jueves, 15 de abril de 2010

La persona, el personaje, la máscara

"La persona...es aquel sistema de adaptación o aquel modo con el cual entramos en relación con el mundo. Así, casi toda profesión tiene una persona característica. El peligro está solo en que se identifique uno con la persona, como por ejemplo el profesor con su manual o el tenor con su voz... Se podrá decir con cierta exageración: la persona es aquello que no es propiamente de uno, sino lo que uno y la demás gente creen que es."
 C.G.Jung
I - La Persona y la Máscara

La palabra persona, proviene del griego Prosopón, términos que señala las máscaras que utilizaban los actores de la tragedia y la comedia. En la Grecia clásica la palabra Prosopón (πρόσωπον) designaba tanto a la persona como a la máscara. El mismo actor salía a escena con diferentes máscaras que correspondían a diferentes personajes. En la vida real todos representamos diferentes roles, que en escena se corresponderían a máscaras distintas: la máscara-rol del asalariado, del esposo, del padre, etc.
“Persona” significaba, pues, en el teatro tanto la máscara como el papel que representaba el actor a través de ella, por lo tanto, el personaje. Algo sugerente de esta imagen es que el papel representado en el teatro sólo se podía hacer y era reconocible si el actor hacía resonar la voz por detrás de la máscara . Nos sugiere, por un lado, que reconocemos al personaje a través de ciertas características ejemplificadas en la máscara lo cual supone que lo representado sólo puede ser representado justo a partir de la mediación y la simplificación. Al mismo tiempo, hay una pequeña distancia pero una distancia efectiva entre la voz que resuena tras la máscara y aquello que vemos: hay algo en el camino que se pierde y que no puede hacerse inteligible del todo

Estas máscara se caracterizaban por su dimensión desproporcionada, mayor que el cuerpo, sus rasgos esenciales -que mostraban el carácter dramático o cómico del personaje-, y el uso de un cono que amplificaba y proyectaba la voz del actor. Todo esto, sugiere que la persona, en su relación con la máscara, es una amplificación (En el latín: Per Sonare"resonar") y una mediación que nos permite captar aspectos esenciales de la interioridad de un sujeto.

La persona representa nuestra imagen pública y representaría el arquetipo de la máscara  dentro de la conceptualización de la Psicología analítica de C. G. Jung. Por tanto, la persona es la máscara que nos ponemos antes de salir al mundo externo. Constituye aquella parte de nuestra personalidad que lidia con la realidad externa, es la máscara que se antepone en nuestro desenvolvimiento social cotidiano. Siendo esto así, Jung consideraba que la persona era parte necesaria, no patológica, del desarrollo individual, especialmente respecto de la capacidad de asumir un papel social.Aunque se inicia siendo un arquetipo, con el tiempo vamos asumiéndola, llegando a ser la parte de nosotros más distantes del inconsciente colectivo.

"La persona es una especie de camuflaje que sólo permite a los demás ver de nosotros lo que nosotros queremos que vean y nada más. Pero la persona tiene también otro significado más antiguo, el que se encuentra presente en todos los ritos mesoamericanos y que tan bien conocen las cantadoras, cuentistas y curanderas. La persona no es una simple máscara detrás de la que uno se oculta sino una presencia que eclipsa la personalidad exterior- En este sentido, la persona o máscara es un signo de categoría, virtud, carácter y autoridad. Es el significador exterior, la exhibición externa de dominio." 
"Mujeres que Corren con los Lobos" por Clarissa Pinkola Estés

En su mejor presentación, constituye la “buena impresión” que todos queremos brindar al satisfacer los roles que la sociedad nos exige. Pero, en su peor cara, puede confundirse incluso por nosotros mismos, de nuestra propia naturaleza. Algunas veces llegamos a creer que realmente somos lo que pretendemos ser. La patología deviene ante una identificación rígida con el arquetipo.

II - El Rol

La máscara es una adecuación que nos permite relacionarnos con los demás. Pertenece sin lugar a dudas al mundo de los roles tanto en su aspecto relacional como en sus aspectos manipulatorios. O sea que, a través de la máscara, podemos comunicarnos o podemos controlar la comunicación.

Un rol es un conjunto de comportamientos que tienen por objeto proyectar cierta imagen ante los demás y ante nosotros mismos. En cada rol adoptamos ciertos comportamientos, sentimientos y actitudes. Esas respuestas se construyen automáticamente. Cuando nos identificamos plenamente con un rol, éste no sólo nos impide interactuar con toda clase de gente y explorar diversas posibilidades: también nos aparta de lo que está ocurriendo en la realidad. En vez de ser reales, nuestras vidas se convierten en una compleja obra teatral. Cuando ésto ocurre, la soledad es inevitable. Su causa no es la separación de los demás, sino de nosotros mismos.
Los roles pueden resultar hipnóticos. Podemos enamorarnos de un rol o fantasía y vivirlo como si fuera nuestro verdadero ser. O, más común, podemos enamorarnos de alguien que está representando un rol. Aquí no nos enamoramos de una persona verdadera, sino de la imagen o fantasía que ha creado para nosotros. Podemos sufrir una conmoción si esa persona abandona su rol y nos encontramos cara a cara con quien es en realidad. Ésto habitualmente toma algunos meses de relación, y luego comenzamos a preguntarnos, ¿dónde ha ido a parar el amor?.
Representar un papel nos brinda una sentimiento temporal de seguridad. La seguridad temporal no es mala, pero es sólo temporal y no satisface nuestras necesidades más profundas, ni llena nuestro vacío interior. El mayor peligro de perdernos en un rol es que ese rol puede empezar a sobrepasarnos. Podemos perder contacto con la realidad. Perdemos conexión con nuestros sentimientos, y puede que llegue un punto en que no seamos capaces de ver las posibilidades con que contamos en nuestra vida.
Muchísimos malentendidos y una profunda falta de comunicación suelen ser las consecuencias de apegarse a un rol en particular, o a una ilusión de sí mismo. Despéguese un poquito. Mire si puede empezar a separarse del rol estático que ha construido para usted

A la máscara, se le pueden adosar todos los estereotipos posibles, formas significativas que desarrollamos desde muy temprana edad y que nos permiten adecuarnos a las necesidades de integración. Esto está presente desde nuestro origen tribal que nos urge a buscar modos de pertenencia, entendimientos con los otros, que sean garantizadores del orden y los acuerdos colectivos. Estas temáticas ocupan gran parte de los primeros años de la vida, comenzando por la adolescencia y culminando en la juventud.
Luego de esto se produce una rigidez convencional y que responde a supuestos colectivos o una libertad que se traduce en crecimiento de nuestra individualidad.
De todas maneras, no debemos dejar de ver en la máscara, una mediación que revela a la vez que oculta, un elemento regulador de la intimidad y a la vez un aspecto de la conciencia que nos ayuda en términos de la comunicación. Se trata de una ventaja que nos permite interactuar con los demás. La sociedad depende de las interacciones entre la gente a través de la personalidad.

"La persona es un complejo funcional que surge
por razones de adaptación o conveniencia personal."

Usualmente presenta aspectos ideales de nosotros mismos, los que presentamos al mundo exterior. Es un complejo que abarca lo que los demás dicen de mi, lo que yo creo que soy, lo que desearía y creo que debo ser.
La máscara expresa un sistema de creencias que puede ser cómodo o asfixiante.

"La persona puede ser también aquello que en realidad no soy,
pero que yo mismo y los demás creemos que soy."

Antes de diferenciarse del ego, la persona se vivencia como individualidad. De hecho, como identidad social por una parte e imagen ideal por otra, es poco lo individual que hay en ella.

Cuando analizamos la persona, nos arrancamos la máscara y descubrimos que lo que parecía ser individual es en el fondo algo colectivo (Sistema de creencias o red conceptual.) En otras palabras, que la persona era sólo la máscara de la psique colectiva. En lo fundamental, la persona no es algo real, es un convenio entre el individuo y la sociedad en cuanto a lo que un hombre debe aparentar ser... Es una realidad secundaria, un convenio en donde los demás tienen generalmente más influencia.

III - El concepto de Persona

El tema de la persona ahonda sus raíces en la Filosofía y, por tanto, en la Antropología.

El ser humano, en cuanto tejido único con sus tres estratos: biológico, psicológico y espiritual, es objeto de estudio tanto de las ciencias experienciales o del espíritu, como de las ciencias experimentales o de la naturaleza.
“El ser humano moderno ha topado consigo mismo y vive obsesionado por alcanzar la comprensión, la expresión y la realización de sí mismo. Todavía estamos inmersos en el horizonte de lo antropológico, entre la admiración y el espanto que nos produce lo humano”.

Hay que decir con Heidegger que nunca hemos sabido tanto sobre el ser humano y nunca como en este momento sabemos menos de él. Andamos sin reposo por los senderos de los múltiples saberes que se han acumulado en torno al ser humano, y perdidos, porque aun ignoramos las respuestas decisivas a nuestra insistente pregunta:
¿Qué es el ser humano?

¿Qué pensador no se ha hecho esta pregunta? Cuando nos miramos con honestidad a nosotros mismos vemos demasiada miseria para que esa definición que pudiéramos dar de nosotros fuera algo definitivo, integral e incluso brillante. ¿No será que el ser humano está hecho de tal manera que tiene necesidad de otro que lo defina, que le dé razón de su ser y de su destino?

Sin embargo todos convienen en que el ser humano es un ser personal. Ser humano y persona no son conceptos equivalentes, pero son inseparables, se dan la mano, el uno ayuda a la comprensión del otro.

Muchas han sido las definiciones que a través de la historia se han dado del ser humano: animal racional, animal político, animal social, animal de trabajo, animal lingüista, animal simbólico, animal estructural, animal proletario, animal técnico y tantas otras. Se le ha comparado siempre al ser humano con el animal para, por diferencia específica, definirlo. Lo que se aprecia es que ni una definición sola ni todas juntas dan razón todavía de quién sea el ser humano. El ser humano es “+” que todas ellas. Cada una de estas definiciones deja fuera un inmenso campo de valores sin definir, porque cada una hace referencia a algún aspecto del ser humano. Se podría decir que todas se inscriben dentro del marco psicológico del ser humano, hacen referencia a un aspecto de su psicología o a alguna de sus facultades dejando fuera su espíritu. El ser humano es más que todas estas definiciones juntas, es “+” que todo método y “+” que toda ciencia.

También Jesús Cristo da una definición del ser humano, seguramente la más arriesgada y honda que jamás haya sido dada en la historia:
"Dioses sois".
Esta definición responde a la concepción del hombre en el pensamiento hebreo:
“Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”.
Para el pensamiento cristiano, el hombre, pues, no es imagen de sí mismo, ni del mundo, ni de la sociedad, como lo quiere Jean Paul Sartre, sino del Sujeto Absoluto. Esta definición implica que no es el ser humano el que se define a sí mismo, sino que tiene necesidad de alguien que lo defina, alguien que dé razón plena de su destino.


