miércoles, 26 de septiembre de 2007

El comportamiento del Guerrero

1) El hombre corriente; el hechicero negro

"Para ti, el mundo es extraño, porque, si bien no te disgusta, estas en desacuerdo con él. Para mí, el mundo es extraño por prodigioso, pasmoso, inconmensurable".


El hombre corriente funciona únicamente con la razón. Ha aprendido, desde su nacimiento, una descripción del mundo que cree definitiva. Sus ideas son las ideas de los demás. La vida del hombre corriente no es más que un montón de hábitos e ideas imbricadas de las que no es autor. Este hombre vive y lucha por las ideas de los demás, y morirá con la íntima convicción de haberlo agotado todo. El hombre corriente no imagina un solo instante que tiene la posibilidad total de cambiar su vida y de combatir sus propios combates. La razón, la idea colectiva, son sus únicas referencias. El cambio con que se le adormece no es en absoluto un cambio: es la modificación inevitable y permanente de una representación ilusoria de la que es sujeto sumiso, hoja a merced del viento. Todos los cambios que anhela no son otra cosa que modificaciones internas de esta representación racional, y nada más.

El hombre corriente no puede hacer otra cosa, en tanto que hombre corriente, que intentar hacer a los hombres semejantes a él: no forzosamente a su idiosincrasia, sino a este "hombre social" del que se le ha persuadido que es el único que existe: que su conocimiento es el único válido, excluyendo, de esta manera, toda otra forma de percepción. No hace sino transmitir lo que le ha sido transmitido; nadie es "responsable" de este estado de hecho: la ilustración racional despliega sus propias posibilidades, y el hombre encadenado desde su nacimiento se convierte a su vez en el guardián del otro.

Así, este hombre anodino, el hombre corriente -todos-, es descrito por Don Juan como un temible demonio: es el policía abusivo y vigilante que, inconscientemente, impide toda evasión, toda elección hacia el poder y la libertad.

2) El guerrero

Transformar esta maravilla en razonamiento no sirve absolutamente para nada. Aquí, a nuestro alrededor, se encuentra la eternidad misma. Intentar reducirla a una absurdidad manipulable no sólo es mezquino, sino francamente desastroso.

No volver a vivir como un hombre corriente, no ser más un hechicero negro, no ser ya un vampiro para con uno y para con los demás, eso es comportarse como un guerrero.

¿Qué es, pues, un guerrero? El guerrero es un hombre que considera su vida como un desafío, y no como una costumbre enojosa. Para ello debe, necesariamente, olvidar su identidad social, para no ser la imagen diseñada por los demás.

Se puede ya decir que el guerrero privilegia el sentimiento a expensas de la idea recibida. La razón es, en efecto, la sociedad en nosotros. No olvidemos que Aristóteles, el Filósofo por excelencia, es decir, el hechicero negro vigilante, definió al hombre como un animal social y un animal racional, lo que viene a ser lo mismo. La expresión idea recibida es de hecho un pleonasmo: toda idea es recibida. El sentimiento ya es más íntimo. En realidad, en todos se anticipa a la idea, pero la tarea de los hechiceros negros consiste en ahogar el "Sentimiento" mediante el pensamiento (y no el sentimentalismo, que es, por el contrario, ampliamente cultivado).

El temperamento del guerrero corta la mierda, dice Don Juan; esta declaración categórica indica que el guerrero realiza desde el principio la separación del Sentimiento de entre las ideas. Poco importa lo que tú ves. Lo importante es lo que sientes.

El guerrero no quiere ser una presa, ni de sus semejantes, ni de las ideas que éstos propagan (lo que viene a ser lo mismo).

En el desierto es donde, acompañado de Don Juan, realiza Castaneda el aprendizaje de la caza. Don Juan le demuestra que sólo puede ser cazado quien cae en la rutina, ya sea animal u hombre. Nuestros semejantes pueden fácilmente atacarnos si somos acechados accesibles a sus ideas. El guerrero debe, pues, ser cazador para no ser cazado. Qué caza el guerrero? Sus propias debilidades, es decir, su tendencia a dejarse arrastrar por los hábitos de sus semejantes.

Son, en efecto, nuestras rutinas las que nos hacen disponibles, localizables, en consecuencia, explotables. Una vez encadenados por las opiniones de los demás, por el papel que ellos quieren hacernos jugar construyendo de esta manera nuestra "personalidad", que no es sino la reivindicación servil y vanidosa de nuestra inscripción en este presidio no tenemos otra opción que la de responder a sus expectativas. La urgencia prioritaria del hombre que se convierte en guerrero es la de transformarse de caza en cazador, de juguete pasivo en estratega activo.

11) La locura controlada

El guerrero considera al mundo como un misterio sin límites, y lo que hacen los hombres como una locura sin nombre.

Todos los actos de los hombres son locura, o más bien son percibidos como locura por quienes ya no creen en el sentido de los actos ordenados por la razón. Los hombres actúan según las reglas que juzgan normales, con fines que estiman necesarios, justos, buenos, y llaman locura a los comportamientos extrarracionales. Volverse loco es perder la razón. Luego, el uso de la razón también es locura: esta normalidad, la razón entera, la explicación racional de las cosas, no es más que locura. Los actos y la vida de los hombres nada significan propiamente: la gente se pasa la vida envejeciendo, y su vida, a pesar de los credos ilusorios a que se afearan, nada significa para ellos ni para nadie.

Los actos de los hombres corrientes son sólo ruido y furor, como dijo Shakespeare El dramaturgo había así intuido que el mundo no es sino un teatro y los hombres actores. El guerrero no percibe las cosas de distinta manera. Sus actos también son locura, pero como él no cree, es una locura controlada.

Con todo el mundo se sirve Don Juan de su locura controlada; todo lo que hace es locura controlada, lo cual no significa que no sea sincero, sino que sus actos son sólo los de un actor. Para mí dice- no hay ni una sola cosa que sea importante, y menos mis actos que los de cualquiera de mis semejantes. A pesar de ello, continúo viviendo porque es mi voluntad... Mi voluntad controla la locura de mi vida.

El guerrero que ha anulado la importancia de las cosas, si escoge vivir, no puede considerarlo como una locura; pero como ejercita una elección que su voluntad dirige, su locura esta controlada. El hombre que está bajo el control de su razón, no se controla; por eso su locura no está controlada, y su lado siniestro no puede apenas ser compensado por su lado alegre: el hombre ordinario no cree estar loco; sus actos son endiabladamente serios! El guerrero elige actuar, debe creer sin creer, como hemos visto. Su acto es puramente gratuito, y él sabe que todos los actos pretendidamente serios son también gratuitos. Tus actos dice Don Juan -, así como, de manera general, los de tus semejantes, te parecen importantes porque has aprendido a pensar que son importantes.

Sí, pero entonces hay que agarrarse a algo. Como ya hemos visto, el guerrero no se agarra a nada; en nada se parece a esa gente que ha pretendido abrumar a su generación haciendo el vacío (qué vacío tan ilusorio!, y qué pérdida de tiempo!) y que, beoda, se agarra a algún mito movilizador, lo que prueba que se ha quedado convertida en hechiceros negros deseosos de creer, es decir, de comer el alimento que trafican sus semejantes.

