martes, 1 de febrero de 2011

La verdad absoluta

"Conocemos la verdad,
no sólo por la razón,
sino también por el corazón."
Blaise Pascal


Todos nacemos con la necesidad de forjarnos una identidad propia que nos separe de nuestra espiritualidad. En consecuencia, llevamos una carga psicológica que nos hace sentir el peso del mundo.


"El dogma es la expresión del pensamiento que desea imponer y elevar una interpretación intelectual al nivel de verdad absoluta e indiscutible. Dogmáticos son aquellos que se encuentra poseídos por una mente temerosa, la cual adopta al dogma para tener un sostén que realice las veces de una muleta donde apoyarse intelectual y psicológicamente con el fin de evadir el miedo. Los dogmas se encuentran en casi todos los sistemas de pensamientos: religiosos, políticos, filosóficos, sociales, científicos.
Toda especulación e interpretación intelectual de un hecho, que se postule cómo verdad, es mentira. En ello se sustenta el dogma. Hacer de un hecho o de una experiencia personal, una interpretación intelectual y pretender convertir dicho análisis especulativo en verdad, es el dogma en sí mismo, es lo dogmáticamente correcto.
El dogma es insalvable, solo el dogmático se puede salvar. Al ser el dogma establecido por la tradición, la propaganda y la cultura de la sociedad a través de versiones visuales, auditivas y escritas, las cuales conforman la comunicación y la educación, el dogma se transforma en la publicidad obsesiva inevitable de ver, oír o leer, lo que significa la influencia y el sometimiento constante de la mente a las verdades reveladas o interpretadas.
Todo dogmático es básicamente un fundamentalista en términos, minimamente, psicológicos e intelectuales, lo que expone a la mente del dogmático a ser potencialmente un ser que esta predispuesto a matar o morir por su causa. De modo que sí la política, la religión y toda expresión de pensamientos, no se hubiese dedicado a expandir sus dogmas particulares, no existirían fundamentalistas, que propagandizan sus especulaciones y deducciones intelectuales con el propósito de que quien los acepte, pase a integrar su "secta", sabiéndose dueño de la verdad.
El dogma petrifica y cristaliza la mente en un punto de vista fijo, esquemático, estático, muerto, inamovible, lo que solo permite la evolución de la mente a través de la ampliación de los mismos argumentos que justifiquen con más certeza la verdad del dogma. O sea, la mente evoluciona en un circulo vicioso basada en el propósito de convertir en verdad sus propias mentiras.
Cuando la mente no percibe la mentira cómo mentira, es evidente que existe la posibilidad de que acepte dicha mentira como una verdad, de modo que la aceptación de lo falso se convertirá en el esfuerzo y la tarea de la mente en demostrar con nuevos argumentos, análisis e interpretaciones que ello es verdadero. Esta es la tarea de la mente esclava al circulo vicioso; tratar que, en lo que se cree, se convierta en verdad.
El deseo de que sea verdad, aquello en lo que se cree, es lo que refuerza el criterio que se le da al dogma de veracidad absoluta, lo que significa que ello es la piedra que tiene el hombre para apoyar su cabeza, por ser ese deseo de veracidad lo que debe ser protegido, resguardado, y para ello nada mejor que la mayor cantidad de argumentos, análisis y justificativos, con el fin de que la estructura y esquema mental que permite tener el dogma, no sea destruido de forma alguna, por el peligro que ello significa para la mente teme-rosa que no puede vivir en libertad.
El dogma que contiene toda doctrina, creencia, ideología, es la piedra donde se apoya la mente del hombre temeroso con el fin de escapar de la locura que presiente tener cuando su mente es cómo la del hijo del hombre, el cual no tiene una piedra donde apoyar su mente -cabeza- o sea, no tiene doctrina, creencia, ideología, teoría, argumento alguno para sostener su libertad intelectual, psicológica, emocional, sentimental, en definitiva, la libertad de su mente. Es obvio que ello lo convierte en un pobre de espíritu.
El dogma adoptado convierte a todo aquel que lo acepta en millonario ilustrado, en poseedor de fortuna intelectual, en hombre perteneciente al status-quo cultural, o sea, lo convierte en un hombre superior por pertenecer a la clase de los cerebralmente eruditos.
El dogmático defiende aquello que no sabe que es así cómo él cree, o sea, defiende su duda y la eleva al nivel de verdad, lo que significa que la única verdad que tiene para defender el fanático, el fundamentalista, el dogmático, el que tiene la mente adoctrinada, es su duda. Esto hace que deba poner toda su confianza en que dicha duda se concrete algún día en verdad, de modo que lo único que posee cómo real, es la esperanza y su autoconvencimiento; autoconvencimiento que tiene la tarea de tratar de vencer y doblegar a la duda para confirmarla psicológicamente en estado de verdad. La duda es necesaria elevarla al nivel de verdad, y ello solo es posible mediante el dogma.
El dogma es la expresión intelectual que le da forma de amoldamiento psicológico de verdad a la duda. Cuando el trasfondo psicológico es satisfecho por medio de la interpretación intelectual, es cuando surge el autoconvencimiento de que la duda es verdad, y en ese momento es donde se cristaliza el dogma en la mente; con el consecuente fanatismo posterior y el circulo vicioso del pensar.
Cuando el dogmático eleva de categoría su duda, es también cuando inconscientemente sella su mente, siendo la inteligencia y la comprensión las primeras expulsadas del hogar, de modo que el pensamiento crea sus intereses psicológicos, intelectuales, emocionales, materiales, en torno de su verdad dogmática, abriendo la mente solo para el entendimiento intelectual que tenga relación con el dogma aceptado cómo verdad.
El temor es el motor que impulsa a la mente a identificarse con el dogma, con el fin de escapar de la inseguridad, y encontrar en ese sistema de pensamiento particular la seguridad que le permita sostener la sensación de orden psicológico que da el sentir cuando se pertenece a algo. El dogmático sintiendo que pertenece a algo se aferra a su nueva verdad y evidentemente que se convence que debe protegerla, resguardarla. Ello da nacimiento a la violencia que se ejercita a través de la defensa de la causa.

"Tenía motivos para desear que el mundo no tuviera significado; consecuentemente, daba por sentado que no lo tenía y que era capaz, sin ninguna dificultad, de hallar razones satisfactorias para esta suposición. La mayoría de la ignorancia es ignorancia vencible. No sabemos porque no queremos saber. Es nuestra voluntad la que decide cómo y sobre qué materias usaremos nuestra inteligencia. Quienes detectan carencia de significado en el mundo generalmente lo hacen porque, por una u otra razón, cuadra bien con sus libros que el mundo debe ser sin sentido."
Aldous Huxley

El ser humano acepta el dogma por temor, o sea, con la finalidad de escapar de la inseguridad termina por esconder y sumergir el miedo en el fondo de su conciencia. En las capas más superficiales de la mente se encuentra presente la apariencia de seguridad, lo cual es la imagen de seguridad que vende el hombre con mente dogmatizada. Esta apariencia es la que motiva a la mente a amar el dogma, por ser la modeladora de una sensación de orden en el pensar."

...Nietzsche en su escrito "Sobre verdad y mentira en sentido extramoral" redacta: “El intelecto, como medio para la conservación del individuo, desarrolla fuerzas primordiales en la ficción”, argumentando que el hombre con debilidad pero con la capacidad de aprovechar la razón que tiene para sobrevivir, se ha colocado por arriba de toda especie animal o vegetal viva para darse el título como centro del todo, nombrándose la medida de las cosas (ser él quien nombre: de sustantivos y adjetivos, quien diga qué sí y qué no…), de tal manera que en su ego desarrolla un arte de ficción sobre la superficie de las cosas engañándose de su debilidad y a través de su razonamiento para creerse que es el único y capaz de conocer la realidad, ignorando, como explica Nietzsche que un mosquito haría lo mismo si se le preguntara qué pasa en su cabeza.
No sólo se vuelve egocéntrico, sino además se niega a reconocer que su capacidad de percepción está limitada, tan limitada que le es imposible conocerse a sí mismo (conocer su naturaleza salvaje y animal)...
... Esta complejidad que el mismo hombre ha creado en su lenguaje es por su necesidad de querer abarcar todo lo que pasa en la realidad y que su nombramiento sea el correcto, el más adecuado. Se ha colocado en un antropocentrismo en el que hace a fin de él que todo gire, se mida y sea nombrado en tanto él, en convención con los de su especie, una decisión...

