lunes, 20 de septiembre de 2010

Quinta tarea: El servicio a lo irracional

En esta parte del cuento Vasalisa le ha pedido fuego a Baba Yagá y la Yagá accede a dárselo... pero sólo en el caso de que, a cambio, ella se preste a hacerle algunas tareas domésticas. Las tareas psíquicas de esta fase de aprendizaje son las siguientes:
Quedarse con la bruja, aclimatarse a los grandes poderes salvajes de la psique femenina.
Comprender su poder (el propio poder) y el de las purificaciones interiores; limpiar, clasificar, dar de comer, construir energías e ideas (lavar la ropa de la Baba Yagá, guisar para ella, limpiarle la casa y clasificar los elementos).
No hace mucho tiempo, las mujeres mantenían una estrecha relación con los ritmos de la vida y de la muerte. Aspiraban el intenso olor a hierro de la sangre fresca del parto. Y lavaban también los cuerpos medio fríos de los muertos. La psique de las mujeres modernas, sobre todo de las que pertenecen a las culturas industriales y tecnológicas, se ven privadas a menudo de estas benditas y fundamentales experiencias de transmisión directa.

"La vida en las grandes ciudades dificulta aún más que el ser humano pueda llevar una vida armoniosa con su propia naturaleza. Estamos separados unos de otros y esto nos obliga a delegar la educación de nuestros hijos a instituciones oficiales que no siempre aciertan en la forma en la que nuestros hijos han de ser educados. El sistema educativo está obsoleto y retrasado para poder brindar una educación de calidad a muchos niños y niñas que nacen con una impronta especial o extraordinaria, estos niñ@s no encuentran referentes que les guíen hacia la manifestación de sus cualidades y talentos.
La transmisión de generación en generación se vió quebrada al sacar a las mujeres de sus hogares para insertarse en el mundo laboral. Muchas de las cuales están pagando un alto precio para mantener el Status-Quo que se les ha sido impuesto. Es prácticamente imposible ejercer el rol de madre en una sociedad y un sistema que mantienen atrapadas a las mujeres en la necesidad de ser productivas e independientes económicamente. Esta es una falsa libertad e independencia que las aleja de su naturaleza intima. Por eso muchas mujeres enfrentan la maternidad como un hándicap, sobrellevando el peso de ser madres y profesionales bajo niveles de estrés muy elevados, afectando a su vida en pareja desembocando en separaciones muy traumáticas. Aquí la mujer se siente muy sola y perdida, viviendo la maternidad bajo una violencia y decepción soterradas.
Hoy en día incluso para muchas mujeres la conexión con sus propios ciclos naturales es desgraciadamente un misterio. La medicina convencional está ejerciendo el control sobre las mujeres, controlando sus ciclos menstruales, controlando su fertilidad y embarazo de formas totalmente antinaturales. Estos medios de control son incluso peligrosos para el buen funcionamiento del organismo y de la psique de la mujer. Esto impide a la mujer la oportunidad de controlar sus propios ciclos conscientemente creando mucho sufrimiento por la falta de comprensión de su propia naturaleza. Es vital que ellas se conozcan a si mismas y que establezcan una conexión más despierta con su cuerpo y su entorno.
El parto es una iniciación para la mujer, traspasar el umbral de ser mujer a ser madre es uno de los mayores regalos a los que la mujer por su naturaleza tiene acceso, negarle el derecho de vivir un parto consciente es una amenaza que atenta contra su naturaleza. Si bien existen numerosos remedio para aliviar los dolores del parto, es lamentable la forma en que las mujeres dan a luz hoy en día, bajo los efectos de drogas que la mantienen dormida en un momento tan sagrado como es el nacimiento de un nuevo ser. Además la postura que la mujer adopta al dar a luz solo beneficia al médico, así la mujer ha de hacer un mayor esfuerzo que si diera a luz en cuclillas. Es muy normal programar partos con cesaría que solo benefician la agenda de los profesionales.
La forma en la que venimos al mundo determina como vamos a vivir nuestra vida. Cuando un ser nace le queda grabada en su impronta el trauma de la circunstancia del parto de la madre. La madre ha de estar en un ambiente armonioso, vibrar en la tranquilidad en la fuerza, para que esto pueda ser transmitido al nuevo ser que va a nacer. En el momento del nacimiento queda impreso en el sistema nervioso del nuevo bebé el estado emocional de la madre. El parto es una ceremonia a la propia vida, toda mujer tiene derecho a tener un parto natural, un parto donde se sienta tranquila y segura, donde esté consciente de lo que su poder le otorga.
El embarazo ha de ser un tiempo de sanación para la mujer, pues ella es uno con el bebé. Si somos conscientes de esto podemos ayudar mucho a nuestros futuros hijos. El embarazo y parto son momentos sagrados, donde se debe de crear y cuidar un espacio de bienestar. El dolor del parto ha de ser transmutado en el placer del nacimiento. Cuando la mujer enfrenta ese dolor puede reconocer su fuerza infinita. El parto es un renacimiento para ella, una transformación profunda tiene lugar. Es vital volver a conectar de nuevo con las leyes naturales del cambio y la transformación.
La mujer por su naturaleza femenina es de por sí receptiva, ella tiene despierta una intuición instintiva profunda, eso la capacita para el entendimiento de la agricultura, la sanación, la creatividad, la educación...
A esa clase de Mujer Despierta, se las llamó “Brujas” y solo porque resultaban una amenaza en una sociedad dominaba por el varón, fueron perseguidas y aniquiladas. Estas mujeres reconocían la importancia de la Madre Naturaleza y de los Cuerpos Celestes, para ello se reunían y celebraban rituales de agradecimiento a la Luna o al SOl por su sabiduría, reconocían que sus fuerzas e influencias les daba información de cuando sembrar, que plantar... De esa forma también armonizaban sus cuerpos con la Madre Tierra como un reflejo de su energía de vida y fertilidad. La Luna era una aliada en su supervivencia. Ellas sabían los códigos de cómo vivir de acuerdo a las fases lunares. La Luna está dentro de cada mujer en sus ciclos menstruales, así ellas entregaban su sangre a la tierra las noches de luna llena, constatando así su sincronía con la Gran Madre Luna y con la Tierra.
Todo ciclo responde a la manifestación del equilibrio natural, así las estaciones nos muestran la consecución de los ciclos de nacimiento, crecimiento, vida y muerte, entendiendo cada fase como transformación, como fuerza impulsora para la manifestación infinita de un ciclo tras otro.
Toda mujer está preparada crear nuevas formas de vida, su cuerpo está diseñado para crear vida, con la ayuda del hombre en el acto de la concepción. Por ello es esencial que el hombre descubra las cualidades específicas de la propia naturaleza de la feminidad y adaptarse a ellas. El hombre ha de participar activamente en el entendimiento de la naturaleza profunda femenina que es la mujer y también interesarse por descubrir sus propios misterios, conectarse con su parte femenina, honrarla y respetarla. Esto facilitaría un mayor entendimiento entre el hombre y la mujer desterrando toda posibilidad de violencia entre ambos sexos. El hombre y la mujer son espejos que reflejan su naturaleza mutua: femenina y masculina. Solo cuando ambos entienden esto, la armonía entre ellos puede hacerse realidad. No olvidemos que la existencia es una consecución de los ciclos, los cuales nos llevan a tener que adaptarnos a los cambios permitiéndonos crecer y evolucionar como especie.
Si vivimos en este maravilloso planeta es vital que entendamos los procesos que mantienen el equilibrio y vida naturales, cuando la naturaleza del ser humano es una amenaza a la naturaleza intima de la Tierra entonces esto crea un desequilibrio tal que nos desconecta de las verdaderas razones por las cuales estamos aquí. Hoy en día podemos constatar las consecuencias devastadoras a las cuales nos han llevado actitudes destructivas e inconscientes de los humanos en su afán de poder y control. Pero no debemos olvidar que las leyes de la naturaleza son inmutables y el equilibrio ha de restablecerse pese a todo. Aunque esto suponga la destrucción de todo lo creado de forma artificial.
Por todo ello es importante que conozcamos y nos acerquemos a la naturaleza, que conozcamos la magia del reino vegetal, de las plantas, de la medicina y el rezo. Todas las plantas son medicina, solo debemos conectarnos con el reino vegetal, observar la naturaleza como una parte de nosotros mismos y armonizarnos con ella. Volver a celebrar las estaciones, entendiendo sus mensajes profundos. La luna y sus misterios pueden ayudarnos a entender que dentro de nosotros conviven múltiples arquetipos que nos conforman y que en la manifestación de cada uno de ellos, podemos detectar una sincronía con la Tierra. Entender esto nos lleva a interesarnos en la naturaleza y comprender que ella es nuestra medicina."





Pero hay un medio para que la novata participe plenamente de los delicados aspectos de los ciclos de la vida y la muerte.
Baba Yagá, la Madre Salvaje, es la maestra a la que podemos recurrir en estas cuestiones. Ella enseña cómo ordenar la casa del alma. Infunde en el ego un orden alternativo, en el que la magia puede ocurrir, la alegría es posible, el apetito permanece intacto y las tareas se llevan a cabo con placer. Baba Yagá es el modelo de la fidelidad al Yo. Enseña la muerte y la renovación.
En el cuento, le enseña a Vasalisa a cuidar de la casa psíquica de lo femenino salvaje. La colada de Baba Yagá es un símbolo extraordinario. En los países arcaicos, todavía en la actualidad, para lavar la ropa hay que bajar al río y allí se hacen las abluciones rituales que la gente lleva haciendo desde tiempos inmemoriales para renovar la ropa. Es un símbolo espléndido de la purificación de toda la orientación de la psique.