“Persona” es un término que ha sufrido distintas transformaciones y tiene su propio recorrido metafísico como concepto. La cultura clásica no reconocía valor absoluto al individuo en cuanto tal, hacía depender su valor de la proveniencia, del censo y de la raza. El concepto de persona, en cuanto que pone el acento sobre el individuo singular y concreto, se aleja del pensamiento griego, que daba mucha importancia, reconocimiento y valor solamente a lo universal, a lo ideal, a lo abstracto, considerando al individuo solamente como un momento fenomenológico de la especie, un momento transitorio del gran ciclo omnicomprensivo de la historia.
La afirmación de que el individuo fuera persona, y esta fuera única, irrepetible y de igual dignidad para todos los individuos de la especie empieza con el cristianismo. De hecho, su primer desarrollo importante se debe a la adopción del término por parte de la teología cristiana . Tomará el lugar de “sustancia” para definir lo que es específico del hombre. Boecio dirá que persona es “una sustancia individual de naturaleza racional” y Leibniz usará ese mismo nombre para indicar aquello que permanece invariable en el espacio y el tiempo en cada acto de esa sustancia . El concepto se revestirá de contenido moral con Kant , quien sostendrá que la persona es aquello que actúa con independencia de la naturaleza al darse leyes a sí misma y en tanto que actúe de forma autónoma y no heterónoma será el depositario último e inalienable de la dignidad. Si existe un punto álgido en la carrera metafísica del concepto de “persona” quizás sea este el “personalismo” de Mounier: la persona será algo más que la sustancia individual e indisoluble caracterizada por la racionalidad; la persona se hará sólo a sí misma en el encuentro amoroso con el otro, es decir, lo será sólo y en tanto sea capaz de transcender su propia individualidad .

En toda esa historia metafísica del concepto, sin embargo, se subrayan dos características asociadas al término “persona”:

1) la independencia, el carácter individual e intransferible de aquello que a cada uno nos hace ser ‘persona’. Aquí el término persona se aproxima al de “sustancia”. En la medida en que cada uno de nosotros posee ese carácter, todos somos ‘personas’ iguales o por igual.
2) la incomunicabilidad, la irreductibilidad (aquello que se esconde tras la máscara). En la medida en que no puede hacerse del todo inteligible y mostrarse más allá de la representación, cada uno de nosotros y solo éste es aquella ‘persona’. Es decir, todos somos ‘personas’ diferentes.

Es decir, en el concepto de “persona” se reúnen principalmente dos elementos: uno de individuación, otro de universalidad o generalidad. O dicho de otro modo: uno de exterioridad, del hacerse patente y uno de intimidad, del más allá de cualquier aparecerse fenoménico. Si retomamos el significado antiguo, Prósopon quizás esto se haga más claro. En la caracterización de la máscara existen rasgos que hacen reconocibles al personaje representado en aquello perceptible, en la fachada, en el rostro. De otro modo, aquello individual no puede hacerse inteligible al espectador, al otro. Es decir, aquello que se esconde tras la faz y que me individua no puede hacerse patente sin el hecho mismo del mostrarse, sin la mediación. Dicho de otro modo, reconocemos al personaje a partir de su apariencia fenoménica, a partir del papel que juega en el conjunto del entramado de manera que tomamos parte de aquello que subyace constante en espacio y tiempo tras la apariencia. Sin esa comunicación mediada y parcial no existe reconocimiento por parte del otro y, en alguna medida, no se es.

IV - El Personaje

Desde que el ser humano es concebido como persona desarrolla roles y funciones que generan hacia los demás y hacia sí mismo, una imagen. Una persona puede usar diferentes máscaras en diferentes contextos. Una máscara para el trabajo, otra para el trato con familiares, otra en el contexto de un grupo de amigos.
Así ese hombre o mujer será un profesional, un artesano, un político, ella será madre o líder en su lugar de trabajo. Somos lo que queremos ser y también somos un producto de lo que desean nuestros padres y la sociedad y vamos formando una imagen que se instala en la sociedad en que vivimos hasta que esa imagen es la que nos identifica frente a los demás y frente a nosotros mismos; es el rol social, la cubierta que mostramos. La vestimenta y la conducta se determinan en función de ese rol, nos reconocerán por eso y nos aceptarán o no, pero será nuestra identidad; habrá en nuestra familia y amigos una conducta esperada de marido bueno, de político, de mujer seductora, de santo de alguna religión y estaremos atados a ese rol como en un corsé, y esa imagen seremos. La imagen que mostramos y con la cual funcionamos en familia y en sociedad la llamaremos personaje y diferenciaremos de la persona, en tanto que ésta es la esencia de nuestro ser, lo que en realidad somos en nuestra intimidad, la cara oculta de nosotros mismos, el sí mismo que nos constituye, pero que no necesariamente forma parte del personaje o los personajes sociales que representamos.

El rol del personaje puede ser provechoso o nocivo para la persona. Puede permitir obtener beneficios materiales que pueden ser canalizados luego para llevar una vida privada más satisfactoria. Pero también puede acontecer que la persona se fusione demasiado con el personaje. En ese caso, el ego puede verse llevado a identificarse exclusivamente con el personaje, y otras facetas de la personalidad serán dejadas de lado. A la identificación exclusiva del ego con un personaje Jung la denomina “inflación”.

A esto se encuentran expuestos, por ejemplo, los políticos con sus asesores de imagen que los aconsejan y “entrenan” para lucir, decir y hacer lo conveniente para ser aceptados y votados. Los asesores de imagen no son otra cosa que “entrenadores” del arquetipo del personaje. Si “los asesorados”no practican una buena introspección pueden terminar identificados con el personaje

Los casos de “personaje inflado” suelen mostrar personas con cierto éxito social que en algún momento comienzan a tener sensación de sin sentido en su vida. En el análisis suelen percatarse de cierta hipocresía en sus relaciones e intereses sumada a una intensa sensación de incomodidad.

Cada ser humano entonces tiene una persona y un personaje... El personaje es la máscara, la careta o fachada que exhibimos públicamente, el rol social, lo que los demás ven de nosotros, una interpretación con el propósito de exteriorizar una imagen favorable. El objetivo del personaje es la aceptación social. El personaje constituye el soporte de la vida social.
Sin embargo la persona es lo que está detrás, nuestro espíritu, lo eternamente vivo, la esencia de nosotros mismos: La verdad oculta.

Podemos vivir de dos formas: una al servicio del personaje, del rol social, del yo ideal, entonces correremos riesgo de ser esclavos de esa imagen externa, de lo que nos da la apariencia; la casa, el auto, el estatus, el poder, el dinero, las pequeñas miserias mundanas... Detrás de la apariencia superflua y banal o junto con ello estarán la pérdida de los valores y la valoración de lo trascendente. El sujeto esclavo de lo superfluo y atrapado en su personaje ahora convertido en carcasa vacía y desprovista de sentido, andará por el mundo como turista permanente; ya nada le importará sólo lo que refuerce su apariencia desprovista de sentido en un desarrollo sin límites, así, si tiene poder querrá más poder, si tiene dinero querrá más dinero, si tiene fama querrá más fama... La banalidad estará presente en todos los actos de su vida y un día morirá sin haberse completado, será uno más, sólo un personaje sobredimensionado quizá, pero sin haber desarrollado su persona, la parte más valiosa de todo ser, la que nos une a lo trascendente a la naturaleza al universo y a Dios, o como cada cual quiera llamarlo.

Vivir al servicio de la persona es buscar un crecimiento interior a cada instante, viviendo cada momento con toda la alegría posible, haciendo honor al milagro de la vida, ser consciente del nosotros ahora que nos une a lo eterno intemporal, ser consciente del ahora, de cada instante atrapándolo y dejándonos atrapar. Estar vivos y en contacto total, porque cada instante presente y la eternidad son la misma cosa.

Ser consciente de nosotros como personas en cada instante presente nos mantiene siempre junto a lo eterno universal, a todos los universos posibles y a este universo al que pertenecemos, a todas las personas y a todas las cosas.

El ser humano que sin desatender su imagen, su personaje o su apariencia se concentra en el desarrollo de su persona, de su yo interior en contacto con lo trascendente, será coherente y auténtico en camino siempre hacia una unidad entre el personaje y la persona; no habrá en él una distancia y un vacío entre su esencia (persona) y su apariencia (el personaje), será único en sí mismo y los habitantes de su tiempo lo valorarán así.

Podemos sacrificar el rol social del personaje, pero jamás el desarrollo de la persona única; forma de darle un sentido a nuestras vidas .



lunes, 12 de abril de 2010

Retrocesos y serpenteos

Ser fuerte no significa hacer brotar músculos y flexión. Significa encontrarse con lo numinoso de uno sin huir, viviendo activamente con la naturaleza salvaje de una manera propia. Significa ser capaz de aprender, ser capaz de sostener lo que sabemos. Significa sostenerse y vivir.

Retroceder y serpentear es lo que hace un animal que se esconde bajo tierra para escapar y aparecer a la espalda del depredador. Ésta es la maniobra psíquica que lleva a cabo la esposa de Barba Azul para recuperar la soberanía sobre su propia vida.Al descubrir lo que él considera un engaño de su mujer, Barba Azul la agarra por el cabello y la arrastra escaleras abajo. "¡Ahora te toca a ti! ", ruge. El elemento asesino del inconciente surge de golpe y amenaza con destruir a la mujer conciente.
El análisis, la interpretación de los sueños, el conocimiento y la exploración de sí misma se llevan a cabo porque son medios para retroceder y serpear, para desaparecer bajo tierra, salir por detrás de la cuestión y verla desde una perspectiva distinta. Sin la capacidad de ver de verdad, se pierde lo que se aprende acerca del yo-ego y del Yo numinoso.

Lo Numinoso

Término forjado por el teólogo y filósofo alemán Rudolf Otto (1869-1937) en referencia a lo divino o sagrado y que C.G. Jung identifica con lo inconciente, tanto en su incoherencia destructora (el aspecto demoníaco de Dios) como en su proyecto coherente con la realización del Yo (el aspecto lógico de Dios).

En su libro "Lo santo", Otto analiza la experiencia religiosa como el fundamento de todas las religiones. Es a esta experiencia religiosa a la que otorga el nombre de “numinoso”. Otto creó esa voz, derivándola de numen (dios, divinidad, inspiración o majestad divina), para designar con ella la esencia de lo sagrado, excluyendo de ella toda interpretación racional de religiosidad, así como toda alusión a la ética o dogmáticas particulares. Otto insiste en los aspectos no racional y paradójico de la experiencia religiosa en la que se manifiesta lo numinoso.
De acuerdo a este autor, lo numinoso se caracteriza por tres elementos que designa en latín y son:
 Mysterium, Tremendum, Fascinans.

Como Mysterium, atributo mayor de la experiencia religiosa, lo numinoso se nos ofrece como lo inefable. Como tal, el Mysterium es imposible de explicar con palabras, es inexpresable. Es enteramente diferente a cualquier otra experiencia de vida. Es enteramente Lo Otro.
El espacio en el que sólo es posible la manifestación de lo inefable es el silencio. Este es, a su vez, el requisito sine qua non para que se suscite el Tremendum, el temor humano ante la presencia de una fuerza poderosa, inexplicable, tremenda, terrible, formidable, digna de respeto, pero imposible de verbalizar. De aquí el silencio imprescindible ante su presencia. El temor es la reacción ante una realidad completamente otra, diferente, que no se deja atrapar en la palabra porque su sentido supera los límites impuestos por el ordenamiento racional del lenguaje. La única reacción posible al Mysterium que aparece en el silencio, y que es enteramente humana e íntimamente personal, y por tanto única e intransferible, es el Tremendum.
El temor que dimana de lo numinoso se constata en la descripción colérica que de Yavé aparece en el Antiguo Testamento. Es como energía divina que se inflama y se desencadena misteriosamente, según Otto, y que provoca el temor y temblor en los hombres. Inmediatamente, el temor es superado de forma chocante, sorprendente por medio de la misericordia y la gracia. En el Fascinans, entendido como gracia y misericordia deslumbrante y abarcadora, el temor se traduce en veneración o respeto reverencial ante lo inefable que se manifiesta como un "estremecimiento" que está más allá de todo miedo o temor paralizante.

Lo numinoso sería aquello, y Rudolf Otto lo señala como ejemplo propicio, que en la adoración genuina invade poderosamente al homo religiosus. Es la emoción misma de lo divino que suscita en el hombre un arrobamiento y éxtasis que le hace volverse a lo alto con las palabras "santo, santo, santo".

