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jueves, 13 de enero de 2011

La Gorgona y su triple poder mágico - V

La Gorgona Medusa es uno de los más importantes talismanes del mundo antiguo, que aún se utiliza, a veces sin conocerse muy bien su significado mágico. Su figura está formada por numerosos elementos apotropaicos, muy conocidos en el Próximo Oriente y Egipto en la Antigüedad: Ojos mágicos, cabellos en forma de serpiente, boca fálica, máscara horrorosa y nudo mágico entre otros. Los mitos griegos que narran la historia de la Gorgona Medusa parecen coincidir, sin embargo, en situar el origen de este personaje, histórico, que dio origen a la leyenda, en el extremo occidente, en la actual Andalucía o Tartessos.

Así pues, podemos decir que ha sido largo el camino que la Gorgona Medusa ha recorrido desde su nacimiento. De ser una bella joven, nacida en el país del Extremo Occidente, tal vez la Bética, su suerte cambió por la maldición de una diosa, pasando a convertirse en un monstruo. Su figura, y sobre todo su rostro, sólo nos ha llegado a través de leyendas mitológicas y representaciones figurativas. Medusa no fue objeto de culto alguno, ya fuese para honrarla o para conjurarla, aunque en la religión griega existen algunas potencias temibles emparentadas con Gorgo en el sentido de que sólo se representan sus cabezas. Éstas serían las Praxídiceas, diosas ctónicas e infernales, nombradas en plural o en singular como la divinidad de los infiernos asimilada a Perséfone, también diosa de la fecundidad o Deméter Kidaria, diosa enmascarada que garantiza la inviolabilidad de los juramentos. Las Praxídiceas de Beocia están relacionadas con el agua de la fuente Tilfousa, guardada por una serpiente, hija de Ares y Gea o de este dios y Erinis Tilfossa.
A este respecto queremos constatar, al estudiar la figura de Gorgona, dos circunstancias que nos parecen muy expresivas:

1. La presencia de representaciones del Gorgoneion en la mayoría de los lugares donde manan aguas termales. Así, de las numerosas ciudades antiguas cuyas monedas llevaban la imagen de Gorgona. Algunas de ellas se encuentran en las proximidades de dichas fuentes. Tal es el caso de Serifos, en cuya fuente termal se celebran aún hoy fiestas anuales.
También se vinculan estas divinidades parecidas a Gorgona con los caballos. Tal el caso de Erinis Tilfossa, que con la forma de yegua se unió al caballo Areion, en Beocia. Y en la Arcadia su gemela Deméter Erinis, instalada en Telpoussa, sobre las márgenes del Ladón, de cuyas aguas surgen varias fuentes. Deméter tomó la forma de yegua para unirse a Poseidón, convertido en caballo, y parió al potro Areion y a una hija con nombre secreto en la que se reconoce a Perséfone. Esta Deméter tiene también dos aspectos, el furioso de Erinis se corresponde con el sereno, una vez apaciguada su cólera tras bañarse en las aguas del Ladón: es la Deméter Lousia, la Purificada, la Lavada. Y en Figalia existe una gruta consagrada a Deméter Melaina, la Negra, a la que se representa sentada sobre una piedra. Su cuerpo es de mujer, con cabeza y crin de caballo. De esa máscara equina brotan serpientes y fieras, a la manera de Gorgona.
También la máscara de Gorgona presenta esta doble polaridad. Une lo bello y lo feo, lo masculino y lo femenino, lo joven y lo viejo, lo humano y lo bestial, lo celestial y lo infernal, lo alto y lo bajo, como de la raza de Medusa es a la vez la vida y la muerte. De ahí que su figura se sitúe a la entrada de lo sobrenatural, ya que en ella se produce una mezcla inquietante que rompe el orden natural de las cosas y de los seres, tanto humanos como divinos. En la cara de Gorgona se produce una forma de desdoblamiento, una salida de la realidad. Por medio de la fascinación, el espectador es arrancado de la realidad, entrando en el mundo de lo irracional. Es el otro yo, el doble, una imagen vista en el espejo: una imagen mágica. La belleza y la fealdad enfrentadas dan paso a una sensación de irrealidad que trastoca el orden natural: Se sale del orden normal de las cosas para entrar en el mundo de lo irracional, en el mundo de la Magia. Tal vez atravesando el espejo donde la propia imagen sólo puede ser vista de frente, en el espejo mágico que salvó a Perseo de morir en las garras de Gorgona.

2. La estirpe de monstruos que viven en los confines del mundo, donde la Teogonia ubica a las Gorgonas, se relaciona con la Península Ibérica, a la que las fuentes antiguas llamaron Ophioussa o país de las serpientes.
Nacidos de la unión de Ponto y Gala, del mar y la tierra, que representa la vida y la fecundidad, pero a la vez la muerte y la monstruosidad, Forcis y Ceto engendraron a Medusa. De su cuerpo decapitado nacieron dos razas de seres: benignos y malignos. Maligno fue Crisaor, que engendró a Gerión, el mítico rey de Tartessos, de tres cabezas, el mismo que alzó su voz, que hizo estallar un gerúma como el tiupértonon gerúma, el grito agudo que produce la larga trompeta de Etruria. Y de Gerión, el monstruo de tres cuerpos o tres cabezas que habitaba en Eritia, isla situada junto a lo que después fue Gades es hija, la feroz Equidna, "la víbora", mitad mujer, mitad serpiente, que habita en las profundidades de la tierra, apartada de los dioses y de los hombres, madre de Ladón, el dragón insomne de cien cabezas que guardaba el Jardín de las Hespérides.
Tales son las afinidades y conexiones, además de las ya señaladas, de Gorgona y las serpientes.
En la Península Ibérica se encuentran numerosas cabezas de Medusa-Gorgona, y así, éste parece ser uno de los motivos más populares entre los que se muestran serpientes en la Península. Estos documentos avalan varios hechos históricos que nos parecen incuestionables:a. Existencia de numerosos mitos griegos en relación con monstruos serpentiformes y la Península Ibérica.
b. Coincidencia de estos mitos alusivos a serpientes en Híspania con las primeras fuentes históricas referentes a nuestra península, lo que podría haber dado lugar a la ubicación en ella de los relatos míticos referentes a animales serpentiformes.
c. Ubicación de la mayoría de las Gorgonas hispanas correspondientes a monumentos funerarios, aunque ya de época romana, en la zona nororiental, concretamente en Cataluña, zona de gran influencia griega.
d. Constatación en esta zona de gran cantidad de prácticas mágicas, al menos en relación con tabellae defixionum.
e. Localización de la mayor cantidad de joyas con motivos serpentiformes en el sur peninsular. Son las llamadas "Tartésicas" en lugares próximos a aquellos de donde eran originarios, según los mitos griegos, los monstruos serpentiformes descendientes de Gaia-Gea.

