.
¿Cómo es posible que la trama de la realidad sean ambas, ondas y partículas al mismo tiempo? En las primeras décadas del siglo veinte, una teoría nueva, Mecánica Cuántica, fue desarrollada para explicar la naturaleza onda-partícula de la luz y de la materia. Esta teoría no era solo aplicable a la descripción de la naturaleza de la realidad física en si. La Teoría de la Relatividad de Einstein también alteró la visión Newtoniana de la trama de la realidad, mostrando que los conceptos de masa, energía, espacio, y tiempo son relativos. La relatividad no es solo aplicable al campo cosmológico o a los objetos que se desplazan a velocidades próximas a la de la luz, sino también a la estructura básica de la trama de la realidad. Resumiendo, la física moderna nos dice que el mundo del sentido común solo revela una porción especial y limitada de una trama de la realidad mucho mas grande y extraña.
Supuestos Cuánticos Básicas
Coexistencia Onda-Partícula
Los electrones pueden comportarse como partículas y como ondas a la vez. Como las ondas, los electrones no tienen posición precisa sino que existen como “campos de probabilidad.” Como partículas, el campo de probabilidad colapsa formando un objeto sólido dentro de un tiempo y espacio en particular. Los electrones en tanto no sean medidos ni observados se comportan de una manera diferente que los observados. Cuando no son observados, los electrones son ondas. Cuando son observados, se convierten en partículas. El mundo esta, en ultimo termino, construido por partículas elementales que presentan este curioso comportamiento.
? ¿Quién o qué es el observador que determina lo posición de la partícula?
¿Existe un observador esencial?
¿Podemos ser conscientes de ese observador?
¿Qué vería usted si mirara a través de los ojos del observador esencial?
EL PRINCIPIO DE INCERTIDUMBRE HEISENBERG
En la física clásica, todo los atributos de un objeto son en principio accesibles a la medición. Esto no es así en la física cuántica. Pueden medirse con precisión las propiedades de un solo electrón, pero no sin producir imprecisión en algún otro atributo cuántico. Las propiedades cuánticas siempre aparecen en “pares conjugados ”. Cuando dos propiedades tienen esta relación especial, es imposible conocer, con plena precisión, sobre ambas a la vez. El Principio de Incertidumbre de Heisenberg, también conocido como de Indeterminabilidad, dice que si se mide con exactitud la posición de una partícula, se debe sacrificar el conocimiento preciso de su momentum, y viceversa.
? ¿Cómo estamos afectados por las observaciones de otros?
¿Afecta cada observador el mundo en la misma forma?
¿Qué causa las diferencias?
EL TEOREMA DE BELL Y LA NO-LOCABILIDAD
“la realidad local” es la realidad que se rige por las leyes de la física clásica. En una realidad local, las influencias no pueden viajar más rápido que la velocidad de luz. En 1964, el físico John Stewart Bell demostró que cualquier modelo de la realidad compatible con la teoría cuántica debe ser no-local. Para que la física cuántica funcione, la información debe viajar no sólo más rápido que la luz, sino en forma instantáneamente. La no-locabilidad sugiere que todo en el universo está conectado por información que puede aparecer en cualquier otra parte instantáneamente.

? ¿Si todo en el universo puede comunicarse instantáneamente con todo lo demás,
qué establece cuál información recibimos?
¿Cuáles son las implicaciones de la no-locabilidad en cuanto a la forma
en que conocemos el mundo?
¿Cómo cambiaría esto nuestras vidas?
Las teorías nuevas sistemáticamente desafiaron todas las suposiciones de la física clásica:
La Realidad se desvaneció como la sonrisa del gato de Cheshire pues ahora sabemos que las propiedades fundamentales del mundo físico no son fijas; el mundo cambia de maneras sutiles según cómo queramos observarlo. Los objetos que encontramos en la vida cotidiana no siempre exhiben los efectos cuánticos obvios ya que la extrañeza del mundo microscópico es efectivamente alterada mediante las innumerables interacciones con el entorno. Ciertamente, las descripciones clásicas de la naturaleza son a menudo suficientes para los propósitos mundanos. Pero esas descripciones son una aproximación a un mundo cuántico más fundamental, dejando abierta la posibilidad de que algunos aspectos de la observación pueden persistir sutilmente aun dentro de los campos clásicos.
La Locabilidad fue reemplazada por la no-locabilidad, la idea de que los objetos están aparentemente separados pero, en realidad, presentan conexión instantánea a través del espacio-tiempo. Con la no-locabilidad, dejo de ser cierto que una acción a distancia, sin que medie algo o alguien, es imposible. De hecho, tales acciones no mediadas son ahora un requerimiento.
La Causalidad se disolvió, porque ahora sabemos que la dirección fija del tiempo es una ilusión persistente, una equivocación apoyada por las suposiciones clásicas de un tiempo y espacio absolutos. Ahora sabemos que las secuencias de acontecimientos dependen de las perspectivas (técnicamente llamadas marco de referencia) de los observadores.
La Continuidad se desvaneció al saber que existen discontinuidades en la trama de la realidad. El espacio y el tiempo no son llanos ni continuos.