"El dogmático encuentra esta sensación de orden en el pensar cuando adopta alguno de los tantos dogmas particulares y colectivos que están en oferta en el mercado de las ideas que ofrece la sociedad: políticos, religiosos, cientificistas, económicos, psicológicos, sociales. La necesidad de darle un cierto orden y orientación a la obsesión mental -que trabaja calladamente a través del parloteo incesante de la mente, lo cual se asemeja a la locura- es la motivación principal para predisponerse a la adopción de cualquier dogma que satisfaga la ansiedad psicológica y la necesidad imperiosa de frenar la irracionalidad del conflicto interno que crea el parloteo.
Lo peligroso del dogma es que cuando a logrado lavar el cerebro de cualquier vestigio de duda y producir la seguridad psicológica en el dogmático de que se encuentra en lo cierto, de que posee la verdad. A partir de ahí, la mente se sumerge en la enajenación y, dicha enajenación es la que produce placer por la posibilidad que brinda el poder depositar el pensamiento en una sola idea obsesiva. Al cerrarse la mente a un punto de vista exclusivo, sectario, el dogmático va aceptando la evolución de su violencia cómo algo normal y necesario. Normal por lo que debe ser defendido y necesario porque lo que merece ser resguardado no puede desaparecer, de manera que la aplicación de la violencia se encuentra justificada por el fin que siempre justifica los medios. La violencia siempre es la reacción a la defensa de un dogma particular o colectivo, ya sea para la defensa del ego herido -dogma particular- o la defensa de la doctrina, la creencia, la patria -dogma colectivo- y ese fin justifica todo y cualquier medio sectario y violento. Ello es el dogma en la acción, ello es el peligro placentero del dogma, ello es el producto final del dogma.
La mente al interrelacionar al intelecto con el pensamiento dogmático, pasa a ser intrínsecamente violenta, bajo la expresión exterior o interior, por estar esclava a la trinchera ideológica, comandada a la defensa de su verdad. Este constante estado de defensa de su verdad es lo que arrastra a la mente a la marginalidad de la alineación enajenante, con el consecuente estado de paranoia que ve como enemigo a todo aquel que no acepte sus postulados cómo única y exclusiva verdad, de manera que la violencia pasa a ser una herramienta tan útil como el argumento, ya que la violencia es la respuesta inevitable que provoca la defensa necesaria que debe tener una mentira convertida en verdad.
El dogmático tiene la posibilidad de liberarse del dogma, pero el dogma no tiene la cualidad de poder enseñarle al hombre a ser libre. Cuando el dogma habla de libertad, en realidad esta sometiendo a la mente a la esclavitud de la mentira que es todo concepto verbalístico, puesto que la palabra libertad no es la libertad, ya que la palabra no es la cosa en sí.
El ideal de libertad encierra tanto dogmatismo cómo los oscurantistas ideales dictatoriales y déspotas, por ser todo ideal, doctrina, teoría, un sistema de pensamiento basado en la creencia; y lo que uno cree no es sino que meras creaciones del pensamiento, del intelecto, o sea, dogmas.
Las ideologías que sostienen cómo principios la igualdad, la justicia, la fraternidad, la libertad, el amor, la bondad como virtudes a cultivar y metas a conquistar, expresan la ignorancia de sus ideólogos ante la incomprensión que tienen para comprender que todo aquello que sea virtud no puede ser cultivado, ejercitado, idealizado, puesto que todo concepto idealizado es dogma, es creencia, no realidad, y precisamente la virtud es una realidad ajena a toda verbalización intelectual.
La ideología de la fraternidad, del amor, de la libertad, de la igualdad, no es la fraternidad, el amor, la libertad, la igualdad, es simplemente la inconsciencia de los ideólogos de lo que es. Y es la incomprensión de lo que es lo que lleva a los ideólogos a convertir en dogma todo aquello que se encuentra fuera de la órbita del pensamiento, aquello que la mente no puede atrapar.
El intelecto, el pensamiento, la conciencia, la memoria, o sea, la mente, tiene la capacidad de convertir en dogma todo lo que ella desee, se proponga o considere que debe ser traducido a la verbalización intelectual, de modo que cuando el intelecto estructura determinadas virtudes en doctrinas, es obvio que corrompe dichas virtudes al convertirlas en idealizaciones dogmáticas, lo cual es corrupción por ser toda virtud intocable por el pensamiento.

"El sentimiento de lo místico es la emoción más hermosa y profunda que puede experimentarse."
Albert Einstein

La mente corrompe a las virtudes y a los valores más puros de la vida al convertirlos en dogmas ideológicos que pueden ser pensados, analizados, interpretados de acuerdo al punto de vista particular de cada uno, y es evidente que ninguna virtud puede ser interpretada por el pensamiento porque ella es lo que es, por lo tanto, se encuentra fuera de la órbita del pensamiento y de aquello que la mente puede atrapar, capturar, guardar y registrar, ya que nada de ello es un recuerdo. La virtud es algo vivo, sustancial, que tiene la cualidad de la acción por sobre las palabras, lo que significa que es un hecho antes que una idea, de forma que su idealización es la destrucción de la virtud cómo hecho, y ello es la perversión del dogma doctrinario.
Es obvio que toda mente adoctrinada es dogmática, supersticiosa, enajenada, sectaria, alienada, o sea, aislada en su propia sistema ideológico de pensamiento, o sea, en su verdad absoluta, o sea, en su creencia milagrera, o sea, en sus certezas absolutas, o sea, es una mente que garantiza la miseria de la violencia y su consecuente alimentación." 

Para cerrar: ¿Y la verdad? Es el conjunto de aspectos similares que el Hombre ha aceptado y les ha dado un concepto, de tal manera que entre varios hombres explicaron diferentes aspectos que cada uno percibió y que aún siendo diferentes hay algo que los mantiene en común… eso es la verdad:

“No conocida en sí, sino solamente en sus efectos […] como suma de sus relaciones”
Nietzsche




Fuentes:

viernes, 28 de enero de 2011

El hallazgo accidental del tesoro

"La confrontación con la muerte -y haberse librado de ella- hace que todo parezca tan precioso, tan sagrado, tan hermoso, que siento con mas intensidad que nunca el impulso de amarlo todo, de abrazarlo todo y de dejarme avasallar por todo. Mi rió nunca me pareció más bello... la muerte y.su posibilidad siempre presente hace más posible el amor, el amor apasionado. Me pregunto si podríamos amar apasionadamente, si sería posible el éxtasis, si supiéramos que nunca habríamos de morir."
Abraham Maslow

La primera tarea, el hallazgo del tesoro, figura en docenas de cuentos de todo el mundo en los que se narra la pesca de una criatura del fondo del mar. Cuando eso ocurre en una narración, siempre sabemos que muy pronto se producirá una lucha entre lo que vive en el mundo de arriba y lo que vive o se ha reprimido en el mundo subterráneo. En este cuento, el pescador pesca mucho más de lo que esperaba. "Es uno de los gordos", piensa mientras se da la vuelta para recoger la red.
No se da cuenta de que está izando a la superficie el tesoro más terrorífico que pueda imaginar, que está izando a la superficie algo muy superior a sus fuerzas. No sabe que tendrá que llegar a un entendimiento con él y que está a punto de poner a prueba todos sus poderes. Y lo peor es que no sabe que no sabe. Éste es el estado de todos los enamorados al principio: están tan ciegos como los murciélagos.
Los seres humanos que no tienen demasiados conocimientos al respecto muestran una cierta tendencia a acercarse al amor tal como el pescador del cuento se acerca a la caza: "Espero pescar uno muy gordo que me alimente durante mucho tiempo, me llene de emoción y me facilite la vida y del que pueda presumir delante de todos los demás cazadores cuando vuelva a casa."
Es el comportamiento natural del cazador ingenuo o muerto de hambre. Los muy jóvenes, los no iniciados, los hambrientos y los heridos tienen unos valores que giran en torno al hallazgo y la ganancia de trofeos. Los muy jóvenes aún no saben realmente lo que buscan, los hambrientos buscan sustento y los heridos buscan consuelo de sus anteriores pérdidas. Pero a todos les "caerá encima" el tesoro.
Cuando alguien está en compañía de los grandes poderes de la psique, en este caso de la mujer de la Vida/Muerte/Vida, y es muy ingenuo, lo más seguro es que pesque más de lo que esperaba. A menudo acariciamos la fantasía de recibir el alimento de la profunda naturaleza a través de una relación amorosa, un trabajo o el dinero, y esperamos que el alimento nos dure mucho tiempo. Nos gustaría no tener que trabajar más. Hay veces en que incluso nos gustaría que nos dieran de comer sin apenas tener que trabajar. En realidad, sabemos muy bien que, de esta manera, no conseguiremos nada que merezca la pena. Pero, aun así, lo deseamos.
Es fácil permanecer tendidos soñando simplemente con el amor perfecto. Es una anestesia de la cual tal vez jamás nos recuperemos como no sea para apropiarnos despiadadamente de algo valioso que se encuentra, sin embargo, fuera de nuestra conciencia. Para los ingenuos y heridos el milagro de la actuación de la psique consiste en que, aunque uno esté desanimado, aunque se muestre irreverente, no quiera hacerlo, no lo espere en realidad, no le apetezca, aunque se sienta indigno o no esté preparado, tropezará accidentalmente y de todos modos con el tesoro. Entonces al alma le corresponde la tarea de no pasar por alto lo que se ha encontrado, reconocer que el tesoro lo es efectivamente y reflexionar cuidadosamente acerca de lo que debe hacer a continuación.
La figura del pescador comparte un poco el simbolismo arquetípico de la del cazador y ambas representan entre otras muchas cosas los elementos psicológicos de los seres humanos que intentan saber y se esfuerzan por alimentar el yo por medio de la fusión con la naturaleza instintiva. En los cuentos como en la vida el cazador y el pescador inician su búsqueda mediante una de estas tres maneras: de una manera sagrada, con mezquindad o a trompicones. En el cuento de la Mujer Esqueleto vemos que el pescador anda un poco a trompicones. No es mezquino, pero tampoco pone de manifiesto una actitud o intención sagrada.
A veces los amantes empiezan también de esta manera. Al principio de una relación sólo intentan pescar un poco de emoción o una especie de antidepresivo del tipo "ayúdame a pasar la noche". Sin darse cuenta entran en una parte de su propia psique y en la de la otra persona en la que habita la Mujer Esqueleto. Aunque sus egos sólo busquen un poco de diversión, el espacio psíquico es un territorio sagrado para la Mujer Esqueleto. Si navegamos por estas aguas, la pescaremos con toda seguridad.
El pescador cree que sólo anda en busca de un poco de alimento, pero de hecho está sacando a la superficie toda la naturaleza femenina elemental, la olvidada naturaleza de la Vida/Muerte/Vida y ésta no se puede pasar por alto, pues, siempre que empieza una nueva vida, se presenta la Reina de la Muerte. Y cuando eso ocurre, por lo menos en un primer tiempo, la gente le presta una extasiada y temerosa atención.
Sedna, diosa oceánica de la mitología Inuit
En el tema inicial -el de la mujer que yace bajo la superficie del mar-, la Mujer Esqueleto se parece a Sedna, una figura de la Vida/Muerte/ Vida de la mitología Inuit. Sedna es la gran diosa deforme de la creación que habita en el mundo subterráneo Inuit. Su padre la arrojó por la borda de su kayak, pues, a diferencia de otras obedientes hijas de la tribu, ella se había escapado con un hombre-perro. Como el padre del cuento de hadas "La doncella manca", el padre de Sedna le amputó las manos. Sus dedos y sus miembros se hundieron hasta el fondo del mar, donde se convirtieron en peces y focas y otras formas de vida que a partir de entonces alimentaron a los Inuit.
Lo que quedó del cuerpo de Sedna también se hundió hasta el fondo del mar. Allí se convirtió en huesos y en cabello muy largo. En el rito Inuit, los chamanes de la tierra descienden nadando hasta ella y llevan comida para apaciguar a su furioso consorte-perro y guardián. Los chamanes le peinan el larguísimo cabello, le cantan y le suplican que sane el alma o el cuerpo de alguna persona de arriba, pues ella es la gran angakok, la maga; es la gran puerta norteña de la Vida y la Muerte.
La Mujer Esqueleto que se pasó siglos bajo el agua también se puede interpretar como la fuerza de la Vida/Muerte/Vida no utilizada y mal utilizada de una mujer. En su forma vital y resucitada, gobierna las facultades intuitivas y emotivas que completan los ciclos vitales de los nacimientos y los finales, de las penas y las celebraciones. Es la que examina las cosas, la que puede decir cuándo es el momento de que muera un lugar, una cosa, un grupo o una relación. Este regalo de la percepción psicológica espera a todos aquellos que la hacen aflorar a la conciencia a través del acto de amar a otra persona.

