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jueves, 18 de octubre de 2007

Espiral cuántica de energía.

El quantum es una energía que se define como la partícula más pequeña de la energía eléctrica o luminosa que pueda existir.
Albert Einstein.

Hoy en día la realidad cuántica ha llegado a sostener que la infinita variedad de objetos y formas visibles y no visibles que están a nuestro alrededor están conectados por infinitos y eternos campos quánticos, afirmando que todo en este universo es energía.

Estos campos de energía son un factor omnipresente en la vida humana, siendo estos la fuente original de toda la creación, como son la base de toda la existencia y la vida, del calor del sol, de la electricidad que utilizamos en aparatos electrónicos, de los combustibles y de toda esa energía que mantiene a los sistemas vivientes en movilidad.

Existe la creencia de un solo campo, llamado campo unificado, siendo esta la ultima realidad que yace en la naturaleza y, de toda la multiplicidad de la naturaleza que se une a este único campo, que todo lo abarca. Puesto que nosotros también integramos la naturaleza, debemos ser parte de ese campo unificado. Sin duda se trata de un profundo cambio de conciencia, merced a lo cual la mente capta una verdad nueva y profunda: que el ser humano no es sólo un paquete de carne y sangre localizado en el tiempo y el espacio, si no que también es un ser que influye y es influenciado por todos los procesos energéticos del planeta y de todo el universo.

La realidad cuántica ha desafiado los conceptos del sentido común y se ha sincronizado con el antiquísimo concepto de la energía sutil de las antiguas tradiciones como lo es el CHI de los chinos, el KI de los japoneses, el PRANA de los yoghis de la India, el KUNDALINI de los Lamas, el AKINAN de los mayas, el MANA de los hawaianos o el ASHE de los Yoruba, que hoy son reivindicados a través del estudio de la física cuántica.

La moderna física cuántica como las antiguas tradiciones, nos explica que las diferentes formas de estructuras materiales son formas de energía. Esto quedo comprobado por Einstein cuando postulo su famosa ecuación E=mc2, donde establece que la masa (materia) y la energía son formas duales de la misma sustancia universal.


Descubrir este plano cuántico de la naturaleza ha tenido sus aplicaciones prácticas: nos ha brindado los rayos X, los transistores y el láser, elementos que eran inconcebibles antes que la ciencia profundizara más en la trama de la creación. Hoy en día gracias a la realidad quántica tenemos acceso a tecnologías que indudablemente beneficiaran a la especie y al medio ambiente. Se ha demostrado la utilidad y funcionamiento de los cristales como excelentes transmisores cuánticos, pues demuestran ser muy precisos y exactos receptores de energía, los cuales actúan como transformadores y amplificadores muy potentes, de hecho, son utiliza dos en aparatos sofisticados de electrónica como satélites y naves espaciales.


La utilidad que se ha logrado en ciencia y tecnología es sorprendente, la realidad cuántica hoy nos abre la posibilidad de encontrar más y mejores opciones para la solución de las contrariedades que aquejan a la humanidad. Quizás, ahora el reto sea empalmar estos conocimientos con un enfoque espiritual, que lleve a la instauración de una conciencia colectiva, que pondere que todo es energía, la cual podemos manipular e intervenir, así como ser influenciados por ella o utilizarla para bien o para mal. Ya que emanamos de una misma sustancia universal, la cual debe ser entendida y respetada por todos y cada uno, ampliando así, una visión global que sea conciente de los males que hoy aquejan a toda la biosfera, para el sentido de aportar todos una sincera espiritualidad y una conciencia ecológica para poder seguir el camino de la evolución y la sustentabilidad, como seguir llenando de maravillas el planeta.

Fuentes:
Jair Omar R. Gómez.

Física cuántica y conciencia de la realidad.

Cuando miramos un árbol, decimos, "sus hojas son verdes": "mi verde". Es nuestra realidad cotidiana. Sin embargo, no somos conscientes de que el color que manifiesta el árbol es el que refleja, es el que "no quiere", el que "rechaza", pues sólo permite que penetre en su estructura celular el resto de colores del espectro visible, que es la banda de frecuencias que exige de la radiación solar para llevar a cabo la fotosíntesis. El color que muestra es sólo su autoafirmación de especie frente al ambiente que le rodea. Por tanto, ¿cuál es la realidad?, el verde que vemos o la fracción de frecuencias representadas por el resto de radiaciones del espectro que permiten al árbol seguir viviendo?.

Actualmente, los físicos se preguntan si el mundo que llamamos real es algo concreto, tal como se nos presenta, o por el contrario es la percepción holográfica de una gran cohorte de partículas elementales que se ordenan ante la inferencia humana. Si no se obtiene una percepción directa de la realidad, ¿existe tal realidad?, y especialmente, ¿si cuando dejamos de percibirla (olerla, saborearla, tocarla, mirarla, ponderarla, evaluarla, etc.), queda sólo como una sensación inconcreta que se desdibuja en el tiempo?. Por ello, las preguntas que se deben hacer, por simple asociación, son:

1. No conozco, no tengo conciencia del fenómeno, ¿luego no existe?;

2. ¿Sólo existe cuando lo percibo?;

3. Lo que percibo, ¿es el mundo real?, o ¿sólo es "mi mundo real"?;

4. Mi mundo real, ¿es solamente "mi presente"?;

5. En cada instante de mi presente, ¿se encuentra la profundidad de la eternidad?;

6.¿Puedo inmovilizar e intemporalizar ese "mi instante"?, y si es así,

7. ¿Puedo tomar conciencia de la eternidad?.

Aparentemente, son preguntas cuyas respuestas parecen ser altamente complejas. En los años 30 del siglo pasado, Einstein, Rosen y Podolsky, afrontan este problema escribiendo:" No cabe esperar ninguna definición mínimamente razonable de la realidad que nos rodea". El rol de la conciencia del observador en la creación de la realidad cuántica, se presenta como uno de los grandes retos de la física actual, ya que este observador al encontrarse aparentemente fuera del sistema cuántico que es abierto e impredecible, es incapaz de definir tal realidad y mucho menos, formularla, por lo que su interpretación no sólo no puede ser objetiva, sino que ni siquiera la alcanza el campo de la subjetividad.

Ante estos hechos, Capra, de la Univ. de California, propone una interpretación intuitiva, metafísica y mística de la esencia de la Naturaleza. Anteriormente y en la misma línea, Bohr, al exponer el constructor atómico y por ello ser nombrado caballero, elige como escudo de su blasón el esquema del yin y del yang, oriental. Schrödinger, tras sus investigaciones, acaba dando amplio crédito a la religión budista. La física de Newton ya nos permitía entrever la existencia de este problema, sin embargo, es la física cuántica la que nos puede dar algunas respuestas.

La ciencia, tal como se la define actualmente, propone un conocimiento crítico e intenta describir la realidad y explicarla mediante leyes que son proposiciones universales que establecen bajo qué condiciones se producirán ciertos hechos, permitiendo así la predicción de los fenómenos, a condición de estar despojados de sentimientos, sensaciones y emociones. La física, por un lado, nos acerca al conocimiento de los elementos materiales que constituyen la Naturaleza próxima, y por otro, intenta investigar el origen del Universo y su evolución mediante modelos analíticos teóricos, y todo ello, recurriendo a la abstracta razón de la útil herramienta de las matemáticas. Los físicos se valen de la investigación en su vertiente fundamental o aplicada, dependiendo de si son teóricos o experimentadores. En cualquier caso, el objetivo último, tal vez utópico, es el de construir un modelo capaz de resolver todas y cada una de las cuestiones que se pueden plantear desde la relatividad general y la física cuántica, unificándolas en una sola teoría. En este momento, sin embargo, no parece posible un modelo físico-teórico que contenga a la vez, las fuerzas que interrelacionan la materia con la energía (electromagnetismo, gravedad, fuerza débil o de Fermi y fuerza nuclear) y las ondas y partículas elementales cuánticas.

La física cuántica establece que las partículas elementales, constituyentes del átomo, no son elementos esencialmente reales dada su imprecisión existencial. Se pueden comportar como partículas en un momento dado y como ondas en el siguiente o en el anterior. Existen en un espacio y un tiempo que no reconoce el presente, saltan del pasado al futuro, y a la inversa. El presente material sólo es reconocido como una necesidad y una arbitrariedad de la observación humana. No obstante, contradictoriamente, las partículas elementales y las ondas exigen su derecho de ser el fundamento de la materia. Paradigma complejo y de difícil solución. La curiosidad estriba en que tanto la física relativista como la cuántica resuelven problemas siempre que no sea simultáneamente. Esta disyuntiva generó el Principio de Incertidumbre propuesto por Heisenberg, que expresa el que no hay ningún elemento que exista en un lugar y en un tiempo determinados. Por tanto, la velocidad y situación de una partícula elemental solamente se puede fijar en un instante dado (por el diagrama de Friedmann), pero nunca se sabrá que sucederá en el instante siguiente, y tampoco si actuará como tal partícula o como función de onda.

La física clásica la erigió Newton como respuesta al sentido común. La materia se puede evaluar, se precisa su posición y su comportamiento, se prevén los movimientos y velocidades, sus energías y sus resultados. Las ondas eran elementos de segundo orden en comparación con las partículas que por sí solas eran suficientes para conformar la materia. La física clásica no intuyó con la perspicacia necesaria, las posibilidades de las ondas actuando como partículas, al no conocer estos elementos subatómicos, a la vez extremadamente cercanos y lejanos, pero vinculados estrechamente a la vida de los átomos. No fue más allá del horizonte molecular.

La física cuántica teoriza sobre la constitución íntima de la "materia real" fundamentándola en dos partículas elementales: fermiones y bosones.

Los fermiones son las partículas que construyen la estructura de la materia, y se encuentran representados por los electrones, protones y neutrones. Son partículas que actúan con cierta independencia y autonomía. Los bosones son los vectores que transportan la esencia y la fuerza de la Naturaleza, facilitando la conjunción del Universo. Son partículas independientes que siempre interactúan entre sí, a veces sincrónicamente, pero que en ciertas condiciones pierden su individualidad. Esta paradoja de la interdependencia e individualidad de estas partículas fue enunciada por Einstein, Podolski y Rosen. Los bosones están constituidos por los gluones, gravitones y fotones, siempre con tendencia unívoca a la reunión dispersa.

La interrelación dinámica entre fermiones y bosones, la fundamenta, especialmente, el fotón, que al no tener carga, es su propia antipartícula. Pares de electrones y positrones pueden ser creados espontáneamente por fotones, y este proceso se puede invertir como consecuencia de su propia aniquilación. La antipartícula del electrón es el positrón. La colisión de un fotón con un electrón genera un brusco cambio en la dirección de este. El electrón absorbe al fotón. Luego, lo emite cambiando de nuevo su direcciσn.

Fermiones y bosones, son partículas elementales que sostienen y actúan en instantes indeterminados como funciones de onda.

Por causa de los bosones, los fermiones se mueven y se mantienen coherentes entre sí, aunque independientes, en el proceso de creación. Cuando los bosones se solapan por la afinidad generada por una información compartida resonante (concepto introducido por el autor) conllevan una determinada identidad, pero las probabilidades de existencia como tales partículas individuales, disminuyen, concretándose la materialización. A este proceso se le denomina caída de la función de onda. Esta primigenia afinidad puede hacer suponer la presencia de un inicial estado elemental de conciencia. La pérdida de la cualidad individual de los bosones, es la responsable directa de la aparición de un primer estadio de una estructura material consciente de su propia existencia.

La teoría cuántica sólo es posible expresarla en términos matemáticos y describe a la materia como una abstracción. En este sentido, la materia no ocupa ni un espacio puntual ni un tiempo determinado, se encuentra difundida y en un constante movimiento discontinuo, aleatorio e impredecible, en todo el Universo. Las partículas elementales no obedecen a leyes predeterminadas, por lo que para quien las observa en este estado inicial, resultan parecer la consecuencia de una situación caótica.