Lo numinoso lleva adherido una percepción de majestas que provoca en el alma la sensación enriquecedora de una energía trascendente. De aquí, concluye el autor de "Lo santo", que en la experiencia numinosa lo inicialmente aprehendido como "plenitud de poder" quede transmutado, en quien gozosamente la sufre, en "plenitud de ser". Pero esta transmutación no depende de ninguna atadura confesional. Tampoco depende sólo del simple deseo humano. Esta transmutación emana del encuentro, pacientemente esperado, entre el homo religiosus y el poder majestuoso de lo sagrado.

“El homo religiosus no es el hombre de Iglesia. Él es el hombre de la escucha y de la espera. Demuestra una capacidad infinita de espera de la manifestación del ser. No tiene otro Dios que el ser, que no sustituye con divinidades de segunda categoría como el coche, el frigorífico, la televisión o el ordenador.”
 Ferrarotti

Bordeando esta interpretación de lo numinoso, se encuentran dos versiones que nos llegan de la mano de la poesía. La versión de María Zambrano y la de Sonia Miranda. En ambos ejemplos la experiencia religiosa se asoma a la esencia misma de lo sagrado desde un escenario típicamente ottosiano, es decir, en una versión que excluye toda interpretación racional. En ambas autoras se patentiza la insistencia de Rudolf Otto en los aspectos no racionales y paradójicos de la experiencia religiosa en la que se manifiesta lo numinoso. 

Para María Zambrano, el espacio idóneo en el que se manifiesta “lo divino”, como ella suele llamar a lo numinoso, es la poesía. Al igual que la experiencia religiosa descrita según Otto, la poesía es una experiencia sublime. Para la autora, el acceso a lo numinoso se alcanza mediante dos vías, a la vez diversas y unificadoras, Poesía y Logos. Mediante el poder de la palabra (Poesía) y el poder de la razón (Logos) se manifiesta una visión místico-poética. La mística, que es originariamente Mysterium, se presenta en el delirio (éxtasis místico), un delirio de persecución que “es el más implacable de todos porque conduce a lo que se puede sentir mas no decir en un lenguaje ordinario”. Sólo en un lenguaje alusivo, como el de la poesía o el de la prosa hecha de intuiciones poéticas, es permitido verter la experiencia mística.
A diferencia de R. Otto, para Zambrano el Mysterium no provoca el silencio sino el delirio, entendido este como visión místico-poética que se expresa en la Razón Poética. Para Zambrano, la razón poética es la única vía a través de la cual se puede encauzar el delirio hacia el amor que, iluminado por la gracia y la misericordia (Razón divina), hace sentir al hombre eso que llamamos Dios. Lo sagrado, o como le gusta decir a Zambrano, “lo divino”, tiene dos manifestaciones: la doble persecución del terror (Tremendum en palabras de R. Otto) que provoca el éxtasis y la gracia liberadora o Fascinans.

Para Sonia Miranda, la vía a través de la cual el humano accede al ámbito numinoso es el amor. Pero no es el amor entendido como experiencia mística. Ese es el caso de Zambrano. Para Sonia Miranda, la vía de acceso a lo sagrado es el amor perpetuado en la entrega física. La experiencia física que se da en la entrega de los cuerpos es el escenario en el que ocurre, “por un instante eterno”, la apertura a un espacio en el que el Yo se define indefiniendo al otro. Es lo que R. Otto y C.G. Jung llamarían el encuentro de los opuestos. Es lo que, desde la perspectiva hegeliana, se considera la integración de la afirmación (tesis=definición del Yo) y la negación de la afirmación (antítesis=indefinición del Otro). Ambos opuestos se integran en una realidad que, envolviéndolas, las supera. La esencialidad del ser queda así integrado “por siempre definido en lo eterno”.
Lo numinoso, en versión ottosiana, lo divino, en versión de Zambrano, desde la perspectiva de Sonia Miranda se vive en un encuentro fortuito de cuerpos que huyen hacia el momento que eterniza: la entrega física. Ambos cuerpos se vinculan eternamente a través de “la necesidad de autodefinición y de definición del otro.
“Tú definido. Yo indefinida bajo el fuego
Que cual lengua serpeante de mi propio infierno
Entra al espacio y a nuestra ausencia de carne y cuerpo,
Me defines… indefiniéndote. ¡Te apresuras!
¡Corre tras la definición común de los cuerpos!’ (Ya estás aquí).
El momento queda, pues perpetuado.
"Eres, pues todo lo que pudiste haber sido, ya es;
Todo lo que habrás de ser, también fue. “(Eres)

La percepción de Majestas como "plenitud de poder" se manifiesta en la entrega física de los cuerpos, provocando en el alma del homo religiosus la sensación enriquecedora de una energía trascendente. Desde el ámbito físico la entrega al otro se experimenta como vivencia de una realidad numinosa trascendente que se aprehende en los cuerpos transmutados por el encuentro. Es esta transmutación el acceso a lo eterno y a la "plenitud de ser". Pero esta transmutación no depende de ninguna atadura confesional. Insistamos en ello, depende del encuentro fortuito de los cuerpos en la entrega física.

A través de las dos visiones, la de Zambrano y la Sonia Miranda, hemos visto cómo la experiencia numinosa descrita por Rudolf Otto se inserta en el humano desde escenarios que, aunque diversos, son semejantes en sus categorías esenciales. Ambas visiones se asientan en suelos poéticos y el uso de la palabra poética obliga a una lectura no-racional de la experiencia numinosa, tal como la considera Otto. Aunque estas descripciones que se realizan desde ámbitos no-racionales escapan a una descripción lógica, al estilo científico positivista, no atentan, de ninguna manera, contra la validez de la experiencia numinosa. Por el contrario, la amplía y enriquece más allá de los límites de la razón.
En el estudio del fenómeno religioso es necesario abrirnos a otras maneras de entender el conocimiento. Un conocimiento de una realidad que no es física, tampoco racional. Pero que no por eso deja de ser real. Es, sencillamente, realidad numinosa. Sólo romperemos las ataduras de la funesta manía de pensar en clave racional cuando nos abramos a la posibilidad de aceptar otros planos de referencia diferentes. Y esto se conseguirá, en palabras de Mircea Eliade:
“[…] sólo cuando el erudito haya traspasado la fase de pura erudición, en otras palabras, cuando, tras haber recogido, descrito y clasificado sus documentos, haya hecho también un esfuerzo para entenderlos en su propio plano de referencia”
Y este plano de referencia que nos ocupa no es otro que el de la realidad numinosa.

Otra semejanza categorial entre ambas autoras estudiadas es lo paradójico e inefable como acceso a lo numinoso. La locura, que desde una perspectiva psicosomática, se entiende como escisión del ser, en Zambrano conduce a la plenitud de ser. En Sonia Miranda, lo paradójico se nos muestra en la entrega física en un momento fugaz que vincula al humano con lo eterno numinoso. Es paradójico también esa definición del Yo que exige la indefinición de lo Otro como fundamento que posibilita la manifestación de lo numinoso. En ambas concepciones, la de Zambrano y la de Miranda, lo sagrado se experimenta como un majestuoso poder de transformación que lleva atado lo paradójico en el momento de su manifestación.
Por último, en ambas concepciones, el uso de la palabra en clave poética es la condición sine qua non para expresar la experiencia numinosa. Esto es así porque el lenguaje poético es simbólico por naturaleza. Como tal, siempre que manifiesta, oculta. Y aquello que oculta en la manifestación es un ámbito de profunda trascendencia para el humano, es lo numinoso. Como afirma Sonia Miranda, en un poema titulado "Quisiera descubrir la palabra exacta", el lenguaje poético ofrece la única posibilidad de encontrar la “palabra exacta” que, “encadenada a un tejido de llamas”, manifiesta “el principio lingüístico de su sustancia” (¿lo numinoso?).
Fuentes:

En Barba Azul la psique intenta evitar que la maten. Ha dejado de ser ingenua y utiliza la astucia; pide que le concedan un poco de tiempo para prepararse, en otras palabras, pide tiempo para armarse de valor con vistas a la batalla final. En la realidad exterior, vemos que hay mujeres que también planean sus fugas, ya sea de una antigua conducta destructiva o bien de un amante o un trabajo. Quieren ganar tiempo, esperan el momento oportuno, planean su estrategia y echan mano de su poder interior antes de llevar a cabo un cambio exterior. A veces esta inmensa amenaza del depredador basta para que una mujer deje de ser una infeliz acomodaticia y adquiera la recelosa mirada de los que están en guardia.
Por una curiosa ironía ambos aspectos de la psique, el depredador y el potencial juvenil, llegan a su punto de ebullición. Cuando una mujer comprende que ha sido una presa tanto en el mundo exterior como en el interior, casi no lo puede resistir. Es algo que golpea de lleno la raíz de quién es ella y entonces decide, y hace muy bien, matar la fuerza depredadora.
Entretanto, su complejo depredador está furioso porque ella ha abierto la puerta prohibida y empieza a efectuar rondas de inspección en un intento de cortarle todas las posibilidades de huida. La fuerza destructora se convierte en asesina y afirma que la mujer ha profanado lo más sagrado y ahora tiene que morir.
Cuando unos aspectos contrarios de la psique de una mujer llegan al punto de inflamación, cabe la posibilidad de que ésta se encuentre increíblemente cansada, pues su libido se siente arrastrada en dos direcciones contrarias. Sin embargo, aunque una mujer esté muerta de cansancio por culpa de sus lamentables luchas, cualesquiera que éstas sean, y por muy grande que sea su hambre de alma, tiene que planear la fuga y esforzarse por seguir adelante. Este momento crítico es algo así como pasarse un día y una noche seguidos a temperaturas bajo cero. Para poder sobrevivir no tenemos que rendirnos al cansancio. Quedarnos dormidas ahora equivaldría a una muerte segura.
Ésta es la iniciación más profunda, la iniciación de una mujer en la utilización de los sentidos instintivos que ella tiene para identificar y desterrar al depredador. Es el momento en que la mujer cautiva pasa de la situación de víctima a una situación en la que se intensifica su perspicacia, sus ojos miran con expresión más taimada y se afina su oído. Es el momento en el que, gracias a un esfuerzo casi sobrehumano, consigue que la extenuada psique lleve a cabo su tarea final. Las preguntas clave la siguen ayudando, pues la llave sigue derramando la sangre de la sabiduría mientras el depredador trata de impedir que adquiera conciencia de lo que ocurre. Su insensato mensaje es: "Si adquieres conciencia, morirás." La respuesta de la mujer consiste en inducirle a creer que ella es su voluntaria víctima mientras planea su muerte.
Dicen que, entre los animales, el depredador y su presa trenzan una misteriosa danza psíquica. Dicen que, cuando la presa establece con el depredador cierto tipo de servil contacto visual y experimenta un temblor que produce una leve ondulación de la piel sobre los músculos, reconoce su propia debilidad y accede a convertirse en su víctima.

Hay veces en que hay que temblar y correr, y hay otras en que no es necesario hacerlo. En este momento crítico, una mujer no tiene que temblar y no tiene que humillarse. La petición de tiempo que hace la joven esposa de Barba Azul para prepararse no es una muestra de sumisión al depredador. Es su astuta manera de hacer acopio de energía y transmitirla a los músculos. Como ciertas criaturas del bosque, la esposa se está preparando para lanzar un ataque concentrado contra el depredador. Se esconde bajo tierra para huir del depredador y después emerge inesperadamente a su espalda.

