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martes, 21 de diciembre de 2010

Realidad y Conocimiento según Ken Wilber - III

Ken Wilber en su libro "Los Tres Ojos del Conocimiento", examina las tres esferas del conocimiento, se inspira en una famosa metáfora de san Buenaventura: la realidad se puede conocer por medio de tres ojos* Con el ojo de la carne el reino empírico de los sentidos, la experiencia sensorial.* Con el ojo de la mente el reino racional de la mente, los procesos de abstracción y razonamiento.* Con el ojo de la contemplación el reino contemplativo del espíritu, los estados transpersonales: iluminación, insight, revelación, etc.Wilber plantea como "errores categoriales" el pretender analizar y comprender cualquiera de estos reinos con un "ojo del conocimiento" que no le corresponde, mostrando la confusión a que puede conducir el mezclar las distintas esferas, y proponiendo un modelo más profundo y amplio al mismo tiempo que más trascendente de nosotros mismos y el universo.

La metodología de todo conocimiento válido.

Wilber afirma, contundentemente, que a además de lo sensorial (fuente sin duda, de ciertos tipos de conocimiento) y de la experiencia mental o razonamiento existe la experiencia espiritual. Afirma que hay tres dominios diferentes y reales: la "sensibilia", la "intelligibilia" y la "transdendelia", de donde surgen, respectivamente, las experiencias sensibles, mentales y espirituales. Para apoyar esta afirmación reflexiona sobre qué la metodología produce un conocimiento válido y, a partir de esa metodología construirá su discurso.
He aquí que Wilber comparte con Thomas Kuhn y Kart Popper sus teorías sobre metodología y conocimiento. Según Kuhn, todas las formas válidas de conocimiento han de seguir una prescripción o instrucciones (una orden que indique lo que hayas de hacer para obtener un determinado resultado), siguiéndolas hemos de obtener una serie de datos ya sean mentales o sensibles. Según Popper, hay que someter estos datos o hipótesis a una confirmación o refutación posterior.
A diferencia de Kuhn, Wilber afirma que las instrucciones son aplicables a cualquier tipo de conocimiento no solamente al sensomotor o físico. Respecto a Popper, considera que los datos no han de ser, necesariamente, falseables por datos sensoriales. La confirmación o rechazo según Wilber, no implica necesariamente datos sensibles. Un ejemplo es el mundo de la matemática con un conocimiento obtenido después de aplicar correctamente una prescripción determinada dentro del ámbito de la razón sin necesidad de datos empíricos sensibles.
Wilber afirma que hay que aceptar como conocimiento válido aquello que ha surgido de seguir las prescripciones adecuadas para obtener datos concretos y ha resistido la confrontación posterior de los miembros de una comunidad experta en el saber de la cuestión. Así pues, afirma que la respuesta a la relación entre lo absoluto y lo que es relativo, no es ninguna de las ofrecidas hasta hora (que lo absoluto creó el mundo, o que el mundo es pura ilusión, ni que percibimos un reflejo de lo absoluto, etc.). Afirma que la respuesta a las contradicciones existentes a la metafísica: absoluto-relativo, libertad-destino, cuerpo mente no se pueden resolver desde la "sensibilia" (el mundo de lo empírico, de los sentidos), ni desde la "intelligibilia" (el mundo de la mente). Estas contradicciones sólo se concilian desde la "transcendelia" (el mundo que está más allà de la mente y del que hablan, en distintos lenguajes todos los místicos del mundo), un dominio que nada más aparece una vez que se ha dominado, conocido y transcendido el mundo del razonamiento .
Wilber afirma que el espacio "transcendelia" no es un espacio para la filosofía, ya que la filosofía se basa en el razonamiento y la "transcendelia" está más allá del razonamiento . Pero afirma que la, filosofía sirve de base para afirmar que siguiendo prescripciones adecuadas, obteniendo datos sensibles, confrontándolos con los miembros de una comunidad que haya completado los dos pasos anteriores se puede llegar a un conocimiento válido que demuestre la existencia irrefutable de este ámbito.

Es cierto que, desde Kant, la metafísica estaba atravesando momentos difíciles y, mucha gente afirmaba había muerto. Sin embargo, Wilber ofrece una visión de la realidad que vuelve a resucitar la metafísica en el corazón mismo del conocimiento. Es verdad que niega a la razón (y a la filosofía) la posibilidad de profundizar en las respuestas claves de la metafísica clásica. Pero también es verdad que nos indica un camino para entrar el senda que los místicos de las grades religiones han marcado.
Wilber está cumpliendo el deseo y el reto de Luc Ferri para la filosofía en el siglo XXI apropiarse, desde el razonamiento filosófico, de las grandes verdades religiosas. Wilber está, de nuevo, volviendo a encantar al mundo para demostrar que su significado todavía está por descubrir, pero que la puerta que lleva a su descubrimiento está, de nuevo, abierta.

Conclusiones.

La principal aportación que Wilber hace a la filosofía del S XXI es esta ambición de construir una filosofía integral donde la metafísica continua existiendo. Una filosofía que incluya la conquista de la realidad, es decir aquello que está al margen de lo que es relativo, una filosofía que tenga presente la idea de Kosmos como Absoluto.
En esta línea de pensamiento, Wilber nos hace ver, que hay que experimentar directamente con los ámbitos de la "sensibilia", la "intelligibilia" y la "transcendelia" para superar las objeciones kantianas (las objeciones que dicen que la mente, en tanto que razón no puede entrar en el ámbito metafísico y que la metafísica ha quedado prisionera sin esperanza).
Así que después de mostrarnos los diferentes tipos de conocimientos y de verdades, nos invita a investigarlos y a experimentarlos. Nos invita a ir cada vez mas allá para comprender la realidad de forma mas inclusiva y explicativa cada vez, a comprenderla más holárquicamente, desde estadios evolutivos cada vez mas superiores. Wilber nos invita a esta conquista escalando cada uno de los tres niveles evolutivos: el sensorial, el mental y el espiritual.

Se nos avisa que la filosofía pertenece al ámbito de la razón y que, así pues no puede ir más allá de este ámbito. Pero cree que la filosofía ha de reconocer el papel que diversas técnicas contrastadas durante años por multitud de místicos de distintas religiones han jugado y juegan aun hoy día. A pesar de que la filosofía no puede ofrecernos datos de estos niveles, sí puede justificar su existencia y su importancia si se sigue una metodología adecuada.
Como consecuencia de sus ideas, nos hace replantearnos el papel de la ciencia y su reduccionismo bestial, al intentar interpretar la totalidad del mundo nada más que a través del cuadrante objetivo de los objetos o el ello, dejado fuera toda la subjetividad y social.
También nos plantea dudas importantes acerca de ciertas visiones holisticas que pretender ser sistémicas y globales mientras continúan negando la profundidad de la conciencia del yo y del nosotros. Wilber nos advierte muy seriamente, de los peligros de ciertos enfoques planos y unidimensionales de visiones ecológicas falsamente sistémicas. Todos ellos, dice, ignoran alguno de los cuadrantes básicos del conocimiento y, por lo tanto, distorsionan la realidad. Wilber, como Habermas, también se posiciona contra el relativismo y nos hace ver que los relativismos consideran relativos todas las posiciones excepto las suyas! Por el contrario, Wilber nos ofrece una propuesta de estudios evolutivos (que aunque individuales pueden también trasladarse a un nivel social), que nos ayudan a entender la diversidad del mundo desde otro mundo de otro punto de vista mucho más explicativo y estable.
Según Wilber, es imprescindible preservar las conquistas obtenidas con el liberalismo ilustrado que surgieron en separar el Gran Tres: la diferenciación entre el arte, la moral y la ciencia ha permitido al individuo escapar del dominio mítico propio de la iglesia y del estado, han facilitado la aparición de las democracias, de los grandes movimientos de la liberación, del florecimiento de la ciencia empírica con el avance impresionante de la medicina, la física…
Pero también es necesario resituar todas estas conquistas dentro de una espiritualidad que no niegue la Ilustración, sino que se apoye en ella. En palabras de Luc Ferry: debemos reapropiarnos de las verdades del discurso filosófico.

Finalmente Wilber es una invitación a hacer de la filosofía una herramienta cotidiana, a construir, desde la filosofía, una vida consciente que merezca la pena ser vivida, de alguna manera Ken Wilber me recuerda las palabras de Sócrates cuando afirmaba que “la vida no examinada, no es una vida que merezca ser vivida”.

Fuentes:



Realidad y Conocimiento según Ken Wilber - II

La afirmación de que la "Realidad es el sujeto absoluto" no es verdadera ni falsa sino que está vacía, no tiene el menor sentido, porque también podríamos afirmar exactamente lo contrario, que "La Realidad es el objeto absoluto". Lo mismo sucedía en Oriente: "La Realidad es Atmán" contra "La Realidad es Anatmán" hasta que Nagarjuna desmanteló esa forma de pensar de la misma manera que lo haría Kant en Occidente.
Ken Wilber 
¿Qué tipos de conocimiento existen?

Casi desde el inicio de la búsqueda filosófica sobre el conocimiento y la realidad, los estudios se han dividido en dos grandes grupos: por un lado los que buscaban la verdad y el conocimiento de la realidad en el mundo subjetivo e interno de cada persona. Por otro lado aquellos que buscaban la verdad y el conocimiento de la realidad en el mundo empírico y externo a la persona.
Ken Wilber considera imprescindible romper esta separación que ha estado viva durante siglos y que ha enfrentado idealismo contra materialismo, introspección contra positivismo, hermenéutica contra empirismo. Según él, hay que realizar un abordaje integral de la filosofía que lleve a reconocer la realidad de cada una de estas dos visiones que no son contradictorias sino complementarias. Abordan caras diferentes de la realidad o del cosmos que se expresa en múltiples direcciones. Por ello, externo- interno, objetivo-subjetivo, cerebro – mente… no son más que casos de una misma realidad.

"El peregrino necesita avanzar sin caer en las trampas de la Ilusión, y discriminar perfectamente la Dualidad.
Sabiendo la verdad de la No Dualidad, entonces puede estar libre del peligro de la Ignorancia."

Hay que crear un marco donde cada verdad encuentre su propio espacio sin negar el de otras verdades igualmente ciertas. Un marco que incluye en dos campos, tanto lo objetivo como lo subjetivo. Un marco que tenga dos áreas una objetiva y otra subjetiva para cada realidad.
Pero el conocimiento no solamente cae dentro de estos dos campos, sino que estos se pueden dividirse, a su vez, en otros dos más, ya que tanto el enfoque subjetivo como el objetivo pueden dividirse según se enfoquen desde la individualidad o desde la colectividad. Aunque Wilber, para simplificar el esquema anterior, a menudo trabaja sobre tres campos donde situar el conocimiento: el cuadrante exterior, externo o cuadrante del ello, el cuadrante interno del yo y el cuadrante social de nosotros. Estos tres campos los domina el "Gran Tres".
De hecho tal como afirma Wilber, todos los cuadrantes o campos están relacionados entre sí, todos son causa y efecto, al mismo tiempo, de los otros y ninguno puede reducirse completamente a cualquiera de los otros cuadrantes sin provocar distorsiones y rupturas en la visión global del Kosmos.

