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sábado, 22 de septiembre de 2007

La confesión de un Guerrero.

Soy un Guerrero, y lo confieso, más no para presumir ni reafirmarme, sino para transmitirte la cosmovisión del Guerrero, la filosofía que sigue éste; y que es la siguiente: un guerrero busca el equilibrio consigo mismo, en su interior, autoconociéndose, haciendo esto último a base de una constante guerra florida en sí mismo; busca el equilibrio porque sabe que es Cosmos, es decir forma parte del Cosmos, y todo en Éste es dual, positivo y negativo (y nada puede ser absolutamente positivo o negativo, sino que se debe de llegar a un equilibrio entre ambos polos, logrando ésto por medio de una lucha constante); alcanzando así la armonía propia y por consecuencia con la naturaleza y el universo – el Cosmos.

Asimismo, el Guerrero busca el equilibrio entre el mundo físico, material (tonal); y el mundo espiritual (nahual); y así equilibra para saber cuando se debe razonar y cuando se debe sentir; para explicarlo mejor permítaseme citar al temaztiani y chamán don Juan Matus:* “Una de las artes del equilibrio del guerrero es hacer que el nahual emerja para apuntalar al tonal… es un arte porque los brujos saben que sólo tirando al tonal para arriba puede emerger el nahual… Ese tirón se llama poder personal…”

El Guerrero busca siempre el nivel de equilibrio, anteriormente planteado, siguiendo toda una serie de premisas que forman parte de su camino como tal; y al practicarlas debe de ser impecable. Dichas premisas son: parar su diálogo interno, perder el miedo, suprimir su importancia personal, borrar su historia personal, usar a su muerte como compañera, romper con las rutinas, y ejercer una marcha de poder.

Un Guerrero sabe cuando y como poner su mente en blanco para parar su diálogo interno y lograr así un estado de serenidad y a su vez de acecho para poder percibir, enfocar y explorar cosas que se escapan a la razón (lo desconocido por conocer: el nahual) y que en realidad se deben sentir para alcanzar la totalidad de su ser, y el equilibrio.

Un Guerrero está siempre en constante lucha para vencer todos sus miedos. El miedo es uno de sus principales enemigos silenciosos para llegar a ser hombre de conocimiento… pero sabe que cuando lo vence surgirán sus otros tres enemigos silenciosos a los cuáles debe vencer de una manera impecable, y tales enemas son: la claridad de mente, el poder y la vejez.

La claridad de mente, se alcanza al vencer al miedo, y es el segundo enemigo porque crea un exceso de confianza en el Guerrero, tan grande, que puede hacer que se pierda a sí mismo; ¡ah!, pero si logra vencer al segundo enema, en su eterna batalla silenciosa – siempre interna, llega el tercero de sus principales enemigos: el poder, que no es otra cosa que la energía que maneja de sí, es decir; el vencer a los dos enemigos anteriores le otorga un gran poder personal, un alto nivel de energía y autoconocimiento; que ocasiona un exceso de confianza, y de alimentación a su ego, que también puede acabar con él como Guerrero.

Pero el segundo y tercer enema se combaten con la humildad y con la supresión del ego. Y eh aquí lo que significa la humildad para el Guerrero: la humildad del Guerrero es no inclinar la cabeza ante nada ni nadie, y a su vez, no permitir que nada ni nadie incline la cabeza ante él como Guerrero. Sólo así vencerá a sus tres principales enemigos para llegar al último: la vejez. Pero para vencer a éste último, debe ser impecable en seguir las premisas restantes.

Un Guerrero lidia perennemente para suprimir su importancia personal y su ego. De ésta forma busca equilibrarse para no olvidarse de sí, y amarse a sí mismo; pero no en exceso – pues todo exceso rompe con el equilibrio.

Un Guerrero busca borrar su historia personal. Es decir, que no carga con los errores del pasado, y no se atormenta con éste, sino por el contrario, el pasado sólo está ahí para evitar dichos errores anteriores, sólo cuando se presenta la oportunidad de volver a cometerlos.

También evita estar divulgando la historia de su vida cada que puede, ya que lo hace solamente cuando es total y absolutamente necesario. El borrar la historia personal consiste también en un ejercicio de recapitulación de la vida del guerrero, en el cuál, éste se cuenta a sí mismo su autobiografía, para llegar a un mejor autoconocimiento – pero siempre sin atormentarse.

