jueves, 28 de octubre de 2010

El cerebro, la gran incognita

"De todas las cosas que el hombre conocerá, la última probablemente será él mismo".
Alexis Carrel, médico.

Puede que el hombre jamás llegue a descifrar del todo su órgano más complejo y perfecto: el cerebro. ¿Cómo se origina la actividad mental? ¿Dónde se almacenan los recuerdos? ¿Por qué somos conscientes de nuestro propio yo? ¿Para qué soñamos?... Pese a los avances conseguidos en la exploración neurocientífica, quedan muchísimos interrogantes como los anteriores pendientes de hallar respuestas definitivas. Pero hay otras cuestiones más enigmáticas que ni siquiera son planteadas unánimemente por la comunidad científica.

Teorías vanguardistas como el "cerebro holográfico" y disciplinas como la Parapsicología, que estudia aquellas facultades más ignotas de nuestro psiquismo, aún se contemplan con gran recelo por los neurocientíficos, que prefieren centrar sus investigaciones en averiguar el funcionamiento de las diferentes zonas del cerebro, descubrir la naturaleza de los neurotransmisores y localizar las áreas que controlan funciones como la inteligencia, la memoria o las emociones. Aún así, el bioquímico Francis Crick, descubridor de la estructura molecular del ADN, reconoce que "...Nuestro conocimiento de las distintas partes del cerebro sigue en un estado muy primitivo ... Todo está por descubrir..."

COMPUTADOR BIOLOGICO

Sin duda, nuestro cerebro actúa como un sofisticadísimo superordenador que, a través de un lento y progresivo proceso evolutivo, se ha ido perfeccionando en sus funciones hasta el punto de diferenciarnos cualitativamente del resto de los seres vivos. Esta masa de tejido gelatinoso de color gris, de unos 1.300 gramos de peso, contiene alrededor de 100.000 millones de células conocidas con el nombre de "neuronas" y que constituyen las unidades básicas del sistema nervioso. Estas células, conectadas entre sí a través de millones de ramificaciones (dendritas y axones), forman una vasta red que cumple una misión muy específica: procesar la información sensorial, tanto la que llega del mundo exterior como del propio cuerpo. En un solo segundo, estas células son capaces de procesar hasta 200.000 millones de bits de información. Para ello se valen de sus casi 100 trillones de interconexiones. Aunque como aclara el neurólogo Santiago Ramón y Cajal Junquera, nieto del célebre premio Nobel de medicina, "Las neuronas no se conectan entre sí por una red contínua formada por sus prolongaciones, sino que lo hacen por contactos separados por unos estrechos espacios denominados sinapsis". Los neurotransmisores serían los encargados de transmitir esas señales a través de las conexiones sinápticas.

Pero el cerebro posee otras características fundamentales. Una de ellas es que está constituido por dos mitades simétricas, divididas por un profundo surco longitudinal, con funciones muy diferentes, aunque interrelacionadas. El hemisferio izquierdo rige el pensamiento lógico, verbal y analítico; el hemisferio derecho, por el contrario, se ocupa de la parte subjetiva, emocional y creativa. A su vez, los hemisferios cerebrales están divididos en cuatro lóbulos: frontal, relacionado con el conocimiento y la inteligencia; temporal, con el área auditiva; parietal, con el área sensorial; y occipital, con el área visual. En su interior, el cerebro posee además dos núcleos, el tálamo y el hipotálamo, centros del sistema nervioso autónomo. Otras partes esenciales son: el cerebelo, ubicado en la parte posterior del cráneo, que rige el equilibrio y los movimientos musculares; y el bulbo raquídeo, del que parte la médula espinal, que controla la función respiratoria. El lenguaje, una facultad presente únicamente en el hombre, estaría controlado por una serie de centros distribuidos en las periferias del lóbulo temporal del córtex cerebral. En cuanto a la memoria, los neurocientíficos consideran que no se localiza en una zona concreta, sino que estaría distribuida por todo el cerebro.


Sistema nervioso Hipocampo Tronco encefálico
Amígdalas Hipófisis Ventrículos
Cerebelo Médula Corteza somatosensorial
Corteza cerebral Núcleo estriado Cortes transversales
Diencéfalo Sistema límbico Cortes frontales


Otra particularidad de nuestro cerebro es que emite una serie de ondas eléctricas u ondas cerebrales de distinta frecuencia, producto de su actividad electroquímica, que pueden ser registradas mediante el electroencefalograma (EEG). Son:
Las ondas beta (cuyo ritmo oscila entre 14 y 25 ciclos por segundo), presentes en el estado de vigilia, es decir, cuando nos encontramos realizando alguna actividad como trabajar, leer, andar, etc.
Las ondas alfa (de 8 a 13 c/sg.), relacionadas con los estados de relajación y meditación; las ondas zeta (de 4 a 7 c/sg.), con los estados emocionales y creativos.
Y las ondas delta (de 0,5 a 3 c/sg.), activas durante el sueño profundo.

Pero nuestro cerebro esconde otras sorpresas... A mediados de los setenta se detectaron unas sustancias neurorreguladoras que fueron bautizadas con el nombre de endorfinas (opiáceas endógenas) y que cumplen un papel similar al de determinados alcaloides derivados del opio. Dicha droga bioquímica es liberada por el cerebro para aliviarnos un dolor o provocarnos una sensación placentera. Hoy es uno de los campos de investigación más importante de la farmacología.

Sin embargo a pesar de todos estos conocimientos básicos que se han ido adquiriendo en las últimas décadas gracias a los modernos avances tecnológicos (sobre todo con el uso de la Tomografía por Emisión de Positrones y con la Resonancia Magnética Nuclear), el reputado neurobiólogo José M. Rodríguez Delgado nos advierte en su obra "El Control de la Mente" que:
"La anatomía y la fisiología del cerebro son aspectos muy importantes para conocer su estática
y su dinámica, pero estos datos no nos revelan el misterio de las señales que circulan por las neuronas, ni su sistema de codificación, y mucho menos su significado".
En suma, conocemos muy bien la organización anatómica y estructural del cerebro, pero muy poco sobre sus funciones; sólo un 20% según algunos especialistas.

ENTE INMATERIAL

La dualidad mente-cerebro sigue generando un intenso debate entre filósofos, psicólogos y neurofisiólogos. Se nos enseña que la actividad mental es producto de complejos mecanismos cerebrales, pero aún no se ha logrado definir con exactitud qué es la mente. ¿Se trata de una entidad espiritual, el alma, como creían los antiguos filósofos?... Según los neurocientíficos, la mente no puede existir sin su soporte material que es el cerebro, sin embargo sus funciones y capacidades alcanzan niveles insospechados y hacen poner en duda los postulados mecanicistas. Ciertamente, resulta difícil pensar que conceptos como el amor, el sentido religioso, la imaginación, la intuición, la creatividad artística, la sensibilidad musical, etc. tengan un origen exclusivamente neurofisiológico. Eso sin referirnos a cuestiones más profundas como el inconsciente colectivo, la consciencia transpersonal y las facultades PSI, por ejemplo. Por otra parte, los neurocientíficos tampoco se ponen de acuerdo en determinar si la actividad mental ya aparece en la vida intrauterina, si se inicia en el momento de nacer o si se desarrolla en etapas posteriores. Y mucho menos son capaces de explicar cómo surge en nuestro cerebro la consciencia del Yo, "el mayor de los milagros", según Karl Popper. Pero ¿y si la mente es una propiedad inteligente independiente del cerebro? ¿y si existe previamente a todo lo manifestado?... Recordemos el axioma hermético:
"El universo es mental"
que ahora es defendido por muchos físicos de vanguardia interesados por el fenómeno de la consciencia. Y es que los nuevos paradigmas científicos están planteando asombrosas teorías relacionadas con la mente humana que hacen tambalear el modelo materialista del cerebro.

¿UN SUBPRODUCTO DEL CEREBRO?

¿Cómo los procesos cerebrales pueden dar lugar a la experiencia consciente?... Complicado dilema se les plantea a los neurocientíficos que intentan abordar el problema de la consciencia, el más grande enigma de nuestra psique. El matemático y filósofo David J. Chalmers señala sobre ella que "nada hay que conozcamos de forma más directa, pero resulta dificilísimo conciliarla con el resto de nuestros conocimientos". Y es que a pesar de las elaboradas teorías reduccionistas planteadas por científicos de la talla de Christof Kock, Daniel Dennett o Roger Penrose, éste último incluso aplicando el modelo cuántico, no es posible por ahora explicar la consciencia en sí. Y tal vez, como sostienen los más pesimistas, no sea posible nunca...