"Ken Wilber utiliza el término Kosmos para referirse a todas las existencias manifiestas, con inclusión de diversos reinos de la conciencia. Con tal fin, se distingue un Universo no dual (que, a su juicio, incluye tanto la teoría noética y los aspectos físicos) del Universo estrictamente físico, que es la preocupación de las ciencias tradicionales."

Esto es lo que ha sucedido con la razón y el cientifismo. Desde la Ilustración ha dominado y invadido la mayoría de los campos de la vida cotidiana. Wilber no pone en duda el componente objetivo del conocimiento, sino su exclusividad, esta absurda creencia de que el mundo puede ser completamente explicado en el lenguaje del ello, ignorando totalmente los espacios subjetivos del yo y los ínter subjetivos del nosotros.
Hay que recuperar las diferentes verdades que cada cuadrante o campo ofrece, resituar el espacio de la verdad científica en el lugar que le corresponde, juntamente con las otras verdades. Así, todas las verdades agrupadas en conjunto nos permitirán entender todos los tipos de conocimiento y, en consecuencia , el Kosmos.

¿A qué verdades hacen referencia?

Cada uno de los cuatro campos donde se sitúa el conocimiento tiene su propia prueba de validez, su forma de comprobación. La verdad del campo objetivo del ello es la verdad representacional, proporcional o de correspondencia. De este tipo de verdad se espera que aquello que se afirma concuerde con la realidad observable. Es el camino del método científico que nació con la Ilustración y que ha facilitado el crecimiento de ciencias como la física y la química, la conducción, la neurología…de la mano de algunos pensadores fundamentales de esta vía como Siknner. Hume o, por ejemplo Loke.
Para juzgar la fiabilidad de las introspecciones tenemos la veracidad o la sinceridad. Cuando me explicas lo que piensas o lo que sientes, solamente la veracidad es la prueba de validez que puedo aplicar para asegurarme que lo que se dice coincide con lo que se piensa o siente. Este tipo de verdad necesita de un camino dialógico interpretativo e introspectivo que aplica gran parte de la sociología, la filosofía, la antropología…son los caminos que han recorrido pensadores como Freud, Kolhberg y Piaget.
Otro tipo de verdad es el ajustamiento funcional que se aplica en ámbitos que son, a la vez, objetivos y colectivos. En estos ámbitos la verdad depende de la interrelación objetiva existente entre los diferentes elementos individuales. Hay que remarcar que la verdad que ofrecen está basada en un ajuste estructural empíricamente observable. Dentro de algunas ciencias se encuentran enfocamientos de este estilo, cómo por ejemplo, la economía y la ecología. Marx y Compte serian pensadores vinculados a este tipo de verdad.
Las rectitud o el ajuste cultural es la verdad del campo subjetivo en tanto que social o colectivamente compartido. Implica la capacidad de mantenerse culturalmente ajustado. De hecho no solamente hemos de ajustar nuestros cuerpos al espacio objetivo, sino que también hemos de adaptarnos al espacio ético, moral y cultural de la sociedad en la que vivimos. Las ciencias que abordan la profundidad colectiva que ha de ser interpretada y que se incluyen en este ámbito son la historia, la sociolingüística, la etnográfica, la literatura, ciertos enfocamientos de la sociología…y algunos de los pensadores más ilustres de este camino son Weber, Goodman, y Witggenstein.
Si en vez de los cuatro ámbitos cogemos la simplificación que el mismo Wilber propone bajo el nombre del "Gran Tres" (yo, nosotros, ellos), veríamos que existen una gran similitud con las tres pruebas de validez de Habermas: verdades de objetos , veracidad o sinceridad por sujetos y justicia o derecho en la íntersubjetividad. También veremos una similitud con las tres criticas de Kant: la de la razón pura (razón teórica con relación con el objetivo o al ello), la razón práctica o moral intersubjectiva (el nosotros) y el juicio estético personal (el yo).
Pero, ¿de qué manera justifica Ken Wilber desde la filosofía, teniendo presente los diferentes tipos de realidades, conocimientos y verdades, el ámbito de la metafísica? Sobre que razones y verdades se apoya para dar soporte a su punto de vista y resucitar la metafísica? ¿Cómo puede afirmar que los seres humanos sí podemos conocer la realidad última y absoluta que se esconde detrás de lo que nos rodea?


Realidad y Conocimiento según Ken Wilber - I

"La única constante es la búsqueda;
el Ser es simplemente el proceso de su propio devenir.
Cuando a un famoso maestro zen le preguntaron cúal era el significado
y la naturaleza de la realidad absoluta, contestó simplemente: "Sigue caminando" "
Ken Wilber

Introducción.

La filosofía ha de ayudarnos a entender el mundo, nos ha de abrir los ojos delante de una realidad que la ciencia puede describir pero que solamente desde la interpretación filosófica puede conocerse.
No creo en la filosofía como un discurso que desde la lejanía o el pedestal sospeche y ponga en duda la sabiduría que se adquiere con la experiencia de la vida cotidiana. Yo creo en una filosofía que nos ayude a comprender, aclarar y profundizar en una realidad que ya nos muestra, aunque sea tímidamente, el mismo sentido común.
También creo en una filosofía que parte del momento histórico donde se encuentra para ofrecer respuestas (muchas veces más preguntas que respuestas) que sean pertinentes y significativas para las mujeres y los hombres del momento.
En este sentido, Ken Wilber aborda muchos de los temas que actualmente están sobre la mesa : ecología, relaciones de dominio, movimientos de liberación filosófica y política y un largo etcétera. Una parte de este ensayo aborda estos puntos y la forma de tomar unas verdades parciales como las únicas verdades, nos habían llevado a un callejón sin salida.

El filósofo francés Luc Ferry afirma que la gran tarea actual de la filosofía es reapropiarse de la verdad del discurso religioso, Ken Wilber se ha atrevido a dar este paso. En realidad, ha intentado ir mucho más allá, ha querido presentarnos un marco global donde muestra todo el conocimiento existente, de forma coherente y inteligible. No cae en el error de afirmar que todo el conocimiento existente está explicado con este marco, pero sí afirma que puede explicarse dentro de él.
Ken Wilber es un filósofo que está cansado de vivir en un mundo sin volumen. Un mundo dominado por la ciencia y su preponderancia (incluso prepotencia) un mundo unidimensional. Su objetivo último es integrar en una sola explicación coherente las diferentes áreas del conocimiento humano, es decir ordenar, clasificar y jerarquizar estos conocimientos para hacerlos inteligibles. Al ordenarlos, la ciencia ocupa su propio espacio sin fagocitar el resto de conocimientos. Así verdades parciales hasta ahora contradictorias, dejan de enfrentarse para convertirse en complementarias…
Pero he aquí lo más sorprendente de todo: ¡la metafísica resucita! La metafísica vuelve al lugar que le corresponde. No era cierto que la metafísica hubiese muerto o si la metafísica había muerto, Ken Wilber la resucita, ante nuestra mirada atónita y sorprendida.

Como se estructura la realidad.

Según Wilber, la realidad no está compuesta de cosas, ni de relaciones, ni de procesos… la realidad está compuesta de holones. Los holones son a la vez, totalidades y partes. Es decir, totalidades que son parte de otras totalidades de orden superior. El Universo, como totalidad, también es un holón ya que es una totalidad en el mismo pero a la vez es una parte de la totalidad temporal siguiente.

"El holismo (del griego ὅλος, holos; todo, entero, total) es la idea de que todas las propiedades de un sistema dado, (por ejemplo, biológico, químico, social, económico, mental o lingüístico) no pueden ser determinados o explicados por las partes que los componen por sí solas. El sistema como un todo determina cómo se comportan las partes. Como adjetivo, holística significa una concepción basada en la integración total frente a un concepto o situación.
El principio general del holismo fue resumido concisamente por Aristóteles en su metafísica."

"El todo es mayor que la suma de sus partes."

Los holones, es decir la realidad, se estructuran siguiendo una serie de veinte principios. Pasar revisión a cada uno de los principios y ver sus implicaciones superaría el objetivo y la brevedad de este ensayo, sin embargo, quiero aprovechar la ocasión para destacar algunas implicaciones de estos principios que son importantes para entender las aportaciones de Ken Wilber sobre los discursos sobre la realidad.
Los holones emergen de la adición de otros holones, pero las nuevas características que aportan, son cualitativamente diferentes a la simple suma de las partes que los componen. Como la unión de dos átomos de nitrógeno y uno de oxígeno que da lugar al agua, elemento que lo incluye pero trasciende en tanto que ofrece una realidad absolutamente diferente a cada una de las partes que lo componen.
He aquí otro principio que Wilber deduce: cada holón emergido incluye y a la vez transciende los holones que le preceden. Sin embargo, necesita de ellos para existir, sin los holones que lo configuran no existiría, pero el resultado supera las expectativas razonables de una simple suma. Por ejemplo, la mente necesita de la fisiosfera (el mundo físico) pero la transciende ya que la noosfera (el mundo de la mente) está mucho más allá.
De esta relación parte toda inclusión trascendencia Wilber deduce que la realidad se ordena de forma holoárquica, es decir que los holones se ordenan jerárquicamente en holones que se incluyen, pero al mismo tiempo transcienden como si fueran círculos concéntricos. Aquí podemos encontrar una similitud con Hegel ya que cada nuevo holón o estadio es capaz de dar una respuesta mas amplia en incluir pero transcender los estadios o holones anteriores, igual como la síntesis incluye la tesis y la antítesis transcendiéndolas.

Estadios, evolución y aparición de nuevas realidades.