En la mitología, el lienzo tejido es obra de las madres de la Vida/ Muerte/Vida. Por ejemplo, en el Viejo Continente tenemos a las Tres Parcas: Cloto, Láquesis y Átropo. En el Nuevo Continente tenemos a la Na’ashjé’ii Asdzáá, la Mujer Araña que regaló el don del tejido a los Diné (los Navajos). Estas madres de la Vida/Muerte/Vida enseñan a las mujeres la sensibilidad necesaria para identificar lo que tiene que morir y lo que tiene que vivir, lo que se tiene que cardar y lo que se tiene que tejer. En el cuento, Baba Yagá encarga a Vasalisa hacer la colada para que este tejido, estos dibujos que conoce la diosa de la Vida/Muerte/Vida, salgan al exterior y afloren a la conciencia; para transmitirlos, lavarlos, renovarlos.
Lavar algo es un ritual de purificación eterno. Significa no sólo purificar sino también -como el bautismo, del latín baptisma, ablución, inmersión- empapar, impregnar de numen espiritual y misterio. En el cuento, la colada es la primera tarea. Significa tensar de nuevo lo que se había aflojado con el uso. Las prendas de vestir son como nosotras, se siguen llevando hasta que, como nuestras ideas y nuestros valores, se aflojan con el tiempo. La renovación, la vivificación, tiene lugar en el agua, en el redescubrimiento de lo que realmente consideramos verdadero, de lo que realmente consideramos sagrado.
En el simbolismo arquetípico, las prendas de vestir representan la persona, lo primero de nosotros que ven los demás. La persona es una especie de camuflaje que sólo permite a los demás ver de nosotros lo que nosotros queremos que vean y nada más. Pero la persona tiene también otro significado más antiguo, el que se encuentra presente en todos los ritos mesoamericanos y que tan bien conocen las cantadoras, cuentistas y curanderas. La persona no es una simple máscara detrás de la que uno se oculta sino una presencia que eclipsa la personalidad exterior- En este sentido, la persona o máscara es un signo de categoría, virtud, carácter y autoridad. Es el significador exterior, la exhibición externa de dominio.
Me encanta esta tarea de iniciación que exige a la mujer purificar las personas, las prendas de la autoridad de la gran Yagá del bosque, Lavando la ropa de la Yagá, la mujer verá cómo se cosen las costuras de la persona y qué patrones siguen los vestidos. Y no tardará en tener algunas de estas personas en su armario entre otras que ha confeccionado a lo largo de toda su vida.
Se comprende fácilmente que los signos de poder y autoridad de la Yagá -sus prendas de vestir- estén hechas tal como es ella desde un punto de vista psicológico: fuerte y resistente. Lavar su ropa es una metáfora a través de la cual aprendemos a presenciar, examinar y asumir esta combinación de cualidades. Aprendemos a clasificar, remendar y renovar la psique instintiva por medio de una purificatio, un lavado o purificación de las fibras del ser.
La siguiente tarea de Vasalisa es barrer la cabaña y el patio. En los cuentos de hadas de la Europa oriental, las escobas suelen estar hechas con ramas de árboles y arbustos y, a veces, de raíces de plantas fibrosas. La misión de Vasalisa es pasar este objeto hecho con materia vegetal por los sucios de la casa y el patio con el fin de eliminar los desechos. La mujer sabia mantiene ordenado su ambiente psíquico, Y lo hace conservando la cabeza clara, conservando un espacio libre para su trabajo Y esforzándose por llevar a feliz término sus ideas y proyectos. Para trabajar de manera orgánica, conviene simplificar y centrarse más en la sensación y el sentimiento que en una excesiva intelectualización. A veces es útil, tal como uno de mis difuntos colegas, J. Vanderburgh, solía decir, pensar en términos comprensibles para un inteligente niño de diez años.
A muchas mujeres dicha tarea les exige que cada día dejen libre un espacio para la meditación, un espacio para vivir que sea indiscutiblemente suyo y con papel, plumas, pinturas, herramientas, conversaciones, tiempo y libertades destinadas exclusivamente a este fin muchas de ellas adquieren ese tiempo y ese lugar especiales para el trabajo a través del Psicoanálisis, la contemplación, la meditación, la aceptación de la soledad y otras experiencias de descenso y transformación. Cada mujer tiene sus preferencias, su manera de hacer.
Si la tarea se puede llevar a cabo en la cabaña de Baba Yagá, tanto mejor. Pero incluso el hecho de llevarla a cabo en las inmediaciones de la cabaña es mejor que lejos de ella. En cualquier caso, hay que ordenar la vida salvaje con regularidad. No es bueno acudir a ella un día o unos cuantos días al año.
Pero, puesto que lo que barre Vasalisa es la cabaña de Baba Yagá y puesto que se trata del patio de Baba Yagá, estamos hablando también de mantener claras y ordenadas las ideas insólitas. Entre estas ideas se incluyen las que son poco habituales, las místicas, espirituales y extrañas. Éstas son curiosamente las mismas cualidades de una próspera vida del alma, pero también de un próspero negocio y una próspera vida económica.
Barrer la casa significa no sólo valorar la vida no superficial sino también preocuparse por su limpieza. A veces las mujeres se hacen un lío con el trabajo espiritual y descuidan su arquitectura hasta el punto de que la maleza la invade. Poco a poco las estructuras de la psique se van llenando de malas hierbas hasta convertirse prácticamente en una ruina arqueológica oculta en el inconciente de la psique. Un cíclico y decisivo barrido impedirá que eso ocurra. Cuando las mujeres limpian el espacio, la naturaleza salvaje se desarrolla mejor.
Cuando queremos guisar para Baba Yagá, nos preguntamos literalmente, ¿cómo se da de comer a la Baba Yagá de la psique, qué se le da de comer a una diosa tan salvaje? En primer lugar, si alguien quiere guisar para la Yagá, tiene que encender el fuego; una mujer tiene que estar dispuesta a arder al rojo vivo, a arder con pasión, a arder con palabras, con ideas, con deseo de cualquier cosa que ella aprecie sinceramente. Esta pasión es la que, de hecho, permite guisar y lo que se guisa son las sólidas ideas originales de una mujer. Si alguien quiere guisar para la Yagá tiene que procurar que debajo de la propia vida creativa haya un buen fuego.
A casi todas nosotras nos irían mejor las cosas si nos acostumbráramos a vigilar el fuego que arde debajo de nuestro trabajo, si vigiláramos con más detenimiento el proceso de cocción destinado a alimentar el Yo salvaje. Demasiado a menudo nos apartamos de la olla, de la cocina. Nos olvidamos de vigilar, de añadir combustible y de remover. Pensamos erróneamente que el fuego y la cocción son como una de esas resistentes plantas de interior que pueden pasarse ocho meses sin agua antes de perecer. Pero no es así. El fuego necesita, exige vigilancia, pues la llama se apaga fácilmente. Hay que dar de comer a la Yagá. El hecho de que pase hambre se paga muy caro.

Por consiguiente, la elaboración de nuevos platos completamente originales, de nuevos rumbos, de compromisos con el propio arte y el propio trabajo es la que constantemente alimenta el alma salvaje. Estas mismas cosas alimentan a la Vieja Madre Salvaje y le dan sustento en nuestra psique.
Sin el fuego, nuestras grandes ideas, nuestros pensamientos originales y nuestros anhelos y aspiraciones no se podrán guisar y todo el mundo quedará insatisfecho. Por otra parte, cualquier cosa que hagamos complacerá a la Madre Salvaje y nos alimentará a todas, siempre y cuando tenga fuego.
En el desarrollo de las mujeres todas estas acciones "domésticas", el guisar, el lavar, el barrer, cuantifican algo que rebasa los límites de lo ordinario. Todas estas metáforas ofrecen maneras de pensar, medir, alimentar, fortalecer, limpiar y ordenar la vida espiritual.
Vasalisa es iniciada en todas estas cosas y su intuición la ayuda a realizar las tareas. La naturaleza instintiva tiene la habilidad de medir las cosas a primera vista, pesar en un instante, limpiar los desperdicios que rodean una idea, identificar la esencia de las cosas, infundirle vitalidad, guisar las ideas crudas y preparar comida para la psique. Vasalisa, por medio de la muñeca de la intuición, aprende a clasificar, comprender, organizar y mantener limpia y en orden la casa psíquica.
Aprende, además, que la Madre Salvaje necesita mucho alimento para poder cumplir su función. A Baba Yagá no se la puede poner a régimen con una hoja de lechuga y una taza de café cargado. Si la mujer quiere estar cerca de ella, tiene que comprender que a la Madre Salvaje le apetecen ciertas cosas. Para poder mantener una relación con lo antiguo femenino hay que guisar mucho.
Por medio de todas estas tareas Baba Yagá enseña y Vasalisa aprende a no retroceder ante lo grande y poderoso, lo cíclico, lo imprevisto, lo inesperado, la, vasta e inmensa escala del tamaño de la naturaleza, lo raro, lo extraño y lo insólito.
Los ciclos femeninos según las tareas de Vasalisa son los siguientes: Purificar los propios pensamientos y renovar regularmente los propios valores. Eliminar las trivialidades que ocupan la psique, barrer el propio yo, limpiar con regularidad los propios pensamientos y estados emocionales. Encender un fuego duradero debajo de la vida creativa y guisar sistemáticamente ideas significa sobre todo guisar con originalidad mucha vida sin precedentes para poder alimentar la relación entre la mujer y su naturaleza salvaje.
Vasalisa, gracias al tiempo pasado al lado de la Yagá, asumirá finalmente una parte de los modos y el estilo de la Yagá. Y nosotras también. Nuestra misión, a nuestra limitada manera humana, será ajustarnos a ella. Y eso es lo que aprendemos a hacer, aunque nos sintamos al mismo tiempo intimidadas, pues en la tierra de Baba Yagá hay cosas que vuelan por el aire de noche y que se despiertan de nuevo al rayar el alba, todas ellas llamadas y evocadas por la naturaleza instintiva salvaje. Están los huesos de los muertos que nos siguen hablando, están los vientos, los destinos y los soles, la luna y el cielo, y todo eso vive en el interior de su gran baúl. Pero ella mantiene el orden. El día sigue a la noche y una estación sigue a otra. Baba Yagá no actúa al azar.

Es Rima y Razón.En el cuento, la Yagá descubre que Vasalisa ha terminado todas las tareas que se le han encomendado y se alegra, aunque también se decepciona un poco por el hecho de no poder regañar a la chica. Por consiguiente, para asegurarse de que Vasalisa no dé nada por descontado, Baba Yagá le dice: "Que hayas llevado a cabo el trabajo que te encomendé no significa que lo puedas volver a hacer. O sea que aquí tienes otro día de tarea. A ver cómo te las arreglas, querida, de lo contrario ... "

Una vez más, gracias a la ayuda de la guía intuitiva, Vasalisa termina el trabajo y la Yagá le da a regañadientes y refunfuñando su aprobación, el tipo de aprobación que suelen dar las viejas que han vivido mucho tiempo y han visto muchas cosas que preferirían no haber visto, aunque se enorgullezcan en cierto modo de haberlo hecho.
Fuentes:

Clarissa Pinkola Estés
"Mujeres que Corren con los Lobos"


Apadrina el Blog "Hombres que corren con los lobos"

lunes, 2 de agosto de 2010

La teoría de la Sincronicidad

“Sin salir por la puerta
se puede conocer el mundo.
Sin mirar por la ventana
se puede conocer el camino del cielo.
Cuanto más lejos se va,
tanto menos se aprende.
Por eso el sabio
sabe sin desplazarse.
Entiende sin ver.
Realiza sin hacer.”

