Charla entre Ken Wilber y Andrew Cohen.
ANDREW COHEN : Nunca me interesó en especial la evolución. Al principio, después de mi despertar en 1986, enseñaba de la misma forma en que me había enseñado mi maestro. Mi experiencia era la siguiente: que todo era simplemente lo que era. No había que ir a ningún lado y no había que hacer nada. Lo importante de esta enseñanza era que sólo había que darse cuenta de esto. Era el comienzo, el medio y el final de la historia. De hecho, en ese momento estaba tan convencido de esta visión que cuestioné seriamente la autenticidad de cualquier enseñanza sobre la iluminación que implicara el tiempo, el futuro o el devenir y también cuestioné a cualquier maestro que estuviera predicando algo que implicara el tiempo, el futuro, o el convertirse en algo.
Después de algún tiempo, sin embargo, comencé a notar que aunque muchos de mis discípulos se abrían a despertares poderosos, en la mayoría de los casos, se perdían nuevamente en el narcisismo, la avaricia y en la obsesión neurótica de sí mismos; se perdían en impulsos condicionados y limitados. Por eso empecé a poner cada vez más atención en la necesidad de que el ser humano pueda transformarse de verdad. Transformarse con el fin de ser una expresión viviente del vacío y de la pureza en la motivación que uno descubre en la experiencia espiritual. Entonces, gradualmente, a lo largo de un período, empecé a poner un énfasis mayor en cultivar la capacidad de encarnar y manifestar esa belleza, perfección y unidad como expresión de nuestra humanidad más que en el sentir la dicha del puro Ser solamente.
Ese fue entonces el comienzo. Luego, después de algunos años, algo nuevo comenzó a surgir en mis enseñanzas. La primera vez que tomé conciencia de esto fue cuando empecé a dar retiros en la India. Una mañana, mientras hablaba, algo salió de mí en forma explosiva. No supe de dónde surgió. Una pasión desenfrenada brotó de mí en forma espontánea, pidiendo que este milagro, este misterio que trasciende el tiempo, se volviera manifiesto en este mundo a través de nosotros. Sorprendió e inspiró a mucha gente, y me sorprendió y me inspiró a mí también. Eso fue hace más de diez años.
Cada vez más, con el trascurso del tiempo, fue siendo más clara la idea de que esta pasión es realmente una pasión por algo más que la iluminación en el sentido Oriental tradicional, que sería retirarse completamente, salirse de la rueda del devenir, de trascender este mundo en forma absoluta sin dejar rastro alguno. Mi énfasis ha virado radicalmente. El objetivo ahora, aunque suene muy audaz, no es meramente trascender el mundo sino transformar el mundo, convertirse en agente del mismo impulso evolutivo. Por cierto, al abandonar el ego para lograr esto, uno siente literalmente que se llena de energía luminosa y divina y de una pasión para transformar el mundo y el universo entero por una causa que no tiene nada que ver con uno mismo.
Este cambio en mi énfasis, hace muchos años, fue también una de las razones por las que dejé a mi maestro. Cuando me escuchaba decir que había que hacer algo que no fuera salirse de la rueda del devenir y simplemente SER, sentía que estaba corrompiendo y distorsionando su enseñanza. En cierto punto, empecé a concluir que debía haber diferentes clases de iluminación, distintos tipos de despertares que de hecho lograban diferentes resultados.
Eventualmente, comencé a referirme a esta enseñanza como “iluminación evolutiva” o “iluminación evolutiva impersonal”. En esta enseñanza, el énfasis está puesto no sólo en la realización del vacío y del puro Ser sino también en la necesidad de convertirse en un ser humano radical y profundamente transformado que pueda manifestar nuestro elevado potencial evolutivo en el mundo. Nunca me había topado con algo igual antes. Sólo recientemente, al encontrar las enseñanzas de Sri Aurobindo y Teilhard de Chardin durante nuestros estudios para la revista, empecé a escuchar ecos de mi propia pasión, una pasión por la iluminación evolutiva, por despertar a la verdad de quienes somos realmente, y luego atrevernos a sentir la urgencia de hacer manifiesta esta pasión en este mundo con todo nuestro ser.
Lo que quería mencionarte en primer lugar es toda esta cuestión de lo que significa, en última instancia, la iluminación. Creo que es una pregunta importante porque hay muchísimas personas interesadas en temas espirituales en la actualidad. Y creo que, es interesante que la definición tradicional de ‘iluminación’ puede no corresponder a las necesidades de un mundo en evolución en la época en que vivimos.
