domingo, 29 de marzo de 2009

El sentido de la participación - 4

Epílogo

"Yo soy mi medio ambiente ":

¿Qué es el medio ambiente o, simplemente, el ambiente?
En términos generales, se acepta que el ambiente es "el conjunto de todas las condiciones externas e influencias que afectan la vida y el desarrollo de los organismos".
El diccionario de la Real Academia Española lo define en una de sus acepciones como "cualquier fluido que rodea un cuerpo", quizás sin sospechar la trascendencia afortunada de incluir en la definición el sustantivo y adjetivo "fluido", que lleva implícito el concepto de avance, de flujo, de movimiento continuo.

¿Y qué es ecología, una palabra íntimamente ligada a la anterior?.
Los textos nos dirán que proviene del griego Oikos= Hogar y Logos= Estudio y que fue propuesta por primera vez en 1869 por el Alemán Ernest Haeckel, quien la definió como "el estudio de la economía de la Naturaleza y la investigación de las relaciones de las plantas y los animales con los ambientes inorgánicos y orgánico en que viven".
La ortodoxia académica dirá simplemente que "Ecología es el estudio de los ecosistemas", y de éstos afirmará que son "la unidad funcional de la ecología, que incluye los seres vivos y el medio en el que viven con las interacciones recíprocas entre medio y organismos".

"La Ecología", según la Enciclopedia de Ciencia Ambiental de McGraw-Hill, podría describirse en pocas palabras como "Biología Ambiental" o, siguiendo a Odum, como "el estudio de la estructura y función de la Naturaleza".
De ambiental dirán textualmente los diccionarios que es "aquello perteneciente o relativo al ambiente, circunstancias que rodean a las personas o cosas".

Todas las definiciones anteriormente citadas parten de la premisa de que existe una clara diferenciación, una delimitación nítida, entre el individuo y el ambiente que ocupa. De hecho, se acepta que uno de los pasos cruciales y prerrequisito hacia la posterior aparición de la vida, se cumplió cuando "enjambres" de moléculas denominadas "coacervados" lograron "coagularse", o sea separarse de la solución acuosa, el medio ambiente, en donde se encontraban inmersas. En "El Origen de la Vida", ese pilar clásico de la moderna biología, afirma Oparín que "únicamente esa separación de los coacervados pudo crear la unidad dialéctica entre el organismo (sistema individual de orden plurimolecular) y el medio, factor decisivo en el proceso de origen y desarrollo de la vida en la Tierra.

Sin desconocer la validez de la afirmación anterior, debo anotar que el concepto de que el individuo y su medio constituyen entidades totalmente diferenciadas y diferenciales, no resulta, sin embargo, una verdad eterna, excluyente ni absoluta. Morris Berman en "El Reencantamiento del Mundo" explica cómo no solamente han existido diferentes épocas de la humanidad en las cuales, según sus palabras, "el ego no cristalizaba" y cómo, por ejemplo en la Edad Media, "la gente se veía a sí misma como una prolongación del ambiente", sino que nos recuerda, algo que muy bien conocen los psicólogos desde cuando Freud habló del "narcicismo primario", que por lo menos durante sus primeros tres meses de vida del niño "es una prolongación del período intrauterino y éste se comporta como si él y su madre (su ambiente) fueran una unidad dual con un límite común". Es la fase que Erich Neumann denomina "cósmico-anónima" y que Berman resume en la frase "Yo soy mi ambiente".

Las fronteras que supuestamente delimitan al individuo con respecto a su medio son mucho menos definidas y concretas de lo que normalmente se piensa. En el caso del ser humano, por ejemplo, la piel más que un límite es una membrana de contacto, un sentido total que nos conecta con el medio y uno de los órganos a través de los cuales intercambiamos con éste materiales, energía e información. "La superficie del cuerpo con sus zonas erógenas" escribe Berman citando a Erich Neumann, "es la principal escena de la experiencia del niño tanto de sí mismo como de los demás; es decir, el niño pequeño aún experimenta todo en su propia piel". Aunque el adulto no es siempre consciente de ello, el ambiente no solamente determina nuestras respuestas corporales a condiciones tales como temperatura y luminosidad, sino también nuestro estado anímico, nuestras tensiones, nuestros sentimientos... y las somatizaciones de esos estados psicológicos. Cuando ante hechos eminentemente políticos como los secuestros o los asesinatos, afirmamos que "nos duele el país", estamos superando la metáfora para referirnos a un hecho textual, el dolor físico que nos produce ser testigos inmediatos de la historia (Wilches-Chaux).

Entre el individuo y el ambiente existe más bien lo que podríamos llamar una "zona de transición", un "campo de fuerza" cuyo espesor varía de minuto a minuto dependiendo de las circunstancias. A la pregunta ¿"dónde termino yo y dónde comienza mi ambiente"? no existe una respuesta definitiva.

Lo anterior nos conduce a pensar que cuando hablamos de "lo ambiental" o de "la dimensión política de lo ambiental", nos estamos refiriendo a nosotros mismos, a nuestras propias vidas como individuos y como comunidad, a nuestras propias condiciones de existencia. Podríamos afirmar con Berman que "nosotros somos nuestro ambiente". En consecuencia el Derecho a la Vida y el Derecho al Ambiente, son inseparables. Aún aceptando que se tratara de dos derechos diferentes, no se podría concebir en la práctica el uno sin el otro.

Para todos los efectos, entonces, vamos a partir de la base de que la realidad no es por un lado el ambiente y por otro la comunidad que lo ocupa, sino un gran sistema dinámico y complejo, conformado por elementos bióticos (vivos) y abióticos (teóricamente no vivos), y por las relaciones entre éstos, y también por elementos inmateriales, pero igualmente reales, tangibles e identificables, como son las relaciones de poder, las instituciones formales y no formales que rigen la vida de la comunidad, los sentimientos, valores, aspiraciones, temores y prejuicios de sus miembros, etc. En otras palabras: la Política, o lo Político, en la más amplia acepción de las palabras.

En la medida en que el ser humano concreto vive en sociedad, sus condiciones de existencia no solamente están determinadas por el aire que respira o por el agua que bebe o por la cantidad de luz que recibe del Sol, sino sobre todo por las relaciones políticas (incluidas dentro de esta categoría las sociales, económicas, laborales y de todo tipo) que caracterizan su comunidad particular, es decir, lo que los ecólogos llamarían su "hábitat" o posición concreta en el ecosistema social, y su "nicho ecológico", o sea la función, el papel que cumple en ese hábitat.

Más aún: las interacciones con el medio que podríamos calificar como eminentemente ecológicas, como son por ejemplo respirar o alimentarse, en la sociedad humana se convierten en hechos fundamentalmente políticos, en la medida en que la calidad del aire que respiramos es consecuencia de unas determinadas relaciones y decisiones (o indecisiones) políticas, ya sea que nos encontremos en el centro de una ciudad contaminada o en las alturas de un parque nacional natural. Y obviamente no sólo la cantidad sino también la calidad de los alimentos que consumimos, así como la posibilidad o imposibilidad de acceder a los mismos, dependen de nuestra posición en esa red compleja de interacciones políticas, económicas y culturales que es la sociedad. La cantidad de luz solar que recibe un minero en las profundidades de su puesto de trabajo, o un campesino en su parcela, o un funcionario en su escritorio, también está determinada por esa red de interacciones, más que por factores de carácter natural.

A partir del momento en que sobre los ecosistemas naturales -selvas, páramos, ríos, mares, etc.- comienza a ejercer su influencia transformadora el ser humano, incluso las mismas condiciones de existencia de esos ecosistemas comienzan a depender de hechos políticos. Los intercambios de gas carbónico y oxígeno entre la atmósfera y la selva tropical, o entre la atmósfera y el plancton marino, dejan de depender de relaciones puramente biológicas y pasan a depender de factores económicos, sociales y políticos: la tala de bosques, las quemas, la contaminación atmosférica, la contaminación de las aguas del mar y los hechos que subyacen tras estos fenómenos.

Esa red de interacciones, ya lo dijimos, es dinámica y compleja, y no solamente actúa a través de relaciones lineales e inmediatas de causa-efecto, sino más bien a través de lo que Carl Jung llamaría "relaciones de sincronicidad", según las cuales una sutil alteración en un punto de la red puede ocasionar simultáneamente, o en el mediano o largo plazo, grandes consecuencias, a veces insospechadas, en un punto alejado de la misma.

Había escrito arriba que resultaba afortunado que la Academia de la Lengua definiera el ambiente como un "fluido", pues remite a la idea de que se trata no de algo estático y fijo, sino de una realidad dinámica, cambiante, en permanente movimiento.