Los humanos, con todas nuestras capacidades, nos desarrollamos pasando necesariamente por una serie de diferentes escalones o niveles por los cuales es necesario transitar para desarrollarnos. Wilber, juntamente con mucha otra gente, llama estadios a cada uno de estos escalones o niveles que también se ordenan jerárquicamente como los holones.
Así por ejemplo nos recuerda que la percepción de identidad de un ser humano se consigue atravesando tres estadios:
1 - El primero en que la conciencia física o self físico emerge,
2 - un segundo donde aparece el yo emocional,
3 - y tercer estadio donde surge un self o yo mental.
Cada una de estas percepciones de identidad necesita basarse en el anterior de tal forma que ninguna persona que, por ejemplo, no haya descubierto su yo corporal no puede descubrir su yo emocional
En cada uno de estos niveles, el sujeto humano que evoluciona se da cuenta de que el mundo que se le aparece delante suyo parece diferente. Wilber afirma que parece diferente porque en realidad es radicalmente diferente, que la evolución hace aparecer espacios diferentes (e inexistentes) en un nivel de conciencia inferior, por tanto, son mundos distintos.
Imaginémonos por ejemplo, un ser humano que no tiene todavía definida su self emocional. Puede tener emociones (posiblemente incluso antes de nacer), pero hasta que no alcance su yo emocional de forma estable no podrá distinguir fácilmente su interior de su exterior, confundirá sus sentimientos con sus pensamientos, actuará como si todos tuvieran que sentir lo mismo que él, "sus fronteras emocionales" serán inestables y fluctuantes.
Cuando esta persona adquiera su self emocional diferenciado, una realidad nueva aparecerá ante sí. Descubrirá gente que tiene emociones personales diferentes a las suyas y podrá diferenciar entre él y los otros, comenzará a comprender que sus emociones no son sus pensamientos: un nuevo mundo, una nueva realidad se abrirá para esta persona en aquel momento.
Esto no pasa solamente en relación a las sensaciones o percepciones de identidad (estudiados por diferentes teóricos como, por ejemplo, Loevinger), sino también con las diferentes necesidades del yo (a las que Maslow hace referencia) y las diferentes capacidades morales de las que hablan Pieget y Kolhberg.
Pero si nos centramos en las estructuras básicas del desarrollo de la consciencia vemos que Ken Wilber las ha sintetizado en nueve estadios relacionados holárquicamente. Estas estructuras básicas son diferentes a los estadios morales, pero son al tiempo la base en estos se apoyan por eso reciben el nombre de básicos. Estos estadios básicos son, de forma muy sintetizada, los siguientes:
1. El primero es un estadio donde predomina la materia y la sensación: "estadio sensoreo motor ",
2. existe un segundo estadio donde predomina el nivel emocional y donde la "representación mental" opera exclusivamente con imágenes: "estadio fantásmico-emocional".
3. También existe un tercer estadio en el cual se logra el dominio del símbolo y del concepto.
4. Posteriormente viene un cuarto estado llamado de "regla – rol" en el que se pueden llevar operaciones mentales regladas (clasificación, jerarquización …) y aunque de forma no estable, se puede asumir el rol de otras personas.
5. A continuación aparece un quinto estadio llamado "reflexivo – formal" en el cual por primera vez, se puede pensar sobre el mismo pensamiento, en este estadio no es necesario centrarse en objetos externos, sino que pueden abordarse las relaciones y la mente y su funcionamiento en sí mismo.
6. El siguiente estadio evolutivo, el sexto, implica la capacidad de establecer y pensar en redes de relaciones, este estadio es el ultimo que se aborda desde los dominios de la percepción empírica y razonamiento.
A partir de aquí, según Wilber, aparecen tres estadios más: el psíquico, el sutil y el último estadio el de vacuidad o causal. Ninguno de estos estadios puede ser comprendido a través de la razón, ni de la percepción. El camino que conduce a la consecución de estos estadios no parte ni del dominio de la percepción, ni de la razón.

"Don Juan sostenía que nuestro mundo, que creemos ser único y absoluto, es sólo un mundo dentro de un grupo de mundos consecutivos, los cuales están ordenados como las capas de una cebolla. Él aseveraba que aunque hemos sido condicionados para percibir únicamente nuestro mundo, efectivamente tenemos la capacidad de entrar en otros, que son tan reales, únicos, absolutos y absorbentes como lo es el nuestro.

Don Juan me explicó que para poder percibir esos otros reinos, no sólo hay que desear percibirlos, sino también poseer la suficiente energía para entrar en ellos. Su existencia es constante e independiente de nuestra conciencia, pero su inaccesibilidad es totalmente una consecuencia de nuestro condicionamiento energético. En otras palabras, simple y llanamente a raíz de este condicionamiento estamos compelidos a asumir que el mundo de la vida cotidiana es el único mundo posible."

Wilber afirma que no se puede llegar a estos nuevos estadios sin alcanzar los anteriores pero que, en contra de lo que muchos otros filósofos afirman, existe un mundo más allá de los que van surgiendo en la evolución de la percepción y el razonamiento. De este mundo podemos obtener pruebas de su existencia equiparables a las piedras como prueba del mundo físico o a los sentimientos como prueba del mundo psíquico. Para obtener estas pruebas nada más hay que seguir las prescripciones que, durante, siglos han trasmitido todas las religiones místicas que ordenan parar la mente y observar los focos de donde nacen todos los razonamientos y sensaciones sin dejarse distraer por ninguna de las dos.
¿Diferentes estallidos de discursos sobre la realidad? No, o no solamente. También realidades diferentes conquistadas individualmente y descritas, de forma correcta según el punto de evolución personal en los estadios evolutivos. Aunque cada descripción es correcta en su nivel, es necesario ver que una descripción en un nivel superior incluye y transciende la inmediatamente precedente y todas las anteriores. Será por tanto, más explicativa y cualitativamente superior.
Realidades que están adecuadamente descritas aunque tengan discursos diferentes, puesto que corresponden, literalmente, a mundos distintos!

Fuentes:

jueves, 30 de octubre de 2008

¿Vida después de la muerte?

Este libro es una recopilación de ensayos de varios autores acerca de la supervivencia de la conciencia después de la muerte. La compilación de los escritos se ha llevado a cabo por Gary Doore, y entre otros autores encontramos a investigadores de renombre como Ken Wilber, Stan Grof, Stanley Krippner, Charles Tart, Sogyal Rimpoché o Stephen Levine. A excepción de un texto de R. Shaldrake, todos los artículos son inéditos -por lo tanto, fueron redactados a propósito para este libro.

Gary Doore, responsable de esta edición, es especialista en filosofía y religiones comparadas. Prestigiosos pensadores en los campos de la conciencia, la psicología, la biología, la parapsicología, el chamanismo o las tradiciones espirituales exploran todas estas cuestiones. El resultado es fascinante. “El mejor libro en su género” (De la crítica internacional).

Los ensayos quedan agrupados en 4 grandes secciones. En el primer apartado encontraremos escritos sobre diversos estudios que sugieren que la conciencia sobrevive a la muerte corporal -como por ejemplo el reciente estudio sobre las experiencias cercanas a la muerte, o fenómenos como la 'visión panorámica' de la propia vida que diversas personas experimentan en situaciones de riesgo vital; o también un artículo sobre el famoso libro '20 casos susceptibles de reencarnación', publicado hace varios años y que supuso un gran revulsivo en los entornos materialistas y espirituales...

En el segundo grupo de ensayos encontraremos 'paradigmas' modernos que desafían la hipótesis -o creencia- científica de que la muerte supone el fin de la existencia individual. Si bien 'la ciencia' ha logrado plantear puntos clave para sugerir que la conciencia está ligada a un sustrato material, investigaciones modernas han encontrado 'puntos ciegos' en este planteamiento que invitan a plantear la situación desde una nueva perspectiva cosmológica... En el tercer apartado, englobado bajo el concepto de 'filosofía perenne', se hace un interesante repaso las antiguas creencias y sistemas filosóficos religiosos (en el campo de la meditación, el yoga, el budismo tibetano e incluso el mundo chamánico). En la curta sección encontramos un conjunto de ensayos que se centran en la perspectiva individual en relación a la muerte: el miedo, la incertidumbre, la seguridad o estabilidad emocional de haber solventado esta 'problema', la dialéctica entre la actitud personal y las 'creencias' de nuestra cultura... Con todo, en esta sección volveremos a encontrar artículos sin desperdicio acerca de este punto crucial y 'desconocido' de la existencia.

Podemos decir que esta recopilación ensayos constituye uno de los libros más completos y apasionantes sobre este tema. La pregunta de la supervivencia se plantea desde todos los ángulos posibles: teniendo en cuenta el escepticismo materialista, estudiando los sistemas religiosos antiguos (orientales), estando abiertos a numerosas respuestas, desde antiguas y nuevas perspectivas filosóficas y cosmológicas (como el monismo energético, que recuerda a la concepción de las mónadas de Leibnitz), o según lo aportado por la moderna investigación sobre la conciencia (como las experiencias relacionadas con la reencarnación, o las experiencias cercanas a la muerte). Lo dicho: un libro interesante en todos los sentidos.

¿A qué se parece morir? ¿Sobrevive a la muerte alguna dimensión esencial del ser humano? ¿Qué nos dice la religión y la ciencia acerca de la supervivencia? ¿Son las experiencias-cercanas-a-la-muerte (ECM) verdaderos pasillos que conducen a la supervivencia?

Con el auge de una determinada cultura científica occidental, la creencia en la inmortalidad del alma perdió credibilidad. Recientemente, sin embargo, la atención hacia las experiencias-cercanas-a-la-muerte ha provocado nuevas investigaciones (estados alterados de conciencia, misticismo, prácticas chamánicas) que han arrojado nueva luz sobre la posibilidad de vida después de la muerte.

El presente libro aborda estas fascinantes exploraciones y enfrenta al lector con fenómenos insólitos tales como apariciones de familiares desaparecidos, sensación de viajar a través de túneles de luz, recuerdos de vidas anteriores, incluso encuentros con espíritus extraños. ¿Tienen estas 'experiencias' una auténtica relevancia o se trata de alucinaciones y traumas en el cerebro de seres agonizantes?

¿Vida después de la muerte? es un libro serio y documentado escrito por autores de máximo prestigio. Encontramos en él los diferentes enfoques disciplinarios -histórico, filosófico, biológico, psicológico, etnológico, etc.- para una comprensión amplia del problema. No todas las voces concuerdan, pero el conjunto constituye un cuadro impresionante sobre la cuestión primordial de la condición humana.


INDICE

Agradecimientos
Introducción
PRIMERA PARTE: LAS PRUEBAS SOBRE LA SUPERVIVENCIA

* Destellos de una realidad más amplia, por Colin Wilson
* La supervivencia después de la muerte: observaciones de la moderna investigación sobre la conciencia, por Stanislav Grof
* Sobre la reencarnación, por Robert Almeder
* Visión panorámica: ¿Alucinación o puente al más allá?, por F. Gordon Greene y Stanley Krippner

TERCERA PARTE: LA MUERTE Y EL MÁS ALLÁ EN LA FILOSOFÍA PERENNE

* Inmortalidad y libertad: la perspectiva hindú, por Georg Feuerstein
* La muerte, el renacimiento y la meditación, por Ken Wilber
* ¿Qué es lo que sobrevive? Las enseñanzas del budismo tibetano, por Sogyal Rinpoché
* La iniciación chamánica, los mundos imaginales y la luz después de la muerte, por Kenneth Ring
SEGUNDA PARTE: EL DESAFÍO DEL MATERIALISMO

* Ciencia, muerte y finalidad, por David Lorimer
* ¿Sobrevive nuestra memoria a la muerte del cerebro?, por Rupert Sheldrake
* Más allá del dualismo y del materialismo: un nuevo modelo de supervivencia, por Mark. B. Woodhouse
* ¿Quién sobrevive? Conclusiones de la moderna investigación de la conciencia, por Charles T. Tart


CUARTA PARTE: LA TRASCENDENCIA DE LA MUERTE

* ¿Qué es lo que sobrevive?, por Stephen Levine
* El miedo a la vida después de la muerte, por Michael Grosso
* Mitologías personales sobre la muerte y la evolución, por David Feinstein
* Viajes a la tierra de la muerte: chamanismo y samadhi, por Gary Doore
Epílogo: ¿Qué es lo que debemos creer?
Notas y referencias

miércoles, 29 de octubre de 2008

Boomeritis

Ken Wilber, considerado por muchos el filósofo americano más importante de nuestra época, ha escrito una obra de ficción, extremadamente original, que combina una erudición brillante con un talento alegre de contador de historias, a fin de transmitir el enfoque integral al desarrollo humano que ha expuesto en sus populares obras científicas.

