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jueves, 4 de octubre de 2007

El Guerrero.

Lo que más le importa a un guerrero es ser impecable ante sí mismo. Ser impecable significa vivir con precisión y con toda la atención. Lo que hacemos para llegar a comprendernos a nosotros mismos es la cosa más noble que podamos hacer. Es erradicar de la mente la codicia, el odio y la delusión. Establecer en nosotros mismos la sabiduría y la compasión amorosa. Es algo difícil y poco común y requiere ser muy impecable. Eso no supone irse a una cueva en el Himalaya, sino antes bien, cultivar las cualidades de la mente que conducen a la plenitud y a un estado despierto en todo momento.

Un guerrero es valiente. No se queda cerrado con ideas preconcebidas sobre cómo son las cosas. No cree ciegamente. Quiere experimentar la verdad por sí mismo. Es lo suficientemente valeroso como para experimentar y aceptar las consecuencias, y no quedarse apocado por distinciones estrechas del pensamiento. Tiene el valor para experimentar, investigar, explorar lo que ocurra.

En la práctica de la meditación se requiere y se desarrolla el valor del guerrero. Se necesita valor para estar sentado cuando hay dolor, sin evitarlo o enmascararlo; para sentarse y afrontarlo plenamente, superando nuestro temor.

Hace falta valor para morir, para experimentar la muerte del concepto de un yo. Experimentar esa muerte mientras vivimos requiere el coraje y el valor de un guerrero impecable.

Debemos se capaces de recibir la fuerza y el entendimiento que viene del silencio, de parar el diálogo interno. Mientras siga el diálogo interno permaneceremos en la prisión de las palabras.

No se necesita un esfuerzo sobrehumano para practicar la renuncia; sólo se requiere energía para superar nuestra inercia y nuestros viejos hábitos. Cuando hacemos ese esfuerzo, experimentamos un alivio en la mente que viene de soltarse de los apegos. De vivir con simplicidad, de una vida sencilla, de no necesitar o poseer demasiado, vienen la satisfacción y la paz.

El desarrollo del conocimiento intuitivo no viene de pensar sobre las cosas, viene del desarrollo de un silencio en la mente en el que es posible una visión clara, ver claro. Hay un repentino ¡Ajá! ¡Así es como son las cosas! Es una comprensión repentina y sin palabras. Tiene certidumbre porque no es el producto de un pensamiento o una imagen sino más bien una percepción clara y repentina de cómo son las cosas.

Tres pilares del Dharma: Parami:

En el lenguaje pali existe la palabra parami. Parami significa la fuerza acumulada de la pureza en la mente. Todo momento en que la mente está libre de codicia, odio y desilusión tiene cierta fuerza purificadora en el flujo de la consciencia; y en nuestra evolución hemos acumulado muchas de esas fuerzas de pureza.

Esa palabra parami a veces se traduce al castellano como mérito. Pero así puede ser fácilmente mal interpretado como hacerse merecedor de una medalla por tus buenas acciones. Pero es más bien la fuerza de la pureza en la mente y conllevan la felicidad en sí misma.

Hay tres pilares, tres campos de acción, que cultivan y fortalecen los paramis. El primero de ellos es la generosidad. Dar es la expresión mental de la no codicia en la acción. No codicia quiere decir soltar, no retener, no agarrarse, no aferrarse. El Buda dijo que si supiéramos como él cual es el fruto de dar, no dejaríamos pasar una sola comida sin compartirla.

Los resultados kármicos de la generosidad son la abundancia y unas relaciones profundamente armoniosas con otras personas. Lo que nos tiene cautivos es el deseo y el aferramiento de nuestra propias mentes. Al practicar la generosidad aprendemos a soltar.

Hay tres tipos de donantes. Los donantes mezquinos. Dan después de pensarlo mucho, y aún así dan las sobras, lo peor de lo que tienen. Finalmente puede que compartan algo que en realidad no quieren.

Donantes cordiales son las personas que dan lo que ellas mismas usarían. Comparten lo que tienen y sin tener que deliberarlo tanto, con las manos más abiertas.

Los donantes supremos son los llamados donantes regios, que ofrecen lo mejor que tienen. Comparten espontáneamente y al momento, sin necesidad de deliberarlo. Dar es algo natural en su conducta. Comparten fácil y cariñosamente lo que más estiman.

Para algunos dar es difícil. No importa. Sencillamente empezamos a practicar dondequiera que nos encontremos. Todo acto de generosidad va debilitando poco a poco el factor de la codicia. Y por medio de la práctica todos podremos convertirnos en donantes regios.

Debemos cultivar la generosidad con compasión y amor por todos los demás seres. La generosidad es un gran parami; es el primero en la lista de perfecciones de un Buda. Y cultivarlo es la causa de una mucha felicidad en nuestras vidas.

El segundo pilar es la moderación moral. Esto significa seguir los cinco preceptos básicos.

La resolución de seguir los preceptos nos servirá de recordatorio cuando estemos a punto de cometer algún acto incorrecto. Toda acción correcta, toda abstención de actividad nociva, produce lucidez y claridad. Seguir esos preceptos morales como norma de vida nos mantiene lúcidos y claros.

A este nivel de comprensión, los preceptos no se toman como mandamientos, sino que se siguen por el efecto que tienen en nuestra calidad de vida. No hay imposición en sentido aluno porque son la expresión natural de una mente clara. Ellos liberan a la mente del remordimiento y la ansiedad.

El tercer pilar de actividad purificadora es la meditación. la meditación se puede dividir en dos corrientes principales. La primera es el desarrollo de la concentración, de la capacidad de la mente para permanecer quieta en un objeto, sin agitarse o vagar. Pero la concentración por sí sola no basta. La segunda es el cultivo del conocimiento intuitivo. Eso quiere decir ver claramente el proceso de las cosas. Todo es transitorio y fluye, surgiendo y desapareciendo momento a momento. Nacemos y morimos instante a instante. No hay nada a que agarrarse, nada a lo que aferrarse.

Desarrollar el conocimiento intuitivo quiere decir experimentar el fluir de la transitoriedad en nosotros mismos, de forma que empezamos a soltar, a dejar de aferrarnos tan desesperadamente a los fenómenos de la mente y del cuerpo.

La sabiduría es la culminación del sendero espiritual que empieza con la práctica de la generosidad de la moderación moral y el desarrollo de la concentración. Todo empieza a salir al nivel consciente. Y por medio de la práctica de la atención, de no aferrarse, de no condenar, de no identificarse con nada, la mente se hace más lúcida y libre.

Por último, no te desanimes por el divagar de los pensamientos o por las ensoñaciones. Cada vez que tengas conciencia de que la mente divaga, tráela de nuevo a la respiración o a las sensaciones. No importa las veces que ocurra esto. Se suave contigo mismo. Se perseverante. Aunque no sea visible, está teniendo lugar una gran transformación.

martes, 2 de octubre de 2007

El miedo.

"La única arma del Guerrero ante el miedo, no es la supresión del mismo, sino el temple"

Si existe un asunto eternamente presente en la vía del guerrero, ese es el miedo. El miedo puede ser el aliado más poderoso de un guerrero. Cuando encuentra su justo lugar, el miedo previene los desastres, avisa a incautos, elude peligros, preserva la vida. Sin embargo, dejado a su libre devenir, como ocurre con toda fuerza, el miedo tiende a saturarse de si mismo hasta el límite. El miedo se torna entonces en un peligro en si mismo, capaz de inhabilitar al que lo padece, bloqueando toda reacción positiva.

Reaccionar contra el miedo puede convertirse en si mismo en un peligro. Algunas personas sobreactúan bajo presión, haciéndolo de forma desmedida bajo una situación de apremio. Esto es especialmente peligroso cuando quien sufre esta circunstancia es un agente de la seguridad, pues según las leyes, están obligados a responder de forma "proporcionada" al peligro.

Reacciones desmedidas de pánico pueden provocar daños físicos. La rigidez que acompaña a estos procesos deviene de un estado de alta tensión, que puede llegar a bloquear completamente al afectado y que es capaz incluso de producir roturas fibrilares, luxaciones y hasta alteraciones en el equilibrio de la estructura ósea, fruto de la tensión.

La respuesta, el arma única del guerrero ante el miedo, no es la supresión del mismo, sino el temple. El miedo es una emoción natural, es parte indispensable del sistema defensivo con el que la naturaleza nos ha dotado, no puede ni debe ser suprimido. El miedo no es pues el enemigo, sino el descontrol que provoca si no se le pone coto.

En todos los procesos iniciáticos y desde luego en las Artes Marciales, el miedo es continuo objeto de trabajo personal para el adepto. El miedo al dolor, a la derrota; el miedo a la propia agresividad, a la propia impotencia; el miedo escénico en un examen; el miedo a lesionarnos, etcétera, forman todos ellos parte de las muchas formas de expresión del miedo con las que podemos encontrarnos en la práctica de las Artes disciplinarias. Unos son miedos "físicos", otros psíquicos, como el miedo al ridículo en sus muchas manifestaciones. Una de ellas es la del complejo de "pato mareado" que tiene lugar en las primeras fases de la iniciación y que tan bien describió el profesor Paniagua en su libro "Artes Marciales: El equilibrio Cuerpo Mente". El estudiante intenta repetir los movimientos copiando lo que observa, pero se reconoce incapaz de coordinarse. Su imagen proyectada en el espejo, le devuelve una impotente realidad que no le place en absoluto. Las tradiciones Marciales mas dispares afrontan esta cuestión a través de la experiencia, poniendo al adepto ante sus límites para ayudarle a superarse. El miedo no desaparece, pero se atenúa, adquiriendo incluso una dimensión cotidiana que le resta su mayor poder, ya que no hay mayor miedo que el miedo a lo desconocido.

Para lograr un sistema de aprendizaje eficiente, la naturaleza combinó en nosotros dos fuerzas opuestas: la curiosidad y el miedo, el pavor a lo desconocido. El valor atribuido a los humanos en conjunto, se confunde las más de las veces, con su innata curiosidad por experimentarlo todo. Una inquietud que sin duda, pagaron con su vida muchos antepasados y que vemos repetirse frecuentemente en nuestros niños, para espanto de padres y educadores. La osadía no es, sin embargo, el remedio ante el miedo, pero si su contraparte. Con ello quiero decir que no es siempre la mejor alternativa contraponer valor a miedo. Nada, absolutamente nada podrá sustituir la templanza para lograr manejarlo.

Dado que el mayor de los continentes del miedo es la ignorancia, podemos decir que éste es asimismo análogo a la oscuridad. La mayor parte de los miedos desaparecen cuando una luz se enciende e ilumina ese espacio donde habitan nuestros monstruos personales, todos ellos siempre superiores a cualquier posible realidad. Conocimiento unido a experiencia, ¡he aquí una receta infalible para desarrollar la vacuna contra el miedo! Pero no siempre podemos prevenir las situaciones donde nuestro oscuro aliado puede aparecer. Son infinitas las situaciones en las que el pánico puede intentar adueñarse de nuestro ser y nadie puede vacunarse contra todas. Por ello, los guerreros de iodos los tiempos afrontaron la cuestión bajo el mismo paradigma: El que se ponga a sí mismo en la peor de las situaciones, nunca perderá la iniciativa. El entrenamiento adquiere, de esta manera, una nueva dimensión, la de interiorizar el ejercicio mismo del hecho de afrontar el pánico, en lugar de hacer de alguna manifestación concreta del miedo, el objeto del aprendizaje. Familiarizándose con e miedo y sus consecuencias, los adeptos ingresan en un camino de comprensión de los mecanismos que conforman e síndrome conocido como "miedo". Un síndrome no es sino un conjunto de síntomas y un guerrero los afronta bajo e principio táctico de "divide y vencerás". Cuando no podemos enfrentarnos a un enemigo superior nos retiramos, pero s nuestras fuerzas lo igualan podemos presentar batalla. Dado que el campo de batalla en el asunto del temor es uno mismo, el equilibrio de poderes va a depender de cómo usemos nuestras fuerzas. Existen acciones específicas que alientan a nuestro enemigo; cada acción que lo fortalece a él, en la misma medida nos debilita a nosotros; pero este principio es igualmente cierto a la inversa, por lo que la actuación de la mente es particularmente decisiva en esta batalla.

El temple es en si mismo un acto de poder que ralentiza las funciones, mientras el miedo provoca siempre una aceleración de las mismas (jadeo, corazón desbocado, tensión en el diafragma que lo bloquea, subida del centro de gravedad, calentamiento de la cabeza, etc....) Por ello, el guerrero templado, sistemáticamente detiene la primera acometida aminorando su frecuencia respiratoria y lo hace poniendo el acento en la expulsión del aire antes que en la toma, sin olvidarse de atender al control de ese irrefrenable impulso a contraerse que indefectiblemente, acompaña al disparo de la adrenalina.

