Desde el momento de nacer sentimos que hay dos partes en nosotros. A la
hora de nacer, y luego por algún tiempo después, uno es todo nagual. En ese
entonces, nosotros sentimos que para funcionar necesitamos una contraparte
a lo que tenemos. Nos falta el tonal, y eso nos da, desde el principio, el senti-
miento de no estar completos. A esas alturas el tonal empieza a desarrollarse
y llega a tener una importancia tan absoluta para nuestro funcionamiento,
que opaca el brillo del nagual, lo avasalla; y así nos volvemos todo tonal.
Desde el momento en que uno se vuelve todo tonal, no hacemos otra cosa
sino aumentar esa vieja sensación de estar incompletos; esa sensación que
nos acompaña desde el momento de nacer y que nos dice constantemente
que hay otra parte de nosotros que nos haría íntegros.
hora de nacer, y luego por algún tiempo después, uno es todo nagual. En ese
entonces, nosotros sentimos que para funcionar necesitamos una contraparte
a lo que tenemos. Nos falta el tonal, y eso nos da, desde el principio, el senti-
miento de no estar completos. A esas alturas el tonal empieza a desarrollarse
y llega a tener una importancia tan absoluta para nuestro funcionamiento,
que opaca el brillo del nagual, lo avasalla; y así nos volvemos todo tonal.
Desde el momento en que uno se vuelve todo tonal, no hacemos otra cosa
sino aumentar esa vieja sensación de estar incompletos; esa sensación que
nos acompaña desde el momento de nacer y que nos dice constantemente
que hay otra parte de nosotros que nos haría íntegros.
El camino del guerrero es armonía: la armonía entre las acciones y las decisiones, al principio, y luego la armonía entre el tonal y el nagual.
Al guerrero se le debe enseñar a estar totalmente vacío antes de que pueda siquiera concebir el ser testigo del nagual.
Hay que barrer la isla del tonal y mantenerla limpia. Es la única alternativa que tiene el guerrero. una isla limpia no ofrece resistencia; es como si allí no hubiera nada.
El tonal es el organizador del mundo. El hombre común lo llama realidad, racionalidad, sentido común. Quizá la mejor forma de describir su obra monumental, es decir que en sus hombros descansa la tarea de poner en orden el caos del mundo. no es un absurdo sostener, como lo hacen los brujos, que todo cuanto sabemos y hacemos como hombres, es obra del tonal.
El tonal es todo cuanto conocemos, y eso no sólo nos incluye a nosotros, como personas, sino a todo lo que han en nuestro mundo. Puede decirse que el tonal es todo cuanto salta a la vista.
Lo empezamos a cuidar desde el momento de nacer. En el instante en que tomamos la primera bocanada de aire, también ese mismo aire es poder para el tonal. Así que, es muy apropiado decir que el tonal de un ser humano está ligado íntimamente a su nacimiento.
Debes recordar este punto, Es de gran importancia para entender todo esto.
El tonal empieza en el nacimiento y acaba en la muerte.
El nagual es la parte de nosotros mismos con la cual nunca tratamos, lo mágico, lo misterioso. El reino cuya llave es la voluntad.
¡El hombre es sólo mente!
Al comienzo, uno tiene que hablarle al tonal. El tonal es el que debe ceder el control. La tarea es entonces convencer al tonal de que se haga libre y fluido.
Una vez que el hombre ha sido empujado y su tonal se encoge, su nagual, si es que ya está en movimiento, por más pequeño que sea este movimiento, toma las riendas y realiza hazañas extraordinarias.
Tu tonal debe convencerse con razones, tu nagual con acciones, hasta que cada uno apuntale al otro. Como te he dicho, el tonal gobierna, pero así y todo es muy vulnerable. El nagual, en cambio, nunca, o casi nunca, actúa; pero cuando lo hace, aterra al tonal.
Cuando estés en el mundo del tonal, debes ser un tonal impecable; ahí no hay tiempo para asuntos irracionales. Pero cuando actúes en el mundo del nagual, también debes ser impecable; ahí no hay tiempo para asuntos racionales.
El hombre renunció al conocimiento silencioso del nagual por el mundo de la razón del tonal. Cuando más se aferra al mundo de la razón, más tenue se vuelve su conocimiento silencioso.
Sólo puede llegarse a la totalidad de uno mismo cuando uno tiene bien entendido que el mundo es simplemente una visión, sin importar que esa visión pertenezca a un hombre común o a un brujo.
