A esta pregunta se enfrentaban filósofos griegos desde diferentes posiciones:
- no hay una realidad fija puesto que todo está en continuo cambio, y, por tanto, la realidad no es más que un fluir continuo.
- A pesar de la continua metamorfosis que experimenta la realidad, hay unos principios esenciales que se mantienen invariables que consiguen que todo lo que perece vuelva a emerger de la misma manera.
De esta segunda consideración surgieron múltiples elementos que eran considerados, por unos y por otros, como el origen inalterable de todas las cosas (el llamado arché).
Demócrito de Abdera, junto a la misteriosa figura de Leucipo, desarrolló toda la teoría atómica que defendía a esas partículas diminutas (invisibles), e indivisibles, como origen de la realidad material. El átomo era para Demócrito, como una especie de mapa genético de la realidad, a partir del cual todo adquiría forma.
Esta teoría que en principio podía parecer una arché más en la ruta del conocimiento griego (como el fuego o el agua) plantea una serie de afirmaciones sobre la realidad y sus componentes que la distinguen del resto de ideas y la hacen objetivo de todas las críticas.
En primer lugar, atenta contra la idea aceptada de manera generalizada de la inexistencia del vacío, ya que este es tan imprescindible como el propio átomo para que la realidad se origine. Según Demócrito, esencialmente sólo existen los átomos y el vacío. Gracias a este vacío puede existir el movimiento de los átomos, que pasan a ocupar diferentes lugares, chocando con otros átomos, uniéndose en átomos más grandes y dando lugar así a los objetos como los conocemos hoy en día.
A consecuencia de esto se desprende la segunda aportación de la teoría atómica a la explicación de la realidad: la dicotomía entre lo variable y lo permanente no tiene sentido, porque ambas cosas se encuentran conjugadas en esta idea de los átomos. Es decir, aunque un ser pueda trasformarse e incluso perecer, su mapa genético (atómico) permanecerá inalterable, permitiendo que otro ser vuelva a generarse de la misma manera y por tanto se mantenga esta realidad estable, a pesar de su continuo cambio.
Esta teoría fue muy criticada en su época, y no llegó a desarrollarse hasta sus últimas consecuencias hasta el siglo XX. Posteriormente, y a raíz del descubrimientos de las radiaciones y el espectro electromagnético, se ha desarrollado la teoría del quantum, en la que se afirma la existencia de partículas subatómicas a partir de las cuales se pueden explicar fenómenos energéticos y de absorción de luz por los cuerpos negros. Más o menos perfecta, lo que es cierto es que esta reducción de toda la realidad a una única partícula originaria, entronca profundamente con la idea de digitalización y, en alguna medida, pudo servir como referente a la hora de sintetizar todo el conocimiento en unos y ceros (átomo y vacío).
Fuentes:
Irene Moreno.
Irene Moreno.
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