Un Guerrero toma por consejera, y como su mejor compañera a su muerte. Y así deja de temerle a ésta, y actuar con total desapego y con toda fluidez para toda constante batalla como Guerrero. Y de ésta manera el Guerrero vive cada momento como si fuese su última batalla, y como tal entrega su corazón en todo lo que emprende. Por ésta razón es que cuando la muerte llega por él, tiene que dar batalla – y ser impecable para alcanzarlo.

Un Guerrero rompe con todas sus rutinas. Esto quiere decir que un guerrero siempre practica un arte de acecho para cazar energía y poder, y el mejor cazador es aquel que suprime toda rutina. A su vez evita, con esto, ser acechado por cualquier tipo de enemigo o contrincante. De ésta forma llega a ser más fluido, y, asimismo evita la mecanización de sí, es decir, que deja de actuar por inercia, y en cambio actúa con total desapego y pasión.

Un Guerrero es impecable en llevar a cabo una marcha de poder a lo largo de su camino. Es decir, que aparte de llevar a cabo las premisas anteriores, realiza una serie de ejercicios – cualesquiera que sean – para tener siempre correctamente distribuida su energía, así como evitar cualquier desperdicio de ésta; ya que el Guerrero siempre busca cazar energía para canalizarla a su batalla por encontrar el equilibrio consigo y el Cosmos.

Es así que se puede apreciar la belleza de la esencia que encierra el camino que sigue el Guerrero en su cosmovisión, su filosofía, su paradigma, en su batalla perenne por alcanzar el equilibrio y la armonía; y que es un legado precioso que nos han dejado nuestros abuelitos precuauhtémicos, y que por culpa de la salvaje transculturización casi se extingue, ya que se transmite de la forma en que transmitían el conocimiento dichos abuelitos: por tradición oral. Pero ahora lo plasmo aquí para que conozcas esta cosmovisión, este conocimiento; para difundirlo (es parte de mi batalla); más no para presumirlo, como lo dije al principio del presente escrito; pues así como me fue transmitido yo busco transmitirlo.

A continuación te escribiré otros aspectos del Guerrero que tienen que ver con su cosmogonía:

Un Guerrero, como tal, siempre busca un camino con corazón; y lo sigue hasta el final, impecablemente.

Un Guerrero siempre se encuentra con obstáculos, pero como guerrero nunca busca destruirlos o derribarlos… simplemente los esquiva, los supera, los evita.

Un Guerrero sabe lo que le espera, porque eso depende de su impecabilidad; pero a su vez no espera nada de nadie, porque ya no tiene importancia personal.

Un Guerrero no desperdicia su energía en sentir lástima ni compasión por nada ni nadie, pues ya no siente lástima ni compasión por sí mismo porque ya no tiene importancia personal.

Un Guerrero, al saber lo que le espera, prepara su estrategia de donde, como, cuando y porque de todas sus batallas; y cuando sabe que va a perder ésta, fija su atención en cualquier otra cosa y practica un retirada estratégica, más no como un cobarde, sino para evitar que su enemigo o contrincante acaben con él, así como para reordenarse y redistribuir su energía para volver a dar batalla, pero una batalla mejor que la anterior.

Un Guerrero siempre tiene enemigos y contrincantes (la diferencia entre éstos radica en que un contrincante sólo es un oponente digno pero que puede ser su aliado o su amigo, y en cambio un enemigo no deja de ser un enemigo, y puede ser físico o silencioso), ambos pueden acabar con él si no es impecable (después de todo éste Universo es dialéctico). Pero lidia con ellos, con completo desapego, sin tener ningún interés en ganar o perder, pues ya no tiene importancia personal; lo hace sólo para templar su cuerpo y su espíritu.

Un Guerrero no se abandona a nada, a ninguna circunstancia, ni sentimiento; y por eso vive y experimenta todo (lo positivo y lo negativo, buscando encontrar el equilibrio) con total desapego porque ya no tiene importancia personal ni miedo, y en todo lo que hace lo vive como si fuese su última batalla, es fluido… y como guerrero vive y actúa por el simple arte de vivir; por el placer y el amor a vivir, porque como Guerrero se enamora de todas las cosas en el Cosmos… pues sabe que él mismo es Cosmos, también.