La locura controlada es el deber creer; la locura no controlada es la creencia. Una cosa es importante cuando se nos ha dicho así y nosotros, solamente, balamos con el rebaño: es el es necesario creer en algo. Pero ACTUAR con todo su ser sin creer y sin conceder la menor importancia a lo que se hace, pero con toda la perfección que da un perfecto control y un perfecto abandono, es un acto de águila solitaria. Es la única manera desinteresada de actuar, y el guerrero debe actuar sin esperar nada a cambio. (Cabe decir que este desinterés nada tiene que ver con un acto caritativo, que da buena conciencia.)

Y este desinterés es vulnerabilidad, y placer sin límites. Si la palabra nobleza tiene sentido, no puede significar más que eso.

Mi risa dice Don Juan- como todo cuanto hago, es real. Pero se trata también de locura controlada, porque es inútil. No cambia nada y, sin embargo, yo siempre río. No habiendo nada más importante que cualquier otra cosa, el guerrero escoge cualquier acción y la ejecuta como si le importase. Su locura controlada le hace decir que concede importancia a lo que hace, le hace actuar como si cada acción la tuviese verdaderamente, y, sin embargo, él sabe que no la tiene. De esta manera, puesto que ha realizado sus acciones, se siente en paz. Que sus acciones hayan sido buenas o malas, acertadas o no, no le concierne en manera alguna.

La locura controlada hace que el guerrero no se ate a nada: El ama aquello que quiere, pero se sirve de su locura controlada para no interesarse... Amar a la gente o hacerse amar por ella no es lo único que podemos hacer en cuanto que hombres. Este amar que nos tira de las orejas no es sino una forma de vampirismo. Amar lo que se quiere y no atarse es también no atar a quién se ama: es la manera más noble de amar. El guerrero puede dar curso libre a sus sentimientos a condición de que no crea, es decir, que no se ate. Sus sentimientos son su locura controlada, deseo sin deseo, y él pasa a otra cosa sin dejar la menor huella.

Y Don Juan añade que su locura controlada se aplica sólo a si mismo y a sus semejantes. En suma, la locura controlada permite pasar a través de la locura de sus semejantes sin ilusión, sin apego; sirve, dice Don Juan, para poder reír siempre.

(Una intuición próxima a ésta se encuentra en un escritor como Jacques Vacher: el humor describe es la sensación de la inutilidad teatral y sin alegría en absoluto. El humor tal como se experimenta es distinto de la jovialidad benevolente o malévola de los hechiceros negros. Esto es ya una visión de la falta de importancia de las cosas).

El guerrero, no perteneciendo ya al mundo y a sus semejantes, escoge, sin embargo, ejercer y, en apariencia, actuar como ellos. La única diferencia radica en que él equilibra su espíritu controlando su locura, mientras que los hombres en general mueren locos.

12) El temperamento del guerrero

El temperamento del guerrero exige el control de sí a la vez que un completo abandono de sí.

Un guerrero no puede dejarse coger desprevenido; todo lo que emprende lo hace estratégicamente. El guerrero no deja nada al azar: Los cazadores deben ser hombres con una excepcional posesión de sí mismos. Dejan al azar lo menos posible.

Y sin embargo, el guerrero, borrando de su alrededor toda certeza, no sabe en absoluto lo que va a ocurrir: Es una situación misteriosa y apasionante. Nadie sabe por dónde saldrá el conejo; ni siquiera nosotros.

Don Juan se limita a seguir las indicaciones del poder para mostrar a Carlos Castaneda la senda justa. Su perfección le sitúa en condiciones de interpretar lo que decide el poder, pero no sabe nada por adelantado.

Lo que guía al guerrero es su determinación inflexible, de la que nada puede apartarle, pero que puede también desviar cualquier cosa. Esta determinación inflexible es el designio del guerrero. Su designio y su inflexibilidad no consisten en aferrarse a cosas que sólo existen en nuestros pensamientos. Las convicciones adormecen y nos vuelven tímidos. El universo es misterioso y nosotros somos tan misteriosos como él; de esta manera el guerrero rechaza toda explicación: permanece alerta en su mundo, su único mundo, espantoso e inconmensurable. Y su decisión, cuando es tomada ante su muerte, es irrevocable ya que solamente las decisiones de un inmortal pueden ser anuladas, objeto de duda.

La ausencia de referencias de un mundo familiar, la total toma de responsabilidad del hombre que rehusa abandonarse, hacen que el guerrero combine el control y el abandono. No puede ceder al pánico, pues no se cree importante y confía en sí o, al menos, en su poder. Su radical receló frente al mundo descrito se traduce en confianza en sí mismo, en su espíritu de hombre: ése es su deber creer. Debe concentrarse en sus dones sin la menor vanidad ni la más mínima falsa modestia, ya que en un mundo donde le acecha la muerte, en nada han de afectarle esos escrúpulos mundanos.

Para que Carlos Castaneda se convenza y lleve a cabo esta importante combinación, Don Juan le coloca frente a una situación muy peligrosa: de noche, en el desierto, Carlos Castaneda es perseguido por un puma. Se libra muy bien y Don Juan le felicita: Te has abandonado hasta un cierto punto y, al mismo tiempo, te has controlado hasta un cierto punto. Trepar esta pared en la oscuridad exige que izes tu cuerpo a pulso y que, a la vez, te abandones. Es lo que yo llamo el temperamento del guerrero.

El abandono y el control son la combinación perfecta de la acción, del activo y del pasivo de la inspiración y de la expiración (Lin Tsi, maestro Ch'an, incita a sus aprendices a aguantar firme y a soltar); del cálculo y de la audacia, de la desconfianza y la confianza. La desconfianza crea control, la confianza, abandono. Desconfianza hacia el mundo, confianza en sí mismo. Y la confianza en sí del guerrero no es la del hombre medio: el hombre medio depende de sus semejantes, mientras que el guerrero sólo depende de sí mismo. La confianza en sí mismo hace que estemos seguros de las cosas. El guerrero no es en absoluto un ser calculador y pusilánime; tampoco es excesivo y temerario. Sólo ejerce su valor a sabiendas, al igual que un general que tiene toda la suerte de su parte y que deja el resto al destino. El guerrero no está jamás seguro de sobrevivir, pero todo lo hace con este fin: no para sobrevivir como una rata, ni para atracarse, sino como un guerrero. Y si su destino es perecer, está preparado. Por eso no puede comportarse como un chiquillo llorón. Acepta siempre su suerte, sea cual sea. Sabe que nadie hace nunca nada a nadie. Cuando Carlos Castaneda es perseguido por el puma, no se le pasa por la imaginación quejarse o acusar. Don Juan le dice que debe actuar con sus semejantes.

13) impecabilidad

...

14) Conclusión: El camino que tiene corazón

Ser guerrero no es únicamente cuestión de deseo: es el combate de toda una vida.

Cuanto más avanza el guerrero por la senda del conocimiento, menos puede permitirse pasos en falso. Su impecabilidad no es cuestión de propedéutica: es lo que caracteriza su tipo de vida. Cuanto más en contacto está el guerrero con las fuerzas espantosas y fatales, más impecable debe mostrarse.

Un hombre que se adentra por la senda de la hechicería sabe que ha dejado la vida corriente para siempre; sabe que el conocimiento es, efectivamente, algo espantoso, que los medios del mundo corriente no constituyen ya para él defensas contra la locura, y que debe adoptar un nuevo modo de vida si quiere sobrevivir.

