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jueves, 10 de febrero de 2011

El hambre espiritual

Cuando no se satisface el "anhelo espiritual", la repetición inacabable de ir al trabajo para volver a casa, para poder comer, para poder dormir, para poder seguir trabajando, para poder pagar el alquiler o la hipoteca, y así sucesivamente, parece una danza macabra y maratoniana de la que sólo es posible escapar por la muerte. Podríamos llamar a esta situación problemática "hambre espiritual".

La gente ansia vivir de una manera más espiritual, útil y alegre. Durante los últimos veinte años, lo hemos comprobado observando a los amigos, familiares y clientes que acuden a nuestra consulta y a los alumnos de la universidad.
Los niños y los integrantes de la generación X tienen miedo al futuro. La generación del boom de natalidad está alcanzando la edad madura y se cuestiona el sentido de su entorno. ("Una dieta espiritual para alimentar el Alma" se editó en 1997.) Los ancianos sienten la proximidad de la muerte. Las cargas de la vida cotidiana, en el trabajo y en casa, así como las limitaciones del materialismo, hacen que la gente de todas las edades anhele vivir de una manera edificante y estimulante cerca de una "fuerza espiritual superior", llámese Dios, Jesucristo, Buda, Alá, Yahvé, Brahma o el Gran Misterio.
Pero no es fácil llevar una vida espiritual satisfactoria y rica en medio del torbellino diario de actividades y pensamientos, sentimientos y sensaciones, que parecen centrarse más bien en nuestros sueños y deseos personales en vez de en lo que hay más allá de las palabras.
Sugerimos una "dieta espiritual", pero no para privarnos de ciertas cosas, sino, por el contrario, una dieta que nos proporcione una combinación saludable de ideas espirituales que nutran nuestro plano psicológico y alimenten el alma.
Nosotros dos hemos emprendido viajes espirituales durante toda la vida. Jonathan se crió en una familia judía poco ortodoxa, que celebraba las fiestas con una menorah y un árbol de Navidad. La familia de Diane era cristiana liberal pero celebraba las fiestas hebreas con los amigos y los vecinos. Como adultos hemos explorado y estudiado a fondo el tesoro oriental y occidental de la filosofía, la psicología, la religión, la oración y la meditación. En los sesenta, Jonathan estudió durante seis años filosofía y religión en la Universidad de Nueva York y en la Nueva Escuela de Investigación Social. En 1975 escribió su tesis doctoral sobre la psicoterapia occidental, vista desde la perspectiva de las religiones orientales; a partir de entonces, aplicó esas ideas y técnicas en la terapia de sus pacientes. Diane expusó, durante muchos años, la filosofía evolutiva de la dieta espiritual en sus clases y a través de sus escritos.
En 1986, provistos de la experiencia que habíamos adquirido, empezamos a recopilar ideas para un libro que fuera útil a grupos de personas con diversos horizontes espirituales. Queríamos ofrecer una "dieta espiritual" que ayudara a la gente a aligerar el peso de sus cargas cotidianas y a librarse del peso del mundo.
Al ser padres con obligaciones profesionales y familiares, luchamos por integrar el poder del espíritu a nuestra vida ajetreada. Hemos trabajado en elaborar la dieta espiritual durante varios años. Dieta que fue desarrollándose al tiempo que nosotros crecíamos y ayudábamos a los demás. Tanto los alumnos como los pacientes suelen confiarnos sus esperanzas, sueños, miedos y preocupaciones, y pedirnos consejo para encontrar soluciones a sus problemas específicos y descubrir su espiritualidad.
Un caso frecuente puede ser el de una estudiante universitaria que no es capaz de acabar un trabajo. Al comentar el asunto, resulta obvio que el problema subyacente es un espíritu autocrítico exacerbado, insuficiente autoestima y otras dificultades relacionadas con su espiritualidad, que han sido enterradas bajo su particular "peso del mundo". Un consejo específico sobre su trabajo le sería de escasa utilidad, pero si lo aplicara a las cargas intrínsecas de autoestima y espíritu autocrítico (por ejemplo, poniéndola en contacto con su bondad inherente), le serviría de ayuda en todas las tareas que emprenda en la vida y potenciaría la conexión con su propia bondad y alegría.
Y eso es lo que ocurre. Los clientes que se someten a nuestras terapias, los universitarios y otras personas que han utilizado la dieta espiritual para librarse del peso del mundo, han visto aligerarse sus cargas cotidianas y han comprobado que su vida se tornaba más feliz, alegre y satisfactoria.
El actual Dalai Lama, así como otros guías religiosos, han sugerido la necesidad de encontrar una "espiritualidad universal y seglar". Esperamos que la dieta espiritual se sume a esta idea, puesto que abarca las principales tradiciones religiosas a la vez que ofrece técnicas y conceptos para alimentar por igual a los que tienen una creencia específica y a quienes anhelan alcanzar una mayor conciencia espiritual con el fin de orientar su vida.
No es necesario practicar una religión en particular para aplicar la dieta espiritual. Esta ofrece técnicas compatibles con la mayoría de los sistemas religiosos y su eficacia no depende de la fe de la persona que las aplica. No hace falta creer en ellas, sólo hay que aplicarlas. Las técnicas funcionan si nosotros funcionamos.
Lao-Tsé, escribió:

"Al igual que los ríos nacen de un manantial remoto, el espíritu humano brota de una fuente. Encontrar el manantial del espíritu es hallar el secreto del paraíso terrenal."

Esta fuente, que es el centro de toda la espiritualidad, es señalada por todas las religiones, si bien con diferentes palabras, formas e imágenes.
Hemos utilizado durante varios años los principios básicos de la dieta espiritual que proponemos en este libro con personas de diferentes religiones (cristianos, hebreos, budistas, hinduistas, unitarios y personas sin afiliación espiritual). Hemos mezclado las orientaciones y los ingredientes que han resultado más efectivos y capaces de coexistir con el ritmo de la civilización occidental en las vísperas del nuevo milenio.
La dieta espiritual fusiona la esencia de muchas enseñanzas religiosas con el fin de alimentar el alma y ayudar a las personas a entrar en contacto con su espiritualidad.
Al armonizar nuestra personalidad con nuestro espíritu, enfocar nuestra conciencia, impulsarnos a descubrir nuestra bondad intrínseca y enseñarnos a vivir libre y plenamente, la dieta espiritual aligerará la carga de nuestros problemas personales y nos ayudará a librarnos del peso del mundo.

Fuentes:

Jonathan Kramer y Diane Dunaway Kramer
"Una dieta espiritual para alimentar el alma"
 

viernes, 4 de febrero de 2011

Cómo ser más intuitiv@

"Analizar las cosas sólo desde el prisma racional puede sumirnos en un laberinto de senderos infinitos. La intuición, por el contrario, permite hallar la vía más directa hacia lo esencial."

Si se pregunta cuáles son las virtudes que ayudan a vivir con plenitud, la mayoría de las personas responderán, por ejemplo, que el optimismo, el amor y la amistad, la inteligencia y la capacidad para reflexionar, el sentido del humor... Pocas se acordarán de la intuición, y sin embargo es la cualidad fundamental que seguramente está detrás de todas las demás, pues es la que sirve para integrar eficazmente, lo que sucede tanto en el entorno físico como en los estratos más profundos y desconocidos de la mente. Por eso se la considera una eficaz consejera interior, que aclara las dudas en momentos delicados y ayuda a tomar decisiones correctas para alcanzar los objetivos vitales más importantes.
De alguna manera las personas intuitivas tienen una capacidad especial para percibir los mensajes más sutiles procedentes del exterior, almacenarlos en el inconsciente y tenerlos en cuenta en el momento oportuno. Es decir, se dan cuenta sin esfuerzo del significado de los pequeños gestos, los matices de la voz, las miradas o las actitudes de las personas con quienes se relacionan. Eso les permite, por ejemplo, descubrir los intentos de engaño o hacer una propuesta en el momento más adecuado.