El narcisismo incrustado en la generación que quiso salvar el mundo

En "Boomeritis", Ken Wilber ha querido darle al texto la forma de una novela. Es la primera novela de Wilber, aunque no el único libro en el que adopta formatos diferentes al ensayo. “Gracia y coraje” fue su primera incursión en géneros literarios más personales. El “Diario”, pese a su carácter ensayístico, fue una excelente ocasión para volver a acercarnos a un discurso más biográfico. Boomeritis, que estaba destinado a ser una crítica del postmodernismo y su influencia en la vida académica, acabó adoptando este curioso formato. Al parecer, el texto académico resultaba excesivamente aburrido. Según el propio Wilber era un texto crítico y negativo que no aportaba puntos de salida, por lo que decidió reconvertirlo en una novela que escenificase los problemas que la mala comprensión del postmodernismo está provocando entre los miembros de la sociedad.

DINAMICA ESPIRAL
La Primera Parte del libro está consagrada a introducir al lector en el punto de vista integral. Para ello utiliza “Dinámica Espiral”, que es una elaboración del “sistema de valores” propuesto por Clare W. Graves (1914-1986), presentado en 1996 por Don Beck y Christopher Cowan en el libro “Spiral Dynamics: Mastering, Values, Leadership & Change” (1996). En 2002, el acercamiento entre Beck y Wilber propició una rápida expansión del modelo y su reconversión teórica como SDi (Dinámica Espiral Integral), pasando a considerarse una herramienta del Instituto Integral.
Wilber ya ha presentado en otros de sus libros la “Dinámica Espiral” y no vamos a exponer aquí el sofisticado y práctico sistema de análisis socio-cultural puesto a punto por Beck y Cowan. Valga como introducción una frase de Graves: “El psiquismo del ser humano atraviesa un proceso de desarrollo emergente y espiralado que se ve jalonado por la progresiva subordinación de las conductas más rudimentarias e infraordenadas a nuevas conductas supraordenadas, al tiempo que van transformándose los problemas existenciales que le aquejan. Cada uno de los estadios, olas o niveles de la existencia sucesivos constituye así un estado que la persona atraviesa en su camino hacia otros estados del ser. Cuando el ser humano se halla centrado en un determinado estado de la existencia, es decir, cuando el centro de gravedad del yo gira en torno a un determinado nivel de conciencia, todo su mundo psicológico, es decir, sus sentimientos, motivaciones, ética, valores, sistema de creencias, visión acerca de la salud y de la enfermedad mental, así como el modo más adecuado de tratarla, sus concepciones y preferencias en torno a la gestión empresarial, la educación, la economía y la política, asume también el aspecto de ese estado.”
(C. Graves:”Sumary Statement: The Emergent, Cyclical, Double-helix Model of the Adult Human Biopsychosocial Systems”, Boston, 1981)
La Dinámica Espiral se presenta, por tanto, como una descripción topográfica en ocho niveles de la evolución de las mentalidades (beige, púrpura, rojo, azul, naranja, verde, amarillo, turquesa). No es tanto una tipología, que clasifica por cualidades, sino una topografía, que ordena profundidades. No es algo mecánico sino un diagrama de flujos de pensamiento y sistemas de valores que avanzan por oleadas que chocan y se confunden en el proceso de ser y vivir en el mundo.
Como ya hemos dicho, la Dinámica Espiral se ha convertido en una herramienta integral. La principal aportación del punto de vista integral wilberiano a la espiral es el famoso AQ/AL (todos los cuadrantes todos los niveles). De hecho, Wilber ha reconocido que en Boomeritis se presenta la espiral como un simple modelo escalera (Wilber II) porque una novela “no puede llevar más peso”. SDi es, en la actualidad, una adaptación 4Q/8L que está siendo utilizada en diferentes grupos humanos: grupos religiosos, sistemas escolares, industrias de todo tipo, etc.
La ventaja de un modelo como SDi reside en la posibilidad que se le ofrece al lector de ver el mundo desde una atalaya. Aunque sólo sea desde un punto de vista intelectual el lector puede observar y comprender las dinámicas y conflictos que le habitan y le rodean. Comprender la espiral no da acceso directo a la conciencia de segundo grado amarilla. Seguiremos actuando, según las circunstancias y las necesidades, desde cualquiera de los niveles, pero, si somos honestos y nuestro funcionamiento cognitivo no está muy dañado, tendremos una herramienta de enorme valor para comprender nuestra situación y la del mundo en que vivimos.

BOOMERITIS
Con la mayoría de la población en azul (40%), la mayor parte del poder en naranja (50%) y la tendencia creciente a la visibilidad social del verde, los problemas evolutivos se centran en las dificultades en el avance del meme verde y las crisis de transformación de miembros y colectivos de azul y naranja. Dado que todas las perspectivas de primer grado (desde beige a verde) son incapaces de reconocerse entre sí, los problemas fundamentales vienen dados por la incomprensión de los aspectos negativos que necesariamente acompañan cada una de las posiciones. En concreto, la defensa enconada que cada uno de los memes de primer grado establece frente a los otros, como si fueran posiciones alternativas en vez de responder a una lógica jerárquica puede ser una de las causas de la mayoría de las guerras y marginaciones del mundo contemporáneo. Pues bien, Wilber dedica la segunda parte del libro a exponer los argumentos de lo que considera el principal problema actual de la espiral, Boomeritis.
Dejemos que sea el propio Wilber el que defina Boomeritis: “Boomeritis es una versión patológica del meme verde, en concreto, el verde infectado con el rojo. Es decir, la ola principal de desarrollo después de la egoico-racional (o naranja) es la postformal y pluralista (verde). Los muchos aspectos positivos de verde incluyen multiculturalismo, movimientos a favor de la diversidad, conocimiento ecológico, y derechos civiles, contribuciones extraordinariamente positivas. Pero, cada ola de desarrollo tiene su lado negativo o sombra. El lado positivo de verde es su esfuerzo por tratar todos los puntos de vista justamente, y no marginar o excluir ninguno de ellos. El lado negativo es un pluralismo de tierra chata que empieza diciendo que todas las perspectivas deben tratarse con justicia y acaba diciendo que todas las perspectivas deben tratarse igual. Este pluralismo de tierra chata borra toda profundidad, nada es más profundo, superior, más ancho, más íntegro, más compasivo, más afectuoso, o más amoroso. Todo es meramente lo mismo, en las superficies monocromáticas de la tierra chata postmodernista. El ambiente del postmodernismo es, por consiguiente, la ironía interminable. Al decir una cosa, se quiere decir otra, pero bajo ninguna circunstancia se puede albergar una convicción” (Entrevista de Shambhala a Ken Wilber en el momento de la publicación de Boomeritis).
Los Boomers introdujeron este pluralismo chato o plano, pero las generaciones más jovenes-los Holgazanes-X y los Milenarios-Y-crecieron bajo su influencia. Los X (nacidos entre 1960-80) lo manejaron adoptando una actitud más desganada que los Boomer. Al fin y al cabo, si no vale la pena creer en nada, entonces ¿por qué trabajar para algo? Y los Y (nacidos entre 1980 y 2000) tienden a no asumir ningún punto de vista. El comentario que más a menudo se oye actualmente a profesores de universidad es que es imposible conseguir que estos chavales se involucren en ninguna discusión sobre los méritos de un punto de vista particular, porque se supone que todo los puntos de vista son lo mismo. Lo irónico del caso es que esos mismos profesores (Boomers) son los que enseñaron el pluralismo chato para impulsar la agenda izquierdista y acabar con la opresión social--que es enorme. Pero, ese pluralismo no es la manera de acabar con la opresión, sino de consolidarla, porque la noción de que todas las perspectivas son iguales hace que sea imposible criticar cuestiones sociales (por muy injustas que sean), porque se supone que ninguna perspectiva es superior a otra. En lugar de producir una generación de activistas políticos, los Boomers produjeron una generación de inactivos sociales, que carecen de cualquier clase de sentido crítico respecto a cómo llevar adelante una agenda verdaderamente progresista --porque eso implicaría elaborar una serie de juicios y de jerarquías de valores y de perspectivas--que es lo que el pluralismo chato impide.
Si tuviésemos que definir Boomeritis en términos psicológicos podríamos decir que se trata de un punto de vista cultural postmoderno que implica un elevado desarrollo cognitivo insertado en una estructura emocional pobremente desarrollada. En otras palabras, el meme verde hace una regresión al rojo como única manera de defenderse frente al meme azul y al meme naranja. El rojo, recordémoslo, es un punto de vista fuertemente individualista y etnocéntrico. El verde, a falta de mejores razones, defiende su “libertad individual” de lo que considera autoritario o jerárquico (azul y naranja) mediante una actitud típicamente roja, impulsiva y narcisista, que se resume en ¡A mí nadie me dice lo que tengo que hacer!.
De alguna manera, los verdes pretenden hacer valer su punto de vista, igualitarista, pluralista tolerante y mundicéntrico recurriendo al poder (rojo), lo que les hace muy poco creíbles. Es una estrategia que ya hemos visto en otros movimientos “liberadores” o “vanguardistas” a lo largo de la historia. Conquistemos el poder e impongamos nuestras ideas que son las únicas que pueden salvar el mundo. Esta actitud representa muy bien la contradicción inconsciente del postmodernismo mal metabolizado que dice: “Todas las verdades son relativas menos esta”. Algo así como, todos los puntos de vista son igualmente respetables, no hay un punto de vista mejor que otro, por lo que no queda más remedio que ser fuerte y poderoso para que mi punto de vista destaque sobre los demás. En definitiva, sólo queda la guerra como única manera de dirimir las diferencias y establecer un orden.