Primero Minkowski y luego su alumno Einstein, proponen los campos o planos de referencia inercial. Supongamos que un turista, que se encuentra en Sacrè Coeur, París, pregunta dónde se encuentra el edificio número 10, en la Place de Tête. Para un parisino domiciliado en esa zona le será muy fácil explicar, ya sea topológica o matemáticamente, lo que debe hacer el turista para llegar a esa exacta dirección. Sin embargo, a nadie se le ocurrirá preguntar por esa misma dirección si se encuentra a 1.000 kilómetros de altura. En todo caso preguntará dónde se encuentra Europa. Es decir, los hechos responden a determinados planos de referencia inercial. De aquí surge la relatividad, que en todo caso responde a la referencia asociada al propio observador. Es el mundo de las certezas, donde el movimiento es natural pues lo controlamos por el espacio recorrido, por el tipo de velocidad, el tiempo y la energía empleada. Sin embargo, para la teoría cuántica, no pueden existir planos de referencia, excepto los que devienen de un preciso instante dado. Es el mundo de lo impredecible, donde todo fluye, donde las partículas aparecen y desaparecen, sus movimientos son discontinuos y giran sin cesar en todas direcciones, a veces como tales partículas y a veces como funciones de onda. El espacio y el tiempo se difunden en el mundo de las partículas que circulan sin orden cronológico, se diluyen en campos de magnitudes de onda en su propio y aleatorio espacio y se complejifican en ocasiones, permitiendo la materialización, y en otros instantes invirtiendo el curso del tiempo. Las realidades cuánticas son estados potenciales.

Naturalmente, para un observador es más simple desenvolverse en el mundo de la física clásica; no podría hacerlo en el mundo cuántico, pues este observador necesita de hechos entendibles no desde la acronología. Sin embargo, los fermiones, y especialmente los electrones, sí. Es el denominado acontecimiento de reversibilidad temporal, en el que los sucesos ocurren de una manera tal, que permiten adoptar cualquier dirección en el espacio y en el tiempo. Es por esto por lo que el observador influye definitivamente en la creación de la materia, es el que le aporta conciencia a la realidad. Ello permite las dualidades onda-partícula, cuerpo-conciencia y mente-realidad, aspectos todos ellos, indisociables de la existencia. Es el observador el que crea la realidad del instante presente. Si este instante no es observado se puede generalizar diciendo que se difundirá, extinguiéndose en el tiempo. Por tanto, sólo es la conciencia del observador del suceso lo que le aporta realidad. Pero, ¿y si no se tiene conciencia de ese mismo suceso, existe en realidad?.

Las partículas elementales parecen estar aparentemente alejadas en el espacio-tiempo, pero en realidad, en un dominio subyacente, el dominio implícito cuántico, permite que se encuentren vinculadas entre sí. Según Bohm, este dominio se comporta como el patrón de interferencias de un holograma. En el dominio implícito de las frecuencias no existe el espacio, ni las distancias, y por ello, tal como dice Pribiam: "la separatividad es una ilusión construida en nuestro cerebro".

Es conocido el problema de "quién mató al gato" propuesto por Schrödinger. Pensó en quién mataría a un gato dentro de una jaula. Colocó comida en un lado y un tóxico mortal en el otro. Por delante puso un líquido radioactivo que desprendería una partícula que podría subir o bajar. Si esta partícula sube, se destapará la comida, pero si baja, destapará el veneno. Se trata de saber que le sucederá al gato. Según la ecuación del autor de este acertijo, nada físico puede decidir la suerte del gato. Al tratarse de una realidad cuántica se encuentra en un estado potencial. Vivo y muerto al mismo tiempo, en dos estados probables, solapados e interpuestos. Sólo la mirada del observador puede determinar el desenlace final.

La realidad cuántica es diferente según se perciba o no, según se observe o no.

Electrones que antes de la percepción del observador eran partículas u ondas indefinidas e impredecibles, se transforman, como consecuencia de esa misma observación, en partículas y ondas de carácter formal, mediante unos fotones invisibles que responden a la llamada del observador como consecuencia de su experimento. El gato vivirá o morirá, concretando uno de los dos estados latentes superpuestos en el momento de la observación. Dependiendo del instante de la observación, Schrödinger lo acariciará o lo enterrará.

A partir de aquí se plantea un gran problema. ¿Qué poder virtual tiene el observador sobre la creación de la realidad?. El conocimiento de los elementos que nos rodean, parece ser el eslabón entre el mundo cuántico y la realidad común. Es decir, la conciencia del observador es la que hace realidad lo observado. Por eso, Prigogine dice: "La realidad se nos revela sólo a través de una construcción activa en la que participamos" . La ciencia, tal como se definió anteriormente, no responde a estas características quedando corta en sus objetivos, ya que su campo de actuación no contempla a la conciencia.

De acuerdo con Louis de Broglie:

"En la dimensión espacio-temporal, todo lo que para cada uno de nosotros constituye el pasado, el presente y el futuro, se da en bloque... Cada observador, a medida que su tiempo va pasando, descubre nuevas porciones de espacio-tiempo que aparecen ante él como aspectos sucesivos del mundo material, aunque en realidad, el conjunto de sucesos que constituyen el espacio-tiempo, existe con prioridad a su conocimiento de ellos"

La reducción de la probabilidad y su conversión en realidad se encuentra asociada a la actividad y "actitud" de los bosones, por lo que pueden ser considerados como los antecedentes primarios de la conciencia (Martínez de la Fe, 1991).

La conciencia está en estado latente en la materia, por lo que no es algo extraño al mundo cuántico: las partículas elementales asocian los cambios en su medio a la interferencia del observador. Existe un diálogo inexplicable entre el hombre y la partícula. Tal vez sea este "... el secreto del Viejo", tal como dijo Einstein. La conciencia brota a partir de una relación de fotones virtuales coherentemente ordenados en el sistema cuántico del cerebro.

El observador se convierte de esta manera en el espejo de la realidad, que su conciencia debe conocer y asume la dualidad: onda-partícula, cuerpo-conciencia, mente-realidad, aspectos diferentes pero todos ellos integrados en la existencia. Desde la física cuántica se puede afirmar que la realidad no es más que un holograma constituido por partículas elementales ordenadas en nuestro cerebro.

De esta forma, el hombre cuántico se convierte en la gran paradoja de la física de las partículas cuánticas.


miércoles, 17 de octubre de 2007

¿Necesitamos una "realidad?

Creo que la mayoría de los educadores estaría de acuerdo en que una elevada prioridad en la educación es ayudar al individuo a adquirir el aprendizaje, la información y el crecimiento personal que lo capacitarán para enfrentarse más constructivamente con el "mundo real". A menudo, lo anterior constituye un tema propio de los discursos de graduación, en el que expresan las esperanzas o temores acerca de la forma en que los recién graduados se enfrentarán y manejarán al "mundo real". Es frecuentemente un tópico durante las horas finales de los grupos de encuentro intensivos, cuando los individuos que han aprendido mucho acerca de sí mismos y acerca de sus relaciones interpersonales, sienten una preocupación en lo que se refiere a la manera en que se comportarán cuando regresen a sus vidas "reales" en el exterior.


¿Qué es este "mundo real" del que estamos hablando? Esta es la cuestión que deseo explorar, y creo que la dirección en la que un pensamiento me ha conducido inexorablemente será mejor retratada presentando una serie de ejemplos personales y ordinarios.

Hace algunas semanas estaba sentado yo solo, ya avanzada la noche, en el balcón de una cabaña junto a la playa, al norte de California. Al estar ahí durante algunas horas, una brillante estrella en el horizonte ascendió a donde se podía ver con claridad. Un brillante planeta se movió con la misma majestuosa lentitud desde arriba de mí hacia un punto extremo a mi derecha. En su movimiento, eran acompañados por la Vía Láctea y todas las otras constelaciones. Obviamente yo era el centro del universo y los cielos giraban lentamente sobre mí. Fue una experiencia de humildad (cuan pequeño soy) y una experiencia edificante (qué maravilloso ser un punto tan central). Yo estaba viendo el mundo real.

Pero en otro rincón de mi mente sabía que yo y la Tierra debajo de mí, y la atmósfera que me rodeaba, se movían a una velocidad que quita el aliento —más rápido que un moderno jet— en la dirección a la que yo llamé el este, y sabía que las estrellas y los planetas estaban, en relación con la Tierra, comparativamente quietos. Aunque no podía ver lo anterior, sabía que éste era verdaderamente el mundo real, en vez de que lo fuera la percepción más obvia.
En algún otro nivel me daba cuenta de que yo era una infinitésima partícula sobre un insignificante planeta en una de las galaxias menores del universo —de las que hay millones, yo sabía que cada una de estas galaxias se movía a increíble velocidad, con frecuencia alejándose entre sí. ¿Era también esto la realidad? Me causaba confusión.

Pero por lo menos había una realidad de la que podría estar seguro —la pesada silla de madera en la que estaba sentado, la tierra sólida en que se apoyaba, el balcón, la pluma de acero inoxidable que tenía en mi mano. Esta era una realidad que no sólo podía ser vista, sino sentida y tocada. Estos objetos podían soportar el peso y la presión. Eran sólidos.

Pero no, yo sabía suficiente ciencia para desafiar todo esto. La silla está hecha de células que antes estuvieron vivas, complejas en su composición, que constan más de espacio que de materia. La Tierra es una masa fluida en lento movimiento, que se estremece muy frecuentemente al hundirse, quebrarse y reajustarse. La carretera sobre la que había estado manejando el día anterior había sido parte de uno de esos estremecimientos. Un día, en 1906, la tierra se estremeció un poquito y la carretera se agrietó, habiéndose movido el lado occidental de la grieta, a seis metros al norte de su continuación en el otro lado. ¡Tierra sólida de veras!

¿Y qué hay acerca de la alentadora dureza de mi pluma de metal? Me dicen que está compuesta de átomos invisibles que se mueven a gran velocidad. Cada átomo tiene un núcleo y en años recientes se han descubierto más y más partículas en esos núcleos, con características fantásticamente increíbles, moviéndose en trayectorias posiblemente casuales, probablemente ordenadas dentro de los grandes espacios internos de cada átomo. Está lejos de ser el firme y sólido objeto que tan claramente siento y sostengo. El "mundo real" parece estarse disolviendo.

Me alienta pero también me deja perplejo la afirmación del gran científico físico, sir James Jeans, que dice: "La corriente del pensamiento humano se dirige imparcialmente hacia una realidad no mecánica: el Universo empieza a parecer más un gran pensamiento que una gran máquina." Haz la prueba con tu amigo del vecindario, o con tu plomero, o tu corredor de acciones. Diles, "El mundo real es en verdad sólo un gran pensamiento." (¡Pensándolo un poco, el corredor de acciones podría creerlo!) De cualquier modo la concepción de un mundo real, obvia para cualquiera, se escurre con rapidez completamente fuera del alcance de mi puño.

Pero al menos en el mundo interpersonal conozco a mi familia y a mis amigos —lo cual es seguramente un conocimiento sólido en el que puedo actuar. Sólo se necesita la simple ocasión de un grupo de encuentro suavemente facilitado en el que se dé permiso para expresarse uno mismo, para descubrir cuan tambaleante es nuestro conocimiento interpersonal. Los individuos han descubierto en sus amigos más cercanos y en miembros de la familia, grandes esferas de sentimientos escondidos. Existen temores previamente desconocidos, sentimientos de inadecuación, iras y resentimientos suprimidos, extraños deseos y fantasías sexuales, ocultos estanques de esperanzas y sueños, de alegrías y temores, de impulsos creativos y de amores espontáneos. Esta realidad interpersonal parece también, tan insegura y tan llena de incógnitas, como cualquier otra de las que hemos considerado.

Así, el individuo se vuelve otra vez sobre sí mismo. "Por lo menos sé quién soy yo. Decido lo que quiero hacer y lo que hago. Eso es real." Pero, ¿lo es? El habla con el conductista que le dice "tú no eres más que la suma de estímulos que recibes y las respuestas condicionadas que emites. Todo lo demás es ilusión". Bueno, por fin tenemos una realidad. No soy nada más que un robot mecánico. Y, ¿es eso todo? ¿De dónde vienen mis sueños? Tal vez eso también pueda explicarse. Pienso entonces en Jean, la mujer que me dijo que su hermana gemela manejaba por la noche de regreso a su casa, por un camino conocido, cuando Jean se despertó con el pánico de la certeza. Telefoneó a la policía de caminos y les dijo: "ha habido un accidente en tal y tal carretera. Es un automóvil blanco con tal número de placas, y lo conduce una mujer sola". Hubo una pausa, y entonces el oficial dijo con voz confundida y ligeramente sospechosa, "pero, ¿cómo lo supo, señora?; hace sólo dos minutos que recibimos la noticia del accidente". ¿Qué hacemos con esa clase de realidad?