La casualidad es, sin duda alguna, una faceta de la ciencia que ha servido de fuente de preocupación a diversos pensadores a lo largo de los siglos. Entre los teóricos se ha discutido ampliamente si los procesos psicológicos se establecen a partir de modelos mecanicistas o teleológicos.
El mecanicismo está asociado al determinismo y las ciencias naturales, es la idea de que las cosas funcionan a través de un proceso de causa-efecto. Una cosa lleva a otra, y esa otra a una siguiente y así sucesivamente, por lo que el pasado determina al presente.
La teleología está relacionada con el libre albedrío, es la idea que defiende que somos guiados por nuestros propósitos, significados, valores y demás.
Entre los freudianos y los conductuales que tienden a ser mecanicistas, y los neofreudianos, humanistas y existencialistas que tienden a la postura teleológica, C.G.Jung  añade una última alternativa ideológica llamada sincronicidad.
Aunque Jung  apuntaba que las leyes naturales según las cuales vivimos están basadas en el principio de la causalidad;  se interno sin miedo en una zona inexplorada, oscura, dudosa y rodeada de prejuicios para señalar que existen hechos que el antiguo principio de causalidad no puede explicar. Para Jung el hecho de llamar coincidencia a un hecho no cerraba automáticamente la puerta a un examen ulterior del mismo. Las coincidencias existen; es un hecho. Y, lo más importante, las coincidencias parecen a menudo tener un significado para quienes las experimentan; es otro hecho. Jung mencionaba que debe haber poca gente que no haya tenido en su vida la experiencia que se denomina "coincidencia significativa" y haya sentido que son algo más que mera casualidad. No todo lo que ocurre puede ser explicado con una serie de causas y efectos. Hay conexiones de sucesos que no son fáciles de explicar. Para explicar estos fenómenos, Jung propone el término Sincronicidad: una aparición simultánea de dos o más factores unidos por la significación y sin relación causal alguna entre sí; sería, por lo tanto, una coincidencia significativa. El secreto que liga un acontecimiento a otro estaría relacionado con el significado del evento para el sujeto y su condición psíquica en el momento en que experimenta ambos acontecimientos simultáneos. Jung se refiere a la unión de los acontecimientos interiores y exteriores de un modo que no se puede explicar pero que tiene sentido para el observador, es decir, ese tipo de eventos en nuestra vida que solemos achacar a la casualidad, a la suerte, o a la magia.

Jung se inspiró, para crear el término sincronicidad, en Schopenhäuer, y más concretamente en su tratado "La intencionalidad aparente en el destino del individuo". En este tratado, Schopenhäuer habla de una especie de "simultaneidad de aquello que no tiene conexión causal". Y usando una analogía geográfica cruzada de meridianos y paralelos, donde éstos representarían las conexiones acausales, y aquéllos las cadenas causales, plantea cómo una persona puede ser un héroe de su propia vida y un simple figurante de la vida ajena, a través de un esquema donde conexiones causales y acausales no se anulan, antes bien se completan. En opinión de Schopenhäuer, "El sujeto del gran sueño de la vida...es uno sólo"; es decir, la voluntad, la primera causa de donde irradian todas las cadenas causales como meridianos del polo, gracias a los paralelos circulares, se encuentra en una relación de "silmultaneidad significativa". De esta simultaneidad significativa, Jung extrajo el término sincronicidad.
Jung elaboró su "Teoría de la Sincronicidad" a partir de sus propias experiencias de clarividencia y esperó hasta 1952 para revelar sus ideas de la sincronicidad o "Principio vinculante no causal". La sincronicidad supone la ocurrencia de dos eventos que no están asociados ni causalmente ni teleológicamente, más sin embargo tienen una relación significativa. La mayoría de los psicólogos llamarían a estas situaciones coincidencias e intentarían demostrarnos lo frecuentes que son. Sin embargo para Jung estas situaciones eran indicativas de cómo nos interconectamos los seres humanos con la naturaleza en general a través del inconsciente colectivo.
La teoría de la sincronicidad se basa en el relativismo de los conceptos de espacio y tiempo en la mente inconsciente, especialmente en el inconsciente colectivo. En el inconsciente colectivo las nociones de espacio y tiempo desaparecen y los hechos pueden aparecer simultáneamente fuera de toda lógica racional. Pero Jung postuló además que la actividad de la mente inconsciente podía proyectarse en el mundo externo de los hechos, en aparentes coincidencias, y los hechos del mundo externo, del universo coincidir con los arquetipos del inconsciente colectivo. El era consciente de que esta afirmación se apartaba, y se sigue apartando de las concepciones dominantes de la ciencia actual, siendo tildadas de irracionales, místicas o disparatadas.  
Sabía muy bien que buscaba en zonas donde el establishment científico afirmaba que no había material, pero, como dijo irónicamente, lo mismo le sucedía a Galileo. De hecho, decidió examinar un conjunto de procesos tradicionales en los que la idea de la sincronicidad se da por sentada, o sea las formas de la adivinación esencialmente técnicas previstas para interpretar el significado de las coincidencias.

Horóscopos chinos
La Astrología es un ejemplo de Sincronicidad. Esta ciencia es sincrónica al humor y a la disposición psíquica del niño recién nacido, pues se sabe que determinas configuraciones planetarias coinciden con el nacimiento de personas con estados definidos de humor y disposición psíquica de sus semejantes.
Jung examinó el I Ching, el antiguo sistema chino para convocar nuestras facultades intuitivas y ayudar o suplantar así nuestra razón con objeto de elaborar juicios. Después se volvió hacia la astrología tradicional, dejando de lado los "análisis" dudosos y subjetivos de los rasgos del carácter, y centrándose en una conexión más "sólida": los aspectos planetarios, y especialmente la conjunción del Sol y la Luna, que siempre ha sido asociada por los astrólogos con el matrimonio. Su búsqueda empírica produjo un porcentaje curiosamente elevado de parejas cuyos horóscopos contenían esos aspectos.
A Jung le hubieran interesado mucho las investigaciones del estadístico francés Michel Gauquelin, quien buscó -y encontró- correlaciones entre las profesiones de las personas y la presencia en sus horóscopos de ciertos elementos astrológicos.
Sin embargo, ha sido inevitable que este aspecto de las investigaciones de Jung haya provocado las mayores censuras de quienes desearon desacreditarlo, convencidos de que era un chiflado crédulo o un charlatán, porque "creía" en la astrología, la alquimia y otros temas esotéricos. Sin embargo sus conclusiones llevaron a Jung a aceptar que los resultados de sus experimentos no eran estadísticamente válidos -y que, aunque lo fueran, eso no demostraba la validez de la astrología-, pero que le proporcionaban datos acerca del fenómeno de la sincronicidad.
A partir de los datos observados, Jung sacó algunas conclusiones acerca de la sincronicidad y del papel crucial que la psique humana desempeña en ella. Las coincidencias pueden constituir hechos fortuitos, pero, como señala Jung, en cuanto parecen tener algún significado simbólico, dejan de ser fortuitos en lo que se refiere a la persona interesada. Y hasta considera la idea de que, de algún modo, la psique puede estar actuando sobre la realidad externa para "causar" las coincidencias o que, como sucede en los sueños precognitivos, los fenómenos externos están siendo transmitidos de algún modo a la psique. Pero se apresuraba a concluir que como esas ideas implican una suspensión de las "leyes" del espacio y el tiempo que conocemos, no somos capaces de descubrir si estas hipótesis son relevantes. Y así vuelve a su propia teoría de un principio vinculante "acausal" que gobierna ciertas series de acontecimientos.
Ante una coincidencia significativa, dice Jung, podemos reaccionar de tres maneras. Podemos llamarla "una mera casualidad" y darle la espalda con la mente bien cerrada; podemos llamarla magia y calificarla de sobrenatural o paranormal, lo que no es mucho más útil o informativo. O podemos postular la existencia de un principio de acausalidad y usar esa idea para investigar el fenómeno más a fondo.
En su investigación, Jung propone la inquietante idea de que el espacio y el tiempo pueden no tener una existencia real objetiva. Tal vez no pasen de meros conceptos creados por la psique en el curso de los intentos de la ciencia empírica por hacer del universo algo racional y mensurable. Por cierto que esos conceptos tienen poco sentido en los sistemas de pensamiento de muchas tribus primitivas. Y como han señalado muchos junguianos destacados, las ideas convencionales sobre el espacio y el tiempo sufrieron mucho daño a causa de los adelantos posteinsteinianos en la física de las partículas, terreno en el que con tanta frecuencia la causalidad desaparece y la probabilidad decide. Si el espacio y el tiempo son sólo conceptos, es razonable suponer que pueden estar "condicionados" por la psique.
Apoyándose en esta hipótesis, Jung llega a plantear un problema fascinante: supone que cuando ocurre una coincidencia significativa, una imagen -quizá originada en el subconsciente- llega a la conciencia y un fenómeno objetivo "exterior" coincide con ella. La psi que percibe un significado en esta yuxtaposición de hechos. Pero ¿y si el significado existiera también fuera de la psique? ¿Y si pudiéramos hallarlo dentro del mismo fenómeno, tal como existe la causalidad, de forma demostrable, dentro de fenómenos objetivos de causa-efecto?


Racionalizar el absurdo
Por decirlo de otra manera: percibimos la causalidad con la mente, de modo que, hasta cierto punto, puede considerarse un hecho psíquico. Los experimentos prueban que la causalidad siempre se obtiene en acontecimientos objetivos "externos", de modo que sabemos que también tiene una existencia objetiva. Pero, del mismo modo, percibimos las conexiones acausales, o coincidencias significativas, con la mente, así que sabemos que la acausalidad es un fenómeno mental o psíquico. ¿Podrá ser que en realidad suceda en el mundo exterior y así tenga una existencia objetiva propia?
Resumiendo, ¿no será que la acausalidad es un principio cardinal estructural de conexión que está en la base misma de la realidad externa, un cuarto principio que hay que añadir a la triada del espacio, el tiempo y la causalidad?
Las implicaciones de esa idea son demasiado difíciles de imaginar, en parte, como descubrió Jung, porque para explorar sus posibilidades habría que realizar la compleja tarea de poner a la psique a investigar las zonas más profundas de si misma. Pero ésa es, por supuesto, la finalidad básica de la psicología profunda. Y las recompensas para quien intentara semejante investigación serian inmensas: la idea de la sincronicidad de Jung señala, por lo menos, vastas fronteras, filosóficas además de psicológicas, que aguardan la investigación.
Jung dio estos primeros pasos sin preocuparse por tener que atravesar zonas "oscuras y dudosas" que la ciencia ortodoxa había considerado tradicionalmente como terreno propio de la superstición: las antiguas, pero tremendamente vivas actividades humanas de la adivinación y la magia.