"Amar significa abrirnos a lo negativo como a lo positivo, a la aflicción, al dolor y al desengaño, así como al júbilo, al goce y a una intensidad de conciencia que antes no nos parecía posible. Describiré primero esta experiencia, desde el punto de vista fenomenológico, en su forma ideal, como paradigma.
Cuando nos enamoramos el mundo se sacude y todo cambia alrededor, no sólo en su aspecto, sino en la experiencia de lo que estamos haciendo en el mundo. Generalmente se siente esa sacudida conscientemente, en sus aspectos positivos, como un maravilloso y nuevo cielo que el amor produjo súbitamente con su milagro y su misterio. El amor es la respuesta a todo, cantamos. Independientemente de la trivialidad de semejante descripción, nuestra cultura occidental parece empeñada en una romántica -aunque desesperada- conspiración para imponer la ilusión de que todo lo que hay en ese estado es Eros. La vehemencia misma del esfuerzo para sostener tal ilusión revela la presencia del polo opuesto reprimido.
Ese elemento opuesto es la conciencia de la muerte. Pues la muerte está siempre a la sombra de los deleites del amor. Como un débil presagio siempre está presente la tremenda pregunta: "¿No nos destruirá esta nueva relación?" Cuando amamos abandonamos el centro de nosotros mismos. Somos arrancados de nuestro anterior estado de existencia y arrojados a un vacío; y aunque esperamos alcanzar un nuevo mundo, una nueva existencia, nunca podemos estar seguros de lograrlo. Nada parece lo mismo y bien pudiera ocurrir que ya nunca volviera a tener el mismo aspecto. El mundo está como aniquilado; ¿cómo podemos saber si volverá a construirse de nuevo? Nos entregamos y renunciamos a nuestro propio centro; ¿cómo sabemos que lo recuperaremos? Nos despertamos para encontrar al mundo sacudiéndose: ¿cuándo volverá a recobrar la calma?
El júbilo amoroso más exaltado está acompañado por la conciencia de la inminencia de la muerte... y esa conciencia tiene la misma intensidad que el júbilo. No parece posible que una cosa exista sin la otra."
Rollo May; "Amor y Voluntad"


Una parte de todas las mujeres y de todos los hombres se niega a saber que en todas las relaciones amorosas la Muerte también tiene que intervenir. Fingimos poder amar sin que mueran nuestras ilusiones acerca del amor, fingimos poder avanzar sin que jamás tengan que morir nuestros vehementes arrebatos de emoción. Pero en el amor, desde un punto de vista psíquico, todo, absolutamente todo se desmenuza. El ego no lo quisiera, pero así tiene que ser y toda persona dotada de una profunda naturaleza salvaje se muestra inclinada a aceptarlo.
¿Qué es lo que muere? La ilusión, las expectativas, el ansia de tenerlo todo, de querer tan sólo lo bello, todo muere. Puesto que el amor siempre da lugar a un descenso a la naturaleza de la Muerte, se comprende por qué razón es necesario tanto dominio sobre uno mismo y tanta fuerza espiritual para entregarse a este compromiso. Cuando uno se compromete con el amor, se compromete también con la resurrección de la esencia de la Mujer Esqueleto y de todas sus enseñanzas.
El pescador del cuento tarda en comprender la naturaleza de lo que ha pescado. Es lo que le ocurre a todo el mundo al principio. Si uno es inexperto, no sabe que allí abajo habita la naturaleza de la Muerte. En cuanto el sujeto averigua qué es lo que tiene delante, su impulso es intentar rechazarlo. Nos convertimos en unos seres semejantes a los padres mitológicos que arrojan al mar a sus hijas salvajes por la borda del kayak.
Sabemos que a veces las relaciones fallan cuando pasan de la fase de anticipación a la fase de enfrentamiento con lo que hay realmente en el extremo del anzuelo. Ocurre en la relación de una madre con su hijo de dieciocho meses lo mismo que entre los padres y su hijo adolescente, entre los amigos y entre los amantes de toda la vida y los que llevan muy poco tiempo juntos. Una relación iniciada con la mejor voluntad vacila, se agita y a veces se tambalea cuando termina la fase del enamoramiento. Entonces, en lugar de llevar a la práctica una fantasía, empieza en serio el desafío de la relación y uno tiene que echar mano de toda su habilidad y prudencia.
La Mujer Esqueleto que habita bajo el agua representa una forma inerte de una profunda vida instintiva que se conoce de memoria la creación de la Vida y la creación de la Muerte. Si los amantes insisten en llevar una vida de forzada alegría, perpetuos placeres y otras formas de nefasta intensidad, si se empeñan en que haya constantes alegres polkas, Donner und Blitz, truenos y relámpagos sexuales, o un torrente de cosas agradables y ningún conflicto, arrojarán por el acantilado la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida y ésta se volverá a ahogar en el mar.
El hecho de excluir de la relación amorosa todos los ciclos de la vida y la muerte da lugar a que la naturaleza de la Mujer Esqueleto sea arrancada de su alojamiento psíquico y se ahogue. Entonces la relación amorosa adopta una forzada expresión de "no nos pongamos tristes, procuremos divertirnos todo lo que podamos" que se esfuerza en mantener a toda costa. El alma de la relación desaparece y se hunde en el agua, inútil y sin sentido.
Siempre se arroja por el acantilado a la Mujer Esqueleto cuando uno o los dos componentes de la pareja no la soportan o no la entienden. La arrojamos por el acantilado cuando no aprendemos bien el uso de los ciclos transformativos: cuando las cosas tienen que morir y ser sustituidas por otras. Si los amantes no pueden soportar estos procesos de la Vida/Muerte/Vida, tampoco se pueden amar el uno al otro más allá de las aspiraciones hormonales.
El hecho de arrojar por el acantilado esta misteriosa naturaleza siempre da lugar a que la amante y la fuerza espiritual del amante se conviertan en unos esqueletos privados de auténtico amor y alimento, puesto que la mujer suele vigilar muy de cerca los ciclos biológicos y emocionales, los ciclos de la vida y la muerte constituyen el centro de su interés. Y, puesto que no puede haber mucha vida si no se produce un declive de lo que antes había, los amantes que se empeñan en mantenerlo todo al máximo nivel de esplendor psíquico vivirán una relación cada vez más osificada. El deseo de obligar al amor a vivir sólo en su forma más positiva es la causa de que, al final, el amor muera definitivamente.
El desafío del pescador es el de enfrentarse con la Dama de la Muerte, su abrazo y sus ciclos de vida y muerte. A diferencia de otros cuentos en los que se captura una criatura subacuática a la que después se deja en libertad y el pescador recibe en prenda de gratitud el cumplimiento de un deseo, a la Dama de la Muerte no se la puede soltar y ésta no accede amablemente a ningún deseo. Emerge a la superficie tanto si uno quiere como si no, pues sin ella no puede haber ningún auténtico conocimiento de la vida y, sin este conocimiento, no puede haber lealtad ni verdadero amor o afecto. El amor cuesta caro. Cuesta el precio de la valentía. Cuesta tomarse una molestia, tal como veremos más adelante.
Una y otra vez observo en los amantes, cualquiera que sea su sexo, un fenómeno de este tipo: dos personas inician una danza para ver si les interesa amarse. De repente, pescan accidentalmente a la Mujer Esqueleto. Algo en la relación empieza a disminuir y resbala hacia la entropía. A menudo se reduce el doloroso placer de la excitación sexual o uno de los componentes de la pareja ve la frágil y herida parte oculta del otro o ve al otro como algo que "no es precisamente un trofeo" y es entonces cuando emerge a la superficie la vieja con su calva y sus amarillentos dientes.
Parece espantoso y, sin embargo, es el momento privilegiado en que existe una auténtica oportunidad de dar muestras de valentía y conocer el amor. Amar significa permanecer al lado de alguien. Significa salir de un mundo de fantasía y entrar en un mundo en el que es posible el amor duradero, cara a cara, hueso a hueso, un amor hecho de afecto. Amar significa quedarse cuando todas las células gritan: "¡Echa a correr!"
Cuando los amantes son capaces de soportar la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida y de entenderla como un continuo -como una noche entre dos días- y como la fuerza capaz de crear un amor para toda la vida, pueden enfrentarse con la presencia de la Mujer Esqueleto en su relación. Entonces se fortalecen juntos y ambos se sienten llamados a una comprensión más profunda de los dos mundos en los que viven, el mundo material y el mundo del espíritu.