Ese pequeño episodio descubre toda una serie de pensamientos acerca de los mundos internos y las "realidades aparte". ¿Qué hacemos con la visión o sueño que Carl Jung tuvo a la edad de tres años —una gran caverna misteriosa subterránea, con toda la luz enfocada sobre un gran pilar de carne con algo como una cabeza en la punta, el cual se hallaba sentado sobre un trono real. Transcurrieron 50 años para que entendiera completamente esta experiencia; redescubrió esta misma visión en los rituales fálicos de las tribus primitivas. ¿Cómo le había llegado esa visión a la edad de tres años? ¿A qué mundo real pertenece este fenómeno?
Lean la historia de Robert Monroe, un obstinado hombre de negocios e ingeniero, quien después de algunas enigmáticas experiencias se encontró una noche flotando en el techo de su cuarto mirando su propio cuerpo y el de su esposa. Los relatos de su terror y de su creciente disponibilidad para emprender viajes fuera de su cuerpo son ciertamente asombrosos, y con frecuencia muy convincentes. No se puede evitar plantear la pregunta: "¿Qué «realidad» puede abarcar tales experiencias, así como las experiencias «reales» que conozco?"

¿Qué hay de Don Juan, el perenne indio yaqui, quien abrió mundos completamente nuevos al empecinadamente escéptico antropólogo Carlos Castañeda? Mundos de eventos mágicos, de vuelos a través del aire, de un diálogo con un coyote, de una realidad no ordinaria, en donde la muerte no es diferente de la vida, donde el hombre de ciencia tiene un espíritu aliado, donde se tiene la experiencia de lo imposible. ¿Dices que son desatinos? Sus propias experiencias fueron suficientes para forzar a Castañeda a reconocer que existían otras realidades completamente ajenas al pensamiento de la mente científica moderna.

Pienso en John Lilly, un científico entrenado en el Tecnológico de California, quien estudió neuroanatomía, medicina y psiquiatría, y tal vez sea mejor conocido por sus 12 años de trabajo con delfines, tratando de comunicarse con estos animales a los que cree, por lo menos, tan inteligentes como el humano. Trazar su camino desde el científico que sólo creía en modelos mecánicos de la realidad, hasta su punto de vista actual de los diversos niveles de alteración de conciencia que ha alcanzado, es sorprendente. A lo largo de la vida, él se ha llegado a convencer de que los delfines leen sus pensamientos. Son fenomenales sus experiencias en el tanque de privación sensorial, flotando en agua tibia en un tanque cerrado, con una estimulación absolutamente mínima de visión, sonido, tacto o gusto. Se descubre que el mundo interno sin ningún estímulo externo es increíblemente rico, algunas veces atemorizante y con frecuencia grotesco. Al tratar de entender este mundo interior, experimenta con LSD, obteniendo resultados tanto iluminadores como aterradores. Pasa entonces a la meditación, la transmisión espontánea del pensamiento y a estados de conciencia cada vez más elevados en los que él, al igual que muchos otros antes de él, que eran llamados místicos, tiene la experiencia del Universo como una unidad basada en el amor. ¡Qué distante de su entrenamiento en el Tecnológico de California! Estos y otros relatos no pueden simplemente descartarse con desprecio o ridiculización. Los testigos son demasiado honestos, todas sus experiencias demasiado reales. Ellos indican que parece existir un universo vasto y misterioso —tal vez una realidad interior, tal vez un mundo del espíritu del que formamos parte sin saberlo. Dicho universo propina un aplastante golpe final a nuestra cómoda creencia de que "todos nosotros sabemos lo que es el mundo real".

Permítaseme ver si puedo especificar en dónde estamos situados en relación con un objetivo mundo de la realidad. Evidentemente, no existe en los objetos que podemos ver, sentir y sujetar; no existe en la tecnología que tanto admiramos; no se encuentra en la sólida Tierra o en las centelleantes estrellas; no descansa en el firme conocimiento de los que nos rodean; no se encuentra en las organizaciones o costumbres rituales de una sola cultura, ni siquiera está en nuestros propios mundos personales.

Debe de tomar en cuenta misteriosas "realidades aparte" actualmente insondables, increíblemente diferentes de un mundo objetivo.

De modo que concluyo que hemos llegado a una nueva —y para muchos aterradora— realización. Es esta: La única realidad que es posible que yo conozca, es el mundo y el universo como yo los percibo y los experimento en cierto momento. De la misma manera, la única realidad que puede conocer el lector, es el mundo y el universo como los experimente en determinado momento. Y la única certeza es que esas realidades percibidas son diferentes. ¡Hay tantos "mundos reales" como personas!

Carl Jung ha formulado una idea un tanto similar, en lenguaje sumamente poético. "Ahora supe... que el hombre es indispensable para la terminación de la Creación; que, de hecho, él mismo es el segundo creador del mundo, quien por sí solo ha dado al mundo su existencia objetiva —sin la cual, sin ser oído, sin ser visto, comiendo silenciosamente, dando a luz, muriendo, cabezas asintiendo a lo largo de cientos de millones de años, hubiera continuado en la más profunda noche del no ser hasta su desconocido fin. La conciencia humana creó la existencia objetiva y el significado, y el hombre en contró su indispensable lugar en el gran proceso del ser."

En lo que yo he dicho he ido aún más lejos que Jung. No es sólo que la conciencia humana ha creado el mundo objetivo. Es que cada conciencia humana, cada persona, crea su propio mundo de "existencia objetiva y significado". De aquí que el hecho sea más aterrador de lo que Jung vislumbró. El que haya tantos mundos reales como personas, produce un dilema de lo más agobiante, un dilema nunca antes experimentado en la historia.

Desde tiempo inmemorial la tribu o la comunidad o la nación o la cultura han estado de acuerdo en cuanto a lo que constituye el mundo real. Para estar seguros, diferentes culturas o diferentes tribus pueden mantener visiones del mundo notablemente diferentes, pero había por lo menos un grupo grande relativamente unificado que tenía seguridad en su conocimiento del mundo y del Universo, y que sabían que esta percepción era verdadera. De modo que la comunidad veía con reprobación, condenaba, perseguía y hasta mataba a los que no estaban de acuerdo, a los que percibían la realidad en forma diferente. Copérnico, aun cuando guardó sus hallazgos en secreto durante muchos años, fue finalmente declarado hereje. Galileo estableció pruebas de los puntos de vista de Copérnico, pero a los 70 años fue forzado a retractarse de sus enseñanzas. Giordano Bruno fue quemado en la hoguera en 1600 por explicar en sus clases que había muchos planetas y mundos en nuestro universo.

Los individuos que se desviaban en su percepción de la realidad religiosa eran torturados y muertos. A un apasionado joven científico lo volvieron loco sus perseguidores porque formuló, la entonces absurda afirmación, que la fiebre puerperal, esa terrible plaga de las salas de maternidad, era trasmitida de una mujer a otra por gérmenes invisibles a través de las manos y los instrumentos de los doctores. Aberraciones obvias, hablando en términos de la realidad de su tiempo. En las colonias americanas, aquellos que se sospechaba que tuvieran poderes psíquicos eran colgados o aplastados bajo grandes piedras por considerárseles brujos. La historia es una serie continua de ejemplos acerca de los espantosos precios pagados por los que percibían una realidad diferente del mundo real convencional. Aunque la sociedad ha llegado con frecuencia a estar de acuerdo con sus disidentes, como en los casos que he mencionado, no hay duda de que esta insistencia sobre un universo cierto y conocido forma parte de la argamasa que mantiene unida una cultura.

Hoy nos enfrentamos a una situación diferente. La facilidad y rapidez de la comunicación mundial significan que cada uno de nos otros descubre una docena de "realidades"; y aunque pensemos que algunas de ellas son absurdas, como la reencarnación; o peligrosas, como el comunismo, no podemos más que darnos cuenta de ellas. Ya no podemos existir en un capullo seguro, sabiendo que todos vemos el mundo en la misma forma.

Por esto quiero formular una cuestión muy seria. ¿Podemos hoy en día permitirnos el lujo de tener "una" realidad? ¿Podemos todavía conservar la creencia de que existe un "mundo real" con cuya definición estemos todos de acuerdo? Estoy convencido de que éste es un lujo que no podemos permitirnos, un mito que no nos atrevemos a mantener. Sólo una vez en la época actual se ha alcanzado esta quimera en forma completa y fructuosa. Millones de personas estuvimos de completo acuerdo en lo relativo a la naturaleza de la realidad sociocultural, propiciado por la magnética influencia de Hitler. Esta visión de la realidad casi marcó la destrucción de la cultura occidental. Yo no lo veo como algo que deba ser imitado.

Ha habido otro punto de unión en la cultura occidental durante este siglo. Ha sido ante realidad de valores en donde ha habido acuerdo; el evangelio estadounidense. Puede formularse muy brevemente: "Más es mejor, más grande es mejor, más rápido es mejor, y la tecnología moderna alcanzará estas tres metas eminentemente deseables." Pero ahora ese credo es un decadente fracaso en el que pocos creen. Se está disolviendo en el humo de la polución, el incremento de la sobrepoblación y la espada de Damocles de la bomba nuclear. Hemos logrado con tanto éxito dar "un golpe tan grande por un dólar", que estamos en peligro de destruir toda la vida que existe sobre este planeta.

Nuestros intentos, entonces, por vivir en el "mundo real" que todos perciben en la misma forma, en mi opinión, nos han conducido al borde de la propia aniquilación como especie. Quiero ser tan audaz como para sugerir una alternativa.

A mí me parece que el camino del futuro debe basar nuestras vidas y nuestra educación en la suposición de que hay tantas realidades como personas, y que nuestra mayor prioridad es aceptar esa hipótesis y desde ahí seguir hacia adelante. ¿Proseguir a dónde? Proseguir cada uno de nosotros, explorando con mente abierta, las muy diversas percepciones que existen de la realidad. Creo que enriqueceríamos nuestras propias vidas en el proceso. También nos volveríamos más capaces para manejar la realidad en la que nos desenvolvemos cada uno de nosotros, porque descubriríamos muchas opciones más. Bien podría ser una vida llena de perplejidad y elecciones difíciles, que exigiría una mayor madurez, pero sería una vida emocionante y arriesgada.

Sin embargo, sería factible formular la pregunta de si podríamos tener una comunidad o una sociedad basadas en esta hipótesis de las realidades múltiples. ¿Podría no ser más que una anarquía completamente individualista? Esa no es mi opinión. Supongamos que mi reluctante tolerancia acerca de la visión particular que el lector tenga del mundo se convirtiera en una plena aceptación de sí mismo y de su derecho para tener dicha visión. Supongamos que en lugar de descartar las "realidades" de los demás, como absurdas o peligrosas o heréticas o estúpidas, yo estuviera dispuesto a explorar y aprender acerca de estas realidades. Supongamos que usted estuviera dispuesto a hacer lo mismo. ¿Cuál sería el resultado social? Yo pienso que la comunidad se basaría no en un compromiso ciego con una causa, credo o visión de la realidad, sino en un compromiso común de unos con otros como personas legítimamente independientes, con realidades independientes. La natural tendencia humana a interesarse por otro ya no sería. "Me importas porque eres igual que yo", sino "Te aprecio y te valoro porque eres diferente a mí."

¿Les parece idealista? Claro que lo es. ¿Cómo puedo ser tan absolutamente ingenuo e "irreal" como para tener cualquier esperanza de que pudiera ser concebible el surgimiento del cambio así? Baso parcialmente mi esperanza de la historia mundial en el punto de vista tan hábilmente formulado por Charles Beard: "Cuando los cielos se oscurecen, las estrellas empiezan a brillar." De modo que así podríamos ver el surgimiento de líderes que se moverían, en esta nueva dirección.

