miércoles, 27 de agosto de 2008

La Compasión y el Dalai Lama.

"Me gustaría empezar explicando el sentido de la compasión, lo cual a menudo suele entenderse erróneamente. La genuina compasión está basada no en nuestras propias proyecciones y expectativas sino en los derechos del otro, independientemente de si la otra persona es un amigo íntimo o un enemigo, el hecho de que ésa persona desee la paz y la felicidad y quiera superar el sufrimiento, ha de servirnos de base para desarrollar un genuino interes por su problema. Normalmente cuando nos interesamos por un amigo íntimos llamamos a ésto compasión. Esto no es compasión , es apego. Tan pronto como cambian nuestras proyecciones desaparece el apego. Es posible tener compasión sin apego y de forma similar sentir enfado sin odio.Necesitamos hacer una distinción clara entre la compasión y el apego y entre el enfado y el odio. Esta claridad de conceptos es útil en nuestra vida diaria y en nuestros esfuerzos hacia la paz mundial. Considero que estos son los valores espirituales fundamentales para la felicidad de todos los seres humanos, independientemente de si uno es creyente o no."

El hombre es básicamente bueno y su naturaleza es compasiva, dice el Dalai Lama. Cientos de estudios científicos avalan esta afirmación, indicando que la agresividad y el comportamiento violento está influido por factores biológicos, sociales, situacionales y ambientales; y todo ser humano desea ser feliz y ser tratado con consideración, respeto y afecto.

Cuando creemos en esta premisa básica, nuestra visión del mundo cambia y somos más felices.

La existencia humana está llena de esperanza aunque no haya nada que pueda garantizar nuestro futuro.

Reflexionar sobre qué es lo que le da significado a nuestra vida nos permitirá establecer prioridades y utilizar bien nuestro tiempo para ser más felices.

Los seres humanos están cada día más aislados. Se jactan de ser independientes pero no se dan cuenta que solamente para poder existir en este mundo dependen de infinidad de personas que trabajan para que puedan continuar viviendo, alimentándolos, vistiéndolos y ayudándolos a mantenerse saludables.

Muchos tienen dificultades para relacionarse y no saben cómo establecer vínculos, tienen miedo al rechazo y mantienen un estilo de vida solitario.

La única forma de abrirse a los demás es acercarse a ellos con una disposición compasiva, creando un ambiente positivo y amistoso. Esa actitud abre la posibilidad de recibir afecto y de recibir una respuesta positiva de la otra persona.

Pero la gente está esperando que sean los otros quienes actúen primero en forma positiva en lugar de tomar la iniciativa.

La compasión activa la perfección que está presente en el interior del hombre. El otro es indispensable y todos los aspectos de la vida de cada uno son el resultado del esfuerzo de los demás.

Es crucial la importancia de acercarse a los demás con una actitud compasiva y la empatía es un factor importante para apreciar el sufrimiento del otro.

Hay un nivel básico humano que trasciende las diferencias secundarias, tenemos una estructura física común, una mente, emociones, hemos nacido del mismo modo y todos moriremos. Todos deseamos alcanzar la felicidad y evitar el sufrimiento. Este es el terreno básico común para acercarse al otro.

La primera impresión que nos produce una persona puede ser equivocada, porque todo cambia cuando conocemos y valoramos los antecedentes de quien estamos tratando.

Una verdadera relación se consigue conociendo la naturaleza profunda del otro.

El Dalai Lama nos dice que para construir una relación sólida se necesita afecto verdadero, compasión y respeto mutuo.

La compasión puede definirse como un estado mental libre de agresividad, y de intenciones violentas. Es una actitud mental que desea liberar a los otros de sus sufrimientos, con compromiso, responsabilidad y respeto.

También la compasión desea cosas buenas para uno mismo y este paso es fundamental para empezar a ser compasivo con los demás.

Existen dos clases de compasión, la que incluye el apego y la expectativa de recibir lo mismo del otro y la verdadera compasión que es la que está libre del apego.

La compasión es el reconocimiento de los derechos genuinos del otro, no se relaciona con nuestros intereses personales y es el único modo compasivo que genera amor.

Cuanto más comprendemos el sufrimiento del otro tanto mayor será nuestra capacidad de compasión.

La compasión no es masoquismo porque se asume voluntariamente el sufrimiento del otro con un propósito más elevado.

En el fondo, las personas crueles son infelices porque sufren una angustiosa sensación de inseguridad y temor, incluso mientras duermen.

El desarrollo de la compasión y el altruismo tiene un efecto positivo sobre la salud física y emocional.

Las pruebas científicas apoyan claramente la postura del Dalai Lama acerca del valor de la compasión. Estudios realizados en la Universidad de Harvard demostraron que la estimulación de los sentimientos compasivos de las personas eleva sus niveles de inmunoglobulina A, que es un anticuerpo que ayuda a combatir las infecciones respiratorias.

Otras investigaciones realizadas en la Universidad de Michigan revelaron que realizar trabajos de voluntariado con regularidad aumentaba espectacularmente las expectativas de vida de las personas que realizaban este trabajo y probablemente, también aumentaba su vitalidad general.

Meditación sobre la Compasión

Al generar compasión, se empieza por reconocer que no se desea el sufrimiento y que se tiene el derecho a alcanzar la felicidad. Eso es algo que puede verificarse con facilidad. Se reconoce luego que las demás personas, como uno mismo, no desean sufrir y tienen derecho a alcanzar la felicidad. Eso se convierte en la base para empezar a generar compasión.

Así pues, meditemos hoy sobre la compasión. Empecemos por visualizar a una persona que está sufriendo, a alguien que se encuentra en una situación dolorosa, muy infortunada. Durante los tres primeros minutos de la meditación, reflexionemos sobre el sufrimiento de ese individuo de forma analítica, pensemos en su intenso sufrimiento y lo infeliz de su existencia. Después tratemos de relacionarlo con nosotros mismos, pensando: "Este ser tiene la misma capacidad que yo para experimentar dolor, alegría, felicidad y sufrimiento". A continuación, tratemos de que surja en nosotros un sentimiento natural de compasión hacia esa persona. Intentemos llegar a una conclusión, pensemos en lo fuerte que es nuestro deseo de que esa persona se vea libre de su sufrimiento. Tomemos la decisión de ayudarla a sentirse aliviada. Finalmente, concentrémonos en esa resolución y, durante los últimos minutos de la meditación, tratemos de generar un estado de compasión y de amor en nuestra mente.

El ejercicio:

1. Dedica 5 minutos al inicio de cada día a recordar que todos deseamos lo mismo (ser felices y ser amados) y que todos estamos conectados.

2. Dedica 5 minutos a apreciarte a ti mismo y a los demás. Deja ir los juicios. Inhala apreciándote y dándote amor a ti mismo, y exhala apreciando y entregando amor a los demás. Si aparecen los rostros de personas con las que tienes dificultades, aprécialos también.

3. Durante el día, extiende esa actitud a todos los que te encuentres —todos somos lo mismo, y me aprecio a mí mismo y a ti-; házlo con el personal del supermercado, con tus clientes, tu familia, compañeros de trabajo, etc.

4. Sigue realizando este ejercicio, sin importar lo que ocurra.

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