domingo, 14 de octubre de 2007

La Sabiduría del Silencio Interno.

Cultivar la sabiduría del silencio interno es uno de los mejores métodos para conservar nuestra energía, reequilibrar nuestro ser profundo, y preservar nuestra salud física, emocional y espiritual.

La habladuría constante a través de nuestra mente y de nuestra boca, agotan el Chi, y nos debilitan considerablemente.

El mental rechaza el silencio porque el silencio no tiene límites, no tiene forma, y no se puede definir. El mental ama los sonidos y los ruidos porque se parecen a los pensamientos. Se les puede dar una forma, una definición, analizarlos y conceptuarlos. El mental evita el silencio porque para el ego el silencio es el sonido de la muerte.

Sin embargo, el silencio es el estado natural de todas las cosas, y es necesario aprender a respetar esto comenzando por el interior de nosotros mismos. Para poder penetrar en el Camino del Tao, debemos de encarnar el silencio interno. Los sabios taoístas nos han legado una serie de consejos útiles y prácticos que descubrieron hace mucho tiempo gracias al cultivo del silencio interno.

"Habla simplemente cuando sea necesario. Piensa lo que vas a decir antes de abrir la boca. Sé breve y preciso ya que cada vez que dejas salir una palabra por la boca, dejas salir al mismo tiempo una parte de tu chi. De esta manera aprenderás a desarrollar el arte de hablar sin perder energía.

Nunca hagas promesas que no puedas cumplir. No te quejes y no utilices en tu vocabulario palabras que proyecten imágenes negativas porque se producirá alrededor de ti todo lo que has fabricado con tus palabras cargadas de chi. Si no tienes nada bueno, verdadero y útil, es mejor quedarse callado y no decir nada.

Aprende a ser como un espejo, escucha y refleja la energía. El universo mismo es el mejor ejemplo de un espejo que la naturaleza nos ha dado porque el universo acepta sin condiciones nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestras palabras, nuestras acciones y nos envía el reflejo de nuestra propia energía bajo la forma de las diferentes circunstancias que se presentan en nuestra vida.

Si te identificas con el éxito, tendrás éxito. Si te identificas con el fracaso, tendrás fracasos. Así podemos observar que las circunstancias que vivimos son simplemente manifestaciones externas del contenido de nuestra habladuría interna.

Aprende a ser como el universo, escuchando y reflejando la energía sin emociones densas y sin prejuicios, siendo como un espejo sin emociones aprendemos a hablar de otra manera.

Con el mental tranquilo y en silencio, sin darle oportunidad de imponerse con sus opiniones personales y evitando que tenga reacciones emocionales excesivas, simplemente permite que una comunicación sincera y fluida exista.

No te dés mucha importancia, sé humilde pues cuanto más te muestras superior, inteligente y prepotente, más te vuelves prisionero de tu propia imagen y vives en un mundo de tensión e ilusiones.


Sé discreto, preserva tu vida íntima, de esta manera te liberas de la opinión de los otros y llevarás una vida tranquila volviéndote invisible, misterioso, indefinible e insondable como el Tao.

No compitas con los demás, vuélvete como la tierra que nos nutre que nos da de lo que necesitamos. Ayuda a los otros a percibir sus cualidades, sus virtudes y a brillar.

El espíritu competitivo hace que crezca el ego y crea conflictos inevitablemente. Ten confianza en ti mismo, preserva tu paz interna evitando entrar en la provocación y en las trampas de los otros.


No te comprometas fácilmente. Si actúas de manera precipitada sin tomar consciencia profundamente de la situación te vas a crear complicaciones.

La gente no tiene confianza en aquellos que dicen sí muy fácilmente porque saben que ese famoso sí no es sólido y le falta valor.

Toma un momento de silencio interno para considerar todo lo que se presenta y toma tu decisión después. Así desarrollarás la confianza en ti mismo y la sabiduría. Si realmente hay algo que no sabes o que no tienes la respuesta a la pregunta que te han hecho, acéptalo. El hecho de no saber es muy incómodo para el ego porque le gusta saber todo, siempre tener razón y siempre dar su opinión muy personal. En realidad el ego no sabe nada, simplemente hace ver que sabe.


Evita el hecho de juzgar y de criticar, el Tao es imparcial y sin juicios, no critica a la gente, tiene una compasión infinita y no conoce la dualidad. Cada vez que juzgas a alguien lo único que haces es expresar tu opinión muy personal, y es una pérdida de energía, es puro ruido.

Juzgar es una manera de esconder sus propias debilidades. El sabio tolera todo y no dirá ni una palabra.


Recuerda que todo lo que te molesta de los otros es una proyección de todo lo que todavía no has resuelto de ti mismo. Deja que cada quien resuelva sus propios problemas y concentra tu energía en tu propia vida.

Ocúpate de ti mismo, no te defiendas. Cuando tratas de defenderte en realidad estás dándole demasiada importancia a las palabras de los otros y le das más fuerza a su agresión. Si aceptas el no defenderte estás mostrando que las opiniones de los demás no te afectan, que son simplemente opiniones y que no necesitas convencer a los otros para ser feliz.

Tu silencio interno te vuelve impasible. Haz regularmente un ayuno de la palabra para volver a educar al ego que tiene la mala costumbre de hablar todo el tiempo. Practica el arte de no hablar. Toma un día a la semana para abstenerte de hablar. O por lo menos algunas horas en el día según lo permita tu organización personal.

Este es un ejercicio excelente para conocer y aprender el universo del Tao ilimitado en lugar de tratar de explicar con las palabras qué es el Tao. Progresivamente desarrollarás el arte de hablar sin hablar y tu verdadera naturaleza interna reemplazará tu personalidad artificial, dejando aparecer la luz de tu corazón y el poder de la sabiduría del silencio.

Gracias a esta fuerza atraerás hacia ti todo lo que necesitas para realizarte y liberarte completamente. Pero hay que tener cuidado de que el ego no se inmiscuya. El poder permanece cuando el ego se queda tranquilo y en silencio. Si tu ego se impone y abusa de este poder, el mismo poder se convertirá en un veneno, y todo tu ser se envenenará rápidamente.


Quédate en silencio, cultiva tu propio poder interno. Respeta la vida de los demás y de todo lo que existe en el mundo. No trates de forzar, manipular y controlar a los otros. Conviértete en tu propio maestro y deja a los demás ser lo que son, o lo que tienen la capacidad de ser. Dicho en otras palabras, vive siguiendo la vida sagrada del Tao".

Uno se hace un favor si silencia la razón. Hay resistencias tremendas a ideas, juicios... El hombre es un tanto por ciento de razón y de otras cosas.

La maravilla la hace el hombre cuando no piensa. Es tremendo someter todo a los criterios de la razón. Eso es un atropello.

El hombre tiene otra parcela que es la imaginación. Es una parcela importante. La imaginación trabaja mucho. Te ilusionas. A veces haces horas extraordinarias. No deja de trabajar. Hay que dar descanso.

Devolver al silencio la imaginación. Para que luego pueda ser más creativa. El mundo de nuestra emoción es otra pieza que hay que hacer descansar. En un breve espacio de tiempo se está desalentado, animado, furioso, contento... Las emociones ahogan. Hay que devolver la calma. No excitarlas, darles calma. No nos pueden estrechar ni cansar. Devolver el silencio a la emoción. Es un acto lleno de salud. Otra pieza que existe en nosotros es la voluntad de desearlo todo. De poseerlo.

Es bueno dar silencio a nuestra voluntad. El deseo nos orienta hacia fuera. No hay que desear nada. No es preciso. En este campo profundo todo está ya en el hombre. Todos los recursos están dentro. Hay que tener confianza.

Hay que sospechar que los recursos que necesitamos para vivir están dentro.

El silencio es bueno para alejar los deseos de uno mismo. Si yo vivo deseando algo, me apoyo en otra cosa. Surge la agitación.

Nos aíslan de nosotros mismos. Silencio en nuestros deseos. Para no alejarnos de nuestro corazón. Cuando todas las piezas entran en sosiego puede brotar la intuición. Es una luz rápida. Se enciende en nosotros y nos ayuda a caminar. Cuando algo se ve desde dentro, no se necesita ayuda ni respuesta. Nadie puede cambiarnos si la luz se hace dentro.

Nadie puede decirnos nada. Esta luz sólo se pone en marcha cuando todo se serena. No somos lo que nos empeñamos ser. Un silencio para permitirse ser. Permitirse vivir. La intuición es hija del silencio. La presencia del Reino en nosotros se intuye desde el silencio.

El silencio es el espacio para esta intuición, esta revelación. No es callar por callar. Es callar para permitir que la vida se dilate, se expanda. Son los ruidos los que tapan esa fuerza interior. Los que nos dividen en mil piezas sin sentido. Acallarlos es encontrar de nuevo la confianza y la salud.

Fuentes:
Texto taoísta traducido por Oscar Salazar
Médico, Acupuntor, Maestro Taoísta


EN EL SILENCIO DE TU ALMA


12 Meditaciones Taoístas.

No Existe hoy un enorme interés en el taoísmo. En todas partes, desde libros de arte hasta clases de filosofía, aparecen referencias al Tao. Se enseña el tai chi y el Chi Kung en universidades de diversos países, y muchas personas con inclinación espiritual investigan la meditación taoísta. Se atribuye al taoísmo el haber tenido una significativa influencia en el budismo zen (esto explicaría su diferencia con el budismo hindú). Se admite sin discusión que los poetas clásicos chinos Li Po y Tu Fu incluyeron a concienia temas taoístas en su escritura, y, en China todo edificio de importancia - incluso hoy- se construye de acuerdo con principios taoístas de geomancia.

Pero deberíamos perdonar al lector interesado en el taoísmo, si pensara que nada significativo se ha escrito desde el año 300 a. C. Después de todo, el Tao Te King, el I Ching, y Chuang Tzu, tan ampliamente traducidos y populares que se los encuentra en muchas librerías, se escribieron durante la dinastía Zhou. Otros libros en existencia son traducciones de abstrusos textos de alquimia, historias eruditas, o manuales que tratan de temas puntuales como sexología, ejercicios o leyendas.

El lector que ha investigado el taoísmo ha conocido sin duda, la mayoría de estos libros y, sin embargo, los artículos de las revistas, las preguntas en las conferencias, y la confusión de mucha gente respecto de esta tradición demuestra que la literatura existente no alcanza para aplicar el taoísmo en la vida cotidiana.