Comprender el mundo mental en términos del mundo físico no resulta nada sencillo y hasta el momento todo intento ha sido inútil para despejar nuestras dudas. Y es que hay una pregunta vital: ¿puede la mente humana comprenderse a sí misma?... Pero la cosa no acaba ahí. Determinados fenómenos anómalos hacen pensar que la consciencia no está limitada a las estrechas barreras del cerebro, lo cual deja en entredicho la visión materialista de que la consciencia no es más que una especie de biocomputador. La ecuación "mente = cerebro" no está, pues, tan clara como se nos quiere hacer creer desde hace tres siglos.
"No cabe la menor duda de que ciertos aspectos de la mente y de la consciencia dependen, parcial o totalmente, del funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso.
No obstante, existen ciertos fenómenos que parecen un tanto independientes de las limitaciones físicas impuestas por el cerebro y nos obligan a afrontar el problema desde otra perspectiva".

Así, la visión remota, la proyección extracorpórea y las experiencias cercanas a la muerte (ECM) evidencian que la consciencia no se reduce a nuestro marco físico-tridimensional sino que puede trascender las fronteras del espacio y el tiempo e incluso expandirse a otros niveles de la realidad.
 
"La expansión de la consciencia implica un desarrollo gradual, una evolución histórica que va de lo inconsciente a lo consciente, de lo inferior a lo superior, de lo individual a lo social, de lo personal a lo transpersonal y de lo transpersonal a lo universal".

Estas teorías conocidas como "interaccionistas-dualistas", que sugieren que nuestro yo consciente y el cerebro son entidades independientes aunque interactúan entre sí, se fundamentan, entre otras cosas, en dos razones:
La primera, en que las leyes de la física, química y biología no ofrecen ninguna pesquisa sobre el surgimiento de esta entidad inmaterial llamada consciencia (al menos, su existencia es incompatible con las "leyes naturales" que nos presenta hoy la ciencia materialista).
Y la segunda, en que los biólogos evolucionistas no han sido capaces de explicar el desarrollo gradual de la consciencia ya que consideran a ésta causalmente inefectiva.
En este punto, deberíamos reflexionar, como propone el filósofo y premio Nobel de Medicina John C. Eccles, sobre los grandes interrogantes que subsisten respecto a la acción de nuestro cerebro, a su relación con la mente, a la creatividad de nuestra imaginación y a la singularidad de la psique.

LA MENTE PROFUNDA

Sigmund Freud introdujo a finales del siglo XIX el concepto de "inconsciente" para designar "aquellas representaciones latentes de las que tenemos algún fundamento para sospechar que se hallan contenidas en la vida anímica". Casi toda nuestra actividad psíquica procede de esa zona sumergida de nuestra mente. Pero ¿se halla en un lugar determinado del cerebro?... Según algunos neurocientíficos como Jonathan Winson, el inconsciente estaría localizado en una región primitiva del cerebro (que implica al hipocampo, al sistema límbico y a la corteza frontal) cuyo mecanismo surge en el comienzo de la evolución de los mamíferos y que resultó fundamental para la supervivencia.
"Nadie ha demostrado todavía la analogía eléctrica o química de un pensamiento, y justamente es el pensamiento lo que ocupa totalmente al psicoanálisis".
De lo que no hay duda es que nuestros deseos, complejos, miedos, sentimientos e instintos (pulsiones) descansan en el inconsciente, el cual condiciona, en buena medida, nuestra personalidad. Por un sentido ético y racional, esos contenidos mentales inconscientes son censurados y reprimidos, aunque luchan por hacerse conscientes (a través de los sueños consiguen una vía de escape expresándose mediante un lenguaje simbólico). El estudio psicoanalítico de los sueños y las investigaciones sobre sujetos neuróticos sirvió a Freud para dar un enfoque terapéutico a esta nueva psicología del inconsciente. Sin duda, la doctrina freudiana, que ha sido muchas veces objeto de controversia por su defensa de la hipnosis y por su particular interpretación de la sexualidad infantil, ha realizado una notable aportación al conocimiento del mundo psíquico y, por ende, ha servido para profundizar más en el complejo comportamiento humano.

Sin embargo no sólo existe un inconsciente individual. Carl Gustav Jung consideró que también hay un "inconsciente colectivo". Con dicha denominación, Jung se refirió a una especie de sustrato o "archivo" psíquico universal que contiene imágenes simbólicas esenciales o arquetipos, común a todas las culturas, que se han ido manifestando a lo largo de las épocas en las creencias religiosas, la mitología, el esoterismo, las leyendas, los sueños y también en el arte.
"He elegido la expresión "colectivo" porque este inconsciente no es de naturaleza individual, sino general, es decir, que en contraste con la psique individual tiene contenidos y modos de comportamiento que son los mismos en todas partes y en todos los individuos. En otras palabras, es idéntico a sí mismo en todos los hombres y constituye así un fundamento anímico de naturaleza suprapersonal existente en todo hombre...”
C.G.Jung


Algunos científicos contemporáneos como el neurofisiólogo Karl Pribam o el bioquímico Rupert Sheldrake han enunciado ciertos postulados revolucionarios sobre el cerebro y la psique humana en los que está muy presente la noción junguiana de la "mente grupal".
El primero de ellos formuló, a principios de los setenta, una sugestiva teoría según la cual el cerebro opera como un holograma, teniendo acceso a un todo mayor. Su "modelo holográfico del cerebro" considera que la memoria y la inteligencia no se encuentran en un área determinado del cerebro sino que están esparcidas por todo él. Cada parte contiene al todo, como ocurre en una placa holográfica. Esta teoría se vería apoyada poco después por los trabajos del físico David Bohm sobre el "orden implicado", quien también consideraría el universo como una especie de holograma. Es así como emergió una nueva concepción de la realidad que se conoce como "el paradigma holográfico" y que cuenta cada vez con más partidarios.
Sheldrake, por su parte, publicó en 1981 una interesante y polémica obra titulada "Una nueva ciencia de la vida" en la que exponía su hipótesis de la "causación formativa", según la cual la memoria es inherente a la naturaleza y no, por tanto, un producto del cerebro. Este científico heterodoxo plantea asimismo la existencia de una memoria colectiva, a la que denomina "campos morfogenéticos", que actúa más allá del espacio y del tiempo, determinando los hábitos, formas y conductas de los seres vivos, y transmitiendo además a cada organismo el conocimiento acumulado por su especie.
"Según esta teoría, los recuerdos no deben estar necesariamente almacenados en el interior del cerebro puesto que los hábitos y los recuerdos de acontecimientos pasados concretos pueden ocurrir por resonancia mórfica con estados anteriores del mismo organismo."
R. Sheldrake

FACULTADES PSI

Tanto Freud y Jung, como posteriormente Pribam y Sheldrake, se sintieron atraidos por los fenómenos fronterizos de la mente. Sus investigaciones les llevaron irremediablemente al mundo de lo paranormal. Los padres de la psicología moderna no sólo estudiaron ciertos fenómenos inexplicables, sino que fueron protagonistas de algunos de ellos. Freud escribió en 1921 un interesante artículo titulado "Psicoanálisis y telepatía" y Jung recogió varios casos paranormales en su obra autobiográfica "Recuerdos, Sueños, Pensamientos" de 1961; fueron además miembros de la célebre "Society for Psychical Research" de Londres. En cuanto a la teoría de Karl Pribam, si nuestro cerebro puede acceder a una "esfera de frecuencia holística", fuera de nuestros límites espacio-temporales, cobra sentido facultades como la telepatía, la "visión remota" o la psicokinesis, y experiencias trascendentes como los "estados místicos". "Si tenemos ESP o fenómenos paranormales, asegura Pribam, eso significa sencillamente que estamos leyendo en otra dimensión en ese momento. No podemos entenderlo a nuestra manera corriente." Por su parte, Rupert Sheldrake afirma que "la hipótesis de la causación formativa quizás pueda proporcionarnos un puente entre la ciencia y los fenómenos parapsicológicos". Ciertamente, fenómenos como la clarividencia, la retrocognición o la sincronicidad pueden tener también una explicación natural bajo ese novedoso enfoque teórico.