KEN WILBER: Básicamente estoy de acuerdo con todo lo dicho y obviamente sólo tengo algunas perspectivas diferentes sobre el tema. Mencionaste algunos conceptos muy importantes. Tal vez podemos empezar con el que mencionaste al final, que fue los distintos tipos de iluminación. Al principio, suena un tanto cómico porque la iluminación es ostensiblemente omni-incluyente, atemporal, omni-abarcadora, inmutable, eterna, etc.. Por lo tanto es difícil imaginar que se puedan tener dos tipos diferentes de cualquiera de estas cualidades. Pero de hecho, aún dentro de las tradiciones, encontramos por lo menos dos concepciones principales muy diferentes sobre la iluminación. Una era prevalente durante el período Axial que comenzó alrededor del 2000 B.C.E. hasta aproximadamente 100 A.D. Probablemente la mejor expresión de esta concepción es la tradición Budista temprana, la tradición Therevadan, con el concepto de nirvana o nirvikalpa, que básicamente significa inmersión en un estado sin forma donde no hay manifestación alguna ni surgen objetos. Es un estado de conciencia absolutamente libre de cambio, completamente libre de tiempo, espacio, libre de uno mismo y de confusión. La analogía clásica para aquellos que no han tenido la experiencia es que es algo parecido a estar profundamente dormido sin soñar. Se entra en un estado de conciencia libre de formas. Ese estado de nirvana se consideró el estado más elevado de realización y se creía que estaba completamente divorciado de samsara. El mundo de la vacuidad estaba completamente divorciado del mundo de las formas. El vacío era trascendente y atemporal; las formas sufrían el paso del tiempo, el dolor, la ilusión y demás. El objetivo, no cabe duda, era salir de samsara, “salir de la rueda”, y entrar en nirvana.
Creo que la verdadera revolución en la espiritualidad ocurrió aproximadamente en ese momento, comienza especialmente con el genio de Nagarjuna en Oriente y Plotino en Occidente. Ese fue el descubrimiento de lo que podemos llamar iluminación no-dual o realización no-dual, que es un profundo entendimiento de nirvana, de la vacuidad, de lo atemporal, o de lo trascendente, pero también es una unión porque es la realización unida a las formas del mundo entero, al mundo de samsara. Lo más significativo de las tradiciones no-duales no era acceder a un estado donde cesaban las formas y la manifestación sino entender que esa falta de formas o esa vacuidad era una unidad con todas las formas que se manifiestan momento a momento. Además, ese estado no-dual, llamado sahaj, era en cierto sentido la base del voto del bodhisattva y el comienzo de las tradiciones tántricas. La idea era que de alguna forma el mundo de samsara y el mundo de nirvana debían ir de la mano o no se podría logra un ser pleno, completo o, podríamos decir, integral. O sea que por un lado, sigue siendo cierto que el dharmakaya, el vacío, o el estado perfecto sin formas, no participa del transcurrir del tiempo. Pero por otra parte, esa es sólo la mitad de la historia. La otra mitad es que existe el transcurrir del tiempo, existe el desarrollo, existe un desenvolvimiento, existe la evolución, existe la transformación. Y la verdadera clave de esta discusión, creo, es comprender que la única forma de realizar plenamente el vacío es si uno transforma, evoluciona y desarrolla su propio vehículo en el mundo de las formas. Los vehículos que realizarán el vacío tienen que estar a la altura de las circumstancias. Esto quiere decir que deben estar desarrollados; deben ser transformados y deben estar alineados con la realización espiritual. Esto significa que lo trascendente y lo inmanente deben, en cierto sentido, saborearse uno a otro.
A.C.: ¿En el vehículo?
K.W.: Exactamente.
A.C.: Es decir que el vehículo debe perfeccionarse.
K.W.: Sí. A veces ocurre que la gente tiene solo un atisbo del vacío. Tienen un revelación radical de que son una conciencia infinita e ilimitada. Y luego, como describías, la revelación se disipa. Se encuentran nuevamente dentro del vehículo egoico. Son la misma contracción del ser, y no saben qué fue lo que ocurrió. Pero no quieren involucrarse con una práctica verdadera o tomar medidas transformadoras que lograrían que su vehículo fuera capaz de sustentar esa realización en forma más plena y duradera. Es una pena porque, como bien dices, se están divorciando del mundo del tiempo, se abstienen de involucrarse con el mundo y de hacer lo necesario para transformarse en vehículos trasparentes de lo atemporal.