? ¿Cuándo y como se altero radicalmente su experiencia de la realidad?
¿Cómo le afectó la experiencia?
¿Cómo sería sentir la física cuántica por medio de los sentidos?
¿Cuáles son las implicaciones?
Práctica: Mire alrededor. Imagine que lo que usted ve es simplemente la punta del iceberg, una “especial y limitada porción de una mayor trama de la realidad.” Mire allí dónde no parece haber nada e imagínese que reboza de posibilidades. Mire allí dónde parece haber algo e imagínese que aquello que da la apariencia de ser sólido es, en gran parte espacio. Sienta sus manos. Imagínelas en el nivel cuántico, partículas/ondas que con ímpetu existen y dejan de existir. Considere cómo nuestras manos se comunican en lenguaje cuántico con el resto del universo. ¿Qué nota usted?
¿Esto Qué significa?
¿Qué significa la frase “nosotros sabemos “? Significa que se hicieron predicciones teóricas basadas en modelos matemáticos y que se las demostró repetidas veces mediante experimentos. Si el universo se comporta según las teorías, entonces estaría justificado que creamos que el sentido común es, por cierto, una perspectiva limitada de un universo mucho más grandioso.
El retrato de la realidad que pintaran la relatividad y la mecánica cuántica está hasta ahora tan lejos del sentido común, que plantea problemas de interpretación. La matemática de las teorías es precisa y las predicciones funcionan fantásticamente bien. Pero traducir las matemáticas a términos humanos, en particular la mecánica cuántica, sigue siendo extremadamente difícil.
Las asombrosas implicaciones de la mecánica cuántica dejaron perplejos y estupefactos a los científicos que las desarrollaban. Muchos físicos, hoy en día, creen que una explicación apropiada de la realidad a la luz de la mecánica cuántica y de la confiabilidad requiere la revisiones de uno o mas de los supuestos del sentido común: La realidad, la locabilidad, la causalidad y la continuidad.
Dada la constante confusión en la interpretación de la mecánica cuántica, algunos físicos se niegan a aceptar la idea de que la realidad pueda ser tan desconcertante, plena de circunvoluciones, o improbable – en comparación con el sentido común. Y es así es que siguen creyendo, como hizo Einstein, que la mecánica cuántica debe estar incompleta y que una vez “arreglada” se vera que las suposiciones clásicas son correctas después de todo, y entonces toda la rareza cuántica se esfumara. Fuera de los físicos cuánticos, hay algunos científicos y ocasionales filósofos que se enfocan en cosas así, pero la mayor parte de nosotros no dedica mucho tiempo a pensar en la mecánica cuántica para nada. Si lo hacemos, asumimos que no tiene relevancia para nuestros intereses particulares. Esto tiene sentido y en la mayoría de los casos perfectamente aceptable para propósitos prácticos. Pero cuando se trata de entender la naturaleza de la realidad, es útil recordar que la mecánica cuántica describe los bloques constructivos fundamentales de la naturaleza, y que el mundo clásico también está compuesto por ellos, los observemos o no.
Las interpretaciones de la mecánica cuántica difieren principalmente en cuál de las suposiciones del sentido común puede ser abandonada con comodidad. Algunas de las interpretaciones más conocidas de la mecánica cuántica incluyen la Interpretación de Copenhague, la Totalidad, Multiples Mundos, Neorrealismo, y, la propuesta por la película “¿Qué rayos sabemos?, la Consciencia Crea la Realidad.
La Interpretación de Copenhague – ésta es la interpretación ortodoxa de la mecánica cuántica, promovida por el físico danés Niels Bohr (de ahí la referencia a Copenhague, donde se encuentra el instituto Bohr). En una forma muy simplificada, afirma que no existe una realidad posible de ser conocida. En un sentido, esta interpretación puede ser como una aproximación del tipo “no pregunte – no diga “que permite el uso de la mecánica cuántica sin tener que preocuparse por lo que significa. Según Bohr, no significa nada, al menos no en los términos humanos comunes.
La Totalidad – el protegido de Einstein David Bohm mantuvo que la mecánica cuántica revela que la realidad es un completo indivisible en el cual todo está conectado en una forma profunda, trascendiendo los límites ordinarios del espacio y el tiempo.
Múltiples Mundos – el físico Hugh Everett propuso que al efectuar una medición cuántica, todo posible resultado se hace realidad. Pero en el proceso de realización, el universo se dividirá en tantas versiones de sí mismo como sea necesario para acomodar todos los posibles resultados. Luego cada uno de los universos resultantes es de hecho un universo separado. Algunas escenas en la película ¿Qué Rayos sabemos...? parten de estas ideas.
