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viernes, 19 de diciembre de 2008

Consideraciones sobre neochamanismo y chamanismo huichol


Presentación

En este breve trabajo presento algunas reflexiones de carácter general en torno a un tema que, sobre todo a partir de la década de los años 1970, ha llamado la atención, cada vez más, a muchos antropólogos (y no antropólogos) hasta el punto de que casi es posible hablar de un área de especialización en esta disciplina. Para la antropóloga Buxó i Bey el sujeto de la antropología cognitiva "es el estudio de la naturaleza de la mente y de las formas en que dicha mente afecta a la cultura y a su vez es afectada por ésta".
Es el chamanismo un concepto no poco ambiguo que en la actualidad engloba a concepciones y prácticas muy diversas que, no obstante, giran principalmente alrededor de específicas relaciones de poder que algunos seres humanos mantienen, como intermediarios privilegiados, con el mundo natural, con la esfera de lo sobrenatural y con las muy diferentes sociedades y culturas a las que pertenecen. El aspecto cognitivo, desarrollado original y sintéticamente en Fericgla como parte de su posicionamiento teórico, de estas interacciones particulares se presenta como fundamental, puesto que se supone que a través de ellas se adquiere y manifiesta un conocimiento de carácter integral y completo, al modo de "la verdad o verdades", sobre el ser y el hacer de cada uno de los individuos, grupos o colectividades en las que el chamanismo está presente. Por otra parte, se coincide en remarcar que en cada caso, por muy variadas que sean las formas y técnicas, el acceso a ese tipo de conocimiento está limitado a ciertos miembros, aquellos que por decisión, innata o no, del destino o tras un arduo aprendizaje son capaces, de situarse en un estado psíquico o de conciencia distinto al que se considera "normal o habitual" en la correspondiente cultura. Es decir, al interior de cada uno de los imaginarios social e históricamente constituidos, la personalidad del chamán juega un papel clave.

Sin pretender abarcar exhaustivamente todos los ángulos de tan compleja temática ni mucho menos a todos los autores que de una u otra forma se han referido al chamanismo, me limito a presentar en forma más bien introductoria y divulgativa, como una forma de "pensamiento en voz alta", algunas de las muchas aristas que me parecen tan dignas como necesarias de ser pulidas y recuperadas, o simplemente reflexionadas, desde la perspectiva antropológica, ante las posiciones y opiniones de otras disciplinas y movimientos, principalmente la psicoterapia y la New Age. En una especie de primera parte me refiero a los componentes y estereotipos más frecuentes en la descripción del fenómeno chamánico, haciendo particular alusión a su relación con la medicina y desarrollando un poco más las características particulares que presenta en las sociedades urbanas y complejas actuales. En la segunda parte, a modo de comparación, sintetizo etnográficamente alguno de los elementos básicos que forman parte del sistema chamánico entre los Huicholes, pueblo indígena del occidente-noroeste de México, con el objeto de mostrar mínimamente las diferencias, similitudes y relaciones entre los dos contextos culturales.


Primera lectura

El término "chamán" procede de la lengua tungus, nos llega a través del ruso y expresa originariamente un fenómeno siberiano y central-asiático con el que se designa al maestro del éxtasis, estado anímico por excelencia de la experiencia religiosa en aquellas latitudes, aunque estudios más modernos sobre la misma área privilegian otras características. Su empleo se ha extendido por todo el mundo para referirse a los personajes que en la cultura de muchos grupos étnicos desempeñan un papel semejante, con parecidas actuaciones, como mediadores entre el mundo natural y el sobrenatural, entre el mundo de los hombres y el de los dioses o espíritus a quienes, por lo general, toma como aliados, guías o ayudantes para llevar a cabo sus hazañas, principalmente religiosas y curativas.
Roberte Hamayon se centra en la relación que establecen las sociedades chamánicas con el medio ambiente del que obtienen, sobre todo, los animales comestibles a través de la caza y del matrimonio simbólico que el chamán contrae con los espíritus de los animales: "Los espíritus son a los animales lo que el alma del hombre es a su cuerpo, son accesibles a la acción del alma humana, con el mismo estatuto"

Sólo hasta aquí llegan las generalizaciones comunes puesto que las formas que adopta cada caso en concreto ofrecen particularidades tan importantes que cuestionan el que se integren en un mismo concepto, sobre todo al tratar con términos tan difíciles de definir como "éxtasis", "trance" o "posesión". Así, Luc de Heusch distingue el chamanismo de la posesión como dos modos distintos de acercarse a lo sagrado. En el primero "el chamán conserva la integridad de su personalidad psíquica, cuyos poderes están decuplicados" y con los que mueve su alma a voluntad en busca de las que están perdidas o enfermas. La posesión sería entonces, como una especie de inversión, el descenso de divinidades o espíritus y su encarnación en alguien que pierde, ante eso, su voluntad. En ambos se puede o no presentar el fenómeno del éxtasis, de la crisis extática, que "no es jamás anárquica, está regulada como un papel teatral, se integra en un culto organizado que posee sus sacerdotes, su panteón, sus reglas estrictas". Pero para otros autores no hay tal separación y plantean que el viaje del chamán en busca del alma perdida o secuestrada requiere previamente de la posesión. Por otro lado, la noción de trance es presentada por Rouget como operativamente más adecuada que la de éxtasis, "...sería partidario de especializar el empleo de estos dos términos, reservar 'éxtasis' para cierto tipo de estados conseguidos en el silencio, la inmobilidad y la soledad, y designar por 'trance' los que se obtienen mediante el ruido, la agitación y la asociación con otros", aunque pensamos que ambos pueden estar presente en el chamanismo ya que en muchos casos incluye el ambiente ruidoso e hipnótico que suele acompañar al trance pero también el recuerdo de la memoria propia del éxtasis.

Por chamanismo se entiende entonces el conjunto de elementos, conceptuales y materiales, que pone en juego el chamán para conseguir sus propósitos, es decir, un sistema estructurado que comprende ciertas ideas, conocimientos, instrumentos y prácticas a las que se puede acceder por vías y mecanismos específicos. Los ejes de ese sistema o indicadores base son las categorías de saber/conocimiento y poder/acción, columnas, en definitiva, de todo discurso, pero que, en el caso del chamanismo se refieren a un conjunto de datos no accesibles ni demostrables por las lógicas racionales y a una serie de acciones poco normales que se suelen introducir en el ancho costal de "la magia", "lo paranormal" o lo "psi". La "eficacia simbólica" del chamanismo funciona, para Lévi-Strauss, cuando "desgarrado entre estos dos sistemas de referencias, el del significante y el del significado, el hombre solicita del pensamiento mágico un nuevo sistema de referencia, en cuyo seno pueden integrarse datos hasta entonces contradictorios". Para otros autores como Hoppal: "el chamanismo no es solamente una técnica arcaica de éxtasis, no sólo una fase evolutiva temprana de la religión y no sólo una manifestación psicomental, sino un complejo sistema religioso".

La propia historia del estudio del chamanismo y el seguimiento de las aportaciones de los siempre más numerosos antropólogos, psicólogos y doctores dedicados a la construcción del "discurso chamánico", nos muestran una forma peculiar de percibir la otredad, una labor especial y única que suele conducir a cambios, tanto de actitudes como de paradigmas cognoscitivos, en el observador y a modificaciones en su comprensión del poder. Fruto también de la reivindicación étnica y producto de experiencias muy particulares, el chamanismo se impone como la visión que de lo sagrado tiene alguien, el maestro, el don Juan, el informante, alguien que nos habla de una realidad distinta a la que normalmente pertenecemos o experimentamos. La relación con lo indígena, el trabajo de campo, se convierte entonces, más que nada, en un proceso de aprendizaje en donde el alumno es el etnólogo, éste un testigo y los conceptos, definiciones y explicaciones privilegiados proceden de las percepciones de los sujetos que se quiere conocer y no del sistema cultural al que pertenece el investigador. El papel del informante ocupa entonces una posición distinta al de simple transmisor o intermediario entre el antropólogo y el grupo que estudia para ocupar una relación más íntima y no exenta de conflictos que requiere, entre otras cosas, revisar las técnicas y concepciones metodológicas basadas excesiva o exclusivamente en la aprehensión de "la objetividad". Por ejemplo, Sharon destaca la amistad y el aprendizaje como las relaciones fundamentales que le permitieron realizar su estudio sobre el curandero peruano Eduardo.

Desde la perspectiva del saber, el chamanismo es un camino hacia el conocimiento de uno mismo o autoconocimiento: "...nosotros no necesitamos que nadie nos enseñe la brujería porque en realidad no hay nada que enseñar. Lo que necesitamos es un maestro que nos convenza de que existe un poder incalculable al alcance de la mano" _ Castaneda, una senda iniciática que intenta despejar la tal vez primera gran pregunta trascendente propiamente humana: ¿quién soy?; y, seguramente la primera gran tentación: ¿quién puedo ser? El chamán, para responder, mira a su alrededor y entona un canto, una llamada, una invocación que le va a permitir abrirse camino entre las páginas invisibles que guardan la historia de su grupo y los secretos de la naturaleza (visible e invisible) en el que vive. Desde la perspectiva del poder, el generalizado recurso a ciertas plantas, por ejemplo, y a otros utensilios son como instrumentos para el chamán, aliados o intermediarios que muestran y demuestran su fuerza al controlar e interpretar éste los efectos de aquéllas en su cuerpo.

De modo que el cuerpo se convierte para el chamanismo en el campo experimental privilegiado en que poner a prueba su cosmovisión, las utopías posibles. A diferencia del éxtasis místico; experimentado entre otros, por Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz y que se caracteriza por un estado pasivo de beatitud, videncia y arrobamiento surgido extravoluntariamente; el chamánico supera la contemplación y actúa provocando un efecto, la magia y el milagro, que inciden en toda una colectividad de manera activa. El cuerpo es, asimismo, una especie de laboratorio a través del cual se descubre una compleja red de reacciones bioquímicas explicándose a sí mismas. La antropomorfización de esos intercambios bióticos contribuye seriamente a originar la serie de espíritus, dioses, símbolos, signos, etc. con que poblar y hablar de ese más allá al que el chamán accede.

Pero, primordialmente, el verdadero chamán, aquel que en un principio fue nombrado como tal, ha encontrado todo ese universo en la tradición del grupo con el que étnicamente se identifica y una de sus privilegiadas funciones es relacionarse con los demás como doctor, comunicarse como curandero, uno de los más importantes mecanismos por los que logra hacer palpable y exteriorizar su poder y su saber usando como eje el cuerpo: el propio, el del paciente y el social.


Chamanismo y medicina

En cuanto que un saber/poder sobre la enfermedad, el chamanismo se muestra como un conjunto coherente y avanzado de concepciones sobre el cuerpo humano y su funcionamiento que permiten la aplicación de medidas controladoras para mantenerlo en un determinado tipo de equilibrio cósmico, que incluye y trasciende la adaptación a lo social. Sería imposible en este reducido espacio dar cumplida cuenta de los múltiples detalles a dilucidar cuando consideramos al chamán como curandero, medecine-man, etcétera, por lo que aludiremos someramente a algunas cuestiones sobre las que es necesario trabajar.

Las comprobadas curaciones por personas que pueden ser llamadas chamanes y los movimientos espectaculares que a su alrededor algunas generaron y generan, empiezan a interesar a doctores y terapeutas que no logran sanar a sus pacientes con el enfoque exclusivamente "científico" o biomédico. Como ejemplo, el conocimiento sobre el uso de "plantas de poder", enteógenos o alucinógenos que los estudios sobre chamanismo arrojan, son una fuente aún insuficientemente explotada para explicar el fenómeno de la toxicomanía, la drogadicción, y el sentido de lo que se vive en esos estados de intoxicación, éxtasis, conciencia alterada, o como se le quiera llamar, cuya adecuada utilización podría ayudar a no pocas personas atrapadas o adictas a lo que muchos denominan "el mal del siglo", especialmente peligroso para los jóvenes. Algunas experiencias psicoterapéuticas están empezando a surgir en forma grupal (como los "talleres sobre la experiencia de la muerte", en los que han participado Fericgla y Jensen) y hay algún que otro centro, como Takiwasi en Perú, dedicado al trabajo integral de rehabilitación de toxicómanos a base de plantas y con el asesoramiento de chamanes amazónicos. En el terreno farmacológico cabe destacar los trabajos exhaustivos y químicamente rigurosos de Jonathan Ott, pero no se cuenta aún con una adecuada sistematización de los resultados de estas innovadoras experiencias ni de un seguimiento eficaz que permita evaluar los alcances de las mismas.

Una parte del necesario diálogo entre medicina y chamanismo se ha iniciado a través de algunos interesantes proyectos como las denominadas "clínicas del dolor". En ellas, situadas en el estado de Texas, USA, se implementan técnicas extraídas de las experiencias y rituales que en otras partes practican los chamanes. El chamanismo se ha incorporado, de esa y otras formas, como un elemento unificador en el contexto de religiones, creencias, sectas y movimientos mesiánicos que crecen y se multiplican en este fin de milenio, sobre todo a la hora de tomar en cuenta los aspectos relacionados con los complejos procesos salud/enfermedad/atención. En cierto modo puede, entonces, considerarse como una especie de eslabón perdido hacia la fuente del primer rito, del origen del mito, en cuanto que es situado como antecesor de cualquier religión o sistema de creencias institucionalizado.

Por otra parte, médico y chamán establecen complejas relaciones. Pueden complementarse (como sucede en algunas comunidades de las "sociedades etnográficas") pero siempre suelen trabajar con diferentes concepciones de la enfermedad, del mundo y de sus leyes. Podría decirse que uno es el portavoz de la ciencia médica y de su conciencia ética, mientras que el otro es el medium o intermediario entre un espíritu y su conciencia cósmica. ¿Puede un médico (o un antropólogo o cualquier persona) transformarse en chamán? La posibilidad de acceder al conocimiento chamánico por parte de alguien que proceda de una cultura no chamánica plantea el problema mayor de las relaciones entre grupos humanos, de la validez o construcción de las fronteras culturales y simbólicas y los límites de lo que puede ser aprendido e incorporado de una a otra, una más de las cruciales cuestiones a resolver por una antropología del siglo XXI y sobre la que aún no se tiene convincentes respuestas...