"Todo camino del Guerrero pasa por la integración de la muerte y la vida, por el adecuado uso del miedo, como la mas poderoso arma en el camino del conocimiento"
El miedo y la energía Agua

El miedo es para la filosofía Oriental la emoción perversa de la energía "agua". Por ello, siempre se ha dicho que el miedo reside en los órganos y vísceras agua del cuerpo, es decir, en el riñón y la vejiga. Obviamente, cuando decimos riñón o vejiga en el contexto de la medicina Oriental, no nos referimos solo al órgano que con tal nombre describe la anatomofisiología en Occidente, sino que incluye otras partes orgánicas tales como las glándulas suprarrenales, cuyas funciones poseen una intrínseca relación, perfectamente descrita por la medicina Occidental, con los síntomas y reacciones fisiológicas del miedo. El color análogo propio de la energía Agua es el negro y evidentemente, su estado elemental hace relación al frío y la humedad. Es curioso como incluso en Occidente, todo ello está perfectamente familiarizado con nuestra particular mitología. Una típica escena de miedo en una película se produce de noche, en una ambiente húmedo, incluso con niebla, preferentemente frío y desde luego oscuro. ¡He ahí el perfecto hábitat de fantasmas, monstruos y muertos vivientes! Asimismo, la energía agua rige los huesos y toda película de terror que se precie, no puede dejar de contar con un esqueleto.

Los meridianos de vejiga y riñón discurren en gran parte de su recorrido hacia abajo por la espalda (vejiga) y hacia arriba (riñón) por la parte trasera de las piernas, comenzando en el dedo gordo del pié (interior). Las piernas, la locomoción y toda la parte inferior del cuerpo está bajo la regencia de la energía Agua, algo que no nos debe asombrar, pues la dirección natural de la misma es la de ir hacia abajo y hacia adentro. Cuando el agua asciende lo hace de forma pérfida y la presencia de tal movimiento indica una disfunción corporal. Por ejemplo, cuando hay retención de líquidos, estos tienden a ascender dilatando los tejidos de las piernas primero e inundando todo el resto después. Asimismo para que la función correcta del agua se produzca y por lo tanto, para que la función positiva del miedo tenga lugar, hay que evitar que ascienda. La expresión "me quedé parado" describe frecuentemente una situación de pánico. El tren inferior debe activarse en positivo, evitando bloquearse. Un perfecto ejemplo de ello lo encontramos en el Arte de torear. En la lidia, la quietud es sin duda un logro, pero esta debe exudar una profunda relajación, desprender una sensación de natural desmayo en los movimientos de los pies. De hecho, el torero en el embroque con el toro debe adelantar su pierna trasera, un acto esencial para que la hondura del temple tenga lugar y que es conocido como "cargar la suerte". Curiosamente, el miedo, si está presente, no solo bloquea la acción de las piernas y las vuelve rígidas, temblorosas, debilitadas, sino que si favorece algún movimiento es desde luego el opuesto, el del paso hacia atrás.

El movimiento positivo de la energía agua es la fluidez. Para afrontar el miedo hay pues que actuar al contrario de lo que él desea, reconociendo y neutralizando sus síntomas, añadiendo las deficiencias que provoca. Como el opuesto complementario de la energía Agua es el Fuego, no está nunca de mas poner un poco de "fuego positivo" como remate de nuestra estrategia. Entusiasmo, conocimiento, luz, alegría y risas ¡muchas risas!, todas ellas energía fuego positivo, son magníficos antídotos al miedo. Existe en la tradición Shinto un conocido ejercicio para "alejar los fantasmas". El ejercicio en cuestión consiste en golpear las palmas firmemente al frente, a la par que repetimos ¡HA!
La muerte, el paradigma del miedo

Pero sin duda, el paradigma del miedo es el del miedo a la muerte. La muerte es la puerta de lo desconocido y como hemos visto, aquello que se esconde tras el velo de la oscuridad y el desconocimiento es el territorio propicio del temor. Por ello, la muerte es sin duda, el principal ingrediente del camino del guerrero en cualquiera de sus versiones. La muerte negra representada por el astado en las corridas de la "Tauro-magia", el frío corte de la katana del Samurai. Al propio reino de Hades rodeado de aguas, se llegaba en la barca de Caronte.

La muerte fue y ha sido el asunto central de la Vía del Guerrero. La muerte simbólica. La muerte real. La muerte alegórica representada en el fin de una etapa, el cinturón negro como conquista de las tinieblas, como afirmación de que nunca éstas tomarán tu Hara, como símbolo de que has conquistado un trocito de tinieblas en tu camino hacia la luz en la que el tiempo convertirá de nuevo tu cinturón en blanco.

Para los Samurai, la forma de afrontar la muerte era integrarla. "Nadie puede matar a quien ya está muerto". Los Samurai entregaban su vida devotamente al servicio de su señor, su vida ya no les pertenecía, de forma que éste podía en cualquier momento reclamarla, ordenándoles que ejecutaran seppuku, el suicidio ritual, mas conocido en Occidente como Hara Kiri (cortar el Hara). Su táctica era drástica y no era otra que la de ponerse mas allá del alcance del miedo retirándole completamente su mayor poder, el del miedo a la muerte. Aquel acto de poder que no garantizaba totalmente el verse libre de todo miedo, pues otros temores incomodaban a los Samurai, como el del miedo al fracaso, a no cumplir adecuadamente sus órdenes, el miedo a la deshonra, etc....

Como dice Sun Tsu, solo aquel que no tienen nada que defender puede no ser derrotado y dado que la vida, tal como enuncia la Biblia, es en sí misma "vanidad", el soporte último del miedo es el ego mismo, la importancia personal. En la vía del guerrero de Carlos Castaneda, el miedo es la constante de su entrenamiento. La muerte se convierte en la consejera y la fluidez, el desapego, (agua positiva) son logros indispensables.

En los actuales tiempos de exceso de energía Fuego, una de las consecuencias es el defecto de Agua. Los riñones del personal deben estar hechos fosfatina, pues el miedo campa a sus anchas esclavizando a millones de personas hacia todo aquello que prometa algo de seguridad. Las aseguradoras no son las que menos jugo sacan al asunto, pero no debemos olvidar tantas otras estancias del poder que viven de ello. Enfundados en sus batas blancas e investidos con los mismos atributos con los que la Reina de Inglaterra consagró a James Bond, los sacerdotes de la ciencia médica se aseguran de ofertar grandes remedios para alejar la muerte. Entretanto, la muerte apartada de nuestra cotidianidad, como si con ello la pudiéramos conjurar, se convierte en una presencia incómoda, un molesto invitado a la mesa de los nuevos dioses, los hombres. Ellos se consagran a las frívolas promesas de eterna juventud, de la infinita adolescencia por el bisturí o de la liposucción de sus excesos; la negación de la vejez, siempre considerada por los humanos fuente de sabiduría y respeto, es hoy algo molesto a ocultar en residencias, donde sin los necesarios estímulos aislados del mundo, los ancianos degeneran hacia lo vegetal.

Cuando a la muerte se le quita su valor como continuo acicate del aquí y ahora, como impulso para vivir con decisión e intensidad cada momento, se le resta toda su virtud, reduciéndola al simple pavor del vacío, del no ser, convirtiéndola en la indeseable y terrible convidada al banquete de los vivos. Todo camino del guerrero pasa por la integración de la muerte y la vida, por el adecuado uso del miedo, como la mas poderosa arma en el camino del conocimiento.


Articulo relacionado con este tema:
El miedo y la Danza Cósmica de Shiva.

lunes, 1 de octubre de 2007

Las armas del guerrero.

Los antiguos mexicanos tenían la costumbre de arropar sus conocimientos y sabiduría a través de la poesía y la parábola. La metáfora poética fue el lenguaje fundamental para expresar complejos conceptos filosóficos sobre lo impronunciable, lo inconmensurable, lo sagrado y lo divino.
Las armas del Guerrero fueron simbólicamente "flor y canto", entendiendo por "flor" el amplio concepto de la belleza. Y el "canto", entendido como la sabiduría humana. De este modo los filósofos, además de ser pensadores tenían que ser poetas. Para entender el pensamiento filosófico de los toltecas, debemos compenetrarnos con las formas poéticas y metafóricas de la expresión de su conocimiento.

"Brotan cual esmeraldas,
tus flores,
oh dador de la vida.
Tus cantos reúno
Como esmeraldas los ensarto:
Hago con ellos un collar:
El oro de las cuentas está duro:
Adórnate con ellos.
¡Es en la tierra tu riqueza única!"
(Colecc. de Huexotzingo.)

La belleza es consustancial a la sabiduría. La sabiduría humana busca fundamentalmente la trascendencia espiritual y la belleza, es el modo de expresión del espíritu. Es por ello que el arte, es el lenguaje por excelencia del espíritu. El punto que une lo divino con lo terreno, el cielo con la tierra, lo abstracto con lo concreto, el espíritu con la materia.
La belleza es el jardín donde brotan las hermosas flores del espíritu, y estas flores nacen entre bellos cantos que salen de los más profundo de un corazón sensible, sosegado y luminoso. Este es el misterio de "flor y canto" y éstas son las armas del Guerrero.
El potencial del Guerrero radica en tres grandes pilares. La sensibilidad, la responsabilidad y la disciplina.
La sensibilidad es el potencial común a todos los seres vivos, desde el mismo planeta Tierra, pasando por el ser humano, hasta una insignificante bacteria. Todos los seres vivos poseemos sensibilidad y aunque es intrínseca a todo ser vivo, lo que hace la diferencia es la "conciencia de ser" que posea el ser vivo, de ahí que unos y otros tendrán mayor o menor "sensibilidad". De esta manera diremos que todos los seres humanos tenemos el mismo potencial de sensibilidad, la diferencia es que unos lo desarrollan más que otros a partir de su conciencia.
La responsabilidad existencial viene de lo más profundo del ser humano. En efecto, todos poseemos una "doble conciencia". Una que es "nueva" y que opera en el mundo de "afuera", en lo cotidiano. La otra que es "muy vieja" y opera desde lo más profundo de nuestro ser. La primera es "nerviosa, insegura, ignorante y violenta". La segunda es "tranquila, segura, muy sabia y serena".
La primera es la que actúa en el mundo de todos los días es, "esa persona que vemos en el espejo". La segunda es, "ese ser interior infinito y trascendente" que generalmente es ajeno a nosotros mismos y está alejado de los asuntos cotidianos de nuestra vida, pero que a final de cuentas, es lo más importante.

El aliado del Guerrero es aquella ancestral conciencia que vive temporalmente en lo más profundo de nosotros y que es el ser trascendente en camino a la Luz del infinito. Uno de los desafíos más difíciles del Guerrero es entablar un "dialogo" con "ese otro yo antiguo" que habita en lo más profundo de nosotros mismos, cultivar una amistad para que él, sea el consejero para la toma de decisiones más importantes de la vida. Cada individuo esta compuesto de estas dos partes, ninguna es más importante que la otra, las dos se complementan.
La diferencia de un Guerrero y un "ser común" es que el Guerrero llega a la totalidad de si mismo a través de unir en equilibrio "sus dos partes". Las dos partes de uno se necesitan para crecer, pues ese ser interior "lo sabe todo", el problema es que no lo consultamos y muchas veces lo evadimos. Con la sabiduría de nuestro "aliado" sabremos siempre lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer. No puede vivir el ser cotidiano, sin la sabiduría del ser trascendente y éste, no puede existir sin el ser cotidiano. Un par de opuestos complementarios.
La disciplina es el tercer elemento que permite construir el arsenal del Guerrero. Pero no nos referimos a disciplina militar, no es obedecer a un tercero ciegamente, sin pensar ni decidir personalmente. Por el contrario, la disciplina para un Guerrero, es un acto intimo y privado, fruto de una comprometida decisión ante la vida. La responsabilidad es un logro personal, porque una persona que sabe lo que tiene que hacer, necesita la "fuerza de voluntad" para hacer lo que debe hacer y no hacer, lo que no debe hacer. Ser una persona disciplinada y no serlo, es tan sólo una actitud ante la vida. Existen personas que les gusta tener encima a otra, que con un látigo se haga responsable de su vida. Existen otro tipo de personas que no toleran que alguien siempre les este diciendo, que hacer y que no hacer, de ese tipo de personas están hechos los Guerreros.
La disciplina interior, nace producto de una actitud ante la vida, de la toma de una decisión; pero requiere que se cultive, se fortalezca y acrecenté. La disciplina es una intención premeditada, conciente y continua, que poco a poco va generando una poderosa fuerza interna a la que llamamos "voluntad". El Guerrero va desarrollando, poco a poco, un "intento inflexible" por transformarse así mismo y poco a poco, empieza a notar cambios sensibles en su interior y en el mundo que le rodea. Sin esa fuerza los seres humanos somos partículas de polvo en el vendaval de la vida enajenada.
Uno de los grandes logros de nuestra ancestral cultura es la humildad. En efecto, la humildad deviene de la sabiduría. Cuando una persona es sabia, en consecuencia es humilde, e inversamente, en cuanto más ignorante es un apersona, más prepotente y arrogante es. Para que una persona sea humilde, se requiere mucho trabajo y poder interior. Implica el conocimiento y el control interno.

El Guerrero es invulnerable porque no tiene nada que defender. La arrogancia, la presunción, la prepotencia, la importancia personal, requieren de una "defensa" de lo que creemos, suponemos o deseamos imponer a los otros sobre nuestra persona. La humildad purifica no sólo el alma, sino el entorno en el que se mueve el individuo. El Guerrero no tiene que aparentar, defender, o fortalecer nada sobre su persona. El Guerrero trata de pasar inadvertido en medio de una multitud, pues su humildad no es fingida. Él sabe qué es lo que en verdad busca en la vida y por lo que tiene perfectamente claro, que es lo que no quiere y además sabe que la muerte lo puede encontrar en cualquier esquina, en cualquier momento, sin anuncio previo llega el golpe seco y demoledor de la guadaña.