Lógica Cuántica – Esta interpretación dice que posiblemente la mecánica cuántica nos deja perplejos debido a nuestros presupuestos respecto al detalle lógico del sentido común dentro del plano cuántico. El matemático John Von Neumann desarrolló una “lógica en ondas”que explicaría algunos de los acertijos de la teoría cuántica sin abandonar completamente los conceptos clásicos. Los conceptos dentro de la lógica cuántica han sido objeto de estudios por parte de los filósofos.
Neo- Realismo – Esta fue la posición adoptada por Einstein, quien se rehusó a aceptar cualquier interpretación, incluyendo la Interpretación de Copenhague, que afirmaba que la realidad del sentido común no existe. Los neorrealistas proponen que la realidad consiste de objetos familiares a la física clásica, y así las paradojas de la mecánica cuántica revelan la presencia de fallas en la teoría. Esta visión es también conocida como la interpretación de “la variable oculta” de la mecánica cuántica, que pretende que una vez descubiertos todos los factores que faltan, las paradojas desaparecerán.
La Consciencia Crea la Realidad – Esta interpretación lleva al extremo la idea de que el acto de medición, o posiblemente la conciencia humana, esta ligada con la formación de la realidad. Esto confiere al acto de observación el privilegiado rol especial de hacer colapsar lo posible hacia lo real. Muchos físicos tradicionales consideran a esta interpretación casi como un iluso deseo de la Nueva Era, pero no todos. Algunos físicos han adoptado esta visión y desarrollado variaciones descriptivas de la teoría cuántica que, de hecho, dan lugar a estas ideas.
? ¿Qué interpretación le resulta mas atractiva?
¿Cómo usted lo explicaría en detalle?
¿Ve usted otra interpretación posible?
¿Cuáles son las implicaciones de cada una de estas interpretaciones en el mundo?
¿Cómo afectaría cada una de estas interpretaciones su vida?
¿Cuál es su base para decidir qué interpretación adopta?
Debemos señalar que por ahora nadie tiene una plena comprensión de la mecánica cuántica. De modo que no hay autoridad clara que determine cuál interpretación es la más precisa.
LAS PRUEBAS EXPERIMENTALES DEL ENCUENTRO MENTE-MATERIA
Una aproximación que aporta un cierto grado de ventaja, al decidir que realidad cuántica podría estar más cercana para la verdad, consiste en considerar los informes de las frecuentes anomalías que no pueden ser explicadas mediante la física clásica pero que bien podrían serlo por medio de la física cuántica. En particular, a lo largo de la historia y en todas las culturas se han registrado informes de experiencias místicas y psíquicas. Desde el siglo diecinueve se han llevado a cabo en los laboratorios experimentos que intentan demostrar los efectos psíquicos. Estos esfuerzos continúan, incluso en el Laboratorio de Investigación de la Consciencia IONS.
La evidencia cada vez mayor aportada por la parasicología sugiere que algunos fenómenos psíquicos si existen. Muchos científicos suponen que tal investigación consiste en la caza de fantasmas realizadas por “investigadores de lo paranormales” de dudosa credencial, tal como los medios acostumbran a presentar la parasicología. En realidad existe un largo y distinguido historial de científicos académicos que seriamente han investigado estos fenómenos y publicado sus resultados. Cuando este conjunto de datos es evaluado sin prejuicios, hay una prueba fuerte de que podemos obtener información sin el uso de los sentidos comunes, información no limitada por las restricciones usuales del espacio y el tiempo. La evidencia sigue siendo controversial porque estos efectos son imposibles bajo las reglas de lo física clásica. Pero la flexibilidad del espacio-tiempo, la no-locabilidad, y las conexiones no-causales descritas por la física cuántica dan cabida a tales fenómenos.
Referencia: Para mayor información acerca del desarrollo de la intuición ir a: www.awakening-intuition.com y www.psiarcade.com Para ver una entrevista con Francis Vaughan, autor de Awkening Intuition ver: www.intuition.org/idxtran.htm
Por lo tanto, la parasicología aporta una nueva perspectiva para la interpretación de las diversas realidades cuánticas. La interpretación de “La Totalidad” de Bohm, en la que todo está finalmente interconectado con todo lo demás, parece especialmente compatible con los fenómenos psíquicos. Imagínese que tal como propone Bohm, a cierto nivel profundo de la realidad, nuestros cerebros están en íntima comunión con el universo entero.