Fuentes:

Clarissa Pinkola Estés
"Mujeres que Corren con los Lobos"

jueves, 27 de enero de 2011

Las primeras fases del amor

En todos los cuentos hay algún material que se puede considerar un reflejo de las enfermedades o el bienestar de la propia cultura o de la propia vida interior. En los cuentos hay también unos temas míticos que se pueden interpretar como representación de las distintas fases de la conservación del equilibrio de los mundos interior y exterior, y como instrucciones para lograrlo.

Aunque la Mujer Esqueleto se puede considerar la representación de los movimientos del interior de una sola psique, este cuento me parece más interesante si se interpreta como una serie de siete tareas que enseñan a cada alma a amar profunda y satisfactoriamente a otra. Éstas son las tareas: descubrir a otra persona como una especie de tesoro espiritual, aunque al principio uno no se dé cuenta de lo que ha encontrado. En casi todas las relaciones amorosas viene a continuación la persecución y el ocultamiento, un período de esperanzas y temores para ambos componentes de la pareja. Después viene el desenredo y la comprensión de los aspectos de la Vida/Muerte/Vida que contiene la relación y la aparición de un sentimiento de compasión con respecto a la tarea. La siguiente fase es la de la relajación, la confianza y la capacidad de descansar en presencia del otro y con su beneplácito, tras lo cual se inicia un período de participación de ambos en los sueños futuros y las tristezas pasadas, los cuales marcan el comienzo de la curación de las antiguas heridas de amor. Después viene el uso del corazón para entonar un cántico a la nueva vida y, finalmente, la fusión del cuerpo y el alma...

"Según el planteamiento del psicólogo social Carlos Yela, el amor está compuesto básicamente por tres aspectos importantes: un estrecho vínculo de unión afectiva especial, también denominada 'intimidad'; la vivencia y expresión de deseos y necesidades con respecto a la otra persona −las pasiones erótica y romántica−; así como el compromiso, que es la intención de 'apostar' por la relación y conseguir mantenerla en el tiempo −por encima de distintos tipos de obstáculos y dificultades−.
De acuerdo con este esquema, quien experimenta amor por alguien sentiría un determinado nivel −variable en el tiempo− de intimidad, pasión y compromiso por la persona a la que ama −quien, a su vez, puede ser que le corresponda o no−.
Carlos Yela subraya que el amor no es lo mismo que la relación de pareja. En la mayoría de los casos, la relación de pareja comienza entre dos personas que se aman y la relación no termina a pesar de que el amor se acabe. Según los psicólogos sociales, las relaciones de pareja sin amor pueden mantenerse merced a lo que denominan 'barreras': miedo a la soledad, preocupación por los hijos, ansiedad de empezar de cero, dependencia tanto económica como afectiva ...etc. Nosotros decimos que pueden permanecer juntos sencillamente por qué se quieren, se aprecian y, aunque la llama de la pasión no queme como el primer día, las brasas de la hoguera ofrecen una calidez embriagadora.

El amor no siempre tiene la misma temperatura, el mismo calor y la misma pasión. No existe una línea recta en el estado de una relación, siempre pasa por diferentes fases.
En la primera fase se da un amor ideal en todos los sentidos, no existen fallos y defectos en el otro, y en el caso de existir se minimizan y compensan con las virtudes. Todo es maravilloso y cada momento común está lleno de felicidad. En los momentos de ausencia, hay añoranzas y pensamientos hacia el otro.
Esta idealización se basa sobre todo en que los contactos no suelen desarrollarse durante todo el día, y se limitan a ciertas horas cada periodo. En los momentos de lejanía los pensamientos se dedican a idealizar aún más, con poco lugar a la realidad. De ahí el dicho de que el amo es ciego, y aunque los amigos y familiares adviertan de inconvenientes, es complicado escucharles. Asimismo, no hay que tomar grandes decisiones por lo que los conflictos se minimizan.
Con el tiempo la relación se complica, se entra en una segunda fase de más cercamiento. Ahora sí que es necesario decidir sobre asuntos de presente y futuro.
Paralelamente se ha alcanzado un grado de conocimiento del otro mayor: se conocen las virtudes, los defectos, las reacciones, las formas de comportarse, los detalles, los comportamientos en casos extremos. La idealización pues ha acabado y la relación es más realista.
Se impone una balanza entre lo bueno y lo malo de la relación, surgen las lógicas dudas y se reflexiona sobre el futuro de la relación. Si la rutina se ha apoderado prematuramente de la pareja se entra en aburrimientos y cansancios.
Es el momento de evaluar el estado de la relación: si ha sido algo pasajero e inestable, el final estará cerca. Si hay problemas, es el momento de solucionarlos o acabar.
En la tercera fase, la de la madurez, se supone que en vida en común y un compromiso de pareja estable y sin caducidad. Existen problemas que hay que solventar, y estos, si no se solucionan a tiempo pueden convertirse en grandes losas.
Se aprende a vivir con aquellos defectos que más molestan, aunque desagraden. La pasión hace tiempo que no es lo mismo, y la comunicación sexual ha pasado a un cariño costumbrista y tolerante.
El conocimiento mutuo y la anticipación de reacciones es casi completo, sin lugar a demasiadas sorpresas. Existirán enfados sí, pero más bien causados por elementos externos, por el cansancio de la rutina que por novedades de personalidad o comportamiento.
La pareja, ya con años de bagaje llega a la última fase, en el que los dos se han convertido en compañeros de vida, y el cariño prevalece sobre cualquier sentimiento. Es amor en efecto, pero de forma diferente, la pasión se ha reducido al mínimo, y la compañía se hace la reina de la relación.
Es la fase a la que a todas las parejas les gustaría llegar, como las de nuestros abuelos. Tras decenas de años de confianza no hay sorpresas, pero sí resquemores por oportunidades idílicas perdidas de otros amores. Los años han pasado y ese sentimiento de ocasiones no aprovechadas se suele descargar en el otro. La edad es lo que tiene, que hace volver atrás y replantearse las cosas-
En todas las fases es primordial la comunicación, segundo a segundo, dejar espacio de libertad, más importante cuanto más se aleja la relación de los primeros instantes, y sobre todo es necesaria la voluntad de solventar cada problema sin venirse abajo y sin tirar la toalla de la relación ante el mínimo obstáculo."

... A lo largo de mis veintitantos años de práctica, los hombres y las mujeres se han tendido en mi sofá diciendo con emocionado terror: "He conocido a alguien... yo no quería, estaba ocupado en mis propios asuntos y ni siquiera miraba y, ¡de pronto!, conozco a alguien con A mayúscula. ¿Qué hago ahora?" Mientras alimentan la nueva relación, empiezan a acobardarse. Se echan para atrás y se preocupan. ¿Temen perder el amor de esta persona? No. Tienen miedo porque están empezando a vislumbrar una calva calavera por debajo de las olas de su pasión. ¡Ay! ¿Y ahora qué hacen?
Yo les digo que es un momento mágico, pero no logro tranquilizarlos. Les digo que ahora veremos algo maravilloso. Pero les falta la fe. Les digo que resistan y eso sí lo hacen, aunque con gran esfuerzo. Sin que yo me dé cuenta desde la óptica de mi análisis, la barquita de su relación amorosa se va alejando cada vez más rápido. Alcanza la orilla y, en un santiamén, sus ocupantes echan a correr como alma que lleva el diablo y yo en mi papel de analista corro a su lado e intento decirles algo mientras a nuestra espalda nos sigue a trompicones quien ya sabemos.

La mayoría de la gente cuando se enfrenta por primera vez con la Mujer Esqueleto experimenta el impulso de echar a correr y alejarse al máximo. Correr forma parte del proceso. Hacerlo es humano, pero no durante todo el tiempo y no para siempre.



Fuentes:

Clarissa Pinkola Estés
"Mujeres que Corren con los Lobos"

miércoles, 26 de enero de 2011

Una dieta espiritual para alimentar el alma

"Para una época necesitada de alimento espiritual, este libro propone los ingredientes esenciales que permiten vivir plenamente y en armonía. "Una dieta espiritual para alimentar el alma" aúna los principios universales comunes a las grandes religiones con el saber y las técnicas de la psicología moderna para mostrar cómo hacer frente a las exigencias de la vida cotidiana y llevar una vida espiritual satisfactoria. A través de una sugerente combinación de inspiradas citas extraídas de obras inmortales, doctrinas de los grandes líderes espirituales, ejemplos reales y ejercicios sencillos, este libro enseña a aligerar la presión de los problemas personales, vivir en el presente, conciliar los deseos con las metas y, en definitiva, aprender a disfrutar de lo bueno que ofrece la vida."

