lunes, 6 de diciembre de 2010

La Iniciación Femenina

"Entonces la creación reconoció a su Creador en sus
propias formas y apariencias. Pues, al principio, cuando
Dios dijo: „¡Hágase!“ y así aconteció, el instrumento y la
Matriz de la creación fue el Amor, dado que toda la
creación se configuró a través de Ella,
como en un abrir y cerrar de ojos."





El nacimiento del alma y la iniciación

Considerando la primera parte de cualquier vida humana que debe adaptarse a su entorno, y si lo logra más o menos bien, constatamos que su éxito se debe al principio de mímesis: una gradual y costosa adaptación a las leyes externas en cuyo seno nace y para lo cual debe aprender fingimientos y abstenciones, síes y noes. La obediencia a la autoridad, primero familiar y luego social, así lo exige. En ello no hay, empero, tanta verdad como simulación, criterio de independencia como sometimiento. Platón escribe "Las leyes" para todos, pero "El banquete" para cada uno. De modo parecido, Jesús pronuncia "El sermón de la montaña" para la comunidad pero reserva la parte más profunda de su enseñanza, para bien pocos.

"Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres."

La verdad es que nacemos solos y morimos, por lo general, de uno en uno. También de esa manera se accede a la sabiduría que nos hace libres, individuo por individuo. De nuestro nacimiento biológico no somos responsables, pero del anímico-y hasta cierto punto-sí. En el primer nacimiento importa más la procedencia que la proyección hacia el mañana; en el segundo, menos el ayer que el camino que trazamos en las rutas del futuro. En el primero casi no hay participación de la voluntad: es automático de parte de la madre y natural la emergencia de la criatura; en el segundo nacimiento, en cambio, la voluntad lo es todo y la decisión de acceder a lo sobrenatural definitiva.

"De cierto , de cierto te digo que el no naciere de nuevo no puede ver el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; pero lo que es nacido del Espíritu espíritu es. No te maravilles de que te dije: os es necesario nacer de nuevo."

Circunstancias tan arquetípicas, que no sólo se mencionan en los Evangelios, han dado lugar, aquí y allá, a los ritos de paso o las iniciaciones rituales de las distintas culturas mediante las cuales se tienden y construyen puentes entre una edad y otra. A grandes rasgos se distinguen tres grandes categorías o tipos de iniciación en la historia de las religiones: la primera corresponde a los rituales colectivos por los que se efectúa el paso de la infancia a la adolescencia, o de ésta a la edad adulta. Ritual obligatorio para todos los miembros de la sociedad en cuestión.

"Los ritos femeninos son menos desarrollados que los masculinos. Las iniciaciones de las mujeres son individuales, porque coinciden con la primera menstruación; síntoma fisiológico de madurez sexual. Significa una ruptura: el alejamiento de la muchacha de su mundo familiar. Las muchachas forman al terminar un grupo y luego su iniciación se convierte en colectiva; bajo la dirección de las mujeres ancianas o mayores se las instruye en los secretos de la sexualidad y fertilidad. La esencia de esta formación es religiosa: consiste en la revelación de la sacralidad de la mujer. Se prepara ritualmente a la muchacha para que asuma su modo de ser específico, para convertirse en creadora, y al mismo tiempo se le enseñan sus responsabilidades en la sociedad y en el cosmos. Esas responsabilidades siempre son de naturaleza religiosa.
El rito de la oscuridad se enfatiza, se las aísla en un rincón oscuro de la casa, se les prohíbe ver el sol, tabú que explica la conexión mística existente entre la mujer y la luna. En algunos lugares se les prohíbe dejarse tocar por nadie, tocar el suelo, o pasar días en hamacas o vestir un atuendo especial.
El rito esencial es la exhibición de la iniciada ante la comunidad; se demuestra que es adulta y puede asumir el modo de ser propio de la mujer.
Los ritos iniciáticos femeninos, están relacionados con el misterio de la sangre, hay un miedo primitivo a la sangre menstrual.
Hay ideologías dominadas por el simbolismo religioso femenino, sobre todo por la figura de la Gran Madre, fuente de fertilidad universal. La frecuente reiteración del retorno al útero de la Madre primordial es sorprendente. Las pantomimas sexuales y el intercambio ritual de esposas en algunas tribus, enfatizan más la atmósfera sagrada del misterio de la procreación y el alumbramiento."
Esas ceremonias, la comunión católica, el bar mitzvá hebreo o la circuncisión musulmana, suelen llevar el apelativo de ritos de pubertad y presuponen cambios a nivel hormonal, como por ejemplo el despertar incipiente del chakra vishuda paralelo al que se da en el centro sexual, es decir que-y por lo menos en el hombre-, el desarrollo de su genitalidad se corresponde también con un cambio de voz.
Las demás iniciaciones se distinguen de las de la pubertad por no ser obligatorias para todos los miembros de la sociedad y porque la mayor parte de ellas se lleva a cabo individualmente o en pequeños grupos. Por regla general, este tipo de iniciaciones marcan la "entrada" en alguna sociedad secreta u organización religiosa, orden o monasterio. La tercera categoría de iniciación, empero-y, otra vez, que Jesús relaciona implícitamente con la libertad a la que nos permite acceder la verdad-, está determinada por la vocación mística. Es el camino del chamán, del sanador psíquico, del hechicero de la tribu. En esta categoría interesa, sobre todo, la experiencia personal. El medicine-man es, por lo general, "un enfermo que se cura" y a partir de allí decide ayudar a los demás. En los dos primeros casos no puede soslayarse la regla, pero en el tercero cada individuo llamado a un destino más elevado sigue las suyas.

En la mayor parte de las tribus australianas, cuenta Mircea Eliade, la separación de las madres se lleva a cabo mediante la contemplación fija del fuego (elemento sin duda masculino), a través de una ceremonia que recibe el nombre de "tostado", y que permite al que va a ser iniciado el pasar de un estado de ignorancia a otro de conocimiento. Entre los kabalistas hebreos se da ese tránsito cuando, en un momento dado, estudios y experiencia mediante, se produce la iluminación o ha-braká, en medio de la cual se percibe el relámpago o barak que conmueve el aliento representado, en este caso, por la doble hei. Por el mismo motivo, e igualmente en Australia, las iniciaciones van acompañadas de ruidos de tormentas, ulular de vientos y e imitación de truenos. Aparato metereológico que, durante unos momentos al menos, desordena las relaciones entre el cielo y la tierra, con el fin de que el neófito pueda, más tarde, reorganizarlas por cuenta propia.
Otras tribus y gentes sostienen que la iniciación debe hacerse mirando fijamente al cielo (los tibetanos), o bien al fuego hasta perder la cabeza. Horas después, o incluso días más tarde, el iniciado recuperará una nueva. Tal cambio de cabeza representa, sin duda, de modo simbólico, el acceso a una nueva mentalidad y cosmovisión. Curiosamente entre muchas culturas la iniciación del adulto supone, al mismo tiempo, también una subincisión paralela a la circuncisión , pues se trata de recobrar el estado bisexual o andrógino de los orígenes, hasta alcanzar, figuradamente, una suerte de conciencia indivisa que el budismo tradicional, que no escapa ni a la fenomenología del relámpago ni a la de la iluminación psíquica, denomina no dualidad. En todo caso el quid de la iniciación es hacer de dos, o de lo múltiple, uno.

Existe, empero, una tradicional diferencia a destacar entre la iniciación femenina y la masculina: las mujeres son iniciadas individualmente porque para ellas la menstruación es signo de una nueva vida, y puesto que no todas menstruan a la vez, se van agrupando generacionalmente y, bajo la tutela de una mujer mayor, se adentran en los misterios de su nuevo estadio. Al mismo tiempo, los hombres tienen prohibido mirar o saber lo que ocurre en el mundo femenino y viceversa. Además, así como en el universo iniciático de los hombres de lo que se trata es de los bienes culturales, el de las mujeres concierne casi en exclusiva a los bienes naturales.

Dado que la iniciación es equiparable a un "segundo nacimiento", en la India se los llama, a los neófitos que están a punto de acceder a una "verdad liberadora", dvigas: aquél que ha nacido dos veces. Es posible, también, que la raíz de esa palabra se remonte al concepto sánscrito de divya, que significa celestial, en cuyo caso la universalidad de tal experiencia psicológica se reflejaría en distintos mitos cosmogónicos.

"Fue hecho el primer hombre Adam en ánima viviente; el postrer Adam en espíritu vivificante. Mas lo espiritual no es lo primero, sino lo animal; luego lo espiritual. El primer hombre es de tierra, el segundo del cielo".

Entre algunos pueblos la iniciación consiste en subir a un árbol llamado "el árbol del mundo", o peregrinar hacia una fuente o ciudad mágica; o bien concentrarse, durante años, en un mismo punto hasta adquirir suficiente poder mental como para navegar sutilmente por el espacio y el tiempo. En cualquier caso, toda iniciación supone una muerte a la condición previa, al estadio anterior. Muerte que muchas veces viene precedida por un cambio de relaciones humanas, una mudanza o un accidente así como por una enfermedad grave. La India llama, además, al estadio previo a la iniciación, apakva, verde, crudo, en tanto que el momento de madurez lleva el nombre de pakva. Entre los kabalistas judeocristianos ese "árbol del mundo" sería el Arbol de la Vida o Sefirótico.

Por último, así como el alma suele nacer en las fronteras de lo corporal, cuando lo somático ha colmado sus límites, de igual modo el espíritu nace cuando el alma llega a la conciencia de su propia finitud.. Tres son también los nutrientes de cada uno de estos niveles de estructuración personal: el cuerpo se alimenta de sólidos, el alma de palabras y el espíritu de música y silencio. Rezos, meditación y plegarias. Porque Dios, como decía la Madre Teresa de Calcuta, escucha en silencio.


La historia humana no ha dejado más que muy pocas huellas escritas o testimonios visibles de las vías de iniciación típicamente femeninas, al menos en Occidente. Esto se explica, sin duda, como se verá, por la naturaleza misma de los misterios femeninos que surgen del dominio de lo inexpresado, si no de lo inexpresable. Si bien el proceso iniciático precisa siempre para realizarse despertar e integrar las facultades del polo opuesto a fin de recuperar la unidad primordial en el que el Sol y la Luna están fundidos en uno.