Otra de las armas del Guerrero es encontrar su "centro dinámico". En el universo todo es movimiento, no existe nada estático. La diferencia es el nivel de vibración. Una montaña, una ballena, un ratón o una bacteria, cada uno de ellos vibran armoniosamente con "el inconmensurable", la diferencia es la frecuencia.
En ese sentido, la vida de los seres humanos, se puede ejemplificar muy bien a través del movimiento de una rueda.
Cuando la persona se encuentra alejada "de su centro", cuando vive "descentrada", el movimiento en torno al centro será muy grande y más lento que en el centro. Cuando un Guerrero encuentra su centro dinámico a partir del trabajo interior en la vida cotidiana, su movimiento será mucho más rápido y al mismo tiempo parecerá que no se mueve. Esa velocidad en el "reposo" le permite al Guerrero proyectar una imagen de tranquilidad, serenidad y aplomo, a pesar de que su ser este muy revolucionado interiormente.

De esta manera, el Guerrero, no vive en estallidos de euforia, depresión o enojo. El estilo del Guerrero es la fluidez, la humildad y la amabilidad. El Guerrero no trata "de ser alguien", por el contrario, el Guerrero se diluye a través de entender el verdadero significado de la vida, porque sabe que el mundo material es sólo la apariencia inmediata, lo trascendente esta en el mundo del espíritu y lucha fieramente por ese conocimiento, "como un tigre, como una águila".
El conocimiento del espíritu no se expresa con palabras. El conocimiento del espíritu es una actitud ante la vida, un estado de ánimo, una intención sostenida e inflexible. Una forma de vivir, de enfrentar el mundo y la vida, una forma de morir.
El Guerrero se ha comprometido a "florecer su corazón" en su "Batalla Florida" y se entrega de lleno a la vida espiritual interior en medido de la vorágine cotidiana. No huye de la vida exterior ni sucumbe a ella, sólo la usa.
Pasa inadvertido, escoge sus batallas, acecha y actúa. No busca que lo reconozcan, lo admiren o lo comprendan. El Guerrero ha creado su mundo interior en busca de la Luz del espíritu y no desea nada del mundo aparente, toma lo mínimo que necesita y se desvanece hasta perderse en la nada.
Es por ello que otra de las características del Guerrero es su silencio. Los seres humanos comunes se la pasan hablando todo el tiempo y no dicen nada. Hablar es un acto compulsivo para no sentir su vacío. Es por ello que actúan sus pensamientos convertidos en palabras. Hablan palabras ajenas, envenenadas, huecas. El Guerrero en cambio mantiene un silencio interno, que le permite entrar en contacto con el universo que le rodea y con el "Ser Interior", que ha convertido en su aliado. El Guerrero no es un parlanchín y mucho menos una persona presumida.

Aquel que se diga Guerrero o presuma de serlo, con ello demostrara dos cosas. Que no lo es y que además, es mentiroso.

Una de las armas más eficaces del Guerrero, es el saber que le es muy difícil cambiar y salir victorioso en su Batalla Florida. Lo que hace verdaderamente a una persona ser un Guerrero, no es su perfección. Por el contrario, lo que lo hace ser un Guerrero, son precisamente sus imperfecciones, la conciencia de ellas y la lucha permanente para borrar de su personalidad estas aristas cortantes, que generan el dolor y el desgaste energético. A los seres humanos nos es muy difícil cambiar y cuando lo hacemos, generalmente es producto de un gran dolor, que al conmocionar permite el cambio. El Guerrero sabe que le es muy difícil cambiar y sí fracasa en el intento, no se desmorona y abandona la intención, por el contrario, la paciencia es uno de los requisitos para ser Guerrero, pues sólo con una infinita paciencia y humildad, se puede mantener una lucha de toda la vida, sin miedo a fracasar y reintentarlo cuantas veces sea necesario.
Finalmente, el arma más poderosa del Guerrero es el desapego. En efecto, lo que hace vulnerable y débil a los seres humanos es el apego a las personas, los sentimientos, los deseos, las ideas y los objetos. El instinto de posesión, que en alguna medida es necesario, los mercaderes lo han desarrollado en forma desproporcionada en las masas embrutecidas. Las personas pretenden llenar su vacío existencial comprando o poseyendo. Pero cuando el Guerrero a través de su conciencia, se puede desprender de todo cuanto le rodea, se convierte en un ser invulnerable, en una persona poderosa. Su poder radica precisamente en que no quiere ni desea nada. Puede prescindir de todo, si es necesario, y no abusa, ni se excede. El Guerrero no se atasca en las voluptuosas redes del "tener" o el placer. El Guerrero no tiene nada y sin embargo, nada le hace falta. Toma y usa lo que requiere y nunca maltrata, perjudica o deforma el mundo que le rodea.
Sin embargo, la pérdida al terror de la muerte es su mejor logro en esta vida. No se puede tener consciencia de la vida sin tener consciencia de la muerte. Para apreciar la vida, debemos tener consciencia de la muerte. La muerte material significa el inicio de la vida eterna espiritual. Todos los seres vivos tendremos que morir. Tener que vivir sin haber vivido una vida verdadera, propia y fuerte, es verdaderamente aterrador y doloroso.
El Guerrero sabe que esta luchando permanente y cotidianamente por vencer a la inercia de la materia y a las "entidades de la noche", que pretenden acabar en el ser humano la luz del espíritu. Él sabe que en cualquier momento se pude ir y que la guadaña de la muerte no avisa, de modo que siempre esta dispuesto para enfrentar ese grandioso momento. Pero él sabe que una vida que se ha dedicado a la "Batalla Florida", es una vida que cuenta, que aporta y que trasciende. Él sabe que jamás llegará a tocar la Luz del espíritu, pero no puede vivir sin luchar afanosamente todos los días por lograrlo, pues entiende que no existe mejor tarea en el mundo, que esa precisamente. Esta lucha le da significado a su vida.

Quetzalcóatl es el símbolo de la serpiente que representa a la materia y al espíritu. La serpiente emplumada. La primera que se arrastra en el polvo del mundo terrenal y la segunda que logra desplegar sus alas, producto de su bello plumaje de quetzal, para buscar el origen celestial y divino de su existencia. El Guerrero vive el drama cósmico de la "serpiente emplumada" en carne propia y encuentra la trascendencia existencial en la "Batalla Florida". El resultado lo tiene sin cuidado. Ser Guerrero de la Muerte Florecida, es ir en la vida sin miedo y sin ambición, con un rumbo en el horizonte y con los ojos puestos en el alto cielo. Es difícil encontrar una mejor forma de vivir.


miércoles, 26 de septiembre de 2007

El comportamiento del Guerrero

1) El hombre corriente; el hechicero negro

"Para ti, el mundo es extraño, porque, si bien no te disgusta, estas en desacuerdo con él. Para mí, el mundo es extraño por prodigioso, pasmoso, inconmensurable".


El hombre corriente funciona únicamente con la razón. Ha aprendido, desde su nacimiento, una descripción del mundo que cree definitiva. Sus ideas son las ideas de los demás. La vida del hombre corriente no es más que un montón de hábitos e ideas imbricadas de las que no es autor. Este hombre vive y lucha por las ideas de los demás, y morirá con la íntima convicción de haberlo agotado todo. El hombre corriente no imagina un solo instante que tiene la posibilidad total de cambiar su vida y de combatir sus propios combates. La razón, la idea colectiva, son sus únicas referencias. El cambio con que se le adormece no es en absoluto un cambio: es la modificación inevitable y permanente de una representación ilusoria de la que es sujeto sumiso, hoja a merced del viento. Todos los cambios que anhela no son otra cosa que modificaciones internas de esta representación racional, y nada más.

El hombre corriente no puede hacer otra cosa, en tanto que hombre corriente, que intentar hacer a los hombres semejantes a él: no forzosamente a su idiosincrasia, sino a este "hombre social" del que se le ha persuadido que es el único que existe: que su conocimiento es el único válido, excluyendo, de esta manera, toda otra forma de percepción. No hace sino transmitir lo que le ha sido transmitido; nadie es "responsable" de este estado de hecho: la ilustración racional despliega sus propias posibilidades, y el hombre encadenado desde su nacimiento se convierte a su vez en el guardián del otro.

Así, este hombre anodino, el hombre corriente -todos-, es descrito por Don Juan como un temible demonio: es el policía abusivo y vigilante que, inconscientemente, impide toda evasión, toda elección hacia el poder y la libertad.

2) El guerrero

Transformar esta maravilla en razonamiento no sirve absolutamente para nada. Aquí, a nuestro alrededor, se encuentra la eternidad misma. Intentar reducirla a una absurdidad manipulable no sólo es mezquino, sino francamente desastroso.

No volver a vivir como un hombre corriente, no ser más un hechicero negro, no ser ya un vampiro para con uno y para con los demás, eso es comportarse como un guerrero.

¿Qué es, pues, un guerrero? El guerrero es un hombre que considera su vida como un desafío, y no como una costumbre enojosa. Para ello debe, necesariamente, olvidar su identidad social, para no ser la imagen diseñada por los demás.

Se puede ya decir que el guerrero privilegia el sentimiento a expensas de la idea recibida. La razón es, en efecto, la sociedad en nosotros. No olvidemos que Aristóteles, el Filósofo por excelencia, es decir, el hechicero negro vigilante, definió al hombre como un animal social y un animal racional, lo que viene a ser lo mismo. La expresión idea recibida es de hecho un pleonasmo: toda idea es recibida. El sentimiento ya es más íntimo. En realidad, en todos se anticipa a la idea, pero la tarea de los hechiceros negros consiste en ahogar el "Sentimiento" mediante el pensamiento (y no el sentimentalismo, que es, por el contrario, ampliamente cultivado).

El temperamento del guerrero corta la mierda, dice Don Juan; esta declaración categórica indica que el guerrero realiza desde el principio la separación del Sentimiento de entre las ideas. Poco importa lo que tú ves. Lo importante es lo que sientes.

El guerrero no quiere ser una presa, ni de sus semejantes, ni de las ideas que éstos propagan (lo que viene a ser lo mismo).

En el desierto es donde, acompañado de Don Juan, realiza Castaneda el aprendizaje de la caza. Don Juan le demuestra que sólo puede ser cazado quien cae en la rutina, ya sea animal u hombre. Nuestros semejantes pueden fácilmente atacarnos si somos acechados accesibles a sus ideas. El guerrero debe, pues, ser cazador para no ser cazado. Qué caza el guerrero? Sus propias debilidades, es decir, su tendencia a dejarse arrastrar por los hábitos de sus semejantes.

Son, en efecto, nuestras rutinas las que nos hacen disponibles, localizables, en consecuencia, explotables. Una vez encadenados por las opiniones de los demás, por el papel que ellos quieren hacernos jugar construyendo de esta manera nuestra "personalidad", que no es sino la reivindicación servil y vanidosa de nuestra inscripción en este presidio no tenemos otra opción que la de responder a sus expectativas. La urgencia prioritaria del hombre que se convierte en guerrero es la de transformarse de caza en cazador, de juguete pasivo en estratega activo.

11) La locura controlada

El guerrero considera al mundo como un misterio sin límites, y lo que hacen los hombres como una locura sin nombre.

Todos los actos de los hombres son locura, o más bien son percibidos como locura por quienes ya no creen en el sentido de los actos ordenados por la razón. Los hombres actúan según las reglas que juzgan normales, con fines que estiman necesarios, justos, buenos, y llaman locura a los comportamientos extrarracionales. Volverse loco es perder la razón. Luego, el uso de la razón también es locura: esta normalidad, la razón entera, la explicación racional de las cosas, no es más que locura. Los actos y la vida de los hombres nada significan propiamente: la gente se pasa la vida envejeciendo, y su vida, a pesar de los credos ilusorios a que se afearan, nada significa para ellos ni para nadie.

Los actos de los hombres corrientes son sólo ruido y furor, como dijo Shakespeare El dramaturgo había así intuido que el mundo no es sino un teatro y los hombres actores. El guerrero no percibe las cosas de distinta manera. Sus actos también son locura, pero como él no cree, es una locura controlada.

Con todo el mundo se sirve Don Juan de su locura controlada; todo lo que hace es locura controlada, lo cual no significa que no sea sincero, sino que sus actos son sólo los de un actor. Para mí dice- no hay ni una sola cosa que sea importante, y menos mis actos que los de cualquiera de mis semejantes. A pesar de ello, continúo viviendo porque es mi voluntad... Mi voluntad controla la locura de mi vida.

El guerrero que ha anulado la importancia de las cosas, si escoge vivir, no puede considerarlo como una locura; pero como ejercita una elección que su voluntad dirige, su locura esta controlada. El hombre que está bajo el control de su razón, no se controla; por eso su locura no está controlada, y su lado siniestro no puede apenas ser compensado por su lado alegre: el hombre ordinario no cree estar loco; sus actos son endiabladamente serios! El guerrero elige actuar, debe creer sin creer, como hemos visto. Su acto es puramente gratuito, y él sabe que todos los actos pretendidamente serios son también gratuitos. Tus actos dice Don Juan -, así como, de manera general, los de tus semejantes, te parecen importantes porque has aprendido a pensar que son importantes.