Hemos visto, pues, que la Gorgona, bien de Oriente a Occidente, bien a la inversa o tal vez coincidiendo en ambos extremos del Mediterráneo, como tantos personajes de la Mitología, fue una figura duradera y universal. Como suma de tres elementos mágicos: ojos que fascinan, serpientes que espantan a los enemigos y protegen a quien las lleva y los poderosos nudos que evitan todo movimiento, fue temida, respetada y solicitada. Y sobrevivió gracias a su misma fuerza mágica. En ella confluyen poderes mágicos universales. Y su figura parece querer superar no sólo el tiempo, sino también la crueldad del Destino que le provino, sobre todo, de la enemistad o la envidia de una diosa.
Luchadora incansable, se opone a ese Destino injusto marcado por su belleza, con las armas más terribles de la naturaleza.
Y, puesto que fascinó a Poseidón con sus ojos, invirtió los términos convirtiendo la maldición de Atenea en un mal para los hombres, a los que petrificaba con los ojos, a los mismos hombres de los que la diosa, patrona de las Artes, era protectora, expresión terrible de un resentimiento envidioso, "fascinador", del "mal de ojo".
Se enfrentó a los hombres protegiéndose con las serpientes, animal familiar para la estirpe de la Madre Tierra, monstruo primordial que recuerda a la mesopotámica Tiamat. De la estirpe de los seres serpentiformes vencidos que encontramos en todas las Mitologías al principio de los tiempos. Atenea la castigó recordándole su origen y, como hija de la serpiente, hizo que éstas formasen sus cabellos, de forma que nunca pudiese separarse de ellas. Pero también de este castigo sacó provecho Gorgona. Una vez más invirtió los términos y se protegió con las serpientes. No olvidemos que la serpiente es, sobre todo, un ser benéfico, benévolo y protector, adorado por multitud de pueblos en todo el mundo. Y protegió a los hombres con la fuerza apotropaica de su misma monstruosidad, sacando salud de la muerte y protección de los animales mortales.
Y como última arma mortal utilizó los nudos, arma de poder letal que encadenaba a las criaturas mortales y a los dioses, interfiriendo su voluntad e imponiendo sus deseos: última arma mágica de una pobre criatura, encadenada ella misma a la fealdad y al horror por el capricho de los dioses. Y así, quedó unida para siempre a un triste destino, que la convirtió, pese a los mismos dioses, en inmortal, para ayuda de los hombres.




Fuentes:

La Gorgona y su triple poder mágico - IV

"Cuando hayas atravesado la corriente, frontera de los dos continentes, sigue adelante hacia los encendidos levantes pisados por el sol, cruzando el rugiente mar, hasta que alcances la llanura gorgónea de Cístenes; allí se hallan tres hermanas aladas con cabellera de serpientes, las Gorgonas, aborrecidas de los hombres, a las que ningún mortal puede ver sin expirar. Tal es la advertencia que te hago..."
"Prometeo Encadenado", Esquilo




3. La serpiente protectora

Un rasgo adicional asemejaba a Gorgona con los guerreros que combatían, poseídos por la furia de la carnicería, es menós: la cabellera. El salvajismo del macho guerrero se expresaba en su cabellera, larga y agitada, semejante a la crin de un caballo. En la cabellera de Gorgona, el salvajismo se hace más acusado, ya que no se trata de cabellos normales, sino de serpientes, castigo de Atenea por su sacrilegio indirecto. Habitante del país de los muertos, cuya entrada cierra a los vivos, el papel de Gorgona era, según Hesíodo, simétrico al de Cerbero, que impide a los muertos volver a la vida. Aristófanes, al igual que Homero, sitúa en el Hades, junto a Cerbero, Estigia y Equidna, a las Gorgonas. También Apolodoro narra que cuando Heracles descendió al Hades todos huyeron de él, menos Meleagro y Medusa. Es, pues, natural, que un ser infernal estuviese acompañado por la serpiente, típico animal funerario, expresión de las fuerzas ctónicas y compañera habitual de las divinidades infernales como Perséfone o Proserpina o de los numerosos demonios del infierno etrusco. Pero, al igual que otros animales como el cocodrilo o el escorpión, como ya dijimos, la serpiente es representada a menudo como fuerza protectora, benéfica, porque con su figura se expresa la fuerza de los reyes y los héroes. Y también la fuerza destructora de los enemigos, lo que la convierte en un animal apotropaico por excelencia. Esta práctica o al menos la utilización de la serpiente como apotropaica está también atestiguada en Egipto, donde conocemos amuletos en forma de serpiente que a veces junta su magia con la del falo.

A veces, aun en nuestros días, para buscar la protección de la misma serpiente, la persona que la teme, incluso a su nombre, al oír que otro la nombra hace el gesto de los cuernos con la mano y tocando madera dice rápidamente "lagarto, lagarto, lagarto", tal vez porque este animal es el más parecido a la serpiente y se busca con él su protección, sin osar nombrarla, multiplicando por «tres» el efecto de su nombre, convirtiéndola así en protectora. En tiempos de Ezequías los israelitas daban culto a una "serpiente de bronce" llamada "Nehustan" (de nahash, serpiente y nejoset, bronce). La destruyó Ezequías. Y creían que era la utilizada por Moisés para curar a los israelitas. Esta palabra "nahash" es la más usada corrientemente en los textos bíblicos para "serpiente" y se deriva de la raíz nhs, "adivinar, pronosticar". En algunos dialectos bereberes, el término utilizado para "serpiente" deriva del verbo que significa "adivinar" o "tener un saber mágico". Esta afirmación tiene una justificación en el ambiente cultural y mítico mediterráneo, en el que la serpiente aparece en diversas tradiciones como depositarla y transmisora de poderes mágicos y sobrenaturales.
Así pues, la serpiente estuvo reputada desde la Antigüedad como un animal mágico y protector. Y ésta era una de sus características, entre otras que no ha perdido en la actualidad. Por eso se la utilizaba en la Antigüedad en la figura de Gorgona, añadiendo a su figura no sólo un aspecto más terrorífico, sino también la fuerza y protección de su magia.

4. Los nudos mágicos

Los nudos, que también vemos a menudo en las figuras de Gorgona, tienen una significación muy fácil de comprender. Su valor simbólico es comparable al de las operaciones mágicas imitativas que el mago llevaba a cabo para romper los encantamientos, comparando la mala suerte a los nudos que hay que deshacer para que la suerte vuelva o, al contrario, anudar hilos de lana para encadenar a los malos espíritus por medio del conjuro, como la lana ha sido anudada.
Cuando el profeta Mahoma fue encantado por las hijas del judío Lobeid Ben El Aram, que soplaron sobre unos nudos, el ángel Gabriel le reveló al Profeta la penúltima sura del Corán:
"Di: yo me refugio cerca del Señor del alba... contra la malignidad de las que soplan sobre los nudos".
Gabriel le indicó entonces que los nudos eran 10 y que habían sido arrojados a un pozo. Mahoma envió allí a Alí a buscarlos y recitó aquella sura, así como la siguiente, que le fue revelada al mismo tiempo. A cada versículo, un nudo se deshacía.
Existe cierta analogía entre estos ritos de magia en los que intervienen los nudos y el que se practica en los países árabes para conservar la virginidad: Se presentaba la muchacha a una mujer que fabricase tapices y que tuviese que acabar lo que estaba haciendo. Ésta cogía a la muchacha de la mano y la hacía pasar siete veces por debajo del telar, dándole en cada ocasión un escobazo en las posaderas. Al séptimo golpe decía la maestra: "Te he anudado con el telar y sólo serás desanudada por el telar" y, lógicamente, habrá que invertir el rito cuando la muchacha se casaba y debía romperse el encantamiento.
Al lado de los múltiples amuletos que protegen a las personas, hay otros que tienen por motivo principal el defender las casas y las propiedades. Un ejemplo sería el de los llamados "conos de fundación" mesopotámicos, en cobre, bronce o simplemente en tierra cocida, a menudo con cabeza plana, lo que hace de ellos una especie de "clavo", que enterraban antes de construir un edificio. A veces están acompañados de una tablilla con una inscripción, o a veces se grababa esta inscripción, muy corta, en los mismos conos. Otras veces la cabeza del clavo, al que se le atribuye el poder de cazar a los malos espíritus, se sustituye por figuras de animales o tienen forma de persona.
Esta teoría del valor apotropaíco de las puntas puede ponerse en relación con las puntas de coral que se llevan al cuello y con el valor mágico de los dedos proyectados hacía delante como protección contra el mal de ojo, aunque también los clavos se utilizan en ritos de magia para "fijar" el hechizo o clavando con puntas la figura de la persona a la que se quiere hacer daño o se desea encantar de alguna manera.
También en Egipto los collares y brazaletes actúan como ligaduras y a menudo contienen signos mágicos, como el "ojo". Entre los israelitas la magia de los nudos debió ser una práctica corriente. En el Deuteronomio se menciona a quienes los utilizaban como "magos anudadores de nudos" y se han descubierto en Palestina, 16 estatuillas rudimentarias, hechas de plomo, cuyos cuerpos, brazos, manos y piernas están anudados con "hilos del mismo metal".
Ya en otro ámbito y refiriéndose al dominio mágico del viento, se recoge el hecho de que, ya en época cristiana, durante el reinado de Constantino, un tal Sopater fue condenado a muerte en Constantinopla por el delito de "atar" los vientos con su magia. Aconteció que los vientos que llevaban grano desde Egipto y Siria fueron detenidos lejos de la costa por calmas o vientos contrarios, lo que causó la rabia del pueblo bizantino hambriento. También los hechiceros fineses solían vender vientos a los marineros detenidos en los puertos por la calma. El viento estaba encerrado en "tres nudos"; sí deshacían el primer nudo se levantaba un viento moderado, si deshacían el segundo, un ventarrón y si deshacían el tercer nudo se desataba un huracán.
Entre los tabúes romanos podemos hallar un ejemplo notable en las reglas de vida impuestas al Flamen Dialis, el Alto Sacerdote de Júpiter, al que se tenía como imagen viviente del mismo dios. Entre otras prohibiciones sufría la de llevar brazalete y tener un nudo en alguna parte de sus vestidos. Si metieran en su casa a un hombre maniatado, debían desatarle y tirar las cuerdas por un agujero del techo para que cayeran en la calle. Su mujer, la Flaminica, debía cumplir otra serie de prescripciones, entre las que figuraba la de llevar el cabello sin trenzar. Esto indica el temor a que el poderoso espíritu que se creía vivía en el sacerdote, pudiera ser entorpecido en sus entradas o salidas por los anillos o los nudos. Estas supersticiones aún existen. Asi, por ejemplo, para encontrar objetos extraviados se usa la magia del nudo, hecho en un pañuelo que "ata" el pene o los testículos de un santo. Al no poder orinar, se cree que el santo hará encontrar la cosa perdida tan pronto sienta esta necesidad fisiológica. Se trata, así, de un rito de magia mimética con un contenido fálico.

