domingo, 28 de septiembre de 2008

Política y Espiritualidad.

La cuestión políticamente más apremiante de hoy en día, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo, consiste en descubrir la forma de integrar la tradición liberal con la auténtica espiritualidad. Jamás en la historia estas dos vertientes del quehacer humano han mantenido una relación adecuada. De hecho, el liberalismo moderno (y toda la ilustración europea) fue en gran medida una reacción en contra de la religión tradicional. El grito de guerra de Voltaire, "¡Recordad las crueldades!" —recordad las brutalidades infligidas a hombres y mujeres en nombre de Dios y acabad con ellas... y de paso acabad también, de una vez por todas, con ese Dios—, no tardó en propagarse por todo el continente. Pero de ese modo la religión quedó en manos de los conservadores, y desde entonces, el mundo se ha polarizado en dos bandos armados hasta los dientes, cada uno de ellos profundamente receloso del otro. En uno de los bandos se agrupan los liberales, defensores a ultranza de las libertades y de los derechos individuales en contra de la tiranía de lo colectivo y sumamente suspicaces, por tanto, respecto de las religiones, tan predispuestas siempre a imponernos sus creencias y a decirnos lo que tenemos que hacer para salvar nuestra alma.

No es de extrañar, pues, que el nacimiento del liberalismo ilustrado haya estado históricamente ligado a la lucha en contra de la tiranía religiosa y desconfíe profundamente —llegando incluso, en ocasiones, a aborrecerlo— de todo lo que tenga la menor connotación religiosa o espiritual. Los liberales, consecuentemente, han tendido a reemplazar la salvación divina por la salvación económica. Según ellos, la libertad y la liberación no se halla en un supuesto cielo al que accedamos después de esta vida (ni en ningún otro tipo de opio del pueblo), sino en los logros reales alcanzados sobre la Tierra (comenzando, claro está, por los beneficios materiales y económicos). Y puesto que la esencia del liberalismo radica en el progreso de las condiciones sociales reales (libertad económica, libertad política y libertad material), los términos "progresivo" y "liberal" han terminado convirtiéndose en sinónimos.

El liberalismo ha sustituido la tiranía de lo colectivo por lo que podríamos denominar un "individualismo universal", la afirmación de que todos los individuos -con independencia de raza, género, color o credo- son iguales ante la ley y deben, en consecuencia, ser tratados de la misma manera. Por ello una de las aspiraciones fundamentales del liberalismo ha sido de liberar al individuo de la tiranía colectiva y buscar la libertad política y económica. Y que duda cabe de que ese liberalismo nos ha proporcionado muchas cosas positivas. Lo lamentable, no obstante, ha sido que, en muchos casos, la antigua tiranía de la religión se ha visto suplantada por la tiranía económica y el Dios del papa ha sido derrocado para entronizar en su lugar al omnipotente Dios del dólar.

De ese modo, el alma de los seres humanos ya no es aplastada por Dios... porque de esa función se encarga hoy en día la fábrica. La "cuestión esencial" de la vida deja entonces de girar en torno a lo divino y comienza a gravitar alrededor del salario. Y precisamente por ello aun en medio de la más palmaria abundancia económica, el alma del ser humano agoniza de inanición. En el otro bando se alinean los conservadores, más proclives a una tradición cívica y humanista que considera que la esencia de los seres humanos está ligada a los valores colectivos (entre los que destacan los valores religiosos). En la mayor parte de los casos, sin embargo, los republicanos tienden a estar tan estrechamente atados al conservadurismo religioso que, aunque afirmen defender los derechos individuales y la "libertad del gobierno", sólo lo hacen así cuando esas "libertades" coinciden con sus principios religiosos. El énfasis en los valores familiares y colectivos permite que los conservadores erijan naciones fuertes, lo que en ocasiones tiene lugar a expensas de quienes no comparten su particular orientación religiosa. La tiranía cultural nunca está lejos de la sonrisa conservadora, y los liberales suelen retroceder horrorizados ante el "amor" que afirman profesar los conservadores por los hijos de Dios, porque lo terrible es que, si usted no es uno de los hijos de su Dios preferido, suelen aguardarle cosas muy desagradables.

En un sentido muy simplista, ambas orientaciones, la liberal y la conservadora, tienen un "aspecto positivo" y un "aspecto negativo" y lo ideal sería rescatar lo positivo de ambas perspectivas, dejando de lado al mismo tiempo sus facetas negativas. Lo bueno del liberalismo es su énfasis en las libertades individuales y su rechazo de la mentalidad gregaria. Pero el hecho es que, en su celo por proteger las libertades individuales, el liberalismo ha terminado negando todo valor colectivo (incluidos los valores religiosos y espirituales, que, insistimos, ha reemplazado por los valores económicos y materiales). Porque el hecho es que el interés por lo económico -que en sí mismo no es malo- suele fomentar un clima de despreocupación por el alma. De hecho, en los círculos liberales el término "religioso" ha llegado a tener connotaciones un tanto embarazosas. Kant hablaba, precisamente, en nombre de la Ilustración liberal cuando dijo que, a partir de ella, todo aquel que fuera descubierto arrodillado y rezando debería sentirse profundamente avergonzado.

En el clima de las libertades políticas y económicas, todo lo que suene a religioso o espiritual tiende a resultar embarazoso. En breve veremos que eso ocurre porque tenemos una visión mítica y empobrecida del Espíritu, pero es evidente que la función histórica del liberalismo ha sido matar a Dios, y ciertamente lo ha hecho, hasta el punto de quedar asociado a la "tiranía anti-espiritual". ¿Sería posible despojarnos de esta "tiranía anti-espiritual" sin perder las admirables ventajas individuales logradas por el liberalismo? Lo positivo del conservadurismo, por su parte, es su comprensión de que, a pesar de la importancia de los individuos y de las libertades individuales, estamos muy equivocados si creemos que el individuo es una isla. De hecho, nuestra misma existencia depende del entramado familiar, colectivo y espiritual en que estamos inexorablemente inmersos.

De algún modo, pues, mis valores más profundos no dependen exclusivamente de la relación que sostengo conmigo mismo, sino también con mi familia, con mis amigos, con mi comunidad y con mi Dios. Y en la medida en que reniego de esas relaciones profundas no sólo destruyo el soporte mismo de la comunidad y me extravío en un desenfreno hiperindividualista, sino que también me alieno del más profundo de todos los vínculos, el que une el alma del ser humano con el Espíritu divino. Muy bien, pero ¿de qué Dios está usted hablando? -responderán a esto los liberales-. Porque lo cierto es que cada vez que estas consideraciones abstractas se han concretado prácticamente en un código moral o en una religión determinada han terminado desembocando en un tipo u otro de caza de brujas. La importancia del contexto comunitario y espiritual no tarda en degenerar en mi comunidad, mi Dios y mi país, acertada o equivocadamente! Y si usted no acepta a mi Dios, irá directamente al infierno y yo mismo me encargaré gustosamente de acompañarle. La tiranía cultural, pues, más o menos solapada, nunca ha sido ajena a la agenda conservadora.

¿Existe alguna forma de rescatar las ventajas del enfoque conservador -en particular su aceptación de la espiritualidad- sin caer en la tiranía cultural que suele acompañarle? Y ¿existe alguna forma de conservar las ventajas del enfoque liberal -las libertades individuales- despojándonos de la tiranía de los anti-alma? ¿Es posible, en suma, articular un liberalismo espiritual, un humanismo espiritual, un abordaje que considere los derechos del individuo en un contexto espiritual más profundo que no los niegue sino que, por el contrario, contribuya a sostenerlos? ¿Es posible concebir a Dios y al Espíritu de un modo que ayude a consolidar los objetivos más nobles del liberalismo? ¿Es posible encontrar algún sustrato común a los dos enemigos acérrimos que se debaten en el mundo moderno, Dios y el liberalismo? Ésta es, como ya he dicho, en mi opinión, la más urgente de las preguntas a que debe hallar respuesta el mundo moderno y postmoderno. Porque mientras no lo haga, el conservadurismo espiritual seguirá fragmentando al mundo, ya que su agenda sólo le permite respetar a los fieles a su Dios particular, llámese Jehová, Alá, Shinto o Shiva (nombres todos ellos con los que lamentablemente se convoca, con demasiada frecuencia, a la batalla).

Es absolutamente necesario preservar los logros obtenidos por el liberalismo ilustrado, pero también lo es ubicarlos en el contexto de una espiritualidad que trascienda las objeciones de la Ilustración. Debe tratarse, en suma, de una espiritualidad que no niegue la Ilustración sino que se asiente sobre ella o, dicho de otro modo, en un Espíritu liberal. El enfoque espiritual que presento en las páginas siguientes apunta precisamente en esa dirección. De hecho, casi todos mis libros (especialmente "El proyecto Atman", "Después del Edén", "Los tres ojos del conocimiento", "Un Dios sociable", "Sexo, ecología y espiritualidad" y "Breve historia de todas las cosas") son precisamente prolegómenos a esta cuestión, la búsqueda de un Dios liberal, de un Espíritu liberal, de un humanismo espiritual, de un espiritualismo humanista o de cualquier otro término con que decidamos calificar la esencia de esta orientación. Un Dios liberal depende, antes que nada, de la forma en que respondamos a la pregunta "¿Dónde ubicamos al Espíritu?", pregunta a la que volveremos y discutiremos detenidamente en el último capítulo.

Y mis próximos libros seguirán versando en torno a esta cuestión, de forma, si cabe, todavía más explícita. Pero el tema general de "Dios y la política" descansa, en mi opinión, en el tipo de cuestiones teóricas que revisaremos en las siguientes páginas, una revisión necesariamente previa al bosquejo de cualquier esquema político concreto, Así pues, aunque el trasfondo de este libro sean las relaciones existentes entre la política y la espiritualidad, en realidad su objetivo será servir de introducción a este tema. Lo más importante, por el momento, es que el "humanismo espiritual" se ocupe de temas tales como la psicología, la filosofía, la antropología y el arte. Y he elegido el término "integral" para representar este enfoque global porque integral significa integrador, inclusivo, global y equilibrado. La idea es aplicar la orientación integral a los diversos campos del quehacer y del conocimiento humano (incluyendo la integración entre la ciencia y la espiritualidad). Este enfoque integral no sólo resulta imprescindible para el campo de la política, sino que también modifica profundamente nuestra concepción de la psicología y de la mente humana, de la antropología y de la historia humana, de la literatura y del significado del ser humano, de la filosofía y de la búsqueda de la verdad, aspectos todos ellos que en mi opinión se ven profundamente afectados por un enfoque integral que trata de rescatar lo mejor de todos ellos y de entablar un diálogo mutuamente enriquecedor.

Fuentes:

Por Ken Wilber



El Desarrollo Espiritual.

Existen cuatro estadios o fases del desarrollo espiritual, la creencia, la fe, la experiencia directa y la adaptación permanente; dicho de otro modo; uno puede creer en el Espíritu, uno puede tener fe en el Espíritu, uno puede experimentar directamente el Espíritu y uno puede devenir Espíritu.

1.La creencia es el primer (y, por consiguiente, el más común) de los estadios del desarrollo espiritual.