Sí, pero entonces hay que agarrarse a algo. Como ya hemos visto, el guerrero no se agarra a nada; en nada se parece a esa gente que ha pretendido abrumar a su generación haciendo el vacío (qué vacío tan ilusorio!, y qué pérdida de tiempo!) y que, beoda, se agarra a algún mito movilizador, lo que prueba que se ha quedado convertida en hechiceros negros deseosos de creer, es decir, de comer el alimento que trafican sus semejantes.

La locura controlada es el deber creer; la locura no controlada es la creencia. Una cosa es importante cuando se nos ha dicho así y nosotros, solamente, balamos con el rebaño: es el es necesario creer en algo. Pero ACTUAR con todo su ser sin creer y sin conceder la menor importancia a lo que se hace, pero con toda la perfección que da un perfecto control y un perfecto abandono, es un acto de águila solitaria. Es la única manera desinteresada de actuar, y el guerrero debe actuar sin esperar nada a cambio. (Cabe decir que este desinterés nada tiene que ver con un acto caritativo, que da buena conciencia.)

Y este desinterés es vulnerabilidad, y placer sin límites. Si la palabra nobleza tiene sentido, no puede significar más que eso.

Mi risa dice Don Juan- como todo cuanto hago, es real. Pero se trata también de locura controlada, porque es inútil. No cambia nada y, sin embargo, yo siempre río. No habiendo nada más importante que cualquier otra cosa, el guerrero escoge cualquier acción y la ejecuta como si le importase. Su locura controlada le hace decir que concede importancia a lo que hace, le hace actuar como si cada acción la tuviese verdaderamente, y, sin embargo, él sabe que no la tiene. De esta manera, puesto que ha realizado sus acciones, se siente en paz. Que sus acciones hayan sido buenas o malas, acertadas o no, no le concierne en manera alguna.

La locura controlada hace que el guerrero no se ate a nada: El ama aquello que quiere, pero se sirve de su locura controlada para no interesarse... Amar a la gente o hacerse amar por ella no es lo único que podemos hacer en cuanto que hombres. Este amar que nos tira de las orejas no es sino una forma de vampirismo. Amar lo que se quiere y no atarse es también no atar a quién se ama: es la manera más noble de amar. El guerrero puede dar curso libre a sus sentimientos a condición de que no crea, es decir, que no se ate. Sus sentimientos son su locura controlada, deseo sin deseo, y él pasa a otra cosa sin dejar la menor huella.

Y Don Juan añade que su locura controlada se aplica sólo a si mismo y a sus semejantes. En suma, la locura controlada permite pasar a través de la locura de sus semejantes sin ilusión, sin apego; sirve, dice Don Juan, para poder reír siempre.

(Una intuición próxima a ésta se encuentra en un escritor como Jacques Vacher: el humor describe es la sensación de la inutilidad teatral y sin alegría en absoluto. El humor tal como se experimenta es distinto de la jovialidad benevolente o malévola de los hechiceros negros. Esto es ya una visión de la falta de importancia de las cosas).

El guerrero, no perteneciendo ya al mundo y a sus semejantes, escoge, sin embargo, ejercer y, en apariencia, actuar como ellos. La única diferencia radica en que él equilibra su espíritu controlando su locura, mientras que los hombres en general mueren locos.

12) El temperamento del guerrero

El temperamento del guerrero exige el control de sí a la vez que un completo abandono de sí.

Un guerrero no puede dejarse coger desprevenido; todo lo que emprende lo hace estratégicamente. El guerrero no deja nada al azar: Los cazadores deben ser hombres con una excepcional posesión de sí mismos. Dejan al azar lo menos posible.

Y sin embargo, el guerrero, borrando de su alrededor toda certeza, no sabe en absoluto lo que va a ocurrir: Es una situación misteriosa y apasionante. Nadie sabe por dónde saldrá el conejo; ni siquiera nosotros.

Don Juan se limita a seguir las indicaciones del poder para mostrar a Carlos Castaneda la senda justa. Su perfección le sitúa en condiciones de interpretar lo que decide el poder, pero no sabe nada por adelantado.

Lo que guía al guerrero es su determinación inflexible, de la que nada puede apartarle, pero que puede también desviar cualquier cosa. Esta determinación inflexible es el designio del guerrero. Su designio y su inflexibilidad no consisten en aferrarse a cosas que sólo existen en nuestros pensamientos. Las convicciones adormecen y nos vuelven tímidos. El universo es misterioso y nosotros somos tan misteriosos como él; de esta manera el guerrero rechaza toda explicación: permanece alerta en su mundo, su único mundo, espantoso e inconmensurable. Y su decisión, cuando es tomada ante su muerte, es irrevocable ya que solamente las decisiones de un inmortal pueden ser anuladas, objeto de duda.

La ausencia de referencias de un mundo familiar, la total toma de responsabilidad del hombre que rehusa abandonarse, hacen que el guerrero combine el control y el abandono. No puede ceder al pánico, pues no se cree importante y confía en sí o, al menos, en su poder. Su radical receló frente al mundo descrito se traduce en confianza en sí mismo, en su espíritu de hombre: ése es su deber creer. Debe concentrarse en sus dones sin la menor vanidad ni la más mínima falsa modestia, ya que en un mundo donde le acecha la muerte, en nada han de afectarle esos escrúpulos mundanos.

Para que Carlos Castaneda se convenza y lleve a cabo esta importante combinación, Don Juan le coloca frente a una situación muy peligrosa: de noche, en el desierto, Carlos Castaneda es perseguido por un puma. Se libra muy bien y Don Juan le felicita: Te has abandonado hasta un cierto punto y, al mismo tiempo, te has controlado hasta un cierto punto. Trepar esta pared en la oscuridad exige que izes tu cuerpo a pulso y que, a la vez, te abandones. Es lo que yo llamo el temperamento del guerrero.

El abandono y el control son la combinación perfecta de la acción, del activo y del pasivo de la inspiración y de la expiración (Lin Tsi, maestro Ch'an, incita a sus aprendices a aguantar firme y a soltar); del cálculo y de la audacia, de la desconfianza y la confianza. La desconfianza crea control, la confianza, abandono. Desconfianza hacia el mundo, confianza en sí mismo. Y la confianza en sí del guerrero no es la del hombre medio: el hombre medio depende de sus semejantes, mientras que el guerrero sólo depende de sí mismo. La confianza en sí mismo hace que estemos seguros de las cosas. El guerrero no es en absoluto un ser calculador y pusilánime; tampoco es excesivo y temerario. Sólo ejerce su valor a sabiendas, al igual que un general que tiene toda la suerte de su parte y que deja el resto al destino. El guerrero no está jamás seguro de sobrevivir, pero todo lo hace con este fin: no para sobrevivir como una rata, ni para atracarse, sino como un guerrero. Y si su destino es perecer, está preparado. Por eso no puede comportarse como un chiquillo llorón. Acepta siempre su suerte, sea cual sea. Sabe que nadie hace nunca nada a nadie. Cuando Carlos Castaneda es perseguido por el puma, no se le pasa por la imaginación quejarse o acusar. Don Juan le dice que debe actuar con sus semejantes.

13) impecabilidad

...

14) Conclusión: El camino que tiene corazón

Ser guerrero no es únicamente cuestión de deseo: es el combate de toda una vida.

Cuanto más avanza el guerrero por la senda del conocimiento, menos puede permitirse pasos en falso. Su impecabilidad no es cuestión de propedéutica: es lo que caracteriza su tipo de vida. Cuanto más en contacto está el guerrero con las fuerzas espantosas y fatales, más impecable debe mostrarse.

Un hombre que se adentra por la senda de la hechicería sabe que ha dejado la vida corriente para siempre; sabe que el conocimiento es, efectivamente, algo espantoso, que los medios del mundo corriente no constituyen ya para él defensas contra la locura, y que debe adoptar un nuevo modo de vida si quiere sobrevivir.

Su única elección será pues hacerse guerrero, prisionero del poder, y sólo tendrá por defensa la impecabilidad.

Sin la conciencia de la muerte no sería sino un hombre corriente implicado en actos corrientes. No tendría la potencia y la concentración indispensables para transformar su tiempo corriente sobre la tierra en poder mágico.

La piedra filosofal del guerrero es, pues, la muerte, ya que él actúa para transformar el plomo de la vida cotidiana en oro mágico. La verdad es que la naturaleza de las cosas no cambia. Lo que cambia es la percepción del hombre, es decir, sus ideas sobre sí mismo. Las cosas no tienen naturaleza cognoscible; solo existen representaciones, ideas y, fuera de ellas, el misterio: puede decirse que la esencia de las cosas es el misterio, siempre será el misterio. La magia abre de esta manera un mundo cerrado por los mezquinos límites de la razón. Cuando se suprime la barrera, todo es posible y la razón no puede ya prevalece. La casualidad, el principio de no contradicción, la unidad sustancial, etc., todo desaparece con la dictadura del pensamiento; entonces es cuando la percepción contradice al pensamiento y cuando el guerrero debe optar por la percepción, honradamente, y no permanecer deshonestamente aferrado a sus pensamientos que nunca son hechos.

Pero continua Don Juan- preocuparse por la muerte permanentemente obligaría al hombre a concentrarse sobre sí mismo, y eso sería debilitador. Y la segunda cosa necesaria para ser un guerrero es el desapego. La idea de la muerte, en vez de llevar a la obsesión, se hace indiferencia. Y este desapego no es el del eremita, pues ello implicaría el voluntario abandono de sí mismo.

El hombre no se ha liberado no tiene la impresión de privarse de nada. Y esto sólo lo hace posible la toma de conciencia de la muerte.

Los métodos ascéticos recomendados por todas partes, nada tienen que ver con el comportamiento del guerrero. Privarse de algo, abstenerse, no sólo es mezquino: también es conceder importancia a aquello de lo que uno se priva. Esto no puede conducir al verdadero desapego; así lo demuestran los resultados. Por el contrario, es un método artificial, mancillado por el moralismo de quienes se imaginan que hay un mundo que dejar; este mundo, según ellos, es real y sustancial: ellos creen escoger otro, eso es todo. El guerrero no puede contentarse con tales subterfugios. No puede interesarse por una actitud moralizante. No puede atrincherarse en un cercado para realizar una vocación social que él denomina sagrada. Lo que debe conquistar es la totalidad de sí mismo, y no un envoltorio seco que habrá de dejar sobre la tierra en holocausto a no sé qué demiurgo sanguinario.

Un eremita o un monje están aún atados a su condición y puede ser que incluso más que la mayoría de los hombres. El guerrero debe despegarse de sí mismo, y en sí mismo apoyarse: Un hombre liberado, que sabe que no tiene posibilidad de evitar la muerte, sólo tiene una cosa en qué apoyarse: el poder de sus decisiones. Debe ser, por así decirlo, el dueño de sus elecciones. Debe entender claramente que su decisión depende únicamente de él, y que, una vez tomada, no hay tiempo para el arrepentimiento y las lamentaciones.

El guerrero no puede conformar su actitud a los imperativos de una moral cualquiera, pues actuar así es apoyarse en cualquier otra cosa, combatir los combates de extraños. La inminencia de su muerte es lo que le da la justa vía: esta predilección que no puede engañarle, pues ha sido elegida con toda humildad.

Al ser él mismo su único juez, cesa toda vanidad; y toda vanidad debe cesar porque de nuestra elección depende nuestra vida. El hombre "religioso" que depende de una opinión general, puede perderse en argucias o en mortificaciones; nada le cuesta en el marco en que está situado. El guerrero no puede usar de esta manera su poder. Aunque haya infinidad de representaciones, sólo hay un mundo: las solicitudes de "otro mundo" metafísico legitimado por la "Justicia u otras paparruchas, no pueden interesarle. Su dueño no es un dios antropomórfico; su ejemplo no lo recibe de otros hombres. Su dueño es el poder misterioso y espantoso, y, acorralado por su muerte, encuentra en sí mismo la decisión justa que le permitirá sobrevivir acumulando poder.

De este modo, el conocimiento de la muerte le hace desafecto y silenciosamente robusto. La meta del guerrero no es el infortunio, la mortificación en reparación de ilusorias ofensas a un dios inexistente. El fin del guerrero es la felicidad aunque para él tenga distinto significado que para el hombre ordinario: no es la felicidad del conejo en la madriguera, sino la felicidad del águila sobre las montañas.

Se debe escoger siempre un camino con corazón dice Don Juan- para ser siempre lo mejor de uno mismo; puede que para poder reír siempre

Dice Don Juan que uno de los aspectos de su locura controlada es la risa. Siempre se ríe, aunque sea inútil. Puede llorar, naturalmente, pero prefiere reír, mejor para él que los llantos.

Carlos Castaneda ha colocado esta frase de Don Juan en exergo en su primer libro: Yo recorro únicamente caminos que tengan corazón, no importa cual si tiene corazón. Este es el que recorro, y la única prueba válida es atravesar toda su longitud. Y yo la recorro mirando, mirando, con el aliento cortado.