El don de aprender sin darse cuenta

La psicóloga alemana Angelika Faas, que estudia desde hace más de 20 años este "don especial", lo define como "principio de aprendizaje implícito", pues las personas intuitivas mantienen a lo largo de su vida una actitud mental abierta que les permite acumular informaciones que siempre acaban insultándoles útiles. La peculiaridad de éstas personas es que además tienen la capacidad para distinguir la información que es importante de la que no. Así, un campeón de ajedrez no puede competir cuantitativamente con un ordenador a la hora de evaluar jugadas, pero su intuición le ayuda a preseleccionar velozmente los caminos más eficaces.
Según Faas, esta cualidad se convierte en fundamental en los tiempos actuales, en que los datos al alcance de una persona se duplican en pocos años debido a la creciente presencia en la vida cotidiana de los medios de comunicación, la informática o la formación continuada. Por esa razón aumenta el interés por la intuición, que se ha puesto de moda entre los ejecutivos de grandes empresas y las estrellas del cine -Demi Moore, por ejemplo, ha prologado el libro La intuición eficaz, de Laura Day, y Sharon Stone tiene un asesor para mejorarla-. En Estados Unidos incluso existen programas de televisión y páginas web que explican las ventajas de la intuición y cómo desarrollarla.

Una cualidad de la mente profunda

Pero la intuición no es un descubrímiento moderno ni una moda superficial. Se puede entender como algo que va mucho más allá de la eficacia en el manejo de la información por parte de una inteligencia privilegiada. Todo indica que tiene su fundamento en las capas más profundas y desconocidas de la mente. Cari Gustav Jung decía que la intuición es una de las cuatro funciones de la psique. La primera función es la percepción, la segunda el pensamiento y la tercera el sentimiento. La cuarta, la intuición, recuerda al individuo de dónde viene -las experiencias vividas, los fundamentos de la propia personalidad...- y le sugiere a dónde debe ir para cumplir su misión vital y realizarse plenamente. Por tanto es el instrumento más importante para orientarnos en la vida.
Pero, ¿de dónde procede la sabiduría de la intuición? ¿Por qué merece confianza? El inconsciente es la fuente de donde bebe la intuición. Está formado por todo lo que se sabe pero de lo que no se es consciente -lo que se ha olvidado, reprimido o sencillamente no se tiene presente-; todo lo que se siente, se piensa, se recuerda o se desea pero sin intención ni atención; junto a los instintos que gobiernan las necesidades, así como los arquetipos, es decir, las pulsiones dinámicas del alma que aparecen bajo distintas formas en los personajes mitológicos, las fantasías, los sueños y los mitos colectivos.

Imaginación en lugar de racionalidad

La intuición, entre todo este material, debe progresar en el conocimiento de las motivaciones más profundas, lo que se traducirá en un aumento de la seguridad en uno mismo y una facilidad para tomar decisiones acertadas.
Para acceder al caudal de conocimientos inconscientes la mente puede extraviarse si usa el camino de la racionalidad. Ésta sirve para resolver cuestiones prácticas, se limita a manejar datos bien conocidos y elabora un tipo de conocimiento que puede ser compartido por todo el mundo. En cambio, la imaginación sí es una herramienta adecuada para la intuición, pues genera una sabiduría basada en las experiencias personales. Sólo ella permite integrar armónicamente las informaciones con los deseos y los sentimientos. La mayor eficacia intuitiva se consigue liberando la mente del corsé de la razón y las normas, abriéndola a las percepciones sutiles, las especulaciones, los presentimientos y las ideas que fluyen espontáneamente.
Un medio útil para que broten las intuiciones es realizar interpretaciones. En ese sentido, investigar el significado de los sueños suele proporcionar pistas sobre las propias motivaciones y actitudes en un momento determinado. Los sueños, que pueden revelar la importancia de datos que habían pasado desapercibidos, han de interpretarse en clave personal, sin abusar de las explicaciones, a menudo tópicas, que ofrecen libros y programas de ordenador.
Aunque pueda parecer sorprendente, los acontecimientos que ocurren en el exterior también son interpretables desde un punto de vista personal. La intuición sería la herramienta capaz de descubrir la conexión profunda que existe entre el mundo físico, aparentemente alejado de nosotros, y nuestra mente o vida individual.
Jung recordaba que si reducimos nuestro cuerpo físico a sus elementos químicos constituyentes -carbono, oxígeno, silicio, calcio...-lo podemos ver asimilado completamente con el entorno material. De manera paralela, las estructuras más profundas de la mente están en continuidad con una realidad psíquica que sería la esencia última de todo lo existente. Por eso, si fuera posible conocer de manera clara los contenidos más profundos del inconsciente se poseería una sabiduría completa, no sólo de tipo filosófico o intelectual, sino práctica e inmediata: sabríamos dónde está un objeto con sólo pensar en él y conoceríamos el pasado y el futuro.

El fenómeno de las coincidencias

Tal sabiduría parece inalcanzable, pero la intuición puede percibir algo del juego entre la realidad exterior y nuestra mente profunda. Esto se demuestra por el fenómeno de la sincronicidad. Se llama así a la experiencia frecuente de reconocer coincidencias entre cosas que ocurren en el mundo exterior y los pensamientos más íntimos. Por ejemplo, un hombre se está enamorando de una mujer con un nombre poco común, Elisenda, y en el plazo de pocos días le ocurren una serie de casualidades: la bella protagonista de una película se llama así, en una revista encuentra un poema visual donde se repite el nombre varias veces y una mañana al afeitarse descubre en el espejo que tiene el nombre bordado en el pecho del pijama que le acaban de regalar (camuflado en "Club de Polo Elisenda").
Ante una situación así, una intuición liberada de la incredulidad reconoce e interpreta esas coincidencias y puede descubrir su mensaje: será positivo si están relacionadas con sentimientos agradables y se armonizan con las creencias y motivaciones profundas, será negativo si suscitan malestar y contradicciones interiores. Los fenómenos de sincronicidad pueden inducir a pensar que todo está escrito, que el destino se nos impone, pero lo cierto es que cada uno puede construir su destino si se acepta la existencia de una intuición orientadora.

La llave que abre muchas puertas

La posibilidad de interpretar lo que ocurre a nuestro alrededor es el fundamento de las artes adivinatorias y de muchas creencias populares. Así, la intuición encuentra terreno abonado en las sugerencias de una carta astral o en la palma de la mano, e igualmente está dispuesta a considerar las señales que encuentre en su camino: la forma de una nube que pasa o la mascota que siente molestias y advierte así a su amo de que está a punto de caer enfermo... Otro ámbito donde la intuición puede hallar significados es la enfermedad.
No sólo se trata de investigar el origen psicológico de un trastorno de salud -una preocupación constante favorece alteraciones en la piel, por ejemplo-sino de encontrar un sentido a problemas cuyo origen psicológico no es fácil de ver. Alguien que se ve forzado a permanecer en un hospital 20 días por una complicación renal puede intuir que necesitaba hacer una pausa y reflexionar sobre su actitud estresante en el trabajo, su ritmo de vida y sus relaciones.
Cultivar una actitud de alerta serena, casi contemplativa, ante las percepciones interiores y exteriores permite obtener conclusiones útiles y satisfactorias. Ante una duda podemos preguntarnos: ¿cómo lo ve mi intuición? Si se confía en el propio poder intuitivo, sus conclusiones se imponen por sí mismas. La mejor forma de conseguir confianza en la intuición es practicar y experimentar hasta que los éxitos nos convenzan.

