lunes, 28 de enero de 2008

La conciencia cósmica de Gardner Murphy.

Para Gardner Murphy, la personalidad sana debe reflejar, en última instancia, la curiosidad del hombre, sus tendencias ubicuas al descubrimiento y la comprensión del sí mismo y el mundo. En la realización de la tercera naturaleza humana de que habla Murphy, la experiencia de hondo interés por descubrir y la pasión por explorar y comprender, las energías indisciplinadas y los sistemas de tensión de la naturaleza más primitiva del hombre, se canalizan de manera creativa y se les confiere significado y dirección. Se quiebra, se da nueva forma y se revitaliza la inercia y la rigidez de las formas culturales, "la crisálida".

Partiendo de un enfoque evolutivo de las tres naturalezas humanas, Murphy postula dos tendencias básicas universales dentro del organismo humano, que proporcionan satisfacciones intrínsecas sin provocar excesivo conflicto con otras tendencias.

1. Afecto general: calidez para con los demás, sentimiento social, generosidad y compasión.

2. Tendencias cognitivo-afectivas: intensa curiosidad e interés por el mundo del descubrimiento, placer en la creación, la comprensión y el dominio. Estas tendencias cognitivo-afectivas reflejan un interés inherente por la realidad, una necesidad de captar lo "real".

Si bien reconoce la necesidad humana de seguridad, de una expresión ordenada de las tendencias humanas básicas y protección frente a lo desconocido, Murphy considera que una parte significativa de la naturaleza esencial de lo humano radica en las tendencias del crecimiento evolutivo del organismo a los equilibrios no resueltos y la creación del desorden y la inestabilidad. Tanto la personalidad sana como una sociedad viable deben seguir siendo un "cuadro completo". Según Murphy, el gran desafío consiste en proveer los medios para permitir el libre flujo de los impulsos y la expresión humana sin hacer "inversiones irrecuperables" en una única forma o fórmula. Sobre todo, la mente humana debe mantenerse abierta, curiosa y nunca saciada. Se requiere un esfuerzo vigilante para mantener esa actitud, ya que constituye un logro mucho más difícil que el desarrollo de orden y estabilidad y un punto de vista tranquilizador.

Al juzgar el valor de los diversos esfuerzos y actividades humanos, los criterios de Murphy exigen que aquéllos hagan al individuo más sensible frente a la experiencia nueva y enriquezcan las capacidades que llevan a satisfacciones cada vez más profundas, tanto en la esfera social como en el mundo cognitivo-afectivo.

Por lo tanto, las diversas expresiones de la personalidad sana tienen un vínculo universal con la naturaleza y los potenciales del organismo humano. De manera inexorable, las aspiraciones más altas del hombre constituyen "una expresión de la clase de tejidos de que está hecho".

Murphy sugiere que el supuesto de que existen direcciones universales de valor merece ser objeto de serio estudio y consideración, y que la pregunta decisiva es: "¿Qué clase de cosas tiende a aprender cualquier especie; cuáles son las líneas del desarrollo que sigue cuando hace lo que donen hacer?"

La personalidad sana, sensibilizada con respecto a su anhelo de comprensión y descubrimiento, participa en nuevos modos inexperiencia "y constituye un pensamiento independiente, no convencional, no rutinario, pero sí original". "Así, la personalidad sana participa en el proceso de cuestionar supuestos, con lo cual agrega nuevas dimensiones y nuevos sistemas de realidades a una individualidad en evolución y siempre inacabada. La personalidad sana rechaza la afirmación de que "no hay nada nuevo bajo el sol", y se mantiene siempre receptiva frente al surgimiento y al reconocimiento de potencialidades nuevas o latentes. Un "estado de ánimo", una "cualidad afectiva" proporciona una dirección afectiva, cierta disposición para el descubrimiento, para avanzar hacia esas metas. Los intereses fluyen hacia el mundo externo e incluyen un número cada vez mayor de sus atributos. Descubrir resulta satisfactorio, y es esta realización por medio de los modos sensorial, motor o intelectual lo que busca la emergente tercera naturaleza humana. Por ende, una ampliación cuantitativa de los temas o tendencias existentes nunca puede realizar una personalidad sana.

Conciencia cósmica:

La actitud receptiva frente a la experiencia y el compromiso con una orientación experimental frente a la vida liberan al hombre y lo ponen en contacto con el universo y las realidades últimas que otorga una unión isomórfica.