Así pues, la vida del guerrero es, en esencia, recorrer un camino que tenga corazón, un camino que satisfaga recorrer, en todos los sentidos. Se comprende esta extraña y ardiente felicidad al dejar el mundo de los hombres corrientes, camino sin corazón, por un camino que tiene corazón. Este camino, como todos los demás, no lleva a ninguna parte. El placer está en recorrerlo; la meta no existe. Lo que el guerrero se pregunta es: "¿Tiene este camino corazón?". Y sólo ha de caminarlo libre de ambición y miedo.

Antes de convertirme en hechicero dice Don Juan encontraba mi vida demasiado larga; ahora ya jamás tendré tiempo de ver todo lo que veo. Así el guerrero, estando solo nunca está solitario. Don Genaro, benefactor de Carlos Castaneda, le enseña esto antes de la iniciación definitiva: La vida de un guerrero no puede ser fría, solitaria y desnuda de sentimiento, porque está fundada en el afecto, la devoción, la abnegación por quienes ama. Y Don Juan añade: El amor de Genaro es el mundo que nos rodea... La tierra sabe que Genaro la ama y ella le concede su protección. Por eso la vida de Genaro es tan plena y su situación será siempre colmada. Genaro se pasea por los senderos de su amor y está satisfecho donde está... He ahí la predilección de dos guerreros. Esta tierra, este mundo. No hay amor más grande para un guerrero. La tristeza pertenece sólo a quienes detestan lo que les abriga.

El guerrero vive impecable para recorrer este camino con corazón. El combate y la soledad no hacen al hombre duro y triste.

Un guerrero dice Don Juan- debe, en todo momento, dar señales de amistad.

El hombre elige ser lo contrario de un guerrero para evitar ser un hombre para quien la vida entera ha sido como la tarde del domingo, una tarde no exactamente desafortunada, sino caliente, pesada y desagradable. Ha sudado y se ha enredado mucho. No sabía donde ir ni qué hacer. Esta tarde sólo le ha dejado el recuerdo de pequeñas contrariedades y de muchas molestias; después, ha acabado bruscamente: ya era de noche.

B. Dubant y M. Marguerie "Castaneda, El camino del guerrero"

El romance con el conocimiento


martes, 25 de septiembre de 2007

La vida del guerrero.

En su vida cotidiana, el guerrero escoge seguir el camino con corazón es lo que diferencia al guerrero del hombre común. El guerrero sabe que un camino tiene corazón cuando es uno con él, cuando experimenta gran paz y placer al recorrerlo.

Puedes ir a donde se te antoje, pero debes aceptar la entera responsabilidad de ese acto. Un guerrero vive su vida estratégicamente. Sólo asiste a una fiesta o a una reunión, en caso de que su estrategia lo pida. Eso significa, desde luego, que tiene dominio total y realiza todos los actos que considera necesarios.

Los guerreros eligen su campo de batalla. Un guerrero sólo entra en batalla cuando sabe todo lo que puede acera del campo de lucha.

Sólo como guerrero se puede sobrevivir en el camino del conocimiento.

Porque el arte de guerrero es equilibrar el terror de ser hombre con el prodigio de ser hombre. Un guerrero consciente del insondable misterio que lo rodea y consciente de su deber de tratar de descifrarlo, toma su legítimo lugar entre los misterios y el mismo se considera uno de ellos.

Te he oído decir una y otra vez que siempre estás dispuesto a morir. No considero necesario ese sentimiento. Me parece una entrega inútil. Un guerrero sólo debe estar preparado para la batalla.

Un guerrero solo piensa en su muerte cuando las cosas pierden claridad, porque la idea de la muerte es lo único que templa nuestro espíritu.

Un guerrero toma su suerte, sea la que sea, y la acepta con la máxima humildad. Se acepta con humildad así como es, no como base para lamentarse, sino como base para su desafío y su lucha.

Ser guerrero no es el simple asunto de no más querer serlo. Es más bien una lucha interminable que seguirá hasta el último instante de nuestras vidas. Nadie nace guerrero, exactamente igual que nadie nace siendo un ser razonable. Nosotros nos hacemos lo uno o lo otro.

Sólo como guerrero puede uno soportar el camino del conocimiento. Un guerrero no puede quejarse ni lamentar nada. Su vida es un desafío interminable, y no hay modo de que los desafíos sean buenos o malos. los desafíos son simplemente desafíos.

La diferencia básica entre un hombre común y un guerrero es que un guerrero toma todo como un desafío, mientras un hombre ordinario toma todo como una bendición o una maldición del cielo.

Un guerrero debe ser fluido y debe variar en armonía con el mundo que lo rodea, ya sea el mundo de la razón o el mundo de la voluntad.

El secreto de un guerrero es que él cree sin creer. pero, por los visto, un guerrero no puede nada más que decir que cree y dejar allí las cosas. Eso sería demasiado fácil. Creer no más que por creer lo libraría de examinar su situación. Cuando un guerrero tiene por fuerza que creer, lo hace porque así lo escoge, como expresión de su predilección más íntima. un guerrero no cree; un guerrero tiene que creer. Un guerrero elige creer de acuerdo con su predilección íntima. Creer es lo de menos, tener que creer es otra cosa.

Uno de los actos de un guerrero es no dejar que nunca lo afecte nada. El control del guerrero tiene que se impecable.

En la vida del guerrero sólo hay una cosa, un único asunto que en realidad no está debido: qué tan lejos puede uno avanzar en la senda del conocimiento y el poder.

Cuando se enfrentan una fuerza superior con la que no pueden lidiar, los guerreros se retiran por un momento. Dejan que sus pensamientos corran libremente. Se ocupan de otras cosas. Cualquier cosa puede servir.

El brujo como guerrero

Nada está pendiente en el mundo. Nada está terminado, pero nada está sin resolver.

El mundo está en verdad lleno de cosas temibles, y nosotros somos criaturas indefensas rodeadas por fuerzas que son inexplicables e inflexibles.

El hombre común, en su ignorancia, cree que se puede explicar o cambiar esas fuerzas; no sabe realmente cómo hacerlo, pero espera que las acciones de la humanidad las expliquen o las cambien tarde o temprano. El brujo, en cambio, no piensa en explicarlas ni en cambiarlas; en vez de ello, aprende a usar esas fuerzas, adaptándose a la dirección de las mismas. Ese es su truco. La brujería no es gran cosa cuando le hallas el truco. Un brujo apenas anda mejor que un hombre de la calle. la brujería no lo ayuda a vivir una vida mejor; de hecho yo diría que le estorba, le hace la vida incómoda, precaria. La brujería es la habilidad de usar otros campos de energía que son necesarios para percibir el mundo que conocemos. La brujería es un estado de conciencia. La brujería es la habilidad de percibir lo que la percepción común no puede captar.

Al abrirse al conocimiento, un brujo se hace más vulnerable que el hombre común. Por un lado, sus semejantes lo odian y le temen y se esfuerzan por acabarlo; por otro lado, las fuerza inexplicables e inflexibles que a todos nos rodean son para el brujo la fuente de un peligro todavía mayor. Un brujo, al abrirse al conocimiento pierde sus resguardos y se hace presa de tales fuerzas y sólo tiene un medio de equilibrio: su voluntad; por eso debe sentir y actuar como un guerrero. Te lo repito una vez más : sólo como guerrero es posible sobrevivir en el camino del conocimiento. Lo que ayuda a un brujo a vivir una vida mejor es la fuerza de ser guerrero.

El guerrero 2

El modo más efectivo de vivir es como guerrero. Preocúpate y piensa antes de hacer cualquier decisión, pero una vez que la hagas, echa a andar libre de preocupaciones y de pensamientos; todavía hay un millón de decisiones que te esperan. Ese es el modo de ser guerrero.

Mi maestro decía que cuando un hombre se embarca en los caminos de la brujería, poco a poco se va dando cuenta de que la vida ordinaria ha quedado atrás para siempre; de que el conocimiento es en verdad algo que da miedo; de que los medios del mundo ordinario ya no le sirven de sostén y de que sí desea sobrevivir debe adoptar una nueva forma de vida. Lo primero que debe hacer, en ese punto, es querer llegar a ser guerrero, un paso y una decisión muy importantes. La aterradora naturaleza del conocimiento no le importa a uno otra alternativa que la de llegar a serlo.

sábado, 22 de septiembre de 2007

La Actitud del Guerrero.