Por qué las mujeres son más intuitivas

El tópico dice que las mujeres tienen más intuición... y la intuición que debe ser cierto. Éstas serían algunas razones:
■ Las mujeres han sido especialmente responsables de la estabilidad emocional de la familia: cuidar a los hijos las ha convertido en expertas en intuir sus necesidades, incluso antes de que sepan hablar.
■ El cuerpo calloso -la parte del cerebro que une los hemisferios-, más grueso en las mujeres, les permite conjugar mejor el pensamiento lógico del hemisferio izquierdo con la visión de conjunto del derecho.
■ Durante siglos la mujer no se ha visto forzada a limitar sus capacidades intuitivas innatas tanto como los hombres, sometidos a las rigideces del mundo laboral.
■ Un gen que podría estar relacionado con la capacidad intuitiva sólo es heredado por las hijas. Según David Skuse, la mujer tiene una capacidad innata, mientras que el hombre debe mejorarla.

Ejercicios para entrenar la intuición
Nacemos con un nivel de intuición que puede crecer o disminuir en función del uso que hagamos de ella. Estos ejercicios contribuyen a aumentarlo:
1 - CALMAR LAS EMOCIONES
Es necesario para reconocer la voz de la intuición. Existe un ejercicio de visualización que puede resultar de ayuda: imaginemos que un enorme lago representa el estado emocional e intentamos que las aguas se serenen siempre que nos sintamos alterados.
2 - TOMAR CONCIENCIA DE UNO MISMO
Para liberar la imaginación intuitiva de la censura de la conciencia, que impone opiniones y prejuicios, es útil explicar ante una grabadora lo que se siente y se piensa, dejando fluir las palabras y expresando la mayor cantidad de ideas y ocurrencias -las cosas que parecen triviales con frecuencia vienen de alguna parte y por alguna razón-. Luego se escucha la grabación para conocer mejor los propios procesos mentales y emocionales.
3 - CONSULTAR EL I CHING
Esta obra milenaria de la cultura china ayuda a resolver dudas. Para consultarla se tiran seis veces tres monedas a fin de obtener una de las 64 figuras posibles. Cada una describe una situación y da consejos que deben ser analizados en busca de una correspondencia con la pregunta formulada. La tirada de las monedas suele reflejar la cualidad esencial del momento que se está viviendo.
4 - AVENTURAR UNA RESPUESTA
Pedimos a una persona amiga que escriba una pregunta y sin leerla decimos cuanto se nos ocurra. Así entrenamos la capacidad para intuir a partir de los gestos y la actitud de los otros.
5 - ACOSTARSE CON UNA PREGUNTA
Se realiza la pregunta antes de acostarse, sin buscar una respuesta de forma consciente.Tal vez por la mañana tengamos la solución, pues el cerebro reorganiza las ideas durante el sueño.
6 - TOMAR UNA DECISIÓN
Se reflexiona durante unos minutos sobre el dilema. Luego se deja que fluya el pensamiento durante 24 horas sin exigirse respuestas. Cumplido el plazo, se toma la decisión con convicción y sin pensarlo más. Este ejercicio se aplica a asuntos de poca trascendencia, hasta convencerse de que la intuición funciona.
7 - RESPUESTAS EN CLAVE
La intuición no llega siempre con palabras: las imágenes y los símbolos son su lenguaje más común. Para comprenderlos se analizan los posibles significados en relación con los temas que nos preocupan, intentando sentir el más real para uno mismo.
8 - PEQUEÑOS EJERCICIOS COTIDIANOS
Se trata, por ejemplo, de intentar adivinar quién está llamando por teléfono o a la puerta de casa. A lo largo del día se pueden plantear muchas preguntas e intentos de adivinación que entrenan la intuición.

Fuentes:

Por Manólo Núñez y Claudina Navarro
Revista "CuerpoMente" Nº 94

¿Es tu soledad refugio o castigo?

"En ocasiones, la soledad es una elección inconsciente. Decidimos apartamos para protegemos o porque no aceptamos quiénes somos. En ambos casos hay que renunciar a ella para vivir más feliz e intensamente."

Las personas vivimos la soledad de manera muy diferente. A algunos les encanta estar solos y otros no lo soportan ni siquiera un rato.
Hay tantas maneras de experimentarla como individuos hay sobre la tierra, pero creo que existen algunos rasgos en común que nos permiten dividirlas vivencias de soledad en dos grandes grupos: la soledad como castigo y la soledad como refugio. Dos formas de enfrentarse a un mismo fenómeno, aunque no excluyentes entre sí. Es muy posible que para una misma persona su soledad sea, en determinado momento, un castigo y, en otro, un refugio.

LA UTILIDAD DE LOS PROBLEMAS
Diferenciar estas dos vivencias es importante porque en cada caso la soledad está cumpliendo una función distinta. Aunque sea difícil de aceptar, cuando un problema nos acompaña durante largo tiempo suele estar sostenido en parte por nosotros mismos porque nos "sirve" para algo. Muchas veces, lo que nos hace padecer en la vida es la manera que hemos encontrado de lidiar con algo que nos genera dificultades. Algo que nos libra de un mal, pero que nos somete a otro. Pero... ¿para qué puede servimos la soledad?

LA SOLEDAD COMO CASTIGO
Muchas de las personas con las que me he cruzado en la práctica clínica y que decían sentirse solas sufrían también la sensación de que esta soledad era una especie de castigo, una condena que se les había impuesto por alguna debilidad o deficiencia personal y contra la que era inútil luchar. Así, vivían su soledad como un designio superior, como un inevitable destino fatal.
El hecho de que la soledad aparezca, frecuentemente, asociada a la idea de un castigo no es en absoluto extraña pues, históricamente, a los crímenes más graves se les imponía una de dos penas: la muerte o el destierro. Y, ¿qué otra cosa es el destierro que una condena a la soledad total, una expulsión del mundo de los hombres y la ruptura de todos los lazos con los semejantes?
Arquetípicamente, el destierro es la pena aplicada a aquellos a quienes se considera indignos. La traición, la deshonra, la inmoralidad, son los crímenes que se sancionaban con el destierro, como si se le dijese a aquel que los comete: "Vete, no te queremos aquí, no eres como nosotros, no eres digno de vivir entre nosotros. Vete y no vuelvas".
Este designio no pretendía castigar a alguien por haber hecho algo. En realidad, al desterrado se le castigaba por ser de una determinada manera, por encarnar algo que para el resto de la comunidad resultaba indeseable. Para aquellas gentes expulsar a aquel que avergonzaba era una forma de recuperar el honor mancillado del grupo.
Y creo que vale la pena preguntamos aquí: ¿no es esto lo que hacemos todos cuando expulsamos a otro, apartar un aspecto que nos pertenece pero que nos causa rechazo?
Creo que muchas personas que se sienten solas, sienten su soledad como una condena de destierro, como un castigo por ser como son.
Se sienten indignos y avergonzados de sí mismos y por ello se inflingen o, cuando menos, aceptan el castigo de la soledad. Es como si se dijeran a sí mismos: "Eres indigno, vete, ocúltate". Sostienen ellos mismos esa pena que quizás en algún momento sufrieron o tan sólo imaginaron.