Si esto fuera cierto, ¿cuál seria la sensación a nivel de la experiencia? Puede que en ocasiones usted obtenga un atisbo de la información de las mentes de otras personas, u objetos distantes, acerca del futuro o del pasado. Esta información estaría a su disposición, no a través de los sentidos comunes ni porque las señales de otras mentes u objetos viajaron de algún modo a su cerebro, sino debido a que su cerebro ya coexistente con ellos, así como con todo lo demás. Para navegar en este espacio psíquico, tendría que enfocar su atención hacia dentro en vez de hacia afuera. Esta propuesta esta apoyada por la practica del enfoque intencional, tal como se desarrolla en la práctica de la meditación, que por mucho tiempo se asoció con el desarrollo de experiencias psíquicas y místicas espontáneas. Desde esta perspectiva las experiencias psíquicas pueden ser reinterpretadas no como poderes misteriosos de la mente sino como atisbos momentáneos de la totalidad cuántica, la trama de realidad misma.
El Instituto de Ciencias Noéticas estudia la relación entre la mente y el mundo cuántico. En uno de sus experimentos utiliza un sensible instrumento óptico para establecer si la intención mental interactúa directamente con las características de la onda / partícula de los fotones.
En otro utiliza un generador electrónico de números aleatorios basados en la dirección que toman los fotones al dar con un espejo semi-plateado; y así detecta si la mente puede influenciar “la decisión “ del fotón respecto a la ruta a seguir. Estos experimentos se han realizado durante medio siglo de investigación de muchos científicos del mundo que exploran el rol de la mente en el mundo físico. En conjunto este cuerpo de investigación sugiere que la mente si interactúa con la materia en menor grado, y hasta ahora no se ha desarrollado ningún modelo simple que explique con claridad cómo sucede esto. Bien puede que la respuesta se encuentre en una mejor comprensión de las realidades cuánticas.
Práctica: Con un amigo, cierre sus ojos y sentados relajadamente, enfoque su atención en un objeto hasta que su mente se ponga relativamente calmada. Con los ojos todavía cerrados, la persona A piensa en un acontecimiento o una imagen fuerte que pueda mantener en su pensamiento de forma vivida. La persona B simplemente presta atención a toda impresión o imagen que le venga a la mente y las anota. Luego la persona A elige otra imagen. Repita tres veces e intercambie papeles. Luego compruebe sus respuestas contra la imagen real. ¿Qué nota usted?
Ciencia y el Misticismo
¿Nos ayuda la mecánica cuántica a entender la conciencia? ¿Qué nos dice para comprender las dimensiones espirituales de nuestra experiencia? Al tratar estas cuestiones, debemos recordar que es posible crear confusión si mezclamos metáforas con matemáticas. Existen áreas claramente compartidas entre las experiencias místicas de unidad y lo que los físicos describen como el campo cuántico. Aún, así los líderes de la mecánica cuántica – incluso Niels Bohr, Werner Heisenberg, y Edwin Schrodinger – rechazaron la idea de que la física y el misticismo describían los mismos fenómenos. Según Max Planck, los esfuerzos para juntarlos han sido “fundados en un malentendido o, más precisamente, en haber confundido la imagen de la religión con los enunciados de la ciencia. No hay ni que decirlo, el resultado no tiene sentido en absoluto.”
Sin embargo, tiene sentido buscar una conciliación entre la ciencia y la espiritualidad. Como señalara Tom Huston en su comentario de ¿Qué Rayos sabemos...? para la revista What is Enlightenment? (www.wie.org/j27/what-the-bleep.asp):
“En nuestra edad postmoderna y científica, ¿cuál es la dirección más obvia para un alma que busca la Verdad (con V mayúscula) después de recorrer y dejar atrás la religión mítica tradicional? Hacia la ciencia, con seguridad, por su pretendida verdad universal y su certeza matemática de hasta diez decimales respecto a la lógica interna del espacio y del tiempo. Al respaldar la ciencia respalda nuestras creencias espirituales y les aporta un cierto grado de legitimidad, por mas tenue que sea la conexión. Además, parece que esas creencias se tornan más fáciles de defender frente a la autoridad científica – es decir, los escépticos y los científicos materialistas de nuestra era –El hecho de que uno sienta la necesidad de superar la duda de la cosmovisión científica del mundo materialista indica hasta que punto esta impregna todo y cuan inmersos estamos muchos de nosotros. “