Actualidad del chamanismo: neochamanismo

Al hacer hincapié casi exclusivamente en la figura personal del chamán y en su función curativa, el movimiento neochamánico plantea que al ser, en definitiva, el chamanismo un estado alterado de conciencia, un viaje a una realidad aparte, una forma de percepción extrasensorial, creado por la escenificación y el sonido de instrumentos como el tambor, es decir, cierto tipo de experiencia individual, ésta puede ser alcanzada a través de la reproducción y la recreación del ambiente e instrumentos que rodean al chamán. El extremo de esta discutible apropiación cultural y de esa especie de "esencialismo chamánico" lo encontramos en el curso de capacitación chamánica (elaborado, por cierto, por un antropólogo) denominado Harner Method, "sistema diseñado para permitirles a los sujetos emprender sus propios viajes chamánicos de adivinación a la realidad no cotidiana, donde obtienen personalmente sabiduría y orientación espiritual directa, en respuesta a las cuestiones más importantes de su vida" que utiliza la tecnología electrónica en sustitución de los instrumentos musicales en vivo porque "el sonido del tambor, escuchado por unos auriculares...tiene la ventaja adicional de no crear las molestias potenciales de los tambores en directo, en las estridentes condiciones urbanas" intentando con todo ello "poner en práctica la democracia espiritual implícita en el chamanismo". En realidad, según lo consultado y leído, aunque es cierto que todo el mundo o la mayoría de los miembros de un grupo puede llegar a ser chamán, únicamente lo consiguen quienes, para empezar, se someten a un duro entrenamiento lleno de abstenciones, pruebas y sacrificios; quienes son "elegidos" por las plantas, los espíritus o algún maestro chamán (o sea, muy poco democráticamente, por la gracia de los dioses o los espíritus de las plantas o animales; o quienes tienen algún familiar con estas extraordinarias características y se convierten en sus aprendices y herederos...).

Sin embargo, más allá de esta descontextualizada y radical aplicación del chamanismo, hay muchos aspectos, métodos e instrumentos del mismo que están siendo rescatados y refuncionalizados por los nuevos enfoques que se presentan al interior de la medicina, la psicología, la ecología y otras disciplinas. Aquí vuelve a aparecer el poco estudiado tema del antropólogo convertido en terapeuta-chamán, como son los casos de Joan Hallifax y sus métodos de curación caminando por la soledad del desierto en California o los trabajos de Holger Kalweit a partir de la aceptación del dolor y de la transformación del sufrimiento. Todos ellos tratan de situarse en una perspectiva transpersonal y multidisciplinaria que justifica la apropiación de técnicas y remedios procedentes de cualquier tradición cultural a la que se pueda acceder, enriqueciendo con ello la interacción pero estableciendo a veces similitudes cuestionables al olvidarse de los contextos en los que cada concepción y cada práctica se inscribe.

En el campo de la medicina, por ejemplo, el cuestionamiento de la "teoría molecular del origen de las enfermedades" y el tratar de superar la dicotomía e independencia entre cuerpo/espíritu como reinos separados, originada desde el pensamiento cartesiano, que, por otro lado, sirvió para permitir la manipulación de los cuerpos al no poder el alma recibir ningún daño por ello, conduce a la revalorización y utilización de las concepciones y prácticas que sobre salud y enfermedad poseen las sociedades no occidentales, a considerar la espiritualidad como parte fundamental en el proceso de curación, así como a una novedosa epistemología que subraya la importancia de que "el médico moderno, al igual que el chamán, pueda comenzar a explorar nuevamente su vida interior como parte de su formación, y con el mismo rigor con que aprende anatomía, fisiología y bioquímica".

En el terreno de la psicología y psiquiatría, una larga experiencia de más de dos décadas en el estudio de estados alterados de conciencia inducidos por drogas como el LSD se recupera en la denominada terapia holotrópica u holonómica, técnica desarrollada en los últimos diez años, que llega a los mismos resultados prescindiendo de sustancias psicotrópicas y utilizando métodos como la respiración controlada, la música evocativa, el trabajo corporal, los dibujos de mandalas y otros enfoques procedentes del chamanismo y de tradiciones no occidentales. El objetivo perseguido en estas técnicas es el de "facilitar la autocuración del paciente, ayudándole a adquirir conciencia y a reintegrar los elementos fragmentados del complejo mente-cuerpo" a través de un viaje mental de muerte y renacimiento que tiene bastante semejanza con los procesos rituales e iniciáticos chamánicos.

Uno de los factores que han propiciado esta conjunción deriva de las experiencias psicodélicas de los años 60, en las que antropólogos y viajeros de todo tipo tomaron contacto con sociedades étnicas de tradición chamánica que emplean usualmente plantas con un alto contenido de alcaloides. Al respecto, en un pionero volumen que recoge experiencias de primera mano a cargo de científicos sociales con diversos grupos y sustancias, Harner considera que "una de las razones más importantes por las que los antropólogos no dieron la debida importancia a las sustancias alucinógenas en el chamanismo y las experiencias religiosas, es porque muchos de ellos no habían tomado ninguno de los ingredientes indígenas de efectos psíquicos (aparte del peyote), no habían vivido las experiencias subjetivas que producen aquéllas y que tan definitivas son, tal vez paradójicamente, para la comprensión empírica del significado que tienen para los pueblos que estudiaban". Estas plantas y mezclas, que otros autores prefieren denominar "enteogénos"; (este neologismo del griego clásico: en-dentro; theus-dios; gen-que genera o despierta, fue propuesto en el año 1979 por un pequeño grupo de científicos formado por los filósofos Carl Ruck y Danne Staples, por el etnomicólogo Robert Gordon Wasson, y los etnobotánicos Jeremy Bigwood y Jonathan Ott); provocan variadas reacciones y efectos psicomentales, erróneamente agrupados bajo el término "alucinaciones", que, debidamente codificadas e interpretadas, constituyen buena parte de los imaginarios y de las representaciones con las que el chamán expresa su cosmovisión y conecta con sus espíritus o animales auxiliares (como el caso del jaguar, presente en muchos grupos amazónicos, descrito por Reichel-Dolmatoff.

Este es seguramente el lado del neochamanismo que más se ha popularizado y que en mucho ha contribuido a crear una imagen desfigurada del chamán o curandero nativo al no tomar en cuenta que sus capacidades y sus funciones están prioritariamente inmersos en una compleja red de relaciones sociales entre los otros sujetos y elementos del grupo al que se adscribe. Algo parecido sucede con la noción de "estado alterado o modificado de conciencia" (o de embriaguez o borrachera divina de la que habla De Felice desde el que se supone que actúa el chamán, lo que, según nuestra experiencia etnográfica no es siempre así. Sin embargo, no faltan algunos estudios más serios y ambiciosos como el ya clásico de Furst o el experimental, multidisciplinario e innovador de Fericgla que incluye la aplicación de electroencefalogramas a indígenas shuar para registrar los cambios que a ese nivel suceden bajo el efecto de la ayahuasca, Banisteriopsis Caapi, una de las plantas chamánicas más estudiadas por los antropólogos y también por doctores.

Uno de los principales factores que también ha contribuido en la aparición del "neochamanismo" ha sido la crisis en la que han entrado los modelos explicativos científicos dominantes, la insuficiencia de las explicaciones clásicas y la búsqueda y aportaciones de las nuevas concepciones que parten de los postulados de la física relativista y de la mecánica cuántica sistematizando en una visión integral los novedosos descubrimientos sobre la constitución, el funcionamiento y las relaciones entre espíritu, mente y materia, etcétera. Estas concepciones son muy semejantes a las que presentan los sistemas chamánicos y sus principales elementos pueden resumirse en los siguientes postulados:

1) Interconexión entre todos los niveles de realidad de modo que lo que le ocurra a un individuo afecta a los demás, desde el nivel físico al espiritual.

2) Lo percibido por los sentidos es una localización de pautas más amplias de energía.

3) Tanto lo que puede ser medido y comprobado como lo imperceptible son aspectos que influyen en la enfermedad.

4) La conciencia se encuentra en todas partes o "todo tiene vida".

5) El universo es sagrado, tiene propósito y significado.

Otro de los aspectos constantes y sobresalientes abordados por los defensores del "neochamanismo" se refiere al crecimiento personal y las autotransformaciones que se derivan de la iniciación y la práctica chamánicas. En ese sentido, se pueden establecer correspondencias y similitudes entre los cambios experimentados por la práctica de disciplinas recomendadas por algunas religiones o sistemas de desarrollo personal, como son la oración, el ayuno, el ejercicio, el canto, la meditación, el silencio, la contemplación, etc. y las técnicas empleadas por los chamanes para la obtención y manifestación de sus poderes. Una de las propuestas interesantes se refiere a considerar las narraciones chamánicas, los cantos ceremoniales (muchos de ellos recibidos de los espíritus protectores o guías en los momentos de trance, denominados "ícaros" por varios de los grupos selváticos de Perú y Ecuador) o canciones como historias o relatos de poder que pueden servir de guías para elaborar nuestras propias "construcciones verbales conscientes basadas en experiencias numinosas ajenas a la realidad consensual cotidiana, que orienten a los individuos y les ayuden a integrar los aspectos espirituales, míticos o arquetípicos de su experiencia interna y externa, de un modo único, significativo y gratificante". El antiguo tema del poder de la palabra y su uso ritual se encuentra completamente vivo y actuando tanto en los mitos que conforman el chamanismo como en los del neochamanismo, haciendo palpable lo de que, en definitiva, "somos sílabas".

Pensamos que lo riesgoso de un movimiento como el neochamánico se encuentra en la laxa utilización de un mismo término para referirse a fenómenos, circunstancias y enfoques muy diferentes entre sí que, en todo caso, tienen en común el ser exóticos o poco usuales para la cultura occidental dominante. Con ello se pierde significación a la vez que se desvirtúan y se descontextualizan el conjunto de prácticas y concepciones que, bajo el nombre de chamanismo, forman parte constitutiva y explicativa de muchas culturas étnicas distribuidas a lo largo del planeta, son exclusividad de tales grupos y fundamentan su identidad y su derecho a existir diferenciadamente. Posiblemente, lo positivo de ese neologismo sea la ya mencionada apertura del diálogo entre los aspectos más espirituales y profundos de las distintas culturas humanas y el reconocimiento de los valores y aportaciones de los grupos minoritarios comúnmente marginados y considerados inferiores, "pre-históricos", "pre-lógicos", "pre-científicos". Texto clásico cuyos postulados han sido refutados ampliamente por la teoría antropológica pero que aun forman parte del pensamiento que sobre otros grupos y culturas tiene un amplio sector de la gente que estaría de acuerdo en las siguientes afirmaciones: "Sin duda, el ´primitivo`, y sobre todo el medecine man o el brujo, en general el hombre más inteligente del grupo y el mejor conocedor de sus tradiciones, no es nunca tan ignorante como imaginaríamos...Pero no se preocupa de extender este saber ni de profundizar en él. Se contenta con transmitirlo tal y como lo ha recibido. Sin desconocer su valor práctico, no lo aprecia como nosotros" _ Lévy-Bruhl. En todo caso, esas inquietudes debieran de servir para avanzar en el conocimiento de las distintas etnias y potenciar un acercamiento a las mismas con nuevos y audaces enfoques, metodologías y actitudes de respeto y revalorización que permitan su reproducción y sobrevivencia.


Algunos elementos del chamanismo huichol.

En México, entre los aproximadamente 30 mil huicholes que habitan mayoritariamente en el estado de Nayarit (10.976, según el Censo General de Población del año 2000) y, en menor proporción, en los de Jalisco (16.932), Durango (1.435) y Zacatecas, encontramos operando con toda su intensidad y complejidad un sistema chamánico que contiene los rasgos más importantes y comunes a otros grupos en donde el chamanismo está presente. El hecho de que los huicholes se designen a sí mismos como "doctores", según la interpretación que del término "wixárika" (con la que ellos se autonombran como grupo) hizo Lumholtz, indica la importancia que adquieren las cuestiones relacionadas con la religión, el ritual y la salud, si bien ésta no se refiere exclusivamente al cuerpo. El "mara'akame", como se le llama al chamán huichol, no se dedica exclusivamente a curar a la gente sino que tiene otras funciones, en algunos casos más importantes, como la de ser guía espiritual del grupo, depositario de la memoria histórica y mítica, sacerdote o "funcionario" religioso y, en ocasiones, incluso llega a ocupar alguno de los cargos civiles tradicionales y actúa como autoridad representativa dentro del complejo sistema de cargos que organiza la vida sociocultural de las comunidades y poblaciones huicholas.

El conocimiento del "mara'akame" se nutre de la tradición del grupo, contenida principalmente en los mitos, y de las actividades que realiza de acuerdo a "el costumbre", visión emic de su propia historia y su cultura heredada por los antepasados, ya sean humanos o divinos. Creemos que esa vinculación con la tradición, las normas, pautas y costumbres establecidas, es una muy importante característica que deslinda el chamanismo del neochamanismo, este último compuesto por fragmentos recogidos de tradiciones y contextos muy variados y dispersos espacio-temporalmente. En lo que sigue sintetizaremos algunos de los aspectos que pensamos deben de ser tomados en cuenta para comprender con mayor claridad las características y comportamientos del chamanismo o curanderismo entre los huicholes, es decir, aquello que los "mara'akate" (plural de mara'akame) saben y hacen tanto como lo que deben saber y lo que deben de hacer, la interpretación que ofrecen de su cultura.

a) Aspectos cosmogónicos y cosmovisión. La concepción huichol del universo y de su origen presupone una interacción constante de los elementos de la naturaleza como seres vivos entre los que se dan constantes relaciones no exentas de violencia, astucias y humor. En los mitos se encuentra la explicación del surgimiento del mundo, de sus partes, de los antepasados y de las pautas que deben de seguir los huicholes. De acuerdo a las diferentes fuentes documentales a las que tenemos acceso, podemos señalar que en un principio el mundo era plano, oscuro, sin ríos e inclinado hacia el mar, solamente habitado por los "hewietari" (los creadores, los formadores), los "kakauyarite" (seres de poder equivalentes a los gigantes que, posteriormente, se convirtieron en piedras y montañas), los "tatotzima" o bisabuelos y los hombres-animales. Este mundo creció hasta que tomó la forma de un disco rodeado por cinco mares. Por su parte, en su trabajo de campo de los años treinta, Zingg recoge que la tierra es para los "wixárika" un disco chato, al que rodea un mar poblado de serpientes acuáticas adonde el padre sol desciende cada noche, camina por debajo de él y de la tierra, y por la mañana vuelve a alzarse con la ayuda de los loros.

