domingo, 19 de diciembre de 2010

Relajación yóguica

La práctica de la relajación yóguica conduce fácilmente y rápidamente al descanso verdadero. Se puede aprender con mucha facilidad a relajarse profundamente y a recuperar de forma rápida la energía que se ha consumido anteriormente, por medio de la práctica del Shavasana (la posición “clásica” para la relajación) así mejorando la calidad del sueño y recargando regularmente al cuerpo con energía vital.


Cuando el cuerpo y la mente trabajan en exceso, su eficiencia para realizar las funciones naturales disminuye. La vida social moderna, el alimento, el trabajo e incluso los llamados entretenimientos hacen que resulte difícil relajarse para el hombre civilizado. Pero no únicamente le es difícil relajarse, sino que incluso ha olvidado el modo natural de recargar el cuerpo durante la relajación y el descanso. Incluso cuando descansan, la mayoría de las personas gastan una gran cantidad de energía física y mental debido a la tensión. La mayor parte de la energía producida por el cuerpo se gasta inútilmente.
Se emplea más energía en mantener los músculos continuamente preparados para la acción que en la verdadera acción útil. Para regular y equilibrar las funciones del cuerpo y la mente es necesario aprender a economizar la energía producida por nuestro cuerpo, lo cual es el principal propósito de aprender a relajarse.
El cuerpo genera a lo largo de un día todas las sustancias y energía necesarias para el siguiente. Pero ocurre con frecuencia que todas estas sustancias y energía se consumen en unos pocos minutos a causa del mal genio, ira, irritación, cuando alcanzan cierto grado de intensidad. Este proceso de erupción y represión de las emociones violentas se convierte frecuentemente en un hábito corriente. El resultado es verdaderamente desastroso no sólo para el cuerpo, sino también para la mente.
Durante la relajación no se consume prácticamente nada de Prana o energía, aunque se mantiene un poco en circulación para mantener al cuerpo en su estado normal. El resto es conservado y almacenado.
Para conseguir una relajación perfecta los Yoguis utilizan tres métodos: la relajación física, la mental y la espiritual. Ninguna relajación es completa mientras no se alcance el estado de relajación espiritual que solamente conocen los Yoguis.

1. Relajación física

Toda acción es resultado de un pensamiento. Los pensamientos toman la forma de la acción y el cuerpo reacciona. Del mismo modo que nosotros mandamos un mensaje a los músculos para que se contraigan, otro mensaje llevará igualmente la relajación a los músculos cansados. La postura de relajación se llama Savasana o postura del cadáver.
Túmbese en el suelo y separe ambas piernas unos 40 cm. una de otra. Deje caer los dedos de los pies hacia los lados. Los brazos se dejan sueltos a ambos lados del cuerpo, con las palmas de las manos hacia arriba y los dedos ligeramente flexionados. La respiración es lenta, rítmica y diafragmática. El mensaje de la relajación se produce por autosugestión. Primero, comienza la relajación física desde los dedos de los pies hacia arriba y la autosugestión del relax pasa a través de todos los músculos y llega hasta los ojos y los oídos. Entonces, lentamente se mandan mensajes a los riñones, hígado, etc.
Savasana es un tratamiento eficaz para la hipertensión que ocupa un elevado lugar en la lista de mortalidad. Las drogas que se utilizan en su tratamiento producen con frecuencia efectos dañinos en el cuerpo y deben ser evitadas en la medida de lo posible. Nuestros experimentos, llevados a cabo con 46 pacientes de hipertensión en Bombay, demostraron que su estado mejoró considerablemente tras un periodo de cuarenta semanas durante el cual se sustituyeron progresivamente las drogas usuales por el Savasana.

2. Relajación mental

Son numerosas las situaciones en que nuestra mente se ve tan atareada que cuando nos correspondería descansar somos incapaces de hacerlo porque no paramos de pensar. Esto es un verdadero problema, especialmente cuando nuestra actividad mental ni siquiera nos deja dormir bien. Por ello aquí te ofrecemos un sencillo ejercicio para relajar tu mente y descansar plenamente:
Lo primero es buscarse un lugar tranquilo y cómodo donde podamos tumbarnos.
El ejercicio se realizará con la habitación a oscuras y los ojos cerrados.
Una música agradable y un poco de incienso pueden ser utilizados para favorecer tu relajación.
Respira profundamente tres veces.
Elimina toda la tensión de tu cuerpo y ve relajándolo desde los pies a la cabeza.
Tómate el tiempo que necesites.
Ahora visualiza tu cerebro, e imagina que tiene dos puertas.
Visualiza que las dos puertas están abiertas y cómo los pensamientos que entran por la puerta de la izquierda se van por la puerta de la derecha.
Es ahora el momento de cerrar la puerta de la izquierda impidiendo que ningún pensamiento pueda entrar en nuestro cerebro.
Centra tu atención en los que todavía están en tu mente y vete despidiéndolos y observando cómo van saliendo de ti por la puerta de la derecha.
Cuando haya salido el último pensamiento, cierra la puerta de la derecha. Así, ahora tu cerebro es una habitación vacía que está a oscuras.
No hay pensamientos, no hay nada. Mantén el estado de vacío mental todo lo que te sea posible, y si lo haces para poder dormir bien, déjate dormir con esa sensación

Durante la tensión mental se debe respirar lenta y rítmicamente unos cuantos minutos. La mente se irá calmando gradualmente, hasta sentir una sensación como de flotar.