? ¿Las teorías científicas cómo afectan nuestra visión del mundo?
¿Cómo trata usted al conocimiento que no puede ser probado científicamente?
¿Cómo sabe usted que algo es verdad?
No es necesario forzar una explicación científica de las percepciones intuitivas acerca de las conexiones intuitivas entre ciencia y espíritu. Podemos dejar que nuestras intuiciones y percepciones espirituales se instalen y sean evaluadas en sus propios términos, por su belleza y su poder de inspirar y evocar un sentimiento de profundo acuerdo entre nosotros y el mundo. Como el físico británico Sir Arthur Eddington lo expresara hace un siglo:
“En el sentido místico de la creación que nos rodea, en la expresión del arte, en el anhelo hacia Dios, el alma crece hacia arriba y encuentra la satisfacción de algo implantado en su naturaleza..... ...... La búsqueda de la ciencia (también) nace de un esfuerzo que la mente esta impelida a seguir, un cuestionamiento que no puede ser suprimido. Ya por la búsqueda intelectual de la ciencia o por la búsqueda místicas del espíritu, la luz hace señas y el propósito que brota adentro de nuestra naturaleza responde. “
La física cuántica, con sus sorprendentes revelaciones y sus extraños hallazgos ha logrado despertar al mundo de lo que William Blake llamó “el dormitar de Newton.” Ya no podemos ver al mundo que da la apariencia de ser real, local, coherente, y causal, y tener la plena convicción de que percibimos toda la realidad. Ni podemos decir que sabemos qué realidad percibimos. Hasta que nuevos secretos sean revelados, quizá todo lo que nosotros podemos decir es
“¿Qué rayos Sabemos Nosotros?”
? ¿Qué despierta en Ud. los descubrimientos de la física cuántica ?
¿Puede imaginar un mundo en el cual los objetos no tienen propiedades intrínsecas?
¿Qué proporción de la realidad existente cree usted que escapa a nuestra percepción?
¿Cómo cambiaría su vida al experimentara la realidad como un diálogo de final abierto?
Si el mundo es resultado de un juego del que participamos tanto nosotros
como la naturaleza, ¿Hasta que punto cree usted que la realidad es arbitraria?
La física cuántica es una física de posibilidades...
? ¿- Quién elige entre las posibilidades para darnos el evento real de la experiencia?
¿- Cómo piensa usted en términos de posibilidades?
¿- Cómo piensa usted sin tener objetos de pensamiento?
HACIÉNDOLO PERSONAL...
¿Puede pensar en alguna ocasión en su vida en la que su experiencia se haya extendida más allá del rango acostumbrado, revelando que su visión del mundo era, en cierto sentido, una ilusión?
Si las extrañas propiedades de la teoría cuántica sólo son observables a escala atómica, ¿en que medida cree que la teoría cuántica tiene importancia para su experiencia ordinaria?
Citas
La ontología del materialismo se apoyo en la ilusión de que, el tipo de existencia, la “realidad “directa del mundo que nos rodea podía ser extrapolada al plano atómico. Sin embargo, esta extrapolación es imposible. –Werner Heisenberg
Las unidades más pequeñas de materia no son, de hecho, objetos físicos en el sentido común de la palabra; son formas, estructuras o – en el sentido de Platón – Ideas, de las que uno solo puede expresarse sin ambigüedades con el lenguaje de las matemáticas. –Werner Heisenberg
Debemos recordar que lo que vemos no es la naturaleza misma, si no la naturaleza expuesta a nuestro método de observacion. –Werner Heisenberg
La observación juega un papel decisivo en el evento y. . . La realidad varía, según se la observe o no. –Werner Heisenberg
Por útil que sea bajo circunstancias normales decir que el mundo existe “allí afuera” independiente de nosotros, esa visión, ya es insostenible. –J A.. Wheeler
“Pienso que es seguro decir que nadie entiende la mecánica cuántica. Deje de repetirse, si puede evitarlo, la pregunta ¿pero cómo puede ser así?, ya que terminaría en un callejón sin salida del que nadie ha escapado aun. Nadie sabe cómo es que puede ser asi.”–Richard Feynman
LIBROS
 Davies, P. C. W. The Ghost in the Atom: A Discussion of the Mysteries of Quantum Physics. Cambridge University Press, 1986.