La Sincronicidad puede ser facilitada por determinados estados afectivos. Jung dice que la ausencia de interés y el tedio son estados afectivos que interfieren negativamente en la formación de sincronicidades, mientras que la expectativa pasiva o la participación directa en situaciones en común, interferían positivamente, así como la fe o la esperanza. Hay unas condiciones óptimas de manifestación, un estado mental propicio para que puedan producirse y son los momentos personales intensos que nos obligan a estar muy pendientes de las señales del exterior, los momentos en que buscamos ayuda por intensas vivencias o crisis emocionales, los cambios bruscos, los viajes, los momentos de peligro, las muertes de seres queridos. Los momentos en que nos olvidamos de la seguridad, de lo conocido y trillado, del plan establecido, de lo que se supone que debemos hacer, son los que nos sumergen en un estado de alerta y apertura perfectos para ser consciente de esa dimensión simbólica de la vida que es la que al final nos da la clave no sólo para la solución de nuestros problemas, sino para hallar nuevas maneras de vivir intensa y conscientemente. La fe juega en esto un importante papel, la fe en uno mismo, en la fuerza creativa del universo que nos guía exactamente a dónde queremos llegar, la certeza de que si existe un miedo que nos bloquea, también hay un amor que nos motiva a experimentar más allá de lo conocido; pero hemos de elegir la aventura y no el hastío. Somos lo que pensamos, y experimentaremos esa magia sólo si antes le damos la oportunidad creyendo en ella y invitándola a jugar en nuestras vidas. Esos momentos difíciles o especiales nos han puesto en ese estado de apertura y recepción, de nosotros depende que sigamos en esa actitud de aceptación de esa fuerza universal que parece saber exactamente lo que precisamos y nos lo brinda generosamente. No es ver para creer sino creer para ver, pues lo que hay en nuestra mente es lo que hace que nos atraigan y que nos veamos atraídos hacia lo que es análogo. Esa es la manera en que todo se agrupa.La simbología y el sentido de estos acontecimientos nos da el mensaje exacto que el universo representa para nosotros igual que si fuera una sesión de cine particular. Las ideas poseen una vibración, a otros niveles tienen forma y color que hace que atraigan lo análogo. Al atraer lo que se le asemeja podemos leer en la materia lo que realmente pensamos sobre nosotros mismos y del universo, y tomar decisiones sobre lo que deseamos ver convertido en realidad y lo que no.


La dificultad en la comprensión de la Ley de la Sincronicidad reside sobre todo en la tendencia unilateral del hombre moderno occidental en suponer todo concepto contenido en una relación causa-efecto de su propio modelo científico. El antiguo, o incluso el hombre oriental de nuestros días, no tienen dicha preocupación. Estos hombres ven la vida como un todo, como una interpenetración de un mundo físico y un mundo espiritual.
Esta idea inusual de sincronicidad la hallamos fácilmente explicada en la perspectiva hindú de la realidad. Desde este punto de vista, nuestros Yo individuales son como islas en el mar. Estamos acostumbrados a ver el mundo y a los demás como entes individuales y separados. Lo que no vemos es que estamos conectados entre nosotros por medio del suelo marino que subyace a las aguas.

Fuentes:


domingo, 1 de agosto de 2010

Equivocarse es algo natural.

Se equivocan los ignorantes, pero también se equivocan los sabios. La diferencia entre unos y otros es que cuando el ignorante se equivoca inmediatamente echa la culpa de su error a factores o personas externas (las presiones de su jefe, la incompetencia de sus compañeros, la frialdad de su pareja, la injusticia del capitalismo, el mundo que no es como debería ser, etc...), cualquier cosa menos aceptar su error. De ese modo no aprende y vuelve a repetir continuamente sus errores, hasta que, abrumado por tantas decepciones y frustraciones, empieza a sentir que la vida es injusta con él y acaba amargándose.
El sabio, por el contrario, cuando comete un error sabe que todo se produce por múltiples factores, y que si bien seguramente hay cosas externas que tienen una parte de responsabilidad en la situación total, esto no le interesa. El sabio se interesa sólo por la parte de responsabilidad que tiene él mismo, pero no por una cuestión de “culpas” ya que para él no existe tal cosa, sino para comprender cómo
llegó él a esa situación determinada y poder así preverla en el futuro. De esta forma los errores le permiten aprender y hacen que el sabio se vuelva cada día más sabio y, por lo tanto, cometa menos errores.
Todos tenemos que aprender y para eso estamos en el plano material. Todos aprendemos equivocándonos. No hay nada malo en equivocarse ya que los errores y los sufrimientos que éstos nos generan son nuestro mejor maestro y, como sólo podemos evolucionar viviendo, aprendiendo y transformándonos, el plano material es ese necesario “equivocódromo” donde las almas vienen a aprender, crecer y a sacar lo mejor de sí a través del servicio, la compasión, la sabiduría y todo lo
que “sutiliza” nuestra naturaleza inferior, promoviendo así el florecimiento espiritual del universo entero a través de la evolución supraconsciente de sus seres.
Los seres humanos lo tenemos todo, el egoísmo instintivo y la luz espiritual, y depende de qué parte trabajemos y entrenemos, y sobre todo con qué parte nos identifiquemos, nuestra experiencia será de un tipo o de otro. La ignorancia y el egoísmo son sólo fuerzas impersonales de la naturaleza que expresan el instinto de conservación de unos seres que pasan de la conciencia animal a la conciencia espiritual a través de la experiencia humana, y que tratando de conservar su existencia ante una realidad difícil y competitiva su primer reflejo instintivo es el egoísmo, pero a través de los errores y los sufrimientos vamos aprendiendo a transformarlo en generosidad y eso nos va haciendo evolucionar. Por lo tanto, debemos entender que en nosotros y en los demás la ignorancia y la “maldad” son sólo un estadio transitorio en el camino a la perfección espiritual, y esta comprensión nos permitirá ver que ni nosotros ni los demás “somos” nuestros errores, por lo cual debemos ser compasivos con todos los seres, empezando por nosotros mismos.

La clave absoluta para que los errores se transformen en evolución es no permitirse el autoengaño. En muchas ocasiones (si no nos engañamos a nosotros mismos) sabemos intuitivamente ante una situación cuál es la mejor opción, pero conocer la mejor opción no significa que siempre estemos en condiciones de realizarla, y a menudo nos sentimos mucho más inclinados a elegir opciones más cómodas aunque sean peores. Pues bien, aunque conociendo la mejor opción realicemos una peor, esto es muy preferible al autoengaño, ya que las consecuencias que siempre tienen todos los actos, mejores y peores, permitirán que cada elección se transforme en una lección, y así nuestra claridad mental y nuestra sabiduría saldrán fortalecidas de la experiencia. Es muy importante comprender esto ya que los seres humanos preferimos autoengañarnos y no reconocer la verdad para no sentirnos culpables si después no la seguimos, sin darnos cuenta que de esa manera tendremos que volver a enfrentarnos a la situación una y otra vez, mientras que si aceptamos las cosas como son, sin autoengaños, aunque procedamos con imperfección, si lo hacemos plenamente conscientes, toda la experiencia se transformará en aprendizaje.
Resumiendo entonces un tema que parece complicado, pero que en esencia es extremadamente simple: Equivocarse es algo natural y hasta necesario, pero todos los actos tienen sus consecuencias y cada elección se transformará en una lección. Estas lecciones tienen un solo fin, que es hacernos evolucionar y expandir nuestra conciencia hasta la realización espiritual, proceso que puede bien ser lento y doloroso, o rápido y luminoso, dependiendo de lo valientes que seamos para aceptar las cosas tal como son, sin autoengaños, y aprender humildemente de todas las experiencias.

El plano material es un “equivocódromo donde venimos a aprender equivocándonos, pero finalmente estos errores nos harán sabios capaces de ser luz para todos los seres, o personas resentidas y tóxicas que emanan resentimiento, dependiendo de cómo nos relacionemos con nuestros errores y los de los demás. Si entendemos esto seremos compasivos con todos los seres, empezando por nosotros mismos, y veremos claramente que si no hay autoengaño, los errores se vuelven señales y luces que nos muestran el camino a través de la confusión y el dolor del mundo material.

Fuentes:

sábado, 31 de julio de 2010

Cuarta tarea: El enfrentamiento con la Bruja Salvaje.

En esta parte del cuento, Vasalisa se enfrenta cara a cara con la Bruja Salvaje. Las tareas de este encuentro son las siguientes:
Poder resistir la contemplación del rostro de la temible diosa salvaje sin temblar, es decir, poder enfrentarse con la imago de la madre feroz (la reunión con la Baba Yagá). 
Imago: representación inconsciente que preside la relación del sujeto con las cosas que lo rodean.
Familiarizarse con el arcano, lo extraño, la "otredad" de lo salvaje (vivir durante algún tiempo en la casa de Baba Yagá).
Incorporar a nuestras vidas algunos de sus valores, convirtiéndonos con ello en unos seres un poco raros en el buen sentido (comiendo su comida).
Aprender a enfrentarnos con un gran poder, con el de los demás y posteriormente con el nuestro.
Dejar que muera un poco más la frágil niña demasiado dulce.
            Baba Yagá vive en una casa que se levanta sobre unas patas de gallina y que gira y da vueltas siempre que le apetece. En los sueños, el símbolo de la casa representa la organización del espacio psíquico en el que habita una persona tanto a nivel consciente como inconsciente. Por una curiosa ironía, si este cuento fuera un sueño equilibrador, la extraña casa significaría que la persona, en este caso Vasalisa, es demasiado anodina y vulgar y necesita girar y dar vueltas para averiguar qué tal sería bailar como una gallina loca de vez en cuando.
            Vemos por tanto que la casa de la Yagá pertenece al mundo instintivo y que Vasalisa necesita aumentar la presencia de este elemento en su personalidad. Esta casa camina con sus patas de gallina y evoluciona en una especie de danza saltarina. La casa está viva y rebosa de entusiasmo y de alegría vital.

