Desde la Europa central, los celtas fueron empujados hacia el oeste por una serie de invasiones procedentes del sur de Rusia. De ellos aprendieron el empleo del hierro, la espada larga adaptada a la guerra a caballo, así, como el empleo del carro de combate de dos ruedas. Las migraciones se prolongan durante siglos, se trata de una marcha desordenada, practicada en todas las direcciones. Las primeras oleadas se extienden por Checoslovaquia, Alemania, Francia...y como no; la Península Ibérica. Con posterioridad atraviesan los Alpes y se instalan en la llanura del Po en la llamada Galia Cisalpina.
El contingente migratorio celta constituyó uno de los mayores en la historia europea, este amplio movimiento de pueblos alteró la población de las regiones donde se asentaban, no se trata del desplazamiento de un pueblo entero o de una tribu. Los grupos dirigidos por sus jefes, llevan consigo sus familias, enseres y ganado. Movidos por la aventura, en unos casos acuerdan y negocian con las tribus que a su paso encuentran (caso de vecinos como los Ligures), en otros las espadas de hierro se enfrentan a los más débiles escudos de bronce y sin olvidar el pillaje que realizaron en pueblos como los helenísticos. Pero, sobre todo buscan tierras donde asentarse. Los celtas son básicamente campesinos. Dentro de su amplia diversidad de tribus y clanes no poseyeron un sentimiento solidario de nación única. Ni siquiera entre los propios galos que constituyen el núcleo fundamental. Considerado en su conjunto, no existió sino en un estado de promesa.
Si bien la idea que con más frecuencia se asocia el termino "invasión" es la de un ejército que se retira después del pillaje, o que destruye al vencido, incluso practicando la esclavitud con el derrotado, para establecer su dominio sobre los terrenos conquistados; pero el termino es más complejo y también ambiguo. "Invasión" puede aparecer como la lenta inmigración de un pueblo, que, al cabo de algunos decenios ha asimilado a la población primitiva, o sencillamente convive con ella. A diferencia de lo que ocurrirá más tarde con otras aportaciones, como la romana. Roma, que ha dado origen a las lenguas mayoritarias europeas, las lenguas célticas han quedado reducidas en la actualidad a dialectos muy localizados. Es en los topónimos donde se rastrean los rasgos célticos más profundos. Los ejemplos podrían ser interminables. La toponimia nos traduce la existencia de un pueblo europeo. Seria interesante acabar con ciertos mitos nacidos de un nacionalismo excesivo. He aquí algunos: consiste en creer que cada uno de los pueblos actuales corresponde "puramente" a una de esas invasiones. No es así. Del mismo modo que algunos historiadores franceses creen ver en la derrota de los galos de Vercingétorix en Alésia (52a.C.) "La más grande catástrofe de nuestra historia". Al igual que los romanos designaran "galos" de un modo erróneo a toda una amplia comunidad humana, que se llamaba a sí misma celta. Y claro está, la teoría, en este caso de historiadores alemanes, que pretendían que los celtas eran germanos. Los celtas estaban movidos por una idea conquistadora, pero alejados del concepto de "nación celta". La anarquía de esta cultura céltica no impide los rasgos comunes en la estructura social, política y religiosa. La principal característica de esta civilización era la del ser oral. Y es esa tradición oral la que atravesó los siglos y más particularmente donde la implantación fue más fuerte.
Mucho de lo que sabemos sobre la sociedad y sus costumbres nos ha llegado por escritores procedentes del Mediterráneo clásico, para quienes las personas que ellos llamaban "Galate", "Keltoi" o "Celtae" eran unos bárbaros fascinantes, aunque demasiado temerarios. Los observadores extranjeros fueron sorprendidos por la loca valentía de los guerreros celtas y lo que ellos describieron como una predilección por combatir. Incluso fuera del campo de batalla, los celtas poseían un entusiasmo que dejaba huella en los visitantes procedentes de un mundo clásico más moderado. Los escritores clásicos rara vez mencionan el increíble legado de información recogido a través del arte oral ni la lógica o la belleza de los manuscritos celtas. Por supuesto, no tenían conocimiento del lenguaje celta, por lo que carecían de habilidades poéticas y los manuscritos eran indescifrables para ellos. Para los griegos y romanos, todos los celtas eran individuos intrigantes pero, sobre todo, bárbaros y personas sin civilizar; individuos unidos, en definitiva, por una causa común: la guerra.
Así se creo una imagen simplista del mundo celta. Ahora, gracias a la moderna y en algunos casos independiente arqueología conocemos que esta cultura dio lugar a la existencia de un grupo complejo y variado de sociedades, más que un grupo homogéneo de individuos. Las costumbres sociales y religiosas varían en las tierras celtas que, por el año 350 a.C., se extendieron desde el Atlántico hasta Turquía.
Los Celtas II. |
Los Celtas: Edad de Hierro I, Hallstatt. |
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