I. Los principios de los misterios femeninos

Desde el punto de vista metafísico, es la mujer la poseedora de la energía primordial. El acto creador divino es la actualización de una triple potencia que la Tradición designa con los nombres de Sabiduría, Fuerza y Belleza para simbolizar la emergencia del Principio, su despliegue y su afirmación; lo que se traduce por la esencia, la energía en movimiento y la materia; o también por el principio espiritual, el principio animador y el principio corporal. Este juego de vaivén entre las dos polaridades opuestas y complementarias, simbolizadas por los términos de "Fuerza" y "Belleza", no es posible más que por mediación activa del tercer término, el de la "Sabiduría" que permite la liberación de la conciencia y el retorno a la unidad.
La intención inicial y el orden primero producen, de una parte, la intensidad y el movimiento propagador, de otra, la creación y el equilibrio final, culminación del proceso creador. La creación aparece pues bajo dos modos opuestos y complementarios: en tanto que producción continua de substancia pura indiferenciada y en tanto que organización diferenciada y discontínua de substancia cualificada puesta en la forma. De un lado la potencialidad y la fuerza, del otro la actualización y la forma. Esta bipolaridad entre los dos ejes de derecha e izquierda, uno fundador y productor, el otro estructurador y reintegrador, es universal.
La mujer es la "viviente", la matriz de las energía vitales. Sin su aportación y su influjo, la obra del hombre es abstracción, artificio, articulación sin vida. El principio femenino es el de la receptividad y la plasticidad, el que demanda y condensa la fuerza vital, la energía creadora. Psíquicamente y espiritualmente encarna la potencia vital. Consistiendo el trabajo iniciático, por una parte al menos, en realizar la conjunción de los opuestos partiendo de las capacidades propias de su naturaleza, para la mujer implica ante todo corporificar el espíritu o fijar lo volátil.

"Lo femenino es la matriz de la creación. Esta verdad es algo profundo y elemental, y toda mujer la conoce desde las células de su cuerpo, desde la profundidad de su instinto. La vida surge de la substancia de su propio cuerpo. Las mujeres pueden concebir y dar a luz, ser partícipes del mayor misterio, que es traer un alma al mundo. Y, no obstante, nos hemos olvidado, o se nos ha privado, de la profundidad de este misterio, de cómo la luz divina del alma crea un cuerpo en el seno de la mujer, y de cómo las mujeres participan en este misterio, entregando su propia sangre, su propio cuerpo, a aquello que va a nacer. El enfoque de nuestra cultura en un Dios incorpóreo, trascendente, ha dejado a las mujeres despojadas, negándoles el carácter sagrado de este sencillo misterio de amor divino.

De lo que no nos damos cuenta es de que esta negación patriarcal no sólo afecta a todas las mujeres, sino también a la vida misma. Cuando negamos el misterio divino de lo femenino, también le estamos negando algo fundamental a la vida. Estamos separando la vida de su núcleo sagrado, de la matriz que alimenta a toda la creación. Separamos nuestro mundo de la única fuente que puede sanarlo, alimentarlo y transformarlo. La misma fuente sagrada que nos dio la vida a cada uno de nosotros es necesaria para darle significado a nuestras vidas, para alimentarlas con lo que es verdadero, y para revelarnos el misterio, el propósito divino de estar vivos.

Dado que la humanidad desempeña una función central en la totalidad de la creación, lo que nos negamos a nosotros mismos, se lo negamos a todo lo que está vivo. Negándole a lo femenino su poder y propósito sagrados, hemos empobrecido la vida de un modo que no entendemos. Le hemos negado a la vida la fuente sagrada de significado y designio divinos, que las sacerdotisas de la antigüedad conocían. Quizá pensemos que sus ritos de fertilidad y otras ceremonias se debían tan sólo a la necesidad de procreación o de conseguir una buena cosecha. En nuestra cultura contemporánea no podemos entender hasta qué punto se expresaba a través de ellos un misterio más profundo, que conectaba conscientemente a la vida con su fuente de origen de los mundos interiores, una fuente que sustentaba la totalidad de la vida como una encarnación de lo divino, permitiendo que el milagro de lo divino estuviera presente en cada momento.

Atrás ha quedado la época de las sacerdotisas, de sus templos y ceremonias, y dado que la sabiduría de lo femenino no ha sido documentada por escrito, sino transmitida de forma oral (logos es un principio masculino), se han perdido sus conocimientos sagrados. No podemos hacer volver el pasado, pero podemos dar testimonio de un mundo en el que ella no está presente, un mundo en el que explotamos por codicia y afán de poder, en el que violamos y contaminamos sin ninguna consideración. Entonces podremos emprender la labor de darle la bienvenida a la naturaleza femenina, de reconectarnos con lo divino que se encuentra en el núcleo de la creación, y aprender de nuevo a trabajar con los principios sagrados de la vida. Sin la intercesión de la deidad femenina, permaneceremos en este terreno física y espiritualmente estéril que hemos creado, dejándoles como legado a nuestros hijos un mundo enfermo y profanado.

La opción es sencilla. ¿Podemos recordar la totalidad que se encuentra en nuestro interior, la totalidad que une el espíritu y la materia? ¿O vamos a seguir por el camino que ha abandonado a la deidad femenina, que ha separado a las mujeres de su sabiduría y poder sagrados? Si nos decidimos por la primera opción, podremos comenzar a recuperar el mundo, no con planes masculinos, sino con la sabiduría de lo femenino, la sabiduría que forma parte de la vida misma. Si nos decidimos por la segunda, quizá logremos llegar a alguna solución superficial con las nuevas tecnologías. Quizá combatamos el recalentamiento global y la polución con planes científicos, pero no habrá un cambio verdadero. Un mundo que no está conectado con su alma, no puede sanarse. Sin la participación de la deidad femenina, nada nuevo puede nacer."

II. Las distintas formas de realización iniciática femenina

La iniciación reposa sobre el ejercicio y la orientación de los poderes latentes, a fin de hacer tomar conciencia, por medio de ellos, de las capacidades de amplitud y elevación que encierran, para desidentificar a la persona de su estrecha individualidad subjetiva, y permitir que el ser integral se desarrolle y florezca, revelando su potencia, su conocimiento y su perfección. Definir o descubrir los poderes propios de la feminidad, es encontrar, por eso mismo, las vías de realización de la mujer.

"La meta es alcanzar la plenitud de la libertad en la opción responsable por la verdad y el bien para la persona y para la sociedad. Así la mujer se verá realizada en su libertad cuando todos sus actos y su vida estén dirigidos a desarrollar en plenitud toda su riqueza femenina y dar lo mejor de sí misma a los demás.
Después de algunas décadas en las que la lucha de la mujer se centró en la obtención de igualdades civiles, económicas y laborales; nos encontramos en una etapa en la cual la lucha se dirige a establecer la diferencia, a demostrar que para lograr la realización la mujer no necesita perder aquello que le es más propio: su feminidad, su ser mujer portadora de la vida, su papel de transmisora de códigos de conducta basados en los valores trascendentes, superando así la visión reduccionista y materialista de la persona. En definitiva, un feminismo que integre toda la riqueza y las capacidades propias de la mujer sin amputarle nada y que la lleve a luchar por una sociedad más humana junto al hombre, a su lado, ni por debajo ni por encima de él.
Se concluye así que la mujer no se realiza en la alienación de su feminidad y en el olvido de lo que le es más propio, porque su aporte a la sociedad no puede limitarse a una entrega profesional fría, competitiva, masculina en sus características, sino que el liderazgo de la mujer se verá reflejado en una gran conciencia de servicio de cara a la sociedad que le lleve a comprometerse en su transformación ya sea desde un trabajo profesional, ya sea con su participación voluntaria en actividades sociales, educativas y humanitarias. Esta proyección de su ser femenino hacia la sociedad es lo que realmente la realiza, mucho más que la autosatisfacción de trabajar como los varones o la obtención de dinero, prestigio y poder."

Lo que parece un dato constante en todas las formas de iniciación femenina es la particular relación con el mundo subterráneo. Este se expresa por la gruta o la caverna que son un símbolo en analogía con el papel matricial de la mujer. Pero se refiere también a las entrañas de la tierra en tanto que éstas son la fuente del fuego vital, del calor germinativo.
En las leyendas caballerescas de la Alta Edad Media encontramos el tema de la princesa enterrada viva, en un estado de letargo del que sale para conocer una nueva vida y llegar a la realización iniciática. Es en particular el tema del cuento "Cligés o la falsa muerta" de Chrétien de Troyes, y el del libro "Perceforest", la búsqueda amorosa de la "Princesa de la extraña marcha", que se transforma en pastor y luego en jinete tras su enterramiento y muerte simulada, reapareciendo con el nombre de "Virgen de corazón de Acero". Todas las diosas ctónicas están evidentemente en relación con los misterios femeninos, que al parecer, rigen particularmente las corrientes telúricas y lo que se llama en alquimia "La Obra al negro". Hay que señalar que las Vírgenes negras están siempre vinculadas al mundo caballeresco, lo que subraya la relación entre esta epifanía de la Sabiduría oculta, inmanente, y el dominio de las energías cósmicas.

Paralelamente, en la mitología griega, Ariadna guía al héroe Teseo, guerrero y príncipe, en el mundo subterráneo del laberinto de Dédalo. Sin embargo, hecho significativo, acabará por casarse con Dionysos, Dios de la energía vital y dela ebriedad sagrada.
Se ve pues que a la mujer corresponde el papel de guía en las raíces ocultas de la conciencia, consejera secreta, auxiliadora en las empresas que apelan a las fuerzas latentes o al mundo nocturno; por último, de dominadora también de las influencias tenebrosas, puesto que las conoce y sabe desbaratarlas. Es la mujer la que aplasta la cabeza de la serpiente ctónica. Y son las Musas las que proporcionan la inspiración original y las claves secretas del genio, pues la intuición es la fuente de todas las artes y de todas las ciencias.
La mujer tiene pues una función de reveladora de secretos, por saber activar y descifrar los signos de un advenimiento al mundo o a la conciencia clara. Piénsese en particular en la Pythia de Delfos y en las Sibilas antiguas. Además, actúa como catalizador de la reserva de energías sutiles indiferenciadas, lo que le permite una acción mágica natural, a la que, por otra parte, el hombre con frecuencia teme...

La mujer opera esencialmente como un elemento desencadenante por su presencia activa, reservada y prudente al dar testimonio de la realidad concreta efectiva y de sus contenidos latentes. Esta acción de influencia es tanto más poderosa cuanto que el mundo de lo inexpresable está custodiado por mujeres dotadas de sentido del silencio, del secreto y las maduraciones invisibles. Por eso las tradiciones iniciáticas femeninas huyen de las formas de manifestación ostensibles que esterilizarían lo que podríamos llamar la capacidad atractiva del "Mercurio Universal" volátil y presente en toda forma; así como el encanto operatorio, en el sentido original, que deriva de la facultad de movilizarlo por instinto y por intuición.

III. La realeza femenina: los misterios del combate y del juego de las fuerzas cósmicas

En cuanto a ese encanto universal capaz de captar las fuerzas físicas o sutiles, de canalizarlas por afinidad y metamorfosear así las formas, es la fuente de dos tipos de iniciadas, a veces reuniendo los dos aspectos: las hadas y las poseedoras de poder.

Las hadas, a partir de una cierta forma de percepción sutil, son capaces de conferir dones, es decir, de anudar en gavillas ciertas influencias benéficas sobre un determinado "germen" cuyo crecimiento será así favorecido. Similarmente, son capaces de aislar magnéticamente un campo de percepción sensorial creando un espejo ilusorio. Pueden así impedir realmente toda intrusión en un "campo" o reducir a la impotencia al que se aproxima a él. Son capaces también, por "naturaleza", de descubrir tanto las fuentes como las corrientes telúricas. Además, pueden catalizar energías para producir fenómenos físicos, sonoros, visuales, táctiles, provocar desplazamientos o regeneraciones.
La mujer-hada es siempre esencialmente una niña que ha conservado intactas las facultades de inocencia, espontaneidad e inmediatez. En contrapartida, la mujer-hada es particularmente vulnerable a los golpes del mundo ordinario. Lo ideal para un hada es ser amada por un caballero y recíprocamente. Pues entonces esta pareja es invulnerable, uno dominando la forma, la otra la energía, siendo recíprocamente fuente de alimentación, realización y perfección.