La creencia requiere imágenes, símbolos y conceptos y, en consecuencia, suele originarse en el nivel mental. Pero el desarrollo de la mente atraviesa distintas fases -mágica, mítica, racional y visión-lógica-, cada una de las cuales sirve de fundamento a un tipo (y a un estadio) de creencia religiosa o espiritual.
El estadio de las creencias mágicas (ejemplificado por el vudú y los conjuros mágicos) es egocéntrico y se da tal fusión entre el sujeto y el objeto que aquél cree que la fuerza de su deseo puede llegar a operar sobre el mundo físico y sobre los demás. La creencia mítica, por su parte, suele ser sociocéntrica y etnocéntrica, lo cual significa que diferentes grupos sostienen mitos diferentes habitualmente exclusivos (es decir, si uno cree, por ejemplo, que Jesús es el salvador de la humanidad, no queda lugar alguno para Krishna), y proyecta sus intuiciones espirituales sobre uno o más dioses o diosas físicamente desencarnados que tienen el poder de influir sobre las acciones humanas.

La creencia racional, que constituye una decisión racional, no representa a Dios o la Diosa de un modo antropomórfico, sino en tanto que el Fundamento Ultimo del Ser y, en ese sentido, desmitologiza la religión. Se trata de una modalidad que alcanza su cúspide en la creencia visión-lógica y que explica el Fundamento del Ser en tanto que Gran Sistema Holístico, Gaia, la Divinidad, una especie de Eco-Espíritu, la «red-de-lavida», etcétera, recurriendo a ciencias como la teoría sistémica.

Todas estas creencias mentales suelen ir acompañadas de sentimientos o sensaciones emocionales muy intensas que no necesariamente son experiencias directas de las realidades espirituales supramentales. En ese sentido, se trata de diferentes modalidades de traslación que pueden ser abrazadas sin transformar en lo más mínimo el propio nivel de conciencia. Pero, cuando la traslación comienza a madurar y la emergencia directa de los dominios superiores comienza a presionar al yo, la creencia acaba desembocando en la fe.

2. La fe comienza allí donde la creencia pierde su poder.

Porque el hecho es que llega un momento en que todas las creencias mentales -precisamente por el hecho de ser mentales y no supramentales o espirituales- pierden su fuerza, pierden su poder sobre la conciencia y comienzan a palidecer porque, a fin de cuentas (por más que uno crea en el Espíritu como «red-de-la-vida», por ejemplo), uno no deja de sentirse como un ego separado, aislado y lleno de miedos. De poco servirá, en tal caso, esforzarse en seguir creyendo, porque la creencia habrá dejado ya de funcionar. Es entonces cuando va tornándose dolorosamente evidente que, si bien la mera creencia puede proporcionar algún sentido traslativo, no comporta, no obstante, la menor transformación verdadera. (Y las cosas pueden ser todavía peores en el caso de que uno sustente creencias mágicas o míticas, puesto que tales creencias no sólo no son transformadoras, sino que operan como una fuerza regresiva que aleja a la conciencia de los dominios transracionales.)

Pero también hay que decir que, detrás de la creencia mental en Gaia o en la «red-de-la-vida», suele ocultarse una auténtica intuición de los dominios espirituales y transmentales, es decir, una intuición de la Unidad de la Vida. Pero esa intuición no podría ser plenamente comprendida mientras nuestra conciencia permanezca atrapada en la creencia porque, en última instancia, todas las creencias, tanto las analíticas como las holísticas, son dualistas y sólo cobran sentido en presencia de sus opuestos. De lo que se trata no es tanto de pensar en la Totalidad como de devenir la Totalidad, algo que sólo podrá ocurrir cuando uno deje de aferrarse a creencias sobre la Totalidad. Las creencias no son más que un sustituto del alimento para el alma, calorías espiritualmente vacías que más pronto o más tarde dejarán de fascinarnos y develarán su verdadero rostro.

La fe suele ser el paso intermedio que nos permite dar el salto que conduce desde la pérdida de la creencia hasta la experiencia directa. Quizás, por ejemplo, la creencia en la Unidad ya no ofrezca un gran consuelo, pero la persona todavía tiene fe en ella. Cuando las creencias se tornan insostenibles aparece la fe, la llamada débil pero clara de una realidad superior -el Espíritu, Dios, la Diosa, la Unidad, etcétera- que trasciende la creencia y se encuentra más allá de la mente. La fe constituye la puerta de acceso a la experiencia inmediata de lo supramental y de lo transracional. En ausencia de creencias dogmáticas desaparece la convicción, y a falta todavía de experiencia directa, uno carece de toda certidumbre. La fe es, pues, una tierra de nadie -atestada de preguntas y de ninguna respuesta- que se caracteriza por la determinación (estimulada por una intuición oculta) a encontrar nuestra auténtica morada espiritual en la experiencia directa.

3. La experiencia directa responde a todas las dudas inherentes a la fe.

Se trata de un estadio caracterizado par la presencia de dos fases diferentes: Las «experiencias cumbre» y las «experiencias meseta». Las experiencias cumbre suelen ser intensas, breves, espontáneas y sumamente transformadoras. Las verdaderas «experiencias cumbre» nos permiten vislumbrar nuestros potenciales transpersonales y supramentales más elevados. Existen varios tipos de «experiencias cumbre», entre las cuales cabe destacar las «experiencias cumbre» del nivel psíquico, propias del misticismo natural (el tipo de unidad característico del nivel ordinario), las «experiencias cumbre» del nivel sutil, propias del misticismo teísta (el tipo de unidad característico del nivel sutil), las «experiencias cumbre» del nivel causal, que nos permiten atisbar la Vacuidad (la unidad propia del nivel causal) y las «experiencias cumbre» no duales, que nos abren las puertas a Un Solo Sabor. Resulta evidente, como Roger Walsh ha señalado, que cuanto más elevado es el nivel de la experiencia, más infrecuente es. (Éste es el motivo por el cual la mayor parte de experiencias de 'consciencia cósmica' son las propias del misticismo natural (o unidad del nivel ordinario), el más bajo de los dominios místicos. Desafortunadamente, sin embargo, son muchas las personas que consideran equivocadamente que este nivel es Un Solo Sabor, una confusión que adquiere visos de epidemia entre los teóricos eco).

La mayor parte de las personas se hallan, comprensiblemente, en el estadio de la creencia o de la fe (y, ocasionalmente en el de la magia o del mito). De tanto en tanto, sin embargo, algunos individuos pueden tener una «experiencia cumbre» de un dominio realmente transpersonal que les sacuda muy profundamente (a menudo para mejor, aunque también hay decir que, en ocasiones, para peor). En cualquiera de los casos, sin embargo, ya no se trata de creencias que hayan leído en un libro o de meras habladurías traslativas, sino de una experiencia real de un dominio superior después de la cual el individuo ya no vuelve nunca a ser el mismo.

(Digamos, a modo de corta disgresión, que las consecuencias de este tipo de experiencia no siempre son positivas. Porque puede darse perfectamente el caso de que una persona que se halle en el nivel mítico literal-concreto, por ejemplo, tenga una 'experiencia cumbre' del nivel sutil que reactive sus mitos concretos y provoque la aparición de un fundamentalismo según el cual su dios mítico particular es el único que puede salvar al mundo, no dudando entonces en sacrificar los cuerpos de quienes se le opongan en aras de la supuesta salvación de su alma.

También puede ocurrir, por ejemplo, que alguien que se halle en el nivel visión-lógico, tenga una experiencia cumbre» del nivel psíquico, en cuyo caso su nuevo eco-paradigma» se convierte en el único que puede salvar al planeta y tampoco dudará en imponer una suerte de ecofascismo para salvarle. Este tipo de fanatismo religioso (que constituye una confusa mezcolanza de verdades superiores con ilusiones inferiores) resulta casi imposible de desarticular. Es cierto que las «experiencias cumbre» nos permiten acceder provisionalmente a verdades superiores, pero también lo es que esa brevedad puede ir seguida de un retroceso a un nivel inferior y acabar sirviendo de justificación para las más espantosas creencias)

Pero si bien las «experiencias cumbre» son de poca duración -desde unos pocos minutos hasta unas pocas horas-, las experiencias meseta, por su parte, son más estables y duraderas y tienden a la adaptación permanente. Las «experiencias cumbre» suelen presentarse de manera espontánea pero, para convertir una experiencia cumbre en una experiencia meseta -para transformar un breve estado alterado en un rasgo duradero-, se requiere una práctica prolongada. Casi todo el mundo, en algún momento de su vida, puede tener una breve experiencia cumbre y sé incluso de algunos casos en los que, sin necesidad de práctica sostenida, ha terminado convirtiéndose en una experiencia meseta. Así pues, la creencia y la fe constituyen las modalidades de orientación espiritual prevalente, mientras que las «experiencias cumbre», por su parte (raras pero auténticas experiencias espirituales), sólo suelen darse en quienes están comprometidos con una práctica espiritual sostenida, intensa, prolongada y profunda.

Al igual que decíamos con respecto a las «experiencias cumbre», las «experiencias meseta» pueden darse en los dominios psíquico, sutil , causal y no dual. Veamos un ejemplo, tomado del zen, que abarca estos cuatro dominios. Es frecuente que quienes emprendan la práctica de la meditación zen comiencen contando respiraciones, de uno a diez y vuelta a empezar. Cuando el sujeto puede hacer eso durante media hora sin perder la cuenta, suele recibir un koan como el de mu, por ejemplo (que, por cierto, fue mi primer koan). Así, en los próximos tres o cuatro años, el sujeto se enfrasca durante varias horas al día en esta práctica, concentrándose de continuo en el sonido mu, al tiempo que se pregunta: ¿cuál es el significado de mu? o ¿quién está concentrándose en mu?. Durante ese estadio, el sujeto suele asistir a sesshnis de siete días de práctica muy intensa, en donde practica durante el día y la noche.

La primera experiencia meseta importante tiene lugar cuando el sujeto puede mantenerse de manera literalmente ininterrumpida en mu durante la mayor parte de las horas de vigilia, en cuyo caso mu pasa a convertirse en parte de su conciencia, hasta el punto de que bien podría decirse que uno se torna en mu, o dicho en otras palabras, que el Testigo se mantiene de manera constante durante el estado de vigilia ordinaria. Entonces es cuando se le dice que, para penetrar realmente en mu, debe trabajar también en ese koan durante el estado de sueño.

(Cuando escuché esto por vez primera creí que se trataba de un chiste, de ese tipo de bromas tan característicos de los ritos cuarteleros de iniciación machista, del tipo: '¡quien quiera formar parte del primer batallón de infantería deberá comerse tres serpientes vivas!'. Yo creía que estaban tratando de asustarme, cuando lo cierto es que simplemente estaban tratando de ayudarme.) Tras otros dos o tres años más de práctica, el sujeto logra mantener una concentración sutil en mu durante el estado de sueño, de modo que la conciencia testigo permanece también de manera constante durante el estado del sueño sutil.

El estado de sueño es sólo uno de los muchos tipos de fenómenos propios del reino sutil; el típico estado sutil es el savilkalpa samadhi, 'la absorción no dual en la forma' que nos permite permanecer abiertos al dominio sutil mientras despertamos. Según se dice, el estado de sueño es una subclase del nivel sutil en el que no hay fenómenos materiales ordinarios (sólo imágenes y formas). Es por ello que el hecho de entrar conscientemente en el sueño se ha comparado siempre al savikalpa samadhi, ya que ambos evidencia la presencia simultánea de ondas alfa (despertar) y de ondas beta (sueño). Además, el efecto de la evolución de la conciencia es semejante en ambos casos ya que, en cierto modo, uno objetiva el nivel sutil (viéndolo conscientemente como un objeto mientras despierta) y luego pierde su poder, lo trasciende y comienza a adentrarse en el dominio causal. El nirvikalpa samadhi es el estado típico de la consciencia causal, la cesación pura, sin forma y sin manifestación (un tipo de vacuidad) que nos permite adentrarnos en el dominio causal mientras estamos despiertos (nirvikalpa madura en jnana samadhi, la ausencia de forma radicalmente pura y, en algunas tradiciones, en nirodh, la extinción de todo tipo de objetos). Del mismo modo que el savikalpa y sueño diáfano son análogos, el hecho de mantener la consciencia durante el estado de sueño profundo sin sueños y el nirvikalpa son también análogos, porque tanto en uno como en otro, alfa (vigilia) y delta (lo sin forma) se hallan simultáneamente presentes, de modo que uno puede llevar la conciencia hasta el reino de lo sin forma y abrirse a los no dual. De este modo se trasciende lo causal y el nirvikalpa/jnana (gnosis) da lugar al sahaja, la omnipresencia espontánea de Un Solo Sabor.

