sábado, 23 de mayo de 2009

Las mujeres ingenuas como presa

La mujer ingenua accede tácitamente a "no saber". Las mujeres crédulas o aquellas cuyos lastimados instintos están adormecidos siguen como las flores la dirección de cualquier sol que se les ofrezca. La mujer ingenua o lastimada se deja arrastrar fácilmente por las promesas de comodidad, de alegre diversión o de distintos placeres, tanto si son promesas de una posición social más elevada a los ojos de su familia y de sus iguales como si son promesas de mayor seguridad, amor eterno, arriesgadas aventuras o sexo desenfrenado.

La hermana menor, la menos desarrollada, interpreta el humanísimo cuento de la mujer ingenua que será provisionalmente atrapada por su cazador interior. Pero, al final, saldrá más sabia y más fuerte y sabrá reconocer de inmediato al astuto depredador de su propia psique.
El substrato psicológico del cuento se aplica también a la mujer mayor que aún no ha aprendido del todo a reconocer a su depredador innato. Puede que haya iniciado varias veces el proceso, pero no haya conseguido terminarlo por falta de guía y de apoyo.
Por eso los cuentos didácticos son tan alimenticios; porque proporcionan mapas de iniciación para que sea posible completar incluso el trabajo que ha tropezado con algún obstáculo. El cuento de Barba Azul es válido para todas las mujeres, tanto si son muy jóvenes y están justo empezando a descubrir la existencia del depredador como si llevan décadas siendo víctimas de su acoso y persecución y se están preparando para la última y decisiva batalla contra él.
La hermana menor representa el potencial creativo de la psique. Algo que está avanzando hacia una vida exuberante y rebosante de energía. Pero se produce un desvío cuando accede a convertirse en la presa de un hombre malvado porque el instinto que podría permitirle darse cuenta de lo que ocurre y obrar de otro modo no está intacto.
Psicológicamente, las chicas y los chicos están como dormidos y no comprenden que ellos son la presa. Aunque a veces parece que la vida sería mucho más fácil y menos dolorosa si todos los seres humanos nacieran totalmente despiertos, ello no es así. Todos nacemos anlagen, (en alemán, primordio, conjunto de células embrionarias del que proceden los distintos órganos y partes de un ser vivo.) como el potencial del centro de una célula: en biología el anlage es la parte de la célula que se caracteriza por ser "aquello que será". En el interior del anlage se encuentra la sustancia primitiva que se desarrollará con el tiempo y nos permitirá convertirnos en un ser completo.

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Por consiguiente, nuestras vidas tienen que acelerar el anlage. El cuento de Barba Azul invita a despertar y educar este centro psíquico, esta brillante célula. En aras de esta educación, la hermana menor accede a casarse con una fuerza que a su juicio es muy elegante. La boda de cuento de hadas representa la búsqueda de una nueva situación, el inminente despliegue de un nuevo estrato de la psique.
Sin embargo, la joven esposa se ha engañado. Al principio, Barba Azul le daba miedo y ella se mostraba recelosa. Pero un pequeño placer en el bosque la indujo a pasar por alto su intuición. Casi todas las mujeres han vivido esta experiencia por lo menos una vez. Como consecuencia de ello, se convence de que Barba Azul no es peligroso, sino sólo extraño y excéntrico. Sin embargo, su naturaleza salvaje ya ha olfateado la situación y sabe que el hombre de la barba azul es letal. Pese a ello, la ingenua psique rechaza esta sabiduría interior, se empeña en mantener tratos con el depredador aunque sólo sea una vez antes de despertar sobresaltada.

Este error de apreciación es casi habitual en una mujer joven cuyos sistemas de alarma aún no se han desarrollado. Es como un lobezno huérfano que rueda por el suelo y juega en un claro del bosque, ajeno a la presencia del lince de cuarenta kilos que se está acercando sigilosamente desde las sombras. Si se trata de una mujer más madura cuya lejanía de lo salvaje apenas le permite prestar atención a las advertencias interiores, ésta también seguirá adelante con una ingenua sonrisa en los labios.
Tal como ocurre en el mundo animal, una muchacha aprende a ver al depredador a través de las enseñanzas de su madre y su padre. Sin la amorosa guía de los padres, la joven no tardará en convertirse en una presa.