Pero ¿realmente hay evidencias de que nuestro cerebro posee facultades extrasensoriales? ¿existe una energía psíquica capaz de ejercer una acción sobre la materia?... Recientemente se han cumplido 130 años desde que comenzara lo que por entonces se conoció como la investigación metapsíquica, precursora de la Parapsicología. Numerosos médiums de la época fueron sometidos a minuciosos exámenes por destacados científicos como William Crookes, premio Nobel de Física, o Charles Richet, premio Nobel de Medicina. Aquellos ilustres pioneros reconocieron la realidad de los fenómenos extraordinarios y determinaron que tenían un origen psíquico. Apoyado en la teoría del "inconsciente", el filósofo Frederic W.H.Myers elabora en 1895 la hipótesis del "Yo-subliminal", un nivel psíquico en el que pueden conectarse diversas mentes, explicando así los fenómenos telepáticos. Pero la investigación de los fenómenos PSI no alcanzó un valor verdaderamente experimental y científico hasta la década de los treinta, cuando el biólogo y matemático Joseph B. Rhine aplica el método estadístico para medir las capacidades psíquicas de algunos sujetos, englobadas bajo los nuevos términos de "Percepción Extrasensorial" (ESP) y "Psicokinesis" (PK). Desde entonces, la Parapsicología -que logró el esperado reconocimiento científico en 1969- ha ido avanzando, aunque lentamente y sorteando muchos obstáculos, en el conocimiento de las facultades latentes de nuestra mente. No obstante, seguimos sin aclarar si esa supuesta energía, llamada "telergia", que produce los fenómenos paranormales tiene su sede funcional en alguna región concreta de nuestro cerebro. Unos consideran que el lóbulo temporal está implicado en la fenomenología paranormal (Michael Persinger, 1989). Otros, en cambio, suponen que es el tálamo, como por ejemplo el equipo de investigación "Hipergea" de Barcelona. En 1985 intentó ofrecer una respuesta: "El oxígeno de las neuronas talámicas del cerebro es el factor desencadenante de la fenomenología paranormal". Una conclusión que no ha podido ser confirmada y que deja sin explicar aquellos fenómenos PSI que trascienden los límites temporales y espaciales. Hace ya varias décadas que el propio Dr. Rhine mantenía sus dudas a este respecto, sosteniendo que el factor PSI no es de naturaleza física.
En su excelente libro "El Nuevo Mundo de la Mente" (1953) el padre de la Parapsicología Científica manifestaba: "En alguna parte del organismo debe haber incluso lo que en cierto sentido podría llamarse una localización, un lugar más identificado con psi que cualquier otro. Eso no quiere decir que tenga que existir un órgano receptor específico o una zona determinada del cerebro". De todas formas, la idea de una "transferencia de energía" está quedando relegada desde que irrumpió la teoría holográfica de Pribam y Bohm. Esta última propone que "el cerebro es un holograma que percibe y participa en un universo holográfico". Por tanto, si en el "nivel implicado" todas las cosas y acontecimientos están interconectados, no hace falta que recurramos a modelos explicatorios basados en campos energéticos para explicar los fenómenos ESP y PK. Aquí cabría hablar más bien de "unidades de información".

Sin duda, el estudio de los fenómenos paranormales está contribuyendo a ahondar en aspectos hasta ahora desconocidos de la mente humana. Es, pues, importante seguir investigando a fondo estas cuestiones, siempre con un espíritu abierto pero a la vez crítico, y conseguir un mayor apoyo multidisciplinar. Y es que, como reconoce el eminente catedrático de Psicología José Luis Pinillos:
"En el fondo, todo este inquietante mundo de la comunicación telepática,
de la percepción extrasensorial y de las premoniciones constituye una advertencia,
una invitación a la humildad para los psicólogos demasiado orgullosos de su ciencia,
y representa también un reto al ingenio humano..."

ULTRACONSCIENCIA

¿Puede expandirse la consciencia hacia niveles superiores de la realidad?... Así lo cree la Psicología Transpersonal, la rama más reciente de la psicología que aborda los fenómenos limítrofes de la consciencia. Su precursor, el psiquiatra checo Stanislav Grof lleva cuarenta años investigando los llamados "estados modificados de consciencia" lo que le llevó a crear un nuevo paradigma sobre la naturaleza de la psique humana, opuesto al modelo cartesiano-newtoniano. El movimiento transpersonal ha tenido en los últimos años una gran acogida por parte de psicólogos, psiquiatras, filósofos, físicos, pensadores y artistas de vanguardia.

Lo "transpersonal", vocablo acuñado por el psicólogo Abraham Maslow en 1969, es, para el psicoanalista Enrique Galán, "intraindividual, pues en el interior de cada cual se agita el cosmos en su conjunto, la "physis" (...) Es un intento de comprender el misterio de la Naturaleza a través del estudio de la psique humana". En ese viaje interior, hacia lo más profundo de uno mismo, se puede vivenciar episodios perinatales, regresiones hacia supuestas vidas pasadas, sintonización con otras consciencias (individual, colectiva, planetaria...), comprensión de los símbolos universales y, en grado último, experimentar una comunión con la nada, con la unidad primordial. Todo un amplio espectro de acontecimientos autotrascendentes que se vuelven inefables...

Pero además, según Grof: "las "experiencias transpersonales" incluyen diversas visiones arquetípicas, secuencias mitológicas, experiencias de influencias divinas o demoníacas, encuentros con seres desprovistos de cuerpo o suprahumanos y la identificación experiencial con la mente universal o el vació supracósmico". Como se puede ver, en estas experiencias cumbre encontramos elementos análogos a los que, en ocasiones, nos describen los médiums, los contactados y los visionarios religiosos, así como aquellas personas que han sufrido una experiencia cercana a la muerte. No obstante, mediante el consumo de sustancias alucinógenas (como el LSD) o empleando técnicas como el trance, la meditación, la privación sensorial, la danza rítmica, la respiración holotrópica, etc. el individuo puede experimentar un "estado no ordinario de consciencia" y penetrar en esas "dimensiones transpersonales de la psique" de las que hablan, con otro lenguaje, los místicos de todas las épocas y culturas. Y es que, ya sea el "éxtasis místico" en el contexto católico, el "nirvana" en el budista, el "satori" en el zen o el "samadhi" en el yoga, la experiencia y el resultado son los mismos: acceder a una esfera supradimensional para fundirse con la "divinidad", con lo "absoluto". Alcanzar esa "Consciencia Cósmica" supone, a su vez, adquirir un conocimiento más profundo de la realidad y una visión holística del universo. El sujeto experimenta asimismo un despertar de su intelecto, un desarrollo de ciertas facultades extraordinarias (relacionadas, preferentemente, con la "percepción extrasensorial" y con la sanación), un mayor sentimiento de amor hacia sus semejantes y un profundo respeto hacia toda forma viviente. No sabemos si esos "destellos de lo infinito" son vislumbrados por la consciencia humana porque somos lo que el especialista Jon Klimo llama "subpersonalidades dentro de una Mente-Cerebro Universal", pero de lo que podemos estar completamente seguros es del profundo y positivo cambio que experimentan aquellos que cruzan el umbral de los "reinos transpersonales".

A MODO DE EPILOGO

En definitiva, la Naturaleza nos ha dotado de un tesoro de incalculable valor. El cerebro, con todos sus misterios, seguirá deparándonos muchas sorpresas en el siglo XXI. Hoy, muchos físicos cuánticos, como Jack Sarfatti y Eugene Wigner, llegan a preguntarse si nuestra consciencia ha creado la realidad del Universo, ya que su papel es crucial en el mundo de las partículas elementales, como se deduce del "Principio Indeterminista". La nueva física ha reconocido finalmente la importancia que tiene la psique en los fenómenos subatómicos. Ello ha contribuido a que algunos físicos vanguardistas se interesen por conocer cuáles son los puntos de conexión entre la física y el misticismo, e incluso decidan introducirse en el terreno (aún "maldito" para ciertas mentes atrofiadas) de la parapsicología, como es el caso del premio Nobel de física Brian Josephson, que aplica las leyes cuánticas a la explicación de los fenómenos PSI.
"La física, el brillante ejemplo de la ciencia pura y dura, que siempre se ha tenido como un modelo para las demás, está ahora trascendiendo la visión del mundo mecanicista y reduccionista.
Nos está conduciendo a una visión orgánica, holística y ecológica similar a la de los místicos, las personas psíquicas y las que tienen experiencias transpersonales espontáneas".
Fritjof Capra