Fuentes:

Clarissa Pinkola Estés
"Mujeres que Corren con los Lobos"





miércoles, 31 de marzo de 2010

El rastro de la sangre

Nuestro trabajo con la sombra consiste en desenmascararla, concientizarla y reconocerla como propia, saber que todos contenemos dos polaridades que nos enfrentan con la vida, integrar esas polaridades y reconocer ese Opuesto Invisible, es la tarea para luego poder recorrer el largo camino de la Individuación.

En el cuento de Barba Azul, las hermanas cierran de golpe la puerta de la cámara de las matanzas. La joven esposa contempla la sangre que mana de la llave y emite un gemido. "¡Tengo que limpiar esta sangre para que él no se entere!"
Ahora el yo ingenuo sabe que una fuerza asesina anda suelta en el interior de la psique. Y la sangre de la llave es la sangre de las mujeres. Si sólo fuera una sangre causada por el sacrificio de las propias fantasías frívolas, sólo habría una gota de sangre en la llave. Pero la cosa es mucho más grave, pues la sangre representa una disminución de los más hondos y más espirituales aspectos de la propia vida creativa.

En semejante estado la mujer pierde la energía necesaria para crear, tanto si se trata de soluciones a cuestiones de su vida, de los estudios, la familia o las amistades, como si se trata de asuntos relacionados con el mundo en general o con el espíritu, su desarrollo personal o sus aptitudes. No es una simple dilación, pues la situación se prolonga a lo largo de varias semanas o varios meses seguidos. La mujer se muestra apagada y, aunque a veces esté llena de ideas, padece una fuerte anemia y cada vez le cuesta más ponerlas en práctica.

La sangre de este cuento no es la sangre menstrual sino la sangre arterial del alma. Y no sólo mancha la llave sino que mancha toda la persona. El vestido que lleva y todos los vestidos del armarlo están manchados de sangre. En la psicología arquetípica, el vestido puede representar la presencia exterior. La persona es la máscara que un individuo muestra al mundo. Con los debidos rellenos y disfraces psíquicos, tanto los hombres como las mujeres pueden ofrecer una persona casi perfecta, una fachada casi perfecta.
Nuestro trabajo con la sombra consiste en desenmascararla, concientizarla y reconocerla como propia, saber que todos contenemos dos polaridades que nos enfrentan con la vida, integrar esas polaridades y reconocer ese Opuesto Invisible, es la tarea para luego poder recorrer el largo camino de la Individuación.

En el cuento de Barba Azul, las hermanas cierran de golpe la puerta de la cámara de las matanzas. La joven esposa contempla la sangre que mana de la llave y emite un gemido. "¡Tengo que limpiar esta sangre para que él no se entere!"
Ahora el yo ingenuo sabe que una fuerza asesina anda suelta en el interior de la psique. Y la sangre de la llave es la sangre de las mujeres. Si sólo fuera una sangre causada por el sacrificio de las propias fantasías frívolas, sólo habría una gota de sangre en la llave. Pero la cosa es mucho más grave, pues la sangre representa una disminución de los más hondos y más espirituales aspectos de la propia vida creativa.
En semejante estado la mujer pierde la energía necesaria para crear, tanto si se trata de soluciones a cuestiones de su vida, de los estudios, la familia o las amistades, como si se trata de asuntos relacionados con el mundo en general o con el espíritu, su desarrollo personal o sus aptitudes. No es una simple dilación, pues la situación se prolonga a lo largo de varias semanas o varios meses seguidos. La mujer se muestra apagada y, aunque a veces esté llena de ideas, padece una fuerte anemia y cada vez le cuesta más ponerlas en práctica.
La sangre de este cuento no es la sangre menstrual sino la sangre arterial del alma. Y no sólo mancha la llave sino que mancha toda la persona.
En la época romana antigua, la persona, palabra derivada del etrusco, era la máscara que se ponían los actores para interpretar las obras. Cubría toda la cabeza y cambiaba según los distintos personajes que se tenían que representar. (N. de la T.)

El vestido que lleva y todos los vestidos del armarlo están manchados de sangre. En la psicología arquetípica, el vestido puede representar la presencia exterior. La persona es la máscara que un individuo muestra al mundo. Con los debidos rellenos y disfraces psíquicos, tanto los hombres como las mujeres pueden ofrecer una persona casi perfecta, una fachada casi perfecta.
Cuando la llave que llora -la pregunta que solloza- mancha nuestras personas, ya no podemos ocultar por más tiempo nuestras congojas. Podemos decir lo que queramos y mostrar la más sonriente de las fachadas, pero, una vez contemplada la horrenda verdad de la cámara de las matanzas, ya no podemos fingir que ésta no existe. El hecho de contemplar la verdad provoca una intensificación de la hemorragia de energía. Es algo muy doloroso que corta las arterias. Tenemos que intentar corregir inmediatamente esta terrible situación.
En este cuento vemos que la llave es también un recipiente que sirve para recibir la sangre que es el recuerdo de lo que la mujer ha visto y ahora ya sabe. Para las mujeres, la llave simboliza siempre la entrada en un misterio o un conocimiento. En otros cuentos de hadas la llave simbólica se representa a menudo con expresiones tales como "Ábrete, Sésamo", las palabras que Alí Babá le grita a una escarpada montaña, dando lugar a que ésta retumbe como un trueno y se abra para que él pueda entrar. De una manera más picaresca, en los estudios Disney el hada madrina de Cenicienta canturrea alegremente, las calabazas se convierten en carrozas y los ratones en cocheros.

En los Misterios Eleusinos, la llave estaba escondida sobre la lengua, lo cual significaba que el meollo de una cuestión, la clave o los vestigios se encontraban en unas determinadas palabras o unas preguntas clave. Y las palabras que más necesitan las mujeres en situaciones similares a la descrita en Barba Azul son:


¿Qué hay detrás?
¿Qué no es lo que parece?
¿Qué sé en lo más hondo de mis ovarios y no quiero saber?
¿Qué parte de mí ha sido asesinada o yace moribunda?
Todas y cada una de estas palabras son claves. Si una mujer ha llevado una vida medio muerta, es muy probable que las respuestas a estas cuatro preguntas estén manchadas de sangre. El aspecto asesino de la psique, parte de cuya tarea consiste en cuidar de que no se produzca ningún conocimiento consciente, seguirá dejando sentir sus efectos de vez en cuando y arrancará o envenenará cualquier brote que aparezca. Es su naturaleza. Es su misión.

Por consiguiente, desde un punto de vista positivo, sólo la persistencia de la sangre en la llave induce a la psique a aferrarse a lo que ha visto, pues hay una censura natural de todos los acontecimientos negativos o dolorosos que ocurren en nuestras vidas. El ego censor desea con toda seguridad olvidar que ha visto la habitación y los cadáveres que en ella había. Por eso la esposa de Barba Azul trata de frotar la llave con crin de caballo. Echa mano de todo lo que puede, de todos los remedios de la medicina popular femenina para curar las laceraciones y las heridas profundas: las telarañas, la ceniza y el fuego, todos ellos asociados con la vida y la muerte que tejen las Parcas. Pero no sólo no consigue cauterizar la llave sino que tampoco puede poner término a la situación fingiendo que no existe. No puede impedir que la llavecita llore sangre. Paradójicamente, mientras su antigua vida se muere y ni siquiera los mejores remedios consiguen disimularlo, la mujer despierta ante su propia hemorragia y, gracias a ello, empieza a vivir.
La mujer antaño ingenua tiene que afrontar lo ocurrido. La muerte a manos de Barba Azul de todas sus "fisgonas" esposas es la muerte del femenino creador, del potencial capaz de desarrollar toda suerte de vidas nuevas e interesantes. El depredador se muestra especialmente agresivo cuando tiende emboscadas a la naturaleza salvaje de la mujer. En el mejor de los casos trata de menospreciar y, en el peor, de cortar la conexión de la mujer con sus propias percepciones, inspiraciones, investigaciones y demás.
...


Una mujer cuya alma se muere de hambre puede sufrir hasta el extremo de no poderlo resistir. Puesto que tienen la necesidad sentimental de expresarse a su propia manera sentimental, las mujeres tienen que desarrollarse y florecer de una forma que a ellas les resulte sensata y sin molestas interferencias ajenas. En este sentido, la llave ensangrentada podría interpretarse también como la representación del linaje femenino de la mujer, de las ascendientes que la han precedido. ¿Quién de nosotras no conoce por lo menos a una familiar suya que perdió el instinto de tomar buenas decisiones y, debido a ello, se vio obligada a vivir una vida marginal o algo peor? Puede que esta mujer sea usted misma.
Una de las cuestiones menos debatidas de la individuación es la de que, cuando una mujer arroja toda la luz que puede sobre la oscuridad de la psique, las sombras, allí donde no alcanza la luz, se intensifican todavía más. Por consiguiente, cuando iluminamos una parte de la psique, se produce una intensificación de la oscuridad con la que necesariamente tenemos que enfrentarnos, pues no podemos pasarla por alto. La llave, es decir, las preguntas, no se pueden ocultar ni olvidar. Se tienen que formular. Se tienen que responder.
La tarea más profunda suele ser la más oscura. Una mujer valiente y juiciosa procurará cultivar la peor tierra de su psique, pues, si sólo cultiva la mejor, obtendrá a cambio el peor panorama de lo que ella es. La mujer valiente no teme investigar lo peor. Ello garantizará un incremento del poder de su alma a través de las percepciones y oportunidades de examinar de nuevo la propia vida y el propio yo.


Los Opuestos Invisibles (Luz y Sombra, Individual y Colectiva)

El principio polar en el pensamiento chino
Precisar cuando surge concretamente la idea de polaridad es sumamente complicado, pero debemos partir necesariamente de conceptos que nos llegan, por lo menos por antigüedad, desde oriente o más certeramente, China. China ha sido la cuna de las ideas filosófico-religiosas acerca del Tao. El Tao según traduce Richard Wilhelm, significa tanto camino como sentido, un sentido antes de toda realización y un camino correcto. Del Tao surgen dos principios fundamentales de la realidad, lo luminoso polar o Yang, y lo oscuro o sombrío o Ying, de éstos surgen, luego, los demás opuestos polares. El cuerpo es vivificado con la coparticipación de dos estructuras anímicas: Hun (animus) que pertenece al principio Yang, y Po (anima), que pertenece al principio Ying. El anima, en la idea china, está ligada a los procesos corporales, en cambio el animus se relaciona con el alma superior. Este último mora en los ojos, mientras que el anima en el bajo vientre. Dado que el animus deriva del principio Yang, se lo considera alma - yang luminosa, mientras que el anima representa el alma-ying oscura. Por último mencionamos que en el pensamiento chino Li es el sol y Kan es la luna, las bodas de Kan y Li son el secreto proceso mágico que engendra al niño, el nuevo Hombre, el ser integrado.

La teoría de los opuestos en la obra de Carl G. Jung
La obra de Carl G. Jung se encuentra atravesada permanentemente por la idea china del Ying y el Yang, desde los principios energéticos hasta los tipos de personalidad, desde la oposición consciente-inconsciente, hasta la compensación propia del sueño; y sobre todo si tomamos todo el desarrollo de los trabajos alquímicos. Pero es esencial, desde mi punto de vista, el hincapié que hace sobre el tema de la sombra, o más precisamente de la oposición persona-sombra. Carl G. Jung nos sugirió sabiamente que uno de los primeros pasos que se deben dar al iniciar un análisis es el enfrentamiento con la sombra.

La sombra no forma parte de la imagen consciente que tenemos de nosotros mismos, se oculta en los umbrales de lo inconsciente y actúa en forma indirecta, por eso debemos aprender a verla cuando aparece e iniciar con ella un contacto más fluido que nos permita conocernos a nosotros mismos. También, en el marco social, la sombra se filtra en la discriminación, la marginación y la violencia colectiva. Por ejemplo, si tomamos la situación de los países latinoamericanos y africanos respecto del mundo anglosajón, observamos que prevalece la desnutrición, el analfabetismo y la violencia, quizás porque no son otra cosa que la sombra de los ex colonizadores, que dejaron las máscaras en sus lugares de origen y explotaron la sombra en los países colonizados. El mundo compensa pero en un solo sentido, si cada país atravesara su propia sombra y la integrara, no necesitaría depositar la basura fuera de su hogar.