ACEPTAR LA VERGÜENZA
La soledad es, entonces, una manera de expiar la vergüenza que sentimos de ser quienes somos y una esperanza de recuperar, en un futuro, la dignidad. Pero este mecanismo esconde una trampa porque estar solo es, en nuestra sociedad, indigno por sí mismo y al castigo inicial se le suma la vergüenza de la misma soledad.
La actitud de muchos "solitarios" es la misma de los desterrados, buscan reparar esa falta, esa vergüenza. Sólo así podrán volver a estar entre los suyos. ¿Pero cómo reparar la falta de ser quien soy? No hay manera. La única salida es abandonar de forma definitiva la creencia de que ser de determinada manera puede ser un crimen.
La única reparación posible para la vergüenza -que es el origen de ese destierro que es la soledad- es, justamente, el encuentro afectivo con el otro. Si frente a la vergüenza nos retraemos, nos alejaremos de aquello mismo que podría ser su bálsamo. Habrá entonces que hacerle frente, no persiguiendo el objetivo de que desaparezca, sino soportándola con la entereza que nos quede.
Si esperamos a "volver con la cabeza erguida" correremos detrás de alcanzar "el honor", pero éste nos eludirá como una sombra y es probable que pasemos mucho tiempo en el destierro de la soledad. Quizá sea mejor volver, como dice el tango, con la frente marchita, pues todos sentimos en mayor o menor medida cierta vergüenza, cierta indignidad: procede de tener conciencia de nuestra fragilidad, de nuestras miserias y temores. Viene, en suma, con el hecho de ser persona.

LA SOLEDAD COMO REFUGIO
Para otros la soledad, lejos de ser un castigo, se constituye en un refugio. Un lugar seguro -incómodo y desagradable pero seguro- donde permanecer fuera del alcance de otros peligros mayores.
En este caso, la imagen que viene a mi mente no es la del destierro, sino la de una caverna oscura y fría, en la que uno se internara para escapar de algo que nos persigue. Preferirías sin duda estar caminando bajo los árboles, entre los rayos del sol, pero ¡cuidado!, sabe Dios con qué podrías encontrarte.
Decíamos al comienzo que pocas cosas nos atemorizan más que la idea de encontramos solos por completo, entonces ¿a qué podríamos temerle tanto como para elegir refugiarnos en la caverna de la soledad? Evidentemente a amenazas provenientes de los otros, en particular: al rechazo y al abandono.

RECHAZAR Y SER RECHAZADO
Tanto el rechazo como el abandono son experiencias dolorosas, no sirve de nada negarlo. El problema radica en creer que es posible tener la certeza de que no nos ocurrirán a nosotros. Esa certeza nadie la tiene.
Si yo creo posible tener vínculos con los otros sin tener que pasar por situaciones de rechazo, cuando me lleguen, porque seguro que lo harán, me enojaré o lo sentiré como una injusticia. O, por el contrario, pensaré que se debe a que algo anda mal conmigo. Lo cierto es que no es posible relacionarse e intimar sin correr el riesgo de pasar por las experiencias de ser rechazado, de rechazar, de ser abandonado o de abandonar. Es más, casi podríamos decir que no se trata de un riesgo sino de una certeza: alguien nos rechazará -al menos en algún aspecto o a la hora de compartir algo-y rechazaremos a alguien -aunque luego le aceptemos para otra cosa-.

EL VALOR DE LAS RELACIONES
De la misma forma, en algún momento de nuestra vida, a todos nos tocará el abandono. Aun en el mejor de los casos en que un vínculo dure toda una vida, no durará más que eso y entonces, inevitablemente, uno dejará al otro. Y es que crear lazos es doloroso pero, aun así, vale la pena.
Cuenta Antoine de Saint-Exupéry que el Principito se encontró un día con un zorro:
-Ven a jugar conmigo -dijo el Principito.
-No puedo -respondió el zorro-, no estoy domesticado. Domestícame y podremos jugar juntos.
-¿Qué significa domesticar? -preguntó el Principito.
-Es algo muy olvidado -dijo el zorro-, significa crear lazos. Vendrás cada día y te sentarás cada vez un poco más cerca. Yo primero te miraré desconfiado, luego te iré dejando acercar. El trigo no significa nada para mí, pero tú tienes cabellos dorados, si me domesticas, cada vez que vea los campos de trigo serán algo especial.
Y así, el Principito domesticó al zorro y se hicieron amigos. Hasta que un día el Principito tuvo que continuar su viaje.
-Bueno -dijo- debo irme.
-¡Ah! Voy a llorar-dijo el zorro.
-Tuya es la culpa. Me pediste que te domesticara y ahora estás triste.
-Cuando te dejas domesticar se corre el riesgo de llorar un poco -dijo el zorro.
-Pero entonces no ganas nada -dijo el Principito.
-Gano -respondió el zorro- por el color del trigo.
Más allá de su presencia actual o no, siempre ganamos de los encuentros con los otros. Y ganamos por lo que dejan en nuestra vida. Por lo que de ellos vive en nosotros y por lo que de nosotros pervive en ellos. Y quizás encontrar a esas personas importantes en nosotros puede también aliviarnos de esa soledad esencial de ser uno mismo.

Fuentes:

Por Demián Bucay
Revista "Mente Sana" Nº8

miércoles, 2 de febrero de 2011

El Contrato Sagrado

"Este libro de Caroline Myss, autora de "Anatomía del espíritu" y "La medicina de la energía", está basado en los celebres talleres que dirige, y constituye una brillante amalgama de psicología y revelación espiritual. En su prolongada experiencia en el campo de la medicina energética, Myss ha comprobado que un gran número de personas no aciertan a definir cuál es su objetivo en la vida. Esta inquietud espiritual, tan extendida como poco comprendida, genera una multitud de malestares y suele derivar en depresión, ansiedad, fatiga y, por último, dolencias físicas. En este contexto, nuestra misión -nuestro contrato sagrado individual- es difícil de entender. Por ello, Myss ha creado un entretenido e ingenioso proceso que nos permitirá descifrar nuestro contrato, único e intransferible, mediante el uso de una nueva teoría de los arquetipos basada en la obra de Platón, Jung y diversos pensadores contemporáneos. Con sus anécdotas y estilo característicos, la autora explica cómo identificar nuestras energías personales y utilizarlas para realizar nuestro potencial máximo, que, en realidad, es nuestro potencial divino. "El Contrato Sagrado" es un libro visionario y práctico, un proceso sin precedentes para el auto descubrimiento y una poderosa obra de sabiduría espiritual."
Contraportada de "El Contrato Sagrado"

miércoles, 26 de enero de 2011

Una dieta espiritual para alimentar el alma

"Para una época necesitada de alimento espiritual, este libro propone los ingredientes esenciales que permiten vivir plenamente y en armonía. "Una dieta espiritual para alimentar el alma" aúna los principios universales comunes a las grandes religiones con el saber y las técnicas de la psicología moderna para mostrar cómo hacer frente a las exigencias de la vida cotidiana y llevar una vida espiritual satisfactoria. A través de una sugerente combinación de inspiradas citas extraídas de obras inmortales, doctrinas de los grandes líderes espirituales, ejemplos reales y ejercicios sencillos, este libro enseña a aligerar la presión de los problemas personales, vivir en el presente, conciliar los deseos con las metas y, en definitiva, aprender a disfrutar de lo bueno que ofrece la vida."