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Sin embargo, a pesar de los sabios consejos de su madre y de su padre, la muchacha, sobre todo a partir de los doce años, puede dejarse arrastrar por los grupos de sus coetáneos, las fuerzas culturales o las presiones psíquicas, y entonces empieza a correr temerariamente riesgos con el fin de averiguar las cosas por sí misma. Algo mayores, estos adolescentes están convencidos de que el mundo es bueno siempre y cuando ellos lo sepan manejar debidamente. Al comienzo de nuestra vida, nuestro punto de vista femenino es muy ingenuo, es decir, nuestra comprensión emocional de lo oculto es muy débil. Pero es ahí donde todas empezamos como hembras. Somos ingenuas y nos empeñamos en colocarnos en situaciones muy confusas. No haber sido iniciadas en estas cuestiones significa encontrarnos en una fase de nuestra vida en la que sólo estamos capacitadas para ver lo que es patente.
Entre los lobos, cuando la hembra deja a las crías para ir a cazar, los pequeños intentan seguirla al exterior de la guarida y bajar con ella por el camino. Entonces ella les ruge, se abalanza sobre ellos y les pega un susto de muerte para obligarlos a huir y regresar corriendo a la guarida. La madre sabe que sus crías aún no saben valorar y sopesar a otras criaturas. Ignoran quién es el depredador y quién no. Pero a su debido tiempo ella se lo enseñará por las buenas y por las malas.
Como los lobeznos, las mujeres necesitan una iniciación parecida en la que se les enseñe que los mundos interior y exterior no siempre son unos lugares placenteros. Muchas mujeres ni siquiera han recibido las lecciones básicas que una madre loba les da a sus crías acerca de los depredadores, como, por ejemplo: si es amenazador y más grande que tú, huye; si es más débil, decide qué es lo que quieres hacer; si está enfermo, déjalo en paz; si tiene púas, veneno, colmillos o garras afiladas, retrocede y aléjate en dirección contraria; si huele bien, pero está enroscado alrededor de unas mandíbulas de metal, pasa de largo.
La hermana menor del cuento no sólo es ingenua en sus procesos mentales e ignora por completo la faceta asesina de su propia psique sino que además, se deja seducir por los placeres del ego. ¿Por qué no? A todas nos gusta que todo sea maravilloso. Lo malo es que el ego desea encontrarse a gusto, pero el ansia de lo paradisíaco combinada con la ingenuidad no nos permite alcanzar la satisfacción sino que nos convierte en alimento del depredador.
La aquiescencia a casarse con el monstruo se produce en realidad cuando las niñas son muy pequeñas, generalmente antes de los cinco años. Se las enseña a no ver y a considerar "bonitas" toda suerte de cosas grotescas tanto si son agradables como si no. Esta enseñanza es la culpable de que la hermana menor se diga: "Bueno, su barba no es muy azul." Estas enseñanzas iniciales a "ser amables" induce a las mujeres a pasar por alto sus intuiciones. En este sentido, se las enseña deliberadamente a someterse al depredador.

En el cuento, hasta la madre es cómplice. Va a merendar al bosque, "sale a dar un paseo a caballo". No dirige ni una sola palabra de advertencia a ninguna de las hijas. Cabría pensar que la madre biológica o la madre interior está dormida o también es ingenua, tal como suele ocurrir en el caso de muchachas muy jóvenes o de mujeres que no han sido mimadas.
Curiosamente, las hermanas mayores del cuento dan muestras de cierta conciencia de la situación al decir que no les gusta Barba Azul a pesar de que éste las acaba de agasajar y obsequiar de una manera extremadamente romántica y paradisíaca. En el relato se da a entender que ciertos aspectos de la psique, representados por las hermanas mayores, tienen la perspicacia un poco más desarrollada y una "prudencia, que las induce a no idealizar románticamente al depredador. La mujer iniciada presta atención a las voces de las hermanas mayores de la psique que la advierten de que se aleje del peligro. La mujer no iniciada no presta atención porque todavía está demasiado identificada con la ingenuidad.
Supongamos, por ejemplo, que una mujer ingenua se equivoca una y otra vez en la elección de su pareja. En algún lugar de su mente ella sabe que esta pauta es inútil, que tendría que abandonarla y seguir otro camino. Muchas veces incluso sabe lo que tendría que hacer. Pero una especie de hipnosis de tipo Barba Azul la induce a seguir la pauta destructiva. En la mayoría de los casos, la mujer piensa que, si insiste un poco más en la antigua pauta, la sensación paradisíaca que anda buscando aparecerá en un abrir y cerrar de ojos.