LA ACTITUD DEL GUERRERO

PARAR EL MUNDO:
“Cada vez que un hombre se propone aprender tiene que esforzarse como el que más, y los límites de su aprendizaje están determinados por su propia naturaleza. El miedo al Conocimiento es natural; todos lo experimentamos. Pero por terrible que sea el aprendizaje, es más terrible la idea de un hombre sin Conocimiento” “Cuando un hombre se embarca en el camino del guerrero, poco a poco se va dando cuenta de que la vida ordinaria ha quedado atrás para siempre. Los medios del mundo ordinario ya no le sirven de sostén y debe adoptar un nuevo modo de sobrevivir.” (Juan Matus)
“Un guerrero acepta la responsabilidad de sus actos, hasta el más trivial de sus actos.
El hombre corriente actúa según sus pensamientos y nunca asume la responsabilidad por lo que hace.”
“Desde el momento en que nacemos la gente nos dice que el mundo es esto y aquello y de tal y cual manera; naturalmente, no tenemos otra opción más que aceptar que el mundo es de la forma en que la gente nos está diciendo que es.”
“La razón hace que los seres humanos olviden que la descripción del mundo es tan sólo una descripción, y antes de que se den cuenta, han atrapado la totalidad de sí mismos en un círculo vicioso del cual raramente escapan en toda su vida.”
“En tanto continuemos embotellados dentro de las normas podridas y rancias del intelecto, será algo más que imposible la experiencia de ESO que no es de la mente, de Eso que no es del tiempo, de ESO que es LO REAL.”
“Los seres humanos son perceptores, pero el mundo que perciben es una ilusión: una ilusión creada por la descripción que les contaron desde el momento mismo en que nacieron.
“Así pues, el mundo que su razón quiere sostener es, en esencia, un mundo creado por una descripción que tiene reglas dogmáticas e inviolables, reglas que su razón aprende a aceptar y a defender.”
“El hombre corriente es consciente de todo, sólo cuando piensa que debería serlo; la condición de un guerrero, en cambio, es ser consciente de todo en todo momento.”
“El camino del guerrero ofrece al hombre una vida nueva, y esa vida tiene que ser completamente nueva. No puede uno llevar a esa nueva vida sus viejas y malas costumbres”
“Una de las cosas más dramáticas de la condición humana es la macabra conexión que existe entre la estupidez y la imagen de sí. Es la estupidez lo que obliga al hombre corriente a descartar cualquier cosa que no se ajuste a las expectativas de la imagen de sí mismo. El hecho de ser hombres corrientes, por ejemplo, hace que seamos ciegos a una parte de conocimiento……”
“El hombre racional, al aferrarse tercamente a la imagen de sí mismo, se garantiza una ignorancia abismal. Ignora el hecho de que el chamanismo no es cuestión de encantamientos y abracadabras, sino que es la libertad de percibir no sólo el mundo que se da por sentado, sino todo lo que es humanamente posible lograr. Tiembla ante la posibilidad de ser libre”.
“No es que un guerrero aprenda chamanismo con el paso del tiempo; lo que aprende con el paso del tiempo, es más bien, a ahorrar energía. Esa energía le permitirá manejar algunos de los campos de energía que normalmente le son inaccesibles. El chamanismo es un estado de conciencia, es la facultad de utilizar campos de energía que no se emplean para percibir el mundo cotidiano que conocemos”. “No es por codicia que los guerreros se aventuran en lo desconocido. La codicia sólo es eficaz en el mundo de los asuntos cotidianos. Para aventurarse en esa aterradora soledad de lo desconocido se necesita mucho más que codicia: se necesita Amor. Hay que tener amor en la vida, a la intriga, al misterio. Hay que tener una curiosidad insaciable y una montaña de agallas.”
Parar el mundo es el primer paso. Sucede cuando uno empieza reconocer dentro de sí todo lo que hemos estado hablando hasta ahora y se da cuenta de cual es su verdadero estado.
Para parar el mundo, se necesita sentir el anhelo de llevar a cabo un cambio interno radical. Acabar con la descripción que tenemos del mundo, y aprender a ver esa “Realidad” que nos hace actuar.
Es por lo tanto una resolución interior, un acto consciente, un compromiso que cada uno adopta consigo mismo. Y obviamente conlleva una responsabilidad. No aceptarla supone, de hecho, continuar en la descripción que ya tenemos, autoengañarse y seguir viviendo en ese “mundo conocido”, en el camino frecuentado, siendo una oveja más del gran rebaño de la vida mecánica.
Parar nuestro mundo pasa irremediablemente por conocerlo. Por más que nos cuenten, uno solo puede encontrar las respuestas dentro de sí mismo. Por eso el camino del conocimiento, es en verdad un camino de Auto-conocimiento.
Para poder cambiar, es necesario iniciar un trabajo de estudio de uno mismo, reflexión y meditación acerca de nuestros actos, reacciones, pensamientos, emociones, etc.… es decir que hay que convertirse en nuestros propios psicólogos, hasta llegar a comprendernos en lo más hondo.
Existe un mundo maravilloso infinitamente más amplio al que conocemos ahora, y está aquí, ante nuestras narices, pero no podemos verlo, porque para empezar, damos por sentado que no existe.
A medida que vayamos despertando podremos acceder a un mundo nuevo, pero para poder percibirlo es necesario, abrir la mente. Limpiarla de tantos conceptos preestablecidos, y estructuras rígidas. Hay que “poner vino nuevo en odre nuevo”, como dijo Jesús el Cristo, cuando se refería precisamente, a que es necesaria una mente nueva para poder acoger a lo nuevo.
El camino del Conocimiento es todo nuevo, y le lleva a uno a vivir experiencias nuevas, que nada tienen que ver con la descripción previa que tenemos de todo.
No pueden compararse con los registros que tenemos archivados en la memoria del intelecto, por lo tanto debemos ir resquebrajando el “programa” para tener la posibilidad de percibir limpiamente lo nuevo.
Para empezar a despertar, se requiere de un acto de voluntad consciente. Cuando uno se da cuenta de que está dormido, empieza de hecho a despertar. Implica también un acto de humildad y sinceridad con uno mismo, porque a veces, uno descubre que no es como pensaba.
El siguiente paso, es aprender a dividir nuestra atención. Hasta ahora, prácticamente siempre, la tenemos enfocada hacia fuera. Tenemos un gran vació dentro, porque estamos muy alejados de nuestro Ser interior. De manera que nuestra atención está siempre hacia el exterior, tratando de llenar ese vacío.
A todos nos ha pasado alguna vez, cuando estamos un poco deprimidos y salimos a comprarnos esto y aquello, que no necesitamos realmente, pero que nos hace ilusión.
En el fondo lo que hacemos, es tratar de tapar un vacío que está dentro de nosotros, llenándonos de cosas materiales, que nos generan sensaciones y satisfacciones.
Pero a la larga el vacío vuelve a salir; llega un día en que uno ya ha cumplido con todos sus “sueños”, ya tiene todo lo que le dijeron que le traería la felicidad, y sin embargo siente que le falta algo.
La sociedad actual, ya sabe lo que hace. Nos está bombardeando continuamente con miles de estímulos externos, para atrapar nuestra atención y mantenerla afuera. Nos crea un montón de necesidades; nos dice que seremos felices si tenemos nuestra propia casa, ese coche, esa ropa, ese tipo de vida, etc.… y muchos caemos hipotecando nuestra vida con tal de alcanzar ese nivel.
De esta manera el sistema puede controlar y manipular a todos los humanos como máquinas. Ya existen miles de leyes y normativas que nos rigen y nos dicen lo que tenemos que pensar, cómo tenemos que actuar, y que no es necesario que pensemos y decidamos por nosotros mismos.
Esto quizá parece exagerado, pero cuando uno reflexiona se da cuenta de que aun nos quedamos cortos.
Siempre estamos con la atención hacia afuera, gastando gran cantidad de energía.
Por eso, es muy importante aprender a dividir la atención, entre dentro y fuera.
Debemos empezar a acordarnos de nosotros mismos; a prestar atención a nuestro mundo interior de manera consciente, es decir hacernos conscientes de quienes somos, dónde estamos, cómo estamos, qué pensamos, qué sentimos, qué hacemos y el porqué, en cada momento. Hacer esto es un acto de poder.
Es necesario que dejemos aflorar a nuestra conciencia, que le demos algo de protagonismo y que iniciemos una verdadera relación de amistad con nosotros mismos.
Debemos convertirnos en nuestros mejores amigos y aliados, pero no de nuestro Ego y sus deseos, ambiciones, sino de nuestra conciencia que está atrapada en todo eso.
Así, de esta manera, a medida que vayamos estableciendo dentro de nosotros lo que se conoce como “Recuerdo de sí”, se irán construyendo los cimientos de un centro de gravedad en nuestro interior.
Mientras no lo hagamos, ese centro estará fuera de nosotros y en cada una de las cosas que poseemos y a las que estamos apegados e identificados, sean materiales o no. Conocí una vez a un tipo, que estaba tan identificado con su coche, que éste había pasado a ser un apéndice de él, era casi como una prolongación de sí mismo. Si se lo rayaban, le dolía casi más que si lo hacían a su propio cuerpo. El coche le llenaba; con él obtenía el reconocimiento de los demás, eso le daba seguridad y equilibrio, le hacía “ser” algo.
Con esto queremos hacer entender, que mientras tengamos nuestro centro de gravedad en el exterior, en realidad somos muy frágiles, porque nuestros puntos de apoyo están afuera, en cada una de las cosas en las cuales estamos apegados e identificados. Y si a alguno de ellos le ocurre algo o desaparece, perdemos el equilibrio interno y podemos sufrir verdaderos trastornos.
En cambio cuando uno consigue establecer su centro de gravedad en el interior, nada de lo que ocurra fuera puede derrumbarle. Ya puede caer el mundo, que el guerrero, se mantendrá impasible, sereno y perfectamente equilibrado.
Parar el mundo consiste básicamente en darse cuenta de que estamos dormidos, y lo mágico es que cuando uno se da cuenta, despierta y se pone en actividad su conciencia. Luego habrá que profundizar en ese estado, mediante el “recuerdo de sí”, la auto-observación y estableciendo ese centro de gravedad consciente dentro de nosotros.
Eso nos llevará en un primer término a ahorrar grandes cantidades de energía, que es lo que nos permitirá llevar a cabo la revolución interior: eliminar el Ego y despertar en su totalidad la Conciencia.

LA VOLUNTAD:
“No son las pérdidas ni las caídas lo que nos lleva al fracaso, sino la falta de coraje para levantarse y seguir adelante.”
“La Voluntad es algo muy especial…No hay en realidad una manera de decir cómo la usa uno, excepto que los resultados de usar la voluntad son asombrosos. Acaso lo primero que se debe hacer es saber que uno puede desarrollar la voluntad. Un guerrero lo sabe y se pone a esperar….”
“La voluntad es lo que puede darte el triunfo cuando tus pensamientos te dicen que estas derrotado. La Voluntad es lo que te hace invulnerable.”
“La Voluntad, es algo que un hombre usa, por ejemplo, para ganar una batalla que según todos los cálculos, debería perder.”
“Todo el mundo dispone de suficiente poder personal para lograr algo. El truco del guerrero consiste en desviar el poder personal que dedica a sus debilidades para emplearlo en su propósito de guerrero.”
“Cuando un guerrero decide hacer algo, debe ir hasta el final, aceptando la responsabilidad de lo que hace. Haga lo que haga, primero debe saber por qué lo hace, y luego seguir adelante con sus acciones, sin dudas, ni culpabilidades.”
“El Hombre corriente es o un ganador o un perdedor, y dependiendo de ello se convierte en perseguidor o en víctima. Estas dos condiciones prevalecen mientras uno no “ve”. Ver disipa la ilusión de la victoria, la derrota o el sufrimiento”.
“Ser guerrero no es sólo cuestión de desearlo. Es más bien una lucha interminable que seguirá hasta el último instante de nuestras vidas. Nadie nace guerrero, como nadie nace hombre corriente. Somos nosotros quienes nos hacemos lo uno o lo otro.” (Juan Matus)
Este es probablemente el punto más importante en la actitud del guerrero, ya que sin él difícilmente se pueden lograr los demás.
En nosotros existe una abertura energética, situada un par de dedos por encima del ombligo, conocida como Plexo Solar, de donde emana el Hara de las artes marciales.
Este vórtice de energía se va abriendo a medida que se desarrolla la voluntad.
La Voluntad no es un pensamiento, es un poder enorme que todos tenemos y que le da al guerrero la fuerza suficiente para trascenderlo todo, sin embargo, lo que ocurre, es que no nos lo creemos. Y como siempre la causa está dentro de la mente, en el intelecto. En esa “envoltura”, formada de preconceptos y creencias, que nos condiciona absolutamente y nos limita el enorme potencial que todos tenemos.
Es necesario salir de la barrera racional, escapar de las dudas, los temores y los razonamientos. Eso es significa “abandonarse”, “dejarse ir”, “soltarse” del mundo conocido, en el cual nos sentimos tan seguros, pero que es ilusorio. Y que por lo tanto todas esas dudas y temores, también son ilusorias.
Esto no es fácil al primer intento, porque “soltarse”, es como saltar al vacío. Significa desprenderse de muchas cosas, de muchos esquemas mentales que estructuran nuestro mundo conocido y que nos dan seguridad.
Por eso, una vez más, para ser uno capaz de “soltarse” de las amarras de la razón, se necesita mucho anhelo y un montón de agallas; es decir ser un guerrero.
El guerrero, cuando anhela algo, lo primero que debe hacer es tener muy claro cuál es su objetivo y porqué quiere alcanzarlo.
Lo segundo es tener la Concentración necesaria para escapar a los razonamientos e imaginar el objetivo cumplido con la Imaginación Consciente. Con eso debe lograr el CONVENCIMIENTO. Eliminar el menor resquicio de duda dentro de sí mismo. Lo tercero es centrarse en la emoción, en el Hara, para dar a la imaginación y a la Acción, la fuerza y el poder que harán cristalizar aquello que se persigue.
Si se logra esto, las cosas podrán costar más o menos esfuerzo, podrán llevar más o menos tiempo, pero siempre se alcanzarán. Como dice Don Juan, se puede ganar una batalla, que según todos los cálculos de la mente, está perdida.
Cuando uno tropieza, o se cae, solo la voluntad le va a permitir levantarse y seguir adelante. A veces nos quedamos lamentándonos, culpabilizándonos, autocompadeciéndonos, pero con eso no se logra nada, solo alimentar la importancia personal. El Hombre de Conocimiento, no puede perder el tiempo con lamentaciones.
Si tropieza y cae, se levanta y trata de comprender por qué se equivocó, extrayendo de eso la sabiduría correspondiente. Por lo tanto para el guerrero el triunfo y el fracaso son relativos, porque en el fondo no puede haber el uno sin el otro y las experiencias que viven no son ni buenas ni malas, simplemente son, y todas forman parte de su Camino. Las limitaciones, nos las ponemos nosotros, están dentro, no fuera. Radican en la rigidez de las estructuras de la mente, del programa psicológico establecido.
Y aunque a veces nos encontremos con obstáculos e impedimentos externos, que parecen ajenos a nosotros y pensemos que no podemos cambiar, nos equivocamos.
Porque cuando uno inicia el camino del auto -conocimiento, todo lo externo se relaciona con lo interno, es decir, que somos los responsables de todo lo que nos sucede, y aunque esta afirmación pueda causar un cierto malestar en un primer momento, es en realidad una liberación, pues significa que también está en nosotros la posibilidad de cambiar las circunstancias externas. Si existiera el azar o la casualidad, sería muy injusto, porque no tendríamos la posibilidad de cambiar nada.
Por lo tanto, cuando el guerrero quiere algo: se deja ir, imagina su objetivo y se convence hasta en lo más hondo que lo va a lograr.
Pero el convencimiento debe ser total, porque ese es el secreto. Si existiera la más pequeña duda, su poder se debilitaría. El guerrero no cree que lo logrará, el guerrero SABE que lo logrará.
Por eso podemos afirmar que cuando el guerrero pone en marcha su voluntad, nada lo puede parar; es invulnerable, nada se vuelve imposible, y puede llegar literalmente, más allá del infinito.

