lunes, 1 de octubre de 2007

Wu wei: El no-hacer

Wu wei es un concepto central de la actitud taoísta ante la vida y el mundo. Si persistimos en hablar de un estilo de vida taoísta, este estaría caracterizado por wu wei. En esencia, el Camino, la Vía taoísta, es la práctica de wu wei.

¿Qué debe entenderse por wu wei? Las muy variadas interpretaciones que ha suscitado la conjunción de estos dos caracteres ha llevado a significaciones equivocas. Expongamos primero cuales han sido sus diferentes traducciones: no acción, no obrar, no interferencia, no esfuerzo, no aserción.... Parodógicamente la más difundida de ellas, "no acción", es la que más se aparta de su significado pleno. Todas las versiones autorizadas del Tao Te Ching, contienen advertencias sobre las interpretaciones equívocas. A modo ilustrativo veamos lo expresado por Francois Jullien en el prólogo a la traducción del Tao Te Ching efectuada por Anne Helene Suárez, publicada bajo el título "Libro del curso y de la virtud":
          "Si hay un tema que parece caracterizar este libro es la no acción (wu wei). Pero hay que cuidarse de entenderla equivocadamente, como a menudo se ha hecho, de leerla como un desentendimiento respecto al mundo, una renuncia quietista, en definitiva, como un llamamiento a la pasividad. La fórmula debe leerse en su versión completa:

"No hacer nada, pero que nada quede sin hacerse".

También se podría traducir "de modo que nada quede sin hacerse". Si uno se guarda de actuar, efectivamente, no es porque se desinterese del mundo...
Pero actuar siempre es forzado, más vale dejar que las cosas vengan naturalmente, por sí mismas, sin cargarlas con el peso de nuestros proyectos, con lo arbitrario de nuestras voluntades. Si el sabio se guarda de actuar, es para dejar acontecer y, por tanto, lograr con más facilidad: para dejar que la viabilidad de las cosas obre por sí misma o, dicho de otro modo, para dejar a la inmanencia de la "vía" (el "curso") la capacidad de obrar. Sabe que cualquier solución forzada está condenada desde el principio, puesto que suscitará reacciones adversas y, queriendo imponer nuestro plan al mundo, no dejamos de desgastarnos: toda acción es agotadora y de poco efecto. Más vale adaptarse al curso del mundo como el agua, que, al seguir la pendiente, no deja de avanzar. Al ahorrar nuestra vitalidad, la sabiduría también se revela como la mejor estrategia: basta con ayudar a la evolución natural de todos los seres. Dicho de otro modo, cualquier situación implica un desarrollo –un proceso está en curso-, y basta favorecerlo para dejarse llevar por él..."

Y en igual forma se manifiesta John Blofeld en "Taoismo, la búsqueda de la inmortalidad":
          "Wu wei, principio cardinal de los taoístas, significa literalmente "no accion" pero no en el sentido de quedarse sentado todo el día como un tronco muerto o un bloque de piedra; sino en el de evitar la acción que no sea espontánea, en el actuar de lleno y con destreza, pero sólo y de acuerdo con la necesidad presente, siendo vivaz cuando se requiere, pero nunca forzado y tenso, huyendo de la acción artificiosamente calculada y de toda actividad que arranque de un motivo de provecho interesado."

Queda claro entonces, en palabras de J.C. Cooper, que "Wu wei no es el cese de toda acción, sino el cese de la acción motivada... es el cese de la acción inducida por los deseos y por el apego al reino de la ilusión de los sentidos". Todo esto puede parecer imposible de realización concreta en un mundo en que se han desquiciado las relaciones del hombre con la naturaleza y de los hombres entre sí. Pero la vía del wu wei no es un Camino social o políticamente ineficaz. Su eficacia puede que sea eclipsada por el sentimiento de soberbia que alimenta la modernidad. La sociedad moderna, víctima del espejismo que le produjo el desarrollo de la ciencia y la tecnología, impuso la creencia de que todo objetivo, por pretencioso que fuera, podría ser alcanzado, a través de un desarrollo social de progreso ininterrumpido. La gran capacidad de operar sobre la realidad en numerosos campos de actividad, transformando las condiciones naturales, indujo a pensar que ninguna manipulación del entorno le está vedada a la voluntad humana, y esto ha traído aparejado un sentimiento de soberbia que ha hecho olvidar por completo nuestra relación de interdependencia con la totalidad de la que somos parte.
La emergencia ecológica a la que no escapa ningún lugar del planeta, es el resultado más contundente de la perniciosa "afirmación" del hombre "enfrentado" a la naturaleza.
Las calamidades sociales que se viven en vastas regiones del mundo, contrastando con la opulencia de otras, es indicativo de que el desarrollo de la humanidad es forzado por carriles impuestos, y como tal, inarmónico y profundamente asimétrico. Pero dejaremos para más adelante la proyección social y política del Camino taoísta.