Aprender de la soledad

"Nuestra relación con la soledad es un buen indicativo de nuestra salud emocional. Cuando sabemos estar solos, estamos bien con nosotros mismos y con el mundo. Y, una vez más, la clave está en el equilibrio porque la cuestión de la soledad va asociada a la de su opuesto, 1a compañía. Saber estar solo es saber estar acompañado y viceversa, ni huir de la soledad ni convertirla en refugio para no afrontar la vida. La solución está en establecer un círculo de vínculos gratificantes, los cimientos para una vida más plena."

Pocas perspectivas nos atemorizan más que la de la soledad. La imagen de encontrarnos completamente solos, incomunicados y separados de otro nos da terror: ser los únicos habitantes de una gran ciudad o estar extraviados en un páramo desolado...
Y es que, de forma natural, carecer de vínculos afectivos o la ausencia de otros con quienes compartir nuestra intimidad nos llena de desasosiego.
Pero, ¿qué es lo que hace que la soledad sea tan difícil de soportar? ¿Por qué nos produce esa profunda angustia, difícil de explicar, para la que muchas veces no encontramos consuelo? La respuesta es que la soledad, en un nivel básico, es percibida como una amenaza para nuestra supervivencia.

Carencia de contacto

Para los humanos de culturas arcaicas, la soledad era un estado peligroso y temible para todos. El grupo era indispensable para satisfacer las necesidades vitales de alimento, refugio y protección. Por lo tanto, el que un individuo se separase del grupo era tanto un peligro para sí mismo como una actitud que debía ser sancionada por el resto. De ahí que muchos tabúes y ritos "primitivos" apuntaran a fortalecer los vínculos con los otros y a disuadir a cualquiera que pudiese debilitarlos.
Y en el mundo de hoy -donde podría plantearse que la relación con el otro no es indispensable para la supervivencia- la soledad sigue inquietándonos por un aspecto tan indispensable como el alimento: el contacto con otros, el ser tocado, llamado y estimulado. Todo eso es necesario para un adecuado crecimiento y desarrollo, como lo prueban los casos de hospitalismo, niños que por ausencia de sus madres son criados por el personal hospitalario y a pesar de ser alimentados y cuidados adecuadamente, no aumentan de peso como debieran, no tienen un adecuado nivel de defensas y se desarrollan con mayor dificultad. En algún momento, los profesionales de la salud se dieron cuenta que de lo que carecían estos niños era de contacto.
La necesidad de vínculos no termina, sin embargo, con la adultez. Nuestra identidad se construye en relación a los demás, nuestra vida está organizada en tomo a las relaciones interpersonales. Ya Aristóteles escribió que aquél que puede vivir fuera de la sociedad es un dios o una bestia. Nietzsche, en su filosofía del superhombre, retomaba esta frase para decir: "Pues entonces seamos dioses, cortemos los lazos de dependencia que nos debilitan". Pero lo cierto es que no somos dioses. Somos humanos que necesitamos de los vínculos con los otros porque está en nuestra naturaleza.

Dos caras de una misma cosa

Sin embargo, todos nos hemos sentido solos en algún momento de nuestra vida. Es más, todos estamos, en algún punto, irremediablemente solos. Esta soledad es consecuencia inevitable de la conciencia de uno mismo, pues esa conciencia nos enfrenta también con un mundo externo del que estamos dolorosamente separados.
Recuerdo que un día, siendo yo niño, me encontraba en mi habitación sin saber qué hacer. Nos habíamos mudado poco tiempo atrás y aún no había hecho amigos. Me acerqué entonces a mi padre y le dije: -Papá, estoy aburrido. -Hijo, tienes que aprender a estar solo -me respondió con gran aplomo.
Tiempo después, una tarde, mi padre entró en mi habitación y me encontró jugando solo. Debía ser algo frecuente en ese tiempo y esto le preocupó. Me preguntó: -Hijo, ¿no crees que sería bueno que hicieras más amigos?
-Tú me dijiste que tenía que aprender a estar solo... Pues ya aprendí -le repliqué con cierto tono de reproche.
Y él, tras detenerse a pensar unos segundos, concluyó:
-Bueno, ahora tienes que aprender a estar acompañado y ya lo tendrás todo.

Experiencias inevitables

En aquel momento no pude sino enfadarme, pero con los años el episodio fue tomando otro significado. Lo que mi padre me transmitía entonces era que para vivir bien es tan necesario poder transitar momentos de soledad como poder relacionarse con otros.
Ambas son experiencias ineludibles en nuestra vida y si, en función de evitar esa angustia, apartamos cualquiera de ellas, nuestra vida se limitará demasiado.
La soledad es un problema tanto para aquéllos que se sienten aislados de los demás como para los que deben correr de una compañía a otra para no encontrarse ni por un segundo con el malestar que les produce estar solos. El objetivo no es, entonces, eliminar la soledad ni prescindir de los otros, sino poder pasar con fluidez de una situación a otra. El pensador suizo Benjamín Cons-tant escribió una vez que la vida consiste en salir de las cosas; yo añadiría que consiste tanto en entrar como en salir.

Un equilibrio necesario

Así, la soledad presenta una doble naturaleza. Por un lado, nos permite contactar con nosotros mismos, nos brinda tranquilidad, paz y un espacio para la reflexión y la creación y, por otro, despierta sentimientos de tristeza y dolor que nos empujan a contactar con otros, a salir de nosotros mismos.
Cada uno de estos aspectos expresa un deseo que se contrapone con el otro y que intentamos equilibrar. Por un lado, deseo de individuación, de establecer límites, de diferenciamos; por otro, deseo de relajar esos límites, de disolvernos en el otro y de ser uno con el mundo. Por lo tanto, estamos condenados a nuestra soledad y, en la misma medida, empujados a trascenderla.
En todos los grandes mitos o historias de héroes y profetas, se advierte un período de soledad, una retirada del mundo de los hombres, para volver luego a actuar entre ellos bajo una nueva forma. La desaparición de Jesús en el desierto, la iluminación de Buda bajo el árbol Bodhi, el largo viaje de Ulises. Como si esa soledad hubiese sido necesaria para producirla transformación de un hombre en alguien capaz de modificar su entorno. En nuestras vidas, más modestas, también existen momentos en los que nos replegamos sobre nosotros mismos para poder continuar luego nuestra vida hecha de encuentros con otros. Aceptar estos períodos como parte de un proceso puede ser una primera manera de perder el temor al fantasma de la soledad.

Estar solo o sentirse solo

Ocurre, en ocasiones, que este "estar solo" se eterniza, deja de ser un momento y uno pasa a sentirse encerrado, atrapado en un círculo del que se tiene la sensación de que es imposible salir. Aparece entonces la sensación de la soledad. Y digo sensación porque la soledad es una apreciación subjetiva: me siento solo. Por ello no importa si estoy efectivamente solo o si hay personas alrededor: lo que produce ese desasosiego es la carencia de relaciones significativas, la falta de posibilidades de intimar.
Efectivamente, para que alguien se sienta en soledad no es necesario que esté aislado. El prestigioso psicólogo estadounidense Allan Fromme decía que no hay lugar más solitario que la ciudad de Nueva York en hora punta, rodeado de miles de personas que también se sienten solas.
Muchas veces, soledad y aislamiento se entrelazan, pero en ocasiones una persona que todavía mantiene vínculos con los otros puede encontrarse a sí misma sintiéndose sola. Es más, los mismos vínculos que una vez fueron significativos y enriquece-dores pueden, de no ser alimentados, estancarse, "petrificarse" y dejar de ser un rico lugar de encuentro.

El antídoto para la soledad

Así, no cualquier "otro" es un antídoto contra la soledad. En general, para que eso sea posible, ese alguien debe ser percibido como proveedor de cierta seguridad, accesible y con buena capacidad de escuchar. En mi opinión, el principal rasgo que diferencia a alguien significativo -cuya presencia puede aliviarme el sentimiento de soledad- de otras presencias, es la sensación de que a esa persona yo le intereso.
Cuando siento que a otro le intereso -aunque eso no signifique necesariamente que le gusto ni que me quiere- comienzo de alguna manera a sentirme acompañado. Por ello, si bien no cualquiera puede aliviar por sí solo la soledad de alguien, muchos pueden "convertirse" en compañeros que contribuirán a empequeñecerla. No se trata, por lo tanto, de encontrar a alguien que nos rescate de nuestra soledad, sino de construir vínculos que comiencen a abrir ese círculo en apariencia intraspasable.
Creo que la idea de construcción puede sacarnos del lugar de la impotencia en el que, muchas veces, nos encontramos al sentirnos solos. Entender la naturaleza esencial de nuestra soledad, entender que es un lugar por donde todos debemos pasar y que existen muchos modos de relacionarnos con los demás para satisfacer nuestra necesidad de contacto, hará posible fundar esos cimientos que nos permitirán crear o restaurar los lazos con los otros.

Fuentes:

Por Demián Bucay
Revista "Mente Sana" Nº8

martes, 25 de enero de 2011

¿Que es el silencio y para que sirve?

"El silencio es el vientre de donde nacen los sabios. Si deseas adquirir sabiduría, vuelve a nacer en medio del silencio. Solo así encontrarás tu razón de ser, la razón por la cual haz nacido.
Siéntate cómodamente, observa a tu alrededor, no juzgues, detente en tu afán, observa de nuevo, comprende que tu vida es un tesoro, deja tus preocupaciones a un lado. no hay necesidad de llevar un equipaje pasado,ya tu corazón tiene lo que necesitas en este viaje maravilloso que es tu vida.
Todas las preguntas están listas para ser respondidas, sin importar que profundas sean. Simplemente entra en la paz del silencio, calma ese mar de deseos, ese mar de ilusiones, deja que la calma te invada, deja que el silencio te posea, en ese momento lo viejo desaparece y lo nuevo nace en ti."