Lo más valioso de la realización no-dual, o integral, es que básicamente tenemos que trabajar sobre ambos. Debemos pulir nuestra capacidad, por así decirlo, de realizar plenamente el vació, momento a momento. Pero es el vacío de todas las formas que emerge momento a momento. Debemos abrazar radicalmente el mundo de samsara como vehículo y expresión del mismo nirvana. Desafortunadamente, creo que tienes razón en decir que muchas de las escuelas de la no-dualidad no cumplen con estos preceptos.
La tendencia de las personas es a equivocarse de un lado de la ecuación o del otro. O se entregan completamente a samsara, el dominio sensoriomotor – la naturaleza es espíritu, cualquier objeto manifiesto es tomado por espíritu – o se entregan al estado de cesación de las formas. Quiero agregar, además, que la evolución se produce en el mundo de las formas, no en el mundo de la vacuidad. Entonces, a menos que uno se involucre en formas que impulsen la evolución hacia delante, no va a lograr realizar plenamente el vacío que es su verdadero ser.
A.C.: Qué bueno. Ahora quiero ir más a fondo. Porque en tu descripción de la visión no-dual donde desaparece esta distinción entre nirvana y samsara, en esa interpretación de la iluminación, por lo menos en tanto alcanzo a ver, la idea sigue siendo liberarse de este mundo; básicamente, salir corriendo de aquí.
K.W.: Es comprensible.
A.C.: Bien, estoy haciendo una aproximación a la pregunta qué es la iluminación en relación con el mundo del tiempo y del devenir. Lo que estoy intentando aislar aquí es lo que yo llamo “el impulso evolutivo”. Como describí antes, es una compulsión misteriosa y extática por transformar el mundo. Ahora, esta compulsión difiere, yo creo, de lo que se ha dicho tradicionalmente sobre el voto del bodhisattva, porque, por lo menos según yo entiendo el voto del bodhisattva, es que uno desea permanecer en este mundo el tiempo suficiente como para liberar a todos los seres conscientes de este mundo. En otras palabras, ayudarlos a que salgan corriendo de aquí. Pero en el impulso extático evolutivo del cual estoy hablando, la liberación se encuentra en realidad cuando uno se entrega a este imperativo de evolucionar en el mundo.
K.W.: Y no salir de él.
A.C.: Correcto. En esta interpretación de la iluminación, toda nuestra conciencia y energía están al servicio de la creación misma, más allá del ego. Es decir, nuestro vehículo se utiliza para este gran propósito que demanda el todo. Y la iluminación, el transcurrir de la liberación diaria y extática se encontraría y se experimentaría en forma directa y consciente a través de la entrega completa y perfecta a ese sólo propósito. Así es que por lo menos en el caso ideal, si tal cosa fuera posible, no habría motivo egoico subyacente y uno se consumiría por una causa que solo puede comprender parcialmente, digamos, porque su culminación existe siempre en el futuro.
K.W.: Está bien, sí, estoy de acuerdo con el sentido general de lo que dices. Quisiera ponerlo en contexto de la siguiente manera. Como dije antes, hubo un cambio radical después de las tempranas religiones Axiales, que enfatizaban el mero ascenso, la mera trascendencia y la mera cesación. Ese cambio – para las tradiciones no-duales – fue un hito porque ya no se trataba del vacío divorciado de la forma sino una comprensión de que el vacío no es sino la forma, la forma no es sino el vacío, como lo explica el Sutra del Corazón. Ahora, este viraje, que condujo al Budismo Mahayana y eventualmente al Vajrayana fue importante porque significó una comprensión profunda que era diferente de los tipos prevalentes anteriores de religión que vimos. La más temprana creía que el mundo de samsara es el espíritu. Básicamente, esto es la inmersión completa en la pura manifestación o en la mera naturaleza. Luego vino el período Axial, y dijo: “No, lo trascendente es la única realidad espiritual; lo meramente ascendente, lo meramente atemporal es lo único que es real.” Y lo no-dual dice: “Un momento, ambos tienen razón. Lo que debemos hacer es hallar una forma de hacer esto”.