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Coherentes con la afirmación de que "nosotros somos nuestro ambiente" y de que las fronteras que supuestamente delimitan al individuo con respecto a su medio son mucho menos definidas y concretas de lo que normalmente se piensa, debemos aceptar que esa realidad dinámica, cambiante y en movimiento permanente que pregonamos del ambiente, es igualmente válida para los individuos como tales y para la comunidad que conformamos. El término "Evolución" ha sido desplazado en biología y ecología por el término "Coevolución", que describe el proceso por el cual el individuo se transforma para adaptarse a los cambios del medio, pero en esa transformación altera el medio, el cual a su vez influye nuevamente sobre el individuo y así sucesivamente. La coevolución es el proceso autoalimentado mediante el cual avanza el Universo, y como parte de él la sociedad y su historia.



viernes, 27 de marzo de 2009

Universos Paralelos

Lo que llamamos Universo, de referencia único, es en realidad el Ser infinito continuamente diferente. Basta con que en él una partícula se diferencie para que devengan otros Universos; sin embargo, más allá de una simple partícula, toda forma de existencia está en constantes cambios o en diferenciación, lo que significa que continuamente devienen nuevos “universos en transformación”, el Transmultiverso.

Los universos paralelos son una concepción mental, en la que entran en juego la existencia de varios universos o realidades más o menos independientes. El desarrollo de la física cuántica, y la búsqueda de una teoría unificada (teoría cuántica de la gravedad), conjuntamente con el desarrollo de la teoría de cuerdas, han hecho entrever la posibilidad de la existencia de múltiples dimensiones y universos paralelos.

Matemáticos demuestran que los universos paralelos existen realmente

A pesar de la frecuencia con la que aparecen en novelas y películas de ciencia ficción, los universos paralelos no eran, hasta ahora, más que una especulación científica. Sin embargo, matemáticos de la Universidad de Oxford han demostrado que existen en realidad. Los universos paralelos existen. Así de contundentes son los resultados del último estudio efectuado por científicos de la Universidad de Oxford, en el que demuestran matemáticamente que el concepto de estructura de árbol de nuestro universo es real. Esta propiedad del universo es la que sirve de base para crear nuestra realidad.

La teoría de los universos paralelos fue propuesta por primera vez en 1950 por el físico estadounidense Hugh Everett, en la que intentaba explicar los misterios de la mecánica cuántica que resultaban completamente desconcertantes para los científicos. Expresado de una manera muy simplificada, lo que propuso Everett fue que cada vez que se explora una nueva posibilidad física, el universo se divide. Para cada alternativa posible se “crea” un universo propio.
Un ejemplo puede ayudarnos a entender este concepto: imaginemos que un peatón escapa por poco de ser atropellado por un coche. Este evento tiene lugar en un universo, pero en otro puede haber resultado atropellado y estar recuperándose en un hospital. Y en un tercero, puede haber muerto. El número de posibilidades es infinito.

Este concepto resultaba muy extraño para los científicos, quienes generalmente lo descartaban considerándola una fantasía. Por supuesto, los escritores de ciencia ficción aprovecharon esta idea para crear numerosas historias. Sin embargo, las nuevas investigaciones realizadas en Oxford demuestran que los universos alternativos son matemática posibles, y que el Dr. Everett, que no era más que un estudiante en la Universidad de Princeton en el momento que propuso su teoría, podría estar en lo cierto.

El descubrimiento ha sido descrito por el doctor Andy Albrecht como ““Este trabajo será acogido como uno de los desarrollos más importantes en la historia de la ciencia””, en declaraciones efectuadas a la revista New Scientist.
Concretamente, el equipo dirigido por el Dr. David Deutsch, demostró matemáticamente que la estructura del universo contiene infinitas bifurcaciones creadas al dividirse en versiones paralelas de sí mismo, que pueden explicar la naturaleza probabilística de los resultados cuánticos. Gráficamente, la línea de tiempo del universo podría verse como si fuese un árbol infinitamente grande.

La mecánica cuántica predice que una partícula no existe realmente hasta que sea observado. Hasta entonces, las partículas ocupan una nebulosa de estados “superpuestos” al mismo tiempo.
El hecho de ser observadas “fuerzan” a la partícula a adoptar un estado particular de realidad, de la misma manera que una moneda girando en el aire solo muestra “cara” o “cruz” una vez que se detiene. Según la teoría de los universos paralelos, cada decisión de este tipo generaría un nuevo universo por cada uno de los posibles resultados.
Como otros tantos conceptos relacionados con la mecánica cuántica, la teoría de los universos paralelos puede resultar bastante difícil de comprender, sin embargo, si puede demostrarse matemáticamente, tal como se ha hecho en Oxford, es muy posible que la teoría sea correcta.

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Más de un universo

En un escenario de campos escalares, y habiendo finalizado la inflación, el universo pudo haberse dividido en grandes dominios exponenciales concebidos por las diferentes leyes de la física de baja energía. Se trataría de una división que se da desde un cosmos primigenio unidominio de bajo potencial energético. Pero como cualquier gran fluctuación cuántica pudo producir saltos en los mínimos de los campos escalares, de manera semejante a los enviones zangoloteados que se producen en las bolas mal lanzadas en las canchas de bowling o boliche cuando traspasan su carril. Para nuestro caso, cada nuevo lugar que van ocupando los campos escalares corresponde a leyes alternativas de la física de partículas. En algunos de los modelos inflacionistas, las fluctuaciones cuánticas son tan fuertes que incluso hacen variar las dimensiones del espaciotiempo.

El multidominios podría englobar universos gobernados por leyes y fuerzas fundamentales diferentes que contendrían distintos tipos de partículas, casi todas exóticas para nosotros. Tales universos serían disímiles unos de otros, con distinta longetividad e historia. Algunos, como el nuestro, podrían expandirse durante más de 15.000 millones de años. Otros nacerían muertos al recolapsarse tras una breve existencia, o porque sus leyes físicas no fueran lo bastante fértiles para permitir la complejidad. La «tasa ondulatoria Q» en otros universos podría ser mucho mayor o mucho menor que la del nuestro. En alguno de ellos el espacio mismo podría tener un número distinto de dimensiones.

Ahora bien, no todos los integrantes del multidominios serían universos con condiciones propicias para la complejidad y la evolución. Claro está, que en ello debemos excluir al nuestro. Pero lo medular que propugna la teoría en ello es la de una visión infinita del cosmos, lo que es crucial para el principio antrópico, que ya discutimos anteriormente. Otros universos no son observables directamente, pero su estado conceptual no es peor que el de las supercuerdas, o incluso que el de algunas partículas teóricas inobservables cuyas manifestaciones permiten explicar la naturaleza del mundo.

Nuestro universo nos parece uniforme, pero ello se debe a la circunstancia de que nuestro actual horizonte de observación es extremadamente pequeño en comparación con el tamaño del cosmos. Pero también podría darse el caso de que sea bastante especial. Obviamente, no estamos en un punto aleatorio del espacio: estamos en un planeta calentado por una estrella. No estoy diciendo que sería más esperable que estuviéramos aislados en el espacio intergaláctico, sino que nuestro universo debe ser lo bastante especial (tanto en su contenido como en las fuerzas que lo rigen) para que la vida pueda evolucionar en su seno. Pero este carácter especial se comprende mejor cuando comprobarnos que nuestro universo es sólo una isla dentro del archipiélago cósmico. Lo anterior, no implica una involución del pensamiento científico hacia la especulación, como era lo habitual en la antigüedad, cuando se reflexionaba sobre continentes más allá de las fronteras del mundo conocido, y sobre los posibles dragones y serpientes que poblaban esas incógnitas tierras. Quizá parezca que los dominios no observables del universo tienen un estatus conceptual igualmente frágil. Pero este estatus está respaldado por teorías bien establecidas, que al menos ponen coto a los «dragones» que se encuentran más allá de nuestro horizonte cósmico.

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Dentro del marco de esas ideas, consideremos que la física sola no se encuentra en condiciones para entregar todas las explicaciones sobre las particulares características de nuestra porción de universo, tampoco lo está para acceder a otorgar una gran cantidad de argumentos científicos sobre aquellas grandes partes del cosmos que tienen propiedades diversas. El dominio en el cual cohabitamos es tetradimensional y con una cantidad importante de propiedades explicadas con nuestra leyes físicas, pero ello no asegura la inexistencia de otros con dimensiones diferentes y con características alternativas, por el simple hecho de que nuestra clase de vida no pueda darse en ellos. Lo anterior, significa que el llegar a entender cabalmente todas las propiedades de nuestra región del universo requerirá, además de un conocimiento de física, una profunda investigación de nuestra naturaleza incluyendo, quizás, hasta la de nuestro propio conocimiento. Tal vez, la conclusión sea atrevida y prematura, pero a ella nos estaría llevando los recientes acontecimientos teóricos que han venido ocurriendo en las distintas variantes del modelo inflacionario.