Su única elección será pues hacerse guerrero, prisionero del poder, y sólo tendrá por defensa la impecabilidad.

Sin la conciencia de la muerte no sería sino un hombre corriente implicado en actos corrientes. No tendría la potencia y la concentración indispensables para transformar su tiempo corriente sobre la tierra en poder mágico.

La piedra filosofal del guerrero es, pues, la muerte, ya que él actúa para transformar el plomo de la vida cotidiana en oro mágico. La verdad es que la naturaleza de las cosas no cambia. Lo que cambia es la percepción del hombre, es decir, sus ideas sobre sí mismo. Las cosas no tienen naturaleza cognoscible; solo existen representaciones, ideas y, fuera de ellas, el misterio: puede decirse que la esencia de las cosas es el misterio, siempre será el misterio. La magia abre de esta manera un mundo cerrado por los mezquinos límites de la razón. Cuando se suprime la barrera, todo es posible y la razón no puede ya prevalece. La casualidad, el principio de no contradicción, la unidad sustancial, etc., todo desaparece con la dictadura del pensamiento; entonces es cuando la percepción contradice al pensamiento y cuando el guerrero debe optar por la percepción, honradamente, y no permanecer deshonestamente aferrado a sus pensamientos que nunca son hechos.

Pero continua Don Juan- preocuparse por la muerte permanentemente obligaría al hombre a concentrarse sobre sí mismo, y eso sería debilitador. Y la segunda cosa necesaria para ser un guerrero es el desapego. La idea de la muerte, en vez de llevar a la obsesión, se hace indiferencia. Y este desapego no es el del eremita, pues ello implicaría el voluntario abandono de sí mismo.

El hombre no se ha liberado no tiene la impresión de privarse de nada. Y esto sólo lo hace posible la toma de conciencia de la muerte.

Los métodos ascéticos recomendados por todas partes, nada tienen que ver con el comportamiento del guerrero. Privarse de algo, abstenerse, no sólo es mezquino: también es conceder importancia a aquello de lo que uno se priva. Esto no puede conducir al verdadero desapego; así lo demuestran los resultados. Por el contrario, es un método artificial, mancillado por el moralismo de quienes se imaginan que hay un mundo que dejar; este mundo, según ellos, es real y sustancial: ellos creen escoger otro, eso es todo. El guerrero no puede contentarse con tales subterfugios. No puede interesarse por una actitud moralizante. No puede atrincherarse en un cercado para realizar una vocación social que él denomina sagrada. Lo que debe conquistar es la totalidad de sí mismo, y no un envoltorio seco que habrá de dejar sobre la tierra en holocausto a no sé qué demiurgo sanguinario.

Un eremita o un monje están aún atados a su condición y puede ser que incluso más que la mayoría de los hombres. El guerrero debe despegarse de sí mismo, y en sí mismo apoyarse: Un hombre liberado, que sabe que no tiene posibilidad de evitar la muerte, sólo tiene una cosa en qué apoyarse: el poder de sus decisiones. Debe ser, por así decirlo, el dueño de sus elecciones. Debe entender claramente que su decisión depende únicamente de él, y que, una vez tomada, no hay tiempo para el arrepentimiento y las lamentaciones.

El guerrero no puede conformar su actitud a los imperativos de una moral cualquiera, pues actuar así es apoyarse en cualquier otra cosa, combatir los combates de extraños. La inminencia de su muerte es lo que le da la justa vía: esta predilección que no puede engañarle, pues ha sido elegida con toda humildad.

Al ser él mismo su único juez, cesa toda vanidad; y toda vanidad debe cesar porque de nuestra elección depende nuestra vida. El hombre "religioso" que depende de una opinión general, puede perderse en argucias o en mortificaciones; nada le cuesta en el marco en que está situado. El guerrero no puede usar de esta manera su poder. Aunque haya infinidad de representaciones, sólo hay un mundo: las solicitudes de "otro mundo" metafísico legitimado por la "Justicia u otras paparruchas, no pueden interesarle. Su dueño no es un dios antropomórfico; su ejemplo no lo recibe de otros hombres. Su dueño es el poder misterioso y espantoso, y, acorralado por su muerte, encuentra en sí mismo la decisión justa que le permitirá sobrevivir acumulando poder.

De este modo, el conocimiento de la muerte le hace desafecto y silenciosamente robusto. La meta del guerrero no es el infortunio, la mortificación en reparación de ilusorias ofensas a un dios inexistente. El fin del guerrero es la felicidad aunque para él tenga distinto significado que para el hombre ordinario: no es la felicidad del conejo en la madriguera, sino la felicidad del águila sobre las montañas.

Se debe escoger siempre un camino con corazón dice Don Juan- para ser siempre lo mejor de uno mismo; puede que para poder reír siempre

Dice Don Juan que uno de los aspectos de su locura controlada es la risa. Siempre se ríe, aunque sea inútil. Puede llorar, naturalmente, pero prefiere reír, mejor para él que los llantos.

Carlos Castaneda ha colocado esta frase de Don Juan en exergo en su primer libro: Yo recorro únicamente caminos que tengan corazón, no importa cual si tiene corazón. Este es el que recorro, y la única prueba válida es atravesar toda su longitud. Y yo la recorro mirando, mirando, con el aliento cortado.

Así pues, la vida del guerrero es, en esencia, recorrer un camino que tenga corazón, un camino que satisfaga recorrer, en todos los sentidos. Se comprende esta extraña y ardiente felicidad al dejar el mundo de los hombres corrientes, camino sin corazón, por un camino que tiene corazón. Este camino, como todos los demás, no lleva a ninguna parte. El placer está en recorrerlo; la meta no existe. Lo que el guerrero se pregunta es: "¿Tiene este camino corazón?". Y sólo ha de caminarlo libre de ambición y miedo.

Antes de convertirme en hechicero dice Don Juan encontraba mi vida demasiado larga; ahora ya jamás tendré tiempo de ver todo lo que veo. Así el guerrero, estando solo nunca está solitario. Don Genaro, benefactor de Carlos Castaneda, le enseña esto antes de la iniciación definitiva: La vida de un guerrero no puede ser fría, solitaria y desnuda de sentimiento, porque está fundada en el afecto, la devoción, la abnegación por quienes ama. Y Don Juan añade: El amor de Genaro es el mundo que nos rodea... La tierra sabe que Genaro la ama y ella le concede su protección. Por eso la vida de Genaro es tan plena y su situación será siempre colmada. Genaro se pasea por los senderos de su amor y está satisfecho donde está... He ahí la predilección de dos guerreros. Esta tierra, este mundo. No hay amor más grande para un guerrero. La tristeza pertenece sólo a quienes detestan lo que les abriga.

El guerrero vive impecable para recorrer este camino con corazón. El combate y la soledad no hacen al hombre duro y triste.

Un guerrero dice Don Juan- debe, en todo momento, dar señales de amistad.

El hombre elige ser lo contrario de un guerrero para evitar ser un hombre para quien la vida entera ha sido como la tarde del domingo, una tarde no exactamente desafortunada, sino caliente, pesada y desagradable. Ha sudado y se ha enredado mucho. No sabía donde ir ni qué hacer. Esta tarde sólo le ha dejado el recuerdo de pequeñas contrariedades y de muchas molestias; después, ha acabado bruscamente: ya era de noche.