Mi esperanza se basa más sólidamente en el punto de vista enunciado por Lancelot Whyte, el historiador de ideas, en el último libro que publicó antes de morir. Su teoría, sostenida por otros historiadores es que los grandes avances en la historia humana son previstos y, probablemente producidos, por medio de los cambios en el pensamiento inconsciente de miles y millones de individuos durante el periodo que precede al cambio. Luego, en un espacio de tiempo relativamente breve, una idea, una nueva perspectiva parece irrumpir en la escena mundial, y el cambio ocurre. El da el ejemplo de que antes de 1914 el patriotismo y el nacionalismo eran virtudes incuestionables; entonces empezó el tenue cuestionamiento inconsciente que edificó una tradición también inconsciente que cambió todo un patrón de pensamiento. Esto irrumpe a la luz entre 1955 y 1970. "Mi país correcto o equivocado" ya no es una creencia para normar la vida. Las guerras nacionalistas están fuera de época y carecen de apoyo; y aunque continúan, la opinión mundial se opone profundamente a ellas. Whyte señala que "¡en cualquier momento los niveles inconscientes aventajan a los conscientes en la tarea de unificar la emoción, el pensamiento y la acción!"

Para mí, esta línea de pensamiento es enteramente análoga. Yo he afirmado que el hombre es más sabio que su intelecto, que todo su organismo tiene una sabiduría e intencionalidad que va más allá de su pensamiento consciente —creo que esto se aplica al concepto que he estado presentando. Yo pienso que hombres y mujeres, individual y colectivamente, están rechazando interna y orgánicamente la visión de una sola realidad aprobada a nivel cultural. Creo que también se mueven inevitablemente hacia la aceptación de millones de percepciones de la realidad: independientes, desafiantes, emocionantes, informativas e individuales. Me parece que es posible que esta visión —como el descubrimiento simultáneo e independiente de los principios de la mecánica cuántica hecho por científicos en diferentes países— pueda empezar a existir efectivamente en muchas partes del mundo al mismo tiempo. Si fuera así, estaríamos viviendo en un universo totalmente nuevo, diferente de cualquier otro en la historia. ¿Es concebible que se produzca un cambio así?

Aquí está el reto para los educadores —probablemente la más insegura y atemorizada de las profesiones— abatidos por presiones públicas, limitados por las restricciones legislativas, esencialmente conservadores en sus reacciones. ¿Es posible que puedan abogar por una visión de realidades múltiples como la que he estado describiendo? ¿Pueden empezar a dar vida a los cambios en actitudes, conductas y valores que dicha visión del mundo exigiría? Ciertamente por sí solos no pueden, pero con el cambio subyacente en lo que Whyte llama "la tradición inconsciente", y con la ayuda de la nueva persona que vemos surgiendo en nuestra cultura, es concebible que pudieran tener éxito. No hago predicciones.

Yo concluiría entonces que si la sociedad sigue los mismos pasos de siempre con respecto a las visiones independientes debido a la velocidad de la comunicación mundial, tendrá que ejercer más y más coerción para producir un acuerdo forzado, en cuanto a lo que constituye el mundo real y sus valores. Esos acuerdos logrados por coerción variarán de nación a nación, de cultura a cultura. La limitación dentro de cada grupo destruirá la libertad individual; los choques entre las diversas visiones del mundo traerán nuestra propia destrucción total.

Pero he sugerido una posibilidad, si aceptamos como básico para toda la vida humana el hecho de que vivimos en realidades independientes; si podemos ver esas distintas realidades como el más promisorio recurso de aprendizaje que se ha tenido en toda la historia del mundo; si podemos vivir juntos para aprender unos de otros sin miedo, entonces vendría la alborada de una nueva era. Y tal vez —nada más tal vez— las profundas direcciones orgánicas de la humanidad están preparando el camino tan sólo para dicho cambio.

La realidad cuantica.

¿Que nos dice la física cuántica acerca de la naturaleza de la realidad?

¿Qué nos dice acerca de la naturaleza de la consciencia?

¿Es esto significativo para nuestra vida y como?


La película ¿Qué Rayos sabemos nosotros? Nos invita a esforzar nuestras mentes entorno a los sorprendentes descubrimientos de la física cuántica y considerar la posibilidad de que las cosas no son como aparentan ser. De hecho, según la física cuántica, las cosas ni siquiera son “cosas,” sino más bien posibilidades. Según el físico Amit Goswami, “Aun el mundo material alrededor nuestro – las sillas, las mesas, los cuartos, la alfombra, etc. – todos estos no son sino posibles movimientos de la conciencia.”¿Qué entendemos con esto?
“El que no se sienta golpeado al cruzarse por primera vez con la teoría cuántica, no puede haberla comprendido” dice el pionero en física quántica, Niels Bohr.
Antes de que podamos considerar las implicaciones de la mecánica cuántica, asegurémonos de que entendemos la teoría.

¿Qué es la Mecánica Cuántica?
La mecánica cuántica, el último desarrollo en la búsqueda científica para entender la naturaleza de realidad física, es una descripción matemática precisa del comportamiento de partículas fundamentales. Por 70 años ha prevalecido como descripción científica de la realidad física. Hasta ahora todas sus predicciones experimentales han sido confirmadas con asombrosos grados de exactitud.
Para apreciar por qué la mecánica cuántica continúa asombrando y confundiendo a los científicos, hay que entender un poco acerca del desarrollo histórico de las teorías físicas.
Teniendo en cuenta que esta breve reseña simplifica muchísimo su muy rica y vieja historia, podemos considerar que la física, como una ciencia nació cuando Isaac Newton y otros descubrieron que las matemáticas podían describir el mundo observado de manera exacta. La visión Newtoniana de la física se conoce hoy como física clásica; en esencia, la física clásica es un formalismo matemático del sentido común. Hace cuatro suposiciones básicas acerca de la trama de la realidad que corresponde en cierta medida a la forma en que el mundo aparece ante nuestros sentidos. Estas suposiciones son: la realidad, la localidad, la causalidad, y la continuidad.
La realidad se refiere a la suposición de que el mundo físico es objetivamente real. Es decir, el mundo existe independientemente de que alguien lo esté observando, y se vuelve evidente que el espacio y el tiempo existen en una forma fija, absoluta. La localidad se refiere a la idea de que la única forma que los objetos pueden ser influenciados es a través del contacto directo. En otras palabras, la acción no mediada en una distancia es prohibida. La causalidad da por supuesto que la línea de tiempo apunta sólo en una dirección, estableciendo así que la secuencia de causa y efecto sólo puede darse en ese orden. La continuidad da por supuesto que no hay saltos discontinuos en la naturaleza, y que el espacio y tiempo son parejos, es decir, no presentan alteraciones.
La física clásica se desarrolló rápidamente con estas suposiciones, y las formas clásicas referentes al mundo son todavía suficientes para explicar segmentos grandes del mundo observable, incluyendo la química, la biología, y las neurociencias. La física clásica funciona para la mayor parte de las cosas a escala humana. Es el sentido común.

LA CIENCIA EXTRAÑA
Pero no describe el comportamiento de todos los resultados observables, en particular la forma en que funciona la luz – y, en general, el electromagnetismo. Dependiendo de cómo se la mida, la luz puede exhibir propiedades de partículas o de ondas. Las partículas son como bolas de billar. Son objetos separados con posiciones específicas en el espacio, y son duros en el sentido que si son arrojados contra otro con gran fuerza, tienden a aniquilarse uno al otro acompañados por un deslumbrante despliegue de energía.
En contraste, las ondas son como ondulaciones en agua. No están localizadas pero se expanden, y son suaves y pueden interactuar sin destruirse la una a la otra. Las características del tipo onda dieron lugar a la idea de superposición cuántica, que significa que el objeto es una combinación de todos los estados posibles. Esta condición combinada e indeterminada difiere radicalmente de la de los objetos con los que estamos familiarizados. Los objetos cotidianos existen sólo en estados definidos. Los estados combinados pueden incluir a muchos objetos, que coexisten, todos juntos entremezclados.
¿Cómo es posible que la trama de la realidad sean ambas, ondas y partículas al mismo tiempo? En las primeras décadas del siglo veinte, una teoría nueva, Mecánica Cuántica, fue desarrollada para explicar la naturaleza onda-partícula de la luz y de la materia. Esta teoría no era solo aplicable a la descripción de la naturaleza de la realidad física en si. La Teoría de la Relatividad de Einstein también alteró la visión Newtoniana de la trama de la realidad, mostrando que los conceptos de masa, energía, espacio, y tiempo son relativos. La relatividad no es solo aplicable al campo cosmológico o a los objetos que se desplazan a velocidades próximas a la de la luz, sino también a la estructura básica de la trama de la realidad. Resumiendo, la física moderna nos dice que el mundo del sentido común solo revela una porción especial y limitada de una trama de la realidad mucho mas grande y extraña.
Supuestos Cuánticos Básicas
Coexistencia Onda-Partícula
Los electrones pueden comportarse como partículas y como ondas a la vez. Como las ondas, los electrones no tienen posición precisa sino que existen como “campos de probabilidad.” Como partículas, el campo de probabilidad colapsa formando un objeto sólido dentro de un tiempo y espacio en particular. Los electrones en tanto no sean medidos ni observados se comportan de una manera diferente que los observados. Cuando no son observados, los electrones son ondas. Cuando son observados, se convierten en partículas. El mundo esta, en ultimo termino, construido por partículas elementales que presentan este curioso comportamiento.
? ¿Quién o qué es el observador que determina lo posición de la partícula?
¿Existe un observador esencial?
¿Podemos ser conscientes de ese observador?
¿Qué vería usted si mirara a través de los ojos del observador esencial?
EL PRINCIPIO DE INCERTIDUMBRE HEISENBERG
En la física clásica, todo los atributos de un objeto son en principio accesibles a la medición. Esto no es así en la física cuántica. Pueden medirse con precisión las propiedades de un solo electrón, pero no sin producir imprecisión en algún otro atributo cuántico. Las propiedades cuánticas siempre aparecen en “pares conjugados ”. Cuando dos propiedades tienen esta relación especial, es imposible conocer, con plena precisión, sobre ambas a la vez. El Principio de Incertidumbre de Heisenberg, también conocido como de Indeterminabilidad, dice que si se mide con exactitud la posición de una partícula, se debe sacrificar el conocimiento preciso de su momentum, y viceversa.
? ¿Cómo estamos afectados por las observaciones de otros?
¿Afecta cada observador el mundo en la misma forma?
¿Qué causa las diferencias?
EL TEOREMA DE BELL Y LA NO-LOCABILIDAD
“la realidad local” es la realidad que se rige por las leyes de la física clásica. En una realidad local, las influencias no pueden viajar más rápido que la velocidad de luz. En 1964, el físico John Stewart Bell demostró que cualquier modelo de la realidad compatible con la teoría cuántica debe ser no-local. Para que la física cuántica funcione, la información debe viajar no sólo más rápido que la luz, sino en forma instantáneamente. La no-locabilidad sugiere que todo en el universo está conectado por información que puede aparecer en cualquier otra parte instantáneamente.