Fuentes:

 
con la tecnología de

Apadrina el Blog "Hombres que corren con los lobos"





lunes, 25 de octubre de 2010

Mu-Shin: no-mente o pensar sin pensar

Hacer un trabajo que tiene que llevarse a cabo una y otra vez nos ayuda
a reconocer los ciclos naturales de crecimiento y destrucción, de
nacimiento y muerte, y así estar al tanto del orden dinámico del
universo. El trabajo "ordinario", tal y como lo indica la raíz del significado
de la palabra, es trabajo que está en armonía con el orden que
percibirnos en el medio ambiente natural.
Fritjof Capra


En el mundo occidental somos a menudo víctimas de traducciones erróneas. Estas traducciones incorrectas surgen de la falta de habilidad para “importar” directamente conceptos orientales y del lenguaje del que disponemos para describirlos en nuestras culturas occidentales.
Mu-Shin No Shin, llamado “mente del no-pensamiento” es justo una de estas traducciones sin sentido que flota alrededor del Zen y las artes marciales. De hecho la palabra japonesa Zen es una traducción de la china Chan, la cual es en si misma una traslación del sánscrito Dhyana, que significa un estado en el cual está suspendido el trabajo mental analítico o discriminatorio, permitiendo emerger otros tipos de estados mentales. Este no-discriminativo estado, ha sido definido en japonés como Mu-Shin y traducido al chino como Wushin, originario del sánscrito Acitta, que implica una forma de dejar llevar el pensamiento dirigido. Literalmente (aunque no adecuadamente) se ha traducido después Mushin como: “no pensamiento”. Desafortunadamente para aquellos que sólo manejan esta traducción, la conclusión final sería: “no existe ningún pensamiento”. Sin embargo esto está lejos del concepto original.
Un problema surge del hecho de que en: sánscrito, tibetano, chino y japonés, existen diferentes palabras para las distintas funciones de la mente, donde para nosotros no existe más que una:”pensar”.
Shin en japonés es la traducción del sánscrito Citta o del tibetano Kyisem, que implica una clase de unión de intelecto y emoción, a veces traducida como: “corazón-mente. Por lo tanto: A-Citta o Mu-Shin significa: “ausencia de juicios emocionales basados en la atracción o aversión”. Es decir: no hacer elecciones basadas en emocionales aceptaciones o rechazos. Esto se encuentra ya lejos de la pobre traducción de “No pensamiento”. Mu-Shin significa no dejarse llevar por pensamientos preconcebidos, juicios, esperanzas o miedos que pueden alejarnos de una respuesta adecuada durante cualquier tipo de actividad, tanto a nivel corporal como intelectual.

Mushin quiere decir "no-pensamiento", "inconscientemente", "pensar sin pensar", "no pensar". Mushin es básicamente pensar sin pensar, actuar sin conciencia, volver nuestros actos conscientes en actos instintivos. Es la esencia del Zen. Durante la vida cotidiana, si hacéis o queréis algo conscientemente no sois mushin. Si lo hacéis con el pensamiento, no es Zen. Esta es la razón por la que el entrenamiento y la práctica con los músculos y con el cuerpo es tan importante. También para hablar es importante. La mayoría de las personas hablan después de que el cerebro haya dado la orden. Si sois mushin o hishiryo, podréis hacerlo inconscientemente, sin pensamiento.

"La mente debe estar en estado de estar fluyendo porque cuando se detiene en cualquier parte,
eso significa que el flujo se ha interrumpido
y esa interrupción es nociva para el bienestar de la mente."

Por ejemplo, un profesor debe pensar antes de responder cuando le hacéis una pregunta. Pero el monje Zen responde sin pensar, inconscientemente. Por eso el mondo Zen es tan importante. Yo pienso, desde luego, en vuestra pregunta, pero respondo inconscientemente. Esto no es posible en la educación moderna, por eso la educación Zen es tan importante. Lo mismo sucede con la acción. Primero piensa el cerebro, después se actúa. Esto no es mushin. Mushin quiere decir que es el cuerpo el que piensa.

El estado de no mente

¿Existe el estado de no-mente? Si, existe y es conocido. Hay muchas formas de describirlo. A veces es descrito como estar “en el flujo”, o en “piloto automático”. Entre los atletas se conoce como estar “en la Zona”. En japonés se llama “mushin”, que se traduce literalmente como “No mente”.
Este estado mental se puede describir como el sentirse separado del acto que se ejecuta. Ningún pensamiento interfiere con la acción que se ejecuta ya que esta es inconsciente y por lo tanto desinhibida. Cuando logras este estado, tu mente se puede mover de una actividad a la otra de la misma forma como fluye una corriente de agua.


¿Te has preguntado alguna vez en qué piensa un corredor de maratón en esas horas en que corre y corre? ¿En su familia? ¿En el premio? No. No piensa en nada. Su mente está vacía. En esos momentos es sólo músculos, nada de mente. Su cuerpo adquiere la capacidad de moverse en forma automática mientras que su mente está vacía, en Meditación, pero completamente alerta. Ese es el estado de no-mente. El maratonista etíope Abebe Bikila, ganador de varias maratones olímpicas, era un maestro en entrar en esta especie de trance, al extremo que sus carreras la hacía corriendo a pié desnudo, en una demostración extrema del poder que tiene el espíritu sobre el cuerpo.
El flujo es un estado óptimo de energía y conciencia que hace sentirse a las personas felizmente unificadas con la actividad que están realizando. El futbolista Pelé explicó así tan singular estado: "Es como si tuviera una extraña calma… una clase de euforia. Entonces sentía que podía estar todo el día corriendo sin cansarme y que podría driblar a cualquier jugador del equipo contrario y casi pasar a través de ellos". Por su parte, el piloto de autos Fórmula Uno, Ayrton Senna narró así una experiencia de flujo en el Grand Prix de Mónaco: “Me lancé y así seguí. Súbitamente iba más rápido, superando a los otros pilotos, incluido mi compañero de equipo. De alguna manera me di cuenta de que ya no iba manejando el carro conscientemente. Lo manejaba por instinto, sólo que en otra dimensión. Era como si me estuviera desplazando por una especie de túnel”. Muchos atletas se refieren al estado de flujo como “estar en la zona” y algunos maratonistas hablan de una elevación repentina de energía (runner’s high) que les invade durante una carrera permitiéndoles superar el dolor y el cansancio.
El estado de flujo no se refiere solamente a competencias deportivas. No existe actividad humana que no se vea beneficiada por su presencia. Virtuosos de la música, científicos eminentes y artistas de primerísimo nivel se caracterizan por entrar a voluntad en ese agraciado estado y sin embargo todas las personas pueden alcanzarlo.

"Uno de los propósitos de la meditación
y de ciertas maneras de actuar en las artes marciales (Karate, Kendo, Kyudo, etc...)
es el de cultivar la habilidad para suspender el pensamiento mecánico, analítico y discriminatorio, favoreciendo al mismo tiempo la percepción no discriminativa de calidad reflexiva,
a través de la cual se define la actuación
y los resultados elaborados en una simple experiencia de percepción."

Mushin se refiere a la mente no atada por ideas ni sentimientos y que por lo tanto se mantiene totalmente abierta a la vivencia. En las artes marciales el estado de mushin es muy usado ya que los movimientos son tan rápidos y certeros que es imposible que la mente los siga y dirija. La habilidad técnica en el combate no vale nada si no está acompañada de una tranquilidad interior, de un espíritu constantemente alerta. Sólo cuando un guerrero se libra de miedos y rencores, cuando trasciende su ego y sus apegos, es capaz de actuar y responder sin vacilaciones ante cualquier oponente. El guerrero ya no se detiene en pensamientos sobre lo que ha de hacerse. Sus respuestas son instantáneas y guiadas por una intuición superior. El maestro de zen Taken Sōhō afirma: “Es la falta de flujo lo que daña. Para un guerrero dejar de fluir equivale a morir. El espadachín que combate no debe pensar en sí mismo ni siquiera en su adversario. Simplemente debe fluir siguiendo su subconsciente”. El guerrero actúa en forma instintiva, sin pensar, con su mente totalmente en blanco pero también totalmente consciente. En esas condiciones, se es capaz de anticiparse a los movimientos del contrario y responder o atacar de manera veloz e imprevista. 
Una característica del estado de no-mente es que mientras el cuerpo se mueve y la mente está vacía, el desgaste de energía es mínimo. Eso explica que un atleta dure horas manteniendo un esfuerzo sobrehumano como en una carrera de maratón, o sea capaz de ejecutar un estallido de energía instantáneo, como en el caso de un levantador de pesas profesional.