B. Dubant y M. Marguerie "Castaneda, El camino del guerrero"

El romance con el conocimiento


Regla de las tres C

Considerasión.
Compasión.
Comprehensión.

martes, 25 de septiembre de 2007

El desatino controlado.

La Locura controlada

Es posible insistir, insistir como es debido, aunque sepamos que lo que hacemos no tiene caso. Pero primero debemos saber que nuestros actos son inútiles, y luego proceder como si lo supiéramos. Eso es la locura controlada del brujo.

Una vez que un hombre aprende a ver, se halla solo en el mundo, sin nada más que su locura controlada.

Nuestra suerte como hombres es aprender, para bien o para mal. Yo he aprendido a ver y te digo que nada importa en realidad ahora te toca a ti. A lo mejor algún día verás y sabrás si las cosas importan o no. Para mí nada importa, pero es posible que para ti importe todo. Ya deberías saber a estas alturas que un hombre de conocimiento, un guerrero, vive de actuar, no de pensar en actuar.

Por eso un hombre de conocimiento elige un camino con corazón y lo sigue y luego mira y se regocija y ríe; y luego ve y sabe. Sabe que su vida se acabará en un abrir y cerrar de ojos; sabe que él, así como todos los demás, no va a ninguna parte; sabe, porque ve, que nada es más importante que lo demás. En otras palabras, un hombre de conocimiento no tiene honor, ni dignidad, ni familia, ni nombre, ni tierra, solo tiene vida que vivir y en tal condición, su único vínculo con sus semejantes es su locura controlada. Así un hombre de conocimiento se esfuerza, y suda y resuella, y si uno lo mira es como cualquier hombre común, excepto que la locura de su vida está bajo su control. Como nada le importa, un hombre de conocimiento escoge cualquier acto y lo actúa como si le importara. Su locura controlada lo lleva a decir que lo que él hace importa y a actuar como si importara y sin embargo él sabe que no importa; de modo que, cuando completa sus actos se retira en paz, sin pena ni cuidado de que sus actos fueran buenos o malos, o tuvieran efecto o no.

El guerrero considera al mundo como un misterio sin límites, y lo que hacen los hombres como una locura sin nombre.

Todos los actos de los hombres son locura, o más bien son percibidos como locura por quienes ya no creen en el sentido de los actos ordenados por la razón. Los hombres actúan según las reglas que juzgan normales, con fines que estiman necesarios, justos, buenos, y llaman locura a los comportamientos extrarracionales. Volverse loco es perder la razón. Luego, el uso de la razón también es locura: esta normalidad, la razón entera, la explicación racional de las cosas, no es más que locura. Los actos y la vida de los hombres nada significan propiamente: la gente se pasa la vida envejeciendo, y su vida, a pesar de los credos ilusorios a que se afearan, nada significa para ellos ni para nadie.

Los actos de los hombres corrientes son sólo ruido y furor, como dijo Shakespeare El dramaturgo había así intuido que el mundo no es sino un teatro y los hombres actores. El guerrero no percibe las cosas de distinta manera. Sus actos también son locura, pero como él no cree, es una locura controlada.

Con todo el mundo se sirve Don Juan de su locura controlada; todo lo que hace es locura controlada, lo cual no significa que no sea sincero, sino que sus actos son sólo los de un actor. Para mí dice- no hay ni una sola cosa que sea importante, y menos mis actos que los de cualquiera de mis semejantes. A pesar de ello, continúo viviendo porque es mi voluntad... Mi voluntad controla la locura de mi vida.

El guerrero que ha anulado la importancia de las cosas, si escoge vivir, no puede considerarlo como una locura; pero como ejercita una elección que su voluntad dirige, su locura esta controlada. El hombre que está bajo el control de su razón, no se controla; por eso su locura no está controlada, y su lado siniestro no puede apenas ser compensado por su lado alegre: el hombre ordinario no cree estar loco; sus actos son endiabladamente serios! El guerrero elige actuar, debe creer sin creer, como hemos visto. Su acto es puramente gratuito, y él sabe que todos los actos pretendidamente serios son también gratuitos. Tus actos dice Don Juan -, así como, de manera general, los de tus semejantes, te parecen importantes porque has aprendido a pensar que son importantes.

Sí, pero entonces hay que agarrarse a algo. Como ya hemos visto, el guerrero no se agarra a nada; en nada se parece a esa gente que ha pretendido abrumar a su generación haciendo el vacío (qué vacío tan ilusorio!, y qué pérdida de tiempo!) y que, beoda, se agarra a algún mito movilizador, lo que prueba que se ha quedado convertida en hechiceros negros deseosos de creer, es decir, de comer el alimento que trafican sus semejantes.

La locura controlada es el deber creer; la locura no controlada es la creencia. Una cosa es importante cuando se nos ha dicho así y nosotros, solamente, balamos con el rebaño: es el es necesario creer en algo. Pero ACTUAR con todo su ser sin creer y sin conceder la menor importancia a lo que se hace, pero con toda la perfección que da un perfecto control y un perfecto abandono, es un acto de águila solitaria. Es la única manera desinteresada de actuar, y el guerrero debe actuar sin esperar nada a cambio. (Cabe decir que este desinterés nada tiene que ver con un acto caritativo, que da buena conciencia.)

Y este desinterés es vulnerabilidad, y placer sin límites. Si la palabra nobleza tiene sentido, no puede significar más que eso.

Mi risa dice Don Juan- como todo cuanto hago, es real. Pero se trata también de locura controlada, porque es inútil. No cambia nada y, sin embargo, yo siempre río. No habiendo nada más importante que cualquier otra cosa, el guerrero escoge cualquier acción y la ejecuta como si le importase. Su locura controlada le hace decir que concede importancia a lo que hace, le hace actuar como si cada acción la tuviese verdaderamente, y, sin embargo, él sabe que no la tiene. De esta manera, puesto que ha realizado sus acciones, se siente en paz. Que sus acciones hayan sido buenas o malas, acertadas o no, no le concierne en manera alguna.

La locura controlada hace que el guerrero no se ate a nada: El ama aquello que quiere, pero se sirve de su locura controlada para no interesarse... Amar a la gente o hacerse amar por ella no es lo único que podemos hacer en cuanto que hombres. Este amar que nos tira de las orejas no es sino una forma de vampirismo. Amar lo que se quiere y no atarse es también no atar a quién se ama: es la manera más noble de amar. El guerrero puede dar curso libre a sus sentimientos a condición de que no crea, es decir, que no se ate. Sus sentimientos son su locura controlada, deseo sin deseo, y él pasa a otra cosa sin dejar la menor huella.

Y Don Juan añade que su locura controlada se aplica sólo a si mismo y a sus semejantes. En suma, la locura controlada permite pasar a través de la locura de sus semejantes sin ilusión, sin apego; sirve, dice Don Juan, para poder reír siempre.

El guerrero, no perteneciendo ya al mundo y a sus semejantes, escoge, sin embargo, ejercer y, en apariencia, actuar como ellos. La única diferencia radica en que él equilibra su espíritu controlando su locura, mientras que los hombres en general mueren locos.

Ir a la pagina siguiente
Volver a la página anterior

Volver a la página principal

Las enseñanzas de don Juan.