La evolución que ha venido experimentando el modelo teórico de la inflación del universo ha dado lugar a un nuevo paradigma cosmológico, que se diferencia bastante de la teoría del Big Bang y hasta de los primeros enunciados de las ideas inflacionistas. Se consideraba a un universo, por un lado, caótico y homogéneo y, por otro, expandiéndose y estacionado. Ahora, la idea es de que el cosmos crece, fluctúa y se reproduce por siempre en todas las formas imaginables y/o posibles, como si se autoadaptara para todo tipo de vida que se pudiera dar.
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Se espera, que una parte importante de la actual teoría inflacionaria perdure lo suficiente en el tiempo. Posiblemente algunas partes de ella deberán se modificadas o arrinconadas, como producto de las evidencias observacionales o de la esperada modificación de la teoría de las partículas elementales. Lo último es válido si consideramos y aceptamos que los pasados veinte años de desarrollo de la cosmología han dejado huellas de cambios irreversibles en nuestro entendimiento de la estructura y destino del universo y de el lugar que ocupamos en ello.


jueves, 26 de marzo de 2009

La Teoría de Cuerdas

Como sabemos, durante cierto tiempo se creyó que los componentes fundamentales de los átomos eran sólo tres: protones, neutrones y electrones. A poco, sin embargo, comenzó a descubrirse una gran variedad de partículas nuevas (algunas exóticas, otras más "normales") que demostraban que el mundo de lo infinitamente pequeño es, en realidad, mucho más complejo y abigarrado de lo que se pensaba. Quarks, antiquarks, piones, kaones, muones y muchísimos otros han venido ocupando a los físicos durante décadas, y, a no dudarlo, los seguirá manteniendo contentos durante los próximos siglos.
Los científicos han intentado (y logrado en parte) agrupar, ordenar y categorizar a esta innúmera cantidad de partículas subatómicas en categorías, grupos y familias, cada cual con sus características, costumbres, propiedades y comportamientos particulares. Sin embargo, un grupo de ellas no cumplía con las expectativas, y por ello, los investigadores tenían un circunstancia fundamental del universo aún sin explicar.


Einstein, como otros físicos teóricos, pasaron y pasan gran parte de su vida, intentando alcanzar un prodigio científico que tal vez era y/o es imposible: unir la teoría de la relatividad con la de la mecánica cuántica que describe el universo a escala atómica. No logró Einstein su sueño de enlazar las leyes físicas del macrocosmo con las del microcosmo, ni tampoco, hasta ahora, lo han logrado otros muchos estudiosos, lo que se ha venido a convertir en una aspiración generalizada del estudio sobre el funcionamiento del universo.

La generalidad de los físicos teóricos buscan estructurar una gran unificación entre la teoría de la relatividad general y la mecánica cuántica. La primera, comporta toda la capacidad necesaria para explicar los efectos de la fuerza gravitatoria sobre un espaciotiempo curvo. Sin embargo, no se ha podido distinguir consecuencias precisas de las posibles fuerzas que actúen sobre una partícula, ya que ésta sigue, normalmente, una trayectoria inercial o toma el camino más corto posible, describiendo como una geodesia sobre el espaciotiempo curvo. Por ello, explicar todas las fuerzas conocidas bajo el alero de una misma idea, un concepto, una sola teoría, representa la más cara aspiración que embarga a los científicos focalizados en entender el total comportamiento de la naturaleza. Muchos de ellos, piensan que si ello se logra, también se habría colocado término al camino que ha seguido, dentro de la humanidad, el desarrollo de la física.

Durante mucho tiempo se ha especulado con la existencia de una partícula que intermediaria en las fuerzas gravitatorias: el gravitón. Este nuevo integrante, jamás descubierto, debería, para cumplir con las expectativas de los científicos, vibrar de determinada forma y con una cierta intensidad. Resultó ser que los hipotéticos valores del gravitón encajaban exactamente con los montos predichos por la Teoría de las Cuerdas. Si todo el andamiaje teórico resulta ser cierto y demostrable, entonces será muy posible (o casi seguro) que los gravitones existan.

La diferencia fundamental entre el Modelo Estándar y estas nuevas "Teorías de Cuerdas" consiste en que el primero ve a los componente básicos del universo como partículas, esto es, objetos puntuales y, por lo tanto, sin ninguna dimensión.
La Teoría de las Cuerdas, por el contrario, considera que el universo está formado de pequeños "hilos" o "cuerdas" que poseen una dimensión: la longitud. Pero ninguna dimensión más. No tienen ancho, largo ni espesor. Todas las interacciones existentes en el universo dependen, por lo tanto, de la forma de estas cuerdas y del modo como vibran, se estiran o se entrecruzan.
Pero ¿cómo son, en realidad, las cuerdas?
Como todo hilo, pueden ser abiertas o cerradas. Imagínese un hilo de coser: usted lo corta de su bobina, y tiene una pequeñísima soga con dos extremos. Eso sería una cuerda abierta, con una longitud definida y dos puntas bien concretas.
Ahora haga con él una cuerda cerrada: anude los dos extremos (y olvide que allí hay un nudo) y tendrá una cuerda cerrada. Esto lleva a interesantes conclusiones, que Stephen Hawking comenzó a explicar en 1988.

Ejemplos de cuerdas cerradas

Una partícula, si la vemos como un punto aislado, ocupa también un solo punto en el tiempo. Si se mueve, ocupa un espacio ahora, otro ligeramente separado dentro de un instante, otro más alejado luego... Se presenta a nuestra mirada como una sucesión de "instantáneas" o "fotogramas" discretos, aislados unos de otros, porque la partícula puntual no puede ocupar más que una única posición en un momento dado. Es lo mismo que el cine: lo que percibimos como un movimiento continuo no es más, en realidad, que una larga sucesión de fotografías quietas y separadas por un espacio negro.
Pero si las partículas no son puntos sino cuerdas, no ocupan un punto en el espacio en cada momento dado, sino una línea extendida en el espacio.

Así como la historia de una partícula formaba una línea en el espaciotiempo, el historial de una línea que se desplaza determina un plano en el espaciotiempo. Desplace una regla sobre una superficie y tendrá un continuo plano. ¿Puede ser así nuestro continuo espaciotemporal?

Dos cuerdas cerradas convergiendo

Puede. Si las cuerdas demuestran ser abiertas (que es lo que parece ser cierto, según las teorías actuales), entonces el universo es un lugar plano, formado por múltiples cuerdas que vibran y se desplazan en dos dimensiones. Para determinar la posición de un punto cualquiera en esa realidad plana, se necesitan definir solamente dos números: largo y ancho. En otras palabras: posición de la cuerda y momento de la observación. Espacio y tiempo, para ser claros.

Si las cuerdas son cerradas (digamos, su anillo de hilo de coser) y usted lo desplaza de arriba abajo, el movimiento de la cuerda no determina un plano sino un tubo, una especie de manguera que puede tener la forma que usted desee, dependiendo solamente de cómo mueva usted el anillo. Si usted corta el tubo, tendrá un círculo. Eso es todo lo que se necesita para definir la posición de la cuerda en un momento dado.

Fuentes y para saber más:

Posteriormente a la introducción de las teorías de cuerdas, se consideró la necesidad y conveniencia de introducir el principio de que la teoría fuera supersimétrica, es decir, admitiera una simetría abstracta que relacionara fermiones y bosones. Actualmente la mayoría de teóricos de cuerdas trabajan en teorías supersimétricas de ahí que la teoría de cuerdas actualmente se llamen teoría de supercuerdas. Esta última teoría es básicamente una teoría de cuerdas supersimétrica, es decir, que es invariante bajo transformaciones de supersimetría.

Actualmente existen cinco teorías de [super]cuerdas relacionadas con los cinco modos que se conocen de implementar la supersimetría en el modelo de cuerdas. Aunque dicha multiplicidad de teorías desconcertó a los especialistas durante más de una década, el saber convencional actual sugiere que las cinco teorías son casos límites de una teoría única sobre un espacio de 11 dimensiones (las 3 del espacio, 1 temporal y 6 adicionales resabiadas o "compactadas" y 1 que las engloba formando "membranas" de las cuales se podría escapar parte de la gravedad de ellas en forma de "gravitones"). Esta teoría única, llamada teoría M, de la que sólo se conocerían algunos aspectos fue conjeturada en 1995.

DIVULGACIÓN: La Teoría de las Cuerdas

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Teoría de Supercuerdas en Astrocosmo
DE LAS TEORÍAS DE CUERDAS

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Título Las Supercuerdas

Índice#1



"El Universo elegante": un gran documental científico sobre la Teoría de las Supercuerdas. Una visión científica del Universo más allá de todo lo imaginable. Versión en castellano.