A modo de ejemplo de la estructura mitológica, como narraciones de poder que todo chamán debe de manejar correctamente, presentamos una versión del nacimiento del fuego, considerado el primero de los "mara´akate" o chamanes, a partir de un resumen articulado de los mitos contenidos en Benzi y en Benítez : la madre tierra, "tatei yurienaka", hizo temblar cinco veces para liberar su luz la cual, tras aparecer por el oriente, se introdujo en el corazón de la tierra y recorrió el mundo inferior, el mundo subterráneo, hasta reaparecer como fuego en una cueva, "teakata". Antepasados, hombres-animales (el hombre-víbora roja y el hombre-serpiente), las estrellas y otros animales lo persiguieron y le hicieron ofrendas hasta que el "tlacuache" (yahurrú tewiyáre) logró prender una chispa con su cola, la guardó en su vientre, huyó, fue golpeado por los venados quienes lo creyeron muerto pero consiguió llegar al centro del mundo y ofrecer una chispa a cada una de las regiones. Con el mismo estilo se explica el surgimiento de la luna, del sol, del héroe cultural (Watákame), de la primera peregrinación al peyote, etcétera, siempre narraciones que cuentan la historia de los elementos naturales como antepasados de los hombres hasta llegar al mito del diluvio en donde del casamiento del héroe cultural con una mujer-perro surge la actual generación de huicholes. El mito funciona, pues, como una autoridad que enseña al "mara'akame" y le permite expresarse tal como él es puesto que "instaura un orden, fija un tiempo y dibuja un espacio. Los elementos que constantemente incorpora adquieren una función simbólica más allá de cualquier uso inmediato. Esa reinserción de elementos depende, en buena medida, de los ojos y de los oídos del narrador, de su personalidad y predisposición, que hará que lo narrado se convierta en algo siempre nuevo, siempre diferente".

El panteón huichol está compuesto por más de treinta dioses que, un tanto esquemáticamente, se dividen de acuerdo a dos ciclos fundamentales: la temporada de lluvia y la temporada seca, la noche y el día cósmicos, la oscuridad y la luz, lo femenino y lo masculino. Entre las diosas de la temporada húmeda tenemos a nuestra abuela crecimiento, "takutsi nakawé"; la ya mencionada madre tierra; la diosa del maíz, "uteanaka"; la que protege los partos, "tuluviakame", etc. En cuanto a los dioses o personajes de la temporada seca sobresalen "tatewarí", (nuestro abuelo fuego), "tayau", (nuestro padre sol), "akaitewarí" (el viento), "paritzika" (deidad de la caza y de los venados) y otros muchos. La relación entre los dos bandos, que a menudo se expresa como enfrentamiento, es lo que mantiene al mundo en movimiento y todo ritual y relación con los dioses está encaminado a mantener ese equilibrio cósmico. Por lo general no se tienen ídolos de los dioses y cuando existen o se fabrica alguno se guardan en lugares secretos, generalmente en cuevas remotas, o se entierran en el centro del "kalihuey" (edificio circular donde tienen lugar las ceremonias) o en el centro de los patios ceremoniales familiares. Sus escasas representaciones aparecen también en discos (teapári), "hechos en ceniza volcánica solidificada, de manera ocasional en madera y en muy raras ocasiones se moldean en arcilla [o, modernamente, en yeso] que varían en tamaño de acuerdo a la imaginación del artífice...representan el dominio del dios o la diosa, se pintan o se graban con dibujos simbólicos de sus atributos y relaciones con el mundo".

b) Aspectos cosmográficos: espacios sagrados. El universo huichol se divide en tres partes o franjas: arriba se encuentra el cielo: "heriepana", es donde mora el sol y el águila real "werika" como su madre, equivalente a la Virgen María, "tanana" y se denomina "tajeima"; en la parte central "jeriepa" se encuentra la tierra y es donde viven los huicholes; abajo se halla el inframundo "Watetiapai". Los puntos cardinales de la tierra son cinco: el centro, donde se encuentra el territorio huichol formado también por cinco comunidades principales (San Andrés Coamiata, Santa Catarina, Guadalupe Ocotán, San Sebastián y Tuxpan de Bolaños); el norte, donde se encuentra "aurramanaka", lugar donde encalló la canoa de la diosa "nakawé", madre de todos los dioses, en el diluvio mítico y que corresponde al Cerro Gordo en la comunidad tepehuana de San Bernardino de Milpillas en el estado de Durango; el sur, donde está la morada de la diosa de las aguas, en el lago de Chapala (Jalisco) "orapavillémeta"; el oriente, donde sale el Sol en el monte Leunar, parte del territorio de Wirikuta, desierto de San Luis Potosí donde crece el peyote o "hi´ikuri"; y el poniente donde está el mar, "haramara". Todos esos lugares se consideran sagrados y a ellos deben de acudir periódicamente los huicholes para dejar ofrendas solicitando algún favor o agradeciendo otros. También para obtener poder y conocer más cosas, especialmente los chamanes.

Especial importancia tiene la peregrinación de unos 400 kilómetros a Wirikuta para la recolección del peyote que será luego consumido en las distintas fiestas del ciclo anual. Sin la realización de al menos cinco viajes (no necesariamente cada año) a este territorio donde viven los dioses, y desde donde se dice proceden los modernos huicholes tras haberse perdido en aquella región, y sin la ayuda o la gracia de los antepasados no se puede llegar a ser "mara'akame". La peregrinación implica una gran preparación, llevar buen número de ofrendas (pues son varios los lugares a visitar), ayunos, abstinencias, la cacería del venado ("el venado es un antepasado fundador y un modelo de conocimiento...llevaba al peyote dentro de su cornamenta...el "mara'akame" recibe de él su palabra"), la visita a cuevas, fuentes (kutsala) y otros lugares sagrados y, finalmente, la realización de una gran fiesta, la fiesta del peyote (hi´ikuri nexa), que incluye el sacrificio animal (usualmente una vaca) en la que los peregrinos quedan libres del compromiso adquirido.

c) Aspectos rituales y ceremoniales. Se llega a ser chamán a través de la enseñanza de otro y de la participación en los numerosos ritos y ceremonias que se celebran, escuchando con atención y fijándose en cada una de las acciones que realizan los oficiantes. Bautizar a los niños (con agua de algún lugar sagrado para que "tatei niwetukame", nuestra madre tierra, le ponga el alma al niño en la fontanela craneana), bendecir los matrimonios, dirigir los ritos funerarios y encabezar el conjunto de fiestas que se realizan a lo largo del año son tareas ineludibles para el chamán huichol. Son también las ocasiones en que puede demostrar frente a la comunidad y los demás chamanes para lo que sirven su poder y conocimientos. En el ciclo festivo encontramos ceremonias autóctonas que tienen que ver con la temporada agrícola: "tatei neixa", "danza de nuestras madres", para bendecir la cosecha e iniciar a los niños (de octubre a diciembre); "mawarixa", que se realiza para la limpia del maíz; y "hi'ikuri nexa", danza del peyote, en la que se pide el agua de la lluvia para que riegue las milpas y haga crecer las semillas recién sembradas (de mayo a junio dependiendo del clima); otro conjunto de fiestas responden al calendario católico y sincretizan elementos de las dos culturas: la fiesta de las banderas o pachitas que corresponde o equivale al carnaval occidental; la semana santa (en la que se lavan los santos e imágenes católicas); y la fiesta de Guadalupe (warupitukaritsie) en la que se eligen las autoridades custodias de los santos, el Cristo y la imagen de la Virgen; por último, existen dos fiestas que abren y cierran respectivamente el ciclo del poder que corresponde a la temporada seca: la puesta en pie de la mesa de las autoridades (raparaririku) el 4 de octubre, y el volteado de la misma (kirupuri) en junio, entre las cuales se celebra, en la primera semana de cada año, la patsixa, cambio de varas o de las autoridades tradicionales.

En la imprescindible participación en las fiestas y la dirección de las mismas encontramos una destacada función social del chamán huichol (y, en general, del chamanismo indígena americano) que lo relaciona con las esferas de la política, la ideología y la religión, funciones que no aparecen o no resultan tan importantes en el clásico estudio de Mircea Eliade ya citado y que no son tomadas demasiado en cuenta por los teóricos del movimiento neochamánico, pero que constituyen el sine qua non para ser reconocido como "mara'akame".

d) Aspectos terapéuticos e instrumentales. El "mara'akame" tiene que ser también un buen curandero o terapeuta y utilizar su poder para sanar a la gente. Para ello debe de conocer antes que nada la constitución del cuerpo humano. En términos generales, el individuo huichol está compuesto por el iyari o corazón que es consolidado a través de las peregrinaciones a los lugares sagrados; la memoria, procedente de "kauyumari", quien con la punta de su flecha recogió la palabra que perdieron los ancestros al volverse animales; el "nierika" o espejo donde se refleja la apariencia divina de los dioses en la actualidad; el "kupuri" o alma que subsiste después de la muerte y el "tukari", energía vital, vida y también día.

Como en otros muchos lugares y culturas indígenas de México, la enfermedad es producto de la pérdida momentánea del alma producida por el susto, por la actuación de algún espíritu malévolo al entrar sin protección en su área de influencia, por no cumplir con alguna promesa hecha a los dioses o por la actuación de algún brujo que introduce sus flechas invisibles en el cuerpo de sus víctimas. La tarea del "mara´akame" es semejante a la del doctor ya que de alguna manera también ha seguido estudios acerca de las enfermedades y remedios pero, a diferencia de éste, se considera, además, dotado de algún poder místico y toma en cuenta a la persona integralmente, incluso en sus aspectos morales, no solamente como objeto material. La curación chamánica es, pues, distinta a la del médico occidental porque este individualiza la enfermedad mientras el mara´akame la colectiviza, es decir, "el médico se aleja del paciente contagioso o toma todas las precauciones para no contaminarse cuando realiza su operación. El "mara´akame" se convierte en un ser ´delicado`, esto es, sagrado, se ha contagiado del estado impuro (del enfermo, y debe de curarse junto con él) ...ingiere una serie de sustancias como medicina (en vez de dárselas al enfermo)...canta para curar, utiliza la palabra como remedio mientras que el médico utiliza la escritura (para recetar)..."

La técnica principal de curación del chamán huichol "consiste en extraer por aspiración la flecha de la enfermedad, solicitando ayuda a una divinidad y pidiendo al enfermo que descubra la parte adolorida" sobre la que realiza la succión. Después escupe y de acuerdo al contenido de la saliva (un pelo, grano de maíz, incluso me ha tocado ver una velita en miniatura) acaba de determinar el origen del mal. En ocasiones se emplea el tabaco, silvestre (makuchi) o comercial (cigarrillos), para diagnosticar a través del humo arrojado a las partes doloridas del paciente. A veces se requiere de toda una noche de canto cuando la enfermedad está muy difícil y es preciso conseguir la ayuda de los dioses. A través del canto se fija hipnóticamente la mente del enfermo, se recitan los mitos ancestrales al tiempo que se busca el alma desprendida.

El uso del peyote o "hi'ikuri", que comparten varios grupos étnicos del norte de México y algunos de Estados Unidos, aunque con distintas concepciones y rituales, y que ya fue descrito por Sahagún en 1560, no puede faltar en ninguna ceremonia. El primer efecto del cactus que crece a 400 kilómetros de distancia de las comunidades huicholes es estimulante y permite mantenerse despierto o, en su caso, caminar mucho tiempo sin fatigarse. En mayor cantidad aumenta la percepción y permite al "mara'akame" acceder a la memoria étnica al conocer el código de las visiones que genera y cómo desplazarse en el "viaje" hasta alcanzar la meta deseada. "La experiencia alucinatoria, efecto del peyote, es capaz de resolver todos los conflictos, los que dividen al cosmos, los que son una amenaza para la salvación del hombre en el mundo y los que hacen temer el desequilibrio de la persona. Revelación del iyari de "kauyumari", constituye la experiencia más profunda y más real del modelo humano. La imitación de "kauyumari" genera una personalidad estructurada según los criterios de la memoria de la raza".

La música (en toda ocasión el violín y la guitarra; únicamente en "tatei nexa" se emplea el tambor o "tépu") y la danza también pueden considerarse instrumentos de curación ya que inciden sobre el cuerpo y suelen estar presentes en las sesiones más importantes. Igualmente, el sueño es utilizado para descubrir las enfermedades y los remedios que se han de aplicar. En él se reciben mensajes de los animales aliados o de los antepasados y son considerados como anunciadores de cosas buenas o malas. La diferencia con las visiones producidas por el peyote es que no siempre se obtienen las mismas imágenes. Como menciona un famoso y reconocido curandero o "mara'akame": "en mis sueños puedo ver cosas pero no me hablan de la misma manera que bajo la influencia del peyote".

Las "herramientas" que emplea el chamán huichol se suelen guardar en un pequeño estuche de palma trenzada denominado "takuatsi" a modo de un altar portátil. En él hay varios objetos que varían de curandero a curandero pero un par de plumas atadas a un delgado palo comúnmente llamado de brasil es imprescindible. Con este sencillo instrumento, denominado en wixárika "muwieri", el chamán limpia las enfermedades, recibe las diversas energías de los elementos que lo rodean (del sol o del agua, por ejemplo) y las reparte a la gente. De acuerdo a un anciano informante de la comunidad de San Sebastián: "nuestra costumbre está escrita en las plumas de las aguilillas: cada raya, cada nudo, es una página de nuestra historia. Si no fuera así hubiéramos olvidado después de poco tiempo la tradición de nuestros ancestros... Ellas se animan y hablan tan sólo cuando se ha tomado. Solamente entonces las plumas narran su historia, y para quienes la entienden, su voz es tan clara como la de la radio...Los jóvenes aspirantes a "mara'akame" empiezan a estudiar el "muwieri" cuya lectura es más fácil: en principio las de halcón (piwame) que tienen estrías y colores bien netos, después las de otros aguilillas...cuando serán viejos, sabios (kawiteros) podrán leer las plumas de águila blanca...y transmitir la tradición a sus hijos".