EI hombre es "parte de la inmensidad del cosmos", y esta profunda afinidad con los materiales y la estructura cósmicos que constituye la fuente potencial de la realización más profunda y rica del hombre. Esa afinidad organísmica puede observarse a comienzos de la vida, cuando el niño responde de manera espontánea a los patrones cósmicos como parte integral de la estructura de su sí mismo. Para Murphy, por lo tanto, uno de los desarrollos y expresiones más altos de la personalidad humana es llegar a ser uno con el cosmos, volverse sensible a la estructura cósmica y resonar con ella. Ello se logra mediante el descubrimiento de los vínculos armónicos entre las necesidades, las ilusiones, los ciclos y los ritmos internos y las realidades cósmicas exteriores. Esta intensa identificación con el cosmos requiere el desarrollo de los propios potenciales, una íntima auto apercepción y un yo dotado de los recursos necesarios para entenderse con la realidad cósmica. Debe haber exploración y descubrimiento de las cualidades del sí mismo que resuenan profundamente con los elementos del mundo, de modo que puedan lograrse los modos adecuados de interacción e integración. "La personalidad es tanto una manera de volverse sensible como una manera de reaccionar sobre el medio".

Según Murphy, el logro de conciencia cósmica puede expresarse en estados de desprendimiento y en una variedad de fenómenos de pérdida del sí mismo que ponen de manifiesto la liberación y ampliación de los límites tradicionales del yo. Se capta una realidad superior a medida que el sí mismo se vuelve indiferenciado con respecto al mundo. Un estado de éxtasis caracteriza casi todas esas experiencias. Murphy interpreta de la siguiente manera el proceso por el cual se alcanzan estados de conciencia cósmica:

"...junto con una muy intensificada sensibilidad frente a muchos aspectos del universo, hay una pérdida del sentido de contraste u oposición entre el sí mismo y el mundo. Así, el contenido del sí mismo es el contenido del mundo; el individuo se tiente transportado en la dicha de la unión con el cosmos"

De hecho, todos los contactos y las interacciones con el medio y, por cierto, toda realidad, tienen referencia al sí mismo. Por lo lanto, la experiencia de conciencia cósmica es única y selectiva y no una copia de esas experiencias en otras personas. "Antes bien, el individuo se vuelve más individualizado, y elige dentro del cosmos lo que es profundamente significativo de sí mismo". Así, el isomorfismo permite la unicidad de la estructura y la autonomía individuales, al tiempo que asegura la resonancia entre la estructura interna y la externa. Murphy piensa que esas uniones cósmicas a menudo son estados "inmotivados", momentos "improductivos" de lo distendido, lo casual y lo exploratorio.

Los estados de conciencia cósmica representan una integración de las tres naturalezas humanas, la instintiva, la formal y la sensorial, y dan origen a la más "profunda conmoción" y a la formación de una nueva totalidad emergente. Así, se acentúan los potenciales para el crecimiento y el poder del carácter transformador de tales experiencias cósmicas.

"La capacidad del hombre para la unión íntima con la trama de este mundo mediante los métodos de las artes y de la ciencia, es lo que hace que pueda confiar en lograr algo más que trascenderse a sí mismo: puede confiar en convertirse en una nueva clase de hombre en cada nueva fase que emerge en su vida"

Este logro supremo de la autorrealización no es una actividad hedonista y autocomplaciente. Para Murphy, es una fase positiva de la socialización, ya que el anhelo de lo social constituye un componente real y vital de la naturaleza humana. El hombre trata de establecer contacto con la realidad y, por ende, la imposibilidad de lograr comunicación y realización sociales, constituye un serio fracaso en el logro de una naturaleza humana. Murphy rechaza cualquier concepto de la autorrealización que niegue este vínculo inexorable entre el hombre y su medio y la naturaleza social de la realidad psicológica. Considera que se puede lograr una experiencia de éxtasis en la interacción y el sentido de comunión entre dos o más sí mismos, y señala que: "Una personalidad sana es, en gran parte, un sistema de relaciones interpersonales que encierra aceptación, afecto, aliento y confianza recíprocos"

Breve biografía:

El doctor Gardner Murphy nació en Chillicothe, Ohio, en 1895. En 1916 obtuvo su título de Bachiller en Artes en la Universidad de Yale, con especialización en psicología. Un año más tarde, obtuvo su título de Master en Artes en la Universidad de Harvard, donde se ocupó sobre todo de la personalidad y la filosofía y donde nació su interés por la investigación psíquica, que habría de durar toda su vida. Luego de una interrupción de dos años durante los que prestó servicios en una unidad hospitalaria móvil en Francia, el doctor Murphy prosiguió sus estudios de graduado en la Universidad de Columbia y llegó a establecer una estrecha vinculación con el profesor R. W. Woodworth. En 1923 obtuvo su doctorado en filosofía. En 1940, luego de un largo período como estudiante y profesor en la Universidad de Columbia, el doctor Murphy fue nombrado profesor y director del Departamento de Psicología en el City College de Nueva York. En 1943-44 fue presidente de la Asociación Psicológica Norteamericana. El doctor Murphy se interesó siempre por los problemas sociales. En 1950, actuó como consultor del gobierno de la India y de diversas universidades indias, en relación con un estudio.

Fuentes:
Por B. Frik.


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