El diálogo entre opuestos
En los comienzos de un análisis, podemos determinar qué tipo de personalidad presenta el paciente (introvertido o extravertido) a través de nuestra observación y su relato, podemos también conocer su persona o máscara, y, si oponemos a ésta la polaridad, podemos acceder a la sombra. Pero para el paciente esto no es tarea fácil, él tiene que darse cuenta de quién es, y es él quien debe aceptar esa parte que no reconoce y vive como ajena a su vida. Ante una situación de conflicto, suelen aparecer dos posiciones encontradas, dos fuerzas de signo contrario, dos personajes arquetípicos que luchan con ánimo de prevalecer sólo uno de ellos. Son contrarios que se atrincheran en su posición y no quieren resignar ni un centímetro, uno se encuentra en un polo y el segundo en otro. Sin embargo, tanto uno como el otro tienen cosas que decirse, proponemos al paciente que sostenga un diálogo fantaseado y así estos dos aspectos pueden mostrar lo que piensan, sienten y creen, y así, confrontar. Pueden discutir, pelear, llorar o reír juntos, hasta que logren entenderse y finalmente integrarse.

Jung en su libro "Misterium Conjuntionis", refirió justamente sobre el tema de la integración de los opuestos simbolizado esencialmente en la imagen del casamiento alquímico, y en los atributos alquímicos del sol y la luna (Li y Kan en el pensamiento chino), como opuestos masculino y femenino.

"Todo es doble; todo tiene dos polos; todo su par de opuestos: los similares y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son medias verdades; pueden reconciliarse todas las paradojas."
La sombra funciona también como un opuesto invisible, un contrario que, aunque funciona todo el tiempo, no se ve. Pero sí observamos sus efectos en nuestras conductas: se agazapa en el malhumor, en un comentario a destiempo o escondida en alguna adicción, y se hace presente cuando menos la esperamos; se vive como un otro yo, ajeno a uno mismo.
"Si quieres que algo se junte, debes dejar que primero se separe, si quieres que algo disminuya, debes dejar que primero aumente".
En el transcurso de un análisis la sombra se manifiesta continuamente a través de diversos mecanismos: la proyección, la negación, la represión y la somatización, en su aspecto negativo, y en la identificación en su aspecto positivo. Cada vez que la sombra aparece nos abre una puerta, así nos dice Jung:

"El encuentro con uno mismo, al principio, es el encuentro con la propia sombra. La sombra es un pasaje, una puerta estrecha y no hay forma de bajar al pozo profundo sin sufrir el dolor del angostamiento que implica cruzarla. Pero hay que aprender a conocerse a uno mismo para saber quién se es. Porque, por sorpresa, lo que se encuentra detrás de la puerta es una vasta extensión de incertidumbres sin precedentes, sin derecho ni revés, sin parte superior ni inferior, sin ubicación ni pertenencia, ni bien ni mal. Es el mundo del agua…, donde soy indivisiblemente esto y aquello al mismo tiempo, donde experimento al otro dentro de mí mismo y el otro fuera de mí me experimenta a mí."

Nuestro trabajo con la sombra consiste en desenmascararla, concientizarla y reconocerla como propia, saber que todos contenemos dos polaridades que nos enfrentan con la vida, integrar esas polaridades y reconocer ese Opuesto Invisible, es la tarea para luego poder recorrer el largo camino de la Individuación.

Fuentes:

 


En esta clase de explotación agraria de su psique resplandece la Mujer Salvaje. No teme la oscuridad más oscura, pues de hecho puede ver en la oscuridad. No teme los despojos, los desechos, la putrefacción, el hedor, la sangre, los huesos fríos, las muchachas moribundas ni los esposos asesinos. Puede verlo todo, puede resistirlo todo y puede ayudar. Y eso es lo que está aprendiendo la hermana menor del cuento de Barba Azul. Los esqueletos de la cámara representan, bajo la luz más positiva, la fuerza indestructible de lo femenino, Arquetípicamente, los huesos representan aquello que jamás se puede destruir. Los cuentos que giran en torno a los huesos se refieren esencialmente a algo de la psique que no se puede destruir. La única posesión que cuesta más destruir es nuestra alma.
Cuando hablamos de la esencia femenina, hablamos en realidad del alma femenina. Cuando hablamos de los cuerpos esparcidos por el sótano, estamos diciendo que algo le ocurrió a la fuerza del alma, pese a lo cual, aunque a la mujer le hayan arrebatado la vitalidad exterior y aunque le hayan arrancado esencialmente la vida, ésta no ha sido destruida por entero. Puede resucitar.
Y resucita por medio de la joven y de sus hermanas que, al final, pueden romper las viejas pautas de la ignorancia gracias a su capacidad de contemplar el horror y no apartar la mirada. Son capaces de ver y de resistir lo que ven.
Y aquí nos encontramos de nuevo en el espacio de La Loba, en la arquetípica cueva de los huesos femeninos. Aquí tenemos los restos de lo que antaño fuera la mujer completa. Sin embargo, a diferencia de los cíclicos aspectos de la vida y la muerte del arquetipo de la Mujer Salvaje que acoge la vida que está a punto de morir, la incuba y la arroja de nuevo al mundo, Barba Azul sólo mata y despedaza a la mujer cuando ésta no es más que unos huesos. Le arrebata toda la belleza, todo el amor y todo su yo y, por consiguiente, toda la capacidad de actuar en su propio nombre. Para poner remedio a esta situación, las mujeres tenemos que contemplar la cosa asesina que se ha apoderado de nosotras, ver el resultado de su horrible trabajo, ser concientes de él, conservarlo en nuestra conciencia y actuar en nuestro propio nombre y no en el suyo.
Los símbolos del sótano, la mazmorra y la cueva están todos relacionados entre sí. Son los antiguos ambientes de la iniciación; lugares a los que se dirige o por los que pasa o desciende una mujer hasta llegar a las asesinadas, rompiendo los tabúes para descubrir la verdad y, por medio del ingenio y/o de los tormentos, alcanzar el triunfo, desterrando, transformando o exterminando al asesino de la psique. El cuento de Barba Azul nos muestra la tarea que tenemos que llevar a cabo y nos da instrucciones muy claras: localizar los cuerpos, seguir los instintos, contemplar lo que se tenga que contemplar, echar mano del músculo psíquico y acabar con la fuerza destructora.
Si una mujer no contempla las cuestiones de su propia muerte y su propio asesinato, seguirá obedeciendo los dictados del depredador. En cuanto abre la puerta de la psique y ve hasta qué extremo está muerta y asesinada, comprende de qué manera las distintas partes de su naturaleza femenina y de su psique instintiva han sido asesinadas y han sufrido una lenta muerte detrás de una espléndida fachada. Y, en cuanto comprende lo atrapada que está y el peligro que corre su vida psíquica, está en condiciones de imponerse con más fuerza
...

Fuentes:

Clarissa Pinkola Estés
"Mujeres que Corren con los Lobos"




lunes, 29 de marzo de 2010

¿Qué es Recapitular?

En principio hay que precisar que la recapitulación es un acto natural. Todos los seres humanos lo realizan antes de morir. De hecho, es el último acto que los seres vivientes realizan, justo antes de la desintegración de la individualidad que es la muerte.
Recapitulación no es recordar, es más precisamente revivir. Es la recuperación corporal de toda experiencia pasada.
Es nuestra capacidad de asociar y recordar lo que nos da un sentido de identidad individual y continuidad. Somos porque recordamos. Es natural que en el momento previo a dejar de ser, recordemos todo aquello que nos permitió ubicarnos como nosotros mismos, a lo largo de toda nuestra vida. Ese repaso vivencial es la recapitulación.

Una vez que el cuerpo ha completado su recapitulación final, se produce un estallido de conciencia total que dura únicamente el instante previo a la muerte definitiva. Por sólo un instante, merced a la recapitulación y en el momento de morir, somos conciencia pura.
Los efectos de la recapitulación son demasiado contundentes como para dejarlos de lado. Antes de mencionar sus efectos me interesa dejar claro que recapitular no es recordar. De hecho la recapitulación es el no hacer de la memoria. Y es que mientras los recuerdos son cosa mental, de pensamientos, la recapitulación es una memoria sensible que tiene más que ver con los sentimientos. Cuando recordamos, es nuestro ego el que recuerda por medio del diálogo interno, al que añadimos imágenes.
En la recapitulación en cambio, es el cuerpo el que recuerda y lo hace sintiendo, liberando los sentimientos que tiene almacenados.
La mayor parte de la gente tiene un gran apego a su pasado, y esto es muy natural si se toma en cuenta que el pasado es el soporte básico con que el ego se justifica a sí mismo. El pasado determina lo que somos y por él nos sentimos justificados a seguir comportándonos como lo hacemos normalmente, aunque sepamos que no nos hace bien. Pasamos gran parte de nuestro tiempo recordando el pasado. Sólo que no nos percatamos de que cuando recordamos lo que nos pasó, en realidad no estamos recordando esto, sino el discurso que elaboramos respecto de lo que nos pasó. No recordamos hechos, sino interpretaciones.

La recapitulación es un fenómeno corporal que tiene lugar en la totalidad de nuestro ser que recuerda, reviviendo sensiblemente los sentimientos implicados en los eventos que se recapitulan. La información que surge de ella, generalmente no concuerda con la información que nuestra memoria ordinaria (la mental) nos aporta de nuestra propia existencia.

Tal vez uno pueda pensar: ¿por qué ocuparse del pasado cuando lo que realmente nos compete es el presente? ¿no se nos ha insistido en vivir el aquí y ahora? Estas preguntas nos ponen de cara a un aspecto muy importante de la recapitulación; ella no se ocupa de un pasado que ocurrió y se fué, sino que sigue vigente en el momento actual, es un proceso que se encuentra registrado en nuestra persona presente y que de hecho está determinando todo cuanto somos y hacemos, nuestra manera de pensar, las cosas que se nos facilitan y las que nos son imposibles, las que deseamos y las que ni siquiera imaginamos, nuestros puntos fuertes y debilidades, la gente que nos atrae y la que evitamos, nuestro modo de vestir, nuestro modo de amar y experimentar afectos, en fin, todas esas características que quedan comprendidas en "lo que yo soy" y "la forma en que vivo".
Por todo lo anterior, recapitular no es ocuparse de algo que ya se fué, sino de algo que está operando de una manera contundente y comúnmente inevitable en cada instante de nuestra vida presente. Aquí y ahora cada persona está atada a otras personas, a un sin número de lugares, objetos y situaciones que no se ven a simple vista. Todas esas ataduras, son en realidad filamentos de la propia luminosidad que dejamos enganchados a lo largo de nuestra vida. Por eso, cuando queremos movernos, cambiar, intentar o emprender algo realmente nuevo, no podemos. Arrastramos con nosotros todos esos filamentos enganchados como un enorme peso que nos mantiene fijos en nuestras viejas rutinas, nuestro viejo modo de vivir. Cambian las personas con las que interactuamos, pero los acontecimientos se repiten.