Aprender de la soledad

"Nuestra relación con la soledad es un buen indicativo de nuestra salud emocional. Cuando sabemos estar solos, estamos bien con nosotros mismos y con el mundo. Y, una vez más, la clave está en el equilibrio porque la cuestión de la soledad va asociada a la de su opuesto, 1a compañía. Saber estar solo es saber estar acompañado y viceversa, ni huir de la soledad ni convertirla en refugio para no afrontar la vida. La solución está en establecer un círculo de vínculos gratificantes, los cimientos para una vida más plena."

Pocas perspectivas nos atemorizan más que la de la soledad. La imagen de encontrarnos completamente solos, incomunicados y separados de otro nos da terror: ser los únicos habitantes de una gran ciudad o estar extraviados en un páramo desolado...
Y es que, de forma natural, carecer de vínculos afectivos o la ausencia de otros con quienes compartir nuestra intimidad nos llena de desasosiego.
Pero, ¿qué es lo que hace que la soledad sea tan difícil de soportar? ¿Por qué nos produce esa profunda angustia, difícil de explicar, para la que muchas veces no encontramos consuelo? La respuesta es que la soledad, en un nivel básico, es percibida como una amenaza para nuestra supervivencia.

Carencia de contacto

Para los humanos de culturas arcaicas, la soledad era un estado peligroso y temible para todos. El grupo era indispensable para satisfacer las necesidades vitales de alimento, refugio y protección. Por lo tanto, el que un individuo se separase del grupo era tanto un peligro para sí mismo como una actitud que debía ser sancionada por el resto. De ahí que muchos tabúes y ritos "primitivos" apuntaran a fortalecer los vínculos con los otros y a disuadir a cualquiera que pudiese debilitarlos.
Y en el mundo de hoy -donde podría plantearse que la relación con el otro no es indispensable para la supervivencia- la soledad sigue inquietándonos por un aspecto tan indispensable como el alimento: el contacto con otros, el ser tocado, llamado y estimulado. Todo eso es necesario para un adecuado crecimiento y desarrollo, como lo prueban los casos de hospitalismo, niños que por ausencia de sus madres son criados por el personal hospitalario y a pesar de ser alimentados y cuidados adecuadamente, no aumentan de peso como debieran, no tienen un adecuado nivel de defensas y se desarrollan con mayor dificultad. En algún momento, los profesionales de la salud se dieron cuenta que de lo que carecían estos niños era de contacto.
La necesidad de vínculos no termina, sin embargo, con la adultez. Nuestra identidad se construye en relación a los demás, nuestra vida está organizada en tomo a las relaciones interpersonales. Ya Aristóteles escribió que aquél que puede vivir fuera de la sociedad es un dios o una bestia. Nietzsche, en su filosofía del superhombre, retomaba esta frase para decir: "Pues entonces seamos dioses, cortemos los lazos de dependencia que nos debilitan". Pero lo cierto es que no somos dioses. Somos humanos que necesitamos de los vínculos con los otros porque está en nuestra naturaleza.

Dos caras de una misma cosa

Sin embargo, todos nos hemos sentido solos en algún momento de nuestra vida. Es más, todos estamos, en algún punto, irremediablemente solos. Esta soledad es consecuencia inevitable de la conciencia de uno mismo, pues esa conciencia nos enfrenta también con un mundo externo del que estamos dolorosamente separados.
Recuerdo que un día, siendo yo niño, me encontraba en mi habitación sin saber qué hacer. Nos habíamos mudado poco tiempo atrás y aún no había hecho amigos. Me acerqué entonces a mi padre y le dije: -Papá, estoy aburrido. -Hijo, tienes que aprender a estar solo -me respondió con gran aplomo.
Tiempo después, una tarde, mi padre entró en mi habitación y me encontró jugando solo. Debía ser algo frecuente en ese tiempo y esto le preocupó. Me preguntó: -Hijo, ¿no crees que sería bueno que hicieras más amigos?
-Tú me dijiste que tenía que aprender a estar solo... Pues ya aprendí -le repliqué con cierto tono de reproche.
Y él, tras detenerse a pensar unos segundos, concluyó:
-Bueno, ahora tienes que aprender a estar acompañado y ya lo tendrás todo.

Experiencias inevitables

En aquel momento no pude sino enfadarme, pero con los años el episodio fue tomando otro significado. Lo que mi padre me transmitía entonces era que para vivir bien es tan necesario poder transitar momentos de soledad como poder relacionarse con otros.
Ambas son experiencias ineludibles en nuestra vida y si, en función de evitar esa angustia, apartamos cualquiera de ellas, nuestra vida se limitará demasiado.
La soledad es un problema tanto para aquéllos que se sienten aislados de los demás como para los que deben correr de una compañía a otra para no encontrarse ni por un segundo con el malestar que les produce estar solos. El objetivo no es, entonces, eliminar la soledad ni prescindir de los otros, sino poder pasar con fluidez de una situación a otra. El pensador suizo Benjamín Cons-tant escribió una vez que la vida consiste en salir de las cosas; yo añadiría que consiste tanto en entrar como en salir.

Un equilibrio necesario

Así, la soledad presenta una doble naturaleza. Por un lado, nos permite contactar con nosotros mismos, nos brinda tranquilidad, paz y un espacio para la reflexión y la creación y, por otro, despierta sentimientos de tristeza y dolor que nos empujan a contactar con otros, a salir de nosotros mismos.
Cada uno de estos aspectos expresa un deseo que se contrapone con el otro y que intentamos equilibrar. Por un lado, deseo de individuación, de establecer límites, de diferenciamos; por otro, deseo de relajar esos límites, de disolvernos en el otro y de ser uno con el mundo. Por lo tanto, estamos condenados a nuestra soledad y, en la misma medida, empujados a trascenderla.
En todos los grandes mitos o historias de héroes y profetas, se advierte un período de soledad, una retirada del mundo de los hombres, para volver luego a actuar entre ellos bajo una nueva forma. La desaparición de Jesús en el desierto, la iluminación de Buda bajo el árbol Bodhi, el largo viaje de Ulises. Como si esa soledad hubiese sido necesaria para producirla transformación de un hombre en alguien capaz de modificar su entorno. En nuestras vidas, más modestas, también existen momentos en los que nos replegamos sobre nosotros mismos para poder continuar luego nuestra vida hecha de encuentros con otros. Aceptar estos períodos como parte de un proceso puede ser una primera manera de perder el temor al fantasma de la soledad.

Estar solo o sentirse solo

Ocurre, en ocasiones, que este "estar solo" se eterniza, deja de ser un momento y uno pasa a sentirse encerrado, atrapado en un círculo del que se tiene la sensación de que es imposible salir. Aparece entonces la sensación de la soledad. Y digo sensación porque la soledad es una apreciación subjetiva: me siento solo. Por ello no importa si estoy efectivamente solo o si hay personas alrededor: lo que produce ese desasosiego es la carencia de relaciones significativas, la falta de posibilidades de intimar.
Efectivamente, para que alguien se sienta en soledad no es necesario que esté aislado. El prestigioso psicólogo estadounidense Allan Fromme decía que no hay lugar más solitario que la ciudad de Nueva York en hora punta, rodeado de miles de personas que también se sienten solas.
Muchas veces, soledad y aislamiento se entrelazan, pero en ocasiones una persona que todavía mantiene vínculos con los otros puede encontrarse a sí misma sintiéndose sola. Es más, los mismos vínculos que una vez fueron significativos y enriquece-dores pueden, de no ser alimentados, estancarse, "petrificarse" y dejar de ser un rico lugar de encuentro.