Pero este proceso no debe pasar necesariamente por el sueño diáfano ni por el sueño diáfano con sueños, ya que el savikalpa samadhi y el nirvikalpa samadhi pueden ser alcanzados durante el estado de vigilia. Cuando el practicante logra una cierta competencia en el savikalpa, suele presentarse el sueño diáfano, precisamente porque ambos son análogos. Del mismo modo, el dominio del nirvikalpa suele verse acompañado del sueño diáfano y lo mismo suele ocurrir en sentido contrario, es decir, que el hecho de seguir meditando durante el estado de sueño y de sueño profundo constituye una forma muy eficaz de entrar en savikalpa y en nirvikalpa y también favorece la apertura a sahaja. No olvidemos que siempre se ha dicho que el yoga del sueño es uno de los métodos más eficaces para alcanzar una experiencia meseta en los dominios sutil y causal que abre la puerta a la adaptación estable (y por tanto a la trascendencia) de esos dominios.

A estas alturas, y en la medida en que el discípulo se aproxima al dominio causal no manifiesto (el nivel de la absorción pura), va acercándose también a esa explosión conocida con el nombre de satori, el descubrimiento del hielo congelado de la absorción causal pura en la Gran Liberación de Un Solo Sabor, una experiencia que también comienza como una experiencia cumbre que, con la práctica, acaba convirtiéndose en una experiencia meseta y finalmente en una adaptación permanente.

Los tres o cuatro estadios diferentes de adaptación que conducen desde el nivel causal/nirvikalpa/nirvana hasta Un Solo Sabor son conocidos con el nombre de estadios postnirvánicos. Existen muchas versiones de estos estadios, pero todas ellas giran en torno a la conciencia constante o el acceso ininterrumpido a la conciencia testigo en los tres estados (primero en forma de experiencia meseta y luego como adaptación estable) que culminan en la desaparición del testigo en Un Solo Sabor no dual (primero en forma de experiencia cumbre, después como experiencia meseta y finalmente como adaptación estable.)

Una vez que se ha consolidado de manera estable la adaptación a Un Solo Sabor, se despliegan los estadios postiluminados. Según se dice, estos estadios concluyen en bhava samadhi, la traslación corporal completa de lo humano a lo divino o, en otras palabras, 'la extinción completa de todas las cosas en el dharmadtu' o, dicho de otro modo, el logro de un cuerpo de luz permanente. (Ver El Ojo del Espíritu para una discusión más detallada sobre los estadios evolutivos postnirvánicos y postiluminados.) Los estadios postnirvánicos (la esencia del Mahayana y del Vajrayana, que no solo abrazan lo sin forma (el nirvana) sino que lo integran con el mundo de la forma (el samsara) siempre ha tenido mucho sentido para mí y, basándome en mi propia experiencia, puedo certificar la realidad de la experiencia ininterrumpida de la conciencia constante y de Un Solo Sabor durante veinticuatro o incluso treinta y seis horas (y hasta, en una sola ocasión, durante once días y once noches). En ninguno de estos casos se trató de una adaptación permanente, pero conozco a varios maestros que, en mi opinión, están ahí y la literatura al respecto está llena de ejemplos a este respecto. Y si digo que los estadios postnirvánicos tienen sentido para mi es porque son, después de todo, simples estadios de adaptación de la no dualidad (los estadios de integración entre el nirvana y el samsara, entre el Espíritu y sus manifestaciones, entre la Vacuidad y la Forma.) Además, los resultados de las investigaciones electroencefalográficas realizadas en este sentido por Alexander y otros parecen corroborar su existencia.

Pero no puedo decir lo mismo de los estados postiluminados, que ni tienen mucho sentido, ni tampoco he conocido a nadie que plausiblemente se hallara en ellos. Se trata de estadios cuya descripción suele evocar vestigios de la visión mágica del mundo, porque se refieren a cuestiones tales como la transformación del cuerpo en luz, la capacidad de realizar milagros, etc., ninguno de los cuales dispone de evidencia creíble y reproducible. La 'extinción de todas las cosas en dharmadatu', por su parte, me parece indistinguible de jnana o nirodh o, dicho de otro modo, una regresión de Un Solo Sabor, no un desarrollo hacia él. Y entiéndase que con ello no estoy afirmando su inexistencia, sino tan solo que, comparados con los estadios de los que habla tradición (hasta llegar a los postnirvánicos que anteriormente he bosquejado), existen muchos menos datos sobre los estadios postiluminados, quizás porque son muy raros o tal vez porque realmente no existan.

4. El término adaptación se refiere simplemente al acceso constante y permanente a un determinado nivel de conciencia.

La mayor parte de nosotros ya nos hemos adaptado (o, dicho de otro modo, ya hemos evolucionado) a la materia, el cuerpo y la mente (y por ello podemos acceder a esos niveles siempre que queramos).

También hay personas que han tenido «experiencias cumbre» de los niveles transpersonales (psíquico, sutil, causal y no dual). Pero la práctica puede permitirnos evolucionar hasta las «experiencias meseta» de esos reinos superiores que, con la práctica, acaban convirtiéndose en adaptaciones permanentes que nos permiten acceder de manera constante a los niveles psíquico (misticismo natural), sutil (misticismo teista), causal (misticismo sin forma) y no dual (misticismo integral) de un modo tan habitual como hoy en día lo es, para la mayor parte de nosotros, el acceso a la materia, el cuerpo y la mente. Y esto se manifiesta de un modo palpable en la presencia de una conciencia constante (sahaja) que perdura a través de los tres estados de vigilia, sueño (savikalpa samadhi) y sueño sin sueños (nirvikalpa samadhi). Entonces resulta evidente porqué "lo que no está presente en estado de sueño profundo sin sueños no es real". Lo Real debe hallarse presente en los tres estadios, incluyendo el sueño profundo sin sueños, y la Conciencia pura es lo único que se halla presente en los tres. Este hecho resulta perfectamente evidente cuando uno descansa en tanto que conciencia pura, vacía y sin forma y "contempla" la aparición, permanencia y desaparición de los tres estados, mientras permanece como lo inamovible, lo Inmutable, lo No Nacido, liberado en la Vacuidad pura de la que emana toda Forma y en la Totalidad resplandeciente de Un Solo Sabor.
Estas son algunas de las fases por las que atraviesa el camino de adaptación a los niveles superiores de nuestra naturaleza espiritual: creencia (mágica, mítica, racional y holística); fe (que no es tanto una experiencia directa como una intuición de los dominios superiores); experiencia cumbre (de los niveles psíquico, sutil, causal y no dual, aunque no en un orden concreto, porque suelen tratarse de situaciones muy puntuales); experiencias meseta (de los niveles psíquico, sutil, causal y no dual, casi siempre en este orden, porque para alcanzar un determinado estadio suele ser necesario el estadio anterior) y adaptación permanente (a lo sutil, lo causal y lo no dual, también en ese orden y por la misma razón).

Concluiremos ahora subrayando varios puntos importantes:

Uno puede hallarse en un nivel relativamente elevado del desarrollo espiritual y permanecer todavía en un nivel relativamente bajo en otras líneas (el nivel psíquico profundo, por ejemplo, puede estar muy avanzado, mientras que el frontal permanece relativamente estancado). Todos conocemos a personas espiritualmente desarrolladas que, no obstante, son bastante inmaduras en el ámbito sexual, en el de la salud física, en la capacidad de establecer relaciones emocionalmente profundas, etcétera. De modo que el acceso constante a Un Solo Sabor no va necesariamente acompañado del desarrollo muscular, ni tampoco le proporcionará un nuevo trabajo, ni una pareja ni tampoco le curará de sus neurosis. Los contenidos profundos de la sombra no desaparecen con la meditación y el acceso a los estadios superiores de la práctica espiritual porque, contrariamente a lo que sostiene la creencia popular, la meditación no es una técnica de descubrimiento. Si lo fuera, la mayor parte de los maestros de meditación no necesitarían psicoterapia, cuando lo cierto es que la necesitan tanto como los demás. La meditación no apunta tanto a desvelar el material inconsciente reprimido como a posibilitar la emergencia de dominios más elevados, con lo cual los dominios inferiores siguen siéndolo y tal vez se hallen ahora aún más reprimidos.

No estaría, pues, de más combinar la práctica espiritual con una buena psicoterapia y lo mismo podríamos decir con respecto al ejercicio del cuerpo físico (incluyendo, por ejemplo, el levantamiento de pesas), el cuerpo pránico (t'ai chi chuan), el trabajo con el grupo o la comunidad, etcétera, etcétera. El único modo sano y equilibrado de proceder con el desarrollo superior consiste, obviamente, en emprender una práctica realmente integral.

Esto resulta especialmente importante porque la religión civil centrada en la persona (y el "paradigma 415") está fundamentalmente anclado en el estadio de la creencia holística. Para que la mayor parte de las personas vayan más allá de estas traducciones mentales es necesario emprender una auténtica práctica transformadora y la práctica integral es, muy probablemente, la más eficaz porque no solo subraya la transformación del yo, sino también del resto de los cuadrantes -en el Gran Tres del 'yo', el 'nosotros' y el 'ello'- prácticas transformadoras del yo, de las relaciones, de la comunidad y de la naturaleza, no sólo como un cambio en el tipo de creencia sino en el nivel de la conciencia.

Aunque haya señalado que el acceso a ciertos niveles requiere de cinco o seis años de dura práctica (y a otros todavía superiores un tiempo cinco veces superior) no se preocupe por ser solo un principiante. Emprenda la práctica, tenga en cuenta que cinco o seis años pasan en un abrir y cerrar de ojos ya que la recompensa bien merece la pena. Si durante ese tiempo, por otra parte, no hace más que escuchar a maestros que le hablan de creencias (ya sean mágicas, míticas, racionales u holísticas) sólo será cinco o seis años mayor. (Las creencias holísticas están muy bien -y son muy adecuadas- en el dominio mental, pero no olvide que la espiritualidad tiene que ver con el dominio transmental y que la traslación mental nunca le ayudará a trascender la mente, y la religión civil centrada en la persona tampoco le liberará de sí mismo.) Le recomiendo, pues, que asuma una práctica contemplativa, transpersonal y supramental. Poco importa lo dura que le parezca la práctica, simplemente empiece. Recuerde el viejo chiste: ¿Cómo puede uno comerse un elefante? de bocado a bocado.

El hecho es que, unos pocos bocados después, usted ya habrá logrado considerables beneficios. Tal vez pudiera empezar, por ejemplo, con veinte minutos al día con el tipo de oración de centramiento que enseña el padre Thomas Keating, una práctica cuyos efectos son casi inmediatos (serenidad, apertura, respeto, escucha, etcétera). Practique zikr durante una media hora, vipassana durante cuarenta minutos, ejercicios de yoga dos veces al día, visualización tántrica, oración del corazón o cuenteo de las respiraciones durante quince minutos cada mañana antes de levantarse de la cama. Cualquiera de estos abordajes es adecuado, el asunto es que organice su práctica del modo que más le guste, pero que no tarde en dar los primeros bocados...