La vida del guerrero.

En su vida cotidiana, el guerrero escoge seguir el camino con corazón es lo que diferencia al guerrero del hombre común. El guerrero sabe que un camino tiene corazón cuando es uno con él, cuando experimenta gran paz y placer al recorrerlo.

Puedes ir a donde se te antoje, pero debes aceptar la entera responsabilidad de ese acto. Un guerrero vive su vida estratégicamente. Sólo asiste a una fiesta o a una reunión, en caso de que su estrategia lo pida. Eso significa, desde luego, que tiene dominio total y realiza todos los actos que considera necesarios.

Los guerreros eligen su campo de batalla. Un guerrero sólo entra en batalla cuando sabe todo lo que puede acera del campo de lucha.

Sólo como guerrero se puede sobrevivir en el camino del conocimiento.

Porque el arte de guerrero es equilibrar el terror de ser hombre con el prodigio de ser hombre. Un guerrero consciente del insondable misterio que lo rodea y consciente de su deber de tratar de descifrarlo, toma su legítimo lugar entre los misterios y el mismo se considera uno de ellos.

Te he oído decir una y otra vez que siempre estás dispuesto a morir. No considero necesario ese sentimiento. Me parece una entrega inútil. Un guerrero sólo debe estar preparado para la batalla.

Un guerrero solo piensa en su muerte cuando las cosas pierden claridad, porque la idea de la muerte es lo único que templa nuestro espíritu.

Un guerrero toma su suerte, sea la que sea, y la acepta con la máxima humildad. Se acepta con humildad así como es, no como base para lamentarse, sino como base para su desafío y su lucha.

Ser guerrero no es el simple asunto de no más querer serlo. Es más bien una lucha interminable que seguirá hasta el último instante de nuestras vidas. Nadie nace guerrero, exactamente igual que nadie nace siendo un ser razonable. Nosotros nos hacemos lo uno o lo otro.

Sólo como guerrero puede uno soportar el camino del conocimiento. Un guerrero no puede quejarse ni lamentar nada. Su vida es un desafío interminable, y no hay modo de que los desafíos sean buenos o malos. los desafíos son simplemente desafíos.

La diferencia básica entre un hombre común y un guerrero es que un guerrero toma todo como un desafío, mientras un hombre ordinario toma todo como una bendición o una maldición del cielo.

Un guerrero debe ser fluido y debe variar en armonía con el mundo que lo rodea, ya sea el mundo de la razón o el mundo de la voluntad.

El secreto de un guerrero es que él cree sin creer. pero, por los visto, un guerrero no puede nada más que decir que cree y dejar allí las cosas. Eso sería demasiado fácil. Creer no más que por creer lo libraría de examinar su situación. Cuando un guerrero tiene por fuerza que creer, lo hace porque así lo escoge, como expresión de su predilección más íntima. un guerrero no cree; un guerrero tiene que creer. Un guerrero elige creer de acuerdo con su predilección íntima. Creer es lo de menos, tener que creer es otra cosa.

Uno de los actos de un guerrero es no dejar que nunca lo afecte nada. El control del guerrero tiene que se impecable.

En la vida del guerrero sólo hay una cosa, un único asunto que en realidad no está debido: qué tan lejos puede uno avanzar en la senda del conocimiento y el poder.

Cuando se enfrentan una fuerza superior con la que no pueden lidiar, los guerreros se retiran por un momento. Dejan que sus pensamientos corran libremente. Se ocupan de otras cosas. Cualquier cosa puede servir.

El brujo como guerrero

Nada está pendiente en el mundo. Nada está terminado, pero nada está sin resolver.

El mundo está en verdad lleno de cosas temibles, y nosotros somos criaturas indefensas rodeadas por fuerzas que son inexplicables e inflexibles.

El hombre común, en su ignorancia, cree que se puede explicar o cambiar esas fuerzas; no sabe realmente cómo hacerlo, pero espera que las acciones de la humanidad las expliquen o las cambien tarde o temprano. El brujo, en cambio, no piensa en explicarlas ni en cambiarlas; en vez de ello, aprende a usar esas fuerzas, adaptándose a la dirección de las mismas. Ese es su truco. La brujería no es gran cosa cuando le hallas el truco. Un brujo apenas anda mejor que un hombre de la calle. la brujería no lo ayuda a vivir una vida mejor; de hecho yo diría que le estorba, le hace la vida incómoda, precaria. La brujería es la habilidad de usar otros campos de energía que son necesarios para percibir el mundo que conocemos. La brujería es un estado de conciencia. La brujería es la habilidad de percibir lo que la percepción común no puede captar.

Al abrirse al conocimiento, un brujo se hace más vulnerable que el hombre común. Por un lado, sus semejantes lo odian y le temen y se esfuerzan por acabarlo; por otro lado, las fuerza inexplicables e inflexibles que a todos nos rodean son para el brujo la fuente de un peligro todavía mayor. Un brujo, al abrirse al conocimiento pierde sus resguardos y se hace presa de tales fuerzas y sólo tiene un medio de equilibrio: su voluntad; por eso debe sentir y actuar como un guerrero. Te lo repito una vez más : sólo como guerrero es posible sobrevivir en el camino del conocimiento. Lo que ayuda a un brujo a vivir una vida mejor es la fuerza de ser guerrero.

El guerrero 2

El modo más efectivo de vivir es como guerrero. Preocúpate y piensa antes de hacer cualquier decisión, pero una vez que la hagas, echa a andar libre de preocupaciones y de pensamientos; todavía hay un millón de decisiones que te esperan. Ese es el modo de ser guerrero.

Mi maestro decía que cuando un hombre se embarca en los caminos de la brujería, poco a poco se va dando cuenta de que la vida ordinaria ha quedado atrás para siempre; de que el conocimiento es en verdad algo que da miedo; de que los medios del mundo ordinario ya no le sirven de sostén y de que sí desea sobrevivir debe adoptar una nueva forma de vida. Lo primero que debe hacer, en ese punto, es querer llegar a ser guerrero, un paso y una decisión muy importantes. La aterradora naturaleza del conocimiento no le importa a uno otra alternativa que la de llegar a serlo.

lunes, 24 de septiembre de 2007

El aliado

Ser demasiado racional es una desventaja. Los seres humanos tenemos un sentido muy profundo de la magia. Somos parte de lo misterioso.

Un "aliado" es un poder que un hombre puede traer a su vida para que lo ayude, lo aconseje y le de fuerza necesaria para ejecutar acciones, grandes o pequeñas, justas o injustas. Este aliado es necesario para engrandecer la vida de un hombre, guiar sus actos y fomentar su conocimiento. De hecho, un aliado es la ayuda indispensable para saber. Un aliado nos hace ver y entender cosas sobre las que ningún ser humano podría jamás iluminarnos. un aliado es un poder capaz de llevar a un hombre más allá de sus propios límites.

La Ira

¡Nunca me enojo con nadie! Ningún ser humano puede hacer nada lo bastante importante para enojarse. Uno se enoja con la gente cuando se siente que sus actos, los propios y los de los demás, son importante. Yo ya no siento eso.

El Egocentrismo: La Trampa del Ego.

Siempre amamos u odiamos a quienes son nuestro reflejo. Los seres humanos somos infinitamente más complejos y misteriosos que nuestras locas fantasías.