Es posible que mucho de lo que se denomina técnicas o trabajos espirituales estarían mejor servidos y comprendidos si se quitaran completamente del marco religioso. Por hábito cultural durante siglos la humanidad ha mirado las palabras espiritual y religioso casi como sinónimos y claramente no lo son. La esencia del espíritu humano no tiene por que ser dominio de una organización, club o religión.

"Detrás de la expresión "cuerpo (mente) y alma" está la experiencia radical de la unidad fundamental del ser humano. Esto no pretende, sin embargo, crear una identificación pura y simple de las diversas dimensiones humanas. Lo que se afirma por el contrario es que, por ejemplo, el cuerpo no es un objeto o algo que hay en el hombre. Es el hombre todo entero, porque la corporeidad forma parte de la misma subjetividad humana: "en la realidad, yo nunca encuentro en mí un espíritu puro y concreto, sino siempre, en todo lugar y en cada momento, un espíritu encarnado... A la esencia del espíritu humano, en cuanto espíritu, le pertenece su corporeidad y con ella su relación hacia el mundo". El estar en el mundo del ser humano no es un accidente, sino que expresa su realidad esencial. De ahí que podamos decir con Gabriel Marcel: cuerpo y alma no expresan lo que el hombre "tiene" sino lo que el hombre "es". El hombre es, en su totalidad, corporal. Y es, también en su totalidad, espiritual. Por eso los más sublimes actos espirituales y místicos vienen marcados por la corporeidad. De la misma manera, las acciones corporales más primitivas están penetradas por el espíritu. Porque en el hombre sólo existe un espíritu corporeizado y un cuerpo espiritualizado, podemos decir con razón que cuanto más el espíritu es espíritu, tanto más se manifiesta y penetra la materia y que cuanto más sea cuerpo el cuerpo, tanto más se expresará espiritualmente.
La unidad "cuerpo alma" en el hombre es una de las evidencias de todas las ciencias antropológicas actuales, incluida la biología, pero sobre todo de la psicología profunda. Cuando el hombre dice "yo", expresa la unidad total de su realidad "cuerpo alma" y de todas las dimensiones de su existencia. Cuerpo y alma no son, por lo tanto, dos cosas que hay en el hombre sino, tal como lo percibió la tradición tomista con enorme nitidez, dos principios, sólo metafísicamente separables y diferenciables, del único ser humano. Alma es la subjetividad del ser humano concreto, lo cual implica también la dimensión de cuerpo. Cuerpo es el mismo espíritu realizándose dentro de la materia, y no sólo un instrumento del espíritu. Es el espíritu mismo en su ex carnación y expresión en el espacio y en el tiempo materiales. En este sentido podemos decir que el alma es visible. Cuando contemplamos un rostro humano, no vemos únicamente ojos, boca, nariz y el juego de sus músculos. Sorprendemos simultáneamente rasgos finos o duros, brutalidad o humor, felicidad o angustia, sabiduría o necedad, resignación o confianza. Lo que se ve no es, por tanto, pura y simplemente cuerpo, sino cuerpo vivificado y penetrado por el alma. El espíritu humano es siempre un espíritu encarnado; no es algo que se esconda tras el cuerpo; en el gesto, en la mirada, en una palabra e incluso en un silencio, puede estar toda la profundidad y el misterio del alma.
De hecho, la psicología necesita un concepto de persona humana que pueda describir adecuadamente qué es lo que son nuestro cuerpo y alma y cómo se relacionan. También ayuda el reconocer que los seres humanos tienen deseos tanto naturales como trascendentes.
Confundir cuerpo con corporeidad (ser corporal) es limitar el ser humano. La persona se manifiesta con su cuerpo y a través de su cuerpo. Esas manifestaciones (pensamientos, emociones y sentimientos) son parte de ese cuerpo que vive. Referido al ser humano se puede definir corporeidad como "la vivenciación del hacer, sentir, pensar y querer". La corporeidad se refiere al ser humano, y por tanto, el ser humano es y vive sólo a través de su corporeidad. Nacemos con un cuerpo que desde el momento del nacimiento, a través de la acción, del movimiento se adapta, transforma y conforma como corporeidad. Esta conformación viene dada por el movimiento, por la acción y por la percepción sensorial (vista, oído, tacto, gusto, olfato y percepción cinestésica). Todo este proceso se va desarrollando a lo largo de toda nuestra vida, de manera que vamos cambiando y conociéndonos dependiendo de la imagen corporal que tenemos de nosotros mismo y de la imagen que interpretamos del mundo exterior a lo largo del día y de nuestra vida.
Con esto, repetimos, no se afirma una nivelación de las dimensiones plurales de la realidad humana, sino su unidad plural que no implica uniformidad ni unicidad. Estas dimensiones del hombre no sólo se extienden a las relaciones con su propia subjetividad o a las relaciones yo tú, sino que abarcan el mundo y las cosas, de suerte que únicamente en la totalidad de sus interrelaciones experimenta el hombre su verdadera espiritualidad y corporeidad."

Las religiones, todas, vista por un lente general, son la organización y la política que se manifiesta alrededor de las enseñanzas de un maestro espiritual, mas a menudo después de que ya ha muerto el maestro.
Esto no quita que somos un animal social y que nos guste participar con otros y compartir todas nuestras experiencias; y que nos sentimos cómodo con los que piensan y miran el mundo de una forma similar a la nuestra. Los aspectos socio-políticos de las religiones suelen tener mayor influencia que su aportación espiritual que es finalmente algo más individual que colectivo, que después se manifiesta en compasión y generosidad a los demás. La encomienda, por ejemplo, de Jesús de Nazareth de “amaros unos a los otros” y de no juzgar, primero requiere de una transformación individual, interna antes que se pueda expresar o compartir con el prójimo. Ocurre de la misma manera para las enseñanzas de Buda, Lao Tsé, Mahoma, ...etc.   
Facilitarnos el camino para llegar a esa transformación personal y servirnos de ejemplo con su vida es una aportación que solo puede ofrecer un maestro o guía vivo y el contacto directo de distintas formas. Mirando con un lente general, nos damos cuenta que todos los guías espirituales, en lo esencial hablan básicamente de lo mismo, adornando y ajustando sus enseñanzas para el público, la cultura y el tiempo en que vive o vivió. A lo largo de la historia, este conocimiento se conoce como la "filosofía perenne". Aunque sus técnicas y palabras varían, el propósito de la idea es de auto aceptarse y de realizarse y de por fin llegar a una unión gloriosa que algunos llaman iluminación, samahdi , yoga, la vuelta a casa, la felicidad, el amor eterno, el amor divino, ...etc. Lo que distingue a cada maestro es el ejemplo vivo de sus enseñanzas. En todo caso es la vida misma el maestro verdadero y el maestro particular, que enseña con su ejemplo, es solo su mensajero.
Hay dos características personales que se pueden decir que son comunes a todos los maestros: son dinámicos y silenciosos, como la vida misma.


"...La divinidad no es algo que la podamos identificar a nivel sensorial o mental. La comunión con lo divino no puede suceder hasta que la energía condicionada, individualizada, espontáneamente y con gracia, sin ninguna inhibición provocada por el miedo, no entre en la no--acción. Para que esto le suceda a nuestra mente condicionada deberá comprender sus propias limitaciones, volver al centro y relajarse en su propio ser, sin ningún deseo de alcanzar o de llegar a ser. Cuando la mente condicionada se relaja, hay silencio...
...Permanecer en la dimensión del silencio, lugar, aislamiento, sin interferencias. Entrar poco a poco en el silencio, sin hacer nada, es la dimensión del “no hacer”, no reaccionar, no conocer. Estamos con nosotros, volviendo a casa. Observar el movimiento de la respiración, dónde y cómo la sentís, sin interpretaciones condicionadas, no hagáis un problema de nada.
La mente condicionada es muy curiosa por saber lo que sucede en ese lugar de lo desconocido. Y el ego quiere volver al pasado y a sentirse gratificado, “si, esto me está sucediendo”. La mente se mueve siempre hacia la interpretación, cuando queda en suspensión y ya ni los sonidos, ni las luces nos preocupen , entonces profundizamos a otro nivel de nuestro ser..."