No hay modo de llegar a la explicación de los brujos a menos que uno haya usado voluntariamente el nagual, o mejor dicho, a menos que uno haya usado voluntariamente el tonal para dar sentido a las propias acciones que uno ejecute en el nagual. Otra manera de aclarar todo esto es decir que la visión del tonal debe prevalecer si uno quiere usar el nagual como lo usan los brujos.
Tu razón tal vez incluso admita, a estas alturas, que hay otro centro de ensamble: la voluntad, a través de la cual es posible juzgar, calcular y utilizar los extraordinarios efectos el nagual. Podemos reflejar al nagual a través de la voluntad.
El último trozo de la explicación de los brujos dice que la razón no hace sino reflejar un orden externo, y que la razón no sabe nada de ese orden; no puede explicarlo, como tampoco puede explicarlo el nagual. La razón solo puede atestiguar los efectos del tonal, pero jamás podría comprenderlo o deshilvanarlo. El hecho mismo de que estemos pensando y hablando indica que hay un orden que seguimos sin siquiera saber como lo hacemos, o cuál es el es orden ese.
Un guerrero no debe dejar nada librado al azar, un guerrero es realmente capaz de alterar el curso de los sucesos, valiéndose del poder de su voluntad y de la inflexibilidad de su propósito.
Don Juan nos enseña que hay dos partes en nosotros. A la hora de nacer y por algún tiempo después, somos todo "nagual". Luego nuestra percepción comienza a desarrollarse al reconocer los objetos y aprender sus nombres (todas las personas que nos rodean son nuestros maestros). Así, se va configurando el tonal , que es todo aquello de lo que se puede describir con el lenguaje. Cuando nos integramos totalmente en el mundo de los hombres se puede decir que somos todo "tonal" y, por tanto, que nos olvidamos de nuestro origen. No obstante, en todos nosotros hay una sensación de estar incompletos. Las enseñanzas "toltecas" describen el tonal como una isla, aclarando que cualquier descripción que hagamos del tonal, es una descripción que hace el tonal de sí mismo. El tonal pone orden en el mundo, hace el mundo según unas reglas que él mismo se inventa (y que luego defiende) aunque, como dice don Juan, es un creador que no crea nada, ya que lo única fuente de creación es el nagual. A partir del momento en que somos todo tonal empezamos a establecer dualidades o polaridades y, aunque sentimos nuestros dos lados (el tonal y el nagual), siempre los representamos con objetos del tonal: por ejemplo, hablamos del cuerpo y el alma, de la mente y la materia, del bien y el mal, de Dios y del Diablo... Pero la sensación de estar incompletos no nos abandona nunca. Por eso "el camino del guerrero" pasa por el hecho de ser conscientes de que además del tonal existe el nagual.
Y para ser conscientes del nagual los antiguos guerreros toltecas desarrollaron tres grandes técnicas:
- El arte del acecho.
- El arte del ensueño.
- La maestría del intento.
Don Juan usa el término tonal para hablar del mundo conocido -parte derecha- o de la razón, y el término nagual con dos acepciones, una que se refiere a la parte izquierda -de la "otra realidad", de la percepción, la contraparte del tonal- y otra que se refiere al nombre que se le da al hombre de conocimiento, el líder de un grupo de guerreros al que se le nombra "el nagual", como lo fue Don Juan en su grupo, o Elías y el propio Castaneda.
Para Don Juan el tonal nace con el hombre y muere con él; el nagual es la otra parte del hombre que siempre está ahí, antes, durante y después. El tonal es el mundo que se urde con la razón; el nagual es el mundo del poder, donde lo único que puede hacer el hombre es atestiguar.
Castaneda recibe conocimientos a través de técnicas prácticas para "barrer" o limpiar la isla del tonal, porque "el camino del guerrero" no es más que la capacitación para ahorrar energía y poder entrar al mundo del nagual. Don Juan le dice a Castaneda que un guerrero no puede andar con lamentos y quejas, porque su vida es un desafío interminable, y no existen formas para que los desafíos sean bonitos o feos, buenos o malos. Los desafíos son sencillamente eso, desafíos. Allí radica la diferencia entre los hombres comunes y los guerreros. Mientras que para los primeros el mundo está lleno de bendiciones o maldiciones, para los segundos es un desafío interminable donde está a prueba su "impecabilidad" y su "desatino controlado".
