jueves, 25 de octubre de 2007

La Gran Cadena del Ser. (1)

Introducción

La visión del mundo conocida como "filosofía perenne", por manifestarse de manera prácticamente idéntica a través de culturas y épocas, ha confirmado el núcleo no sólo de las grandes tradiciones de sabiduría del mundo entero, desde el budismo hasta el cristianismo, pasando por el taoísmo, sino también de los principales filósofos, científicos y psicólogos. La filosofía perenne se halla tan abrumadoramente difundida que, o bien se trata del mayor error intelectual de la historia de la humanidad, o bien constituye la reflexión más detallada sobre la naturaleza de la realidad que jamás se haya llevado a cabo.

Un aspecto fundamental en la filosofía perenne es la noción de “gran cadena del ser”. La idea en sí misma es muy sencilla. Desde el punto de vista de la filosofía perenne, la realidad no es unidimensional, no es un país plano y compuesto de una substancia uniforme sino que más bien está configurado por dimensiones diferentes pero continuas. Así, pues, la realidad manifiesta se halla constituida por grados o niveles que van desde el nivel inferior más denso y menos consciente hasta el nivel superior más sutil y más consciente. En un extremo de este continuo del ser, del espectro de la conciencia, se halla aquello que Occidente denomina “materia”, lo insensible, lo no consciente, mientras que en el otro extremo se halla el “espíritu”, la “divinidad”, lo “superconsciente”; que, como veremos, se dice que constituye el sustrato omnipenetrante que impregna todos los niveles. Entre ambos extremos se ordenan las otras dimensiones de ser en función de su grado individual:
1- Realidad (Platón),
2- Actualidad (Aristóteles),
3- Inclusividad (Hegel),
4- Consciencia (Aurobindo),
5- Claridad (Leibniz),
6- Valor (Whitehead) o
7- Conocimiento (Garab Dorje).

En ocasiones, la gran cadena se presenta como si estuviera compuesta por tres grandes niveles: materia, mente y espíritu; otras versiones hablan de cinco niveles: materia, cuerpo, mente, alma y espíritu, y ciertos sistemas yóguicos, por último, enumeran literalmente docenas de dimensiones discretas pero continuas. Para nuestro propósito, sin embargo, bastará con recurrir a una jerarquía de cinco niveles: materia, cuerpo, mente, alma y espíritu.

La afirmación fundamental de la filosofía perenne es que el ser humano puede crecer y desarrollarse o evolucionar a lo largo de esta cadena hasta llegar al Espíritu mismo y, de este modo, realizar la suprema identidad con la Divinidad, el ens perfectissimus que constituye el principal anhelo de todo nuestro crecimiento y evolución.

Pero adviértase que la gran cadena es, en realidad, una jeraquía y que éste, por otra parte, es un término que, en la actualidad, parece despertar rechazo. El término jerarquía, introducido originalmente por el gran místico cristiano San Dionisio, significa esencialmente "gobernar la propia vida en base a principios espirituales": hiero significa sagrado o santo y archi significa gobierno o regla. Pero apenas se trasladó al campo del poder político y militar, el "gobierno del espíritu" pronto se transformó en el "gobierno de la Iglesia católica". De este modo, un principio espiritual mal entendido terminó convirtiéndose en un sinónimo de despotismo.

Sin embargo, para la filosofía perenne, y en realidad, para toda la psicología moderna, la teoría evolucionista y la teoría de sistemas, la jerarquía consiste simplemente en un ordenamiento de acontecimientos en función de su capacidad "holística". En cualquier secuencia evolutiva aquello que abarca la totalidad de un estadio deviene meramente una parte de la totalidad mayor propia del estadio subsiguiente. Una letra, por ejemplo, forma parte de una palabra, la cual se halla integrada en una frase que, a su vez, forma parte de un párrafo, etc. Arthur Koestler acuñó el término "holón" para referirse a estos elementos que, siendo un todo en un determinado estadio, constituyen un simple elemento compositivo de la totalidad superior propia de un estadio posterior.

Fuentes:
Ken Wilber, "Trascender el Ego".








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