NARCISISMO
La cuestión que me parece más relevante del texto es que la inmadurez emocional, en forma de narcisismo, es la causa de ese enorme bloqueo que impide que la generación que a dado el paso hacia la comunidad mundicéntrica y el respeto universal encuentre la salida hacia la conciencia de segundo grado y, en consecuencia, hacia la paz mundial.
La asignatura pendiente parece ser por tanto la salud emocional. Mientras la humanidad se sigue gastando ingentes cantidades de dinero en ofrecer una educación tecnológica que se supone va a hacernos mucho más felices, la felicidad, que es un “telos” emocional, sigue sin ocupar ningún espacio entre los programas educativos y las reivindicaciones político-sociales. En todo caso, la felicidad se relaciona con lo único que alcanza a ver el “mundo chato”: la riqueza en vez de la sabiduría, la fama en vez de la dignidad, el éxito en vez del respeto a uno mismo, la imagen en vez de la autenticidad, la juventud en vez de la madurez, la limosna en vez de la compasión, la descarga sexual en vez de la relación afectiva, etc, etc, etc. Todo ello apunta a un tipo de sociedad narcisista con muchas dificultades para reconocer al prójimo, más interesada en el nivel de vida que en la calidad de vida y poco dispuesta a limitar su nivel de confort material aunque ello ponga en peligro el equilibrio de la Biosfera. Estas características reflejan la mentalidad de las sociedades económicamente desarrolladas que, en principio, son la vanguardia de la humanidad. Los habitantes de este tipo de sociedades deberíamos de saber que la satisfacción de las necesidades primarias: techo, vestido, alimentos, salud fisiológica, cultura, es condición “sine qua non” para el desarrollo del respeto humano y la armonía emocional. O sea, que el narcisismo es función tanto de factores de la personalidad humana como de fuerzas culturales.
El narcisismo, más allá de su definición de diccionario, es psicoanalíticamente hablando, una etapa del desarrollo libidinal, de la constitución del yo y de la dinámica de relaciones de este con los objetos. Aunque el término ha hecho un importante recorrido por la literatura psicoanalítica que ha influenciado notablemente su recepción por la psicología, no es un concepto unívoco sino que abarca un campo semántico que se extiende desde la normalidad hasta la patología. Hablamos de narcisismo para referirnos a (1) un yo de límites borrosos, para (2) señalar las vicisitudes del sentimiento de autoestima, para (3) nombrar la defensa que impide el contacto con el Otro, la percepción de la alteridad, y para (4) indicar lo que ocurre cuando un exceso de sufrimiento acaba aboliendo una función psíquica, como cuando castigamos o despreciamos a un niño siempre que pregunta hasta aniquilar su apetito de saber, su curiosidad. El conflicto básico de la personalidad narcisista, al igual que el de la cultura narcisista, es la acción sin sentimiento.
El modelo cultural y sus “encarnaciones” individuales dan como resultado personalidades con bastante éxito en el trabajo que se quejan de carencia de respuesta afectiva. Esta descripción permite visualizar una brecha entre el desempeño de esas personalidades en el ámbito exterior y sus sentimientos internos. Esa escisión entre lo de dentro y lo de fuera es algo más que inhibición neurótica. Si llamamos locura a la falta de contacto con la realidad, la personalidad narcisista tiene bastante de locura puesto que está desconectada del cuerpo y las emociones que son su realidad vital y vive, al mismo tiempo, en un alto grado de ensimismamiento o solipsismo.
El sufrimiento de los narcisistas no está determinado, como en las antiguas neurosis, por la culpa, la ansiedad, la fobia o la obsesión. Las personas se quejan de depresión, de vacío interno, de frustración y falta de realización.
Las personalidades narcisistas viven una ambición intensa y fantasías grandiosas al mismo tiempo que profundos sentimientos de inadecuación y dependencia de la admiración y el aplauso externos. Otto Kernberg destaca, además, la incertidumbre e insatisfacción crónicas respecto de sí mismos y la explotación y crueldad, consciente o inconsciente, con los demás. Este autor afirma que los narcisistas no pueden distinguir entre la imagen de lo que creen ser y la imagen de lo que realmente son. En vez de la imagen real de sí mismos que les resulta intolerablemente mediocre, se identifican con una imagen resultado de la fusión del yo ideal, el objeto ideal y las imágenes reales, lo que limita su percepción de sí mismos a una imagen idealizada.
Tan importante en este caso es que sea imagen como que sea idealizada. Es decir, el ente corpóreo se proyecta en la mente como una imagen que se adorna con todo lo que le gustaría ser y tener. El cuerpo y las emociones sólo son escuchadas si refuerzan esa imagen mientras que son rechazadas si la ponen en cuestión. Se vive el cuerpo y las emociones como instrumentos al servicio de la imagen grandiosa de sí mismos. Dado que el yo es algo más que una imagen, es un cuerpo físico animado por sentimientos y capacidades cognitivas, el conflicto básico de la personalidad narcisista es la discrepancia entre la imagen idealizada (ego) y el yo (unidad organísmica animada). Esa discrepancia es mínima en el caso del fálico-narcisista, más próximo de la normalidad neurótica, y va aumentando en el carácter narcisista, la personalidad limítrofe, la psicopática y la paranoide. En definitiva, el narcisismo adopta la forma de una gama con diferentes grados de pérdida o reducción del yo.
Como es sabido, a partir de mediados del siglo XX un grupo cada vez más amplio de psicoanalistas, especialmente anglosajones, comenzó a elaborar reformulaciones de la teoría freudiana que ponían en cuestión la teoría de los instintos, base del psicoanálisis ortodoxo. Entre ellos, Heinz Kohut, propuso una teoría del narcisismo en la que afirmaba que las cuestiones fundamentales del desarrollo y la patología no dependen tanto de los conflictos entre deseos instintivos (ello versus superyó) sino del desarrollo de un sí-mismo integrado y coherente que proporciona un claro sentido de identidad, con capacidad de expresar sus talentos y aspiraciones mediante intereses, valores y metas, y con capacidad de relación. Para Kohut, el desarrollo no es una cuestión de dejar atrás el narcisismo sino de llevarlo a formas más maduras.
El narcisismo se ha ido convirtiendo así en un factor del desarrollo de la conciencia individual cuasi independiente. Podríamos decir que la capacidad de amar del individuo va evolucionando del amor de sí mismo al amor de los objetos. El desarrollo de un ser humano en relación requeriría de un sentimiento de autocomprensión, más o menos necesitado del refuerzo externo, y de una tendencia hacia los objetos que exigiría para su realización de capacidad de confianza e intimidad. En este sentido puede ser de gran utilidad la aportación de la teórica feminista Carol Gilligan para quien el proceso de desarrollo individual y colectivo supone una expansión de la conciencia que implica la correlativa disminución del narcisismo. Gilligan propone que el desarrollo moral femenino pasa por tres etapas: egoísta, respeto a los míos y respeto universal, que en términos de Wilber serían: egocéntrico, etnocéntrico y mundicéntrico. Pues bien, el problema de Boomeritis es que pretende convencer al resto de su punto de vista verde-mundicéntrico, usando una estrategia roja-etnocéntrica.
Resulta irónico que un punto de vista tan sofisticado como el verde acabe recurriendo a impulsos tan poco profundos como el rojo. Fueron las mismas cualidades que lo elevaron por encima del “mal meme naranja” (la gran patología del planeta desde hace tres siglos), las que han acabado por convertir al mal meme verde en el principal problema evolutivo actual. Aunque verde tiene entre sus cruciales aportaciones su énfasis en los derechos individuales, la protección del medio ambiente y la conciencia política de la marginación en todas sus formas, su exageración ha tenido consecuencias nefastas que Wilber analiza en la segunda parte del libro y que centra en torno a cuatro grandes cuestiones: la ecología, el feminismo, la espiritualidad y el postmodernismo.

POSTMODERNISMO
El Postmodernismo aportó verdades importantes para el desarrollo de la espiral: 1.- El Construccionismo, para el que nuestra percepción del mundo es, en parte, construida. 2.- El Contextualismo, según el cual, el significado depende del contexto. 3.- El Pluralismo que pretende no privilegiar ni marginar ningún contexto ni interpretación . Estas nobles verdades han sido desvirtuadas por el extremismo postmoderno que las ha convertido en: 1.- Todas las verdades son construidas y yo me construyo la mía. 2.- No hay verdades más universales que otras, por tanto la mía tiene el mismo valor que cualquier otra. 3.- No privilegiar ni marginar se convierte en una defensa a ultranza de la diferencia. Esta mala comprensión provoca un relativismo extremo que conduce al nihilismo, la falta de jerarquía conceptual y la desorientación intelectual.
El fenómeno es parcialmente inconsciente y consecuencia de un tipo de razonamiento unidimensionalmente crítico cuya intención es sentirse especial, diferente (narcisismo). Esta cita de la revista “The Sciences” citada por Wilber en el Diario expone acertadamente este desatino del pensamiento: “Uno parte de la convicción de que pertenecer a un grupo le proporciona una experiencia que le une a los demás miembros del mismo (aun cuando no los conozca) a la vez que le aleja de las personas que no pertenecen a él (por más amigos íntimos o parientes que sean)
Luego asume que sus esfuerzos, humillaciones y triunfos personales constituyen una versión de las luchas sociales en las que ese grupo se halla inmerso (de modo que lo personal se convierte en lo político)
En tercer lugar, comienza a afirmar que los intereses de su grupo están siendo soslayados o masacrados, de modo que hay que pasar a la acción transformando, por ejemplo, la forma en que el grupo es percibido por quienes están fuera de él”.
(David Berreby, The Sciences)
Este proceso constituye lo que podríamos denominar pluralismo alienado que es la creencia de que la aceptación de mi grupo depende de la acusación y culpabilización sumaria del grupo cuya aceptación busco.
El verdadero pluralismo es universal. Hay que empezar a construir por los factores y estructuras profundas que unen a los seres humanos –todos sufrimos y gozamos, todos reímos y lloramos, todos experimentamos placer y dolor, asombro y remordimiento; todos tenemos la capacidad de articular imágenes, símbolos, conceptos y reglas; todos tenemos doscientos ocho huesos, dos riñones y un corazón (con sus salvedades correspondientes). Sobre este sustrato se agregan todas las preciosas variantes culturalmente construidas y otras estructuras superficiales que configuran los grupos y los individuos, todos diferentes, todos especiales y todos únicos. Pero si se empieza con las diferencias y el pluralismo, y no se tiene en cuenta lo más universal, se acaba inmerso en un pluralismo alienado que puede devenir “revival” etnocéntrico, feminismo antimasculinista o ecologismo retroromántico.
Cualquiera de estas formas de la alienación supone situarse en una postura “mesiánica” y acusar a algún Otro de opresor. La novela de Wilber recoge numerosos ejemplos, a cual más jugoso, de lo que denomina “la excusa del abuso”, “la cultura de la queja” o “el chip de víctima”. Como hemos visto anteriormente, uno de los rasgos característicos del narcisismo consiste en atribuir a los demás la culpa de los problemas y preocupaciones propios, por lo que ese narcisismo incrustado se hace visible en los nacionalismos, el feminismo y algunos movimientos ecologistas. Es curioso cómo las mejores intenciones se convierten, cuando se mezclan con los dramas personales, en actitudes sectarias que dividen la sociedad de forma maniquea en buenos y malos, opresores y oprimidos, justos y pecadores.
Como ya hemos dicho, el meme verde trajo consigo grandes avances hacia el respeto universal como el énfasis en los derechos individuales, la protección del medio ambiente y la conciencia política de la marginación en todas sus formas. Muchos de esos vanguardistas verdes dedicaron su vida a trabajar sobre dichas injusticias pero su “causa” se tornó tan unidireccional que muchos de aquellos movimientos nacionalistas (indigenistas), feministas, o ecologistas adoptaron expresiones marcadamente fundamentalistas que arrastraron tras de sí a muchos púrpuras y rojos adultos además de a muchos jóvenes rojos que debido a su estadio evolutivo sintonizan con ese tipo de reivindicaciones aparentemente heroicas. En estos casos, el narcisismo se asienta en el sentido de pertenencia a un grupo “especial” que ha sido injustamente tratado. Identificarse con el grupo “especial” apoyándose en el hecho diferencial y consagrar la vida a “resistir” como diferentes, tal es la “causa” de los jóvenes rojos arengados por justificaciones y racionalizaciones verdes desorientadas. En tales casos, la diferencia ha pasado a tener más sentido que la identidad. El objeto adopta una función narcisista y se convierte así en algo que separa, enfrenta, se es diferente “contra otro”. Las personalidades narcisistas desprecian profundamente a los que no son como ellas. Ya sea que no tienen sus características físicas, sus orígenes, sus apellidos, su lengua o su cultura, los otros son seres inferiores o equivocados y sólo son dignos de respeto si se adhieren al grupo. En esos casos, la diferencia lleva a la máxima etnocentrista: “yo con los míos tengan o no razón”. Esa actitud etnocéntrica no permite el abrazo mundicéntrico. La identidad basada en la diferencia no deja ver lo idéntico. Uno de los más lúcidos psicólogos contemporáneos, Jerome Bruner, ha señalado que para no perdernos en lo relativo, construido, diverso o diferente, debemos aplicar la unitas multiplex, es decir, tener en cuenta tanto los rasgos locales o superficiales de la existencia humana como sus características universales profundas. El pluralismo alienado sólo puede ver multiplex.