3. Relajación espiritual

Aunque uno intente relajar la mente, no puede eliminar por completo todas las tensiones y preocupaciones hasta que alcance la relajación espiritual. En tanto el hombre se identifique a sí mismo con su cuerpo y su mente, habrá preocupaciones, tristezas, ansiedades, miedo e ira, las cuales, a su vez, producen tensión. Mientras el hombre no se abstraiga a sí mismo de la idea del cuerpo y no se separe de la conciencia del ego, no hay modo alguno de obtener una relajación completa. En la relajación espiritual uno se abstrae y se identifica con el Ser todopoderoso y omnisciente, pleno de paz y de dicha. La fuente del poder, el conocimiento, la paz y la fortaleza se encuentra en el alma y no en el cuerpo. Afirmando su propia naturaleza real, al decir "Yo soy esa Conciencia Pura o el Ser", uno se identifica con el Absoluto y completa el proceso de la relajación.

El stress y la civilización del ocio

Los jóvenes ejecutivos de hoy son las víctimas del corazón y de la hipertensión de mañana. Indudablemente ganan mucho dinero y progresan, pero algo parece equivocado en su esquema de vida. Tienen una mujer amable, dos o tres niños sanos, una bonita casa, dos coches en el garaje y dinero de sobra para darse una buena vida. ¿Por qué, entonces, se encuentran medio dormidos en cuanto llegan al trabajo, necesitando "martinis" para abrir el apetito? ¿Por qué sufren dolores de cabeza, cardialgía y estreñimiento? A la hora de la cena necesitan unas cuantas copas para poder relajarse, y para entonces ya han bebido gran cantidad de cafés durante todo el día para poder seguir la marcha. A la hora de acostarse no pueden conciliar el sueño y, una vez lo consiguen, tampoco pueden mantenerse dormidos, lo cual achacan al café ingerido.
El problema es, en efecto, el stress. El stress produce hoy día un impacto casi continuo y tan rápido como la telecomunicación, al tiempo que la radio transmite malas noticias y la televisión los continuos crímenes y disturbios. Ni siquiera durante las vacaciones se puede uno escapar de todas estas presiones externas, lo cual indudablemente afecta. Un poco de stress nos proporciona el ímpetu y empuje necesarios, manteniéndonos estimulados e interesados por nuestro modo de vida. Un poco es sano básicamente, pero cuando éste acaba de convertirse en preocupaciones y miedos irracionales, enfermedades y cansancio general, es el momento de actuar antes de que arruine nuestro cuerpo y nuestra mente. Las enfermedades producidas por el stress están aumentando, según el Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos. Las enfermedades cardíacas y las úlceras se detectan ahora con casi doble frecuencia que hace diez años, y lo mismo ocurre, aún en mayor grado, con la hipertensión.
Pero el stress no es el único tirano de la sociedad moderna. Ningún arte es más popular que el de matar el tiempo, y a ninguno se lo persigue con menos inteligencia y razón. No son precisamente pocos los que piensan que el ocio es más divino que el trabajo, pero no han aprendido a usarlo. Se puede utilizar el ocio para relajarse y para realizar una actividad constructiva que promueva tanto el bienestar del individuo como el de la sociedad. Desgraciadamente, la costumbre es malgastarlo en actividades infructuosas y en dispersarse.
El aumento de ocio en nuestros días no ha producido, ni mucho menos, un aumento paralelo del nivel cultural. Tal vez sea más el producto del sistema económico bajo el cual vivimos, que el de un fluir inherente a la naturaleza humana. Bajo un sistema económico socialmente más útil, sus derroteros serían, tal vez, muy distintos de lo que ahora son. Bajo nuestra orden social, el aumento del ocio no ha sido acompañado por una mayor persecución de la sabiduría o la belleza, sino por más bebida, más tiempo como espectador de deportes, ante el televisor o la pista de carreras, y más fumar y beber. El gusto popular se ha degradado al máximo, debido a los efectos alienantes del "entretenimiento".
Frecuentemente, las vacaciones resultan más exhaustivas que nuestros deberes cotidianos. Estas se convierten en rondas de comer, beber y  bailar hasta altas horas de la madrugada, corriendo de un lugar a otro, conduciendo largas distancias, y como se suele decir, "pasándolo bien". La velocidad de nuestros viajes es sólo comparable a la de nuestra dispersión. Mientras no hagamos un uso inteligente de nuestro tiempo de ocio, continuaremos  siendo  testigos de hombres y mujeres que se aproximan la mitad de sus vidas con sus articulaciones anquilosadas, su cuerpo fofo y grueso, el corazón agitado, y esa pérdida de energía que caracteriza a la vejez. Si el ocio es malgastado en la indolencia, la glotonería y el exceso, nos destruiremos a nosotros mismos mucho más rápidamente que por medio del exceso de trabajo. La ociosidad y la inactividad, ya sean mentales o físicas,  aseguran la pérdida de nuestras funciones y la vejez prematura. El ocio debe ser utilizado constructivamente para mejorarnos a nosotros mismos y a los demás.

Fuentes:

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