Si te ocupas demasiado de ti mismo, es un problema; eso produce una tremenda fatiga.

Busca y ve las maravillas que te rodean. Te cansarás de mirarte a ti mismo. Descansa, olvídate de ti mismo, no tengas miedo de nada. Sólo entonces los poderes que nos guían, nos abren el camino y nos auxilian. Te importa demasiado querer a los otros o que te quieran a ti. "Un hombre de conocimiento" quiere, eso es todo. Quiere lo que se le antoja o a quien se le antoja. Confía en ti, no en mí.

Los seres humanos vivimos en un mundo de relaciones permanentes. Funcionamos a través de reglas y normas socialmente establecidas y en contextos diversos en los que el vínculo humano es fundamental. La pareja, la familia, el trabajo y la escuela, son algunos de los espacios donde nos desarrollamos como seres sociales.

A pesar de la obvia necesidad que tenemos de convivir armoniosamente para sentirnos bien y para lograr objetivos de beneficio común, veo con preocupación que el mundo se desgasta en una maraña de conflictos que, aunque no lo parezca, derivan, según creo, por una tendencia actitudinal, una disposición humana y destructiva que impide la integración y sus beneficios: me refiero al egocentrismo.

El egocentrismo es una forma de pensar y vivir, basada en la exaltación de la propia personalidad, la necesidad y búsqueda de ser centro de la atención y una clara indiferencia ante los deseos, intereses y necesidades e intereses de los demás. Es un estado típico en niños y adultos inmaduros.

El egocéntrico se caracteriza porque procesa su realidad otorgando altísimo valor a su propia visión, presiona a entorno para que se adapte a él mientras subvalora las consecuencia de sus actos en quienes le rodean. Suele ser el retrato del vivo, el oportunista, el "cara dura", el indiferente y el chulo.

En su libro: "Adiestramiento mental", el Lama Lobsang Tsultrim, afirma que el egocentrismo es la puerta principal hacia todas las insatisfacciones y sufrimientos del ser humano, pues se basa en la autosatisfacción, limita la conciencia e impide alcanzar la liberación. "Es como un ladrón que roba nuestras mejores cualidades; un fantasma que causa aflicción, infelicidad, miedo, orgullo y odio.

El egocentrista está aferrado al ego, ve la vida de manera parcial y divide todo entre bueno o malo; considera que lo que le causa placer es lo adecuado y lo que le causa dolor es inadecuado. Para él los demás quedan en segundo plano y se relaciona con las personas de manera pragmática y utilitaria. Si le sirves, te toma y te trata bien; si no le sirves, te ignora. Si te le atraviesas en el camino, podría, con escaso o ningún remordimiento, llegar a destruirte.

Desde esta postura onanista, es fácil olvidar que todos somos producto de nuestro roce social con las demás personas; que mucho de lo que sabemos y hacemos lo aprendimos de otros; que lo que comemos o vestimos nos llega a través de manos foráneas; que alguien nos ayudó a hablar, a caminar, a leer, a escribir. El egocéntrico olvida a esos seres a los que debemos agradecimientos que quizás nunca hemos dado.

Para destruir el egocentrismo es necesario poseer una mentalidad global, holística, bajo la cual todos estamos relacionados y nadie es individual o autosuficiente, pues es realista decir que en alguna medida todos dependemos de todos. Hace falta valorar a los demás, descubrir lo mucho que nos han ayudado, y vivir desde una óptica más humilde. Conviene recordar, como dijo Sai Baba, que con el paso de los años toda la fortaleza de hoy se extinguirá, y llegada la vejez, nos tocará depender de los demás.

También, para vencer, para superar el egocentrismo, debemos entrenar nuestra mente, reeducarla e inculcarle nuevos valores para que, como tierra, se haga fértil y produzca nuevos frutos. ¿Hasta qué punto vale la pena arrollar a todos para alcanzar una pequeña cuota de placer, poder y prestigio que no durará mucho? Y no se trata de convertirnos en mártires, regalar lo que poseemos o autoabandonarnos. Se trata, sí, de ser personas más justas, flexibles y nobles. Debemos tanto a tanta gente, que es muy poco razonable ignorarlos o despreciarlos.

Una forma de romper el egocentrismo sería expandir nuestros requisitos de inclusión y levantar las barreras que impiden que nos acerquemos a las personas que piensan, sienten o actúan distinta a nuestras preferencias. También podemos recordar los momentos en los que estuvimos mal, enfermos, solos o desempleados, y pensar en lo que otros hicieron para acompañarnos, consolarnos, comprendernos o ayudarnos en distintas formas.

Al reducir los pensamientos egoístas y aumentar los grupalistas o colectivistas, se producen resultados materiales y emocionales asombrosos que a muchos benefician. La verdadera revolución es la del amor, es la de la consciencia.

Conferencista

Todos los Derechos Reservados © Renny Yagosesky (Octubre 07 2005)

Caminos con corazón.

Cualquier opción es un camino entre cantidades de caminos. Por eso debes tener siempre presente que un camino es sólo un camino; si sientes que no deberías seguirlo, no debes seguir bajo él bajo ninguna condición.
Para tener esa claridad debes llevar una vida disciplinaria. Sólo entonces sabrás que un camino es nada más que un camino, y no hay afrenta, ni para ti ni para otros, en dejarlo si eso es lo que tu corazón de dice.
Tu decisión de seguir en el camino o de dejarlo debe estar libre de miedo y de ambición. Mira cada camino de cerca y con intención. Pruébalo tantas veces como consideres necesario. Luego hazte a ti mismo, y a ti solo, una pregunta. Es una pregunta que sólo se hace un hombre muy viejo. Mi maestro me habló de ella una vez cuando yo era joven y mi sangre era demasiado vigorosa para que yo la entendiera. Ahora si la entiendo. Te diré cual es: ¿tiene corazón este camino?
Si la respuesta es no, tu mismo lo sabrás y deberás entonces escoger otro camino. Todos los caminos son lo mismo: no llevan a ningún lado.
Puedo decir que en mi propia vida he recorrido caminos largos, largos, pero no estoy en ninguna parte. Ahora tiene sentido la pregunta de mi benefactor. Si tiene corazón, el camino es bueno; si no, de nada sirve. Aunque ningún camino lleve a ninguna parte, unos tienen corazón y otros no. Unos hacen gozoso el viaje; mientras lo sigas, eres uno con él. Otros te harán maldecir tu vida. Unos te hacen fuerte; otros te debilitan.

Cualquiera puede saber si un camino tiene corazón o no. El problema es que nadie se hace la pregunta y cuando uno por fin se da cuenta de que ha tomado un camino sin corazón, el camino está ya a punto de matarlo. En estas circunstancias muy pocos hombres puede pararse a considerar, y más pocos aún pueden dejar el camino.

Ir a la pagina siguiente
Volver a la página anterior

Volver a la página principal

Las enseñanzas de don Juan.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Los campos energéticos.

Tiempos previos a la conquista española es el término que usaba don Juan Matus, quien dio entrada a Carlos Castaneda al mundo cognitivo de los chamanes que vivieron en México.