CONSTRUCCIONISMO
El construccionismo vino a desvelar que la noción de “verdad” es, en muchos sentidos, construida de forma más o menos arbitraria, cambiante, culturalmente relativa e históricamente determinada. Esta interesante “verdad”, cuando pretende su aplicabilidad general y sin límites cae en flagrante contradicción consigo misma. Jürgen Habermas o Karl Otto-Apel ya habían advertido de la contradicción performativa en que incurre el relativismo extremo, y lo mismo hicieron, entre otros, Searle (al demostrar que, para que una realidad socialmente construida funcione, debe descansar en verdades objetivas), Peter Berger (que relativizó la visión relativista, derrotándoles así con sus propias armas) y Charles Taylor (demostrando que la pretensión antijerárquica de los relativistas no deja de basarse en una jerarquía). Pongamos como ejemplo el feminismo boomeritis el cual considera que toda realidad es una construcción social y, por tanto, que la diferenciación sexual no es real sino el resultado de una serie de convenciones arbitarias impuestas por el poder masculino (patriarcado) con el propósito de oprimir a las mujeres. Un análisis asentado en la dinámica evolutiva debería empezar por asumir que el sexo es una función fisiológica que, en cierta medida, va más allá de la supervivencia individual puesto que su objetivo es la supervivencia colectiva (familia, clan, tribu, especie). Dicha función la compartimos con muchos seres y nos une especialmente con los mamíferos. La autoconciencia, como característica exclusivamente humana, no evita o anula la determinación biológica sino que esta va adoptando formas diferentes a lo largo del despliegue de la espiral. La vida es la que nos construye y la ideología (feminismo) es un mero intento de modificar algunas de las condiciones de la vida. Cuando la ideología, que es un proyecto mental, se introyecta, la vida se reduce al ideal, es decir, las necesidades corporales y emocionales se supeditan al ideal de relación.
Cuando la práctica sexual se carga de Eros (esa energía sentida pero poco medible), el macho y la hembra se convierten en amantes. La sexualidad, como práctica de la función biológica ligada al erotismo conserva el gesto animal. Está el que empuja y el que se abre, el impulso y la receptividad, el principio activador y la pasividad o espera confiada, la autonomía y el respeto. El principio activador se mueve hacia el cambio, hacia otro estado, el principio receptor permite que las cosas sucedan y que el proceso fructifique. Así es como macho y hembra se convierten en masculino y femenino. Con ese salto de la biosfera a la noosfera el imperativo biológico se convierte en juego amoroso. Y, el juego, permite intercambiar los papeles. Tanto los hombres como las mujeres representan ambos principios en diferentes grados, proporción, organización, etc. Los movimientos son complementarios. El salto de la biosfera a la noosfera implica también renunciar al esencialismo según el cual para hablar de lo femenino hay que ser mujer sometida, para hablar de los pueblos oprimidos hay que ser indígena oprimido o para hablar de la homosexualidad hay que ser homosexual marginado. La identificación esencialista con el rol de víctima es especialmente insidiosa porque recuperar la autoestima supondría perder el estatus, los derechos y la pretensión de recibir un trato de favor.
Ya hemos visto cómo la resistencia puede ocupar la plaza del impulso activador provocando un bloqueo del flujo relacional que responde a un ideal narcisista, seguir sintiéndose especial negando la alteridad. La resistencia produce el estancamiento de la onda y el placer del que resiste queda muy mermado. A ello hay que añadir la perplejidad del que se abre, ante una actitud que no impulsa sino que simplemente resiste.
Frente al abrirse está el cerrarse que puede ser parte del juego, como en el cortejo, pero que puede convertirse también en una forma de resistencia activa. En este sentido, la ambivalencia sería la forma de resistir de lo femenino. La actitud de cierre constituye otra forma de negación de la alteridad. El narcisista no alcanza a diferenciar entre el objeto anhelado y el objeto encontrado porque no hay un reconocimiento del otro como otro. Aceptar la alteridad, ese otro del cual puedo depender o puedo necesitar, es un proceso de duelo de la omnipotencia y autosuficiencia narcisista. Puedo sentir que entregarme a otro me provoca una enorme cantidad de angustia y sufrimiento o, a la inversa, la distancia respecto al otro puede resultarme intolerable. Hay personas con poco compromiso afectivo que cuando traspasan cierto umbral se desorganizan. Si consideramos al yo como un proceso de autoorganización permanente, un sistema abierto, podemos decir que cuanta más patología, más cerrado el sistema. El solipsismo es otra de las marcas del narcisismo.
No cabe duda de que uno de los principales problema que afecta a las sociedades desarrolladas es la violencia sexual, es decir, la pedofilia, lo que se ha dado en llamar “violencia de género” y otras variedades de la imposición de un ser humano sobre otro por razones sexuales. El libro que estamos comentando recoge una variada gama de casos y datos que vienen a confirmar que hay tanto mujeres como hombres oprimidos por razones sexuales. Por citar un solo caso mencionaré la investigación realizada por el FBI basándose en la prueba de ADN que vino a demostrar que una de cada tres acusaciones de violación es falsa lo que significa que hay muchos miles de hombres pudriéndose en las cárceles por delitos que no cometieron. La solución no consiste en sumar abusos de uno y otro lado o hacer una especie de campeonato de la vejación sino en reconocer que los valores etnocéntricos femeninos son tan destructivos como los valores etnocéntricos masculinos y que, desgraciadamente, hay muy pocas personas (tanto hombres como mujeres) que hayan alcanzado los niveles mundicéntricos de la conciencia. La verdadera dialéctica no es la que tiene lugar entre hombres y mujeres sino entre conciencia de primer grado y conciencia de segundo grado para lo que necesitamos valores mundicéntricos tanto masculinos (autonomía integral) como femeninos (respeto integral).

EL EMPUJE HACIA AMARILLO
Volviendo a la espiral, encontramos que los niveles impares son de impulso individualista y los pares de relación colectivista. Mientras que en los aspectos colectivos, verde ha hecho una gran aportación a la humanidad, parece que el mal meme verde ha condenado la impulsividad y la asertividad como si fueran restos a superar de azul y naranja. Como para el “yo sensible” verde cualquier manifestación de autoridad y jerarquía son formas de opresión, el mal meme verde sólo puede ver rojo cuando contempla el punto de salida amarillo. Cuando para salir del ensimismamiento igualitarista verde, amarillo presenta un tono polémico, el “yo sensible” verde, para el que las formas lo son todo (la forma es lo que determina si se es sensible o insensible) reacciona agresivamente.
Como hemos visto cuando hablábamos de “la cultura de la queja”, durante las tres últimas décadas boomeritis ha proclamado un aluvión de derechos egocéntricos y etnocéntricos disociándolos de sus correlativas responsabilidades, ha escindido autonomía y respeto. El principio femenino se pervierte cuando en la pareja uno de sus miembros otorga el principio activador al otro por miedo o pereza de asumir responsabilidades. Eso no es entrega sino rendición, abandono, sometimiento. Cuando el principio femenino funciona como parásito que no asume sus errores ni está dispuesto a aprender de ellos, el resultado es mayor miedo a la vida y al principio masculino. Miedo a la esclavitud que el propio principio femenino ha creado. Así es como lo femenino se asocia erróneamente al desamparo y la inferioridad. (El principio masculino se pervierte cuando en la pareja uno de sus miembros se desentiende del respeto y se rinde a un inconsciente masculino sumido en la hostilidad, la brutalidad y la cólera. Eso no es amor sino sadismo y crueldad. Por eso lo masculino se confunde con la fuerza bruta y la superioridad. Solo cuando se reconocen y se comprenden las emociones destructivas se toma conciencia de que son mecanismos defensivos innecesarios y reacciones automáticas inconscientes se puede conectar con el poder creativo activador masculino.) Lo que mantiene lejos de la conciencia integral a verde es el rechazo de cualquier jerarquía y autoridad de manera que le resulta imposible tolerar la excelencia, las jerarquías de valor, las visiones de conjunto y todo lo que huela a separación y autonomía, es decir, interpreta el amarillo como maligno y arrogante y, en consecuencia, reacciona con violencia.
El “diálogo”, por otra parte, es la respuesta de verde para solucionar todos los problemas, como si bastara con reunirnos y compartir de un modo respetuoso y sincero lo que nos ocurre para alcanzar la paz y la armonía. Sin embargo, sabemos que el diálogo no tiene nada que ver con los intereses púrpura, rojo, azul o naranja, por lo que se convierte en una forma “amable” de imponer valores verdes al resto de la espiral. Por todo ello, por mucho que la cultura verde insista en que todo el mundo asuma el pluralismo y el multiculturalismo, mientras siga negando azul y naranja, seguirá amputando una dimensión fundamental de la espiral e impedirá que el empuje verde transforme la conciencia de manera que la acción sea más eficaz y rápida, que requiera menos esfuerzo, que el miedo tienda a desaparecer y el organismo emane vitalidad, coherencia y armonía, practicando en el mundo una serena y compasiva sabiduría amarilla.

P.D. Por supuesto, el hecho de que una minoría verde (occidental y rica principalmente) arribe a las playas de la conciencia de segundo grado no es el problema fundamental de este mundo. Nuestra atención debe centrarse en el modo más adecuado de alimentar a los millones de seres humano que pasan hambre, alojar a millones de personas sin hogar y mejorar la salud de otros tantos enfermos. También debemos ser conscientes de que si no potenciamos el desarrollo interior por medio de prácticas integrales que atiendan a las necesidades físicas, emocionales, mentales y espirituales de los seres humanos, y les proporcionen herramientas y conocimiento para transformar su entorno, sólo estaremos salvando gente para que puedan acabar destruyéndose entre ellos.