? ¿Si todo en el universo puede comunicarse instantáneamente con todo lo demás,
qué establece cuál información recibimos?
¿Cuáles son las implicaciones de la no-locabilidad en cuanto a la forma
en que conocemos el mundo?
¿Cómo cambiaría esto nuestras vidas?
Las teorías nuevas sistemáticamente desafiaron todas las suposiciones de la física clásica:
La Realidad se desvaneció como la sonrisa del gato de Cheshire pues ahora sabemos que las propiedades fundamentales del mundo físico no son fijas; el mundo cambia de maneras sutiles según cómo queramos observarlo. Los objetos que encontramos en la vida cotidiana no siempre exhiben los efectos cuánticos obvios ya que la extrañeza del mundo microscópico es efectivamente alterada mediante las innumerables interacciones con el entorno. Ciertamente, las descripciones clásicas de la naturaleza son a menudo suficientes para los propósitos mundanos. Pero esas descripciones son una aproximación a un mundo cuántico más fundamental, dejando abierta la posibilidad de que algunos aspectos de la observación pueden persistir sutilmente aun dentro de los campos clásicos.
La Locabilidad fue reemplazada por la no-locabilidad, la idea de que los objetos están aparentemente separados pero, en realidad, presentan conexión instantánea a través del espacio-tiempo. Con la no-locabilidad, dejo de ser cierto que una acción a distancia, sin que medie algo o alguien, es imposible. De hecho, tales acciones no mediadas son ahora un requerimiento.
La Causalidad se disolvió, porque ahora sabemos que la dirección fija del tiempo es una ilusión persistente, una equivocación apoyada por las suposiciones clásicas de un tiempo y espacio absolutos. Ahora sabemos que las secuencias de acontecimientos dependen de las perspectivas (técnicamente llamadas marco de referencia) de los observadores.
La Continuidad se desvaneció al saber que existen discontinuidades en la trama de la realidad. El espacio y el tiempo no son llanos ni continuos.

? ¿Cuándo y como se altero radicalmente su experiencia de la realidad?
¿Cómo le afectó la experiencia?
¿Cómo sería sentir la física cuántica por medio de los sentidos?
¿Cuáles son las implicaciones?
Práctica: Mire alrededor. Imagine que lo que usted ve es simplemente la punta del iceberg, una “especial y limitada porción de una mayor trama de la realidad.” Mire allí dónde no parece haber nada e imagínese que reboza de posibilidades. Mire allí dónde parece haber algo e imagínese que aquello que da la apariencia de ser sólido es, en gran parte espacio. Sienta sus manos. Imagínelas en el nivel cuántico, partículas/ondas que con ímpetu existen y dejan de existir. Considere cómo nuestras manos se comunican en lenguaje cuántico con el resto del universo. ¿Qué nota usted?
¿Esto Qué significa?
¿Qué significa la frase “nosotros sabemos “? Significa que se hicieron predicciones teóricas basadas en modelos matemáticos y que se las demostró repetidas veces mediante experimentos. Si el universo se comporta según las teorías, entonces estaría justificado que creamos que el sentido común es, por cierto, una perspectiva limitada de un universo mucho más grandioso.
El retrato de la realidad que pintaran la relatividad y la mecánica cuántica está hasta ahora tan lejos del sentido común, que plantea problemas de interpretación. La matemática de las teorías es precisa y las predicciones funcionan fantásticamente bien. Pero traducir las matemáticas a términos humanos, en particular la mecánica cuántica, sigue siendo extremadamente difícil.
Las asombrosas implicaciones de la mecánica cuántica dejaron perplejos y estupefactos a los científicos que las desarrollaban. Muchos físicos, hoy en día, creen que una explicación apropiada de la realidad a la luz de la mecánica cuántica y de la confiabilidad requiere la revisiones de uno o mas de los supuestos del sentido común: La realidad, la locabilidad, la causalidad y la continuidad.
Dada la constante confusión en la interpretación de la mecánica cuántica, algunos físicos se niegan a aceptar la idea de que la realidad pueda ser tan desconcertante, plena de circunvoluciones, o improbable – en comparación con el sentido común. Y es así es que siguen creyendo, como hizo Einstein, que la mecánica cuántica debe estar incompleta y que una vez “arreglada” se vera que las suposiciones clásicas son correctas después de todo, y entonces toda la rareza cuántica se esfumara. Fuera de los físicos cuánticos, hay algunos científicos y ocasionales filósofos que se enfocan en cosas así, pero la mayor parte de nosotros no dedica mucho tiempo a pensar en la mecánica cuántica para nada. Si lo hacemos, asumimos que no tiene relevancia para nuestros intereses particulares. Esto tiene sentido y en la mayoría de los casos perfectamente aceptable para propósitos prácticos. Pero cuando se trata de entender la naturaleza de la realidad, es útil recordar que la mecánica cuántica describe los bloques constructivos fundamentales de la naturaleza, y que el mundo clásico también está compuesto por ellos, los observemos o no.
Las interpretaciones de la mecánica cuántica difieren principalmente en cuál de las suposiciones del sentido común puede ser abandonada con comodidad. Algunas de las interpretaciones más conocidas de la mecánica cuántica incluyen la Interpretación de Copenhague, la Totalidad, Multiples Mundos, Neorrealismo, y, la propuesta por la película “¿Qué rayos sabemos?, la Consciencia Crea la Realidad.
La Interpretación de Copenhague – ésta es la interpretación ortodoxa de la mecánica cuántica, promovida por el físico danés Niels Bohr (de ahí la referencia a Copenhague, donde se encuentra el instituto Bohr). En una forma muy simplificada, afirma que no existe una realidad posible de ser conocida. En un sentido, esta interpretación puede ser como una aproximación del tipo “no pregunte – no diga “que permite el uso de la mecánica cuántica sin tener que preocuparse por lo que significa. Según Bohr, no significa nada, al menos no en los términos humanos comunes.
La Totalidad – el protegido de Einstein David Bohm mantuvo que la mecánica cuántica revela que la realidad es un completo indivisible en el cual todo está conectado en una forma profunda, trascendiendo los límites ordinarios del espacio y el tiempo.
Múltiples Mundos – el físico Hugh Everett propuso que al efectuar una medición cuántica, todo posible resultado se hace realidad. Pero en el proceso de realización, el universo se dividirá en tantas versiones de sí mismo como sea necesario para acomodar todos los posibles resultados. Luego cada uno de los universos resultantes es de hecho un universo separado. Algunas escenas en la película ¿Qué Rayos sabemos...? parten de estas ideas.
Lógica Cuántica – Esta interpretación dice que posiblemente la mecánica cuántica nos deja perplejos debido a nuestros presupuestos respecto al detalle lógico del sentido común dentro del plano cuántico. El matemático John Von Neumann desarrolló una “lógica en ondas”que explicaría algunos de los acertijos de la teoría cuántica sin abandonar completamente los conceptos clásicos. Los conceptos dentro de la lógica cuántica han sido objeto de estudios por parte de los filósofos.
Neo- Realismo – Esta fue la posición adoptada por Einstein, quien se rehusó a aceptar cualquier interpretación, incluyendo la Interpretación de Copenhague, que afirmaba que la realidad del sentido común no existe. Los neorrealistas proponen que la realidad consiste de objetos familiares a la física clásica, y así las paradojas de la mecánica cuántica revelan la presencia de fallas en la teoría. Esta visión es también conocida como la interpretación de “la variable oculta” de la mecánica cuántica, que pretende que una vez descubiertos todos los factores que faltan, las paradojas desaparecerán.
La Consciencia Crea la Realidad – Esta interpretación lleva al extremo la idea de que el acto de medición, o posiblemente la conciencia humana, esta ligada con la formación de la realidad. Esto confiere al acto de observación el privilegiado rol especial de hacer colapsar lo posible hacia lo real. Muchos físicos tradicionales consideran a esta interpretación casi como un iluso deseo de la Nueva Era, pero no todos. Algunos físicos han adoptado esta visión y desarrollado variaciones descriptivas de la teoría cuántica que, de hecho, dan lugar a estas ideas.
? ¿Qué interpretación le resulta mas atractiva?
¿Cómo usted lo explicaría en detalle?
¿Ve usted otra interpretación posible?
¿Cuáles son las implicaciones de cada una de estas interpretaciones en el mundo?
¿Cómo afectaría cada una de estas interpretaciones su vida?
¿Cuál es su base para decidir qué interpretación adopta?
Debemos señalar que por ahora nadie tiene una plena comprensión de la mecánica cuántica. De modo que no hay autoridad clara que determine cuál interpretación es la más precisa.
LAS PRUEBAS EXPERIMENTALES DEL ENCUENTRO MENTE-MATERIA
Una aproximación que aporta un cierto grado de ventaja, al decidir que realidad cuántica podría estar más cercana para la verdad, consiste en considerar los informes de las frecuentes anomalías que no pueden ser explicadas mediante la física clásica pero que bien podrían serlo por medio de la física cuántica. En particular, a lo largo de la historia y en todas las culturas se han registrado informes de experiencias místicas y psíquicas. Desde el siglo diecinueve se han llevado a cabo en los laboratorios experimentos que intentan demostrar los efectos psíquicos. Estos esfuerzos continúan, incluso en el Laboratorio de Investigación de la Consciencia IONS.
La evidencia cada vez mayor aportada por la parasicología sugiere que algunos fenómenos psíquicos si existen. Muchos científicos suponen que tal investigación consiste en la caza de fantasmas realizadas por “investigadores de lo paranormales” de dudosa credencial, tal como los medios acostumbran a presentar la parasicología. En realidad existe un largo y distinguido historial de científicos académicos que seriamente han investigado estos fenómenos y publicado sus resultados. Cuando este conjunto de datos es evaluado sin prejuicios, hay una prueba fuerte de que podemos obtener información sin el uso de los sentidos comunes, información no limitada por las restricciones usuales del espacio y el tiempo. La evidencia sigue siendo controversial porque estos efectos son imposibles bajo las reglas de lo física clásica. Pero la flexibilidad del espacio-tiempo, la no-locabilidad, y las conexiones no-causales descritas por la física cuántica dan cabida a tales fenómenos.
Referencia: Para mayor información acerca del desarrollo de la intuición ir a: www.awakening-intuition.com y www.psiarcade.com Para ver una entrevista con Francis Vaughan, autor de Awkening Intuition ver: www.intuition.org/idxtran.htm
Por lo tanto, la parasicología aporta una nueva perspectiva para la interpretación de las diversas realidades cuánticas. La interpretación de “La Totalidad” de Bohm, en la que todo está finalmente interconectado con todo lo demás, parece especialmente compatible con los fenómenos psíquicos. Imagínese que tal como propone Bohm, a cierto nivel profundo de la realidad, nuestros cerebros están en íntima comunión con el universo entero.
Si esto fuera cierto, ¿cuál seria la sensación a nivel de la experiencia? Puede que en ocasiones usted obtenga un atisbo de la información de las mentes de otras personas, u objetos distantes, acerca del futuro o del pasado. Esta información estaría a su disposición, no a través de los sentidos comunes ni porque las señales de otras mentes u objetos viajaron de algún modo a su cerebro, sino debido a que su cerebro ya coexistente con ellos, así como con todo lo demás. Para navegar en este espacio psíquico, tendría que enfocar su atención hacia dentro en vez de hacia afuera. Esta propuesta esta apoyada por la practica del enfoque intencional, tal como se desarrolla en la práctica de la meditación, que por mucho tiempo se asoció con el desarrollo de experiencias psíquicas y místicas espontáneas. Desde esta perspectiva las experiencias psíquicas pueden ser reinterpretadas no como poderes misteriosos de la mente sino como atisbos momentáneos de la totalidad cuántica, la trama de realidad misma.
El Instituto de Ciencias Noéticas estudia la relación entre la mente y el mundo cuántico. En uno de sus experimentos utiliza un sensible instrumento óptico para establecer si la intención mental interactúa directamente con las características de la onda / partícula de los fotones.
En otro utiliza un generador electrónico de números aleatorios basados en la dirección que toman los fotones al dar con un espejo semi-plateado; y así detecta si la mente puede influenciar “la decisión “ del fotón respecto a la ruta a seguir. Estos experimentos se han realizado durante medio siglo de investigación de muchos científicos del mundo que exploran el rol de la mente en el mundo físico. En conjunto este cuerpo de investigación sugiere que la mente si interactúa con la materia en menor grado, y hasta ahora no se ha desarrollado ningún modelo simple que explique con claridad cómo sucede esto. Bien puede que la respuesta se encuentre en una mejor comprensión de las realidades cuánticas.
Práctica: Con un amigo, cierre sus ojos y sentados relajadamente, enfoque su atención en un objeto hasta que su mente se ponga relativamente calmada. Con los ojos todavía cerrados, la persona A piensa en un acontecimiento o una imagen fuerte que pueda mantener en su pensamiento de forma vivida. La persona B simplemente presta atención a toda impresión o imagen que le venga a la mente y las anota. Luego la persona A elige otra imagen. Repita tres veces e intercambie papeles. Luego compruebe sus respuestas contra la imagen real. ¿Qué nota usted?
Ciencia y el Misticismo
¿Nos ayuda la mecánica cuántica a entender la conciencia? ¿Qué nos dice para comprender las dimensiones espirituales de nuestra experiencia? Al tratar estas cuestiones, debemos recordar que es posible crear confusión si mezclamos metáforas con matemáticas. Existen áreas claramente compartidas entre las experiencias místicas de unidad y lo que los físicos describen como el campo cuántico. Aún, así los líderes de la mecánica cuántica – incluso Niels Bohr, Werner Heisenberg, y Edwin Schrodinger – rechazaron la idea de que la física y el misticismo describían los mismos fenómenos. Según Max Planck, los esfuerzos para juntarlos han sido “fundados en un malentendido o, más precisamente, en haber confundido la imagen de la religión con los enunciados de la ciencia. No hay ni que decirlo, el resultado no tiene sentido en absoluto.”
Sin embargo, tiene sentido buscar una conciliación entre la ciencia y la espiritualidad. Como señalara Tom Huston en su comentario de ¿Qué Rayos sabemos...? para la revista What is Enlightenment? (www.wie.org/j27/what-the-bleep.asp):
“En nuestra edad postmoderna y científica, ¿cuál es la dirección más obvia para un alma que busca la Verdad (con V mayúscula) después de recorrer y dejar atrás la religión mítica tradicional? Hacia la ciencia, con seguridad, por su pretendida verdad universal y su certeza matemática de hasta diez decimales respecto a la lógica interna del espacio y del tiempo. Al respaldar la ciencia respalda nuestras creencias espirituales y les aporta un cierto grado de legitimidad, por mas tenue que sea la conexión. Además, parece que esas creencias se tornan más fáciles de defender frente a la autoridad científica – es decir, los escépticos y los científicos materialistas de nuestra era –El hecho de que uno sienta la necesidad de superar la duda de la cosmovisión científica del mundo materialista indica hasta que punto esta impregna todo y cuan inmersos estamos muchos de nosotros. “