En los Papiros Mágicos Griegos se llama "Gran Serpiente" a Adonais y a Zeus. Hay divinidades que atan y desatan nudos, cuerdas, lazos, cinturones. Todas estas ataduras son sinónimo de enfermedades, muerte y encantamiento. En el mundo semita y en Mesopotamia en general, "os nudos y lazos" aparecen confundidos con la brujería y la medicina popular. Yahvé, "maestro terrible de los lazos", es descrito en el Antiguo Testamento con nudos en la mano, como arma para castigar a los culpables. En el mundo griego, Hefaisto se ayudaba de estas prácticas para obtener el éxito en aquellas empresas en las que le faltaba la fuerza o el ingenio. Sus lazos, como los que llevaba la trampa que preparó para sorprender la infidelidad de Venus y Marte, eran indisolubles.
Al utilizar el término "serpiente" como "lo que liga" se unen la magia del nudo y la derivada de la figura y de los poderes mágicos de la serpiente, con lo que la magia resultante será más poderosa. La serpiente se convierte así en una "cuerda viviente", un "vínculo viviente".
En la mitología india, los textos védicos presentan a Varuna como dios supremo que reina sobre el mundo, los dioses o devas, y los hombres, por tanto, rey universal y también mago. En su nombre encontramos la raíz indoeuropea uer: ligar. Señor y soberano terrible, verdadero dueño "de las ataduras", tiene el poder mágico de atar a distancia a sus víctimas, pero también el de desligarlas. Se le representa con una cuerda en la mano y en las ceremonias, todo lo que él ata, empezando por los nudos, se llama varúnico.
En relación con los nudos y las serpientes, los vemos también unidos en las imágenes que representan la cabeza de la Gorgona, que suele llevarlo bajo la barbilla o a veces de cinturón, hecho de serpientes enlazadas. Una vez más, vemos este poderoso elemento mágico en la figura de Gorgona. Su triple poder, como dijimos al principio, está demostrado: petrificado por la mirada que fascina, espantado por las serpientes y atado o ligado por los nudos mágicos, un simple mortal no puede desafiarla sin perecer en el intento. Sólo una magia más poderosa que la de Gorgona, la de los dioses que ayudaron a Teseo, pudo vencerla. Triste final el que la Mitología asigna a una persona, marcada por el Hado, por los Fata que clavaron su suerte como Átropos clava el clavo del Destino. Víctima de los dioses, condenada por Atenea debido a la violación por parte de Poseidón, sólo la magia del escudo-espejo de Atenea, de nuevo su enemiga y la de las sandalias de Ares que llevaba Perseo, pudieron vencerla. Pero aun muerta, cuenta la leyenda que no sólo seguía petrificando con su mirada, sino que también un solo rizo suyo servía para poner en fuga a un enemigo (¿una serpiente?) y que Asclepio, en cambio, como terrible paradoja, utilizando la sangre que salía por las venas de su lado derecho, devolvió la vida a los muertos.
Esta curiosa ambivalencia nos recuerda los métodos de la medicina homeopática y la utilización que se hace en medicina de algo tan mortal como el veneno de serpiente, sobre todo para curar eczemas, psoriasis y disminuir el tiempo de coagulación de la sangre o, modernamente, para curar el cáncer.

Fuentes:

martes, 4 de enero de 2011

La Gorgona y su triple poder mágico - III

"Lo importante que debes saber es que si crees en algo ciegamente “lo fortaleces”, de esta forma si crees que alguien te ha “echado mal de ojo”, aun sin ser cierto, asumirás que todo lo malo que te pasa, aunque sean pequeñas cosas, son por ese “supuesto mal de ojo”. En la vida hay épocas donde las cosas nos salen mejor y otras donde se dan sucesos, enfermedades, desgracias, pérdidas de seres queridos. Recuerda es tu creencia en algo lo que le da poder sobre ti. Si tu crees que tienes mala suerte, es lo que fomentarás, te fijarás en las cosas negativas que te ocurren en lugar de en las positivas. Pensar que alguien te “ha echado mal de ojo” te inmoviliza para buscar soluciones al pensar que tú no eres quien forja tu suerte sino que otra tercera persona tiene poder sobre ti. Nunca le des poder a nadie sobre tu vida y tus pensamientos. Nadie puede dañarte a través de sus pensamientos, si tú no se lo permites."