            Estos atributos son los principales fundamentos de la psique arquetípica de la Mujer Salvaje; una gozosa y salvaje fuerza vital, en la que las casas bailan, los objetos inanimados, como los almireces, vuelan como los pájaros, la vieja puede practicar la magia y nada es lo que parece, aunque sea en buena parte mucho mejor de lo que parecía al principio.
            Vasalisa empezó con lo que podríamos llamar una personalidad exterior insípida y aplanada. Esta "hipernormalidad" se va apoderando poco a poco de nosotras hasta hacer que nuestra vida se convierta en algo rutinario, en una existencia exánime sin que nosotras lo queramos realmente. Esto fomenta que no se preste atención a los dictados de la intuición, lo que a su vez conlleva una falta de iluminación psíquica. Por consiguiente, tenemos que hacer algo, tenemos que adentrarnos en el bosque, ir en busca de la temible mujer para evitar que algún día, bajando por la calle, se abra una tapa de alcantarilla y algo inconsciente nos agarre y nos sacuda como un trapo, alegremente o no, más bien no, aunque siempre con buena intención.
            La entrega de la muñeca intuitiva por parte de la dulce madre inicial queda incompleta sin las pruebas a que nos somete la Vieja Salvaje y sin las tareas que ésta nos encomienda. Baba Yagá es el tuétano de la psique instintiva e integrada. Lo deducimos de lo que ella sabe acerca de todo lo que ha ocurrido anteriormente. "Sí -dice cuando llega Vasalisa-, te conozco y conozco a los tuyos." Además, en sus encarnaciones como Madre de los Días y Madre Nyx (Madre Noche, una diosa de la Vida/Muerte/Vida), la vieja Baba Yagá es la guardiana de los seres celestes y terrestres: el Día, el Sol Naciente y la Noche. Los llama "mi Día, mi Noche".
            Baba Yagá es temible, pues representa al mismo tiempo el poder de la aniquilación y el poder de la fuerza vital. Contemplar su rostro es contemplar la vagina dentata, unos ojos de sangre, el recién nacido perfecto y las alas de los ángeles todo de golpe.
            Y Vasalisa permanece allí y acepta a esta salvaje divinidad materna, con su sabiduría, sus verrugas y todo lo demás. Una de las facetas más extraordinarias de la Yagá descrita en este cuento es el hecho de que, a pesar de sus amenazas, es justa. No le hace daño a Vasalisa siempre y cuando ésta la respete. El respeto en presencia del poder es una lección esencial. Una mujer tiene que ser capaz de permanecer en presencia del poder, pues, al final, una parte de este poder será suya. Vasalisa se enfrenta a Baba Yagá sin servilismo, jactancia o bravuconería y tampoco huye o se esconde. Se presenta honradamente tal como es.

            Muchas mujeres se están recuperando de sus complejos de "amabilidad desmesurada", en los que, cualesquiera que fueran sus sentimientos y quienquiera que las atacara, ellas reaccionaban con una dulzura rayana en la adulación. Pero, aunque de día sonrieran amablemente, de noche enseñaban los dientes como fieras, pues la Yagá de sus psiques estaba pugnando por manifestarse.
            Esta exagerada amabilidad y este afán de acomodarse a los deseos de los demás suelen producirse cuando las mujeres temen desesperadamente ser privadas de sus derechos o ser consideradas "innecesarias".

            Dos de los más conmovedores sueños que he oído en mi vida los tuvo una joven que necesitaba ser menos sumisa. En el primero de ellos heredaba un álbum de fotos especial en el que figuraban unas fotografías de la "Madre Salvaje". Se puso muy contenta hasta que, a la semana siguiente, soñó que abría un álbum parecido y veía a una vieja horrible, mirándola fijamente. La bruja tenía unos dientes cubiertos de musgo y le bajaba por la barbilla un hilillo de negro jugo de betel.
            Este sueño es típico de las mujeres que se están recuperando de su excesiva dulzura. El primer sueño revela un lado de la naturaleza salvaje... el benévolo y generoso, todo lo que está bien en su mundo personal. Sin embargo, cuando aparece la Mujer Salvaje con los dientes cubiertos de musgo, entonces...

            El inconsciente, con su habitual brillantez, muestra a la soñadora una nueva forma de vivir que no es simplemente la sonrisa de dos dientes frontales de la mujer demasiado amable. Enfrentarnos con este salvaje poder creador que llevamos dentro significa tener acceso a la miríada de rostros de lo femenino subterráneo. Éstos son innatos en nosotras y podemos habitar en los que nos sean más útiles en los distintos momentos.
            En este drama de la iniciación, Baba Yagá es la naturaleza instintiva disfrazada de bruja.
            Al igual que la palabra "salvaje", la palabra "bruja" posee un matiz peyorativo, pero hace tiempo era un calificativo que se aplicaba a sanadoras tanto jóvenes como viejas en la época en que la imagen religiosa monoteísta aún no se había impuesto a las antiguas culturas panteístas que entendían la Divinidad a través de múltiples imágenes religiosas del universo y todos sus fenómenos.
            Pero, aun así, la bruja, la naturaleza salvaje y cualquier otra criatura u otro aspecto integral que la cultura considera desagradables son en la psique de las mujeres unos elementos muy positivos que a menudo éstas necesitan recuperar y sacar a la superficie.
            Buena parte de la literatura acerca del tema del poder femenino afirma que los hombres temen este poder. " ¡Madre de Dios! -siento deseos de exclamar-. Hay muchas mujeres que también temen el poder femenino", pues los viejos atributos y las fuerzas femeninas son muy amplios y son en efecto impresionantes. Se comprende que la primera vez que se enfrentan cara a cara con los Viejos Poderes Salvajes tanto los hombres como las mujeres los miren con inquietud y den media vuelta; y que lo único que veamos de ellos sean el envés de las pezuñas y las atemorizadas colas de lobo volando al viento.
            Para que los hombres puedan aprender a resistirlo, está clarísimo que las mujeres tienen que aprender a resistirlo. Para que los hombres puedan comprender a las mujeres, éstas les tendrán que enseñar las configuraciones del femenino salvaje. Para ello, la función soñadora de la psique conduce por la noche a la Yagá y a todas sus huestes directamente a los dormitorios de las mujeres durante el sueño. Con un poco de suerte, la Yagá dejará sus grandes y anchas huellas en la alfombra al lado de nuestra cama. Vendrá a contemplar a aquellas que no la conocen. Cuando llegamos tarde a nuestra iniciación, se pregunta por qué no vamos a visitarla y es ella la que viene a visitarnos por la noche durante el sueño.


             Una mujer a quien yo traté veía en sus sueños a unas mujeres vestidas con unos camisones hechos jirones, comiendo cosas que jamás se hubieran podido encontrar en el menú de un restaurante. Otra mujer soñaba con una anciana que, bajo la apariencia de una vieja bañera con patas en forma de garras, hacía vibrar sus cañerías y amenazaba con reventarlas a no ser que la soñadora derribara una pared para que ella pudiera "ver". Una tercera mujer soñaba que era una de las tres componentes de un grupo de tres ancianas ciegas, sólo que ella perdía constantemente el carnet de conducir y tenía que abandonar constantemente el grupo para buscarlo. En cierto sentido se podría decir que tenía dificultades para identificarse con las tres Parcas, las fuerzas que presiden la vida y la muerte en la psique. Pero con el tiempo ella también aprendió a resistir y a no apartarse de lo que tanto miedo le daba al principio, es decir, su propia naturaleza salvaje.

            Todas estas criaturas de los sueños le recuerdan a la soñadora su yo elemental: el Yo de la Yagá, el enigmático y profundo poder de la Madre de la Vida/Muerte/Vida. Sí, estamos diciendo que ser yagaísta es bueno y tenemos que resistirlo. Ser fuerte no significa tener músculos y hacer flexiones. Significa afrontar la propia numinosidad sin huir, viviendo activamente con la naturaleza salvaje cada una a su manera. Significa poder aprender, poder resistir lo que sabemos. Significa resistir y vivir.

            Fuentes:

            Clarissa Pinkola Estés
            "Mujeres que Corren con los Lobos"

            Apadrina el Blog "Hombres que corren con los lobos"

            jueves, 29 de julio de 2010

            El Mana

            Jung mantenía que para autorrealizarnos, para ser individuos autónomos y lograr una felicidad completa necesitamos explorar nuestro inconsciente, lo que podemos hacer por medio de los sueños. Según él, para conseguirlo debemos atravesar cuatro etapas. La primera etapa es la de la sombra, la segunda es la del ánima y el animus, la tercera es la de las personalidades mana, y la cuarta es la del Yo o el "Si-mismo".
            En la tercera etapa y la más rica es cuando se alcanza un verdadero sentido de la identidad y la individualidad personales. Suele decirse que en esta etapa es cuando el hombre encuentra al Viejo Sabio y la mujer a la Gran Madre. A estas imágenes arquetípicas de la sabiduría y la fuerza, Jung las denomina personalidades mana. Escogió esta palabra porque en las comunidades no occidentales, se cree que cualquiera que posea una sabiduría o un poder extraordinarios está imbuido de mana, una expresión melanesia que significa santidad o divinidad.

            La Personalidad-maná

            "Cuando el yo enfrenta a su ánima y logra integrar sus contenidos, éste logra intuir el secreto orden del cual emanaba la arbitrariedad del ánima; surge aquí el arquetipo del significado, el cual se representa como una figura de autoridad, llena de sabiduría. Jung denomina a este ente como Personalidad-maná, el cual correspondería al ser lleno de ocultas cualidades mágicas, pleno de mágicos conocimientos y energías. La personalidad-maná es dominante en el inconsciente colectivo. Es el conocido arquetipo del hombre poderoso en forma de héroe, de cacique, de mago, de curandero, de santo, dueño de hombres y espíritus y amigo de Dios. En tanto que el yo se apropia aparentemente del poder perteneciente al ánima, el yo se convierte directamente en personalidad maná.
            Al vencer el yo al ánima, pareciera que aquel logra domar y controlar la fuerza de lo inconsciente - el maná. En realidad, el consciente no se ha hecho dueño del inconsciente, sino que el ánima perdió su fuerza irresistible sobre la consciencia, en la misma medida en que el yo supo explicar sus impulsos con el inconsciente. Ahora, si el yo pretende usurpar el poder del inconsciente, este reacciona con un ataque sutil. En este caso, con la dominante personalidad-maná, cuyo enorme prestigio subyuga al yo. Como podemos observar, del peligro de la posesión por el ánima pasamos a la posesión del maná. Frente a esto, sólo cabe aceptar la debilidad del yo frente a los poderes del inconsciente, reconociendo que estos son incontrolables y que el yo, a lo más, puede adquirir una mayor consciencia de ellos. Así, de la asimilación del arquetipo del maná, obtenemos un individuo que se hace mayor en el saber y mayor en la voluntad."