Pero la mediumnidad de la naturaleza femenina así como su energía vital le permiten igualmente desarrollar facultades superiores en actos heroicos:

Una resistencia física excepcional y el arte de regenerarse en el fuego de la acción;
Una movilidad y vivacidad superior así como la flexibilidad que compensa la fuerza física (véanse las Amazonas);
Una corrosividad superior a la del macho, que la alquimia relaciona con el "mercurio volatil" y una insensibilidad relativamente mayor al mal sufrido o infligido. ¿Fiereza?
Una percepción sutil de la dirección e intensidad de las energías en el momento de su proyección, lo que permite actitudes previsoras y trampas, y un sentido agudo de los puntos débiles;
Una forma de coraje que reposa sobre la confianza instintiva o la inspiración espiritual más que sobre una resolución moral y mental;
Una utilización del encanto en modo de presencia obnubilante y fascinadora para captar y desviar la atención del adversario.

La utilización combinada del genio intuitivo sutil y los recursos indefinidos de la energía vital -que una mujer sabe, por instinto "reciclar"- sobrepasa con mucho el simple enfrentamiento mecánico de las fuerzas físicas o incluso la destreza mejor ejercitada de un guerrero hábil y valeroso. Por eso la guerrera es la iniciadora última del guerrero. Por eso también la Dama no tiene solamente, al lado del caballero, una función de inspiradora galvanizante, sino, además, a veces, la de un modo secreto de protección así como la presencia activa y poderosa que transmite esa energía primordial, ese ardor del fuego vital.
Existe, pues, una vía de "mujeres heroicas" y no es sin razón que la Edad Media colocaba a nueve heroínas equilibrando a los nueve héroes de la leyenda. Son Tammamis y Semíramis, reinas de Egipto; Hipólita, Penthesilea y Lampredo, reinas de las amazonas; Deifemme, Deisille, Tancqa y Menelippe, cuyo papel se conoce mejor. Penthesilea, que acudió en ayuda de Aquiles a galvanizar el coraje de los troyanos, es típicamente la que reúne la fuerza dispersa, la que reanima el valor. Representa un tipo femenino cardinal que vuelve a encontrarse por ejemplo en Santa Genoveva, Juana de Arco o Jeanne Hachette. Es la mujer "fuerte como un ejército armado y listo para la batalla" del cántico de Salomón. Es también el miso de Isis que concentra la fuerza viril.
Se habría podido inscribir también entre las valientes a Judith y Deborah, pues ellas ilustran, como Penthesilea, la capacidad esencialmente femenina de resolver una situación bloqueada, si es preciso por una disolución violenta y rápida del "nudo" que constituye el obstáculo a la canalización armoniosa de la energía. Por otra parte, la muerte, ejecutora y transmutadora, es también una mujer... Se trata pues siempre de asegurar una mediación y un paso, ya sea horizontal o vertical, entre la tierra y el cielo. Es ahí donde reside la proeza característica de la caballería femenina.

Se podría reflejar su modo de operación mediante la expresión "acción de gracia" en el sentido de insuflar una influencia espiritual y sutil capaz de movilizar energías terrestres y celestes, de desanudar y armonizar, tocando los punto sensibles que rigen la regeneración y el impulso de exaltación. Y esto de forma espontánea, "gratuita", impalpable. La mujer, en este sentido, es dueña de la apertura del corazón, como es también depositaria de los secretos indecibles del arte de liberar las armas, por una aceptación muda del orden del mundo y de la voluntad del Cielo. Se dice en este sentido, en el Evangelio, que la Virgen "guardaba y meditaba todas las cosas en su corazón".

En consecuencia, la naturaleza de la hazaña femenina no es construir o modelar formas, físicas o mentales, sino más bien suscitar su advenimiento, vivificarlas y animar las energías que subyacen. A la mujer pertenece el secreto de la dinámica que produce, modifica y regenera: provoca el ardor y el entusiasmo, despierta las potencialidades estancadas y desbloquea las situaciones al invertir los polos. La mujer encarna elementos sutiles, impalpables, que crean una atmósfera de vida y crecimiento (o de muerte y destrucción) por un modo de presencia que actúa desde el interior y en la raíz de los fenómenos. Actúa pues sobre el registro de lo informal, de lo indecible y lo invisible.
La mujer consciente y dueña de sus poderes no actúa tanto por gestos como por la gracia y la fuerza de los gestos, no tanto por la creación de formas como por la luminosidad, el color y la armonía que en ellas revela, no tanto por palabras como por la resonancia de las palabras, el timbre de la voz y el encanto del canto. A este respecto existe un arcano femenino del arte del canto: el de las nanas o canciones infantiles, el de los cantos de amor o los de guerra, excitando el ardor combativo, el de los cantos de duelo canalizando el estado emotivo de tristeza, e incluso el de los cantos que operan curaciones físicas o reconciliaciones afectivas, como todavía saben practicarlos en la actualidad los coros de mujeres chamanes de Siberia. Estas técnicas sonoras sirven para expresar y amplificar la emoción y la sensación física hasta el paroxismo condensándolas y canalizándolas para movilizarlas a fin de producir un efecto, un estado de conciencia: calmar, apaciguar, disolver; o regocijar, encantar, incluso cautivar, y aniquilar a un enemigo como sabían hacerlo las sirenas de la Odisea.

A través de esta potencia de evocación y de realización de la voz femenina se llega al misterio central de la mujer iniciada: el de aportar en cualquier lugar en que se encuentre el influjo de la intensidad creadora y dar el alma a un lugar, un tiempo, un acto o un ser humano débil o herido: reunir las fuerzas de la vida.

Fuentes:

El antropocentrismo religioso o el suicidio gradual de la humanidad

"El discípulo se encuentra muy desconcertado al comprobar que siendo la verdad una sola, existen tantas religiones, tantos cultos, tantos sistemas espirituales, tantas doctrinas. Acude al maestro y le dice:
-Maestro, siendo la verdad una sola, ¿acaso no existen demasiadas doctrinas, demasiadas vías?
-¡Qué dices, insensato! Cada ser humano debe ser su propia doctrina, su propia vía."

El Hombre se pregunta, no como individuo sino como parte de todo, quienes somos y hacia donde vamos, quien esta detrás de todo este escenario de lo vivo, y cual es su rol en él. La curiosidad que nos caracteriza como especie ha asomado estas preguntas; pero tan pronto es formulada, una serie de sentimientos de culpabilidad, una sensación innata de maldad, algo que nos recuerda al pecado original, nos obliga a recapitular. Respuestas en torno a lo metafísico y espiritual se elevan instantáneamente en su pensamiento, dándole una respuesta casi inmediata, una respuesta inmune, que minimiza sus aptitudes racionales como humano, y le arrodilla ante un ser divino , del cual no se atreve a dudar ni un segundo.
Pero toda respuesta inmune tiene por supuesto un beneficio para el individuo, sea ficticio o no. ¿Cuál es? ¿Es paz? ¿Tranquilidad? Obviamente no lo es.
El éxito de las religiones se basa en su capacidad de amortiguar los infortunios a los que estamos expuestos: como los desaciertos y en especial, la muerte. Esto es algo que se nota fácilmente, en esa actitud recurrente de nombrar al Dios siempre que algo malo pasa, o pidiéndole que nunca pase. Es aquí donde es inminente su necesidad.

"Desde el Renacimiento hasta nuestros días, la historia del progresivo
descubrimiento del Universo ha sido también la historia del progresivo
derrocamiento de la ingenua cosmovisión antropocéntrica,
que hacía de nosotros, los seres humanos, el ombligo del mundo."

En la ideología Darwinista hablamos de que todas nuestras actitudes y aptitudes son parte de adaptaciones al medio natural donde nos desenvolvemos. ¿No es entonces obvio que las religiones, sin importar su irrealidad, son también adaptaciones elaboradas en el proceso evolutivo?
En una mente escéptica y científica, las probabilidades valen y son parte de tus decisiones, así como de tus sentimientos. Tan pronto sales de tu casa, las probabilidades de que te roben, de que choques tu auto, de que puedas morir en cualquiera de estos acontecimientos, aumenta considerablemente. Eso no sólo crea un temor por perder tu vida, si no también de que los más allegados a ti, la pierdan. Puedes tratar de olvidarte del tema, pero la constante observación de caras extrañas aumentan tu desconfianza y te hacen paranoico. Desmond Morris, en su famoso libro, "El Simio Desnudo", escribe sobre la impersonalidad de la humanidad actual. Una impersonalidad que aumenta con el número de personas alrededor, y que crea un desequilibrio de nuestra mente, y hacen cada vez más difícil lograr estar tranquilo. Verdaderamente tranquilo para pensar claramente. Es entonces verdad que las religiones crean en el humano un colchón de ideas que, por decirlo así, amortiguan la caída. Y a pesar de la deshumanización creada por la sobrepoblación y la presión social, la mayoría de la gente ha logrado una vida maravillosa debido a su lazo irrompible con algún ser divino.

"Una vez que los hombres han considerado las cosas como medios, no han podido creer que se hayan hecho a sí mismas, sino que han tenido que concluir, basándose en el hecho de que ellos mismos suelen servirse de medios, que hay algún o algunos rectores de la naturaleza, provistos de libertad humana, que les han proporcionado todo y han hecho todas las cosas para que ellos las usen. Ahora bien: dado que no han tenido nunca noticia de la índole de tales rectores, se han visto obligados a juzgar de ella a partir de la suya, y así han afirmado que los dioses enderezan todas las cosas a la humana utilidad, con el fin de atraer a los hombres y ser tenidos por ellos en el más alto honor; de donde resulta que todos, según su propia índole, hayan excogitado diversos modos de dar culto a Dios, con el fin de que Dios los amara más que a los otros, y dirigiese la naturaleza entera en provecho de su ciego deseo e insaciable avaricia."
"La voluntad de Dios, ese asilo de la ignorancia"
Por Baruch de Spinoza

Es impresionante ver a una persona morir de leucemia, y a su vez agradecer a Dios por una vida maravillosa, confiando en que alguien o algo, la escogió para pasar a una vida mejor. Así como nuestros reflejos nos pueden salvar de un golpe doloroso, las religiones pueden salvar al hombre de una vida dolorosa o de momentos dolorosos. No quiero decir que en una vida sin las religiones no hay belleza.