También se incluyen flechas, "ulú", de carrizo de unos 30 cm con una base de palo en la punta de las cuales se hacen unos dibujos o líneas que representan oraciones destinadas a solicitar algún favor a los dioses. Igualmente se preparan vasijas (rukuri) con la corteza de una planta rastrera (bule, guaje o tecomate en español), en la que se pegan con cera bolitas de chaquira o semillas que representan la casa, los niños, los animales por los que se pide protección y otros elementos del microcosmos indio. Por otro lado, algunos "mara'akate" llevan envueltos en algodón unos cristales de roca "que se cree que son personas muertas e incluso vivas, una especie de cuerpos astrales de los teosofistas... dan especial suerte y protección en la cacería del venado...es una forma en la que pueden retornar los hombres muertos hasta cinco veces". Todos los instrumentos y elementos que van a ser usados en una determinada ceremonia, ya sea de curación o festiva se colocan sobre un pequeño tapete o altar denominado "itari".
En definitiva, y a modo de conclusión, creemos que con lo escuetamente expuesto, quedan claras las diferencias entre el chamanismo y el neochamanismo. El primero es un sistema extremadamente complejo que tiene que ver con toda la cultura del grupo, exige una dedicación completa que abarca todos los aspectos de la vida del chamán y es fundamentalmente un servicio a los demás miembros de la colectividad. El segundo es, como mucho, un conjunto de técnicas o mecanismos imitados o extraídos de las prácticas observadas en otras culturas que ayudan a llenar los huecos de sentido y conocimiento, así como la ineficacia de los sistemas biomédicos, que tienen las sociedades occidentales en donde el "espíritu científico" es el predominante. Sin embargo, el debate está abierto y las opiniones basadas en el trabajo de campo son muchas...



martes, 4 de noviembre de 2008

Estados alterados v/s no-ordinarios de conciencia

RESUMEN

El desarrollo del movimiento neochamánico en América y el resto del mundo ha permitido que personas provenientes de distintos contextos culturales se acerquen a prácticas ancestrales de sanación y búsqueda de visión. Entre estas prácticas se encuentra la inducción de estados no-ordinarios de conciencia por medio de la ingesta ceremonial de sustancias enteógenas. El estudio de dichos estados ha sido abordado por la psicología y la psiquiatría clásicas desde distintas perspectivas, de las cuales la más aceptada ha sido el paradigma “fenomenológico-psicologista”. En este artículo se pasa revista a dicho enfoque, para luego proponer un segundo modelo a partir del cual desarrollar un estudio más comprehensivo sobre el fenómeno. Este segundo marco “transpersonal-integral” aporta una nueva visión que integra las variables cultural y ceremonial de la ingesta alucinógena en el contexto neochamánico.

INTRODUCCION

En América se ha desarrollado durante las últimas décadas un importante movimiento interesado en la reedición de antiguos ceremoniales indígenas implicados en las particulares formas de medicina de ciertos pueblos autóctonos de la región. El Neochamanismo en sus distintas expresiones se ha extendido a lo largo y ancho de todo el continente, llegando incluso a Europa, donde personas de todas las edades se han abierto a experimentar con plantas alucinógenas y otros medios de sanación tradicionales cuyas características rituales y esotéricas los distinguen de los métodos de la medicina occidental.

La ingesta ceremonial de enteógenos, o plantas alucinógenas es una práctica muy difundida entre los pueblos originarios de todo el mundo, siendo común a todos estos grupos la adoración de dichas especies vegetales como plantas sagradas e incluso como Dioses en sí mismos. Tómese el ejemplo de los “hongos mágicos mexicanos” (Psilocybe mexicana, Psilocybe caerulescens var. mazatecorum): “pocas plantas de los dioses han recibido tanta veneración como los hongos sagrados de México. Por dicho carácter los aztecas los llamaban ‘teonanácatl (carne de Dios)”. Y en palabras de Vergara, “el hombre antiguo tuvo hacia los enteógenos un profundo respeto y aún reverencia, rodeándolos de una atmósfera mágico-religiosa, celosamente resguardada”.

Así pues, siendo América un continente rico en plantas alucinógenas, prácticamente todos los pueblos originarios de la región conocieron al menos una de estas especies incorporándolas a sus rituales de sanación y búsqueda de visión . El movimiento neochamánico en América del Sur se ha nutrido especialmente de la sabiduría emanada de los pueblos andinos, los que han usado desde tiempo remotos el cactus del San Pedro (Trichocereus Pachanoi) y una variedad de hongos psicoactivos. Por medio de la ingesta de estas plantas de poder, los participantes del ceremonial alcanzan ciertos estados excepcionales de conciencia que facilitan la cura de incontables males tanto físicos como mentales. El mecanismo que subyace a esta sanación enteogénica aún es un misterio, y se ha desplegado un importante esfuerzo por develar los secretos que se esconden detrás de esta práctica ancestral.

Tal como indica Vergara, “a partir del redescubrimiento de experiencias chamánicas con hongos sagrados en 1953, los enteógenos se han convertido en un atractivo y controvertido campo de estudio sobre la conciencia y el ser del hombre”. Tanto la psicología como la psiquiatría han abordado el estudio de los estados alterados de conciencia desde las más diversas perspectivas teóricas, formulando así una serie de conclusiones que han acabado por configurar un discurso bastante confuso y disgregado respecto al tema. En el presente artículo se lleva a cabo una revisión de dos paradigmas psicológicos desde los cuales se han propuesto modos distintos de comprender la naturaleza de la conciencia y sus estados excepcionales.

El primer paradigma nace de la integración de la fenomenología y la psicología cognitivista, instalándose como uno de los modelos más aceptados dentro de la disciplina para referirse a los procesos normales y anormales de la conciencia. El segundo paradigma emerge como una nueva propuesta que, si bien se funda en los hallazgos del primero, expande sus alcances explicativos más allá de los límites impuestos por su predecesor. Este nuevo marco “integral-transpersonal” permite abordar el fenómeno de los estados de conciencia producidos por la ingesta ceremonial de enteógenos desde una perspectiva más integrativa y comprehensiva, tomando en cuenta variables que el marco clásico no considera relevantes, como es por ejemplo la cosmovisión subyacente a dicha práctica. Así mismo, a partir de este nuevo modelo explicativo es posible distinguir entre estados “alterados” y estados “noordinarios” de conciencia, favoreciendo un estudio más claro del fenómeno en cuestión y reduciendo una confusión que, a la luz de investigaciones recientes, es preciso eliminar.


ESTUDIOS CLÁSICOS DE LA CONCIENCIA Y SUS ESTADOS “ANORMALES”.

El estudio de la conciencia humana ha sido un campo ampliamente desarrollado por la psicología y la psiquiatría contemporáneas. Ambas disciplinas han abordado dicho fenómeno a partir de distintas perspectivas teórico-metodológicas, formulando diversas conclusiones que, por su número, llenan los estantes de nuestras universidades con incontables volúmenes dedicados al tema.

Pese al acusado interés que los psicólogos han demostrado a lo largo de la historia, el fenómeno de la conciencia humana ha prevalecido como uno de los grandes temas aún por resolver, en tanto que las respuestas que cada escuela de pensamiento ha propuesto para la pregunta por la naturaleza de dicho fenómeno no han podido ser integradas en una teoría unificada y comprehensiva. En este sentido, la condición multiparadigmática de la psicología contemporánea determina en gran medida que coexistan al interior de la disciplina explicaciones diferentes respecto a qué es lo verdaderamente constitutivo de la conciencia, así como cuál es en definitiva el papel de lo consciente en la totalidad de la vida psíquica del ser humano.

Bleuler explica que “apenas es posible definir aquello que entendemos en psicología por conciencia o consciente... Se podría decir que es aquello que nos hace ser, en esencia, distintos de un autómata, que permite que una persona sepa qué es lo que hace y que reconozca los motivos de sus reacciones”. Esta definición preliminar hace hincapié en un aspecto de la conciencia que tiempo atrás fue relevado por Hegel, cuando éste explicaba en su Fenomenología que toda conciencia es autoconciencia. Sin duda se trata de un elemento importante a ser considerado si es que se desea comprender el fenómeno de la conciencia humana en términos de su naturaleza subjetiva y vivencial, pero limitar la delimitación del concepto a este sólo aspecto bien podría ser visto como un grosero reduccionismo. En este sentido, la definición propuesta por Bleuler podría ser rápidamente desechada por ser demasiado simple e inexacta, o bien por dejar fuera ciertos elementos que alguna escuela psicológica (e.g. psicoanálisis, cognitivismo, visión transpersonal) consideraría central en su propia concepción de la conciencia.

Ahora bien, si se toma la definición propuesta por cualquier otro autor, en cualquier momento de la historia de la disciplina, podría hacerse la misma crítica. Sin excepción que valga, todas las escuelas psicológicas que han elaborado alguna teoría de la conciencia han incluido en sus propuestas sólo aquellos datos y conceptos que se condicen con las premisas que sostienen sus respectivas perspectivas. Toda formulación sobre el tema es tendenciosa e incurre indefectiblemente en reduccionismos que pueden ser más o menos evidentes, más o menos aceptados o condenados por la comunidad de psicólogos.

Si bien lo anterior es cierto, existe un paradigma en particular que ha gozado de especial consideración y desarrollo en el campo de la investigación formal sobre la conciencia humana, tanto dentro de la psicología como al interior de la psiquiatría clínica. Este enfoque, al que llamaremos “fenomenológicopsicologista”, ha prevalecido como uno de los más aceptados entre los círculos académicos y científicos, gracias a su coherencia interna, el respaldo empírico sobre el cual sostiene sus formulaciones y los sólidos cimientos epistemológicos sobre los cuales ha construido su corpus de conocimiento.

Así mismo, este paradigma se ha posicionado como el principal enfoque desde el cual han sido abordados los fenómenos asociados a los estados excepcionales de la conciencia, incluidos aquellos inducidos por la ingesta ceremonial de plantas alucinógenas. En la literatura especializada, este marco explicativo es conocido como el paradigma de “Estados Alterados de Conciencia”, homologando los estados alterados patológicos (e.g. estados de disociación histéricos, psicosis, etc.) con aquellos estados alcanzados por medio de variadas prácticas culturales asociadas al chamanismo y las tradiciones mágico-religiosas en general. A continuación pasaremos revista a este enfoque, dando cuenta de sus antecedentes filosóficos y científicos y desarrollando su concepción sobre la conciencia normal y “alterada”.

Como se mencionó más arriba, el modelo propuesto por el paradigma fenomenológico-psicologista ha sido ampliamente aceptado dentro del campo disciplinar de la psicología y la psiquiatría. Muchos de los grandes avances de estas especialidades han sentado sus bases sobre esta conceptualización general de la conciencia humana y sus corolarios, la que nace a partir de la integración de los presupuestos epistemológicos de la fenomenología alemana y francesa y los datos empíricos aportados por la psiquiatría y la psicología cognitivista. A continuación veremos cómo es que se configura dicha integración.

Mazzarelli ha descrito algunos de los rudimentos fundamentales de la perspectiva fenomenológica en psicología, aplicándolos al estudio de la semiología psicopatológica. Parafraseando a Ey , el autor afirma que sería imposible “referirse a la conciencia –sea la propia o la de otros- sin referirse a un sentir, a una vivencia, a una experiencia irrecusable del sujeto que la vive”, en tanto que desde esta perspectiva la conciencia humana refiere siempre a una proceso subjetivamente experienciado, íntimo e inasible desde el exterior del sujeto que la experimenta como suya. El paradigma fenomenológico-psicologista resalta la centralidad de la subjetividad en la constitución y la vivencia de la conciencia.

Ahora bien, en este punto es necesario hacer una precisión pues, según explica Ey, “la subjetividad no es una propiedad simple y absoluta de la conciencia. Es, sin duda, una implicación del sujeto, pero es siempre –como no se ha cesado de repetir desde Brentano- conciencia de algo, es decir, invenciblemente atada a las leyes de la objetividad que constituye”. En palabras de Schutz:

“Según Brentano, cualquiera de nuestras experiencias, tales como aparecen en el flujo de nuestro pensamiento, se refieren necesariamente al objeto experimentado. No existen el pensamiento, el temor, la fantasía o el miedo como tales; todo pensamiento lo es del objeto pensado, todo temor lo es del objeto temido y todo recuerdo lo es del objeto recordado.”

De este modo, para la tradición fenomenológica, la conciencia se constituye en un espacio intermedio e intencional, a medio camino entre la subjetividad y la objetividad o, dicho en términos estrictamente epistemológicos, entre el subjetivismo radical y el objetivismo ingenuo. El paradigma fenomenológico en psicología toma esta definición de la conciencia evitando reducir la vida anímica del ser humano a sus componentes meramente subjetivos. Como bien explica Husserl, la “subjetividad radical de la conciencia” es completamente ajena a la actitud fenomenológica:

“La conciencia tiene su estatuto de objetividad. Esta realidad bilateral subjetivoobjetiva, esta ambigüedad esencial, son las que forman como la estructura ontológica de los fenómenos conscientes: ni completamente objetiva ni exclusivamente subjetiva. Y es precisamente esta realidad, como bisagra de toda realidad, a la que corresponde la realidad de la conciencia.”

Pues bien, es este el aporte fundamental de la fenomenología a la psicología de la conciencia; el develamiento del carácter intermedio e intencional de la conciencia humana, una realidad procesual que se configura a partir de elementos provenientes de los espacios interno-subjetivo y externo-objetivo del ser consciente. A continuación revisaremos cómo esta conceptualización se engrana con datos provenientes tanto de la psicología como de la psiquiatría clásicas, conformando lo que hemos denominado el paradigma fenomenológico-psicologista.