2 - La protección contra el mal de ojo

a). La figura de Gorgona y sus características propias

En el extremo occidental del mundo conocido, cerca del Jardín de las Hespérides, estaba el reino de los muertos y en él el lugar donde vivía Gorgona.
Decapitada por Perseo, se creía que una parte de su sangre, que unas veces producía la muerte, había servido a Asclepio, dios de la medicina, para resucitar a los muertos, hasta que Zeus lo mató. Su figura y, sobre todo, su cabeza era terrorífica: el «Gorgoneion», utilizado como emblema protector. Según Pausanias, la cabeza de Gorgona estaba sepultada bajo el agora de Argos, protegiendo la ciudad.
Su figura extraña y deforme se compara a veces con la de los Curetes, los Dáctilos y los Coribantes, concebidos como metalúrgicos deformes, guardianes potentes y peligrosos, fundadores de cultos en tiempos míticos, descritos al margen de la sociedad y la civilización, tal vez como consecuencia de la repulsa y el temor que los actos mágicos solían provocar en la sociedad. También los dioses egipcios Bes y Ptah-Seker eran representados como figuras deformes.
En la Antigüedad clásica se empleaban contra el mal de ojo representaciones grotescas o ridículas y es frecuente encontrar la máscara de Gorgona con la lengua afuera y los dientes puntiagudos, las cejas fruncidas y los ojos desmesuradamente abiertos, mientras que a este terrible aspecto físico habría que unir una voz estertórea que se escapaba de la horrible boca, grito al que Píndaro llama erikiágtan
góon
: chillido agudo. Y Hesíodo vuelve a retomar este sonido casi onomatopéyico al referirse a las serpientes que atacan los tobillos de Perseo cuando lucha contra Medusa. El conjunto es exagerado y, al mismo tiempo, tiene un aire caricaturesco. El efecto es el mismo que el que se intenta producir con los amuletos fálleos, es decir, ahuyentar el mal mediante la fealdad y la obscenidad. Al trastocar los rasgos que componen el rostro humano se logra un efecto inquietante y monstruoso que oscila entre dos polos: lo aterrador y lo grotesco, en un evidente paralelismo con las figuras de Bes, de los sátiros y Sileno. Las dos categorías de personajes presentan claras afinidades con la representación descarnada y brutal del sexo femenino o masculino, representación que al igual que el rostro monstruoso, del cual en cierto sentido, es el equivalente, puede provocar el espanto de una angustia sagrada o bien el estallido de la carcajada liberadora''.
Para precisar este juego de interferencias entre la cara de Gorgo y la imagen del sexo femenino es por lo que hay que referirse a la extraña figura de Baubo, la "vulva mítica", la extraña mujer que consuela a Deméter de la pérdida de su hija Perséfone, levantando sus faldas y exhibiendo la vulva, hecho considerado como apotropaico no sólo en Grecia. Así, señala Herodoto que los egipcios que peregrinaban a Bubastis acercaban su nave a cada ciudad por la que pasaban y, entre los peregrinos, algunas mujeres remangaban sus ropas mostrando sus partes sexuales. También Diodoro Sículo relata que cuando muere un buey Apis las mujeres van a visitar al nuevo toro y remangan sus ropas ante él mostrándole el sexo.
Según Devereux, en Grecia, pero no en Roma, la vulva era considerada, a pesar del gesto de Baubo-lambe en Eleusis hacia Deméter, de mal augurio. Su exhibición correspondía al acto de sacar la lengua, que se tenía por apotropaico y también, al igual que en nuestros días, como un reto. Quizá este gesto es apotropaico porque la lengua que sale de la boca recuerda al falo, cuya exhibición era una defensa contra el mal de ojo y otros peligros.

b). Los amuletos obscenos

Para obviar los efectos funestos del mal de ojo, la magia interviene con amuletos y talismanes. Unos, tenidos entre los más poderosos porque representan la vida, por antítesis a la influencia maligna del ojo, son los talismanes a los que calificamos de "obscenos", entre los que citaremos, por ejemplo, los amuletos fálleos o la higa, cuyo significado ha variado a través del tiempo.
De esta creencia deriva también el llevar colgados al cuello cuernos de coral y la mano fálica, "figa" o "higa", con el pulgar replegado asomando entre los dedos índice y medio o corazón.
En la antigüedad clásica a veces se une el poder de la máscara horrible de Gorgona con los amuletos obscenos, como talismanes contra la fascinación. Así en un amuleto encontramos la figura de la Gorgona y los falos. Estos amuletos fálleos, de diferentes formas y tamaños, pero a menudo pequeños, con una argolla para llevarlos colgados al cuello, eran en la Antigüedad muy abundantes y podemos ver en la actualidad algunos conservados en numerosos museos arqueológicos.
Como decía Apuleyo, que lo experimentó en carne propia, "nada escapa al ojo nocivo de la envidia". Y así lo pone de manifiesto san Basilio, en una época en la que el mal de ojo gozaba de un vigor sin
parangón. Es frecuente encontrar amuletos fálleos cuya potencia se triplica, canalizando sus poderes de la forma más eficaz, combinando diversos elementos, como el falo y la serpiente, de la misma forma que lo hace, la figura de Gorgona. Un primer elemento sería el falo en sí, fuerza generadora de la naturaleza.
Plutarco nos dice que los egipcios representaban a Osiris con el órgano de la generación en erección, para significar su poder generador y prolífico. En él, en su figura, se concentraban las esencias propiciatorias de la naturaleza más primitiva y conectado con cultos de fertilidad y fortuna, se le hizo pasar a presidir no sólo las viviendas o las dependencias familiares, o guardar los puentes, los acueductos u otros lugares de paso o de entrada, sino también los lugares públicos, como vemos en los conocidos ejemplos de la isla de Délos. Aún hoy se utilizan falos como protectores. Y siguen existiendo cultos de fertilidad o representaciones de dioses con esta forma, como el lingam o miembro viril de Shiva en India y Nepal, o las rocas mágicas en forma de sexo masculino y femenino de la isla de Koh Samui, en Thailandia.
Recordemos, también, los casos que en el siglo pasado Paynes tuvo ocasión de ver en Isernia, antigua ciudad de los Samnitas, al sur de Italia, con ocasión de las fiestas de san Cosme, se venden en el mercado «ex-votos» en cera representando las partes masculinas de la generación, de todos los tamaños. Y se bendicen con el aceite de san Cosme los miembros enfermos, incluidos los representados en los ex-votos.
La misma finalidad que el falo tiene la "higa", con la que se intentaba simbolizar los órganos sexuales femenino y masculino. Estos amuletos, sin embargo, son poco frecuentes, debido tal vez a la dificultad técnica para el artista de representar el sexo femenino, que a veces también se exhibe en figuras apotropoicas. M. Isidoro Levy ha estudiado desde Egipto a Japón estas figuras, siguiendo las leyendas que muestran a una diosa femenina descubriendo su sexo, desplegando con ello toda su fuerza mágica en la que concurren, como en la figura de Gorgona, el movimiento, el ruido, los gestos obscenos y la risa formidable de los dioses, necesaria para hacer salir de su letargo invernal a la naturaleza. En todo caso, el gesto ritual de descubrir los órganos femeninos se considera como generador de energía mágica, a la vez que apotropaico.

c). El nombre de Gorgona

Pero no solamente se utilizaba la figura de Gorgona para proteger. Al tratarse de una figura tan poderosa, se entendía que también su nombre defendía. E incluso vemos utilizar éste de forma mágica en amuletos, destruyéndolo mediante un repetido conjuro que va haciéndolo desaparecer letra a letra. Se entendía así que se hacía desaparecer al enemigo, aunque fuese tan poderoso como la Gorgona a la que se está destruyendo y se hace recaer en ese enemigo el daño que se causa al nombre de Gorgona. Así se podía ver en dos amuletos procedentes de Heracleópolis Magna en los que aparecía una figura formada por diez líneas en las que la palabra Gorgophónas (matadora de la Gorgona) va decreciendo en una letra por línea, en un acto de magia mimética que lleva a su destrucción progresiva.

d). El ojo protector

Uno de los más reputados amuletos es el ojo mismo, que tuvo gran importancia en la magia egipcia. Era el uadjet, que se empleó con mucha frecuencia como signo de ofrenda, en frases como "toma este ojo de Horus...", como dice uno de los Textos de las Pirámides. Este ojo se utilizaba a veces solo, a veces en forma doble, triple o cuádruple y también hay placas de protección de 4 veces 7, es decir, de 28 ojos divinos. Cuando es doble se trata de los ojos del sol y de la luna, los ojos del dios celeste Horus, por magia simpática, sea él sólo, sea atacado por animales que a veces son emblemas de divinidades a las que el hombre invoca para que le proteja de las malas influencias, el ojo ejerce esa protección, en una ambivalencia que encontramos también en muchos otros símbolos mágicos. Entre estos ojos mágicos protectores o apotropaicos destaca una pintura mural de la Sinagoga de Dura Europos, en el Eufrates. Se trata de un fresco de la mitad del siglo III d.C. y representa un ojo pinchado en la parte superior por tres puñales o "clavos", atacado por un gallo, una serpiente, una gallinácea y un escorpión. También lo vemos representado en un mosaico de Sousse (Túnez), en el que un ojo es atacado por un pez y dos serpientes, o los que vemos entre dos serpientes en una crátera etrusca. También en una medalla talismánica de Asia Menor, un ojo es atacado por un ibis, una serpiente y un escorpión, mientras que en una medalla llevada como amuleto, atacan a un ojo ocho animales.