? ¿Las teorías científicas cómo afectan nuestra visión del mundo?
¿Cómo trata usted al conocimiento que no puede ser probado científicamente?
¿Cómo sabe usted que algo es verdad?
No es necesario forzar una explicación científica de las percepciones intuitivas acerca de las conexiones intuitivas entre ciencia y espíritu. Podemos dejar que nuestras intuiciones y percepciones espirituales se instalen y sean evaluadas en sus propios términos, por su belleza y su poder de inspirar y evocar un sentimiento de profundo acuerdo entre nosotros y el mundo. Como el físico británico Sir Arthur Eddington lo expresara hace un siglo:
“En el sentido místico de la creación que nos rodea, en la expresión del arte, en el anhelo hacia Dios, el alma crece hacia arriba y encuentra la satisfacción de algo implantado en su naturaleza..... ...... La búsqueda de la ciencia (también) nace de un esfuerzo que la mente esta impelida a seguir, un cuestionamiento que no puede ser suprimido. Ya por la búsqueda intelectual de la ciencia o por la búsqueda místicas del espíritu, la luz hace señas y el propósito que brota adentro de nuestra naturaleza responde. “
La física cuántica, con sus sorprendentes revelaciones y sus extraños hallazgos ha logrado despertar al mundo de lo que William Blake llamó “el dormitar de Newton.” Ya no podemos ver al mundo que da la apariencia de ser real, local, coherente, y causal, y tener la plena convicción de que percibimos toda la realidad. Ni podemos decir que sabemos qué realidad percibimos. Hasta que nuevos secretos sean revelados, quizá todo lo que nosotros podemos decir es
“¿Qué rayos Sabemos Nosotros?”
? ¿Qué despierta en Ud. los descubrimientos de la física cuántica ?
¿Puede imaginar un mundo en el cual los objetos no tienen propiedades intrínsecas?
¿Qué proporción de la realidad existente cree usted que escapa a nuestra percepción?
¿Cómo cambiaría su vida al experimentara la realidad como un diálogo de final abierto?
Si el mundo es resultado de un juego del que participamos tanto nosotros
como la naturaleza, ¿Hasta que punto cree usted que la realidad es arbitraria?
La física cuántica es una física de posibilidades...
? ¿- Quién elige entre las posibilidades para darnos el evento real de la experiencia?
¿- Cómo piensa usted en términos de posibilidades?
¿- Cómo piensa usted sin tener objetos de pensamiento?
HACIÉNDOLO PERSONAL...
¿Puede pensar en alguna ocasión en su vida en la que su experiencia se haya extendida más allá del rango acostumbrado, revelando que su visión del mundo era, en cierto sentido, una ilusión?
Si las extrañas propiedades de la teoría cuántica sólo son observables a escala atómica, ¿en que medida cree que la teoría cuántica tiene importancia para su experiencia ordinaria?
Citas
La ontología del materialismo se apoyo en la ilusión de que, el tipo de existencia, la “realidad “directa del mundo que nos rodea podía ser extrapolada al plano atómico. Sin embargo, esta extrapolación es imposible. –Werner Heisenberg
Las unidades más pequeñas de materia no son, de hecho, objetos físicos en el sentido común de la palabra; son formas, estructuras o – en el sentido de Platón – Ideas, de las que uno solo puede expresarse sin ambigüedades con el lenguaje de las matemáticas. –Werner Heisenberg
Debemos recordar que lo que vemos no es la naturaleza misma, si no la naturaleza expuesta a nuestro método de observacion. –Werner Heisenberg
La observación juega un papel decisivo en el evento y. . . La realidad varía, según se la observe o no. –Werner Heisenberg
Por útil que sea bajo circunstancias normales decir que el mundo existe “allí afuera” independiente de nosotros, esa visión, ya es insostenible. –J A.. Wheeler
“Pienso que es seguro decir que nadie entiende la mecánica cuántica. Deje de repetirse, si puede evitarlo, la pregunta ¿pero cómo puede ser así?, ya que terminaría en un callejón sin salida del que nadie ha escapado aun. Nadie sabe cómo es que puede ser asi.”–Richard Feynman
LIBROS
 Davies, P. C. W. The Ghost in the Atom: A Discussion of the Mysteries of Quantum Physics. Cambridge University Press, 1986.

 Feynman, Richard. QED: The Strange Theory of Light and Matter. Princeton University Press, 1985.

 Greene, Brian. The Elegant Universe: Superstrings, Hidden Dimensions, and the Quest for the Ultimate Theory. Vintage, 2000.

 Hawking, Stephen. A Brief History of Time: The Updated and Expanded Tenth Anniversary Edition. Bantam, 1998.

 Heisenberg, Werner. Physics and Philosophy: The Revolution in Modern Science. Harper and Row, 1958.

 Heisenberg, Werner. Physics and Beyond: Encounters and Conversations. Harper and Row, 1971.

 Herbert, Nick. Quantum Reality: Beyond the New Physics. Anchor Books, 1987.

 McFarlane, Thomas. The Illusion of Materialism: How Quantum Physics Contradicts the Belief in an Objective World Existing Independent of Observation. Center Voice: The Newsletter of the Center for Sacred Sciences, Summer-Fall 1999.

 Zukav, Gary. The Dancing Wu Li Masters. Bantam Books, 1990.
( Danza de los Maestros del Wu Li )…. esta en los archivos del grupo,
puedes bajarlo
INTERNET
Heisenberg and Uncertainty: A Web Exhibit American Institute of Physics
www.aip.org/history/heisenberg/

Measurement in Quantum Mechanics: Frequently Asked Questions edited by Paul Budnik
www.mtnmath.com/faq/meas-qm.html

The Particle Adventure: An interactive tour of fundamental particles and forces
Lawrence Berkeley National Laboratory www.particleadventure.org

Discussions with Einstein on Epistemological Problems in Atomic Physics, Niels Bohr (1949) www.marxists.org/reference/subject/philosophy/works/dk/bohr.htm

The History of Quantum Theory, Werner Heisenberg (1958)
www.marxists.org/reference/subject/philosophy/works/ge/heisenb2.htm

The Copenhagen Interpretation of Quantum Theory, Werner Heisenberg (1958)
www.marxists.org/reference/subject/philosophy/works/ge/heisenb3.htm

The Illusion of Materialism by Thomas J. McFarlane
www.integralscience.org/materialism/materialism.html

ENLACES PARA LA INFORMACIÓN GENERAL SOBRE LA MECÁNICA CUÁNTICA:

http://en.wikipedia.org/wiki/Quantum_mechanics

http://plato.stanford.edu/entries/qt-quantlog/

http://scienceworld.wolfram.com/physics/topics/EarlyQuantumMechanics.html

www.benbest.com/science/quantum.html

www.mtnmath.com/faq/meas-qm-0.html


Extractado de la Guía de Estudio de la película ¿Que Rayos Sabemos Nosotros?
Presentacion del Institute of Noetic Sciences y Captured Light Industries

La realidad y nuestra percepción acerca de ella.

"La mayoría de las disciplinas intelectuales occidentales no tratan del "mundo propiamente dicho" y de lo que se ocupan es de las representaciones simbólicas de dicho mundo. Por muy detalladas e ilustradas que sean dichas representaciones, no pasan de ser simplemente eso: meras representaciones. Korzybski, padre de la semántica moderna, ha explicado esta introspección con suma lucidez, al describir lo que denomina relación "mapa-territorio". Por "territorio" se entiende el auténtico proceso del mundo, mientras que "mapa" significa cualquier observación simbólica que represente o signifique algún aspecto del territorio. Esto se ve con toda claridad en un mapa común de carreteras, ya que aunque represente fidedignamente una zona determinada, no es la zona propiamente dicha y a nadie se le ocurriría pasar sus vacaciones en un mapa. Existen, sin embargo, formas mucho más sutiles de mapas, como, por ejemplo, nuestro lenguaje cotidiano. Las propias palabras no son aquello a lo que hacen referencia (en el supuesto caso de que la palabra haga referencia a algo, ya que muchas de ellas sólo la hacen a otras palabras)."

"Esto no significa que haya algo particularmente dañino o engañoso en los mapas simbólicos, que están dotados de un valor práctico inmenso y son bastante indispensables para nuestra sociedad civilizada." ..."El problema emerge cuando olvidamos que el mapa no es el territorio, cuando confundimos los símbolos de la realidad con la realidad propiamente dicha."

Ken Wilber en "El espectro de la Conciencia".

Hablamos a cada rato de lo real, y rápidamente llegamos a la conclusión de que lo que percibimos de nuestro entorno es lo que llamamos “real”. Hablamos de los sólidos, y con toda naturalidad afirmamos cosas como “Esa tabla es sólida”, sin darnos cuenta de que nuestro concepto de lo sólido es solo una ilusión, pues la tabla está formada por átomos que están huecos. Claro que no podemos ver al átomo, pues este mide 10_10 m, en tanto que su núcleo es de 10_15 m, es decir, 100 mil veces más pequeño que el átomo.
Estos numeritos son tan pequeños que no los comprendemos fácilmente, pero podemos hacer una analogía para darnos una mejor idea. Si el núcleo del átomo fuera del tamaño de una toronja de cinco centímetros de radio, el radio del átomo mediría cinco kilómetros, de modo que ese átomo sería como una esfera hueca de cinco kilómetros de radio con una bolita en el centro de cinco centímetros de radio, y los electrones estarían girando a cinco kilómetros de distancia de esa bolita. La esfera tendría entonces diez kilómetros de diámetro. Si estuviera depositada en un lugar tropical, a una temperatura de 40 °C, el tope de la esfera sería más alto que el monte Everest, tendría una temperatura de –25 °C y casi no habría oxígeno para respirar. La masa de esa gigantesca esfera hueca es otro asunto interesante, pues 99.98% de su masa se encontraría en la bolita de cinco centímetros de radio que está en su centro.