Sexo, Ecología y Espiritualidad

Esta obra extensa, profunda y con el más puro rigor científico que caracteriza a Wilber, responde a los cuestionamientos filosóficos comunes a los seres humanos de todo tiempo y espacio: ¿por qué existimos?, ¿por qué estoy aquí?, ¿hacia adónde vamos?, ¿habrá algo que está sucediendo ahora en otro tiempo y espacio?, etcétera. Es un libro que habla de la evolución, de la historia del cosmos, de los holones -totalidades que conforman otras totalidades hasta el infinito-, de las ciencias naturales, las ciencias ecológicas, las ciencias de lo sistemas y de la vida. Habla de la emergencia y la evolución de la mente, de la psique o de la noósfera. Trata el tema de los Dominios Divinos, del Orden Profundo y de su relación con el cosmos, con la biósfera y la noósfera.

Es todo un compendio del saber realizado con rigor, meticulosidad y lucidez, capaz de descubrirnos un universo coherente, una trama de conexiones con un sentido concreto y sustentada en un orden.
En esta edición revisada, que incluye nuevos diagramas y un nuevo prefacio del autor, Ken Wilber responde a las opiniones contrarias a su pensamiento, y expande y clarifica el texto que algunos críticos han denominado "uno de los libros más significativos jamás publicados".
El universo no es sólo lo que parece, no es algo que sucede simplemente y ya está: algo más está ocurriendo... Detrás del escenario en que se desarrolla la obra kósmica hay un orden o inteligencia más amplio y elevado. Ken Wilber indaga, investiga, se sumerge en esta premisa y, para ello, traza el curso de la evolución desde la materia a la vida y a la mente, y describe los patrones comunes que la evolución sigue en estos tres dominios.
Después de llegar a la aparición de la mente. Wilber traza la evolución de la conciencia humana a través de sus principales etapas de crecimiento y desarrollo, especialmente en el de la modernidad y la posmodernidad: su significado; su relación con lo masculino y lo femenino, la psicoterapia, la ecología y distintos movimientos de liberación; y, lo más importante, cómo el mundo actual puede formarse un concepto del Espíritu.


Wilber afirma que Eros es es el deseo por regresar a la Totalidad anterior a la existencia, es el impulso subyacente que estimula a la búsqueda, la comprensión, el amor, la vida, etc., que nunca podrá ser saciado con los sustitutos del ego. Tambien afirma que hay dos caminos en el miedo al Thanatos:
a)el miedo que esta ligado a los mecanismos de defensa patológicos o a la culpabilidad neurótica.
b)el que se funda más bien en una auténtica percepción de la realidad. Es decir, un miedo existencial, un miedo dado, un miedo intrínseco (un miedo que perdurará mientras persista una barrera que separe al sujeto del objeto). Y concluye diciendo que "el miedo a la muerte es un reflejo natural del yo contra Thanatos y que ese sentido de Thanatos lleva a la trascendencia. (Ken Wilber. "Sexo, Ecología y Espiritualidad"

Dos modos de Conocer

"En el proceso de desarrollo al llegar al nivel transpersonal uno no solo asciende la escalera sino que se libera de ella. Al liberarse de ella caerá en la vacuidad. Dentro y fuera, sujeto y objeto, pierden entonces todo su significado. Usted ya no estará aquí observando, y el mundo que se halle ahí, usted ya no estará contemplando el cosmos, sino que se habrá convertido en el cosmos. En tal caso, el universo se muestra a si mismo brillante y evidente, radiante, claro, sin exterior y sin interior, en un gesto interminable de gran perfección, y espontaneidad. El sol ya no brillara en su cabeza sino dentro de ella. El tiempo y espacio danzaran como imágenes deslumbrantes ante la presencia de la radiante vacuidad y el universo entero perderá todo su peso".
Ken Wilber

Cuando el universo intenta conocerse como totalidad por mediación de la mente humana, algunos aspectos de ese mismo universo deben seguir siendo desconocidos. Con el despertar del conocimiento simbólico parece plantearse una escisión en el universo entre el conocedor y lo conocido, el pensador y el pensamiento, el sujeto y el objeto; y nuestra consciencia más íntima, en tanto que conocedora e investigadora del mundo externo, escapa en última instancia de su propia comprensión y queda como lo Incógnito, lo Inmanifestado y lo Inasible, como la mano que puede asir numerosos objetos pero jamás puede asirse a sí misma o el ojo que puede ver el mundo pero no puede verse.

Así como un cuchillo no puede cortarse a sí mismo, el universo no puede verse totalmente como objeto sin mutilarse totalmente. El intento de conocer el universo como objeto de conocimiento es, pues, profunda e inextricablemente contradictorio; y cuanto más éxito parece tener, tanto más fracasa en realidad, tanto más «falso para sí mismo» se vuelve el universo. Y sin embargo, por extraño que parezca, este tipo de conocimiento dualista en que el universo queda seccionado en sujeto frente a objeto (así como en verdad frente a falsedad, bien frente a mal, etcétera) constituye la piedra angular de la filosofía, la teología y la ciencia de Occidente, ya que la filosofía occidental es, en términos generales, filosofía griega, y la filosofía griega es la filosofía de los dualismos.

Una de las principales razones de que este enfoque del «divide y vencerás» que es el dualismo haya sido tan pernicioso, es que el error del dualismo constituye la raíz de la intelección y, por consiguiente, es imposible desarraigarlo mediante la intelección (trampa 22: Si tengo una mosca en el ojo, ¿cómo puedo ver que tengo una mosca en el ojo?). Detectar esto exige una metodología rigurosa, coherente y persistente, capaz de perseguir al dualismo hasta sus últimos límites para descubrir allí la contradicción.

En la actualidad, la ciencia ofrece potencialmente un tipo de técnica rigurosa capaz de desarraigar los dualismos, gracias principalmente a su carácter minuciosamente experimental y al instrumental refinado y complejo que le permite perseguir al dualismo hasta sus límites.

Este es, exactamente, el tipo de metodología poderosa y congruente potencialmente capaz de destruir dualismos; y aunque los hombres de ciencia no se dieron cuenta, habían empezado a levantar, sobre el dualismo cartesiano de sujeto frente a objeto, una metodología de una persistencia tal que terminaría por hacer añicos el propio dualismo sobre el cual descansaba. La ciencia clásica estaba destinada a un proceso de auto liquidación.

Exactamente ahí residía el problema. Para medir algo se necesita algún tipo de herramienta o instrumento, y sin embargo el electrón pesa tan poco que cualquier artilugio concebible, aunque fuera tan ligero como el fotón, ¡sería causa de que el electrón cambiara de posición en el acto mismo de intentar medirlo! Y no se trataba de un problema técnico sino, por así decirlo, de un problema entretejido en la trama misma del universo. Los físicos habían llegado al borde aniquilador, y el supuesto que hasta allí los había llevado, el supuesto de que el observador era diferente del suceso, el supuesto de que se podía, con ánimo dualista, tontear con el universo sin afectarlo, resultó insostenible. De alguna manera misteriosa, el sujeto y el objeto estaban íntimamente unidos y las múltiples teorías que habían partido de otro supuesto se venían abajo.

La revolución cuántica fue tan catastrófica porque no atacaba una o dos conclusiones de la física clásica, sino su piedra angular, el cimiento sobre el cual se había construido todo el edificio, que era precisamente el dualismo sujeto-objeto. Los físicos vieron con absoluta claridad que la medición y la verificación objetiva ya no podían ser el sello de la realidad absoluta, porque el objeto medido jamás podía ser completamente separado del sujeto que lo medía; en este nivel, lo medido y lo que mide, lo verificado y lo que lo verifica, son una y la misma cosa. El sujeto no puede tontear con el objeto, porque en última instancia, sujeto y objeto son una y la misma cosa.

Pues bien, aproximadamente al mismo tiempo que el «marco rígido» del dualismo científico se desmoronaba en la física, un joven matemático llamado Kurt Godel (que por entonces sólo tenía 25 años) estaba trabajando en lo que es sin duda alguna el tratado más increíble de su especie. Esencialmente, se trata de un análogo lógico del principio de incertidumbre de Heisenberg en física. Conocido en la actualidad como el «teorema de la incompletitud», incluye una rigurosa demostración matemática de que todo sistema de lógica debe tener por lo menos una premisa que no puede ser demostrada o verificada sin contradecirse. Así pues, «es imposible establecer la congruencia lógica de ningún sistema deductivo complejo, a no ser suponiendo principios de razonamiento cuya propia coherencia interna está tan abierta al cuestionamiento como la del sistema mismo». Así, tanto en el nivel lógico como en el físico la verificación «objetiva» no es un sello de realidad (a no ser en la ficción consensual). Si todo ha de ser verificado, ¿cómo se verifica al verificador, puesto que este es indudablemente parte del todo?

En otras palabras, cuando el universo queda seccionado en un sujeto frente a un objeto, en un estado que ve frente a otro estado que es visto, siempre hay algo que se deja fuera. En esta situación, el universo «siempre se eludirá parcialmente a sí mismo». Ningún sistema de observación puede observarse observando. El veedor no puede verse viendo. El ojo tiene siempre un punto ciego, y precisamente por esta razón, en la base de todos esos intentos dualistas encontramos solamente la Incertidumbre, la Incompletitud.

Además de renunciar a la división ilusoria entre sujeto y objeto, entre ondas y partículas, entre mente y cuerpo, entre lo mental y lo material, la nueva física - con la brillante ayuda de Albert Einstein - abandonó el dualismo del espacio y el tiempo, de la energía y la materia e, incluso, del espacio y los objetos. Ahora bien, esto tiene una importancia inmensa porque los hombres de ciencia sólo pudieron darse cuenta de que el conocimiento dualista era inadecuado reconociendo (por más oscuramente que fuese) la posibilidad de otro modo de conocer la Realidad, de un modo de conocer que no opera separando al que conoce de lo conocido, al sujeto y al objeto.

Eddington llama «íntimo» a este segundo modo de conocer porque en su funcionamiento el sujeto y el objeto están íntimamente unidos. Tan pronto como surge el dualismo sujeto-objeto, sin embargo, esta intimidad se pierde y queda reemplazada por el simbolismo, e instantáneamente volvemos a caer en el mundo, demasiado común, del conocimiento analítico y dualista. Así pues - y este es un punto que pronto elaboraremos con más detalle - el conocimiento simbólico es conocimiento dualista. Y puesto que la separación entre sujeto y objeto es ilusoria, el conocimiento simbólico que de ella se sigue es, en cierto sentido, igualmente ilusorio.

La física - y para el caso, la mayor parte de las disciplinas intelectuales de Occidente - no trataba con «el mundo mismo» porque operaba a través del modo dualista del conocer y, por consiguiente, trabajaba con representaciones simbólicas de ese mundo. Tal conocimiento dualista y simbólico es, al mismo tiempo, el rasgo más brillante y el punto ciego de la ciencia y de la filosofía, en tanto que permite alcanzar una imagen sumamente refinada y analítica del mundo mismo; pero por más esclarecedoras y detalladas que puedan ser esas imágenes, no dejan de ser únicamente eso: “imágenes”. Por ende, tienen con la realidad la misma relación que una imagen de la luna tiene con la luna. Korzybski, padre de la semántica moderna, explicó con toda lucidez esta intuición al describir lo que él llamó la relación «mapa-territorio». El «territorio» es el proceso del mundo en su realidad concreta, mientras que un «mapa» es cualquier notación simbólica que represente o signifique algún aspecto del territorio. Lo evidente es que el mapa no es el territorio.