Faltaba un libro escrito para la gente que trata de vivir según los principios del Tao en el mundo actual. Un libro que capturara el tradicional sentido del misticismo lírico del taoísmo, al tiempo que los conceptos en el nuevo idioma fueran vertidos con claridad. Esto es lo que hace Deng Ming-Dao en su libro 365 Daily Meditations, de donde fueron extraídas estas doce meditaciones. La fuerza del taoísmo estriba en los inumerables lazos que tiene con la cultura china, a tal punto que, aún hoy impregna la vida cotidiana en el Asia. Cuando se traduce el taoísmo a otro idioma, estos puntos de referencia parecen remotos, raros, exóticos, esotéricos.

¿Se puede ver al Tao en la vida cotidiana, sin tomar en cuenta el lugar o la cultura? Estas meditaciones intentan hacer precisamente eso. Nos estimulan a explorar por nuestra cuenta, allí donde yace la verdadera experiencia. Nos sugiere que es mucho mejor apartarse de los áridos manuscritos, y conectarnos directamente con el Tao tal como hoy existe. Necesitamos abrirnos a lo que es singular, único, en esta época; sacarnos la cadena de las formas anticuadas, y adaptarlas a nuestras necesidades actuales. No son, pues, meditaciones tradicionales de taoísmo. Más bien, buscan al Tao en lo inmediato.

Tao significa camino, senda. El mensaje de estas meditaciones es que podemos verdaderamente aplicar las ideas del Tao, francas y accesibles, directamente a nuestras vidas.

1
Fusión

Tome el sol, y pongalo en su corazón.
Tome la luna: llévela a su vientre.
Baje la osa mayor.
Fúndase en la Estrella Boreal.

Desde lejanas visiones de los dioses, hemos llegado a una visión orientada a lo interno. En el pasado, la relación con los dioses era considerada vertical. Uno estaba en una posición subordinada, y los dioses eran supremos. Haciendo un pequeño esfuerzo, podemos ver que este punto de vista era un reflejo de las definiciones feudales, y de ingenuas emociones.
A diferencia de esto, los que siguen el Tao declaran que los dioses no existen. Creer que esto es una blasfemia es no comprender su verdadero sentido. Antes bien, los que siguen el Tao buscan una relación con lo divino en la que no hay división: procuran un estado de unidad.
Si el hombre es uno con su dios, entonces es lógico que no existan divisiones entre ambos. Si no existe división entre ambos, entonces él es dios, y dios es él. Esto no significa que una persona pueda hacer todo lo que los dioses, supuestamente, son capaces de hacer. Más bien, alcanza un estado de ser y de comprensión en el que no existen distinciones, miedos o incertidumbres acerca de lo que es divino.
Esa es la razón por la que, a veces, nos proponemos atraer las estrellas a nuestro verdadero ser. Queremos fundirnos con el Tao. En esencia, nos volvemos el Tao, Y el Tao se transforma en nosotros.

2
Rectificación

Una desviación del ancho de un pelo en el centro,
lleva a un error de cien millas en la orilla.
Si tan leve es el esfuerzo,
¿Por qué vacilar en poner
las cosas en orden?

Hay mucha gente que se esfuerza en conocer el Tao. Con la más absoluta sinceridad, toman lecciones de música, leen las escrituras, aprenden lenguas extranjeras, estudian nutrición, se ponen ropas diferentes, y van a los templos, todo con la esperanza de llegar al Tao. Lamentablemente, por el ancho de un pelo, no lo alcanzan. Para que una persona abra los ojos al Tao, alguien tiene que darle una chispa. Tal vez esto es lo que se llama transmisión directa. Es extraño, pero esta es la única manera en que se transmite el conocimiento del Tao.
El conocimiento que proveen los libros puede ayudar a darnos profundos fundamentos teóricos, pero aún así la verdadera comprensión del Tao todavía se da de una persona a otra. No existe otra manera.
De modo que, si usted tiene alguna verdadera comprensión del Tao, la obtuvo de alguien. Si usted conoce a alguna persona que necesite esa chispa, y se encuentra en condiciones de dársela, entonces hágalo. No sea egoísta. Hay tanta gente que busca una guía y no la puede obtener. Si puede establecer esa diferencia al menos para una persona, entonces usted tiene un mérito realmente extraordinario.

3
Barrido

El disco dorado de la aurora
bordea los barrancos morados. La
anciana se inclina para barrer los
peldaños del templo. Lava cada
piedra con amoroso cuidado.
¿cuantos devotos tienen en cuenta
su trabajo?

Al amanecer fui a un templo magnífico. Su arquitectura era una expresión tan suprema del espíritu humano, que era un verdadero tesoro. Generaciones de devotos habían dejado ofrendas en los altares, cientos de monjes habían alcanzado la iluminación en sus tierras consagradas, y miles habían sido bendecidos en la vida y en la muerte en sus venerables salones.
Sin embargo, lo que más me conmovió fue ver a una anciana que, en silencio, barría los peldaños. Era evidente su devoción. Su concentración era perfecta. Su minuciosidad, completa. Su acción, sin fama ni honores, mostraba un espíritu verdaderamente bendito.
Más tarde, las personas adineradas vinieron a hacer sus devociones. Los niños, con juguetes de brillantes colores, corrían por las grises piedras. Los monjes pasaban en silenciosa plegaria. De todos los que pasaron, ¿cuántos tenían conciencia del santo servicio que les había permitido expresar su devoción?
Cuando el camino es lo único que tenemos para caminar, los que lo preparan deberían ser verdaderamente reverenciados.

4
Entorno

¿Cómo puede usted vivir
con el constante ruido del tránsito?
¿Con el hedor de la basura?
¿Con la vista de edificios, en vez de montañas?.
¿Con el movimiento de las calles, en vez de los rios?
¿Con la sensación del pavimento, en vez de la tierra?

Algunas zonas metropolitanas son famosas por su poder, su sofisticación, su historia, su lugar en la civilización. Estos lugares no pueden ser, también, centros de espiritualidad. Todo lo que hace falta es mirarlos con los ojos y el corazón abiertos. ¿Cómo podría hechar raíz, allí, algo sagrado?
El ruido del tránsito es constante. En cualquier momento del día o de la noche, ese estruendo enloquecedor, esa vibración subterránea, interrumpe lo sutil. El aire no está limpio, sino lleno de polvo y hollín. Sobre todo cuando hace calor, el olor de la basura que se pudre se eleva desde los cimientos como el olor de la lepra. La tierra no puede respirar, sofocada bajo concreto, asfalto, acero y chatarra.
Algunas personas que viven en estos lugares se interesan en la espiritualidad. Quieren saber si es posible alcanzar un nivel alto en un entorno intensamente urbano. La respuesta es No. No es posible alcanzar una total realización en un entorno urbano. Porque alcanzar la realización significa alcanzar estados psicofísicos especiales. Esto requiere un cultivo silencioso, y una familiarización con lo sutil. Cuando el estruendo de la ciudad es todo lo que hay, ¿cómo se puede oír la canción de lo divino?

5
Retiro

La actividad es esencial
Pero agotadora.
Y es importante sólo en la superficie.
Retírese en el Tao al final del día.
El regreso es renovación.

Cada día está lleno de actividad. Corremos de una reunión a otra; hacemos toda suerte de planes para el futuro. Estas actividades son importantes, pero no son todo lo que hay en la vida. Aun cuando nos ocupemos de ellas, debemos recordar que todos los esfuerzos humanos son temporarios y provisionales.
No podemos dejar que nuestros logros nos separen de lo que realmente está sucediendo en el mundo. Es indispensable que nos retiremos para reflexionar sobre los sucesos del día, y que nos repongamos para continuar nuestro camino. No es necesario ir a un templo, a un lugar sagrado o a una habitación especial. No necesetamos un complicado ritual. Todo lo que necesitamos es una simple y natural vuelta hacia nuestro interior.
Esta es la razón por la que los seguidores del Tao usan siempre la palabra regreso. Reconocen que la actividad en la vida es necesaria, pero también reconocen la necesidad de regresar al Tao. En el Tao está la fuente de todas las cosas, y en la fuente uno se encuentra la renovación que necesita para seguir viviendo. Este movimiento de vaivén entre la fuente y la actividad de la vida, es el movimiento de todas las cosas.

6
Triunfo

Gatee
Para comenzar,
Triunfe
Para concluir,
Renuncie
para abandonar.

¿Cual es la anatomía de cualquier fase de la vida? Primero, viene una etapa de aprendizaje llena de una torpe lucha por adquirir destreza. después, viene una fase en la que uno se pone a prueba en la competencia. Por último, hay una amable retirada del campo, pues una constante competencia no es un estilo perenne de vida.
Competir es siempre un problema arduo. Es, verdaderamente, un desafío para extraer lo mejor de uno. Cultivar una habilidad y no utilizarla, es como aprender otro idioma y no salir nunca de casa. Si pensamos en ganar, en el sentido limitado de vencer a los demás, caeremos en un peligroso egoísmo. Ganar puede ser concebido como un logro. Por ejemplo, si usted aprende a nadar, eso es ganarle a su propia ignorancia y pereza. Si entra en un concurso, y gana, eso no es ganarle a los demás, sino alcanzar lo mejor de usted mismo. Los otros competidores son secundarios; es más importante que usted sepa dónde está ubicado, que consolide su posición, y que busque nuevos logros. Ese es el verdadero triunfo.
El triunfo en dosis adecuadas es el tónico más grande para el alma. Pero llevado a un extremo, la corroe. Una vez que haya tenido su cuota de triunfos, sepa cuándo salir. Cuando haya alcanzado la cima, renuncie a competir. Entonces, empiece otra vez. Este es el secreto para moverse de una fase a otra de la vida.

7
Conocimiento

La vida es
Belleza
Terror,
Conocimiento

Una parte esencial de seguir el Tao es la búsqueda de conocimiento. Todos los esfuerzos de autocultivo tienen el propósito de convertirnos en un vehículo adecuado para esa búsqueda. A veces, lo que aprendemos no es agradable. Con el aprendizaje, vislumbramos la vida como es realmente, y eso es algo difícil de soportar. Por eso es que el progreso espiritual es lento: no porque nadie nos revele los secretos, sino porque nosotros mismos debemos vencer nuestras predilecciones y nuestros miedos.
En todo lo que es vida existe una parte vulnerable de terror, sufrimiento, herida. En lo profundo de nosotros existen intensos miedos que han dejado ilesos a muy pocos. Los terrores de la vida nos rondan, nos atacan, nos dejan feas heridas. Para amortiguar los golpes, vivimos en la belleza, coleccionamos cosas, nos enamoramos, tratamos desesperadamente de contruir algo perdurable en nuestras vidas. Consideramos a la belleza como la única cosa digna en esta existencia, pero la belleza no puede ocultar la aflicción, la violencia, lo azaroso, lo injusto.
Sólo el conocimiento extirpa este miedo. Si se nos mostrara toda la verdad, no podríamos tolerarla. Los detalles hermosos, tanto como los horribles, nos hacen humanos, y cuando el conocimiento amenaza mostramos nuestras locuras, es posible que nos demos cuenta de que no estamos listos para abandonarlas. Entonces, el velo se cierra nuevamente, y nos sentamos en meditación delante de él, tratando de prepararnos para el momento en que nos atrevemos a totalmente apartar la cortina.