Pensemos ahora en el átomo de hidrógeno, que es el más simple. Siguiendo con el modelo de la esfera de diez kilómetros de diámetro, el átomo de hidrógeno consistiría de la bolita de cinco centímetros en el centro, y una pelotita más chica que una munición estaría a cinco kilómetros de distancia... y no habría nada, absolutamente nada, entre la bolita y la munición. En otras palabras, la “esfera” está hueca. Ni siquiera sería como un globo porque el globo tiene una superficie de látex que le da la forma esférica y contiene aire en su interior, mientras que ese átomo no tiene nada. Está vacío. Ni siquiera tiene el aire del globo.
Un átomo de los grandotes, como el uranio por ejemplo, tendría 238 municiones (en lugar de sólo una que tiene el hidrógeno) girando a cinco kilómetros de distancia, y el núcleo sería como una pelota de basquetbol, tan vacía como la del hidrógeno. Podemos concebir que en esa enorme esfera de diez kilómetros de diámetro, las 238 municiones diminutas repartidas alrededor de la esfera ni siquiera podrían verse, pues no podemos ver una munición a cinco kilómetros de distancia.
Así es toda la materia: llena de espacios vacíos. La ilusión de lo “sólido” es sólo eso, una ilusión perceptual nuestra que no coincide con la realidad del átomo, cuya existencia fue concebida por Demócrito cientos de años antes del nacimiento de Cristo. Claro que Demócrito nada sabía de la existencia de los electrones ni de un núcleo con protones y neutrones, pero él conjeturó que la materia no podía ser infinitamente divisible, cosa que el mundo ignoró durante 25 siglos.
Si la solidez es una ilusión perceptual, entonces ¿por qué la luz no puede atravesar una tabla de un centímetro de espesor?, ¿o de medio centímetro?, ¿o de un milímetro? Esto se debe a que los millones de átomos que hay en la tabla están distribuidos en forma desordenada. Y son tantos millones que la luz chocará seguramente con muchos de esos átomos y será reflejada, lo que, por cierto, hace posible que podamos ver aquélla. En cambio, en un cristal los átomos están distribuidos en una estructura ordenada y simétrica, de manera que una gran parte del haz luminoso puede atravesarlo sin chocar contra ningún átomo, aunque parte del haz sí lo hace, reflejándose después. Sin embargo, un vidrio de un metro de espesor ya no permite el paso de la luz porque ya son demasiados los átomos, y, aunque estos estén ordenados, los choques (y la reflexión de la luz) muy probablemente ocurrirán.
El caso inverso también es cierto. Una tabla de madera suficientemente delgada dejaría pasar la luz pese a que sus átomos estén desordenados, porque el número de ellos no sería suficiente para detener todo el haz de luz. Claro que la imagen percibida por nosotros no sería igual a la imagen clara que percibimos cuando vemos a través de un vidrio limpio. Sólo detectaríamos una luz difusa y algo de color.
Regresando a la tabla de un centímetro de espesor, la luz visible es la que no puede atravesar la tabla; pero si la frecuencia de la luz se incrementa lo suficiente y la empleamos en la forma de rayos gama, por ejemplo, esa luz puede fácilmente atravesar no sólo la tabla de madera sino una de acero. Por supuesto que no es posible percibir esa frecuencia de luz con nuestro sentido de la vista, pero ello se debe a que nuestra visión está diseñada para procesar la luz que nos envía el sol, que tiene una frecuencia mucho menor. La luz de alta frecuencia tiene una energía bastante mayor que la luz visible ya que es proporcional a la frecuencia, pero es “tan luz” como la luz visible. Es, pues, el mismo fenómeno.

La luz es una onda electromagnética que puede ser infrarroja, visible o ultravioleta, consistir de rayos x o rayos gama, según la frecuencia o energía del haz de luz. Tiene diferentes nombres según su frecuencia, pero es exactamente el mismo fenómeno: una onda electromagnética. Haciendo una analogía con el sonido, sería como si a los sonidos muy agudos se les llamara “sonidos gama”, y a los muy graves “sonido infrarrojo”. El sonido sigue siendo el mismo fenómeno: una onda mecánica, una ola de aire.
La luz con una frecuencia intermedia, como la que tienen los rayos x, atraviesa a un cuerpo humano, con excepción de los huesos, que son más densos; hay más átomos que la absorben, y por eso funcionan las radiografías, que muestran zonas oscuras debidas a los huesos, y zonas blancas, que son el tejido blando que esa luz no tiene problema en atravesar. En cambio, si se usa una luz de mayor frecuencia, atravesará a todo el cuerpo y no se obtendrá por lo tanto ninguna imagen. Estas ondas son de una frecuencia tan alta que difícilmente se alteran con algo porque tienen una enorme energía, una frecuencia formidable y una longitud de onda en extremo pequeña, que es lo que se requiere para ver a un átomo, o, mejor dicho, para detectar a un átomo con algún instrumento, porque nuestra vista es ciega ante tales frecuencias.
El color… Cuando un haz de luz choca con un átomo, la energía de la luz es absorbida por el átomo, que se altera aumentando su energía a un nivel mayor. Esa energía adicional lo desestabiliza por un instante, por lo que el átomo tiende a regresar a su estado normal emitiendo en forma de luz la energía adicional que recibió. La luz emitida tiene una cierta frecuencia, que depende del átomo en cuestión y de la luz que chocó contra él. Cuando un haz de luz incide sobre una tabla de madera, ese proceso ocurrirá con millones de átomos, y las frecuencias emitidas por ellos serán diferentes para cada átomo, pero estarán agrupadas a ambos lados de una frecuencia promedio, por lo que, cuando incide sobre nuestros ojos, nos produce la sensación de “color café”. El término “color café” es muy vago e impreciso porque no estamos diciendo absolutamente nada acerca de la frecuencia de esa luz reflejada, como ocurre con el sonido, para el cual sí podemos afirmar “es un la”, y por tanto tiene una frecuencia de 440 hertzios. El color café no es
monocromático, es decir, no está definido por una sola frecuencia sino por una distribución de frecuencias, como ocurre cuando escuchamos un sonido de 220 ciclos por segundo (la nota “la”) tocado por un piano, donde los armónicos de ese instrumento musical producen una distribución de muchas frecuencias, que son múltiplos enteros de 220. En otras palabras, habrá una onda de 220 ciclos, la siguiente tendrá 440 (“la”), la siguiente 660 ciclos (“mi”), etcétera.
Ahora bien, la distribución de las intensidades de esas ondas, que se llaman “armónicos”, es diferente para cada instrumento musical, y es precisamente esa distribución de intensidades la que nos hace posible distinguir entre el sonido de un piano y de un violín, aunque toquen la misma nota. El tono telefónico de marcar es el mismo “la” de 440 ciclos, pero como no es generado por un instrumento musical acústico sino electrónicamente, no tiene armónicos (es monocromático), y por ende es un sonido pobre, monótono y hasta enervante.
Algo parecido ocurre con la luz solar, que contiene todas las frecuencias visibles para nosotros, y algunas más que no detectamos; de manera que al incidir sobre los objetos se obtienen respuestas en todo el rango de frecuencias que podemos ver, que por cierto ni siquiera llega a una octava. El color es entonces una propiedad de los átomos de la materia, pero también depende del haz de luz que se emplee para iluminar al objeto que se quiere ver. Porque si el haz de luz es de muy alta frecuencia, simplemente no vemos nada porque los átomos excitados emitirán una frecuencia que no detectamos con nuestro sistema visual, por lo que no existirá ni el color ni la imagen. Nada.
Comparando nuestro sistema visual con el auditivo, podemos afirmar que este último se especializa en la detección y manejo de frecuencias, pero que es muy pobre en lo espacial; esto es, cuando escuchamos un sonido, sabemos que viene más o menos “de por allá”, término tan ambiguo como el de “color café”, mientras que el visual es excelente en lo espacial pero muy pobre en el manejo de frecuencias.
Nuestro sistema visual puede manejar menos de una octava (de 400 a 700 nanómetros de longitud de onda), a diferencia de nuestro sistema auditivo, que puede manejar más de diez octavas (de 20 a 20,000 hz) y tiene la sensibilidad suficiente para detectar un instrumento desafinado y para identificar claramente la diferencia entre un “la” bemol y un “la” natural, cosa que no sucede con la vista, con la que no podemos definir con precisión un color determinado; tan sólo podemos decir algo tan vago como “es azul pálido” y cosas por el estilo. En cambio, en lo espacial, el sistema visual es excelente, pues podemos ver con toda precisión una pequeña munición y saber exactamente su ubicación. Y no solamente la ubicación sino la distancia a la que se halla gracias a la percepción de profundidad que manejamos sin que nos demos cuenta siquiera de lo maravilloso que es este proceso, que nos permite inferir la tercera dimensión a pesar de que la córnea –que es la que recibe la señal de entrada– es una superficie que tiene sólo dos dimensiones.
Nuestro sistema perceptual visual es tan inteligente que nos parece obvio ver en tercera dimensión, pero el proceso que se requiere para inferir esa tercera dimensión no tiene nada de obvio. Es un proceso en extremo complicado que nos pasa inadvertido; simplemente decimos “yo veo en tres dimensiones” y punto. Se nos dio de gratis, y ya nos acostumbramos a tenerlo sin asombrarnos un ápice.
Regresando a lo del átomo, éste únicamente se puede detectar “a balazos”; esto es, la frecuencia que se requiere es tan alta que la energía del haz de luz es enorme, y cuando choca con un átomo es como si ese átomo recibiera un balazo. Por consiguiente, no se puede detectar un átomo en su estado normal (“en reposo”, por así decirlo); sólo se detectará el resultado del balazo que chocó contra él.
¿Qué vemos? ¿Qué oímos? Tenemos un sistema visual y un auditivo. Ambos sistemas procesan la señal de entrada (que en ambos casos es una onda) y la envían al cerebro en forma de señales eléctricas, que son las que realmente nos informan sobre lo que vemos u oímos. En el cerebro no existen imágenes, sonidos, olores ni sabores; únicamente existen señales eléctricas, que son el lenguaje con el que el cerebro (hardware) comunica a nuestra mente (software) todo lo que sucede en nuestro entorno. Ese lenguaje es extremadamente complejo, pero su característica más sobresaliente es la inteligencia que tiene. En efecto, es tan inteligente que podemos reconocer una gran cantidad de caras, por ejemplo, lo que implica distinguir un enorme número de imágenes que son diferentes entre sí. Cuando vemos la foto de un amigo, sin importar si está de frente o de perfil, lo reconocemos de inmediato y sin el menor esfuerzo. Simplemente decimos “Ah, es fulano”, y punto. Pero tal reconocimiento implica un proceso extraordinariamente complejo e involucra muchísimos billones y billones de conexiones eléctricas que se activan en el cerebro... y en un solo segundo tenemos la respuesta: “Ah, es fulano”.
Este proceso es tan complejo que no existe ninguna máquina que reconozca caras. Las policías del mundo, el FBI y demás organizaciones de ese tipo solamente tienen bancos de datos con imágenes digitalizadas, pero quienes reconocen las caras son las personas a las que se les muestran durante una investigación. Es el cerebro humano el que reconoce caras, no las máquinas.