Cuatro partes:





Los Mensajes del Agua

"Así como la tierra está cubierta del setenta por ciento de agua, así el organismo humano adulto, se compone de setenta por ciento de agua. (...)Todo en la vida del hombre se ve rodeado de diferentes aguas. La mayoría del agua planetaria, excepto el agua de las lluvias, capa freática, lagos, ríos y pantanos, se encuentra en los mares. Una parte flota en la atmósfera como nubes y niebla. La ventisca y el hielo de las montañas, los glaciares en los polos, eran originalmente también agua. (...)No podemos reflexionar sobre la cantidad de agua que gira alrededor de nuestro mundo sin pensar en los problemas de medio ambiente. Para solucionarlos debemos impedir la polución del agua, que llevaría a una mayor pureza de ésta. El agua circula en este mundo sin fin y absorbe y disuelve toda la contaminación. El agua es fuente de vida. Cuando el agua está contaminada, se niega la existencia de toda criatura"

Nuestro cuerpo contiene 45 litros de agua, esta cantidad va decreciendo progresivamente con el paso del tiempo hasta que sobreviene la muerte. Durante la gestación el embrión está compuesto por un 95% de agua, pocas semanas después del nacimiento esta cantidad baja a un 80%, para reducirse a los tres meses a un 64% y mantenerse así por el resto de la vida.
El agua representa el dos tercios del peso de un ser humano presentándose en todas partes: 20% en los huesos, 85% en el encéfalo, 70% en la piel, 80% en el corazón y 0.2% en los dientes.

La ciencia moderna polemiza sobre el aserto de los antiguos de que la mente influye decisivamente sobre la materia. Entres otros investigadores, el Dr. Emoto realizó una serie de experimentos con agua, obteniendo sorprendentes resultados.

Masaru Emoto cuenta en su fascinante libro "Mensajes del agua", cómo comenzó a realizar los estudios sobre el agua. Se preguntaba si habría algún aparato con el cual se podría medir la calidad del agua. Todo empezó gracias al llamado analizador magnético de resonancia (MRA), utilizado en EEUU para la homeopatía, que le permitió además investigar las frecuencias del agua. Descubrió cosas sorprendentes y decidió que quería tomar fotos de cristales de agua congelados. Los cristales con sustancias sólidas con átomos y moléculas regularmente ordenados. En general, dos cristales de nieve casi nunca tienen el mismo aspecto -por la diferencia de condiciones por los cuales se crean-. Para obtener la misma estructura de cristal, los diferentes tipos de agua del mundo deberían tener la misma estructura cristalina. Masaru entonces tenía una teoría: cuando la molécula de agua se cristaliza, el agua pura se convierte en un cristal puro, sin embargo se imaginaba que el agua contaminada no se cristalizaría tan bellamente.

En 1994 empezó a investigar sobre ello. Tenía que congelar tosas las muestras de agua que caían en sus manos. Solamente era posible fotografiar los cristales si varios requerimientos eran cumplidos: exacta temperatura de refrigeración -entre -5 y 0 grados-, la ampliación del microscopio, el diafragma y la iluminación sobre el objeto. Tuvo que sofisticar cada vez más su equipo: pusieron las muestras de agua por gotas sobre cientos de cápsulas de petri y las dejaron durante dos horas en el congelador. Sacaron los cristales poniéndolos bajo el microscopio aumentado 200-500 veces. Como el agua no es estable, a menudo tuvieron que fotografiar cientos de muestras de un mismo tipo de agua para comprobar su estructura. El equipo evaluaba si el cristal era bonito o se rompía, lo cual daba a entender que la muestra no era pura.

Colocó decenas de carteles adosados a botellas de agua, expresando todos ellos una variada gama de emociones. Estos carteles contenían palabras representativas de emociones negativas o positivas, tales como "amor" "alegría" "dulzura".
Contrariamente a lo que el escepticismo de la comunidad científica sostiene, el agua dio respuesta a todas estas expresiones propias de la conciencia, respuestas que fueron registradas con procedimientos fotográficos avanzados.

Las repercusiones de este experimento han sido mundiales. En Japón se estableció un museo del agua donde figuran las imágenes de las respuestas que dio el elemento raíz a cada uno de esos sentimientos, resultando estupendas revelaciones sobre la inteligencia en la naturaleza.
La formidable investigación de Masaru Emoto, ilustradas por los gráficos del proceso de interpelación al agua, resulta tan prodigiosamente reveladora de que todo cuanto existe, inerte o animado, conduce un rayo de la inteligencia universal.


Las miles de fotografías tomadas por Emoto en estos años pueden considerarse además un testimonio visualmente apreciable de las diferencias existentes entre "agua viva" y "agua muerta" o desestructurada. Así, cuando el agua está viva o se la expone a estímulos positivos muestra su estructura interna en forma de hermosos hexágonos con una variedad de presentación ilimitada. En cambio, cuando el agua está contaminada por sustancias nocivas o es expuesta a estímulos negativos su orden interno se perturba y su estructura cristalina se pierde. Lo que queda es una imagen distorsionada, deforme y sin fuerza luminosa. En el libro se pueden ver las fotografías que ilustran diferentes supuestos. Así, podemos ver que...
-...el agua tomada en fuentes y arroyos de montaña forma bellas estructuras cristalinas en contraste con los cristales deformados que conforman las muestras de agua contaminada o estancada.
-...las moléculas de agua expuestas a música clásica adoptan formas delicadas y simétricas muy similares a las que adoptan ante el sonido de la palabra gracias, al menos tanto en japonés como en inglés.
-...cuando las muestras de agua fueron sonorizadas con música heavy metal o expuestas a palabras negativas (¡Eres tonto!) o cuando se enfocaron sobre ellas intencionadamente pensamientos o emociones negativos (grabaciones de los discursos de Adolf Hitler), el agua no sólo no formó cristales sino que en su lugar se crearon estructuras caóticas y fragmentadas. Es más, cuando se expuso el agua a la canción Heartbreak Hotel -Hotel de la tristeza- de Elvis Presley los cristales helados se partieron en dos.
-...cuando el agua fue tratada con aceites florales aromáticos los cristales tendieron a imitar la forma de la flor original. Lo que parecería demostrar que el agua ha captado la información de la flor. Y otro tanto ocurre con las plantas medicinales. Un hecho que fundamenta mayormente la Homeopatía o la terapia con Flores de Bach.

Estos descubrimientos de Emoto no se quedan en una anécdota más o menos sorprendente o divertida. Antes bien, sus hallazgos, como él mismo asevera, "pueden hacer factible el descubrimiento temprano de enfermedades, incluso con anterioridad a que se manifiesten de manera física; o a que, ya en su estado avanzado, se hagan visibles en un análisis de sangre".
Emoto llega considerar al agua como un ser "viviente", independientemente de si se encuentra en estado libre en la naturaleza o contenida en un organismo vivo. Afirma Emoto: "...que se pueden activar dentro del cuerpo humano procesos de autodepuración del agua celular de la misma forma que es posible hacerlo con el agua que está libre en la naturaleza. En ese sentido, he comprobado, tengo fotos que lo demuestran, que la más poderosa combinación de pensamientos en términos de capacidad de transformación y de sanación son "amor" y "gratitud". Estas palabras y las emociones positivas que generan convierten cada una de las moléculas de agua que nos componen en una estructura hermosa y equilibrada. Por eso estoy convencido de que nuestras oraciones, meditaciones y afirmaciones ayudan a sanar."


En definitiva, lo descubierto por Emoto explica muchas cosas en el ámbito de la salud. Y abre muchas interrogantes nuevas. Por ejemplo, podría explicar que una persona enferme si es constantemente bombardeada con pensamientos y palabras negativas; o que decirle a menudo a alguien, especialmente si es un niño, que es tonto, entre otras críticas negativas, lo lleve a desestructurarse físicamente. No ya que somatice lo que se le dice sino que tales expresiones puedan incidir directamente en su estructura molecular acuosa... ya que a fin de cuentas somos un 70% de agua. ¿Es posible? ¿Qué mecanismos contrarrestan eso en un ser vivo? Y, en sentido contrario, ¿puede la oración, las palabras, sentimientos y pensamientos de quienes rezan, incidir en las moléculas de agua del enfermo, previsiblemente desestructuradas, y reestructurarlas?
Aún más, ¿puede, quizás por el fenómeno de resonancia, reestructurarse armónicamente el agua celular de una persona si ingiere agua viva, estructurada y armónica?
Las investigaciones de Emoto así lo sugieren.