8
Compasión

Una vez que usted ha visto
El rostro de dios
Ve su rostro
En cada persona que encuentra.

El verdadero dios no tiene rostro. El verdadero Tao no tiene nombre. Pero no podemos identificarnos con esto hasta que no tengamos un nivel muy elevado de discernimiento. Hasta ese momento, los dioses con rostros, y el Tao con nombres, serán más dignos de veneración y de estudio que las ilusiones del mundo.
Con un largo y sincero adiestramiento, es posible ver el rostro de dios. La santidad no tiene nada que ver con la objetividad científica. Tiene que ver con un claro y profundo reconocimiento de la verdadera naturaleza de la vida. La actitud que usted tenga hacia su dios será distinta de la de cualquier otra persona hacia el dios de ella: la divinidad es un reflejo de la comprensión que usted tiene. Si su experiencia difiere de la de los demás, eso no invalida su propio sentido de santidad. Después de haber visto, ya no le quedará ninguna duda.
Conocer a dios es la fuente de la compasión en nuestras vidas. Nos damos cuenta de que nuestra separación de los demás es artificial. No estamos separados de los demás, ni del Tao. Es sólo nuestro propio egoísmo el que nos lleva a definirnos como individuos. En realidad, una experiencia directa de dios es una experiencia directa de la total universalidad de la vida. Si le permitimos que él cambie nuestro modo de pensar, entenderemos nuestra unidad esencial con todas las cosas.
¿Cómo es dios? Una vez que usted vea a dios, podra ver su rostro en cada persona que encuentre.

9
Paloma

Anoche, una paloma quedó atrapada
en los maderos del tejado.
Me dio mucho trabajo tratar de liberarla.
Aterrada, varias veces se golpeó la cabeza.
Pude ayudarla sólo cuando estuvo aturdida.

En el diario leí esta cita de un sabio:
“La naturaleza humana en su origen era una, y éramos una unidad; el deseo y búsqueda de esa unidad se llama amor”.
Sucedió una noche, tarde. Me llamó la atención el batir de alas. Cuando miré hacia arriba la vi posada en un madaero. La paloma trataba de salir, pero estaba desorientada, o herida. Se deslizaba en rápidos saltitos en el cielorraso, a través de los maderos. Al aterrizar en las ventanas azules, miraba hacia afuera, incapaz de atravesar la invisible barrera. Subí y traté de ayudarla a que saliera. Me dejó llegar muy cerca, pero no podía comprender mi lenguaje, ni mis acciones.
Se escapó de mí, pero enseguida perdió altura y aterrizó en el piso. Bajé y la animé a salir. La faltaba muy poco para encontrar la salida, pero entró en pánico, y al volar se estrelló contra una pared. Cayó sobre mi mesa de trabajo, respirando fuerte, con una pluma suelta a un costado del cuerpo. Sólo entonces pude ponerla en una caja, y cuidarla.
Ella no podía comprender mi intención, y por eso se hirió. No pude ayudarla sin que se asustara. ¿Estuvieron conectados alguna vez todos los seres vivos? Tal vez sí. Pero en este mundo, el dolor y la confusión existen junto con la busqueda existen junto con la búsqueda de amor y de compasión.

10
Receptividad

Quiero hacerme una habitación vacía:
Silenciosas paredes encaladas
Llenas de sol
Y una brisa fresca
A través de las abiertas ventanas.

Algunos días son extremadamente fluidos, y todos los cursos de acción son igualmente atractivos. Antes de seguir nuestro libre arbitrio, es mucho mejor vaciarse, completamente. Entonces se pueden sentir las corrientes más sutiles de la vida. Debemos evitar el error de la acción al azar.
La acción arbitraria, muy probablemente, no estará en armonía con la época. Es artificial, una estructura que imponemos desde nuestro pensamiento. Esos movimientos son, invariablemente, formales y rígidos; no tienen la fresca perfección de lo natural.
No tenemos suficiente paz. Sin embargo, nunca alcanzaremos la paz mediante la eterna acción. El agua que siempre se revuelve jamás tiene la oportunidad de volverse transparente. El árbol siempre golpeado por los vientos nunca puede crecer derecho. Hágase receptivo. La paz que busca estará, enseguida, a su alcance.

11
Preocupación

La preocupación es adictiva:
Pone obstáculos a la compasión.

La preocupación es un problema que parece ser muy común. Tal vez se deba a la naturaleza excesivamente avanzada de nuestra civilización; tal vez mida nuestra propia degradación espiritual.
Cualquiera sea la causa, es evidente que preocuparse no es útil. Es un cáncer de las emociones; es la inquietud que se ha vuelto compulsiva. Afecta, destruye, gradualmente, a la mente y al cuerpo.
No sirve decir, “No piense en esto”. Uno se va a preocupar todavía más. Es mucho mejor seguir en la senda, cambiando lo que se puede cambiar. Lo demás debe ser disuelto en la compasión. En este mundo de niños con inmunodeficiencia, injusticia racial, falta de equilibrio en lo económico, violencia personal y conflicto internacional, es imposible solucionar las inquietudes de todos. Basta con cuidarse a uno mismo, y hacer algo bueno por aquellos a los que encontramos. Eso es la compasión, y debemos ejercitarla aun frente a las más abrumadoras desigualdades.
Siempre que se enfrente a un problema, dé su ayuda, si está en su poder hacerlo. Después de actuar, retírese, y no se inquiete por ello. Siga su camino sin siquiera mencionárselo a alguien. Entonces no existirá la preocupación, porque ha habido acción.

12
Reflejo

Luna sobre el agua.
Siéntese en soledad.

Si las aguas están apacibles, la luna se reflejará perfectamente. Si nos apaciguamos, podemos reflejar perfectamente lo divino. Pero si nos ocupamos exclusivamente en las frenéticas actividades de nuestras tareas diarias, si buscamos imponer nuestros esquemas al orden natural, y si nos quedamos absortos en nuestras opiniones egocéntricas, la superficie de nuestras aguas se vuelve turbulenta. Entonces no podemos ser receptivos al Tao.
No existe ningún esfuerzo que podemos hacer para apaciguarnos. la verdadera calma llega naturalmente de los momentos de soledad en los que dejamos que nuestra mente se asiente. Así como el agua busca su propio nivel, la mente gravita hacia lo sagrado. El agua turbia por el barro se asentará si no se la perturba, y así también se asentará la mente si se le permite estar en calma.
Ni la luna ni el agua hacen esfuerzo alguno para logra su reflejo. Del mismo modo, la meditación será natural e inmediata.
Deng Ming-Dao


Fuentes:



El Tao Te Ching.



El Camino

El Camino es el camino de la vida misma
y hay que irlo descubriendo de manera intuitiva,
ya que no puede ser encontrado mediante la aplicación del intelecto;
se revela en el vivivr real y concreto,
en el acto de ver el camino en cada momento de la vida.
Anne Bancroft

Comenzamos con esta cita por dos motivos fundamentales. El primero de ellos es que ya ha llegado el momento de referirnos al denominado estilo de vida taoista, al que yo preferíria no llamarle "estilo", sino simplemente actitud ante la vida.
La práctica del Tao, del Camino, "es el camino de la vida misma"; es el cotidiano vivir, pero no ya con una actitud soberbia y desafiante ante la naturaleza y las circunstancias que nos rodean, sino en una actitud diferente. La práctica del Tao es el reencuentro cotidiano con la vida en la plenitud que nos ofrece cada instante presente, y no ya con aquella constante ansiedad e insatisfacción que nos produce el apego a deseos, a sentimientos superlativos, a rencores, envidias, etc.

El otro motivo que me lleva a destacar la cita de Anne Bancroft, es el de resaltar, una vez más, que la comprensión del tao no es una labor intelectual sino una experiencia vital.
Es verdad que hasta este momento hemos hablado del taoísmo intentando un abordaje intelectual, pero estamos tocando sus límites. Lo hemos hecho así porque es la única manera de trazar un puente entre dos actitudes diferentes de experimentar el mundo: oriente y occidente. Pero basta volver al comienzo de estas páginas para recordar que todo cuanto pueda decirse sobre el tao sólo habla de sus apariencias.
Para conocer el tao hay que experimentarlo directamente. Resulta ilustrativo la analogía que presenta Raymon Smullyan cuando en su maravilloso libro "Silencioso Tao: reflexiones de un científico al otro lado del espejo", nos dice:

"¿Cómo se percibe directamente el Tao? Bien, ¿Cómo se percibe directamente una melodía? ¿Mediante el sentido de la audición? ¡No exactamente! El proceso de audición física evidentemente tiene un papel básico , pero no es todo. La persona con poco oído musical puede tener un equipo auditivo tan bueno como el músico, pero el músico experimenta la melodía mientras que el otro no. Por lo tanto lo que llamamos oir una melodía implica el uso de la palabra oir en un sentido más amplio y sutil que el de oir sonidos. La clave está en que la melodía es más que un grupo de sonidos; es la conjunción de estos sonidos con algún tipo de patrón o superestructura que de algún modo está superpuesta".
"Algunos dirán que el Tao no es más que el universo físico. Pero esto sería tan erróneo como decir que la melodía no es más que un grupo de sonidos. Sería mejor decir que el universo tiene el mismo tipo de relación con el Tao como el grupo de notas de una melodia con la melodía misma."

Viniendo de un lógico matemático, como lo es Smullyan, debiera ser suficiente esta analogía para que los lectores que abracen el positivismo como postura epistemológica, no crean que al hablar de los límites del intelecto para comprender el tao, estamos entrando en una zona oscurantista en la que se reniega de la objetividad del conocimiento. Este ha sido uno de los ataques más corrientes que sufren las doctrinas orientales.