Don Juan explicó a su discípulo que aquellos chamanes, descubrieron a través de prácticas insondables, que los seres humanos son capaces de percibir energía directamente tal como fluye en el universo. En otras palabras, de acuerdo con don Juan, aquellos chamanes aseguraban que cualquiera de nosotros puede interrumpir, por un momento, nuestro sistema de interpretación que convierte el flujo de energía en datos sensoriales propios de la clase de organismos que somos. Aquellos chamanes afirmaban que transformar el flujo de energía en datos sensoriales crea un sistema de interpretación que convierte la energía que fluye en el universo en el mundo cotidiano que conocemos.
Don Juan continuó aclarando a sus discípulos que una vez que aquellos antiguos chamanes hubieron establecido la validez de la percepción directa de energía, a la que llamaron "ver", procedieron a refinarla aplicándosela a sí mismos. Esto es, se percibían los unos a los otros, a voluntad, como un conglomerado de "campos energéticos". Al percibirse de esta manera, los seres humanos se asemejan a unas gigantescas esferas luminosas del tamaño de los brazos extendidos, a los lados y hacia arriba.
Cuando se percibe a los seres humanos como un conglomerado de campos energéticos, se puede también distinguir un punto de intensa luminosidad localizado a la altura de los omóplatos, mas o menos a un metro de distancia detrás de éstos. Los videntes del México antiguo que descubrieron este punto luminoso lo llamaron "el punto de encaje", debido a que concluyeron que es ahí donde se efectúa la percepción. Ayudados por su capacidad de ver, se dieron cuenta de que en este punto luminoso, ubicado en el mismo sitio para todos los seres humanos, convergen cantidades astronómicas de filamentos luminosos que son los campos energéticos que constituyen el universo en general. Al converger en este punto, se convierten en datos sensoriales que pueden ser utilizados por los seres humanos en cuanto organismos. Utilizar energía convertida en datos sensoriales era considerado por aquellos chamanes como un acto mágico: la energía es transformada por el punto de encaje en un mundo verdadero e inclusivo en el que los seres humanos, en su calidad de organismos, pueden vivir y morir. Aquellos chamanes atribuían el acto de transformar el flujo de energía pura en el mundo que percibimos, a un sistema de interpretación. Su avasalladora conclusión - avasalladora para ellos, por supuesto, y quizá para todos aquellos que tengan la energía suficiente como para prestar atención- fue que el punto de encaje no es únicamente el lugar donde se efectúa la percepción, al convertir el flujo de energía pura en datos sensoriales, sino que también es el lugar donde se realiza la interpretación de dichos datos.
Su siguiente y avasalladora observación fue que el punto de encaje se desplaza de su posición habitual, de una manera muy natural, durante el sueño. Descubrieron que cuanto mayor es este desplazamiento, más extraños son los sueños que lo acompañan. Aquellos chamanes pasaron de estas observaciones realizadas como videntes, a la acción pragmática de desplazar voluntariamente el punto de encaje. "El arte de ensoñar" es el nombre que le dieron al resultado de estas prácticas.

Definieron el arte de ensoñar como la utilización pragmática de los sueños ordinarios para crear una entrada a otros mundos, por medio del desplazamiento voluntario del punto de encaje y el acto de mantenerlo fijo en la nueva posición, también a través de un acto voluntario. Las observaciones de aquellos chamanes, al practicar el arte de ensoñar, eran una mezcla de raciocinios y de ver energía directamente tal como fluye en el universo. Se dieron cuenta de que en su posición habitual, el punto de encaje es el lugar donde converge una minúscula porción de los campos energéticos que forman el universo; pero si el punto de encaje cambia de posición dentro de la esfera luminosa, otra porción mínima de campos energéticos converge en él. El resultado es una nueva afluencia de datos sensoriales: campos de energía diferentes de los habituales son convertidos en datos sensoriales, y estos diferentes campos energéticos son interpretados como un mundo distinto.
El arte de ensoñar se convirtió en la práctica más absorbente de aquellos chamanes. En el curso de esta práctica, experimentaron estados de destreza, valor y bienestar físico sin igual. Al tratar de trasladar estos estados a sus horas de vigilia, descubrieron que podían repetirlos si ejecutaban ciertos movimientos corporales. Sus esfuerzos culminaron con el descubrimiento y desarrollo de un gran número de movimientos a los que llamaron pases mágicos.
Los pases mágicos de aquellos brujos del México antiguo se convirtieron en su posesión más preciada. Los rodearon de rituales y de misterio, y los transmitían únicamente a sus iniciados, envueltos en el más absoluto secreto. Ésta fue la manera en que don Juan Matus se los transmitió a su discípulo, quien, al ser el último eslabon de su linaje, llego a la conclusión de que su interés era hacer el mundo de don Juan accesible a quienes quisieran conocerlo. Por lo tanto, decidio rescatar los pases mágicos de su estado secreto y ritual.

Ir a la pagina siguiente
Volver a la página anterior

Volver a la página principal

Las enseñanzas de don Juan.

Introducción al chamanismo.

"No es cierto, como algunos piensan, que uno deba emular a Carlos Castaneda e ir a formularle preguntas al gurú año tras año, indefinidamente. En realidad, este tipo de aprendizaje es más propio del sacerdocio tribal que del chamanismo puro o clásico".
"Cuando una persona logra ponerse en contacto con los espíritus, ya no necesita ningún maestro en la realidad ordinaria, ya que los espíritus le facilitan las respuestas. Los auténticos maestros del chamán le instruyen dentro de la realidad no ordinaria. No existe ninguna autoridad superior".
Michael Harner

El Chamanismo es una tecnología de transformación de ámbito mundial, cuyo origen se remonta a la prehistoria de la humanidad, que utilizaba el acceso controlado a los estados de éxtasis de la conciencia para comunicarse con las plantas, los animales, los antepasados, los espíritus y los cuatro elementos. El chamán era sanador, guía espiritual, psicoterapeuta, mago, un ecologista espiritual que mantenía el equilibrio entre su tribu y la biorregión de ésta, para lo cual era agudamente sensible a "el espíritu del lugar".

Todo pueblo se polariza en alguna localidad determinada, que es el hogar o la patria.Diferentes lugares en la faz de la tierra tienen efluenciá vital diferente, vibración diferente, exhalación química diferente, polaridad diferente con estrellas diferentes: llamadlo como os guste, pero el espíritu del lugar es una gran realidad. Este sentido intuitivo del lugar es una forma embrionaria de geomancia, la ubicación de viviendas, lugares sagrados y cementerios en armonía con la topografía local y con sutiles energías de la tierra, que se volvió más formalizada al evolucionar las civilizaciones.

Para el chamán, el universo está dividido en tres mundos: el mundo subterráneo, el mundo intermedio y el mundo superior. A estos tres mundos se les conoce en varias culturas como “el árbol del mundo”. En el mundo subterráneo se encuentran los animales de poder y los espíritus de los muertos. En este mundo (representado por las raíces del árbol) el chamán se enfrenta a todo lo que atenta en contra de la salud del individuo. También, en el mundo subterráneo se encuentran sus guías espirituales y las almas pérdidas de sus pacientes. El mundo superior (representado por las ramas del árbol) es aquel en donde habitan los maestros espirituales, los ángeles, los dioses y los espíritus superiores. Los chamanes viajan al mundo superior para obtener conocimiento y sabiduría. El mundo intermedio (representado por el tronco del árbol) es aquel en el cual viven los seres humanos y constituye la realidad ordinaria. Los chamanes pueden viajar a este mundo para controlar el mal tiempo y conocer lo que esta pasando en otros sitios. Estos tres mundos están conectados a través de un eje. La visión de la realidad del chamán es una de carácter animista, en el sentido de que el mundo y la naturaleza se experimenta llena de vida, energía e inteligencia. Es por eso que el chamán considera posible conversar con los animales y las plantas, hacerse invisible y volar por los aires. En ese sentido, la realidad ordinaria es solo una de múltiples realidades que se manifiestan en el universo.

