Ha rescatado técnicas chamánicas de todo el mundo, las ha depurado del folclore y las supersticiones locales, y ahora las aplica como terapia.
--¿Qué es el universo?
--Solamente es una idea. Nos han mostrado imágenes del universo, pero en el fondo nunca lo hemos visto. Solo son cálculos y especulaciones. En realidad, el universo es la totalidad de lo que yo llamaría expresión orgánica del espíritu.
--Muy bien. ¿Me lo puede traducir?
--Es permitirle a tu cerebro pensar en expansión. No imaginarse que uno está encerrado dentro de su coco, sino permitirse pensar en el más allá. Son dimensiones. Cuando uno cierra los ojos, está en el universo. El universo es un estado interior.
--¿Cómo puedo expandir mi conciencia?
--Con la imaginación. Primero estás encerrado en ti. Luego vas abriéndote, imaginándote que sales de tu mente y abarcas la sala donde te encuentras. Después piensas en todo el edificio y te das cuenta de que, cuando tu piensas, el edificio piensa. Luego te elevas por encima de Barcelona y todos los barceloneses pensáis juntos. Después abrazas con el pensamiento todo el planeta, incluso animales y plantas. Y las plantas piensan contigo.
--El chamán siempre trabaja con su imaginación...
--Él sabe que con la imaginación crea un tipo de energía. Como él, tú puedes hacer que todo el sistema solar esté implicado en tu pensamiento. Tú puedes expandirte a todo el universo. Y a los universos paralelos.
--¿Qué es un chamán?
--Un libre orquestador de su mundo interior. Sabe que su imaginación es energía en acción. Ha explorado sus cielos e infiernos, ha conocido la totalidad del tiempo y del espacio, ha desarrollado el pensamiento extrauniversal, sabe trabajar para que la dimensión del universo se exprese a través de él. Trabaja con la sincronicidad, lo que otros llaman milagros.
--Usted es psicochamán.
--Yo libero los conflictos psicológicos. Para mí, una enfermedad es la expresión de un conflicto psicológico no resuelto. Si hace falta, trabajo con toda la familia.
--Psicochamán como su padre, Alejandro Jodorowsky. Las relaciones con él no han sido fáciles...
--Durante muchos años culpé a mi familia de mis fracasos, de mi dolor, de mis angustias, pesadillas, crisis de pánico, cleptomanía, depresiones, etcétera. Poco a poco me fui dando cuenta de que nadie que no fuese yo era responsable del hecho de no encontrar el amor profundo en mí.
--Y ahora, ¿cómo está?
--Agradezco todo lo que me ha pasado, porque cada situación era la que necesitaba para convertirme en el ser útil al mundo en el que me estoy convirtiendo.
--O sea, que su pasado, visto retrospectivamente, ha sido bueno.
--No me gusta calificar las cosas de buenas o malas. Prefiero decir que me ha sido útil. Cada cual tiene que pasar su camino de dolor para comprenderse mejor.
--Hoy está usted enamorado de sí mismo.
--Sí. Hace poco tuve una crisis de enamoramiento. Pero fuera de todo ego. Estuve muy contento de haberme conocido, de pasear conmigo, de mi forma de mirar, de hablar, de sentirme. Me sentí orgulloso de mí mismo. Sentí amor, compasión y agradecimiento por el milagro de la vida.
--¿Algún truco para conseguirlo?
--Es un proceso. Ese enamoramiento de uno mismo viene cuando uno puede integrar no solo a su familia actual, sino a los antepasados. Es un gran amor. Cuando lo integras todo, toda la colectividad, te enamoras de ti mismo. En tanto excluyas algo de ti, por ejemplo, a tu padre, va a ser difícil. Ese alguien a quien excluyes es un banco de amor al cual no puedes acceder, una parte de ti. Lo tienes que integrar.
--Usted lo ha integrado hace poco.
--Yo nací en la misma fecha del año en que nació mi abuelo paterno. Y siempre tuve la sensación de no ser yo mismo, de cargar con la responsabilidad de los lazos afectivos que mi padre no había tenido en su infancia. Eso creó un conflicto.
--Que usted resolvió con un acto de psicochamanismo.
--Me mandé hacer un traje igual al de mi abuelo. Me hice maquillar por un maquillador de cine profesional. Fui a la casa de mi papá Alejandro y le dije: "Soy tu papá. Hiciste nacer a tu hijo el mismo día que yo para que él llenara tus faltas". Y entonces lo abracé, y lloramos mucho.
--¿Y cuál fue el final?
--Le dije, aún disfrazado de mi abuelo: "Ahora puedes liberar a tu hijo, Cristóbal, que está aquí debajo". Y poco a poco me fui quitando el traje, la máscara, hasta que quedé desnudo. Después le dije que me pintara, y que al pintarme me reconociera como un nuevo ser único. Mi padre se plegó a todas mis exigencias. Después fuimos a un restaurante a celebrarlo. Y gracias a eso, desde entonces gozamos de la vida.
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