Es cierto que tenemos que ser amables con nosotros mismos, pero no lo es menos que también debemos ser firmes. Deje de lado la "compasión idiota", trátese a sí mismo con auténtica compasión y comprométase seriamente con la práctica.La permanencia en estas prácticas acabará evidenciándole la necesidad de asistir a un retiro intensivo de varios días al año, lo que le permitirá comenzar a convertir las pequeñas «experiencias cumbre» en las experiencias meseta iniciales de la práctica. los años pasarán, pero usted estará madurando e irá trascendiendo de un modo lento pero seguro los aspectos inferiores de sí mismo y abriéndose a los superiores. Entonces llegará un día en que mirará hacia atrás y se dará cuenta del sueño (porque realmente es un sueño) del que está a punto de despertar.

El asunto es muy sencillo: Si usted está interesado en una espiritualidad aunténticamente transformadora busque un maestro espiritual y comprométase con una práctica. Sin práctica jamás pasará de la fase de la creencia, de la fe o de las «experiencias cumbre» esporádicas, nunca evolucionará a las «experiencias meseta» y mucho menos a la adaptación permanente. En el mejor de los casos, será un visitante ocasional en el territorio de sus estados superiores, un turista en su verdadero Yo.



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Fuentes:

Estracto del libro "Diario" de Ken Wilber.




sábado, 27 de septiembre de 2008

Presentando a Ken Wilber.

Ken Wilber nació en 1949. Fue un joven brillante en los estudios y carismático entre sus compañeros. Según su propio testimonio era un hombre destinado a la ciencia: "Construí un self educado en la lógica, estructurado por la física y motivado por la química." (1982). A los 20 años, mientras cursaba estudios de biología, cayó en sus manos un texto de Lao Tzu (Tao te Qing) que revolvió completamente su forma de comprender el mundo. Su lectura le produjo un profundo interés por las filosofías orientales, lo que no fue bien entendido por sus amigos y familiares que las consideraban como comunistas, paganas o ateas. Aquellos textos le absorbieron de tal manera que no pudo continuar con sus estudios. Dejó la Universidad de Duke y volvió a Nebraska, junto a sus padres. Durante los dos años siguientes, mientras trabajaba de friegaplatos para subsistir, se dedicó a leer y escribir sobre su nueva "obsesión", su "búsqueda del Grial" dirá, la síntesis del pensamiento psicológico occidental y psicoespiritual oriental.

El retorno al hogar familiar resultó doloroso. Las lecturas de los orientales había minado seriamente sus ideas sobre la realidad y su trabajo se centró en descubrir, en los grandes psicólogos occidentales y pensadores orientales, la salida a la acritud de la vida, de su propia vida (manifestaba ser infeliz). Su búsqueda intelectual constituyó una especie de terapia existencial ante su situación personal.

Durante este tiempo leyó a todos los autores que le podían enseñar algo sobre la felicidad en este mundo: Perls, Jung, Boss y los existencialistas; N.O. Brown, Krishnamurti, Zen, Vedanta, Eckhart; los tradicionalistas Comaraswamy, Guénon, Schuon, además de Freud, Ferenczi, Rank y Klein. Para su sorpresa, descubrió que estos grandes autores no estaban de acuerdo en cuestiones básicas y se descalificaban y criticaban entre ellos, lo que además de infeliz le dejó confuso.

Como complemento al trabajo intelectual practicaba Zen de manera intensa. Más tarde encontró el contexto para su práctica contemplativa en el Budismo Mahayana y se interesó por la terapia existencial (por la Gestalt más concretamente). Fruto de este periodo encontramos su primer libro: "El espectro de la conciencia".


Estadios de la Meditación.

Una entrevista con Ken Wilber.


Pregunta: Nos gustaría que describieras las experiencias de varios estadios de la meditación. Pero primero, háblanos de la meditación en sí misma- los diferentes tipos que hay y como funcionan.

Ken Wilber: Es común entre los eruditos dividir la meditación en dos categorías amplias, llamadas meditación de "concentración" y de "percepción" (o "visión clara"). O "cerrada" y "abierta". Por ejemplo, digamos que estás mirando a una pared que tiene cientos de puntos pintados en ella. En la meditación de concentración, miras a sólo un punto, y lo miras con tanta intensidad que ni siquiera ves los otros puntos. Esto desarrolla tu poder de concentración. En el entrenamiento perceptivo, o meditación de la visión clara, tratas de ser consciente de tantos puntos como seas capaz. Esto incrementa tu sensibilidad, consciencia , y sabiduría, en ese sentido.

En la meditación concentrativa, pones tu atención en un objeto- una roca, la llama de una vela, tu respiración, un mantra, la oración del corazón, etc. Concentrándote intensamente en un solo objeto, tú como sujeto te vas volviendo gradualmente "identificado" con el objeto. Empiezas a menoscabar el dualismo sujeto/ objeto, que es la base de todo sufrimiento e ilusión. Gradualmente, reinos de existencia más y más elevados, conduciendo a la dimensión última o no dual, se van haciendo obvios para ti. Trasciendes tu yo ordinario o ego., y encuentras las dimensiones de existencia más elevados y sutiles- las espirituales y trascendentales.

Sin embargo, esto es alcanzar las dimensiones más elevadas por "la fuerza bruta", por así decirlo. Y aunque se dice que la meditación de concentración es muy importante, por sí misma no erradica nuestras tendencias a crear dualismo en el primer lugar. De hecho, simplemente las ignora, trata de saltárselas. Se centra en un punto e ignora todo el resto. La meditación concentrativa puede definitivamente mostrarnos algunos de los reinos más elevados, pero no puede asentarnos permanentemente en esos reinos. Para ello, tienes que mirar a todos los puntos. Tienes que investigar toda la experiencia, con desapego, sin hacer juicios, con ecuanimidad, y consciencia prístina.

P: Eso es meditación de visión clara o perceptiva.

KW: Sí, es cierto. Los Budistas llaman a la meditación concentrativa shamatha y a la concentración perceptiva vipassana, o dhyana and prajna. La primera conduce al samadhi, o la concentración unidireccional, la última al satori, o consciencia y sabiduría trascendental.

El asunto acerca de cualquiera de estas practicas de meditación- y hay otras, tales como la visualización, el koan, la oración contemplativa, etc.- el asunto es que todas ellas realmente hacen dos cosas importantes. Primero, ayudan a aquietar la mente discursiva, racional-existencial, la mente que tiene que pensar todo el tiempo, la mente que tiene que charlar consigo misma todo el tiempo y verbalizarlo todo. Nos ayuda a aquietar esa "mente mono". Y una vez que la mente mono se aquieta un poco, permite a las dimensiones más sutiles y elevadas de la consciencia emerger- como lo psíquico, lo sutil, lo causal, y lo último o lo no dual. Esa es la esencia de la meditación genuina. Es simplemente una manera de continuar la evolución, de continuar nuestro crecimiento y desarrollo.

El Nivel Psíquico

P: ¿Podrías describir los niveles de la meditación, y como son experimentados? ¿Qué ocurre realmente en cada estadio?

KW: Cuando practicas la meditación, una de las primeras cosas de las que te das cuenta es que tu mente- y tu vida, por la misma razón- esta dominada por charloteo verbal en gran medida inconsciente. Siempre te estás hablando a ti mismo. Y así, cuando empiezan a meditar, mucha gente es abrumada por la gran cantidad de basura que empieza a atravesar su consciencias. Se dan cuenta de que pensamientos, imágenes, fantasías, opiniones, nociones, ideas, conceptos prácticamente dominan su consciencia. Se dan cuenta de que estas ideas han tenido una influencia mucho más profunda en sus vidas que la que habían pensado nunca.

En cualquier caso, las experiencias iniciales de la meditación es como estar en el cine. Te sientas y observas todas estas fantasías y conceptos desfilar, en frente de tu consciencia. Pero la cosa importante es que te estás volviendo finalmente conscientes de ellas. Las estás mirando imparcialmente y sin juicios. Simplemente las observas pasar, de la misma forma que observas las nubes pasar flotando en el cielo. Vienen, y se van. Sin alabanza, sin condena, sin juicio- solo "puro atestiguar". Si juzgas tus pensamientos, si te ves atrapado en ellos, entonces no puedes trascenderlos. No puedes encontrar dimensiones más sutiles y elevadas de tu propio ser. Así que te sientas en meditación, y simplemente "atestiguas" lo que está ocurriendo en tu mente. Dejas que la mente mono haga lo que quiera, y simplemente observas.

Y lo que ocurre es que, a causa de que atestiguas imparcialmente todos estos pensamientos, fantasías, opiniones, e imágenes, empiezas a volverte libre de su influencia inconsciente. Los estás mirando, así que ya no los estás usando para mirar al mundo. Por lo tanto te vuelves, hasta un cierto nivel, libre de ellos. Y te vuelves libre del sentido de identidad separada que dependía de ellos. En otras palabras, empiezas a volverte libre del ego. Esta es la dimensión espiritual inicial, donde el ego convencional "muere" y estructuras más elevadas de la consciencia son "resucitadas". Tu sentido de identidad empieza naturalmente a expandirse y a abrazar el cosmos, o toda la naturaleza. Te elevas sobre el cuerpo y la mente aislados, lo cual podría incluir el descubrimiento de una identidad más amplia, tal como la naturaleza o el cosmos- "consciencia cósmica" as R. M. Bucke la llamó. Es una experiencia muy concreta e inconfundible.

Y, no tengo que decírtelo, ¡esto supone un alivio extraordinario! Este es el comienzo de la trascendencia, el hallazgo del camino de vuelta a casa. Te das cuenta de que eres uno con el tejido del universo, eternamente. Tu miedo a la muerte comienza a desaparecer, y realmente comienzas a sentir, de una forma concreta y palpable, la naturaleza abierta y transparente de tu propio ser.

Surgen en ti sentimientos de gratitud y devoción- devoción al Espíritu, en la forma de Cristo, o Buda, o Krishna; o devoción a tu maestro espiritual real; incluso devoción en general, y ciertamente devoción a todos los demás seres sintientes. El voto del boddhisatva, en cualesquiera de sus formas,, surge desde las profundidades de tu ser, de una forma muy poderosa. Te das cuenta de que simplemente tienes que hacer lo que sea que puedas para ayudar a todos los seres sintientes, y por la razón de que, como Schopenhauer dijo, te das cuenta de que todos compartimos el mismo Yo o Espíritu o Absoluto no dual. Todo esto comienza a volverse obvio- tan obvio como la lluvia sobre el tejado. Es real y es concreto.

El Nivel Sutil

P: ¿Así que qué hay acerca del siguiente estadio general, el nivel sutil?

KW: Cuando tu identidad comienza a trascender el cuerpomente aislado e individual, empiezas a intuir que existe un Substrato del Ser, o Divinidad genuina, más allá del ego y más allá del encanto de figuras divinas míticas o del cientícismo racionalista o de la gallardía existencial. Esta forma de la deidad puede ser realmente intuida. Cuanto más te desarrollas más allá del cuerpomente aislado y existencial, más te desarrollas hasta el Espíritu, el cual, en el nivel sutil, es a menudo experimentdo como la Forma de la Divinidad o Yo arquetípico. Quiero decir, por ejemplo, experiencias muy concretas de Luz profunda, un Ser de Luz, o simplemente de extrema claridad y brillo de la consciencia.