Fuera de los eventos que nos ocasionan perdidas, que sí pueden ser dolorosas; la vida basada en la percepción científica, cruda y real, nos abre un mundo nuevo, inexplorado, que te sorprende minuto a minuto. En este mundo, cada segundo se convierte en el mejor momento de tu vida.
Pero este es otro tema, volvamos al hecho de que la adaptación cultural religiosa cabe dentro de los conceptos darwinistas y está justificada. Si es así, los religiosos se preguntarán, ¿cuál es el afán de la comunidad científica en erradicar el conformismo y la idolatría religiosa? ¿De qué se quejan entonces?

"Dentro del llamado paradigma de la modernidad podemos identificar una serie de movimientos y modos de pensar (iluminismo, positivismo, evolucionismo, etc.) que hicieron surgir cada vez más la conciencia de que el ser humano estaría en el centro de los acontecimientos mundiales, afirmando, con ello, un antropocentrismo. Lo que destaca de este movimiento es que también Dios, lo Sagrado o lo Trascendente va siendo relegado a un espacio secundario. A lo largo de estos dos siglos se ha operado un cambio que va de un cosmocentrismo o teocentrismo a un antropocentrismo exacerbado."

Lamentablemente, las religiones resultaron para la humanidad creciente y progresista un boomerang que tiene el potencial de decapitar nuestra capacidad de reconocernos a nosotros mismos como parte de la naturaleza. Me explico. Nacemos, y mientras crecemos se nos da con toda la buena intención del mundo, una realidad basada en la existencia de un Dios Todopoderoso, donde todos tus pasos y tu destino ya está escrito y todo aquello que no entiendes o no puedes explicar, es aceptado como voluntad de ese Dios. La curiosidad, el escepticismo y la lógica, son desterradas de tu mente y consideradas Pecado Original.
Pero quizás la característica mas dañina es que se asume y se considera al Hombre como un ser especial, mas allá de todo lo animal, por encima de todas las otras especies. He aquí el Boomerang. La aceptación y perseverancia de la ignorancia a nivel mundial, ha permitido la destrucción de los Bosques Tropicales, nuestra principal fuente de Oxigeno, la contaminación de las aguas, el desequilibrio indiscriminado de los últimos ecosistemas naturales, y la barbarie que se comete con todos los otros seres vivos. La incomprensión de nuestra verdadera humanidad, son la causa fundamental de todo racismo, guerra, y violencia alrededor del mundo. La falta de criterio objetivo hace vulnerable a la gente a los engaños y persuasiones del comercio.
Se tiende a pensar que esta disposición del hombre, esta necesidad por creer cualquier cosa que le sea dicha, por ser "beneficiosa" es también natural y no podemos desecharnos de esa actitud. Pues yo pienso, que eso es totalmente falso, que la curiosidad humana es el motor de nuestra evolución, y que su supresión, en un planeta con billones de ideas y bits de información, sólo crean mayor intolerancia , mayor confusión y mayor desigualdad, características que describen muy bien a este lugar del universo con 95 por ciento de su población dominante siendo religiosos convencidos.

"El concepto de lo divino esta envuelto en un manto de antropocentrismo que nos desliga peligrosamente del resto de la Creación y de sus fenómenos. Los seres humanos hemos concebido una divinidad hecha a nuestra imagen y semejanza."

Una vez más, es lamentable que el efecto de esto no pueda ser revertido y que quizás para el tiempo que lo sea, no quede nada natural que admirar. Y como suele repetirse en la humanidad, sólo después de un tiempo prolongado, nos damos cuenta de lo que perdimos. Es algo que se nos escapa de las manos. La ignorancia en este sentido no es algo que afecta a la gente no educada solamente. Esta ignorancia se extiende a los gobiernos, a los presidentes de todos los países, lo cual es más lamentable ya que en ellos recaen las decisiones más importantes con respecto a la conservación y en cuanto a la utilización de los recursos. Pero de ellos, no podemos esperar mucho, y menos de aquellos encargados de los países pobres, ya que su misma naturaleza política se basa en la persuasión para llegar al poder.
Puede pasar que entonces en un futuro, ese "pecado original", que todos llevamos por dentro vuelva a retomar las riendas de nuestra percepción del mundo, y con ello, la tolerancia, la comprensión de nuestra naturaleza animal, y posición entre lo viviente.

"La humildad consiste en estar acorde con todo lo que nos rodea: no ser ni más ni menos importante de que lo que se es, es considerar que el mundo y nosotros mismos somos un misterio. Y los seres humanos no valen más que cualquier otro elemento de la Creación. He aquí rechazado el antropocentrismo de tantas tradiciones con éxtasis intelectual, antropocentrismo que es una consecuencia del teocentrismo, una especulación vana y pretenciosa."

Es una tarea difícil, dado que las religiones se han caracterizado por su efectiva transmisión de generación en generación, pero si algo nos enseña la comprensión del proceso evolutivo, es que los cambios graduales favorables en cualquier individuo, al irse acumulando, convierten a este en un individuo mejor adaptado a su ambiente. En nuestras manos está abrir los ojos, disfrutar la vida en su versión más natural y real, cultivar el asombro por lo que se nos ha quitado de raíz: la verdad.

Fuentes:

jueves, 2 de diciembre de 2010

Te canto las cuarenta: Mujeres en la flor de la edad

Guía para disfrutar a pleno la mejor etapa de la vida, que comienza a los 40 y un minuto. Bienvenid@ al club de las cuarentos@s alegres de los años bien llevados...¡para compartir entre amig@s!

Del libro de Ana von Rebeur
"Te canto las cuarenta: mujeres en la flor de la edad"
(actualmente inédito y en busca de editor)










    Prólogo para mujeres en flor
    ¡Crecer no era tan terrible!

    Capítulo 1: Los 40 son la etapa de la libertad
    De sueños, deseos, complejos, culpas, balances y libertades

      Capítulo 2: Poniendo el cuerpo
      De arrugas, dietas, celulitis, liftings, gimnasios, gafas y perimenopausia precoz

        Capítulo 3: "Y yo con estos pelos" - Víctima de los peluqueros
        De canas , tintura, tijeras , rulos y extensiones

          Capítulo 4: La imagen ante todo - ¿Como se viste una mujer de 40?
          De tejanos ajustados, minifaldas ultracortas, maquillajes neutros y bijouterie barata

            Capítulo 5: Mentes dementes
            De emociones, alegrías, frustraciones, olvidos y papelones

              Capítulo 6: ¿Cumpleaños feliz?
              De pasteles, velas, magos, cotillón y lágrimas

                Capítulo 7: Trabajar agota
                De horarios, jefas prepúberes y terribles dolores de pies

                  Capítulo 8: Romances al rojo vivo
                  De pasiones, romances, idilios, sexo, sexo y sexo

                    Capítulo 9: Maridos en crisis
                    De crisis, depresiones, cuernos y simbiosis

                      Capítulo 10: Hijos crecidos ...y no tanto
                      De maternidades postergadas, embarazos tardíos y adolescentes insolentes

                        Capítulo 11: Amigas que te salvan
                        De charlas, compinches, chismes, compras en liquidaciones y encuentros de egresados

                          Capítulo 12: Síntomas reveladores
                            Fuentes:

                            Blog de Ana von Rebeur

                            El poder de Dos

                            Aunque cada faceta de la naturaleza de la mujer constituye un ente aparte con distintas funciones y un conocimiento diferenciado, ambas poseen una conciencia o interpretación mutua, tal como ocurre entre el cerebro y su corpus callosum, y, por consiguiente, actúan como un todo. Cuando una mujer esconde o favorece demasiado una de sus facetas, vive una existencia muy desequilibrada que le impide el acceso a todo su poder. Y eso no es bueno. Hay que desarrollar ambas facetas.
                            Hay mucho que aprender acerca de la fuerza de Dos cuando examinamos el símbolo de las gemelas. En todo el mundo y desde la más remota antigüedad, se ha creído que los gemelos están dotados de poderes sobrenaturales. En algunas culturas, existe toda una disciplina dedicada al equilibrio de la naturaleza de los gemelos, considerados dos seres que comparten una sola alma. E incluso después de su muerte, a los gemelos se les da de comer, se les habla y se les ofrecen obsequios y sacrificios.
                            En varias comunidades africanas y caribeñas se dice que el símbolo de las hermanas gemelas tiene juju, la mística energía del alma. Por consiguiente, hay que cuidar esmeradamente de las gemelas para evitar que un mal destino se abata sobre toda la comunidad. Una norma del culto vudú de Haití exige que a los gemelos se les dé de comer exactamente las mismas raciones de alimento para evitar que surjan celos entre ambos, pero, sobre todo, para evitar que uno de ellos languidezca, pues, si muere uno, también morirá el otro y entonces se perderá la especial espiritualidad que ambos aportan a la comunidad.
                            De igual modo, una mujer posee un poder extraordinario cuando los dos aspectos de su psique se reconocen concientemente y se perciben como una unidad, juntas y no separadas. El poder de Dos es muy fuerte y no debe descuidarse ninguna de las facetas de la dualidad. Se las tiene que alimentar por igual, pues ambas aportan un misterioso poder al individuo.

                            "Un ramita, dos ramitas"

                            Una vez un viejo afroamericano del Medio Sur me contó un cuento. Salió de un callejón mientras yo permanecía sentada entre las pintadas de un aparcamiento del centro de una ciudad. Muchas personas lo hubieran calificado de loco, pues hablaba con todo el mundo sin dirigirse a nadie en particular. Avanzaba con un dedo extendido como si estuviera tanteando la dirección del viento. Las cuentistas dicen que estas personas han sido tocadas por los dioses. En nuestra tradición, a un hombre así lo llamaríamos El bulto, pues las almas como él llevan una cierta mercancía y la muestran a quien quiera verla, a cualquiera que tenga ojos para verla y sentido común para acogerla.
                            Aquel simpático bulto en particular me contó el siguiente cuento. Gira en torno a cierta transmisión ancestral y se titula "Un ramita, dos ramitas". "Así actúan los viejos reyes africanos", me dijo en un susurro.
                            En el cuento, un anciano se está muriendo y convoca en torno a sí a los suyos. A cada uno de sus muchos hijos, esposas y parientes le entrega una corta y resistente ramita. "Romped la ramita", les ordena. Con cierto esfuerzo, todos rompen la ramita por la mitad.
                            "Eso es lo que ocurre cuando un alma está sola y no tiene a nadie. Se rompe fácilmente."
                            Después el viejo les dio a cada uno de sus parientes otra ramita Y les dijo: "Así me gustaría que vivierais cuando yo haya muerto. Reunid todas las ramitas en haces de dos y de tres. Y ahora, quebrad los haces por la mitad."
                            Nadie puede quebrar las ramitas cuando forman un haz de dos o tres. El viejo me miró sonriendo. "Somos fuertes cuando estamos con otra alma. Cuando estamos unidos a los demás, no nos pueden romper."
                            De igual manera, cuando las dos facetas de la doble naturaleza se mantienen juntas en la conciencia, ejercen un enorme poder y no se pueden quebrar. Es la característica de la dualidad psíquica, de los dos aspectos gemelos de la personalidad de una mujer. Por su cuenta, el yo más civilizado se encuentra a gusto, pero un poco solitario. Por su cuenta, el yo salvaje también se encuentra a gusto, pero ansía relacionarse con el otro. La pérdida de los poderes psicológicos, emocionales y espirituales de las mujeres se debe a la separación de estas dos naturalezas, a la simulación de que uno u otro de ellos ya no existe.
                            Este cuento se puede interpretar como referido a la dualidad masculina y a la femenina.