BORRAR LA “HISTORIA PERSONAL":
“Tenemos una serie de fotografías vivientes de sí mismos. Toda esa experiencia que hemos “vivido” durante muchos años, se convierte en el narcótico que nos gusta, en el deleite. Gozamos hablando de ello.”
“Un Guerrero no necesita historia personal. Un día descubre que ya no es necesaria y la abandona.”
“La historia personal debe ser renovada constantemente contando a los padres, parientes y amigos todo cuanto uno hace. Por el otro lado, el guerrero no tiene historia personal, no necesita dar explicaciones; nadie se enoja ni se desilusiona con sus actos.
Y sobre todo, nadie le amarra con sus pensamientos y expectativas.”
“También el hombre corriente examina el pasado. Pero lo que examina es su pasado personal y por razones personales. Se mide a sí mismo en relación con el pasado, tanto su pasado personal, como lo que se conoce del pasado de su época, con el fin de encontrar justificaciones a su comportamiento presente o futuro, o para establecer un modelo para sí mismo.”
“El guerrero, como maestro, enseña tres técnicas a su aprendiz para ayudarle a borrar su historia personal: Perder la importancia personal, asumir la responsabilidad de los propios actos y utilizar la muerte como consejera.”
Para mantener la imagen de uno mismo y del mundo conocido, el hombre común, a la mínima que puede, trata de contar a quien le escuche, “qué le ha ocurrido”, “quién es él” o mejor dicho, quien supone que es él.
Cada vez que atrapamos a alguien para soltarle toda nuestra historia, lo único que hacemos es reafirmarnos y convencernos en lo que creemos que somos, buscamos que los demás nos corroboren esa imagen, buscamos su aprobación y alimentamos la importancia personal. Eso genera como decíamos, un desgaste energético enorme que compensamos atrapando la atención y energía de los que nos escuchan.
Además, cuando vamos explicando lo que somos, lo que nos ha pasado, lo que pensamos hacer etc.… en cierta manera, los demás se crean una imagen preconcebida de nosotros y nos “atrapan” con su pensamiento. Esto nos influye en nuestra manera de actuar, porque los demás esperan que actuemos o nos comportemos de acuerdo con esa imagen. Se crean expectativas acerca de nosotros y por lo tanto tenemos que justificarnos o dar explicaciones si no las cumplimos.
El guerrero no va contando su vida a todo el mundo; y si cuenta algo, lo hace de manera impersonal, sin tratar de captar la atención de los demás ni darse importancia.
Al no hacerlo, crea una niebla entorno suyo, que le da la libertad de ser “desconocido”, ya nadie puede dar nada por sentado acerca de él; entonces ya no tiene que dar explicaciones, puede ser libre e imprevisible.
Pero esto hay que saberlo entender, no se trata de ser poco sociable, todo lo contrario, hay que saber moverse en todos los ambientes, pero eliminando esa necesidad de ir contando todo sobre nosotros.
Las razones por las cuales necesitamos contar nuestra vida a los demás, son como decíamos para sostener la imagen que queremos dar de nosotros mismos y luego porque vivimos multitud de experiencias que no somos capaces de comprender y por lo tanto, no podemos asimilar.
Eso genera una tensión que liberamos casi siempre, contando el suceso a los demás.
Nos ha pasado a todos, que alguna vez hemos sufrido alguna desgracia, o por el contrario, alguna gran alegría, y lo primero que sentimos, es la necesidad de ir corriendo a contárselo a la familia o a los amigos o al vecino. Y eso está bien, nos ayuda a liberar esas tensiones y a comprender la causa; es lo que en psicología se conoce como “Catarsis”, pero el guerrero lo hace de manera consciente, no mecánica.
La historia personal, no es más que el archivo de todas las experiencias vividas a lo largo de nuestra existencia. Algunas ni tan siquiera las recordamos, porque sucedieron en nuestra infancia o incluso antes y forman parte de nuestro subconsciente.
Otras experiencias en cambio las recordamos, sobretodo, aquellas que impactaron en nuestra conciencia, sin embargo muchas no fueron comprendidas, y no pudieron ser asimiladas por la conciencia, pero siguen estando ahí. Es una carga que llevamos y que nos condicionan en nuestra conducta, limitan nuestra libertad de ser espontáneos.
Ahí está el origen de todos esos traumas, temores miedos, bloqueos, fobias,…que tenemos. En definitiva es el mismo Ego. Este se forma a partir de todas esas experiencias vividas, pero que no fueron digeridas.
Después, ocurre que el ego desea repetir las sensaciones placenteras, y ese hecho ya nos genera una tensión que aliviamos proyectándolas a modo de fantasías mentales o “soñando despiertos”, como comúnmente se conoce y que encima se nos ha enseñado que es tan bueno.
Es decir, que de manera mecánica estamos siempre buscando información del pasado, y en el deseo de repetir sensaciones, generamos expectativas del futuro. Y así, el ego nos mantiene entre el pasado y el futuro, sin poder vivir el “aquí y ahora", ni poder despertar.
Además, todo lo que hablábamos al principio de las ideas preconcebidas tiene que ver con todo esto, ya que se fundamentan en nuestra experiencia. Cuando percibimos una sensación y no la podemos comprender, es tomada por el ego, el cual saca conclusiones y establece conceptos predeterminados para definir esa sensación.
Las expectativas que proyectamos al futuro, tienen que ver con las ideas preconcebidas, de cómo queremos que sean las cosas. Luego sucede que el futuro, no se ajusta a la realidad que desea el ego y entonces aparecen las frustraciones, resentimientos, ira, búsqueda de culpables, etc.… Por lo tanto, es esencial ir borrando nuestra historia personal. Pero eso no significa borrar nuestro pasado, sino dejar de aferrarnos a él y utilizarlo como base de datos para vivir el presente y hacer proyecciones de futuro.
Solo mediante la meditación, la reflexión, el psicoanálisis y la comprensión, uno puede lograr eliminar toda esa carga.
Cuando se consigue, uno es capaz de vivir el presente, sin expectativas de futuro. Las emociones se viven y se digieren al instante. Entonces ya no se genera un archivo del pasado, ya no nos comportamos como si lo supiéramos todo. La vida se vuelve una constante sensación, un misterio permanente y emocionante. Ya no vamos del pasado al futuro; vivimos fuera del tiempo, porque el tiempo de hecho no existe, lo crea el ego, en ese proceso mecánico. (Por eso se dice que el ego es “tiempo acumulado no asimilado”).
Al no haber tiempo, no hay pasado ni futuro; y dejamos de proyectar la falsa realidad, que nos impide ver la verdad. Dejamos de vivir deseando repetir las sensaciones de placer o sufriendo porque no se repitan las de dolor. Entonces escapamos de la dualidad, uno vive entonces más allá del bien y del mal, del placer y del dolor.
El hombre dual, en cambio, para sentirse vivo, necesita tanto lo uno como lo otro.
Cuanto más dolor experimenta, luego por contraste más placer será capaz de vivir.
Para el hombre corriente las cosas son, o buenas o malas; para el guerrero las cosas simplemente son y las toma como un desafío.

PARAR EL DIALOGO INTERNO:
“Nos hablamos incesantemente a nosotros mismos acerca de nuestro mundo. De hecho, mantenemos nuestro mundo con nuestro diálogo interno. Y cuando dejamos de hablarnos sobre nosotros mismos y nuestro mundo, el mundo es siempre como debería ser. Con nuestro diálogo interno lo renovamos, lo encendemos de vida, lo sostenemos.
No sólo eso, sino que también escogemos nuestros caminos al hablarnos a nosotros mismos. De ahí que repitamos nuestras acciones una y otra vez hasta el día en que morimos. Porque continuamos repitiendo el mismo diálogo interno una y otra vez hasta el mismo momento de la muerte. Un guerrero es consciente de ello y lucha por detener su diálogo interno.”
“El diálogo interno es lo que ata a la gente al mundo cotidiano. El mundo es de tal y cual manera sólo porque nos contamos que es de tal y cual manera. El camino del guerrero se abre cuando se aprende a parar el diálogo interno”
Otra cosa que nos consume gran cantidad de energía, es la constante charla que mantenemos con nosotros mismos. La idea preconcebida que tenemos del mundo y de nosotros, la sostenemos con la razón. Nos hablamos incesantemente con la finalidad de repetirnos y convencernos que el mundo es así o asá.
No podemos parar la mente; ¿porqué?, pues porque como decíamos en la introducción, dentro de nuestra psicología habitan multitud de entidades que están constantemente proyectando un mundo imaginario, para mantener la conciencia dormida y asegurarse la supervivencia.
Además mientras no se interrumpa ese constante fluir de pensamientos, uno no puede parar el mundo y percibir la realidad.
El mundo es un absoluto misterio que hay que ir descubriendo en cada instante. Para eso hay que vivir el presente y en recuerdo de sí. “La verdad es lo desconocido de momento en momento”.
Eso, solo es posible a través de la conciencia y no del intelecto como pretende la sociedad. Así que mientras no paremos el diálogo interno de la razón, no alcanzaremos jamás la verdad.
Para acceder a experimentar la realidad debemos aprender a escuchar. Si estamos siempre centrados en la razón proyectando pensamientos, ¿cómo podemos escuchar?
Aprender a escuchar, no significa solamente abrir bien las orejas; aprender a escuchar significa, entrar en el corazón, soltarse de las amarras de la mente, romper el “filtro”, para volverse receptivo y abrirse a lo nuevo. Si todo lo que percibimos, automáticamente lo filtramos por la razón, lo juzgamos y lo comparamos con la descripción que ya tenemos, en el fondo lo único que hacemos es escucharnos a nosotros mismos, y no la realidad del mundo.
Saber escuchar es tener la capacidad de asombrarse ante lo nuevo, ser capaces de percibir la belleza de una pequeña flor que está al borde del camino. Si vamos hablándonos a nosotros mismos de manera mecánica, a duras penas vemos lo que tenemos delante. Es necesario mantener la mente quieta, pasiva, receptora. Pero cuesta mucho, porque entregarse con el corazón, significa renunciar al mundo conocido de la razón y eso nos genera mucho miedo.
En realidad todos disponemos de muchas facultades y poderes, pero la razón, con sus ideas preconcebidas de cómo creemos que deben ser las cosas, nos bloquean.
Acallar la mente y entrar en el corazón no es cosa fácil, pero poco a poco se va logrando. Los pensamientos y proyecciones mentales se van reduciendo y va aflorando el silencio interior.
“Un guerrero cazador no captura animales porque ponga trampas, ni porque conozca las rutinas de su presa, sino porque él mismo no tiene rutinas. Esa es su ventaja. Él no VOLVERSE CAZADOR Y HACERSE INACCESIBLE es de ningún modo como los animales que persigue, fijos en rutinas pesadas y caprichos previsibles. Él es libre, fluido, imprevisible.”
“El guerrero utiliza su mundo con frugalidad y ternura. Un cazador está en íntima relación con su mundo, y sin embargo, permanece inaccesible a este mismo mundo…”
“Es inaccesible porque no exprime ni deforma su mundo. Lo toca levemente y se queda cuanto necesita quedarse, y luego se aleja raudo, casi sin dejar señal alguna…” (Juan Matus)
“Cuando nada se da por cierto permanecemos alertas, permanentemente de puntillas.
Es más emocionante no saber detrás de qué matorral saltará la liebre, que comportarnos como si lo supiéramos todo.”
“Preocuparse, es ponerse al alcance sin saberlo. Y una vez que te preocupas, te agarras a cualquier cosa por desesperación; y una vez que te aferras, forzosamente te agotas o agotas a la cosa o la persona de la que estas agarrado….” “Ponerse fuera del alcance significa que evitas a propósito agotarte a ti mismo y a los otros…”…significa que no estas hambriento y desesperado, como el pobre desgraciado que siente que no volverá a comer y devora toda la comida que puede…” “Un guerrero cazador, en cambio, sabe que atraerá la caza a sus trampas una y otra vez, así que no se preocupa”
“Un guerrero es un cazador. Todo lo calcula. Eso es control. Una vez terminados sus cálculos, se deja ir. Eso es abandono. Un guerrero no es una hoja a merced del viento.
Nadie puede empujarle; nadie puede obligarle a hacer cosas en contra de sí mismo o de lo que juzga correcto. Un guerrero está preparado para sobrevivir, y sobrevive del mejor modo posible.”
Para convertirse en hombre de conocimiento es necesario volverse cazador.
Un guerrero debe saber cazar. Pero como decía Don Juan, no se logra solo porque se conocen las rutinas de la presa, sino porque uno mismo no tiene rutinas.
Con los hábitos, el ego trata de repetir aquellas sensaciones que le son propicias, y que le aseguran la supervivencia. Es decir se crea un mundo seguro y se refugia en él, sin tener así que tomar decisiones ni asumir responsabilidades.
Además, cuando somos mecánicos y hacemos siempre lo mismo, para no arriesgar, pasamos a formar parte de la rutina de los demás y de su entorno seguro. Porque cada día, ya dan por sentado que haremos esto y lo otro. Y el día que no lo hacemos, nos preguntan “porqué”. Claro, entonces si uno quiere ser sociable, no puede responder “porque sí” o “porque me da la gana”, se ve obligado a dar explicaciones, incluso los demás se pueden molestar, porque se ha alterado su rutina, se ha alterado su entrono seguro, y no se han cumplido sus expectativas respecto a nosotros.
Las rutinas lo vuelven a uno mecánico, vulnerable, accesible, localizable y en consecuencia manipulable.
El Hombre común no es más que una presa del sistema y de su propio ego, de sus miedos y limitaciones. Jamás alcanzará a descubrir la verdad de lo que le rodea, porque vive siempre dormido. Hace cada día lo mismo, porque prefiere vivir en lo “conocido”. Cumple a raja tabla todas las normas, sin pensar por sí mismo.
Hay mucha gente que para ser feliz no hace aquello que desde el fondo le dicta su corazón, sino aquello se dice que a uno le hace sentirse feliz. Mucha de la gente joven que sale cada fin de semana y se mete en los antros más oscuros, con la música más terrible, lo hace simplemente porque eso es lo que se hace los viernes o sábados por la noche. Porque está establecido que eso significa diversión. No pueden plantearse por ejemplo irse a Montserrat a contemplar las estrellas, o quedarse en casa leyendo o ir a hacer deporte, porque hacer cualquier otra cosa que esté fuera del camino marcado los desubica. No pueden entenderlo.
Y como esto, funciona todo. No hay más que ir al Macba o a la feria ARCO a ver el arte contemporáneo. Hay gente que se detiene delante de algo terrible a lo que llaman “obra de arte” y con una mirada un poco incierta dice que le gusta, que es muy interesante , que significa esto y lo otro. Y luego resulta que es un garabato hecho por un perro con un pincel atado en la cola o algo parecido. Incluso se habla ya solo de arte conceptual, lo cual es absolutamente contradictorio.
Ya se ha perdido el criterio de la conciencia para percibir el mundo tal cual es, sin verse condicionado por todo lo que está establecido.
Por eso, para volverse hombre de conocimiento, debe dejar de ser una presa y volverse uno mismo cazador.
Debe ser cazador de sí mismo y de sus propias limitaciones. Y al romper su mecanicidad, y todo el programa establecido, consigue que “nadie le de por hecho”. Se vuelve imprevisible, y nadie puede atraparlo. Es libre, nadie se crea expectativas acerca de él y en consecuencia no puede defraudar a nadie. Puede actuar libremente sin tener que dar explicaciones.
El no ser mecánico, implica que cada instante es nuevo. La vida se vuelve algo maravilloso y emocionante. Cuando ya nada es cierto, el guerrero no tiene más remedio que estar alerta y en recuerdo de sí. No se da nada por sentado, no hay ideas preconcebidas, no hay pasado y no hay proyecciones de futuro. Se vive en el presente, fuera del tiempo, y en consecuencia no se alimenta la historia personal.
Para dejar de ser mecánico, uno debe desidentificarse de la masa. Aprender a estar solo consigo mismo y saber guiarse por el sentido común. A partir de ahí puede lograr escapar de las rutinas. Y Don Juan explica que para lograrlo se debe aprender a ser Inaccesible.
Para ser inaccesible, el guerrero debe saber ponerse al alcance y fuera del alcance a voluntad.
Ser inaccesible significa, no estar a merced de las circunstancias, sean estas del hogar, del trabajo o de la vida en general; es decir no ser una hoja a merced del viento.
El mundo está ahí y las circunstancias también; entonces se trata de ser capaces de no vivir condicionados por ellas. No preocuparse por las cosas, cayendo en lamentaciones ni sentimentalismos, sino actuar si se puede o sino mantenerse a la espera con serenidad.
Las rutinas nos ponen al alcance sin saberlo y esto nos agota, nos atrapa la inseguridad y perdemos la naturalidad, la fluidez, la libertad de ser espontáneos e imprevisibles. Perdemos el recuerdo de sí y nos convertimos en presas fáciles.
Además, la capacidad de ponerse fuera del alcance permite al guerrero moverse por cualquier lugar, en cualquier ambiente, pasando desapercibido, sin que pueda ser tocado por el entorno. Puede moverse entre las llamas sin quemarse. Las circunstancias externas no le afectan. Vive en el presente sin tener expectativas de futuro ni estar aferrado a su pasado. Su centro de gravedad está dentro de sí mismo.
Se ha vuelto cazador; cazador de sabiduría,.....cazador de conciencia.