La cosa es que estás viendo algo más allá de la naturaleza, más allá de lo existencial, más allá de lo psíquico, más allá incluso de la identidad cósmica. Estás empezando a ver la dimensión oculta o esotérica, la dimensión fuera del cosmos ordinario, la dimensión que trasciende la naturaleza. Ves la Luz, y a veces esta Luz literalmente brilla como la luz de un millar de soles. Te sobrecoge, te llena de poder, te energetiza, te reconstruye, te inunda. Esto es lo que los eruditos han llamado la naturaleza "numinosa" del espíritu sutil. Numinosa y luminosa. Esta es la razón, creo, por la que los santos son universalmente representados con halos de luz alrededor de sus cabezas. Eso es lo que realmente ven. Luz Divina. Mi lectura favorita de Dante:

Fijando mi mirada en la Luz Eterna
Vi en sus profundidades,
Unidas con amor en un solo volumen,
Las hojas dispersas de todo el universo.
Dentro de la profunda subsistencia luminosa
De esa Luz exaltada vi tres círculos
De tres colores pero de una sola dimensión
Y por el segundo parecía el primero reflejado
Como el arcoiris lo es por el arcoiris, y el tercero
Parecía fuego que es igualmente exhalado por ambos.

Eso no es mera poesía. Esa es casi una descripción matemática de un tipo de experiencia del nivel sutil. De cualquier forma, también puedes experimentar este nivel como el descubrimiento de tu ser superior, tu alma, el Espíritu Santo. "El que se conoce a sí mismo conoce a Dios", como dijo San Clemente.

P: ¿Y la experiencia concreta en sí misma?

KW: La experiencia concreta varía. Aquí va un ejemplo: digamos que estás paseando en el centro de la ciudad, mirando escaparates. Estás mirando a lo que hay en ellos, y de repente ves una vaga imagen danzar en frente de tus ojos, la imagen de una persona. Entonces de golpe te das cuenta que es tu propio reflejo en el escaparate. De repente te reconoces. Reconoces tu Yo, tu Yo superior. De repente reconoces quien eres. Y lo que eres es- una chispa luminosa de lo Divino. Pero tiene esa conmoción del reconocimiento- "¡Oh, eso!"

Es una realización muy concreta, y usualmente trae consigo mucha risa y muchas lagrimas. La forma sutil de la Deidad o Luz o Yo superior- todos ellos son simplemente arquetipos de tu propios Ser. Estás encontrando, por medio del desarrollo meditativo, y empezando un encuentro directo con el Espíritu, con tu propia esencia. Y se muestra como luz, como un ser de luz, como nada, como shabd, como claridad, numinosidad, etc. Y a veces se muestra simplemente como una simple y clara consciencia de lo que es- muy simple, muy clara. La cosa es que es consciente de todos los puntos en la pared. Es claramente consciente de lo que va surgiendo momento tras momento, y por lo tanto trasciende el momento. Y trasciende este mundo y empieza a tomar parte de lo Divino. Tiene una perspectiva divina, se exprese como se exprese. Eso es lo sutil- una introducción cara a cara a lo Divino. Realmente participas de la Divinidad y de la consciencia y la sabiduría de lo Divino. Es una práctica. Puede ser realizada. Ha sido hecho, muchas veces.

El Nivel Causal

P: Está muy claro. ¿Qué hay del siguiente nivel, el causal?

KW: Te sientas ahí, simplemente atestiguando cualquier cosa que surge en la mente, o en tu experiencia presente. Estás intentando atestiguar, igualmente, todos los puntos en la pared de tu consciencia. Si te vuelves capaz de esto, finalmente los puntos racionales y existenciales se apagan, y puntos psíquicos empiezan a aparecer en la consciencia. Entonces después de un rato, te vuelves mejor atestiguando, y objetos o puntos más sutiles empiezan a mostrarse. Esto incluye luces e iluminaciones audibles y formas sutiles de la Divinidad y cosas por el estilo. Si continuas simplemente atestiguando- lo que te ayuda a desidentificarte de las formas inferiores y más groseras, y a hacerte consciente de las formas más superiores y más sutiles- incluso los objetos sutiles o los puntos sutiles dejan de surgir. Entras en un profundo estado de no manifestación, que se experimenta como, digamos, una noche de otoño con luna llena. Hay una extraña y bella numinosidad en todo ello, pero es una numinosidad "silente" o "negra". No puedes realmente ver nada excepto algo como una plenitud plateada, llenando todo el espacio. Pero al no estar viendo realmente ningún objeto particular, es también un tipo de Vacuidad Radical. Como dice el Zen, "para el ruido de ese riachuelo"". Esto se conoce de formas diversa como shunyata, como la Nube del No Saber, Ignorancia Divina, el Misterio Radical, nirguna (incalificable) Brahman, etc. Lo sin forma brillante, sin objetos que lo limiten.

Se vuelve obvio que tú eres absolutamente Uno con esta Plenitud, que trasciende todos los mundos y todos los planos y todo el tiempo y toda la historia. Eres perfectamente pleno, y por lo tanto estás plenamente vacío. "Es todas las cosas y ninguna", dijo el místico cristiano Boethius. La reverencia da lugar a la certeza. Eso es lo que tú eres, anterior a toda la manifestación, anterior a todos los mundos, es ver lo que tú eres eternamente, sin forma.

Ese es un ejemplo del nivel causal; eso es ñana samadhi, nirvikalpa samadhi, etc. El alma, o sentido de identidad separada, desaparece, y Dios o la forma de la Deidad separada desaparecen, porque ambos- alma y Dios- se colapsan en la Divinidad sin forma. Tanto el alma como Dios desaparecen en la Identidad Suprema.

El Nivel No Dual

P: Así que eso nos lleva al nivel no dual .

KW: En el nivel causal previo, estás tan absorto en la dimensión inmanifiesta que podrías ni siquiera notar el mundo manifiesto. Estas descubriendo la Vacuidad, así que ignoras la Forma. Pero en el nivel último o no dual, integras las dos. Ves que la Vacuidad aparece o se manifiesta a sí misma como Forma, y que la Forma tiene como su esencia a la Vacuidad. En términos más concretos, lo que eres es todas las cosas que surgen. Toda la manifestación surge, momento tras momento, como un juego de la Vacuidad. Si lo causal era como una noche radiante de luna llena, esto es como un día radiante de otoño.

Lo que aparece como objetos duros y solidos "ahí fuera" son realmente manifestaciones transparentes y traslúcidas de tu propio Ser o Mismidad. No son obstáculos hacia Dios, solo expresiones de Dios. Son por lo tanto vacíos en el sentido de no ser una obstrucción o impedimento. Son una expresión libre de lo divino. Como la tradición Mahamudra lo expresa concisamente, "Todo es Mente. La mente está Vacía. Lo vacío se manifiesta libremente. Lo que se manifiesta libremente se autolibera."

La libertad que encontraste en el nivel causal- la libertad de la Plenitud y de la Vacuidad- esa libertad se descubre que se extiende a todas las cosas, incluso en este mundo "caído" o samsara. Por lo tanto, todas las cosas se vuelven autoliberadas. Y esta extraordinaria libertad, o ausencia de restricción, o liberación total- este día de otoño claro y brillante- esto es lo que experimentas realmente en este punto. Pero entonces "experiencia" es una palabra totalmente errónea. Esta es la realización de la naturaleza no experiencial del Espíritu. Las experiencias vienen y se van. Todas tienen un comienzo en el tiempo, y un fin en el tiempo. Incluso las experiencias sutiles vienen y se van. Son todas maravillosas, gloriosas, extraordinarias. Y vienen, y se van.

Pero este "estado" no dual no es en sí mismo otra experiencia. Es simplemente la apertura o claro en el que todas las experiencias surgen y desaparecen. Es el cielo brillante de otoño a través del cual las nubes vienen y se van- no es en sí mismo otra nube, otra experiencia, otro objeto, otra manifestación. Esta es realmente la realización de la completa inutilidad de la experiencia, la completa futilidad de intentar experimentar la liberación. Todas las experiencias pierden completamente su sabor- estas nubes pasajeras.

Tú no eres el que experimenta la liberación; eres el claro, la apertura, la vacuidad, en los que cualquier experiencia viene y se va, como reflejos en un espejo. Y tú eres el espejo, la mente espejo, y no cualquier reflejo experimentado. Pero no estás separado de los reflejos, permaneciendo aparte y observando. Eres todo lo que está surgiendo momento tras momento. Puedes engullir el cosmos entero de un solo mordisco, es tan pequeño, y puedes saborear todo el cielo sin moverte una pulgada.

Esta es la razón por la que, en el Zen, se dice que no puedes entrar en el Gran Samadhi: es realmente la apertura o el claro que está siempre presente, y en el que toda la experiencia- y toda la manifestación- surge momento tras momento. Parece que "entras" en este estado, sin embargo una vez allí, te das cuenta de que nunca hubo un momento en que este estado no estuviera plenamente presente y plenamente reconocido- "la puerta sin puerta". Y así comprendes profundamente que nunca entraste en este estado; tampoco los Budas, pasado o futuros, entraron jamás en este estado.

En el Dzogchen, este es el reconocimiento de la verdadera naturaleza de la mente. Todas las cosas, en todos los mundos, están autoliberadas según van apareciendo. Todas las cosas son como la luz del sol en el agua de una charca. Todo brilla tenuemente. Todo es vacío. Todo es luz. Todo es pleno y todo está realizado. Y el mundo continua de forma ordinaria, y no hay nadie que lo perciba en absoluto.




Un encuentro con el chamanismo incaico.

Entrevista con el antropólogo chileno Peter Wild:

Peter Wild es un joven antropólogo chileno que durante los años 2001–2002 realizó una investigación sobre el chamanismo incaico. Este estudio –que comenzó de manera académica– lo llevó a involucrarse en el intrincado mundo mágico de los antiguos Amautas, transformando sus visiones cotidianas y desarmando en forma paulatina su antiguo sistema de creencias. El encuentro de Wild con esta forma de conocimiento, es descrita por él en el libro “Sabiduría Chamánica del Sentimiento. El estar siendo-ocurriendo”.


- ¿Cuáles fueron los objetivos iniciales de tu investigación sobre el chamanismo inca?

- El objetivo de mi investigación estuvo orientado a descubrir, para poder describir, la visión de mundo de José Illescas, visto como depositario y especialista de una forma de conocimiento prehispánica correspondiente a la cultura Inca. De acuerdo a mis supuestos teóricos sólo me sería posible descubrir su concepción de mundo en la medida en que, a partir de su voluntad y la mía, pudiésemos construir un “mundo en común”.

Si bien pertenecemos a “mundos” diferentes era posible establecer, a partir de
nuestra relación, canales de comunicación que me permitieran interpretar su concepción de realidad a partir de mis propios supuestos y representaciones. Mi intención estaba puesta en poder aproximarme a él a partir de sus propias interpretaciones y como miembro de un determinado contexto cultural.

- ¿De que manera lo realizaste? ¿Cuánto duró esta investigación?

En una primera etapa, el trabajo con José lo realicé sobre la base de lo que en antropología se denomina “observación participante”. Esta técnica exige al investigador vivir una especie de esquizofrenia disciplinada ya que debes ser observador –en este caso de José– y participante a la vez de su propuesta, vale decir, exige mantener un criterio de “objetividad”.
Sin embargo para José, que yo accediera a su visión de mundo sólo era posible en la medida en que fuese capaz de comprometer no sólo mi intelecto y mi buena disposición, sino que por sobre todo, mi propio cuerpo y mi tiempo. De lo contrario, mi posibilidad de comprender lo que yo llamaba su visión de mundo quedaba sólo en el nivel teórico, vale decir, en el mundo incierto de las ideas.
La Realidad no es una abstracción –me dijo en una ocasión–: mientras tú estás pensando en ella, ella simplemente Está ahí, por lo que sólo podrás entrar en “mi mundo” en la medida que estés en él y eso se logra con el Sentimiento, no con el intelecto.
El chamanismo se sustenta en su pragmatismo, ya que es la experiencia la que pone a prueba nuestras ideas y creencias. Así fue como poco a poco el supuesto observador neutral se fue fundiendo en lo observado para hacerse participación y auto-observación. Este proceso duró cerca de dos años.

