¿Estamos siendo simulados?
No debemos confundir la Realidad Simulada con la Realidad Virtual. La realidad virtual es una representación de la realidad que puede ser claramente diferenciada de la verdad por nosotros. Por el contrario, la Realidad Simulada refiere a una realidad perfecta y completa en la que el habitante no puede determinar su falsedad. Sí, estamos hablando de una Matrix, con la diferencia de que los argumentos de Realidad Simulada no consideran el dominio de las máquinas sobre el hombre, sino el simple interés del hombre de simular al hombre. La Hipótesis de Simulación considera que todos nosotros existimos en tal realidad y que hay otro mundo allí afuera que no podremos alcanzar.
Uno de los primeros defensores de la hipótesis de simulación es el filosofo Nick Bostrom. Los principios que establece Bostrom, se basan en un preconcepto de que una mente consciente puede ser implementada en un sustrato informático como procesadores de silicio. Según Bostrom, lo que nos permite tener experiencias conscientes no es la materia del cerebro sino su arquitectura computacional, y llegado a un nivel tecnológico suficiente, un ordenador poderoso podría recrear una mente humana.
Bostrom establece tres proposiciones (que pueden ver más ampliamente aquí). La primera premisa refiere a una incapacidad tecnológica, la segunda al desinterés de hacer simulaciones y la tercera a que estamos probablemente dentro de una simulación. Asumiendo que las dos primeras premisas son falsas, Bostrom concluye en que no sólo estamos dentro de una simulación sino que la cantidad de simulaciones llevadas por una civilización avanzada sería astronómica. Habría más mentes simuladas que mentes reales, por lo que, por un principio de indiferencia, es más probable que seamos mentes simuladas que reales.
Mientras el profesor Barry Dainton apoya el argumento de la simulación de Bostrom (haciendo hincapié en que existe la posibilidad de simular la conciencia humana en formas sencillas y complicadas), el físico Frank Tipler ofrece otra visión. Basado en una teoría de entropía que nos recuerda mucho al maestro Isaac Asimov, Tipler cree que la capacidad informática del Universo puede incrementarse a un ritmo suficiente para que la tasa de cómputos se acelere hiperbólicamente más rápido que lo que el tiempo se acaba. En su principio, una simulación que corra en este universo informático puede continuar por siempre en sus propios términos, aunque el universo externo sólo dure un tiempo finito. Robin Hanson incluso se aventuró a sugerir cómo vivir en una simulación, enumerando conceptos que hacen que la realidad simulada parezca más una nueva religión que una realidad.
Otra de las visiones que apoyan la hipótesis de simulación se basa en la consideración de los sueños. Cuando soñamos creemos que la realidad simulada (el sueño) es lo que realmente está sucediendo. Descartes fue uno de los primeros filósofos en cuestionar la distinción entre la realidad y los sueños, y puede verse el mismo argumento expuesto por Borges en su cuento "Las ruinas circulares" en que el soñante se da cuenta que es, a su vez, soñado por alguien más. Pero también es cierto que con cierta práctica, o por mera casualidad, una persona puede tener un "sueño lúcido", es decir, darse cuenta que está soñando. Aunque no podemos negar que los sueños nos demuestran que existe la posibilidad de que seamos incapaces de diferenciar la realidad de la simulación, el sentido común, consideraciones de simplicidad y análisis de todos los posibles mundos de los sueños, desmerecen cualquier apoyo sobre esta visión.
Nuestro lógica puede aceptar o no estas teorías, pero lo cierto es que no hay ningún tipo de prueba científica que les pueda dar validez. Los escépticos, debemos luchar contra el concepto de que tales pruebas no pueden ser halladas porque la simulación ha sido diseñada con las limitaciones esenciales necesarias para que no podamos encontrarlas. Por otro lado, Bostrom establece que la refutación decisiva de que existen las realidades simuladas sería encontrar alguna física no computable, pero al día de hoy, la física conocida se considera computable. Aún cuando pudiera establecerse que se debe desarrollar un número infinito de pasos en un tiempo finito, no se puede discernir si los ordenadores corriendo una simulación son capaces de hacer cosas que los ordenadores dentro de la simulación no pueden hacer. Pero aún podemos utilizar la lógica.
La teoría del computacionalismo establece que el cerebro humano es mejor concebido como un sistema de procesado muy similar a un ordenador. Y, aunque esta visión bien podría aceptar que una simulación podría tener sujetos conscientes, no se puede ignorar que la conciencia debería requerir un sustrato de física "real". De lo contrario, las personas simuladas, aunque se comportaran correctamente, serían zombies filosóficos.