                            Manawee posee también una doble naturaleza: una naturaleza humana y una naturaleza instintiva, simbolizada por el perro. Su naturaleza humana, amable y afectuosa, no es suficiente para superar la prueba. Es su perro, símbolo de la naturaleza instintiva, el que tiene la capacidad de acercarse subrepticiamente a las mujeres y, gracias a la agudeza de su oído, averiguar sus nombres. Es el perro el que aprende a desechar las seducciones superficiales y a conservar los conocimientos más importantes. Es el perro de Manawee el que posee un fino oído y es dueño de una tenacidad y un instinto que lo lleva a ocultarse junto a las paredes y a buscar, perseguir y recuperar las ideas valiosas.Como en otros cuentos de hadas, las fuerzas masculinas pueden poseer una energía de tipo Barba Azul o una energía tan aniquiladora como la de la Raposa, con la cual intentarán destruir la doble naturaleza de las mujeres. Esta clase de pretendiente no puede tolerar la dualidad y busca la perfección, la única verdad, la única sustancia femenina encarnada en una sola mujer perfecta. ¡Ay! Si tú conoces a esta clase de persona, echa a correr en dirección contraria a la mayor velocidad que puedas. Es mejor tener un amante que sea como Manawee tanto por dentro como por fuera: es un pretendiente mucho más satisfactorio, pues está profundamente entregado a la idea del Dos. Y el poder de Dos actúa como una entidad integral.
                            Por consiguiente, Manawee desea tocar esta extremadamente ubicua pero misteriosa combinación de vida espiritual de la mujer y pose, una soberanía propia. Puesto que él es también un hombre salvaje y natural, percibe el eco de la mujer salvaje y se siente atraído por ella.

                            Entre esta tribu acumulativa de figuras masculinas de la psique femenina que los junguianos denominan animus, existe también una actitud de tipo Manawee que descubre y aprecia la dualidad femenina, la considera valiosa y digna de ser cortejada y deseada y no ya diabólica, fea y despreciable. Manawee, tanto si es una figura externa como si es interna, representa un amante audaz pero rebosante de confianza cuyo mayor deseo es nombrar y comprender la misteriosa y numinosa dualidad de la naturaleza femenina.

                            Fuentes:

                            Clarissa Pinkola Estés
                            "Mujeres que Corren con los Lobos"


                            Apadrina el Blog "Hombres que corren con los lobos"

                            miércoles, 1 de diciembre de 2010

                            La psicoterapia y la espiritualidad aplicadas en mujeres despues de los 40 años

                            En la actualidad se ha encontrado que la mujer que llega a los 40 años empieza a interesarse en buscar otras opciones vitales para su existencia, esto debido a la satisfacción de algunas necesidades primarias y secundarias, por ejemplo, variables de trabajo y de familia entre otras. Muchas mujeres hemos buscado respuestas en diferentes corrientes psicoterapéuticas y a pesar de ello, las exigencias de la psique sigue acosando, trayendo como resultado más frustración y no los mejores resultados en los tratamientos psicoterapéutico.
                            La literatura reporta que en la medida que la mujer, a los 40 años, empieza a enfocar su atención en cuestiones como su desarrollo personal, ampliar su cultura, búsqueda del bienestar interno, encontrar significado a su vida, y temas relacionados con el alma y la espiritualidad; encuentra caminos que orientan su comportamiento y le reportan mayor satisfacción y desarrollo espiritual.

                            Las mujeres casi siempre en esta etapa, segunda etapa de la vida, han conseguido el prestigio a través del hombre, al igual que su sentido de poder, sobre todo sí éste ha logrado cierto estatus y poder económico, elementos externos a su esencia y alejados del contacto con su psique.
                            Al mismo tiempo se encuentra sufriendo la tiranía del deber ser, en pugna con el ser y se empieza a cuestionar el Sentido de su Vida.

                            Concluyo compartiendo con el lector el hecho de que estoy convencida que "al igual que un pájaro no puede volar con una sola ala", muchas mujeres viven su vida enjauladas en el mundo físico, sujetas al tiempo, en las memorias del pasado y la incertidumbre del futuro y deseo aportar un testimonio que postule que "solo dejando a un lado tiempo, mente, ambiciones, dualidades y juicio, soberbia, etc., estas mujeres lograran una vida existencial haciendo una profunda limpieza interior".

                            Cuando una persona se le abre caminos su estadio de animo cambia y cuando cambia el estado de animo cambia el corazón. El yo instintivo es curativo y vitalizador y esto se logra a través de la espiritualidad.

                            Psicología y Espiritualidad: Las distintas terapias psicológicas valoran de diversa forma el papel de la espiritualidad dentro del proceso terapéutico, yendo desde aquellas en donde esto es esencial, como el enfoque transpersonal o el junguiano, hasta aquellas en que no se ha considerado importante como la teoría cognitivo - conductual; aunque ya son cada vez mas los terapeutas que están abriendo su visión y evaluando como relevante la espiritualidad.

                            "El despertar a la vida espiritual es el resultado último de cualquier
                            proceso terapéutico integral y completo."

                            La mujer después de los 40 años: El papel de la mujer después de los 40 años sigue siendo relegado e inhibido su desarrollo integral, ya sea por la sociedad, por su familia, por su esposo, por sus hijos, pero también por sí misma y puede continuar siendo así sí no encuentra internamente su aspecto espiritual.


                            El poder curativo de las crisis: En la mayoría de los procesos terapéuticos se ha encontrado que la mujer después de los 40 años, presenta crisis y conflictos que pueden ser considerados característicos de esta etapa de la vida como son: un cuestionamiento acerca de cómo ha vivido su vida, qué le ha faltado de lo que quisiera hacer, qué ha hecho incorrectamente que le a provocado insatisfacción, infelicidad o frustración, cómo relacionarse con su esposo, sus hijos, su familia, qué nuevo sentido pueden tener esas áreas, cómo enfrentar el aspecto sexual cuando la belleza se ha ido o empieza a desaparecer, etc.

                            El servicio hacia los demás: La mayoría de sus necesidades la conllevan a manifestar un fuerte deseo de servicio hacia los demás, tiende a desaparecer los rasgos egoístas, narcisistas o egocéntricas que caracterizan su juventud, y ahora aparece el deseo de ayudar de una forma u otra a los demás y que a la vez es una vía, medio y señal de encontrar ese aspecto espiritual interno.

                            La espiritualidad: La espiritualidad no es un aspecto medible, cuantificable o que se deba seguir de determinada forma, cada mujer tiene que encontrar un significado particular de cómo vivirla, como manifestarla y así esta se convierte en el medio idóneo por el cual la mujer después de los 40, le da un nuevo sentido a los diversos aspectos de su vida (sus polaridades, sus pérdidas, sus conflictos, etc.) y enfrenta con nuevos bríos los conflictos cotidianos que se le vayan presentando.

                            Encontrar la propia espiritualidad: La Espiritualidad, práctica que se ejerce está ligada cien por ciento al Amor (a sí misma, a los demás, al trabajo, a la profesión, a Dios, etc.), y más aún, es imposible de desarrollar sí la mujer después de los 40 años carece de él. De tal forma, el papel del terapeuta es ser simplemente un acompañante y no pretender ser un guía, un maestro, un gurú, pues en la medida que pretenda esto, trasmite valores personales que obstaculizan que la mujer encuentre su propia espiritualidad.

                            " La espiritualidad es un asunto privado
                            y refleja la relación existente entre el individuo y el cosmos."

                            Terapia y espiritualidad: Lo anterior, también implica que dentro de la psicoterapia no existen técnicas específicas para fomentar o desarrollar la espiritualidad de la mujer después de los 40 años, la teoría simplemente sirve para conceptualizar los cambios llevados a cabo pero no para provocarlos.

                            Por Ken Wilber
                             

                            Sensibilidad: Es factible suponer que los datos encontrados en esta investigación también son validos para los hombres dado que la espiritualidad no puede depende del sexo genérico de la persona, aunque es importante anotar que la mujer posee mejores recursos para desarrollar este aspecto ya que manifiesta mayor sensibilidad, mayor contacto con su yo interno.

                            Se puede afirmar que la psicoterapia consiste en una gran diversidad de teorías que explican la personalidad y el comportamiento humano, a partir de las cuales se desarrollan métodos y técnicas terapéuticas para ayudar al individuo a disminuir o eliminar su angustia, síntomas y sufrimiento.
                            De tal forma, es indudablemente que pueden ser diversos los beneficios que una persona puede obtener de algún tipo de psicoterapia, siendo que Valdez realiza una laudable síntesis de estos cambios, propone que el paciente se puede beneficiar en:
                            Sentimientos de seguridad, que implica: sentimiento de identidad, autoevaluación y autocrítica realista, arraigo, control de impulsos. Espontaneidad, adecuado manejo del miedo y la ansiedad, posesión de un marco de orientación y devoción.
                            Capacidad de adaptación, que incluye: inteligencia, buena integración intrapsíquica, estilo de vida congruente con sus posibilidades, sentimientos morales o esquemas afectivos en armonía con los esquemas intelectuales, manejo apropiado de las necesidades fisiológicas, capacidad para cumplir los requisitos del grupo, conservando la individualidad y la libertad, capacidad para resolver problemas cotidianos, capacidad para aprender de la experiencia y sentido del humor y capacidad de juego.

                            En suma, después de un proceso exitoso, la persona siente que en su vida hay muchas satisfacciones; en su vida personal, en su trabajo, en sus relaciones interpersonales, en actividades recreativas, en suma, se siente que está en un continuo proceso de crecimiento en el que encuentra satisfacciones y se siente capaz de ir manejando los problemas que se le presenten.
                            Esto puede ser logrado por cualquier ser humano, independiente de su edad, sexo, creencia religiosa, estatus económico, etc. Siendo importante anotar que, cada corriente terapéutica enfatiza o resalta ciertos caminos para lograr esto, pero hasta hace poco, un gran porcentaje de terapeutas opinaban que la psicoterapia como tal no busca un horizonte trascendente del crecimiento interior del ser humano (espiritual), pero logra abrir espacios que lo hacen posible.

                            Por otra parte, también es un hecho que nuestra cultura propulsa un hiperdesarrollo de la mente conceptual, en perjuicio de los demás niveles de nuestro ser, a saber: corporal, emocional y espiritual. Esto conduce a un estado de enajenación general puesto que somos cuerpo, emoción, mente y espíritu, por lo que muchos procesos terapéuticos se quedaban a nivel del entendimiento de la conducta, olvidándose que la salud depende del adecuado desarrollo e integración de los niveles físico, emocional, mental, existencial y espiritual del ser humano.