También se intenta poner bajo sospecha de incongruencia, la propuesta de un Vía o Camino taoísta como perspectiva personal y social de vida. Se argumenta que, si todo tiene su raiz en el tao , no queda nada por elegir ni nada por hacer. A esto ya nos hemos referido en el tema anterior, pero nos quedó pendiente hacer referencia a lo que anticipamos como "falsa conciencia" del mundo.
Nuestra conciencia del universo, de lo que acontece en él, y más específicamente, de lo que sucede en nuestro entorno más inmediato, no escapa al ámbito del tao, pero no por ello, tiene que coincidir con la verdad. La realidad es una, pero las imágenes que nosotros percibimos de la realidad, las experiencias que tenemos (cada uno desde su peculiar lugar en el mundo) y las deducciones que hacemos sobre las características de esa realidad (que suponemos común a todos), son imágenes múltiples. Y cada una de esas imágenes es en mayor o menor grado una falsa conciencia del mundo.
Precisamente, hace a la sabiduría que se busca en el Camino taoísta, el superar las perspectivas personales para obtener una conciencia de la realidad más universal, más proxima a la verdad, menos distorcionada por nuestros intereses, nuestras apetencias, nuestras capacidades y habilidades disímiles. Si no fuere así, el taoismo sería una cosmovisión comprensiva pero no propositiva. No dejaría enseñanza alguna para el quehacer humano y estaría totalmente divorsiada de la vida social y política.

Para destacar que el Camino taoista, en cuanto senda personal y social, es la consecuencia coherente de la cosmovisión que venimos desarrollando desde el primer artículo publicado, creo oportuno hacer una brevísima síntesis de lo anteriormente expuesto, permitiendonos de manera fluída retornar al punto en que estamos. Me valdré para ello de fragmentos de la versión y comentarios de Antonio Medrano sobre el "Tao te king - El Taoismo y la Inmortalidad" (Biblioteca funadamental Año Cero, 1994). Cito a Medrano por la claridad y sencillez de su exposición y por afinidad de estilo:

Todo el orden natural, junto con todas y cada una de las cosas que forman parte de él, es una manifestación, expresión o revelación del Tao (...) Es el Tao el que susurra en las hojas de los árboles cuando estas son mecidas por el viento; es el Tao el que canta en el trino de los pájaros; es el Tao el que borbotea en el murmullo de las fuentes; es el Tao el que calla en el silencio de las altas cumbres o en la inmensidad de los desiertos...
La ley que lo rige todo es la ley de la interdependencia o interrelación universal: todas las cosas están relacionadas entre sí; todo influye en todo; cualquier acción o alteración, por mínima que sea, repercute en el conjunto. Hay unas conexiones sutiles entre los diversos planos y ordenes de la realidad: lo que ocurre en un momento o un lugar tiene su repercusión más o menos perceptible en momentos y lugares distantes (...). Cualquier cosa que haga el ser humano incide en el orden del cosmos.
El destino de los seres es circular por ese curso circular universal, hay que acoplarse a él sin rebeldía ni retiscencia, fluir en armonía con él y seguir relajadamente su trayectoria, renunciando a cualquier impulso egocéntrico. Cuando las cosas creadas desertan de ese su destino, cuando se sublevan y tratan de salirse de tal círculo para establecer su propio orden, se rompe el orden natural...
En cosecuencia el Taoismo es una forma de vida, una manera de ser y de actuar, un modo de ver la realidad y de estar en el mundo (...). Su objetivo fundamental es transfromar la vida humana para unirla al orden cósmico del que forma parte y hacerla una fiel expresión del Tao...
La meta de la Vía taoista es conocer la Realidad Suprema, y a través de ese Comocimiento supremo, conocer la profunda verdad del ser humano y la ley que rige el orden universal, lo que supone descubrir el vínculo que une a ambos.

Al Taoismo no le interesa un conocimiento puramente mental, abstracto y teórico, desvinculado de la vida, como es el que domina la vida del hombre occidental moderno. El Conocimiento que busca la Vía del Tao es un conocimiento realizativo (...). El Conocimiento del Tao tiene que ser vivido para ser comprendido (...). Es una verdad para ser vivida con la totalidad del ser, que para ser realizada exige una participación de la persona entera: con su cuerpo y su alma, con su inteligencia y con su sentimiento, con su estómago y sus pulmones...

Fuentes:

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El no-hacer.

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El Hombre

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LA PEREGRINACIÓN DEL TAO

 

Apadrina el Blog "Hombres que corren con los lobos"

El Hombre.

Consideraciones preliminares.

En las páginas anteriores hemos desarrollado los temas centrales de la cosmovisión taoísta. Ahora nos referiremos a la visión antropológica del taoísmo filosófico, pero un elemental sentido de prudencia, impone algunas aclaraciones previas.
Destacados estudiosos del pensamiento oriental, y del taoismo en particular, han observado con insistencia lo inapropiado que puede resultar el uso de ciertos términos para la correcta comprensión de las doctrinas orientales. Adjetivos tales como "filosófico", "antropológico", "metafísico", "ontológico", de uso corriente en la filosofia occidental, pueden llegar a desnaturalizar lo más original del pensamiento que pretendemos comprender.
El lenguaje que empleamos para la descripción de cualquier ámbito de la realidad, siempre posee un fuerte poder estructurante, el que se manifiesta, tanto por los sistemas categoriales de clasificación de los objetos y de las experiencias, como por el sistema de relaciones lógico-significativas que pone a nuestra disposición.
Así las cosas, debemos reconocer que hemos tratado la cosmovisión taoísta, contaminándola en parte, con el lenguaje propio de los interrogantes que se plantea la problemática filosófica occidental. Y tal es así, que nos hemos visto tentados -y en cierta forma obligados- a hilvanar temporalmente fases categoriales de la conceptualización del mundo, las que, en rigor, debiéramos haber sustraído de toda concatenación temporal.
Es muy propio de nuestra lógica narrativo-comprensiva hacernos la imagen de que primero fue el Tao y luego el Uno y tiempo después el Dos (Cielo y Tierra) y sucesivamente el Tres y por último los Diez Mil Seres, y entre ellos el Hombre.
La cuestión de fondo es, cómo establecer comunicación entre concepciones diferentes del mundo, si no nos aproximamos a la nueva concepción utilizando como herramientas ciertas analogías, que hagan de dicha cosmovisión un "pensamiento asimilable" a nuestra manera peculiar de interrogar la realidad. En otras palabras: cómo dotar de sentido a un discurso que propone un sentido totalmente nuevo a la comprensión del mundo.
Al profundizar en la nueva manera de interrogar al mundo, propia del pensamiento taoísta, veremos que, no se trata de suplantar los siete días de la creación del Génesis, por la secuencia Tao, Uno, Dos, Tres, Diez Mil Seres...., sino que, en esta cosmovisión la conceptualización apunta a aspectos metafísicos de lo existente.
Si he expuesto estas consideraciones bajo este título de "El Hombre", es porque, muy probablemente, se nos han de interponer dificultades de este orden en la descripción de la visión antropológica taoísta. Es decir, nos vamos a sentir obligados a responder desde el taoísmo, no sólo a los interrogantes que el taoísmo se formula sobre la existencia humana, sino también a los interrogantes, -muy distintos por cierto-, que se plantea el hombre occidental de nuestro tiempo.
Intentaremos dar respuesta a todo ello, y lo haremos, en lo posible, sin abusar del uso de la terminología a que nos tiene habituado la antropología filosófica occidental. Vamos pues a ello.

El imperio de tianli

Conocemos ya el término "tian" con el cual se designa al Cielo en el contexto de la cosmovisión taoísta. Cuando "tian" va acompañado del vocablo "li", que significa el "principio que rige todas las cosas" o " la razon natural de los acontecimientos", se forma la expresión "tianli" con la cual se designa la Ley Natural. Con significado similar encontraremos también la expresión "tianming" -Mandato del Cielo- para significar aquello que naturalmente debe acontecer de cierta manera y que por ello resulta inmodificable.

Estamos ya tentados a preguntar: ¿Tianli es el Destino?; y es aquí donde se corren los riesgos apuntados en las consideraciones preliminares a este capítulo. Evitemos por todos los medios intentar comprender una doctrina estableciendo sinonimias de este tipo.

Cuando los maestros taoístas recurren a la mención de tianli están significando que nada ocurre en el ámbito del Ser que no sea manifestación del tao, y que por tanto, todo fenómeno existente, esta sustentado y se desarrolla, según tianli, según el principio que rige todas las cosas, con arreglo a Ley Natural.

Si así no fuera, si habría lugar para "acontecimientos caprichosos" que no tuvieran fundamento alguno o evolucionaran erráticamente, entonces quebraría toda posibilidad de asignación de sentido a los acontecimientos, sean estos del mundo inanimado como del mundo de la vida, incluído el hombre y su historia.
Es imprescindible entender el imperio de tianli sobre todos y cada uno de los procesos del universo, para poder comprender los rasgos específicos de la visión antropológica taoísta.

No sería pertinente introducir aquí, forzadamente, la dicotomía determinismo/indeterminismo, para rotular al taoísmo en una u otra posición, pero vale recordar que la cosmovisión taoísta se inspira en la percepción de un orden natural que comprende la totalidad del universo, incluídos los fenómenos naturales y acontecimientos históricos, aunque estos, a veces, se manifiesten aparentemente caóticos.

También vale aclarar, que la afinidad del pensamiento taoísta con el orden natural, no debe llevarnos a asociar el concepto de "orden" con implicaciones éticas como la idea de lo "bueno".

Tianli esta operante en todas las cosas porque todas son manifestaciones del tao, y nada puede escapar al imperio de su necesidad por que el tao todo lo abarca y nada queda fuera de él.

Ahora bien, si se identifica al tao como el Camino de la Naturaleza, (expresión usada por Alan Watts en sus cuantiosas conferencias de difusión de las enseñanzas taoístas), comprobaríamos una vez más, que todos los conceptos que vamos introduciendo para explicar el funcionamiento del mundo, ya estan comprendidos en el tao como idea originaria y fundante de toda la doctrina.

Pero es saludable que reflejemos aquí una importante controversia planteada por Toshihiko Izutsu, al expresar que cometeríamos un grave error si imagináramos que la Vía -Tao- concebida (o, mejor dicho, "encontrada") por los sabios taoístas era un Absoluto puramente metafísico. Para él, el Tao ha sido considerado también como un Dios personal, y las referencias al tao como "Hacedor-de-cosas" no debe ser considerada como expresión metafórica o figurativa del Principio metafísico. Es en esta línea de pensamiento que las expresiones Tianli y Tianming, contienen el vocablo "tian" significando el aspecto "personal" que adquiere el tao en el mundo del Ser, y que daría a ambas expresiones el valor de "Ley divina" y "Mandato divino".

La controversia queda planteada. Carmelo Elorduy, en sus Sesenta y cuatro conceptos de la ideología taoista de Lao Tse y Cuang Tzu comparte esta posición, y si bien se lamenta que en solo cuatro oportunidades, los Maestros usaron un léxico categórico para referenciar su creencia en Dios, deja sentado: "Estaban acostumbrados, más que nosotros, a personificar los seres cósmicos, por ejemplo el Cielo. (...) Es un hecho que el Tao no es sólo la razón u ordenamiento de los seres. Tiene existencia firme en sí mismo(...). Nuestro Dios es muy amoroso y gusta que se le ame. El Tao es un Dios más frio en su olímpica eminencia."