- En tu libro hablas de las técnicas del arte del vuelo chamánico. ¿Cuáles son ellas?

- En lo que se refiere a las técnicas utilizadas en el aprendizaje, el trabajo se sustenta en los ejercicios de visualizaciones mentales con colores que José me fue entregando sobre la base de la Whipala, que corresponde al código ancestral de la cultura de Tiahuanaco, cultura madre del mundo Inca. Esto acompañado de constantes dietas, ayunos, frecuencias respiratorias, uso del tambor. En una etapa muy puntual y luego de un largo e intenso trabajo con la Whipala, utilicé la Datura stramonium solanácea que en las hojas y especialmente en las semillas contiene un alcaloide activo, la daturina.

- ¿Fue una experiencia solamente de “investigación antropológica”? Yo supongo que partió siendo eso y luego te involucraste de otra manera ...

- Si bien se podría decir que ya había cumplido con mi propósito de aproximarme y conocer su particular forma de ver la realidad, existía en mí un sentimiento indescriptible que me decía que no tenía otra opción que la de continuar el proceso en el que me hallaba imbuido. No era por él, por el contrario, tenía completa claridad en el hecho de que para José no modificaba nada el que yo lo llamara o desapareciera de su vida.
Sin embargo, por otra parte, existía también en mí el sentimiento de querer desaparecer, incluso me hallaba viendo la posibilidad de viajar al corto plazo fuera del país. Me aterrorizaba la idea de volver al ritmo de trabajo sostenido durante meses, que en la práctica me había transformado en un neófito dedicado al estudio y a la práctica de su propuesta. El trabajar junto a él me significaba estar sometido a un cambio constante en donde la claridad mental como llegaba se marchaba, dejándome envuelto en densos procesos emocionales que empapaban todas las dimensiones de mi vida.
Visto con perspectiva, el trabajo realizado con José ha sido para mí una exigencia, en el sentido de no poder negar la necesidad interior existente en todo ser humano que grita por ser escuchada, por florecer.

- Los chamanes son llamados también “curanderos”, ¿era José Illescas un médico andino?

- Sí, pero a diferencia de como podemos entender el chamanismo en general, el Médico Andino no cura enfermedades, tan solo las interpreta actuando como un servidor de la Naturaleza, pues la Naturaleza es el gran y auténtico médico y el hombre por ser parte de la Naturaleza lleva a este médico dentro de su naturaleza humana.
La respuesta que se plantea se funda en la concepción de que el ser humano es un elemento que forma parte de un Todo, y dentro de tal Todo, también es un elemento que forma parte de la Naturaleza. Sin excluir el contexto social, la identidad psíquica y todos los factores que se interrelacionan e interactúan con el ser humano, se propone que el ser enfermo "se reintegre" con su ser al Ser de la Naturaleza.
La propuesta concibe al enfermo, a la enfermedad y a la medicina como una unidad donde cada factor se explica por los otros y por sí mismo. Se propone que sea el propio enfermo quien "se cure a sí mismo", siguiendo un programa de retorno a la correspondencia biunívoca de su pequeño SER con el gran SER de la Naturaleza.
El programa de recuperación concibe a las medicinas como los alimentos del enfermo, los cuales van depurando al organismo permitiendo transmutar el estado de enfermedad en estado de salud. En el desarrollo del programa se incluye el uso de las medicinas a intervalos como: infusiones, cocimientos, diluciones homeopáticas, el uso del agua, del aire y del oxígeno a través de una respiración que a su vez alimenta y depura. Todo el programa se orienta a crear "un nuevo ser", un terreno biológico y fisiológico donde el agente patógeno no pueda vivir. No trata de eliminar directamente el virus y/o cualquier bacteria, sino de construir un "protoplasma sano" "destruyendo" un "protoplasma enfermo" donde si puede "nacer", desarrollarse y reproducir el virus y/o cualquier bacteria.
En este sentido se entiende, que cuando se refiere a la necesidad del uso disciplinado de algunas hierbas, no lo hace predicando las virtudes de panacea de éstas. Las hierbas en el programa vienen a ser sólo un factor, no lo son todo. El proceso de recuperación biológica que plantea es una concepción integral, teórica y práctica, donde cada elemento que la constituye es sólo un factor. El más importante factor es el enfermo y éste es y será el único sujeto protagónico. La propuesta ofrece un camino y andar en él, es duro, más tiene su compensación: La Salud.

- ¿Tu investigación pasó necesariamente por una “curación” individual?

- Así es. Cuando se inicia un trabajo sistemático consigo mismo es cuando realmente se ve la magnitud de la enfermedad; entrar en uno exige primero que nada mirarse tal cual uno es, sin justificaciones, sin acomodos, es en definitiva aceptarse. Este simple y a la vez difícil acto es el que va permitiendo la regeneración, la revitalización de nuestras energías. Este proceso es parte de la vida en sí, lo que nos indica que no acaba jamás, no se detiene, no tiene fin. En el momento en que crees que ya lo has logrado, es el instante en que te descuidas y pierdes el equilibrio que conocemos como salud.

- Tuviste contacto directo con un caudal de sabiduría ancestral, con toda una visión de mundo. ¿Cuáles son las características fundamentales de esta cosmovisión andina?

- La visión del mundo andino se sustenta en el Sentimiento de Estar, en una Realidad indivisible que no exige ni contiene en sí valor de verdad. Responde a las preguntas filosóficas: ¿de dónde venimos?, de ninguna parte porque siempre hemos estado aquí; ¿quiénes somos?, la Realidad misma expresada en su individualidad y ¿para dónde vamos?, hacia ninguna parte porque la Realidad fue, es y será.
Los Amautas no concibieron la realidad por sentirse parte de ella sino que, por ser la Realidad misma, llegaron a “aprehender” que la realidad es Una e integral como Totalidad, donde todo está unido a todo, donde todo es inseparable, donde todo, absolutamente todo, se interpenetra, se intercepta, se recombina de un modo idéntico, equilibrado, complementario y consensual de manera subyacente y de fondo, pese a las diferencias de cada ser de la realidad, que en su individualidad es Todo, así como el Todo es Uno.
Llegaron a tal “aprehensión” o saber por “vivencia” en su estar siendo-ocurriendo siempre de un hacer-sabiendo o viceversa “sintiéndose” la realidad misma. De esta manera por vivir en Unidad con la Naturaleza y el Cosmos se llegó a una expresión de lo Humano que logró en su finitud–infinitud, en su inmanencia–trascendencia vivir plenamente la existencia.
El hombre se concebía y al mismo tiempo vivía en unidad con la naturaleza y el cosmos. Todo lo que existe se concebía y se respetaba como Es, unido al Todo existente. El ser humano no se sentía, no se pensaba, no se intuía, no se imaginaba, no se percibía, no se soñaba, no se sensoriaba fuera de la realidad sino que, por el contrario, se apreciaba parte de la Realidad misma. Ser humano y Realidad era una sola entidad, y en esta entidad el hombre percibía su identidad de estar incluido, de estar dentro de la Realidad misma. Todo está atado o vinculado a Todo. El hombre no se consideraba extraño o al margen de la Realidad misma. La Realidad era la “Pacha” y todo era Realidad, no había lugar a existencias no reales, ni a “concretidades” abstractas.
Para el Sabio Andino, en el Cosmos o Pacha todo tiene su lugar: así era, así es y así será, no hay jerarquía en la Pacha, cada elemento existe por y para sí, por y para todo.
El hombre originario de Abya–yala (América) no consideraba la existencia de seres superiores e inferiores; cualquier expresión era viva y no muerta. Cada elemento en su diferencia era semejante a otro; este otro, a su vez, en su semejanza era diferente. Cada elemento como concentralidad de Todo en su Uno se asemejaba en su concentralidad de Todo a Todo y se diferenciaba en el volumen, cantidad o “velocidad” de condensación vibracional del Todo en su individualidad.
Por lo mismo, como todo era una realidad de semejantes-diferentes, por la semejanza ninguno de los seres de la Pacha podía presumir u optar por un hegemonismo de sí sobre los demás. El ser humano originario del mundo andino no llegó a considerarse antropocéntricamente como el factor principal de la Realidad, ni mucho menos se extrañó a la Realidad misma, sino que se consideró parte de una realidad viva en todas y cada una de sus dimensiones.
Es importante que entiendas –me dijo José en una ocasión– que la “Realidad” no es algo que está fuera del ser humano. La “Realidad” llega a lo humano y a su vez el humano se da en la “Realidad”. Nada se encuentra fuera de la Realidad.
La medida para el hombre del mundo andino siempre fue la Unidad.

- El método de aprendizaje fue experiencial, directo y de maestro a discípulo, ¿Cómo describirías este tipo de aprendizaje que tuviste?

- Si bien el trabajo lo realizas tu mismo, el “maestro” actúa como un representante vivo de la propuesta de aprendizaje. El sentirlo, el verlo actuar, da la fuerza necesaria para creer posible lo que dentro de los parámetros ordinarios es visto como una ilusión, así como a su vez, permite que la normalidad de nuestro “mundo real” se desvanezca como una simple ilusión.

- Pienso que ha llegado la hora de masificar estos conocimientos, si es que se puede, claro. ¿Es reproducible este método de aprendizaje a grupos más masivos?

- Claro que estos conocimientos se pueden entregar y de seguro harán sentido en algunos y en otros no. Sin embargo, no se puede dejar de observar que la realidad social demuestra que los sistemas de creencias organizados tienden a terminar como grupos de rebaños, en donde los miembros que los componen se someten a una autoridad sin nunca experienciar la propuesta, quedando presos del marco conceptual que la sustenta. Este es un riesgo inevitable desde el momento en que se masifica un cuerpo de conocimiento. Es más fácil que nos digan por donde ir que descubrir el camino.
Estos conocimientos tienen sentido solo dentro de quien tiene como propósito terminar con la dicotomía para dar paso al sentimiento de Unidad.

- En tu libro hablas de la “autovalencia”, ¿puedes explicar este concepto?

- La Autovalencia es la capacidad de todo hombre de acceder a su potencialidad humana y ser un Individuo, no es un sistema de creencias al cual las personas puedan adherirse como si fuera una ideología. El propósito es que cada ser humano logre en sí mismo el equilibrio de la Unidad. Es un trabajo hacía adentro, con uno mismo en donde el método es sencillamente lo que su nombre indica y no un objetivo en sí mismo. El objetivo no es alcanzar la perfección, ya que, ella solo existe en nuestra mente al igual que la iluminación y todas aquellas idealizaciones que construimos a partir de las proyecciones que hacemos de nosotros mismos.
En el camino que yo he iniciado, es el propio individuo el que define sus posibilidades a partir de su intención y su disposición. La metodología entrega una serie de técnicas que permiten al aspirante ir abriéndose paso en lo desconocido que habita en todo ser humano.
El guía es uno mismo, los demás son personas que nos ayudan a recordar quienes somos. Si por un instante dejáramos de escondernos de nuestros miedos y angustias nos daríamos cuenta que sabemos perfectamente qué es lo que queremos y cómo lograrlo. La confusión solo existe en nuestra mente.

- Este chamán provenía de la tradición inca, de los antiguos amautas andinos, que trabajaban con el código descrito como Whipala, representación –¡sorprendente para mí!– de la realidad. ¿Puedes explicar en que consiste?