e). La mano salvadora

Al mal de ojo se le ataca, se le detiene también a menudo con la mano. Se le rechaza por medio de la mano, proyectada hacia delante, con los cinco dedos abiertos o haciendo la higa. Este último gesto, es una representación del elemento generador, portador de vida por excelencia. Es el signo de la protección del fluido mágico, el gesto afirmativo de la voluntad de ser. Este gesto a veces se sustituye por el cuerno o por una "mano" talismánica (que entre los musulmanes se llama mano de Fátima). Para los musulmanes, en efecto, la mano les fue dada por Mahoma como una protección infalible contra el mal de ojo, y tiene tres significados misteriosos: designa a la Providencia, es un resumen de la ley; tiene cinco dedos, sometidos todos a la unidad de la mano que les sirve de base. Al igual que la ley, que contiene cinco dogmas o preceptos fundamentales. También la mano, por su estructura, al ser un resumen de la religión, es un poderoso instrumento de defensa contra los enemigos. Y dice un comentarista del Corán: "Cuando invoquéis a Dios, mostradle el interior de vuestras manos y no el exterior; y cuando acabéis, pasad vuestras manos sobre vuestro rostro".
En general, existe una notable diferencia entre la mano derecha, considerada como de buen augurio, que en Roma era considerada como "la mano de Fides", según Servio y la mano izquierda, considerada como mala o propia de acciones impuras.

Fuentes:

lunes, 3 de enero de 2011

La Gorgona y su triple poder mágico - II

La envidia es considerada como una de las raíces del odio. Ella es, desde el punto de vista fenomenológico, una mirada fascinante . ¿Qué es la fascinación ? Es simplemente la acción de "aojar", de emitir un mal a través de los ojos. ¿Hay en el acto comunicativo gentes que emiten maldad a través de sus ojos? ¿Hay personas que con su mirada maléfica influyen negativamente en el mismo acto comunicativo? Este es en síntesis el problema de la fascinación, en el que resalta, de un lado, el "aojador" o agente fascinador y, de otro lado, el que provoca la fascinación.

1 - Los ojos que fascinan

a). La mirada mágica. La fascinación

La fascinación es la influencia mágica y funesta ejercida por una persona sobre otra, escribía J. Tuchmann en 1884. Pero se entendía por fascinación, sobre todo, la ejercida por una divinidad.
Por ejemplo, ninguna persona podía ver el palladium del templo de Atenea en Ilion, bajo pena de ceguera, entendiendo que era tal la fuerza que de él emanaba que causaba el deslumbramiento y la ceguera de los simples mortales. También la estatua de Ártemis, en Pallena, estaba de ordinario encerrada. Y aun en la procesión en que la sacerdotisa la mostraba en público nadie osaba mirarla, "pues su vista era funesta a los hombres y volvía estériles los árboles del lugar adonde se la llevaba, haciendo morir los frutos". Y cuando la ciudad fue tomada por los enemigos, cuenta Plutarco que su sacerdotisa les mostró la cara de la imagen de la diosa, quedando los soldados paralizados y llenos de estupor. En el templo de Ártemis de Éfeso se recomendaba a los visitantes tener cuidado con sus ojos, por la irradiación mística que desprendían. Y se acude a ella como diosa de supremos poderes, derivados de su forma triple y de la fascinación de su mirada.

Otras divinidades podían fascinar con la mirada, como Gorgona. A fin de aclarar la personalidad de este ser mitológico, a veces confusa, diremos que no sólo debe hablarse de Gorgona, sino de las Gorgonas. Las Gorgonas son tres en Hesíodo: Esteno, Euríale y Medusa. Las dos primeras eran inmortales y la tercera mortal. Las tres eran hijas de dos divinidades marinas, Forcis y Ceto. Vivían las Gorgonas, según la Mitología, junto al Océano, en la costa atlántica meridional de la Península Ibérica, cerca de la ciudad de Tartessos. Generalmente se le da el nombre de Gorgona a Medusa, considerada como la Gorgona por excelencia. Ésta es también la única que tiene descendencia: Poseidón se une a ella y la hace madre de Crisaor y del caballo alado Pegaso. De Medusa, a la que Píndaro llama "la de bellas mejillas", cuenta Ovidio en las Metamorfosis que hubo un tiempo en que fue una joven bellísima y de espléndida cabellera, a la que deshonró Poseidón en el templo de Atenea y que esta diosa virginal, horrorizada, convirtió en serpientes sus cabellos.
Las Gorgonas son en la Mitología griega seres monstruosos, sobre todo por la cabellera de serpientes, por tener descomunales colmillos de jabalí, manos de bronce y alas de oro. Pero, sobre todo, eran especialmente temibles por el efecto sobrenatural que emanaba de su rostro, efecto que en el caso de Medusa subsistía después de muerta: sus ojos echaban chispas y su mirada era tan penetrante que todo aquel que la miraba de frente quedaba convertido en piedra. Por eso las Gorgonas, y en particular Medusa, eran unos de los monstruos más temidos de la mitología griega.
Perseo tuvo que aproximarse a ella mientras dormía y utilizando el espejo que le había proporcionado Atenea (en otras ocasiones se habla de un escudo pulido como un espejo o de un velo), procurar no mirarla de frente para no quedar convertido en piedra. La cabeza cortada, el Gorgoneion, figuraba en el escudo de Atenea, de forma que sus enemigos quedaban convertidos en piedra con sólo mirarla. Ese efecto mágico derivado del poder de la cabeza de Gorgona sólo se anulaba con la misma cabeza. Así, si en vez de una se contaban tres Gorgonas, se deshacía el hechizo provocado por la cabeza, ya que se suponía que el tres, con su magia, neutralizaba la acción de la Gorgona individual.

La reproducción artística de la Gorgona, por su doble forma de gorgoneion por un lado, es decir, la máscara, y de personaje femenino con cara de Gorgona por otro, aparece en Grecia no sólo en las series de ánforas, sino también, a partir de la época arcaica, en los frontones de los templos griegos o en los escudos de los hoplitas y en las monedas. Al igual que Diónysos, único olímpico al que se representa de frente, Gorgo es una potencia a la que el hombre no puede abordar sin sucumbir bajo su mirada. Cualesquiera que sean las modalidades de distorsión empleadas para representar su imagen, siempre se la muestra como un ser híbrido, mezcla de ser humano con caracteres animales: la cara redonda, los ojos desorbitados, la melena erizada llena de serpientes, mientras la lengua parece salir de su boca, abierta en un rictus, que a veces deja entrever varias hileras de dientes con caninos de león o colmillos de jabalí.
El predominio de la mirada de Gorgona o Medusa es subrayado sobre todo en cierto número de piezas de cerámica que encuadran la máscara de Gorgona con dos ojos profilácticos enormes. Recordemos sobre este tema la expresión de Plotino de que "el ojo no podría ver el sol si no fuese, en cierto modo, un sol", exponente del fondo y la cuestión de la importancia del ojo y de la mirada, ya que siendo el sol foco de luz, y ésta símbolo de la inteligencia y del espíritu, el acto de ver expresa una correspondencia a la acción espiritual y simboliza, en consecuencia, el comprender, el conocimiento. Por ello, el "ojo divino", llamado entre los egipcios como signo determinativo Ouadza, simboliza a diversos dioses y su poder: "al que alimenta el fuego sagrado o la inteligencia del hombre", es decir, a Osiris, siendo muy curiosa la concepción analítica egipcia del ojo, o mejor, del círculo del iris centrado por la pupila, como "sol en la boca" o "verbo creador". Según el Libro de los Muertos, es el dios solar. Re, el que se encuentra en el ojo divino: "Yo soy Re... Yo soy el Señor de la Eternidad. Yo soy el Señor de la Gran Corona, yo soy el que se encuentra en el ojo divino..., yo soy el que se encuentra en el ojo divino, al que no puede sobrevenirle ningún mal". En el papiro mágico Harris es Amón el que se esconde en el ojo divino. Y por su gran fuerza protectora, mágica, se utilizan a menudo en Egipto amuletos con esta forma.
Por algunos de sus rasgos, la Gorgona aparece como la cara oscura, el reverso siniestro de la Gran Diosa, cuya herencia ha sido asumida por Artemisa. Se trata, sobre todo, de una potencia sobrenatural, a la vez que se consolida con ella el modelo simbólico que la representa con la forma particular de la máscara gorgónica y muy a menudo sus cabellos se anudan bajo la barbilla, formando un nudo mágico, como vemos a menudo en las figuras que la representan.