            Jung advertía que hallarse dotado de mana resulta peligroso, y que puede conducir a la megalomanía. Esto es lo que le sucede a las mujeres que se dejan poseer por la Gran Madre, y que llegan a creer que tienen poderes para salvar o proteger al mundo entero. Los hombres poseídos por el Anciano Sabio creen erróneamente que son capaces de todo. También podemos proyectar el mana en otros, depositando nuestra fe en los grandes dirigentes o en los superhéroes, y no en el poder que llevamos dentro de nosotros. Jung sugería que la mejor manera de controlar el mana es dejarlo integrarse en nuestra personalidad y en nuestra conciencia. Resulta muy positivo no proyectarlo en otros y no reprimirlo. De este modo, la sabiduría de nuestro inconsciente se compenetra con nuestra conciencia, y logramos el equilibrio.

            En los fundamentos de la religión y de la magia encontramos el concepto de una fuerza, de un poder místico o de una calidad impersonal que reside en el individuo, en animales y en objetos inanimados. Tal poder, llamado Mana por algunos melanesios,"Élan Vital" por los vitalista y "Avir" por los cabalistas, Arungquiltha por ciertas tribus australianas, Wakan, Orenda, Manitu por algunos indios de América, carece de nombre en otros lugares. Es una idea casi universal y común en muchas culturas primitivas donde el individuo tiene el sentimiento permanente que el mana hace irrupción en su vida no solamente en ocasión de los sucesos verdaderamente importantes que acaecen en la esfera de lo sacro que son el nacimiento, la iniciación y la muerte, sino también en sus relaciones cotidianas con sus padres, sus semejantes, los animales y la naturaleza en su totalidad. Cualquier campo está abierto al mana, que puede revestir formas extremadamente variadas según las circunstancias, los objetos y los seres para los que se actualiza. El mana se conviene en una categoría de pensamiento y de percepción del Universo.

            Mana y magia
            La magia puede ser considerada como un Arte fundamentado en el manejo de los ilimitados poderes del alma. La multitud de todos esos poderes, posiblemente, pueden reducirse a una única noción de "poder" o mana. El mana se ha interpretado comúnmente como la materia de la cual la magia se forma, así como la sustancia de la cual se hacen las almas. El equivalente, o los equivalentes griegos de esta palabra, hallado en textos helenísticos, puede ser dynamis: poder, charis: gracia, y arete: eficacia. Este mana se puede utilizar libremente y el verdadero mago es solo su médium, un canal y un transmisor, cuyas ropas o todo lo que toca pueden recibir y almacenar el mana.
            Los pueblos primitivos consideran que el poder mágico, que garantiza la eficiencia del uso de los elementos técnicos en que el neófito mago ha sido iniciado, éste lo ha recibido, durante un sueño o trance extático, de parte de ciertos espíritus, quienes lo introdujeron en su cuerpo y se encuentra así localizado en determinado objeto material.Sin embargo, el secreto del poder mágico a menudo va vinculado a otro elemento, presente en determinadas personas u objetos, que los convierte en transmisores, por contagio, del poder especial que habita en ellos. Tal contagio tiene una connotación de mancha que los convierte en temibles y, a la vez, fascinantes. De esta manera la perspectiva de estar en presencia de alguien o de algo que tiene ese poder especial, lo separa de la dimensión profana, propia del tiempo y espacio cotidianos, dándole, sin embargo, un atractivo particular debido precisamente a la necesidad humana de tener acceso a la realidad trascendente. Ello determina la ambivalencia de lo sagrado, propia del tabú.
            Ese poder sagrado recibe el nombre genérico de mana, de acuerdo a término usado por los indígenas de las Melanesia. Así, pues, quien ha recibido el poder mágico tiene un mana particular y, por lo mismo, es tabú, o sea temible porque mancha o contagia; pero, a la vez, ese especial poder es peligroso y, por ello, puede exorcizar los espíritus o fuerzas malignas que han contagiado o poseído a alguien. Sin embargo, mana es, de alguna forma, inherente a toda realidad profana que tenga poder. Y si bien el mana siempre está vinculado a una persona, a menudo se proyecta antropomórficamente en las fuerzas de la naturaleza; así la tempestad despliega su mana, lo mismo una víbora que pica y mata; por otro lado, un guerrero o un cazador tienen éxito en su empresa gracias también a su poder mánico. Toda acción es, pues, eficaz debido a que quien la ejecuta posee mana. Entre las culturas primitivas no hay una separación clara entre lo profano y lo sagrado, ni entre sujeto y objeto. Sólo que, dentro de ese conjunto de realidades que actúan en el mundo, todas ellas portadoras de mana, las hay con un poder particular que las convierte en especialmente temibles.
            Así, pues, la creencia en lo sagrado como una realidad tabú, es decir temible y, a la vez, deseable, contiene siempre cierta dimensión de poder mánico. La institución de la magia busca, así, en el poder sagrado (mánico) la defensa con respecto al carácter peligroso y temible de ese mismo poder sagrado. Y el hecho de que su presencia resulte particularmente clara en las formas más primitivas de cultura, no significa que ello sea ajeno a la vivencia religiosa de culturas y religiones más desarrolladas.

            Mana en cultura Melanesia
            Los primeros humanos veían lo sobrenatural como un dominio del poder impersonal, de una fuerza, que las personas podían controlar bajo ciertas condiciones. Tal concepción era relevante en Melanesia. Los melanesios de Oceanía creían en el mana, una fuerza sagrada existente en el universo. Mana puede residir en las personas, los animales, las plantas y los objetos. El mana melanesio era similar a nuestra noción de suerte. Los melanesios atribuían el éxito a mana. Los objetos con mana podían cambiar la suerte de alguien. En Melanesia se podía adquirir mana por casualidad o trabajando duro para obtenerlo. [...] Sin embargo, en Polinesia, mana no estaba al alcance de cualquiera, sino que estaba vinculado a los cargos políticos. Los gobernantes y los nobles tenían más mana que las demás personas.
            Tan cargados de mana estaban los jefes más poderosos que el contacto con ellos resultaba peligroso para los que no eran nobles. Puesto que los más altos jefes tenían tanto mana, sus cuerpos y sus posesiones eran tabú. El contacto entre un alto jefe y los plebeyos estaba prohibido. Ya que las personas ordinarias no podían soportar tanta "corriente sagrada", cuando alguien contactaba accidentalmente con un jefe era necesario realizarle un ritual de purificación.
            Antropología, C.P. Kottak

            Conceptos similares
            El concepto de una "vida-energía" inherente en todos los seres vivos parece ser un arquetipo bastante universal, y aparece en numerosos sistemas metafísicos y religiones tradicionales.
            En el libro "The Body of Light" (El cuerpo de luz) los autores Dr. John Mann y Larry Short, cuentan 49 culturas que hacen referencia a esta idea de una energía vital de la cual todo depende. Son otras tantas maneras de referirse a una realidad sutil pero perceptible:

            • Tradiciones de los Indios de América del Norte: Wakan, Manitú, Orenda. Los Nativos Americanos de las regiones del Noreste estaban unidos por una serie de creencias cosmológicas comunes. Creían —y algunos siguen creyendo— que, tras la inmediata realidad física de las cosas, existen espíritus. Para estos pueblos todo el entorno está vivo, las estructuras del paisaje, las fuerzas de la Naturaleza, los animales, la vegetación e incluso los objetos carentemente desprovistos de vida poseen en su interior una fuerza viviente o poder espiritual. Los indios Lakotas lo llamaban Wakan. Los Algonquinos, Manitú. Los Iroqueses, Orenda.
            • Tradiciones Precolombinas: Huaca, Ku, Teotl. Se encuentran generalmente en las lenguas amerindias términos que abrazan todas las manifestaciones del mundo invisible sin presentar ninguna acepción de carácter personalizado, y que han sido traducidos como: espíritu, demonio, Dios, misterio, magia, y, de una manera muy difundida, aunque injustificada, como “medicina”; además de Manitú, Oki y otros términos utilizados entre las tribus de América del Norte, como el término Azteca Teotl, el Quechua Huaca y el Maya Ku, …todos esos términos expresan en general la idea de lo "sagrado" a la vez que de lo "sobrenatural”.
              Los Incas tenían una visión cosmológica de su existencia, seguían mitos y leyendas y todo era sagrado. Sagrado se relaciono con la palabra, Huaca que tenía un variedad de significados, y podría significar algo sagrado como un templo, un lugar consagrado o cosas que parecían existir fuera del orden natural. También cosas notables debido a su excepcional belleza, o cosas que se volvieron sagradas debido a su energía natural, como las esculturas de humanos, animales, etc.
              Los indígenas sometidos por el imperio inca llamaban Huaca a la presencia de lo sagrado y lo mágico-telúrico en cualquiera de sus múltiples formas o manifestaciones (piedras, montañas, ríos, astros, fenómenos celestes y terrestres, cruces de caminos, cultos a los muertos, etc.), las que por cierto se hallaban por doquier en un mundo y un espacio mental sacralizado. De modo que reverenciaban los innumerables estados de un Ser Universal -la deidad, lo santo- que se manifestaba en todo su entorno como hierofanías.
            • Tradición Celta : Awen. El Awen es el espíritu inspirado, el hálito divino que nos lleva al don profético, al arte poético, a la iluminación: la repentina llama de lucidez que inflama los pensamientos de los hombres y les da sabiduría, facilidad de palabra y energía en medio de la batalla. El Awen es lo que le permite a los bardos (poetas y músicos) el improvisar versos agudos en medio de una canción. El Awen se puede alcanzar a través de la música, de la meditación, del amor o del valor, y puede ser un regalo de los dioses. Awen viene de la unión de dos vocablos, “Aw”, que se traduce como "fluido" y “En”, palabra a la que se le da el sentido de "esencia, espíritu", por lo que el significado final es el de Espíritu Fluido.
            • Tradición Romana : Numen, La religión romana originaria rendía culto a unas fuerzas sobrenaturales de carácter indefinido llamados Numina como Flora, Fauno, Forculus, etc... En término latino "Numen" (presencia, plural "Numina") se refiere a la deidad y abarca el sentido sagrado y de inmanencia que había en todos los lugares y objetos. Cualquier cosa de la naturaleza estaba habitado por Numina, manifestandose así la voluntad divina mediante fenómenos naturales que pueden ser interpretados.
            • Tradición Grecia Antigua: Pneuma. En la filosofía griega y, particularmente en la Física Estoica, el Pneuma es el principio cósmico vital. El universo es un todo armonioso y causalmente relacionado, que se rige por un principio activo, el Lógos Cósmico e universal del que el hombre también participa. Este Lógos Cósmico, que es siempre el mismo es llamado también Pneuma, aliento ígneo, ley natural, naturaleza (physis), necesidad y destino, nombres todos ellos que hacen referencia a un poder que crea, unifica y mantiene unidas todas las cosas y que no es simplemente un poder físico: el Pneuma o Lógos Universal es una entidad fundamentalmente racional: es la Divinidad, el Alma del Mundo o Mente Cósmica (razón) que todo lo rige y de cuya ley nada ni nadie puede sustraerse.
            • Tradición Egipcia : Ka. Los antiguos Egipcios tenían la creencia de que en el compuesto espiritual del hombre intervienen no uno sino dos elementos, a los que denominaban Ba, el alma y Ka, el principio divino de la vida. El concepto que tenían del Ka parece estar relacionado con la existencia de un doble inmaterial del cuerpo, en el que primaría, sobre todo, su componente energético. El Ka es esencialmente energía y a través del Ka los individuos estarían participando de la inmensa energía del universo. Esto venía a representar la individualización en cada uno de ellos de la energía del Gran Dios Primordial. A través del Ka los seres participaban de la divinidad, con la que podían llegar incluso a integrarse espiritualmente en el curso de las iniciaciones.
            • Tradición Hebrea : Nefesh. En la tradición Hebrea Nefesh es el término que se utiliza para definir la esencia del ser humano y se refiere a su aspecto no-físico, aquello que no es asequible a los cinco sentidos. Nefesh no es alma y tampoco espíritu (Ruaj) ni tampoco mente (Hakara). No obstante posee varios aspectos, como ser: el pensamiento, la voluntad, los sentimientos, etc. Nefesh, el hálito de vida, es la presencia espiritual (energía) que sustancia la vida y le da forma, es la energía que posibilita que la materia (inerte de por sí) tome forma y vida.
            • Tradiciones Orientales: Chi, Ki.  El Chi (China ) o Ki (Japon) es la energía primera de toda la creación, incluye todo el universo y une a todo los seres entre sí; es un organismo vivo que circula en el cuerpo a través de los meridianos. Se manifiesta a través de la polaridad Yin Yang y se halla presente en todas las cosas, en distintas formas y presencias. Todo viene a ser, finalmente, una expresión del Chi o Ki. La idea que se sugiere es la de un aliento vital, una esencia sutil que sustenta la vida y sus procesos. Esta energía es la que anima a todos los seres vivientes. aunque se toma como energía vital o cósmica, se refiere a la energía externa existente en el cosmos que llega a todos los seres vivos por medio del aire, la tierra, el agua o la comida, etc. Es la bioenergía, la fuerza vital o la fuerza de vida universal que mantiene a los órganos en su lugar y funcionando correctamente. Los cielos y la tierra ofrecen su propio Chi o Ki y estos alimentan y forman al hombre.
              En la Metafísica Taoista se habla del Wu Chi, el gran vacío del cual sale el Chi que se condensa en millones de cosas y seres, para mas tarde regresar a su origen. El Chi se condensa y dispersa regularmente. Seres y cosas se forman y destruyen a cada instante. Es el universo fenoménico y cambiante en el cual vivimos. Nada es permanente, excepto el cambio.
              El Ki es la vida, constituye la potencia original que se manifiesta desde la creación del universo siendo esta energía independiente al tiempo y al espacio. Se define el Ki como un principio espiritual del cosmos y de la presencia de la vida. Se considera el trasfondo de todo lo que existe, de modo análogo a las conexiones que mantienen unidas los átomos de las materias, o el misterio que conforma la armonía del ecosistema y el cosmos.
              Mediante la meditación se puede sentir y comprender, por la intuición profunda, ese flujo o nexo universal y por lo tanto aproximarse al sentido de la vida. Se considera por tanto un principio por el cual se puede comenzar una práctica espiritual o mística: uno puede aproximarse a una empatía profunda, no sólo hacia los demás seres humanos, sino hacia todas las cosas que participan en los procesos de la naturaleza, desde los seres vivos hasta las materias inertes en transformación.
            • Tradición Hindú: Prana. El Prana es la suma total de toda la energía que se manifiesta en el universo, así como la suma total de todas las fuerzas latentes que están ocultas en los seres humanos y que se hallan por doquier alrededor de nosotros.. Es la fuerza vital o  Sukshma Prana en su nivel mas sutil. El aliento es la manifestación externa del Prana en su nivel mas denso. El calor, la luz, la electricidad y el magnetismo son todas manifestaciones del Prana. El Prana se relaciona con la mente; a través de la mente, con la voluntad; a través de la voluntad, con el alma del individuo, y a través de ésta, con el Ser Supremo. El Prana aunque es uno solo, cumple muchas funciones y por eso asume cinco denominaciones, según las distintas funciones que cumple, a saber: Prana, Apaña, Samana, Udana y Vyana.
              Según la cultura indú, se dice que las esencias sutiles de los elementos envuelven la Tierra y penetran en todo lo que existe nutriendo y sosteniendo la vida y la realidad fisica. Es esencial en la nutrición por lo que es necesario tener en cuenta los efectos que producen cada uno de los elementos y la energía que contienen, el Prana, porque es allí donde está la vida. Comemos no sólo para alimentar nuestro cuerpo físico sino también para alimentar nuestro corazón, nuestro intelecto, nuestra alma y nuestro espíritu.La energía vital o Prana se manifiesta en tres grandes estados: lo material, lo mental y lo espiritual. Y estas tres manifestaciones de la energía universal forman una unidad indivisible, de tal manera que la energía no se puede crear o destruir, sólo transformar. Así como un trozo de hielo puede transformarse en agua y ésta en vapor; así lo espiritual se transforma en lo mental y en lo material y viceversa.
              El Prana no es el Espíritu, sino una forma de energía, usada por el alma en sus manifestaciones materiales y astrales. Toda la materia está bajo la influencia del Prana. Está en el aire, aunque no es ninguno de sus componentes, esta en los alimentos, aunque no es vitaminas, ni proteínas... Está en la luz del Sol, aunque no es ni el calor ni los rayos de la luz... todos estos , aire, luz, materia, son vehículos del Prana. El Prana es la fuerza infinita, omnipresente, por la cuál se manifiesta este universo. Es el Prana el que se manifiesta como movimiento; como gravitación, como magnetismo. como las funciones del cuerpo, como corriente nerviosa, como fuerza del pensamiento.
            • Tradición Alquimica: Éter, Aether, Quinta Esencia. La tradición alquímica agrega a los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego), un quinto, llamado Quintaesencia o Éter. El Éter es el más alto y más sutil de los cinco elementos, pues los contiene y sintetiza a todos. Se dice que en el ser humano el Éter se aloja en la caverna del corazón, morada de la deidad, y es allí donde se realiza simbólicamente la unión del alma individual con el Ser Universal, y de lo humano con lo divino. Entre los alquimistas, el Éter es el principio fundamental de la composición de los cuerpos, símbolo del vacío y de los espacios celestes, al que se figura como un fluido sutil e invisible que llena, penetra y comunica a todos los seres. Empíricamente, el espacio sutil o etérico se plasma en un fluido que llena el universo. Esotéricamente es el estrato que sostiene todo lo que en la mente existe potencial o realmente y es en donde todas las transacciones son grabadas. El quinto elemento es aquel que converge y une todos los demás elementos, da forma a la materia y es absolutamente necesario para la consecución de cualquier efecto como la taumaturgia.
            • La expresión Quinta Esencia proviene del quinto elemento relativo a la composición del Universo según la filosofía antigua. Desde el punto de vista cósmico, la Quinta Esencia se denomina también materia oscura o antigravedad y se trata de una substancia extremadamente sutil que ocupa todos los espacios vacíos. En este concepto, la Quinta Esencia se encuentra relacionado con el concepto de mecánica cuántica, ámbito a partir del cual se crea toda la materia y en el que toda la materia se resuelve.
              Esta misteriosa esencia que ni se ve ni interacciona con la materia ordinaria, empuja al universo a expandirse, de allí que las galaxias se alejan entre sí cada vez mas rápidamente pese a que la atracción de la gravedad actúa en sentido opuesto. Según esta estimaciones la Quinta Esencia podría ser el ingrediente principal del cosmos, diez veces mas abundante que el resto de los átomos juntos. Los átomos y moléculas, los minerales, las plantas y los animales están compuestos por combinaciones energéticas de los cuatro elementos básicos con la Quinta Esencia, que siempre esta presente porque es el elemento del que nace todo lo que existe. La naturaleza de los elementos, si bien tienen un componente físico y concreto, es fundamentalmente energético.


            Fuentes:
            Recopilado de la Red para "Hombres que corren con los lobos"

            martes, 27 de julio de 2010

            Tercera tarea: Navegar a oscuras

            En esta parte del cuento, el legado de la madre muerta -la muñeca- guía a Vasalisa a través de la oscuridad hasta la casa de Baba Yagá.
            Las tareas psíquicas de esta fase:

            Acceder a adentrarse en el lugar de la profunda iniciación (entrar en el bosque) y empezar a experimentar el nuevo numen de la posesión de la capacidad intuitiva, percibido por la mujer como peligroso.

            Aprender a desarrollar la percepción del misterioso inconsciente y confiar exclusivamente en los propios sentidos internos.

            Aprender el camino de regreso a la casa de la Madre Salvaje (siguiendo las instrucciones de la muñeca).Aprender a alimentar la intuición (dar de comer a la muñeca).

            Dejar que la frágil doncella ignorante se muera un poco más.

            Desplazar el poder a la muñeca, es decir, a la intuición.
                    La muñeca de Vasalisa procede de las reservas de la Vieja Madre Salvaje. Las muñecas son uno de los simbólicos tesoros de la naturaleza instintiva. En el caso de Vasalisa, la muñeca representa la vidita, la fuerza vital instintiva, feroz y resistente. Por muy grande que sea el embrollo en el que nos encontremos, ésta sigue viviendo oculta en nuestro interior.

