Nuestro cuerpo contiene 45 litros de agua, esta cantidad va decreciendo progresivamente con el paso del tiempo hasta que sobreviene la muerte. Durante la gestación el embrión está compuesto por un 95% de agua, pocas semanas después del nacimiento esta cantidad baja a un 80%, para reducirse a los tres meses a un 64% y mantenerse así por el resto de la vida.
El agua representa el dos tercios del peso de un ser humano presentándose en todas partes: 20% en los huesos, 85% en el encéfalo, 70% en la piel, 80% en el corazón y 0.2% en los dientes.
La ciencia moderna polemiza sobre el aserto de los antiguos de que la mente influye decisivamente sobre la materia. Entres otros investigadores, el Dr. Emoto realizó una serie de experimentos con agua, obteniendo sorprendentes resultados.
Masaru Emoto cuenta en su fascinante libro "Mensajes del agua", cómo comenzó a realizar los estudios sobre el agua. Se preguntaba si habría algún aparato con el cual se podría medir la calidad del agua. Todo empezó gracias al llamado analizador magnético de resonancia (MRA), utilizado en EEUU para la homeopatía, que le permitió además investigar las frecuencias del agua. Descubrió cosas sorprendentes y decidió que quería tomar fotos de cristales de agua congelados. Los cristales con sustancias sólidas con átomos y moléculas regularmente ordenados. En general, dos cristales de nieve casi nunca tienen el mismo aspecto -por la diferencia de condiciones por los cuales se crean-. Para obtener la misma estructura de cristal, los diferentes tipos de agua del mundo deberían tener la misma estructura cristalina. Masaru entonces tenía una teoría: cuando la molécula de agua se cristaliza, el agua pura se convierte en un cristal puro, sin embargo se imaginaba que el agua contaminada no se cristalizaría tan bellamente.
En 1994 empezó a investigar sobre ello. Tenía que congelar tosas las muestras de agua que caían en sus manos. Solamente era posible fotografiar los cristales si varios requerimientos eran cumplidos: exacta temperatura de refrigeración -entre -5 y 0 grados-, la ampliación del microscopio, el diafragma y la iluminación sobre el objeto. Tuvo que sofisticar cada vez más su equipo: pusieron las muestras de agua por gotas sobre cientos de cápsulas de petri y las dejaron durante dos horas en el congelador. Sacaron los cristales poniéndolos bajo el microscopio aumentado 200-500 veces. Como el agua no es estable, a menudo tuvieron que fotografiar cientos de muestras de un mismo tipo de agua para comprobar su estructura. El equipo evaluaba si el cristal era bonito o se rompía, lo cual daba a entender que la muestra no era pura.
Colocó decenas de carteles adosados a botellas de agua, expresando todos ellos una variada gama de emociones. Estos carteles contenían palabras representativas de emociones negativas o positivas, tales como "amor" "alegría" "dulzura".
Contrariamente a lo que el escepticismo de la comunidad científica sostiene, el agua dio respuesta a todas estas expresiones propias de la conciencia, respuestas que fueron registradas con procedimientos fotográficos avanzados.
Las repercusiones de este experimento han sido mundiales. En Japón se estableció un museo del agua donde figuran las imágenes de las respuestas que dio el elemento raíz a cada uno de esos sentimientos, resultando estupendas revelaciones sobre la inteligencia en la naturaleza.
La formidable investigación de Masaru Emoto, ilustradas por los gráficos del proceso de interpelación al agua, resulta tan prodigiosamente reveladora de que todo cuanto existe, inerte o animado, conduce un rayo de la inteligencia universal.
Las miles de fotografías tomadas por Emoto en estos años pueden considerarse además un testimonio visualmente apreciable de las diferencias existentes entre "agua viva" y "agua muerta" o desestructurada. Así, cuando el agua está viva o se la expone a estímulos positivos muestra su estructura interna en forma de hermosos hexágonos con una variedad de presentación ilimitada. En cambio, cuando el agua está contaminada por sustancias nocivas o es expuesta a estímulos negativos su orden interno se perturba y su estructura cristalina se pierde. Lo que queda es una imagen distorsionada, deforme y sin fuerza luminosa. En el libro se pueden ver las fotografías que ilustran diferentes supuestos. Así, podemos ver que...