                            Así, la creencia en la existencia del alma, y por tanto de la espiritualidad, es inherente a la humanidad. La espiritualidad puede ser mejor entendida, de manera sencilla, como: lo que nos acerca a lo Divino: El contacto directo con el Ser Superior o Dios, es posible sólo a través de nuestro Espíritu, y la Espiritualidad es lo que permite y solidifica dicho contacto.

                            Nos eleva a estados superiores de conciencia: La Espiritualidad, debido al permanente contacto con lo Divino, es aquella que nos lleva a asumir un elevado y a su vez evolucionado estado de conciencia, lo que trae como consecuencia pensar, razonar, calificar y discriminar las acciones por sobre los Seres Humanos ordinarios.

                            Hablar de los beneficios de la espiritualidad en el ser humano puede ser considerado como algo subjetivo y personal, sin embargo existen distintos estudios que han comprobado con certeza científica el provecho que puede tener la persona en diversos ámbitos.
                            Las conclusiones señalan que es necesaria una apertura de los modelos tradicionalistas en donde se incluya este tema en la psicoterapia de mujeres mayores de 25 años, pues es un aspecto importante para el desarrollo integral de dichas mujeres. Sea como fuere, se ha demostrado que la espiritualidad ayuda a integrar al ser humano con la naturaleza, con el cosmos, considerándolo como una unidad biológica, social, psicológica y espiritual.

                            De forma específica queda demostrado que:

                            * Ya son cada vez mas los terapeutas de cualquier corriente teórica que están abriendo su consciencia y evaluando como relevante la espiritualidad para la mujer después de los 40 años de edad.
                            * El desarrollo de la mujer después de los 40, se puede ver obstaculizado si no encuentra internamente su aspecto espiritual.
                            * La espiritualidad se convierte en el medio idóneo por el cual la mujer después de los 40, resignifica los diversos aspectos de su vida (sus polaridades, sus pérdidas, sus conflictos, etc.).
                            * La Espiritualidad, práctica que se ejerce está ligada cien por ciento al Amor (a sí misma, a los demás, al trabajo, a la profesión, a Dios, etc.), y más aún, es imposible de desarrollar sí la mujer después de los 40 años carece de él.
                            * Cada mujer debe encontrar su manera particular y personal de experimentar y manifestar ese aspecto espiritual de su vida.

                            Fuente:


                            El Yo, arquetipo de la Individuación

                            El Yo imprime su globalidad sobre nuestra vida psicológica a medida que nos desarrollamos. Se nos muestra como la imagen psicológica de lo divino. Y como tal, tiene algo de las cualidades de una finalidad trascendente, como un blanco móvil hacia el cual viajamos.

                            Nuestros primeros atisbos del Yo nos llegan envueltos en despliegues generales de energía psicológica más que como acontecimientos o imágenes que podamos identificar concretamente con el Yo. Los primeros atisbos que Carl Jung tuvo del Yo le hicieron reducir los signos de su presencia a libido. Más tarde, la experiencia clínica y la necesidad teórica le forzaron a proponer un arquetipo del Yo distinto de los despliegues generales de energía psicológica. A través de las décadas sus escritos parecen atravesar un proceso de individuación, a medida que él describe el Yo cada vez más como el organizador de los otros arquetipos y de las vidas personales en los casos que estudiaba. Como nosotros, al principio no pudo distinguir entre la inmersión inconsciente del niño en la unidad del Yo y el encuentro consciente del adulto maduro con los símbolos del Yo.

                            El Yo no puede ser reducido a la consciencia infantil. En realidad debería ser entendido como lo que nos contenía en nuestros orígenes. Como círculo o esfera, aguas primordiales o jardín del Eden, el Yo nos rodeaba e inspiraba. Cuando somos uno con nuestro inconsciente, con nuestro cuerpo, nuestros padres y madres y el universo, nuestro sentido temporal nos da un conocimiento íntimo del tipo de tiempo en el que habita el Yo. A este tiempo lo denomino tiempo eónico para distinguirlo de la noción religiosa de la eternidad de Dios y del tiempo secular de los relojes. El tiempo eónico se parece al tiempo de la visión mística, de la inspiración artística, los sueños, los cuentos de hadas y los mitos que empiezan con Érase una vez. Se parece al sentido temporal que rodea las coincidencias significativas y las experiencias del sistema nervioso parasimpático tales como una elevada sexualidad. Cuando recordamos la unidad inconsciente del mundo y nuestras psiques en el tiempo eónico de los orígenes, recordamos una experiencia de la presencia del Yo sin diferenciación consciente. Nuestra primera unidad es inconsciente. No se ha movido desde el Uno al Dos y a los Muchos, no ha atravesado lo que los chinos llaman las diez mil cosas.

                            ¿Qué es el tiempo eónico?
                            Es un pretiempo o prototiempo, una idea límite que está en la base del tiempo de las cosas, en fin, lo que en el sentido platónico del término determina el αἰών, más o menos lo que, dicho comúnmente, entendemos por eternidad. Pero hay que precisar este asunto, como hicieron San Agustín o Boecio, para quien "La eternidad es la posesión perfecta, toda de una vez, de la vida interminable"; o el mismo Wittgenstein que afirma: "Si por eternidad se entiende, no una duración temporal infinita, sino intemporalidad, entonces vive eternamente quien vive en el presente."
                            Ése es el tiempo eónico: no una duración infinita, sino intemporalidad, trascendencia de los periodos temporales, que llega a conformar esa extraña intemporalidad que convierte por ejemplo, al receptor de la obra de arte en contemporáneo de la obra misma. Ello se debe a que la obra de arte es de un presente intemporal,  pues el arte no es nunca sólo pasado, sino que de algún modo logra superar la distancia del tiempo en virtud de la presencia de su propio sentido.


                            En ocasiones Jung señala la relación recíproca del Yo y la consciencia, pero a menudo subraya el papel subordinado de la consciencia personal que él denominó ego:

                            "El término Yo me pareció adecuado para este sustrato inconsciente, cuyo exponente en la consciencia es el ego. El ego es respecto al Yo como lo movido al motor, o como el objeto al sujeto, pues los factores determinantes que irradian del Yo rodean al ego en todas partes, subordinándolo…. No soy el creador de mí mismo, más bien me ocurro a mí mismo."

                            Tanto si el Yo se relaciona con la personalidad como un igual recíproco o como un contenedor superior, ocurre una sucesión de paradojas de lo más difícil: el Yo a la vez contiene y es el contenido de la persona completa; el Yo es a la vez aquello de lo que venimos y aquello que anhelamos; el Yo incluye el ego, pero el Yo y el ego pueden dialogar como representantes del conjunto de la persona y de la más limitada personalidad consciente; el Yo está oculto pero ama ser descubierto; el Yo tiene un valor supremo, como una valiosa perla psicológica, pero se halla en medio de la vida ordinaria, en la paja y el estiércol, como decían los alquimistas. Todos los arquetipos tienen esta doble naturaleza, y para este arquetipo que afecta a todos los demás, esta doble naturaleza llega a extremos paradójicos. En realidad, el Yo contiene polaridades personales y transpersonales como bien y mal, femenino y masculino, punto y círculo, armonía y disonancia, orden y caos, complejidad y simplicidad.

                            Sin embargo sería erróneo derivar de aquí una especie de filosofía pseudo-oriental. El término alemán Selbstverwirklung, que Jung emplea en el sentido de autorrealización sugiere la presencia de una trayectoria de movimiento activo, creativo y urgente, no un diluirse en una conciencia difusa. En contraste con las descripciones orientales del desarrollo psicológico, la descripción junguiana del movimiento de la personalidad hacia el Yo no acaba en la disolución o desaparición del ego.

                            La crítica que hace la literatura espiritual del ego cargado de deseos contrasta con la valoración del ego psicológico que hace la psicología moderna. Jung emplea el ego (das Ich) para sugerir un receptor de experiencia consciente contrapuesto y compensado por el inconsciente. Sin el ego psicológico no hay nadie pensado por el inconsciente. Sin el ego psicológico no hay nadie que pueda vivir la vida o experimentar el Yo. El ego de Jung es uno entre muchos complejos a los que acontecen sentimientos y pensamientos. Se hace la ilusión de originar sentimientos y pensamientos, y la ilusión de estar en el centro, hasta que el Yo lo destrona durante el proceso de individuación.

                            La individuación, como el nombre sugiere, significa ponernos de acuerdo con nuestra verdadera naturaleza. La individuación desafía al ego a entrar en una condición desconocida en vez de permanecer cautivo de lo habitual y familiar. Una vida personal en la que no se introduce el Yo como factor transpersonal corre el riesgo de estancarse. Si el Yo desafía nuestra vida personal con la individuación, generalmente tenemos al principio una sensación de incomodidad y de pérdida. Este proceso requiere una considerable ampliación de nuestra personalidad. Nuestra vida personal empieza a ser cada vez más regida por un centro de gravedad y una organización que incluye realidades transpersonales e inconscientes. Incluso cuando queda establecida la regencia del Yo, sus formas de regir nuestra vida personal cambian a medida que seguimos el proceso de individuación.

                            Podemos ver cómo la regencia del Yo empieza en nuestras vidas examinando desde el trono del ego las formas que tiene el Yo de ejercer poder, relacionarse y afirmar su importancia.

                            Nuestro poder sobre la gente, la naturaleza y las cosas nos acostumbra a una ilusión de control. Cuando este control aparente falla cuando nuestros hijos se hacen más independientes y nos desafían, cuando un jardín que habíamos plantado se congela, cuando se estropea nuestro coche o cuando muere alguien con quién contábamos – nuestro inadecuado sentido de identidad orientada al control falla también. En casos extremos nos sentimos como si estuviéramos muriendo, impotentes o carentes de importancia. El Yo puede incluso empujar al fracaso identidades de control particularmente grandiosas o engreídas, como ocurrió con Edipo y el rey Lear, como si el Yo quisiera ponernos en un estado adecuadamente rendido y receptivo. A veces el Yo hace su aparición sólo cuando hemos sido llevados a la desesperación.

                            Cuando consideramos que las relaciones pueden brindar el valor y significado último de nuestras vidas, estamos practicando una forma de idolatría. El Yo tiende a romper esta idolatría por varios caminos, incluyendo el hacer que nos demos cuenta de que la otra persona no encaja en nuestra imagen del alma más íntima y última. Jung utilizó los nombres de ánima y animus arquetipos de los opuestos inconscientes más prominentes aprovechando términos latinos para alma. En personas heterosexuales y algunas de las que prefieren el mismo sexo, estas imágenes anímicas del sexo opuesto en el interior del inconsciente son proyectadas sobre otra persona. Estas proyecciones contienen parte de la fuerza psicológica que posteriormente fluye hacia el Yo.

                            Además, el Yo apoya una unión de opuestos interiormente reconciliados. Mientras buscamos por el mundo este opuesto de nuestro interior, podemos obtener de lo que vive en nosotros sanación y conocimiento, pero no conseguiremos virar nuestra búsqueda hacia el interior. Estas imágenes, cuando se proyectan sobre otra persona en una relación, aportan posibilidades instintivas, sexuales, eróticas, afiliativas y espirituales. Algunas personas parecen descubrir su opuesto interior a través de la relación, mientras que otras deben abandonar niveles idolátricos de relación y girar directamente hacia el interior. A la larga el Yo exige nuevas formas de estar en relación basadas en un mayor contacto interior con el opuesto.

