"En un mundo de producción en masa y distribución en masa, el Hombre Modesto, con su insuficiente capital, está en seria desventaja. En la competencia con el Hombre Poderoso, pierde su dinero y finalmente su misma existencia como productor independiente: el Hombre Poderoso se lo ha tragado. A medida que los Hombres Modestos desaparecen, un número de hombres cada vez más reducido maneja un poder económico cada vez mayor. Bajo una dictadura, la Gran Empresa, hecha posible por el avance de la tecnología y la consiguiente ruina de la Pequeña Empresa, suele ser gobernada por el Estado, es decir, por un reducido grupo de jefes de partido y los soldados, policías y los funcionarios públicos que cumplen sus órdenes. En una democracia capitalista, como la de los Estados Unidos, suele ser gobernada por lo que el profesor C. Wright Mills ha llamado la Élite del Poder. Esta Élite del Poder procura directamente ocupación en sus fábricas, oficinas y comercios a varios millones de los trabajadores del país, domina a muchos millones más prestándoles dinero para la compra de lo que ella produce y, como dueña de los medios de comunicación en masa, influye en el pensar, el sentir y el obrar de virtualmente todo el mundo. Parodiando la frase de Wiston Churchill, podríamos decir que nunca tantos han sido tan manipulados por tan pocos. Estamos realmente muy lejos del ideal de Jefferson de una sociedad genuinamente libre compuesta de una jerarquía de unidades autónomas: 'las repúblicas elementales de los barrios o poblados, las repúblicas de condado, las repúblicas estatales y la República de la Unión, formando un escalonamiento de autoridades'. "
Nueva visita a un Mundo Feliz, pag. 28
"No podemos librarnos de las máquinas, por la sencilla razón de que el proceso de la liberación nos forzaría a librarnos de esa mitad de la raza humana cuya existencia en el planeta sólo es posible debido a la existencia de las máquinas. (...) la producción mecánica no puede abolirse; está definitivamente establecida. La cuestión estriba en saber si está establecida para que sea un instrumento de esclavitud o un medio de liberación. Un interrogante análogo se plantea con respecto a la riqueza que crea la producción mecánica. ¿Debe distribuirse esa riqueza de manera que asegure el máximo o el mínimo de injusticia?"
El Fin y los Medios, pag. 172
"Merced al auge del maquinismo, la producción sobrepasa al consumo. La primera condición de nuestra producción industrial es organizar el despilfarro por parte de los consumidores. Cuanto antes deseche el consumidor el objeto que haya adquirido y vaya en busca de otro, será mucho mejor para el que los produce. Al propio tiempo, como es natural, el productor tiene que esforzarse en no producir sino artículos que sean lo más perecederos posible."
Música en la Noche (Esnobismos selectos), pag. 171
"Si por algún milagro, los sueños de los educacionistas se hubieran realizado y la mayoría de los seres humanos empezaran a interesarse exclusivamente por las cosas del espíritu, todo el sistema industrial se paralizaría de súbito. Dado el maquinismo moderno, no puede existir una prosperidad industrial sin que la producción se realice a gran escala. Pero esta última resulta imposible, a su vez, si el consumo no se realiza, del mismo modo en gran escala también. El consumo varía universalmente en relación a la intensidad de la vida mental. Un hombre que se halle interesado de manera exclusiva por las cosas del espíritu, será completamente feliz, de acuerdo con la frase de Pascal, permaneciendo sin moverse de su cuarto. Un hombre que carezca de este interés por las cosas del espíritu, sentirá un hastío de muerte si se ve obligado a estarse quieto en una habitación. Careciendo de pensamientos con los que distraerse, necesita adquirir aquellas cosas que pueden ocupar su puesto; incapaz de viajar mentalmente, necesita ir de un lado a otro por la realidad. En una palabra, constituye el consumidor ideal, el consumidor en gran escala de los productos y los transportes."
Música en la Noche (El esnobismo de la estupidez y la ignorancia), pag. 156
"La única clase de esnobismo, en cambio, permitida al adorador de la nueva divinidad es el esnobismo de la posesión de bienes materiales. El dios de la Industria provee de objetos a sus adoradores y no puede existir sino a condición de que sus dones sean aceptados con gratitud. A los ojos de un industriólatra la primera obligación del hombre es la de coleccionar la mayor cantidad de objetos que sea posible. (...) El santo del nuevo orden de cosas tiene que odiar, irremisiblemente, la historia. Y no sólo a ésta, sino que, procediendo en buena lógica, odiará del mismo modo a la literatura, la filosofía, las ciencias puras, las artes y cualquier otro orden de actividades mentales que desvíen a la humanidad de una preocupación adquisitiva con relación a los objetos."
Música en la Noche (Sobre los atractivos de la historia y el futuro del pasado), pag. 119
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