Quizás esta polémica esté contaminada por nuestra insistencia en querer rotular el pensamiento de Lao zi y Zhuang zi en términos de deísmo/ateísmo, más relevantes para nosotros que para ellos mismos. Pero de todas maneras, sea tianli ley impersonal coincidente con el tao mismo, o mandato del tao personalizado, en ningun caso el taoísmo concibe a tianli como dando lugar a acotecimientos infundados o caprichosos.

Hay que insistir en esto, porque sólo es posible entender la "tragedia humana" -como la califica T. Izutsu-, desde la perspectiva taoísta, si estamos dispuestos a erradicar (o al menos a suspender o dejar entre parentesis) la actitud opuesta: el voluntarismo.

La unidad hombre-naturaleza y las falsas dicotomías

De lo expuesto hasta aquí podría implicarse, erróneamente, que estamos ante una visión antropológica que no le otorga a los seres humanos otra calidad que la de autómatas, ciegamente sometidos a las fuerzas cósmicas. Parecería ser ésta la implicación forzosa luego de haber afirmado que nada de lo que acontece escapa a la Ley Natural, tianli.
Sin embargo, asociar el concepto de tianli en la esfera de la conducta humana, con el comportamiento automático, tal como si fuéramos marionetas del destino, responde a una lectura del mundo desde un paradigma filosófico muy arraigado en nuestra cultura pero extraño al pensamiento que estamos analizando.

Cuando la unidad hombre-naturaleza que experimentamos cotidianamente, la desmembramos a nivel del pensamiento por presiones ideológicas (filosóficas, religiosas, morales, etc.), oponiendo al ámbito humano de la la voluntad y la responsabilidad, el ámbito natural de la causalidad mecánica y la fatalidad, generamos un serio problema intelectual: ¿cómo restablecer la vinculación entre el hombre y la naturaleza separados por semejante abismo ontológico?.
En la historia de la filosofía occidental, fue Descartes quien instaló tal perspectiva dualista de la realidad humana, de la cual no hemos logrado liberarnos hasta hoy. Esto nos dificulta la comprensión de las visiones antropológicas que, por sustentar la unidad originaria hombre-naturaleza no la viven como problemática.
Desde la visión del dualismo cartesiano, en el hombre hallamos dos realidades confrontadas: su ser corporal exterior (animal) sometido fatalmente a las leyes naturales (entendidas como coherciones externas) y su ser mental interior, que piensa, siente, desea y orienta su voluntad. En esta visión dual, la mente es un fantasma emplazado en un cuerpo y la filosofía debe explicarnos cómo es posible que uno influya sobre el otro.

Para el pensamiento taoísta nuestro comportamiento no se halla vinculado a la Ley Natural por "estar aprisionados en un cuerpo" . No es por el hecho de "tener un cuerpo" que la Ley Natural nos condiciona desde fuera de nosotros mismos, permitiéndonos ser de cierta manera e impidiéndonos ser de otra distinta.
El hombre no "tiene" un cuerpo, ni "tiene" una mente.
el hombre es una unidad psico-física inescindible de la totalidad de la naturaleza.
De allí que, la Ley Natural como modalidad intrínseca de la manifestación del tao, no puede vivirse como exterior al hombre mismo. No tiene sentido postular algo exterior al tao.
Ya lo hemos señalado con anterioridad y reaparece aquí: el sentido metafísico del Uno como condición de toda existencia. Y no pudiendo haber dualidad de naturalezas, en la visión antropológica taoísta no tiene cabida lo mental (aislado de lo corporal), como un ámbito en que supuestamente se atenuaría el imperio de tianli para dar lugar al libre arbitrio.

No hay para el taoísmo filosófico un ámbito mental en el cual elegimos y decidimos con total arbitrio la conducta a seguir, y otro ámbito bio-físico, corporal, en el que deben armonizarce los mecanismos naturales con nuestras intenciones previas: Cuerpo y mente son aspectos de una misma unidad.
Tanto en el proceso de la toma de decisiones como en el de su ejecución podemos observar con igual relevancia aspectos mentales como corporales y tanto los unos como los otros se ajustan a la forma específica de manifestación de la Ley Natural en cada campo.

Descartada la necesidad de recurrir al paradigma de la dualidad cartesiana para comprender al hombre, estamos en condiciones de afirmar que cada uno de nosotros es una unidad en la Gran Unidad.
Desde este punto de vista, afirmar que la Ley Natural rige los acontecimientos humanos no significa en modo alguno que fuerzas exteriores al hombre le impone los pasos que debe dar.
Recurramos a un ejemplo: si Juan es un agricultor de bajos recursos, con familia numerosa, que ha vivido episodios muy traumáticos en su niñez y esta hoy asediado por una sequía inusual, que le crea dificultades económicas y desavenencias con otras personas. Juan se comportará, ante la situación que le aflige, como lo que el es: como un agricultor de bajos recursos, con familia numerosa, que ha vivido episodios muy traumáticos en su niñez, etc. etc.
Ninguna imposición exterior, desde fuera de lo que es, le obliga a actuar como lo hace. Ni tampoco él podrá actuar a su absoluto arbitrio independientemente de su lugar en el mundo. Parafraseando a Ortega diríamos que Juan es Juan y su circunstancia, y por tanto, Juan solo puede actúar desde lo que es.
Ahora bien, si Juan no puede a capricho llevar a cabo lo que haría un granjero rico, que ha tenido una infancia feliz, que no padece ninguna calamidad, etc., etc., es porque Juan no es ese granjero que tal vez hubiese deseado ser.
Libre arbitrio y necesidad; indeterminación y fatalidad, son conceptos que nos presentan falsas alternativas del comportamiento humano. Si tales términos dicotómicos los referimos a la unidad de la persona en si y los consideramos desde la perspectiva de la unidad originaria hombre-naturaleza, pierden su falsa apariencia de opuestos contradictorios, y se tornan meros reflejos mentales de una realidad que los supera.
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El Camino.

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El Te.

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Las enseñanzas Taoísta.

El Te

Hemos llegado hasta aquí en el desarrollo de la cosmovisión del taoísmo filosófico, explicitando el significado de conceptos que, por su vasta generalidad pareciera que eluden la experiencia cotidiana, la cual está caracterizada por la diversidad. El mundo esta poblado por los "diez mil seres", todos ellos muy diferentes los uno de los otros. El tao es inmanente a todos ellos, por cuanto todo lo que existe tiene al tao como fuente originaria. Pero en el mundo fenoménico, los distintos seres exhiben naturalezas diferentes y, consecuentemente, comportamientos específicos.

A este núcleo ontológico de cada cosa que la hace diferente de las demás, el taoísmo le ha dado un nombre: Te.

Te es lo que cada ente recibe del tao, y en virtud de lo cual cada ente particular se manifesta en el mundo fenoménico tal como es, con sus características y propiedades específicas. Desde otra perspectiva también podría afirmarse que te es el modo propio en que cada cosa participa del tao, o como lo hallamos definido en el Capitulo XII del Zhuang Zi, luego de enhebrar los conceptos que hemos venido desarrollando:

Cuando nació el Uno existía éste sin forma. Cuando las cosas obtuvieron aquello que las hizo existir, ello fue llamado te.

La palabra Te, ha dado lugar a algunas controversias interpretativas, por cuanto el significado habitual de te en el idioma chino es el de "virtud" en su significación ética, y se ha soslayado su otro significado: "energía", "fuerza", "influencia", "poder". Ello ha llevado a interpretar incorrectamente la significación de Te en el propio título del Tao Te Ching, creyendo encontrar en el "Libro del tao y de su virtud" o en el "Tratado sobre la virtud del Tao", una referencia ética, moral. Pero esta no es la intención que anima a traducir te como virtud; vale que demos paso a la sintética pero muy clarificadora explicación que da Juan Fernández Oviedo en el prólogo a su versión:

La palabra Te (...) significa eficacia, manera de adaptarse a (Tao). Ha sido traducida por virtud (en el sentido del latín clásico virtus cuya raíz vis = fuerza, del sanscrito var, no tiene connotación moral) y también por poder, términos que hemos empleado en nuestra versión segun los casos.

Digamos con Wolpin que, "la transformación de su sentido en virtud moral, o bien obrar aparece recién después, por impulso de los letrados confucianos". En idéntico sentido Richard Wilhelm ha observado en su versión: "La habitual traducción de virtud, apropiada para ciertos tratados morales posteriores no conviene para Confucio y aún conviene menos para Lao Tse ". No obstante, para quien se incia en la literatura taoista es conveniente saber que se encontrará con textos que acentúan la significación moral de las enseñazas contenidas en los clásicos del taoísmo.

A fin de reafirmar lo dicho hasta aquí, recurrimos a la autoridad del filósofo chino sontemporáneo Feng Youlan, quien en "Breve historia de la filosofía china", expone:

Según Lao Zi, del tao nacen todas las cosas. En este proceso de nacimiento, cada cosa individual obtiene algo del tao universal, y este algo es llamado te. Te es una palabra que significa "fuerza" o "virtud", tanto en el sentido moral como en el sentido extra-moral de la segunda acepción. El te de una cosa el lo que naturalmente es. Lao Zi dice:
"Todas las cosas respetan el tao y aprecian el Te."
Esto es porque el tao es aquello de donde nacen las cosas; y el te es aquello por lo que son lo que son."

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El Hombre

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La dualidad Yin Yang.

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Las enseñanzas Taoísta.

El Tao y el Universo.

El Uno: la Unidad primordial.

Si inciamos el camino desde la absoluta indeterminación del tao, como Misterio de los misterios, hacia el mundo fenoménico, debemos transitar el proceso de determinación que de cuenta de la actividad creadora del tao en cuanto origen y sustento de todas las cosas existentes.

En esta perspectiva, la metafísica taoísta se refiere al tao como Unidad Primordial , como fase en que la totalidad del Ser, en sus múltiples determinaciones, se halla latente como pura posibilidad. No podemos aún hablar del Ser, y es en este sentido que el tao se manifiesta a la comprensión ontológica como El Uno, como el absoluto metafísico que abandonando su condición de No-ser y sin admitir aún ninguna determinación particular, se dirige positivamente hacia el Ser como potencialidad.