Disponemos, pues, de dos modos de conocer básicos, como descubrieron los físicos: uno que ha recibido los nombres diversos de conocimiento simbólico, por mapas, inferencial o dualista; en tanto que el otro se ha considerado conocimiento íntimo, directo o no dual. Como hemos visto, la ciencia en general arrancó exclusivamente del conocimiento simbólico y dualista, guiándose por mapas y prestando atención a las «sombras»; pero como resultado de los últimos avances de las ciencias físicas, este modo del conocer - en algunos aspectos por lo menos - demostró ser inadecuado para ese «conocimiento de lo Real» que tan engañosamente había prometido. Esta inadecuación impulsó a muchos físicos a recurrir al segundo modo de conocimiento, el conocimiento íntimo, o por lo menos a afrontar la necesidad de este tipo de conocimiento.

La realidad como consciencia
Tiene, pues, una enorme importancia que la conclusión unánime y sin lugar a dudas de gran cantidad de científicos, filósofos, psicólogos y teólogos que han comprendido plena y profundamente estos dos modos de conocer, o sea que únicamente el modo no dual, es capaz de dar ese «conocimiento de la Realidad». En otras palabras, que han llegado a la misma conclusión que la moderna física cuántica.

A lo largo de la historia, pues, los hombres han entendido esta única realidad abandonando temporalmente el conocimiento simbólico por mapas y vivenciando directamente esa realidad fundamental, el único territorio en que se basan todos nuestros mapas.

Dicho de otra manera, dejaron de hablar de ella para vivenciarla, y es el contenido de esta experiencia o vivencia no dual lo que universalmente se considera como la Realidad absoluta.

Como ya señalamos, la prueba final de esto no consiste en ninguna demostración lógica, sino en un hecho vivencial; y solamente si nos embarcamos en la experiencia de despertar en nosotros el segundo modo del conocer podremos saber por nosotros mismos si tal cosa es o no es verdad.

Podemos trasladar esta discusión epistemológica a una base más psicológica señalando que los diferentes modos del conocer corresponden a diferentes niveles de la consciencia, a bandas distintas y fácilmente reconocibles del espectro de la consciencia. Además, nuestra identidad personal se relaciona íntimamente con el nivel de consciencia desde el cual y sobre el cual operamos. Por lo tanto, un cambio en nuestro modo de conocer da por resultado un cambio en nuestro sentimiento de identidad básico. Así pues, mientras estemos utilizando solamente el modo de conocer simbólico y dualista, que separa al sujeto cognoscente del objeto conocido y después alude al objeto conocido con un símbolo o nombre apropiado, nos sentiremos así mismo fundamentalmente distintos del universo y ajenos a él. Somos una identidad que se expresa en nuestro papel y nuestra imagen de nosotros mismos, es decir, en la imagen simbólica que hemos formado de nosotros mismos al convertirnos, dentro de un marco dualista, en objeto para nosotros mismos. El conocimiento no dual, sin embargo, no opera de esa manera, pues - como ya señalamos - parte de su naturaleza es ser uno con aquello que conoce, lo que evidentemente trae consigo un cambio en la propia sensación de identidad.

Pero antes de seguir adelante con el tema debemos hacer una pausa para esclarecer un punto sumamente importante. En sentido figurado hemos enunciado que el «contenido» del modo no dual del conocer es la Realidad absoluta, porque revela el universo tal como es absolutamente y no como convencionalmente se divide y simboliza. Sin embargo, expresado en términos más estrictos, no hay una cosa que se llame Realidad y otra cosa que se llame conocimiento de la Realidad; esta es una expresión sumamente dualista. Más bien, el conocer no dual es la Realidad, se toma a sí mismo como «contenido». Y si seguimos hablando de conocimiento no dual de la Realidad, como si ambas cosas estuvieran de algún modo separadas, es sólo porque nuestro lenguaje es tan dualista que tropieza con tremendas dificultades para expresarlo de ninguna otra manera. Pero siempre debemos tener presente que el conocer y lo Real se funden en la Experiencia Primaria.

Llegamos, por tanto, a una conclusión sorprendente. Puesto que los modos del conocer se corresponden con niveles de la consciencia, y puesto que la Realidad es un modo particular del conocer, de ello se sigue que la Realidad es un nivel de consciencia. Esto, sin embargo, no significa que la «sustancia» de la realidad sea la «sustancia de la consciencia» ni que los «objetos materiales» estén realmente hechos de consciencia, ni que la consciencia sea alguna vaga nebulosa de algo indiferenciado. Significa solamente - y para expresarlo debemos regresar temporalmente al lenguaje dualista - que la realidad es lo que se revela a partir del nivel de consciencia no dual al cual hemos llamado Mente. Es un hecho vivencial, una experiencia; pero aquello que se revela es algo que no se puede describir con precisión sin volver al modo de conocer simbólico. Por eso sostenemos que la realidad no es ideal, no es material, no es espiritual, no es concreta, no es mecanicista ni vitalista; la Realidad es un nivel de consciencia, y sólo ese nivel es Real.

Al expresar que sólo el nivel de la Mente, o la Mente simplemente, es la Realidad absoluta, debemos aclarar que no se trata de la doctrina filosófica del idealismo subjetivo, aunque superficialmente fuera posible interpretarla así. Pues el idealismo subjetivo es la posición para la cual el universo puede ser explicado exclusivamente como el contenido de la consciencia, para la cual el sujeto (o lo ideal) es lo único real, mientras que todos los objetos son fundamentalmente epifenómenos. Sin embargo, esto no es más que una forma rebuscada y sutil de esquivar el problema del dualismo, proclamando que una mitad del dualismo - en este caso, todos los objetos - es irreal. Además, cuando decimos que la Mente es la Realidad, no se trata tanto de una conclusión lógica como de cierta vivencia, como ya lo hemos señalado. La Realidad es “aquello que” se entiende y se siente desde el nivel no dual y no simbólico de la Mente. Aunque hay un tipo de filosofía que habitualmente “se cuelga” de esta vivencia fundamental, la vivencia misma no es, en modo alguno, una filosofía: más bien es la suspensión temporal de toda filosofía; no es un punto de vista entre muchos, sino la ausencia de todo punto de vista, sea el que fuere.

En suma: nuestra concepción ordinaria del mundo como un complejo de cosas que se extienden en el espacio y se suceden en el tiempo no es más que un mapa convencional del universo; no es real. No lo es, porque este cuadro pintado por el conocimiento simbólico que se vale de mapas depende de la escisión del universo en cosas separadas que se ven en el espacio-tiempo, por una parte y, por la otra, en el veedor de estas cosas. Para que esto suceda, el universo tiene que escindirse necesariamente en el observador frente a lo observado, el universo tiene que volverse distinto de sí mismo y, por lo tanto, falso para sí mismo. De ese modo, nuestras imágenes simbólicas, dualistas y convencionales son sutiles falsificaciones de la realidad misma que intentan explicar.

Pero la escisión no es tanto falsa como ilusoria, y las filosofías, psicologías y ciencias que de ella dependen no son, por consiguiente, erróneas, sino absurdas. El hombre no tiene más posibilidad de separarse del universo para después extraer «conocimiento» de él que la posibilidad que puede tener una mano de cogerse a sí misma o un ojo de verse. Pero el hombre, confiado como está en el conocimiento dualista, intenta el absurdo y se imagina que lo ha conseguido. El resultado es una imagen o cuadro del universo que lo presenta como compuesto de fragmentos llamados «cosas» desparramadas por el espacio y el tiempo, todas ajenas y separadas de la solitaria isla de percepción que el hombre, actualmente, se imagina ser.

Perdido así en su propia sombra, confinado en ese cuadro o mapa puramente dualista del cosmos, el hombre se olvida por completo de lo que el mundo real es en su realidad. Y sin embargo es ineludible que, si el universo se distingue de sí mismo y se falsea para sí mismo mediante la escisión entre el veedor y lo visto, el conocedor y lo conocido, el sujeto y el objeto, entonces una verdadera comprensión del mundo real sólo pueda darse al entender que, como expresó Schroedinger, «el sujeto y el objeto no son más que uno». Si esto es verdad, sólo comprenderlo así puede reclamar el título de «verdad absoluta».

Ahora bien, esto es lo que intentan decirnos todas las tradiciones: mirar a través de las ilusiones que nos ha legado el conocimiento simbólico-dualista, y al hacerlo así despertarnos al mundo real. Como este mundo real en tanto que totalidad no tiene opuesto, es obvio que no se trata de algo que pueda ser definido o captado, ya que los símbolos sólo tienen significado en función de sus opuestos, en tanto que el mundo real no tiene opuesto alguno. Por eso se le llama Vacío, “Sunyata”, lo Hueco, “Agnoia”, expresiones todas que sólo significan que todo pensamiento y toda proposición referentes a la realidad son vacíos e inválidos. Al mismo tiempo, equivale a decir que el mundo real está también vacío de cosas «separadas», ya que las cosas son producto del pensamiento, no de la realidad.

Si la realidad es inexpresable, no por eso deja de ser vivenciable. Pero, puesto que esta experiencia o vivencia del mundo real se da oscurecida por nuestros conceptos sobre ella, y dado que estos conceptos se basan en la escisión entre el sujeto que conoce y los conceptos que son conocidos, todas estas tradiciones afirman enfáticamente que de la Realidad sólo se puede tener una experiencia o vivencia no dual, en la que no existe la brecha entre el conocedor y lo conocido, porque tal es la única manera de que el universo no sea devorado por la ilusión. Esto significa que la Realidad y la percepción que tú tienes de ella es una y la misma cosa, lo que R. H. Blyth llamaba «la vivencia del universo por el universo». Ahora bien, a esta percepción hemos llamado el modo no dual del conocer: el universo que se conoce como universo. Y además, puesto que hemos sugerido que este modo de conocer se corresponde con una función, estado o nivel de la consciencia que designamos como «Mente», y puesto que conocer la Realidad es ser la Realidad, entonces podemos destilar toda la esencia de estas tradiciones en una frase como «la Realidad como nivel de consciencia» o, simplemente, «la Realidad como sólo-Mente».

No tiene gran importancia que se la llame Brahman, Dios, Tao, Dharmakaya, Vacío o de cualquier otra manera, ya que todas ellas apuntan igualmente a ese estado de la Mente no dual en que el universo no se halla escindido entre el veedor y lo visto. Pero ese nivel de consciencia no es difícil de descubrir ni está profundamente sepultado en la psique. Más bien está muy próximo, muy cerca, continuamente presente. Pues la Mente no es en modo alguno diferente de ti, que en este momento tienes en las manos este libro. En un sentido muy especial, en realidad la Mente es lo que en este momento está leyendo esta página.



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