ELIMINAR LA “IMPORTANCIA PERSONAL”:
“Sentirse importante lo hace a uno pesado. Torpe, banal. Para ser un guerrero se necesita ser liviano, fluido”
“La confianza del guerrero no es la confianza del hombre común. El hombre común busca la certeza en los ojos del espectador y llama a eso confianza en sí mismo. El guerrero busca la impecabilidad en sus propios actos y llama a eso humildad. El hombre común está enganchado a sus prójimos mientras que el guerrero depende solo de sí mismo”
“El espíritu de un guerrero no está hecho a la entrega y a la queja, ni está hecho a ganar o perder. El espíritu de un guerreo está hecho solo a la lucha, y cada lucha es la última batalla del guerrero sobre la tierra. Por eso el resultado le importa muy poco. En su última batalla sobre la tierra, el guerrero deja fluir su espíritu libre y claro. Y mientras libra su batalla, sabiendo que su intento es impecable, un guerrero ríe y ríe.”
“Mientras un hombre siente que lo más importante del mundo es él mismo, no puede apreciar verdaderamente el mundo que le rodea. Es como un caballo con anteojeras: solo se ve a sí mismo, ajeno a todo lo demás.”
“Lo más difícil de este mundo es adoptar el ánimo del guerrero. De nada sirve estar triste, quejarse y sentirse justificado de hacerlo creyendo que alguien nos está siempre haciendo algo. Nadie le hace nada a nadie y mucho menos a un guerrero.”
“Un guerrero no tiene culpabilidades por nada de lo que ha hecho, porque aislar los propios actos llamándolos mezquinos, feos o malos es darse a uno mismo una importancia injustificada. La clave está en lo que se enfatiza, o nos hacemos desdichados o nos hacemos fuertes. Cuesta el mismo trabajo lo uno que lo otro.” (Juan Matus)
“Un guerrero acepta su suerte. Sea cual sea, y la acepta con total humildad. Se acepta a sí mismo con humildad, tal como es; no como base para lamentarse, sino como un desafío vital”.
“La humildad del guerrero no es la humildad del mendigo. El guerrero no humilla la cabeza ante nadie, y al mismo tiempo no permite que nadie humille la cabeza ante él.
El mendigo, en cambio, en seguida se arrodilla y se arrastra por los suelos ante cualquiera que considere más encumbrado, pero también exige que alguien que considere inferior, haga lo mismo con él.”
“Sólo un guerrero puede soportar el camino del Conocimiento. Un guerrero no puede quejarse ni lamentar nada. Su vida es un desafío interminable, y no hay modo de que los desafíos puedan ser buenos o malos. Los desafíos son simplemente desafíos.” (Juan Matus) “El mayor enemigo del hombre es la importancia personal. Lo que lo debilita es sentirse ofendido por lo que hacen o dejan de hacer sus semejantes.”
“Los chamanes han desenmascarado la importancia personal y han descubierto que se trata de autocompasión disfrazada”.
“Un guerrero reconoce su dolor, pero no se entrega a él. El guerrero que se adentra en lo desconocido no tiene el ánimo triste; por el contrario, está alegre porque se siente humilde ante su gran fortuna, confiado en la impecabilidad de su espíritu, y sobretodo, completamente al tanto de su eficiencia.”
“No hay manera de librarse de la autocompasión. Tiene un papel y un lugar definidos en nuestras vidas, una fachada definida y reconocible. Así cada vez que se presenta la ocasión la fachada de la autocompasión se activa. Tiene una historia. Pero si uno cambia la fachada, cambia su lugar de prominencia. Las fachadas se cambian modificando los elementos que las componen. La autocompasión resulta útil a quien se siente importante y merecedor de mejores condiciones y mejor trato, o bien a quien no quiere hacerse responsable de los actos que le condujeron al estado que suscitó la autocompasión.”
“Negarse a sí mismo es una entrega. Entregarse a la negación es, con mucho, la peor de las entregas; nos fuerza a creer que estamos haciendo algo valioso, cuando en realidad estamos fijos dentro de nosotros mismos.”
La auto-importancia personal forma parte de nuestro Ego. Es una de esas tantas “individualidades” que cargamos en nuestra psicología, conocidas como “yoes” o “agregados psicológicos”, dependiendo de la cultura.
Este agregado, es de los que más energía nos consume. Es de los que más dormida tiene a nuestra Conciencia. Por lo tanto, es de los primeros que hay que observar, comprender y eliminar, para poder cambiar.
A medida que la conciencia se iba durmiendo y nos alejábamos de nuestro Ser, de nuestra divinidad interior, fue apareciendo un vacío dentro de nosotros. Ahí tiene su origen la auto-importancia personal, que viene a ser una falsa estructura con la finalidad de llenar ese vacío y tapar las carencias que tenemos.
La auto-importancia no se sostiene por sí misma, por eso requiere constantemente de la aprobación del exterior. Esa es una de las razones principales por las cuales tenemos nuestra atención y nuestro centro de gravedad fuera de nosotros, siempre preocupados por el ¿qué dirán de nosotros?
Empezamos por creamos una imagen falsa de nosotros mismos, y de lo que nos gustaría ser en función de los cánones de aceptación de la sociedad. Nos identificamos con ella y nos la creemos. Entonces la proyectamos a los demás, y estamos expectantes a ver cuál es su opinión, cuál es la imagen que tienen de nosotros, y cuanto más nos aprueben, más seguros nos sentimos y más nos creemos esa fantasía.
Buscamos agradar a los demás y que nos den su aprobación, para sostener así esa imagen. Pero obviamente no buscamos el reconocimiento de cualquiera, sino de aquellas personas a las cuales admiramos, aquellas a las cuales tenemos en consideración, y por lo tanto sobrevaloramos su opinión. Y a veces, nos identificamos hasta tal punto que si dicha persona opina que somos de determinada manera, eso nos afecta, y hasta nos lo creemos actuando como tal.
Luego se da un fenómeno muy interesante; cuando no se nos da esa aprobación que buscamos, la imagen de nosotros mismos no se sostiene y por unos momentos vemos la realidad que hay detrás, y este proceso es absolutamente mecánico e inconsciente; 24 es entonces cuando uno se deprime y luego saca la ira, y nos rebotamos contra aquél al que hace tan solo unos minutos admirábamos.
Mientras necesitemos de la aprobación de los demás, será como tener un montón de “amos”, de los cuales dependeremos. No seremos libres, sino más bien esclavos de su opinión ya que la necesitaremos como el aire para sostener nuestra autoestima y por lo tanto nuestros actos siempre estarán condicionados por esa necesidad, impidiéndonos actuar y fluir de manera natural y sincera. Esa actitud es constante en nosotros, en mayor o menos grado dependiendo de cada uno, y no somos conscientes porque funciona de manera absolutamente mecanizada y nos genera un desgaste de energía terrible.
También relacionado con la auto-importancia personal, está el afán constante que tenemos por compararnos con los demás. Y a la mínima que podemos los criticamos, ¿porqué?, pues porque en el fondo, lo que buscamos es a ver si podemos rebajarlos para ponernos un peldaño por encima. Y es absurdo compararse con los demás. Cada uno vive en unas circunstancias concretas, pertenece a un signo zodiacal y a un rayo diferente. Todos somos distintos y en eso consiste la riqueza, cada uno puede aportar algo que seguro que otros no pueden. Pero nos creemos que si fuéramos como el otro, si tuviéramos lo que él tiene, seríamos más felices.
Recuerden aquel dicho que dice “dime de qué presumes y te diré de qué careces”.
En el fondo estamos totalmente vacíos, tenemos un montón de carencias que nos generan muchas tensiones. Entonces el Ego, proyecta fantasías para aliviar esas tensiones. Lo que se conoce como soñar despierto y que siempre nos dicen que es tan bueno, que nunca hay que dejar de soñar. Eso es una barbaridad, lo que hay que hacer es precisamente lo contrario, parar la mente y despertar de una vez por todas del mundo ilusorio en el que vivimos.
Otros aspectos que nos tiene martirizados, son las culpabilidades y las preocupaciones. Estas las tenemos arraigadas en lo más hondo y nos impiden vivir el presente porque o bien estamos culpabilizados por un hecho ocurrido en el pasado o preocupados por lo que acontecerá en el futuro.
Había una persona mayor, que ya murió, que iba cada año a dar una aportación económica a una ONG en concreto. Resulta, que por la educación que había recibido, sentía una gran culpabilidad por vivir en la abundancia, mientras había personas que pasaban hambre. Eso le generaba una tensión que solo conseguía calmar haciendo esa aportación. Ayudar a los necesitados está muy bien, pero el fondo él no lo hacía como un acto de generosidad, sino de manera egoísta para poder él sentirse bien.
Tampoco sirve de nada sentirse culpable cuando uno comete un error. Con eso, lo que hacemos es darnos una importancia injustificada. Forma parte de la auto-importancia personal. El verdadero guerrero, cuando se tropieza y cae, reconoce el error con humildad, y en lugar de perder el tiempo lamentándose porque no ha cumplido con la imagen que quiere dar de sí mismo, se levanta y sigue adelante, reflexionando para comprender porqué se equivocó y extrayendo de ese hecho sabiduría.
De nada sirven las culpabilidades. Son un arma que utiliza el ego para debilitarnos e impedir que sigamos adelante.
En fin, es básico erradicar de nosotros la auto-importancia personal, nuestro orgullo y nuestra soberbia, liberarnos de todos esos “amos”. Dejar de engañarnos a nosotros mismos y a los demás, tratando de proyectar lo que nos somos. Hay que sincerarse y hacer un acto de humildad con uno mismo. Aceptarnos como somos, con nuestros valores y nuestros defectos, sin tener que dar explicaciones ni justificarnos porque no cumplimos las expectativas de los demás.
Cuando uno comprende esto en lo más hondo y las consecuencias que le acarrea este aspecto de nuestra psicología, está en condiciones de trascenderlo. Al eliminar la autoimportancia personal, aflora la humildad. Entonces uno es más libre, ya nadie puede ofenderlo, ya no se siente importante, y por lo tanto no necesita demostrarlo para que se lo reconozcan, y al desaparecer esa tensión constante, uno puede experimentar una profunda tranquilidad y paz interior.
“Cada pizca de Conocimiento que se convierte en poder, tiene a la muerte como fuerza central. La muerte le da el toque definitivo; todo lo que la muerte toca en verdad se vuelve poder.”
“En un mundo en el que la muerte es el cazador, no hay tiempo para lamentos ni dudas amigo mío. Solo hay tiempo para Decisiones”

LA MUERTE COMO ALIADA

Fuentes:
Enrique Quintana en su Blogs:
El Alquimista.
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ASHES AND SNOW
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Según Platón, el conocimiento es un subconjunto de lo que forma parte a la vez de la verdad y de la creencia.
Integral Philosopher Michel Bauwens "Vision"