Partiendo de la base que la conciencia se configura “como bisagra de toda realidad”, subjetiva y objetiva a la vez, la psicología cognitivista ha estudiado profundamente el modo en que el psiquismo humano permite la confluencia de ambas corrientes en un solo proceso anímico, subjetivamente experienciado. De acuerdo a este paradigma, existe una amplia gama de procesos psíquicos que dan forma a la conciencia en tanto que serían los encargados de permitir que los datos de la realidad objetiva se alleguen e integren a la estructura de la experiencia consciente subjetiva. Entre éstos procesos, “la memoria, la percepción, la atención y la comunicación verbal son considerados generalmente como los actos constitucionales de la realidad y tan fundamentales, que se ha podido definir la actividad esencial de la conciencia por medio de cada una de ellas”. Efectivamente, todo psicólogo sabe que la memoria es aquél proceso que permite organizar las experiencias pasadas en un registro más o menos coherente y ordenado, estructurado, que resulta accesible al pensamiento consciente de manera voluntaria; así como la atención permite discriminar los estímulos sensoriales provenientes del medio para así integrar al flujo de la conciencia sólo aquellos datos que resulten relevantes en un momento dado, desechando lo superfluo.

Y para que puedan desempeñar su función correctamente, estos procesos (también llamados funciones superiores o modos cognoscitivos) siempre han de darse sobre un sustrato mínimo necesario de “alerta” o “vigilancia”, dentro de lo que se ha llamado la dimensión vertical de la conciencia. Si existe una alteración en esta dimensión, como sucede en el síndrome obnubilatorio, la transmisión de información desde el medio objetivo hacia la conciencia subjetiva puede verse variablemente disminuida, alterando el correcto funcionamiento de las funciones superiores.

A propósito de la variabilidad del grado de atención alerta o vigilancia, es posible reconocer distintos estados de conciencia que se distribuyen en un continuo cuyos polos son, en el extremo superior, el “estado de atención viva” y, en el extremo inferior, el “sueño”. De acuerdo a Delay y Pichot, “en el primer caso somos conscientes de cada estímulo que procede del mundo exterior; en el segundo, nuestra conciencia no tiene que ver más que con los fenómenos psíquicos que son producidos por nosotros mismos [las imágenes oníricas]”. Los estados intermedios se ubican entre ambos polos y van desde un estado de “vigilancia excesiva”, pasando por el estado de “ensoñación”, hasta llegar finalmente a un estado en que las respuestas motoras a los estímulos sensoperceptivos “son muy débiles o bien desaparecen”.

Así mismo, los autores recién citados dan cuenta de la existencia de otros posibles estados de conciencia que, pudiendo ser tanto normales como anormales, se caracterizan por una aparente “disolución de la conciencia” o, en otras palabras, una disminución significativa del pensamiento vigil. Entre los estados intermedios normales se encuentran el de ensoñación (anteriormente mencionado) y el estado “hipnagógico”, que es aquél que “se observa en los períodos de adormecimiento”, mientras que entre los anormales se encuentran los estados “hipnoides”, el “onirismo” y aquellos estados generados por la hipnosis (estando esto último, explican los autores, sujeto a discusión).

Delay y Pichot identifican entre las posibles causas de los “estados hipnoides” la ingesta de ciertas sustancias químicas psicoactivas como las que pueden ser encontradas en las plantas alucinógenas utilizadas por los hombres de medicina andinos en sus ceremonias de sanación y visión.

“Mediante la administración de algunas drogas, como el haxix [o hachís, marihuana], la mescalina [principio activo de cactáceas como el Peyote o el San Pedro], el LSD 25 y la psilocibina [principio activo de los hongos mágicos mexicanos], entre otras, pueden provocarse estados, distintos al dormir, en los que los contenidos del pensamiento son idénticos a los de los sueños. [...] Representan un tipo particular de disolución de la conciencia que, en el plano de la introspección, es casi idéntico a los sueños, pero que difiere del dormir desde un punto de vista neurofisiológico.”

La transición desde el estado normal de vigilia al estado hipnoide inducido por la ingesta de sustancias tiene que ver principalmente con una serie de alteraciones en los mecanismos de neurotransmisión que se hallan a la base del funcionamiento consciente, producidas por el efecto intoxicante de dichos químicos. Desde esta perspectiva, especies vegetales como el Peyote o los hongos mágicos mexicanos son consideradas “drogas” por sus efectos deletéreos sobre el sistema nervioso central.

De acuerdo a Lindzey, Hall & Thompson una droga es “cualquier sustancia química que afecta al ser humano u otros animales”. Estas sustancias son estudiadas por la psicofarmacología debido a las formas en que producen alteraciones exógenas del estado normal de vigilia por medio de la interferencia del funcionamiento normal de los mecanismos de neurotransmisión. Como explican Dusek & Girdano:

“El comportamiento de alguien es el resultado de la interpretación que hace el cerebro de todos los impulsos recibidos. Estos impulsos pueden ser aminorados, intensificados o distorsionados por sustancias químicas, conocidas como drogas. Un aspecto básico en el estudio de las drogas es la acción de estas sustancias sobre el sistema nervioso central.”

Los estados producidos por la interferencia del proceso de sensopercepción y registro conciente normales es lo que tradicionalmente se ha llamado Estados Alterados de Conciencia: “en términos generales, un estado alterado de conciencia puede definirse como un estado mental que puede ser reconocido subjetivamente por un individuo (o por un observador objetivo del individuo) como diferente, en funciones psicológicas, del estado ‘normal’ del individuo, del estado de alerta y de vigilia”.

Desde el paradigma fenomenológico-psicologista aquí descrito, los estados alterados de conciencia propios de las ceremonias de ingesta enteogénica se explicarían, en este caso, por el efecto intoxicante de las sustancias ingeridas durante el ritual de sanación. Además, según esta visión, dichos estados serían perfectamente homologables en términos fenomenológicos con las formas de atención distorsionada de la psicosis (en este caso particular, toxifrenias), con los estados deliroides propios de la esquizofrenia e incluso con los estados alcanzados por medio de la meditación:

“Bajo condiciones especiales de disfunción, como los casos de psicosis aguda, algunos estados de drogadicción o meditativos, el sistema de procesamiento automático del pensamiento se rompe y se restringe la eficiencia de su funcionamiento cognoscitivo. [...] Cuando esta ruptura del pensamiento protector automático ocurre, uno pasa del estado normal a un estado alterado.”

Resulta significativo el hecho que se igualen los estados psicóticos, los inducidos por consumo de drogas (drogadicción) y los estados meditativos, y será esta comparación en particular la que permitirá dar pie a la crítica que formula el paradigma transpersonal al fenomenológico-psicologista en lo que respecta a los así llamados estados alterados de conciencia.

En resumidas cuentas, desde el paradigma fenomenológico-psicologista, el consumo ceremonial de enteógenos es visto como una forma de intoxicación voluntaria que conduce a una alteración de los procesos normales de procesamiento consciente de la información sensoperceptual, o lo que es lo mismo, a Estados Alterados de Conciencia. Pero existe aún otro modo de explicar el efecto visionario de las plantas sagradas, ya no como alucinaciones producidas por interferencias o fallos en el procesamiento cognoscitivo, sino como un fenómeno de expansión de la conciencia hasta niveles trascendentales (transpersonales), más allá del sí mismo (bastión de la conciencia individual). Este segundo paradigma se sustenta sobre el marco propuesto por la Filosofía Perenne y ha sido elaborado a partir de las investigaciones impulsadas desde la psicología transpersonal.


PARADIGMA TRANSPERSONAL-INTEGRAL DE LA CONCIENCIA Y SUS ESTADOS “NO-ORDINARIOS”.

La visión transpersonal hunde sus raíces en la ontología propia de lo que Huxley, siguiendo a Leibniz, ha dado por llamar la Filosofía Perenne. Esta concepción del mundo subyace a prácticamente todos los grandes sistemas cosmológicos desarrollados por la humanidad desde los tiempos prehistóricos hasta nuestros días, no siendo la cosmovisión andina la excepción. Este marco ontológico puede ser resumido gráficamente en la figura de la Gran Cadena del Ser.


http://pepsic.bvs-psi.org.br/img/revistas/cnps/v1n3/3a02f1.jpg


De acuerdo a esta visión, todo cuanto existe en la realidad lo hace de manera organizada, dentro de una trama infinita de niveles de complejidad jerárquicamente alineados, dentro de los cuales cada objeto, proceso o fenómeno tiene su lugar.

“Según afirma esta visión cuasiuniversal, la realidad está constituida por un tejido de niveles interrelacionados –que van desde la materia hasta el cuerpo y, desde este, hasta la mente, el alma y el espíritu-, en el que cada nivel superior ‘envuelve’ o ‘engloba’ las dimensiones precedentes (a modo de nidos que se hallan dentro de nidos que se hallan, a su vez, dentro de otros nidos). Desde esta perspectiva, pues, todas las cosas y todos los eventos del mundo están interrelacionados con todos los demás y todos se encuentran, en última instancia, envueltos e inmersos en el Espíritu, Dios, la Diosa, el Tao, Brahman o lo Absoluto.” _ K. Wilber.

La visión transpersonal en psicología asume esta postura ontológica fundamental, heredera de las tradiciones espirituales de oriente y occidente (moderno y pre-moderno), pudiendo resumirse sus postulados básicos en la siguiente afirmación: “Miremos donde miremos [...] sólo veremos totalidades. Y no sólo simples totalidades, sino totalidades jerárquicas; cada totalidad forma parte de una totalidad mayor que, a su vez, está contenida dentro de otra totalidad aún más inclusiva. Para la psicología, asumir esta perspectiva le permite desarrollar un marco comprehensivo respecto a cómo se organiza la conciencia humana en distintos niveles o “grados de profundidad”, pudiendo así incluir aquellos estados particulares de la conciencia que han sido descritos por chamánes y místicos de todos los tiempos y todas las regiones del planeta como distintos de los estados alterados patológicos. Según Wilber, “siguiendo con esta línea de pensamiento podríamos suponer que, dado que la mente o el psiquismo humano es un aspecto del cosmos, es posible descubrir en ella misma la disposición jerárquica de totalidades dentro de totalidades, de conjuntos dentro de conjuntos, abarcando un amplio rango que va desde los más simples y rudimentarios hasta los más complejos e inclusivos. Y esto es, precisamente, lo que ha descubierto, en general, la psicología moderna”.

Es exactamente esto lo que Wilber ha presentado en varios de sus libros sobre psicología. Por ejemplo, en “Psicología Integral”, el autor resume lo antes dicho afirmando que “en realidad, las estructuras básicas de la conciencia son conocidas como la Gran Cadena del Ser”. En otras palabras, la conciencia humana es un fenómeno cuya realidad se funde en la compleja trama de la existencia integrada, vista ésta como una sucesión de niveles de complejidad jerárquicamente ordenados desde lo más simple hasta lo más complejo y fundamental. En palabras de Frances Vaughan:

“El psiquismo, al igual que el cosmos, está compuesto de un serie de estratos sucesivos con un orden de totalidad e integración cada vez más elevados. De este modo, a medida que el psiquismo individual evoluciona a través de los distintos estadios de conciencia, van emergiendo una serie de estructuras básicas, o niveles de conciencia, que constituyen los cimientos del siguiente estadio. Estos niveles, o estructuras básicas de conciencia, pueden ser considerados como los distintos peldaños de la escalera de la evolución humana, peldaños que permanecen en su lugar sin importar dónde esté el individuo. En su proceso de ascenso, el self transita por distintos estadios y, en cada uno de ellos, se percibe a sí mismo y a la realidad de un modo diferente. En cada nuevo estadio aparece un self más amplio e inclusivo que reemplaza al previo y lo integra en una totalidad de orden superior. De este modo, las estructuras básicas no desaparecen sino que se incluyen en una unidad más elevada.”

Hemos llamado, siguiendo a Wilber, a este marco “transpersonal-integral” puesto que a la vez que considera la existencia efectiva de niveles de conciencia más integrados, más allá de los límites egóticos (las bandas transpersonales, los niveles teológico y místico, etc.), asume la importancia de los niveles inferiores de organización, de tal suerte que integra la visión transpersonal con los hallazgos de la psicología clásica, como podrá verse a continuación.

Tal como ha sido definida por el paradigma fenomenológico-psicologista, la conciencia sería un proceso que tiene lugar en el nivel psicológico (mente) de la Gran Cadena, a modo de epifenómeno del funcionamiento neuronal –en el nivel biológico (vida)-, el que a su vez se sustenta sobre una base físico-material no-viva. Como puede verse en el esquema que sigue más abajo, este modo de entender la conciencia obvia la participación de los otros niveles superiores (teológico y místico) en la constitución de la conciencia humana, en el entendido que los procesos de sensopercepción y el procesamiento cognoscitivo tienen lugar exclusivamente en el tercer nivel de la Gran Cadena (psicológico-mente).


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La visión transpersonal elabora una revisión de este paradigma, planteando que la conciencia no es un fenómeno particular que se da en un determinado nivel jerárquico, sino que constituye una propiedad transversal a todo nivel de organización, variando únicamente su profundidad de nivel a nivel. Por profundidad Wilber se refiere a la cantidad de planos de complejidad que un nivel determinado trasciende pero incluye. En este sentido, el nivel del alma será más profundo que el de la materia. Y por lo mismo, el nivel del alma será “más consciente” en tanto que trasciende pero incluye la conciencia presente en todos los niveles anteriores. Así, la conciencia psicológica personal sería sólo una forma de conciencia, bastante sofisticada en relación con los niveles anteriores, pero limitada si es comparada con los niveles superiores transpersonales, donde las barreras del sí mismo se diluyen para dar paso a la ayoidad, la fusión del ego en la conciencia de unidad.

Así vistas las cosas, la conciencia puede ser entendida como un fenómeno mucho más amplio del que se consideraría desde el paradigma fenomenológico-psicologista. En definitiva, la conciencia psicológica sería una forma particular en la que se expresa la conciencia espiritual última, así como la conciencia teológica y la mística son formas expandidas de la conciencia psicológica. La conciencia teológica (alma) trasciende pero incluye la conciencia psicológica (mente), así como la conciencia mística (espíritu) trasciende pero incluye en su amplio abrazo todos los niveles anteriores, sirviendo como telón de fondo fundamental e indiferenciado de cuanto existe. El espíritu, en este sentido, no es sino el último y más fundamental estado de conciencia: el Nirvana del budismo, el Atman de los hindúes, y en este caso particular, el Gran Misterio o Gran Espíritu de las etnias andinas practicantes de la ingesta ceremonial de enteógenos.