Entender este estado de mente es sencillo y también no es difícil el lograrlo con la adecuada práctica. Sin embargo, debes ejercitarlo hasta lograr la habilidad de hacer algo sin esfuerzo consciente, hasta que tus reacciones sean automáticas. Personalmente, lo he logrado hasta el extremo que puedo mantener largas horas de conducción, por 2.000 kms. en largos viajes sin experimentar cansancio, apelando a esta técnica mental. La mente está vacía mientras conduzco, pero totalmente consciente, así que la posibilidad de accidentes es mínima porque no se anula la capacidad de reacción; simplemente, se baja el switch del pensamiento, nada más.
Es un estado muy cercano a la Meditación, salvo que en zazen el cuerpo está inmóvil, en posición sentada. Pero el cómo funciona la mente en ambos casos, es muy similar. Sin duda de todos los ámbitos en los que nos podemos entrenar, la meditación es la que más nos desarrollará en este sentido, sin embargo debemos desarrollarnos como persona en todos los ámbitos para poder llegar a estos estados.
La meditación es el arte o la técnica de entrenar la mente. La mente se entrena y después es mas fácil tener control sobre uno mismo. En la meditación uno entrena la mente para apaciguar el flujo descontrolado de los pensamientos, de las ideas y de las emociones, no se trata de ejercitar un control si no mas bien de poner la mente en blanco, dejando que el flujo de pensamientos poco a poco disminuya: sin juzgar, sin desear, sin rechazar.

Si comprendéis esto podréis comprender el Zen. La mayoría de las historias Zen tratan de mushin. La sabiduría no es lo mismo que el conocimiento intelectual. En la vida cotidiana la mayoría de las personas, cuando conversan responden después de pensar. Las personas verdaderamente inteligentes utilizan la sabiduría y no piensan. Hablan y responden por intuición. El conocimiento no es lo mismo que la sabiduría. Gracias al zazen se puede comprender cómo hablar inconscientemente. Nuestro cerebro superficial descansa durante el zazen y nuestro cerebro interno se desarrolla y capta la actividad. En el mondo, mis respuestas surgen del cerebro interno. La actividad proviene del cerebro interior. Mi cerebro interno os responde inconscientemente, mushin. Un mondo Zen no es lo mismo que un examen oral en la universidad. Hablar con conocimientos no es hablar con sabiduría. Si practicáis el zazen durante toda vuestra vida, al final podréis obtener esta sabiduría inconscientemente. Sabiduría, no saber. Por ejemplo, cuando voy a dar una conferencia debo preparar lo que quiero decir. Primero un poco de saber... y un poco de sabiduría. Pero desde el momento en que me encuentro frente a la sala, comienzo a hablar inconscientemente y casi nunca sigo lo que he preparado. Miro las caras y veo si tengo que cambiar la conferencia. En ese momento ya no hay ningún plan, todo surge del inconsciente e impresiona a los demás. Esto es teisho. La filosofía del budismo y del Zen no son solamente datos de conocimiento.

"El estado de mushin consiste en permanecer con la mente en blanco
sin anular las capacidades de percepción; en no pensar, de ahí su nombre.
Uno no se desconecta del mundo ni de la realidad circundante;
simplemente la percibe pero no la intelectualiza, no la juzga.
Pasa por delante de nosotros pero no la cuestionamos, no nos damos por enterados.
Es un estado parecido a la indiferencia, pero en estado consciente."

Con las artes marciales pasa lo mismo. ¿Cómo debo actuar? Si reflexiono sobre cada gesto, la acción eficaz es imposible. Por eso es necesario ser mushin, porque el cuerpo debe actuar sin pensar. Esta es la razón por la que la práctica del zazen es tan útil para las artes marciales. Si se reflexiona demasiado, el adversario será más rápido.

Dada la dificultad de alcanzar este estado o mejor dicho de aspirar a este estado, la mente ha de ser entrenada, del mismo modo que en las Artes Marciales también el entrenamiento y la práctica con los músculos y con el cuerpo son importantes. Cuando los maestros hablan del concepto mushin, hablan de la reflexión perfecta y precisa de todo. Mushin, significa corazón vacío, espíritu vacío, muy importante en las artes marciales. Mushin es la ausencia total de pensamiento oratorio; un estado en el que el ego se olvida y el individuo se encuentra libre para su desempeño sin tener que preocuparse por las nociones dualísticas del bien o del mal, del éxito o del fracaso. Mushin es la esencia de las artes marciales Zen. Cuando el arte del tiro con arco se practica en un estado de "no-pensamiento", lo que significa una ausencia de toda conciencia del ego, el arquero se encuentra libre de inhibiciones al poner la flecha en su arco, tirar de éste, dejar que sus ojos se posen en el blanco, y al momento en que el ajuste sea el correcto, dejar ir a la flecha.


"En las artes marciales, se enseña que el mejor lugar para la mente, "Aqui y Ahora"
es “no estar en ninguna parte”, el llamado Mushin.
El punto del Mushin es tener la mente en blanco
para que el "guerrero" se encuentre en un estado de "apertura".
Esto le permite reaccionar y no preocuparse por lo que puede ocurrir mientras actúa".

En este sentido, el secreto de las artes marciales consiste en aprender a dirigir el espíritu. Durante el combate, el espíritu no debe estar influenciado por ningún movimiento del adversario, por ninguna acción de su cuerpo ni de su mente. El espíritu siempre tiene que moverse libremente. Se debe estar completa y constantemente concentrado. En la vida diaria sucede lo mismo. Como dijo el monje Zen Takuan: "El verdadero espíritu es como el agua y el espíritu incierto es como el hielo", es decir, cuando el espíritu se posa sobre algo, como el hielo sobre una rama, estamos bloqueados e indefensos, cuando (el espíritu) es como el agua, miles son las posibilidades y las vías a seguir. Nunca debemos distraernos en la práctica del Zen, y, mucho menos, durante la práctica de las artes marciales. Hay que practicarlos (ambos) a fondo, concentrándonos, esforzándonos al máximo. No hay que guardar una parte de energía como reserva. Concentrarse significa expresarla (la energía), descargarla totalmente.


Si durante un combate te ahorras, no podrás ganar. Es un secreto de las artes marciales y de cada acción en nuestra vida. Con la práctica del Zen se llega a una dimensión en la que los eventos parecen estar lejanos y parecen tomas en cámara lenta. En el combate afloran los instintos más ancestrales, la parte más profunda de nuestro ser, y el Zen, con la meditación, permite al subconsciente emerger. De esta forma nos conectamos con nosotros mismos y entramos enseguida en sintonía con nuestro propio espíritu, luego con el Universo y, en consecuencia, con cualquier situación.

Fuentes:

domingo, 24 de octubre de 2010

Séptima tarea: La indagación de los misterios

Una vez completadas con éxito sus tareas, Vasalisa le hace a la Yagá unas cuantas preguntas muy acertadas. Las tareas de esta fase son las siguientes:
Preguntar y tratar de aprender algo más acerca de la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida y de sus funciones (Vasalisa hace preguntas acerca de los jinetes).
Aprender la verdad acerca de la capacidad de comprender todos los elementos de la naturaleza salvaje ("saber demasiado puede hacer envejecer prematuramente a una persona").
Todas empezamos con la pregunta "¿Qué soy yo realmente? ¿Cuál es mi trabajo aquí?". La Yagá nos enseña que somos Vida/Muerte/Vida, que éste es nuestro ciclo, nuestra especial percepción de lo profundo femenino. Cuando yo era pequeña, una de mis tías me contó la leyenda de "Las Mujeres del Agua" de nuestra familia. Me dijo que a la orilla de todos los lagos vivía una joven que tenía las manos viejas. Su primera misión era infundir tüz, algo que se podría traducir como alma o "fuego espiritual", en docenas de preciosos patos de porcelana. Su segunda misión era darles cuerda con unas llaves de madera insertadas en las plumas del dorso. Cuando se les acababa la cuerda, los patos se caían y sus cuerpos se rompían y entonces ella tenía que abanicar con su delantal a las almas que salían para enviarlas al cielo. Su cuarta tarea era volver a infundir tüz en otros preciosos patos de porcelana, darles cuerda y liberarlos hacia sus vidas...
El cuento del tüz es uno de los que con más claridad explican qué hace exactamente la madre de la Vida/Muerte/Vida con el tiempo de que dispone. Psíquicamente, la Madre Nyx, Baba Yagá, las Mujeres del Agua, La Que Sabe y la Mujer Salvaje constituyen distintas imágenes, distintas edades, distintos estados de ánimo y aspectos del Dios de la Madre Salvaje. La infusión de tüz en nuestras ideas, nuestras vidas y las vidas de los que se relacionan con nosotros es nuestra tarea. El envío del alma hacia su hogar es nuestra tarea. La liberación de una lluvia de chispas que llenan el día y crean una luz que nos permite encontrar el camino a través de la noche es nuestra tarea.