b). La mirada envidiosa. El mal de ojo

Pero hay otro tema relacionado con la mirada: la envidia y el daño producido por la mirada envidiosa que produce el "mal de ojo". Para conjurar sus efectos se recurrirá a menudo a procedimientos mágicos.
La envidia se puede definir como la tristeza o el pesar por el bien ajeno. Y esta tristeza o pesar que el bien ajeno produce en algunas personas les ha llevado a buscar el mal o la perdición de aquella otra a la que envidian. Para ello se ha recurrido a buscar la protección de los buenos espíritus, de las fuerzas benéficas de la naturaleza, o a diversos procedimientos mágico-apotropaicos.

El mal de ojo, daño producido por la mirada, "fascinación" o "aojo", tiene a su vez el significado de "engañar", "ofuscar", "alucinar", mientras que "aojar" significa desgraciar o malograr una cosa. Este daño, podía producirse en cualquier momento y por cualquier motivo. La belleza, la riqueza, la prosperidad, la suerte de los enemigos son motivos de envidia por parte de los espíritus ruines y perversos, de las personas débiles, feas y desgraciadas. Por eso han "echado el mal de ojo" a los favorecidos del Destino, por eso han perseguido con conjuros y sortilegios a las personas felices. Y es bien cierto que nada produce mayor enojo a una persona ruin que la fortuna, suerte y felicidad de aquellos a quienes envidia.

Por ello, diversos males, enfermedades, dolores y desgracias de todo género se atribuyen al mal de ojo, a la mala mirada, a la mirada envidiosa de una persona que le desea daño por el simple hecho de no tener lo que ella tiene. La creencia en el mal de ojo y su eficacia funesta es una superstición de todos los tiempos, como señala J. Tuchmann, a quien debemos uno de los más exhaustivos trabajos sobre el tema. Su origen para este autor está en el fetichismo y en una creencia ignorante en lo sobrenatural.
Pero su existencia se constata de una forma universal. En su capítulo sobre la magia preventiva, G. Contenau describe ya algunos testimonios babilónicos. Para este autor el mal de ojo consiste en el poder que se atribuye a ciertas personas de "producir daño" por medio de su mirada. Son los "echadores de suertes", las personas que pueden producir, con el solo poder de su mirada, la mala suerte, la enfermedad y la muerte. Esta creencia se combina, además, a veces, con ciertas malformaciones físicas que suelen tener las personas con poder de echar el mal de ojo. Aun en nuestros días es corriente escuchar frases como «parece que me ha mirado un tuerto» o "parece que me ha mirado un cojo", atribuyendo a las personas con estos desafortunados defectos físicos la fuerza envidiosa de producir daño por medio de la vista, por el hecho mismo de estar contrahechos.

Entre los pueblos míticos hay que destacar el de los Telquines, genios de Rodas, hijos del Mar y de la Tierra, tuertos inventores de la metalurgia y de la idea de esculpir las estatuas de los dioses. Era éste un pueblo de encantadores, dotados de la facultad de hacer llover, granizar y nevar, representados de forma anfibia: mitad marinos, mitad terrestres, unas veces en forma de pez y otras en forma de serpiente. Su mirada era terrible y llena de maleficios. Se les llamaba así porque haciendo el mal de ojo secaban a las plantas. También entre las divinidades, Atenea fascinaba con la mirada. Y el mismo efecto de fascinación o aojamiento se lograba con el ojo por la multiplicación de la pupila, que a veces se utilizaba como múltiple protección contra el mismo, como vemos en amuletos egipcios.

El resentimiento a causa de la deformidad física se atribuye, en otro sentido, a los espíritus de las personas muertas antes de tiempo, por ajusticiamiento, accidente, asesinato o cualquier tipo de muerte violenta (áoros), quienes, según la creencia, tienen la facultad de permanecer en la tumba y un gran deseo de hacer daño a las personas vivas, por resentimiento y envidia de esa vida de la que han sido privados injustamente. Y esperan en el sepulcro, acechantes y vengativos, siendo a estos espíritus a los que acuden los nigromantes en sus ritos de magia negra, pero los demones (divinidades menores) encargados de ejecutar la acción del mal de ojo eran los baskosúnai.

En Oriente, escribe Contenau, los ojos azules, que son bastante raros, pasan por ser "fascinadores" o "encantadores" en primer grado. Tales eran los ojos glaucos o garzos de Atenea. Y en los sarcófagos fenicios antropomorfos, los ojos están a menudo pintados de color rojo, evitando en ellos el color azul. También los Telquines tenían los ojos azules, a lo que debían su potencia mágica. Y, a menudo, los amuletos egipcios en forma de ojos son de este color. En Roma, Virgilio y  Catulo evocaron esta creencia en el poder de la mirada, aunque hacen alusión a una creencia, común en la Antigüedad, en que el mal de ojo, no provenía del ojo en sí, sino de un corazón malvado que transmitía malos sentimientos, como dice repetidamente el Nuevo Testamento:

"Pero si tu ojo es malo, todo tu cuerpo será tenebroso. Del corazón del hombre sale el ojo envidioso".

Asimismo, en Israel, el Antiguo Testamento se hace eco de estas creencias, que evidencian el poder del ojo y la maldad de la envidia, que hace daño a quien la siente y se vuelve contra el envidioso. En el Libro de la Sabiduría leemos: "La fascinación de lo vil oscurece el bien y la agitación de la pasión socava la mente sin malicia." Y en Eclesiástico al referirse al uso de las riquezas, dice el autor bíblico:
"6. Nadie peor que el cicatero consigo mismo; y eso mismo es la recompensa de su maldad. 7. Y si hace el bien, lo hace por descuido, y al fin manifiesta su maldad. 8. El malvado es hombre de ojo envidioso, que aparta el rostro y menosprecia las almas. 9. El ojo del ambicioso no se contenta con una parte y la injusticia malvada seca el alma. 10. El ojo malvado es envidioso del pan de otro. Y en su propia mesa habrá siempre escasez."

El ojamiento o fascinum era muy temido, y las personas afortunadas debían precaverse mediante conjuros. El conocimiento exacto de los bienes de fortuna podía provocar la envidia en el fascinator y en el poseedor el peligro de perder la propia felicidad. También la alabanza exagerada ha de ser evitada, ya que alabar la belleza, la suerte de las personas, su habilidad, su riqueza, puede atraer sobre ella la mala suerte. Precisamente los griegos suponían que una felicidad excesiva provocaba la envidia de los dioses (phónos). Y precisamente en el caso de Gorgona fue su belleza la que atrajo a Poseidón, quien, al violarla en el templo de Atenea, provocaría la conversión de la joven en un monstruo.

En su poema "El viaje de los Argonautas", Apolonio de Rodas describe el efecto de la mirada mágica de Medea sobre el gigante de bronce Talos. En otro de sus encantamientos la maga recurre a Hipnos, el sueño, para encantar a la serpiente de ojos insomnes que guarda el vellocino de oro.
Los ojos, sobre todo de animales negros, como los de los cuervos o los nocturnos considerados malignos, como los murciélagos, se utilizaban para hacer conjuros.