                            Cuando permitimos que el Yo fluya sobre nuestras antiguas formas de relacionarnos, estamos modificando las proyecciones a fin de madurar. Podemos escalar lo que Platón denomina la escalera del amor siguiendo nuestro anhelo del Yo, originalmente mal situado en una relación personal. Primero nos introducimos en la atracción física, luego en el amor por otra alma, y finalmente, a través de la educación en el amor, regresamos al hogar, a la realidad de nuestra propia alma. En contraste con el madurar a través de la relación, también podemos retirar nuestra proyección con un esfuerzo que incremente nuestra consciencia. Las imágenes cargadas que hemos proyectado no encajan con el ser humano en ningún caso, y la fase de luna de miel se acaba, en relaciones románticas e incluso en la amistad. Como una versión adulta del movimiento del niño hacia un aumento de la dependencia o bien un aumento de la autonomía, nos rendimos o crecemos.

                            La regencia del Yo, hacia la cual la individuación hace girar gradualmente nuestra consciencia, busca desarrollar nuestra maduración minando las viejas formas de usar el poder y de relacionarnos. El Yo actúa detrás de nuestro poder; nos aporta modelos, armonizándonos adecuadamente con la naturaleza del cosmos y buscando encarnar una verdad paradójica de opuestos reconciliados. Y el Yo actúa tras nuestro anhelo de relaciones, pues contiene potencialmente el matrimonio interior.

                            Pero la tercera rendición a la regencia del Yo tiene que ver con el sacrificio de todo lo que habíamos pensando que éramos. El Yo se mueve desde la periferia de nuestra vida psicológica hacia el centro. Un gurú me dijo que cuando se cierran los huesos del cráneo de un bebé, Dios no puede entrar, y por eso el ego cree ser Dios. En la mayoría de los casos el Yo empieza a centrarnos y a individuarnos, tanto en el ámbito consciente como en el inconsciente, hacia la mitad de la vida. La formación de nuestra personalidad y el empleo de nuestra energía psicológica para desarrollar nuestras vidas a través de aptitudes, trabajo y relaciones, limita nuestro acceso al inconsciente y a su influencia creativa y espiritual. El Yo se convierte en centro de la psique consciente e inconsciente, y los demás arquetipos, como el animus y el ánima, se subordinan al él. Pero el Yo desempeña también otros papeles. Como testigo, el Yo observa cómo nuestra personalidad atraviesa e integra experiencias, como los dos pájaros en este pasaje de la Manduka Upanishad: Dos pájaros, compañeros siempre unidos, se posan en el árbol de la mismidad. De los dos, uno come el dulce fruto y el otro observa sin comer. El Yo es el árbol y es a la vez el pájaro que observa las experiencias de nuestra personalidad.

                            Nuestras personalidades a veces inician el proceso de individuación sin que estemos suficientemente conectados con el cuerpo y con la tierra ni suficientemente comprometidos con nuestras vidas. Jung relata el caso de una mujer que experimenta pasivamente la individuación como quien contempla paisajes campestres desde un tren expreso. De esta mujer dice:

                            La individuación sólo puede tener lugar si primero regresas al cuerpo, a tu tierra; sólo entonces puede hacerse real… Ella debe volver a la tierra, a su cuerpo, a su individualidad y separación; de otro modo estará en el río de la vida, será todo el río, y nada habrá sucedido porque nadie se habrá dado cuenta….. La individuación sólo puede ocurrir cuando nos damos cuenta de ella, cuando hay alguien ahí que le presta atención; de otro modo es la eterna melodía del viento en el desierto.

                            A veces el Yo parece un destructor de nuestras identidades acostumbradas. Pero visto a través de la lente de sus propósitos, actúa para que nuestro compromiso sea más completo. Los alquimistas decían que su trabajo transformador requería el conjunto de la persona, y el Yo exige lo mismo. Generalmente esta exigencia recae sobre todo en nuestros aspectos menos desarrollados, nuestras conexiones más débiles, que habíamos ignorado durante la primera mitad de nuestras vidas.

                            Jung subraya que el Yo puede representar a Dios en nuestra psique, es la imagen psicológica de Dios en nuestra psique. Pero señala que empíricamente, en contraste con la creencia,

                            Somos incapaces de distinguir si estas imágenes emanan de Dios o del inconsciente. No podemos decir si Dios y el inconsciente son dos entidades diferentes… Pero en el inconsciente hay un arquetipo de plenitud que se manifiesta espontáneamente en sueños, etc. y una tendencia, independiente de la voluntad consciente, a relacionar otros arquetipos con este centro.

                            En los textos de Jung, las experiencias de Dios registradas en las escrituras y en los testimonios de los místicos son tratadas como hechos psicológicos más que como realidades conocidas religiosamente. Especialmente en el ensayo de Jung Respuesta a Job, la imagen psicológica de Dios en la mente occidental parece ser una fuente de individuación. Concretamente, Jung ve que la imagen psicológica de Dios en la mente occidental está desarrollándose hacia una inclusión de cualidades oscuras y femeninas. Para Jung la naturaleza del Yo en la psique humana corresponde a una imagen de Dios que incluye los aspectos reprimidos y suprimidos de la civilización occidental en una unión de opuestos reconciliados, una plenitud que está más allá de un Dios bueno o una Trinidad masculina. A Murray Stein casi le parece como si Jung estuviera analizando a la cristiandad.

                            Aunque el Yo amplia nuestra personalidad, a menudo haciendo que desarrolle funciones y actitudes menos desarrolladas, y aunque el Yo rodea a la personalidad por todos lados a fin de acoger tanto la vida consciente como la inconsciente en una totalidad mayor, experimentamos el Yo como si habitara en el inconsciente. Como alguien de dos millones de años, el Yo es generalmente no verbal y se expresa a través de imágenes, sonidos y sentimientos. También puede guiarnos a través de nuestras experiencias en el mundo exterior, empujando a su realización y compensando nuestros unilaterales puntos de vista conscientes. Cuando dejamos de dibujar imágenes, de hablar y de pretender que el ego origina sentimientos, podemos ver sus imágenes, oír su sonido y su música, y participar en sentimientos que procedan de más allá de nuestros limitados conocimientos conscientes.

                            Cuando empieza la individuación, nuestra personalidad y nuestra vida inconsciente atraviesan una reorganización. El Yo empieza a ejercer influencia sobre energías inconscientes personales y colectivas. A medida que se reorganiza, la vida inconsciente se expresa a sí misma y al transformado papel del Yo, a través de símbolos. Los símbolos apuntan más allá de sí mismos, y su significado nunca sucumbe del todo a las formulaciones racionales. Suelen tener numerosas capas de significado y trayectorias de desarrollo. Experimentamos los símbolos en sueños y visiones, y debemos llevar a ellos nuestra aportación, es decir, nuestro lado consciente del diálogo con el inconsciente y con el Yo, a través del inconsciente. Juntas, las mitades consciente e inconsciente de la moneda restauran una totalidad rota. Cuando se mueve nuestra orientación consciente, también lo hace la inconsciente. El Yo parece moverse respondiendo a nuestro movimiento, aunque a menudo es el Yo el que genera nuestro movimiento consciente.

                            Nuestra tendencia a convertir realidades dinámicas como el Yo en cosas inmóviles o en mobiliario mental e incorpóreo, refleja nuestras inmovilizadas imágenes de las realidades espirituales y psicológicas. Pero en todas estas realidades van juntos el hacer y el ser. Como preguntaba W.B. Yeats, Cómo podemos distinguir al danzador de la danza?. La incesante actividad del Yo en el desarrollo de nuestra consciencia implica que los lugares de descanso son sólo premios de consolación. Un proverbio budista aconseja: Cuando alcances la cumbre de la montaña, continúa ascendiendo.

                            Nuestros atisbos del Yo parecen revelar algo estático, pero pronto se convierten en una realidad móvil y compleja en cuanto adoptamos una visión más amplia, observando secuencias de sueños, años de trabajos alquímicos y el diálogo de la vida consciente e inconsciente durante más de una década, como si pudiéramos discernir una especie de equivalente psicológico de los movimientos glaciales. Arthur Schopenhauer habló de cómo nuestras vidas pueden parecer como si hubieran sido planeadas, aunque aparentes obstáculos e interrupciones hayan quebrantado nuestras intenciones conscientes. Sólo una mirada retrospectiva sobre nuestras vidas, en busca de la influencia formadora de estas intenciones profundas, puede mostrarnos que nuestra personalidad ha crecido siguiendo el plan que el Yo tenía para nuestras vidas.

                            El Yo da expresión y forma simbólicas a su actividad constante y a su efecto estructurador sobre nuestra vida: en sueños, en obras de arte, en integraciones de lo espiritual en nuestra vida personal, y en secuencias como aquellas estudiadas por Jung en las que la vida transpersonal e inconsciente era proyectada sobre la materia por los alquimistas. Pero incluso estas profundas comunicaciones simbólicas nos llegan como cuadros inmóviles y descripciones verbales de un instante del Yo. A través de su discreto acaecer, pueden oscurecer la realidad continua del Yo. Y como el Yo actúa como nuestra individualidad implícita, las imágenes que de él nos hacemos como algo separado y distinto de nosotros son parcialmente falsas. Si consideramos que nuestras personalidades expresan de un modo limitado lo que las origina, contiene, guía y actúa para ellas como símbolo de maduración llegaremos a comprendernos como una identidad operativa la personalidad y una identidad cósmica el alma.

                            Qué ventajas prácticas puede brindarnos esta relación con el Yo perturbadora, arriesgada y llena de cambios a medida que nos volvemos más individuales? El filósofo John Stuart Mill estaba articulando uno de los valores sociales del hacerse más individual cuando escribió: No es reduciendo a la uniformidad todo lo que tienen de individual, sino cultivándolo y llevándolo adelante, dentro de los límites impuestos por los derechos e intereses de otros, como los seres humanos se convierten en un bello y noble objeto de contemplación… pudiendo por tanto ser más valiosos para los demás.

                            Mill no estaba pensando en la relación con la vida inconsciente que implica el establecer un contacto subordinado con el Yo; entendía individualidad como el desarrollo del potencial humano que hace avanzar al conjunto de la humanidad. Ello encaja con la intuición esencial de Jung. Pero en su obra Mill también anticipa la fricción social que se produce cuando la gente se vuelve más individual, pues dejan de armonizarse de un modo tan adaptativo a las instituciones, comunidades, familias y las reglas implícitas del matrimonio. Sostiene que todas las sociedades se empobrecen cuando no permiten el desarrollo individual. Los verdaderos individuos estorban a los tiranos. La genuina autonomía o ley para uno mismo significa que los métodos sociales de control se hacen menos tensos. El ego deseoso oye rumores de esta autonomía aparentemente libre, y en nombre del Yo puede racionalizar el libertinaje a través de una pretensión oportunista de individuarse. Superficialmente, lo que surge de obedecer a la consciencia cuando el Yo se pone a la vista puede parecer libertinaje. Como lo expresa una canción de Bob Dylan: Para vivir fuera de la ley has de ser honrado. Una y otra vez, Jung subraya las arduas responsabilidades éticas con las que nos encontramos cuando escapamos de las normas colectivas como resultado del compromiso del Yo.