No canta el pájaro porque esta alegre; esta alegre porque canta. Igual el maestro no es silencioso y dinámico por ser maestro; es maestro por haber explorado el silencio y haber convertido el conocimiento encontrado en acción y en generosidad a los demás: un ejemplo vivo de una posibilidad humana para expresar su espíritu, su alma dentro del contexto del mundo de cada día. No es que somos humanos intentando ser espiritual; somos seres espirituales, un 99%, intentando ser mas humano.
Es por medio del silencio interno, que la vida se nos revela bajo la forma del maestro interior que todos llevamos y que todos buscamos de una forma u otra. Esto es el valor real, absoluto que tiene la existencia, la esencia, la fuente creativa donde nace la acción. Hay maneras de entrar en esa mina de oro, en ese silencio, y es a eso lo que denominan técnicas espirituales como la respiración consciente y la meditación entre otras. El silencio es la fuente de la acción, del dinamismo de la vida. Como dijo Einstein: "En el universo nada pasa hasta que algo se mueve." Ese dinamismo, esas expresiones del alma están motivado por la generosidad, lo que también se conoce como amor. Yo prefiero el termino “generosidad” ya que implica mas una acción de "dar" que de "recibir". Estamos aquí para dar y es en ese proceso que todo se hace posible.
Lo más precioso que tenemos para dar, es nuestra atención, eso es lo que crea realidades y mundos de vivencias. Ahora también es cierto que nos hemos olvidado de quien somos y por consecuencia nuestra atención esta ruidosa, fragmentada entre pasados y posibles futuros. Esa atención preciosa y divina es lo que se recupera en el proceso de entrar y explorar el silencio. La metáfora del huracán nos sirve aquí. Todos hemos visto los mapas meteorológicos en la televisión que muestran el huracán como un círculo en movimiento, dando vueltas, caóticos, poderosos y hasta peligrosos. También sabemos que en el centro de huracán, el ojo, hay un silencio profundo, hasta inquietante ya que sabemos que cuando pase el ojo llega la otra cara del huracán. Dicho de otra manera, cuando salimos del silencio nos identificamos con el caos y el ruido y se nos escapa nuestra propia atención y parece que nuestra vida da vueltas pero sin llegar a ningún resultado.
Es importante saber que, como el maestro, uno también puede ser tanto silencioso como dinámico. Por ejemplo, el hablar es algo que se puede hacer o desde el silencio o desde el alboroto de la mente; e igual con la acción, que puede ser pura y clara, desde el silencio, o confusa, bruta y poca definida.
La elección de practicar el propio silencio dinámico es fundamental en cada ser humano; es el compromiso de aceptarse a uno mismo como un ser espiritual, un alma, y la aceptación de la vida como una aventura, con sus desafíos. Darse cuenta que esta vida es una aventura espiritual, una aventura del alma, es el primer paso al despertar, a excavar en nuestra mina de oro interior. Y como dicen los sabios, "el silencio es oro" el valor real, es esa fuente creativa en cual somos echo en la imagen y semejanza divina.

lunes, 24 de enero de 2011

La Muerte en la casa del amor

"Si nos identificamos a nuestra existencia corporal, el tiempo se convertirá en nuestro enemigo, porque comenzaremos a preocuparnos por el miedo a morir, rechazando y sintiéndonos molestos por nuestra condición humana efímera, perdemos el respeto por nuestro cuerpo, por nuestro equilibrio y dejamos de darle al cuerpo lo que realmente necesita por estar en ese afán de “robarle tiempo al tiempo.
Mientras más haya un concepto vivido de lo que es la eternidad y podamos establecer una verdadera amistad con el tiempo, nuestra relación con él se convertirá en una especie de juego, en el que uno aceptará al tiempo tal y como es.
El tiempo se vive segundo a segundo y debemos aprovecharlo, debemos dejar de preocuparnos tanto por el futuro o por el pasado y comenzar a vivir el presente con conciencia, a vivir el ahora.
El tiempo es algo invisible y sin embargo, es el escenario en el que vivimos. Si no hubiera tiempo, no habría vida."

La incapacidad de enfrentarse con la Mujer Esqueleto y de desenredarla es el origen del fracaso de muchas relaciones amorosas. Para amar, hay que ser no sólo fuerte sino también sabio. La fuerza Procede del espíritu. La sabiduría procede de la experiencia con la Mujer Esqueleto.
Tal como hemos visto en el cuento, si uno desea ser alimentado de por vida, tiene que enfrentarse con la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida y entablar una relación con ella. En cuanto conseguimos este propósito, ya no andamos dando tumbos por ahí en un intento de pescar fantasías, pues comprendemos que la verdadera relación la crean las muertes necesarias y los sorprendentes nacimientos. Cuando nos enfrentamos con la Mujer Esqueleto, comprendemos que la pasión no es algo que se "va a buscar" sino algo que se genera a través de unos ciclos y se distribuye por este medio. La Mujer Esqueleto es la que nos muestra que una vida compartida en todos los incrementos y todas las disminuciones, en todos los finales y los principios crea un fiel amor sin parangón.
El cuento es una metáfora muy apropiada para el problema del amor moderno, el temor a la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida y al aspecto de la Muerte en particular. En buena parte de la cultura occidental el carácter original de la naturaleza de la Muerte se ha envuelto en distintos dogmas y doctrinas hasta separarlo de su otra mitad que es la Vida. Nos han enseñado equivocadamente a aceptar una forma rota de uno de los más básicos y profundos aspectos de la naturaleza salvaje. Nos han enseñado que la muerte siempre va seguida de más muerte. Pero no es así, la muerte siempre está incubando nueva vida aunque nuestra existencia haya quedado reducida a los huesos.

En lugar de ser considerados contrarios, los arquetipos de la Muerte y la Vida tienen que ser vistos como un conjunto, como la izquierda y la derecha de una sola idea. Es cierto que dentro de una sola relación amorosa hay muchos finales. Pero, en algún lugar de los delicados estratos del ser que se crea cuando dos personas se aman, hay un corazón y un aliento. Cuando se vacía un lado del corazón, se llena el otro. Cuando se agota un aliento, empieza otro.

"Quienes creen que disponen de mucho tiempo, sólo se preparan en el momento de la muerte. Entonces los desgarra el arrepentimiento. Pero, ¿no es ya demasiado tarde?".
Padmasambhava

Si creemos que la fuerza de la Vida/Muerte/Vida no tiene ningún espacio más allá de la muerte, no es de extrañar que algunas personas teman concertar compromisos. Les aterra la simple posibilidad de soportar un final. No pueden soportar la idea de pasar de la galería a las habitaciones interiores. Tienen miedo, pues intuyen que en el cuarto del desayuno de la casa del amor está sentada la Dama de la Muerte, golpeando el suelo con el pie, doblando y volviendo a doblar los guantes. Tiene delante una lista de trabajo, a un lado lo que está vivo y al otro lo que se está muriendo. Y está firmemente decidida a realizar su tarea. Está firmemente decidida a mantener el equilibrio.

"...Soy responsable de lo que he hecho o no he querido hacer en mi vida. De todas las vivencias que he tenido, todas ellas dejaron grabaciones en mi memoria y en mi cuerpo, condicionando el presente el modo en que me relaciono conmigo mismo y con el mundo...

...Nuestra vida es un interespacio entre el primero y el último hálito; una vida que se va formando de continuos presentes, haciéndose en cada instante. Se dice que el sufi es el hijo del instante. La vida es el instante, pues aunque recordemos el pasado o planeemos el futuro, esa acción de recordar y de planificar no se está haciendo en el momento actual. Es en el presente donde tenemos la posibilidad de cambiar nuestra existencia, nuestro carácter, nuestra personalidad, nuestros hábitos; en definitiva, de vivir. Si soy consciente de mi respiración, sintiendo el aire cuando entra y cuando sale, y de lo que acontece en cada instante, entonces seré más consciente del Aquí y el Ahora, permitiéndome retornar a mí mismo, a mi mismidad; tan sólo necesito fuerza de voluntad para hacerlo.
La espada es símbolo de libertad, de justicia y de valentía, entre otros significados. Empuñar la espada precisa coraje (“corazón” viene del latín cor ‘corazón, núcleo, centro’; “coraje” es atreverse a actuar con valentía desde el corazón). Necesitamos coraje para vivir el presente y limpiar el pasado, necesitamos coraje para enfrentarnos –desde lo que realmente somos– al futuro; a un futuro recolector de una cosecha fructífera. También debemos preparar el terreno para el último destino después de la muerte, ya que hay que vivir como si fuésemos a morir hoy mismo y aprender a morir como si fuésemos a vivir eternamente. Somos seres de paso, sí, pero de paso para vivir el Aquí y el Ahora, disfrutando de la vida, mirando a un futuro prometedor. ¿Cómo quiero vivir?
Se puede conocer el pasado y liberarse del sufrimiento conociendo las intenciones o actitudes más profundas que pulsan dentro de cada uno; para ello tendremos que bucear en el Inconsciente. Somos el resultado de la calidad de nuestras intenciones, cosechando según la calidad de la siembra. La intención sincera es semilla que fructifica..."

El arquetipo de la fuerza de la Vida/Muerte/Vida ha sido muy mal interpretado en muchas culturas modernas. En algunas ya no se comprende que la Dama de la Muerte representa una pauta esencial de la creación. Gracias a sus amorosos cuidados la vida se renueva. En muchas tradiciones populares las figuras femeninas de la muerte son objeto de representaciones espectaculares: lleva una guadaña y "cosecha" a los que menos lo esperan, besa a sus víctimas y deja los cadáveres a su espalda o asfixia a la gente y después se pasa la noche lanzando gemidos de dolor.
Pero en otras culturas como la de las Indias Orientales y la maya, que han conservado las enseñanzas acerca de la rueda de la vida y la muerte, la Dama de la Muerte envuelve a los moribundos, alivia su dolor y los consuela. En el curanderismo, dicen que da la vuelta al niño en el vientre y lo coloca boca abajo para que pueda nacer. Dicen que guía las manos de la comadrona, abre los caminos de la leche de la madre en los pechos y consuela a todos los que lloran solos. Lejos de despreciarla, los que la conocen en su ciclo completo respetan su generosidad y sus lecciones.