El El Uno se asemeja a la fase paradojal a la que arriba la metafísica tradicional cuando ante la carencia total de determinaciónes particulares del Ser absoluto, se encuentra conceptualmente ante la Nada misma. Es que en la fase en que el tao es aprehendido como la Unidad Primordial, se viviencia el No-ser, lo Innominable, concluyendo como tal para dar paso al Ser, sin haber entrado aún en la fase de su manifestación. Se caracteriza El Uno como un estado latente, como un caos predominante carente de toda determinación particular. Este es el sentido ontológico que el taoismo da al Uno: es la Unidad Primordial y previa a todo lo existente.


El Dos: Cielo y Tierra

Siguiendo el despliegue del tao para explicar la fase correspondiente al principio del universo y la posterior formación de todas las cosas (a las que los chinos llaman wan wu = los diez mil seres), Lao Zi a dicho del tao:

Sin nombre es principio del Cielo y de la Tierra
y con nombre es la madre de los diez mil seres

y al exponer la dialéctica correspondiente a esta fase creativa del tao, leemos en el Tao te ching:

El tao engendra el Uno
El Uno engendra el Dos
El Dos engendra el Tres
y el Tres engendra los diez mil seres

Para el pensamiento cosmológico taoista el universo existe a partir de la autodivisión de la realidad unificada del tao . El Uno, caos originario, clausurando el estadio de No-ser, fase del tao sin nombre, da paso al mundo del Ser desdoblado en dos aspectos o soplos (qi) vitales: yang qi y yin qi . Sin esta distinción originaria que, como ya mismo veremos, se simboliza también con el concepto dual de Cielo y Tierra, no podría explicarse el surgimiento de la multiplicidad que caracteriza a los seres existentes. Y será necesario que, seguidamente al surgimiento de la dualidad , el Dos engendre el Tres como aspecto contrapuesto y armónico que garantizando la unidad esencial del mundo del Ser, de paso a la diversidad fenoménica que caracteriza a la variedad de los seres que constituyen la realidad inmediata.

Es en este contexto de la cosmovisión taoista, para significar la dualidad intrínseca a toda manifestación de lo real, base de toda concepción dialéctica y exigencia de todo movimiento y cambio, el taoísmo filosófico designa al cosmos, al universo, con un concepto dual: Tian Di = Cielo y Tierra.

Tian Di (que también se transcribe como T'ien Ti), es la totalidad de la naturaleza en el sentido del mundo material, pero sin oponerse al mundo del pensamiento, porque, en el pensamiento taoísta, tanto el ámbito de lo espiritual, singnificado por Tian = Cielo = esencia celeste, como el ámbito de la materialidad, significado por Di = Tierra = sustancia terrestre, son atributos de una misma identidad cósmica: el tao en su aspecto fenoménico.

Y este concepto dual con el que caracterizamos en esta fase al conjunto del mundo del Ser desde su consideración cosmológica, es también inmanente a todos y cada uno de los seres que conforman la realidad, puesto que Cielo y Tierra aluden en el plano metafísico a los dos aspectos actuantes en todo cuanto existe: yang y yin .

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Ying Yang

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Los aspectos del Tao: Ser y No-ser.

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Las enseñanzas Taoísta.

Los aspectos del Tao: Ser y No-ser.

Hay que recordar incesantemente: las referencias al Tao han de ser siempre paradojales, contradictorias. No hay modo de significar lo absoluto sin forzar el lenguaje hasta enfrentarlo con la lógica. Ya hemos reconocido que, si despojamos a la realidad fenoménica -al ser- de todas sus determinaciones, con el propósito de llegar a la idea del ser puro, del Ser con mayúscula, terminaremos por toparnos con más absoluta indeterminación: la Nada. Surge entonces la pregunta: ¿Es el Tao la no-existencia que conceptualiza la metafísica de occidente como la Nada? Ya podría anticipar a esta pregunta una respuesta negativa, pero una exacta comprensión de la cuestión requiere profundizar en la significación que tienen los caracteres Wu y You en chino y, más específicamente, en el contexto del Tao te ching. El doctor José Ramón Alvarez, de la Universidad de Fujen, Taipei, Taiwan, explica esto con suma claridad:

"Encontramos aquí dos conceptos claves en el taoísmo: el Wu y el You. A la hora de traducirlos se presenta un problema, porque los términos No-ser y Ser, que ordinariamente se usan, se presentan a equívocos, ya que su estructura metafísica no coincide con los conceptos de Ser y No ser (Nada) de las filosofías occidentales.
Wu y You no se niegan, sino que se complementan. Entre You y Wu no existe prioridad ontológica, y Wu no es la carencia de You. Wu y You no son más que dos aspectos metafísicos del Tao.
You (Ser) representa el aspecto del Tao en cuanto principio del mundo fenoménico y como tal es el comienzo y vida de todos los seres, es la madre de todo el universo. Desde el punto de vista del You conocemos las apariencias, las manifestaciones de lo real, lo fenoménico en cuanto fenoménico.
Wu (No-ser) representa el aspecto del Tao en cuanto origen y fundamento oculto de todo lo real, que se manifiesta en lo fenoménico. Desde el punto de vista del Wu conocemos las maravillas de la realidad, la esencia, lo no fenoménico de lo fenoménico.
Pero, You y Wu no son dos principios distintos ni opuestos, sino que tienen el mismo origen y son solo dos nombres distintos de una misma y única realidad: el Tao."

De la cita efectuada surgen dos precisiones. Por una parte, lo que el pensamiento taoísta conceptualiza como No-ser (Wu), no es la Nada, entendida como no existencia. Hablamos de No-ser por cuanto está más allá de cualquier determinación particular del Ser, y porque, precisamente por ello, se torna insondable para el pensamiento lógico. Sólo en ese restringido sentido de no poder ser imaginado o lógicamente conceptualizable, el No-ser, como aspecto del Tao, se podría identificar figurativamente con la Nada.
Por otra parte, el doctor Alvarez da su interpretación en el sentido de que el Tao es abarcativo del Ser (You) y del No ser (Wu), porque ambos sólo son aspectos diferentes del Tao. Afirmar esta identidad del Tao con Wu y You, es tomar una posición particular dentro de la crítica taoístas. Otros comentaristas del Tao te ching, como bien lo recuerda el profesor José Ignacio Preciado Ydoeta, han deducido la identidad del Tao solamente con el Wu, negándole la doble naturaleza (tal el caso de Yang Rong-guo). Pero coincidente con la postura del Dr. Alvarez, el Profesor Preciado Ydoeta, escribe, en referencia al pensamiento del filósofo contemporáneo profesor Ren Ji-yu:

".... el dao [tao] es wu ming (no tiene nombre) y wu xing (no tiene forma); lo que tiene forma (you xing) y por tanto puede tener un nombre (you ming) son las cosas concretas limitadas. El dao, aunque sin forma y sin nombre, es la raíz de todas las cosas con forma y con nombre. Por eso dice [Ren] que el dao también es you".

Introduciéndonos en la cosmovisión taoísta

En toda la extensión de la obra taoísta se hace referencia al tao con variadas denominaciones. Ello puede parecernos contradictorio, por cuanto, al iniciar nuestro discurso sobre el tao lo calificamos como innombrable, pero, precisamente por ser lo Innombrable, ninguna etiqueta particular lo abarca, y se hace necesario recurrir a distintos apelativos para significar los aspectos diferentes de su naturaleza. Con ello no se supera la dificultad apuntada al comienzo, pero, admitiendo la polisemia básica del discurso taoísta, y no esperando que los términos empleados sean portadores de significados conceptuales rígidos, se puede avanzar en la aproximación comprensiva de la cosmovisión taoísta.
No debe perderse de vista, que textos como el Tao Te Ching se hallan inspirados en experiencias extásicas y no son el resultado de un esfuerzo especulativo deliberado. Por tanto, en tal contexto, las palabras tienen como función primordial testimoniar lo experimentado y, solo secundariamente comunicar algo mentado. Y es en este sentido que los diferentes términos empleados para testimoniar la vivencia interior del tao, no son un mero recurso expresivo, no son sinónimos, sino que cada uno apunta a una dimensión significativa distinta.
Esta constelación semántico metafísica, hilvanada sistemáticamente, es la que permite hablar de una cosmovisión taoísta. Si esta cosmovisión implica en algún sentido una referencia al origen y evolución del universo -desde una perspectiva cosmológica, temporal-, o si sólo debe ser concebida como de alcance puramente metafísico -desde una perspectiva ontológica, atemporal-, no debiera esto constituirse en asunto polémico. En mi opinión, en la cosmovisión taoísta hay indiscutibles referencias a la temporalidad que dejan entrever una vocación cosmológica; de igual manera que, al hablar de la realidad del tao en su identidad con lo Absoluto, debe hacérselo desde lo supratemporal, en sentido metafísico. Es por esto que, sin entrar en esta polémica por ahora, pasaremos a referirnos a la constelación de conceptos que conforman el núcleo de la cosmovisión taoista.
El tao primigenio:Misterio de misterios y Puerta de todas las maravillas
En la cosmovisión metafísica taoísta se destacan tres aspectos primarios de lo Absoluto: xuan, wu y you.
Ya hemos intentado explicar por qué se predica del tao el No-Ser (wu) y el Ser (you). Intentaremos ahora referirnos al aspecto más trascendente y fundamental del tao, al que no podemos acceder por la vía lógica, porque trasciende a la razón misma y no puede ser significado por el lenguaje: se le denomina xuan, misterio.
Como bien lo observa Toshihiko Izutsu, se emplea la palabra xuan toda vez que Lao Zi se refiere al "Tao en su aspecto de Absoluto metafísico, incógnito e incognoscible, más allá del Ser y del No-ser". Este es el punto de partida de la cosmovisión taoísta. Partimos del Misterio de los misterios, del aspecto primigenio del tao, del que nada podemos decir, e iremos avanzando hacia la existencia de todas las cosas que pueblan el universo.
Por que partiendo de El emergerán todas las cosas que pueblan el universo y el propio espacio-tiempo que lo contiene, Lao zi le llama "Chung miao zhi men",Puerta de todas las maravillas y "Xuan pin" Hembra misteriosa. El tao en su fase xuan es también el punto de retorno de toda especulación cosmológica. ¿Por qué afirmamos que el tao, en este estadio primordial, está por encima del Ser y del No-Ser?. Siguiendo a Zhuang zi admitimos que el Ser se origina en el No-ser, a partir de aquello que no admite ninguna determinación particular y que como tal, podemos calificarla como Nada ; luego el Ser, lo manifestado, lo determinado, es la negación de ese estado que calificamos como Nada; el Ser en su génesis es No-Nada. Pero concebir lo Absoluto, como Misterio de misterios, es ir más allá de estos conceptos duales, negandólos a ambos, superándolos: ¿cabe que hablemos, como lo haría Zhuang zi, de la No-No-Nada, o su equivalente el No-No-No-Ser? Es evidente que la conceptualización lógica no es la vía idónea para acceder al estadio primigenio del tao.