Vasalisa pregunta acerca de los jinetes que ha visto mientras trataba de encontrar el camino de la cabaña de Baba Yagá; el hombre blanco montado en el caballo blanco, el hombre rojo montado en el caballo rojo y el hombre negro montado en el caballo negro. La Yagá, como Deméter, es una vieja diosa madre-caballo, asociada con el poder de la yegua y también con la fecundidad. La cabaña de Baba Yagá es una cuadra para los caballos multicolores y sus jinetes. Las parejas de hombre-caballo hacen que el sol nazca y cruce el cielo de día, y extienden el manto de la oscuridad sobre el cielo nocturno. Pero hay más.
Los jinetes negro, rojo y blanco lucen los colores que antiguamente simbolizaban el nacimiento, la vida y la muerte. Estos colores también representan los antiguos conceptos del descenso, la muerte y la resurrección; el negro simboliza la disolución de los propios valores, antiguos, el rojo representa el sacrificio de las ilusiones que antaño se consideraban valiosas y el blanco es la nueva luz, la nueva sabiduría que procede del hecho de haber conocido a los dos primeros.
Las antiguas palabras utilizadas en la época medieval son nigredo, negrura; rubedo, rojez; y albedo, blancura, y describen una alquimia que sigue el ciclo de la Mujer Salvaje, la obra de la Madre de la Vida/Muerte /Vida. Sin los símbolos del alba, el ascenso de la luz y la misteriosa oscuridad, la mujer no sería lo que es. Sin el crecimiento de la esperanza en nuestros corazones, sin la luz estable, de una vela o de un sol, que nos permita distinguir una cosa de otra en nuestra vida, sin una noche en la que todas las cosas se serenan y de la que todas las cosas pueden nacer, nosotras tampoco podríamos utilizar con provecho nuestras naturalezas salvajes.
Los colores del cuento son extremadamente valiosos, pues cada uno de ellos posee su naturaleza mortal y su naturaleza vital.
El negro es el color del barro, de lo fértil, de la sustancia esencial en la que se siembran las ideas. Pero el negro es también el color de la muerte, del oscurecimiento de la luz. Y el negro tiene incluso un tercer aspecto. Es también el color asociado con aquel mundo entre los mundos en el que se asienta La Loba, pues el negro es el color del descenso. El negro es la promesa de que muy pronto la mujer sabrá algo que antes no sabía.
El rojo es el color del sacrificio, de la cólera, del asesinato, del ser atormentado y asesinado. Pero también es el color de la vida vibrante, de la emoción dinámica, de la excitación, del eros y del deseo. Es un color que se considera una poderosa medicina contra las dolencias psíquicas, un color que despierta el apetito. Hay en todo el mundo una figura conocida como la madre roja. No es tan famosa como la madre negra o la virgen negra, pero es la guardiana de las "cosas que brotan". Es especialmente invocada por aquellas que están a punto de dar a luz, pues quienquiera que abandone este mundo o venga a este mundo tiene que cruzar su rojo río. El rojo es la promesa de que está a punto de producirse un crecimiento o un nacimiento.
El blanco es el color de lo nuevo, lo puro, lo prístino. Es también el color del alma liberada del cuerpo, del espíritu liberado del estorbo de lo físico. Es el color del alimento esencial, la leche de la madre. Por contra, es también el color de la muerte, de las cosas que han perdido su aspecto más favorable, su torrente de vitalidad. Donde hay blancura, todo es de momento una tabula rasa en la que no se ha escrito nada. El blanco es la promesa de que habrá alimento suficiente para que las cosas empiecen de nuevo, de que el vacío se llenará.
Aparte de los jinetes, tanto Vasalisa como su muñeca visten de rojo, blanco y negro. Vasalisa y su muñeca son el anlagen alquímico. Juntas dan lugar a que Vasalisa sea una pequeña Madre de la Vida/Muerte/Vida en ciernes. El cuento tiene dos epifanías o revelaciones. La vida de Vasalisa se revitaliza gracias a la muñeca y a su encuentro con Baba Yagá y como consecuencia de ello, gracias a todas las tareas que aprende a dominar. Hay también dos muertes en el cuento: la de la inicial madre demasiado buena y la de su familla putativa. Pero enseguida nos damos cuenta de que son unas muertes necesarias pues al final infieren a la joven psique una vida mucho más plena.
De ahí la importancia del dejar vivir y el dejar morir. Se trata del ritmo básico natural que las mujeres tienen que comprender y vivir. Cuando se capta este ritmo, se reduce el temor, pues podemos anticiparnos al futuro, a los temblores del suelo y a los vaciamientos de lo que aquél contendrá. La muñeca y la Yagá son las madres salvajes de todas las mujeres; las que nos ofrecen las perspicaces dotes intuitivas del nivel personal y del divino. Ésta es la gran paradoja y enseñanza de la naturaleza instintiva. Es una especie de Budismo Lobuno. Lo que es uno es dos. Lo que es dos es tres. Lo que vive morirá. Lo que muere vivirá.
A eso se refiere Baba Yagá al decir "saber demasiado puede hacer envejecer prematuramente a una persona". Hay cierta cantidad de cosas que todas debemos saber a cada edad y en cada fase de nuestra vida. En el cuento, conocer el significado de las manos que aparecen y extraen el aceite del maíz y de las semillas de adormidera, sustancias ambas que pueden dar la vida y la muerte en sí mismas y por sí mismas, es querer saber demasiado. Vasalisa hace preguntas acerca de los caballos, pero no acerca de las manos.


El Inconsciente Cognitivo

Diariamente nos vemos en la necesidad de decidir, ya sea en el ámbito social, económico, político y principalmente en lo personal. Desde el momento en que despertamos, debemos constantemente tomar decisiones, la mayoría de ellas inmediatamente pensadas, elaboradas y aplicadas, pues requieren un análisis simple y directo; sin embargo, no siempre es fácil adoptar la mejor alternativa y evitar las dificultades que se presentan para elegirlas.
En la actualidad existe cada vez más evidencia empírica de activación y desarrollo de representaciones mentales de información que nos pasa inadvertida: es lo que podríamos llamar el inconsciente cognitivo.
La mente humana, a nivel de su base física más directa, el cerebro, constituye un sistema cognitivo capaz de registrar, elaborar, almacenar, recuperar, utilizar y, en último término, verse afectado por gran cantidad y variedad de información, incluso de forma simultánea. Sin embargo, tenemos la impresión subjetiva de manejar sólo una pequeña fracción de esa información: aquélla de la que tomamos conciencia, después de haberla sometido a numerosas operaciones de elaboración y transformación. A este respecto, aunque se sabe que no solemos tener conciencia de las operaciones de cómputo y transformación a las que sometemos los elementos manejados en los procesos de percepción, aprendizaje, recuerdo, pensamiento, etc., se considera que sí somos conscientes de los productos de estos procesos. Es lo que podríamos llamar supuesto de correspondencia entre cognición y conciencia. Y eso no sólo es una impresión subjetiva personal. De algún modo también ha sido la posición dominante en la psicología científica. Tradicionalmente se ha considerado que los contenidos de los procesos cognitivos, al menos sus productos finales, acceden a la conciencia y, por tanto, a éste nivel no habría más contenidos cognitivos que los manejados de forma consciente.
Hoy en día podemos entender que hay una parte de nuestra mente que responde a la razón y otra que actúa por su cuenta. La mente consciente es la que necesita la intervención de la razón para tomar decisiones y llegar a conclusiones. La mente inconsciente se encarga de aquellas tareas que pueden realizarse sin necesidad de intervención consciente.Es cierto que numerosos pensadores y científicos, incluidos algunos psicólogos, vienen sosteniendo desde antiguo que no somos conscientes de todos los contenidos mentales activos, con incidencia en el comportamiento. Pero no será hasta finales del s. XX cuando la idea de cognición sin conciencia toma cuerpo a nivel científico. Hoy el supuesto de que la mente humana maneja bastante más información que la que accede a la conciencia es central en teoría cognitiva. Se asume con frecuencia la existencia de cognición inconsciente en los ámbitos de la percepción y la memoria, se considera que seguramente también se da en muchos procesos de aprendizaje, y se comienza a plantear incluso en el ámbito del pensamiento. Ahora bien, una cosa es asumir que no acceden a la conciencia buena parte de los contenidos manejados por la mente, y otra muy distinta demostrar su naturaleza genuinamente inconsciente.