Fuentes:

(1) http://lh6.ggpht.com/_Wbrv4TZOFic/ScvWwuegsuI/AAAAAAAABfU/KoniR4G2LM0/DSalut.jpg

(2) Mundo Agua.NET

Los Mensajes del Agua

miércoles, 25 de marzo de 2009

El Tao de la Física

PREFACIO A LA PRIMERA EDICION

Una hermosa experiencia que tuve hace cinco años me situó en el camino que más adelante me llevaría a escribir este libro.
Estaba yo una tarde de verano sentado frente al océano, con el sol ya declinando. Observaba el movimiento de las olas y sentía al mismo tiempo el ritmo de mi respiración, cuando de pronto fui consciente de que todo lo que me rodeaba parecía estar enzarzado en una gigantesca danza cósmica. Como físico, sabía que la arena, las rocas, el agua y el aire que había a mi alrededor estaban formados por vibrantes moléculas y átomos y que estos, a su vez, se componían de partículas que interactuaban unas con otras creando y destruyendo a otras partículas. También sabía que la atmósfera de la Tierra es bombardeada continuamente por una lluvia de "rayos cósmicos", partículas de alta energía que sufren múltiples colisiones al penetrar en la atmósfera. Todo esto me resultaba conocido por mis investigaciones físicas en el campo de la alta energía. pero hasta aquel momento sólo lo había experimentado a través de gráficos, diagramas y teorías matemáticas. Sin embargo, sentado en aquella playa, mis anteriores experiencias cobraron vida; "vi" cascadas de energía que llegaban del espacio exterior, en las que las partículas eran creadas y destruidas siguiendo una pulsación rítmica. "vi" los átomos de los elementos y los de mi cuerpo participando en aquella danza cósmica de energía; sentí su ritmo y "oí" su sonido, y en ese momento supe que aquélla era la Danza de Shiva, el Señor de los Danzantes adorado por los hindúes.

Hasta entonces había pasado por un largo entrenamiento en física teórica y había dedicado varios años a la investigación. Al mismo tiempo me interesé por el misticismo oriental y comencé a ver analogías entre dicho misticismo y la física moderna. Me sentí especialmente atraído por los enigmáticos aspectos del Zen, que me recordaron los misterios de la teoría cuántica. Al principio, estas relaciones fueron un ejercicio puramente intelectual. Salvar el abismo entre el pensamiento racional analítico y la experiencia meditativa de la verdad mística fue, y todavía es, algo muy difícil para mí.
Al principio me ayudaron "centrales de energía" que me enseñaron cómo la mente puede fluir en libertad y cómo las evidencias espirituales llegan por sí mismas, sin esfuerzo alguno, emergiendo de las profundidades de la consciencia. Recuerdo ni¡ primera experiencia de este tipo. Después de años de pensamiento detallado y analítico, su llegada fue tan arrolladora que me hizo estallar en lágrimas, de un modo no distinto a Castaneda, volcando seguidamente mis impresiones en un trozo de papel.

Más tarde me llegó la experiencia de la Danza de Shiva, que intenté captar en el montaje fotográfico que muestro en la página 288. A esta experiencia siguieron otras parecidas que me ayudaron a darme gradualmente cuenta de que una nueva visión del mundo está comenzando a emerger desde la física moderna, en armonía con la antigua sabiduría oriental. Durante años tomé muchas notas y escribí algunos artículos sobre los paralelismos que iba descubriendo, hasta que finalmente resumí mis experiencias en el presente libro.
Este va dirigido al lector interesado en el misticismo oriental, que no tiene necesariamente que saber nada sobre física. He intentado presentar los principales conceptos y teorías de la física moderna sin ningún tipo de matemáticas y en un lenguaje nada técnico; pese a ello, en su primera lectura algunos párrafos pueden parecer todavía difíciles al profano. Los términos técnicos que me he visto obligado a citar están todos ellos definidos allí donde aparecen por primera vez y, además, los relaciono en el índice al final del libro.
Espero también que entre mis lectores habrá físicos interesados en los aspectos filosóficos de la física que no hayan tenido todavía ningún contacto con las filosofías religiosas de Oriente. Hallarán que el misticismo oriental proporciona un consistente y hermoso esquema filosófico, en el que se pueden acomodar nuestras más avanzadas teorías sobre el mundo físico.

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En relación con el contenido del libro, es posible que el lector sienta una cierta falta de equilibrio entre las presentaciones de los pensamientos científico y místico. A medida que avance en la lectura, su comprensión de la física deberá ser cada vez mayor, pero quizás no se dé una progresión semejante en su entendimiento del misticismo oriental. Esto es algo que parece inevitable, ya que el misticismo es, antes que nada, una experiencia que no puede aprenderse en los libros. Cualquier tradición mística sólo podrá comprenderse en profundidad si uno se involucra totalmente en ella. Mi máxima aspiración en este sentido sería hacer que el lector llegara a considerar ese involucrarse como algo deseable y positivo.
Mientras escribía este libro, mi comprensión del pensamiento oriental aumentó considerablemente, gracias en gran parte a dos hombres procedentes de Oriente. Estoy profundamente agradecido a Phiroz Mehta, por abrirme los ojos a muchos aspectos del misticismo hindú, y a mi maestro de T'ai Chi, Liu Hsiu Ch'i por introducirme en el taoísmo vivo.

Me es imposible mencionar los nombres de todos aquellos -científicos, artistas, estudiantes y amigos- que me ayudaron a formular mis ideas a través de estimulantes discusiones. Sin embargo, creo que debo una especial gratitud a Graham Alexander, Jonathan Ashmore, Stratford Caldecott, Lyn Gambles, Sonia Newby, Ray Rivers, Joel Scherk, George Sudarshan y Ryan Thomas. Finalmente, siempre estaré en deuda con la señora Pauly Bauer-Ynnhof, de Viena por su generoso apoyo financiero en el momento en que más lo necesitaba.

Fritjof Capra Londres, Diciembre de 1974


PREFACIO A LA SEGUNDA EDICIÓN

Este libro fue publicado por primera vez hace siete años y tuvo su origen en una experiencia que, como describo en el prefacio de la primera edición, data ya de más de diez años. Por ello, me parece apropiado decir aquí algunas palabras a los lectores de esta nueva edición sobre las muchas cosas que durante estos años han sucedido -al libro, a la física y a mí mismo.

Cuando descubrí los paralelismos existentes entre la visión del mundo de los físicos y la de los místicos paralelismos ya insinuados antes pero nunca explorados a fondo tuve la sensación de que simplemente estaba descubriendo algo que era totalmente obvio y que en el futuro sería del dominio público. Algunas veces, mientras escribía El Tao de la Física incluso sentí que el libro estaba siendo escrito a través de mí, más que por mí. Los acontecimientos posteriores confirmaron estas sensaciones. El libro fue recibido con gran entusiasmo en Inglaterra y en Estados Unidos. Pese a haber tenido una publicidad promocional mínima, su difusión fue muy rápida y hasta el día de hoy se han efectuado al menos doce ediciones en diferentes países.


Como era de esperar, la reacción de la comunidad científica fue mucho más cautelosa, pero también en este campo el interés por las extensas implicaciones de la física actual es creciente. La aversión de los científicos modernos a aceptar las profundas similitudes existentes entre sus conceptos y los de los místicos no es una sorpresa, dado que el misticismo - al menos en Occidente- ha sido tradicionalmente relacionado -de manera totalmente equivocada- con cosas vagas, misteriosas y en absoluto científicas. Afortunadamente esta actitud está cambiando. A medida que el pensamiento oriental ha comenzado a interesar a un número de personas cada vez mayor y al haber dejado de ser considerada la meditación como algo ridículo o sospechoso, el misticismo está empezando a ser tornado en serio, incluso dentro de la comunidad científica.

El éxito del Tao de la Física tuvo un fuerte impacto en mi vida. Durante los últimos años he viajado mucho, he dado conferencias ante neófitos y ante profesionales y he discutido las implicaciones de la "nueva física" con hombres y mujeres de todos los estratos. Estas discusiones me ayudaron enormemente a comprender el amplio contexto cultural del interés que el misticismo oriental ha despertado en Occidente durante los últimos veinte años. Ahora veo ese interés como parte de una tendencia mucho más amplia, que trata de contrarrestar el profundo desequilibrio existente en nuestra cultura, en nuestros pensamientos y nuestros sentimientos, en nuestros valores y actitudes y en nuestras estructuras políticas y sociales. La terminología china del ying y el yang me pareció muy adecuada para describir este desequilibrio cultural. Nuestra cultura ha favorecido los valores y actitudes yang o masculinas y ha descuidado sus contrapartes ying o femeninas, que le son complementarias. Hemos favorecido la autoeliminación a costa de la integración, el análisis sobre la síntesis, el conocimiento racional sobre la sabiduría intuitiva, la ciencia sobre la religión, la competencia sobre la cooperación, la expansión sobre la conservación y así sucesivamente. Este desarrollo parcial ha alcanzado ya un punto alarmante, ha llegado a constituir una crisis que presenta dimensiones sociales, ecológicas, morales y espirituales.