Ahora bien, el voto original del bodhisattva era: “Me comprometo a llegar a la iluminación lo más rápido posible para el beneficio de otros,” ya que, como señalaba Kalu Rinpoche, “Si postergas tu iluminación, ¿cómo podrás salvar a otros, idiota?”. Esto maduró hacia la visión tántrica y lo que ambos tenían en común, por lo menos en forma implícita, era la noción de nirvana y samsara, el vacío y la forma, lo atemporal y el mundo del tiempo, ser y devenir, eran ambos parte de una comprensión integral. Y las dos partes deben ser aceptadas. Creo que estás en lo cierto, de alguna manera, cuando dices que las tradiciones no han estado a la altura de sus preceptos. También creo que existe otro significado o un entendimiento más profundo de la realización no-dual ya que involucra un impulso evolutivo en el mundo de las formas que evolucionan.
A.C.: ¡Sí, a eso me refiero justamente!
K.W.: Creo que la razón que explica esto puede encontrarse justamente en lo que mencionábamos: un sabio, digamos hace mil años, podía tener una comprensión profunda de dharmakaya o del vacío puro, una profunda realización de nirvikalpa samadhi, y luego tener también una comprensión profunda de la unión con todas las formas. Entonces este sabio tendría una visión tanto del vacío como del mundo de las formas y entendería que están intrínsecamente unidos. Surgen momento a momento como la vacuidad de todas las formas que surgen en éxtasis. Ahora, sin embargo, ese sabio casi perfectamente iluminado, en el sentido sahaj, en sentido no-dual, sólo puede ser uno con el mundo de las formas que está presente durante su tiempo. Y ese mundo de formas no tendría los tipos de conocimiento que ahora tenemos sobre el mundo de las formas.
A.C.: ¿Te refieres a la evolución?
K.W.: A la evolución en particular, a su naturaleza exacta, a lo que realmente significa, a lo que sucede en el mundo de las formas. En este mundo, estamos presenciando un giro innegable hacia mayores niveles de diferenciación e integración y de complejidad y unificación. Esto es una revelación profunda porque significa que nuestro vehículo en el mundo de las formas se está tornando más transparente a los procesos que están dentro del mundo de las formas. Esto cambia todo. No importa cuán profundamente iluminado pudo ser alguien hace mil años, el mundo de las formas no incluía esta comprensión. Es decir que esto no era parte de su comprensión, aunque su comprensión de la vacuidad fuera tan importante como lo puede ser hoy, porque la vacuidad es la vacuidad, no está sujeta al cambio, no tiene partes mutables etc. Entonces, no estamos desmereciendo en absoluto al sabio que vivió hace mil años. Sin embargo tenemos una ventaja con respecto a él; nosotros estamos vivos ahora. Y dentro de mil años, la gente mirará hacia atrás y recordará nuestro mundo de formas y se reirán como locos de lo idiotas que éramos. Pero mientras tanto, tenemos que continuar encarnando este mundo de formas con vacío radical y el resultado es, sí, un tipo de vacío evolutivo. O “iluminación evolutiva”; seguramente.
A.C.: Y en esta iluminación evolutiva, el elemento significativo, de la manera en que yo lo entiendo por lo menos, está en el entregarse a un movimiento de una compulsión que ha despertado para participar de todo corazón en el el proceso evolutivo, por el bien de la evolución misma. De esto se trata la iluminación evolutiva, no solamente de la obtención de nuestra liberación personal del mundo o para transcender este mundo.
K.W.: Sí, estoy de acuerdo.
A.C.: Y es este cambio en el énfasis que quiero destacar; esto es lo importante, creo, a fin de definir en última instancia el significado de la iluminación para nuestro tiempo. Porque mientras más y más personas se interesan por lo que es la iluminación y lo que significa, yo diría que por lo menos el noventa por ciento del tiempo, si no es más, lo único que rescatan de la trascendencia es la trascendencia personal. Y aunque esto generalmente viene acompañado por un alegato en favor del desprendimiento y de la compasión, muy rara vez, si es que se da, es la pasión revolucionaria y desenfrenada por una total transformación del mundo que surge del corazón espiritual cuando está verdaderamente liberado del mundo. Quiero decir, suele ser un surtido tibio y extraño de conceptos antiguos sobre la iluminación mezclados con ideas sobre la compasión basadas emocionalmente en el “new age”, pero el fuego de la liberación misma definitivamente no es desde donde surge.
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