Unas pinceladas sobre la conciencia

Es cierto que, el asunto de la conciencia resulta enormemente complejo y difícil de acotar. En el fondo sigue siendo una suerte de "agujero negro" casi insondable para la ciencia. Aun así, se puede asumir que tal atributo fenoménico humano no es un epifenómeno, funcionalmente inútil: surge como un recurso adaptativo en la evolución de la especie. En primer lugar, nos proporciona la dimensión subjetiva, por la que experimentamos directamente, "sentimos", muy diversos contenidos mentales (sensaciones, percepción de objetos y eventos, recuerdos, ideas, expectativas, sentimientos, deseos, decisiones...), sin necesidad de tener que inferirlos indirectamente, o de que nos los tenga que señalar otra persona, un experto, por ejemplo, a partir de nuestras re/acciones.
Por otra parte, la conciencia no se limita a recoger los resultados de "subir el volumen" a los contenidos inconscientes de la mente. Sus contenidos resultan de integrar y dar sentido a diferentes elementos informativos de niveles inferiores de procesamiento, con el objeto de hacerlos más funcionales. Tendemos a tomar conciencia de los eventos al nivel más elevado y operativo para la actividad prioritaria en curso. Por ejemplo, cuando leemos o escuchamos mensajes verbales muchas veces no tomamos conciencia de los detalles y rasgos sensoriales que los integran, a veces ni siquiera de las palabras concretas empleadas, sino que tendemos a abstraer y tomar conciencia de su contenido semántico, su significado, que suele ser lo funcional en estos casos. Sin embargo, un corrector de pruebas de imprenta seguramente toma conciencia no sólo de las palabras, sino también de las letras e incluso de los trazos y detalles gráficos que las integran, para verificar que no hay erratas, obviando, si acaso, el contenido semántico. Esto es lo funcional para él. En definitiva, el sistema cognitivo no es pasivo al representar a nivel subjetivo la información: la conciencia es constructiva e integradora.
También, se considera que su intervención es necesaria y determinante en aquellas situaciones para las que no disponemos de una respuesta rutinaria en nuestro repertorio. La conciencia es la base de las acciones deliberadas. Las personas sólo ponemos en marcha actuaciones de este tipo a partir de o con respecto a información manejada de forma consciente. La información procesada inconscientemente podrá desencadenar reacciones reflejas y automáticas, pero no acciones deliberadas dirigidas a (o por) esa información. La conciencia forma parte esencial del ejecutivo central y su sistema de control, que permite la actuación e inhibición selectivas, anticipar, simular y planificar mentalmente. La conciencia resulta, pues, funcional, y marca una diferencia, con frecuencia cualitativa e importante, respecto del funcionamiento del sistema a nivel inconsciente.
El sistema cognitivo tiene en este plano también peculiaridades "negativas" importantes. Entre ellas, destaca su gran limitación. La conciencia es muy limitada, tanto en términos de amplitud de aprehensión (cantidad de información que puede manejar a la vez) como de resolución temporal (tiempo que tarda en cristalizar una representación en la conciencia).
En lo que concierne a la primera limitación, se especula con la probabilidad de que la conciencia sea sustancialmente secuencial: con capacidad para manejar sólo una fuente de información en cada momento. De ahí que, por poner un ejemplo más radical que ecológico, en la estimulación dicóptica, en la que se presenta a la vez una imagen diferente en cada ojo, dando lugar a rivalidad binocular, tendemos a tomar conciencia sólo de la imagen aportada por uno de los ojos, preferentemente el dominante, aunque puedan llegar a alternarse ambas en un acceso sucesivo a la conciencia. En definitiva, aunque sólo accede a la conciencia una imagen, se registran las dos, además de otra mucha información que también se puede estar registrando en ese momento.
Por lo que respecta a la segunda limitación, a nivel consciente el sistema se caracteriza por una resolución temporal bastante lenta. Se calcula que la toma de conciencia de cualquier evento, por simple que sea, requiere del orden de un cuarto de segundo, cuando menos. Sin embargo, se ha estimado que el cerebro codifica la mayor parte de la información que recibe, incluso tratándose de patrones bastante complejos, como rostros humanos, en los primeros 100 milisegundos. A nivel de manejo subjetivo de representaciones fenoménicas las limitaciones del sistema humano de procesamiento de información resultan excepcionales.
Además, tales limitaciones determinan otra característica básica, peculiar de la conciencia: la tornan muy selectiva. El sistema cognitivo se ve obligado a operar a este nivel de modo especialmente restrictivo. Suele "tomar nota" expresa sólo de la información funcional relevante para la tarea prioritaria en curso, máxime si ésta no es automática. A este respecto, aunque sólo se puede tomar a título orientativo, se ha estimado que mientras el sistema cognitivo maneja en torno a once millones de bits de información por segundo, sólo toma conciencia de 50, como mucho. Todo ello permite que en el medio natural se den y en el laboratorio se puedan crear situaciones en las que los sentidos registran abundante información que no alcanza el plano subjetivo. Sin embargo, seguro que a nivel funcional no se pierde toda esa información, por cuanto parte es procesada por el sistema mental más allá de su mero registro sensorial: se trataría de cognición sin conciencia, que invalida el supuesto de correspondencia.

Inconsciente Cognitivo

A pesar de los prejuicios que se puedan tener con la idea del inconsciente, la verdad es que ni es mejor ni peor que la mente consciente, es simplemente distinta. Cuando aprendemos algo, primero somos conscientes de lo que hacemos, por ejemplo al conducir un coche, pero cuando llegamos a dominar la tarea se vuelve inconsciente, ya no tenemos que pensar en ella. La ventaja de la mente inconsciente es que toma las decisiones por reflejo, y en paralelo. Por una parte porque traduce lo que percibe a una sensación de manera automatica, sin necesidad de pensar, y por otra, porque puede intervenir por sí misma si considera que no necesita confirmarlo con tu mente consciente.
Así como el inconsciente se dedica a automatizar tareas mecánicas, también se encarga de decidir cómo reaccionar ante ciertos estímulos. Por ejemplo, mucho de lo que nos ocurre en las interacciones sociales está regido por el inconsciente. Lo que hay que entender es que el inconsciente trata de ayudarnos siempre como mejor puede, pero es un como un niño pequeño y se fija sólo en lo que entiende de manera inmediata. De manera que si empleamos mucho esfuerzo en algo, el inconsciente entenderá que se trata de algún propósito muy importante para nosotros. Si algo ocurre que nos hace sentir mal, el inconsciente querrá evitarlo la próxima vez. Aprender una habilidad es como aprender una conducta, se trata de hacer que el inconsciente sea capaz de encargarse de algo. Ya sea a realizar una tarea a base de repetir las acciones, o a reaccionar de otra manera en cierta situación a base de cambiar nuestras emociones. Una de las maneras que tiene el inconsciente de aprender es mediante el circuito estimulo-respuesta . Como el perro de Pavlov, nosotros también aprendemos a asociar un estimulo externo con una respuesta interna de manera inconsciente.Como ya es obvio a estas alturas, la noción de inconsciente manejada en la psicología científica actual se centra en sus contenidos cognoscitivos, frente a los afectivos y motivacionales enfatizados por la teoría dinámica freudiana. Freud planteó una noción de inconsciente integrado, principalmente, por deseos y sentimientos que, por generar angustia y resultar inaceptables, las personas mantienen fuera de la conciencia mediante diferentes mecanismos de defensa, como la represión. Pero, aun así, tales afectos continuarían operando de forma soterrada y, por tanto, siguirían psicológicamente activos. Desde este punto de vista, cabe hablar de inconsciente afectivo-motivacional, planteado como un supuesto a nivel clínico, más que científico. Por su parte, según la psicología experimental el sistema mental humano, debido a sus limitaciones, no tiene conocimiento consciente de muchos procesos y contenidos cognitivos que, pese a ello, siguen operativos y tienen incidencia psicológica mediante operaciones automáticas. Es lo que podríamos denominar inconsciente cognitivo, cuyo análisis históricamente comenzó en el ámbito de la percepción.