De lo anterior se desprende que la recapitulación es también una puerta de liberación. Si soy capaz de conocer directamente, sin interpretaciones, de qué manera se formó mi ego, a qué cosas renuncié, que promesas del pasado arrastro secretamente, cómo es que llegue a creer que soy lo que creo que soy, si soy capaz de percatarme que mi ego es realmente la descripción que elabore en etapas pasadas de mi vida y que por tanto no es tan real ni tan definitivo como siempre creí, entonces, eso significa que soy capaz de cambiar y que no estoy condenado por esa burda historia a la que llamo mi pasado.
Técnicamente esto significa que si conozco cuáles son las rutinas estructurales de mi vida, tengo entonces la información necesaria para establecer los “no-haceres” más apropiados para desestructurarlas, para eliminar mi historia personal. Puedo entonces elegir cómo ser y cómo vivir. Puedo elegir en qué clase de mundo vivir. Puedo abandonar la repetición y el aburrimiento para elegir en su lugar la magia, el asombro y la alegría.

La realidad es que todos los seres humanos tenemos nuestros propios cuasi recuerdos del otro yo, que no se refieren obviamente a experiencias en estado de conciencia acrecentada, sino que se refieren a experiencias que fueron tan definitivas en nuestra vida, que el único alivio a lo que allí confrontamos fue olvidarlas por completo. Lo que sucede es que cuando el ego se topa con algo que no encaja con su propia descripción del mundo o de sí mismo, el hecho le resulta tan traumático que sencillamente lo descarta por completo o lo sustituye por alguna explicación o discurso. Ese olvido es posible porque lo que allí ocurrió no quedó registrado en la memoria ordinaria sino en la memoria paralela del otro yo, cuyo reporte de nuestra existencia resulta bien distinto del reporte de nuestro ego. En alguna parte de nuestro cuerpo como campo de energía se esconden nuestros cuasi recuerdos del otro yo. En ellos encontramos los mecanismos vigentes que nos cierran el paso hacia muchas de las experiencias que anhelamos, pero que parecen fuera de nuestro alcance. Encontramos por ejemplo las promesas.

A lo largo de nuestra vida, y en particular en momentos cruciales, efectuamos promesas que luego olvidamos en nuestra memoria ordinaria, pero que siguen teniendo un gran peso en nuestra vida.
En concordancia con la ley universal de generación, un pensamiento emitido y asociado con una emoción de intensidad, genera forma. Cargamos con estas promesas durante toda nuestra vida y perdemos así la libertad. Descubrir estas promesas escondidas en alguna parte de nuestro ser, conocerlas, es también la oportunidad de decidir si tales promesas tienen vigencia todavía o las hemos honrado lo suficiente y podemos por tanto renunciar a ellas.
La recapitulación es el medio conveniente para recuperar la conciencia de las promesas de nuestras vidas, es la oportunidad de saber verdaderamente quiénes somos.

Finalmente quiero hablar de la energía y su incremento, el más importante efecto de la recapitulación.
A lo largo de nuestra vida, en las múltiples interacciones que tenemos con otros seres humanos, experimentamos momentos dolorosos en que perdemos porciones completas de nuestra luminosidad. Particularmente en las situaciones en que se produce un fuerte intercambio emocional, experimentamos gran pérdida de energía, partes completas de nosotros mismos se quedan en el camino. Después de tales sucesos ya nunca volvemos a sentirnos completos, sentimos secretamente que nos falta algo, aunque seamos incapaces de comprender qué. En tales situaciones, al huevo luminoso o aura que nos rodea se le forman agujeros que seguirán a lo largo de toda nuestra vida, puntos por donde seguiremos drenando nuestra energía y así perdemos equilibrio y poder, lo que se expresa en la vida de la gente común en la tendencia repetitiva de continuar ejecutando actitudes desgastantes que se iniciaron a partir de la vivencia dolorosa de un fuerte intercambio emocional.
Uno de los ejemplos más comunes de lo anterior es la separación de los amantes. El que es abandonado siente que pierde una parte de sí mismo. Lo llega a sentir como un dolor físico, como un hueco que le queda a la altura del vientre. Esto no es una alegoría, sino que de hecho, el amor posesivo de nuestras sociedades occidentales, produce tal enganchamiento de filamentos luminosos que, al producirse la separación, necesariamente alguien sale mutilado y probablemente no se volverá a sentir completo por el resto de su vida. Lo mismo sucede con la pérdida por fallecimiento de un ser cercano o querido.
La recapitulación permite la recuperación de energía perdida a lo largo del camino, es el medio para tapar los agujeros en nuestra luminosidad o campo de energía.
Pero así como dejamos jirones de energía en que nos quedamos atados a momentos, lugares y situaciones del pasado, así también otras personas dejaron parte de su ser en nosotros. Nos dejaron su marca y por su marca pueden usurpar nuestro tiempo y espacio sin importar que estén cerca o lejos, vivas o muertas. Es por esto que en muchas situaciones yo, no soy yo, sino que soy alguien más. Soy mi padre, mi madre, mi maestro de la infancia, mi mejor amigo de antaño, mi antiguo amante o alguien más.
El desprendimiento de esos fragmentos incorporados secretamente a nuestro ser se logra también con la recapitulación.

En esencia, la recapitulación nos permite recuperar la totalidad de nosotros mismos y desprendernos de todas aquellas cargas que arrastrarnos a lo largo de nuestra vida presente e incluso aquellas que se colaron de existencias previas, las que normalmente llamamos karma.
La tarea de la recapitulación funciona en base a la ley de causa y efecto. Según esta ley, toda causa tiene su origen en el nivel del pensamiento, que a su vez genera sentimientos y emociones que sutilmente nos hacen actuar en la vida cotidiana de tal o cual manera. La forma específica y única en que actuamos en nuestra vida es lo que llamamos historia personal, y a este cúmulo de pensamientos, emociones y sentimientos que nos describen, lo llamamos ego.


Fuentes:

Resumen de "Las enseñanzas de Don Carlos" por Vicror Sánchez
Del Blog de Alex "De todo para todo"

sábado, 27 de marzo de 2010

"No hay quien baile mejor o peor que yo"

Nací en un barco de pesca, en una isla de 6 km2,en Alaska, soy yupik. Viuda, me queda una hija y 6 nietos. Fui la primera persona en Alaska que obtuvo el título de médico de Medicina Tradicional y como tal trabajo en la Fundación South Central, pero no he ido a la escuela

Su bisabuela conocía el camino que usted iba a recorrer...
Yo me crié con las abuelas sabias, caminé con ellas y aprendí de ellas sin hacer preguntas.

¿Por qué sin preguntas?
La mejor manera de enseñar es sencillamente siendo.

Sí, señora.
Todas las abuelas sabían que yo sería una gran sanadora y una líder espiritual, pero la que más confiaba en mí era mi bisabuela, fue ella la que me entregó las trece piedras y las trece plumas de águila, para "cuando las abuelas por fin se reúnan".

¿Todas ustedes tienen visiones?
Sí, yo empecé a tenerlas a los cuatro años y desde entonces tengo el poder de sanar y lo ejerzo, pero le aseguro que yo no hago nada, simplemente me entrego.

Eso es mucho.
Nada me pertenece, no tengo nada, todo lo dejo ir y no pienso sobre ello. La contrapartida es que nada me hiere.

Pero tuvo un cáncer.
Las enfermedades vienen de la rabia, una rabia sostenida y soterrada se convierte en enfermedad. Yo acumulé ira desde mi infancia. Mi padre murió un mes antes de que yo naciera y siempre lo añore. Y quería tener una nariz hermosa, un perfil como el de Elizabeth Taylor, y bonitos vestidos.

¿Y qué le dijo la abuela?
Que si quería verme una nariz hermosa, me limpiara por dentro. Bella por dentro es bella por fuera. Tuve que aprender sobre mí misma, entender que sólo existe la abundancia y que para vivir en paz hay que perdonar. Al dolor hay que dejarlo marchar.

Dicho por usted, parece sencillo.
El problema es que nos olvidamos de lo que esencialmente somos. Nos emperramos en hacer cosas en lugar de permitirnos no hacerlas. Siempre esforzándonos, queriendo gustar a alguien, queriendo ser fuertes.

La otra opción no la veo clara...
Permitirnos ser, es decir: ser nosotros mismos, tomarnos nuestro tiempo para hacer lo que debemos hacer, ser más flexibles. Conocernos y compartir.

'El empeño que ponemos en ser perfectos es lo que nos hace sufrir tanto'.
Sí, eso pienso. Y también pienso que a veces la gente está aferrada a su sufrimiento.

¿Y qué le ha ayudado a conocerse a sí misma?
Me he deshecho de mi ego, no hay quien baile mejor o peor que yo. Todo lo que veo es hermoso, así que quiero que todo el mundo vea todo hermoso y que aprendan a amarse a ellos mismos y compartirlo con todos los demás.

¿Y cómo se llega ahí?
En mi pueblo, desde muy pequeñitos se les enseña a los niños que lo que piensan tienen que sentirlo y que lo que sienten tienen que pensarlo.

¿Qué le ayudó a superar la muerte de cinco hijos?
Sueño que han crecido y que me están ayudando. A veces pienso que si vivieran aquí igual me causarían dificultades. Están en el otro lado y me protegen, y yo les doy las gracias todos los días. No puedo agarrarme a ellos, fui un instrumento para traerlos a este mundo de camino al siguiente.

 

Cuando era pequeña, mi madre solía decirme que cuando vamos al otro lado nos convertimos en estrellas y que hay muchas ventanas en el universo que nos están mirando.

¿Elegimos la vida que vivimos?
Sí. Estamos aquí por una razón, así que debemos hacerlo lo mejor que sepamos, agrandar nuestro espíritu, ser sabios, porque eso es lo único que nos llevamos.

¿Y usted cómo supo cuál era su destino?
"Soy una niña - le dije al gran espíritu-. Mañana me marcharé, pero, mientras tanto, ¿qué es lo que se supone que debo hacer? Muéstrame el camino".

¿Se lo mostró?
No, el camino simplemente viene si aprendes a escucharte a ti mismo y tratas a todo el mundo como te gusta que te traten a ti. Mi bisabuela me enseñó hace mucho tiempo que te conviertes en ser humano cuando aprendes a aceptar, cuando aprendes a fluir. ¿Y sabe lo que decía mi madre?

Algo que me impresionará, seguro...
Mi madre me decía: "Está bien. Está bien cuando está bien, y está bien cuando no está bien". Es así, pero siempre queremos cambiarlo todo y de esta forma nos agarramos a lo que está mal y no lo dejamos ir.

Está bien.
Cuando lo malo te viene, tienes que aceptarlo y aprender de ello. Cuando una cosa buena viene, la atesoramos como si no volviera a sucedernos nunca mas. Pero la vida, como las estaciones, es un ciclo, siempre el mismo y siempre cambiante.

Su pueblo casi fue exterminado, si hubieran aceptado en lugar de luchar por mantenerse, usted no estaría aquí.
Tras la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Estados Unidos intentó acabar con nuestra cultura negándonos el derecho a la pesca y la caza, y construyeron escuelas para indígenas en las que prohibían a los niños hablar su lengua materna.

Gran error.
Aquello ocurrió, no luchamos, y ahora todo el mundo quiere ser como nosotros, quieren conocernos; les perdonamos, es así como funciona, hemos de desprendernos del ego y de la avaricia de cogerlo todo, ¿para qué lo quieres?...

 

Fuentes:


 

Por Ima Sanchís



viernes, 26 de marzo de 2010

Rita Pitka Blumestein: "No soy un chamán; sólo tengo un don"

"Hemos de permitirnos ser nosotros mismos; tomaos vuestro tiempo; considera y respétate a ti mismo; estate abierto y verás cómo tus necesidades se cumplen; en resumen: sé quien eres y di lo que sientas; el resto no importa".