El antídoto para la soledad

Así, no cualquier "otro" es un antídoto contra la soledad. En general, para que eso sea posible, ese alguien debe ser percibido como proveedor de cierta seguridad, accesible y con buena capacidad de escuchar. En mi opinión, el principal rasgo que diferencia a alguien significativo -cuya presencia puede aliviarme el sentimiento de soledad- de otras presencias, es la sensación de que a esa persona yo le intereso.
Cuando siento que a otro le intereso -aunque eso no signifique necesariamente que le gusto ni que me quiere- comienzo de alguna manera a sentirme acompañado. Por ello, si bien no cualquiera puede aliviar por sí solo la soledad de alguien, muchos pueden "convertirse" en compañeros que contribuirán a empequeñecerla. No se trata, por lo tanto, de encontrar a alguien que nos rescate de nuestra soledad, sino de construir vínculos que comiencen a abrir ese círculo en apariencia intraspasable.
Creo que la idea de construcción puede sacarnos del lugar de la impotencia en el que, muchas veces, nos encontramos al sentirnos solos. Entender la naturaleza esencial de nuestra soledad, entender que es un lugar por donde todos debemos pasar y que existen muchos modos de relacionarnos con los demás para satisfacer nuestra necesidad de contacto, hará posible fundar esos cimientos que nos permitirán crear o restaurar los lazos con los otros.

Fuentes:

Por Demián Bucay
Revista "Mente Sana" Nº8

viernes, 21 de enero de 2011

Potencia tus recursos

Al poco de analizarnos, con ayuda o sin ellas, descubrimos que ante nuestra mirada se abre un abanico de "yoes" internos. Nos decimos: "yo soy esto", "soy esto otro", "soy de tal manera pero no de aquella".

Y con el tiempo confirmamos que somos todos esos y también algunos más que aparecen solamente en algunos momentos especiales. No quisiera evocar ahora mismo a mí yo más romántico porque quizás escribiera una carta de amor y no un editorial para ti, ni tampoco a mi parte más intrascendente porque quizás no escribiría nada. Y, sin embargo, yo sigo siendo esos dos Jorges y tantos otros aunque ahora, justo en este preciso instante, no recurra a ellos.
Si soy capaz de evocar en cada momento las mejores y las más apropiadas partes de mí mismo para contar así con los mejores recursos en cada situación, posiblemente conseguiré que el resultado sea el más conveniente para mí y para los que quiero. Y esto es cierto para todos. Si logramos contar siempre con lo mejor de cada uno, evitaremos perder de vista nuestros objetivos principales, nos mantendremos en el rumbo que le da un sentido al camino que elegimos para nuestra vida y en suma, ofreceremos siempre en cada momento la mejor respuesta que somos capaces de dar.

He aquí una lista de recursos internos y externos de los cuales nos valemos en distintas situaciones. Están ordenados alfabéticamente para evitar jerarquizarlos unos por encima de otros. Léelos atentamente antes de que te plantee con ellos un ejercicio de autoconocimiento:




Paso 1 


Aceptación del cambio
Ahorros
Amigos
Amor por el conocimiento
Amor por la vida
Aptitud de escucha
Asertividad
Autocontrol
Autodependencia
Autoestima
Bondad
Buen trato
Buena administración
Capacidad de aprender
Capacidad de trabajo
Carisma
Compromiso
Creatividad
Criterio
Curiosidad
Darse cuenta
Diplomacia
Disciplina
Disfrute de la belleza
Empatia
Entusiasmo
Escala de valores
Esperanza
Espiritualidad
Estética
Estrategia
Experiencia
Familia
Fe
Generosidad
Gratitud
Habilidad manual
Habilidad social
Histrionismo
Honestidad
Humanidad
Humildad
Imparcialidad
Ingenio
Integridad
Inteligencia abstra
Intuición
Juicio
Justicia
Libertad
Liderazgo
Maestría
Memoria
Moral y ética
Motivación
Negociación
Optimismo
Oratoria
Paciencia
Participación cívica
Percepción
Perdón
Perseverancia
Perspectiva
Proactividad
Prudencia
Respeto
Sabiduría
Seducción
Sentido del humor
Serenidad
Solidaridad
Templanza
Tenacidad
Tolerancia
Toma de distancia
Trabajo
Trascendencia
Valentía








Paso 2
Para imprimir presione Crtl+P

La tarea que te propongo es la siguiente: tómate unos minutos de tu tiempo para hacer esta evaluación. Si estás en un lugar donde te sería difícil concentrarte es mejor que lo dejes para después, pero, si te apetece y puedes, entonces ponte cómodo o cómoda y puntúate según el siguiente criterio establecido.

Una evolución personal

Frente a cada palabra pregúntate: ¿es éste un recurso mío? ¿Lo uso? ¿Me define? ¿Cuento con él? contéstate sinceramente y, según hayas sido tus respuestas, califícate de 1 a 3 (en la casilla junto a cada palabra) a partir de este parámetro:

1. Utilizo poco este recurso, creo que no lo tengo desarrollado o nunca cuento con él.
2. Lo utilizo menos de lo que debería o podría usarlo. Me gustaría desarrollarlo más.
3. Es uno de mis recursos más utilizados en mí día a día. Sé que me sirvo de él frecuentemente o los demás me confirman una y otra vez que sé usarlo con eficacia.

Al final de la lista hemos dejado unas líneas de puntos para que te animes a escribir allí alguno de tus recursos favoritos, los tengas o no desarrollados en este momento. Son habilidades que yo no supe incluir, en algunos casos por olvido y en otros porque posiblemente no cuento con ellas tanto como tú.
Una vez evaluados todos los recursos de la lista, en una hoja aparte anota los que has marcado con un 3 y subraya los que utilizas con más frecuencia. Si puedes, lleva la lista unos días contigo. Ésos son tus recursos habituales, los que tienes siempre a mano y los que mejor sabes usar.
Utiliza otra hoja para colocar aquellas habilidades que clasificaste con 2 o con 1. Son las que no tienes tan a mano o te gustaría desarrollar un poco más.
Adquiere ahora un compromiso, no con otros sino sólo contigo. Se trata de elegir un ítem de los peor calificados para trabajar sobre él teniendo como objetivo, digamos, que la próxima vez que te topes con este test, obtengas un genuino y sincero 3 al evaluarte justo en ese punto.

Todos los recursos están en ti

Te preguntaras quizás por qué no hay una puntuación que sea cero. No es casualidad. No creo que ninguno, repito, ninguno de estos recursos, te sea totalmente ajeno. Algo de cada uno está en ti y por ello puedes acrecentarlo.
Tanto ante nosotros mismos como ante los demás, nos definimos tal y como nos place o nos es útil definirnos. Subjetivamente ponemos el acento en ciertas cualidades -lo mismo hacemos con los defectos- en detrimento de otras -y de otros-, que también nos pertenecen. Crecer y desarrollarse como personas significa en gran medida evitar convertirse en prisionero de las definiciones y etiquetas que te pones o que te colocan desde fuera. Mira sinceramente en tu interior para descubrir todos aquellos dones que hay más allá de las apariencias, de las generalizaciones, de los juicios de los demás, de los papeles que te han o que te has asignado. Y asume con firmeza el compromiso de lo que puedes llegar a ser.
Hace unos años una amiga y colega de Costa Rica, Martha Morris, me mandó un poema parecido a éste en un momento muy difícil para mí. Me permito abreviarlo para compartirlo hoy contigo.

