viernes, 28 de septiembre de 2007

Metas de la brujería.

"Expliqué en esos libros que él me enseñó brujería, pero no como nosotros la entendemos en el contexto de nuestro mundo cotidiano: el uso de poderes sobrenaturales sobre otros o la convocación de espíritus a través de hechizos, encantamientos y ritos a fin de producir efectos sobrenaturales. Para don Juan, la brujería era el acto de corporizar ciertas premisas especializadas, tanto teóricas como prácticas, acerca de la naturaleza de la percepción y el papel que ésta juega en moldear el universo que nos rodea".
Carlos Castaneda.

Es el arte de interrumpir el flujo del sistema de interpretación, es otra manera de interpretar. En el México antiguo hubo un género entero que se dedicaba a engrandecer los límites de percepción. Estos eran seres rituales para poder esconder cosas de tremendo valor. Pasan cosas increíbles para la mente normal.
Podemos percibir la energía como fluye, el poder ver la energía tan sólo un momento, da reintegración, se reagrupa algo inaudito, no tenemos práctica. Se reagrupa en otra percepción y estamos frente a otro universo. Hay brujos capaces de hacer cosas inaudibles. Pero estamos siempre con ideas que no nos han permitido desarrollar el potencial humano, como la ciencia. A mí me han dicho: "Esto no es científico, Carlos, esto es pura superstición". ¿Pero dónde estaríamos si todo se hubiera podido probar?
Entrevista a Carlos Castaneda, por Kala Ruiz
"La Jornada" Enero de 1997

La brujería es un estado de conciencia, es la habilidad de percibir lo que la percepción común no puede captar.
Tradición de practicantes insólitamente disciplinados y de prácticas extraordinariamente sofisticadas.
Para poder familiarizarse con ese mundo uno ha de utilizar su propia persona de modos progresivamente complejos y cada vez más sofisticados.
Todas las facultades, posibilidades y logros de la brujería, desde lo más simple hasta lo más sorprendente, se halla en el cuerpo humano mismo.

Romper las disposiciones perceptuales y predisposiciones que nos encarcelan dentro de los límites del mundo cotidiano y nos impiden entrar en otros mundos percibibles. Para los brujos, romper tal disposición perceptual capacita a uno a cruzar una barrera y dar un salto hacia lo inimaginable. Llaman a este salto “la travesía de los brujos”, a veces se refieren a ello como “el vuelo abstracto”.

El vuelo abstracto:

Los brujos recapitulan sus vidas con el fin de proveerse de energía para realizar el vuelo abstracto. De hecho, implica atravesar un vasto abismo hasta un reino imposible de describir, porque el ser humano no constituye su medida. Lo humano en ese reino es tan poco importante que se pierde en su inmensidad.
Para los brujos libertad significa estar libre de lo humano. Y eso incluye a Dios, el bien y el mal, los santos, la Virgen y el Espíritu Santo.

Expandir los límites de la percepción normal es un concepto que surge de la creencia de los brujos de que nuestras opciones en la vida son limitadas debido a que están definidas por el orden social. Los hechiceros creen que el orden social crea nuestra lista de opciones, pero que nosotros hacemos el resto; al aceptar solamente estas opciones limitamos nuestras casi ilimitadas posibilidades.

En nuestro mundo hay quienes tientan lo desconocido en busca de opciones diferentes de la realidad pero, por desgracia, tales búsquedas son esencialmente de naturaleza mental. Nunca nos abastecen de la energía necesaria para cambiar nuestro modo de ser. Sin energía nuevos pensamientos y nuevas ideas casi nunca producen cambios en nosotros.

Alcanzar el cuerpo luminoso. Se logra a través del sofisticado uso del ensueño y mediante un esfuerzo riguroso y sistemático: "el no-hacer": acto insólito que emplea nuestro ser total forzándolo a ser consciente del segmento luminoso.

Entender la lucha de los modernos videntes de separar la brujería de lo concreto a lo abstracto:
  • Lo concreto: La obsesiva fijación de la mente en prácticas y técnicas, la injustificada influencia sobre la gente.
  • Lo abstracto: La búsqueda de la libertad, libertad para percibir, sin obsesiones, todo lo que es humanamente posible.
“El mundo de los brujos es un ensueño, un mito, y sin embargo, tan real como el mundo de todos los días. Para percibir y funcionar en ese mundo debemos despojarnos de la máscara cotidiana que llevamos adherida a nuestros rostros desde el día que nacemos, y colocarnos la segunda, la que nos permite vernos a nosotros mismos y a nuestro entorno como lo que realmente son: sucesos extraordinarios que florecen sólo una vez, adquieren existencia transitoria y nunca se repiten. Esa máscara tiene que confeccionarla uno mismo”.

“La gran tarea de los brujos es implantar la idea de que para evolucionar el hombre debe primero liberar su conciencia de ser de sus ataduras con el orden social. Una vez que esté libre, "el intento" la dirigirá por un nuevo camino evolutivo”.