El efecto se conjura por medio de la utilización de algunos medios convencionales y diversos amuletos. Pues contra los daños producidos por el mal de ojo, como contra todos los males, existía una protección mágica. Nos referiremos a algunos de los medios utilizados desde la Antigüedad, que, como veremos en algunos casos, no han perdido efectividad en nuestros días.

Fuentes:




domingo, 2 de enero de 2011

La Gorgona y su triple poder mágico - I

En el sentido estricto de la palabra el animismo es la teoría de las representaciones del alma; en el sentido amplio, la teoría de los seres espirituales en general. Distínguese, además, el animatismo, o sea la doctrina de la vivificación de la Naturaleza, que se nos muestra inanimada. A esta doctrina se enlazan, por último, el animalismo y el manismo. El término "animismo", que servía antiguamente para designar un sistema filosófico determinado, parece haber recibido su significación actual de E. B. Tylor. Lo que ha provocado la creación de todos estos términos es el conocimiento que hemos adquirido de la forma singularísima en que los pueblos primitivos desaparecidos o aún existentes concebían o conciben el mundo y la Naturaleza. Tales pueblos primitivos pueblan el mundo de un infinito número de seres espirituales, benéficos o maléficos, a los cuales atribuyen la causación de todos los fenómenos naturales y por los que creen animados no sólo el reino vegetal y el animal sino también el mineral, en apariencia inerte.

Las concepciones mágicas animistas aceptaban que todos los objetos contenían materia y espíritu. No hacían distinción entre la parte y el conjunto, lo visible y lo invisible, la imagen y el modelo. Por consiguiente, el mundo podía ser manipulado por los conceptos de contacto, similitud y contraste.

El "contacto" incluía el roce físico directo y la relación indirecta mediante la ingestión de hierbas en las que hubiese caído la sombra de la persona que hiciera al caso, el uso de talismanes, el mal de ojo y el consumo de partes y desperdicios del cuerpo.

La "similitud" era un concepto endémico en el pensamiento de la Antigüedad que aún encontramos en las prácticas mágicas actuales. Se utilizaba el principio de la semejanza, es decir, lo que se hacía a un determinado objeto se hacía recaer en la persona a la que hubiese pertenecido o cuya figura se hubiese hecho, a ser posible con algo de su propiedad. Así, era posible volver impotente a un hombre atando nudos en alguna prenda que le hubiese pertenecido, como los cordones de las sandalias.

Los "contrastes" se basaban en el concepto de antipatía. El mal podía neutralizarse por medio del mal. La mecánica de esta magia dependía de la utilización de los procedimientos correctos, ya que se creía que las palabras tenían sus poderes propios y de nada servían los ritos sin los conjuros correctos. Un ejemplo de la magia de contraste podemos verlo en los amuletos mágicos, que utilizan como protección figuras de seres mitológicos de formas irreales y monstruosas, demonios, figuras obscenas e incluso animales malignos, como la serpiente o el escorpión, de los que se cree que asustan a los malos espíritus, protegiendo con ellos a las personas y las propiedades. Uno de los numerosos seres míticos que han servido a menudo en la Antigüedad para proteger a los hombres con su figura, cuyos efectos benéficos contrastan evidentemente con la sensación que causa la visión directa de su figura monstruosa, es la Gorgona Medusa.

La gorgona. La protección mágica de su figura y el valor del número tres

La figura de Medusa, y sobre todo su cabeza, tenía una gran potencia preservadora, igual al poder de su fascinación. En Grecia se la situaba, por ejemplo, en el templo de Atenea Pollada de Atenas, y un cierto número de figuras parecidas estaban dispuestas alrededor del templo de Apolo en Delfos. La vemos también en los frontones de los templos, como en el Artemision de Corcira y otros. La fe en este talismán estaba tan enraizada y propagada por todo el mundo antiguo que se encuentra la efigie de Gorgona con el mismo significado al menos desde la Grecia arcaica, y tal vez antes, hasta el Bajo Imperio romano. Los antiguos, particularmente los militares, y sobre todo los emperadores romanos y sus soldados, estaban convencidos de que alejaba los peligros, por lo que sus representaciones son muy numerosas y variadas, formando parte de los adornos habituales en las prendas militares, pero sobre todo, como ya dijimos, en carros de guerra, corazas y escudos, como vemos en el de uno de los guerreros del carro de bronce de Monteleone, en el que figuran una máscara de felino y una Gorgona.
Al parecer se creía que cuanto más terrible fuese la expresión de la máscara representada, más grande era la energía protectora que de ella derivaba. Así, la hemos visto pintada, dibujada, esculpida o cincelada en toda clase de objetos: rostros exentos para colocar en los edificios, tumbas, sarcófagos, vestidos, armas, vasos, copas, monedas, paramentos, placas. También se llevaba colgada al cuello como amuleto y de la misma forma se entiende su presencia en las joyas, aunque un breve estudio tipológico diferencia enormemente las piezas griegas y etruscas, más antiguas, que buscan más la fealdad y el horror de la mueca que las piezas romanas, más modernas generalmente, cuyas representaciones de Gorgona parecen acentuar más el patetismo de su destino que el valor apotropaico de la máscara horrorosa y fiera del monstruo mitológico.
Pero más o menos bella, horrorosa o sólo simbólica, la cabeza de la Gorgona era, en la Antigüedad, un signo escatológico y apotropaico, un símbolo de inmortalidad y protección que se situaba en numerosos lugares, pero sobre todo en los sarcófagos y en las tumbas, como protección contra los peligros desconocidos del Más Allá. Además, según la leyenda ampliamente difundida en la Antigüedad, la cabeza de Gorgona daba la victoria a todo aquel que la poseía, como a Perseo, y, por extensión, a quien llevaba su representación. Tal vez por eso a veces la encontramos en el centro de la coraza de las estatuas. Y así, era la figura principal de la Égida de Minerva, base mágica de su poder y su fuerza, la que le permitió dar a Zeus la victoria sobre los Gigantes, devolviendo el orden al Olimpo amenazado. De la cabeza de Gorgona, pues, podemos decir que es un signo mágico por excelencia, pero no sólo en sí misma, por el terror que infunde en los enemigos de quien la lleva como protección, sino por la suma de los tres elementos mágicos fundamentales que la componen.
Estos elementos mágicos, aunados en la figura de Gorgona para hacer de ella un potente instrumento apotropaico, son:
1. Los ojos que fascinan.
2. Las serpientes que la acompañan y las que forman sus cabellos.
3. El nudo mágico, que se encuentra en sus representaciones bajo la barbilla o bajo el pecho.

Así pues, la máscara de Gorgona era un signo mágico «triple», unión de tres elementos poderosos que se juntaban para formar una figura horrible que fascinaba con la mirada y dejaba petrificados a quienes la miraban de frente, pero que a la vez protegía por el poder de la magia de las serpientes que componían su cabellera y por el poder mágico del nudo que formaban los cabellos recogidos bajo su barbilla o que cerraba su cinturón, a veces también hecho con serpientes, formando el nudo mágico, también llamado «nudo de Hércules» que a veces encontramos en diversas joyas, como collares o brazaletes.
Estas triples representaciones apotropaicas son frecuentes en la Antigüedad, puesto que el número 3 era cifra mágica por excelencia, como expresión al mismo tiempo de unidad y dualidad. Recordemos que la vida humana, según los matemáticos y sus doctrinas, posiblemente importadas por Pitágoras a Grecia desde Egipto, estaba dirigida por las cifras. Y que los números dos y tres no son, en realidad, números, sino los principios del Par y el Impar. Y veremos cómo, a lo largo de nuestro trabajo, el número tres, en los conjuros y en los actos de magia, aparece repetidamente, como si las acciones no estuviesen completas hasta ser realizadas por tres veces. Recordemos también que la gran diosa de la magia, Hécate, es representada en forma triple, por lo que su poder se multiplicaba por tres.