En la mayor parte de las culturas convertirse en chamán requiere un proceso que se caracteriza por períodos extensos de soledad y aislamiento. El futuro chamán tiene que enfrentarse a diferentes tipos de sacrificios, pruebas y aprendizaje. Grim ha identificado tres etapas principales: el llamado de los espíritus, la enfermedad o el abandono de las actividades sociales y el surgimiento del chamán. Para modificar el estado de conciencia existen muy diversas estrategias, la mayor parte de las cuales no incluyen necesariamente la utilización de sustancias psicoactivas. A medida que se adquiere experiencia es mas fácil realizar la entrada en ellos.Lo mismo que ocurre al practicar técnicas de relajación.

A lo largo de la propia jornada se producen cambios naturales en el estado de conciencia.Durante el período del sueño se dan modificaciones de distintas características en el nivel de conciencia y en los contenidos de la misma.Una de las hipótesis para explicarlos es que suponen la posibilidad de pasar desde la conciencia habitual a la del mundo de los sueños sin pasar por las fases relajantes del comienzo del dormir.
El chamán utiliza una gran variedad de rituales para alterar su conciencia y lograr un estado de trance. A continuación se describen algunos de ellos:

1. Condiciones de altas temperaturas:
Los nativos americanos utilizan un ritual de sanación conocido como “sweat lodge”. Este ritual requiere un lugar cerrado en el cual se ponen piedras que han sido calentadas por horas. Las personas se sientan en el centro y experimentan el calor intenso generado por las rocas. Estas altas temperaturas producen cambios fisiológicos que alteran el ritmo cardíaco, producen náuseas y mareos.

2. De privación física y sensorial:
Antes de realizar algún tipo de trabajo el chamán puede ayunar o dejar de dormir por varias noches. En algunas culturas el chamán se abstiene sexualmente por un tiempo determinado cuando va a realizar algún ritual importante. También, para facilitar la deprivación sensorial la mayor parte del trabajo chamánico se hace en la obscuridad o con los ojos cerrados.

3. Uso de plantas sagradas:
Las plantas que causan visiones y alucinaciones tienen un rol importante en el chamanismo que se practica en diferentes partes del mundo. El chamán las utiliza como una manera de facilitar el acceso al mundo espiritual a través de la experiencia del trance. Sin embargo, es necesario aclarar que las plantas no son esenciales para el trabajo chámanico. Debido a que las drogas que producen estas plantas se utilizan con un propósito espiritual se consideran sagradas. Algunas de las plantas que se utilizan son peyote, ayahuasca, datura y el cactus de San Pedro.

4. Estímulos auditivos:
El chamán utiliza el sonido del tambor, las maracas y otros instrumentos de percusión como una manera de alterar su consciencia y tener contacto con otras dimensiones. Jilek (1974) encontró que el sonido de tambor produce frecuencias características de las ondas thetas, las cuales están asociadas con los estados de sueño, hipnosis y trance.

El chamán tiene "canciones de poder" que usa como una forma de ponerse en sintonía con el mundo espiritual y protegerse de malas influencias. Cada chamán tiene sus canciones de poder que recibe de sus guías espirituales. Usualmente, el chamán mientras canta, ejecuta una danza con el objetivo de facilitar el acceso al mundo espiritual.

La iniciación chamánica es un proceso complejo y doloroso en donde muchas veces la salud mental y física del individuo está en juego. Es un período en donde la persona interactúa con el mundo de los espíritus con el objetivo de aprender sobre la naturaleza de las enfermedades y las formas de curarlas. En algunas ocasiones la iniciación envuelve también retirarse a un lugar apartado y solitario en donde se tienen visiones producidas por alucinógenos. El futuro chamán experimenta visiones espirituales que le permiten transformar su personalidad y adquirir poderes que facilitarán su trabajo como sanador.

Una temática predominante en la iniciación chamánica es la muerte y el renacimiento. El chamán tiene visiones en donde percibe su cuerpo desmembrado o se percibe como un esqueleto. En estas visiones, el futuro chamán experimenta su muerte para luego resucitar como una persona transformada totalmente.

Otro tema común en la iniciación chamánica es el carácter sexual y erótico de la relación entre el chamán y su espíritu guía. Muchos chamanes se refieren a su espíritu de poder como su esposa/o espiritual y describen experiencias de tipo sexual con los mismos

En relación con el mundo actual se considera lo chamánico como algo conceptualmente difuso.

La actividad que caracteriza al chamán surge en su origen de un impulso no necesariamente reflexivo a la ayuda. Junto a ello, una progresiva experiencia acumulada le dará un sentido de la sabiduría y de los propios papeles a desarrollar. La propia vida y sus dificultades contribuyen a que el chamán no se dé excesiva importancia absoluta, aunque pueda tenerla de un modo relativo. Carece de importancia porque su fuerza enfrentada a la naturaleza es relativa y él lo sabe. Al mismo tiempo es capaz de conocer cosas que otros ignoran y cuya aplicación en tiempo de crisis puede ser muy necesaria.

Si afirmamos que el tamaño de un hombre puede medirse por el tamaño de las cosas que le encolerizan, el chamán es un gran hombre porque es capaz de confrontar a los espíritus, a las fuerzas de la naturaleza.
El conocimiento y la relación de ayuda le pueden permitir creerse un ser superior u orgulloso. Sin embargo, no darse importancia le permitirá actuar con más eficiencia e impecabilidad.

Los encuentros con la adversidad propia y ajena son un estímulo y educan su sensibilidad. Para Amber Wolfe curar es "curar-se". En este sentido, lo que podría ser la esencia del chamán, sanar, es entendido como la capacidad de hacer o facilitar que los otros se sanen. Se considera un "catalizador" (término utilizado en química para definir a la sustancia que facilita la producción de reacciones de transformación, y que sin su presencia serían más difíciles o lentas).

La confrontación con lo extremo y profundo, con la crisis, con el miedo y la muerte, con el tormento y el éxtasis son capaces de hacer del chamán un ser valiente y al mismo tiempo le ayudan a "perder la propia importancia". El narcisismo es un mal aliado de las personas de conocimiento. En la medida en que representa el no ser capaz de ver la realidad con los ojos y los sentimientos de los otros. El sentido del humor es a veces un buen termómetro para ver si la persona está más allá de sí misma.

Bibliografía de Carlos Castaneda

Para leer a Carlos Castaneda


Related Posts with Thumbnails

Entradas recientes

ASHES AND SNOW
http://lh4.ggpht.com/_Wbrv4TZOFic/SZcqRLSIoCI/AAAAAAAABCA/7wGZN6NL01g/Ashes%20and%20Snow%20022.gif

Según Platón, el conocimiento es un subconjunto de lo que forma parte a la vez de la verdad y de la creencia.
Integral Philosopher Michel Bauwens "Vision"