Los brujos son hombres de conocimiento antes que hombres de razón, y como tal están adelantados respecto de los intelectuales de Occidente que asumen que la realidad, a menudo equiparada con la verdad, se conoce a través de la razón. Un brujo sostiene que lo único que puede conocerse mediante la razón son nuestros procesos del pensamiento, pero que es sólo mediante el acto de comprender nuestro ser total, en su nivel más sofisticado e intrincado, que podremos borrar los límites con los cuales la razón define la realidad.

Los brujos cultivan la totalidad de su ser, o sea que no necesariamente hacen una distinción entre los aspectos racionales e intuitivos del hombre. Utilizan ambos para llegar al reino de la conciencia que llaman el conocimiento silencioso, el cual existe más allá del lenguaje y del pensamiento.

Para que uno pueda silenciar su lado racional, primero debe comprender los procesos del pensamiento en su nivel más sofisticado...la filosofía, comenzando con el pensamiento clásico griego, suministra la mejor manera de iluminar este proceso Ya sea como eruditos o como legos somos miembros y herederos de la tradición cultural de Occidente, lo cual significa que, independientemente de nuestra educación, somos prisioneros de esa tradición y su manera de interpretar la realidad.

Los brujos luchan activamente para romper esas cadenas. Sin embargo no se internan ciegamente en al oscuridad. Están preparados; saben que cuando se arrojan a lo desconocido necesitan poseer un bagaje racional bien desarrollado. Sólo entonces podrán explicar y darle sentido a lo que traigan de vuelta de sus viajes a lo ignoto.

Se ha de comprender que tanto la brujería como la filosofía son formas altamente sofisticadas del conocimiento abstracto. Tanto para uno como para otro la verdad de nuestro ser-en-el-mundo no permanece impensada. No obstante, el brujo va un paso más allá; actúa en base a sus hallazgos que ya están, por definición, fuera de nuestras posibilidades culturalmente aceptadas.

Los filósofos son brujos intelectuales. Pese a ello sus búsquedas y ensayos quedan siempre en empeños mentales. Los filósofos sólo pueden actuar en el mundo que tan bien entienden y explican de la manera cultural ya convenida, se suman a un ya existente cuerpo de conocimiento. Interpretan y reinterpretan textos filosóficos. Nuevos pensamientos e ideas resultantes de este intenso estudio no los cambian excepto, tal vez, en un sentido psicológico. Pueden llegar a convertirse en personas más buenas y comprensivas, o tal vez en lo opuesto. Sin embargo, nada de lo que hagan filosóficamente cambiará su percepción sensorial del mundo pues los filósofos trabajan desde dentro del orden social, al cual apoyan aún cuando intelectualmente puedan no estar de acuerdo con él. Los filósofos son brujos frustrados.

Los brujos también construyen sobre un ya existente conjunto de conocimiento. Sin embargo, no lo hacen aceptando lo ya probado y establecido por otros brujos. Deben probarse de nuevo a sí mismos que aquello que ya se da por aceptado en verdad existe, y se somete a la percepción. Para llevar a buen término la tarea necesitan una extraordinaria capacidad de energía, la cual obtienen apartándose del orden social sin retirarse del mundo. Los brujos rompen el convenio que ha definido la realidad sin destruirse en el proceso de hacerlo.

Claves:

La clave de la brujería es el misterio del "punto de encaje”. Repítete a ti mismo incensantemente esto por un tiempo, entonces una fuerza oculta tomará las riendas y provocará en tí los cambios apropiados.

No permitirte ser tu ser usual es el secreto más complejo de la brujería. Suena tonto pero no lo es. Es la llave al poder, y por lo tanto lo más difícil que hace un brujo; y sin embargo, no es algo complejo, imposible de entender. No confunde la mente y por lo tanto nadie puede siquiera sospechar su importancia y tomarlo en serio.

Cambiar nuestra idea del mundo es la clave de la brujería. Y la única manera de lograrlo es parar "el diálogo interno". Lo demás es sólo arreglo. El diálogo interno es lo que nos hace arrastrar. El mundo es así como es sólo porque hablamos con nosotros mismos acerca de que es así como es.

Historias:

Los brujos hablan de la brujería como si ésta fuera un ave mágica, misteriosa, que detiene su vuelo para dar esperanza y propósito al hombre: que los brujos viven bajo el ala de esa ave, a la que le llaman el pájaro de la sabiduría, el pájaro de la libertad y que lo alimentan con su dedicación e impecabilidad.

El vuelo del pájaro de la libertad es siempre en línea recta, ya que esa ave no tiene modo de hacer curvas en el aire, de girar y volver atrás; y que el pájaro de la libertad solo puede hacer dos cosas: llevar a la gente consigo o dejarla atrás.
El pájaro de la libertad tiene muy poca paciencia con la indecisión y que, una vez que se va, jamás regresa.


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Las enseñanzas de don Juan.

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