- En Tiahuanaco, se encuentra en dos bajorrelieves grabados en piedra el código de K´anta-Tayita, del cual se desprende y desenvuelve la Whipala.

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Código ancestral –Whipala– del mundo andino
grabado en piedra en el Centro Arqueológico de Tiahuanaco – Bolivia.


Representa a cualquier “ser” y/o a toda la Realidad, por lo que en el nivel del planeta representa a la Tierra, en el nivel de lo humano representa lo Humano, como específico, natural y cósmico, en el nivel planetario o cósmico representa el accionar del conjunto del Sistema Planetario Solar. Es decir, es una representación de la Pacha o Realidad en su conjunto y/o cualquiera de sus “elementos”, sin que éstos sean autónomos y diferentes en sí sino “parte” que se diluye y confunde en la realidad misma del Todo, de manera que el Todo es una Unidad y que cada “elemento” es a su vez un todo que concentra y desconcentra el Todo. Expresa la complementación y el equilibrio de los opuestos que constituyen la Unidad o Totalidad.

Los colores corresponden a diferentes frecuencias vibracionales y representan la realidad perceptible por el ser humano, vale decir, lo que se conoce y lo que se puede llegar a conocer. El negro representa la Totalidad, es decir, aquella dimensión desconocida e incognoscible desde la cual emerge la luz-color-vida.


- ¿Esta cosmogonía de la tradición inca, se contrapone, supera o complementa nuestro paradigma racional/cartesiano/cristiano?

Todo acto humano emerge de una intención. El conocer la naturaleza de lo que somos y de lo que nos rodea considera implícitamente un porqué. El paradigma cartesiano nos habla de un hombre que se siente fuera de la realidad. Fundamenta su identidad en la dicotomía de la separatividad, en el pensamiento y su linealidad lógica-causal. De esta manera categoriza, determina, manipula y controla la vida de las personas, se nutre del poder.
La cosmogonía andina, se fundamenta en la Unidad de la existencia y su propósito es la armonía, la integridad, la libertad y el reconocimiento de la identidad cósmica del ser humano y de cualquier ser.

- ¿En lo más íntimo y en tu vida cotidiana, has podido integrar estas enseñanzas de José Illescas? Esto me parece fundamental, porque existe mucha literatura del tipo “Castaneda” que, en mi opinión, es imposible de llevar a la práctica para personas comunes y corrientes.

- En ningún momento de mi aprendizaje intenté ser lo que no soy, vale decir, nunca fue mi propósito ser chamán o el nombre que quieras ponerle. Todos los seres humanos somos comunes y corrientes y a la vez mágicos e infinitos, lo que indica que cualquier individuo que se proponga tomar las riendas de su vida puede tener la certeza de que la vida hará lo que hace falta para complementar su propósito. La metodología de la autovalencia es practicable por cualquier persona y se constata en la concordancia entre lo que se dice y se hace. Los grandes ideales de un hombre se constatan en las acciones simples de la vida diaria.

- Una frase repetida en tu relato es la “sabiduría del sentimiento”, ¿es esto una manera diferente de conocer y aprender?

- Partimos de la base que el ser humano es en su individualidad expresión de la Totalidad. Esto nos indica que en la medida en que nos abrimos paso dentro de nosotros mismos, nos aproximamos a nuestra dimensión cósmica.
El conocer, entendido dentro del contexto de la cultura occidental, nos indica una epistemología sustentada en la dicotomía sujeto/objeto en donde el hombre se concibe a sí mismo como un receptor de información proveniente de lo externo. Efectivamente, cuando nos aproximamos a la realidad a partir del condicionamiento que damos a nuestros cinco sentidos, estamos siendo receptores de información fragmentada que necesariamente debe ser restringida; como su nombre lo indica, es un cono. Para el Amauta andino, el Sentimiento define la condición Ser, ya que, en el sentir se constata la existencia presente, que es la única que “tenemos” y en la cual confluye todo lo que hemos sido. Como sujeto puedo dudar de la concordancia de mis pensamientos con la realidad o dudar de determinada concepción de realidad pero no puedo dudar de lo que siento.
Para decirlo de algún modo, cuando el Amauta en periodos de sequías hace llover, no lo logra porque converse con las nubes o porque se traslade a algún lugar lejano en busca de ellas; esto sería reproducir el paradigma occidental que nos dice que la realidad es algo que se encuentra allá afuera. Si lo logra es porque el sabio andino se sabe la nube, así como cualquier individualidad de la realidad, porque él se siente la nube, se siente el viento. Estamos hablando del sentimiento no del pensamiento. No es un creerse, es un saberse, no hay división, no hay tiempo.
Te darás cuenta que para vivir esto como una realidad en sí mismo, se hace la exigencia de realizar un trabajo que en definitiva no es llegar a ser, por el contrario, es un dejar de ser todo aquello que uno cree que es, para de esta manera reencontrarse con lo que uno siempre ha sido, la Totalidad. El Inca significa “el que no Es”, pues el que se define excluye, separa. El que se dice evolucionado, iluminado, hermoso, inteligente está creando dicotomía, opuestos, polaridades cuando en “realidad” solo se accede a la Totalidad en la unidad. El objetivo aquí no es definir la Totalidad, el propósito es limpiarse, desapegarse amorosamente de todo aquello que sentimos tan propio y que en definitiva nos limita e impide la manifestación de lo desconocido.

- Este chamán trabajaba con estados alterados de conciencia, con plantas alucinógenas y todo eso?

- Para José la “ingesta” corresponde al consumo de plantas medicinales que pertenecen a las especies que contienen como principio activo, sustancias alucinógenas. Desde su perspectiva, el consumo de tales plantas alucinógenas por parte de personas no instruidas en el conocimiento del arte de la “ingesta” no tiene ninguna utilidad, más bien corresponde a lo que él define como una simple “volada”, en donde el sujeto asume una actitud pasiva desde la cual no puede actuar ni significar la experiencia.
El hombre común cuando consume plantas no puede más que entregarse a sus vicios y no hace más que salir corriendo o tirarse al suelo entregándose al sueño y al cansancio. El hombre de sabiduría encara lo que se presenta y es dueño de los controles que lo conducen en su vuelo. Su actitud es templada y amable.
La metodología de José se sustenta en la autoingesta, que corresponde a la capacidad del ser humano de alcanzar estados no ordinarios de conciencia sin la utilización de plantas medicinales, o mal llamadas alucinógenas, sino que a través de técnicas de respiración, visualizaciones mentales, dietas en la alimentación, sonidos de percusión y un conjunto de disposiciones que el sujeto debe adoptar en la forma de relacionarse con el mundo y la totalidad. El mundo, se refiere al espacio en el cual nos desenvolvemos como seres humanos que habitamos esta Tierra; en este contexto José plantea que el aspirante debe tomar conciencia de lo que respira, lo que toma, lo que come y en cómo se relaciona con los otros seres, ya sean humanos, animales o vegetales.
La Totalidad se refiere a cómo se ubica el hombre con respecto a su dimensión natural y cósmica.

- Tu podrías decir que lograste una cierta libertad respecto de tu “paradigma de origen”? ¿Qué valor le asignas a este hecho?

- Efectivamente, y no porque sienta que haya llegado a algún lugar o porque haya alcanzado algún grado de esos que se suelen repartir. Sencillamente, vivo bajo la convicción de que no hay a donde ir; no existe mejor momento ni mejor lugar que en el que uno se encuentra y, es sencillamente la capacidad de leer ese instante lo que da la libertad de transformar la vida en un desafío constante de apertura e integración al contexto, cada vez más amplio, del cual uno es parte. Atisbar la propia muerte permite dimensionar la existencia y constatar que el ser humano se desenvuelve en múltiples modalidades de existencia en donde vida y muerte son dimensiones de un mismo hecho que es existir.
El valor es asumir que la libertad se construye en lo cotidiano, en cómo y desde a dónde te relacionas con la vida en el día a día.


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Cada color de la Whipala tiene su propio significado y corresponde a diferentes niveles vibracionales. Los colores representan la realidad perceptible por el ser humano, vale decir, lo que conoce y lo que puede llegar a conocer. El negro representa la Totalidad, es decir, aquella dimensión desconocida e incognoscible desde la cual emerge la luz-color-vida.

Fuentes:

Por Alejandro Abufom.
Revista Uno Mismo Nº 158, Febrero 2003.


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Cuerpo en el espejo.

Vamos a disponer una construcción corporal en el mundo de la antigua cultura náhuatl bajo el influjo de dos creencias: el tonalismo y el nagualismo. Confirmamos el paso del humano a la forma animal bajo distintas condiciones del discurso mítico, principal alimentador del pensamiento religioso. Iniciamos con algunas historias de los dioses mesoamericanos y su paso a las formas animales. Sin embargo, existen maneras distintas en el discurso de las transformaciones, de manera que la planta también adquiere atributos humanos. Tratamos en este trabajo una serie de sustancias mitosomáticas, o sea, la mezcla de las "sustancias" del mito con las sustancias del cuerpo. No dejamos de mencionar el importante desempeño del calendario en todos estos discursos. Un nivel diferente ocupa la herbolaria y su influencia en la conceptuación del cuerpo mágico. Completamos nuestra descripción del cuerpo mágico con los rituales de sacrificio, pues con ello culmina un proceso radical de transformación y regeneración del mito como elemento mediador del cuerpo y la cosmogonía.

El sustantivo tonalli, derivado del verbo tona, "irradiar" ("hacer calor o sol," según Molina), tiene varios significados: en uno remite al destino de la persona por el día en que nace. Muy significativo es que el vocablo tonalli consigna el simbolismo solar. El tonal asimismo remite a la acepción de espíritu familiar. Sahagún indica que el alma del infante era enviada del cielo más alto de Omeyocan, lugar de la dualidad. Después del nacimiento el infante es abandonado en el templo un par de noches, en este lugar se riega ceniza sobre el suelo; en tal forma los sacerdotes determinan las huellas que dejan los animales que pasan por allí, de esta manera el infante recibe de manera permanente, por compañero y guardián, a la bestia que lo visitó durante la noche.

En el tonalismo se plantea una relación entre animal y ser humano. Tal asociación toma lugar desde el mismo nacimiento del infante. El animal se ubica en un monte cercano al lugar donde acontece el nacimiento. La persona adopta una relación con su "tona" que la acompaña hasta su muerte. Sin embargo, López Austin estima que "faltan bases para afirmar si existió esta creencia en toda Mesoamérica".

Sobre el nagualismo se opera una especie de proceso histriónico que yo identifico como etnodrama. En este etnodrama, el mago tiene la capacidad de adoptar una apariencia animal y luego puede retornar a su figura original cuando revierte el proceso. En el etnodrama existe la posibilidad de animar el drama de la transformación y así ubicarlo en el gran texto de la cosmogonía.

La cosmogonía náhuatl registra la transfiguración del dios Tezcatlipoca, que entre diversas formas tomaba la del coyote, ser fantasmal y zorrillo. Su nombre significa "Espejo humeante", aparece con tal objeto en la nuca y una serpiente en uno de sus pies. El espejo puede evocar su naturaleza misteriosa y en constante cambio.

Se sabe que los espejos de obsidiana y otras piedras tenían un uso en la brujería y necromancia. Ponemos de manifiesto el efecto turbulento de esta deidad que causa discordia y conflicto en donde se hace presente. Pero también conserva una naturaleza dual pues así como puede traer destrucción, puede traer fortuna. Es un dios que encarna el cambio mediante el establecimiento del conflicto.

Muchos de los dioses adoptan formas animales, es el caso del tlacuache en Quetzalcóatl, el venado en Mixcóatl o bien el colibrí usado por Huitzilopochtli. Los dioses tenían dobles animales.