 Feynman, Richard. QED: The Strange Theory of Light and Matter. Princeton University Press, 1985.

 Greene, Brian. The Elegant Universe: Superstrings, Hidden Dimensions, and the Quest for the Ultimate Theory. Vintage, 2000.

 Hawking, Stephen. A Brief History of Time: The Updated and Expanded Tenth Anniversary Edition. Bantam, 1998.

 Heisenberg, Werner. Physics and Philosophy: The Revolution in Modern Science. Harper and Row, 1958.

 Heisenberg, Werner. Physics and Beyond: Encounters and Conversations. Harper and Row, 1971.

 Herbert, Nick. Quantum Reality: Beyond the New Physics. Anchor Books, 1987.

 McFarlane, Thomas. The Illusion of Materialism: How Quantum Physics Contradicts the Belief in an Objective World Existing Independent of Observation. Center Voice: The Newsletter of the Center for Sacred Sciences, Summer-Fall 1999.

 Zukav, Gary. The Dancing Wu Li Masters. Bantam Books, 1990.
( Danza de los Maestros del Wu Li )…. esta en los archivos del grupo,
puedes bajarlo
INTERNET
Heisenberg and Uncertainty: A Web Exhibit American Institute of Physics
www.aip.org/history/heisenberg/

Measurement in Quantum Mechanics: Frequently Asked Questions edited by Paul Budnik
www.mtnmath.com/faq/meas-qm.html

The Particle Adventure: An interactive tour of fundamental particles and forces
Lawrence Berkeley National Laboratory www.particleadventure.org

Discussions with Einstein on Epistemological Problems in Atomic Physics, Niels Bohr (1949) www.marxists.org/reference/subject/philosophy/works/dk/bohr.htm

The History of Quantum Theory, Werner Heisenberg (1958)
www.marxists.org/reference/subject/philosophy/works/ge/heisenb2.htm

The Copenhagen Interpretation of Quantum Theory, Werner Heisenberg (1958)
www.marxists.org/reference/subject/philosophy/works/ge/heisenb3.htm

The Illusion of Materialism by Thomas J. McFarlane
www.integralscience.org/materialism/materialism.html

ENLACES PARA LA INFORMACIÓN GENERAL SOBRE LA MECÁNICA CUÁNTICA:

http://en.wikipedia.org/wiki/Quantum_mechanics

http://plato.stanford.edu/entries/qt-quantlog/

http://scienceworld.wolfram.com/physics/topics/EarlyQuantumMechanics.html

www.benbest.com/science/quantum.html

www.mtnmath.com/faq/meas-qm-0.html


Extractado de la Guía de Estudio de la película ¿Que Rayos Sabemos Nosotros?
Presentacion del Institute of Noetic Sciences y Captured Light Industries
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Según Platón, el conocimiento es un subconjunto de lo que forma parte a la vez de la verdad y de la creencia.
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