Todo

Todo lo que sabes
Todo lo que eres
Todo lo que haces
Todo lo que tienes
Todo lo que crees
Todo
Ha servido para llegar
hasta aquí…
¿Cómo seguir?
¿Cómo hacer
para ir más allá?
Quizás haya llegado
el tiempo de usar
Todo lo que todavía
no sabes
Todo lo que aún no eres
Todo lo que por ahora
no haces
Todo lo que
afortunadamente no tienes
Todo aquello
en lo que aún no crees.

Fuentes:

Por Jorge Bucay
Revista "Mente Sana" Nº8

Respiración, aliento de vida

"Todas las funciones que realizan los diversos órganos del cuerpo son imprescindibles para la salud y la conservación de la vida, pero podría decirse que la respiración ocupa el primer lugar en importancia, ya que de ella dependen todas las demás."
Hay muchas razones por las que la respiración puede considerarse como la función más importante que realiza el organismo: Respirar es el primer acto que efectúa el ser humano cuando nace y es también con un profundo suspiro como se despide del mundo al morir. Podemos vivir algunos días sin comer, y menos días sin beber. Pero es imposible permanecer, en condiciones normales, varios minutos sin respirar. Respirar es vivir y hasta las plantas deben la vida al aire.
No es de extrañar pues que algo tan vital para la existencia del ser humano en la tierra le inquietara y fuese objeto de estudio desde que comenzó a plantearse preguntas sobre el origen y la finalidad de su vida.

El Alma, principio de vida para las culturas occidentales

Desde los albores de nuestra civilización occidental, los filósofos y pensadores se interesaron por el aire como fuente de vida y algunas teorías que forjaron coinciden con las de otros sabios orientales que vivieron muchos siglos antes, sin que al parecer existiera ninguna conexión entre ellos.
En nuestra cultura, la primera referencia que se tiene del aire como principio de vida se debe a Anaxímenes, filósofo griego que vivió en el siglo VI a.C, el cual consideraba al aire como el principio de todas las cosas que existen en el mundo. Para él, como para otros filósofos presocráticos, el aire era lo que imprimía un orden al cosmos. Pero no se refería al aire que vemos o respiramos, sino que era una fuerza vital o éter que se caracterizaba por ser inmenso, infinito y estar en continuo movimiento. A partir de este aire surgía la naturaleza, los seres vivos y todas las cosas, hasta el aire que respiramos; todo era aire, más o menos denso.
Este aire primigenio, invisible y en constante movimiento era el que, transformado y diversificado en las cosas que vemos, da vida a todo lo que existe, lo transforma, y un día todos los seres y las cosas vuelven a él.
El alma, palabra que viene de animam significa aire, soplo, aliento, se convirtió en el principio espiritual, en la esencia del hombre. Pero también se ha utilizado ya desde entonces para definir el principio que anima a todas las cosas vivientes, lo que les da la vida, la fuerza, la energía vital Frases tan habituales como "es el alma del equipo", o "es el alma de la reunión", lo demuestran.

El Prana, energía vital para las culturas orientales

Las culturas orientales hablan del Prana o del Chi como el principio universal de energía o fuerza. Ese principio activo es la fuerza vital presente en todo organismo vivo, desde los vegetales al hombre. El Prana se encuentra en todos los átomos, está en todas las cosas, incluyendo las inanimadas, como un grado menor de manifestación. Es la esencia de todo movimiento. Toda energía o fuerza deriva de este principio, o más bien, es una manifestación de él, de la misma manera que la electricidad se puede manifestar como calor, música o aire acondicionado.

"El prana se encuentra en todos los átomos y lo podemos controlar mediante la respiración."

Según los yoguis, el Prana se puede almacenar en el organismo por medio del control de la respiración, para disponer de él cuando sea necesario. Por tanto, el yogui da suma importancia a la respiración para mantener la salud del cuerpo, y aumentar la vitalidad. La parte del Yoga que trata del dominio de estas energías mediante el control de la respiración es el Pranayama. Según el Yoga, cuando el hombre logra el control de su respiración gobierna todo su ser, así como el funcionamiento de su organismo, puede conseguir que sus células combatan las enfermedades, desarrolla sus facultades mentales y adquiere una nueva conciencia espiritual. El yogui utiliza el control de la respiración como una vía de desarrollo físico, mental y espiritual.

La respiración, fuente de salud

También la ciencia occidental reconoce la importancia de respirar para el bienestar físico y mental del individuo. La respiración supone una vía de alimentación del cuerpo, similar a la del sistema digestivo: las células necesitan el oxígeno que les llega con la sangre para vivir y para regenerarse, oxígeno que se ingieren respirar; digieren este oxígeno a nivel de los alvéolos pulmonares, efectúan el intercambio gaseoso y eliminan el anhídrido carbónico con la exhalación, de modo que se liberan de las toxinas.
Swami Sivananda atribuye estos beneficios a la respiración completa:

"El cuerpo se vuelve fuerte y sano; el exceso de grasa desaparece, el rostro resplandece, los ojos centellean y un encanto particular se desprende de toda la personalidad. La voz se vuelve dulce y melodiosa. El apetito ya no es presa de la enfermedad. La digestión se hace con facilidad. . Todo el cuerpo se purifica, el espíritu se concentra fácilmente. La práctica constante despierta las fuerzas espirituales latentes, trae la dicha y la paz".
Swami Sivananda

Si la respiración es defectuosa, o insuficiente, como ocurre cuando por alguna razón es superficial, los efectos repercuten en todo el organismo: el cerebro se resiente en primer lugar, ya que depende directamente del oxígeno que le llega con la respiración. El cuerpo va perdiendo vitalidad y se intoxica, con lo que se favorece la aparición de diversas enfermedades y alteraciones nerviosas.
Resulta muy aconsejable dedicar cada día unos minutos a limpiar y ventilar los pulmones de manera consciente mediante algunos ejercicios de respiración. Con ello se logrará tonificar los órganos respiratorios, revitalizar las células y mantener la salud, ya que al realizar los ejercicios las vísceras torácicas y abdominales se masajean entre sí; de este modo aumenta la afluencia de sangre en ambas regiones, torácica y abdominal y se mejoran los intercambios nutritivos entre las células y la sangre.
Kapalabhati es un ejercicio de Pranayama que se aconseja practicar cada mañana después de levantarse. Para realizarlo, siéntate con las piernas cruzadas y la espalda bien recta y respira profundamente tres o cuatro veces a través de la nariz. A continuación realiza respiraciones muy forzadas, como si tus pulmones fueran un fuelle, unas 20 o 25 veces, también por la nariz. Finalmente inspira y espira profundamente dos o tres veces y retén el aliento durante unos segundos, sin forzar, suelta el aire, y repite el mismo ejercicio de tres a cinco veces. Este ejercicio es muy revitalizante, efectúa una enérgica limpieza de los pulmones, aumenta el brillo de los ojos y facilita la concentración.