En el gran parque del emperador Moctezuma los militares españoles observaron jaguares y pumas. Una variedad de extraños monos, armadillos y gran cantidad de pájaros multicolores. Asimismo se alojaban mujeres barbadas y enanos deformes. Sobre los enanos y jorobados se pensaba que eran emisarios de los cielos. Los seres deformes se asociaban a los ahuiateteo, dioses del placer y de los excesos físicos.

El investigador Michel Graulich propone que el "Zoológico de Moctecuhzoma" albergaba los nahualtin de los dioses. Registramos una historia que se narra en el Códice Nutall, para sondear ciertas transformaciones del nagual.

En el relato la primera señora 3 Pedernal adopta la forma de una serpiente emplumada con el propósito de visitar a la diosa 1 Águila, la Abuela del río, dueña del Poniente y así quedar preñada. Cuando la diosa escucha su plegaria le obsequia una joya, indicación cierta de que iba a quedar encinta. Posteriormente se prepara el temazcal o baño de vapor como se acostumbraba para preparar a las mujeres que dan a luz. Nace su hija 3 Pedernal. La madre se transfigura de nuevo en su nahual, la serpiente emplumada.

La fuerza del tonalli se ubica en la cabeza de la persona. La pérdida del tonalli o sombra, hemos de anotar la semejanza con ciertas características umbrosas que pertenecen a Tezcatlipoca, implica que ésta abandona el cuerpo por la noche y así se expone a ser dañada por un hechicero. Hoy en día entre los nahuas de Pajapan se mantiene que una hemorragia supone la pérdida de la sombra. El tonalli emplea a la sangre como su vehículo. Ruiz de Alarcón explica que cuando enferma una criatura consultan a la curandera o ticitl quien habla de una falta de hado, fortuna o estrella, todo lo cual abarca el tonalli. Sin embargo, son las llamadas tetonaltique las que devuelven el tonalli al lugar que corresponde. El procedimiento curativo consiste en hacer reflejar el rostro del enfermo sobre el agua, si notan el rostro obscuro, o cubierto con alguna sombra se diagnostica la ausencia del hado y fortuna, por el contrario, si el rostro aparece claro, se concluye que el niño no tiene una enfermedad grave y tan sólo lo sahuman. El tonalli marcaba un vínculo personal con el mundo de los dioses. Señalan este vínculo en "forma material, aunque invisible, como un hilo que salía de la cabeza del individuo".

En relación al tonalli solía hacerse una ofrenda de recortes de uñas y cabellos a el ahuítzotl, un animal al servicio de Tláloc, el dios de la lluvia. De aquí se plantea una curiosa escatología que consiste en ofrecer desechos corporales, aunque estas partes del cuerpo guardan la fuerza vital de las personas.

Entre lo nahuas el ahuitzotl era una especie de nutria, el final de su cola se remataba con una mano humana que le servía para atrapar a sus víctimas que luego llevaba hasta las profundidades del agua. Los ahogados se incorporaban al ejército de muertos que servían a Tlaloc. Los cuerpos eran devueltos después, despojados de pelo, uñas y ojos. (Consultar el texto de Carmen Aguilera).

Un aspecto especialmente sobresaliente en una mitología corporal del tonalli es que no puede estar expuesto sin que se busque alguna cobertura que lo proteja. En tal sentido se administra una piel mágica de la planta que llamaban tlacopactli. Eran las tetonaltique o especialistas en devolver el tonalli que aplicaban la raíz de la planta en la mollera de los niños. Formaban collares de cuentas y se pensaba que el espíritu del muchacho quedaba atrapado en las cuentas de la planta. Este espíritu se encargaba de hacer penitencia por el muchacho. Pero es en la planta que se aloja el tonalli.

De manera análoga a la conformación del tonalli se encuentra una sustancia telúrica que se denominaba como ihíyotl . Pero solamente el nigromante era capaz de liberar el ihíyotl nagual como algunos lo denominaban. Esta entidad se albergaba en el hígado. Comprendemos porqué era la entidad predilecta del nigromante y con la cual podía transformarse, de manera deliberada, en animal. El ihíyotl aparecía como lugar luminoso, tenía el poder mágico de influir sobre otros seres pues lograba atraerlos a una persona, animal u objeto. Asimismo podemos distinguir las facultades racionales del tonalli de las más pasionales del ihíyotl. Existirá, tal vez, mayor movilidad en los atributos pasionales del ihíyotl. Me refiero a esa dinámica de los cambios en el estado de ánimo.

Encontramos un material que define al nagual por la fecha ce quiahuitl o lluvia de su nacimiento. Esta condición puede asociarse al dios Naualpilli o gran Nagual, famoso dios huaxteca. La confederación azteca al momento de aniquilar el poderío huaxteca, secuestra al dios que resulta asimilado a Tlaloc, deidad de las aguas. Nahualpilli era conocido como nahualli, sabio, hechicero o nagual. Por otro lado, no hay que olvidar que Tezcatlipoca o "Espejo humeante" era el hechicero por antonomasia del Posclásico tardío y se consideraba capaz de mudar su forma por la de un jaguar. Es pertinente mencionar que el gran nagual era igualmente asociado con el jaguar. El sacerdote que lo veneraba era identificado con el nombre oceloquacuilli o sacerdote jaguar.

En este punto me detengo en algunos estudios de Laurette Séjourné sobre la figura de Tezcatlipoca para destacar ciertos atributos que derivan del calendario, así pues en el jeroglífico del decimotercer día aparece un ser negro con los ojos vendados e identificado con Tezcatlipoca, por el espejo humeante. También aparece un hombre rojo que expulsa una sustancia blanca espumosa en algunos casos y amarilla en otros. El personaje rojo está emparentado con Atlazolteotl "Nuestra señora comedora de inmundicias". En tal sentido se menciona un excremento divino, rasgo que nos hace recordar el peculiar ritual escatológico, en relación al tonalli, donde los desechos corporales alimentaban al ahuitzotl. No intento crear una equivalencia, sólo me limito a señalar algunos sedimentos del pensamiento mitológico. Sin embargo, para constatar la naturaleza escatológica de la deidad notamos que en el jeroglífico 15 águila del calendario notamos al Tezcatlipoca rojo que exhibe los signos de la materia fermentada y espumosa. Esta constitución escatológica tiene mayor apoyo en el papel que juega Tezcatlipoca como "materialización de la duración de la vida humana" [véase muerte] ...".

Un dato complementario en la construcción de nuestro relato sobre la escatología nos conduce al arte lapidario de los nahuas. Los artesanos empleaban un poderoso pegamento que proviene de un árbol parecido al mezquite. Según el enviado por Felipe II, el protomédico Francisco Hernández, la mezcla de la goma se ponía a cocer con resina y arena. El resultado era el de una consistencia muy dura que le servía al lapidario para unir piedras y así fabricar los espejos.

Una dimensión diferente del cuerpo mágico es la que encontramos con el uso de toda una herbolaria sagrada. Así tenemos el caso del peyote, cacto que tiene un efecto psicotrópico y cuyo alcaloide más conocido es la mescalina. El péyotl era una planta del Mictlán, región de las deidades de la muerte. Los nigromantes se encerraban para consumir el peyote y así consultar a los dioses. El objeto era curar enfermedades. El nigromante se denominaba Payni (ver Alarcón, Serna, Aguilera). El cuerpo mágico del peyote tiene una parte femenina en las cihuapipiltin, o sea las acompañantes del sol. Ellas eran las mujeres que morían en el parto. Así el peyote era conocido como tlazolcihuapilli, mujer hechicera y divina. Tenemos una serie de características del tonalismo, no sólo por las implicaciones solares, además sabemos que el péyotl significa "el resplandeciente". Parece un término muy adecuado pues entre los efectos del cacto se registran "imágenes brillantemente coloridas y auras débilmente resplandecientes que parecen rodear a los objetos del mundo natural ..."
No puedo extenderme demasiado en los rasgos tan sugerentes que unen la herbolaria sagrada al cuerpo mágico. Sin embargo, es imposible dejar de mencionar la escultura extásica o estatua de Xochipilli "Príncipe de las flores". Esta efigie representa una entidad sumida en el Temicxoch o "flores del sueño" como las describían los nahuas. El aspecto más impresionante de la estatua es que las partes descubiertas de su piel de piedra muestran distintos relieves de flores. También el cuerpo tiene labrados unos hongos, en las rodillas, el antebrazo derecho y en la parte superior de la cabeza. Estos hongos era los teonanácatl o "carne de dios". La estatua descansa sobre un pedestal que se encuentra labrado. Es pertinente mencionar la presencia de una mariposa sobre este pedestal. La mariposa parece alimentarse del teonanácatl. Regresando a la estatua se encuentra el glifo del tonalo , que sabemos está incorporado al sol, a la luz pero también a las mariposas.

A manera de explicación el teonanácatl se refiere a los hongos psilocíbicos, de donde proviene toda una dimensión sacralizada de un imaginario psicotrópico. En referencia a lo cual tenemos que, "la experiencia alucinogénica era llamada Temixoch, ‘el sueño florido’. Por ende lo relacionado con la flor, entre los nahuas, a menudo funcionaba como metáfora para estos sueños alucinógenos.

Para completar nuestro recorrido daremos algunos datos del tonalismo en el sacrificio. Los guerreros águilas y tigres, según lo que figura en el códice florentino, que morían en la guerra, "iban allá al cielo, a la morada del Sol. En virtud que el tonalli es manifestación de una energía propia de la vida, con la muerte se libera "un excedente de energía vital". En un relato del conceptualismo mítico la desintegración corporal libera el tonalli, de manera que la muerte del sacrificado es fuente de energía. Los que iban al sacrificio, a veces representaban las imágenes de los dioses "eran hombres poseídos por los dioses, y como tales morían en un rito renovador". Este conceptualismo mítico está coligado al ciclo calendárico. El tiempo parece encarnado en el hombre, al morir la existencia divina en la forma humana se produce la fuerza necesaria que resulta creadora de una nueva potencia. Finalmente, se sabe de una comunión que ocurría al ingerir el cuerpo de los sacrificados. El propósito era absorber la fuerza divina que se albergaba en el cuerpo del sacrificado.

Nuevamente en el Códice florentino aparece la figura del dios protector de los guerreros:

Permite, oh Tezcatlipoca, que los guerreros águilas
y tigres se adornen con plumas y sean cubiertos de tiza ...

Concédeles que disfruten la dulzura de la muerte a
Filo de obsidiana, que den con regocijo su corazón al cuchillo
de sacrificio, a la mariposa de obsidiana, el atavío de
plumas, y que deseen y codicien la muerte florida, la flor
letal (itzimiquizxóchitl).

Resta decir que la creencia era que los sacrificados reencarnaban en forma de colibríes y mariposas. La flor en el contexto del sacrificio funcionaba como discurso del juego sagrado. La flor tendrá muchos otros significados que hemos de dejar sin describir, por el tipo de problemas que decidimos abordar.

A lo largo de este ensayo nos planteamos una visión cultural del cuerpo en la cual las sustancias de los dioses forman parte de un pensamiento biológico que atraviesa por los humanos, las plantas y distintos animales. Claro está que aludimos a una biología del imaginario, en nuestra lectura, pero una biología tangible en el uso y costumbres del mundo náhuatl. ¿Será posible que al ubicar la otredad como "imaginario" sólo demostramos nuestra ignorancia para incorporar una biología noemática al trabajo con nuestro cuerpo?

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Según Platón, el conocimiento es un subconjunto de lo que forma parte a la vez de la verdad y de la creencia.
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