No obstante, al mismo tiempo, estamos siendo testigos del inicio de un tremendo movimiento evolucionario, que parece ilustrar el antiguo refrán chino que dice: "Cuando el yang ha alcanzado su punto culminante, retrocede dejando paso al ying". Las décadas de los años 60 y 70 generaron toda una serie de movimientos sociales que parecían converger en una misma dirección. La creciente preocupación por la ecología, el intenso interés por el misticismo, el surgimiento de la conciencia feminista y el redescubrimiento de los enfoques holísticos sobre la salud y la curación, son todas manifestaciones de una misma tendencia evolucionaria.

Todas ellas vienen a contrarrestar el excesivo énfasis puesto en lo racional, en las actitudes y los valores masculinos y tratan de recuperar el equilibrio entre los aspectos masculino y femenino de la naturaleza humana. Así, la conciencia de la profunda armonía existente entre la visión del mundo de la física y la del misticismo oriental, aparece ahora como parte integral de una transformación cultural mucho más amplia, que nos lleva a una nueva visión de la realidad, visión que requerirá un cambio fundamental en nuestros pensamientos, en nuestras percepciones y nuestros valores. En mi segundo libro "El Punto Crucial" exploro los diversos aspectos y las implicaciones de esta transformación cultural.

El hecho de que los cambios que están teniendo lugar en nuestro sistema de valores va a afectar a muchas de nuestras ciencias puede resultar sorprendente para quienes creen en una ciencia objetiva, totalmente independiente de cualquier valor. Sin embargo, ello constituye una de las más importantes implicaciones de la nueva física. Las aportaciones de Heisenberg a la teoría cuántica, que trato con detalle en este libro evidencian con toda claridad que el clásico ideal de la objetividad científica no puede ya mantenerse, y en este sentido, la física moderna está también haciendo tambalearse al mito que considera a la ciencia como algo totalmente ajeno a los valores. Los patrones y los esquemas que los científicos observan en la naturaleza están íntimamente relacionados con los patrones y esquemas existentes en sus mentes, con sus conceptos, sus pensamientos y sus valores. Así, los resultados científicos que obtengan, y las aplicaciones tecnológicas que investiguen, estarán todos ellos condicionados por sus propias estructuras mentales. Aunque gran parte de sus detalladas investigaciones no dependerán explícitamente de su sistema de valores, la estructura más extensa dentro de la que se realiza la investigación, nunca será independiente de tales valores. Por ello, los científicos no sólo tienen una responsabilidad intelectual sobre sus investigaciones, sino también una responsabilidad moral.

Desde este punto de vista, la relación existente entre la física y el misticismo no es sólo muy interesante, sino también de extrema importancia. Los resultados de la física moderna han abierto a los científicos dos caminos muy diferentes. Nos pueden llevar -poniéndolo en términos extremos- al Buda o a la Bomba, y a cada científico le corresponde decidir qué conmino va a tomar. A mi manera de ver, en una época en la que casi la mitad de nuestros científicos e ingenieros trabajan para la industria militar, malgastando un enorme potencial de ingenio humano y creatividad en descubrir medios cada vez más sofisticados de destrucción total, el camino del Buda. el "camino con corazón", nunca podrá ser excesivamente acentuado.

La presente edición de este libro ha sido actualizada. incluyendo resultados de las más recientes investigaciones realizadas en el campo de la física subatómica. Para ello he cambiado ligeramente algunos párrafos del texto a fin de sintonizarlos con las nuevas investigaciones, y también he añadido al final del libro un nuevo capítulo, al que he titulado "Vuelta a la Nueva Física", en el que describo con detalle los nuevos descubrimientos de la física subatómica. Para mí ha sido una gran satisfacción comprobar, que ninguno de estos recientes descubrimientos ha invalidado nada de lo que escribí hace siete años. De hecho, la mayoría de ellos fueron ya anticipados en la versión original. Esto ha venido a reforzar la intensa creencia que me motivó a escribir este libro: que los temas básicos que utilizo en mi comparación entre la física y el misticismo, serán confirmados, más que invalidados por las futuras investigaciones.

Además, ahora siento que estoy pisando un terreno mucho más firme con mi tesis, pues los paralelismos con el misticismo oriental están apareciendo no sólo en el campo de la física, sino también en la biología, en la psicología y en otras ciencias. Al estudiar las relaciones entre la física y estas ciencias he descubierto que la estructura de la teoría de sistemas provee una extensión natural de los conceptos de la física a otros campos.

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La exploración de los conceptos de sistemas en biología, medicina, psicología y en las ciencias sociales, que he realizado en "El Punto Crucial" me ha demostrado que el enfoque de los sistemas confirma los paralelismos existentes entre la física moderna y el misticismo oriental. Además, los nuevos sistemas de biología y psicología señalan otras similitudes con el pensamiento místico, al margen del campo estudiado por la física.

Estas similitudes las trato en mi segundo libro, el cual incluye ciertas ideas sobre el libre albedrío, el nacimiento, la muerte, la naturaleza de la vida, de la mente, de la consciencia y de la evolución. La profunda armonía existente entre estos conceptos -tal como se expresa en el lenguaje de sistemas y sus correspondientes del misticismo oriental, es una impresionante evidencia de que la filosofía de las tradiciones místicas, también conocida cono "filosofía perenne", constituye una muy consistente base filosófica para nuestras teorías científicas modernas.

Fritjof Capra Berkeley, Junio de 1982

Fuentes:

"El Tao de la Física"
Archivo PDF.
Por Fritjof Capra


Gaia: La Tierra como planeta vivo

"Según Lovelock, las pruebas demostraban que toda la biosfera del planeta tierra, hasta el ultimo ser viviente que lo habita, podía ser considerada como un único organismo a escala planetaria en el que todas sus partes estaban casi tan relacionadas y eran tan independientes como las células de nuestro cuerpo. Creía que ese super-Ser-Colectivo merecía un nombre propio, al que William Golding llamó Gaia".
Isaac Asimov y Frederik Pohl en "La Ira de la Tierra"

La Hipótesis Gaia es una teoría científica que, en esencia,
dice que toda la biosfera del planeta Tierra,
es decir, todos los seres vivos, desde virus, bacterias, plantas, animales y seres humanos,
en conjunto, pueden considerarse como un único super-organismo vivo y autoregulado,
en el que todas sus partes se relacionan entre sí e influyen las unas sobre las otras.
Los seres vivos individuales serían algo similar a las células del cuerpo,
que si bien son organismos independientes, juntas forman un organismo más complejo.


A todos nos gustaría creer que existe algo (alguna clase de ser superior y bueno) que puede intervenir y salvarnos de las cosas que van mal en nuestro mundo.

La mayoría de la gente siempre ha tenido una creencia de este tipo que la reconforte. Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, el candidato para este algo ha sido Dios (no importa a qué dios se adorara en cada tiempo y lugar) y ésa es la razón por la que, en los veranos secos, los agricultores han levantado sus ruegos para pedir lluvia. Lo siguen haciendo, pero, a medida que los conocimientos científicos aumentan y se empiezan a encontrar cada vez más explicaciones a los acontecimientos de las leyes naturales en vez del capricho divino, mucha gente empieza a desear un protector menos sobrenatural (y quizá más predecible).

Por eso hubo bastante revuelo en la comunidad científica cuando, hace unos cuarenta años, un científico británico, llamado James Lovelock, propuso algo que cumplía estos requisitos. Lovelock dio un nombre a su nuevo concepto hipotético: lo llamó Gaia, por la antigua diosa de la tierra.

Cuando Lovelock publicó la hipótesis de Gaia, provoco una sacudida en muchos científicos, sobre todo en aquellos con una mente más lógica que odiaban un concepto que sonaba tan místico. Les producía perplejidad, y lo más desconcertante de todo era que Lovelock era uno de ellos. Tenía fama de ser algo inconformista, pero sus credenciales científicas eran muy sólidas. Entre otros logros a Lovelock se le conocía por ser el científico que había diseñado los instrumentos de algunos de los experimentos para buscar vida que la nave estadounidense Viking había llevado a cabo en la superficie de Marte.

Y, sin embargo, a los ojos de sus iguales, lo que Lovelock estaba diciendo rayaba en la superstición. Peor todavía, cometió la temeridad de presentar sus argumentos en forma de método científico ortodoxo. Había obtenido las pruebas para su propuesta de la observación y la literatura científica, como se supone que debe hacer un científico. Según él, las pruebas demostraban que toda la biosfera del planeta tierra (o lo que es lo mismo, hasta el ultimo ser viviente que habita en nuestro planeta, desde las bacterias a los elefantes, las ballenas, las secoyas y tú y yo) podía ser considerada como un único organismo a escala planetaria en el que todas sus partes estaban casi tan relacionadas y eran tan independientes como las células de nuestro cuerpo. Lovelock creía que ese super-ser-colectivo merecía un nombre propio. Carente de inspiración, pidió ayuda a su vecino, William Golding (autor de "El Señor de las Moscas"), y a Golding se le ocurrió la respuesta perfecta. Así que lo llamaron Gaia.