“La mente humana incluye a las emociones corporales, pero también le agrega las funciones cognitivas superiores –como la razón y la lógica-, que no se hallan en las plantas ni en el resto de los animales. Y, por el mismo motivo, aunque el alma incluye a la mente, también le agrega las cogniciones y afectos superiores (como la iluminación y la visión arquetípica, por ejemplo) que no se hallan en la mente racional.”

De este modo, en el siguiente esquema puede observarse cómo la visión transpersonal explica el fenómeno de la conciencia trascendiendo, pero incluyendo, el paradigma fenomenológicopsicologista. En este sentido, este nuevo modelo no niega los datos aportados por la psicología moderna, sino que los integra y expande sus posibilidades de explicación. El siguiente esquema grafica el modo en que el sujeto puede existir (y, de hecho, existe) dentro de diferentes niveles de complejidad, sin que sea necesario negar ningún nivel superior o inferior, a la vez que coexiste indiferenciadamente con otros individuos en el plano de la conciencia de unidad trascendental. La experiencia de vivir en interconexión con los demás organismos y objetos de la realidad en un primer momento (nivel teológico), para luego acceder a la experiencia de la no-separatividad trascendental (nivel místico), es lo que caracterizaría la vivencia (trans)subjetiva que tiene lugar durante los estados de expansión de conciencia, mal llamados estados alterados de conciencia (como se verá más adelante).


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Al integrar los postulados básicos del paradigma fenomenológico-psicologista, el modelo transpersonal-integral contempla la existencia de estados alterados de conciencia como los que han sido descritos más arriba como producto de la ingesta de sustancias psicoactivas. Pero en contraste con el modelo clásico, esta nueva propuesta es capaz de diferenciar entre estos estados alterados y los estados “no-ordinarios” o “expandidos” de conciencia que son vivenciados por los participantes de la ingesta enteogénica en contextos ceremoniales. A partir de investigaciones como las de Walsh y Noll se han podido establecer diferencias fenomenológicas significativas entre la experiencia de quienes sufren un episodio psicótico y quienes experimentan un estado de expansión de conciencia.

“Por ejemplo, Noll ha demostrado diferencias significativas en la dimensión del control. Él dio cuenta de que los chamanes generalmente son capaces de inducir y terminar sus estados alterados de conciencia según sea su voluntad y modular así su experiencia hasta cierto punto, mientras que los esquizofrénicos son generalmente víctimas enteramente indefensas de sus estados y experiencias.”

En este sentido, a partir de lo anterior y de lo expresado por los hombres de medicina practicantes de la ingesta ceremonial de enteógenos, la diferencia fundamental entre los estados alterados inducidos por sustancias (e.g. trastorno psicótico inducido por sustancias) y los estados no-ordinarios alcanzados por la ingesta ceremonial radica en que en el segundo caso media siempre una actitud diferente de parte de quien participa del consumo. Así, mientras que quien fuma un cigarrillo de marihuana en una fiesta sin un fin más allá de “volarse” experimentará una reducción de sus capacidades cognoscitivas debido a la interrupción del proceso normal de neurotransmisión, quien inhala cannabis en ceremonias de medicina lleva a cabo un trabajo de concienciación guiado por el hombre de medicina que le permite evadir el efecto intoxicante del principio activo de la planta y aprovechar la estimulación producida por el consumo como un catalizador de estados más integrados de percepción. Wild explica cuál es la visión que tiene el médico andino José Illescas respecto a la diferencia entre ambos tipos de consumo:

“Para José la ‘ingesta’ corresponde al consumo de plantas medicinales que pertenecen a las especies que contienen, como principio activo, sustancias enteógenas. Desde su perspectiva, el consumo de tales plantas alucinógenas por parte de personas no instruidas en el conocimiento del arte de la ‘ingesta’ no tiene ninguna utilidad, más bien corresponde a lo que él define como una simple ‘volada’, en donde el sujeto asume una actitud pasiva desde la cual no puede actuar ni significar la experiencia. El hombre común [explica Illescas], cuando consume plantas, no puede más que entregarse a sus vicios y no hace más que salir corriendo o tirarse al suelo entregándose al sueño y al cansancio. El hombre de sabiduría se queda sentado mirando de frente lo que se le presenta y es dueño de los controles que lo conducen en su vuelo. Su actitud es templada y amable.”

El problema del modelo clásico es que no establece esta diferencia fundamental, pues no considera la variable ceremonial ni cultural subyacente a la ingesta enteogénica con fines de sanación. “En cuanto a la psicología ortodoxa define el verdadero ser del hombre como un ego [nivel psicológico], tiene que describir la conciencia de unidad [nivel espiritual] como una ruptura de la normalidad, como una aberración de la conciencia o un estado alterado de conciencia”. En este sentido, la psicología moderna ha tendido a homologar los estados superiores de expansión consciente con estados de disfuncionalidad en los niveles inferiores de la Gran Cadena del Ser. Qué ejemplo más claro que el citado más arriba, donde se igualan los estados meditativos con “condiciones especiales de disfunción”.

Es por esta confusión de niveles que se propone a continuación distinguir entre Estados Alterados de Conciencia y Estados No Ordinarios de Conciencia, siguiendo el marco propuesto por el paradigma transpersonal-integral:

• Estados Alterados de Conciencia: Distorsión sensoperceptiva generada por una disfunción registrada en uno o más de los tres niveles inferiores de conciencia (neurotransmisores, sistema nervioso, conciencia personal).

• Estados No Ordinarios de Conciencia: Formas de percepción más integradas, trascendentales y comprehensivas, generadas por un fenómeno de expansión de los alcances de la conciencia personal (hacia los niveles teológico y místico; los estados transpersonales).

De este modo, a partir de esta distinción puede afirmarse que fenómenos tales como el trance inducido por la ingesta ceremonial de enteógenos no serían estados alterados de conciencia, sino estados especiales de expansión de conciencia. El nuevo marco transpersonal-integral permite suprimir la confusión de niveles propia del paradigma anterior, ayudando a alcanzar un conocimiento más preciso respecto a los estados de conciencia alterada y expandida.


CONCLUSIONES.

La importancia de generar un marco explicativo que pueda integrar las distintas variables que se ponen en juego en la configuración dinámica de cualquier fenómeno que deseemos estudiar salta a la vista, especialmente cuando nos percatamos de las limitaciones que presentan los modelos clásicos herederos de la tradición cientificista moderna. El modelo integral-transpersonal que se ha presentado en este artículo no está exento de reduccionismos y sesgos particulares, pero con todo pareciera ser bastante más comprehensivo que el modelo fenomenológico-psicologista anterior al integrar la cosmovisión propia de la medicina andina y rescatar la importancia de la actitud del participante durante el ceremonial.

“Si tenemos en cuenta que la idea que tengamos de nosotros mismos tiende a operar como una profecía autocumplida, comprenderemos que las creencias sobre el self pueden mutilar el desarrollo humano o expandir la conciencia fomentando, de este modo, la curación y la totalidad”. Si nuestros modelos explicativos reducen el horizonte al cual el ser humano puede aspirar en su posible desarrollo, dicho desarrollo no podrá ser alcanzado, mientras que si se entiende que la evolución de la conciencia puede llegar a niveles de integración superiores, estos estados podrán ser alcanzados por quien emprenda un trabajo de sanación y crecimiento personal. Es así como este modelo integraltranspersonal supone un importante avance en la comprensión de procesos que si bien parecen ser demasiado esotéricos al ojo occidental, han sido reconocidos por numerosos pueblos y civilizaciones como formas ideales de bienestar, asequibles a quien las busque.

El interés por los estados no-ordinarios de conciencia sigue creciendo paralelamente al desarrollo de movimientos como el neochamanismo americano. Y si a este despliegue sociocultural no se le suma un mayor desarrollo investigativo respecto a los fenómenos psíquicos implicados en las prácticas ceremoniales estaremos perdiendo una gran oportunidad; la oportunidad de conocer los dominios superiores de la realidad humana y los medios a través de los cuales poder alcanzarlos. Y este conocimiento sólo será posible si es que escuchamos la voz de los pueblos originarios, herederos de la Filosofía Perenne, quienes pueden referirse mejor que nadie a los estados de conciencia propios de la ingesta enteogénica. Sólo si se logra integrar la ciencia moderna (psicología, psiquiatría) con la sabiduría ancestral, será posible comprender estos maravillosos misterios.

FUENTES:



martes, 30 de septiembre de 2008

Vasos comunicantes peruanos.

A la Manera del Chamán

Hermenegis. D. H. Casarsa

Hermenegis Conseil - Buddha chamanismo Hermes el tao -

Los silbatos peruanos producen armonías y vibraciones sonoras que inducen una modificación de enfoque en la conciencia.

Durante más de dos mil años, diferentes culturas peruanas produjeron instrumentos conformados de manera psico-acústica. Ellos inducen una experiencia energética y sutil, intensa y profunda, para despertarse a sí mismo y al mundo del sonido.

"En mis oídos silba el viento..."

Para su experiencia e información info@hermenegis.com

Reproducidos por Don Wright guardián de este arte original y de los orígenes.





1. Introducción

2. Descripción

3. La Cultura Chimù

4. La Serpiente/Dragon

5. Las Travesías de los Sentidos

6. El Sonido

7. Enteógeno

8. Tipología fenomenológica de la experiencia mística

9. Chamanismo

10. La Creatividad Universal Interior

11. Efectos Fisiológicos del Sonido

12. Un Arte del éxtasis

13. Imaginario y Enfermedad

14. Mana

15. La experiencia de los Vasos Comunicantes Peruanos

16. Nota bibliográfica


1. Introducción

Los Vasos Comunicantes peruanos son reproducciones de alfarería recuperadas en tumbas de altos dignatarios chimus, junto con armas y alimentos para su última jornada. Hace milenios, en la parte central de Perú, existió un conocimiento del sonido, posiblemente ligado a la manera como los antiguos del Chimú concebían la realidad. Dicha cultura probablemente usó esos silbatos por motivos rituales y espirituales; sin embargo, parecen haber sido empleados solamente por la elite de sacerdotes/chamanes. Su producción y uso se cortó con la llegada de los primeros colonos españoles. Por regla general, durante la colonia, la cultura de esta antigua tradición fue reprimida. Aunque al parecer el uso de silbatos se extinguió del todo en tierra peruana, se conserva una herencia. Fueron redescubiertos y estudiados en los años setenta por un antropólogo, Daniel Statnekov. Tanto lo sorprendió el efecto del sonido del silbato en su conciencia que durante años se dedicó a investigarlos y aprender su reproducción. Los silbatos comunicantes peruanos son reproducidos hoy por Don Wright, guardián y heredero de este arte. El efecto armónico creado por los participantes en una sesión, la particular concordancia de los Vasos Comunicantes peruanos, induce un cambio de conciencia benéfico y único, una catalepsia chamánica permitiendo explorar así un dominio sensitivo habitualmente inaccesible a la conciencia en vigilia.

Hechos de arcilla, en su cara frontal tienen una efigie simbolizando elementos muy antiguos. Propongo en este texto pasar revista a unos aspectos de este lejano conocimiento. Su descripción llevará a su origen, a su uso en viejas culturas olvidadas, a la mitología del sonido y a su historia. Examinaremos sus efectos en la conciencia, la experiencia mística y algunos aspectos del chamanismo, de su arte y percepción de la realidad, para terminar presentando una experiencia de Vasos Comunicantes Peruanos.

2. Descripción

Los arqueólogos han recuperado numerosos vasos comunicantes de diferentes culturas y periodos. Se han catalogado como recipientes de líquidos. Algunos de éstos vasos comunicantes funcionaban como silbatos y se empleaban en los rituales. Producen un sonido ligeramente audible cuando se los llena de líquido y se los balancea de derecha a izquierda. Este sonido se explica por su ventilación particular, permitiendo que el aire situado en un vaso se desplace entre las cámaras. Sin embargo, cuando se produce un sonido de esta manera, se oye muy suavemente, resultando muy intenso cuando se lo sopla oralmente por el tubo posterior. La Sociedad Acústica Americana los estudió en la universidad de California, Los Angeles. Los vasos comunicantes estudiados eran de las altas mesetas y de la costa norte de Perú. Su difusión se extendió en un periodo entre 500 antes de J-C aprox., a 1550 después de J-C. Se estudiaron 69 muestras, oriundas de diferentes culturas, Gallinazo, Vicus, Moche, Huari, Maya, Inca y Chimù. Los resultados de este estudio determinaron que su frecuencia era particular a cada cultura.

Cada una poseía una frecuencia sonora diferente a la que los silbatos se adecuaban. Los vasos comunicantes peruanos siguieron su evolución, hasta que finalmente se produjo un nuevo cambio de frecuencia. Las cámaras sonoras se comunican mediante un puente sostén en cuya base está el silbato. Los vasos miden 17 cm. por 12 cm. y una altura de 18 cm. El aire se sopla por una embocadura situada en la parte trasera, atraviesa un tubo situado en el fondo del silbato el cuál une las dos cámaras sonoras.

(Fotografías de los Silbatos)

Los vasos comunicantes no se acoplan ni de manera electrónica, ni mecánicamente, sino por la innata destreza sensitiva del hombre, de manera sinestética. El estudio realizado por el UCLA determinó que ocurre un fenómeno acústico único cuando se soplan varios vasos comunicantes. Las tonalidades producidas interactúan entre sí, se cruzan abriendo la conciencia del participante, llevándolo a un dominio de conciencia y experiencia especial.

3. La Cultura Chimú.

La cultura chimú era poderosa y refinada. Aliada al principado de Cajamarca, enfrentó con éxito a los conquistadores Incas del siglo XV. Se extendió poco a poco al Norte hasta Ecuador y conquistó las regiones del sur hasta Lima. Los Chimú sucedieron a la civilización Mochica y fueron la primera cultura peruana encontrada por los conquistadores. La rica capital del reino de Chimor, Chan-Chan, se ubica a escasos kilómetros de la ciudad de Trujillo, en la costa noroeste del Perú, en el valle del Río Moche. Chan-Chan se construyó según muy detallados planos arquitectónicos. La ciudad tenía más de cien mil habitantes, la defendían cuatro altas murallas circundantes. Las ruinas incluyen diez grandes cuarteles rectangulares. Cada conjunto de construcciones está rodeada por paredes de diez metros de altura. Del interior de estas paredes, los arqueólogos recuperaron otras que separaban habitaciones, almacenes, tiendas, templos, calles y piezas. La arena que cubre las ruinas de la ciudad sólo en parte se ha despejado y quizás apenas puedan sospecharse las ruinas que todavía siguen cubiertas.