                            Nuestra personalidad nunca tendrá la estatura, la existencia global y eónica o la sabiduría del desarrollo orientado hacia el futuro que tiene el Yo. Sea cual sea la magnitud de nuestro viaje hacia el blanco móvil del Yo, siempre estaremos a mitad de camino entre piedra y ángel, entre las agobiantes luchas cotidianas y el cosmos. Afortunadamente para nuestra identidad personal, cuando nos volvemos engreídos, o inflacionados como dice Jung, a causa del Yo, la vida suele quitarnos los humos de encima. Cualquier arquetipo inconsciente puede inflacionar nuestra personalidad pero, cuando lo hace el arquetipo del Yo, surgen formas específicas de orgullo espiritual. Somos arrastrados a temporadas llenas de hechizo debido a actitudes sobrehumanas de inferioridad o superioridad; debido a una particular ceguera respecto a nuestros límites corporales, emocionales, intelectuales o espirituales, o a una mala aplicación de cualidades como las que proceden de un corazón que ama oceánicamente y borra las fronteras personales. Regresamos a nosotros mismos sabiendo lo ordinario que somos. Lo que Jung llama la función compensatoria del inconsciente actúa como un amigo sabio y sobrio, aunque a nuestra personalidad inflacionada le parezca un aguafiestas.

                            El significado original de pecado, en griego remite a fallar el blanco. Jung considera que el término griego para arrepentimiento significa hacerse más consciente. Cuando no apuntamos con acierto al blanco del Yo, puede significar que nuestra consciencia, madurez y visión necesitan ser revisadas desde sus fundamentos. La inflación que nos aleja de nuestro objetivo también nos lleva a imaginar que ya damos de lleno en el blanco. Un diálogo en busca de la verdad con el inconsciente tiene el valor estratégico de corregir ese autoengaño. La humildad surge de hacernos más conscientes de nuestros límites y de la guía del Yo, y esta humildad no puede ser exagerada. Hace que nuestra personalidad se vuelva receptiva y pobre de espíritu. Dado que nuestra personalidad no posee el Yo, sólo lo que Jung denomina una actitud religiosa puede relajar nuestra certeza arrogante y dar la vuelta a la situación. Jung compara el Yo con el Tao chino, del que no podemos apropiarnos ni siquiera con palabras o conceptos.

                            Jung emplea el movimiento serpenteante, en vez de la línea recta entre nuestra personalidad y el Yo, para aludir a una característica esencial del proceso de individuación y al simultáneo redondeamiento de nuestra personalidad. Este redondeamiento dice Jung – puede ser la finalidad de toda la psicoterapia que pretende ser algo más que una mera cura de síntomas.

                            El dolor y el peligro del proceso de individuación sólo son igualados por su sentida necesidad. Obtener algo significa sacrificio. Jung escribe: Todo desarrollo superior de la consciencia es tremendamente peligroso. Generalmente nos inclinamos a pensar que desarrollarse hacia una condición superior es ideal y muy deseable, pero olvidamos que es peligroso, porque el desarrollo suele significar sacrificios.

                            Las metáforas espaciales para describir el Yo y la ampliación de la personalidad durante el proceso de individuación (lo que Jung denomina la envergadura de la integración dirigiéndose hacia el Yo) incluyen el descenso tanto como el ascenso, círculos y esferas elaborados y ampliados, movimientos en espiral y el equivalente espacial de la música de Bach. Significa una plenitud omniabarcante más que una perfección puntual.

                            La simplicidad a la que llega nuestra personalidad cuando el Yo ha sido un blanco móvil para nuestro desarrollo, no procede de una amputación procusteana (el lecho de Procusto) de los aspectos inconvenientes o inaceptables de lo que somos. En realidad parece proceder de la tarea bella y terrible de aceptarnos a nosotros mismos, y de un movimiento que integra y acepta la diversidad de las diez mil cosas gracias a una sensación del Tao que habita en ellas.

                            En esta simplicidad, lo que es conocido, lo que es desconocido y lo que conoce continúan su movimiento de despliegue, en mejor sintonía con nuestra naturaleza esencial.

                            Fuentes:

                            La doble naturaleza de las mujeres

                            "La mujer que saca a la luz el antiguo secreto de su doble naturaleza, exterioriza por un lado a un ser que se desenvuelve a la luz del día , práctico, aculturado, muy humano, fácilmente observable. Por otro, la criatura interior que aparece y desaparece fugazmente pero muestra rápidamente lo sabio, lo sorprendente, lo original."

                            En los cuentos populares, al igual que en los sueños, podernos comprender los contenidos de manera subjetiva, en cuyo caso todos los símbolos representan aspectos de la psique de una sola persona, pero también podemos comprender los cuentos de manera objetiva, puesto que se refieren a situaciones y relaciones del mundo exterior. Aquí comentaremos el cuento de Manawee más bien desde el punto de vista de las relaciones entre una mujer y su compañero, teniendo en cuenta que muchas veces "lo de fuera es igual que lo de dentro".
                            Este cuento revela un antiquísimo secreto con respecto a las mujeres, y es el siguiente: para ganarse el corazón salvaje de una mujer, su compañero tiene que comprender al máximo la doble naturaleza de ésta.
                            Aunque se entienda etnológicamente a las dos mujeres del cuento como unas futuras esposas de una cultura polígama, desde una perspectiva arquetípica el cuento nos habla también del misterio de las dos poderosas fuerzas femeninas que anidan en el interior de cada mujer.
                            El cuento de Manawee contiene todos los hechos esenciales necesarios para poder acercarse a la mujer salvaje. Manawee, a través de su fiel perro, adivina los dos nombres, las dos naturalezas de lo femenino. No puede vencer si no resuelve el misterio. Y para ello tiene que echar mano de su propio yo instintivo, simbolizado en la figura del perro.
                            Cualquiera que se acerque a una mujer se encuentra de hecho en presencia de dos mujeres, un ser exterior y una criatura interior, una que vive en el mundo de arriba y otra que vive en otro mundo no tan fácilmente visible. El ser exterior vive a la luz del día y es fácilmente observable. Suele ser pragmático, aculturado y muy humano. En cambio, la criatura interior suele emerger a la superficie desde muy lejos, a menudo aparece y desaparece rápidamente, pero siempre deja a su espalda una sensación de algo sorprendente, original y sabio.

                            "...El proceso de socialización de la persona corre estrechamente ligados al proceso para el desarrollo del lenguaje lógico. La represión social también actúa en el ámbito de la conciencia, de tal modo que lo que pensamos y que es potencialmente verbalizable es un predio acotado demasiado estrechamente en el gran campo de nuestro ser inconsciente. Sin embargo, de manera intuitiva barruntamos la existencia de una conciencia propia y a la vez fuera del alcance de nuestro pensamiento lógico. Una conciencia que es comparable a la materia negra del universo: está ahí pero conscientemente la obviamos deslumbrados por el esplendor de los cuerpos celestes. Árboles que no dejan ver el bosque.
                            De igual manera que la ciencia ha vuelto a mirar aquello a lo que no prestaba atención, ese caldo negro en el que flota el universo, el ser humano percibe intuitivamente y se revuelve en la introspección a la búsqueda de la materia negra de nuestra conciencia. No es un elemento despreciable. La materia negra conforma nuestro ser cósmico, es nuestro cuerpo celeste más denso. Su dispersión hace que se diluya nuestra atención y ésta se dirija a lo obvio. Pero esa materia negra en el ser humano es cuantitativamente más numerosa que el conocimiento lógico de que nos servimos en el acontecer diario y mil veces más salvaje y terrible. Su propia naturaleza oculta la hace salvaje, imprevisible, desconocida. Sólo en ocasiones, mediante la enfermedad, las epifanías, los recuerdos, el sueño, las percepciones extrasensoriales y transmigratorias, la poesía y el arte en general, nuestra conciencia lógica se acerca a dibujar, a extraer el magma iniciático de nuestro ser. Sabemos que está ahí, pero no sabemos a ciencia cierta qué territorio se abre cuando se utilizan los escalpelos de extracción.
                            Draw es un verbo inglés que significa tanto dibujar como extraer. Todo dibujo es una extracción, y en cierto modo toda extracción tiene algo de ejercicio artístico.
                            La materia negra de nuestro pensamiento es ilógica. Nuestra percepción no puede medirla por cuanto no es mensurable con las escalas lógicas. Su acercamiento ha de acercarse desde otras perspectivas, tal vez místicas. Y la curiosidad, pese a la promesa de su posible naturaleza terrible, es irrefrenable. ¿A dónde nos lleva este caballo desbocado?, nos preguntamos aterrados...
                            ...Convulsa, caótica, extensa y detallada, la materia negra no tiene un discurso temporal, no es narrativa, no es secuencial; es extensa y fotográfica. No se extiende en el tiempo, sino en el espacio sin límites que ofrece una percepción sin censura lógica. No usa el lenguaje verbal, sino el visual. Está más emparentada con la música, la pintura y las matemáticas, que con la literatura.
                            Esa conciencia espesa no es práctica para relacionarlos con el mundo. La necesidad imperiosa, salvo en casos patológicos, lleva a su domesticación y su conversión hacia un modo discursivo de encauzar lo que somos y relacionarlo con el presente, el pasado y el futuro. Pero el precio de esta verbalización es la pérdida de perspectiva..."

                            La comprensión de esta doble naturaleza de las mujeres hace que a veces los hombres, e incluso las propias mujeres, cierren los ojos y pidan ayuda al cielo. La paradoja de la doble naturaleza de las mujeres consiste en que, cuando una de ellas se muestra sentimentalmente más fría, la otra es más ardiente. Cuando una mantiene unas relaciones más intensas y enriquecedoras, la otra puede mostrarse ligeramente glacial. A menudo una de ellas es más feliz y elástica mientras que la otra anhela "no sé qué". Una puede estar contenta y la otra puede experimentar una agridulce nostalgia. Estas "dos mujeres en una" son unos elementos separados pero unidos que se combinan en la psique de mil maneras distintas.

                            "Estas dos mujeres en una provocan desconcierto e incertidumbre, incluso en ellas mismas. Cuando estas dos poderosas fuerzas femeninas son ignoradas y no se integran se producen desequilibrios importantes. El cuento del leñador al que habían desafiado al imposible intento de quebrar un haz de leña, partiéndolo por el medio (lo que logró deshaciéndolo y rompiendo las ramas una por una), ejemplifica que "la unión hace la fuerza".
                            Cuando la doble naturaleza se mantiene unida en la consciencia surge un enorme poder que puede ser maravillosamente compartido. Cuando el alma de una mujer y la de un hombre se unen nada los puede romper".

                            Fuentes:

                            Clarissa Pinkola Estés
                            "Mujeres que Corren con los Lobos"


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