                    A lo largo de muchos siglos los seres humanos han experimentado la sensación de que las muñecas irradian no sólo santidad sino también "mana", una impresionante e irresistible presencia que actúa sobre las personas, provocando en ellas un cambio espiritual. Por ejemplo, entre los curanderos rurales, la raíz de la mandrágora es alabada por su parecido con el cuerpo humano, pues tiene apéndices en forma de brazos y piernas y una nudosa protuberancia en forma de cabeza. Dicen que posee un gran poder espiritual. Se cree que los que hacen los muñecos les infunden vida. Algunos se utilizan en rituales, ceremonias, ritos de vudú, hechizos amorosos y maldades de todo tipo.
                    Los museos de todo el mundo están llenos a rebosar de ídolos y figurillas hechas de arcilla, madera y metales. Las figurillas del paleolítico y el neolítico son muñecos. En las iglesias rurales de todo el mundo hay muñecos que son imágenes de santos. A las imágenes de los santos no sólo se las baña con regularidad y se las viste con prendas confeccionadas a mano sino que incluso se las "saca de paseo" para que contemplen el estado de los campos y de la gente e intercedan en el cielo en favor de los seres humanos.
                    El muñeco es el simbólico homunculus, el símbolo de lo numinoso que se oculta en los seres humanos, un pequeño y resplandeciente facsímil del Yo original. Exteriormente, no es más que un muñeco. Pero, en realidad, representa un minúsculo fragmento de alma que contiene toda la sabiduría del Yo espiritual. En la muñeca está la voz en diminutivo de la vieja, La Que Sabe.
                    El muñeco, está relacionado con los símbolos del duende, el trasgo, el gnomo, el hada y el enano. En los cuentos de hadas éstos representan un profundo latido de sabiduría dentro de la cultura de la psique. Son las criaturas que llevan adelante la prudente obra interior y que jamás se cansan. La psique actúa incluso cuando dormimos, muy especialmente cuando dormimos, e incluso cuando no somos plenamente consciente de lo que hacemos.
                    De esta manera la muñeca representa el espíritu interior de las mujeres; la voz de la razón interior, de la sabiduría y la conciencia interiores. La muñeca es como el pajarillo de los cuentos de hadas que aparece y habla en susurros al oído de la heroína, el que revela la existencia del enemigo interior y dice lo que hay que hacer. Ésta es la sabiduría del homunculus, el pequeño ser que llevamos dentro. Es nuestro socorredor invisible, pero siempre accesible.


                    La mayor bendición que una madre puede dar a su hija es el sentido cierto de la veracidad de su propia intuición. La intuición se transmite de progenitor a hijo con la mayor sencillez posible: "Has juzgado muy bien. ¿Qué crees tú que hay detrás de todo eso?" Más que definir la intuición como una especie de imperfecta rareza irracional, podríamos definirla como la auténtica voz del alma.
                    La intuición percibe el camino que hay que seguir para poder sacar el mayor provecho posible de una situación. Tiene instinto de conservación, capta los motivos y la intención subyacente y opta por aquello que causará la menor fragmentación posible en la psique.
                    En el cuento de hadas el proceso es muy similar. La madre de Vasalisa le hace un extraordinario regalo a su hija, uniéndola con la muñeca. La unión con la propia intuición fomenta una serena confianza en ella, ocurra lo que ocurra. Cambia la actitud de la mujer, haciéndola pasar de un "lo que sea sonará" a un "Voy a ver todo lo que hay que ver".
                    ¿Qué utilidad tiene esta intuición salvaje para las mujeres? Como el lobo, la intuición tiene garras que abren las cosas y las inmovilizan, tienen ojos que pueden ver a través de los escudos protectores de la persona y orejas que oyen más allá del alcance del oído humano. Con estas formidables herramientas psíquicas la mujer adquiere una astuta e incluso precognitiva conciencia animal que intensifica su feminidad y agudiza su capacidad de moverse confiadamente en el mundo exterior.

                    Según Jung los animales viven en nuestro interior en forma de imágenes arquetípicas (elementos estructurales y primordiales de la psiquis humana), según los estudiosos del comportamiento animal en forma de pautas y predisposiciones de conducta heredadas genéticamente, y finalmente según los psicoanalistas en forma de pulsiones inconscientes.
                    "El motivo animal suele simbolizar la naturaleza primitiva instintiva del ser humano. Estos, aunque civilizados, tienen que darse cuenta de la violencia de sus impulsos instintivos y de su impotencia ante las emociones autónomas que surgen del inconsciente. Esto resulta más acusado en los hombres primitivos, cuya consciencia no está muy desarrollada y que están peor dotados para capear la tormenta emotiva.La profusión ilimitada del simbolismo animal en la religión y el arte de todos los tiempos no recalca meramente la importancia del símbolo; muestra cuán vital es para los seres humanos integrar en su vida el contenido psíquico del símbolo: el instinto. En sí mismo, un animal no es bueno ni malo; es una parte de la naturaleza. No puede desear nada que no está en su naturaleza. Diciéndolo de otro modo, obedece a sus instintos. Esos instintos, con frecuencia nos parecen misteriosos, pero tienen su paralelo en la vida humana: el fundamento de la naturaleza humana es el instinto.
                    Pero en el hombre, el "ser animal" (que vive en él como su psique instintiva) puede convertirse en peligroso si no se le reconoce y se le integra en la vida. El hombre es la única criatura con capacidad para dominar con su voluntad al instinto, pero también es capaz de reprimirlo, deformarlo y herirlo; pero un animal, hablando metafóricamente, nunca es tan fiero y peligroso como cuando se le hiere. Los instintos reprimidos pueden llegar a dominar al hombre; incluso pueden destruirlo.
                    El sueño corriente en el que el soñante es perseguido por un animal, casi siempre indica que un instinto se ha desgajado de la consciencia y debe ser (o trata de ser) readmitido e integrado en la vida. Cuanto más peligrosa es la conducta de un animal en el sueño, más inconsciente es el alma primitiva e instintiva del soñante, y más imperativa es su integración en la vida si se quiere evitar algún mal irreparable.
                    Los instintos reprimidos y heridos son los peligros que amenazan al hombre civilizado; los impulsos no inhibidos son los peligros que amenazan al hombre primitivo. En ambos casos, el animal está alejado de su verdadera naturaleza; y para ambos. la aceptación del alma animal es la condición para el completamiento y la vida vivida con plenitud. El hombre primitivo tiene que domar al animal que lleva dentro de sí y convertirlo en su compañero; el hombre civilizado tiene que cuidar el animal que lleva dentro de sí y hacerlo su amigo."
                    C. G. Jung "El hombre y sus símbolos"

                    Ahora Vasalisa va en busca de unas brasas para volver a encender el fuego. Cruza el bosque en medio de la oscuridad y lo único que puede hacer es prestar atención a la voz interior de la muñeca. Está aprendiendo a confiar en esta relación y está aprendiendo, además, otra cosa: a alimentar a la muñeca.
                    ¿Qué hay que darle de comer a la intuición para que esté debidamente alimentada y responda a nuestra petición de explorar lo que nos rodea? Se le da de comer vida... prestándole atención. ¿De qué sirve una voz sin un oído que la reciba? ¿De qué sirve una mujer en la selva de la megápolis o de la vida cotidiana si no puede oír y fiarse de la voz de La Que Sabe?
                    He oído decir a las mujeres, no cien sino mil veces: "Sé que hubiera tenido que fiarme de mi intuición. Intuí que debería/no debería haber hecho tal cosa o tal otra, pero no hice caso." Alimentamos el profundo yo intuitivo prestándole atención y siguiendo sus consejos. Es un personaje por derecho propio, un mágico ser del tamaño de una muñeca que habita en la tierra psíquica del interior de la mujer. Si el músculo no se ejercita, al final se debilita. A la intuición le ocurre exactamente lo mismo. Sin alimento, sin ejercicio, se atrofia.
                    El alimento de la muñeca es un ciclo esencial del arquetipo de la Mujer Salvaje, la guardiana de los tesoros ocultos. Vasalisa alimenta a la muñeca de dos maneras, primero con un trozo de pan, un trozo de vida para su nueva aventura psíquica, y después encontrando el camino de la casa de la Vieja Madre Salvaje, la Baba Yagá. Si prestamos atención a la muñeca -en cada curva y en cada encrucijada-, la muñeca indica por dónde se va a "casa". Nosotras, como Vasalisa, fortalecemos nuestro vínculo con nuestra naturaleza intuitiva prestando atención a nuestro interior a cada vuelta del camino. "¿Tengo que ir por aquí o por allí? ¿Tengo que quedarme o me tengo que ir? ¿Tengo que resistir o ser flexible? ¿Tengo que huir o acercarme? ¿Esta persona, este acontecimiento, esta arriesgada empresa es verdadera o falsa?"
                    A menudo la ruptura del vínculo entre la mujer y su intuición salvaje se interpreta erróneamente como una ruptura de la intuición. Pero no es así. No es la intuición la que se rompe sino más bien el don matrilineal de la intuición, la transmisión de la confianza intuitiva entre una mujer y todas las mujeres de su linaje que la han precedido, es este largo río de mujeres que se ha represado. Como consecuencia de ello, cabe la posibilidad de que la comprensión de la sabiduría intuitiva de una mujer se debilite, pero ésta se puede recuperar y volver a manifestar plenamente por medio del ejercicio. La mujer puede poner remedio, encargándose de reparar ahora los daños sufridos. No estamos hablando de la perfección sino de la construcción de una cierta fortaleza.


                    Las muñecas se utilizan como talismanes. Los talismanes son recordatorios de lo que se siente, pero no se ve, de lo que es así, pero no resulta obvio con carácter inmediato. El numen talismánico de la imagen de la muñeca nos recuerda, nos dice y prevé las cosas. Esta función intuitiva pertenece a todas las mujeres. Es una receptividad masiva y fundamental. No una receptividad como la que antiguamente se enseñaba en la psicología tradicional, es decir, la de un recipiente vacío sino una receptividad que consiste en tener acceso inmediato a una profunda sabiduría que llega hasta los mismísimos huesos de las mujeres.
                    Uno de los problemas fundamentales de las teorías más antiguas acerca de la psicología femenina es el de que la visión de la vida femenina era muy limitada. Nadie podía imaginar que la mujer pudiera ser tanto como es. La psicología clásica era más bien el estudio de unas mujeres completamente encogidas y no el de unas mujeres que trataban de liberarse o que se estiraban y alargaban los brazos para alcanzar algo. La naturaleza instintiva exige una psicología que observe no sólo a las mujeres que se esfuerzan por hacer algo sino también a las que se están enderezando poco a poco tras haberse pasado muchos años viviendo encorvadas.

                    Fuentes:

                    Clarissa Pinkola Estés
                    "Mujeres que Corren con los Lobos"


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