La percepción es un proceso multifásico complejo, en el que suele acceder a la conciencia únicamente su contenido o producto final. Cuando nuestros sentidos registran eventos estimulares, como pueden ser un cocodrilo, una fotografía de este animal o la palabra 'cocodrilo', la percepción de cada uno de esos estímulos conlleva numerosas operaciones de codificación de diferentes elementos informativos que, finalmente, integramos en un evento unitario, con significado: cocodrilo, en su forma natural o en alguna de las mencionadas representaciones codificadas. Es de estos objetos o eventos significativos de los que solemos tomar conciencia, sin que la tomemos necesariamente de los elementos informativos de bajo nivel (texturas, líneas, perfiles, sombras, colores, planos, formas, parámetros, etc.) que los integran, ni de las operaciones cognitivas por las que percibimos como y lo que percibimos.
Sin embargo, debido a los parámetros de los estímulos y de su entorno, a las limitaciones de la conciencia o a ciertas lesiones cerebrales, en ocasiones ni siquiera acceden al plano fenoménico los productos finales de los procesos perceptivos, aún cuando algunos estímulos pueden ser procesados hasta un nivel significativo y profundo. En este caso hablamos de percepción inconsciente, que podemos definir como el registro de estímulos que, pese a que pasan inadvertidos, activan la representación mental de la información ligada a ellos almacenada en el sistema de conocimiento, con los correspondientes efectos psicológicos.

Cuando acumular información significa saber menos


Según un nuevo estudio, cuando llega el momento de las decisiones complejas es mejor dejar funcionar a la mente inconsciente, parece que pensar y repensar en los problemas podría llevar a cometer errores graves.
Antes de la decisión está la realidad sobre la que decidirse. La razón es posterior a la experimentación. Hoy en día, especialmente, entre la fenomenología, el suceso, y la decisión, se entrometen miríadas de datos que, en principio, parecen estar ahí para ayudarnos a ver los hechos mejor. Al menos esa es la premisa de la que partimos. Pero, en realidad, lo que está ocurriendo constantemente es que la densidad de la información que nos abruma distorsiona nuestra aprehensión de los fenómenos y obnubila de un modo trágico nuestro razonamiento alrededor de ellos. Aún peor: la información por sí misma se acaba convirtiendo demasiadas veces en la única realidad.
La investigación sugiere que deberíamos confiar en la mente consciente solo para decisiones sencillas, como hacer la lista de la compra. Consultar con la almohada las decisiones muy importantes para nuestra vida, como cambiar de trabajo o mudarse de ciudad, conducirá probablemente a un resultado que dejará más satisfecho a quien así lo haga, que a quien sopese conscientemente los pros y los contras del problema. Pensar duramente en una decisión compleja que depende de múltiples factores parece engatusar a la mente consciente, de modo que la gente solo considera un subconjunto de la información que han sopesado inapropiadamente, lo cual da como resultado una decisión insatisfactoria. En cambio, la mente inconsciente parece ser capaz de ponderar el total de la información y producir una decisión que dejará satisfecha a la mayoría de las personas. Sin embargo, para que la mente inconsciente sea más aguda y funcional, necesita instrucción, adiestramiento o ejercicio, como por ejemplo resolver una serie de rompecabezas, crucigramas, problemas de aritmética, etc..., así como motivación y expectación.

“En algún momento de nuestra evolución, comenzamos a tomar decisiones conscientemente,
y no somos demasiado buenos en eso.
Deberíamos aprender a dejar que nuestro inconsciente manejara las cosas complicadas”.

Las mejores decisiones se toman sin pensarlo dos veces. Sin parpadear ni dudar. Aquellas cosas que hacemos casi por impulso son muchas veces más acertadas que decisiones que llevan mucha reflexión e inversión de tiempo. Sin embargo este tipo de reacciones impulsivas son correctas en cuanto a decisiones relacionadas sólo a ciertos ámbitos de la vida, como pueden ser situaciones de emergencia y riesgo, donde el instinto sale a florecer para iluminar parte del camino.
Pablo Wizenberg, médico psquiatra especialista en trastornos de ansiedad y calidad de vida, explica que “la diferencia es que razonar es un proceso, un trabajo que realiza la mente a voluntad. Y pensar es lo que hace todo el tiempo la mente, el trabajo permanente de nuestro cerebro. Se puede pensar sin razonar, pero no al revés porque implicaría muerte cerebral”.
Los resultados de esta investigación demuestran que tomar decisiones rápidas en el subconsciente es más confiable que utilizar procesos cognitivos de alto nivel para tomar una decisión. Las funciones conscientes o de alto nivel del cerebro, cuando se activan, vetan nuestra decisión inicial subconsciente, incluso cuando ésta es la correcta. Esto nos vuelve desapercibidos o desconfiados de nuestros instintos y nos deja en una desventaja inmediata, tomando decisiones incorrectas ante determinadas situaciones.

Malcolm Gladwell, escritor de The New Yorker, afirma en su libro “Blink: el poder de pensar sin pensar”, que el cerebro humano está conectado para tomar decisiones rápidas y que razonar o saber demasiado acerca de un tema pueden conducir a una decisión incorrecta. Esto se da en gran parte a que al saber más acerca de un aspecto, se tengan en cuenta datos irrelevantes. Generalmente valoramos más el conocimiento que se apoya en un cuidadoso análisis (lógico y sistemático) de todas las opciones disponibles, que el conocimiento proveniente de nuestras intuiciones. Sin embargo, el pensamiento sistemático no siempre es preciso y, con frecuencia supone demasiado tiempo y espacio. Aunque no estamos acostumbrados a valernos de nuestra intuición ni del conocimiento derivado de las mismas, hay buenos indicios de que, a veces, podemos tomar mejores decisiones con tan sólo un abrir y cerrar de ojos (parpadeo o Blink en inglés). Este es el caso de, por ejemplo, la gente que debe tomar decisiones bajo presión: bomberos, enfermeras, cirujanos, deportistas y militares, entre otros.
Este concepto de ejercitar el inconsciente cognitivo, de pensar sin pensar, es similar al estado de "Mushin" propio de la filosofía budista, del Zen y de las artes marciales.


Fuentes:

Cuando yo era joven, le pedí a mi amiga Bulgana Robnovich, una anciana narradora de cuentos del Cáucaso que vivía en una pequeña comunidad agrícola rusa de Minnesota, que me hablara de la Baba Yagá. ¿Cómo veía ella la parte del cuento en la que Vasalisa "comprende sin más" que tiene que dejar de hacer preguntas? Mirándome con sus ojos sin pestañas de perro viejo, me contestó: "Hay ciertas cosas que no se pueden saber." Después esbozó una cautivadora sonrisa, cruzó sus gruesos tobillos y eso fue todo.
Tratar de comprender el misterio de los criados que aparecen y desaparecen bajo la forma de unas manos incorpóreas es como intentar comprender en su totalidad la esencia de lo numinoso. Aconsejando a Vasalisa que no haga la pregunta, tanto la muñeca como la Yagá la advierten del peligro que supone el hecho de indagar en exceso acerca de la numinosidad del mundo subterráneo, y es bueno que lo hagan, pues, aunque visitemos este mundo, no conviene que nos dejemos seducir por él y nos quedemos atrapadas allí.
Aquí la Yagá alude a otra serie de ciclos, los ciclos de la vida femenina. A medida que los vive, la mujer va entendiendo cada vez más estos ritmos femeninos interiores, entre ellos, los de la creatividad y el alumbramiento de hijos psíquicos y quizá también humanos, los ritmos de la soledad, el juego, el descanso, la sexualidad y la caza. No hay que esforzarse, la comprensión vendrá por sí sola. Debemos aceptar que ciertas cosas no están a nuestro alcance, aunque influyen en nosotras y nos enriquezcan. En mi familia hay un dicho: "Ciertas cosas son asunto de Dios."


Por consiguiente, cuando finalizan estas tareas, "el legado de madres salvajes" es más profundo y la capacidad intuitiva emana tanto del lado humano como del lado espiritual de la psique. Ahora tenemos a la muñeca de maestra por un lado y a la Baba Yagá por el otro.

Fuentes:

Clarissa Pinkola Estés
"Mujeres que Corren con los Lobos"


Apadrina el Blog "Hombres que corren con los lobos"




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Según Platón, el conocimiento es un subconjunto de lo que forma parte a la vez de la verdad y de la creencia.
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