Antes de la entrevista  la traductora de la organización avisa: "En su cultura, está muy mal visto preguntar; vigile la cadencia". Con esas premisas y la voz del periodista haciendo extraños gallos para no ofender, era de esperar que las respuestas no casasen con las preguntas.
Pero es imposible enemistarse con la menuda e inquieta, a sus 73 años, Rita Pitka Blumenstein, de la tribu yupik, en Alaska, en pleno Círculo Polar Ártico. Ella es una de las componentes del Consejo Internacional de las 13 abuelas indígenas, sabias en sus tribus, que creen que su cosmovisión puede ser útil en este mundo de hoy. Así lo explican en "La voz de las trece abuelas" (Luciérnaga), libro que las ha llevado a España.

"He oído mucho sufrimiento y dolor y tristeza; he notado ese fuego", dice Pitka sobre sus sensaciones estos días acá. "El espíritu está siempre, sólo tienes que escuchar, pero hay demasiado ruido ahora en el mundo". "Mi escuela fue oír a mis abuelas y a los ancianos".

 

Pitka pidió a Dios de pequeña que la ayudara a ser. Recita unos versos de una libreta de piel ajada. Son de un largo poema petitorio que hizo a los siete años. Al periodista se le ha escapado contenido metafórico. "¿Lo ha cogido?", inquiere la traductora, que ahora está en el suelo, piernas cruzadas, ojos cerrados y murmurando: "¡Qué bonito!". También da golpecitos para que preste atención al lento batir de alas con el que la anciana ilustra lo que somos: "Tu cuerpo es un pájaro, está bien cuando hay equilibrio entre cuerpo y espíritu; no se puede volar con un ala rota". Pitka las cura: "Hago hablar de tus emociones y, como si fueran capas, las quitamos juntos; los problemas físicos vienen de cosas ocultas en uno".

También ha tenido visiones. Una, con nueve años: mucha gente mirando aterrorizada al cielo. "El atentado del 11-S", opina. Luego, a los 14, tuvo otra: "Vi inundaciones, un terremoto y una inmensa ola en Japón que llegaba hasta Seattle. Espero que éste no se cumpla". ¿Es un chamán? "No, nunca aprendí nada, sólo tengo un don; soy como un tubo: entran cosas en mí y salen". Y lanza: "El aprendizaje debe hacerse con todo el cuerpo; nosotros no tomamos notas". Touché. ¿Puedo inquirir por lo que tiene bajo ese manto? Aparece un abanico blanco con 13 plumas en una empuñadura que recuerda un asta de reno: "Son de águila". Y las sacude enérgica resiguiendo el cuerpo del impertérrito periodista. Ya en pleno ritual, le pondrá agua y ceniza en manos y pies. "Son de las tierras de las abuelas", aclara. ¿Y ese tambor plano? "Es la vibración del mundo, y a ella hay que acompasar nuestro corazón". Se pone a tocarlo y a fe que parece el ritmo cardiaco humano.

 

Cree que algún día la humanidad será un solo pueblo, porque "nadie somos de raza pura". Ojalá la oigan los políticos. "Aún tienen que aprender a ser personas: los que conducen el mundo te hacen ser lo que no eres"; y suelta, seguido: "Soy niña, no tengo nada, pertenezco al universo...". Reina un clima, un silencio imposible, porque el hall está transitado. Pitka significa 'último resplandor del camino hacia la luz'. Y al final, uno teme haberse perdido ese destello por tomar notas, reales o mentales.
Fuentes:





Por Carles Geli



miércoles, 24 de marzo de 2010

Uniendo Plegarias

Entrevista a la Abuela Agnes Baker-Pilgrim

“Es emocionante hacer historia aventurándonos en el mundo a través de la oración. Hay muchas cosas de las que no hablo porque tengo miedo que el Creador deje de ayudarme. Al principio mi gente podía hacerse invisible, cambiar de forma y hablar con los animales. Creo que comenzaron a abusar de ese don y que por eso el Creador nos lo arrebató. Por esto trato de tener cuidado."

"Viajo por muchas tierras diferentes siendo “la voz de los sin voz”. Todas las cosas creadas necesitan una voz. Me llaman para rezar por los tigres de Bengala, por animales en África, por los lobos, por el salmón o por el río Ganges de India. Fui a Australia para rezar por la polución del río Murry Darling. Recé por los Cóndores y ahora están regresando después de haberse ido de Oregón hace ya más de 200 años.

"Mi tribu me envía a lugares que necesitan oraciones y bendiciones. Me envían a bautizar un barco, a entierros, a ser testigo de monumentos o a luchar por la vida de alguna planta especial. He sido llamada para conducir oraciones con el propósito de detener la tala de árboles y presionar en Washington para salvar nuestro Monumento Siskiyou, aquí en Oregón, donde habitan especies vegetales que no crecen en ninguna otra parte del mundo. Hasta ahora hemos tenido éxito. Seguiremos luchando para salvar algunos de nuestros hermosos enclaves espirituales. Los rezos ayudarán.

"Soy la mujer viva más vieja de los indios del río Rogue que vivieron en el sur de Oregón durante más de 20.000 años. Como miembro de mi tribu -las Tribus Confederadas de los Indios Siletz- por muchos, muchos años he servido en comités tribales, siempre luchando por mejoras culturales y tradicionales. Mis hijos y yo somos nativos tradicionales de la Primera Nación y "andamos nuestras palabras". He estado a las puertas de la muerte y he sobrevivido al cáncer desde 1982. Pedí a mi Creador que me dejara vivir porque mi familia me necesita y tengo mucho por hacer. Le dije "si me dejas vivir me mantendré ocupada el resto de mi vida". ¡Y ciertamente lo estoy!

"Hace años, cuando tenía aproximadamente cuarenta y cinco, experimenté una gran agitación. Una sensación que no sólo estaba presente despierta sino también durante el sueño. Una fuerza tiraba de mí hacia el camino espiritual. Me dijeron que tenía que limpiar mi interior. Finalmente hice lo que llamo "morir a mí", pero primero luché contra este llamado interior pensando que yo no era digna. Mirando hacia atrás, sin embargo, puedo ver cuando empecé a cambiar. Comencé a darle vueltas al asunto y fui a ver a mis seis hijos y les pedí que me perdonaran cualquier daño que les hubiera causado. Les pedí que me expresaran cualquier cosa que me quisieran decir. Les dije cuánto los amaba y que rezaría por ellos. Sé que he cometido errores como madre -no había ninguna escuela para padres a la que ir.

"Sin embargo, todavía no me había comprometido a recorrer el "camino espiritual". Todavía discutía con mi Creador. Finalmente un día un amigo que es psiquiatra, me dijo que dejara de luchar contra este camino, que me resignara y simplemente lo hiciera. Así lo hice. Fue como si me hubieran sacado una gran carga de encima.

"Hay una historia transmitida por mi gente que dice que el único deber que nos dejaron los antiguos era el deber de orar, así que me hice una mujer de oración. El Creador me ha contestado muchas y muchas oraciones y yo me siento bendecida porque se me permite ser una mediadora.

"La oración es necesaria en todo el mundo. Es tiempo de avanzar hacia adelante y unir nuestras plegarias con la gente de todo el planeta. Juntos podemos detener el abuso de mujeres y la vejación a los niños, el hambre, el abuso de la tierra. Juntos podemos proteger nuestras plantas medicinales y sanar el consumo de drogas. Podemos unirnos más allá nuestras creencias religiosas o espirituales. Podemos unirnos y luchar para salvar a nuestra Madre Tierra y con ella nuestra propia existencia.

 

"Es tiempo de pasar a la acción si queremos ayudar. Debemos apoyarnos y darnos coraje unos a otros, y a todos los que encontremos en nuestro camino. Debemos amar a la gente incondicionalmente y sumar sus voces y sus oraciones a lo nuestros. La gente necesita ser alentada a usar su voz. El Creador oirá nuestras súplicas, apartará el lado oscuro y hablará con los terroristas. Juntos podemos crear la diferencia.

"Sí, tenemos mucho trabajo que realizar para tener armonía y paz, pero podemos hacerlo si trabajamos juntos. Juntos tenemos dones para ofrecer enseñando lo que es sagrado. Estamos todos juntos en esta "canoa agujereada", así que tenemos que ser una fuerza unida para ser escuchados y continuar la lucha hasta que nuestros "corazones estén en la tierra"

 "Aho! Bendiciones
Camina en la belleza
Amorosamente,
Abuela Agnes Baker-Pilgrim"
Fuentes:

Círculo de mujeres

TEXTO TOMADO DE LA REVISTA WORD PULSE MAGAZINE
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Agnes Baker-Pilgrim : "Una vez al día hay que hacer callar al cerebro"

"Nosotras las abuelas venimos de lejos para hablar del conocimiento que tenemos en nuestro interior. En muchas lenguas se nos ha dicho que el tiempo de hacer cambios en nuestras familias y en las tierras que amamos. Somos las voces de los sin- voz. Estamos en el umbral. Vamos a ver los cambios. Si podemos crear la visión en nuestros corazones, esta se extenderá. Como portadoras de la luz, nuestra única opción es unirnos para trabajar juntas. Como mujeres de sabiduría no podemos dividirnos. Cuando el cóndor se encuentra con el águila los pájaros del trueno regresan a casa.”
Agnes es la mujer viva más anciana de su tribu, los indios Takelma, originarios del Sur de Oregon. Reconocida líder espiritual, es una leyenda viva. Es miembro del Consejo Internacional de las 13 Abuelas Indígenas y guardiana de la Sagrada Ceremonia del Salmón.

--En su tribu, la de los siletz, la conocen como Lucero del Alba.
 --Mi nombre es Taowhywee, que significa Lucero del Alba, sí. Soy una leyenda viva. La guardiana de la Ceremonia Sagrada del Salmón.

--¿Ceremonia Sagrada del Salmón?
--La hembra del salmón hace un peligroso viaje río arriba, deposita los huevos y muere dejándose arrastrar por la corriente. Su carne se va desmigajando y de ella se alimentan 33 tipos de pájaros y 44 otros animales.

--Cruel.
--Pues en el origen, los salmones eran como nosotros. Tenían dos patas y vivían en bellas ciudades en el fondo del océano. Pero eligieron cambiar de forma y sacrificarse para alimentarnos. Mi pueblo celebraba la ceremonia del salmón en el río Rogue desde hacía 22.000 años, pero los buscadores de oro ensuciaron el río hace 150 años... Yo he limpiado el río y he restaurado el rito para mostrar el valor de la reciprocidad.

--¿Ese tipo de mensajes aporta el consejo de las 13 abuelas?
--Sí. Las abuelas, procedentes del Ártico al Nepal, y de Gabón al Tíbet, hemos creado una alianza para la educación y la sanación de la Madre Tierra. Trabajamos para las siete generaciones futuras. Nosotras, preocupadas por la destrucción de la naturaleza y de nuestras formas de vida indígenas, afirmamos que los dueños de la tierra son los niños y que el camino es la compasión.

--Fueron a decirle eso al Papa y las echó con cajas destempladas.
--Emocionadas, quisimos entrar en la basílica de San Pedro, con nuestras plumas y tatuajes y bastones sagrados, y la guardia vaticana nos echó de allí. Aun así, sé que nuestro mensaje llegó a Benedicto XVI.

--¿Hicieron algo que molestara? ¿Algún cántico o baile o...?
--Solo rezar. Creo que su gesto fue una exhibición del poder patriarcal. Pero nosotros somos nutrientes, las dadoras de vida, las únicas que podemos llevar más de un espíritu en nuestro cuerpo. Somos las que, cada 28 días, damos nuestra sangre a la tierra. En el principio del mundo también había diosas, y los hombres intentaron acabar con eso, pero las abuelas vamos a reparar ese daño.