Fuentes:

La página del Tao


viernes, 12 de octubre de 2007

Vivir segun el Tao.

Como se ha visto, toda posible conducta, sea cual fuere, no escapa de la influencia de Tao. El sabio cae en la cuenta de ello y así apacigua su corazón, de ese modo vive en paz, situándose en el lugar y tiempo que él considera le corresponde. Sin embargo, ¿cómo entrar voluntariamente en consonancia con el Tao? Conocer la azarosa regularidad de Tao permite adecuar libremente las propias acciones, sincronizándolas con el fluir de lo existente. En ello reside la virtud máxima. Ser uno con el fluir del Tao y recibir de él su impulso y su fortaleza. Pero ¿cómo saber que Tao no es solamente una "idea" o una "invención" diseñada con el fin de consolar a los seres humanos ante lo irremediable de la vida? Es claro, tal como los más diversos sabios lo han observado desde el origen de la humanidad, que hay una constante en el mundo, que hay algo que a pesar de todo permanece. Eso que permanece no es otra cosa que el movimiento, el cambio, la transformación. Siguiendo el antecedente aportado por C. G. Jung, en uno de los prólogos a la edición del I Ching de R. Wilhelm, en donde Jung explica que al habérsele solicitado un prólogo para el mencionado texto, no tenía idea de como llevar a cabo la tarea. Jung optó por preguntar al Oráculo aquello que lo inquietaba, a saber, qué es el Oráculo. El I Ching le respondió a Jung y éste hizo la interpretación de la respuesta obtenida. En este trabajo procederemos de manera similar, aún bajo el riesgo de ser tachados de "poco rigurosos". ¿Por qué preguntar al I Ching sobre cómo vivir según el Tao? El Oráculo es también llamado "Libro de las mutaciones" porque en él se hallan plasmados los 64 modos de cambio que se dan en el mundo, y cada uno de esos modos se basa en una figura llamada hexagrama (conjunto de seis líneas) que se calcula tirando tres monedas seis veces, sumando cada vez los puntos de cada moneda, según hayan caído bajo la figura "águila" o "sol".

El "Libro de las mutaciones" se refiere a todas las formas posibles de mudanza, cambio o transformación. Estas caracterizaciones del cambio se fundamentan en la observación de la naturaleza que se practicaba en la antigüedad. Así, los cambios en las estaciones, las correspondencias entre los tres principios fundamentales del mundo -Cielo, Tierra y Hombre-, la temporación de las actividades agrícolas, los ciclos naturales propios del ser humano, son la base sobre la que se sustenta el Oráculo. De esta forma, el Oráculo puede ser consultado para tratar de decidir qué actitud tomar frente a alguna situación; puede consultarse cuando uno se encuentra en alguna encrucijada en donde no se sabe bien qué camino es el que hay que tomar. El Oráculo, al contener los movimientos básicos de la naturaleza y de las formaciones sociales humanas, aclara el plano situacional desde donde se le pregunte, acota los rasgos de las circunstancias y les da un nombre y ciertas tendencias en lo relativo a su desenvolvimiento. El consultar el Oráculo para tratar de acercarnos al cómo vivir según el Tao, se justifica además en el hecho de que este texto es fundamental tanto para la doctrina confucionista como para la taoísta en su vertiente "filosófica".

¿Cómo actuar según el Tao?

En tu propio día encontrarás fe.

49. Ko - La Revolución (La Muda)

Tui, Lo Sereno, el lago Tui, Lo Sereno, el Lago
Li, Lo Adherente, el fuego Li, Lo Adherente, el Fuego

La piel del animal muda en el transcurso del año. El signo se compone de fuerzas antagónicas que se combaten mutuamente como el fuego y el agua, tratando de destruirse.

La revolución es el último recurso cuando ya no queda otra salida. Al respecto debe procederse de un modo correcto causando alegría y evitando, mediante el esclarecimiento, los excesos. Es necesario dejar de lado motivos egoístas y subsanar la miseria de los otros. Los tiempos cambian y con ellos las exigencias. Así cambian las estaciones del año. "
En el lago hay fuego:
El fuego abajo y el lago arriba se combaten y se destruyen recíprocamente. Así también en el transcurso del año tiene lugar una lucha de la fuerza luminosa con la oscura, que repercute en las revoluciones de las estaciones del año. El hombre se hace dueño de los cambios de la naturaleza cuando reconoce su regularidad y distribuye en forma correspondiente el curso del tiempo. Con ello se introduce el orden y la claridad en el cambio, aparentemente caótico, de las temporadas y uno puede tomar anticipadamente las previsiones necesarias, de acuerdo con las exigencias de las diferentes épocas.
(I Ching)

Revolución significa transformación, significa eliminación de lo ya envejecido. El sabio, según este texto, encuentra fe y confianza en la muda, en el cambio, porque al modificarse se confunde con lo recto del fluir propio de Tao haciendo así justicia. El Tao origina los cambios en la medida en que todo está contenido en él y él es, en sí mismo y a la vez, oposición y superación de la misma. Tao origina los cambios, pero éstos se dan en el Cielo, la Tierra y el Hombre, dando así lugar a las cuatro estaciones del año, a las diversas transformaciones de las sociedades humanas así como a las transformaciones propias del individuo "particular". El tiempo de revolución es un tiempo de renovación que se basa en leyes fijas. Según el comentario de R. Wilhelm al texto del oráculo, las leyes de la revolución son:

1. Aguardar (para la acción) el momento exacto en el tiempo.
2. Proceder de modo adecuado con el fin de conquistar la simpatía de los demás seres humanos y así evitar excesos y extralimitaciones.
3. Es necesario que uno sea correcto y esté libre de intenciones egoístas de cualquier índole.
4. El cambio debe corresponder a una necesidad real.

Conclusiones

A lo largo del presente escrito se ha expuesto cómo es posible referirse a una ética desde el punto de vista taoísta. En realidad no pretendemos que pueda hablarse de una moral taoísta, pues el "código moral" del Tao es bastante general y más bien se trata de un proyecto mínimo de conducta, en la medida en que no plantea restricciones fuertes ni tampoco una lógica de castigo/recompensa. Sin embargo parecería que hay, por lo menos, dos formas de acercarse a la ética basada en Tao: la primera forma sería la conducta cotidiana propia del hombre común que si bien puede no estar al tanto del fluir de Tao, sus actos y en general su vida se mantienen de todas formas bajo el influyo de Tao, del que nada escapa. Así, sin darse cuenta, el hombre común vive inmerso en el impulso Tao. La segunda forma estaría representada por la existencia del sabio, mismo que está al tanto del modo de ser de Tao y se explica al mundo a partir de este principio. La vida del sabio tiene una finalidad distinta al simplemente ser partícipe de Tao y dejarse arrastrar por su fluir. La finalidad del sabio no es simplemente vivir según el influjo Tao, sino imitar a éste. En el imitar a Tao, el sabio encuentra la fuente de la virtud y la felicidad. El sabio, en este sentido, practica una ética diferente de la del hombre común, en la medida que sus actos tienden hacia la virtud, es decir, hacia el conocimiento y la imitación de Tao. Es fundamental el hecho de que, para vivir según Tao, el sabio debe cambiar, debe "revolucionarse", desechar de sí lo anquilosado, limpiar los vestigios de emociones que podrían sustancializar la experiencia, es decir, propiciar demasiado apego a ciertas cosas, personas y/o situaciones. Eso significa en última instancia "la muda": el cambiar, el saber despedirse de todo y dejarlo correr con el sentido del tiempo-Tao. En la propia transformación, se da la confianza (fe) de estar en consonancia con la Totalidad/Unidad. Se da la fe por saberse en el gran movimiento que produce los cambios en las épocas y juntamente cambian las exigencias y las actitudes que mantienen los seres humanos. Una de las claves parecería estar en el hecho de "saber aguardar el momento oportuno para la acción". Este fenómeno implica otros, como son, en primera instancia, la observación cabal de los procesos del mundo tanto humano como natural para poder esclarecer el orden inherente a tales procesos. El esclarecimiento de las regularidades y los ciclos permite, tal como lo hace el I Ching, acotar la situación abriendo posibilidades para su desenvolvimiento. Aunque finalmente, y aunque lo más fundamental permanece oculto, se trata más bien del arte de cómo saber qué acción corresponde a qué circunstancia. Y bien es verdad que muchas veces el sabio taoísta prefiere la no-acción (Wu-Wei) a cualquier clase de acción, ya que aún sin actuar se da cabal cumplimiento a Tao. Así, la cuestión parece ser ahora: cómo saber cuando sí actuar, y cómo saber cuando las acciones son innecesarias.

Fuentes:
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Etica Taoísta.

En el texto que es por algunos llamado la "Biblia del Tao", es decir, el libro de libros del taoísmo, el "Tao Te Ching" , Lao-Tze expresa la comprensión taoísta del mundo así como sugerencias de cómo vivir, cómo actuar, como pensar. En esta obra se encuentran plasmadas las enseñanzas que Lao-Tze propone para la acción humana. A lo largo de sus páginas se da una gran crítica de los lujos, de la educación, de los deseos, del gobierno y de la guerra. Es sobresaliente la forma poética y oscura con la que se expresa la sabiduría; poeticidad y oscuridad que permiten un gran número de interpretaciones. ¿Qué interpretación puede ser la interpretación correcta? Quizá la esencia misma de las enseñanzas taoístas es el principal impedimento para dar con "la interpretación correcta". Querer encontrar una "interpretación correcta" proviene de el deseo de conocer racionalmente. Pero el taoísmo se aleja en muchos sentidos de las finalidades racionales. Por ello Lao-Tze afirma:

"Cuando el Tao se pierde, surgen la rectitud y la bondad. Cuando el conocimiento y la sagacidad aparecen, hay grandes hipócritas. Cuando las relaciones familiares no son armoniosas, se habla de hijos filiales y padres devotos. Cuando hay confusión y desorden en los pueblos, se habla de amor a la patria. Allí donde está Tao, reina el equilibrio; Cuando Tao se pierde surge la falsedad".