Josh Kirschembaum propone una interesante mirada sobre el origen y construcción de la conciencia. En "¿Estamos viviendo en una realidad simulada?", Kirschembaum busca establecer el principio de la conciencia argumentando que no es un proceso formal de información sino una propiedad fundamental del universo que no puede ser simulada o sintetizada. Aún cuando una máquina pudiera aprender de sus propios resultados, esto no debería leerse como un proceso consciente. Kirschembaum contrasta esto con una persona privada de todos sus sentidos (vista, olfato, tacto, gusto, oído) que aún tiene un nivel de conciencia y aun puede tener pensamientos, sueños y alucinaciones. El teórico, se anima a ir más allá, argumentando que, incluso de remover todo el pensamiento, percepciones imaginarias y sueños, quedaría aun una vigilia desnuda consciente de sí misma. Esta sería una cognición básica que no requiere de ningún contenido para existir. Luego de un detallado análisis, Kirschembaum concluye que la conciencia es trascendental y no está contenida en ningún lado, y por ende no puede ser creada o cambiada. La conciencia se referencia a sí misma y puede ser descrita en términos de "tenerse a sí misma". No requiere nada más que ella para existir, por lo que es en realidad la naturaleza fundamental de la realidad en sí misma. Siendo así, es imposible simular un universo en un ordenador ya que la conciencia no está "en" el universo, sino que el universo está en la conciencia.
En la actualidad, los requerimientos informáticos para dinámica molecular son tales que lleva varios meses de tiempo de computo - en los ordenadores más rápidos del mundo - simular 1/10mo de segundo del plegado de una sola molécula de proteína. En respuesta a esta objeción, Bostrom calculó que la historia entera de la humanidad requeriría unos 1036 cálculos para simularla y que un ordenador del tamaño de un planeta, construido utilizando métodos nanotecnológicos conocidos, podría procesarlo.
Bien, asumamos que es posible alcanzar el nivel de cálculo para generar una simulación detallada de cada partícula, y que llegaremos a construir un ordenador del tamaño de un planeta. Asumamos que estamos dentro de una simulación de ordenador. ¿No debería haber errores, interferencias, fallos técnicos, vacíos en la estructura de la programación? ¿No sería posible descubrir alguno?
John D. Barrow asegura, en "Living in a Simulated Universe", que de vivir en una simulación veríamos fallos en las supuestas constantes y leyes naturales. Barrow comienza por establecer que los simuladores de una realidad tendrían que haber sido tentados a evitar la complejidad de las leyes naturales de sus mundos cuando pueden simplemente crear "efectos realistas". Pero incluso si se dieran a la tarea de simular cada ley natural, habría límites a lo que pueden hacer, porque no es posible tener un conocimiento completo de las leyes naturales. Los programadores podrían saber mucho sobre física y sobre la programación necesaria para simular un universo, pero habría huecos o errores en su conocimiento de leyes naturales. Aunque estas serían sutiles y podrían permitir el flujo normal de la simulación, gradualmente las fallas comenzarían a amontonarse creando una bola de nieve que cesaría el cómputo de estas realidades. Barrow dice que la única forma de solventar esto sería ir agregando parches en los problemas a medida que surgen. Algo que todas las personas que trabajamos con ordenadores conocemos a la perfección. Si los simuladores utilizaran un código de corrección de errores de ordenador contra las fallas de sus simulaciones, cada tanto ocurriría una corrección en el estado de las leyes gobernando la simulación. Los científicos y astrónomos simulados podrían observar y prevenir cambios repentinos en muy pequeñas leyes naturales y mostrar que las constantes de la naturaleza van cambiando lentamente.
Claro que es inevitable que surja la pregunta de si el conocimiento de errores o vacíos en una simulación lo suficientemente poderosa son instantáneamente borrados en el momento que son observados, ya que presumiblemente todos los pensamientos y experiencias en un mundo simulado pueden ser cuidadosamente monitoreados. Pero si se toma la posibilidad de que existan incontables simulaciones y que, por ende, las mentes simuladas excedan en gran número a las mentes orgánicas, sería impracticable el control de cada pensamiento virtual individual.
Por otro lado, como bien establece la Navaja de Occam "en igualdad de condiciones, la solución más sencilla es probablemente la correcta". Es más sencillo considerar que la realidad es lo que es, que evaluar las posibilidades de estar en una simulación. Pero dado que esto es una regla heurística y no un axioma, no es la verdad absoluta para refutar todas las hipótesis. Pero aun si nos atrevemos a considerar todo lo expuesto, comprobar la existencia de una realidad simulada es improbable en cualquier sentido concreto: cualquier evidencia que sea directamente observada sería otra simulación en si misma. No hay manera posible de estar seguros de que las personas que corren nuestra simulación no sean en si mismos una simulación de otro y así infinitamente. Dadas las premisas del argumento de simulación, cualquier realidad no tiene mejores o peores posibilidades de ser una simulación que cualquier otra.
Con todo dicho, ¿qué diferencia hace? Si estamos en una simulación como la expuesta por Bostrom, el Universo no es lo que creemos y no podemos salir de aquí. Sólo nos queda esperar que, en el próximo formateo, alguien se olvide de crear a Bill Gates.
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