--Suerte en la empresa. ¿Cómo trabaron relación entre ustedes?
--Desde el principio, este consejo se originó en el mundo de los espíritus. Todas, la mayoría chamanas y sanadoras, fuimos llamadas para erradicar la ceguera espiritual. Unas, de niñas, y otras más tarde. Pero querrá saber cómo contactamos, ¿no?

--Así es.
--Jeneane Prevatt, Jyoti, directora del Centro de Estudios Sagrados, sintió la necesidad de dar a conocer la cultura de las abuelas indígenas. Mandó muchas cartas y las ancianas contestaron que sabían en lo más profundo de sí mismas que tenían que participar en el proyecto. Quedamos 13 y el dalái lama nos dijo que el mundo nos necesitaba. Trabajamos para proteger la tierra, la medicina tradicional, las lenguas y las ceremonias ancestrales.

--Son mujeres, ancianas y humildes. Un difícil punto de partida.
--¡Tenemos a nuestro Creador junto a nosotras! A medida que hagamos nuestro viaje, dejaremos una huella que permanecerá cuando ya no estemos. Nuestro mensaje de paz y de amor y nuestra preocupación por el agua y los bosques calarán. Estamos obligadas a preservar la belleza.
--No solo para su tribus, sino para el mundo.
--Sí. El viento, el agua, la lluvia, los animales y la vegetación no tienen voz, y nosotras les prestamos las nuestras.

--¿Qué dicen el viento, el agua, la lluvia, los animales y la vegetación?
--Que nuestras sociedades deben ser autosostenibles o moriremos antes de lo que creemos. En nuestra tribu, por ejemplo, fabricamos latas de bebidas con pasta de trigo.

--Biodegradables.
--¿Quiere otro consejo? Hay que llevarse bien con la familia, ser agradecidos y llevar una vida libre de agentes químicos. ¡Eso es muy importante! Nuestro cuerpo es nuesto templo, y es nuestro deber mantenerlo limpio. Y aunque el mayor regalo que el Creador nos ha hecho es darnos el cerebro, una vez al día hay que hacerlo callar y dejar que hable el corazón. Eso equilibra.

--Así logró vencer al cáncer, asegura el libro de Carol Schaefer.
--Lo logré al aceptar el camino espiritual. Hay medicinas tan eficaces como la sonrisa. Cuando sonríes, te iluminas como un sol y eso es bueno para ti y para los que te rodean.

 

--Ojalá eso curara.
--También sé que no soy nada sin el Creador, que es masculino y femenino a la vez.

--Eso sí que no sentará bien al Vaticano.
--Para que sientan lo que yo siento, tienen que caminar a través de mis palabras. Yo misma debo caminar sobre mis enseñanzas.
Fuentes:

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiB2VEnZuZS5NqMKyA1JP4D4H5hkxxJMhIhYsMftz5w1VSf_WC1DDWK5WzmV8-RHZOFtiUCM1aYUzbBi-U-giDbX7OKR5iKn19m7OtRKatRdwGsFOd08lPwQbCJSF1L2EBGyIvgf0QKAJld/
Por Núria Navarro
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martes, 23 de marzo de 2010

El acto médico y el amor.

El sánscrito tiene 96 términos para designar al amor. El español tiene 3 (apego, estima, cariño) según el diccionario de la Universidad de Oviedo; el inglés solo uno (love). Es indudable que la cantidad de términos usados para designar el amor, implica la necesidad de aclarar la relación que estos pueblos tienen con el concepto del amor. La lengua esquimal tiene 30 palabras para nombrar a la nieve. Esto habla de la necesidad de los esquimales de aclarar su relación con la nieve. Cuando estemos tan interesados en el amor como los esquimales en la nieve, desarrollaremos un lenguaje adecuado a esta dimensión.

No recuerdo una sola vez que se haya usado la palabra -amor- en toda mi formación médica académica. Pareciera que allí el amor no tiene lugar. Como si se tratara de un concepto sin valor en la preparación de aquel que se va a ocupar de la salud de sus semejantes.

Creemos, sin embargo que en el origen de la enfermedad siempre está involucrado el amor. Hay un conflicto con él. Podríamos decir que el sujeto tiene dificultades en amar, en ser amado o en amarse.
Niklas Lhuman define el amor como un código de comunicación, con cuyas reglas se expresan, se forman o se simulan, determinados sentimientos. O se somete uno a dichas reglas o las niega. Este concepto de ver al amor como un código de comunicación me parece interesante para relacionar esa expresión en código somático que es la enfermedad con esta dificultad que gira en torno al amor. Los códigos amorosos se han expresado siempre de acuerdo a las estructuras sociales de su tiempo; desde el amor cortés del medioevo al amor pasional del siglo 17 y al amor romántico del siglo18, y estos códigos se pueden reconocer en las expresiones culturales. La medicina forma parte de esa cultura. No olvidemos que la cultura es también un código de comunicación. Desde el punto de vista etnográfico (el estudio de los pueblos), cultura es el conjunto de hábitos y aptitudes que ha adquirido el hombre como miembro de la sociedad.

Desde la Nueva Medicina, vemos el amor como un impulso hacia la unión, la no separación, la integridad. Recordemos que curarse viene de -curare-, que significa hacerse integro. O como dice el Dr. Rozenholc, pasar de la exclusión a la inclusión que no es otra cosa que formar parte de un todo.
Aquí hay una relación, en donde tanto el paciente como el médico, se involucran en darse lo mejor y lo más sincero de cada uno. Esto se parece mucho a la gratitud que nace en una persona, cuando recibe algo que necesita de la otra. Hay una necesidad de devolver algo de lo recibido para no quedar en deuda. De esta gratitud surge una verdadera relación que impide la indiferencia. Esta dinámica funda un compromiso que solo puede ser resuelto en la libertad de los que participan. Curar con amor no es solo tratar afectivamente al paciente sino ser un facilitador de la libertad y del compromiso que propone la curación.

El acto médico debe apuntar en esa dirección y no hacia lo que presupone es la curación ya que el impulso natural de la vida es la curación. Así lo demuestran los fenómenos físicos cotidianos que todos vivimos como la inflamación, la reparación de heridas, la diferenciación celular, la producción de células nuevas, etc. ¿Acaso no es amor este impulso hacia la integridad?
El acto médico debe ordenarse con el impulso de la Naturaleza y no en contra de él. El médico es un instrumento de este impulso natural y como todo instrumento debe estar afinado, es decir, en armonía con las notas fundamentales de ese arte que es el compromiso con la vida.
Esta afinación se parece mucho a la autoridad, es decir a la capacidad que tiene una persona (en este caso el médico) de darle al otro (en este caso el paciente) lo que éste necesita. Si el terapeuta no tiene esta autoridad, no puede abordar el verdadero objetivo de la medicina, que es preservar y restablecer la salud.

Hay actualmente dos medicinas claramente diferenciadas. La primera es la medicina de la enfermedad; ella se ocupa de combatir los síntomas y las llamadas enfermedades. La segunda es la medicina de la salud; ella se ocupa del equilibrio de la energía vital, para que esta se ocupe de los síntomas y las enfermedades. Es indudable que actualmente solo se ejerce la medicina de la enfermedad aún cuando ésta solo sea un síntoma. No proponemos abandonar esta medicina, sino complementarla hasta entender que cuando alguien no sabe que es lo mejor debería juiciosamente no obstinarse en hacer lo peor. El sistema médico actual es un ejemplo de esta obstinación.

Hace algunos años se publicó un estudio sobre la alimentación en los conejos. Se sometió a una alimentación rica en grasas a tres grupos de conejos y se hizo el estudio a doble ciego. Luego de un tiempo se midieron los valores de las grasas en la sangre y se constató que dos de los tres grupos aumentaban los niveles de grasa en sangre. Sin embargo, el tercer grupo aún cuando se le daba la misma alimentación permanecía en valores normales. Se investigaron las probables causas y no se pudo detectar ninguna alteración que explicara esto. Se decidió investigar a las personas que les daban de comer y se descubrió que el joven que alimentaba al grupo que no había aumentado los niveles de grasa, tenía la costumbre de llevar a los conejos contra su pecho y acariciarlos mientras los alimentaba.
Semejante respuesta inmunológica desencadenada -solamente- por una caricia. ¡Cuan poco se estima tamaño poder!

Amor deriva de dos raíces que expresan un profundo significado. -A- que es -fuera- y -Mor- que es -muerte-. Ni el médico ni el paciente pueden echar fuera a la muerte pero si pueden entender que si reconocen al ser que hay en cada expresión de la vida, este jamás va a morir.

Todas las investigaciones recientes han demostrado la relación entre las actividades intangibles que se tienen sobre el enfermo y que llamamos -cuidar con amor- y los factores tangibles que se pueden medir como la disminución de las infecciones o la recuperación de los tejidos dañados. Sin embargo, el sistema médico se obstina en hacer desaparecer síntomas sin convertir a la relación terapéutica en el nudo del tratamiento. Esta relación es la verdadera medicina preventiva. Cuando era niño, visitaba mi casa un viejo médico pediatra que atendía a los tres hermanos bajo la atenta mirada de mi madre. Nunca puedo olvidar los momentos previos a su llegada, en donde todos debíamos estar presentes aún cuando solo uno fuese el enfermo de fiebre, varicela o sarampión. Era un ritual en donde mi madre preparaba unas toallas que se usaban exclusivamente para cuando ocurría la visita y sobre las cuales este viejo médico apoyaba su cabeza sobre nuestras espaldas. También había una cuchara envuelta en una servilleta y una fuente con agua y jabón para lavarse las manos. Todos éramos atendidos o por lo menos saludados y mirados. Era un momento muy especial y cuando el médico se retiraba todos estábamos curados.

En un reportaje que le hacían a Federico Fellini hace algunos años, éste decía que él había tenido la esperanza de que lo que iba a ocurrir en su vida siempre era para su bien. Y que con el tiempo, se había dado cuenta que no era lo que realmente ocurría lo que le hacía bien sino la espera de lo que iba a ocurrir. El decía -no importa el mensaje sino la espera del mensaje-.

En ciertas regiones de Europa a la Nueva Medicina se la conoce como la -medicina de la esperanza-. Es decir, que el médico resuena con la esperanza del paciente. La intención de la conciencia observadora, determina una percepción que no es falsa sino que es una opción planificada. Descubre la intención positiva que se oculta detrás de la enfermedad y se combina con eso que se desea transformar.
Estamos hablando de una posición chamánica del médico que es su compromiso con el amor. Ver lo que la célula ve y poder transmitirlo.
Es difícil encontrar palabras para esto que sucede...pero sucede.

Una de las tantas experiencias crueles que ha hecho la humanidad con los animales me ha hecho pensar que la palabra que más se acerca a lo que propone la Nueva Medicina es la esperanza.

Ciertos investigadores pusieron una rata en un barril lleno de agua y con sus paredes lisas para que se resbalara si quería escapar. La observaron nadar durante quince minutos y luego, la rata, exhausta, se hundió. Pusieron otra rata en las mismas condiciones y la dejaron nadar cinco minutos. Luego le pusieron una madera para que se subiera a ella y flotara. La dejaron así durante tres horas y luego la sumergieron nuevamente. Le retiraron la madera. La rata, a diferencia de la anterior, nadó sin parar setenta horas antes de hundirse.

Esta experiencia que cita el etólogo alemán Droscher en su libro -Sobrevivir- habla de la espera de lo bueno y del aumento increíble de la resistencia a los obstáculos cuando precisamente se espera lo bueno.
No es fácil hablar de este tema.
Por eso es necesario comprender el lenguaje del cuerpo, para comenzar a entender que está diciendo desde hace millones de años con su comportamiento y con su evolución.






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Según Platón, el conocimiento es un subconjunto de lo que forma parte a la vez de la verdad y de la creencia.
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