Fuentes:





sábado, 1 de enero de 2011

Clases de Magia

"Es increíble la cantidad de prohibiciones a que puede llegar un individuo que forme parte de una tribu primitiva donde rige el principio de la magia negativa (tabús) y la cantidad de cosas que en todas las situaciones de su vida realiza, aplicando el principio positivo de la magia que tiene siempre, constantemente, presente. Nada de lo que hace o de lo que no hace, ningún acontecimiento de su vida diaria, hasta los más elementales, están exentos de esas reglas positivas o negativas de la magia.
La magia, entendida así por el primitivo, tiene un contenido esencial y determinante: el control de las fuerzas de la Naturaleza por medios coercitivos. El hombre en general y el hechicero, el chamán en particular, tiene con la magia la sensación de que puede poner a su disposición todas las fuerzas de la Naturaleza. Es una técnica de control de esas fuerzas, sean dioses, sean diablos, sean las fuerzas del bien o los poderes del mal."

Además de las arriba expuestas, se distinguen, entre los entendidos, varias clases de Magia:

1. La Teurgia, "θεουργία, ας", o magia iniciática, reservada a una élite de adeptos, elegidos entre los miembros de las asociaciones dedicadas al estudio de una ciencia superior. La palabra Teurgia es griega y está compuesta por las palabras theos, "θεός" (dios) y "ἔργον" (obra, trabajo).
La expresión "teurgia" tenía dos sentidos: El de "acto del poder divino" y la de "puesta en acción de ese mismo poder". La práctica teúrgica tiene, por sus características, un carácter secreto y es casi desconocida, exige al que la practica aptitudes casi excepcionales y un alto
nivel de conocimiento, que se adquiere con una profunda y prolongada preparación. Los que la practican son los teurgistas, a los que los antiguos griegos llamaron "ππτης, ου" y a los que los hebreos conocían como «Reyes Magos». En la época clásica, la palabra teurgia se encuentra empleada en S. Agustín en el sentido de evocación de los espíritus. Esta clase de magia era considerada en Roma al mismo nivel que la religión y la filosofía, demostrando Apuleyo la necesidad que todo filósofo tenía de conocer tales prácticas. Y la filosofía era una de las ciencias que formaba parte de la educación y formación de todo buen ciudadano. Para Apuleyo, el mago es aquél que tiene un profundo conocimiento de la ciencia, practica las reglas y las disposiciones de la ley religiosa y los ritos del culto. Para constatar esta definición cita un texto de Platón sobre esta materia.

2. La Alta Magia o Magia usual, a menudo confundida con la precedente, pero muy distinta, sobre todo en que los principios en los que está fundada, constituyen un conjunto doctrinal en el que el saber adquirido ordinariamente no está alejado más que en apariencia. La práctica de la Alta Magia requiere también unos conocimientos, a nivel físico y psíquico, para ser practicada con eficacia. Los que la practicaban recibían el nombre de "magistes", a los que los antiguos griegos llamaban "μοτης, ου" y los hermetistas de la Edad Media, "Sabios" y se les conoce aún con el nombre de Magos.

3. La Brujería o Magia deformada, a la que la mayoría de los investigadores han tomado a menudo por la magia original, que, a menudo, se encuentra en contradicción con el saber ordinariamente adquirido y que no tiene en común con la Alta Magia más que el empleo de imágenes y prácticas, más o menos alteradas. Su práctica tiene también sus secretos, que se pueden entender fácilmente a veces. Sólo emplea los medios tradicionalmente transmitidos, a menudo poco o mal comprendidos. Para ella hacen falta pocos conocimientos intelectuales o psíquicos. Su practicantes son los brujos, a los que los antiguos romanos confundían con los adivinos vulgares (ya vimos arriba la confusión entre los diversos términos, a los que se ha llamado magos o "fakires" hasta nuestros días). La palabra MAG, en hebreo, tal vez relacionada con el asirlo Mahu puede proceder de una tribu meda de origen no ario, de la que los Magos eran una casta sacerdotal.


4. Otra distinción de la Magia sería dividir la magia en "blanca" y "negra" o "γοητεία, ας".
La magia negra o goética, perseguida y castigada a nivel oficial, aparece en las distintas obras de Apuleyo de forma determinada y diferente en una primera lectura, y el autor se manifiesta contra ella de manera abierta. Esta situación se constata en el texto de "La Apología", cuando Apuleyo, al referirse explícitamente a la magia negra o goética, de cuya práctica es acusado por Emiliano, la ataca públicamente. La considera como una rama de la magia que cae bajo el peso de la ley y que ya Las Doce Tablas la habían proscrito por la misteriosa influencia que tiene sobre los frutos de la tierra. Es, pues, una cosa oculta, tétrica y horrible, que vigilando durante las noches, se oculta en las tinieblas, evita la presencia de la gente y murmura en voz baja las encantaciones.

"A través de la magia, por otra parte, el hombre es dueño del bien y del mal, pudiendo hacer uno u otro según convenga, y puede hacerlo eliminando factores como el tiempo y la distancia. Con el pensamiento mágico, con las acciones mágicas, puede acabar con un enemigo que esté lejos de aquel lugar donde se encuentra. Bastará que actúe por procuración sobre una imagen o una substancia que le represente, sea un muñeco de barro o madera, sean restos o excreciones del enemigo como uñas, cabellos, vestidos o algo que le haya pertenecido o estado en contacto con él.
Los intentos de hacer daño por el camino de las leyes de la magia se conocen como magia negra, mientras los intentos de conseguir el bien, la curación de una enfermedad o algo grato para la persona o el grupo, en suma su felicidad, se conoce como magia blanca."

Los ritos mágicos actuarían sobre los seres, visibles o invisibles, principalmente, según Buisson de tres formas o modos esenciales, dejando a un lado las variantes geográficas y étnicas de los diversos pueblos que la han practicado:

a) Por medido de la magia de encantamiento
b) Por medio de la magia mimética o de imitación
c) Por medio de la magia de amuletos, talismanes y pantacles.

La magia de encantamiento es la basada en el poder casi sobrenatural del canto, de la salmodia, de la repetición. En esta clase de magia, una fórmula de conjuro o imprecación posee la virtud de encadenar la voluntad de quien la pronuncia, hecha en las condiciones rituales precisas (palabra, ritmo, entonación), a los seres y las cosas del mundo de arriba y el mundo de abajo.

La magia mimética es la misma magia de encantamiento, en cuanto que recurre a la similitud.

La magia de amuletos, talismanes y pantacles es la que se sirve de estos objetos para sus fines.

El término "amuleto" procede del latín amuletum, que Plinio utiliza para designar un objeto que protege a las gentes contra las enfermedades y que es una sustancia médica, que actúa tanto directa como indirectamente. Existe en él siempre un sentido profiláctico, ya que durante muchos años, maleficio, maleficium, fue siempre sinónimo de enfermedad.
Los amuletos, al menos en su origen, son vehículos de fuerzas místicas que proceden del mundo sobrenatural. El amuleto, en su estadio más elevado, es el «Talismán», término de origen incierto, que puede estar en la palabra hebrea tseiem, imagen. Se encuentra entre los árabes
bajo la forma de tilasm y tillams (plural talásim, tilasmát y tilassamát).
Su diferencia estriba en que, mientras que el talismán es artificial, aunque la materia con que se ha hecho sea natural, la influencia se le atribuye en función de un raciocinio, a veces lógico, pero siempre simbólico y analógico, mientras que el amuleto toma su substancia del mundo natural, animal o vegetal: cabello humano, espina de pescado, pluma, piel, concha, etc.. cuya sola presencia detiene el mal.
La forma más evolucionada del talismán es el "pantáculo". Deriva de la palabra griega pan, todo, y procede de la idea de que es un objeto que lo contiene todo, que resume el "todo", siendo una síntesis del macrocosmos. Pero no es sólo un elemento protector como el amuleto, sino que es una especie de "emisor de fluidos", una potencia activa.
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Según Platón, el conocimiento es un subconjunto de lo que forma parte a la vez de la verdad y de la creencia.
Integral Philosopher Michel Bauwens "Vision"