"El temor a la muerte, señores, no es otra cosa que considerarse sabio sin serlo, ya que es creer saber sobre aquello que no se sabe. Quizá la muerte sea la mayor bendición del ser humano, nadie lo sabe, y sin embargo todo el mundo le teme como si supiera con absoluta certeza que es el peor de los males".
Sócrates

Desde un punto de vista arquetípico, la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida es un componente básico de la naturaleza instintiva. En el mito y el folclore se la llama la Dama de la Muerte; Coatlicue; Hel; Berchta; Ku’an Yin; Baba Yagá; la Dama de Blanco; la Belladona Misericordiosa; y, formando un grupo de mujeres, las griegas Graeae, las Damas Grises. Desde la Banshee, en su carruaje hecho de nubes nocturnas, hasta La Llorona de la orilla del río, desde el ángel oscuro que roza a los seres humanos con la punta de su ala hundiéndolos en un éxtasis hasta el fuego de los pantanos que aparece cuando la muerte es inminente, los cuentos están llenos de estos vestigios de las antiguas personificaciones de la diosa de la creación.
Buena parte de nuestro conocimiento de la naturaleza de la Vida/ Muerte/Vida está contaminada por nuestro temor a la muerte. De ahí que nuestra capacidad de movernos al ritmo de los ciclos de esta naturaleza sea un tanto escasa. Estas fuerzas no "nos hacen nada". No son ladrones que nos roban las cosas que más queremos. Esta naturaleza no es un conductor que atropella lo que más apreciamos y se da a la fuga.
No, las fuerzas de la Vida/Muerte/Vida forman parte de nuestra propia naturaleza, forman parte de una autoridad interior que conoce los Pasos de la Danza de la Vida y la Muerte. Está integrada por los aspectos de nuestra personalidad que saben cuándo algo puede, debe y tiene que nacer y cuándo tiene que morir. Es una maestra muy sabia siempre y cuando nosotros sepamos aprender su ritmo. Rosario Castellanos, la mística y poeta mexicana, escribe a propósito de la entrega a las fuerzas que gobiernan la vida y la muerte:

... dadme la muerte que me falta...

Los poetas comprenden que todo carece de valor sin la muerte. Sin la muerte no hay lecciones, sin la muerte no hay oscuridad sobre la cual pueda destacar el fulgor del diamante. Mientras que los iniciados no temen a la Dama de la Muerte, nuestra cultura nos anima a menudo a arrojar a la Mujer Esqueleto desde el acantilado, pues no sólo es un personaje temible sino que, además, se necesita mucho tiempo para aprender a conocerla. Un mundo sin alma fomenta la rápida y desesperada búsqueda del filamento capaz de arder perennemente y a partir de ahora. Sin embargo, el milagro que estamos buscando exige tiempo: tiempo para buscarlo y tiempo para traerlo a la vida.
La búsqueda moderna de la máquina del movimiento continuo compite con la búsqueda de la máquina del amor continuo. No es de extrañar que las personas que pretenden amar se sientan perplejas y acosadas como en el cuento de "Las zapatillas rojas". y se entreguen a una enloquecida danza, incapaces de detener sus frenéticas evoluciones, pasando como un torbellino por delante de las cosas que más aprecian en su fuero interno.
Sin embargo, hay otra manera, una manera mucho mejor que tiene en cuenta las flaquezas, los temores y las singularidades humanas. Pero, tal como suele ocurrir en los ciclos de la individuación, casi todos nosotros nos limitarnos a pasar tropezando por encima de ella.




Fuentes:

Clarissa Pinkola Estés
"Mujeres que Corren con los Lobos"

viernes, 21 de enero de 2011

Potencia tus recursos

Al poco de analizarnos, con ayuda o sin ellas, descubrimos que ante nuestra mirada se abre un abanico de "yoes" internos. Nos decimos: "yo soy esto", "soy esto otro", "soy de tal manera pero no de aquella".

Y con el tiempo confirmamos que somos todos esos y también algunos más que aparecen solamente en algunos momentos especiales. No quisiera evocar ahora mismo a mí yo más romántico porque quizás escribiera una carta de amor y no un editorial para ti, ni tampoco a mi parte más intrascendente porque quizás no escribiría nada. Y, sin embargo, yo sigo siendo esos dos Jorges y tantos otros aunque ahora, justo en este preciso instante, no recurra a ellos.
Si soy capaz de evocar en cada momento las mejores y las más apropiadas partes de mí mismo para contar así con los mejores recursos en cada situación, posiblemente conseguiré que el resultado sea el más conveniente para mí y para los que quiero. Y esto es cierto para todos. Si logramos contar siempre con lo mejor de cada uno, evitaremos perder de vista nuestros objetivos principales, nos mantendremos en el rumbo que le da un sentido al camino que elegimos para nuestra vida y en suma, ofreceremos siempre en cada momento la mejor respuesta que somos capaces de dar.

He aquí una lista de recursos internos y externos de los cuales nos valemos en distintas situaciones. Están ordenados alfabéticamente para evitar jerarquizarlos unos por encima de otros. Léelos atentamente antes de que te plantee con ellos un ejercicio de autoconocimiento:




Paso 1 


Aceptación del cambio
Ahorros
Amigos
Amor por el conocimiento
Amor por la vida
Aptitud de escucha
Asertividad
Autocontrol
Autodependencia
Autoestima
Bondad
Buen trato
Buena administración
Capacidad de aprender
Capacidad de trabajo
Carisma
Compromiso
Creatividad
Criterio
Curiosidad
Darse cuenta
Diplomacia
Disciplina
Disfrute de la belleza
Empatia
Entusiasmo
Escala de valores
Esperanza
Espiritualidad
Estética
Estrategia
Experiencia
Familia
Fe
Generosidad
Gratitud
Habilidad manual
Habilidad social
Histrionismo
Honestidad
Humanidad
Humildad
Imparcialidad
Ingenio
Integridad
Inteligencia abstra
Intuición
Juicio
Justicia
Libertad
Liderazgo
Maestría
Memoria
Moral y ética
Motivación
Negociación
Optimismo
Oratoria
Paciencia
Participación cívica
Percepción
Perdón
Perseverancia
Perspectiva
Proactividad
Prudencia
Respeto
Sabiduría
Seducción
Sentido del humor
Serenidad
Solidaridad
Templanza
Tenacidad
Tolerancia
Toma de distancia
Trabajo
Trascendencia
Valentía








Paso 2
Para imprimir presione Crtl+P

La tarea que te propongo es la siguiente: tómate unos minutos de tu tiempo para hacer esta evaluación. Si estás en un lugar donde te sería difícil concentrarte es mejor que lo dejes para después, pero, si te apetece y puedes, entonces ponte cómodo o cómoda y puntúate según el siguiente criterio establecido.

Una evolución personal

Frente a cada palabra pregúntate: ¿es éste un recurso mío? ¿Lo uso? ¿Me define? ¿Cuento con él? contéstate sinceramente y, según hayas sido tus respuestas, califícate de 1 a 3 (en la casilla junto a cada palabra) a partir de este parámetro:

1. Utilizo poco este recurso, creo que no lo tengo desarrollado o nunca cuento con él.
2. Lo utilizo menos de lo que debería o podría usarlo. Me gustaría desarrollarlo más.
3. Es uno de mis recursos más utilizados en mí día a día. Sé que me sirvo de él frecuentemente o los demás me confirman una y otra vez que sé usarlo con eficacia.

Al final de la lista hemos dejado unas líneas de puntos para que te animes a escribir allí alguno de tus recursos favoritos, los tengas o no desarrollados en este momento. Son habilidades que yo no supe incluir, en algunos casos por olvido y en otros porque posiblemente no cuento con ellas tanto como tú.
Una vez evaluados todos los recursos de la lista, en una hoja aparte anota los que has marcado con un 3 y subraya los que utilizas con más frecuencia. Si puedes, lleva la lista unos días contigo. Ésos son tus recursos habituales, los que tienes siempre a mano y los que mejor sabes usar.
Utiliza otra hoja para colocar aquellas habilidades que clasificaste con 2 o con 1. Son las que no tienes tan a mano o te gustaría desarrollar un poco más.
Adquiere ahora un compromiso, no con otros sino sólo contigo. Se trata de elegir un ítem de los peor calificados para trabajar sobre él teniendo como objetivo, digamos, que la próxima vez que te topes con este test, obtengas un genuino y sincero 3 al evaluarte justo en ese punto.

Todos los recursos están en ti

Te preguntaras quizás por qué no hay una puntuación que sea cero. No es casualidad. No creo que ninguno, repito, ninguno de estos recursos, te sea totalmente ajeno. Algo de cada uno está en ti y por ello puedes acrecentarlo.
Tanto ante nosotros mismos como ante los demás, nos definimos tal y como nos place o nos es útil definirnos. Subjetivamente ponemos el acento en ciertas cualidades -lo mismo hacemos con los defectos- en detrimento de otras -y de otros-, que también nos pertenecen. Crecer y desarrollarse como personas significa en gran medida evitar convertirse en prisionero de las definiciones y etiquetas que te pones o que te colocan desde fuera. Mira sinceramente en tu interior para descubrir todos aquellos dones que hay más allá de las apariencias, de las generalizaciones, de los juicios de los demás, de los papeles que te han o que te has asignado. Y asume con firmeza el compromiso de lo que puedes llegar a ser.
Hace unos años una amiga y colega de Costa Rica, Martha Morris, me mandó un poema parecido a éste en un momento muy difícil para mí. Me permito abreviarlo para compartirlo hoy contigo.

Todo

Todo lo que sabes
Todo lo que eres
Todo lo que haces
Todo lo que tienes
Todo lo que crees
Todo
Ha servido para llegar
hasta aquí…
¿Cómo seguir?
¿Cómo hacer
para ir más allá?
Quizás haya llegado
el tiempo de usar
Todo lo que todavía
no sabes
Todo lo que aún no eres
Todo lo que por ahora
no haces
Todo lo que
afortunadamente no tienes
Todo aquello
en lo que aún no crees.

Fuentes:

Por Jorge Bucay
Revista "Mente Sana" Nº8
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