La ciudad, ubicada en un desierto de arena y tierra ocre, limita con el océano. Debido a la sequedad del clima, las paredes y sus estupendos y estilizados bajorrelieves se han conservado muy bien. Se han descubierto vestigios de depósitos decorados con guijarros y rastros de jardines irrigados. Los planos de la antigua capital chimù, sus templos, tumbas de forma piramidal, la estilización de los elementos naturales con formas geométricas atestiguan un gran progreso cultural. El océano, sus corrientes y recursos, eran especialmente importantes para ese pueblo cuyo dios Kon apareció en una balsa antes de crear la humanidad. Las olas del mar se simbolizaron allí mediante ranuras horizontales y paralelas.

(Fotografías de Chan-Chan).

4. La Mitología de la Serpiente/Dragón

Los vestigios de los Templos del Sol, de la Luna y del Dragón, el único completamente restaurado y reconstituido, testimonian la riqueza mitológica del reino de Chimor. En los bajorrelieves de la pared del templo del Dragón se representan seres antropomorfos, mitad hombres, mitad dragones. "El dragón es un símbolo universalmente ligado a la creación de vida en la tierra, a la unión sexual, al principio autofecundante denotado al morderse la cola". En la ciencia hermética y en la alquimia, representa "la unión de principios opuestos que son: la Tierra por las patas, el Mar por las escamas, el aire por las alas y el fuego que escupe por la boca". En ciertas culturas toma la forma de serpiente alada, o de doble cabeza. En los Uroboros por ejemplo, la Serpiente/Dragón, es un símbolo mítico y celestial, que representa la fuerza de la vida y su manifestación. Es un principio vital doble y andrógino. Los egipcios lo representaron con la Serpiente Alada, dueña de la metamorfosis. También se encuentra la serpiente en los hindúes, con Sesha, la serpiente de mil cabezas navegando el Océano Cósmico. Entre los griegos, es la serpiente monstruo Tifón, entre los taoístas chinos, la serpiente doble principio de la vida que toma la forma del Yin-Yang. En los aztecas, la serpiente celestial o cósmica, divinidad de Quetzalcoatl. Representa la unión de principios opuestos. La naturaleza material y el mundo espiritual, el principio masculino y el principio femenino que crean al unirse y al transformarse. En occidente, la serpiente permanece como símbolo de transformación, como símbolo de medicina, el caduceo.

En el interior de las tumbas de Chan-Chan, los arqueólogos, hallaron armas, adornos de oro, vajilla de metales preciosos y vasos comunicantes, decorados con estatuillas, probablemente de deidades, simbolizando cada elemento.

5. La Travesía de los Sentidos

Las cuatro estatuillas humanas representadas en los silbatos simbolizan otros tantos elementos: fuego, agua, aire y tierra. Cada silbato representa pues un elemento. La parte posterior del silbato tiene forma de berberecho de marisco marino, en cuyo fondo aparece simbolizado el sexo femenino. El aire es soplado por el principio masculino, un tubo de forma fálica. Atraviesa la matriz femenina, el lugar de la transformación y fertilidad para ir hasta el silbato situado tras la cabeza de la estatuilla. Los elementos no sólo son principios que estructuran las teorías tradicionales del mundo, sino, de hecho lo que hoy se llamaría "la senda de los sentidos". Remiten a varios sistemas de correspondencias imbricados unos en otros. Las viejas teorías médicas occidentales que persistieron hasta el comienzo de los tiempos modernos tenían por meta armonizar los diferentes elementos en el ser humano. Los progresos de las ciencias naturales mostraron que esta concepción simbólica era irreconciliable con los datos de la física y de la química y sólo tenían un significado teórico y filosófico. Los occidentales descubrieron el racionalismo mientras los chinos, indios y otras etnias y tradiciones siguieron basando su sistema médico y espiritual en el equilibrio de elementos. La alquimia se concibió como una doctrina médica basaba en la manipulación de los elementos. Hasta Carl Gustav Jung, sólo se la consideraba en la perspectiva de la historia de las ciencias y como "errónea precursora de la química", y nadie se interesó en su dimensión psicológica y espiritual. Según los principios de la alquimia, "toda la creación, el macrocosmos y el microcosmos, son producto de la acción de los elementos. Estas fuerzas tienen múltiples y profundos significados. El universo todo se asemeja a las ruedas de un reloj cuyas partes son interdependientes. Según la tradición hermética, al fuego se le atribuye el poder total; al aire la sabiduría, la pureza y la claridad; al agua, el amor y la vida eterna; y a la tierra, la ubicuidad y la inmortalidad. Según la tradición hindú, de los cuatro Tattwases, (elementos) los más densos descienden del quinto Tattwa, el Akâsha. Es el Principio Primordial o Quintaesencia. En él reside el equilibrio universal, es el estado más sublime, el más poderoso, el inimaginable, el Principio de todas las cosas y de toda la Creación.



Los Elementos según la psicología chamánica. Según la tradición hermética.
6. El Sonido.

La herencia sociocultural que nos legó la historia, la religión, y las tradiciones espirituales acerca del uso del sonido es inmensa. En diversas tradiciones místicas de todo el mundo, en los textos religiosas convencionales, se considera el sonido como el fundamento del mundo físico. La Biblia y los Vedas declaran que el sonido es el principio mismo del Creador y la fuente de todas sus manifestaciones. El mito subyacente es que el principio de tonalidad del universo, una vez creado, se dividió en tonalidades secundarias y en armonías. La cosmología musical antigua consideraba el conjunto de la manifestación, del mundo perceptible, de los sonidos y de la luz, como emanaciones de una realidad metafísica impenetrable. El espacio todo está lleno de esta realidad, el sonido abstracto. Es el Anahata, el "sonido informe" o "sonido no golpeado", para los indios. Moisés oyó el Sonido eterno en el Monte Sinaí. Mahoma también oyó uno en la cueva subterránea de Ghar-el Hira; similar para Shiva, bañado en Samadhi por un sonido en una cueva subterránea de la cadena del Himalaya. En el chamanismo, "el empleo del sonido como catalizador para crear estados de conciencia superiores está muy difundido en todas las culturas tradicionales. Determinan sin duda los cambios de conciencia colectivos, una "transmisión auditiva", una suerte de práctica del ritmo eléctrico del cerebro. También ofician de "vehículo" y se orientan naturalmente y sin esfuerzo a una toma de conciencia de los paisajes interiores, "registro sonoro de silbatos (lazo externo)". www.new-universe.com/songs/vessels_drum.htm
7. Enteógeno

(Definición: enteógeno tiene la misma raíz que entusiasmo para evocar "la liberación o expresión de un sentimiento divino dentro de uno" -. Ott.The age of entheogens & The Angels' Dictionnary.) Enteógeno califica este tipo de experiencia, inducida por el baile, la canción, percusiones, el ayuno, el aislamiento sensorial, las sustancias alucinógenas o psicotrópicas, en que el individuo expande su conciencia hasta el ámbito de los Dioses. Una imagen citada con frecuencia es el "despertar", suposición de que, en estado de conciencia ordinaria estaríamos en cierto modo sumergidos en dormir/soñar, y que en "despertando", alcanzaríamos una conciencia objetiva más aguda. `Por efecto sutil del sonido, el ritmo de la respiración se regulariza, el efecto enteógeno de los silbatos es en extremo sorprendente. Una vez superadas las preguntas y la sorpresa, se instala cierta fluidez, un toma y daca general. Ya no somos nosotros quienes silbamos, somos nosotros los silbados; se revela una profundidad, un cambio de conciencia. El efecto inducido por esta experiencia es variable sujeto a la sensibilidad de cada individuo. Una noción crucial sacada de los primeros trabajos sobre drogas psicodélicas y qué se ha llamado la hipótesis del "escenario y la decoración". Según esta hipótesis extensamente aceptada por especialistas en la conciencia, el contenido real de una experiencia psicodélica es función a la vez del `escenario' (intención, creencia, espera, personalidad) y del `decorado' (el contexto físico y social), desempeñando la droga el papel de corte o catalizador. Sin embargo, los mismos principios pueden aplicarse a otras situaciones donde no interviene la droga: pudiendo ser el catalizador del estado alterado la hipnosis, el stress, una respiración anormal, un estímulo sonoro, el aislamiento sensorial, etc.; sin embargo, tras estas diferentes modalidades, aparecen los mismos caracteres en el contenido de la experiencia. `Se hace necesario sacralizar este tiempo de apertura en el sentido de un respeto a lo que trasciende nuestra propia pequeña comprensión lógica e intelectual. Una atmósfera protectora y segura, en que cada uno puede relajarse para pasar un momento agradable es deseable. Para que se vea más claro, ciertos rasgos de la experiencia mística, pueden esbozarse, son universales y no restringidos a cualquier religión o dogma particular.

8. Tipología Fenomenológica de la experiencia Mística.

- Unidad

- Trascendencia del tiempo/espacio

- Humor positivo profundamente sentido, éxtasis...

- Sentido de lo sagrado

- Objetividad y realidad, prueba íntima de lo real de la situación,

- Sensación de paradoja

- Experiencia inefable

- Sentimiento de la naturaleza transitoria del tiempo

- Persistentes cambios positivos en actitudes y conductas usuales y diarias.



9. Chamanismo

El chamanismo puede definirse desde diferentes ángulos y muchos aspectos y los particularismos regionales o culturales. Para Mircea Elliade, "el chamanismo es una de las más antiguas tradiciones humanas que se remonta aproximadamente a veinte mil años antes de J-C. Su concepción del hombre y la realidad se encuentra en todos los continentes del planeta, situado en el origen de los principales sistemas religiosos y espirituales del mundo." [*] Describe la tarea del chamán como producir algo de un orden completamente nuevo, una realidad ajena a nuestro mundo que, sin embargo, constituye una parte completa de nuestro mundo natural "profano". El análisis académico del chamanismo sigue siendo el estudio racional de lo irracional, es decir, un contrasentido o `culo-de-bolsa'. No olvidemos nunca que se trata de experiencia. También se define como `un método de curación por éxtasis siendo un conjunto de técnicas que apuntan a activar, mantener e interpretar experiencias y estados del imaginario'. Distingamos el éxtasis, que mira hacia el exterior, del enastasis, vuelto hacia el interior, inducido por técnicas de meditaciones orientales, por ejemplo. Recientes investigaciones en psicología y en fisiología demostraron empíricamente el papel del imaginario en la construcción del síntoma patológico y en la recuperación fisiológica. `Las implicancias de la física quántica, de la metafísica y de la psicología profunda, se juntan con las vías del conocimiento sagrado y la sabiduría del hombre del alba de la humanidad'. Se asiste hoy a una renovación del interés por esta superior forma de vida religiosa. Se podría percibir que esta resurgencia trata un fenómeno prepolítico, cuando todas las religiones iniciadas como experiencia espiritual, se han politizado y .burocratizado'. El chamanismo acude al aspecto democrático de la vida espiritual, a un nivel de experiencia posicionado en un punto central. `Por otra parte, esta renovación del interés parece reflejar el anhelo público de que la medicina moderna asuma una actitud más humanista y espiritual.

Para Michael Harner, antropólogo, `la vía chamánica requiere simultáneamente comprometerse en la desintegración y la disolución del ser, y penetrar en el caos de manera consciente. Yendo hasta el extremo de los límites, manteniéndose más allá y fuera de sí mismo, el chamán concibe el éxtasis como la condición de un perfecto autorefrenamiento, aunque las pruebas y los viajes en los mundos oscuros infrinjan a su alma torturas que sólo pueden afrontar personas de su especie". Para desempeñarse en la compleja red de la realidad, el chamán, acude a varios métodos que modifican sus estados de conciencia. Participan la meditación, la concentración y la respiración, permitiéndole refinar su percepción de la realidad, su conocimiento del mundo, procurándole mientras el acceso al mundo sagrado. La voz, en particular en las sesiones de curación, es mediadora entre la dimensión espiritual y la dimensión profana, expresión existencial en suma de un orden cósmico velado. `Con frecuencia las canciones son meros fonemas puestos de punta a punta (¡sin valor fonémico!). No existe una interpretación que les concierna ni traducción comprensible en el lenguaje de la realidad ordinaria, sólo impresiones. Quizás sirvan para contornar la parte lógica del cerebro y excitar su lado intuitivo. (Para escuchar a un Icaro, un lazo externo).

10. La Creatividad de los Mundos Interiores

El aspecto psicológico del proceso creativo ha sido estudiado por muchos psicólogos. Según el humanista Abraham Maslow, el desarrollo sano del humano, de su yo auténtico, involucra la actualización de su creatividad. Según él, nosotros tenemos una definición restringida de la creatividad, la concebimos como productividad. Distingue "la creatividad específica de un arte", de "la creatividad requerida para la realización de uno mismo"; esta última, se apoya más directamente en la personalidad y aparece extensivamente en actividades habituales de la vida, en cierto tipo de humor por ejemplo. A mayor integración interior del individuo, más constructiva será su creatividad, sintética, unificante, e integrante. Para Jung, la creatividad del individuo viene directamente de los mundos interiores, un individuo creativo por naturaleza como es el chamán como mediador entre realidades nos retrotrae al super humano, al mundo fuera del tiempo lineal y más allá de nuestro conocimiento consciente. El inconsciente colectivo descrito por Jung religa las psiques de la humanidad entera. `Cuando un individuo, un creador, se acerca a este dominio de experiencia, él (ella) se vuelve un explorador para la humanidad entera. Él (ella) transciende el destino personal, y habla a y para toda la humanidad. Tal tipo de trabajo lo "manejan" individuos receptivos que responden a las necesidades colectivas de la especie humana. Marshal McLuhan describe tales individuos como "líneas de rocío" para la sociedad en su conjunto, que capturan y expresan el significado espiritual de la cultura.