Es la pérdida del "camino", la pérdida del Tao, lo que motiva que los hombres alberguen la necesidad de llegar al conocimiento racional. Y es también la pérdida del Tao lo que propicia que surjan los valores morales en tanto tales, decir, el olvido de Tao pervierte en cierto sentido la relación que originariamente había entre los seres humanos, así como la relación entre éstos y la Naturaleza. Quizá la moral sea, en este caso, el olvido de Tao (del Ser). El sabio taoísta chino llega al saber sin conocimiento racional mediante la observación fiel de la naturaleza y su acontecer que se guía según el modo de ser de Tao, pues éste es la naturaleza misma, a la vez que la trasciende. Tal como lo fue para los primeros filósofos griegos, la contemplación de la naturaleza es la máxima fuente de inspiración para la sabiduría y la acción moral. El sabio chino observa los movimientos del mundo, las transformaciones que se operan en el universo y de ellos extrae las enseñanzas para el buen vivir sabio y virtuoso, que no tiene nada que ver con la virtud y la sabiduría tal y como las entendemos en nuestra cotidianidad contemporánea.

La virtud está enlazada esencialmente con la sabiduría, pues es necesario conocer el sentido de Tao para poder adecuar las acciones humanas al curso del acaecer del universo, y así llevar una vida virtuosa. Conocer el curso de la naturaleza y las regularidades que se dan en la transformación de ésta, da la pauta para la acción correcta que es acción virtuosa al mantener la consonancia con el sentido de todo lo existente. Sin embargo, la idea de conocimiento no tiene que ver con el carácter meramente racional de éste, sino que conocimiento en este caso es sabiduría, es decir apertura a lo real, es ante todo una actitud que revela al mundo, es una actitud que muestra, quizá de manera intuitiva y por ello más originaria, la ley que todo lo gobierna sin gobernarlo.

Entonces, la sabiduría es posibilidad de la virtud, pero también es ya una actitud virtuosa, no se trata de que sea el medio, algo que pueda utilizarse, para llegar a la virtud. Por el contrario, la actitud propia de la sabiduría es la virtud. Sabiduría no es "razonar" ni virtud es actuar "bien", sino que ambos, virtud y sabiduría son apertura y develación de lo real. En este sentido, virtud y sabiduría son cierta manera de comprender y experimentar el ser en general y el ser de los entes, por lo que para el sabio chino la virtud, el saber y el ser son tres momentos de la Unidad que es Tao.

¿En qué consiste entonces la acción esencialmente virtuosa? La acción virtuosa es la que más se asemeja a Tao. Para asemejarse a Tao es necesario ser sabio y así fluir por la senda de éste. Para ser sabio no es necesario "poseer" conocimiento, ni ser erudito, antes bien "El sabio no posee un 'yo' propio: hace del "yo" ajeno el suyo."
Esto quiere decir que no posee una personalidad sólida e inmutable, sino que más bien se adapta a las circunstancias que se van ofreciendo a su paso y no les opone resistencia ni pretende modificarlas a su antojo. Esto no significa el abandono total ni tampoco la impotencia, pues el sabio, dice Lao-Tze, sí actúa, pero sin actuar, es decir, sin luchar ni resistir la dirección y el sentido de lo existente. La sabiduría consiste, entre muchas cosas, en no intentar modelar al universo, pues es claro que esto difícilmente se consigue, y el intentarlo sólo deforma lo existente. Es necesario imitar el modo de ser de Tao, que siempre está inactivo pero no por ello hay algo que no haga, pues es la inacción la forma más perfecta de acción y es a ella a lo que debe aspirar el hombre sabio.

El pensamiento taoísta no propone una moral rígida, un código que deba ser cumplido necesariamente, aunque sí propone algunas conductas deseables para lograr la paz espiritual. La finalidad de la "moral" basada en Tao no es lograr la "bondad" actuando de manera preestablecida, sino actuar según las circunstancias teniendo como guía unos cuantos principios muy generales para así lograr la pacificación de la mente y el corazón.
El primer principio es la no-acción, porque al liberarse del deseo de actuar se alcanza la paz espiritual. Pero aún liberándose del deseo de actuar y no actuando, lo que tiene que ser hecho se realiza por obra de Tao. El que actúa carece de la humildad suficiente para reconocer que sus fuerzas son infinitamente pequeñas, en cambio, el que se reconoce como débil se torna fuerte al montarse sobre el poderoso fluir del Tao. El sabio es aquel que más que actuar "bien" se rige en sus actos por una lógica de la economía de energías, pues ¿para qué malgastar las propias fuerzas en contra del mundo cuando se puede fluir juntamente con el poder de Tao que todo lo gobierna? Así, el principio de la no-acción implica el reconocimiento del lugar que al ser humano le corresponde en el mundo, es decir, implica la humildad. Así, el sabio

Practica la no-acción, emprende lo no factible, gusta lo insípido. El Sabio desea no desear y no aprecia lo difícil de conseguir. No aprendiendo, aprende; pero analiza lo que a otros pasa inadvertido. Así, deja las cosas crecer por sí solas y no se aventura en la acción. (...)Luego el Sabio no emprende grandes cosas, y alcanza la grandeza.

No apreciar lo difícil de conseguir significa dejar de lado la ambición, olvidándose de sí para sobrevivir de manera natural. El antiguo hombre de Tao, dice Lao-Tze, era cauto "como quien cruza un arrollo en invierno"; era prudente "como quien teme a su vecino"; era modesto "como un huésped"; flojo, "como el hielo que se deshace"; sencillo "como madera no trabajada aún"; vacío "como un valle" y oscuro "como las aguas turbias". Es necesario renunciar al conocimiento para no tener dolor, y es necesario también renunciar a los valores morales que ocultan y violentan el modo de ser propio del mundo y las cosas por no estar en consonancia con Tao, sino que pretenden ordenar las acciones de los hombres según ciertos modos ideales de actuar. En este sentido, los principios propuestos por Lao-Tze no son suficientes, por lo que es necesario que el ser humano actúe libremente. El sabio chino tiene plena confianza en que sin actuar o actuando libremente se cumplirá cabalmente el sentido de Tao, tiene fe en las fuerzas que observa en el mundo y le hablan de la ley de todo lo existente. Sin embargo, la fe taoísta es hasta cierto punto contradictoria, pues es una fe en Tao, pero Tao es un "vacío difícil de colmar", es la "profundidad" origen de todas las cosas, es lo hondo lo abismal. Es, expresándolo en un lenguaje más contemporáneo, el "fundamento sin fundamento", el "desfondamiento", el "abismo" del que habla Heidegger. En este sentido, Tao podría ser también la pura posibilidad, posibilidad abierta que se autoregula cíclicamente de manera azarosa.

Así, la fe del sabio chino es una fe cuyo "objeto" se esfuma en tanto presencia, traduciéndose por ello en una fe en las señales que podrían inferirse de la existencia de Tao, y aún más: Tao permanece fuera del alcance de la palabra, de la racionalidad por lo que Tao es mas bien una multiplicidad de huellas azarosas que a pesar de la indeterminación y de la adireccionalidad del impulso Tao, parecen tener ciertas regularidades, cierto orden. El azar necesario o la necesidad azarosa: es Tao esa mezcla de indeterminación/determinación que hasta el día de hoy sigue asombrándonos y se anuncia casi inefable en los problemas que la ciencia no ha resuelto, como son el origen del universo y el origen de la vida: "¿Por qué existe todo lo que existe?" Nos preguntamos con las armas de la ciencia y la filosofía en las manos y, tal como lo observó Heráclito, "La naturaleza ama el ocultarse": las respuestas son eclipsadas por el fluir de la totalidad.

El sabio chino tenía fe en el azar y su necesidad, tenía fe en el abismo que todo lo nutre y del cual surge todo. La acción del sabio por ello no podía estar constreñida por un puñado de reglas morales necesarias, de "imperativos categóricos" válidos para sujetos trascendentales "en todo tiempo y lugar". El taoísmo hasta aquí observado, no propone tampoco un vivir de conformidad con lo socialmente esperado, ni propone un ideal de vida emanado del sentido común vulgar y sus habladurías. ¿Quién conoce cabalmente las profundidades de Tao como para decir: "esto es lo bueno y esto es lo malo"? Incluso el sabio, humilde y mesurado, desconoce la hondura de Tao, y tampoco él está plenamente en posibilidad de afirmar tajantemente ningún bien o mal, pues se da cuenta de que:

"Entre el sí y el no ¿cuál es la diferencia? Entre el bien y el mal, ¿cuál es la diferencia? Sin embargo, es difícil no temer lo que otros temen".

Sí y no, bien y mal encuentran su unión y disolución en Tao del que nada escapa. La diferencia radica más bien en que hay algo que "se hace" y algo que "no se hace" en la comunidad humana, pero tal distinción no es originaria sino derivada de la posibilidad misma de Tao. Nada está al margen de Tao, de allí que lo que fenoménicamente se da como bueno o malo, es en realidad el Tao mismo manifestándose de diversos modos.

Así:
"Aunque el hombre obrase mal, ¿por qué rechazarle? Por eso el Sabio es siempre un salvador del hombre, Y no rechaza a ninguno; Es un salvador de las cosas, Y ninguna es rechazada. A esto llamamos doble entendimiento. Luego el hombre bueno es el maestro del malo, Y el malo, la ocasión de la bondad; Y aquél que no estime a su maestro, Y no ame a la ocasión de la bondad, Aunque diligente, estará confuso. En esto reside la sutileza esencial".

No hay hombre ni situación que pueda juzgarse de manera definitiva e inflexible, pues el mal es ocasión de la bondad, es posibilidad de bondad. El sabio con el hombre bueno, obra bien, pero también con el hombre malo; es justo tanto con el justo como con el injusto, pues considera a todas las cosas como siendo manifestaciones del Tao. En este sentido, el hombre sabio está más allá del juicio moral, porque Tao lo contiene todo sin adueñarse de nada, sin dominarlo. El sabio actúa como Tao: educando sin palabras y no dominando nada. Pero ¿por qué si todo es modelado y guiado por Tao, y en esa medida todo es igualmente digno, el sabio se afana en lograr un cierto modo de vida? Desde el punto de vista del Tao, cualquier acción puede ser igualmente digna porque todo se da siendo en Tao, así la acción "moralmente buena" o la acción "moralmente mala" , pierden el carácter de diferenciación axiológica si se las contempla desde el Tao. Pero el sabio aspira a un modo de vida distinto, no porque sea mejor o peor que los otros modos de vivir, sino porque tiene la libertad de decidir el camino de su vida y la forma en que quiere él autoconstruirse. El sabio busca crearse a sí mismo como hombre de paz, prudente, mesurado y humilde, pero no porque ello sea ontológicamente o axiológicamente "superior", sino porque así lo ha decidido él. Ninguna regla de conducta, ningún código moral puede abarcar la omnisciencia de la ley de Tao, de allí que se proponga, ante la insuficiencia de las normas, dejar al hombre actuar en libertad.

Fuentes:
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