En lo que hace al ámbito personal, digamos, citando nuevamente a Cooper, que wu wei "se trata de la tranquila aceptación de la vida en el mundo tal como es y como viene; de aguardar el momento y la oportunidad, sin forzar nunca el resultado, sino que este se despliegue a su tiempo según su naturaleza". Es que la única acción que se necesita es estar acorde con el tao. Para nada se trata de una conducta fatalista que nos imponga una resignación piadosa, sino la humilde actitud de no oponer la acción deliberada por sobre-encima del conocimiento de la naturaleza real de las cosas, teniendo en cuenta, además, que para comprender la verdadera naturaleza hay que apaciguar las tensiones que suscitan los deseos y que alimentan la falsa conciencia de la realidad. Lin Yu-tang lo ha sintetizado en estos términos: "Es el secreto de dominar las circunstancias sin afirmación de uno mismo contra ellas".

Seguramente, el lector podrá pensar que con semejante actitud, nada de lo que hoy nos ofrece el mundo se podría haber logrado, y que de habernos atenido al dictado del wu wei hubiésemos superado escasamente el mundo de extrema necesidad en que vivieron generaciones anteriores. Esta presunción surge de creer que la base de todo progreso es el esfuerzo, el desafío, la confrontación de la civilización oponiéndose y venciendo a la naturaleza.

De más está decir que en la visión taoísta el hombre jamás podrá ir más allá de donde la naturaleza se lo permita, y si registra progresos en términos de bienestar es porque ha sabido armonizar su actividad con las oportunidades que la totalidad pone a su disposición, de la misma forma que también aporta con su acción al acontecimiento de futuras catástrofes cuando se deja conducir por intereses mezquinos o delirios de grandeza.

Las discrepancias entre taoístas y voluntaristas encierran siempre una distinta valoración de lo que es la felicidad, y en este punto, quiero ceder la palabra a una de los mas brillantes ascetas cristianos contemporáneos que nos ha ayudado a los occidentales a comprender la esencia del Camino. Thomas Merton reflexiona para nosotros:

"Yo no puedo decir si lo que el mundo considera "felicidad" es o no es felicidad. Todo lo que sé es que cuando considero el camino que muchos recorren tratando de conseguirla, los veo correr precipitadamente, amargados y obsesionados, con las prisas generales del rebaño humano, incapaz de detenerse a sí mismo o cambiar de dirección. Y todo ello mientras proclaman que están a punto de conseguir la felicidad.

Por mi parte, no puedo aceptar su forma de ver las cosas, tanto si se trata de la felicidad como de la desgracia. Me pregunto si, al fin y al cabo, su concepto de la felicidad tiene algún sentido.

Mi opinión es que nunca nadie alcanzará la felicidad hasta que deje de buscarla. Mi mayor felicidad consiste precisamente en no hacer absolutamente nada que esté calculado para obtener la felicidad. Y esto para mucha gente es la peor conducta.

Yo quiero mantenerme fiel a la frase que dice: "La alegría perfecta es estar sin alegría. La alabanza perfecta es no ser alabado".

Si alguien pregunta "qué debería hacerse" y "qué no debería hacerse" en el mundo para conseguir la felicidad, mi respuesta es que esas preguntas no tienen respuesta. No hay forma de determinar esas cosas.

Pero, al mismo tiempo, si ceso de esforzarme en buscar la felicidad, lo "correcto" y lo "erróneo" se hacen aparentes de inmediato por si mismos.

Alegría y bienestar se hacen posible de inmediato en el momento en que uno cesa de actuar con la vista puesta en ellos, y si uno practica el no-hacer (wu wei) tendrá ambas cosas, felicidad y bienestar."

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