-...el agua tomada en fuentes y arroyos de montaña forma bellas estructuras cristalinas en contraste con los cristales deformados que conforman las muestras de agua contaminada o estancada.
-...las moléculas de agua expuestas a música clásica adoptan formas delicadas y simétricas muy similares a las que adoptan ante el sonido de la palabra gracias, al menos tanto en japonés como en inglés.
-...cuando las muestras de agua fueron sonorizadas con música heavy metal o expuestas a palabras negativas (¡Eres tonto!) o cuando se enfocaron sobre ellas intencionadamente pensamientos o emociones negativos (grabaciones de los discursos de Adolf Hitler), el agua no sólo no formó cristales sino que en su lugar se crearon estructuras caóticas y fragmentadas. Es más, cuando se expuso el agua a la canción Heartbreak Hotel -Hotel de la tristeza- de Elvis Presley los cristales helados se partieron en dos.
-...cuando el agua fue tratada con aceites florales aromáticos los cristales tendieron a imitar la forma de la flor original. Lo que parecería demostrar que el agua ha captado la información de la flor. Y otro tanto ocurre con las plantas medicinales. Un hecho que fundamenta mayormente la Homeopatía o la terapia con Flores de Bach.
Estos descubrimientos de Emoto no se quedan en una anécdota más o menos sorprendente o divertida. Antes bien, sus hallazgos, como él mismo asevera, "pueden hacer factible el descubrimiento temprano de enfermedades, incluso con anterioridad a que se manifiesten de manera física; o a que, ya en su estado avanzado, se hagan visibles en un análisis de sangre".
Emoto llega considerar al agua como un ser "viviente", independientemente de si se encuentra en estado libre en la naturaleza o contenida en un organismo vivo. Afirma Emoto: "...que se pueden activar dentro del cuerpo humano procesos de autodepuración del agua celular de la misma forma que es posible hacerlo con el agua que está libre en la naturaleza. En ese sentido, he comprobado, tengo fotos que lo demuestran, que la más poderosa combinación de pensamientos en términos de capacidad de transformación y de sanación son "amor" y "gratitud". Estas palabras y las emociones positivas que generan convierten cada una de las moléculas de agua que nos componen en una estructura hermosa y equilibrada. Por eso estoy convencido de que nuestras oraciones, meditaciones y afirmaciones ayudan a sanar."
En definitiva, lo descubierto por Emoto explica muchas cosas en el ámbito de la salud. Y abre muchas interrogantes nuevas. Por ejemplo, podría explicar que una persona enferme si es constantemente bombardeada con pensamientos y palabras negativas; o que decirle a menudo a alguien, especialmente si es un niño, que es tonto, entre otras críticas negativas, lo lleve a desestructurarse físicamente. No ya que somatice lo que se le dice sino que tales expresiones puedan incidir directamente en su estructura molecular acuosa... ya que a fin de cuentas somos un 70% de agua. ¿Es posible? ¿Qué mecanismos contrarrestan eso en un ser vivo? Y, en sentido contrario, ¿puede la oración, las palabras, sentimientos y pensamientos de quienes rezan, incidir en las moléculas de agua del enfermo, previsiblemente desestructuradas, y reestructurarlas?
Aún más, ¿puede, quizás por el fenómeno de resonancia, reestructurarse armónicamente el agua celular de una persona si ingiere agua viva, estructurada y armónica?
Las investigaciones de Emoto así lo sugieren.
Los Mensajes del Agua
1 comentario:
Un libro precioso el de Emoto. Espero que siga con sus investigaciones en ese campo y nos regale más fotos reveladoras.
Un beso
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