Lovelock llegó a esta conclusión en el transcurso de su trabajo científico mientras trataba de idear qué signos de vida debían buscar en el planeta Marte los instrumentos que estaban diseñando. Se le ocurrió que si fuese un marciano en vez de un inglés, habría sido fácil resolver el problema en sentido contrario. Para obtener la solución, todo lo que hubiera necesitado un marciano hubiera sido un modesto telescopio con un buen espectroscopio incorporado. La misma composición del aire de la Tierra proclama la innegable existencia de vida. La atmósfera terrestre contiene una gran cantidad de oxigeno libre, que es un elemento químico muy activo. El hecho de que se encuentre libre en esas cantidades en la atmósfera significa que tiene que haber algo que lo esté reponiendo constantemente. Si esto no fuera así, hace mucho tiempo que el oxígeno atmosférico habría reaccionado con otros elementos como puede ser el hierro de la superficie terrestre y habría desaparecido, exactamente igual que nuestros espectroscopios terrestres han mostrado que cualquier cantidad de oxigeno que hubiese habido se ha agotado desde hace mucho tiempo en nuestros vecinos planetarios, Marte incluido.

Por lo tanto, un astrónomo marciano habría comprendido de inmediato que ese algo que repone el oxígeno sólo podía ser una cosa: la vida. Es la vida (las plantas vivas) lo que produce constantemente este oxígeno en nuestro aire; con ese mismo oxígeno cuenta la vida (nosotros y casi todos los seres vivos del reino animal) para sobrevivir.

Partiendo de esto, la idea de Lovelock es que la vida (toda la vida de la tierra en su conjunto) interacciona y tiene la capacidad de mantener u entorno de manera que sea posible la continuidad de su propia existencia. Si algún cambio medioambiental amenazara a la vida, ésta actuaría para contrarrestar el cambio de manera parecida a como actúa un termostato para mantener tu casa confortable cuando cambia el tiempo encendiendo la calefacción o el aire acondicionado.

El término técnico para este tipo de comportamiento es homeostasis. Según Lovelock, Gaia (el conjunto de toda la vida en la tierra) es un sistema homeostático. Para ser más preciso desde el punto de vista técnico, en este caso, el término adecuado es homeorético en vez de homeostático, pero la distinción solo puede interesar a los especialistas. Este sistema que se conserva a sí mismo, no sólo se adapta a los cambios, sino que incluso hace sus propios cambios alterando su medio ambiente siempre que sea necesario para su bienestar.


Estimulado por estas hipótesis, Lovelock empezó a buscar otras pruebas de comportamiento homeostático. Las encontró en lugares insospechados. En las islas coralíferas, por ejemplo. El coral está formado por animales vivos. Sólo pueden crecer en aguas poco profunda. Muchas islas de coral se están hundiendo lentamente y, de alguna manera, el coral sigue creciendo hacia arriba tanto como necesita para permanecer a la profundidad adecuada para sobrevivir. Esto es un tipo rudimentario de homeostasis. También está la temperatura de la Tierra. La temperatura media global ha permanecido entre límites bastante estrechos durante mil millones de años o más, aunque se sabe que en este tiempo la radiación solar (que es lo que determina básicamente dicha temperatura) ha ido aumentando interrumpidamente. Por tanto, el calentamiento de la tierra debía haberse notado, pero no ha sido así. ¿Cómo puede haber ocurrido esto sin algún tipo de homeoestasis?

Para Lovelock resultaba todavía más interesante la paradójica cuestión de la cantidad de sal en el mar. La concentración actual de sal en los océanos del planeta es justo la adecuada para las plantas y animales marinos que viven en ellos. Cualquier aumento significativo resultaría desastroso. A los peces (y a otros modos de vida marinos) les cuesta un gran esfuerzo evitar que la sal se acumule en sus tejidos y les envenene; si en el mar hubiera mucha mas sal de la que hay, no podrían hacerlo y morirían. Y, sin embargo, según toda lógica científica normal, los mares deberían de ser muchos más salados de lo que son. Se sabe que los ríos de la Tierra están disolviendo continuamente las sales de los suelos por los que fluyen y las transportan en grandes cantidades a los mares. El agua que los ríos añaden cada año no permanece en el océano. Esta agua pura se elimina por evaporación debido al calor solar, para formar nubes que terminan cayendo de nuevo como lluvia; mientras las sales que contenían estas aguas no tienen a donde ir y se quedan atrás.

En este caso, la experiencia diaria nos enseña lo que sucede. Si dejamos un cubo de agua salada al sol durante el verano, se volverá cada vez mas salada a medida que se evapora el agua. Aunque parezca sorprendente, esto no sucede en el océano. Se sabe que su contenido de sales ha permanecido constante a lo largo de todo el periodo geológico. Así que está claro que algo actúa para eliminar el exceso de sal en el mar.

Se conoce un proceso que podría ser el responsable. De vez en cuando, las bahías y brazos de mar poco profundos se quedan aislados. El sol evapora el agua y quedan lechos salinos que con el tiempo son recubiertos por polvo, arcilla y, finalmente, roca impenetrable, de manera que cuando el mar vuelve para recuperar la zona, la capa de sal fósil esta sellada y no se redisuelve. Más tarde, cuando la gente la extrae para sus necesidades, la llamamos mina de sal. De esta manera, milenio tras milenio, los océanos se liberan del exceso de sal y mantienen su concentración salina.

Podría ser una simple coincidencia que se mantenga este equilibrio con tanta exactitud, independientemente de lo que ocurra, pero también podría ser otra manifestación de Gaia.

Pero quizá Gaia se muestre a sí misma con más claridad en la manera que ha mantenido constante la temperatura de la Tierra. Como ya hemos dicho, en los orígenes de la tierra, la radiación solar era una quinta parte de la actual. Con tan poca luz solar para calentarse, los océanos deberían haberse congelado, pero eso no ocurrió. ¿Por qué no?

La razón es que por aquel entonces la atmósfera terrestre contenía mas dióxido de carbono que en la actualidad y éste, afirma Lovelock, es un asunto de Gaia, ya que aparecieron las plantas para reducir la proporción de dióxido de carbono en el aire. A medida que el sol subía la temperatura, el dióxido de carbono, con sus propiedades de retención del calor, disminuía en la medida exacta a lo largo de milenios. Gaia actuaba por medio de las plantas, indica Lovelock, para mantener el mundo a la temperatura óptima para la vida.


Fuentes:

“La Ira de la Tierra“
Archivo DOC. en formato ZIP.
Capítulo 2, “Gaia y otras esperanzas”
Por Isaac Asimov y Frederic Pohl


Gaia



martes, 24 de marzo de 2009

Teoria de las estructuras disipativas

En su obra "¿Tan Sólo una Ilusión?", Prigogine define las estructuras disipativas:
"... la formación de «estructuras disipativas» en condiciones muy alejadas del equilibrio, y en el que la estructura surge a partir del caos térmico, del azar molecular... cuando nos apartamos mucho de las condiciones de no equilibrio, se originan nuevos estados en la materia. Llamo a estos casos «estructuras disipativas», porque presentan estructura y coherencia, y su mantenimiento implica una disipación de energía ."

"El caos está en el origen de la vida y de la inteligencia"
IIya Prigogine


La investigación central de Ilya Prigogine giró en torno a la expansión de la termodinámica clásica y al estudio de los procesos irreversibles con la teoría de las estructuras disipativas, con proyecciones epistemológicas que trascendieron al campo filosófico en los planos de la percepción y la construcción de la realidad. La preocupación científica de Prigogine aflora ya en sus primeros trabajos y hace referencia a la incertidumbre que mueve a buscar las bases constructivas del futuro. Más allá de una concepción determinista del porvenir, parte de una convicción constructivista, que no sólo se refiere al plano de la realidad cósmica, sino que traslada a la realidad social como una construcción dinámica.

Prigogine entiende que la edad de la certidumbre y la racionalidad pertenece a una cosmovisión y a unos paradigmas superados. Sus obras, con títulos como "El fin de las certidumbres", suponen una ruptura de la linealidad del devenir, el determinismo de las direcciones del tiempo... Partiendo de la incertidumbre, el futuro esta abierta a la creatividad constructiva, a las bifurcaciones que descubre que no hay una dirección única en la construcción de la realidad. Es el desorden creador en el escenario de una "nueva alianza", donde, liberada del determinismo, la ciencia une al hombre con la naturaleza y su lógica probabilista.

Este interesante químico es uno de los argumentadores de la teoría del caos y del orden subsiguiente al caos, de las estructuras disipativas que afloran en los procesos de autoorganización. Sostiene que el caos está en el origen de la vida y de la inteligencia, de modo que son la inestabilidad y el caos las bases constructivas del orden. Frente a lo cierto, Prigogine formula una nueva dimensión sistémica a partir de la complejidad, el no equilibrio, lo posible y lo probable . ¡Que interesante!