Cualquiera que sea el dilema en el que se encuentre atrapada una mujer, las voces de las hermanas mayores de su psique siguen instándola a ser juiciosa y prudente en sus elecciones. Son las voces de lo más hondo de la mente que susurran las verdades que tal vez una mujer no desea oír, pues destruyen su fantasía del Paraíso Encontrado.
Así pues, tiene lugar la boda, la unión de lo dulcemente ingenuo con lo vilmente oscuro. Cuando Barba Azul se va de viaje, la joven no se da cuenta de que, a pesar de que la han invitado a hacer lo que quiera -excepto una cosa-, vive menos y no más. Muchas mujeres han vivido literalmente el cuento de Barba Azul. Se casan cuando todavía son ingenuas a propósito de su depredador y eligen a alguien que destruye sus vidas, pues creen que podrán "curar" a aquella persona con su amor. En cierto modo, "juegan con una casa de muñecas". Es como si se hubieran pasado mucho tiempo diciendo: "Su barba no es muy azul."

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Con el tiempo, la mujer que se ha dejado atrapar de esta manera se dará cuenta de que sus esperanzas de una vida digna para ella y sus hijos son cada vez más escasas. Cabe esperar que, al final, abra la puerta de la habitación que encierra toda la destrucción de su vida. Aunque el que destruya y deshonre su vida sea el compañero afectivo de la mujer, el depredador innato que lleva en su psique está de acuerdo con él. Mientras se obligue a la mujer a creer que está desvalida y/o se la adiestre a no percibir conscientemente lo que ella sabe que es cierto, las dotes y los impulsos femeninos de su psique seguirán siendo exterminados.
Cuando el espíritu juvenil se casa con el depredador, la mujer es apresada o reprimida en una época de su vida inicialmente destinada al desarrollo. En lugar de vivir libremente, la mujer empieza a vivir de una manera falsa. La falaz promesa del depredador es la de que la mujer se convertirá en cierto modo en una reina, siendo así que, en realidad, se está planeando su asesinato. Existe un medio de salir de todo eso, pero hay que tener una llave.

Fuentes:

Clarissa Pinkola Estés
"Mujeres que Corren con los Lobos"


5 comentarios:

Fata Morgana dijo...

Te lo digo como mujer... que hay algunas no aprenden nunca..........
:)

Pedro Estudillo dijo...

Para aprender lecciones hay que estar prestos a ello, y esto también requiere de su momento.
Aunque para algunos nunca llega. Una lástima.

Un abrazo.

Eugenio Criado dijo...

Cada vez que veo una referencia de este libro "mujeres caminando con Lobos" mas ganas me dan de leerlo.
por otro lado la forma de ver el cuento "Barba Azul" me he decidido en pasarlo a mi pequeña compilacion de cuentos para terapia.

mujeresquehacendemasiado.blogspot.com dijo...

Me ha gustado mucho tu exposición .A veces no se hace caso a esa especie de intuición o talisman interior.La madre interna protectora esta de vacaciones.
En muchos cuentos aparecen varios hermanos-as,siempre es el pequeño o la pequeña quien gana la prueba,después de fracasar los demás

http://zhairmarrero.blogspot.com/ dijo...

lo bueno es que un día te despiertas y aunque ya estás herida, y quizás hecha pedazos, aun tienes vida para tomar un anueva fuerza y salir de las manos del depredador, nunca es demasiado tarde...

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