lunes, 31 de marzo de 2008

Entrevista a Lourdes Fañanás.

"Los medios nos venden estilos de vida imposibles"

Ha participado en el ciclo "Converses a Barcelona: El futur de la ciència".

Lourdes Fañanás, doctora en Biología de la Universidad de Barcelona, reflexiona sobre el tipo de vida que estamos adoptando en esta sociedad cada vez más tecnológica, donde el estrés y la depresión son los principales males.

- Las nuevas tecnologías están provocando muchos cambios en nuestras sociedades. ¿Cómo se está adaptando el cerebro humano?
- La telefonía móvil, Internet y los medios audiovisuales a nuestro alcance son un gran avance. También lo son las tecnologías que facilitan la movilidad y el transporte o las que agilizan la actividad cotidiana en los hogares. En el campo de la medicina, han ayudado a prolongar la vida y a liberar el dolor. Pero estos avances sólo llegan a una proporción muy baja de la población mundial: a 1.000 millones de personas de los 6.000 millones que poblan el planeta.

- Por algo se empieza...
- Si, las tecnologías alivian la dureza de la vida pero no responden a las preguntas esenciales del ser humano: el significado de la existencia, la libertad o el bienestar. Y hacerse esas preguntas ayuda a relacionarse con los demás.

- Pues las generaciones más jóvenes ya crecen enganchadas a toda esta tecnología...
- Hay una parte cognitiva del cerebro que se adapta sin problemas a estas habilidades tecnológicas y los niños tienen especial facilidad para ello. Pero cuando sean adultos tendrán una experiencia de la vida distinta, y no estoy segura de que sea la más adecuada. Los jóvenes se encuentran en un mundo virtual que les impide, a veces, una interacción personal y más humana.

- Ellos le podrían decir que se relacionan más que nunca.
- Es probable que sea así. Pero antes, la gente -incluidos los jóvenes- se relacionaban con otra velocidad: la aproximación y conocimiento entre personas era más paulatina y ello permitía desarrollar un conocimiento del 'otro' más cercano a la realidad. Ahora muchas relaciones personales se inician y terminan muy rápidamente.

- ¿Somos más individualistas?
- Ahora dependemos más de la tecnología que de las otras personas para muchas cosas de la vida. Y nuestro cerebro no está programado para que vivamos aislados. Necesitamos el contrapunto del 'otro', del padre, del hijo, del compañero de trabajo, de la pareja, etc. Las personas que nos rodean tienden a normalizarnos y darnos una réplica de nosotros mismos. Se está perdiendo el acompañamiento de los demás.

- Usted ha dicho "que los medios venden estilos de vida imposibles". ¿Cuáles?
- Se nos vende que cualquiera puede alcanzar unos ideales y lograrlos rápidamente. Pero cuando no se consiguen aparecen emociones como el miedo porque nuestra tolerancia a la frustración es muy baja. Y ello no incita a la reflexión ni a buscar el sentido de la vida.

- Eso cuesta mucho…
- Sí, cuesta mucho. Es más fácil comprarse un coche y meterse en una hipoteca para poseer lo que no se tiene. Todo el sistema nos lleva a consumir pero eso sólo enriquece a unos cuántos.

- Es difícil escapar del consumismo.
- Aun así, hay muchas personas que son coherentes con ellas mismas y escapan -en esencia, aunque no en apariencia- de esta trampa. Hay una masa silente de personas, que sostienen la sociedad y, sin saberlo, preservan las cosas buenas del ser humano.

- El estrés es otro de los males de nuestras sociedades tecnológicas. ¿Por qué?
- El estrés tiene que ver con la emoción del miedo constante, que hace que nuestro sistema neuroendocrino esté activado permanentemente. Si eso ocurre, la serotonina (que sería la molécula del bienestar) disminuye y la conectividad neuronal empeora. Es un círculo que acaba conduciendo a estados de depresión que hay que saber reconocer a tiempo.

- Pues la OMS dice que 120 millones de personas padecen actualmente depresión. Y que en el 2020, todavía será más grave.
- La depresión es una enfermedad grave con cambios importantes de apetito, sueño, estado de ánimo, etc., a la que se puede llegar después de un proceso de estrés continuado. Ciertas vivencias de pérdida y humillación también pueden llevarnos a un estado depresivo. Porque el cerebro no está preparado para ser humillado, sino para reconocer la emoción en los otros de una forma sutil.

- Los inmigrantes sufren 'El mal de Ulises' durante los primeros años de su vida en otro país.
- Está comprobado que ser una población minoritaria dentro de un grupo culturalmente mayoritario supone un importante estrés psicológico. Esto se acentúa en ambientes más urbanos, como las grandes ciudades. La mente humana puede adaptarse a casi todo, pero necesita tiempo.

- Después de todo lo que nos cuenta ¿cómo serán los cerebros de las generaciones futuras?
- No serán muy distintos de los nuestros, aunque contengan información o interaccionen con realidades culturales muy diferentes a las nuestras.

Fuentes:
La Vanguardia.es

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