LA ISLA DEL TONAL
Don Juan dice que todos los seres humanos tenemos dos entidades distintas que forman una unidad, el tonal y el nagual. El tonal es el que "construye" el mundo de objetos e ideas en el que vivimos; existe un tonal para cada uno de nosotros y un tonal para el tiempo, para cada época. El tonal es todo cuanto somos e imaginamos y se conforma por una descripción del mundo. El tonal crea "las reglas" por las cuales se percibe o "construye" al mundo en un sentido figurado.
El nagual es la parte de nosotros mismos y el mundo que nunca conoceremos y mucho menos por medio de la razón. El nagual es la parte donde radica el "pode", lo innombrable. La Toltequidad divide al mundo en tres partes: lo que se conoce, lo que se desconoce, lo que se desconoce pero se puede conocer y lo que jamás conoceremos (el nagual, el poder mismo).
Por su parte, "López Austín, en la página 176 de "Cuerpo humano e ideología", dice: "Lo anterior sugiere que, así como el uso de la mano derecha estaba ligado a las actividades cotidianas, sobre todo las que exigían destreza, la izquierda se ligaba en forma más estrecha al mundo de lo sobrenatural."
EL DIA DEL TONAL
Don Juan le explica a Castaneda que el hombre usa una pequeña porción de su totalidad; sin embargo, cuando muere, lo hace con toda su totalidad; entonces pregunta: ¿Por qué no vivir plenamente con toda nuestra totalidad si hemos de sucumbir con ella?
Muchos lectores de Castaneda han buscado la puerta falsa del nagual a través de la comodidad de las drogas o en la frivolidad de lo "snob": "buscar el camino" en lo desconocido. Don Juan es claro y reiterativo respecto a que lo primero en que debe trabajar un aprendiz es en "barrer su isla del tonal". Uno no puede entrar al nagual si no tiene cierto dominio sobre el mundo cotidiano y su propia persona.
El tonal es muy delicado, y los hombres comunes usan toda su capacidad en lastimar y deformar a su tonal. El tonal se deteriora muy fácilmente; los vicios, la comodidad y los abusos son elementos con los que hacemos esta tarea.
Hay tonales fuertes y débiles. Cada persona tiene un tonal y éste puede estar en inmejorables condiciones o hecho una desgracia. El aprendiz, a través del camino del guerrero, fortalecerá y hará resistente a su tonal, lo que logrará por medio del escrupuloso cumplimiento de las técnicas que permiten ahorrar energía (tonal viene de Tonafli, que significa energía).
Don Juan, al hablar de los indios, dice que ellos son "los desafortunados de nuestro tiempo"; que la Caída de ellos se inició desde la llegada de los occidentales, que se dedicaron a destruir no sólo su tonal sino el de su tiempo. La vida se les convirtió en un infierno, pero paradójicamente el rigor de la Conquista y la Colonia "benefició" a los indios que eran hombres de conocimiento, pues éstos, al ver destruido su tonal, se refugiaron en el nagual, y allí los occidentales nunca pudieron entrar; es más, éstos jamás se enteraron de que existiera.
También en este capítulo Don Juan le dice a Castaneda, en un momento en que él se encuentra en peligro por el encuentro con el poder, que escriba, porque el "tomar notas de campo" es la única "brujería" que posee en ese nivel de conocimiento.
Don Juan dice que el tonal se debe cuidar; que una lucha dentro del propio tonal es lo más imbécil que le puede pasar a un hombre y que, por desgracia es lo que siempre estamos haciendo.
El camino del guerrero es armonía y equilibrio; entre el nagual y el tonal, ambos se apuntalan a sí mismos, ninguno es ni más ni menos importante que el otro.
Un tonal fuerte y libre es flexible y fluido, puede dejar "operar" al nagual; en la medida que un tonal se fortalece, menos se aferra a sus ideas y hechos y más fácil puede actuar el nagual. Porque lo que concierne al nagual sólo se puede atestiguar con el cuerpo; lo que concierne al tonal sólo con la razón.
Don Juan dice que al tonal hay que convencerlo con razones y al nagual con acciones.
LA HORA DEL NAGUAL
La obsesión de los hombres consiste en ajustar al mundo con las reglas del tonal. El tonal es la base de lo que somos como hombres en este mundo de ideas y objetos "sólidos". El tonal, a través de lo que se llama "el primer anillo de poder", urde el "mundo" con la razón. El tonal debiera ser un "guardia" que protegiera esa parte indispensable de nosotros; sin embargo, el guardia se convierte en "guardián" celoso y exagerado de su tarea que bloquea a la otra parte complementaria de nosotros: el nagual.