11. Los Efectos Fisiológicos del Sonido

Todo estímulo de un sentido, iterado y monótono, cambia la concentración de la conciencia y su estado. En el plano fisiológico, 'los nervios auditivos ganan el sistema directamente reticular del cerebro. La sustancia reticulada se compone de una `red nerviosa' masiva y cumple dos funciones esenciales: coordinar los impulsos sensorios y la activación motora, y alertar la corteza sobre la llegada de una información. El sonido, circulando a lo largo de las fibras nerviosas, es capaz de activar todo el cerebro. El envío de vibraciones sonoras fuertes, repetitivas, al aparato auditivo y, por lo tanto, a la corteza cerebral, debe contribuir teóricamente al éxito de una toma de conciencia cognitiva. Al mismo tiempo, otros stimulis sensorios de la realidad ordinaria, incluyendo el dolor, debieran poder bloquearse o filtrarse. Así, la mente tendría libertad para desarrollarse en otras dimensiones. `Las investigaciones sobre el estado de conciencia chamánico (ECC), constitutiva de la esencia profunda del chamanismo, mostraron cambios de la actividad eléctrica del cerebro en el sentido de una reducción de la actividad de las ondas alfa y un aumento de las ondas teta (asociadas a la creatividad), en particular en la zona temporal del cerebro.

12. Un Arte del éxtasis

El chamanismo es un arte de éxtasis. Del griego, `éxtasis' significando `acción de estar fuera de sí' Un estado de exaltación interior en el que la persona se mantiene afuera y/o se trasciende. Es la facultad del chamán de permanecer compuesto en el seno del éxtasis que lo distingue del esquizofrénico. Esta facultad le permite reorganizar la seguridad mental de las personas alrededor suyo de manera tal que pueda realizar unas curaciones sociales. Como ha subrayado Víctor Turner, `sólo quienes saben construir saben aniquilar lo que se ha construido'. Sólo quien posea esta capacidad de reorganización, siendo suficientemente filósofo y psicólogo, poseyendo suficiente voluntad e inspiración interior, puede confrontarse a esta realidad indiferenciada donde se mezclan el mito y la realidad. Se especifican tres tipos de éxtasis en la literatura sobre el tema:

1. Éxtasis chamánico

2. Éxtasis profético

3. Éxtasis místico

El éxtasis chamánico se simboliza por el ascenso del alma del chamán a los cielos, su descenso al mundo de abajo y la exploración del mundo del medio. El profeta habla literalmente por Dios, mientras el místico vive en presencia divina. El éxtasis y la trascendencia son artes que se enseñan, en demanda de una libertad íntima a la hora de una internacionalización, de la sofocación del ser dentro de un trance o catalepsia global y consensual. Ciertas definiciones del chamanismo se apoyan en la hipótesis que el éxtasis es el rasgo principal del ritual chamánico.

13. Imaginario y Enfermedad

El trabajo del chamán se maneja en el reino de la imaginación, punto de apoyo central del chamanismo. En el mundo moderno y en nuestras vidas, el imaginario desemboca con frecuencia en la somatisación de los dolores de nuestras conciencias. Podemos mensurar fácilmente toda su influencia en nuestra conducta, nuestras esperas y nuestras esperanzas. En nuestra sociedad, el imaginario sólo es considerado como una función psicológica que podría omitirse plácidamente y que, si se lo toma en serio, es tan sólo fuente de dificultades. Según el sentido moderno, se considera la enfermedad cómo alguna cosa que entra en el cuerpo desde el exterior; algo que necesita ser retirado o destruido o del que es necesario protegerse. En el chamanismo, la enfermedad tiene origen en el mundo de los espíritus, el dolor es de origen espiritual, así como su creación. La enfermedad es la pérdida de un poder personal del individuo que le impide un equilibrio de fuerzas. La noción de la pérdida del alma designa ese estado en que la enfermedad puede hallar un campo receptivo dentro del individuo. La concepción chamánica no establece una diferencia entre realidad física e imaginario. De hecho, el chamanismo es una condición, una receptividad, un despertar de la conciencia individual respecto a ciertas características de la vida. El chamán `tiene acceso a los estados de conciencia normalmente rechazados o menospreciados por el hombre moderno a cambio de una conciencia lógica y lineal.

Utilizando recuerdos sensoriales así como abstracciones y símbolos, el chamán pasa revista al flujo de imágenes sonoras subconscientes sin recurrir al poder crítico de la conciencia ni a las marcas de referencia de causalidad, espacio y tiempo. Jeanne Achterberg distingue dos modos en que el imaginario influye en la salud, representados los dos en el trabajo chamánico. Hay lo que llama imaginarios pre-orales, actuando directamente en el ser físico, comunicandose con los tejidos, órganos, e incluso células, para operar una transformación. El segundo tipo de imaginario curativo es transpersonal. Se sobreentiende que la información se transmite de la conciencia de una sola persona al sustrato físico de otra.

14. El Mana

Para entender la influencia sutil de los silbatos en la energía psíquica, examinemos el chamanismo hawaiano. En el corazón de esta visión del mundo y del universo está el concepto de `mana' que podría traducirse como un poder o una energía interior y divina. Este término, relacionado por Jung al concepto de energía psíquica, se simboliza con una bola de fuego, el relámpago. La palabra "poder" para designar el mana es más amplia y más adecuada en el sentido de una energía "eficaz". Para el chamán, toda cosa posee el mana, pero alguna tiene un poco más que otras, sea por naturaleza o por una fuente externa. Durante su interacción con los espíritus, la naturaleza y otros seres humanos, el chamán presta atención a sus manas y trata de usarlos simultáneamente con su propio mana. No intenta controlarlo, porque significaría un conflicto y una pérdida del propio mana. En lugar de la fuerza, él usa la persuasión, cuanto más mana posea, más persuasivo será. La primera meta de cada jornada del chamán hawaiano consiste en aumentar su mana a fin de aumentar su eficacia en cada cosa que hace. Simplificando, existen cuatro clases de mana que el chamán busca acrecentar en sí mismo y en el otro. La primera es el mana físico (equivalente a la llamada bio-energía); sigue el mana emocional (que puede relacionarse a un estado de excitación interno); después el mana mental (mejor descrito como un estado de gran confianza en uno mismo), y para terminar, el mana espiritual (que incluye la autoestima por un profundo respeto para y por un sentido de conexión con el objeto de la atención. En esta óptica, el chamán hawaiano, donde se encuentre, practica la acumulación de su poder personal. El chamán emplea principalmente los estados modificados de conciencia para comunicarse con las fuerzas de la naturaleza, para restablecer un orden vivo y presente en sí mismo; ésto, en beneficio o perjuicio de otros.

15. La experiencia de los Vasos Comunicantes Peruanos

Los vasos comunicantes peruanos no responden a nuestro paradigma social y cultural en cuanto a la función y empleo del sonido. No encajan en la concepción usual de la realidad cartesiana y facilitan un modo de percepción de la realidad contrario a un trance común y consensuado. Al nivel individual también, nuestras conciencias tienden a rechazar una parte de la experiencia a fin de poder integrarla al nivel intelectual. La causa más probable es que en nuestro mundo moderno, el triunfo de la razón se inscribe en la historia de nuestra cultura y no tenemos un lenguaje suficientemente explícito como para traducir la unicidad de semejante experiencia. La experiencia está más allá de las palabras, a un nivel sutil y sensorial, en el reino de lo no verbal. Nuestra razón no es necesaria para lo que se experimenta allí. `Nuestro lenguaje usual evolucionó para ajustarse a una descripción de la realidad ordinaria, de nuestra vida de todos los días, pero no a las complejidades de estas experiencias y estados especiales más raros. Un cambio de enfoque de la conciencia lo genera el estímulo auditivo y las marcadas tonalidades de los Vasos Comunicantes peruanos. Ellos aumentan y facilitan esta capacidad natural de descubrir y vivir en escenarios imaginados. Al facilitar la trascendencia, cierta suspensión del pensamiento discursivo, ellos favorecen el descubrimiento de la mente (¿espíritu?) [** ], de su unicidad. Aumentan la energía global del individuo, facilitan la aparición de una conciencia no lineal y producen una carga eléctrica suplementaria en el cerebro a la vez que estimulan el oído interno. El equilibrio al interior de la conciencia y su capacidad natural de autocuración se estimulan por la imaginería, pudiendo inducirse. Esta imaginería transpersonal facilita el restablecimiento del equilibrio entre las diferentes dimensiones del individuo. Desarrollan esa capacidad natural para "ver con ojos de la mente o de la comprensión". "Una tal visión interior no se considera como `imaginaria' en el sentido de algo `fabricado', de un fantasma, sino se discierne más bien como una visión no ordinaria de la realidad teniendo el poder de repercutir en nuestra realidad con ciertos resultados (por ejemplo la curación de un enfermo)`.

Podría decirse que un aspecto de la experiencia sea volverse un inmenso océano, barrido por un viento de sonidos, de sensaciones físicas, y de emociones, entrante, fluyendo y flotando a través del cuerpo para luego dejarlo por cualquier otra cosa. Las experiencias sinestéticas pueden inducirse, en ellas se cruzan varias funciones sensoriales, por ejemplo, tocar un sonido, ver un olor o incluso, celebrar vibraciones sonoras. Estas experiencias de los Vasos Comunicantes Peruanos podrían dividirse arbitrariamente en varias etapas. Siendo la primera la sorpresa, el silbador descubre; la segunda una validación, la confirmación de que otros participantes viven la misma cosa, mediante golpes de vista y miradas; la tercera etapa, para abreviar, es la toma de un puesto libre, un abandono a la experiencia. Aquí, ciertas visiones pueden revelarse en los campos perceptivos del participante, pueden surgir recuerdos o sentimientos. Se recomienda para permanecer bien concentrado, en sí mismo, en la experiencia en curso, para beneficiar la experiencia del mejor modo. Conservar los ojos cerrados podrá ayudar a mejor dirigir nuestra atención. Se trata de una experiencia particular, en este dominio de la conciencia; la intención y la fuerza de nuestra energía se concentran y pueden dirigirse a voluntad, a la curación de un enfermo o hacia lo que uno querría ver realizado en nuestra vida. El aspecto colectivo de la experiencia aparece, cada participante experimenta al otro. Su calidad está determinada en gran parte por la apertura de los silbadores a una cosa nueva a la que no estamos acostumbrados. Así, la apertura y la curiosidad son necesarias; somos los propios artesanos de nuestra creación. Los Vasos Comunicantes Peruanos son una de las únicas puertas existentes de este inmenso, intenso y magnífico campo de experiencias profundas y benéficas. Parecen el renacer de un modo de conocimiento como continuación de un antiguo mito. Sin embargo, el sonido no es más que un fenómeno de percepción, un fenómeno a entender adecuadamente, como un vehículo que nos permite despertar a la riqueza y plenitud del momento presente. Estos instrumentos son raros, únicos en Europa, la experiencia se realiza por el momento en sesiones de pequeños grupos que yo organizo regularmente y/o a pedido. Entonces si el Corazón lo llama,.... el viento silba en mis oídos... © 2000. Hermenegis. D. H. Casarsa.




Notas de Rumi Ñawi:

[*] Para Mircea Elliade, "el chamanismo es una de las más antiguas tradiciones humanas que se remonta aproximadamente a veinte mil años antes de J-C. Su concepción del hombre y la realidad se encuentra en todos los continentes del planeta, situado en el origen de los principales sistemas religiosos y espirituales del mundo". [Nota numerada de Rumi. Varias objeciones se oponen a este enunciado de Eliade: la primera y, quizás principal, es que la información documental sobre creencias y costumbres más antiguas se remonta a unos seis/ocho mil años antes de ahora (por ejemplo, la americana, torpemente adulterada por los evangelizadores apenas tiene 500 años; la de Australia, Oceanía y gran parte de África y Asia, poco más); otra, que esa información no es un conjunto consistente y quizás tampoco congruente, reducida, además, a una extensión geográfica mínima de "todos los continentes del planeta". Para terminar, la proposición de tratarse de "una concepción universal del hombre y la realidad" pertenece al orden tradicional de las peticiones de principio; mas correcto y quizás, honesto hubiera sido atribuirla a... Mircea Eliade (recordar a este respecto las severas restricciones opuestas por Wittgenstein en sus preguntas sobre "explicaciones de explicaciones" en el Cuaderno Azul)]. Volviendo al caso de América, sorprenderá a algunos que los estudios sobre chamanismo sean tan recientes, sobre todo los más serios (entre ellos C. Castaneda, A. Benítez, el citado M. Harner, J. Narby, M. 0.Perrin...). Existe una pulsión altamente patológica en Occidente que lo incluyó a Marx al reduccionismo de las culturas amerindias vistas como una subcategoría de las `indoeuropeas', etc., y sin personalidad propia. El desengaño se agranda todos los días y a ello han contribuido algunos de los autores que acabo de citar.

[**] "mente" = "espíritu". A lo largo de la historia de Occidente y por efecto de la prédica ideológica judeocristiana que enfatiza la oposición "materia-espíritu", ha venido a producirse una confusión acerca de los términos espíritu y mente. Hay en todos nosotros una inclinación inducida a pensar en el "espíritu" como cosa inmaterial -repitamos, opuesta a la materia. Incluso en el credo católico tal vocablo va acompañado del modificador "santo" formando una de sus tres partes esenciales (las otras, claro, "el padre y el hijo"; en este caso, "espíritu santo" sería la potestad del "padre" de crear el mundo). A lo que quiero ir es a que esta confusión amenaza permanentemente confundir también el significado de los términos "espíritu" y "mente" para reportar el pensamiento originado en órganos específicos del cerebro humano (¡y no humano, hasta de la unicelular aplasia, según se sabe!). Si el producto de la actividad cognitiva del cerebro es el "espíritu" (Cf.: la expresión idiomática universal `espíritu humano') o si debe llamarse "mente" a las dos palabras que serían auténticos sinónimos. Porque, además, de verdad, de verdad, sinónimos rigurosos no existen. Sin embargo, a lo largo de este trabajo de traducción me he encontrado con la paradoja que el traductor electrónico "globalink" que empleo (y a quién amo) traduce "mente", donde yo, todavía esclavo pavloviano de la descripción representativa judeo-cristiana del mundo, pondría "espíritu", y de hecho he puesto.
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Según Platón, el conocimiento es un subconjunto de lo que forma parte a la vez de la verdad y de la creencia.
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