Otro proceso igual o más inteligente que el reconocer imágenes es el de reconocer música, en la cual, a diferencia de las imágenes estáticas, tenemos una sucesión de sonidos que varían con el tiempo. Podemos reconocer una sinfonía escuchando unos cuantos compases de ella. Verbigracia, el escuchar los primeros dos compases de la Novena Sinfonía de Schubert o el primer compás de la Quinta Sinfonía de Beethoven es suficiente para reconocerlas de inmediato, a pesar de que se trata de sólo unas pocas notas que duran no más de unos cuantos segundos, mientras que esas obras, completas, duran un tiempo considerable.
Pero lo más fascinante e inteligente de nuestra percepción auditiva no está en reconocer obras musicales, sino en deleitarnos con el enorme valor estético que muchas de ellas poseen. Percibimos la armonía, el ritmo, las melodías y la intensidad sonora, todo ello unido en una sola entidad que nos emociona y que puede llegar a hacernos llorar por el puro placer de escucharla.
Las sinfonías de los grandes maestros son trabajos de una complejidad extrema, escritos para ser tocados por catorce o más tipos de instrumentos musicales; a pesar de que en una orquesta sinfónica tocan cerca de cien músicos, nuestra percepción auditiva nos permite distinguir sin ningún problema un oboe, un chelo, un trombón o un corno; más aún, es nuestra percepción auditiva tan fina, que podemos detectar a un corno que desafina, y así como en las imágenes decimos “Ah, es fulano”, en la música decimos “Ese corno desafinó”, no obstante que hay otros cien instrumentos que tocan al mismo tiempo. Esa desafinación consiste en que el cornista ha tocado alguna nota unos cuantos ciclos por debajo o por arriba de la frecuencia escrita en su partitura. Ahora bien, si el que escucha la música es un buen director de orquesta, entonces las percepciones de él son aún más finas, por lo que detecta detalles que pasa por alto la mayor parte de la gente; una frase mal acentuada, un ritardando mal ejecutado, un volumen mal dado y demás yerros, se hallan entre los miles de detalles que son captados por ese director.
En cambio, en la “otra música”, en esa que tocan en casi todas las fiestas, no hay nada que apreciar. El sonido no es acústico sino electrónico; todas las frecuencias de esos “instrumentos” son tocadas a 120 decibeles, incluida la de un monótono pseudotambor que toca un enervante bum-bum-bum. Solamente a través de alaridos puedo comunicarme con mi vecino de mesa, que, si es sensible a la buena música, seguramente estará tan alterado como yo. Si el valor estético de una obra musical se puntuara en una escala del 0 al 100, la “música” que se emplea en las fiestas no llegaría a –30. En efecto, estaría fuera de la escala, reprobada por nociva y molesta.
Los ejemplos de la inteligencia de nuestro sistema perceptual son muy abundantes. Uno de tantos ejemplos es la forma como leemos un texto escrito. Cuando el niño está aprendiendo a leer, se concentra en cada letra y lee muy despacio porque todavía no conoce ni las letras ni las palabras; en cambio, cuando un adulto lee, ya no se concentra en las letras sino en las palabras y en el significado de las frases. Lo que sigue a continuación demuestra lo anterior. Lea rápidamente el siguiente texto:

EL ODREN NO IPMOTRA SEGÚN UN ETSDUIO DE UNA UNIVENRSDIAD
INGLSEANO IPMOTRA EL ODREN EN EL QUE LAS LTEARS ESTÁN ESCRIATS LA UICNA CSOA IPORMTNATE ES QUE LA PMRIREA Y LA UTLIMA LTERA ESTÉN ECSRITAS EN LA PSIOCION COCRRTEA EL RSTEO PEUDEN ESTAR TOATLMNTE MAL, Y AUN ASI PORDAS LERELO SIN POBRLEMAS

No hay problema en entender el texto a pesar de que todas las palabras largas están mal escritas. La primera que nos encontramos fue la palabra “orden”, que está escrita como “odren”. Pero el cerebro no es burocrático, así que no se preocupa mucho por esas sutilezas sino por entender el significado de la primera frase: “el orden no importa”, de modo que, en lugar de enviarnos un escandaloso mensaje de error, como lo haría una computadora o cualquier proceso burocrático, nos ayuda a encontrar el significado de la frase, que es a fin de cuentas lo que importa.
Es realmente fascinante el diseño de nuestra mente-cerebro-cuerpo, tan lleno de inteligencia que al asomarnos a cualquier parte denuestro ser nos quedamos estupefactos del maravilloso diseño del que hacemos gala. Un pequeño detalle de nuestro corazón ejemplifica lo anterior: En una de las aurículas se encuentra un pequeño músculo de no más de dos centímetros, al que por cierto los fisiólogos llaman nodo S.A. (sinoauricular). Este pequeño músculo es autoexcitable, es decir, no necesita que el cerebro le envíe una señal para que se contraiga. Pues bien, gracias a él el corazón funciona; si no existiera aquél, éste no tendría sincronía, ya que los cuatro músculos que lo componen –que también son autoexcitables– tienen un ritmo diferente entre sí.
El musculito sirve de director de orquesta y hace que el corazón tenga un solo ritmo. Y si una persona ha vivido noventa años, significa que este pequeño músculo nunca ha dejado de funcionar esos noventa años y que se los ha pasado latiendo cada segundo, por cierto sin que haya necesitado ningún tipo de mantenimiento.
¿Existen acaso piezas de alguna maquinaria que puedan competir con eso? Un diseño tan confiable es de por sí asombroso, pero todavía hay más maravillas que es posible apreciar. Cuando hacemos ejercicio aeróbico, el cerebro detecta que hace falta más oxígeno, pues los músculos, que en reposo consumen aproximadamente el 10% del oxígeno, durante el ejercicio pueden llegar a demandar hasta el 90%. Pero el corazón es un simple músculo que nada sabe de estas cosas; así que el cerebro, la parte automática de él, le envía una señal al pequeño músculo del que hablamos arriba, el cual responde inmediatamente haciendo que el corazón lata más rápido para satisfacer la demanda adicional de oxígeno; al terminar el ejercicio, el cerebro le enviará paulatinamente señales de frenado, tras de lo cual, pasados unos cuantos minutos, el corazón regresa a la normalidad.
Nuestro cerebro nos protege y cuida todo el tiempo. Si nos excedemos en el ejercicio después de una comida pesada, llegará elmomento en que ya no se pueda satisfacer la demanda extra de oxígeno que exigen los músculos y el sistema gastrointestinal, y entonces el cerebro (hardware) toma medidas drásticas: desconecta a la mente (software), de modo que el sujeto pierde la conciencia y se desploma. Ya tirado en el suelo e inmóvil, sus músculos descansan, y cuando todo está bajo control unos minutos después, el cerebro le dice a la mente: “Ya puedes despertar; te devuelvo el control, taruga”. Entonces el sujeto vomita, pues esa comida tan pesada no pudo ser procesada de forma adecuada, y luego todo vuelve a la normalidad. Claro está que si el ejercicio se hace dentro del agua, al desmayarse el sujeto se ahoga.
Tales mecanismos de defensa son automáticos y los activa el cerebro. Pero lo más sobresaliente radica en nuestra mente, que puede ser entrenada para realizar una infinidad de proezas. Por ejemplo, un pianista tiene un control independiente de cada uno de sus diez dedos, y puede, al tocar un acorde, enfatizar la nota sensible tocada por el dedo meñique, y tocar la dominante más suave con el pulgar. Un gimnasta olímpico tiene una coordinación muscular tan compleja que puede realizar impresionantes movimientos que solamente pueden ser hechos por un joven con muchísimo entrenamiento. Hay muchísimos ejemplos más que muestran la fascinante coordinación mente-cerebro, pero lo más maravilloso de nuestra mente no está en estas proezas realizadas con los músculos, sino en la creatividad de la mente misma. ¿Como se le ocurrió a Issac Newton su ley de gravitación F = GmM / r2?, ¿o a Albert Einstein su E = mc2 ?, ¿o a Max Planck su E = hn?1. La ciencia y el arte están repletos de ejemplos de creatividad humana.
La tecnología también tiene lo suyo. Aunque ahí no se rompen paradigmas generalmente hablando, también está presente en ella la creatividad.
Todavía queda un área fascinante y llena de misterios que no se ha mencionado: la espiritualidad, que también muestra aspectos fascinantes de la mente humana. En fin, sería imposible hacer una lista de todos los detalles, procesos y sistemas que tenemos porque llenarían a una biblioteca entera. Lo único que intenté hacer aquí es fascinar al lector acerca de todo lo maravilloso
que hay en nosotros y en el mundo que nos rodea.
Nuestro ser nos quedamos estupefactos del maravilloso diseño del que hacemos gala. Un pequeño detalle de nuestro corazón ejemplifica lo anterior: En una de las aurículas se encuentra un pequeño músculo de no más de dos centímetros, al que por cierto los fisiólogos llaman nodo S.A. (sinoauricular). Este pequeño músculo es autoexcitable, es decir, no necesita que el cerebro le envíe una señal para que se contraiga. Pues bien, gracias a él el corazón funciona; si no existiera aquél, éste no tendría sincronía, ya que los cuatro músculos que lo componen –que también son autoexcitables– tienen un ritmo diferente entre sí.
El musculito sirve de director de orquesta y hace que el corazón tenga un solo ritmo. Y si una persona ha vivido noventa años, significa que este pequeño músculo nunca ha dejado de funcionar esos noventa años y que se los ha pasado latiendo cada segundo, por cierto sin que haya necesitado ningún tipo de mantenimiento. ¿Existen acaso piezas de alguna maquinaria que puedan competir con eso?
Un diseño tan confiable es de por sí asombroso, pero todavía hay más maravillas que es posible apreciar. Cuando hacemos ejercicio aeróbico, el cerebro detecta que hace falta más oxígeno, pues los músculos, que en reposo consumen aproximadamente el 10% del oxígeno, durante el ejercicio pueden llegar a demandar hasta el 90%. Pero el corazón es un simple músculo que nada sabe de estas cosas; así que el cerebro, la parte automática de él, le envía una señal al pequeño músculo del que hablamos arriba, el cual responde inmediatamente haciendo que el corazón lata más rápido para satisfacer la demanda adicional de oxígeno; al terminar el ejercicio, el cerebro le enviará paulatinamente señales de frenado, tras de lo cual, pasados unos cuantos minutos, el corazón regresa a la normalidad. Nuestro cerebro nos protege y cuida todo el tiempo. Si nos excedemos en el ejercicio después de una comida pesada, llegará el momento en que ya no se pueda satisfacer la demanda extra de oxígeno que exigen los músculos y el sistema gastrointestinal, y entonces el cerebro (hardware) toma medidas drásticas: desconecta a la mente (software), de modo que el sujeto pierde la conciencia y se desploma. Ya tirado en el suelo e inmóvil, sus músculos descansan, y cuando todo está bajo control unos minutos después, el cerebro le dice a la mente: “Ya puedes despertar; te devuelvo el control, taruga”. Entonces el sujeto vomita, pues esa comida tan pesada no pudo ser procesada de forma adecuada, y luego todo vuelve a la normalidad. Claro está que si el ejercicio se hace dentro del agua, al desmayarse el sujeto se ahoga.
Tales mecanismos de defensa son automáticos y los activa el cerebro. Pero lo más sobresaliente radica en nuestra mente, que puede ser entrenada para realizar una infinidad de proezas. Por ejemplo, un pianista tiene un control independiente de cada uno de sus diez dedos, y puede, al tocar un acorde, enfatizar la nota sensible tocada por el dedo meñique, y tocar la dominante más suave con el pulgar. Un gimnasta olímpico tiene una coordinación muscular tan compleja que puede realizar impresionantes movimientos que solamente pueden ser hechos por un joven con muchísimo entrenamiento. Hay muchísimos ejemplos más que muestran la fascinante coordinación mente-cerebro, pero lo más maravilloso de nuestra mente no está en estas proezas realizadas con los músculos, sino en la creatividad de la mente misma. ¿Como se le ocurrió a Issac Newton su ley de gravitación F = GmM / r2?, ¿o a Albert Einstein su E = mc2 ?, ¿o a Max Planck su E = hn?1. La ciencia y el arte están repletos de ejemplos de creatividad humana. La tecnología también tiene lo suyo. Aunque ahí no se rompen paradigmas generalmente hablando, también está presente en ella la creatividad.
Todavía queda un área fascinante y llena de misterios que no se ha mencionado: la espiritualidad, que también muestra aspectos fascinantes de la mente humana. En fin, sería imposible hacer una lista de todos los detalles, procesos y sistemas que tenemos porque llenarían a una biblioteca entera. Lo único que intenté hacer aquí es fascinar al lector acerca de todo lo maravilloso
que hay en nosotros y en el mundo que nos rodea.

1 Por cierto, estas tres constantes –la G de Newton, la c de Einstein, y la h de Planck– son las que realmente podemos llamar “universales”, pues son válidas para todo el universo, a diferencia del metro, el segundo, el kilo y otras, que están basadas en características de este planeta que habitamos y son, por ende, locales.




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Según Platón, el conocimiento es un subconjunto de lo que forma parte a la vez de la verdad y de la creencia.
Integral Philosopher Michel Bauwens "Vision"