La respiración y la salud mental

Si la psicología estudia el comportamiento de los seres vivos, no podía por menos que dedicar una especial atención a cómo las emociones modifican la respiración de forma muy importante, hasta el punto de que se puede saber cómo se encuentra el estado emocional de una persona tan sólo observando su respiración.
La respiración relaciona al individuo con el mundo exterior. La piel y los pulmones son sus mayores órganos de contacto a través de los cuales se mantiene dicha relación. El contacto con la piel es voluntario, pero la relación de los pulmones con el medio exterior es inevitable. Respirar es a la vez un acto vital y un acto social. Es un medio de comunicación que utiliza el lenguaje corporal y expresa la personalidad del individuo; por tanto muestra la resistencia o las dificultades para establecer contacto con el mundo, que se manifestarán especialmente a través de los órganos; por ejemplo, en forma de dificultades o enfermedades de las vías respiratorias según la gravedad del conflicto o de la piel.

El lenguaje de la respiración

La respiración irregular refleja un organismo confuso, debido quizás a sus deseos contradictorios: lo opuesto de lo que indica una respiración regular, que expresa unidad y equilibrio físico y mental de la persona. Quien respira rítmicamente y sin esfuerzo demuestra su actitud abierta hacia el mundo y las personas que le rodean. Quien respira de forma superficial y con esfuerzo manifiesta su miedo a pedir, a recibir y a aceptar; no se permite la relación afectuosa con las personas.
Hay personas que cuando respiran profundamente tienen más dificultades para exhalar el aire que para inhalarlo, esto suele ocurrir a quienes temen confiar en los demás, o temen demostrar su afecto por miedo a ser heridos. La respiración completa, natural y sin tensiones expresa una actitud abierta para relacionarse y aceptar a las personas como son; expresa el deseo del individuo de relacionarse con confianza y libertad con su medio ambiente.
Las emociones modifican la respiración y pueden alterar la salud del individuo. Algunas enfermedades del aparato respiratorio expresan un grave conflicto sin resolver. El grito de la mente que pide ayuda a través del cuerpo.
Si la mente puede modificar la respiración, ésta también puede ayudar a la mente a encontrar la paz.
Ramacharaka (William Walker Atkinson)propone practicar todos los días un ejercicio de respiración para calmar la mente y vitalizar el organismo. Es indudable que toda persona puede beneficiarse con sus saludables efectos y, si sus conflictos psicológicos le impiden disfrutar de su vida, este ejercicio de respiración será un complemento de inestimable valor para la terapia de apoyo psicológico con la que logrará superar definitivamente sus problemas. Se realiza del siguiente modo:

•  De pie, inspirar profundamente y retener el aire.
•  Extender los brazos hacia delante y poco a poco, ir contrayendo los puños y los músculos de los brazos, mientras se van acercando las manos a los hombros, deforma que cuando lleguen a tocarlos, todos los músculos vibren con la tensión.
•  Volver los brazos a la posición inicial y repetir varias veces, mientras la retención del aire no resulte incómoda. En ese momento, exhalar con fuerza el aire por la boca
•  Repetir varias veces intercalando respiraciones normales pero profundas.

Desarrollo espiritual

La evolución del ser humano y su autorrealización, pasan por el camino obligado de enfrentarse a sus necesidades más básicas en primer lugar, y a la solución de sus conflictos psicológicos después, para que, finalmente, a medida que los solucione, pueda hacerse más consciente de su espiritualidad y desarrollar sus facultades espirituales. Para facilitar esta evolución, los yoguis también utilizan el control de la respiración, y especialmente la respiración rítmica.
El ritmo, por similitud, lleva la armonía a todo el organismo, con lo que se obtienen las condiciones más adecuadas para que puedan desarrollarse las facultades latentes. Algo que también practicaban Pitágoras y sus discípulos VI siglos antes de Jesucristo: la primera psicoterapia de que se tiene noticia.

Fuentes:

Carmela París
Revista "CuerpoMente"; Nº. 9. Primavera 1992
DIAFRAGMA Y ESPÍRITU
La respiración es una de las pocas funciones corporales espontáneas, tal vez la única, enla que el ser humano puede intervenir directamente modificándola. No podemos alterar a voluntad el movimiento intestinal o la velocidad de circulación de la sangre, o el crecimiento de las uñas o de los cabellos, pero sí podemos aspirar o espirar el aire con mayor o menor intensidad, o retener el aliento, por ejemplo,
La respiración nos acompaña durante toda la vida, dormidos o despiertos, pero sorprendentemente, es la gran desconocida para la mayoría de personas.

CÓMO TRANSCURRE LA RESPIRACIÓN

Después de inspirar el aire del ambiente, el oxígeno contenido en él pasa de los pulmones a la circulación sanguínea y de ahí a las células de todo nuestro organismo. Es en ellas donde se produce, a nivel molecular, la verdadera respiración. Todo este proceso, la vida misma, no sería posible sin la presencia del diafragma. Este músculo en forma de cúpula, divide nuestro cuerpo en dos partes, quedando el corazón y los pulmones en la mitad superior, y los órganos abdominales en el inferior.
Al final de una espiración, el diafragma adquiere su forma acampanada, es su forma relajada. Para inspirar, el diafragma se contrae. Debido a la peculiar disposición de sus fibras ello significa un aplanamiento del mismo, lo cual tiene un efecto de succión en la cavidad torácica que ocasiona la expansión de los pulmones y, por consiguiente, la entrada de aire a través de la nariz.
Así como la inspiración es un proceso activo, en el que interviene la contracción de un músculo, el diafragma, la espiración es pasiva, porque, en condiciones normales se realiza gracias a la elasticidad del propio tejido pulmonar, que vuelve a su posición de partida. El único momento en que intervienen músculos para soltar el aire de los pulmones es cuando realizamos espiraciones forzadas, en que recurrimos a los músculos abdominales (recto anterior y oblicuos), los cuales empujan las vísceras abdominales hacia el tórax, elevando el diafragma y espirando a mayor velocidad.

RESPIRACIÓN Y ESPIRITUALIDAD

Es evidente que respiración y emociones tienen una estrecha conexión. ¡Hasta dónde llega esta relación? ¡Podemos influir sobre la mente a través de la respiración?
La India es el país que más ha profundizado en el estudio del funcionamiento y poder de la mente. Las enseñanzas de Buda, por ejemplo, se refieren constantemente a cuestiones relacionadas con la actividad mental. Pero mucho antes que él ya se enseñaban técnicas de concentración para lograr estados de tranquilidad mental. La intensidad de estos estados variaba en función de la profundidad de la concentración alcanzada por el practicante. El sistema de meditación denominado Apaña parte de la observación de la propia respiración sin tratar de enjuiciarla ni de modificarla, sea cual sea su cualidad. De esta manera, se van conquistando diferentes estados de paz y bienestar mental.
En cambio, la práctica de la respiración yóguica o Pranayama sí que intenta modificar las características de la respiración, para influir sobre el estado de salud, tanto física como mental.
Sin embargo, antes de que éstas y otras técnicas llegaran a nosotros, la tradición popular ya tenía sus propias maneras de calmar la mente gracias a la respiración. Usaban algo tan simple como el canto. En efecto, al cantar según qué tipos de estilos, el diafragma es obligado a ascender despacio ya que la expulsión del aire se hace de forma lenta. Quizá de ahí provenga el refrán "Quien canta, sus males espanta", que traducido sería "Quien asciende lentamente su diafragma hasta el final de la espiración, tranquiliza su mente.
Por Teño Sánchez

ARTÍCULOS
- La respiración en el sufismo como transformación espiritual
- Pranayama, técnicas de respiración
- Pranayama, el arte de la respiración consciente
- Prana y pranayama
- El Chi y la meditación

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Según Platón, el conocimiento es un subconjunto de lo que forma parte a la vez de la verdad y de la creencia.
Integral Philosopher Michel Bauwens "Vision"