El tonal gasta toda la energía que poseemos; en "la isla del tonal" vamos acumulando muchas vanidades, ideas, prejuicios, conceptos y objetos, todos ellos innecesarios. El esfuerzo por sostener las "ideas" de cómo es el mundo, de cómo somos y cómo debieran ser los demás, más el sostenimiento de nuestra compulsivo necesidad de "tener", agota toda la energía de que disponemos. Para "atestiguar" al nagual se necesita tener disponible suficiente energía, y esta energía se obtiene al "limpiar nuestra isla del tonal".
El mundo del nagual y el tonal conforman el ámbito humano; que al primero no lo palpemos y reconozcamos no quiere decir que no exista. Hay muchas religiones antiguas en el mundo que nos hablan, con otras palabras y otros signos, del mundo del nagual y esto se debe a que es un conocimiento milenario y universal del hombre, conocimiento que en los últimos 500 altos ha sido negado por el mundo occidental debido a su limitado y prepotente pensamiento cientificista.
El tonal y el nagual son un par de opuestos complementarios y esta forma de entender el mundo tiene profundas raíces en las culturas mesoamericanas. Lo racional y lo irracional son dos facetas que integran la totalidad del hombre; ninguna es más o menos importante que la otra; por el contrario, son complementarias. Por esto, tal vez, el hombre moderno, producto de la cultura occidental, tiene un leve sentimiento de insatisfacción que se origina en el hecho de no estar completo. Para Occidente lo irracional es algo que debe ser superado y exterminado, pues concibe la superioridad a partir de la razón (el hombre es un animal racional). No obstante, otras culturas en el mundo han desarrollado vías de conocimiento "irracionales" o que no surgen a partir de la razón. La Toltequidad es una de ellas.
Como dato interesante diremos que en este capítulo Don Juan le dice a Castaneda que cuando un hombre ha aprendido a ahorrar energía, el poder le manda un "maestro" para convertirlo en aprendiz, y cuando el aprendiz ha logrado ahorrar más energía, el poder le manda a un "benefactor" para hacerlo tolteca, nagual o "brujo". Por lo que consideramos que un "lector" de la Toltequidad tiene suficiente trabajo para apenas tratar de comenzar con las técnicas que Castaneda relata en el Viaje a Ixtlán.
EL SUSURRO DEL NAGUAL
Como se ha dicho, el tonal es la base de todo lo que somos y percibimos como hombres. El hombre común debe poseer una "unidad" en la isla del tonal. Sin esa coherencia que le da la unidad, el hombre puede perder el "juicio". La racionalidad del hombre le da equilibrio en su mundo; es, diremos, el instrumento del tonal. Para el hombre común es suficiente vivir con la "mitad" de sus posibilidades; se conforma porque ese mundo es, regularmente, seguro y confortable. Pero el hombre que quiere vivir con la totalidad de sí mismo debe entrar en el peligroso y exhaustivo camino de la Toltequidad o "brujería". Romper la unidad del tonal, su coherencia o racionalidad, si no se hace en una forma cuidadosa, puede poner en serios peligros al ser humano.
El tonal es muy frágil y no admite que le quiten el "control" de la realidad. Aun así, la Toltequidad propone, como camino, abrir y reducir la isla del tonal, pero sin lastimarla o destruirla. Para poder hacer al tonal "flexible y tolerante" debemos liberarlo de todas las "porquerías" que hemos ido recogiendo por la vida y hemos ido depositando en la isla hasta saturarla y, por consiguiente, gastamos toda la energía que poseemos.
Un guerrero entiende que tiene muy poco tiempo en la Tierra y que en cualquier instante puede morir; por ello sabe que debe limpiar su isla a través de¡ ahorro de energía para poder entrar a la otra parte de sí mismo, que es el nagual.
El guerrero busca sobre todas las cosas llegar a la totalidad; sabe que sólo hay tiempo para la impecabilidad; lo demás agota su poder, la impecabilidad lo renueva permanentemente.
La impecabilidad consiste en hacer de la mejor forma todo cuanto uno haga; dicho en otras palabras, el ahorro constante y sistemático de la energía, ahorro constante que se acumula y allí radica el "poder personal".
Fuentes:
"Para leer a Carlos Castaneda"
"Para leer a Carlos Castaneda"
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3 comentarios:
la musica no se puede apagar o bajar de volumen?
Entonces cambio la frecuencia!
Gracias
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