Pues bien, por todo esto, confieso de nuevo que: antes que nada soy un Guerrero, y siempre lo seré, al estar en perenne guerra florida conmigo para alcanzar el final de éste camino con corazón: el camino de la cosmogonía del Guerrero.

“IN MEXIKA YOYELIZTLI AIK IXPOLIUIZ”

Autor: JORGE A. ARELLANO CASTILLO


viernes, 21 de septiembre de 2007

La senda del guerrero de la libertad total.

"Un guerrero toma su suerte, sea la que sea, y la acepta con la máxima humildad. Se acepta con humildad así como es, no como base para lamentarse, sino como base para su lucha y su desafío".

Como sabemos, la historia comienza cuando Carlos Castaneda, un estudiante de Antropología de la Universidad de Los Angeles, conoce a un indio yaqui - don Juan Matus - a raíz de la preparación de su tesis doctoral sobre el uso de las plantas. Posteriormente Castaneda descubre que su informador indio resulta ser un poderoso brujo, depositario de una antigua tradición: la sabiduría de los antiguos guerreros "toltecas", y que los orígenes de su linaje se remontaban hasta los chamanes que vivieron en México en tiempos remotos.
Los textos de Castaneda suponen un viaje iniciático a través de un conocimiento oculto y misterioso. Son el relato de su conversión en aprendiz e integrante de las enseñanzas de la antigua filosofía tolteca.
En estas enseñanzas don Juan hace una constante distinción entre el hombre común -o sea, todos nosotros- y el "hombre de conocimiento", también llamado "guerrero de la libertad total". Según don Juan, el hombre común se relaciona con el mundo a través de su razón, mientras que el guerrero lo hace a través de su voluntad. El hombre común funciona sólo con la razón puesto que desde que es un niño aprende una descripción única del mundo, siendo esta descripción la que toma por única y verdadera de la realidad. Al deshacerse de la esclavitud de la razón se puede recorrer el "camino con corazón" que empuja a ser un guerrero de la libertad total.
A diferencia del hombre común, el guerrero se relaciona con el mundo a través de su voluntad, o sea con la totalidad de su ser, percibiendo el universo como una unidad, mostrándonos que los chamanes toltecas tenían un sistema de cognición muy diferente al nuestro y realizaban técnicas y prácticas que exigían de una gran disciplina para eliminar el orden perceptual impuesto por la razón. Aquellos chamanes poseían otra unidad cognitiva, a la que llamaban "la rueda del tiempo". Su manera de explicar la rueda del tiempo era decir que el tiempo era como un túnel de longitud y anchura infinitas, un túnel con surcos reflectantes. Cada uno de los surcos era infinito, y había un número infinito de ellos. Los seres vivos eran compelidos, por la fuerza de la vida, a mirar uno de los surcos. Mirar sólo uno de los surcos implicaba ser atrapados por él, vivir ese surco.
La meta final de un guerrero es la de enfocar, mediante un acto de profunda disciplina, su atención inquebrantable en la rueda del tiempo con el fin de hacerla girar. Los guerreros que han logrado hacer girar la rueda del tiempo son capaces de mirar en el interior de cualquier otro surco y extraer de él lo que deseen. Al librarse de la fuerza del hechizo que nos obliga a contemplar sólo uno de esos surcos, los guerreros pueden mirar en cualquiera de las dos direcciones: la llegada o la partida del tiempo.

Según don Juan el hombre común viene al mundo con una cantidad limitada de energía que, si bien se renueva constantemente, se usa en su totalidad para mantener la estructura cognitiva de la mente analítica. Esta estructura perceptual es mantenida permanentemente por "el diálogo interno", ya que el hombre común está siempre hablando acerca del mundo y que ademas es consensuado por los demás, reforzando dichas estructuras cognitivas.
Según la tradición de los antiguos guerreros toltecas, la puerta de entrada al mundo de los brujos sólo aparece cuando logramos parar el diálogo interno. La práctica continuada de silenciar los pensamientos termina produciendo una ruptura en el interminable fluir de nuestras interpretaciones perceptuales. Es lo que don Juan llama "parar el mundo". Y al parar el mundo el iniciado descubre que en cada uno de nosotros hay una parte oculta: "el nagual".


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Las enseñanzas de don Juan.

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