El tema principal del trabajo científico de Ilya Prigogine ha sido la mejor comprensión del papel que juega el tiempo en las Ciencias Físicas y la Biología. Ha contribuido significativamente al entendimiento de los procesos irreversibles, particularmente en sistemas no equilibrados. Los resultados de su trabajo en estructuras disipativas han estimulado a muchos científicos de todo el mundo y pueden haber tenido importantes consecuencias para nuestra comprensión de los sistemas biológicos.

La teoría de las estructuras disipativas (o termodinámica de procesos irreversibles), formulada por Iya Prigogine, postula la aparición de nuevas estructuras debido a pequeños cambios en sistemas complejos muy alejados del equilibrio, lo que desemboca en un proceso irreversible. A partir de ahí, lo único que ocurre es la degradación de esa energía.

Introducción al concepto de estructura disipativa

Se dice que un sistema es disipativo si su energía se degrada en forma de calor, que en parte no es transformable en otras formas de energía menos degradada. Una estructura es disipativa en la medida que ayuda a los mecanismos disipativos.
Según la clásica segunda ley de la termodinámica, un sistema aislado ha de ir perdiendo (disipando) toda la energía libre que posee con lo cual su entropía se maximiza. Un sistema en equilibrio térmico ya no disipa más y se halla en un estado de máxima entropía. Si un sistema se halla en las cercanías del equilibrio, sus tendencias espontáneas e irreversibles lo son hacia el equilibrio. La fuerza impulsora es la de producir entropía.
Por definición, en el equilibrio ya no puede producir más entropía (principio de la mínima producción de entropía).
Pero no abundan los sistemas aislados, por lo cual puede haber sistemas alejados del equilibrio (como el planeta iluminado o el cerebro con nutrimentos) que no pueden llegar a él - aunque lo buscan espontáneamente - porque mientras tanto siguen recibiendo aportes de energía externa (el sol, la glucosa en sangre).
Con esos aportes las ecuaciones diferenciales descriptivas de la dinámica, ya no son más lineales. No están en el equilibrio sino en el desequilibrio.

Como hay sistemas disipativos con estructuras, es lícito llamarlas, con Prigogine, "estructuras disipativas", aunque a primera vista su estudio parezca poco interesante. Pero hay algo muy real: las condiciones "lejos del equilibrio" o "en el desequilibrio" implican leyes no-lineales.
Toda la física interesante en nuestro universo es no-lineal


Se deduce que lo que recién parecía poco interesante sería una afirmación apresurada.

La única regla general para las ecuaciones diferenciales no-lineales es que no hay reglas generales. El caos es una posibilidad, como también la presencia de atractores, repulsores, bifurcaciones, autoorganizaciones.

Lo que afirma Prigogine es que aunque no halló para esta rama de la física incorporada a la mecánica estadística, una nueva constante universal, por lo menos ha encontrado una desigualdad matemática, un "criterio de evolución universal". Así como hay transiciones de fase en la física lineal, con roturas de simetría, muy cercanas al equilibrio (como el hielo que se funde), también las hay en la física no-lineal donde las estructuras disipativas se vuelven inestables y tienden a veces hacia patrones de organización coherente que minimizan la energía libre y disminuyen los grados de libertad.

"Cuando yo era joven, mis profesores se alegraban de demostrar que un problema matemático dado admitía sólo una solución. Era el summum de la belleza matemática. En el curso de mi carrera he consagrado mucho tiempo a demostrar a mis alumnos que hay muchos problemas que admiten más de una solución".

"En el fondo, las diferentes culturas, pongamos la civilización tradicional china y la civilización europea, siguieron caminos diferentes. Hoy tenemos una visión muy diferente de la visión antigua, reductora, en la que se decía: 'Existe una sola dirección asignada la progreso de la civilización'; ahora comprendemos que hay muchas maneras de ser civilizados. Uno de los problemas capitales de la política, diría yo, mundial, es la confrontación de culturas, la comparación y el mantenimiento de la diversidad, sin olvidar insistir también sobre los elementos que nos unen a todos los hombres".


Prigogine propone que dentro de un sistema complejo no-lineal lejos del equilibrio existen subsistemas fluctuantes. De vez en cuando se combinan y amplifican las fluctuaciones y se disrrumpe la estructura previa, ocasión en la cual aparece una bifurcación, un punto de bifurcación. La teoría no puede predecir, por adelantado, si el resultado será una estructura de dinámica caótica o una estructura autoorganizada con un orden "superior", un "orden por fluctuaciones". En este último caso, como la estructura necesita de energía externa para seguir organizada, es aceptable llamarla "estructura disipativa", puesto que necesita más energía externa que la estructura no-disipativa (más simple) previa reemplazada. Tiene un límite para su evolución y es la falta de capacidad para eliminar más y más calor. Los seres vivientes funcionan como sistemas disipativos, autoorganizados por fluctuaciones ambientales.

Los sistemas que captan información en forma de flujo de datos y que perciben regularidades en el mismo, tratando el resto del material como aleatorio, se denominan sistemas complejos adaptativos. El organismo humano es un sistema adaptativo complejo, y su estructura y funcionamiento corresponden a un sistema caótico.

Los seres vivos combinan la estabilidad de la estructura con la fluidez del cambio, lo cual permite su desarrollo, reproducción y evolución. Son «estructuras abiertas», estructuras disipativas, que dependen de flujos continuos de energía y recursos.
F. Capra resume así la teoría de las estructuras disipativas planteada por Ilya Prigogine:

"La comprensión de las estructuras como sistemas abiertos proporcionó una importante nueva perspectiva, pero no solucionó el rompecabezas de la coexistencia de estructura y cambio, de orden y disipación, hasta que Ilya Prigogine formuló su teoría de estructuras disipativas... La clave para entender las estructuras disipativas es comprender que se mantienen en un estado estable lejos del equilibrio... (Nota: aquí se refiere al equilibrio físico (termodinámico), no al equilibrio dinámico y funcional, homeostásico, de los organismos vivos). Un organismo vivo se caracteriza por un flujo y un cambio continuos en su metabolismo, comprendiendo miles de reacciones químicas. El equilibrio químico y térmico se da únicamente cuando estos procesos se detienen. En otras palabras, un organismo en equilibrio es un organismo muerto. Los organismos vivos se mantienen constantemente en un estado alejado del equilibrio, en el estado de vida. Siendo muy distinto del equilibrio, este estado es sin embargo estable a lo largo de períodos prolongados de tiempo, lo que significa que, como un remolino, se mantiene la misma estructura general a pesar del incesante flujo y cambio de componentes... Más lejos del equilibrio los flujos son más fuertes, la producción de entropía aumenta y el sistema ya no tiende al equilibrio. Bien al contrario, podrá encontrarse con inestabilidades que le conduzcan a nuevas formas de orden que alejarán al sistema más y más del estado de equilibrio. En otras palabras, lejos del equilibrio las estructuras disipativas pueden desarrollarse hacia formas de complejidad creciente... Prigogine enfatiza que las características de una estructura disipativa no pueden deducirse de las propiedades de sus partes, sino que son consecuencia de su «organización supramolecular». Aparecen correlaciones de largo alcance en el mismo punto de transición de equilibrio a no equilibrio, y a partir de este punto, el sistema se comporta como un todo... Cuanto más alejado del equilibrio está un sistema, mayor es su complejidad y más alto el grado de no-linealidad de las ecuaciones matemáticas que lo describen. La teoría de Prigogine demuestra que el comportamiento de una estructura disipativa alejada del equilibrio no sigue ninguna ley universal, sino que es exclusivo del sistema específico. Cerca del equilibrio, podemos encontrar fenómenos repetitivos y leyes universales. A medida que nos alejamos de él, nos desplazamos de lo universal a lo único, hacia la riqueza y la variedad. Esta, sin duda, es una característica bien conocida de la vida".


El método de la complejidad es fiel a sus postulados, porque ofrece más incertidumbre que estabilidad conceptual y determinismo sobre el futuro de los acontecimientos. En este sentido, Ilya Prigogine, con una gran influencia en los paradigmas científicos modernos, nos lleva a creer en el fin de las certezas absolutas y la imposibilidad de aprehender toda la realidad, porque vivimos en un universo abierto y en constante evolución, como plantea en su libro: “ El fin de la certeza absoluta. Tiempo, caos y las nuevas leyes de la naturaleza.”
Los sistemas complejos están formados por gran cantidad de componentes dinámicos, cuyas interacciones originan un comportamiento colectivo emergente, cualitativamente diferente de cada componente, y por ello, es difícil predecir su evolución futura más allá de un cierto horizonte temporal.



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ASHES AND SNOW
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Según Platón, el conocimiento es un subconjunto de lo que forma parte a la vez de la verdad y de la creencia.
Integral Philosopher Michel Bauwens "Vision"